Taesungkwancitas

7
TaesungKwan Hapkido Ni La Critica Ni el Halago me altera,cuando se quien soy en realidad. viernes, 14 de noviembre de 2014 Homenaje al Sensei Ricardo Cuevas Aikido Kurata Dojo Publicadas por taesungkwan hapkido a la/s 9:50 a. m. No hay comentarios.: Enviar esto por correo electrónicoBlogThis!Compartir en TwitterCompartir en FacebookCompartir en Pinterest domingo, 21 de setiembre de 2014 La advertencia http://kiawasedojo.blogspot.com.ar/2011/10/ricardo-cuevas-el-adios-un-amigo.HTML <img src="//lh5.googleusercontent.com/- FyKTvMfDGWk/AAAAAAAAAAI/AAAAAAAAAB4/GxCM36bFgl4/s512-c/photo.jpg" width="35" height="35" class="photo" alt="">taesungkwan hapkido dijo... Revisando blogs leo el fallecimiento de un gran practicante y maestro del Aikido, Ricardo Cuevas, con el que aprendi muchísimo, mas alla de las técnicas.Debo admitirlo, conceptos como que lo suave tiende a lo duro, y lo duro a lo suave como en un circulo, y donde la mente en blanco, mushin,prevalecera sobre la adversidad, no te lo enseñaba cualquiera, pero lo mas lindo es que lo practicaba en el tatami, y quedábamos pagando con El. que era mayor que nosotros. Se que su búsqueda era espiritual, y el Aikido un camino, nada mas para esta búsqueda, y eso también lo aprendi. Si somos seres epirituales, encapsulados en cuerpos de materia, maestro ya estaras con Oh Sensei, y seguro prarando el tatami para tus siempre compañeros de practica. Seguimos el camino del aprendizaje, con la sola recompensa de caminar. ¡¡ Hasta siempre maestro !! El samurai alto entró en el pequeño pueblo, al este de Kyoto, en la isla de Honshu. Su Ayigasa, un sombrero de junco revestido de seda, que llevaba caído tapando su frente, proyectaba una sombra sobre sus ojos y la mayor parte de su cara. Su ropa de caza de color claro estaba muy contrastado con el lustre de la vaina de laca negra de la espada que portaba en su costado izquierdo. Se movía silenciosamente, cautelosamente, pero sus zancadas eran seguras; su aspecto soberbio. Sus ojos viajaban levemente sobre las diminutas cabañas que bordeaban la tranquila calle. Los aldeanos no se dejaban ver por ninguna parte, aunque el sentía unos ojos siguiéndoles mientras pasaba por delante de las casas. Se habían refugiado del sol, pero hubieran entrado dentro aún en día nublado para evitar el contacto con este guerrero misterioso. El samurai estaba satisfecho. No quería encontrar a nadie que pudiera retrasar su búsqueda del artista Hirata . Las ordenes de su Señor, uno de los más fiados Daimyo del Regente Hideyoshi, eran explicitas: debe encontrar pronto a Hirata y convencerle, por cualquier medio que creyera conveniente, que tenía que entregar a su hermosa hija, Okane, al palacio de Edo. Ella será un gran regalo para el poderoso Hideyoshi y traerá mucho honor y favor a su Señor. Le avisaron al samurai que no le permitirían el privilegio de una muerte honorable si fallaba. En vez, lo desterrarían a Corea, donde se uniría al ejecito de Hideyoshi en su intento inútil de conquistar aquella península misteriosa. Serviría como el más humilde de los soldados y seguramente sufriría una muerte ignominiosa. No le preocupaba su destino al samurai, porque estaba seguro que no fallaría. Los aldeanos tenían miedo y estaban desarmado. Hirata era un hombre viejo. No tendrá ningún problema en cumplir su misión con éxito. Sin embargo, le habían advertido que no debería tomar ligeramente a Hirata. Era un ninja, un miembro del clan que había hostigado las fuerzas de Hideyoshi mientras viajaban desde Edo a Kyoto antes de que fueran aplastados por el gran poderío del Regente imperante. Se rumoreaba que él había causado muchas muertes de modos horribles y taimados, y solamente le permitían vivir porque Hideyoshi no estaba deseoso de continuar esta guerra derrochadora contra estos campesinos aterradores en un momento cuando estaba tan involucrado con otras campañas más importantes. Volvería a ellos

description

taesungkwan

Transcript of Taesungkwancitas

Page 1: Taesungkwancitas

TaesungKwan HapkidoNi La Critica Ni el Halago me altera,cuando se quien soy en realidad.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Homenaje al Sensei Ricardo Cuevas Aikido Kurata Dojo

Publicadas por taesungkwan hapkido a la/s 9:50 a. m. No hay comentarios.:

Enviar esto por correo electrónicoBlogThis!Compartir en TwitterCompartir en FacebookCompartir en Pinterest

domingo, 21 de setiembre de 2014

La advertencia

http://kiawasedojo.blogspot.com.ar/2011/10/ricardo-cuevas-el-adios-un-amigo.HTML

<img src="//lh5.googleusercontent.com/-FyKTvMfDGWk/AAAAAAAAAAI/AAAAAAAAAB4/GxCM36bFgl4/s512-c/photo.jpg" width="35" height="35"class="photo" alt="">taesungkwan hapkido dijo...

Revisando blogs leo el fallecimiento de un gran practicante y maestro del Aikido, Ricardo Cuevas, conel que aprendi muchísimo, mas alla de las técnicas.Debo admitirlo, conceptos como que lo suavetiende a lo duro, y lo duro a lo suave como en un circulo, y donde la mente en blanco,mushin,prevalecera sobre la adversidad, no te lo enseñaba cualquiera, pero lo mas lindo es que lopracticaba en el tatami, y quedábamos pagando con El. que era mayor que nosotros. Se que subúsqueda era espiritual, y el Aikido un camino, nada mas para esta búsqueda, y eso también loaprendi. Si somos seres epirituales, encapsulados en cuerpos de materia, maestro ya estaras con OhSensei, y seguro prarando el tatami para tus siempre compañeros de practica. Seguimos el camino delaprendizaje, con la sola recompensa de caminar. ¡¡ Hasta siempre maestro !!

El samurai alto entró en el pequeño pueblo, al este de Kyoto, en la isla deHonshu. Su Ayigasa, un sombrero de junco revestido de seda, que llevabacaído tapando su frente, proyectaba una sombra sobre sus ojos y la mayorparte de su cara. Su ropa de caza de color claro estaba muy contrastadocon el lustre de la vaina de laca negra de la espada que portaba en sucostado izquierdo. Se movía silenciosamente, cautelosamente, pero sus zancadaseran seguras; su aspecto soberbio. Sus ojos viajaban levemente sobrelas diminutas cabañas que bordeaban la tranquila calle. Los aldeanos nose dejaban ver por ninguna parte, aunque el sentía unos ojossiguiéndoles mientras pasaba por delante de las casas. Se habíanrefugiado del sol, pero hubieran entrado dentro aún en día nublado paraevitar el contacto con este guerrero misterioso. El samurai estaba satisfecho. No quería encontrar a nadie que pudiera retrasar su búsquedadel artista Hirata . Las ordenes de su Señor, uno de los más fiados Daimyo del Regente Hideyoshi,eran explicitas: debe encontrar pronto a Hirata y convencerle, por cualquier medio que creyeraconveniente, que tenía que entregar a su hermosa hija, Okane, al palacio de Edo. Ella será un granregalo para el poderoso Hideyoshi y traerá mucho honor y favor a su Señor. Le avisaron alsamurai que no le permitirían el privilegio de una muerte honorable si fallaba. En vez, lodesterrarían a Corea, donde se uniría al ejecito de Hideyoshi en su intento inútil de conquistaraquella península misteriosa. Serviría como el más humilde de los soldados y seguramentesufriría una muerte ignominiosa.

No le preocupaba su destino al samurai, porque estaba seguroque no fallaría. Los aldeanos tenían miedo y estaban desarmado.Hirata era un hombre viejo. No tendrá ningún problema en cumplir sumisión con éxito. Sin embargo, le habían advertido que no debería tomarligeramente a Hirata. Era un ninja, un miembro del clan que habíahostigado las fuerzas de Hideyoshi mientras viajaban desde Edo aKyoto antes de que fueran aplastados por el gran poderío del Regenteimperante. Se rumoreaba que él había causado muchas muertes demodos horribles y taimados, y solamente le permitían vivir porqueHideyoshi no estaba deseoso de continuar esta guerra derrochadoracontra estos campesinos aterradores en un momento cuando estabatan involucrado con otras campañas más importantes. Volvería a ellos

Page 2: Taesungkwancitas

más tarde, cuando sus guerreros retornaran desde Corea, y lesexterminaría. Mientras tanto, había una paz.... una paz de odio y desconfianza. Una sonrisa atravesó la cara del samurai mientras recordaba su encuentro con uncomerciante que conocía a Hirata. Sucedió en unas 50 millas de la aldea. Ël había compartido unabotella de sake con el comerciante gordo y jovial, que se sentía relajado por la conversación,cortes y sin importancia, y suavizado por al vino. Era en aquel momento que el samurai sacó eltema de Hirata. ¿Le conocía el comerciante? ¿Sabía donde vivía? ¿Conocía sus costumbres?¿Sabía de los poderes que poseía?. El comerciante contestó si a todas las preguntas. “No quiero saber porque busca usted a Hirata,” –dijo el comerciante. “temo que elconocerlo será peligroso. Tan peligros como puede ser Hirata. No se deja engañar por su edad ycomportamiento quieto. Hirata es un hombre tortuoso, como todos los ninjas son hombrestortuosos. A dominado el uso de los venenos, por esto no debe usted aceptar nada de la comida obebida que le ofrezca. Y no deje que le toque a usted. Han dicho que esconde sus manos unasagujas revestidas de veneno de una potencia mortal. Aunque es usted joven, y fuerte, resultaráser un oponente digno, si le busca como oponente. “Vive al final de la aldea, en una casa situada encima de un otero flanqueado por unriachuelo pequeño. Vive con su hija, Okane, la flor más bella que ha crecido en Honsh, que lesirve y la honra como si fuera un Señor poderoso. Vive en paz ahora, trabajando en su arte desdeel amanecer hasta el anochecer. Pero no se equivoque por esta serenidad. Es peligroso. Estortuoso. “ El samurai estaba satisfecho con la información que recibía del comerciante borracho, yahora, mientras se acercaba a la casitas pequeña encima del otero, tenía confianza en que sumisión le saldría bien. El samurai tuvo que agachar la cabeza para ver a través de la puertaabierta de la casa de Hirata. Debido al deslumbramiento cegador del sol delmediodía, sus ojos tardaron unos momentos en acostumbrarse a lahabitación sombría. Estaba amueblada sencillamente... casi estéril. Unospocos tatamis en el suelo, un juego de té de diseño simple sobre una mesabaja en medio de la sala, un hornillo y utensilios de cocinar en el rincóndistante. Una lámpara colgaba del techo, pero ofrecía poca iluminación. Lamayoría de la pared opuesta estaba abierta para revela r un pequeño jardín,bien cuidado, de rocas y árboles. En el centro de la abertura, destacadocontra la luz, una figura se sentaba con las piernas cruzadas frente a unamesa baja. Estaba pintando, observo el samurai, con pincel y tinta, y estabatan absorbido en su trabajo que no se percató, o no parecía percatarse, en lafigura alta en el portal. “Busco un hombre llamado Hirata.” –La voz del samurai resonaba conautoridad. Lentamente sew enderezaba la figura de la mesa y, sin volverse, contestó. “Soy Hirata. ¿Cómo puedo servirle a usted?”. El samurai entró en la habitación, echando sus hombros hacia atrás y apareciendo aún másmasivo que era en realidad. Se acerco a Hirata con pasos firmes. Impresionaría al artista con supoder inmediatamente. Estaba seguro que no habría problemas. “Soy de Mito, y traigo una oferta que honrará a su casa “. Hirata se levantó lentamente y se volvió. Era delgado y más alto que parecía cuando estabasentado. Se vistió una Hakama por encima de su sencillo kimono blanco. Su pelo era abundante ylargo, tocado de gris. Una pequeña barba escasamente cubría su barbilla. Le asombraba alsamurai que la cara del artista no tenía arrugas, que sus ojos eran claros y llenos de vigor. Peromás le impresionaba las manos de Hirata. No parecían encajar con su cuerpo eran grandes yfuertes... las manos de un hombre de gran fuerza... de un guerrero. “Ya me ha honrado por haber entrado en mi humilde casa.” -dijo Hirata mientras seinclinaba ligeramente apretando sus manos entre si. El samurai no devolvió la reverencia. Establecería de inmediato quien era el superior,aunque significaba insultar a su anfitrión. Hirata no parecía notarlo o simplemente ignoró lagrosería. “Le ofrezco algo de té. O tal vez prefiere sake.” –dijo indicando hacía la mesa en medio dela habitación. El samurai declinó. Se pone en marcha rápidamente, pensó. “Estoy ansioso para volver a Mito con su regalo para mi Señor, Hideyoshi.” –dijo el samuraimientras empujó el sombrero hacía atrás hasta que colgaba encima de su espalda por la cuerdaque lo había sujetado debajo de su barbilla. Hirata le miraba a la cara con calma. Era una cara cruely ruda; una nariz ancha separaba a unos ojos profundos y malvados. La barbilla era cuadrada yfirme, y una sombra azul escasamente escondía unas mejillas destrozadas por la sífilis. Este es unhombre que ha matado a muchos sin remordimiento, pensó Hirata. Y con la más mínimaprovocación, mataría de nuevo. “Me siento adulado que cree que tengo algo digno de ser un regalo para el granHideyoshi.” –dijo Hirata humildemente. “Pero como puede ver, esta es una casa simple. Tengoposesiones simples y mi arte es de mediocre calidad, más apta para quemar que para unobsequio.” El samurai miró a Hirata fríamente. Es un hombre sagaz. No se como se ha enterado, perosabe porque estoy. Aquí ahora veremos si es tan valiente como sagaz. El samurai sacó su espada y la colocó contra la mejilla del artista. Con la presión mástenue, hizo un corte pequeño. Hirata se quedó inmóvil y silencioso mientras la sangre escurría porsu barbilla y goteaba encima de su kimono blanco. “No quiero su arte cruda ni sus posesiones simples.” -gruñía el samurai. “El regalo por elque he venido es su hija. ¡Traédmela enseguida!. Hirata miró fijamente, sin emoción aparente, al samurai, pero a la medida que éste elevo laespada, golpeaba sus manos dos veces, y una chica joven entró desde el jardín. Era la muchacha

Page 3: Taesungkwancitas

Publicadas por taesungkwan hapkido a la/s 9:42 p. m. No hay comentarios.:

Enviar esto por correo electrónicoBlogThis!Compartir en TwitterCompartir en FacebookCompartir en Pinterest

El secreto de la via del sable.

Publicadas por taesungkwan hapkido a la/s 9:38 p. m. No hay comentarios.:

Enviar esto por correo electrónicoBlogThis!Compartir en TwitterCompartir en FacebookCompartir en Pinterest

más hermosa que había visto nunca el samurai, una figura pequeña y delicada, escasamente de13 años, con una piel que era casi transparente, unas facciones perfectas, un tipo apuesto. Deverás ella era un premio digno para cualquier rey. Su Señor estaría contento y le recompensaríagenerosamente. “Actúa con sabiduría, no con honor ni con valentía.” –dijo el samurai con desprecio. “Lepago por su obsequio con su vida. Ven, Okane, la llevo a una vida muchísimo mejor. Una vida deservicio para nuestro Señor Hideyoshi.” Con su espada todavía desvainada, el samurai cogió la mano de la asustada Okane, la llevóhasta la puerta. Ella no ofreció ninguna resistencia ni miraba a su padre, que no se había movidoni profería ninguna palabra. En la puerta, el samurai volvió hacía Hirata. “Ahora sería un buen momento para que usted disfrute de algo de su té y sake.” Enfundósu espada y anduvo triunfalmente a lo largo de la calle de la aldea con Okane corriendo par ir a supaso. La taberna estaba casi desierta cuando entraron el samurai con Okane. Inspeccionaba lasala grande desde la puerta, una precaución que se había convertido en costumbre en todas susmisiones. Estaba agotado por la constante vigilancia que tuvo que mantener desde su salida de lacasa de Hirata y quería nada más que una buena comida, algo para beber y un poco de reposo.Estaba contento de ver al comerciante que había encontrado en su visita anterior consumiendo unmanjar de arroz y pescado cocido en el distante rincón. Sus ojos se encontraron y el comerciantesonrió e indico que el samurai se uniera a él. El samurai se sentó fatigosamente encima del delgado tatami que estaba extendidodelante de la mesa y trago con ganas la copa de sake que le ofreció en comerciante. Okane sesentaba resentidamente a su lado, sus ojos mirando hacia abajo e hinchados con lágrimas sinderramar. “Le doy las gracias por su hospitalidad y los consejos valiosos que me dio cuando nosencontramos la primera vez. Brindo por su salud y su futuro,” – dijo el samurai, y apuró unasegunda copa de sake. Ahora que estaba sentado sintió el cansancio recorrer su cuerpo. Se sentía mareado, comosi hubiera bebido demasiado. Pero entonces sus brazos parecían de plomo, sus piernaspalpitaban y un dolor punzante corría a través de su pecho. El comerciante sonreía y estabahablando, pero tuvo que concentrarse mucho para oír lo que decía.“Hirata le da las gracias por su regalo de la vida. Para pagarle ahora le quitará la carga de su hijaindigna de sus cansados hombros. El siente que le pareciera bien rechazar su hospitalidaddurante su visita su casa. Sabe que era un descuido de su parte y ha mandado su sake favoritopara aliviarle y calentarle.”El comerciante se levantó y, cogiendo a Okane por la mano, anduvo lentamente hacía la puerta. Elsamurai quedó sentado, paralizado, sin poder pararle.“Le advertí.” –dijo el comerciante mientras salía por la puerta.“Hirata es un hombre tortuoso. Todos los ninjas somos hombres tortuosos”.

Un joven fue un día a acercarse a un Maestro de Kenjutsu para ser unalumno. El maestro acepto y dijo: “A partir de hoy, tu iras cada día acortar troncos en el bosque y a buscar el agua en el río.” Esto fue lo queel joven hizo. Depuse de tres años, se dirigió al maestro y le dijo: “Yo hevenido para aprender la esgrima y hasta ahora ni siquiera pasé la puertadel Dojo...”. “Muy bien, -le dijo el Gran Maestro-, pues hoy tu entraras.”Sígueme. Y desde este momento, tu haces toda la marcha alrededorde la sala, pisando cuidadosamente el borde del tatami pero sintraspasarle jamás... El discípulo practicó el ejercicio durante un año, al fin del cual élse encolerizó hasta tal punto que se dirigió al Maestro y grito: “Me voy,no he aprendido nada del arte que vine a aprender, me voy...” “No, -le dijo el Maestro- hoy voy a continuar enseñándote. Ven conmigo...” El Maestro llevó al joven frente a una montaña, seguidamente al borde de un precipicioenorme. Un tronco de árbol estaba haciendo de puente sobre el vacío... “Pues bien, pasa para el otro lado”, dijo el Gran Maestro al discípulo, que estaba lleno deterror.

Mirando al abismo, lleno de miedo y de vértigo, el jovenestaba paralizado. En ese momento llega un ciego, que tanteandocon su caña, sin rechistar, se mete sobre el frágil pasaje y pasatranquilamente. No fue preciso más para que el joven perdiera el miedo y a suvez pasará rápidamente al otro lado. Su maestro la grita: “Tu dominaste el secreto de la esgrima:abandonar el ego, no temer a la muerte, ser indiferente a lascircunstancias adversas. Cortando troncos, desarrollaste lamusculatura, marchando con atención al borde del tatamiperfeccionaste tu equilibrio, y mira, hoy tu comprendiste el secretode la “Vía”, creo que serás entre todos el más fuerte...

Page 4: Taesungkwancitas

El valor de las cosas

Publicadas por taesungkwan hapkido a la/s 9:34 p. m. No hay comentarios.:

Enviar esto por correo electrónicoBlogThis!Compartir en TwitterCompartir en FacebookCompartir en Pinterest

Concentración

Publicadas por taesungkwan hapkido a la/s 9:28 p. m. No hay comentarios.:

Enviar esto por correo electrónicoBlogThis!Compartir en TwitterCompartir en FacebookCompartir en Pinterest

Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengofuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nadabien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Quépuedo hacer para que me valoren más?El maestro, sin mirarlo, le dijo:-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolverprimero mi propio problema. Quizás después...- y haciendo una pausaagregó: - Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este temacon más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.-E...encantado, maestro - titubeó el joven, pero sintió que otra vez eradesvalorizado y sus necesidades postergadas.-Bien - asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedopequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó-toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo

vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayorsuma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa monedalo más rápido que puedas.El joven tomó el anillo y partió.Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés,hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sóloun viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro eramuy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció unamoneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menosde una moneda de oro, y rechazó la oferta.Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas-y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó.Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérselaentregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.Entró en la habitación.-Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir doso tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valordel anillo.-Que importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saberprimero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, parasaberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa loque te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.El joven volvió a cabalgar.El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas deoro por su anillo.-58 monedas??!-exclamó el joven.-Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, perono sé... si la venta es urgente...El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa yúnica. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vidapretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

TaesungKwan Hapkido "sistema Libre"

Hapkido En Argentina

Después de ganar varios concursos de arquería, el joven y jactanciosocampeón retó a un maestro Zen que era reconocido por su destreza comoarquero. El joven demostró una notable técnica cuando le dió al ojo de unlejano toro en el primer intento, y luego partió esa flecha con el segundotiro. "Ahí está", le dijo el viejo, "¡a ver si puedes igualar eso!". Inmutable, elmaestro no desenfundo su arco, pero invitó al joven arquero a que losiguiera hacia la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, elcampeón lo siguió hacia lo alto de la montaña hasta que llegaron a unprofundo abismo atravesado por un frágil y tembloroso tronco. Parado concalma en el medio del inestable y ciertamente peligroso puente, el viejoeligió como blanco un lejano árbol, desenfundó su arco, y disparó un tirolimpio y directo. "Ahora es tu turno", dijo mientras se paraba graciosamenteen tierra firme. Contemplando con terror el abismo aparentemente sinfondo, el joven no pudo obligarse a subir al tronco, y menos a hacer el tiro.

"Tienes mucha habilidad con el arco", dijo el maestro, "pero tienes poca habilidad con la menteque te hace errar el tiro".

Page 5: Taesungkwancitas

En las manos del destino

Publicadas por taesungkwan hapkido a la/s 9:27 p. m. No hay comentarios.:

Enviar esto por correo electrónicoBlogThis!Compartir en TwitterCompartir en FacebookCompartir en Pinterest

Zen

Publicadas por taesungkwan hapkido a la/s 9:25 p. m. No hay comentarios.:

Enviar esto por correo electrónicoBlogThis!Compartir en TwitterCompartir en FacebookCompartir en Pinterest

Entradas antiguas Página PrincipalSuscribirse a: Entradas (Atom)

Ruben Dario Cascia

Un gran general, llamado Nobunaga, había tomado la decisiónde atacar al enemigo, a pesar de que sus tropas fueran ampliamenteinferiores en número. Él estaba seguro que ven-cerían, pero sushombres no lo creían mucho. En elcamino, Nobunaga se detuvo delante de un santuario Shinto. Declaró asusguerreros:

-Voy a recogerme y a pedir la ayuda de los kamis. Despuéslanzaré unamoneda. Si sale cara venceremos, si sale cruz perderemos. Estamosen las manosdel destino.

Después de haberse recogido unos instantes, Nobunaga salió deltemplo y

arrojó una moneda. Salió cara. La moral de las tropas se inflamó de golpe. Losguerreros, firmemente convencidos de salir victoriosos combatieron con una intre-pidéz tan extraordinaria que ganaron la batalla rápidamente.

Después de la victoria, el ayuda de campo del general le dijo:-Nadie puede cambiar el destino. Esta victoria inesperada es una nueva

prueba.-¿Quién sabe? -respondió el general, al mismo tiempo que le enseñaba una

moneda... trucada, que tenía cara en ambos lados

Persiguiendo dos conejosUn estudiante de artes marciales se aproximó el maestro con unapregunta. "Quisiera mejorar mi conocimiento de las artes marciales.Además de aprender contigo quisiera aprender con otro maestro paraaprender otro estilo. ¿Que piensas de esta idea?""El cazador que persigue dos conejos", respondió el maestro, "noatrapa ninguno