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    Rouqui, Alan.Amrica Latina.

    Introduccin al Extremo Occidente.Ed. Siglo Veintiuno.

    Primera edicin. Mxico, 1989.

    Qu es Amrica Latina?Puede parecer paradjico comenzar a hablar de un "rea cultural" mencionando la

    precariedad de su definicin. Por singular que pueda parecer, el concepto mismo deAmrica Latina representa un problema. No es intil pues intentar precisarlo, recordarsu historia y hasta criticar su uso. De empleo corriente hoy en la mayora de los pasesdel mundo y en la nomenclatura internacional, no tiene todo el privilegio del rigor. Un

    poco al estilo del ms reciente y muy ambigu "Tercer Mundo", ese trmino a veces

    parece ser fuente de confusin ms que instrumento de delimitacin preciso.Qu se entiende geogrficamente por Amrica Latina? El conjunto de los pases deAmrica del Sur y Amrica Central? Desde luego, pero segn los gegrafos Mxico

    pertenece a Amrica del Norte. Quiz para simplificar debemos conformarnos conenglobar bajo esta denominacin a las naciones al sur del ro Bravo? Pero entonceshabra que admitir que Guyana y Belice donde se habla ingles y el Surinam de hablaholandesa forman parte de Amrica Latina. A primera vista se trata de un conceptocultural. Y nos inclinaramos a pensar que cubre exclusivamente las naciones de culturalatina de Amrica. Ahora bien, aunque con Quebec, Canad sea infinitamente ms latinaque Belice y tanto como Puerto Rico, estado libre asociado de Estados Unidos, nuncanadie ha pensado incluirlo, ni siquiera al nivel de su provincia francohablante, en susubconjunto latinoamericano.Ms all de estas imprecisiones, podramos pensar en descubrir una identidadsubcontinental fuerte, tejida de diversas solidaridades, ya sea que se refieran a unacultura comn o a vnculos de otra naturaleza. Sin embargo la diversidad misma de lasnaciones latinoamericanas, amenaza con menospreciar esta justificacin. La escasadensidad de las relaciones econmicas, y hasta culturales, de naciones que durante msde un siglo de vida independiente se volvieron la espalda mirando deliberadamentehacia Europa o Amrica del Norte, las enormes disparidades entre pases -ya sea desdeel ngulo del tamao como del potencial econmico o del papel regional-no favorecenuna real conciencia unitaria, a pesar de las oleadas de retrica obligada que este tema no

    deja de provocar.Por eso uno se interroga sobre la existencia misma de Amrica Latina. De Luis AlbertoSnchez en Per a Leopoldo Zea en Mxico, los intelectuales se han planteado lacuestin sin dar respuesta definitive. Lo que est en tela de juicio no es slo ladimensin unitaria de la denominacin y la identidad que encierra frente a la pluralidadde las sociedades de la Amrica llamada latina. En efecto, en ese caso, para poner elcento en la diversidad y evitar cualquier tentacin generalizante, bastara con eludir lacuestin hablando, como por lo dems se ha hecho, de "Amricas latinas". Este trminotiene la ventaja de reconecer una de las dificultades, pero al precio de acentuar ladimensin cultural. Ahora bien, tambin plantea un problema.Por qu latina?

    Qu abarca esta etiqueta ampliamente aceptada hoy? De dnde viene? Las evidenciasdel sentido comn desaparecen pronto en el caso de hechos sociales y culturales. Son

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    latinas esas Amricas negras descritas por Roger Bastide? Latinas la sociedad deGuatemala donde el 50% de la poblacin desciende de los mayas y habla lenguasindgenas, y la de las sierras ecuatorianas donde domina el quechua? Latino elParaguay guaran, la Patagonia de los agricultures galeses, la Santa Catarina brasilea

    poblada de alemanes as como el sur chileno? En realidad se hace referencia a la cultura

    de los conquistadores y de los colonizadores espaoles y portugueses para designarformaciones sociales de componentes mltiples. Se comprende as a nuestros amigosespaoles y muchos otros que hablan ms fcilmente de Amrica hispana, y hasta, parano ignorar el componente de habla portuguesa del que es heredero el gigantesco Brasil,de Iberoamrica. En efecto el epteto latina tiene una historia aun cuando Hait,francohablante en sus lites, puede hoy servir de coartada: aparece en Francia bajo

    Napolen III, vinculado al gran designio de "ayudar" a las naciones "latinas" deAmrica a detener la expansin de Estados Unidos. La desafortunada locura mexicanafue la realizacin concrete de esta idea grandiosa. La latinidad tena la ventaja, al borrarlos vnculos particulares de Espaa con una parte del Nuevo Mundo, de dar a Francialegtimos deberes para con esas "hermanas" americanas catlicas y romanas. Esa

    latinidad fue combatida por Madrid en nombre de la hispanidad y de los derechos de lamadre patria, donde el trmino Amrica Latina sigue sin tener derecho de ciudadana.Estados Unidos, por su parte, opuso el panamericanismo a esa mquina de guerraeuropea antes de adoptar esa denominacin vertical conforme a sus propsitos y quecontribuy a propagar.Esa Amrica conquistada por los espaoles y los portugueses es bastante latina, almenos hasta 1930 en la formacin de sus lites donde la cultura francesa reinaexclusivamente. Quiere esto decir que esa Amrica slo es latina por sus"preponderantes" y sus oligarquas, que la Amrica del primer ocupante y de los deabajo que slo recoge migajas de latinidad y resiste a la cultura del conquistadorrepresenta por s solo la autenticidad del subcontinente? Los intelectuales de la dcadade los treinta, particularmente en los pases andinos, que descubran al indgenaolvidado, desconocido, lo creyeron. Haya de la Torre, poderosa personalidad poltica

    peruana, propuso incluso una nueva denominacin regional: "Indoamrica". Tendrmenos xito que el indigenismo literario en el que se inscribe o el partido poltico devocacin continental al cual Haya dio origen. El indio no tiene mucho xito en Amricaante las clases dirigentes. Marginado y excluido de la sociedad nacional, esculturalmente minoritario en todos los grandes estados e incluso en los de viejascivilizaciones precolombinas y de fuerte presencia indgena. As, segn el ltimo censo(1980), de 66 millones de habitantes slo haba en Mxico 2 millones de nohispanohablantes y menos de 7 millones de mexicanos que conocan una o varias

    lenguas indgenas. Podemos seguir soando, con Jacques Soustelle, imaginando unMxico "que a semejanza del Japn hubiera podido conservar en lo esencial supersonalidad autctona sin dejar de introducirse en el mundo de hoy". No fue as, y esecontinente est condenado al mestizaje y a la sntesis cultural.

    No obstante, incluso en los pases ms "blancos" la trama indgena jams esttotalmente ausente y participa claramente en la conformacin de la fisonoma nacional.Esa Amrica, segn la expresin de Sandino, es "indolatina".Si bien la definicin latina del subcontinente no abarca integral ni adecuadamenterealidades multiformes y en evolucin, no por ello podemos abandonar una etiquetaevocadora retomada hoy por todos y particularmente por los propios interesados("nosotros los latinos"). Esos sealamientos tenan por nico objetivo subrayar que el

    concepto Amrica Latina no es ni plenamente cultural ni solamente geogrfico.Utilizaremos pues ese trmino cmodo, pero con conocimiento de cause, es decir sin

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    ignorar sus lmites y sus ambigedades. Amrica Latina existe, pero slo por oposiciny desde fuera. Lo cual significa que los "latinoamericanos" en cuanto categora norepresentan ninguna realidad tangible ms all de vagas extrapolaciones o degeneralizaciones cobardes. Lo cual significa tambin que el trmino posee unadimensin oculta que complete su acepcin.

    Una Amrica perifrica. . .A primera vista, nos hallamos frente a una Amrica marcada por la colonizacinespaola y portuguesa (y hasta francesa en Hait) que se define por contraste con laAmrica anglosajona. As pues all se habla espaol y portugus en lo esencial, a pesarde florecientes culturas precolombinas y hasta de ncleos inmigratorios recientes ms omenos bien asimilados. Sin embargo la ausencia de Canad (a pesar de Quebec) en eseconjunto y el hecho de que organismos internacionales como el SELA o el BID incluyanentre los estados latinoamericanos a Trinidad y Tobago, Las Bahamas y Guyana dan al

    perfil de la "otra Arnrica" una innegable coloracin socioeconmica y hastageopoltica.Todas esas naciones, cualesquiera que sean su riqueza y su prosperidad, ocupan enefecto el mismo lugar en la discrepancia Norte-Sur. Aparecen en vas de desarrollo o deindustrializacin y ninguna forma parte del "centro" desarrollado. Dicho de otra manera,esos pases se inscriben entre los estados de la "periferia" del mundo industrial. Perotienen por aadidura varias particularidades comunes.Todos dependen histricamente del mercado mundial como productores de materias

    primas y de bienes alimentarios (en ello el estao de Bolivia no es diferente de la nuezmoscada de Granada), pero igualmente del "centro", que determina las fluctuaciones de

    precios, les proporciona tecnologa civil y militar, los capitales y los modelos culturales.Notable particularidad e innegable factor de unidad, todos esos pases situados en el"hemisferio occidental" se hallan a diversos niveles en la esfera de influencia inmediata

    de la primera potencia industrial del mundo que es tambin la primera nacincapitalista. Peligroso privilegio que ninguna otra regin del Tercer Mundo comparte. Aeste respecto, los 3 000 kilmetros de frontera entre Mxico y Estados Unidosconstituyen un fenmeno nico. La famosa "cortina de tortillas" que fascina a millonesde mexicanos candidatos a la inmigracin clandestina en el pas ms rico del planeta,forma una lnea de demarcacin a la vez cultural y socioeconmica excesivamentecargada de valor simblico.Quiz podramos clasificar entre las naciones latinoamericanas a todos los pases delcontinente americano en vas de desarrollo, independientemente de su lengua y sucultura, tan cierto es que a nadie se le ocurrira incluir en la opulenta Amricaanglosajona a las Antillas anglohablantes o a Guyana. Tan cierto es tambin que en esa

    zona la poltica domina mucho ms que la geografa-acaso el presidente Reagan noincluy recientemente, en nombre de los eventuales beneficiarios de su iniciativa de laCuenca del Caribe (Caribbean Basin Initiative), a El Salvador que slo tiene fachadamartima en el Pacfico? En todo caso, por qu no seguir a quienes, haciendo a un ladola geografa, proponen llamar "Amrica del Sur" a la parte "pobre" y no desarrollada delcontinente ?...que pertenece culturalmente a OccidenteCon relacin al resto del mundo en desarrollo la singularidad del subcontinente "latino"tambin es flagrante. Forma parte, para emplear la frase de Valry, de un mundo"deducido": una "invencin" de Europa que por la conquista entr a la esfera cultural

    occidental. Las civilizaciones precolombinas, en crisis para algunos en el momento de lallegada de los espaoles, no resistieron en efecto a los invasores que impusieron suslenguas pero tambin sus valores y religin. Los propios indgenas y los africanos

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    llevados como esclavos a ese "Nuevo Mundo" adoptaron bajo diversas formassincrticas la religin cristiana. Brasil es hoy la primera nacin catlica del mundo.Todo ello da a la regin un lugar aparte en el mundo subdesarrollado. Por ello AmricaLatina aparece como el Tercer Mundo de Occidente o el occidente del Tercer Mundo.Lugar ambiguo si as puede decirse en el que el colonizado se identifica con el

    colonizador.As pues, no podra sorprendernos que el conjunto de los pases latinoamericanos haya

    propuesto en la ONU, en 1982, contra el sentir de los pases afroasiticos recindescolonizados, que la organizacin internacional celebre a Cristbal Coln y el"descubrimiento" de Amrica. A diferencia de frica o Asia, acaso ese continente no esuna provincia a veces lejana, cierto, pero siempre reconocible, de nuestra civilizacin,que ha ahogado, ocultado, absorbido los elementos culturales y tnicos preexistentes?Ese carcter "europeo" de las sociedades de Amrica Latina tiene consecuenciasevidentes sobre el desarrollo socioeconmico de los pases involucrados. La continuidadcon Occidente facilita los intercambios culturales y tcnicos que no tienen nirgnobstculo lingstico o ideolgico. La fluidez de las corrientes migratorias del ViejoMundo al Nuevo ha multiplicado las transferencias de conocimientos y capitales.Asimismo las naciones de Amrica Latina aparecen en la estratificacin internacionalcomo una especie de "clase media", o sea en una situacin intermedia. Entre lasnaciones en transicin slo una, Hait, pertenece al grupo de los pases menosavanzados (PMA), en compaa de numerosos compaeros de infortunio asiticos yafricanos (pero con un ingreso per cpita igual a ms del doble del de Chad o Etiopa).La mayora de los grandes pases de Amrica Latina tienen economas semiindustriales(dada que la industria entra en un 20 o 30% en la composicin del PNB) y los tresgrandes, Brasil, Mxico y Argentina, se sitan entre los nuevos pases industrializados(los NIC de la nomenclatura de la ONU). Los indicadores de modernizacin colocan a

    Brasil, Mxico, Chile, Colombia, Cuba y Venezuela por encima d los pases africanosy de la mayora de las naciones de Asia (salvo las ciudades-estados). A este respectoArgentina y Uruguay se hallan entre los pases avanzados.Si ms all de esos grandes rasgos, se buscan los factores de homogeneidad de unconjunto que no es ni Occidente ni el Tercer Mundo, pero que a menudo aparece comosntesis o yuxtaposicin de los dos, nos damos cuenta de que casi todos proceden delexterior del subcontinente, sobre todo si volvemos a una acepcin restrictive de AmricaLatina, es decir esencialmente cultural y clsica: Las antiguas colonias de Espaa yPortugal en el Nuevo Mundo.Paralelismo de las evoluciones histricasSi bien la existencia de una Amrica Latina es problemtica, si la diversidad de las

    sociedades y las economas se impone, si la separacin de las diferentes naciones es unelemento bsico de su funcionamiento, no por ello deja de ser cierto que una relativaunidad de destino, ms sufrida que elegida, acerca a las "repblicas hermanas". Puedeleerse en las grandes frases de la historia, y percibirse en la identidad de los problemas ylas situaciones a las cuales esas naciones se enfrentan hoy.Las antiguas colonias de Espaa y Portugal, polticamente independientes (conexcepcin de Cuba que no se emancipa sino hasta 1898) desde el primer cuarto del sigloXIX, estn ms cerca en eso de Estados Unidos que de los pases recin descolonizadosde frica o Asia. Sin embargo, siglo y medio de vida independiente no podra hacerolvidar la profunda influencia de tres siglos de colonizacin (1530-1820aproximadamente) que marcaron de manera irreversible las configuraciones sociales ylabraron el singular destino de las futuras naciones.

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    A partir de la independencia, los estados del subcontinente recorren-con diferencias yretrasos en el caso de ciertos pases-grosso modo trayectorias paralelas en las cualesaparecen perodos claramente discernibles.Primeramente comienza para los estados recin emancipados lo que el historiador TulioHalpern Donghi ha llamado la "larga espera", durante la cual la destruccin del Estado

    colonial no prmite an la instauracin de un nuevo orden. Mientras a esas balbucientesnaciones les es difcil hallar un papel a su medida, las repblicas hispanas atraviesanlargos perodos de turbulencias anrquicas donde se despliega el desorden depredadorde seores de la guerra (los caudillos), y el Brasil independiente parece prolongar sinsobresaltos, bajo la gida de la monarqua unitaria de los Braganza y del emperadorPedro I, elstatu quo colonial.Entre 1850 y 1880, con raras excepciones concernientes a algunas pequeas repblicasde Amrica Central o del Caribe, las naciones del subcontinente entran en la "edadeconmica", que algunos han bautizado como "orden neocolonial": Las economaslatinoamericanas, y por consiguiente las sociedades, se integran al mercadointernacional. Producen y exportan materias primas. Importan bienes manufacturados.Mecanismo esencial de la nueva divisin internacional del trabajo que se efecta bajo lagida de Gran Bretaa, cada pas se especializa en algunos productos, y a veces en unosolo.Es entre 1880 y 1930 cuando ese nuevo orden alcanza su punto mximo. Los pases delsubcontinente viven en el apogeo de un crecimiento extravertido que lleva en s lailusin de un progreso indefinido en el marco de una dependencia aceptada por sus

    beneficiaries locales y racionalizada en nombre de la teora de las ventajascomparativas. La crisis de 1929 pondr fin a la embriagadora euforia de esta "bellapoca", de la cual la mayora de los trabajadores est por supuesto excluida, al desorganizar las corrientes comerciales. El final del mundo liberal es tambin el de la

    hegemona britnica. Estados Unidos, ya dominante en su traspatio caribeo, sustituirla preponderancia del Reino Unido por la suya y se convertir en la metrpoli exclusivade toda la regin. Asimismo el perodo que comienza es determinado por, las relacionesde Amrica del Norte con los pases de la regin o, ms precisamente, por los tipos de

    polticas latinoamericanas que Washington pone en prctica sucesivamente. Sinembargo paralelamente a esta periodizacin internacional, se inscriben faseseconmicas muy diferenciadas, sin que por lo dems pueda discernirse un lazo causalevidente.Esta periodizacin slo tiene valor de punto de referencia y su objetivo es subrayar que,ms all de las especificidades nacionales, algunos fenmenos comunes rebasan lasfronteras. Las similitudes no se derivan simplemente de la historia, sin que se hallan

    igualmente en estructuras anlogas y problemas idnticos.Relaciones conEstados Unidos

    Modelo dedesarrollo

    1933-1960

    Poltica de buena vecindad,escasamente intervencionista.

    Industrializacin autnomaque sustituye importaciones.Produccin industrialdestinada al mercado nacionaly que sobre todo utilizacapitales nacionales.

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    1960

    Crisis de las relacionesinteramericanas, en respuestaal desafo castrista; poltica de

    contencin del comunismo,dado que el activismo deEstados Unidos adoptadiversas formas, desde laayuda econmica hasta laintervencin militar directa oindirecta.

    La sustitucin deimportaciones entra en crisis.Halla su lmite en lascapacidades tecnolgicas yfinancieras de los pases de la

    zona para la produccin debienes duraderos o de equipo.Se asiste a la"internacionalizacin de losmercados nacionales" a travsdel establecimiento desucursales de las grandessociedades multinacionales enla industria.

    Semejanzas de las obligaciones y las estructurasLas similitudes no podran ser sobrestimadas. Con todo, historias paralelas han forjadorealidades que, sin ser semejantes, tienen numerosos puntos comunes que las distinguen,

    por lo dems, de otras regiones del mundo desarrollado o subdesarrollado. Slomencionaremos tres: 1. La concentracin de la propiedad de la tierra. La distribucindesigual de la propiedad tertitorial es una caracterstica comn de los pases de laregin. Es independiente de la conciencia que de ella tienen los actores y no siempreaparece como una fuente de tensiones sociales o de debate poltico. No obstante el

    predominio de la gran propiedad agraria tiene consecuencias evidentes sobre lamodernizacin de la agricultura, as como sobre la creacin de un sector industrialeficaz. Afecta directamente la influencia social y por tanto el sistema poltico. El

    fenmeno de la gran propiedad va a la par con la proliferacin de micropropiedadesexiguas y antieconmicas. Si bien esta tendencia se remonta a la poca colonial, no hacesado hasta nuestros das: la conquista patrimonial continuada aparece como unelemento/situacin permanente a escala continental a la cual slo escapan lasrevoluciones agrarias radicales (Cuba). Algunos indicadores evaluados en cifras

    permitirn definir las ideas, a pesar del alcance necesariamente limitado de estadsticasque abarca el conjunto subcontinental tomado como un todo indiferenciado: el 1.4% delas propiedades de ms de 1000 hectreas concentraba hacia 1960 el 65% de lasuperficie total, mientras el 72.6% de las unidades ms pequeas-de menos de 20hectreas-slo abarcaban el 3.7% de las superficies. Desde la publicacin de estos datoses poco probable que se hayan dado cambios que puedan modificar su significado

    global.2. La antigedad de la independencia as como los modelos de desarrollo adoptados handeterminado la singularidad de los procesos de modernizacin. Para resumir, a unaindustrializacin tarda y escasamente autnoma correspondi una urbanizacin fuerte,anterior al nacimiento de la industria. El excesivo desarrollo del sector terciario de laseconomas es el efecto ms aparente de una urbanizacin refugio, vinculada a losfactores de expulsin del campo debidos a la concentracin territorial.

    No es casual que se prevea que de continuar la actual evolucin, la ciudad de Mxico ySao Paulo sern en el ao 2000 las dos ciudades ms grandes del mundo, con 31 y 26millones de habitantes respectivamente.

    3. La amplitud de los contrastes regionales es tambin resultado de la urbanizacinconcentrada, de las particularidades de las estructuras agrarias y de la industrializacin.

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    As, dentro de cada pas se reproduce el esquema planetario que opone un centroopulento a periferias miserables. Los contrastes internos son ms flagrantes que en lamayora de los pases en vas de desarrollo. Al grado de que, tras haber descritoaspticamente estas disparidades bajo la etiqueta de "dualismo social", se ha llegado ahablar de "colonialismo interno". Por su parte, los socilogos han avocado

    acertadamente la "simultaneidad de lo no contemporneo", pero sta no se limita a lapintoresca evocacin de indios en la edad de piedra que viven a dos pasos delaboratorios cientficos ultramodernos. En Brasil, el estado de Cear en el nordesteocupa el tercer lugar en el mundo, tras dos de los pases menos avanzados, por lamortalidad infantil, mientras Sao Paulo tiene la primera industria farmacutica delcontinente, algunos de los hospitales ms modernos del mundo y Ro goza de unareputacin internacional en cuanto a la ciruga esttica! Para continuar con Brasil,"tierra de contrastes", si as se le puede llamar, un economista brasileo pudo decir concierta razn que su pas se pareca al Imperio britnico en la poca de la reina Victoria,si frica, India y Gran Bretaa hubieran sido reunidos en un mismo territorio.Podramos intentar multiplicar las similitudes y las concomitancias. Los rasgos

    compartidos no estn ausentes. No se limitan, como veremos en los siguientes captulos,a esas caractersticas estructurales. El trmino Amrica Latina, si se le da un contenidoampliamente extracultural, desigua pues una realidad discernible y especfica. Sinembargo esta especificidad fuerte, innegable, rebasa las peripecias socioeconmicas. Seinscribe en el tiempo y el espacio regionales. Antes de formar parte del Tercer Mundo,esta Amrica es el Nuevo Mundo "descubierto" en el siglo XV y conquistado en el XVI.Posee, segn Pierre Chaunu, su tiempo propio, un "tiempo americano" "ms denso, mscargado de modificacin, por lo tanto que corre ms rpido que el nuestro", producto deuna "historia acelerada" hecha de una "gigantesca recuperacin" que comienza con la

    prehistoria del continente, tardamente poblado, probablemente por migraciones. Quizpodra pensarse asimismo en la pluralidad, en la variedad de ese "tiempo americano", yen su estiramiento, es decir en sus virtudes conservadoras. No slo los indios neolticosse rozan aqu o all con las tcnicas de punta del ltimo cuarto del siglo XX, sino quelas sociedades latinoamericanas aparecen como verdaderos conservatorios de formassociales superadas en el resto del mundo occidental, incluso como "museos polticos"donde las sustituciones de lites se efectan por yuxtaposicin ms que por eliminacin.Por lo dems, acaso no es cierto, como sealaba Alfred Mtraux, que "las especiesanimales hoy extintas se han mantenido en Amrica hasta una fecha mucho ms recienteque en el Viejo Mundo"?Tambin se ha podido hablar de una "naturaleza americana", no slo para subrayar ladesmesura de los elementos y el gigantismo del espacio que no deben nada al hombre,

    sino para sealar la huella singular de ste en el paisaje. La naturaleza ha sido violada yagredida por la depredacin y el desperdicio de una "agricultura minera" (RenDumont) que la ha dejado "no salvaje sino disminuida" (Claude LviStrauss) y por tanto

    poco humanizada, a semejanza de un continente conquistado. Sobra decir cunto nosequivocaramos al ignorar los fenmenos transnacionales en el estudio de este conjuntoregional.

    DIVERSIDAD DE LAS SOCIEDADES,SINGULARIDAD DE LAS NACIONESUn destino colectivo forjado por evoluciones paralelas, una misma pertenencia culturala Occidente y una dependencia multiforme en relacin con un centro nico situado en elmismo continente: los factores de unidad rebasan fortaleciendo la sorprendente

    continuidad lingstica de la Amrica de habla portuguesa y, a fortiori, de la Amricaespaola; al llegar de nuestra Europa exigua y fraccionada siempre nos sorprende hallar

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    la misma lengua y a veces la misma atmsfera de una capital a otra separada por cercade 8 000 kilmetros y nueve horas de avin. Sin embargo a esta homogeneidadresponde una no menos grande heterogeneidad de naciones contiguas. Las disparidadesentre pases saltan a la vista. Su tamao ante todo. Es evidente que Brasil, quinto Estadodel mundo por su superficie, gigante de 8.5 millones de km2, es decir igual a 15 veces

    Francia y 97 veces Portugal, su madre patria, no puede ni medirse ni confundirse con el"pulgarcito" del istmo centroamericano, El Salvador, ms pequeo que Blgica, con sus21000 km2. Haciendo a un lado la variable lingstica que diferencia a Brasil de todossus vecinos, podemos retener cierta cantidad de criterios sencillos que dan cuenta de ladiversidad de los estados y las sociedades. En el caso de los primeros, la geopolticadomina, y sobre todo la situacin en relacin con el centro hegemnico norteamericano;en el de las segundas conviene tomar en cuenta los componentes etnoculturales de la

    poblacin, y los niveles de evolucin social, a fin de poner un poco de orden en elmosaico continental...."Tan cerca de Estados Unidos": potencias emergentes y "repblicas bananeras"Conocemos la triste reflexin del presidente Porfirio Daz (1876-1911) sobre Mxico:"[. . .] Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos." Sin duda saba de qu hablaba,dada que la repblica imperial haba amputado a su pas la mitad de su territorio en1848 durante la guerra que sigui a la anexin de Texas por Estados Unidos. Losactuales estados norteamericanos de California, Arizona, Nuevo Mxico y, adems deTexas, una parte de Utah, Colorado, Oklahoma y Kansas (o sea unos 2.2 millones dekm2) pertenecan a Mxico antes del tratado de Guadalupe Hidalgo.La dominacin de Estados Unidos es hoy particularmente notoria en este "Mediterrneoamericano" que forman, entre el istmo centroamericano y el arco de las Antillas, elgolfo de Mxico y el mar Caribe. Ese mare nostrum es considerado por Washingtoncomo la frontera sur estratgica de Estados Unidos: supuestamente todo lo que afecta a

    esta zona afecta directamente la seguridad del pas "lder del mundo libre". El control delos estrechos y del canal interocenico, as como de los posibles trazados de nuevospasos del Atlntico al Pacfico, es considerado vital para Estados Unidos: lacomunicacin martima entre las costas este y oeste transforma, es cierto, el canal dePanam en una va de agua domstica, mientras las lneas de comunicacin con losaliados europeos seran puestas en peligro, segn se dice, por una presencia hostil en elconjunto de las Grandes Antillas. Sea lo que fuere, los estados ribereos insulares ocontinentales estn en libertad vigilada. La soberana de las naciones baadas por el"logo americano" est limitada por los intereses nacionales de la metrpoliseptentrional. Desde Theodore Roosevelt, que no se conform con "tomar Panam",donde Estados Unidos impuso en 1903 el enclave colonial del canal, ste se ha arrogado

    un poder de polica internacional en la zona, ya sea controlando directamente lasfinanzas de estados en apuros, o haciendo desembarcar a los marinos para poner fin al"relajamiento general de los lazes de la sociedad civilizada" en los pases vecinosmeridionales. Por ello Nicaragua fue ocupada militarmente de 1912 a 1925, y luegonuevamente de 1926 a 1933, Hait de 1915 a 1934, la Repblica Dominicana de 1916 a1924. Finalmente, Cuba slo se liber del yugo espaol en 1898 para convertirse ensemiprotectorado, dado que la enmienda Platt de 1901 impuesta por los vencedores dela guerra hispanoamericana prevea un derecho de intervencin permanente de EstadosUnidos en la isla cada vez que el gobierno no pareciera capaz de "garantizar el respeto alas vidas, los bienes y las libertades". Esta clusula incorporada a la Constitucincubana presidi de hecho las relaciones desiguales entre ambos pases hasta 1959.

    Esta puntillosa hegemona no cambi ni sus mtodos ni sus objetivos a la hora de losmisiles intercontinentales. Las tropas estadunidenses intervinieron en la Repblica

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    Dominicana en 1965 para evitar una "nueva Cuba", y en octubre de 1983 en la pequeaisla de Granada para echar a un gobierno de tipo castrista. La ayuda poco discreta deWashington a las guerrillas contrarrevolucionarias de Nicaragua hostiles al podersandinista obedece a las mismas preocupaciones si no es que a los mismos reflejos. Msgeneralmente, la exasperacin neocolonial estadunidense ha conducido a Estados

    Unidos a apoyar en la zona a cualquier rgimen con tal de que fuera claramenteproestadunidense y a derrocar o por lo menos a desestabilizar, a cualquier gobierno queintentaba sacudirse la tutela del hermano mayor, o afectaba sus intereses privados y msgeneralmente el modo de produccin capitalista.Adems de su situacin geoestratgica, los estados de la zona de influencianorteamericana, con excepcin de Mxico, son pequeos, de poblacin reducida (el

    peligroso Nicaragua tiene menos de 3 millones de habitantes, o sea aproximadamenteel nmero de inmigrantes hispanos de Los ngeles!), cuando no se trata demicroestados como los que componen el polvo insular de las pequeas Antillas: escomprensible que Granada "la roja" y sus 120 000 habitantes no podan oponer mucharesistencia militar al cuerpo expedicionario de la primera potencia mundial! Es evidente

    que las posibilidades econmicas de esos estados entre los cuales se hallan los mspobres y atrasados del subcontinente, no compensan ni su exigidad ni su infortuniogeopoltico. A causa de la importancia histrica de la monoexportacin agrcola, algunasde esas repblicas tropicales han recibido el sobrenombre despreciativo y cada vezmenos exacto de repblicas bananeras: dado que las grandes sociedades fruterasnorteamericanas, la United Fruit, sus competidoras o sus filiales ejercieron all durantemucho tiempo un poder casi absoluto. Todo lo contrario ocurre con los estados msalejados de America del Sur.Los estados de la Amrica meridional, con excepcin de aquellos que, en la fachadacaribea son producto de una descolonizacin reciente (Guyana, Surinam) y que

    podramos asimilar a las naciones del "Mediterrneo americano", son a la vez quelejanos de Estados Unidos, ms grandes y ms ricos: los dos ms extensos de la regin,Brasil y Argentina, son tambin los dos pases ms industrializados del subcontinente.Su voz cuenta, su autonoma poltica es antigua. Por lo dems, las naciones de Amricadel Sur jams han padecido alguna intervencin militar directa de Estados Unidos,quien para con ellos utiliza estrategias ms sutiles o por lo menos ms indirectas. Perotambin la fascinacin del American way of life se da en menor medida, y vigorosasculturas nacionales, adems de la influencia preservada de Europa, hacen fracasar alluna "cocacolonizacin" a la cual raros pases escapan ms al norte en esta Amricaintermedia donde Washington dicta la ley.De esta "clase media" a la cual pertenece igualmente Mxico-que a pesar de Porfirio

    Daz y la fatalidad geogrfica, cuenta con la fuerza de sus 2 millones de km2

    , susaproximadamente 80 millones de habitantes y su personalidad cultural y poltica-sedesprenden estados capaces de individualizarse en la escena internacional y cuyo perfil

    propio se destaca claramente sobre un conjunto latinoamericano condenado todava ayera la imitacin y an hoy en mucho al anonimato bajo una tutela paternal ycondescendiente. As vemos surgir potencias medias que a veces aspiran a desempearun papel regional y hasta extracontinental. Sin embargo ningn determinismo da cuentadirectamente de ese vigoroso avance. La presencia de un valorizado en el mercadomundial o una coyuntura favorable pueden elevar a un pas a la categora de los"grandes" del subcontinente: recientemente se fue el caso de Venezuela, promovida porel boom petrolero. La ruptura con la metrpoli, una inversin de alianza o de sujecin

    pudieron dar a un pequeo pas una situacin sin relacin con su importancia especfica:

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    fue el caso de la Cuba castrista, a partir de 1960, y la Nicaragua sandinista parece quererseguir hoy, en un registro menor, el peligroso camino tomado por su hermana mayor.Si bien la clasificacin de los estados est sujeta a las modificaciones de la historia, lade las sociedades es ms estable y quiz ms significativa para nuestro propsito.Clima, poblacin y sociedades.

    No es fcil dividir subconjuntos regionales que tengan alguna coherencia en elcontinente, dada que la historia a menudo contradice la geografa. As, Panam, ex

    provincia colombiana, al igual que Mxico no forma parte de Amrica Central que sereduce a los cinco estados federados duranta la independencia en el territorio de lacapitana general de Guatemala. Lo cual no impide que entre Amrica del Sur y EstadosUnidos exista por imposible que parezca una "Amrica media", zona de transicin y deun establecimiento humano antiguo, lugar de brillantes civilizaciones precolombinas entierras de un volcanismo que no ha dicho su ltima palabra, y que desde todos los

    puntos de vista posee una personalidad propia. En Amrica del Sur generalmente sedistingue una Amrica templada que ocupa el "cono sur" del continente y quecomprende a Argentina, Uruguay y Chile, que por su clima, sus cultivos y su poblacines la parte ms cercana al Viejo Mundo, y una Amrica tropical, en donde generalmentese clasifica a los pases andinos, Paraguay y Brasil. Por lo dems este ltimodifcilmente se deja etiquetar. Pas continente que tiene fronteras con todas las nacionessudamericanas, excepto Ecuador y Chile, comprende en efecto un sur templado,

    poblado de europeos que se dedican a cultivos mediterrneos. Sin embargo Chile, pasandino si lo es, parece ms templado que tropical; en cuanto a Bolivia, andinaciertamente, tambin es parcialmente tropical, pero vinculada histricamente a laAmrica templada, mientras que Colombia y Venezuela son a diferentes grados a la vezandinos y caribeos. Puede verse la dificultad de establecer esas clasificaciones.Podemos pensar que la poblacin es un indicador mejor y ms manejable para una

    tipologa rigurosa. Es cierto que se encuentra cierta correspondencia entre climas ypoblaciones, en conexin sobre todo con los tipos de culturas histricamenteprivilegiadas. En efecto la distribucin regional de los tres componentes de la poblacinamericana-el sustrato amerindio, los descendientes de la mano de obra esclava africana,y la inmigracin europea del siglo XIX-dibuja zonas de dominante identificable.Decimos dominante, pues las naciones mestizas son las ms numerosas y, a menudo, ensociedades de poblacin compleja, se yuxtaponen espacios tnicamente homogneos.As, en Colombia, los resguardos indgenas de las "tierras fras" de altura a menudoestn en contacto con los valles "negros" de las "tierras calientes". Groseramente,

    podemos sin embargo distinguir: una zona de densa poblacin india que abarca laAmrica media y el noroeste de Amrica del Sur, donde florecieron las grandes

    civilizaciones; de las Amricas negras al noreste en el permetro caribeo, Antillas yBrasil, ligadas a la gran especulacin azucarera de la poca colonial sobre todo; yfinalmente un sur, pero sobre todo un sureste "blanco", tierra templada que recibi a lamano de obra libre europea, que se disemin all a partir del ltimo cuarto del sigloXIX.Utilizando las mismas variables, el antroplogo brasileo Darcy Ribeiro ha propuestouna tipologa que no carece de atractivo aun cuando podamos juzgarla ideolgicamenteartificiosa. Distingue tres categoras de sociedades: los pueblos testigos, los pueblostrasplantados y los pueblos nuevos. Los pueblos testigos en sus variedadesmesoamericana o andina , son los descendientes de las grandes civilizaciones azteca,maya e inca. Corresponden pues a esos pases donde la poblacin de indgenas esrelativamente elevada, lo cual significa entre otras cosas que una importante fraccin dela poblacin habla otra lengua verncula y que en las comunidades autctonas ha hecho

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    poca mella la civilizacin europea. As ocurre en el caso de la Amrica media,Guatemala con cerca de 50% de indgenas, pero tambin Nicaragua o El Salvador queslo cuenta con el 20%, muy aculturados, u Honduras con menos del 10% (cifras quedeben manejarse con todas las reservas que merece la definicin de indgena en esecontinente). Mxico igualmente con apenas el 15% de ciudadanos que hablan una

    lengua india pero que tiene concentraciones muy grandes en algunos estados del sur(Oaxaca, Chiapas, Yucatn), y reivindica el pasado de los "vencidos" en su ideologanacional. En la zona incaica, los indgenas que hablan quechua y aymar constituyenhasta el 50% de la poblacin de Pec, de Bolivia y de Ecuador, tambin all con grandesconcentraciones en las zonas rurales montaosas.

    Los pueblos transplantados, forman la Amrica blanca: simtricos de losangloamericanos del norte, son los rioplatenses de Uruguay y Argentina. En esas tierrasde poblacin reciente donde indgenas nmadas de escaso nivel cultural fuerondespiadadamente eliminados antes de la oleada inmigratoria, naci una especie deEuropa austral. Sin embargo esos espacios aparentemente abiertos, al igual que NuevaZelanda, Australia o Estados Unidos, presentan caractersticas sociales diferentes, lo

    cual explica su evolucin posterior. Su singularidad es fuerte. Los argentinos seenorgullecan a principios de siglo de ser el "nico pas blanco al sur de Canad". Y esas

    prolongaciones del Viejo Mundo que por mucho tiempo ignoraron el continente no sesentan muy "sudamericanas" que digamos sino hasta fechas recientes.Finalmente lospueblos nuevos, entre los cuales Darcy Ribeiro coloca a Brasil,Colombia, Venezuela, as como a Chile y las Antillas, son producto del mestizaje

    biolgico y cultural. Para l, all est la verdadera Amrica, aquella, donde en el crisolracial de dimensiones planetarias, se forja la "raza csmica" del futuro cantado por JosVasconcelos. Esa clasificacin, incluso as jerarquizada, posee cierta lgica y contribuyea dar una apreciacin global ms clara de la rosa de los vientos latinoamericana.

    Sin querer multiplicar las clasificaciones, no es intil introducir una ltima, basada en lahomogeneidad cultural y la importancia del sector tradicional de la sociedad. Estastipologas son tan arbitrarias como los criterios elegidos para construirlas, peroindudablemente son indispensables para aportar los matices necesarios para un estudiotransversal de los fenmenos sociales continentales.Si se toma camo indicador la ms o menos grande homogeneidad cultural,estimndosela en funcin del grado de integracin social y de la existencia de una ovarias culturas en el seno de la sociedad nacional, es posible discernir tres grupos:-Homogneos: Argentina, Chile, Uruguay; en un menor grade Hait, El Salvador yVenezuela.-Heterogneos: Guatemala, Ecuador, Bolivia, Per.

    -En vias de hamogeneizacin: Brasil, Mxico, Colombia. Los criterios de semejanteclasificacin pueden ser considerados eminentemente subjetivos. El grado detradicionalismo puede medirse mejor pues las ms de las veces coincide con laimportancia del sector agrario y del analfabetismo. Bajo este ngulo estaran los pasesms tradicionales como: Hait, Honduras, Paraguay, El Salvador, Guatemala y Bolivia,mientras seran modernas las sociedades de Argentina, Chile, Uruguav, Colombia yVenezuela o Cuba.La multiplicacin de las tipologas permite circunscribir cierta cantidad de pases en losdos extremos de la cadena; da una idea aproximativa, grosera, es verdad, pero til, delas diferencias y, por consiguiente, del abanico de realidades sociales heterogneas que

    se ocultan bajo la etiqueta abarcatodo de Amrica Latina, sin por ello ceder a losespejismos del particularismo nacional y de la singularidad histrica. Dos dimensiones

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    capitales que sin embargo no proporcionan las claves que buscamos, ya que stas slopueden provenir de un incesante vaivn entre los mltiples niveles de una aprehensinglobal de las similitudes y las diferencias, de lo continental a lo local pasando por lanacin y la regin.

    ORIENTACIN BIBLIOGRFICABastide, Roger,Les Amriques noires. La civilisation africaine dans le Nouveau Monde,Pars, Payot, 1967.Beyhaut, Gustavo,Raices contemporneas de Amrica Latina, Buenos Aires, Eudeba,1962.Chaunu, Pierre,L'Amrique et les Amriques, Pars, Colin, 1964.Chevalier, Franois,Amrica Latina: de la independencia a nuestros das, Barcelona,Labor.Germani, Gino, "Amrica Latina y el Tercer Mundo", en Aportes, nm. 10, Pars,octubre 1968.Halpern Donghi, Tulio,Historia contempornea de Amrica Latina, Madrid, Alianza,1969.Lvi-Strauss, Claude, Tristes trpicos, Buenos Aires, Eudeba.Manigat, Leslie,volutions et rvolations: I'Amrique latine au XXe. sicle (1889-1939), Pars, Richelieu, 1973.Martiniere, Guy, Les Amriques latines. Une histoire conomique, Grenoble, PressesUniversitaires de Grenoble, 1978.Mtraux, Alfred,Les indiens de l'Amrique du sud, Pars, A.-M. Mtaili, 1982.Ribeiro, Darcy,Las Amricas y la civilizacin, Buenos Aires, Centro Editor de AmricaLatina, 1969, 3 vols.Romano, Ruggiero,Los conquistadores, Buenos Aires, Abril.Soustelle, Jacques,Los cuatro soles: origen y ocaso de las culturas, Madrid,Guadarrama.Tapi, V.L.,Histoire de l'Amrique latine au XlXe. sicle, Paris, Aubier, 1945.

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    LA CULTURA LATINOAMERICANA

    Darcy Ribeiro

    1. Las Amricas en el mundo

    Al desprenderse la Amrica de la monarqua espaola, se ha encontrado semejante alImperio Romano, cuando aquella enorme masa cay dispersa en medio del antiguomundo. Cada desmembracin form entonces una nacin independiente, conforme a susituacin o a sus intereses; pero con la diferencia de que aquellos miembros volvan arestablecer sus primeras asociaciones. Nosotros ni conservamos vestigios de lo que fueen otro tiempo: no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre losaborgenes y los espaoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, noshallamos en el conflicto de disputar a los naturales los ttulos de posesin y demantenernos en el pas que nos vio nacer, contra la aposicin de los invasores; asnuestro caso es el ms extraordinario y complicado.

    Bolvar,Discurso de Angostura

    La indagacin de Bolvar sigue resonando. Qu somos nosotros los pueblosamericanos, entre los pueblos, las civilizaciones? Mucho se ha escrito sobre el tema.Demasiado incluso sobre aspectos circunstanciales y anecdticos. Muy poco,lamentablemente, sobre su totalidad.

    Esta carencia se debe principalmente a la falta de una teora general explicativa delproceso de formacin y transfiguracin de los pueblos. Lo que ha ocupado el lugar de

    esta teora son los relatos etnocntricos de secuencias histricas -principalmenteeuropeas- y apreciaciones eurocentricas de los efectos del impacto de la civilizacinsobre poblaciones de ultramar. Unas y otras construidas ingenuamente por la seriecronolgica de eventos singulares --en trminos de antecedentes y consecuentes- lareconstruccin hipottica de civilizaciones y el relato de ciertos acontecimientosespectaculares. En algunos casos, esas narrativas son elevadas a la condicin deinterpretaciones de las etapas o pasos unilineares de una progresin necesaria de laevolucin humana por la cual todos los pueblos habran pasado.

    El defecto de esta ltima forma de explicacin no est, sin embargo, como creenalgunos, en la postura evolucionista implcita. De hecho, a nuestro modo de ver,

    ninguna explicacin para ese orden de problemas puede ser encontrada fuera de unateora general de la evolucin sociocultural esta, con todo, debe ser elaborada confundamento en una base temporal y espacial mucho ms amplia que la proporcionada

    por el fondo histrico europeo. Slo as se podr hablar de categoras realmentesignificativas en trminos universales y no de meras teorizaciones de la historiaeuropea. Para ese efecto, los esfuerzos de generalizacin deben ser realizados a partir deun cuadro ms representativo, dentro del cual Europa no sera un arquetipo, sino unavariante tan marcada de singularidades cuanto cualquiera otra corriente civilizatoria

    particular.

    Esta ampliacin de la perspectiva histrica es imperativa para nosotros, americanos. Lo

    es, por igual para todos los pueblos extraeuropeos como los islmicos, los indios, loschinos, los africanos, cuyos modos de ser y cuya posicin en la evolucin humana slo

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    pueden ser comprendidos sobre la base de una teora fundada en lo que tienen de comnen tanto, que cristalizaciones singulares de etapas necesarias del proceso general deformacin y transformacin de los pueblos.

    En las ltimas dcadas algunos antroplogos empezaron a enfrentar esas cuestiones con

    el propsito de proporcionar por lo menos nuevas fuentes tericas para la interpretacindel proceso de formacin de los pueblos americanos. Nuestra propia tentativapresentada en un estudio sobre la evolucin sociocultural publicado en 1968 y otrosobre las configuraciones histrico-culturales de los pueblos americanos (1970) se citaentre estos esfuerzos. En la presente introduccin utilizaremos algunos esquemasconceptuales desarrollados en aquellos trabajos, volviendo a definirlos cuando seanecesario.

    En lo que se refiere al presente ensayo, tales esquemas pueden ser reducidos a tresenfoques distintos pero complementarios. Primero, una clasificacin de las etapasgenerales de la evolucin que permita definir las formaciones econmico-sociales

    discernibles en las Amricas del pasado y del presente. Segundo, un estudio de lasconfiguraciones histrico-culturales, en tanto que grandes categoras de puebloshomogeneizados por procesos similares de formacin. Tercero, una apreciacin de lasvicisitudes experimentada, por las tradiciones culturales europeas en su trasplante paralos espacios americanos y en su adopcin por nuevas gentes, indgenas y africanos, quetenan caractersticas culturales propias.

    2.Existe una Amrica Latina?

    No puede haber duda que s existe. Profundicemos, sin embargo, su verdaderasignificacin. En el plano lingustico-cultural nosotros, los latinoamericanos,constituimos una categora quizs tan poco homognea como el mundo neobritnico delos pueblos que hablan predominantemente el ingls. Esto puede parecer insuficiente

    para los que hablan de Amrica Latina como una entidad concreta, uniforme y actuante,olvidndose de que dentro de esta categora estn incluidos, entre otros, los brasileos,los argentinos, los mexicanos, los haitianos y la intrusin francesa del Canad, debido asu uniformidad esencial de neolatinos. Es decir, pueblos tan diferenciados unos de losotros como los norteamericanos lo son de los australianos y de los africaneer,porejemplo. La simple enumeracin muestra la amplitud de las dos categoras y su escasautilidad.

    Reduciendo la escala de latinos para ibricos encontramos una unidad un poco msuniforme. En verdad bien poco homognea porque apenas excluira los descendientes dela colonizacin francesa. Continuaran dentro de esa categora, los brasileos, loscubanos, los puertorriqueos, los chilenos, etc. Del punto de vista de cada una de esasnacionalidades, su propia substancia nacional tiene mucho mas singularidad y vigor queel denominador comn que los hace iberoamericanos.

    Si reducimos ms todava la escala, podemos distinguir dos categoras contrastantes. Uncontenido lberoamericano que congrega a todos los dems. Las diferencias entre unos yotros son por lo menos tan relevantes como las que distinguen a Portugal de Espaa.Como se ve poco significativa, dada la pequea variacin lingustica que no llega a ser

    un obstculo para la comunicacin y dada la historia comn, interactuante, aunquealgunas veces conflictiva.

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    Volviendo a mirar el conjunto de Amrica Latina se observan ciertas presencias yausencias que colorean y diversifican el cuadro. Por ejemplo, la presencia indgena esnotoria en Guatemala, Mxico, Altiplano Andino y como herencia que se afirma hastaen el plano lingustico, tambin en Paraguay y en proporcin menor en Chile. Tal

    caracterstica permitir componer una categora aparte de indoamericanos? Es im-probable que por esta lnea se alcance una tipologa explicativa. Todos los puebloslatinoamericanos tienen en el aborigen una de sus matrices genticas y culturales, perosu contribucin fue de tal forma absorbida que, cualquiera sea el destino de las

    poblaciones indgenas sobrevivientes, no afectar de modo considerable el destinonacional ni alterar mucho su constitucin tnica. En otras palabras: la micegenacin,absorcin y europeizacin de las pablaciones indgenas se cumpli o est en marcha ytiende a homogeneizar -aunque no a fundir- todas las matrices tnicas convirtindolasen modos diferenciados de participacin en una misma etnia nacional.

    Otro componente que diferencia el cuadro prestndole aspectos particulares es la

    presencia del negro africano que se concentra en forma masiva en la costa brasilea dems antigua colonizacin y en las areas mineral, y tambin en las Antillas dondefloreci la plantacin azucarera. Fuera de esas regiones se encuentran diversos bolsonesnegros en Venezuela, Colombia, Guayanas, Per y en algunas reas de Amrica Central.Tambin en este caso, la absorcin y asimilacin se logr a un punto tal queamericaniz ese contingente de la misma forma que a los dems o quizs en una formams completa que cualesquiera otros. Es cierto que reminiscencias africanas en elfolklore , en la msica y en la religin son palpables en las reas donde la afluencianegra fue mayor. Su persistencia slo se explica, con todo, por las condiciones demarginalidad de esas poblaciones y en ningn caso constituyen quistes inasimilables yaspirantes a la autonoma.

    Otras intrusiones como la de los japoneses en Brasil, los chinos en Per, los indios enlas Antillas, igualmente diferencian algunas reas, prestando un sabor especial a sucocina y afirmndose en algunas esferas ms. Lo sealable en estos casos, como ocurretambin en relacin con los negros, es que estamos en presencia de contingentes quetraen en s una marca racial distintiva respecto al resto de la poblacin. Este hecho tiene,obviamente, consecuencias. Principalmente la de no facilitar el reconocimiento de unaasimilacin ya cumplida o que slo no se cumple cabalmente debido a la persistencia demarcas raciales que permiten seguir tratando como negro o como nizei (el descendientedel japons), o como chino, o como indiano, a personas que slo son tales en su

    fenotipo, dada su aculturacin plena y su integracin en el cuadro tnico nacional.Los antroplogos particularmente interesados en las singularidades de estas poblaciones

    produjeron una vasta literatura que resalta, quizs en forma excesiva, las diferencias.Realmente es posible elaborar largas listas de sobrevivencias culturales que permitanvincular esos ncleos a sus matrices de origen. Sin embargo, otra vez las semejanzasson ms significativas que las diferencias, ya que todos esos contingentes estan

    plenamente "americanizados". En el plano lingustico y cultural son gente de su pas yhasta "nuestra gente" en la identificacin emocional corriente de las poblaciones conque conviven. Sus peculiaridades tendientes a desvanecerse -apenas los hecen miembrosdiferenciables de la comunidad nacional en razn de su remoto origen. Lo mismo ocurre

    con los componentes de contingentes europeos no ibricos llegados en poca msreciente. Cada uno de ellos representa una forma especial de participacin, ni superior

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    ni inferior en el ser nacional que permite definirlos restrictivamente como, por ejemplo,sino peruanos, italoargentinos, teutochilenos, nipobrasileos o brasileos de origenmusulmn, etc.

    Aunque por encima de todos los factores de diversificacin sobresalgan los de

    uniformidad, ciertas diferencias visibles pueden alcanzar, a veces, un sentido socialdiscriminatorio. Es el caso, por ejemplo, del paralelismo entre el color de la piel y lapobreza que da lugar a una estratificacin social de base tnica. As, los contingentesnegros e indgenas que tuvieron que enfrentar enormes obstculos para ascender de lacondicin de esclavos a la de proletarios se concentraron principalmente en las capasms pobres de la poblacin. Todava hoy pesa sobre ellos una discriminacin

    proveniente de la expectativa generalizada de que ocupen posiciones subalternas, la cualdificulta su ascenso a los anaqueles ms altos de la escala social. Aparentemente, elfactor causal se ubica en la presencia de una marca racial estigmatoria, cuando de hechoslo se explica por las vicisitudes del proceso histrico.

    De cualquier modo, el hecho es que el color de la piel o ciertos rasgos fenotipicos delnegro y del indgena, operando como indicadores de una condicin social inferior,siguen siendo un punto de referencia para los preconceptos que pesan sobre ellos.

    Aunque presente en Amrica Latina, y a menudo en forma acentuada, el prejuicio racialnunca asume el carcter discriminatorio y el peso aislacionista que se observa, porejemplo, en los Estados Unidos. All la discriminacin recae sobre los descendientes deafricanos o indgenas, cualquiera que sea la intensidad de la marca racial que porten,tendiendo a excluirlos del cuerpo social por considerar indeseable la mezcla de ellos. EnAmrica Latina, el prejuicio racial es predominantemente de marca yno de origen(Oracy Nogeuria, 1955). Es decir, recae sobre una persona en proporcin a sus rasgosracialmcnte diferenciadores e implcitamente incentiva la miscigenacin porque aspira a"blanquear" y homogeneizar a toda la pablacin. No obstante, se trata, sin duda, de un

    prejuicio racial porque la sociedad slo admite al negro o al indgena como futurosmestizos, rechazando su tipo racial como ideal de lo humano. Pero se trata de un

    prejuicio menos grave porque discrimina el fenotipo negroide e indgena por no estartodava diluido en la pablacin mayoritariamente mestiza, cuyo ideal de relacionesinterraciales es la fusin.

    Por encima de las lneas cruzadas de tantos factores de diferenciacin -el origen delcolonizador, la presencia o ausencia del contingente indgena y africano y de otros

    componentes- lo que sobresale en el mundo latinoamericano es la unidad del productoresultante de la expansin ibrica. Con todos esos contingentes -presentes en mayor omenor proporcin en una u otra regin- se edificaron sociedades nacionales cuyas

    pablaciones son el producto del cruzamiento y que quieren seguir fusionndose. Enningn caso encontramos a los araucanos o a los andinos originales; ni a los europeos oasiaticos o africanos tal como eran cuando se desprendieron de sus matrices. Todos sonnoamericanos cuya visin del mundo, cuyos modos de vida, cuyas aspiraciones-esencialmente idnticas- hacen de ellos uno de los rostros del fenmeno humano. Encierto sentido ms humano porque, amalgamando gente procedente de todos loscuadrantes de la tienra, se crearon pueblos mestizos que guardan en s, en sus carastnico-culturales, herencias tomadas de todas las matrices de la humanidad. Estas

    herencias, al difundirse en lugar de concentrarse en quistes tnicos y al imponerse a lamatriz bsica -principalmente ibrica, en algunos pases, principalmente indgena o

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    africana en otros- matizaron el panel latinoamericano sin quebrantarlo en componentesopuestos unos a los otros. Lo que se destaca como explicativo es, pues, una vez ms, launiformidad y el proceso de homogeneizacin.

    Esa misma homogeneizacin en curso es notoria en otros planos como el lingustico y el

    cultural. En efecto, las lenguas habladas en Amrica Latina y los respectivos complejosculturales son mucho mas homogeneos que los existentes en las respectivas nacionescolonizadoras, y tal vez que los de cualquier otra rea del mundo excepto laneobritnica. En efecto, el castellano, el portugus y el ingls hablados en las Amricasexperimentaron menor nmero de variaciones regionales que los de las naciones deorigen. El castellano hablado en Amrica Latina, a pesar de cubrir una extentisima reay variar regionalmente en cuanto al acento, no deriv en ningn dialecto, mientras queen Espaa se siguen hablando varias lenguas mutuamente ininteligibles. Lo mismoocurre en relacin con la lengua portuguesa y con la inglesa. Es decir: los espaoles,

    portugueses e ingleses que jams lograron deglutir y asimilar los bolsones lingustico-dialectales de sus reducidos territorios, al trasladarse a las Amricas impusieron a sus

    colonias, inmensamente mayores, una uniformidad lingustica casi absoluta y unahomogeneidad cultural igualmente notoria.

    Saliendo del plano lingustico-cultural, la expresin Amrica Latina alcanzaconnotaciones an ms significativas. Tales son, primero, las provenientes de laoposicin entre angloamericanos y latinoamericanos que, adems de sus diversoscontenidos culturales contrastan fuertemente en cuanto a antagonismossocioeconmicos, As, los dos componentes se alternan como la Amrica pobre y laAmrica rica, con posiciones y relaciones asimtricas de podero en un polo ydependencia en el otro. Se puede decir que, de cierta forma, es principalmente comoalternos de la "Amrica rica" que los latinoamericanos se renen bajo una mismarbrica. Otra connotacin bipolar deviene de la visin de otros pueblos respecto aAmrica Latina que unifican y confunden nuestros pases como variante de un mismo

    padrn de pueblos, resultantes todos de la colonizacin ibrica y percibidos todos comoatrasados y subdesarrollados. Esta visin arquitectnica externa, pese a ser construidacon las ventajas e inconvenientes de la distancia y de la simplificacin tal vez sea la msverdadera. Por qu insistimos en que somos brasileos y no argentinos, que nuestracapital es Brasilia y no Buenos Aires? O que somos chilenos y no venezolanos, o quenuestros ancestros indgenas son los incas porque los aztecas son de los mexicanos? Elobservador lejano podra argumentar: Acaso no son todos ustedes descendientes de lamatriz indgena? Los resultantes de la colonizacin ibrica? Los que se emanciparon

    en el curso de un mismo movimiento de descolonizacin? Los que, despus deindependientes, hipotecaron sus pases, sin distincin, a los banqueros ingleses? Losque fueron y estn siendo recolonizados por las corporaciones norteamericanas?

    Volvemos as a la uniformidad inicial. Poco importa que ella no sea percibida conclaridad en cada entidad nacional, incluso porque cada nacionalidad es un esfuerzo porresaltar singularidades como mecanismos de autoglorificacin y autoafirmacin, queslo tiene sentido para quienes participan de las mismas lealtades tnicas. Lo cierto esque ello es evidente para quienes nos miran desde fuera. Corresponde preguntar, sinembargo, a qu se debe ese poder uniformador? Qu explica la resistencia a laasimilacin de las islas lingustico culturales como en el pas vasco, el cataln o aun las

    regiones dialectales portuguesas o espaolas, en comparacin con la flexibilidad decontingentes tan diferenciados como los que formaron los pueblos latinoamericanos. La

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    explicacin reside quizs en las caractersticas destructivas del propio proceso deformacin de los pueblos americanos, que son su intencionalidad y violencia. Aqu lametrpoli colonialista tuvo un proyecto explicito de metas muy claras, actuando de laforma ms desptica. Logr, casi de inmediato, subyugar a la sociedad, paralizar a lacultura original y convertir a la poblacin en una fuerza de trabajo sumisa. Contribuy

    tambin para la homogeneizacin, la prosperidad del emprendimiento colonial, sea en laetapa del saqueo de riquezas secularmente acumuladas, sea en las variadas formasposteriores de apropiacin de la produccin mercantil. Ello permitira montar una vastaburocracia militar, gubernamental y eclesiastica que pasa a regir la vida social en cadadetalle. Las empresas productivas se implantan segn planes precisos. Las ciudadessurgen plantadas por actos de voluntad, con calles trazadas segn un padrn

    preestableeido y con edificaciones tambin moduladas de acuerdo con rasgospreescritos. Las diversas categoras tnico sociales que van formando tienen tambintoda su vida reglamentada: se establece a que empleos podran aspirar, que ropas y hastaqu tipo de joyas podran exhibir y con quin se podran casar.

    Toda esta ordenacin, tvo en mira un objetivo supremo: defender y hacer prosperar lacolonia para usufructo de la metrpoli. Y un objetivo secundario, aunque presentadocomo el fundamental: crear un brote de la sociedad metropolitana, todava ms leal queella a la ideologa catlico misionera. Las clases dominantes nativas, como gestoras deaquella conscripcin colonial y de esta reproduccin cultural, jams formaron la cumbrede una sociedad autnoma, sino una capa gerencial de custodios y legitimadores de lacolonizacin. Una vez independizadas sus sociedades, el carcter exgeno de esasclases dominantes forjado en el periodo colonial y sus propios intereses los indujeron aseguir rigiendo sus naciones como cnsules de otras metrpolis. Para eso, instituyeronuna ordenacin socio-econmica y poltica adecuada y promovieron la creatividadcultural como una representacin local de tradiciones culturales ajenas.

    La intencionalizacin del proceso llev, por un lado, a una bsqueda de racionalidad encuanto esfuerzo por obtener efectos previstos a travs de acciones eficaces. Y por otrolado, a la determinacin de alcanzar los designios de los colonizadores en forma de un

    proyecto ajeno a las aspiraciones de la masa de la poblacin conscripta como fuerza detrabajo. En ningn momento en el curso del proceso de colonizacin, estos contingentesenrolados en la produccin constituyen una comunidad para s, con aspiraciones propiasque puedan realizar, como requisitos elementales de su superviveneia y prosperidad.Constituye ms bien un combustible humano en forma de energa muscular destinado aser consumido para generar rubros mercantiles exportables.

    Poco a poco va surgiendo una contradiccin irreductible entre el proyecto delcolonizador y los intereses de la comunidad naciente. O sea, entre los propsitos y los

    procedimientos de la clase dominante-subordinada y la mayora de la poblacin objetodel emprendimiento coloniasta. Para esta poblacin el desafo planteado a lo largo desiglos fue el de madurar como un pueblo por s, consciente de sus intereses, aspirante ala coparticipacin en el comando de su propio destino. Dada la posicin clasista,tratbase de conquistar estas metas a travs de la lucha contra los grupos dominantesgestores de la vieja ordenacin social diferenciadora. Todava hoy ste es nuestrodesafo principal.

    En resumen, nadie ignora que a la contigedad continental de Amrica Latina, nocorresponde una estructura sociopoltica que la unifique. Al contrario, sobre aquella

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    base fsica se ubican dos decenas de pueblos organizados como nacionalidadesenmarcadas por singularidades, algunas de ellas bien poco viables como cuadros dentrode los cuales un pueblo puede realizar sus potencialidades. La propia unidad geogrfica

    jmas oper como factor de unificacin porque los distintos implantes coloniales de loscuales nacieron las sociedades latinoamericanas coexistieron sin convivir a lo largo de

    siglos. Cada uno de ellos se relacionaba directamente con la metrpoli colonial. Todavahoy, los latinoamericanos vivimos como si fueramos un archipilago de islas que secomunican por mar y por aire y que con ms frecuencia se vuelcan hacia afuera, a losgrandes centros econmicos mundiales, que hacia dentro. Las mismas fronteraslatinoamericanas corriendo a lo largo de la cordillera desrtica o de la selvaimpenetrable aslan ms que comunican y raramente posibilitan una convivenciamasiva.

    Pese a estos factores de diversificacin, un motor de unidad e integracin opera enAmerica Latina, tendente a uniformarla y unificarla. Ello deviene de que sea el productode un mismo proceso civilizatorio -la expansin ibrica-que aqu implant sus retoos,

    con prodigiosa capacidad de crecer y multiplicarse. Frente a esta unidad esencial delproceso civilizatorio y de sus agentes histricos, los ibricos, las otras matrices aparecencomo factores de diferenciacin. Los grupos indgenas, variados como eran en sus

    pautas culturales y en sus grados de desarrollo, slo habran contribuido a ladiversificacin si hubiesen sido el factor preponderante. Los ncleos africanos, a su vez,que provienen de una mirada de pueblos, tambin habran creado multiples rostros en elnuevo mundo, si hubiesen impuesto su impronta cultural de forma dominante.

    La unidad esencial de Amrica Latina proviene, como se ve, del proceso civilizatorioque nos plasm-especficamente la expansin mercantil ibrica generando una dinmicaque condujo a la formacin de un conjunto de pueblos, no slo singular frente al mundo,sino tambin crecientemente homogneo. Cuando sobrevino un nuevo procesocivilizatorio, impulsado por la Revolucin Industrial, Amrica Latina se emancip de laregencia ibrica, en el mismo impulso que la fragment en multiples unidadesnacionales. El proceso civilizatorio que opera en nuestros das, movido ahora por unanueva revolucin tecnolgica, tiende a reaglutinar a los pueblos latinoamericanos comouno de los rostros por el que se expresar la nueva civilizacin, y quizs engendre laentidad poltica supranacional que en el futuro ser el cuadro dentro del cual loslatinoamericanos vivirn su destino.

    Nuestro tema, en las pginas siguientes, es el estudio de la naturaleza de estos procesos

    civizatorios, de las configuraciones de pueblos que ellos plasmaron y de loscondicionamientos que ellos impusieron a la creatividad cultural en Amrica Latina.

    3. Formaciones econmico sociales

    Cmo clasificar a los pueblos americanos del pasado y del presente? Las tipologasusuales son incapaces de abarcar toda la gama de variaciones que encuentran en elorigen de su proceso de formacin. Incluyen desde tribus que vivan y viven de la cazay la recolecta de pueblos agricultores que por s solos domesticaron plantas tanesenciales como el maz, la yuca, la papa, el tabaco, el algodn, entre muchas otras; y

    diversas sociedades con desarrollo a nivel de altas civilizaciones.

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    Los primeros constituan microetnias cuya poblacin apenas alcanzaba un centenar depersonas y que no obstante eran portadores de una lengua y una cultura propias. Losltimos iban desde tribus organizadas solamente en base al parentesco hasta estadosestructurados sobre grandes territorios, y otros, todava mayores constituyendoverdaderos imperios, centros de poder asentados en metrpolis y con poblaciones de

    millones, estratificados en clases y contando con vastos cuerpos de eruditos.

    Esta era la Amrica precolombina donde el europeo desembarc en la ltima dcada delsiglo XV y que en los siglos y milenios anteriores haba edificado autrquicamenteaquellas formaciones econmico sociales, hacindolas florecer como civilizacionesorginales.

    Incluso para el perodo que sigue a la conquista y avasallamiento de los pueblosprecolombinos, no contamos con categoras tericas adecuadas. Seran "esclavistas"las sociedades coloniales y los estados estructurados luego de la Independencia? Seran"feudales" o "semifeudales"? Seran "capitalistas"? Estas categoras, tan embebidas de

    sentido cuando se aplican respectivamente a la Roma imperial, al medievo europeo, a laInglaterra victoriana aqu pierden su lozana y su capacidad explicativa. Probablemente

    porque buscan describir en trminos de una secuencia evolutiva supuestamenteuniversal a una sucesin singular del desarrollo histrico: la europea. No hay duda deque existieron civilizaciones como la egipcia; de 2000 a, C., o la rabe de 1000 d, C.,que no caben en una secuencia y que paralelamente florecieron muchas otras igualmenteexcluidas de estas simples categoras. Como se ve, estamos delante de una teorizacinsatisfactoria en el plano emocional y dignificatoria para la perspectiva histrica europea,

    pero suficiente e inadmisible en el plano explicativo porque, siendo calcada de una basefactual restricta y poco representativa, es inaceptable para una visin ms amplia eincluyente.

    Adems de sus percances en el plano de la universalidad, estas categoras son tambindeficientes en el terreno mismo de la historicida. Esto porque traen implicita la idea deuna concatenacin histrica concreta de predecesores y sucesores que colocara en unamisma lnea ininterrumpida a los griegos y romanos y a los belgas y australianos. Sinembargo, cabe preguntar: Sern los griegos y romanos abuelos de los europeos, como astos les gusta pensar? O sern aquellos ms bien ancestros de Bizancio y del Islam alos cuales legaron el mando, las tcnicas, el saber y el arte, en una poca en que laEuropa feudalizada no poda heredarlo? Por otro lado, seran feudales todas lassociedades europeas precapitalistas? Caben, por ejemplo, en la misma categora los

    pueblos ibricos del siglo XVI, unificados e impulsados por un fuerte impulsoexpansionista y los principados germnicos de la poca, dispersos y desarticulados?

    Trtase visiblemente de construcciones eurocntricas con dos efectos deformantes.Primero, el de explicar el mundo actual a partir de una visin circunstancial que,elaborando una secuencia histrica en que se sucedieron respectivamente, esclavismo,feudalismo y capitalismo, promueve esa secuencia a la categora de etapas de una lneaevolutiva necesaria para todo el ecumene cuando, de hecho, ella se basa apenas en lainterpretacin de la historia europea. Segundo, el de producir un punto ciego para lostericos europeos, los cuales, creyendo comprobar un esquema terico nicamente consu propia experiencia histrica, se incapacitan para percibir todo lo dems. En

    consecuencia, deforman la historia humana al proyectar sobre ella sus categorasetnocntricas.

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    La comprensin del proceso de formacin de los pueblos americanos en trminos deetapas de la evolucin sociocultural no puede ser alcanzada dentro de este cuadro

    porque l no corresponde a los hechos referentes al mundo extraeuropeo y no puedeexplicarlos. Estos, a su vez, sumados a lo que hoy se conoce respecto de otras corrientes

    civilizatorias pueden proveernos una base ms amplia e inclusive para rehacer el propioesquema evolutivo. Slo por ese camino, el de repensar la teora de la evolucin a partirde nuestra experiencia de pueblos extra-europeos, podemos corregir las limitaciones dela perspectiva eurocntrica, creando un esquema conceptual ms comprensivo queexplique mejor nuestra propia posicin e incluso interprete mejor la posicin de los

    pueblos europeos, como una variante que son de las potencialidades de realizacin delfenmeno humano. Procuramos contribuir a la comprensin de este problema en unestudio anterior (1968). El esquema conceptual que elaboramos se base en laredefinicin de una serie de conceptos y en su integracin en forma de una teorageneral explicativa, aunque larval. La directriz fundamental radica en el conocimientode que la evolucin sociocultural puede ser reconstituida con base en una serie de

    revoluciones tecnolgicas generadoras de multiples procesos civilizatorios que dieronnacimiento a diversas formaciones econmico sociales o socioculturales. En estecontexto las revoluciones tecnolgicas consisten en transformaciones prodigiosas en lastcnicas productivas que, una vez maduradas, generan antagonismos con las formasanteriores de asociacin y con los cuerpos ideolgicos vigentes, provocando cambiossociales y culturales tendientes a rehacer los modos de ser y de pensar de las sociedades

    por ellos afectadas.

    Los procesos civilizatorios desencadenados por las revoluciones tecnolgicas, operandopor diversas vas, provocan el surgimiento de focos dinmicos correspondientes apueblos activados por el dominio de la nueva tecnologa. Estos focos difundindosesobre reas contiguas o lejanas constituyen, merced de la interaccin con otros pueblos,constelaciones macrotnicas estructuradas en forma de imperio ms o menosrgidamente aglutinados. Todos los pueblos enrolados en esos movimientos setransfiguran. Pero lo hacen en dos formas distintas segn experimentan susmovimientos acelerativos de autoconstruccin que los modelan como pueblosautnomos que existen para s mismos; o movimientos reflejos de actualizacin omodernizacin que plasman pueblos dependientes, objeto de dominio colonial de los

    primeros.

    A cierta altura, stos maduran y tienden a reverter sobre el centro rector para liberarse

    de su yugo. A estas reversiones se suceden con frecuencia perodos de regresin ofeudalizacin en que la antigua unidad imperial se quebranta en miradas de nucleosautrquicos hasta que uno de ellos se activa y se expande, reproduciendo el proceso enforma de una nueva expansin imperial, esencialmente igual a la anterior si sudinamizacin ocurre en el cuerpo del mismo proceso civilizatorio, o sea, con base en lamisma revolucin tecnolgica. El feudalismo no constituye, en esta concepcinevolutiva, sino ms bien una represin provocada, sea por la reversin del contextodominado sobre el centro rector, sea por la saturacin de las potencialidades de unacivilizacin a raz del agotamiento de sus recursos, sea por la explosin de las tensionesgeneradas entre clases antagnicas dentro de la misma sociedad.

    Como se ve, los procesos civilizatorios corresponden tanto a movimientos detransfiguracin interna de una sociedad activada por una revolucin tecnolgica, como a

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    la propagacin de sus efectos sobre contextos socioculturales distintos, a travs de laexpansin colonial.

    Del punto de vista de la etnia que se activa y se expande, el proceso civilizatorio es unmovimiento de aceleracin evolutiva mediante el cual asciende de una a otra etapa

    evolutiva, preservando su autonoma en el comando de su propio destino. Del punto devista de los pueblos alcanzados por estos impulsos de expansin, el proceso civilizatorioes un movimiento de actualizacin o incorporacin histrica que los coloca bajo eldominio de un centro rector, hacindolos transitar tambin de una a otra etapa evolutiva,

    pero con prdidas de su autonoma y mediante su conversin en proletariado externo deotros pueblos. Es decir, como proveedores de fuerza de trabajo o de productosdestinados a promover la prosperidad ajena.

    En ambos casos, procesos traumticos de transfiguracin tnica tienen lugar. En elprimer caso, con todo, operan mcanismos autocorrectivos, que compensan los factoresdisociativos, revigorizando las respectivas sociedades al mismo tiempo en que ellas se

    transfiguran. En el segundo caso-de actualizacin o incorporcin histrica-es frecuenteuna completa traumatizacin de la sociedad avasallada. Esto ocurre cuando hay unadrstica deculturacin de la poblacin, sea en su propio territorio, sea en las reas paradonde es trasladada, en la condicin de esclava. Ocurre algo similar en los casos deaculturacin compulsiva que no deja la disyuntiva de elegir entre los elementos extraosque se ofrecen y menos todava de preservar formas propias de ordenacin social y dedistribucin de los productos del trabajo.

    Como la incorporcin histrica es siempre ejercida por un pueblo activado por unarevolucin tecnolgica, el proceso supone una superioridad en lo que se refiere asectores especficos de la tecnologa, y en consecuencia, establece relacionesasimtricas e intrnsecamente de expoliacin entre el dominador y el dominado. Lasuperioridad a que nos referimos se circunscribe a la revolucin tecnolgicaexperimentada previamente y no a la cultura como totalidad. Sin embargo, armada delos poderes provenientes del desfasaje evolutivo, la cultura de la sociedad en expansintiende a imponerse-salvo casos excepcionales-a la sociedad dominda, impugnando sustradiciones con nuevos cuerpos de valores y provocando una verdadera transfiguracincultural.

    El cuadro I retrata las revoluciones tecnolgicas, los procesos civilizatorios y lasrespectivas formaciones econmico-sociales mencionando para cada una de ellas un

    ejemplo americano en los casos de haber ocurrido, que son la mayora. En ese cuadro sepuede observar la sucesin de las revoluciones tecnolgicas que, partiendo de larevolucin agrcola van hasta la revolucin termonuclear, y tambin las respectivasformaciones econmico-sociales que van desde las aldeas agrcolas indiferenciadashasta las formaciones socialistas. Por l se verifica que estn representadas en Amricalos modelos bsicos de la evolucin humana.

    Sin embargo, algunas formaciones no ocurrieron aqu. Tales son, las correspondientes alos estados rurales artesanales de modelo privatista, basados en la propiedad privada; lasformaciones surgidas por el desencadenamiento de la revolucin metalrgica que,difundiendo el uso de instrumentos de hierro, permiti la expansin de ciertos estados

    rurales artesanales sobre vastas reas forestales de clima templado, madurando algunos

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    de ellos como Imperios Mercantiles esclavistas como fue el caso de la expansin griegay romana.

    Estn ausentes, por igual, las expansiones de hordas pastoriles nmadas, en virtud de locual las poblaciones americanas dejaron de experimentar su gran poder dinamizador. En

    efecto, este tipo de expansin activ diversos pueblos pastoriles nmadas y los arrojsobre altas civilizaciones como lo ejemplifican los "pueblos de arena" del contexto de lacivilizacin egipcia a la cual avasallaron varias veces los "brbaros" que destruyeron elImperio Romano y los trtaros-mongoles que varias veces invadieron y feudalizaron a laIndia y a China. En todos estos casos, destruyeron altas civilizaciones y las sumergieronen regresiones feudales. Falt, todava en las Amricas, la revolucin pastoril que, a

    partir del siglo XI activ pueblos nmadas islmicos lanzandolos sobre reasfeudalizadas pero ya ahora con la capacidad de activarlas y reaglutinarlas en una nuevaformacin: los imperios despticos salvacionistas.

    Todas las dems revoluciones tecnolgicas y los modelos generales de procesos

    civilizatorios estn presentes en las Amricas, bien como las formaciones econmico-sociales a ellos correspondientes. Existe, empero, una diferencia basica entre la

    progresin anterior a 1500 y la posterior. La primera fue un desarrollo ms bienautrquico que condujo innumerables pueblos a experimentar en forma independientemovimientos de aceleracin evolutiva. Es decir en todos los continentes se gestaronautnomamente innovaciones correspondientes a las primeras revolucionestecnolgicas, produciendo en todas partes los mismos efectos. La progresin posterior a1500 fue, al contrario, unitaria, difundiendose a todo el ecumene a partir de los primerosfocos, principalmente a travs de movimientos reflejos. Desde entonces, la evolucinhumana y la historia universal empiezan a marchar sobre los mismos rieles, integrandotodos los pueblos en los mismos procesos civilizatorios.

    Europa, activada por la revolucin mercantil (siglo XVII) y despus la RevolucinIndustrial (siglo XVIII), madur por aceleracin evolutiva algunos ncleos civilizadoresque se expandieron bajo la forma de movimientos de incorporacin o de actualizacinhistrica sobre el mundo, estancando procesos de maduracin de otras civilizacionestodava vivientes. Lospueblos americanos, as como los africanos y asiticosavasallados y en gran parte exterminados en este movimiento, vieron detenida sucreatividad civilizadora propia y fueron colonizados y convertidos en proetariadosexternos de potencias europeas en el curso de un proceso civilizatorio nico que yaentonces abarcaba el mundo entero.

    Movimientos de incorporacin histrica ocurrieron tambin en el perodoprecolombino, a travs de la dinamizacin de ncleos activados por revolucionestecnolgicas que se expandieron sobre sus contextos configurando grandes imperios,como el inca y el azteca. Entretanto, los que siguieron, regidos por potencias europeas,

    paralizaron drsticamente las lneas evolutivas anteriores.

    El proceso de transfiguracin tnica que tuvo lugar desde entonces fue tambin muchoms violento y continuado que en otras reas. Las sociedades africanas, por ejemplo,aunque diezmadas como proveedoras de millones de esclavos, pudieron preservar unarelativa autonoma tnica, al paso que todas las poblaciones indgenas americanas que

    sufrieron el impacto de la expansin europea se vieron atrapadas en forma permanente,traumatizadas y transfiguradas.

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    El impacto europeo sobre las altas civilizaciones orientales fue tambin ms violento.As es que los chinos, los indios y despus los egipcios, turcos e indochinos pudieronconservar, en buena medida, su autonoma cultural y el cuadro de su civilizacin,resistiendo a una europeizacin completa, mientras que las altas civilizaciones

    americanas fueron destruidas a tal punto que sus descendientes actuales mal pudieronconservar la memoria de su pasado. En consecuencia, son tan distintos de lo que eranoriginalmente como los propios europeos y su nica alternativa es proseguir en el

    proceso de europeizacin, ya ahora dentro de los nuevos cuadros tnicos nacionales.

    Las lneas generales de estas transfiguraciones tnicas pueden ser sumariadas entrminos de dos revoluciones tecnolgicas y de diversos procesos civilizatorios queellas generaron. Primero, la revolucin mercantil, desencadenada entre el siglo XV y elXVI la cual, al dotar a los pueblos ibricos de una nueva tecnologa asentada

    principalmente en la navegacin ocenica y las armas de fuego, les permiti liberarse dela dominacin islmica, transfigurarse internamente y en el mismo impulso lanzarse a

    una expansin en escala mundial. En ese paso, se configuran como una formacin denuevo tipo: los imperios mercantiles salvacionistas cuyas caractersticas generales seasemejan menos a las de cualquier formacin feudal o capitalista europea que a las de laformacin que ms los influy protagonizada por los pueblos islmicos: los imperiosdespticos salvacionistas. Esas semejanzas se encuentran en la tecnologa que losibricos heredaron de los musulmanes, en sus formas similares de organizacin socioeconmica y en el impulso misionero que ambos dinamiz, no obstante en un caso fueramusulmn y en el otro, cristiano.

    Estos conquistadores-cruzados irrumpieron en los territorios america-nos para dominary enganchar a sus poblaciones la primera civilizacin agrario-mercantil de mbitomundial que registra la historia. Desde entonces todos ellos fueron incorporados a unsistema econmico-fundador en una misma tecnologa bsica, estructurado segn unamisma ordenacin social, moldeados segn los mismos patrones instituciones ycompelidos a definir su visin del mundo y a conformar sus creaciones artistcas a partirde una misma tradicin y de un mismo cuerpo de estilos.

    Solamente los pueblos que vivan o se refugiaron en reas inaccesibles consiguieronescapar a esa uniformidad, marginandose de la nueva civilizacin. Sin embargo, hasta

    para ellos la preservacin de la cultura original pas a depender menos de su voluntadque de la dinmica de los nuevos procesos civilizatorios que, expandindose

    continuamente acabaran por alcanzarlos dondequiera que se refugiasen. Aquellos queencontraron en s fuerzas para resistir al avasallamiento, se vieron aislados en el cuerpode sociedades nacionales, terminando por configurarse como obsolescencias tnicassujetas a toda suerte de opresin y discriminacin.

    Aqu se coloca la pregunta: cmo un puado de hombres consigui dominar tan rpiday completamente poblaciones infinitamente ms numerosas? La cuestin es tanto msespantosa cuanto se considera que algunas de ellas-azteca, maya e inca-estabanestructuradas en formaciones econmico-sociales de modelo muy semejante al de laantigua Mesopotama, Egipto, India y China: los imperios teocrticos de regado. Esosimperios americanos contaban con una poblacin dos o tres veces mayor que la de

    Espaa, eran ms ricos y ms organizados. Sin embargo, cayeron postrados frente a laagresividad europea.

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    Lejos estamos de alcanzar una explicacin convincente para el vertiginoso colapso delas altas civilizaciones americanas entre la invasin espaola. Contribuy mucho,seguramente, la contaminacin de los pueblos conquistados con enfermedades antesdesconocidas que prontamente los tornaron inermes delante del conquistador. Otros

    factores como los que tornaron vulnerables a los egipcios frente a los hicksos porejemplo, o a los romanos enfrentados a los "barbaros" deben haber representado,probablemente, importante papel. Un tercer factor habra sido, quizs, el proveniente dela desiguladad intrnseca del intercambio que se establece entre pueblos culturalmentedesfasados en la escala evolutiva. En verdad, slo cuando contamos con una teoraelaborada sobre una base comparativa respecto de la naturaleza de los procesoscivilizatorios podremos contestar en forma objetiva a estas preguntas.

    A lo largo de toda Amrica, espaoles y portugueses estructurados como formacionesmercantiles salvacionistas implantaron, a travr de movimientos de incorparacinhistrica colonias esclavistas en las que conscribieron, primero, las poblaciones locales

    para la produccin minera y para cultivos tropicales destinados a la exportacin.Cuando y donde la mano de obra escase, debido al enorme despoblamiento porvocado

    por las enfermedades transmitidas por los europeos a grupos humanos indgenas y por eldesgaste del trabajo esclavo, ella fue siendo sustituida por esclavos trados de Africa. Enambos casos, las poblaciones esclavizadas eran desgastadas en el proceso productivo,del mismo modo como, ms tarde, se gastara carbn o petrleo, porque eran loscombustibles de una economa fundada principalmente en la energa muscular humana.

    Aun en el cauce de la misma revolucin mercantil, desencadnase, un siglo ms tarde,un segundo proceso civilizatorio que activan los ingleses, holandeses y francesesconfigurando una nueva formacin, la capitalista-mercantil, que pasa a expandirseincorporativamente sobre el ecumene. Esta expansin se torna posible tanto por factoresinternos, tales como las experiencias anteriores de estas sociedades que renovando suordenacin social les permiten ascender evolutivamente a una nueva etapa, cuanto porfactores externos, como fue la creacin por parte de los ibricos de una economamercantil de base mundial que gener una fabulosa acumulacin de riquezas, a travsdel saqueo y la explotacin de sus proletariados externos.

    Las nuevas formaciones capitalistas mercantiles entran en conflicto con las antiguasmercantil salvacionistas, que se haban expandido por las Amricas, por Africa y Asia,disputando el ejercicio de la hegemona sobre cada poblacin a fin de imponerles su

    dominacin y explotacin.Implntanse, as, por el mundo colonias mercantiles, como entrepuestos comercialesidnticos a los ibricos (excepto, quizs, por un menor celo misionero e intoleraneia) enlas reas densamente pobladas; colonias esclavistas de abastecimiento de esclavos, demineria y de plantaciones, tambin esencialmente idnticas a las creadas por

    portugueses y espaoles; y ms tarde, colonias de poblamiento, para las cuales serantrasladados contingentes europeos tornados excedentes en relacin a la capacidad delsistema capitalista industrial para ocuparlas y hacerlas producir.

    En el curso de este segundo proceso civilizatorio diversos pueblos americanos se vieron

    avasallados por los rivales del conquistador ibrico que buscaban crear sus propiosproletariados externos. Establcense, entonces, en las Antillas y en Norteamrica,

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    nuevos ncleos coloniales, algunos de los cuales logran gran prosperidad. El imperioibero-americano, pese a las ventajas representadas por la extensin y riqueza de susreas de dominacin, comien