"UN ESTILO DE VIDA"

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Lectura Semanal - Semana 3 Día 15 - Lunes 09.02.15: Lucas 12:32-59 / Génesis 22 / Salmos 15 Día 16 - Martes 10.02.15: Lucas 13:1-17 / Génesis 23 / Salmos 16 Día 17 - Miércoles 11.02.15: Lucas 13:18-35 / Génesis 24 / Salmos 17 Día 18 - Jueves 12.02.15: Lucas 14:1-24 / Génesis 25 / Salmos 18 Día 19 - Viernes 13.02.15: Lucas 14:25-35 / Génesis 26 / Salmos 19 Día 20 - Sábado 14.02.15: Lucas 15 / Génesis 27 / Salmos 20 Día 21 - Domingo 15.02.15: Lucas 16 / Génesis 28 / Salmos 21

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Lectura Semanal - Semana 3Día 15 - Lunes 09.02.15: Lucas 12:32-59 / Génesis 22 / Salmos 15Día 16 - Martes 10.02.15: Lucas 13:1-17 / Génesis 23 / Salmos 16Día 17 - Miércoles 11.02.15: Lucas 13:18-35 / Génesis 24 / Salmos 17Día 18 - Jueves 12.02.15: Lucas 14:1-24 / Génesis 25 / Salmos 18Día 19 - Viernes 13.02.15: Lucas 14:25-35 / Génesis 26 / Salmos 19Día 20 - Sábado 14.02.15: Lucas 15 / Génesis 27 / Salmos 20Día 21 - Domingo 15.02.15: Lucas 16 / Génesis 28 / Salmos 21

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Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 3: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 4: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 5: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 6: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 7: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 8: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 9: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 10: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 11: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 12: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 13: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 14: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 15: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 16: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 17: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 18: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 19: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 20: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 21: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 22: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 23: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________

Page 24: "UN ESTILO DE VIDA"

Día 15 - Lunes 09.02.15:Lucas 12: 32-59 (NVI)32»No tengan miedo, mi rebaño peque-ño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. 33Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumu-len un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni poli-lla que destruya. 34Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

La vigilancia35»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36Pór-tense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. 38Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. 39Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. 40Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo espe-ren. 41—Señor —le preguntó Pedro—, ¿cuentas esta parábola para nosotros, o para todos? 42Respondió el Se-ñor:—¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartir-les la comida a su debido tiempo? 43Di-

choso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 44Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 45Pero ¡qué tal si ese siervo se pone a pensar: “Mi señor tarda en volver”, y luego comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y emborracharse! 46El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. Entonces lo casti-gará severamente y le impondrá la con-dena que reciben los incrédulos. 47»El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. 48En cambio, el que no la conoce y hace algo que me-rezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confia-do mucho, se le pedirá aun más.

División en vez de paz49»He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardien-do! 50Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla! 51¿Creen ustedes que vine a traer paz a la tierra? ¡Les digo que no, sino división! 52De ahora en adelante estarán dividi-dos cinco en una familia, tres contra dos, y dos contra tres. 53Se enfrentarán el padre contra su hijo y el hijo contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

Señales de los tiempos54Luego añadió Jesús, dirigiéndose a la multitud:—Cuando ustedes ven que

se levanta una nube en el occidente, en seguida dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. 56¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpre-tar el tiempo actual? 57»¿Por qué no juzgan por ustedes mismos lo que es justo? 58Si tienes que ir con un adver-sario al magistrado, procura reconciliar-te con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no sal-drás de allí hasta que pagues el último centavo._______________________________Génesis 22 (NVI)Dios prueba a Abraham1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:—¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 2Y Dios le ordenó:—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré. 3Abraham se levantó de ma-drugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. 4Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5Entonces le dijo a sus criados:—Qué-dense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego

y el cuchillo. Y los dos siguieron cami-nando juntos. 7Isaac le dijo a Abra-ham:—¡Padre!—Dime, hijo mío.—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.Y siguieron caminando juntos. 9Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y pre-paró la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:—¡Abraham! ¡Abra-ham!—Aquí estoy —respondió. 12—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue enton-ces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo:—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciuda-des de sus enemigos. 18Puesto que me has obedecido, todas las naciones del

mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.

Los hijos de Najor20Pasado cierto tiempo, Abraham reci-bió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor. 21Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram. 22Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham. 24Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá._______________________________Salmos 15 (NVI)1¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2Sólo el de conducta inta-chable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3que no calum-nia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobor-nos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Día 16 - Martes 10.02.15:Lucas 13:1-17 (NVI)El que no se arrepiente perecerá1En aquella ocasión algunos que

habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacri-ficios. 2Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes pere-cerán, a menos que se arrepientan. 4¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.» 6Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higue-ra plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontra-do nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8“Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alre-dedor y echarle abono. 9Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »

Jesús sana en sábado a una mujer encorvada10Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:—Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 13Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó

a alabar a Dios. 14Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. 15—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? 17Cuan-do razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía._______________________________Génesis 23 (NVI)Muerte de Sara1Sara vivió ciento veintisiete años, 2y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. 3Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para ente-rrar a mi esposa. 5Los hititas le respon-dieron: 6—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de noso-tros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar, 8y les dijo:—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi

difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi fami-lia. 10Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abra-ham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad: 11—No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar, 13y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14Efrón le contestó a Abraham: 15—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocien-tas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entie-rre a su esposa. 16Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatro-cientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela

que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura._______________________________Salmos 16 (NVI)Mictam de David1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. 2Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4Pero aumenta-rán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrien-tas libaciones, ni con mis labios pronun-ciaré sus nombres! 5Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afir-mado mi suerte. 6Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! 7Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. 9Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de con-fianza. 10No dejarás que mi vida termi-ne en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

Día 17 - Miércoles 11.02.15:Lucas 13:18-35 (NVI)Parábolas del grano de mostaza y de la levadura18—¿A qué se parece el reino de Dios?

—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. 20Volvió a decir:—¿Con qué voy a com-parar el reino de Dios? 21Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

La puerta estrecha22Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23—Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —con-testó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, uste-des desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26Entonces dirán: “Co-mimos y bebimos contigo, y tú ense-ñaste en nuestras plazas.” 27Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusti-cia!” 28»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén31En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Hero-des quiere matarte. 32Él les contes-tó:—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.” 33Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. 34»¡Jerusalén, Jerusa-lén, que matas a los profetas y ape-dreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abando-nada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendi-to el que viene en el nombre del Señor!”_______________________________Génesis 24 (NVI)Isaac y Rebeca1Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes:—Pon tu mano debajo de mi muslo, 3y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5—¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?

6—¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abra-ham—. 7El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo jura-mento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delan-te de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, queda-rás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo. 10Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin. 11Allí hizo que los camellos se arrodilla-ran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua. 12Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demos-trado el amor que le tienes a mi amo.» 15Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de

Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18—Sírvase, mi señor —le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21Mientras tanto, el criado de Abraham la observa-ba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le pre-guntó: 23—¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24—Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor 27con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que

no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido. 29Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su herma-na, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31—¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34—Yo soy criado de Abraham —co-menzó él—. 35El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las muje-res de mis parientes.” 39Yo le pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta

venir conmigo?” 40Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará pros-perar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven.” 42»Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’, 44y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo.” 45»Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cánta-ro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: “Por favor, déme usted de beber.” 46En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos.” Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos. 47Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?” Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50La-

bán y Betuel respondieron:—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor. 53Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebie-ron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levanta-ron, el criado de Abraham dijo:—Déjen-me ir a la casa de mi amo. 55Pero el hermano y la madre de Rebeca le res-pondieron:—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56—No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58Así que llamaron a Rebeca y le pregunta-ron:—¿Quieres irte con este hom-bre?—Sí —respondió ella. 59Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la

región del Néguev. 63Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acerca-ban unos camellos. 64También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello 65y le preguntó al cria-do:—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?—Es mi amo —contestó el criado.Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre._______________________________Salmos 17 (NVI)Oración de David.1 Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo. 3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas. 6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, 9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. 10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolen-

cias con su boca. 11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12Pa-recen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho. 13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. 15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me basta-rá con verte cuando despierte.

Día 18 - Jueves 12.02.15:Lucas 14:1-24 (NVI)Jesús en casa de un fariseo1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. 2Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. 3Jesús les pre-guntó a los expertos en la ley y a los fari-seos:—¿Está permitido o no sanar en sábado? 4Pero ellos se quedaron calla-dos. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. 5También les dijo:—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? 6Y no pudieron contestarle nada. 7Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: 8—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. 9Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, ten-

drás que ocupar el último asiento. 10Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. 11Todo el que a sí mismo se enaltece será humi-llado, y el que se humilla será enalteci-do. 12También dijo Jesús al que lo había invitado:—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. 13Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. 14Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recom-pensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete15Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:—¡Dichoso el que coma en el ban-quete del reino de Dios! 16Jesús le con-testó:—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18Pero todos, sin excepción, comenza-ron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me discul-pes.” 19Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probar-las. Te ruego que me disculpes.” 20Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no

puedo ir.” 21El siervo regresó y le infor-mó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22“Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23En-tonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”_______________________________Génesis 25 (NVI)Muerte de Abraham1Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mien-tras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar. 10Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo ente-

rraron, junto a su esposa Sara. 11Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael12Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara. 13Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comen-zando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá, 15Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios terri-torios y campamentos. 17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú19Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham. 20Isaac tenía cua-renta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram. 21Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada. 22Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se pre-guntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor, 23y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pue-blos se dividen desde tus entrañas. Uno

será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú. 26Luego nació su her-mano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob. Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27Los niños crecie-ron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tran-quilo que prefería quedarse en el cam-pamento. 28Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agota-do del campo y le dijo: 30—Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.) 31—Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respon-dió Jacob. 32—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogé-nito? 33—Véndeme entonces los dere-chos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor._______________________________Salmos 18 (NVI)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la

letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:1¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2El Señor es mi roca, mi amparo, mi liberta-dor; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! 3Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. 4Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escu-chó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! 7La tierra tembló, se estre-meció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! 9Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10Montando sobre un que-rubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. 13En el cielo, entre grani-zos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del Altí-simo. 14Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15A causa de tu repren-sión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! 16Extendiendo su

mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19Me sacó a un amplio espacio;me libró porque se agradó de mí. 20El Señor me ha pagado conforme a mi jus-ticia; me ha premiado conforme a la lim-pieza de mis manos, 21pues he andado en los caminos del Señor; no he cometi-do mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22Presentes tengo todas sus sen-tencias; no me he alejado de sus decre-tos. 23He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos. 25Tú eres fiel con quien es fiel, e irre-prochable con quien es irreprochable; 26sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;contigo, Dios mío, podré asaltar mura-llas. 30El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refu-gian. 31¿Quién es Dios, si no el Señor?¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32Es él quien me arma de valor y ende-reza mi camino; 33da a mis pies la lige-reza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra

me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean. 37Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exter-miné a los que me odiaban. 41Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. 42Los desmenucé. Parecían polvo dis-perso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! 43Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. 44Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Sal-vador! 47Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. 48Tú me libras del furor de mis enemi-gos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. 50El Señor da grandes victo-rias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

Día 19 - Viernes 13.02.15:Lucas 14:25-35 (NVI)El precio del discipulado25Grandes multitudes seguían a Jesús,

y él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma-nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discí-pulo. 28»Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a cons-truir.” 31»O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a cal-cular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. 34»La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.»El que tenga oídos para oír, que oiga.»_______________________________Génesis 26 (NVI)Isaac y Abimélec1En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas

a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado. 3Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el jura-mento que le hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descen-dencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis ense-ñanzas.» 6Isaac se quedó en Guerar. 7Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respon-día que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8Algún tiempo después, mientras Abi-mélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10—¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14Esto causó que

los filisteos comenzaran a tenerle envi-dia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15Ahora bien, los filis-teos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16Así que Abimélec le dijo a Isaac:—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un ma-nantial. 20Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pas-tores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito, porque habían peleado con él. 21Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad. 22En-tonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres, y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23De allí Isaac se dirigió a Ber-seba. 24Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descenden-cia.» 25Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo. 26Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac

desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército. 27Isaac les preguntó:—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente: 29Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos per-judicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dije-ron:—¡Hemos encontrado agua! 33Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Berseba hasta el día de hoy. 34Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Ba-semat, hija de un hitita llamado Elón. 35Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca._______________________________Salmos 19 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. 2Un día comparte al otro la noti-cia, una noche a la otra se lo hace saber. 3Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, 4por toda la tierra

resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol. 5Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. 6Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. 7La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El man-dato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. 8Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. 9El temor del Señor es puro: permanece para siem-pre. Las sentencias del Señor son ver-daderas: todas ellas son justas. 10Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. 11Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. 12¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy conscien-te! 13Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis peca-dos. 14Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.

Día 20 - Sábado 14.02.15:Lucas 15 (NVI)Parábola de la oveja perdida1Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a mur-

murar: «Este hombre recibe a los peca-dores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Suponga-mos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alé-grense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida8»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” 10Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido11»Un hombre tenía dos hijos —conti-nuó Jesús—. 12El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repar-tió sus bienes entre los dos. 13Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14»Cuando ya lo había gasta-

do todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesi-dad. 15Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16Tanta hambre tenía que hubiera que-rido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17Por fin recapaci-tó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jorna-leros.” 20Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” 22Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traigan el ternero más gordo y má-tenlo para celebrar un banquete. 24Por-que este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había per-dido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. 25»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27“Ha llegado tu hermano —le respon-dió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su

hijo sano y salvo.” 28Indignado, el her-mano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hicie-ra. 29Pero él le contestó: “¡Fíjate cuán-tos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” 31»“Hi-jo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»_______________________________Génesis 27 (NVI)Isaac bendice a Jacob1Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.—¡Hijo mío! —le dijo.—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2—Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te ben-deciré antes de que muera. 5Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6ella le dijo a su hijo Jacob:—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu her-mano Esaú 7que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le

gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11Pero Jacob le dijo a su madre:—Hay un pro-blema: mi hermano Esaú es muy vellu-do, y yo soy lampiño. 12Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabri-tos. 14Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18Jacob se presentó ante su padre y le dijo:—¡Padre!—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19—Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siénta-te a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20Pero Isaac le preguntó a su hijo:—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21Isaac le dijo:—Acércate, hijo mío, para que

pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24cuando volvió a preguntarle:—¿En serio eres mi hijo Esaú?—Claro que sí —respondió Jacob. 25Entonces su padre le dijo:—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26Luego le dijo su padre:—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo ben-dijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por elSeñor. 28Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31Tam-bién él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32Pero Isaac lo interrumpió:—¿Quién eres tú?—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33Isaac comenzó a tem-blar y, muy sobresaltado, dijo:—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había

cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35Pero Isaac le res-pondió:—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36—¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37Isaac le respondió:—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38Pero Esaú insistió:—¿Acaso tienes una sola bendi-ción, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!Y se echó a llorar. 39Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las rique-zas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

Jacob huye de Esaú41A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su her-mano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:—Mira, tu hermano Esaú está pla-neando matarte para vengarse de ti.

43Por eso, hijo mío, obedéceme: Pre-párate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44y quéda-te con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45Cuan-do ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscar-te. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46Luego Rebeca le dijo a Isaac:—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!_______________________________Salmos 20 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. 2Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. 3Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. 4Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cum-plan todos tus planes. 5Nosotros cele-braremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las ban-deras. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! 6Ahora sé que el Señor sal-vará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. 7Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos con-fían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. 8Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. 9¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

Día 21 - Domingo 15.02.15:Lucas 16 (NVI)Parábola del administrador astuto1Jesús contó otra parábola a sus discí-pulos: «Un hombre rico tenía un admi-nistrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.” 3El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. 4Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la admi-nistración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” 5»Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” 6“Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” 7Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien bultos de trigo”, contestó. El administra-dor le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.” 8»Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9Por eso les digo que se valgan de las rique-zas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. 10»El que es honra-do en lo poco, también lo será en lo

mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. 11Por eso, si ustedes no han sido hon-rados en el uso de las riquezas munda-nas, ¿quién les confiará las verdade-ras? 12Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? 13»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospre-ciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Us-tedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» 14Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aque-llo que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.

Otras enseñanzas16»La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anun-cian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, que caiga una sola tilde de la ley. 18»Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divor-ciada, comete adulterio.

El rico y Lázaro19»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos ban-quetes todos los días. 20A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa

del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten com-pasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemen-te. 26Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá.” 27»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29Pero Abra-ham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30arrepentirían” 31Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos.”»_______________________________Génesis 28 (NVI)1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2Vete ahora

mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendi-ción de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cana-neas. 9Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era her-mana de Nebayot.

El sueño de Jacob en Betel10Jacob partió de Berseba y se encami-nó hacia Jarán. 11Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13En el

sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14Tu des-cendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán ben-decidas por medio de ti y de tu descen-dencia. 15Yo estoy contigo. Te protege-ré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En reali-dad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombro-so es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. 20Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»_______________________________Salmos 21 (NVI)Al director musical. Salmo de David.1En tu fuerza, Señor, se regocija el rey;

¡cuánto se alegra en tus victorias! 2Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. 3Has salido a su encuen-tro con ricas bendiciones; lo has coro-nado con diadema de oro fino. 4Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. 7El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísi-mo; por eso jamás caerá. 8Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborre-cen. 9Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los morta-les, a su posteridad. 11Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversida-des, ¡no se saldrán con la suya! 12Por-que tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. 13Enaltéce-te, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas._______________________________