Fleury - Estado Sin Ciudadanos (Capitulo 1)

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8ESTADO SIN CIUDADANOS SEGURIDAD SOCIAL EN AMERICA LATINA SONIA FLEURY [h Luf!ar Editoria l

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Sonia Fleury - Estado Sin Ciudadanos. Seguridad Social en América Latina.Capitulo 1: La naturaleza del Estado capitalista y de las políticas públicas

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  • 8ESTADO SIN CIUDADANOS SEGURIDAD SOCIAL EN AMERICA LATINA

    SONIA FLEURY

    [h Luf!ar Editoria l

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    Prlogo

    E L PBLICO ARGENTINO ha tenido ya oportunidad de entrar en contacto con la obra y la personalidad de SONIA FLEURY. Aquellos preocupados con cuestiones conceptuales y metodolgicas vinculadas a polticas sociales, seguridad social, salud, anlisis de las instituciones y del Estado, han tenido acceso a una parte de su obra traducida ar castellano gracias a la publicacin de La reforma sanitaria, en busca de una teora, que se difundi en la Argentina en 1990, y a travs de diferentes artculos publicados eri algunas de las principales revistas dedicadas a la problemtica de Ciencias Sociales y Salud. Mucho antes, sin embargo, sus escritos formaron parte de esa literatura de catacumbas, con la que construimos alguna forma de dilogo los emigrados internos, vctimas de la oscuridad y el silencio a que nos someti la dictadura militar.

    Tanto su obra como sus actividadades docente y acadmica, han dado pruebas de capacidad analtica, profundo conocimiento de su rea de trabajo y, particularmente, compromiso. A travs de su palabra nos mostr caminos para integrar propuestas polticas en los desarrollos ms avanzados de la ciencia social, a la vez que la posibilidad de abstraerse en la elaboracin conceptual de una criti-ca al Estado y sus instituciones sin perder de vista las condiciones concretas de elaboracin y aplicacin de la poltica social en Amrica latina.

    Fue pionera en la utilizacin del concepto de ciudadana en un campo dominado por la preocupacin relativa al cambio de estructu-ras. Esa perspectiva que incorpor al debate sobre la reforma de los servicios de salud en los aos en que Brasil y la Argentina haban ini-ciado el proceso de recuperacin de sus instituciones democrticas, constituye uno de los ejes de este libro. El nfasis en la h~tori

  • s~cial, histrico y contingente al patrn de dert;~h_qs __ sociales reco-:nocido por cada nacin a sus habitantes. Fue tambin pionera cando se trat de eludir la rigidez de los dogmas y abrevar en ml-tiples enfoques de manera de construir los abordajes ms adecua-dos para dar cuenta de una realidad indita.

    El libro que hoy se pone a disposicin de los lectores de habla hispana es tambin una sntesis peculiar de conocimiento, reflexin y compromiso. Pero tiene adems una virtud, imposible de aquilatar en el momento en que fue escrito: nos pone en condiciones de abor-dar el cierre de una poca, la clausura de una fase histrica en la conceptualizacin referida a la relacin entre poltica social y bie-nestar.

    Es desde ese punto de vista que quisiera introducir en este espa-cio de lectura de Estado sin Ciudadanos. Hablo desde una perspec-tiva estrictamente personal, que incluso puede no ser compartida por su autora. Sin embargo, lo considero un registro clave para introducirnos en las incertidumbres de este fin de siglo.

    SONIA FLEURY aborda en este libro una elaborada articulacin de teora social e historia. Articulacin que podra pensarse como meta dificil de alcanzar de algunos historiadores y salvaguarda contra la excesiva abstraccin para buena parte de los dentistas sociales. La introduccin de la historicidad en los campos de la teora social y la teora poltica ayuda a prevenir el riesgo de analizar nuestros obje-tos de trabajo a la luz de teoras de valor supuestamente generaliza-ble y cienticifidad que no requerira verificacin. Nos obliga a recons-truir procesos y a considerarlos no como aplicaciones histrico-con-cretas de leyes de cumplimiento universal sino como construcciones sociales, generadas a partir de la praxis de determinados actores, que elaboran sus estrategias en el interior de una trama de reglas y recursos. lmites y posibilidades a la vez para la realizacin de sus proyectos de futuro.

    Esta reconstruccin toma como objeto de reflexin las condicio-nes del EsJ~Q.o ~e Bie_ri~s.tar:_ en)

  • provenientes de la forma especfica de relacin Estado/Sociedad en un contexto de industrializacin tarda en el capitalismo perifrico, que constituyen una base relativamente homognea en los pases en estudio. Al mismo tiempo se hace cargo de la necesidad de explicar las especificidades, que remite a una lgica de actores e institucio-nes de carcter singular.

    Finalmente, el libro se cierra con una perspectiva que ubica en primer plano el balance de los aos so en Amrica latina, la "dca-da perdida", portadora de crisis fiscal, endeudamiento. pauperiza-cin, desintegracin social. La incertidumbre derivada de los proce-sos de globalizacin y de la profunda transformacin de las relacio-nes internacionales presagian aos aun ms dificiles para nuestros pases. El compromiso que la autora ha mantenido a lo largo del libro con los valores de una democracia sustantiva enfatiza en este punto la posibilidad de dar nuevos contenidos a la interpelacin ciu-dadana: posibilidad comunicacional, reconstruccin de los vnculos nacionales, sociabilidad pautada sobre principios ticos acordados.

    SUSANA BELMARTINO

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    Captulo 1 La naturaleza del Estado capitalista y de las polticas pblicas

    E L ANLISIS de la intexvencin del Estado en las cuestiones sociales, a travs de las denominadas polticas sociales, tiene como coro-lario la existencia de una relacin de derecho positivo que se establece entre el ciudadano y su Estado. O sea, la intervencin estatal va polticas sociales, regulando y/o propiciando las condicioesde maimfencinyae reproduccin de tina parefa dela pobacTn, escorisiderada unafuncin

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    . naturaleza contradictoria del capitalismq, que tiene origen en la necesi-da_d del Estado de actuar corno forma de atenuacin de los efectos rr_i~s destructivos del orden capitalista sobre los factores de produc-c~on.' yero dich~ in~~rvencin se vuelve, a su vez, elemento de poten-ciacion Y agud12ac1on de la contradiccin bsica de este modo de produ:ci?_n en~re la socializacin de las fuerzas prductivas y la apropiac10n pnvada de la riqueza social.

    ~a pro~ia designacin, poltica social, evidencia algo ms que una mconsrstencia terminolgica, sealando al ncleo contradic-t~:io que indicarnos, al hacer uso de un poder de asignacin y coer-cron para que se reorganicen las relaciones en la sociedad.

    En .~tros trminos, 1_diJ~_r~I!~i_?:.C::!QP._P.eC~_!r_!.a_q1:!~ -~

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    Bos_mo (1_987) tambin toma las dicotomas pblico/privado, econom1a/pohtica, estado/sociedad como cruciales en la historia del pensamiento poltico, pudiendo a travs de su anlisis confrontar teoras en relacin a las anttesis identificadas.

    Es. i~portante tener en cuenta que la sociedad capitalista, con el surg1m1ento del Estado moderno, cristaliz la diferenciacin entre dos esferas._ 9ue dan cuenta de la distincin ficticia que se estable-ce con r.elac10n al p~opio individuo. tomado como burgus que cuida de_ sus mteres:s pnvados. y como ciudadano cuando las personas pnvadas se reunen en pblico para atender los intereses de la socie-dad (BOBBI0,1987:17 y HABERMAS, 1984:74).

    _ Es por eso que sost~ill!IJ19$_ qgL~ __ P._Q_ible _tcm:i,Ms que aplicar el anlisis de la naturaleza del Estado al campo de las polti~as _sociales. ~~_pr~tende c~mprender el campo soc::~al

    ~-C?mo parte Il'!_tnnseca y fundamental de las transformaciones del . P!:O.Pio E;st~do, a -fravs--aeras- profiidas moaificaciones-deTa-fT~

    _ciQ~--~~~adJ?L?Qc::_1~g~g_; __ ~JI- c.I!!~.c~i-zi -~j~_c;_gr.istitl!ciri_--g,~-~~ado ..1!lllli.ac:k>.l La construccin de slidos sistemas de proteccin social en la fase actual del capitalismo, est lejos de haber terminado con las dicotomias anteriormente mencionadas como ca-constitutivas de esta fo~m~ de organizacin social y ejercicio del poder; por otro lado, el surg!~1ento_ de los sistemas de bienestar social como producto de las pohticas publicas orientadas a la reproduccin social y econmi-ca de las clases, expresa la insuficiencia de las dicotomas anterio-res para dar cuenta de la dinmica de las relaciones sociales.

    ~a a~ent~acin de las contradicciones entre la estructura jurdi-ca e mstituc10nal y las necesidades correspondientes al nivel de la reproduccin social ampliada est evidenciada en la constitucin de nuevas prcticas sociales, nuevas especializaciones disciplinarias y nuevos a.bordaj~s tericos que intentan superar la rigidez impuesta .. p~r las d1cotom1as. como por ejemplo. en la correspondiente afirma-c1on de la manifestacin de procesos simultneos de estatizacin de la e_conoma y privatizacin del Estado. cuya expansin se consoli-dana er.i el s~rgimiento de una esfera social repolitizada (para usar ~a !e:mmologia de HABERMAS, 1984: 170). y se expresara de forma JUnd1ca en la constitucin de la rama del Derecho Social. para dar

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    cuenta de las cuestiones que escapan actualmente al mbito ya sea del Derecho Pblico corno del Derecho Privado.

    Ms all de un fenmeno identificado con la etapa actual del capitalismo avanzado. es preciso tener en cuenta que la separacin entre las esferas de lo econmico y de lo poltico. si bien es condicin para el ejercicio del poder y de la dominacin capitalista, funda-mentando la autonoma relativa del Estado, slo puede ser efectiva en la medida en que se introduzca la igualdad jurdico-poltica. implcita en el funcionamiento de la esfera de circulacin.

    As, la posibilidad de comprensin de la naturaleza del Estado, ms all de las funciones inherentes a la produccin capitalista, requiere la inclusin de las condiciones de ejercicio del poder, a tra-vs de la consideracin de su institucionalidad, de las formas de repre-sentacin y de los procesos de mediacin.

    Teniendo en cuenta estas obseivaciones, el anlisis del debate con-temporneo sobre la naturaleza del Estado es orientado, en la segunda parte de este captulo, hacia la forriulacin de algunas proposiciones analticas, con vistas a determinar la ~seecificidad de l~s polticas socia-les en la reproduccin del l\!odo de ~.5:!9E... CaQ~talista.f

    l. EL DEBATE CONTEMPORNEO Desde los aos '50, con las profundas transformaciones que vena

    sufriendo el capitalismo en los pases industrializados, especialmente en lo que respecta a la creciente inteivencin estatal en la economa y el _ desarrollo de poderosos sistemas de proteccin social, hubo un resurgi-miento de la discusin acerca de la naturaleza del Estado capitalista. no slo en el interior de la corriente marxista. sino tambin con sus interlo-cutores. Lo que se obseiva. desde entonces es, ms all de la preocupa-cin con la cuestin del Estado, una permeabilidad al debate y absorcin

    1 Sera justo observar. como hace TmmBORN ( 1986) que las polticas sociales no existen apenas en este Modo de Produccin, siendo ms bien caractersticas de todas las sociedades de mercado y de la incapacidad de ste, de dar cuenta de los problemas de la reproduccin humana. No obstante. para la concepcin que ser desarrollada en este trabajo a la luz de las relaciones entre la produccin econmi-ca y las formas jurdico-polticas, sera demasiado impreciso. histricamente ambi-valente y tericamente vaco, tratar de una forma genrica las polticas sociales de las sociedades de mercado en general.

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    de instrumentos conceptuales oriundos de otras corrientes tericas, de tal forma que resulta hasta dificil caracterizar los pensadores actuales como marxistas (como OFFE, HABERMAS o PRzEwoRSKI). a pesar de su inne-gable contribucin a la concepcin marxista del Estado. As, se puede decir que el debate acerca de la naturaleza y funciones del Estado capi-talista, entendido a partir de la lucha de clases, se ha intensificado y pro-fundizado, aunque este movimiento este implicado en una indefinicin de los contornos y limites de la propia corriente marxista.

    Tomando como eje conductor la dicotoma Estado/Sociedad, pode-mos agrupar las diferentes posiciones tericas que se presentan en este debate, con vista. a comprender analiticamente la emergencia de las mediaciones que se configurarn como la esfera de lo social.

    EL ESTADO COMO INSTRUMENTO

    Esta vertiente interpretativa fundamentada en la concepcil! !~jpis1? _~!!.1?.~Y:1_~L~.!~~10. .. i:l!'.. eJ:lC,:U~ntJ.:?-_r~5lucido a,_yn ~nstrum~.-to de la clase dominante en la consolidacin de su dominacin poli-

    . ticai explotac@n econffii~~ -enc-uenffaenei debat-contemporneo una actualizacin que podramos denominar politicista, con el tra-bajo de MILIBAND, y otra economicista, con los estudios del CME-Capitalismo Monopolista de Estado.

    MILIBAND (1972). estudiando el Estado en las sociedades capitaiiSi"s desarroadas -que se enorgullecen de ser igualitarias-encuentra que la relacin entre Estado y clase dominante es de tal forma encubierta que las conexiones estrechas slo se dan a cono-cer a travs de un estudio ms profundo, donde se revela que "los detentadores del poder estatal son, por numerosas y distintas razo-nes, los agentes del poder econmico privado" (MILIBAND. 1972:73).

    Los puntos centrales de la conclusin, para el autor, seran encon-trados al verificarse que en trminos de origen social, educacin y situa-cin de clase, los ocupantes de los puestos de comando del gobierno provienen en su mayoria abrumadora del mundo de los negocios y de la propiedad, o de las clases medias profesionales (1972:87); estos ltimos fcilmente asimilables a la ideologa dominante.

    A pesar de las evidencias presentadas, MILIBAND comete algunos errores terico-metodolgicos, al . ideI1_1_:ificar_~l E_stadQ .c:on et.aparato_ gubernamental, es decir, con una "cosificacin" de las relas;~Q!)_~~ .. Q.J;:

    pQ9:er~.Porofro lado, el aufor considera al Estado como neutro, esto

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    es, el carcter de clase de las polticas pblicas est dado por la per-tenencia de clase de sus ocupantes. Finalmente, la visin reduccio-nista_q~t.a la clase dominante como monoltica y unificada en su

    ~~!~~~_g_~--~e ezj?lotaf: sm dejar lgara:Ja-scotradicciones, las alianzas, la negociacin de los diferentes proyectos, en fin, elimi-nando as la propia poltica.

    Al proceder as, se tornan irrelevantes las diferencias entre dic-taduras y democracias; aunque MILIBAND intente defender la demo-cracia burguesa (1972:323), lo que slo introduce incoherencia en su argumentacin.

    Evidentemente que un Estado cuya naturaleza clasista est dada por la ocupacin de los puestos por los miembros de la clase dominante no podra contemplar en sus polticas a los intereses y las conquistas de las clases dominadas; esto reduce toda poltica,

    i~~1i~~ f 7~~~lre~1ii~ic~ird~~i-~~~{-~t.1a:da0~~l~~~~ia efe --~-La coinpat1&1IiZade1reaeiocraCTablirguesa yc apifalismo estara amenazada por la discrepancia entre las promesas de libe-racin humana, y los lmites del sistema econmico basado en la propiedad privada, desde el momento en que las agencias de legi-timacin ya no puedan ocultarlos y/ o no estn disponibles a crear estrategias reformistas, como la social-democracia, conjugadas con medidas represivas.

    En la vertiente '1economcista" encontramos la misma visin instru-mental del Estado en ws'esfud.los sobre la etapa monopolista del capi-talism?. Con ~!ls~ la ~eoria de!_~paj!~m~~ ~J~~~.1'1. estos estudios no estn propiamente onentados para la construccin de una teora del Estado n tampoco para el anlisis del Estado capitalista en general, pero s para su ltima etapa, caracterizada por la intervencin econ-mica del Estado y por la organizacin monoplica de la produccin, sealando el papel decisivo del Estado en la produccin del capital monopolista.

    Partiendo del anlisis del imperialismo como respuesta a fa crisis general del capitalismo, los diferentes estudios tienen en comn la iden-

    tifi~~cin de la etapa actual como siendo aquella en la cual hay una fus10n de los monopolios con el Estado, constituyndose un mecanismo nico de explotacin econmica y dominacin poltica. La evidencia no estarla dada por la ocupacin de los cargos por los capitalistas mono-polistas sino por la creciente necesidad de una estrecha coordinacin fun. al ------------ ,.---- -----------'-------------- .. ---"S.!9P .... ~11!!... .. ~1Q.9s_m91221204.2 _(;1J&l'Qf1_L9-~:.58).

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    Ms all de esto. el Ejecutivo pasa a tener una posicin predominante en relacin con el Parlamento. el sistema partidario se reorganiza con los partidos asumiendo el papel de mayor control ideolgico y las asociacio-nes de intereses aumentan en todas las reas de decisin de las polticas pblicas. .

    A pesar de apuntar la necesidad de reorganizacin del aparato guber-namental para tornarse ms coordinado y eficiente en relacin a la nece-sidad de su mayor intervencin en la economa, no existe en estos estu-dios propiamente una preocupacin con los cambios en la superestruc-tura, decurrentes de esta "unificacin" entre Estado y sociedad.

    JESSOP (1982:63) identifica en estos estudios un tinte descripti-vo y hace dos criticas cruciales: la primera, es relativa al determi-nismo econmico que en estos estudios se combina a un voluntaris-mo poltico; y en cuanto a la segunda. se refiere al hecho de que los estudios sobre el monopolio no sean derivados del concepto general de capital y de sus leyes, descuidando tambin las relaciones entre capital monopolista y otras formas de capital en la reproduccin general de la acumulacin capitalista.

    Resumiendo, la concepcin instrumentalista del Estado, en ambas vertientes, se encuentra imposibilitada de pensar al Estado que no sea como objeto -instrumento de clase dominante- siendo incapaz de suministrar subsidios para comprender la naturaleza contradictoria del proceso de desarrollo de las polticas sociales en el capitalismo. La negacin de la contradiccin y de su movimiento en el nivel de lo poltico lleva a pensar a la burocracia, a su forma de actuar. a las instituciones gubernamentales, en fin, a las polticas pblicas, nicamente como instrumentos de consolidacin de la dominacin econmica. Coherentemente con esta argumentacin la trayectoria necesaria a la transformacin de esta realidad totaliza-dora se encamina para destruccin del Estado por la lucha de cla-ses iniciada por el proletariado. Evidentemente, todo funciona aqu como si la lucha de clases ocurriese externamente al Estado, no estando insertas en los propios contenidos de las polticas pblicas, siendo que el momento en que se tangencia el Estado es el momen-to del asalto y de su destruccin. Restara saber cmo seria posible la consecucin de tal objetivo cuando se est presuponiendo un Estado o-:sprovisto de contradicciones , que todo har para impedir la organizn.cin y conciencia del proletaii ado.

    Especficamente con relacin a las 12olticas sociales, tal abor-daje impide que se tenga una exacta comprerisin -ae su .significado

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    poltico para la lucha de clases. en la medida en que todas las accio-nes estatales son disueltas en una totalizacin mistificadora de la unidad, coherencia y "maquiavelismo" de la estrategia de domina-cin de clases implementada por el Estado.

    EL ESTADO COMO DERNACIN Cul seria entonces la contribucin del marxismo para la

    comprensin de las polticas del Estado contemporneo? Esta con-tribucin surgira en la medida que la teora marxista fuese capaz de profundizar su anlisis de la propia naturaleza del Estado capitalis-ta; esto podra ser alcanzado a partir de la derivacin de las formas y funciones del Estado, de los principios ms abstractos de la eco-noma poltica.

    Al introducir la variable poltica en el interior del anlisis orto-doxo, los autores de la escuela derivacionista no pretenden subsu-mir la superestructura a un determinismo estructural que niegue la dimensin de lo poltico, por lo tanto, para esto es preciso saltar de la constatacin de que toda sociedad de clase se caracteriza por el uso de la violencia que garantiza la explotacin econmica de una clase por la otra, para indagar sobre su forma y modalidades espe-cficas asumidas en el capitalismo.

    HIRSCH (1977:8) cita la cuestin clsica de PASCHUKANIS que encam-ina la problematizacin en este sentido: "Por qu la violencia se revis-te de una forma de dominacin estatal oficial?; o en el mismo sentido, por qu el aparato de coaccin estatal no se constituye en el aparato privado de la clase dominante?; por qu l se separa de esta ltima y se reviste de una forma de aparato de poder pblico institucional, separado de la sociedad?" La respuesta conocida, que en la sociedad capitalista la explotacin y reproduccin de las clases no se efecta directamente por el uso de la violencia fisica pero s por la reproduc-cin de las relaciones de produccin regidas por la ley del valor es una respuesta que por s misma coloca otras cuestiones ms fundamen-tadas. O sea, plantea la necesidad de precisin en el anlisis de las relaciones que se establecen entre lo "econmico" y lo "poltico" en medio de la sociedad capitalista.

    En primera instancia , es menester constatar que el proceso pro-ductivo gobernado por la ley del valor, operando por detrs de los productores , tiene como producto final la reposicin de las condi-

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    ciones iniciales de su existencia. sea desde el capitalismo detentador de los medios de produccin y apropiador de la plusvala gene~? en el proceso. o desde el trabajador libre y destituido, en cond1c10-nes de ofrecerse nuevamente en el mercado.

    En otras palabras. el proceso de valo:~zacin_ _del capital no requiere, inicialmente, cualquier inte_rvenc10n poht1.ca ex:tern~. al propio proceso. Esta constatacin llevo a H IRSCH a ~firmar que las estructuras bsicas y la ley de desarrollo de las sociedades b_urg:i_e-sas no son capaces de ser 'reguladas' polticam_ente. La o_r~~zac10n consciente de las relaciones sociales requerina la abohc1on de las relaciones capitalistas". (HIRSCH. 1978:61). . .

    Las relaciones de produccin son, pues. reproducidas en el mt~rior del proceso de valorizacin dd capital y no como obra de orgam-zacin consciente de los productores.

    Sin embargo, al mismo tiempo que la reproducc!n d~ las rela-ciones de produccin es regida por la ley del valor, ~sta ~olo _ruede operar como intercambio de equivalentes entre prop1et_anos l~bres e iguales, condicin para que la apropiacin de la plus~aha sed~ _como derivacin "natural" del proceso, mistificndose asi la relac10n de explotacin. Esto implica que sea constituido u~ me:cado_donde las mercancan circulen libremente entre los p'ropietanos, sm que los capitalistas tengan directamente los medios de coercin fsica.

    De ah la necesidad de separacin que se establece entre la clase . burguesa y los medios de coercin que se autonor:iiz'.11: en un apara-to estatal que no le pertenece en forma directa. Hlstoncame~te: este aparato estatal emergi con el monopolio de la fuerza supnmiendo la estructura de poder fragmentada del feudalismo, de tal man~ra que cre un mercado territorial homogne~, donde el capital pudie-se circular libremente. Este proceso implico, por un lado, la centra-lizacin de la fuerza, necesaria a la reproduccin capitalista, en una instancia que se coloca por encima de la socieda~. formalmen~e separada de los productores; por otro lado, la creac10n de ~n-~ uru-dad territorial para la libre circulacin del capital, que requmo una concentracin de la fuerza para la defensa ex.terna.

    O'DoNNELL (1984) observa que el capitalismo es el primer caso histrico de separacin entre la coercin econmica Y ex:traeco-nmica teniendo como caracterstica no slo el hecho de que el trabajador sea despojado de los medios de ~roduccin s~1:1 tambin que el capitalista sea despojado de los med10s de co~cc~on.

    Pero como la relacin entre trabajadores y capitahstas es una

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    relacin de desigualdad y explotacin, o sea, inherentemente con-flictiva, ella requerir la presencia de un tercer sujeto social. que la afiance: que son las instituciones estatales. O sea, aunque esta rela-cin se d con un carcter privado, esto es slo una apariencia, ya que uno de los sujetos tiene la capacidad de invocar al Estado para garantizar la vigencia del contrato.

    Esta lnea de anlisis lleva a O'DONNELL (1984:208) a concluir que es preciso distinguir entre gnesis y condiciones de vigencia de las relaciones capitalistas de produccin, para una correcta com-prensin de las relaciones entre lo econmico y lo poltico.

    Tambin identifica que la coercin econmica se encuentra en la gnesis de lo productivo, estando el trabajador libre de otras coer-ciones no econmicas en su ingreso en el mercado, siendo por lo tanto lo econmico y la coercin econmica primarios a las relacio-nes capitalistas de produccin. Pero, desde que las relaciones capi-talistas de produccin presuponen la existencia de un sujeto social que acte como no capitalista, como condicin para la vigencia de las relaciones capitalistas. esta condicin de fiador es ca-constituti-va de la relacin.

    El derecho racional-formal es la expresin codificada de la domi-nacin, creando con el sujeto jmidico la posibilidad de la libre circula-cin de mercaderas, consagrando la aparente exterioridad del Estado con relacin a los sujetos sociales (O'DONNELL, 1984). Mientras tanto, esta apariencia de separain entre Estado y sociedad, condicin para el ejercicio del poder estatal, ser negada por las mediaciones que rear-ticulan el Estado y la sociedad, devolviendo a la sociedad su contradic-cin especifica.

    Cules QU..l~ ... JQlJ2liC2Cigne~-~}llt~nte~ de la . idenqf!gt~in del Estado cuya gnesis se encuentra en el proceso de produccin pero . que' al mismo tiempo s e separa de el. constituynaOse "e"il sujef~-~:2:l%Cg~e~]i. ~~~~;ifi~ci:~:f..g~t~~~~-EfeS]e, produccin?

    - .... ~La primera constatacin es que el propio proceso social de pro-duccin y reproduccin no. puede ser objeto de la actividad del Estado, siendo que, contrariamente, es ste ltimo quien resulta determinado por las leyes del desarrollo del proceso de reproduc-cin. (HIRSCH, 1978:65) ,

    De esta contradiccin. que est en la base de la emergencia del Estado capitalista. deviene tambin otra atinente al Estado que surge como garanta de libertad individual, con apariencia de neutralidad de

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    clase -que es la forma particular de mistificacin del capital- pero que debe transformarse en el uso abierto de la fuerza cuando la reproduccin est amenazada.

    Finalmente, HIRSCH (1978:66) identifica la posibilidad y la nece-sidad de las funciones generales de intervencin estatal:

    "La posibilidad en la medida en que el Estado corrw fuerza separada de la sociedad burguesa est jimcionalmenle en una posicin de garanta de las condiciones generales y externas de reprcxiucin. las cuales no pueden ser cre-adas por los capitales privados. e intervienen con fuerza contra los abusos tanto de los trabajadores como de los capitalistas individuales".

    Esta posibilidad implica al mismo tiempo la imposibilidad de inter-ferir con los fundamentos del proceso capitalista de reproduccin, a saber: la propiedad privada y la disponibilidad de trabajo asalariado.

    La necesidad general de la intervencin del Estado resulta de que el proceso capitalista de produccin estructuralmente presupone funcio-nes sociales que no pueden ser ocupadas por los capitales individuales. En este sentido el Estado es identificado_ con el inters general capita-lista, como garanta de valorizacin del capital, mientras los capitales individuales se enfrentan unos a otros.

    El lmite de la intervencin estatal est dado por su propia con-dicin de emergencia, como garanta del proceso de valorizacin del capital; es en este sentido que el Estado es siempre un Estado de clase. Evidentemente, se destaca otra consecuencia: el Estado como garanta de las relaciones de produccin es por lo tanto garanta de los dos sujetos que componen esta relacin.

    De esta afirmacin se puede deducir que: "El Estado Capitalista no es el Estado de los capitalistas y tampoco

    suele ser vivido como tal por ellos. Su condicin primordial es la de fiador de la relacin, y no la de capitalista individual. De ah resulta una relacin contradictoria de la burguesa como 'su Estado'" (HIRSCH, 1978:66).

    El Estado es la garanta del trabajador asalariado en cuanto clase y no slo de la burguesa. (HmscH,1978:81). Esto implica que el Estado pueda proteger al trabajador frente a

    la burguesa, especialmente a travs de la regulacin del trabajo y de la implementacin de polticas sociales. Sin embargo, la intervencin del Estado no es neutra, desde el momento en que repone en el pro-ceso productivo a la clase trabajadora como clase dominada.

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    A pesar de la preocupacin de los autores derivacionistas, en su debate con los instrumentalistas. en el sentido de tratar las relacio-nes de fuerzas como abstraccin del proceso de produccin, finali-zan identificando al Estado con la institucionalizacin del inters del capital en general, lo que no se justifica ni como consecuencia de la lucha entre los capitales individuales, ni como resultado inmediato de la dinmica impuesta por la ley de la tendencia decreciente en la tasa de lucro. Finalmente, el Estado a veces es tomado como esen-cialmente reactivo, imponiendo contratendencias a la cada de la tasa de lucro, y otras veces es visto como voluntad inmanente, en defensa de los intereses generales del capital.

    En esta perspectiva, los autores acaban por dejar de lado la con-tradiccin entre capital y trabajo, refirindose a la dinmica y actuacin estatal como resultante de las contradicciones entre los capitales indi-viduales.

    Aunque Hrp.scH sea uno de los autores que intenta comprender el movimiento de la reproduccin y de la acumulacin del capital en cuan-to movimiento de la lucha de clase, las cuestiones entre estructura por sujeto o determinacin por indeterminacin nuevamente se imponen.

    Mas all de eso, corno seala CARNOY (1984) es notable la ausencia de referencia a la cuestin de la ideologa y de la represin en el debate derivacionista acerca de la reproduccin capitalista, lo que ciertamente es consecuencia tanto de la consideracin del automatismo econmico como de la normatividad legal requerida para viabilizarlo.

    Un problema metodolgico apuntado por J ESSOP trata de la rela-cin entre derivac~n lgica y explicacin histrica, ya que la rela-cin capitalista no puede ser considerada separadamente de la lucha de clases, ni presuponer su oposicin absoluta entre deter-minacin lgica e indeterminacin histrica:

    "La lgica del capital es la expresin del movimiento histrico de la lucha de clases particulares y puede ser especykada a diferentes niveles de abstraccin" (JESSOP. 1982:136).

    Otra cuestin se refiere al punto de partida para la derivacin de lo poltico, que para algunos como HIRSCH (1977:97) debe serencon-trado en la ley de la tendencia decreciente de la tasa de lucro, ya que ella se constituye en la ley central de la acumulacin capitalista, siendo "el punto de partida f undamental para una teora del movi-miento de clases y, por lo tanto, de los procesos polticos en el seno del aparato de dominacin burgus".

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    Otros autores. mientras tanto. como URRY (1982) encuentran como caracterstica central y fundamental del capitalismo el hecho de basarse en el cambio -la frmula de la mercadera comienza y termina en la esfe-ra de la circulacin- que presupondra una relativa autonoma de esta esfera, que a su vez seria la base de la autonoma relativa del Estado y tambin de la sociedad civil.

    Finalmente, se evidencia un tinte funcional cuando, en cierto momento HIRSCH (1978) afirma que el desarrollo de un Estado in-tervencionista debe ser comprendido como el desarrollo de una forma peculiar al sistema capitalista dentro del cual la contradiccin entre la socializacin creciente de la produccin y la apropiacin pri-vada puede temporariamente moverse; enseguida encontramos afir-maciones del mismo autor denunciando el carcter poco funcional de este orden, ya que el mecanismo de regulacin intervencionista . es doblemente contradictorio: porque es estructuralmente limitado por las leyes de reproduccin del capital. y tambin porque soporta en s el momento de una intensificacin de los conflictos sociales.

    EL ESTADO COMO SELECTIVIDAD ESTRUCTURAL

    La contribucin terica de CLAus OFFE, a pesar de caracterizarse por asimilar conceptos de diferentes corrientes tericas, tambin establece un rico dilogo con Ja matriz de pensamiento marxista al referirse en el anlisis del Estado a las determinaciones originarias del proceso de acumulacin. identificando a la forma-mercanca como el eslabn entre las estructuras polticas y las econmicas de la sociedad capitalista.

    Para FFE y RONGE (1984: 125): "El Estado capitalisLa est. siyelo a una doble determinacin de poder

    poltico: segn sufomm inslitucional. esle poder es determinado por las reglas del gobierno democrtico representaLiuo; segn su contenido, es determinado por el desarrollo y por los requisitos del proceso de acumulacin".

    Diferentemente de la escuela derivacionista OFFE va a procurar la relacin entre la produccin material y la forma institucional del poder pblico a partir de las determinaciones funcionales que inci-den sobre esta ltima, encontrando la privatizacin de la produccin (que no puede ser organizada por c1iterios polticos) y la dependencia del poder poltico de los impuestos como responsables por el hecho de que

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 21

    el poder pblico obtenga la acumulacin como punto de referencia de sus polticas juntamente con la legitimidad democrtica.

    A pesar de ser considerada la constitucin y generalizacin de Ja forma-mercancia el punto de referencia de toda accin estatal, los autores (OFFE y RoNGE, 1984) asumen como presupuestos la erosin constante de la forma-mercadera, sea entre propietarios de la fuer-za de trabajo, sea de capital; as como la inexistencia de un proceso automtico de su reincorporacin al mercado.

    Consecuentemente, es deducida, en la etapa actual, una estra-tegia general de reincorporacin administrativa a la forma-mercade-ra (1984: 131) que direccionara las acciones estatales pero que redundara contradictoriamente, en un conjunto de polticas pbli-cas cuyos efectos econmcos, polticos e ideolgicos, resultaran en la ampliacin de la erosin de la forma-mercadera.

    A pesar de haber en este anlisis una clara explicacin sobre las relaciones entre aparato institucional de poder y la esfera econmi-ca, incluyendo el desarrollo contradictorio de esta relacin, no exis-te, en este esquema estructuralmente determinado, lugar para las ~c_l!.~~-publica~~ -Ei--o rs-le-rmins;ra cU:estio~cte~~_p_~--q~~~d~. reduc_id8: .. e. .. !_~--~ll~~~~

  • 22 S. M. FLEURY TEIXEIRA

    las segundas involucran un conjunto de decisiones sobre la produc-cin de bienes y la administracin y gerenciamiento de las condicio-nes de crisis y de las medidas para evitarla, que estn sujetos a otra lgica, siendo sometidas a un test de efectividad funcional y tambin de consenso poltico.

    FFE (1984) critica duramente la perspectiva weberiana por no haber diferenciado estos planos de accin estatal, suponiendo que la racionalidad burocrtica pudiese dar cuentas de todos ellos, cuando en realidad lo que se observa es que la racionalidad burocrtica es adecuada para las acciones de asignacin pero entra en conflicto con la racionalidad poltica requerida para las actividades productivas.

    Criticando la visin instrumental del Estado, que ve al aparato de Estado estrictamente como instrumento de valorizacin del capital, tanto como a las teoras de los factores limitadores, que niegan que las . instituciones del sistema poltico puedan tomarse instrumentos de cualquier inters no capitalista, FFE (1984:145) busca el carcter de clase del Estadoen laselectividad estructuralide sus instituciones }:>9jf~_ii_s:.' '"el iters comn d. raczase dominante s e)cpres-a,

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    busca desmotivar su relacin social y su carcter de clase, por medio de un conjunto complejo de estrategias administrativas, de forma de compatibilizar la atencin a estas exigencias con el mantenimiento de la dominacin vigente.

    Estas estrategias de desmotivacin sistemtica del origen cla-sista de las cuestiones sociales, as como de su compatibilizacin con el orden social vigente, se efectan a travs de procedimientos administrativos tales como la postergacin de las decisiones, la diso-lucin de la demanda social en mltiples sectores de competencia administrativa, el fomento del conflicto y divisiones entre los grupos demandantes, el destino de recursos insuficientes, etctera.

    Finalmente, y como consecuencia de las caracteristicas y ele-mentos componentes de este proceso decisorio encontramos que la accin del Estado capitalista va a resultar en un conjunto de medi-das puntuales, conflictivas y compensatorias, profundizando la cri-sis de legitimacin.

    A pesar de las dificultades encontradas empricamente por OFFE para demostrar la selectividad de las polticas estatales, el concepto ha sido ampliamente incorporado por los analistas del Estado. Mientras tanto, muchas criticas siguen siendo hechas al esquema propuesto, en la medida en que el Estado prescinde de la discusin acerca de la importancia de la ideologa como parte de la reproduccin de la socie-dad capitalista. Segn CARNOY (1984: 149) aunque OFFE discuta la nocin de legitimacin, la legitimidad en sus anlisis depende sola-mente de las ganancias materiales de la clase trabajadora, mientras los medios ideolgicos a disposicin tanto del Estado como de los empresarios se encuentran ausentes en su discusin.

    Otro autor que, aunque adopte el concepto de selectividad, teje comentarios criticas acerca de la relativa ausencia de tratamiento de los mecanismos ideolgicos de reproduccin es THERBORN (1982:246), que seala en el pensamiento de OFFE (y tambin en el de HABERMAS) la acep-tacin del tipo ideal weberiano del capitalismo competitivo, contra el cual ellos contrastan el capitalismo moderno con la creciente interven-cin estatal. supuestamente haciendo ms necesaria la legitimacin ide-olgica, dejando de otorgarle la debida importancia al papel de la ideo-loga en el capitalismo competitivo.

    Finalmente, vale agregar que, por no tratar la cuestin del cam-bio, el pensamiento de OFFE no enfrenta la cuestin relativa al efec-to de las luchas populares sobre el aparato estatal, a no ser en cuan-

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 25

    to a la modificacin de sus ganandas materiales o disminucin de su legitimidad, profundizando la crisis del Estado. As, en cuanto la selectividad estructural es la posibilidad de concretizacin del domi-nio de clase, ya la crisis del Estado parece que nada tiene que ver con las luchas especficas de las clases dominadas.

    . EL ESTADO AMPLIADO

    GRAMSCI fue el autor, dentro de la corriente marxista, que rom-pi defiitivamente con la tradicin jusnaturalista en su presuncin de la existencia de formas de asociacin que anteceden al Estado, correspondientes a la sociedad civil. . .

    El no abandona la dicotoma base/superestuctura para sustituirla por la de sociedad civil/Estado (BOBBIO, 1987:40). pero tampoco.rt~ trabaja con el determinismo economicista implcito en la primera dicoto-ma, de forma que !J1:1.~.~9,-_S~:n~p_r_~_i.:~9._~El~- aru.~ul~~i.

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    El desarrollo de una nueva comprensin de la relacin infraes-truc_tlli"-...lJP~restructura reqiriQ. para esto .9.!:!e fu~~Jorf!?:\!1-acl_l. s t~~!:l-~. 9IBP.M-d--~~J_~.!l.d

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    hegemora, permitiendo que )a sociedad civil tenga una legalidad pro-pia y funcione como mediacin necesa.Ila ent[e la base e~onmica y el_ Estado en sentido estricto.

    - No obstante, sera iicorrecto identificar el concepto de hegemona tanto con la nocin marxista de ideologa dominante como con la pro-blemtica weberiana de los mecarsmos de legitimacin, segn nos alerta Buc1-GLUCKSMAN (1980:80). La dialctica gramsciana seala los efectos contradictorios de la hegemona, ya que el empleo de un mode-lo de integracin, el anlisis de la integracin de las clases subordina-das a una clase dominante, implica una teora de la autonomizacin de esa clase, esto es, el estudio de la formacin de una contrahegemora.

    La supremaca de una clase aparece bajo dos fqrmas: como direc-cil_l_.Y como dominio; oponierl,~9se as la hegemora a l(l dortnacill, sumisin por la fuerza de los enemigos, y alianza con los grupos que fo son prximos. Ese desdoblamiento permite a 9RAMSCI afirmar que un grupo .s.oc_ial Pt1!_~~r _c),ifigept~ _ag_t~. __ de .fQ~ql,!i~1f"-~l_ pQ_der

    f~~~:raeg~l1i6~~~&i~\t a~il~~~:~-~a_ de_l_S _(;_0.I_l~~l()~es _Q~~!p_-La necesidad y posibilidad de una clase de ser hegemnica antes de

    tomar el poder, esto es, conquistar el consenso en: la sociedad civil, antes de tomar los aparatos de la sociedad poltica, introduce una nueva tra-yectoria para que la clase operaria pueda realizar la transicin hacia el socialismo, adems de atraer para el centro de la lucha de clases las batallas al nivel cultural e ideolgico reidas en el escenario institucio-nal. No se tratara, sin embargo, de desvincular la organizacin de la voluntad poltica de su base econmica, como bien resalta GRAMsci:

    "La hegemona, para ser un hecho, presupone mdudablemente que sean tomados en cuenta intereses y grupos sobre los cuales la hegemona se ejerce, que se forme un cierto equilibrio de compromiso, esto es, que et grupo dirigente haga sacrificios de orden econmica corporativista: pero es evidente que tales sacrificios y tal compromiso no pueden hacer ref e-rencia a lo esencial. Porque si la .hegemona es tico-poltica, ella no puede dejar de ser econmica, ella no puede dejar de tener su fundamento en la funcin decisiva que el grupo dirigente ejerce en los sectores decisivos de la produccin" (Buc1-GLUCKSMAN, 1980: 100).

    De esta forma la conquista de la hegemona, proceso por el cual la

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    La originalidad del trabajo de GRAMSCI ha contribuido notable-mente a la profundizacin del estudio sobre el Estado y las luchas polticas en las sociedades occidentales, as corno orientado a los proyectos de transformacin social en estos casos. El ms famoso de todos los autores contemporneos que recurri a la obra de GRAMSCI ciertamente fue ALTHUSER, incorporando ciertos conceptos del pri-mero a una matriz estructuralista. Sin pretender hacer una incur-sin ms sistemtica al trabajo terico de ALTHUSER podemos resca-tar apenas el concepto de Aparatos Ideolgicos de Estado (AIE). pro-fundamente vinculado al pensamiento gramsciano.

    Antes, no obstante, sera necesario decir que ALTHUSER comprenda el concepto de Modo de Produccin como la articulacin entre tres estructuras o niveles -el econmico, el poltico y el ideolgico- y que aunque el econmico sea siempre determinante en ltima instancia, cualquiera de los dems podra ser la estructura dominante. El afirma que la determinacin de la superestructura por la base es una determi-nacin en ltima instancia, lo que eliminara toda perspectiva economi-cista, introduciendo la nocin de autonoma relativa de los niveles polti-co e ideolgico. Por otro lado, la accin de la superestructura afectara la base, en un proceso de determinaciones recprocas.

    Re_tor_and_g el _penamiento de GRAMSCI acerca del Estado ~.?-!P.:P.4_aq9L_ ~9-!!1---~-~ggQ_ !Ps __ g:ue ~L.:9.:P~!.afo r-~~-~~vo. de Estado, . ,t\LTHUSER blJ~.ca sist~q_gtJ~.?I .. ~~ie _ajgq_gi._~~-~---!~?--~~-~g-~LE_g_~_e.Q!Q de .. !.\I~_. _q_\:1:~--~-rprizru1a J~.~l!~rill!9~~Li.!J:t!tl1SiQn~ de la hegem9r~:. En cuanto los aparatos represivos seran caracterizados, adems de su funcin, por su unificacin y su carcter pblico, los AIE seran distinguidos por su multiplicidad y pluralidad, adems de situarse en la esfera de lo privado. As ALTHUSER rechazara la identificacin del Estado con la esfera pblica afirmando:

    "La distincin entre lo pblico y lo privado es una distincin interna de la ley burguesa, y vlida en los dominios (subordinados) en los cuales la ley bur-guesa ljerce su 'autoridad' ... el Estado, que es el Estado de la clase domi-nante, no es ni pblico ni privado; al contrario, l es la precondicin para cual-quier distincin entre pblico y privado ... " (CARNOY, 1984:96).

    Del famoso ensayo de ALTHUSER titulado "Ideologa y Aparatos Ideolgicos de Estado", URRY (1982:56) resume los siguientes argumentos:

    la reproduccin de las fuerzas productivas y de las relaciones de pro-duccin debe realizarse para que la produccin capitalista contine existiendo;

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 31

    esa reproduccin es asegurada en gran parte por la id~olog~ ... esa ideologa debe ser vista como parte del E~tado. Ma~ alla ?e

    los aparatos represivos que funcionan a t_raves de. la .violencia, existen los aparatos ideolgicos que f~nc10nan pr:ncipalmente en trminos ideolgicos y muestran umdad entre si:

    en cuanto la religin fue el AIE dominante en las sociedades pre-capitalistas; en las sociedades capitalistas este papel cabe a la educacin;

    tal ideologa -conjunto de representaciones imaginarias ?e los individuos con las relaciones reales en las cuales ellos viven-tiene una vida material;

    la ideologa tiene la funcin de "constituir" individuos concretos en ~.\lJet:os\ a tra~s de su interpelaci~n; . . , _

    los ~ujetos no existen a no ser a traves y po_r su SUJec1on, ~cep tand:o libre'mente los comandos de otros, siendo centros libres de iniciativa y responsables por sus acciones; _ .

    esa ideologa asume, generalmente, forma especifica, dada la naturaleza de la lucha de clases. Ms all de criticar la visin funcionalista de este anlisis, URRY

    (1982:58) seala la necesidad del raciocinio de ALTHUSER.de tratar a la clase dominante como unificada, garantizando la umdad de los AIE. Adems niega la identificacin -realizada por AL T~USER- entre individuo y sujeto por medio del proceso de interpelacion._ar~u~entando que sea posible la existencia de sujetos q~e no son md1Vlduos y que el mero reclutamiento del sujeto p~r med10 de u~a c?nvocato-ria desconoce la existencia de interpelaciones contradictonas.

    Buc1-GLUCKSMAN (1980:90) critica la apropiacin que ALTHUSER pre-tende hacer del pensamiento de GRAMSCI a travs del concepto de AIE, ya que oscurece las relaciones entre base y superestructura '. por lo tanto sobre la lucha de clases, al mismo tiempo en que, al aislar l~ cuestin ideolgica del campo de la produccin econmi~~ oculta asi la funcin ideolgica interna a las relaciones de produc~ion.

    Deseara agregar que al tra1f .~l ~~.1? conJE_!lto de -~~}!:. ratos _represi'!~-~Jg~_ol,giGQ.~J._AL_W.Y~~~~-.id~~~if~c,a .. ~s>~J~Y.

  • 32 S. M. FLEURY TEIXEIRA

    mando como ALTHUSER que "las instituciones privadas pueden fun-cionar pejectamente como aparatos ideolgicos del Estado"- Jos anlisis de o_rienta~_i.n .. gramsciana/alfuu~'.

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    La lucha de clases determinara, a su vez, cambios en la capacidad ideolgico-articuladora de las clases, en la medida en que la asimila-cin de contenidos del discurso ideolgico de las clases dominadas por la clase dominante puede llegar a tal punto que amenace la hegemo-na, o sea, la capacidad de neutralizacin del potencial antagnico, de tal forma que las clases dominadas impongan su discurso articulador en el seno de los aparatos del Estado (LACLAU, 1986: 189).

    Contenidos como "pueblo", "ciudadana" o aun "democracia" e "igualdad" forman parte de la lucha ideolgica, siendo articulados diferentemente por las clases fundamentales, sin identificarse con las clases en lucha. Adems, la lucha ideolgica incluye la propia constitucin de las clases, su interpelacin como sujetos, antece-diendo a la lucha de clases propiamente.

    Si bien este abordaje escape a un reduccionismo que admitiese, por ejemplo, que ese punto de equilibrio entre asimilacin y crisis fuese dado por la insercin de la clase en la produccin, es, por otro lado dificil encontrar un fundamento para la preservacin de la hegemona. Desde que el nivel econmico, como todos los dems, es tambin comprendido como una dimensin discursiva, ese abordaje acaba por privilegiar el discurso ideolgico, en detrimento de los dis-cursos econmico, legal, militar, administrativo, etctera, como bien indica JESSOP (1982:200), al sealar que as la hegemona termina reducida a un efecto de varios mecanismos de interpelacin, conside-rados aisladamente de sus condiciones de produccin y recepcin.

    EL ESTADO COMO RELACIN

    El pensamiento ms instigante en el debate marxista acerca del Estado fue producido por fQ!:!!:~'g~~..!. cuyos estudios iniciales se caracterizaron por la marcada influencia estructuralista, ms cuan-do sus trabajos finales fueron progresiva, y a veces contradictoria-mente, alejndose de esta corriente y profundizando el estudio del predominio de las luchas de clases en la accin estatal y en la repro-duccin de la produccin capitalista.

    Polemizando con diferentes autores adentro y afuera de la corriente marxista. a veces consigo mismo en otros trabajos, POULAJVTZAS admite que la imagen constructivista de la base y superestructura no conviene al estudio del Estado y ha generado numerosas interpretaciones inco-rrectas. Las incorrecciones son fruto del presupuesto implcito de una

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 35

    exterioridad entre las relaciones de produccin y las luchas polticas, lo que acarreara:

    a) La reduccin de la concepcin de la base econmica a elemen-tos invariantes de naturaleza esencialista:

    b) La suposicin de que la economa sea auto-regulable y auto-reproducible;

    c) La negacin del papel del poltico y de la ideologa como consti-tutivamente presentes en las relaciones de produccin y en su reproduccin;

    d) La identificacin del Estado como un reflejo de lo econmico. Por el contrario, POULANTZAS parte de una lectura de MARx en la

    cual se destaca exactamente la indisociacin entre Estado y econo-nia, afirmando que el ejercicio de la violencia legtima est orgni-camente implcito en las relaciones de produccin (1980:22). La separacin entre Estado y economa en el ca2italismo no traduce na Xfei:iorlaacr-=como-sr e[ Estad.--fsea-futerferir en la econo-ma desde afuera- mas encubre la presecia.coSTitutivacfeio-.Eoi-= tico -en fasrelaCiones-ae~ -raduccT6:- --- ----- - .... c .. --- ~-~~ - ~ -~~-~--"~- .. ~---~-------As como lo econmico no constituye un camgo ext~01::_y_]revio a las iud:ias de das; 'i:fo'"fa rlSa" rona-fEsfado-o~es nosterior a ellas: .. -..'. ~- - . -------:---- ---- -~--~ --.,_.,.,- ---- --:.=-..- ____ . ...,._ .. -. - -.-. - ........... ~---....---"':_e_, _ ___ ... -~-.-...-.-.--=---

    "El Estado delimita desde entonces el campo de las luchas, en donde estn incluidas las relaciones de produccin; organiza el mercado y las , .. ;:'. relaciones de propiedad: instituye el dominio de lo poltico e instaura la : ! clase polticamente dominante: marca y codiftcatodas las formas de divi-sin del trabajo, todo lo real en el cuadro referencial de una sociedad divi-dida en clases" (PouLANTZAS. 1980:45).

    Esta concepcin del Estado permite tratar sg~ r~~ac:i~p.~s- ~onJgs . ctif~e.i:i!e.~ niy_eJ_~i- _0~I~~i~~~~el~--~~~!-~

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    __ Qo_n relacin a la ideologa y a las formas jurdicas: "La especializacin y centralizacin del Estado capitalista, su

    funcionamiento jerrquico-burocrtico y sus instituciones electivas implican un debilitamiento y parcializacin del cuerpo poltico en eso que se designa de 'individuos', personas jurdico-polticas, y sl!}etos de las libertades" (POULANTZAS, 1980:70).

    La individualizacin requerida para el ejercicio del poder en el capitalismo est referida a la divisin social del trabajo y a las rela-ciones de produccin. imponiendo una matriz temporal-espacial a travs de lo que FouCAULT estudi y denomin normalizacin, esto es, una tecnologa poltica del cuerpo introducida por el uso estatal de tcnicas de saber y prctica de poder disciplinarias.

    La ley moderna, como sistema jurdico axiomatizado, materiali-za la ideologa dominante constituyendo el cuadro de cohesin for-mal de los individuos, jurdica y polticamente integrados como suje-tos en una unidad pueblo/nacin. La violencia monopolizada por el Estado permanece sustentando el ejercicio del poder y de la domi-nacin, aun cuando esta violencia no se ejerce directamente, o cuando la ley asume un carcter de positividad como en las inter-venciones econmicas y en la garanta de los derechos sociales.

    _!_ _Con relacin a las acciones econmicas y sociales del Estado:

    La articulacin entre Estado y economa ha variado histrica-mente de acuerdo con los modos de produccin y tambin en un mismo modo de produccin, caracterizando diferentes etapas en el proceso de acumulacin. PouLANTZAS afirma que en la etapa del capi-talismo competitivo en las primeras fases del capitalismo monopo-lista las funciones econmicas del Estado estaban subordinadas a las funciones represivas e ideolgicas (1980:192). pero que, en la etapa actual, el conjunto de las operaciones del Estado se reorgani-za en relacin a su papel econmico, que pasa a subordinar las fun-ciones polticas e ideolgicas. Mientras tanto, llama la atencin sobre el hecho de que el papel esencial que el Estado pasa a tener en la reproduccin ampliada tanto del capital como de la fuerza de trabajo no puede ser escamoteado por l.a ideologa tecnocrtica de la neutralidad tcnico-administrativa, puesto que este desplazamiento es determinado en/y por la lucha de clases.

    ?~r_a. _~olJ~TZAs (1980:147) el Estado en el caso capitalista debe

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 37

    ser considerado la co_ndensaci~~ !112-!~~l.:!.s!~-~!!~ ~.t.'.!;~!2n de f:i~rzas . -entre d~s~i fras_~iones de clase; o sea c?mo Ca.I!_lJ?.9._~tr~~!~~y __

    com..P!~j_2__~P.: .. ~L~~]. ll_S. .. ~~!~~~ ~E-~~~~r;_t~_'.ln ~ ... P.~!!!.?. .. ~~-. -cristalizacin contradictoria en ef s1stema.mst!tugo.n~.

    . La teona refacioriarde 'po-der al insistir en definir al Estado como la condensacin material y especfica de una relacin entre clases y fracciones de clase lo hace asumiendo algunos presupuestos que merecen ser destacados: la autonoma relativa .. de,!~~ad_g_~J-...!!E!.~: rialidad iilstitucional del poder; la unidad de cl,as,e_ ~!_lo __ t;:mt91~s}gte.r.ese..~ _ g_e. .la ~~__e. __ gg_IIJ,il}.-!!!e_ l).Q. cie._I!19cl--l:!!~_c_;_g_!co sino a travs de una relac10n Q_t:!J~_er_za~ q11e. _!?-_~ce.~- c!e. el _1:1na -exPresI~ii-c9!i-~~~~A-~~~Jid_uh.a ~~ _ _clases en 4eslITollo. . - At!g_q!J.:_e. -~L~ta.cio no sea. un sujeto dotacio de yoluntad propia, pero _sl_una. forma o:rgani~aqa de.__re~a.cion~s de clase, hay qu~ reco--nocer que fuosei!_ un_rn9__99 _d~_(1,g1~19n1-~rgeDto_q~-~- le. e~_ Q!'..Q.J.?lO, .9..~ l?!.C>Y.ie.!!e __ qe _J_a __ l)_ JQ.e. .. ~!!f.ic.?:99.P. entr~- _c._lg._s~ ~9_n._11,i:::i,@t~. y_slase_ rei-nante (burocracia), lo que con:(ie.re un mov1mient_o_ prop~o __ a. 1913-:_p-~ ratos del Estad~-Este modo propio de organizacin y funcionarn~en~ fo -sf es,-por un lado una consecuencia de. ~as fu~ciones cu~plidas BQ{~[):~~! __ dg e.!1: el procesg de. _reprod:i-ic~1~- soc~al. _ g~C1.11_tia d: ~a unidad y dominacin, es tamb1en un factor mterventor en la din.-mica de la acumulacin y reproduccin social. ~esde. que. las_ 1\l~h_as_ de Clas- que se corporizaron en el aparato estatal pasan, . a partir de su institucionalizacin, a funcionar como elemento activo en es.te 'proceso; aun cuando su pase original X. relacional, fuese perdiendo ter!rio en el escenario de la lucha pohtica. . _ El Estado es constituido por dos e.!e.n:1:e.!1t_9s _q_ue. __ ~()P. I.a_ relc:_i?f?: de fUerzas- pOlfcas-y -su-materiadad institucional, en ~na _rel~C!JPde condicionamiento del aparato_ instit1:1..ci0.1!:3.:l po_r l~ __ fye_rzas pohti-cas~ que, sin embargo, no se da de modo mecnico Q rele.Jo_. . . Las contradicciones de clase asumen la forma de contrad1tc10-nes internas entre ramas y aparatos y as aun en el interior de cada .

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    uno de ellos, acarreando una fragmentacin que impide la visin del Es~ado como conjunto unitario institucional, mera estructura jerar-qmzada de poder.

    ~ c~ntrarto, el poder de las -clases se expresa en la unidad con-trad1ct?na de aparatos que se oponen y confctan en su lgica en l~ ~ed1da en que cada uno cristaliza el poder de una fraccin espe-cfica Y de una a~anza de intereses de los componentes del bloque en el poder, gracias a que esta fragmentacin es constitutiva del Estado capitalista.

    En otras palabras, las luchas polticas no son exteriores al ~s_tado en cuanto esguele_tg_i~~titu~!onal, por el contrart se inscri-ben en este ap~.ato, permitiendo as que el tenga un papel orgnic-o en la .lucha pohtica, como unificador de la dominacin.

    . Fm~mente, es~ concepcin del Estado es capaz de percibirlo, mas alla de un co-?J1:1rlto de aparatos e instituciones, como un camp9 Y procesos est:ateg1~os, donde se entrecruzan ncleos y redes de Q()der 9ue al rrusmo tiempo se articulan y_p.resentan contradicciones. pe ah que la fragmentacin constitutiva del Estado Capitalista no pued~ .~er tomada como el inverso de la unidad poltica, sino como sti ~

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    imprescindible al mantenimiento de la dominacin burguesa. La base material de estas prcticas y exp~riencias reside en el

    proceso de produccin y de circulacin del capital: es en la esfera d la_ circulacin donde los individuos se encuentran como propietarios, e iguales, para el cambio de supuestos equivalentes. Lq. _ _p:r.~$ervaci>n. de esta apariencia de igualdad econmica, y neutralidad del Estado, elemento necesario y central en la construccin de este consenso, implic9- que el Est.ado atit:Ilcl?:. _c\~ __ ajg!:!na fQ!:~ inter.~ses g~ l~.fl-

    !'~S dominadas, resaltando que: 1 ) el consenso no se construye con ideas abstractas, sino con aquellas

    que se originan en prcticas sociales concretas: 2) para esto es necesario que el Estado construya su aparente neutrali-

    dad, teniendo en cuenta intereses materiales de las clases dominadas 3) en este sentido, el Estado puede imponer ciertos sacrificios econ~

    mic?s a las clases dominantes, de forma que tenga que atender cier-tos mtereses materiales de las clases dominadas;

    4) la atencin de los intereses materiales de las clases dominadas no involucra el mismo tratamiento para sus intereses polticos. Por el contrario, se supone que al exigir sacrificios econmicos a las clases dominantes y atender a las necesidades materiales de las clases dominadas, el Estado alcance por un lado la manutencin de la acu-mulacin, limite ltimo de los sacrificios que pueden ser impuestos, y por otro lado, la creacin del consenso, esto es, en otras palabras, el ejercicio de la hegemora burguesa: As, el Estado asegura la presencia de las clases dominadas en s~ s~no, ~u?qu~ e~~ctamente como clases dqmi,nq.das y la mtegrn-_c1on ideolog1ca s1gmfica que los intereses de las clases dominadas no ,p:uec:ien ser simplemente sofocados y n egados, sino que -deben ser integrados y transformados.

    Segn POULANTZAS (1980:94): "Las clases dominadas encuentran en la ley una barrera de exclusin e

    igualmente la designacin del lugar que deben ocupar. Lugar que es tambin lugar de insercin en la red poltico-social, creadora de deberes-obligaciones Y tambin de derechos, lugar cuya posesin imaginaria tiene consecuencias reales sobr e los agentes".

    Aunque la perspectiva de las luchas en el interior del Estado, de las posi~les alianzas entre facciones de ll burocracia y sectores de la clase dominada sea tal vez una de las ms importantes contribuciones de PouLANTZAS al debate actual sobre transicin al socialismo, de ninguna

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 41

    manera l absolutiza esta estrategia de luchas. Por el contrario, pen-sando en la transicin, pero tambin en la construccin de un socialis-mo democrtico, PouLANTZAS sustenta la necesidad de combinar las luchas por la transformacin y expansin del Estado con la construc-cin de movimientos de base, muchos de origen policlasista, unificando las masas populares y construyendo las formas de autogestin del ejer-cicio del poder, con la preservacin de las instituciones y libertades de la democracia representativa.

    Diferentes autores han criticado aspectos importantes de los traba-jos de PoULA!'ffZAS, especialmente con relacin a su perspectiva metodo-lgica, donde conviven un marxismo de orientacin estructural-funcio-nal con una perspectiva analitica fundamentada en la lucha de clases.

    JESSOP (1982) discute el concepto de autonoma relativa de PouLANTZAS, autonoma sta que algunas veces se fundamenta en el lugar particular de lo poltico en la matriz estructural del Modo de Produccin Capitalista y, posteriormente viene a ser tratada como originndose en la coyuntu-ra particular de la lucha de clases. La inconsistencia del concepto de autonoma relativa del aparato de Estado aumenta cuando es confron-tada con su funcin de, a largo plazo, garantizar la unidad poltica de la clase dominante, aunque a corto plazo las polticas pblicas se revelen como contradictorias y conflictivas.

    LoJKINE (1976) ya sealaba el parentesco entre el marxismo estructuralista de PouLANTZAS y ALTHUSSER y el funcionalismo: la incapacidad de formular una teora del cambio social, en la medida en que anula al concepto hegelianq de contradiccin social y reduce al individuo a soporte de una funcin econmica.

    Tal problema derivara de la separacin encontrada en PouLANTZAS, entre las estructuras y las prcticas, gracias a que la clase social es identificada pura y simplemente a una fuerza social, (1978:73) confun-diendo la existencia de la clase social con su modo de representacin poltica. Este raciocinio llevara al autor a una definicin clsica de la sociologa funcionalista donde el Estado aparece como factor de cohe-sin social, no es instrumento de la clase dominante porque no repre-senta sus intereses econmicos sino solamente los polticos.

    As, las concesiones impuestas al Estado por la lucha de las cla-ses dominadas son vistas como medios de realizar la hegemona de las clases dominantes, ya que no ponen en cuestin las estructuras del tipo capitalista de Estado en la medida en que operan en el inte-rior de los limites econmicos-corporativos, sin amenazar el precio-minio poltico.

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    Son dos las consecuencias de este raciocinio, (LoJKINE, 1976:81): "no permite pensar la relacin Estado-clases dominantes a no

    ser a travs de la nocin de bloque en el poder, transformando el bonapartismo de situacin histrica concreta en un tipo de Estado capitalista;

    est imposibilitado de pensar a la relacin entre el Estado y la lucha de clases a no ser como dominacin intangible lo que sig-nifica que PouLANTZAs se rehusa a dar todo su sentido al con-cepto gramsciano de hegemona que implica la posibilidad, por las clases dominadas, gracias a una organizacin poltica inde-pendiente, de elaborar una contrahegemona".

    Al tratar las concesiones impuestas al Estado por la lucha de las clases dominadas como medio de realizar la hegemona de las clases dominantes, PoUI.ANTZAS separa las luchas econmicas de las prcti-cas polticas. de tal forma que una perspectiva de cambio queda imposibilitada o tiende a caer en el voluntariSII.J.O.

    EL ESTADO CONSENSUAL

    En este ltimo tpico pretendemos agrupar los trabajos de dos autores contemporneos -HABERMAS y PRZEWORSKI- cuyos estudios, sin embargo de naturaleza.bastante distintas, encuentran cierta simili-tud tanto metodolgica como en relacin a la concepcin del Estado (por ms que esta afirmacin pueda sonar como hereja bajo otros puntos de vista).

    Ambos autores combinan un anlisis del capitalismo en su fase actual con base en el materialismo histrico con el abordaje de la teora de la accin colectiva (HABERMAS ms preocupado con la integracin y PRZEwoRSKI con la lgica de la accin). tratando la cuestin del Estado democrtico como resultante de un consentimiento, comunicacional, moral o econmico de las diferentes clases en conflicto.

    ANDERSON (1987) procura resumir el argumento de HABERMAS, que partira de la crtica al hecho de MARx haber atribuido la prioridad fun-damental a la produccin material. reduciendo a ella las dems dimen-siones de la vida societaria. Para HABERMAS la interaccin social sera una dimensin irreductible de la prctica humana, no pudiendo ser presu-puesta ni siquiera su correspondencia con la evolucin de la produccin, ya que la "dinlctica de Za vida moral tiene su autonoma propia".

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 43

    HABERMAS tambin invertira el sentido en la causalidad de la evolu-cin histrica al asumir que fueron las determinaciones morales,. ms que las fuerzas econmicas quie~es acarr~ar?n las transformac~ones fundamentales. inclusive en la sociedad capitalista, cuando afirma.

    "Et desarroUo de esas estructuras normativas es et que marca el ritmo de la evolucin social. pues nuevos principios organi2dcionales de la organ~~~ social suponen formas nuevas de integracin social; y estas, a s.~ vez, posibili-tan la implementacin de fuerzas prcxluctivas viables, o la creacron de nuevas. as como la intensificacin de la complljidad social". (ANoe:RSON. 1987:72)

    La integracin social viene a ser identificada c?n.la comuni_c~cin y la evolucin derivara de procesos de aprendizaje y de la logi-ca de desarrollo de la mente humana. aunque eso no asegure que la

    et~pa actual sea lo ms elevado del desarrollo. mor~: ya q~~ eso depende esencialmente de la madurez de los sujetos etic?-poltic?~

    ANDERSON (1987:74) ve en el desplazamiento de ~a mte~rac1on para la comunicacin y posteriormente para el lenguaje la raiz de la comprensin de la democracia com~ pacto consensual qu~ e~t;ablece la verdad. una situacin de palabra ideal en la cual la asprra~i?n a la buena vida puede libremente expresarse; esto lo lleva a cn?~ar la visin poltica de HABERMAS como siendo esencialmente pedagogica.

    En un estudio sobre el concepto de poder de HANNAH .ARENDT, HABERMAS seala el modelo comunicativo que la inspira, el cual com-portara un contenido normativo. lle~~d~ a la autora a afirmar que ningn liderazgo poltico puede sustitmr _impunemente el pod~~ por la violencia, y que el espacio pblico sena la fuente de !~ legitima-cin del poder. En este estudio, HABERMAS llama la at~n~ion sobre :1 hecho de que as la accin comunicativa surge cor:io umca ~ategona poltica. lo que exige que la autora pague un precio por eso.

    excluir de la esfera poltica todos los elementos estratgicos, definindolos como violencia;

    aislar la poltica de los contextos econi:-ii.cos Y. sociales en que est embutida a travs del sistema admirustrativo;

    no poder comprender las manifestaciones de la violencia estructural.

    Para evitar estos problemas HABERMAS sugiere di~li?~~ la do~acin o ejercicio del poder poltico, d~ .su g~~~is (adqmsicion'. g~stacion Y preservacin). Las instituciones polticas vivman ~~l rec~~oclilllento Y no de la violencia. El elemento estratgico de la accion poltica respecto de .

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    la violencia ejercida como capacidad de impedir a otros individuos o gru-pos la defensa de sus propios intereses y, aunque sea un elemento nor-mal y hasta institucionalizado del sistema poltico, no es capaz de gene-rar poder legtimo.

    El poder legtimo se origina en las convicciones comunes que se forman en un proceso de comunicacin no coercitiva. As se expresa HABERMAS:

    "Ningn detentador de posiciones de dominacin puede ejercer el poder, y nadie podr disputarlo, si tales posiciones no estuviesen ancladas en las leyes e instituciones polticas, cuya sobrevivencia reposa, en ltima instancia, sobre convicciones comunes. sobre la opinin 'en tomo de la cual muchos se pusieran de acuerdo.'"

    La crisis de legitimacin moral en el capitalismo tardo ser con-secuencia del propio xito de la regulacin dirigida por el Estado, lle-vando a una perspectiva de "desintegracin" pero no a una trans-formacin del orden capitalista, ya que la perspectiva de anlisis de la crisis contempla la contradictoria dinmica estructural pero no la problemtica de la lucha de clases.

    El origen de la crisis de legitimacin seria encontrado en la interpenetracin de las esferas pblica y privada en el desarrollo his-trico del capitalismo, en sus desdoblamientos econmicos, de legi-timacin y motivacin. Para explicar este camino recorrido, HABERMAS analiza la trayectoria de la esfera pblica desde su gne-sis hasta la situacin actual en que se encuentra extinguido el fun-damento liberal de separacin entre lo pblico y lo privado.

    La gnesis de la esfera pblica burguesa se encuentra en el desa-rrollo del sistema de cambios precapitalista, incluyendo el intercambio de mercaderas e informaciones, revolucionando la concepcin de esta esfe-ra, a partir del mercantilismo, con la creacin de las economas nacio-nales y de los Estados modernos, adquiriendo la identidad actual de esfe-ra pblica como esfera del poder pblico, diferenciada de la esfera de las personas privadas reunidas en un pblico (HABERMAS, 1984).

    La separacin radical entre las esferas pblica y privada, que fun-damenta la existencia de la esfera pblica, pasa a ser cuestionada a par-tir de finales del siglo XIX con el creciente intervencionismo estatal en el proceso de cambio de las personas privadas, como respuesta a la impo-sibilidad de contencin de los conflictos de intereses desencadenados en la esfera privada, siendo stos transferidos para el mbito pblico.

    HABERMAS identifica la disolucin de la separacin entre las esfe-ras de lo pblico y de lo privado como una dialctica de mutua conta-

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 45

    minacin, en la cual emerge una nueva esfera que l denomina esfera social repolitizada:

    ''As~ a largo plazo, al intervencionismo estatal en la esfera social corresponde tambin la transferencia de competencias pblicas para enti-dades privadas. Y a la ampliacin de la autoridad pblica a los sectores privados est ligado el proceso correlativo de una sustitucin de poder pblico por poder social. Solamente esta dialctica de una socializacin del Estado que se impuso, simultneamente con la estatizacin progresiva de la sociedad, es que poco a poco destruye la base de la esfera pblica bur-guesa: la separacin .entre Estado y sociedad. Entre ambos, y al mismo tiempo, a partir de ambos. surge una esfera social repolitizada, que esca-pa a la distincin entre 'pblico' y 'privado"'(HABERMAS, 1984: 170).

    A la concentracin del poder privado corresponde la centraliza-cin-del poder pblico, con el aumento de las funciones del Estado-social, de tal forma que los antagonismos econmicos son ahora tradu-cidos en conflictos polticos. modificando profundamente tanto lo pbli-co como lo privado, ahora "sintetizado en un complejo nico de funcio-nes que no es ms diferenciado".

    Este nuevo ordenamiento se hace traducir en la emergencia del Derecho Social, correspondientemente al desplazamiento de las funcio-nes pblicas a otras instituciones que no son las estatales, en una socie-dad con la estructura de poder cada vez ms corporativizada.

    La crisis de legitimacin del ejercicio del poder pblico es, pues, consecuencia de este proceso:

    "Ya que la separacin entre Estado y sociedad es superada y el Estado interfiere en el orden social proporcionando, distribuyendo y admi-nistrando, la generalidad de la norma como principio ya no puede ms ser mantenida sin reserva". (HABERMAS, 1984:21 O).

    Las tendencias de crisis en el capitalismo avanzado, consecuen-temente a la regulacin administrativa del ciclo econmico, no con-fluyen para la inevitabilidad de una crisis de carcter econmico. La tesis defendida por HABERMAS (1980) es que, exactamente la sustitu-cin de los mecanismos de mercado por el Estado -siempre y cuan-do cree y mejore las condiciones de realizacin del capital- es capaz de evitar casi permanentemente las crisis econmicas, aunque estos mecanismos , contradictoriamente. impliquen en la emergencia de otras tendencias de crisis.

    En la medida en que el relacionamiento de las clases se haya repo~ litizado y el Estado sustituido al mercado en un conjunto de funciones

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    -la produccin de la plusvala es garantizada a travs del sector pbli-co-las tendencias de crisis se desplazan del sistema econmico para el sistema administrativo (HABERMAS, 1980:90). Asumiendo, mientras tanto, que no hay prod11ccin administrativa de significados, HABERMAS apunta al desdoblamiento de la crisis administrativa en crisis de legitimacin.

    El anlisis hecho por HABERMAS de la crisis del capitalismo avanza-do, tiene la ventaja de sealar los profundos cambios ocurridos tanto en la esfera de lo pblico como en la de lo privado, introduciendo la emer-gencia de una esfera social repolitizada, donde estructuras corporaj:j,v:i.s de gestin colectiva de intereses privados, imponen una nueva realidad y nuevas expresiones y tendencias de crisis de un poder al cual le fueron retiradas las condiciones de fundamentacin del consenso.

    Esta perspectiva, mientras tanto, presenta algunos proQi~nms teri-_99:111e_!;q,q9J.Qgicg~ corrientemente sealados por los analistas:

    el desconocimiento de las funciones econmicas del Estado en el capitalismo liberal;

    la identificacin de la crisis en la etapa actual del capitalismo avan-zado, cuya inevitabilidad no presupone una dialctica de superacin de la contradiccin;

    en la raz de este problema encontramos la ausencia de los sujetos en este proceso, en el cual la dinmica est centralizada en las estructuras.

    Al sealar estos puntos podemos marcar la diferencia (entre otras) entre un anlisis de las estructuras del capitalismo avanzado y la otra, en la cual la escena poltica es ocupada por las clases y sus relaciones sociales, como lo hace PRZEWORSKl, cuyas preocupaciones con la dinmica actual del capitalismo le hacen resaltar que su com-prensin slo ser encontrada si tomamos en cuenta los intereses y actos de los propios trabajadores.

    "Si pretendemos extraer lecciones de la experiencia histrica, no podemos suponer que la prctica de los movimientos polticos es detemnada apenas por condiciones objetivas, tampoco que tales movimientos son libres para actuar conforme a su vonluntad, independientemente de las condiciones que intentan transformar. Tales condiciones constituyen. en cada momento, la estructura de la eleccin: aquella en la cual los agentes deliberan acerca de objetivos, perci-ben alternativas, las evalan, seleccionan lineas de accin y las siguen, a.fin de crear nuevas condiciones". (PRZEWORSKI, 1989: 15)

    Intentando comprender .el fenmeno de la socialdemocracia, la compatibilizacin de la democracia social con el capitalismo, el autor

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 47

    no exime a la clase trabajadora, sus representantes, los partidos, de participacin en esta opcin reformista, afrrmando en este sentido dos tesis principales: que los partidos de los trabajadores son llevados a solapar la organizacin de los trabajadores como clase, en el proceso de competicin electoral; que los compromisos entre trabajadores y capitalistas acerca de cuestiones econmicas son posibles en el capi-talismo y a veces hasta preferidos por los trabajadores a estrategias ms radicales. (PRZEwoRSKI, 1989: 16)

    Buscando dar sentido y profundizar la concepcin gramsciana de hegemona, especialmente en la referencia hecha por GRAMSCI al deba-te en que la hegemona no puede ser apenas tico-poltica sino que debe tener un fundamento econmico, el autor analiza la discusin de las bases materiales del consentimiento, necesarias a la formacin de un equilibrio de compromiso en el cual los intereses de las clases domi-nadas tambin estn de cierta manera contemplados.

    En este sentido, el equilibrio seria dado por el lmite en el cual el lucro no disminuya abajo del nivel esencial a la acumulacin, pero que permita hacer concesiones que den a los intereses capitalistas un carcter universalista.

    Considerando al sistema de produccin capitalista como basado en el intercambio y en la extraccin de la plusvala bajo la forma de lucro, PRZEwORSKI encuentra en esta forma de organizacin la base para la hegemona, ya que los capitalistas aparecen como portadores del inte-rs universal -el lucro, del cual toda la sociedad depende-- en cuanto las reivindicaciones de otros grupos aparecen siempre como particula-ristas. Esa condicin estructural de materializacin de la hegemona es considerada necesaria, pero insuficiente, para la realizacin de los iiite-reses de cualquier grupo. Debe ser combinada con una forma especfi-ca de organizacin de las relaciones polticas -la democracia- en la cual los resultados de los conflictos son, bajo ciertos limites, inciertos. Esta seria la combinacin ideal para la garanta de las bases materiales del consentimiento, ya que la democracia es un sistema en que la dependencia en relacin al lucro constituye la base de conflictos.

    "La democracia capitalista simultneamente estructura las activida-des polticas en la forma de participacin poltica y reduce los conflictos a cuestiones materiales de corto plazo". (PRZEWORSKI, 1989: 174).

    La posibilidad de ruptura de esta situacin seria dada, por un lado, por la transformacin de la relacin de representacin, cuari-do los liderazgos no fuesen capaces de asegurar la realizacin de los

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    intereses materiales de las masas -minando la asociacin necesa-ria entre participacin y consentimiento- por otro lado, por la pro-pia crisis econmica, aunque los costos materiales sean distribuidos desfavorablemente a los trabajadores, razn por la cual ellos no tie-nen inters en profundizar la crisis. La ruptura deJ consentimiento pondria a descubierto la esencia coercitiva del ejercicio del poder, monopolizada por el Estado, pero asignada indistintamente entre instituciones pblicas y privadas.

    Las polticas -y el propio Estado- ahora aparecen como la expre-sin de un compromiso, una alianza de clases que incluye tanto capita-listas como trabajadores organizados.

    La organizacin del Estado como una institucin y las polticas empren-didas por esa institucin constituyen una expresin de un compromiso de clases especfico (PRzEwoRSKI, 1989:239).

    En verdad, este tipo de anlisis, aunque intente combinar el deter-minismo estructural con la organizacin de los sujetos y su interaccin, no consigue huir de una perspectiva auto-reproductora del capitalismo democrtico, cuyo cambio, si ocurriese, slo podra resultar de una crisis econmica sin solucin; ya que los intereses confluyen todos para su pre-servacin.

    Es interesante observar la diferencia entre este abordaje y el de HABERMAS, ambos fundamentados en una visin consensual del ejer-cicio del poder, pero ms que en HABERMAS llega a una perspectiva de crisis inflexible del capitalismo, en cuanto que en PRZEWORSKI lo que parece ser insuperable es su reproduccin.

    Esta ltima visin deriva, en nuestra forma de ver, de algunos problemas de este anlisis:

    a) la fundamentacin de la produccin capitalista en la categoria del lucro y no en la de plusvala:

    b) la ausencia de un abordaje de la contradiccin y de su desarro-llo en los niveles econmico, poltico e ideolgico;

    c) la reduccin del nivel poltico-ideolgico de la lucha de clases al sistema de participacin y representacin;

    d) la identificacin de los intereses de clase a intereses materiales. De esta forma, al adoptar la lgica utilitaria del individualismo

    posesivo como fundamento de la accin colectiva de clase, el autor alcanza a transformar la lucha de clases, aunque en sus manifesta-ciones no disruptivas, en un juego cooperativo donde los compae-ros comparten la misma lgica y los mismos intereses.

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 49

    As, al buscar las bases materiales para el consentimiento ocurre un efecto inverso, de politizacin de las relaciones de produccin, igno-rndose las contradicciones fundamentales al nivel de la esfera pro-ductiva y sus desdoblamientos en los dems niveles sociales.

    En el anlisis de HABERMAS, al contrario, se concluye que la crisis del capitalismo avanzado retir las condiciones de reproduccin del sndrome privatista necesario para la existencia continua del sistema.

    FFE (1985) tiende a concordar con la conclusin de HABERMAS, identificando en la crisis actual una descomposicin y desestructu-racin de las colectividades, lo que acarreara un debilitamiento general de los compromisos de carcter solidarios, an habiendo partido de una base de argumentacin semejante a la de PRZEWORSKI. En la medida en que la propia autoridad estatal es tomada como un bien pblico a ser producido -no siendo origen de la accin coope-rativa sino su producto- la conclusin a que se llega es que el fun-damento de la accin colectiva residira en una cierta nocin de comunin de intereses, de identidad colectiva que garantizara la confianza necesaria entre los agentes racionales para efectuar sus clculos maximizadores.

    Para fmalizar esta primera parte del captulo, no sera preciso recordar las contribuciones y limitaciones ya sealadas en el trata-miento de cada una de las vertientes tericas en su anlisis del Estado. Faltaria, sin embargo, agregar algunas orientaciones metodolgicas de carcter ms general, antes de intentar, a partir del debate expuesto, formular proposiciones analticas para el campo social.

    Tales proposiciones, aunque todava estn referidas a un nivel ms abstracto, debern ser, posteriormente, demarcadas en relacin al contexto donde concretamente se configuran, antes de ser aplica-das al anlisis de las polticas sociales, teniendo en cuenta los siguientesl.Q.armetros meipdolgicos:j

    JESSOP (1982:211) nos advierte que asumir que el mundo es . determinado no tiene como consecuencia que una nica teora pueda comprender la totalidad de las determinaciones, lo que debe ser tenido en cuenta para evitar los principales problemas metodo-lgicos frecuentemente encontrados: el reduccionismo (tratar al fenmeno a partir exclusivamente de SU'S"ms abstractas determi-naciones). ~l empirici~_m()_ (tratarlo a partir de las apariencias, igno-rando las determinaciones ms profundas). la subsuncin (ignorar la distincin entre lo general y lo particular).------ ---

    MARx y ENGELS formularon las proposiciones metodolgicas cl-

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    sicas de la Crtica de la Economa Poltica como una combinacin del mtodo lgico con el histrico, lo que los llev a concebir la dialcti-ca como el mtodo de elevacin de lo abstracto a lo concreto, repro-duciendo lo concreto-real como concreto-pensado, esto es, sntesis de mltiples determinaciones.

    CoUTINHO (1985:10) encuentra en este punto la explicacin para los tratamientos marxistas del Estado:

    "Podramos decir que una concepcin marxista del Estado ser tanto ms 'amplia' cuanto mayor sea el nmero de determinaciones del fen-meno estatal por ella mediatizados/ sintetizados en la construccibn del concepto de Estado; y que, viceversa, ser 'restricta' una formulacin que (consciente o inconscientemente) se concentra en el examen de apenas una o de relativamente pocas determinaciones del fenmeno poltico-estatal".

    Una concepcin restricta del Estado, o est situada apenas al nivel ms abstracto de las determinaciones existentes en el Modo de Produccin Capitalista, no tomando en consideracin el examen de la formacin econmico-social en cuanto nivel ms complejo, o resulta de la generalizacin indebida de caractersticas de situaciones en las cua-les el Estado sera concretamente restricto.

    THERBORN (1980: 162) sintetiza lo que seran los cuatro ejes de deter-minacin del carcter del poder del Estado:

    l. la etapa del desarrollo del Modo de Produccin relevante; 2. el lugar del Modo de Produccin dentro de la etapa internacional del

    mismo Modo de Produccin; 3. la articulacin coyuntural de todos los Modos de Produccin exis-

    tentes dentro de una Formacin Social; 4. la insercin de la Formacin Social en el sistema internacional de

    Formaciones Sociales relacionadas en un cierto punto en el tiempo. Evidentemente esa observacin nos parece til, en la medida en

    que los problemas de reduccionismo y/ o subsuncin han sido res-ponsables por el tratamiento terico del Estado apenas en cuanto su apariencia fenomnica de Estado-nacin, desconsiderando la din-mica de reproduccin del capital al nivel transnacional, y las impli-caciones de este proceso en la reproduccin de la dominacin.

    La incapacidad de articulacin entre diferentes niveles de abstrac-cin han marcado la trayectoria no slo del marxismo, sino tambin de otras corrientes del pensamiento occidental, a travs del establecimien-to de polarizaciones, tales como, estructura versus sujeto, estatismo versus autonomismo, determinismo versus voluntarismo, etctera.

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 51

    JESSOP (1982:213) se propone huir a este falso dilema a travs de un mtodo que sea capaz de "analizar las milltiples determinaciones que son combinadas en una coyuntura concreta, y mostrar cmo ellas estn inte-rrelacionadas como condiciones necesarias y/ o suficientes en una estruc-tura de causa accin contingente".

    En este sentido ~ __ 2~~

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    52 S. M. FLEURY TEIXEIRA

    2. POLTICA SOCIAL: ALGUNAS PROPOSICIONES ANALTICAS . ~roposicin n 1 - La ciudadana, en cuanto. h~pg_t~s.is.jurdica_ l.Il~cp.ta en la naturaleza del Estado capitalista, es una mediacin necesaria pero no una condicin suficiente para explicar la gnesis y_ des.~~l_lE_A

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    54 S. M. FLEURY TEIXEIRA

    se produjera -ineludiblemente- la extensin de la ciudada-na a los vendedores de la fuerza de trabajo; en segundo lugar, porque la existencia de igualdades formales entra constantemente en contra-diccin con la existencia de relaciones desiguales y de explotacin; y, en tercer lugar, porque la existencia de una relacin de derecho entre el ~iudadano y el Estado favorece que el propio Estado sea tomado como mterlo~utor de las clases oprimidas que se organizan.

    Asi, como el Estado no es ms que el desarrollo ltimo de la con-tradiccin ~u~~amei:ital entre la socializacin del proceso de trabajo Y la apropiac10n pnvada de los medios de produccin, razn que hace del Estado el soporte rrstico del inters general de toda la s?ci~?ad; tambin la ciudadana es una expresin de esta contra-diccion y no puede ser comprendida fuera de este contexto.

    El_ ~b?rdaje ~orrecto de esta cuestin es fundamental para permitir un a:ilisi~ de la Implementacin de las polticas sociales, que tienen en la existencia de la condicin de ciudadana el envoltorio del ncleo con-tradictorio que los anima y moviliza.

    Diferentes corrientes tericas que tendieron a tomar a la ciudada-na como principio explicativo exclusivo, descontextuaillfuldola de su gnesis en el interior de la lucha de clases y de su articulacin con el nvel de la produccin econmica -denominados por algunos autores como Fabianos o Socialdemcratas (incluyendo, en este ltimo caso la ve~ente keYr:esiana)- acabaron por tratar la cuestin de la poltica social a traves de su reduccin empirico-formalista (MISHRA,1981 y 1984; ROOM,1979; GEORGE yWILDING,1976; LEE y RABAN, 1988). .

    T~es corrientes han sido acusadas de adoptar una perspectiva exclusivamente pragmtica (piecemeal), careciendo de una teoria arti-culada (normativa y positiva) acerca de las polticas sociales (MISHRA, 1984:124). E! ~ema de las polticas sociales, apuntado por SANIDs (1987:38) .res.idma exactamente en que, aunque la poltica social impli-q~e esencialmente la eleccin de un principio de justicia coherente, con-s1stent~ y superi?~ a cualquier otro, no hay criterio lgico-cientfico que garantice automaticamente la produccin de la justicia.

    En la. ausenci~ de un principio de justicia, las teoras que dis-cuten la cmdadan1a acaban por apegarse a la reduccin de la nocin de der~~hos sociales a un conjunto de servicios a ser prestados a la poblac10n en busca de una mejoria de su bienestar social, y/ o a los aspectos de su formalizacin juridico-institucional. En ambos casos la ciudadana, en una dinmica expansionista surgiria como un subp~oducto del desarrollo econmico y de la democracia poltica, abstrayen-

    ESTADOS SIN CIUDADANOS 55

    do sus relaciones con la estructura de poder y con las relaciones de produccin; incapaz, por lo tan~o, d~ explic~ la~ _diferenciaciones entre las distintas trayectorias de mstituc1onalizac10n de las demandas sociales en la social-democracia, y an ms en pa