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    Anuario Filosfico, 1992 (25), 183-202 183

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    JORGE MARIO POSADA

    Is there any way out -aside from the possibilities offered by skeptical andutilitarist thinking- to the p roblems w hich face mod ern science? Polo believesthat first it would be necessary to explain the reasons which provoke changein scientific models: why are the paradigms, and the views of reality whichthey propose, substitutable?

    1. La situacin actual de la fsica.

    El talante escptico y pragmatista imperante en amplios sectores de

    la cultura se debe en parte a la actitud conformista de tantos cientficos

    en su pretensin de verdad. Conoce la ciencia lo real? Sabe qu es y

    tal cmo es el universo que al hombre toca en suerte habitar? Tema

    ste el de la fsica inaugural, por otra parte, de la filosofa y, con ella,

    de la ciencia occidental. Sin embargo, despus de veintisis siglos de

    averiguaciones, la comunidad cientfica no posee pacficamente algo

    as como una verdadera 'imagen' acerca de l, y, por si fuera poco, anda

    escarmentado el mundo frente a los resultados de la ciencia y de la

    tecnologa a ella asociada; todo esto indicio claro de una crisis

    profunda en la sabidura humana, al menos en lo que compete al

    conocimiento sobre el universo material.

    No es para menos. Bastantes pensadores han puesto de relieve el ca-

    rcter no absoluto del conocimiento cientfico ejercido en la poca

    moderna y actual. La ciencia carece de fundamento, dicen, pues no

    sabe por qu ni cmo tiene lugar. Carece de consistencia por imposi-

    bles de componer sus enunciados en un sistema coherente y completo,

    ya que, a no ser recurriendo a factores externos a la teora, siempre

    conduce a proposiciones indecidibles en cuanto a verdad o falsedad.

    Carece, finalmente, de discursividad porque en el interior de cada

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    disciplina faltan los presupuestos para pasar a una teora mejor desde la

    declarada insuficiente (o falsada); es preciso esperar un advenimiento

    genial1.

    Y si la ciencia no consigue anclar sus tesis sobre la realidad csmica

    en la verdad, mucho menos la filosofa, cuyos planteamientos sobre

    ella son agnsticos, si no culturalmente irrelevantes, sobre todo a partir

    del surgimiento de la sociedad industrial, desde cuando los filsofos

    parecen haber dejado en manos de los cientficos un campo de in-

    vestigacin que era suyo en la antigedad. Pero sin xito, porque al

    amainar la euforia iluminista, el conocimiento cientfico se declara in-

    seguro para conocer el cosmos tal como es en verdad. An ms: un

    golpe de vista sobre la hitoria de la fsica la muestra surcada por crisis

    en cuanto a la validez verittiva de sus aseveraciones: desde la del pen-

    samiento presocrtico hasta la ms reciente del probabilismo inde-

    terminista y de los modelos matemticos de caos que admiten casi

    como inabordable, inagotable y siempre abierta la complejidad de lo

    real2.

    Se abre entonces la cuestin de si cabe oponer algn recurso a la

    deriva escptica y utilitaria de la ciencia. Intentarlo requiere desvelar

    1 Glosa estas opiniones de neopositivistas y dialcticos Leonardo POLO en Quines el hombre, Rialp, Madrid, 1991, primeros captulos.2

    No sobra mencionar otros indicadores de crisis en la ciencia: complejidad ydispersidad de las teoras; la atrofia de dimensiones sentimentales, estticas y

    voluntarias de la vida humana, acompaante inevitable del cientificismo cultural,

    junto con la paradjica indiferencia generalizada hacia los 'intereses' puramente

    tericos en la sociedad de consumo, ocasionada tambin por la vulgarizacin

    publicitaria, retrica o ideolgica de las tesis y predicciones de las ciencias; los

    efectos perversos de la aplicacin tecnolgica o militar de los avances cientficos;

    la comprobada influencia de manipulaciones de poder o de lucro en la promocinde investigaciones, etc.

    Pero, ante todo, la persuasin de los mismos cientficos acerca de la carencia de

    valor de verdad en sus conclusiones. La rpida transformacin, en este siglo, de la

    imagen fsica del universo; la ininterrumpida sucesin de 'modelos' acerca de las

    realidades materiales; la imposibilidad no infrecuente de contrastar las

    formulaciones tericas, etc., llevan a pensar que las afirmaciones de la ciencia son

    tan slo conjeturas o hiptesis (no son, sin embargo, lo mismo estas nociones)acerca de lo fsico: se aproximan, pero en modo alguno llegan, a la realidad. En

    suma, la ciencia actual parece haber claudicado en su empeo por la verdad: sus

    tesis son apenas propuestas y aceptadas como valores tiles, adems de

    provisionales, y siempre a la espera de alguna mejor.

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    primero los motivos plausibles de la sucesin de etapas crticas de este

    tipo de saber. Por qu son reemplazables sus teoras y caducan las

    imgenes que proponen acerca de la realidad? Constatar cambios de

    paradigma no parece suficiente como solucin.

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    2. La insuficiencia del conocimiento intencional.

    Una respuesta de ms ventaja apuntar a limitaciones de mtodo.

    (Correlativamente, cualquier pretensin de saber la verdad sobre lo

    fsico no puede menos que exponer su arsenal metdico). Porque,

    tambin ltimamente, se ha reconocido la incapacidad del anlisis y la

    sntesis para recomponer las diferencias como acontecen en la realidad,

    o la arbitrariedad relativa en el criterio de pertinencia o relevancia

    inexcusable en el mtodo cientfico, y la dificultad de atenerse a uno de

    evidencia induccin y deduccin, o bien la imposibilidad de medir

    sin indeterminacin, etc. Esto en lo que mira a la ciencia de los ltimo

    siglos. Pero acaso no cabe identificar alguna deficiencia metdica ms

    radical en la fsica de Occidente, segn la cual no logra erigirse

    confiada, aunque modesta, en un verdadero conocimiento de la

    realidad?

    No es aventurado sostener que, al menos en pocas de crisis, el saber

    sobre el universo, la ciencia filosfica o no, ha ejercido sin suficiente

    distincin, confundindolos, los diversos mtodos intelectuales de que

    el hombre dispone3. Y como el mtodo se cifra en las operaciones

    intelectuales con que se conocen los temas, todava cabe proponer que

    esas teoras entran en crisis y han de ser reemplazadas en la medida que

    se atienen a un mtodo cognoscitivo, el pensamiento objetivo o

    intencional, que, siendo indudablemente multiforme y aspectual pues

    remite de diversa manera sus objetos al entorno material, nunca

    permite conocer lo fsico de modo suficiente, sin resquicios, o en su

    entera realidad: cualquier detencin que, adems, suponga como reales

    o extrapole objetos fsico-matemticos o de fsica filosfica resulta

    provisoria, si no conjetural, pues nunca ser completo su ajuste con lo

    real y cabe siempre conseguir para intentarlo un objeto mejor; tarde o

    temprano su insuficiencia se constatar. Desde luego no hay por qu

    prescindir de ningn aspecto formal; pero ni basta alguno, ni tampoco,

    si cabe, su unificacin, que habra de ser a su vez un nuevo objeto,

    tambin unificable por aspectual. Brevemente: el conocimiento de la

    realidad fsica qua talis no se consigue con objetos intencionales

    3 Responder de otra manera comportara una subordinacin del hombre aluniverso o a un destino fatal, insoportable para la inspiracin ms honda

    cristiana de la modernidad.

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    porque ni ella es como los objetos ni stos como la realidad: si lo fue-

    ran, en vez de remitir a ella, la integraran, por as decir.

    No se excluye por eso el realismo del conocimiento intencional, ci-

    frado en remitir alo real; pero se evita asegurar que la realidad qua

    realidad es la manera de algn objeto mental, por ms que sirva ste

    como hiptesis plausible acerca de su real ndole diferencial. Luego

    tampoco se excluye el valor real de las diferencias la fisica es la me-

    nos simple realidad; no obstante, la condicin de la diferencia en

    cuanto real nunca es la objetivada segn el pensamiento intencional,

    por ms conectivos y abarcantes que sus objetos vengan a ser4.

    Con expresin galileana: la realidad fsica no es ningn libro: no se

    encuentra escrita en el 'lenguaje' de los objetos mentales; su diferen-

    cialidad no es la de conexiones en o entre ellos; no es lgica, ni lin-

    gstica no es en rigor sistmica o estructural, pero tampoco es

    matemtica: no es ni siquiera de la condicin de formalismos de alta

    complejidad, pues en todos esos casos se trata de objetos pensados, de

    conocimiento meramente intencional5.

    En definitiva, al ejercer exclusivamente ese mtodo intelectivo no es

    fcil dejar de suponer sus objetos en la realidad, impidindose as

    cualquier ganancia estricta en la averiguacin de lo realmente verda-

    dero y no slo verdadero como intencional: en el conocimiento del

    ser. No se accede a lo real en tanto que real desde la intencionalidad; el

    mtodo asequible al hombre estriba precisamente en superarla sin

    atenerse a ella: sin consolidar los supuestos en que, sola, va a parar.

    4 El conocimiento intencional no es falso; simplemente es insuficiente (siemprese puede conocer intencionalmente ms). La verdad del conocimiento intencional

    es su misma intencionalidad, no una pretendida copia o suplantacin de la realidad.

    El rechazo del idealismo racionalista o no ha de ser radical: el orden es real (no

    permite dudarlo el mismo conocimiento intencional, pues remite ordenadamente a

    la realidad); pero no por eso ordo et connexio idearum idem est ac ordo et

    connexio rerum.5 Slo al interpretar la realidad como un texto o lenguaje se puede emprender latarea de llegar a estar cierto de que la realidad no engaa; de que 'dice' la verdad.

    Es el talante postcartesiano instrumentado con solos objetos intencionales. Contodo, tambin ah se descubre inspiracin cristiana: la creacin se sigue de la

    Palabra de Dios, siempre veraz. No obstante, en lugar de certeza, corresponde ms

    bien, ante el ser, admiracin, contemplacin en la verdad; y agradecimiento, si se

    acepta como don de Dios.

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    3. El abandono del lmite mental.

    La alternativa no se encuentra en compromisos aguados con una

    ciencia hipottica, pero tampoco volviendo, sin ejercer su vitalidad

    intrnseca y perenne, a filosofa de ayer. Hay que avanzar, extremando,

    para conseguirlo, el rigor del mtodo intelectual: ante todo sin soslayar

    su pluralismo y variedad. No caben totalitarismos ni reducciones:

    absolutizar un mtodo va en detrimento de la verdad. El mtodo

    cientfico o filosfico? No, los mtodos. Est en juego el conocimiento

    de la verdad al alcance del hombre, no de un ngel ni de Dios. (Y an

    as, el hombre es superior al universo material).

    En fin, el avance puede lograrse aguzando el rigor. Y las alternativas

    se abren justo al no quedarse en el conocimiento intencional: de-

    tectando su limitacin como acto intelectual que no puede crecer. Cada

    operacin conoce su objeto; ni menos ni ms. Se pueden ejercer nuevas

    y mejores operaciones, pero cada una aparte de ser aspectual adolece

    de esa constante limitacin: es vida intelectual, s; pero detenida. He

    ah el lmite mental, que, no obstante, cabe abandonar descubrindolo

    con actos intelectuales superiores, cognoscitivos no ya de los objetos

    sino de su operativa prioridad6. Esos actos continuando sin acosarla

    en exceso la tradicin clsica son los hbitos, ejercidos para

    manifestar la insuficiencia de las operaciones objetivantes, y creciendo

    en los cuales se logra trascenderlas o superarlas en lo que tienen de

    limitacin: avanzar y ganar en la vida intelectual7.

    Con el abandono del lmite en los hbitos, la inteligencia, porque ha

    dejado atrs (o abajo) el conocimiento intencional, ejerce su actividad

    no ya remitiendo sin ms a la realidad, sino, por as decir, 'entrando' en

    6 Aunque el mtodo filosfico propuesto por Leonardo Polo se llama abandonodel lmite, con l no se consigue un conocimiento sobrehumano: no se abandona,

    por as decirlo, el lmite creatural, sino el mental. La creatura humana siempre

    puede avanzar: ser ms; cabe dejar atrs esa peculiar detencin su vivir intelectual.7 La nocin e hbito es solidaria con el abandono del lmite. En la filosofamoderna no se atiende a ella: el conocimiento de la operacin es interpretado como

    operativa reflexin o conciencia. En la clsica, el hbito es entendido de ordinariopor asimilacin a la nocin de potencia. Se seala ahora su carcter de acto,

    superior al de la operacin. Abandonar el conocimiento operativo la objetividad

    no es apelar al sentimiento o a la emocin, ni cosa de voluntad: es mantenerse, y

    crecer, en el acto de conocimiento en tanto que habitual.

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    ella, tal como es. Porque reales son las operaciones manifestadas no

    los objetos, que son intencionales, y al iluminarlas y conocerlas, la

    inteligencia accede a lo real en cuanto tal: en ese ejercicio vital

    creciente ya no 'sale' de la realidad intelectual, y desde ah progresa en

    el conocimiento de lo real.

    Ahora bien, se puede conocer de ese modo la realidad fsica? No

    es paradjico conocer desde la realidad intelectual lo mudable y ma-

    terial?8. El abandono del lmite mental del conocimiento intencional

    se ha de ejercer entonces de acuerdo con un mtodo distinto del re-

    querido para conocer lo superior a lo material. La peculiaridad me-

    tdica, en esta dimensin, radica en que el abandono del lmite se

    ejerce no en el hbito solo, sino con el mantenido ejercicio de ciertas

    operaciones que permiten lo que se puede llamar, con rigor, conoci-

    miento racional de lo real. (En tanto que habitual, es la ciencia fsica-

    filosfica, no matemtica, cuyo tema son las diferentes causas en

    cuanto causan entre s. En su cumbre se advierte, con el hbito de los

    primeros principios o intelecto el tema metafsico: el ser en el orden

    del fundamento trascendental).

    Y como el conocimiento operativo intencional no slo es plural, sino

    tambin divergente y jerrquico, el expediente metdico para

    abandonarlo en la lnea de la razn esto es, en orden a la realidad f-

    sica en cuanto tal, exige primero precisar el elenco de los diversos

    tipos de objetos que, directa o indirectamente, remiten a la realidad del

    universo material. Y requiere, antes, deslindar lo suficiente aquella

    operacin, y su objeto peculiar, con la que comienza como cono-

    cimiento estrictamente intencional (es decir, intelectual)9.

    8 De ah, por ejemplo, la afanosa bsqueda de S. Toms de Aquino paraestablecer el preciso estatuto epistemolgico del conocimiento de lo fsico en su

    Exposicin al De Trinitate de Boecio. Polo resume as la cuestin central: cmo

    con lo inmaterial e inmutable se conoce lo mudable y material? En dilucidarlo

    estriba la propuesta metdica que expondr.9 Vase el artculo de L. POLO Indicaciones acerca de la ditincin entregeneralizacin y razn, R. ALVIRA (ed.),Razn y libertad(Homenaje a A. Milln-

    Puelles), Rialp, Madrid, 1990. Aqu se expondrn nicamente algunos compases de

    la primera fase del conocimiento racional. No hay hermenutica: no se trata deinterpretacin alguna sobre el pensamiento de un filsofo, sino de una exposicin,

    abreviada y concisa, de su ejercicio en una de sus dimensiones: la inferior. Se corre

    el riesgo no de malinterpretarlo, sino de no pensar tanto no conseguir temas

    asequibles con ese mtodo o simplemente de errar suponer como conseguidos

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    4. La abstraccin y el hbito abstractivo.

    De acuerdo asimismo con la tradicin clsica, la operacin incoativa

    del conocimiento intelectual de lo fsico es la abstraccin. El objeto

    abstracto presenta, aunndolas sin simplificacin, las a su vez

    complejas y variadas intenciones de la sensitividad; rene o compagina

    en uno solo y el mismo contenido (collatio), la diversidad aspectual de

    lo sentido, y as la reviste de una remitencia actual, unitaria y estable o

    fija, respecto de lo real. Sin las caractersticas de unicidad, presencia,

    mismidad, actualidad, etc. que describen a su vez la constancia del

    acto intelectual que es la operacin (no slo la incoativa), no se

    establecera una estricta intencionalidad o remitencia de lo aprehendido

    sobre la realidad10. (En tanto que sentidas, las intencionalidades no

    remiten detenidamente a lo real; y, adems, se entreveran con

    funciones orgnicas al estar ordenadas a provocar la conducta instin-

    tiva, no a conocer sin ms la realidad)11.

    algunos temas que en rigor todava no lo han sido o que no se averiguan con l: dar

    saltos. (Puede haber, pues, omisiones y errores en la exposicin; por supuesto, sin

    querer. Por qu entonces se lleva a cabo? Ante todo, por gratitud. Ser conducidopor alguien en el pensamiento, que es vida, implica una suerte de filiacin: la vida

    intelectual comporta generacin). El contenido refiere en parte lo hablado en varias

    conversaciones con don Leonardo, y, entre otros lugares, alude a dos artculos

    suyos aparecidos en el Anuario filosfico: La cuestin de la esencia extramental

    y Lo intelectual y lo inteligible; tambin a la introduccin del tomo III de su

    Curso de teora del conocimiento, en los tres ltimos numerales. Son, adems,

    asuntos que aparecern en el Tomo IV de esta obra, an no publicado. Razn dems para considerar esta exposicin, s, como provisional y caduca. En suma, ms

    vale, de una parte, atenerse a la versin original de ese pensamiento; de otra, lo que

    cuenta es ejercerlo, vivirlo. La finalidad de este artculo, como expresin de

    agradecimiento, est en que pueda servir a quien quiera ejercer un pensamiento

    filosfico, que, como todos los grandes, slo se entiende si se vive.10 Con la nocin de pensamiento como actualidad comienza histricamente lafilosofa. Aristteles descubre su valor activo enrgeia como posesin, actual,

    del objeto (unitario) como fin: operacin inmanente. (En los tomos I y II de su

    Curso de teora del conocimiento, Polo retoma, elevndola a axioma, esta nocin).11 El conocimiento sensitivo slo es intencional sobre la realidad sin ms cuandoes captado o recogido y aunado por la intencin abstracta. Abstraer es, en rigor,remitir los fantasmas a lo real; conocer, asumindolos, lo fsico, en su verdad

    intencional: en el modo de remitir a ello nicamente. Y eso slo es posible gracias

    a la iluminacin intelectual. Concedindose al conocimiento sensitivo la remitencia

    que se quiera a la realidad, lo que no cabe soslayar es que sin la iluminacin

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    En consecuencia, para comenzar en ese nivel se requiere una ele-

    vacin de lo sensible losphantasmata, inteligibles en potencia, a lo

    inteligible en acto, aportada desde lo intelectual, y que, con todo, no es

    todava la operacin de entender, porque sta se ejerce ya a la altura de

    ese nivel. Aristteles descubre entonces, como luz focal, la prioridad

    radical de lo intelectual en el hombre,el nos poietiks, y describe

    como epagog su iluminacin, la cual versa, inicialmente, sobre el

    resultado, por as llamarlo, de la actividad sensitiva humana; es el acto

    de los inteligibles en acto, que a su vez lo son acto de la facultad

    intelectual, en potencia desde luego para ellos, pero tambin slo

    entonces para la operacin de abstraer y, siendo sta no menos

    iluminable, an en potencia para el correspondiente acto habitual.

    El inteligible en acto es con terminologa escolstica la 'especie

    impresa' de la inteligencia, de ninguna manera innata, sino adquirida

    por ella como acto 'primero' de su condicin intelectual en potencia

    (innato, si se quiere hablar as, es el intelecto agente que acompaa y

    difiere realmente de la facultad de inteligir); especie aquella mensu-

    rante de la operacin incoativa, acto 'segundo' de esa potencia, cuyo

    objeto especie 'expresa' es el abstracto, que en presencia recoge

    entonces, o capta, la intencionalidad de lo sentido (conversio ad phan-

    tasmata) y la refiere actualmente a lo real12. Por su parte, el hbito

    intelectual no refiere a lo real en tanto que tal. (Conocer lo que el conocimiento

    sensitivo es se lograr seguramente al final de la va racional, con lo que se cierra

    entonces cierto ciclo, pues se concluye conociendo lo que da ocasin a ese modo,

    no nico, de empezar a ejercer la vida intelectual).12 El objeto abstracto es entendido a veces como si prescindiera de diferencias enlo real a que remite. Sin embargo, de esa manera no podra versar intencionalmente

    sobre ellas: las ignorara. Sera preciso, para conocerlas, objetivar nuevos

    abstractos que no las dejaran de lado, pero que, a su vez, prescindiran de otras; ytampoco cabe formar un solo abstracto con los dems, etc. El abstracto no

    prescinde, sino que rene o articula; presenta un contenido diferencial, s, pero

    unitario: ana, en su precedente sensible, la condicin numrica sobre la que ste

    es intencional: el nmero que tiene una realidad fsica (sentida). Ese aunamiento se

    puede describir como articulacin del tener fsico, no de su ser: articulacin del

    tiempo (y en su caso, del espacio) como nmero del movimiento extramental. En

    ese sentido cabra decir, si se quiere, que el abstracto 'prescinde' del nmero fsicono de su ser, porque lo ana en presencia. De ah que al proseguir la abstraccin

    slo cabe un conocimiento hipottico de la condicin numrica que tienen las

    distintas realidades fsicas (no hipottico respecto de su ser o de su real ndole

    diferencial, la cual queda entonces implcita en l).

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    sta su peculiar limitacin, que estriba ante todo en la detencin de la

    actividad intelectual segn la cual es precisamente operacin. Ahora

    bien, la abstraccin conoce sin reservas el abstracto: se conmensura

    con l; su insuficiencia no radica en que le falte conocerlo, sino en que

    cabe conocer un objeto mejor, pues los abstractos son mltiples y di-

    ferentes en tanto que no se comienza con una nica y la misma opera-

    cin (ya que ni desiste la actividad sensitiva mientras hay vida, ni

    tampoco se agota nunca la iluminacin intelectual). Por eso, a las dis-

    tintas operaciones abstractivas sigue siempre, si no ya la adquisicin, s

    un incremento del hbito correspondiente, desde el cual, porque las

    manifiesta, se conoce cada vez mejor que no basta el comienzo inten-

    cional, y se puede pasar, con ms potencia intelectiva (o con esa po-

    tencia ms en acto), a una operacin superior.

    Ahora bien, de dos maneras ese hbito conoce insuficiente el abs-

    traer: en cuanto que no es nico, pues hay muchos abstractos diferentes

    entre s, y porque no aclara la distribucin, por as decir interna, de la

    diferencia propia de cada uno, segn la cual difiere de los dems. Por

    consiguiente, el hbito abstractivo permite declarar esa insuficiencia

    segn dos divergentes tipos o 'lneas' de operaciones prosecutivas de

    la abstraccin. Unas, conectando partes iguales del contenido de los

    abstractos iluminados desde una homognea idea general, niegan su

    diferencia mutua o prescinden de ella: son operaciones negativas o

    generalizantes. Otras aclaran en cuanto tal entera la complejidad

    diferencial que, por eximida de ser real, se halla implcita en cada

    abstracto, al encontrar o 'explicitar' la diversidad que vale como su

    razn o 'por qu' real: son operaciones explicitantes o racionales.

    Por ambas lneas las prosecucin es jerrquica y plural, pues cada

    nivel de operaciones es conocido insuficiente por el hbito que las

    manifiesta, y desde l, se pasa a operaciones de nivel superior. En la

    generalizacin se avanza en la amplitud extensiva del pensar, abar-

    cando cada vez ms la indefinida pluralidad de los abstractos, sin me-

    jorar por eso la referencia intencional de ellos a la realidad: las ideas

    generales slo remiten a lo real mediante objetos de nivel inferior (y

    prescindiendo adems en ellos de las diferencias que no consiguen

    igualar); se conoce intencionalmente lo real con ms 'extensin', pero

    no ms 'intensidad'.

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    En la prosecucin racional se mejora la intencionalidad respecto de

    la realidad porque sus objetos remiten a ella el abstracto con cada vez

    mayor discernimiento de la diferencia reunida en l: presentan explcita

    una razn mejor de la intencionalidad del abstracto sobre lo fsico real

    (tomndola entera): la aclaran al desentraar, por as decirlo, la

    complejidad de su unitario contenido diferencial.

    En suma, partiendo del abstracto se avanza y se sube: se conoce ms

    o mejor. Los abstractos, sin ser imperfectos, sin ignorar lo que cono-

    cen, no lo presentan suficientemente. Conocida habitualmente, esa in-

    suficiencia indica que se puede conocer todava ms y mejor, pero no

    que se pueda hacer caso omiso del abstracto poque conozca lo que co-

    noce menos o mal. No cabe mejorar los abstractos como abstractos,

    sino, desde el hbito abstractivo, pasar a una operacin superior.

    Siendo, como son, el nico comienzo para conocer la realidad fsica, no

    cabe omitirlos; mas tampoco ah se detiene el inteligir. Una obser-

    vacin cuidadosa y extensa para no aludir a resultados experimenta-

    les, que ya implican 'elaboraciones tericas', objetos superiores a los de

    la abstraccin ensancha desde luego el punto de partida, pero no

    permite en rigor avanzar o proseguir desde l.

    No basta ampliar el 'rango' del comienzo abstracto; es preciso y

    cabe gracias a los hbitos ascender de nivel: conocer ms y mejor,

    aunque partiendo estrictamente de aqul, lo cual exige lograr entonces

    un ajuste peculiar de las operaciones prosecutivas con la abstraccin14.

    Y es ste: proseguir el comienzo sin evadirlo comporta no referirse a

    ms que lo por l conocido: mantener constante la intencionalidad:

    conocer cada vez lo mismo que se conoci al comenzar. Por eso, si en

    lo que la prosecucin tiene de avance se conoce eso mismo ms y me-

    jor sin acudir a otro comienzo, a la vez se ha de conocer, inevita-

    14 El comienzo intelectual del conocimiento de lo fsico no es, como se haindicado y resulta obvio, ajeno a la sensitividad, pues requiere no slo iluminarla,

    sino tambin recoger y captar su intencionalidad para remitirse con ella, pero

    elevndola, a lo real; sin embargo, no se cifra ni se resuelve en conocimientos

    sensitivos, ni directos ni logrados a travs de la experimentacin. Adems, la

    prosecucin intelectual ya no los requiere, pues no le compete bajar del nivelintencional de la abstraccin, sino proseguirlo. Esto puede causar extraeza, debido

    a que no se distingue con nitidez la diferencia entre comienzo intelectual y

    prosecucin (diferencia apenas entrevista con la doctrina escolstica de los grados

    de abstraccin).

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    UNA FISICA DE CAUSAS

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    blemente, menos o peor. Conocer ms lo mismo o lo uno es conocerlo

    segn cierta diversidad o cierta multiplicacin, lo cual se paga con co-

    nocerlo menos: segn lo inferior o lo parcial. De acuerdo con esto, las

    operaciones prosecutivas avanzan a travs de unapugna establecida al

    conocer una diferencialidad plural, cuya compensacin es el objeto,

    novedosamente unitario, de la operacin superior.

    Aunando, pues, el abstracto un contenido diferencial no simple en

    presencia, la prosecucin, como pugna entre lo uno y lo mltiple o

    entre lo mismo y lo diverso, considera ese contenido en orden a cierta

    mltiple diversidad: por su divisin (o anlisis) en la lnea de la

    generalizacin, objetivando una parte igual (o unvoca) en muchos

    abstractos; o por explicitacin en la va racional, remitiendo entero ese

    contenido a una multiplicacin de su diferencia no ya en objetos, sino

    y justo por su diversa pluralidad extramentalmente real, aunque

    inferior como realidad a la intelectual. Y, como consecuencia de esa

    pugna, la operacin prosecutiva se detiene en un objeto unitario, que,

    por conectivo de diferencias, es superior al de la abstraccin: en la

    generalizacin no es ni la idea general, como parte homognea de

    varios abstractos, ni los casos particulares, sino su conexin, como

    regla, segn igualdad, cada vez ms general; en la explicitacin racio-

    nal, en cambio, es una plural modulacin de la entera y unitaria dife-

    rencia implcita en el abstracto, que as aclarada se remite entonces a la

    realidad.

    Resumiendo. Los hbitos no son conocimiento operativo, sino su-

    perior: manifestacin de las operaciones de un nivel y de su insufi-

    ciencia, cuya declaracin, posibilitada por ellos, equivale a un tipo de

    operaciones superior. Las que se siguen de los hbitos y no ya de es-

    pecies impresas prosiguen el abstraer compensando una pugna entre

    conocer ms y a la vez menos, para mantener constante, pero con

    avance, lo conocido en presencia al comenzar. En el abstracto, vale

    repetirlo, no se ignora lo que va a ser conocido despus en su prose-

    cucin, pero tampoco se conoe an, porque sin el hbito no cabe la

    comparacin entre su contenido con el de otros abstractos en orden a la

    generalizacin, ni manteniendo de una manera peculiar la pugna la

    resolucin de su diferencia implcita en orden a una mltiple diversidad

    real.

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    JORGE MARIO POSADA

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    6. El concepto y la pugna conceptual.

    El primer objeto que de modo ms explcito remite el abstracto a la

    realidad es el concepto, al recoger entero, sin precisiones, el contenido

    de aqul, y referirlo multiplicadamente a lo extramental: captndolo no

    sin ms 'en' la operacin, sino remitiendo 'fuera' de ella en el modo de

    'en'; no 'en' la unicidad de la presencia, sino 'en' una multiplicidad,

    remitente como tal a la realidad.

    El concepto no es, pues, el abstracto. El 'en' no 'en muchos' es tan

    slo el 'en' de 'en la operacin': 'uno en uno' o, al cabo, 'en presencia'

    sin ms; pero 'uno en', no 'en la operacin', equivale a 'uno mlti-

    plemente en' (sin que sea numerable o contable esa multiplicidad): la

    diferencia implcita en el abstracto distribuida mltiplemente, pero sin

    mengua o entera, y no menos intencional entonces respecto de lo fsico

    real.

    Tampoco es una idea general, vale insistir, porque siendo un objeto

    unitario lo uno-mltiple, el universal, remite multiplicadamente, sin

    romperla, la unidad del contenido del abstracto a la realidad: no to-

    mando de ella slo una parte, comn a la de otros abstractos (e inten-

    cional entonces sobre ellos y no directamente sobre lo real). Los

    'muchos' del concepto no son muchos objetos de nivel inferior al de la

    unidad, ni corresponden a muchos abstractos, sino a uno y nada ms;

    sin embargo, lo remiten mltiplemente a lo extramental15.

    El concepto objetivo compensa de ese modo una pugna entre lo uno

    la entera diferencia implcita en el abstracto y el valor mltiple de su

    mejorada referencia a la realidad, que no es, como en la generalizacin,

    entre intencionalidades de distinto nivel ni se lleva a cabo en el mbito

    objetivo, sino que se mantiene en la realidad en tanto que tal, 'fuera' de

    15 De ordinario se pasa de largo sobre la distincin entre abstracto, idea general yconcepto universal. Confundir los objetos que explicitan el contenido de los

    abstractos con aquellos que los conectan entre s, neutraliza el conocimiento

    racional de lo real. A su vez, no caer en cuenta de su avance respecto de los

    abstractos, detiene la explicitacin. Por eso, si se habla an de simple aprehensin,es preciso admitir que con ella no se entiende todava lo general ni lo universal. La

    abstraccin no es ms que la remisin a lo real de una diferencia, eximida de ser

    real al quedar reunida en presencia su ndole numrica, pero sin incluir diversidad

    explcita ni conectivos respecto de multiplicidad.

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    lo intencional: el ms y el menos de lo uno y lo mltiple en la pugna

    del concepto exigidos para conservar la constancia del lmite

    intencional en la compensacin no corresponden a objetos o a su

    anlisis, sino a instancias diversas de lo fsico real.

    Dicho de otra manera: por cuanto la multiplicidad o diversidad que

    se tematiza en la prosecucin racional no es de objetos ni de su anal-

    tica parcial, sino una resolucin ms discriminante del valor diferencial

    del contenido intencional abstracto asido sin fracturas, la pugna entre lo

    ms y lo menos cuya compensacin es el objeto conectivo de lo uno o

    mismo y lo mltiple o diverso, sin traer a cuento aspectos

    intencionales, entrevera al conocimiento en el ocurrir de lo fsicamente

    real, explicitando su mltiple diversidad.

    Ahora bien, precisamente por no ser objetiva, cabe ejercer esa pugna

    de una sealada manera, en la que se cifra el alcance ms propiamente

    veritativo de esta fase del mtodo racional. A saber: la operacin de

    concebir tambin se conmensura con el concepto; sin embargo, al

    presentarlo ocultndose, no comparece en l. Manifestada por el hbito

    correspondiente no ya el abstractivo, sino el conceptual, es conocida

    como real prioridad activa de su objeto, pues lo posee segn actualidad

    (prescndase por el momento de la insuficiencia del concebir); esa

    operacin, que no su objeto, es una realidad intelectual conocida

    entonces qua realidad,y justo en su valor de prioridad. (El objeto es

    conocido solamente como intencionalidad que versa sobre lo real).

    Pero entonces, desde el hbito y porque ste conoce la limitacin

    peculiar del acto presencial, detenido al poseer su fin, cabe mantener

    sin detencin o lmite la actividad operativa en pugna: sin compen-

    sarla en el objeto, sin conmensurarse con l o, por as decirlo, despo-

    jndose de su posesin16.

    16 De ah que este ejercicio dependa, a travs del hbito, de la libertad, lo cualpermite entender por qu puede ser omitido y no entraa ninguna necesidad. La

    pugna mantenida no es el acto habitual, pero es posibilitada por l. Libremente no

    compensada, la pugna racional mantiene en vigilia el vivir intelectual no para

    asegurarse en certeza alguna entretenida con objetos, sino ms bien para admirar lo

    real sin decaer: contempla sin lmites (sin detenimientos intencionales) el ordenfsico extramental. (Y aunque la superan los hbitos, no es, con todo, el nivel

    nfimo de la vida intelectual ilimitada, ya que en la prosecucin generalizante, que

    es inferior, nunca se agota el ascenso operativo, pues cabe seguir siempre hacia un

    objeto an ms general).

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    Ejercida de este modo, sin detenerse o compensarse en su objeto

    mantenimiento activo este conferido por el hbito, la pugna concep-

    tual comporta un contraste de la operacin como realidad intelectual

    prioritaria si bien nfima, con una diversidad asimismo real y tam-

    bin prioritaria, pero no intelectual. En ese sentido, la pugna racional es

    entre realidades, no entre objetos, de distinto nivel: de lo 'ms', la

    operacin mantenida, con lo 'menos', la diversidad extramental, co-

    nocida entonces como concurrencia de prioridades reales las distintas

    causas o principios fsicos inferiores a la intelectual: como concausa-

    lidad que (de una manera inicial en el concepto) torna explcita co-

    rriendo esto a cargo de la fsica realidad, y no de objetos la diferencia

    implcita en el abstracto al comenzar.

    As pues, las causas son conocidas en pugna de prioridades reales:

    de la presencia, que es lo ms, con las causas causando entre s, que

    son lo menos (y que, a su vez, concurren tambin en cierta pugna, pues

    alguna es ms y otra u otras menos en cada concausalidad)17.

    17 Las causas fsicas no se conocen aisladas sino concurriendo en la realidad; y noslo como diversas, sino causando diversamente entre s: diversae causae diverse

    ad invicem sunt causae, cabe glosar. De este modo se responde a la agudsima y ya

    citada cuestin de S. Toms: lo mudable y material es conocido por aquello

    inmutable e inmaterial que es la operacin intelectual no su objeto, cuando es

    mantenida en pugna, como sin poseer su fin, explicitndose entonces la causalidad

    fsica real. (Desde luego es mejor esto que extrapolar o suponer como reales losobjetos pensados). A la vez, se seala la va o el mtodo para llegar a una fsica de

    causas, como intentaba ser, sin lograrlo el todo, la del Estagirita, quien

    presumiblemente no supo mantener la atencin en la actividad real por l

    descubierta, la de la operacin intelectual, y, mediante su pugna o contraste,

    encontrar las diferencias reales de la actividad extramental. (No poda, por eso

    entre otros motivos, entencer el acto de ser). Aunque tematiz las causas, no

    explic de qu manera con qu acto intelectual; pero, sobre todo, extrapol en lofsico la actualidad que slo compete al objeto mental. De ah el fijismo que

    nicamente se le puede atribuir considerando como definitiva su interpretacin

    actualista de lo sustancial.

    Por otra parte, el acceso a la realidad fsica en tanto que tal no es mediado ni por

    los sentidos ni por ningn otro nivel de intencionalidad. La conversio ad

    phantasmata slo se ejerce en la operacin de abstraer. En la pugna conceptual lo

    real fsico es conocido al despojarse la operacin intelectual de su ndole deprioridad en presencia o actualidad, es decir, conociendo el carcter de antes en el

    valor real de una prioridad: nocin de causa fsica real, activa o 'enrgica' como la

    operacin, pero sin alcanzar su detenimiento actual, ni, mucho menos, el habitual

    mantenimiento creciente de la actividad real. El concurso de prioridades en el antes

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    UNA FISICA DE CAUSAS

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    Este es el paso decisivo en el conocimiento de la realidad fsica en

    cuanto real, pues en la medida que no es intencional, la pugna operativa

    racional, no compensada, la conoce en vez de conocer objetos: accede

    cognoscitivamente a lo extramental abandonando el conocimiento

    operativo en el modo de renunciar a su fijacin intencional. Una ope-

    racin racional no es, sin compensarse, intencional, y, mantenida en

    pugna desde el acto habitual, abandona el lmite mental contrastn-

    dose cognoscitivamente, al discernirla, con la diversidad y multiplici-

    dad de lo real en tanto que real, o, si se quiere, las diferentes maneras

    de ser diferente la diferencia fsica real implcitas en el contenido

    abstracto (en rigor: las diversas maneras como es causa aquella causa

    que, eximida de causar por la presencia, es lo pensado en la abstrac-

    cin).

    La pugna operativa, mantenida activa desde el hbito para no ser

    elevada a compensacin, comporta, pues, un peculiar abandono del

    lmite mental: sin abandonar la operacin, pero como concediendo sta

    su detenimiento en la intencionalidad; y distinto a su vez del que la

    inteligencia alcanza con su, no ya slo mantenia, sino creciente, ac-

    tividad habitual.

    De ah que en esta dimensin metdica, la racional, la verdad de lo

    fsico no se alcanza plenamente si no se logra el hbito de una opera-

    cin que ya no pugne con lo real inferior; y tambin que se avance por

    fases: el abandono incompleto del lmite mental (o sea, pudiendo

    ejercer todava mejores operaciones) se lleva a cabo en la pugna judi-

    cativa adems de en la de concebir; slo se consuma en el hbito de la

    operacin fundamental. Por su parte, el conocimiento habitual de las

    pugnas racionales es la ciencia fsica propiamente dicha (porque co-

    noce la verdad): no hipottica ni de ninguna otra manera intencional; y

    la metafsica corresponde al conocimiento habitual que sigue a la

    ltima operacin racional18. En definitiva, la pugna de las operaciones

    retrasado frente a la actualidad es, seguramente, el t t n enai que Aristteles

    intuy: el 'alcance' real del conocimiento racional, su valor de verdad.18 Esa operacin ya no pugna porque en la pugna judicativa se completa elconocimiento del orden de la diversidad concausal. Eso permite tematizar, desde elhbito correspondiente, una realidad ms alta que cualquier operacin intelectual:

    el ser de lo fsico como principio trascendental, al cual suple y el cual exime la

    presencia mental, pero sin reemplazarlo, porque es, como acto de ser, de nivel

    superior al de la operacin. A su vez, el conocimiento del ser fundamental no es

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    racionales es el mtodo con que se inicia el conocimiento de la realidad

    fsica en tanto que realidad (o de su verdad): su ndole principial o

    causal.

    7. La explicitacin de concausalidades.

    La verdad de lo fsico en cuanto tal, lo propiamente real del universo

    material, se alcanza, pues, a travs de la actividad intelectual que es la

    razn, comenzando con la pugna de la operacin conceptual, que

    encuentra concausalidades no todas al despojarse de su altura como

    prioridad antecedente poseedora del objeto o de su fin: renunciando a

    esa conmensuracin y, con ello, entre otras caractersticas, a la

    mismidad y la unicidad, a la presencia y a la actualidad. Al

    'desconmensurarse', en pugna mantenida, la operacin conoce causas,

    prioridades reales como ella, pero de inferior condicin en cuanto que

    no alcanzan culminacin objetual y, no siendo una sola, son reales tan

    slo en concausalidad.

    La operacin conceptual conoce, como objeto, al compensarse, el

    unum in multis, el universal lgico; en pugna mantenida conoce el

    universal real en cuanto concausal. De entrada, lo encuentra como bi-

    causalidad: causa formal, razn o porqu del unum y, como razn de

    los multa, la material. Es la sustancia o hilemorfismo, real en la medida

    que excluye la unicidad una sustancia 'una' o 'muchas', una cada una,

    es objeto, no realidad: ni los muchos sin el uno, ni el uno sin ellos o

    alguno de stos sin los dems, mas no como conexin lgica, sino

    como composicin real o concausalidad. La peculiar unidad de lo

    hilemrfico no es la de ninguno de los muchos, ni la del uno aislado,

    sino sta ltima, entera en ellos, aunque en ninguno en particular19, de

    suficiente en la operacin, sino en el hbito a que da lugar, cuyo tema la vigencia

    mutua de los primeros principios de no contradiccin,c ausalidad e identidad

    exige el abandono completo del lmite mental.19 Es errneo suponer o consolidar la sustancia hilemrfica como 'muchos'(sustancia 'primera') o como 'uno' (sustancia segunda), de lo cual se sigue, por lodems, el 'problema de los universales': el de su referencia o suposicin real. El

    universal es uno-mltiple, no individual ni singular, ni, menos particular; pero

    tampoco es sin ms uno, ni, desde luego, nico o total (lo que da lugar al pantesmo

    o totalitarismo real). Por su parte, Aristteles entenda que, considerando unitaria o

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    modo que su realidad o verdad ms que intencional estriba entonces

    en la causa formalplasmada o empleada sin particiones en la material

    o causa in qua, segn la pluralidad de la plasmacin, nunca en singu-

    laridad20.

    Con todo, no acaba entonces esta fase de la pugna detenerla en al-

    gn paso es compensar o volver al concepto objetivo, pues a lo uno

    mltiple real no corresponde tampoco ser fijo, estable o actual: los

    muchos no son reales mantenindose alguno como tal y, en conse-

    cuencia, sin llegar a ser nunca en estricta simultaneidad. Un uno-mu-

    chos estable, por simultneos stos, es un objeto mental, no una reali-

    dad. Con ello se encuentra otra prioridad causal no aislada, sino en

    una nueva concausalidad, porque a los muchos (en los que el uno

    entero la causa formal), no siendo fijos ni simultneos, no les basta

    ser muchos causa material para ocurrir (sin ser entendidas como

    objetos) en la realidad: es la causa eficiente, que los rescata de la deriva

    inestable, pero sin a su vez otorgar a ninguno no puede sin entar en

    ellos la estabilidad.

    Se conoce entonces el movimiento fsico como tricausalidad

    'ergohilemrfica' exigido para que el hilemorfismo sea real sin ser

    actual, en el que la causa eficiente concurre con las otras dos modu-

    lando la causalidad de stas, de modo que siga ejercindose sin estable

    detencin (la cual, vale repetirlo, sera intencional, no real), y salvando

    as del decaimiento inestable a la bicausalidad. Concausando, pues, con

    la eficiente, la causa formal entera no es por as decir 'compacta', pues

    se distribuye segn continuidad; y la material deja a su vez de ser in

    qua, porque va conteniendo gradualmente la distribucin continua de la

    formal (se la puede llamar causa ex qua, aunque en vez de 'educcin' le

    corresponde ms bien progresiva 'induccin'), hasta que se alcanza

    entonces otra vez, al trmino de la mocin cuando cesa la causalidad

    singular y, as, actual a la sustancia, su ndole de acto no poda ser el de la

    operacin, para lo cual supuso, en vez de la enrgeia, la entelkheia como acto

    actual extramental. De ah que no lograra al menos en su obra conservada ajustarcoherentemente esa nocin de acto (y potencia) con la causalidad.20 Lo real encontrado en este paso de la pugna explicitante slo es real si es pluralsin singularidad o estricta determinada individuacin. Bastantes hiptesis

    matemticas de la fsica actual pretenden serlo de este tipo de realidad cuando

    formulan estadstica o probabilsticamente la determinacin de las partculas

    elementales como lo nfimo material.

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    eficiente, la bicausalidad (reposo, solucin de continuidad), asistida

    enseguida y de nuevo por el movimiento, a riesgo de extinguirse o

    perecer por su inestabilidad21.

    En este paso, pues, la pugna conceptual encuentra lo universal fsico

    como una alternancia de concausalidades gracias a la cual el uno es

    mltiplemente real22. Y se descubre asimismo que la multiplicacin se

    debe con prioridad a la causa eficiente: no hacen falta muchas causas

    materiales, sino muchos comienzos de movimientos para que unum in

    multis ocurra, reunido, en la realidad23.

    Sin embargo, si la multiplicacin de los movimientos faltara, deca-

    era o desistira la realidad del universal. De ah que cabe mantenerse

    21 De esa manera se conoce, adems, que lo sustancial hilemrfico no es real sindepender del movimiento, o que slo ocurre como trmino o cese, inestable, de esatricausalidad. (Se supera, a este nivel, el fijismo sustancial). Sin embargo, si se

    supona actual la sustancia, y se quiere admitir el movimiento, es preciso conceder

    a ste una actividad disminuida, por as decir: de lo en potencia en tanto que en

    potencia. (Las aporas del movimiento entendido como mera sucesin de

    actualidades son dificiles de superar). Sin embargo, as no se consigue pensar el

    reposo como inestabilidad, nica manera como puede ser fsicamente real. Y

    todava ms problemtica es la solucin que aporta a la cuestin sobre la primacareal del movimiento o de la sustancia. Aunque la interpretacin averrosta de

    Aristteles apuesta sin ms por el 'cosismo', cabe seguir al Estagirita por otra

    direccin.22 La alternancia o intermitencia de continuidad -movimiento y reposo inestablesustancia es hipotetizada matemticamente por no pocas teoras fsicas recientes:

    transformacin materia-energa, complementariedad onda-partcula; fluctuacin

    materia-antimateria, etc..23 No se pretenda, con lo que va encontrndose en la fase conceptual de la pugnaracional, tematizar realidades fsicas de nivel superior. Es patente que los

    compuestos que estudia la qumica, y lo vegetal o lo animal no son lo universal

    uno-mltiple segn alternancia de reposo y continuidad. Adems, de esasrealidades caben objetos intencionales conectivos de ms complejidad. En el

    concepto o universal real la sustancia y el movimiento son solidarios, pero sin que

    ste sea intrnseco a ella: no se trata an de naturaleza, la cual se conoce en una

    pugna superior. El movimiento fsico conocido en esta fase, en tanto que extrnseco

    a la sustancia, es el propiamente transitivo (knesis), segn el cual cabe hablar de

    'accin' y 'pasin' (no como categoras), y distinto el vital (prxis). En rigor,

    todava no se encuentra una 'sustancia' con accidentes a este nivel no se piensanlas categoras ni, mucho menos, una 'sustancia' sensible (y esto a pesar de haber

    empezado por el abstracto. Seal, por lo dems, de la radicalidad intelectual de la

    explicitacin sin conversio ad phantasmata, aunque tambin no menos, de su

    incompleta prosecucin: de la insuficiencia del nivel conceptual).

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    an en la pugna del concebir, pues la detencin en el 'uno-alternante-

    mente-en-muchos' puede ser reducida todava por ejemplo, como su-

    cesin o serie a objeto mental. Se explicita as la ltima razn de ser

    para el universal real, pues por su intervencin se causa el mltiple

    comienzo de la continuidad, y a la que se debe por tanto en definitiva

    que no falten los trminos hilemrficos de los muchos comienzos

    mviles en tricausalidad: es la causa que responde por la necesidad f-

    sica o real. Con esto se da razn suficiente del uno en muchos real: al

    explicitar la que, por eso mismo, se llama causa final, completndose

    entonces la primera pugna racional.

    Con todo, no se conoce an el modo como la causa final 'motiva' los

    comienzos que posibilitan el universl: ha de ser, desde luego, una

    nueva concausalidad. Pero la pugna operativa sola no basta para su

    explicitacin; se requiere de lleno el hbito conceptual en cuanto co-

    noce insuficiente la operacin compensada y en pugna de concebir:

    ante todo porque, en consecuencia con el comienzo abstracto, no es una

    sola: hay muchos conceptos (y asimismo muchas pugnas concep-

    tuales), de modo que en cada una se entiende un uno en muchos, pero

    no los muchos 'uno en muchos', por as decir. Por eso, el concepto es

    insuficiente para conocer el modo como se vinculan (en otro objeto o

    en la realidad) las diferencias enteras que, cada una aislada, conecta l

    con la multiplicidad.

    Pues bien, el hbito conceptual explicita un uno no entero o an-

    logo, cabe decir desde luego en multiplicidad y con movimiento: una

    cudruple concausalidad. En ella la causa final da razn de que la

    forma sea no entera sin que le falte cierta unidad; la eficiente, de un

    movimiento que no cesa, pero discontinuo, pues se interrumpe para

    causar los comienzos mviles que cesan; y la material, de que en lugar

    de continuidad contracta hasta el trmino ocurra elongacin o espa-

    ciacin24. Como punto final del artculo baste esta somera indicacin.

    24 Aristteles compens y extrapol asimismo esta explicitacin (y su peculiarnecesidad) en la nocin de movimiento circular (de los casquetes astrales), no

    siempre bien estudiada en la tradicin posterior ante todo por la cada de esa'imagen' del universo, pero no menos por haber sido poco comprendida en la fsica

    'clsica', menos intelectual que la del Estagirita ms imaginativa. Con todo, la

    fsica del ltimo siglo ha obtenido hiptesis plausibles sobre ella al formular la

    nocin de energa cunticamente discontinua y de expansin csmica.

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    JORGE MARIO POSADA

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    Jorge Mario POSADA

    Universidad de la Sabana

    Calle 70, n 11-79

    Santa Fe de Bogot (Colombia)

    Conviene insistir por ltimo, que en la explicitacin racional se parte de los

    abstractos, los cuales articulan o renen el nmero fsico de la realidad a la querefieren, y de ese modo presentan, implcitas, diversas concausalidades, sin que su

    explicitacin permita conocer el nmero que le corresponde, aunado al comenzar.

    En lo que mira a la explicitacin conceptual cabe proponer que el nmero fsico de

    la sustancia es cierta definicin correspondiente a la contenencia de causa formal y

    material; ese nmero (que puede hipotetizarse como 'cantidad de materia' o masa)

    se conserva en el movimiento tricausal, cuyo nmero propio es el tiempo continuo

    (carece de espacio porque la continuidad no es desplazamiento de un mvil, sinocontraccin); el del movimiento tetracausal es un tiempo discontinuo y tambin el

    espacio (por eso cabe hacer hiptesis sobre espacio-tiempo) segn la elongacin.

    Para conocer definitivamente la condicin numrica de lo real fsico se precisara

    de un comienzo distinto al abstracto. Cabe sin embargo conocerla hipotticamente

    (ante todo con el fin de actuar sobre esa realidad para servirse de ella, evitar su

    decadencia y aportarle una mejora con la tcnica). Ese es el cometido de la fsica-

    matemtica, como ciencia media, obtenida a travs de la unificacin de los objetosracionales con los de la generalizacin, lo cual permite hiptesis matemticas sobre

    la fsica realidad, en cuya ndole ni verdadera ni falsa estriba su perfeccin

    peculiar: no remiten a lo real, sino que se le imponen, por as decir, para poderlo

    manejar. En lo ajustado de esa aplicacin radica su mayor o menor fiabilidad.