Los Griegos HDF Kitto

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H.D.F. KITTO LOS GRIEGOS Capítulo I - INTRODUCCIÓN Capítulo II - LA FORMACIÓN DEL PUEBLO GRIEGO Capítulo III - EL PAIS Capítulo IV - HOMERO Capítulo V - LA "PÓLIS" Capítulo VI - LA GRECIA CLÁSICA: EL PERÍODO PRIMITIVO Capítulo VII - LA GRECIA CLÁSICA: EL SIGLO QUINTO Capítulo VIII - LOS GRIEGOS EN LA GUERRA Capítulo IX - LA DECADENCIA DE LA "PÓLIS Capítulo X - LA MENTE GRIEGA Capítulo XI - MITO Y RELIGIÓN Capítulo XII - VIDA Y CARÁCTER

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  • H.D.F. KITTO

    LOS GRIEGOS

    Captulo I - INTRODUCCIN

    Captulo II - LA FORMACIN DEL PUEBLO GRIEGO

    Captulo III - EL PAIS

    Captulo IV - HOMERO

    Captulo V - LA "PLIS"

    Captulo VI - LA GRECIA CLSICA: EL PERODO PRIMITIVO

    Captulo VII - LA GRECIA CLSICA: EL SIGLO QUINTO

    Captulo VIII - LOS GRIEGOS EN LA GUERRA

    Captulo IX - LA DECADENCIA DE LA "PLIS

    Captulo X - LA MENTE GRIEGA

    Captulo XI - MITO Y RELIGIN

    Captulo XII - VIDA Y CARCTER

  • INTRODUCCIN

    El lector debe aceptar por el momento como razonable la afirmacin emprica segn la

    cual en una parte del mundo, beneficiada durante siglos por un intenso proceso

    civilizador, surgi poco a poco un pueblo, no muy numeroso, ni tampoco temible por su

    poder, ni por cierto bien organizado, que forj una concepcin absolutamente nueva

    sobre la vida humana y que mostr, por vez primera, cul deba ser la funcin del

    espritu el hombre. Esta proposicin ser ampliada, y espero que tambin justificada, en

    las pginas siguientes. Podemos empezar ahora mismo esta ampliacin observando que

    los propios griegos se sintieron, de un modo simple y natural, diferentes de los otros

    pueblos por ellos conocidos. Los griegos, por lo menos los del perodo clsico, dividan

    habitualmente la familia humana en helenos y brbaros(1). Un griego preclsico,

    Homero por ejemplo, no se refiere a los "brbaros" de esta manera, y no porque fuese

    ms corts que sus descendientes, sino porque esa diferencia no se haba an

    manifestado en toda su fuerza.

    participaba en la administracin pblica -la democracia, segn el griego la entendi,

    lleg a ser una forma de gobierno que el mundo moderno no ha conocido ni puede

    conocer-; mas si no llenaba esa exigencia, l, por lo menos, se converta en "miembro" y

    no en sbdito dentro del sistema y los principios por los cuales ste se rega eran

    conocidos. El gobierno arbitrario constitua para el griego una ofensa que lo hera en lo

    ms ntimo. Por eso cuando consideraba los pases orientales, ms ricos y civilizados,

    vea en realidad cmo un rgimen de palacio, encabezado por un rey absoluto,

    gobernaba no segn las normas de los primitivos monarcas griegos, normas procedentes

    de Temis o que respondan a una ley derivada del Cielo, sino de acuerdo con su

    voluntad personal, la cual no era responsable ante los dioses, porque l mismo resultaba

    dios. El sbdito de tal amo viva en la condicin de esclavo.

    Pero eleuthera -de la cual "libertad" es solo una traduccin incompleta- encerraba una

    concepcin ms amplia que la que da a entender esta palabra moderna, aun cuando ella

    significa mucho. La esclavitud y el despotismo constituyen estados que mutilan el alma,

    pues, como dice Homero, "Zeus despoja al hombre de la mitad de su hombra, si llega

    para l el da de la servidumbre". La modalidad oriental de la obediencia chocaba al

    griego como algo no elutheron; como algo que a sus ojos afrentaba la dignidad

    humana. Incluso ante los dioses oraba el griego erguido como un hombre, aunque

    conoca tan bien como cualquiera la diferencia entre lo divino y lo humano. Saba que

    no era dios, pero tena, por lo menos, conciencia de ser hombre. Saba que los dioses se

    hallaban siempre dispuestos a castigar implacablemente al hombre que imitase a la

    divinidad y que entre las cualidades humanas les complacan sobre todo la modestia y la

    veneracin. Recordaba, sin embargo, que el dios y el hombre tenan la misma prosapia:

    "Una es la raza de los dioses y de los hombres; de una sola madre (2) obtenemos ambos

    nuestro aliento. Pero nuestros poderes son polos separados, pues nosotros no somos

    nada y para ellos el refulgente cielo brinda por siempre segura morada".

    As dice Pndaro en un admirable pasaje, a veces mal traducido por los eruditos que

    deberan conocerlo mejor, y que le hacen decir: "Una es la raza de los dioses y otra la de

    los hombres." Pero el pensamiento fundamental de Pndaro es aqu la dignidad y la

    fragilidad del hombre, lo cual constituye el origen primordial de esta nota trgica que

    resuena a lo largo de toda la literatura griega clsica. Y esta conciencia de la dignidad

    de ser hombre es lo que infunde tal impulso y tal intensidad a la palabra que

    impropiamente traducimos por "libertad".

    Pero hay algo ms. Existan otros brbaroi adems de los que vivan bajo el despotismo

    oriental. Estaban, por ejemplo, los pueblos del Norte, que vivan en tribus, estado del

  • que no haca mucho haban salido los propios griegos. En qu resida, entonces, la gran

    diferencia entre tales brbaroi y los griegos, si ello no se basaba en la superior cultura de

    stos?

    Era la siguiente: los griegos haban desarrollado una forma de comunidad que grosera y

    errneamente traducimos por "ciudad-estado", debido a que ninguna lengua moderna

    puede hacerlo mejor. La plis estimulaba y satisfaca a la vez los ms elevados instintos

    y aptitudes del hombre. Mucho tendremos que decir sobre la "ciudad-estado"; baste

    sealar aqu que ste, en su origen una asociacin local para la seguridad comn, se

    convirti en el centro de la vida moral, intelectual, esttica, social y prctica de un

    nuevo hombre, aspectos que desarrolla y enriquece como ninguna sociedad lo hizo antes

    o despus. Ha habido otras formas de sociedad poltica de tipo estable; la "ciudad-

    estado" fue el medio por el cual los griegos se esforzaron en hacer la vida de la

    comunidad y del individuo ms excelente que antes.

    Lo que un griego antiguo hubiese puesto en primer trmino entre los descubrimientos de

    sus conciudadanos era, por cierto, que ellos haban hallado el mejor modo de vivir.

    Aristteles en todo caso pensaba as, pues la frase suya que habitualmente se traduce

    por "El hombre es un animal poltico", quiere en realidad decir: "El hombre es un

    animal cuya esencia es vivir en la "ciudad-estado". Si no viva as, el ser humano se

    colocaba muy por debajo de su verdadera condicin en cuanto tiene de ms elevado y

    caracterstico. Los brbaros no alcanzaron este nivel de existencia; en ello resida la

    valla que separaba ambas concepciones.

    Al compilar esta resea de un pueblo sobre el que tantas cosas pueden decirse, me he

    permitido el lujo de escribir acerca de algunos puntos que me interesan personalmente,

    en lugar de intentar abarcar el mbito total de un modo sistemtico y tal vez apresurado.

    Adems, me he detenido en Alejandro Magno, es decir, en el perodo de declinacin de

    la ciudad-estado. Esto no se debe a que considere a La Grecia de las centurias siguientes

    como carente de significacin, sino por el contrario, a que la creo demasiado importante

    para resumirla en un somero captulo final, tal como suele hacerse por lo general. Si los

    dioses me son propicios, me referir a la Grecia helenstica y romana en el segundo

    volumen.

    Me he esforzado en hacer hablar a los griegos por s mismos, siempre que me ha sido

    posible, y espero que del conjunto ofrecido surja un cuadro claro y ecunime. No he

    querido idealizar, aunque me refiero ms a los grandes hombres que a los pequeos y

    trato preferentemente con los filsofos y no con pcaros. Los panoramas deben divisarse

    desde las cumbres; los bribones, por lo dems, son casi iguales en todas partes, si bien

    en la ndole del pcaro griego la dosis de malignidad parece haber sido superior a la de

    estupidez.

    (1) Usar el trmino "clsico" para designar el perodo que va aproximadamente desde

    la mitad del siglo VII antes de Cristo hasta las conquistas de Alejandro en la ltima

    parte del siglo IV.

    (2) "La Madre Tierra."

  • Captulo II

    LA FORMACIN DEL PUEBLO GRIEGO.

    Jenofonte cuenta una historia imperecedera que, precisamente por tener ese carcter,

    puede volver a contarse aqu. Se refiere a un incidente en la expedicin de los Diez Mil

    a travs de las terribles montaas de Armenia rumbo al Mar Negro. Estos hombres eran

    soldados mercenarios reclutados por Ciro el Joven para que lo ayudasen a echar a su

    hermanastro del trono de Persia. Ciro no les haba dicho tal cosa, pues saba muy bien

    que ningn ejrcito griego marchara voluntariamente hacia un punto distante tres meses

    del mar. Sin embargo, con engaos y halagos consigui llevarlos a la Mesopotamia. Los

    disciplinados y agueridos griegos derrotaron fcilmente al ejrcito persa, pero Ciro fue

    muerto. Sobrevino entonces para todos una situacin apremiante. De pronto los persas

    se encontraron en posesin de un ejrcito experimentado con el que nada podan hacer y

    los griegos se hallaban a tres meses de marcha de su hogar, sin conductor, sin paga y sin

    propsito, como un cuerpo no oficial, internacional, que no deba obediencia a nadie

    fuera de s mismo. Bien pudo esta fuerza convertirse en un instrumento de locura y de

    muerte, impulsada por la desesperacin; ya degenerar en bandas de ladrones, hasta verse

    aniquilada o tambin pudo incorporarse al ejrcito y al imperio persas.

    Ninguna de estas presunciones se cumpli. Los expedicionarios deseaban regresar a sus

    hogares, mas no a travs del Asia Menor, que a pesar de ser conocida ya no era una ruta

    conveniente. Resolvieron irrumpir hacia el norte, con la esperanza de alcanzar el Mar

    Negro. Eligieron general al propio Jenofonte, un caballero ateniense que result tanto

    presidente de la junta de gobierno como comandante de las fuerzas, pues el plan de

    accin se decida en comn acuerdo. Gracias a la autodisciplina que los turbulentos

    griegos solan a veces mostrar, lograron mantenerse unidos, semana tras semana, y

    prosiguieron su camino a travs de aquellas montaas desconocidas, haciendo buenas

    migas con los naturales cuando podan y luchando con ellos cuando fallaban sus

    procedimientos conciliatorios.

    Algunos perecieron, pero no muchos; pese a todo sobrevivieron como fuerza

    organizada. Un da, segn leemos en la Anbasis de Jenofonte -un relato totalmente

    despojado de la tonalidad heroica-, ste se hallaba al frente de la retaguardia mientras

    las tropas de exploracin trepaban hacia la cima de un desfiladero. Cuando los

    exploradores llegaron a la cumbre, empezaron de pronto a dar voces y a hacer gestos a

    los que venan detrs. stos se apresuraron, pensando que tenan ante s alguna otra

    tribu hostil. Al llegar, a su vez, a la colina, empezaron tambin a gritar y lo mismo

    hicieron despus las sucesivas compaias: todos gritaban y sealaban animadamente

    hacia el norte. Hasta que por fin la ansiosa retaguardia pudo or lo que todos decan:

    "Thlassa!, thlassa!". La prolongada pesadilla haba terminado, pues thlassa

    significa el "mar".

    A la distancia se divisaba el cabrilleo del agua salada y donde hubiese agua salada, el

    griego era comprendido. El camino al hogar se hallaba expedito. Como expres uno de

    los Diez Mil: "Podemos terminar nuestro viaje como Odiseo, reposando sobre nuestras

    espaldas."

    Refiero este relato, en parte por seguir el excelente principio de Herdoto segn el cual

    una buena historia nunca est de ms para el lector juicioso, en parte a causa de un

    hecho sorprendente: que esta palabra thlasa, "agua salada", tan eminentemente griega

    al parecer, no es en absoluto una palabra de este origen. Para ser ms precisos: el griego

    es un miembro de la familia de las lenguas indoeuropeas, junto con el latn, el snscrito

    y las lenguas clticas y germnicas. Estas lenguas fueron llevadas por migraciones

  • desde algn lugar de Europa central hacia el sudeste, hacia Persia y la India, de suerte

    que el raj indio es pariente del rex latino y del roi francs; hacia el sur, a las pennsulas

    balcnicas e itlica, y hacia el oeste hasta Irlanda. Sin embargo, la voz empleada para

    designar una cosa tan griega como el mar no es indoeuropea. Dnde la encontraron los

    helenos?

    Un cuadro similar al de Jenofonte puede explicar el hecho, aunque la autoridad ms

    primitiva para esta historia es el mencionado escritor. Unos diez o quizs quince siglos

    antes de la expedicin de los Diez Mil, cierta partida de hombres que hablaban griego

    emprenda su camino rumbo al sur, ms all de los montes balcnicos, ms all del

    Struma o del valle del Vardar, en procura de una morada ms confortable. De pronto

    divisaron frente a ellos una inmensa cantidad de agua. Nunca ellos ni sus antepasados

    haban visto tanta agua.

    Asombrados, se las arreglaron para preguntar a los naturales qu era eso. Los nativos,

    ms bien confundidos, dijeron: "Bueno, thlasa por cierto." As fue como qued thlasa,

    despus que perecieron casi todas las palabras de aquella lengua.

    Sera demasiado imprudente basar sobre una sola palabra cualquier teora sobre los

    orgenes de un pueblo. Los vacablos extranjeros son adoptados y pueden desalojar

    fcilmente a los nativos. Pero si esta civilizacin fuese heredera directa de otras dos

    anteriores, existen entonces muchos rasgos en la madura cultura griega del siglo V y los

    siguientes (antes de Cristo) que podran explicarse muy fcilmente. Y no faltan indicios

    de que as es en realidad.

    Examinemos otros poco vocablos. Hay en griego dos clases de palabras que no

    reconocen ese origen: las terminadas (como thlasa) en - -assos o -essos, por lo general

    nombre de lugar -Halicarnaso, donde naci Herdoto, es un ejemplo- y las terminadas

    en -inthos, tales como hykinthos, Krinthos, labrinthos,, todas conocidas por

    nosotros. Son importaciones extranjeras? Fue Corinto en su origen una colonia

    extranjera? Es posible. Pero hay algo an ms sorprendente que Corinto: "Atenas" no es

    un nombre griego y tampoco la diosa Atenea. El sentimiento se rebela contra la idea de

    que Atenas deba su nombre a extranjeros considerados intrusos entre los griegos. La

    tradicin tambin, pues los atenienses eran uno de los dos pueblos griegos que

    pretendan ser autkhthones, o "nacidos en la regin". El otro pueblo eran los arcadios,

    los cuales se haban establecido en Arcadia antes del nacimiento de la luna.

    Existen razones, segn veremos oportunamente, para considerar las tradiciones con

    respeto, y hay por lo menos cierto elemento de verdad en estas leyendas arcdica y

    ateniense, pues Arcadia se halla en la montaosa regin central del Peloponeso, hasrto

    difcil de conquistar (como lo comprobaron mucho ms tarde los turcos), y Atica, el

    territorio de los atenienses, posee un suelo pobre, poco atractivo para los invasores o

    inmigrantes. Atenea, entonces, no es griega, y hay motivos para suponer que ella y su

    pueblo son anteriores a los griegos, lo cual es una cosa muy distinta.

    Otra leyenda ateniense puede llevarnos un poco ms lejos. Una de las historias

    atenienses mejor conocidas relataba que hubo una vez un conflicto entre Atenea y el

    dios Poseidn por la posesin de la Acrpolis. Atenea sali airosa, pero tambin el dios

    obtuvo un lugar all. Ahora bien, Poseidn parece ser un dios griego -quiz resulte

    menos confuso decir "helnico"- y Atenea no helnica. La interpretacin de tales

    tradiciones no constituye un criterio de certeza, pero resulta tentador ver en esta leyenda

    el recuerdo del choque, en el tica, entre un pueblo helnico que llegaba y los

    aborgenes adoradores de Atenea, choque que tuvo desenlace pacfico, pues los

    naturales absorvieron a los recin llegados.

    Los propios griegos posteriores crean en una primitiva poblacin no helnica, a la que

    consideraban pelsgica, cuyos sobrevivientes se conservaban puros en los tiempos

  • clsicos y hablaban en su propio idioma. Herdoto, atrado por casi todo lo que lleg a

    su conocimiento, se interes tambin en el origen de los griegos. Al referirse a las dos

    ramas principales del posterior pueblo griego, los jnicos y los dorios, afirma que los

    jnicos eran de ascendencia pelsgica. Y as, para distinguirlos de los jnicos, llama a

    los dorios "helnicos". Prosigue con estas palabras: "No puedo decir con seguridad cul

    fue el idioma utilizado por los pelasgos, pero conjeturando por los que todava existen...

    parece que hablaban un idioma brbaro." "Brbaro" quera decir simplemente "no

    helnico". La referencia est bastante de acuerdo con nuestras conjeturas acerca de los

    atenienses, pues ellos pretendan ser los conductores y la metrpoli de los griegos

    jnicos, y tambin pretendan ser indgenas.

    ste sera, pues, el cuadro, si pudisemos confiar en las tradiciones. Una raza indgena

    no helnica habitaba el tica y el Peloponeso. En un momento, imposible de

    determinar, unos pueblos que hablaban griego procedentes del distante norte emigraron

    a esta regin -sin duda muy gradualmente- e impusieron su idioma a aqullos, ms o

    menos como hicieron los sajones en Inglaterra. No fue sta una invasin repentina y

    catastrfica. Los informes arqueolgicos no sealan una brusca ruptura en la cultura

    antes de la invasin doria, alrededor de 1100. Restos aislados de pelasgos, que se

    sustrajeron a la influencia de estos recin llegados, prosiguieron hablando un idioma

    ininteligible para Herdoto.

    He dicho que es imposible determinar la fecha de estas migraciones; sin embargo, puede

    establecerse un lmite inferior. Seguramente estos griegos dorios de alrededor de 1100

    no fueron los portadores de la lengua griega a Grecia, puesto que fueron precedidos, por

    lo menos en dos siglos, por los griegos aqueos, sobre los que sabemos algo, aunque no

    bastante. Algunos nombres de Estos resultan ms familiares a generaciones de ingleses

    que los nuestros Egbert, Egwith y Aelfric, pues los hijos de Atreo, Agamenn y

    Menelao eran aqueos, y tambin Aquiles y otros hroes a quienes cant Homero unos

    tres siglos ms tarde.

    Fueron entonces estos aqueos los primeros que hablaron griego en Grecia? Nada nos

    obliga a pensar as; nada fuera de la tradicin nos induce a pensar que se hubiese

    hablado en Grecia un lenguaje que no fuese el griego puesto que es concebible, aunque

    quizs no muy probable, que los nombres no helnicos como Atenas sean palabras

    intrusas. Pero hay alguna razn para dar crdito a estas tradiciones? Hace cien aos, los

    historiadores afirmaban que no. Grote, por ejemplo, escribi que las leyendas fueron

    inventadas por los griegos, es decir que eran un producto de su inagotable fantasa, para

    llenar los espacios en blanco de su pasado desconocido. As pareca necio creer que un

    rey Minos haba gobernado alguna vez en Creta, o que tuvo lugar la Guerra de Troya.

    Pero tambin resultaba necio negar su posibilidad. Un antiguo historiador griego,

    Tucdides, trataba las tradiciones de manera muy distinta, como datos histricos -de

    cierta especie- que deban ser sometidos a la crtica y utilizados de un modo adecuado.

    El relato de la Guerra de Troya, en los primeros captulos de su historia, es un hermoso

    ejemplo de tratamiento apropiado del material histrico, puesto que nunca se le ocurri

    a Tucdides que no se estaba ocupando de un material de ese carcter. Acerca de Minos,

    el legendario rey de Creta, escribe:

    Minos es el primer gobernante del que tenemos noticia, el cual posey una flota y

    control la mayor parte de las aguas que ahora son griegas. Gobern las Ccladas y fue

    el colonizador de muchas de ellas. Puso a sus propios hijos como gobernadores. Muy

    probablemente, limpi el mar de piratas, en la medida que le fue posible, para asegurar

    sus propios bienes.

  • Tucdides, como la mayor parte de los griegos, crea en la verdad general de las

    tradiciones; los modernos escritores no compartieron esa creencia. Pero la admirable

    historia de Grote no haba alcanzado muchas ediciones, cuando Schliemann fue a

    Micenas y a Troya y desenterr algo tan excepcional como las dos ciudades de Homero.

    Posteriormente Sir Arthur Evans fue a Creta y prcticamente exhum al rey Minos y su

    imperio insular. Es, pues, bastatante claro que entre los comienzos del tercer milenio y

    ms o menos el ao 1400 a.C. -un perodo tan extenso como el comprendido entre la

    cada de Roma y nuestros das- Creta, particularmente la ciudad de Cnossos, fue el

    centro de una brillante civilizacin que se expandi por el mundo egeo en todas

    direcciones. Como Cnossos no estaba fortificada, sus amos tuvieron que vigilar los

    mares, tal como dice Tucdides.

    ste es un importante ejemplo de la general verosimilitud de la tradicin en el mundo

    griego. No es difcil encontrar en otras partes casos anlogos. Algunas veces las

    leyendas han sido corroboradas en un grado casi absurdo. La historia del Minotauro

    constituye un ejemplo. Refiere esta historia -Tucdides es demasiado austero para

    mencionarla- que todos los aos los atenienses deban pagar un tributo de siete

    mancebos y siete doncellas a un terrible monstruo, el Minotauro, que viva en el

    laberinto, en Cnossos, hasta que fueron liberados por el prncipe Teseo, quien mat al

    Minotaruro, ayudado por Ariadna y el ovillo de hilo que ella le dio para que pudiese

    salir del laberinto. Tal es la leyenda, pero he aqu alguno hechos. La primera mitad del

    nombre "Minotauros" es evidentemente Minos, y la segunda mitad, "tauros", significa

    en griego toro. De los hallazgos de Evans en Cnossos -frisos, estatuilla y otros objetos-

    se desprende claramente que estos cretenses adoraban al toro. Ahora bien, si algo de la

    antigedad parece un laberinto es el palano del vasto palacio desenterrado por Evans.

    Adems, existe harta evidencia de que estos cretenses del tiempo de Minos utilizaban,

    como smbolo de la divinidad o de la autoridad, un hacha bicfala del tipo de la que los

    griegos llamaron ms tarde lbrys. Seguramente el tica estuvo sujeta a la influencia

    cultural cretense y es muy posible que tambin estuviese sometida a su dominio

    poltico. No es, por consiguiente, aventurado suponer que los seores de Cnossos

    exigiesen jvenes de las familias nobles de Atenas como rehenes, en previsin de

    cualquier eventualidad, tal como lo hicieron los turcos muchos siglos despus. En

    cuanto a Teseo, parece ser una interpolacin errnea, pues procede de un perodo

    posterior, y hasta ahora nadie ha verificado la existencia de la romntica Ariadna ni

    encontrado el hilo; en lo dems la leyenda resulta digna de crdito.

    Lo mismo sucede con Troya. De las nuevo ciudades superpuestas en aquel sitio, Troya

    VI fue destruida por el fuego ms o menos por la fecha tradicional de la Guerra de

    Troya (1194-1184). Uno de los constantes eptetos homricos para Troya es "la del

    ancho camino": Troya VI tena una calle ancha en torno a la ciudad, en el interior de las

    murallas. Estas murallas fueron edificadas por dos dioses y un mortal, y el sector

    construido por este ltimo era ms dbil y result vulnerable: las murallas de Troya VI

    eran ms dbiles en un punto (donde el acceso era ms difcil), y esto coincide con la

    descripcin homrica.

    Tambin acontece as con muchas genealogas. La mayora de los hroes homricos

    podan rastrear su ascendencia a travs de tres generaciones, luego vena un dios. Con

    cierta irrespetuosidad se ha sugerio que esto quiere significar: "Y solo Dios sabe quin

    era el padre de l." Con mayor reverencia uno puede sugerir a su vez que esto representa

    un pedio de favor divino hecho por el fundador de una dinasta: "Vuestro nuevo rey, por

    la gracia de Dios." En otra direccin, estas genealogas desaparecen dos generaciones

    despus de la Guerra de Troya, lo cual nos llevara a la fecha tradicional de la invasin

    doria, alrededor de 1100, en cuyo tiempo (como lo han demostrado las excavaciones)

  • todas las ciudades del continente fueron destruidas. Adems, las ms largas genealogas

    conocidas fueron las de las casas reales de tica y de Argos, las cuales nos haran

    remontar aproximadamente hasta 1700 a. C. Ya hemos visto que los atenienses, con

    cierta probabilidad, pretendan ser los habitantes ms antiguos, pero hay tambin otra

    cuestin: Atenas y Argos se distinguan entre las ciudades griegas en la poca clsica

    por tener como deidad principal no a un dios, sino a una diosa, Atenea y Hera argiva.

    Ahora bien, muchas imgenes del culto han sido descubiertas en Creta y ellas muestran

    patentemente que este pueblo adoraba a una diosa. Si haba un dios, estaba subordinado.

    La diosa era sin duda una diosa de la naturaleza, un smbolo de la fertilidad de la tierra.

    Las deidades helnicas fueron preferentemente masculinas. Es por lo menos sugestivo

    que estos dos pueblos, los atenienses y los argivos, que posean las ms extensas

    genealogas, adorasen deidades femeninas, una de las cuales, y posiblemente las dos,

    tenan nombres no helnicos. Zeus (latn deus, "dios") es puramente helnico.

    Tana una consorte helnica muy misteriosa, Dione, cuyo nombre es semejante al suyo

    propio. Pero en la mitologa griega su consorte era la argiva Hera, y un Himno homrico

    nos asegura que sta se haba resistido a desposarse con l, no sin razn, segn se

    expresa. Una vez ms acude una iterpretacin evidente; se trata de la fusin de dos

    pueblos diferentes culturas, en apariencia de distintas lenguas, y posiblemente tambin

    de otro origen racial.

    Vemos, entonces, que de ningn modo deben descartarse de entrada las tradiciones que

    pretenden ser histricas. Herdoto, un vido averiguador que no careca de crtica,

    consideraba a los griegos jnico como un pueblo "brbaro" que haba sido helenizado.

    Es posible mostrar que tena razn. En tal caso, no debe sorprendernos comprobar que

    el proceso se cumpli en forma muy gradual. Slo la invasin doria presenta la

    apariencia de una conquista general.

    Nuestra breve exposicin ha abordado otro pundo: los dioes y las diosas. En las

    observancias religiosas de la Grecia clsica existe una especie de dualismo. Esto resulta

    extrao en un pueblo tan filosfico, aunque se comprende muy bien si admitimos que la

    cultura griega desciende de otras dos profundamente distintas. Visto a la distancia, el

    Panten olmpico de los doce dioses, presidido por Zeus, parece de una imponente

    solidez, pero, si observamos ms de cerca, esta solidez se desvanece. Ya vimos que las

    diosas ni siquiera tienen nombres griegos, y que el punto clave de esta construccin, el

    matrimonio de Zeus y Hera, parece ser un mero matrimonio dinstico. Adems, exista

    toda una zona de culto y creencia que solo mantena con el Olimpo una conexin

    accidental. Los verdaderos cultos olmpicos se basaban en ideas de un dios que protega

    la tribu, el estado o la familia, que tomaba al husped o al suplicante bajo su custodia.

    El dios no estaba, en realidad, ntimamente relacionado con el organismo social. Era

    tambin un dios de la naturaleza, pero solo en el sentido de que explicaba ciertas fuerzas

    naturales: Zeus enviaba la lluvia y el rayo; Poseidn irritaba el mar y sacuda la tierra.

    Atenea fue enteramente absorbida dentro de este sistema: se convirti en la hija de

    Zeus, la protectora armada de la ciudad, la dispensadora de la sabidura social. Pero su

    lechuza nos recuerda su origen; fue una diosa de la naturaleza y no una diosa de la tribu.

    Junto a los cultos olmpicos y en abierto contraste con ellos, existan en Grecia otros

    basados en los misteriosos poderes vivificantes de la naturaleza. Y as, por ejemplo,

    estos misteriosos cultos interesaban el individuo, mientras que los olmpicos ataan al

    grupo; aqullos admitan a cualquiera, esclavo o libre, stos solo admitan a los

    miembros de la colectividad; aqullos enseaban doctrinas de reencarnacin, de

    regeneracin, de inmortalidad; stos no enseaban nada: solo les concerna la

    celebracin de los honores debidos a los inmortales e invisibles miembros de la

    comunidad. Se trata de concepciones religiosas completamente distintas y nos

  • aproximaremos a la verdad si decimos que la concepcin del dios es europea y la

    concepcin de la diosa mediterrnea. Las diosas procedan en lnea recta de la Creta

    minoica.

    Ya es tiempo de decir algo de esta antiqusima civilizacin, que era un confuso recuerdo

    para los griegos de la historia y una mera fantasa para nuestros abuelos.

    Cronolgicamente, comienza en la edad neoltica, alrededor del ao 4000 a. C., ha

    alcanzado la Edad de Bronce hacia el ao 2800, y posteriormente florece, con perodos

    de gran esplendor alternando con pocas de relativo estancamiento, hasta que, a la

    postre, Cnossos es saqueada y destruida alrededor de 1400. Geogrficamente, se inicia

    en Cnossos; se extiende a otros lugares de Creta; luego en forma gradual a las islas del

    Egeo y a muchas partes no solo de la Grecia meridional y central sino a las costas de

    Asia Menor y hasta de Palestina. A partir de 1600 algunas zonas del continente griego

    comienzan a rivalizar con la propia Cnossos como centros de civilizacin y despus de

    la destruccin de esta ciudad se convierten en sus herederas. entre stas la principal es

    Micenas; de aqu que a esta tarda rama de la antigua cultura minoica o egea (aunque la

    primera en ser redescubierta) se la conozca por civilizacin micnica. Una antigua etapa

    de esta civilizacin, imperfectamente recordada es lo que constituye el fundamente de la

    Ilada.

    No es posbible aqu decir mucho sobre esta civilizacin. La ausencia de fortificaciones

    confirma que se asentaba polticamente en el poder martimo; los vastos edificios dan fe

    de su riqueza. El complejsimo plano del palacio en Cnossos sugiere que era un centro

    de administracin ms que una fortaleza. Podemos atribuir sin reparos a estos antiguos

    cretenses un gobierno de palacio; es imposible descubrir entre las ruinas cualquier tipo

    de gobierno popular. Los vasos pintados, los frisos, las estatuillas y otros vestigios

    muestran que esta civilizacin posea gran elegancia, vigor, alegra y bienestar material.

    Se cita a menudo la observacin de un estudioso francs al contemplar las damas

    cretenses de un friso: Mais ce sont des Parisiennes! Y adems -para referirnos a otro

    aspecto de la cultura humana- el sistema de desage del gran palacio fue aclamado

    como "absolutamente ingls". La alfarera, grande y pequea, muestra en sus mejores

    perodos una maravillosa artesana y sentido del diseo. Parece a veces recargada,

    colmada de adornos donde debera haber espacios vacos; pero, por otra parte, suele

    emplear esos espacios con una audacia y una seguridad que recuerdan al mejor arte

    chino. En general, nuestra impresin es de una cultura alegre, aristocrtica, en la que se

    destacan en primer plano la caza, las acometidas de toros y las acrobacias. Pero otro

    aspectos de su civilizacin eran tan importantes para estos minoicos como su arte y

    posiblemente an ms. En los libros sobre las civilizaciones pretritas suele darse al arte

    un espacio excesivo. Ello se debe a dos razones. En primer lugar, es ms fcil

    fotografiar un templo o una pintura que un credo moral o una filosofa poltica; y en

    segundo lugar, muchos pueblos han sido desarticulados en todo, menos en su arte. En

    realidad, los griegos y los judos fueron los primeros pueblos antiguos que no sufrieron

    tal desmembracin. Eso es lo que sucede tambin con los minoicos. Su arte nos habla

    directamente; las dems cosas lo hacen en forma indirecta, mediante inferencias. Sus

    vestigios son abundantes e incuestionables, en ambos sentidos de la palabra. Pero lo que

    pensaban sobre la vida, cmo enfrentaban sus problemas, no lo sabemos. Conocieron

    por cierto el arte de la escritura; poseemos muestras de ello, pero no podemos leerla.

    Esperemos que alguien alguna vez logre descifrarla y traducirla, para decirnos quizs

    por qu un oficial estaba enojado con su subalterno o cul era el precio de la carne en el

    siglo XVII a. C. Pero, aunque no sepamos nada, excepto por deduccin, sobre sus ideas

    y experiencias, sabemos algo sobre su linaje. Han dejado representaciones de s mismos

    y ellas nos demuestran claramente que pertenecan a esa raza "mediterrnea" de

  • hombres delgados, de piel oscura y cabellos negros, que fueron oriundos del norte de

    frica. Estos hombres ya haban pasado la era paleoltica cuando algunos de ellos

    arribaron a la deshabitada Creta. Siguieron otros ms adelante y se establecieron en

    regiones de Grecie? Esto es lo que en realidad desconocemos. El ltimo arte cretense

    lleva directamente a la cultura "micnica" del continente, casi sin interrupciones,

    aunque con el agregado de nuevos rasgos. El plano del palacio tpico era diferente. No

    solo tena ste ms aspecto de fortaleza (circunstancia que explicaran las condiciones

    ms turbulentas del continente), sino que los cuartos parecen haber sido menos abiertos,

    como si el estilo hubiese tenido origen en un clima ms riguroso; adems, a medida que

    se desarrollaba, este estilo logr una simetra sin parangn en la arquitectura cretense.

    Otra diferencia es la gran importancia que adquiere la figura humana en la pintura de

    vasos. Los artistas cretenses haban utilizado principalmente modelos lineales y dibujos

    (sean naturalistas o estilizados) derivados de la vida animal o vegetal; los artistas

    micnicos continuaron los diseos lieneales, pero utilizaron con ms frecuencia la figura

    humana, como ser en escenas de procesiones y de carreras de carros.

    Quines eran los hombres que forjaron esta cultura micnica? Eran artistas y

    artesanos que abandonaron una Creta en decadencia y se establecieron entre los rudos

    helenos ejerciendo su arte para ellos? O bien estamos (lo que parece ms probable)

    ante una poblacin predominantemente no griega, ya muy influida por Creta y

    semejante al pueblo cretense, pero dominada por una aristocracia griega de aurigas

    recin llegados? Si esta ltima suposicin es cierta, es posible que Herdoto tenga

    razn y que la masa de los "micnicos" fuesen jnicos, ya helenizados o no? Estas

    preguntas podrn responderse algn da. Entre tanto, cualquiera sea el cuadro que

    intentemos bosquejar, ser prudente no hacerlo demasiado ordenado, pues, sin duda, las

    inmigraciones casuales y las conquistas locales han proseguido durante largo tiempo.

    Algn lugar de este cuadro debe reservarse para los "aqueos de cabello rubio" de

    Homero, hombres de cabellos rojizos (xnthoi), que se distinguan de los de cabellera

    negra a quienes gobernaban. Los reyes nacidos de Zeus que aparecen en Homero

    constituan una aristocracia casi feudal cuyos sbditos inertes desempeaban un

    pequesimo papel en la guerra o en la poltica, algo as como la aristocracia normanda

    que se estableci en la Inglaterra sajona. El "palacio" que Atreo edific en Micenas y

    leg a su hijo Agamenn era ms una fortaleza que una residencia en el centro de un

    sistema de caminos estratgicos que brindaban seguro dominio de las distintas partes

    del Peloponeso y de la Grecia central: y en estas partes de Grecia haba otras

    formatalezas de la misma ndole. Las armas aqueas de hierro haban demostrado ser

    superiores a las micnicas de bronce, pero en general la cultura micnica era ms

    elevada. Desde este punto de vista, es interesante sealar una de las inexactitudes de la

    tradicin que sigui Homero tres o cuatro siglos ms tarde. En algunos aspectos, esta

    tradicin reproduce la edad micnica con notable fidelidad, especialmente en su

    geografa poltica. Cuando Homero escribi -quizs alrededor de 850- la invasin doria

    de 1100 haba cambiado por completo el mapa de Grecia. La propia Micenas, por

    ejemplo, era ya un lugar de escasa importancia, y la costa de Asia, patria de Homero, se

    haba hecho griega. Sin embargo, la Ilada conserva con plena fidelidad una descripcin

    de Grecia del siglo XIII; nada en ella denota la Jonia que el propio Homero conoci en

    Asia. Pero lo interesante de la inexactitud es que el arte y los articulos de lujo que

    describe Homero son atribuidos a los fenicios. Su fabricacin nacional se haba

    olvidado por completo y hubiese parecido algo increble. Los aqueos eran rudos

    conquistadores sin ningn arte y ms todava los dorios que vinieron despus. Han sido

    comparados con un hombre que recibe una herencia y malgasta todo su capital.

  • Otras contradicciones apuntan en la misma direccin. En Homero los muertos son

    quemados, pero la costumbre nativa -y tambin la habitual costumbre clasica- era

    sepultarlos. En Homero encontramos la religin olmpica de los dioes celestiales; no

    hay huellas de las diosas terrestres de Creta y del Egeo. En Homero hay caceras a

    granel, pero ni rastros de luchas con toros, tan importantes en el arte micnico. Podran

    citarse ms ejemplos. La tradicin homrica es exacta hasta donde llega, pero es la

    tradicin de una pequea clase conquistadora, separada por un abismo de la vida de los

    sojuzgados ms civilizados, aunque no destruyese bruscamente ni siquiera modificase

    esta vida superior.

    Cundo llegaron los aqueos? La formulacin de tal pregunta importa, sin duda,

    simplificar demasiado la cuestin. Cnossos fue destruida, seguramente por invasores de

    ultramar, hacia 1400 y los relatos egipcios dicen que las "islas del mar" fueron

    perturbadas y las costas de Egipto invadidas por akhaiwashi, nombre que se aproxima lo

    bastante- a los akhivoi homricos como para asegurar la identificacin. Ms adelante

    sabemos por fuentes hititas que existen merodeadores en Asia mandados por un hombre

    cuyo nombre se parece sospechosamente a "Atreo". El padre de Agamenn se llamaba

    Atreo. No hay necesidad de identificarlos. El Atreo que conocemos era el rey de

    Micenas, hijo de Plops que dio su nombre al Peloponeso ("isla de Plops"), y tal vez no

    fuese la persona a propsito para andar cazando hititas en Asia Menor. "Plops" es un

    nombre griego que significa "rostro rojizo", y l vino desde Lidia, Asia Menor, de modo

    que el otro Atreo pudo haber sido de la misma familia. Todo esto sugiere dilatados

    disturbios durante los siglos XV y XIV, circunstancias en que un pueblo llamado aqueo

    toma la primacia. Si damos crdito a las genealogas, Plops atraves el Egeo y se uni

    por matrimonio con la familia real de Elis, cerca de Olimpia, en la primera mitad del

    siglo XIII, en tanto que su nieto Agamenn condujo hasta Troya a los aqueos unidos

    muy a comienzos del siglo XII (tradicionalmente, 1194). Adems, si las genealogas son

    de fiar, durante el mismo siglo decimotercero se fundaron otras dinastas aqueas.

    Pero todas ellas sucumbieron y la decadente Edad micnica lleg a su fin, al concluir el

    siglo XII. Otros conquistadores, los dorios, bajaron de la Grecia septentrional y central.

    Esta vez no se trataba de aventureros prsperos que capturaban o saqueaban pequeos

    reinos, sino de un destructor alud de hombres, que termin sbitamente con una larga

    civilizacin e inici una Edad Oscura, tres siglos de caos, despus de la cual empieza a

    surgir la Grecia clsica. Los jnicos buscaron refugio al otro lado del mar (con

    excepcin de los atenienses); el nombre "Acaya" se redujo a la estrecha planicie a lo

    largo de la costa meridional del golfo de Corinto, y los aqueos "de cabellos rojizos" -

    junto con los dorios que los tenan de igual tono, si es que eran de ese color- fueron

    absorbidos por el tipo de cabello oscuro que produce Grecia, del mismo modo como los

    celtas rubios de Galia se convirtieron en los morenos franceses. Hace cien aos esta

    Edad Oscura era completamente desconocida, a no ser por el subitneo e inexplicable

    resplandor de Homero; y la Era Clsica que sigui representaba el milagroso

    florecimiento de la civilizacin y el arte en Europa. Ahora esta oscuridad es menos

    densa, ya que podemos observar a travs de ella las artes del alfarero y el forjador de

    metales. Este ltimo arte realiz verdaderos progresos, estimulado por la introduccin

    del hierro y la pintura de la alfarera; aunque sta perdi la elegancia, libertad e

    invencin de la primera poca, produjo en el siglo IX los excelentes vasos Dpylon de

    Atenas. Como la antigua alfarera minoica, estos vasos estn decorados con modelos

    geomtricos; pero, adems, descubrimos un motivo que no era tan comn en Creta; la

    figura humana. As encontramos temas tales como guerreros con sus carros, escenas

    fnebres, hombres remando en naves de guerra. Las figuras son estilizadas, con finas

    lneas en lugar de brazos y piernas, un crculo en lugar de cabeza y un tringulo en lugar

  • de torso; todo muy primitivo en cuanto a su tcnica, pero en extremo logrado en el

    diseo general, que muestra, como algunos vasos micnicos, el inters tpicamente

    helnico en el hombre y sus obras. Lo que antecede ha sido un examen externo y por

    cierto inconcluyente, pero ha puesto de reliebe un punto importante: que el arte de la

    Grecia clsica no era una creacin totalmente nueva, sino ms bien un Renacimiento.

    Un Renacimiento en condiciones muy diferentes y de ndole muy diversa. Algo ha sido

    agregado al arte primitivo; la confusin que acabamos de describir produjo una fusin:

    un nuevo pueblo con los dones de sus dos progenitores. He sugerido, quizs un tanto

    temerariamente, que tenemos indicios de esto en la predileccin que muestran los

    pintores micnicos en primer lugar y luego los atenienses, por las actividades humanas

    y sin duda esta simpata por el hombre es una de las caractersticas dominantes del

    pensamiento griego. Pero tal vez podamos calar ms hondo. La grandeza del arte griego

    -la palabra est usada en su sentido ms amplio- reside en que concilia acabadamente

    dos principios que a menudo se oponen: por una parte dominio, claridad y una

    fundamental seriedad y por la otra, esplendor, imaginacin y pasin. Todo el arte

    clsico griego posee en grado sumo esa cualidad intelectual que se manifiesta en la

    lgica y la certidumbre de su construccin. A nosotros el intelectualismos en el arte nos

    sugiere cierta aridez, pero el arte griego -sea el Partenn, una tragedia de Esquilo, un

    dilogo platnico, una pieza de orfebrera, la pintura que la adorna o un pasaje de difcil

    anlisis en Tucdides- posee, con todo su intelectualismo, una energa y una pasin que

    se destacan precisamente por estar regidas con tanta inteligencia.

    Ahora bien, si comparamos el arte de la Grecia clasica con el arte minoico o egeo,

    hallamos una significativa diferencia. Lo mejor del arte minoico posee todas las

    cualidades que el arte puede tener, menos este consumado intelectualismo. Es difcil

    imaginarse un arquitecto griego que conciba, ni aun por accidente o bajo pena de

    muerte, un edificio de plano tan catico como el palacio de Cnossos. El arte griego

    obtuvo algunos de sus triunfos ms brillantes en la ms rigurosa y seria de todas sus

    expresiones: la escultura de gran tamao; y no es casual que, hasta el presente, entre las

    obras pertenecientes a la escultura minoica solo se hayan encontrado obras pequeas.

    Por cierto que todo arte digno de tal nombre debe ser serio y reflexivo; sin embargo,

    uno se siente inclinado a atribuir estas cualidades al arte griego y no al minoico. A este

    arte parecen convenir otros adjetivos tales como brillante, sensitivo, elegante, alegre,

    pero no "intelectual".

    Esta condicin intelectual del arte griego nos remite a los helenos, y no sin pruebas.

    Cuando bajaron de ls montaas del norte, no traan consigo arte alguno, pero s traan un

    idioma y en este idioma griego -en su ntima estructura- se encuentran esa claridad, ese

    equilibrio y esa exigencia de rigor que advertimos primordialmente en el arte clsico y

    echamos de menos en el anterior. En primer trmino, el griego, como su primo el latn,

    es un idioma rico en inflexiones, con una sintaxis elaboradsima y delicada. Cuando ms

    nos remontamos en la historia del lenguaje, lo ms elaborado son las inflexiones y (en

    muchos aspectos) lo ms delicado es la sintaxis. La sintaxis griega es mucho ms

    variada, mucho menos rgida que la latina. El estudiante de lenguas clsicas no tarda en

    descubrirlo, con alegra o con pena, segn su temperamento. Por consiguiente, est en la

    naturaleza del griego expresar con suma exactitud no solo la concordancia entre ideas,

    sino tambin matices de significacin y de sentimiento. Pero ms cerca de nuestro punto

    est una consecuencia de esto -a no ser que se trate de una causa-: el estilo peridico.

    Tanto en griego como en latn, si una expresin es compleja, por constar de una o ms

    ideas explicativas o modificadoras, todo el complejo expresivo puede formularse, y as

    se hace normalmente, con la mayor claridad en una sola oracin. Esto significa que

    ambos idiomas poseen una cualidad sealadamente arquitectnica. Pero existe entre

  • ellos una importante diferencia. Los romanos parecen haber obtenido el estilo peridico

    a fuerza de empeo y denuedo; los griegos nacieron con l. No solo posee el griego

    muchas ms formas para deslizarse dentro de una clusula subordinada -por ejemplo, el

    verbo regular griego tien diez participios (si he contado bien) y el latino tres- sino que

    tambin se halla este idioma bien provisto de pequeas palabras -conjunciones- que

    funcionan en parejas o en grupos y cuya nica tarea es hacer clara la estructura

    sintctica. stas actan, segn puede verse, como hitos indicadores. El lector habr

    tenido ms de una vez la molesta experiencia siguiente. Al leer en alta voz una oracin

    en ingls, llega un punto en que baja la voz, creyendo que la oracin llega a su trmino,

    pero en ese momento crtico no encuentra un punto, sino un punto y como o una como,

    de modo que tiene que retroceder una o dos palabras, retomar aliento y luego proseguir.

    Esto no le pasara nunca en griego, porque el escritor griego habr puesto al comienzo la

    palabra te, la cual significa: "Esta oracin (clusula o frase) va a tener por lo menos dos

    miembros coordinados, y el segundo (y los siguientes, si los hay) ser una simple

    adicin del primero", o bien la palabra mn, la cual significa lo mismo, salvo que esta

    vez el segundo (y los siguientes) miembros no sern una continuacin, sino una

    oposicin. En ingls puede, por supuesto, empezar una oracin con "Mientras, por otra

    parte..." Pero el griego hace esto con mayor facilidad, por instinto y siempre. No

    poseemos transcripciones directas de la conversacion en griego antiguo, pero hay

    pasajes, en los dramaturgos y en Platn, en que el escritor se esfuerza en dar la

    impresin del habla improvisada y en ellos no es excepcional una estructura peridica

    magnficamente elaborada; pero, aunque no encontremos esto, hallamos un

    ordenamiento de la oracin perfectamente ntido y libre de toda ambigedad como si el

    hablante viese en un destello el plano de su idea, y por consiguiente de su expresin,

    antes de empezar a formularla en palabras. Est en la naturaleza de la lengua griega el

    ser exacta, sutil y clara. La imprecicin y la falta de clarifad en que ocasionalmente

    suele incurrir el ingls (1) y de la cual a veces sale a flote el alemn, es en absoluto

    ajena al griego. No quiero con esto decir que no puedan expresarse desatinos en griego,

    pero el desatino se hace patente en seguida. El vicio griego en lo que respecta al idioma

    no es la vaguedad o la borrosidad, sino una especie de claridad artificial, un trazo firme

    donde no hay distinciones.

    La mentalidad de un pueblo se expresa tal vez ms directamente en la estructura de su

    idioma que en cualquier otra de sus realizaciones, pero en toda obra griega

    encontraremos esta firme comprensin de la idea y su enunciado en forma clara y

    econmica. Junto con esta lucidez, poder constructivo y seriedad, descubriremos

    tambin una aguda sensibilidad y una invariable elegancia. He aqu el secreto de lo que

    se ha llamado "el milagro griego", cuyo esclarecimiento -o una buena parte de l- reside

    en la fusin de culturas, si es que no tambin de pueblos.

    (1) Cuando digo "ingls" no me refiero a la lengua de los empleados, los polticos y la

    gente importante que enva cartas a The Times. En este lenguaje la imprecisin suele ser

    la cualidad saliente, debido a su fatigosa pomposidad y su infantil complacencia en

    metforas tontas.

  • Captulo III

    EL PAIS

    Tal vez sea ste el lugar adecuado para considerar brevemente la geografa de Grecia.

    Cul es la naturaleza del pas que atrajo a estas sucesivas bandas de rudos nrdicos,

    alguna vez de orientales, y qu hizo por ellos?

    El lector se hallar sin duda familiarizado con la configuracin general de Grecia -tierra

    de montaas calizas, valles angostos, golfos extensos, escasos ros y numerosas islas-,

    elevaciones sobrevivientes de un sistema de montaas sumergido, segn sugiere una

    ojeada sobre el mapa de la pennsula. Hay unas pocas llanuras, no muy extensas pero

    extremadamente importantes en la economa y la historia del pas. Algunas de stas son

    costeras, tal como la angosta y frtil llanura de Acaya que se extiende a lo largo de la

    costa meridional del Golfo; otras se hallan en el interior, como Lacedemonia (Esparta);

    otras quizs casi totalmente aisladas del mar por cadenas de montaas, como las

    llanuras de Tesalia y Beocia. La llanura beocia es especialmente feraz (1), y con una

    atmsfera muy cargada; los atenienses, ms inteligentes, solan apodar a sus vecinos

    "cerdos beocios".

    Grecia es una regin de gran variedad. Las condiciones mediterrneas y subalpina

    existen a pocas millas de distancia entre s; llanura frtiles alternan con zonas de

    abruptas montaas. Ms de una emprendedora comunidad de marinos y comerciantes

    tiene por vecino a un pueblo de tierra dentro, agricultor, que apenas si conoce el mar y

    el comercio, un pueblo tan tradicional y conservador como lo son el trigo y el ganado.

    Los constrastes en la Grecia de hoy pueden resultar sorprendentes. En Atenas y el Pireo,

    uno tiene a su disposicin -o tena, antes de la guerra- una amplia y moderna ciudad

    europea, con tranvas, mnibus y taxis, aviones que llegan con intervalo de pocas horas

    y un puerto atestado de buques que se dirigen a los ms diversos rumbos: a Egina, al

    otro lado de la baha, a la costa orientas, a la costa occidental o, a travs del canal, a

    Alejandra, a los principales puertos de Europa, a Amrica. Pero pocas horas despus

    uno puede encontrarse en zonas de la Grecia central o del Peloponeso, donde en muchas

    millas a la redonda los nicos caminos son las huellas de las cabalgaduras y el nico

    vehculo rodante es la carretilla. En Calamata, me mostraron un grande y moderno

    molino harinero, al que llegaba el grano directamente, por succin, de las bodegas del

    buque que lo haba trado. Dos das antes, a menos de veinte millas de all, haba visto

    hacer la trilla al estilo del Antiguo Testamento, con caballos o mulas corriendo

    alrededor de una era circular en un rincn del campo y el ahecho efectuado en el mismo

    lugar con la infaltable ayuda del viento. En la antigedad los contrastes tal vez no

    fuesen tan grandes, pero son tambin sorprendentes.

    Tropezamos con la variedad por doquier y esto constituye un hecho de gran

    significacin. Tiene gran importancia para el desarrollo de la cultura griega el hecho de

    que la mayora de los estados tuviese su franja de llanura frtil, de tierras altas de

    pastoreo, de laderas boscosas y de cumbres ridas, y adems en muchos casos acceso al

    mar. No haba estados como Birmingham o Wiltshire; tampoco comunidad, es decir, no

    imperaba un modo de vida uniforme; haba incluso menos uniformidad que en la

    Inglaterra medieval. Estados que consideramos primordialmente comerciales e

    industriales, tales como Corinto y Atenas, eran por lo menos tan agrcolas como

    comerciales. El esplendor de la vida cvica ateniense en el siglo V nos hace olvidar

    fcilmente que la mayora de los ciudadanos atenienses se dedicaba con preferencia a la

    granja. De las primeras comedias de Aristfanes surge con evidencia que Atenas

  • conserv mucho de ciudad campesina y Tucdides subraya que los que posean tierra en

    Ática vivieron en ella hasta que la guerra del Peloponeso los impuls a la

    ciudad por razones de proteccin. As fue como las invasiones espartanas los

    convirtieron en residentes urbanos.

    Si esto es cierto para los atenienses, lo es mucho ms para los otros estados. La ciudad y

    el campo se hallaban ntimamente unidos, salvo en aquellas zonas ms remotas, como

    Arcadia y la Grecia Occidental, que carecan por completo de ciudades. La vida urbana,

    donde la hubo, tuvo siempre conciencia de su vinculacin con el campo, la montaa y el

    mar, y la vida rural conoca los usos de la ciudad. Esto foment una sana y equilibrada

    perspectiva. La Grecia clsica no conoci la resignada inmovilidad de los hombres de la

    estepa y experiment muy escasamente (2) las torpes veleidades de la multitud urbana.

    Con tal variedad de suelo y clima, el estado griego normal se bastaba a s mismo, y

    poda disfrutar una equilibrada vida social. Los griegos tenan una palabra para designar

    esta autosuficiencia, autrkeia o autarqua, que hemos aprendido a utilizar en estos

    ltimos aos, pero en un contexto ms deprimente; para el griego, como luego veremos,

    ella era una parte esencial de la idea del Estado y las condiciones fsicas de su pas lo

    capacitaban para hacerla efectiva.

    Haba otra importante consecuencia de la constante variedad que se da en este pequeo

    mundo griego. Aunque la mayora de los estados pudiesen bastarse a s mismos, gracias

    a las variantes de altitud muchos tenan sus productos especiales, por ejemplo, la

    aceituna del Ática, el mrmol de Melos, el vino de la islita de Pepareto. Esto

    fomentaba un activo comercio y un intercambio incesante. Adems, las comunicaciones

    por mar eran fciles y bastante seguras, salvo en el invierno. Junto a esto, debemos

    considerar otro hecho de importancia decisiva: que Grecia en su conjunto mira hacia el

    sudeste. Las montaas siguen en esa direccin; en consecuencia tambin los valles y los

    puertos, y las series de islas, prolongacin de las cadenas de montaas, sirven de gua al

    tripulante de cualquier esquife, el cual, sin auxilio de la brjula, puede arribar sano y

    salvo a Asia o a Egipto, cunas de anteriores y ms ricas civilizaciones. Grecia fue as, en

    sus das prehistricos, tentadoramente accesible para los comerciantes y para otros

    navegantes procedentes de Creta y luego de Fenicia y ms tarde, cuando, en los tiempos

    histricos, los propios helenos cobraron aficin al mar, sus derroteros los llevaron a

    tierras ms antiguas que la suya. La diferencia con Italia aclarar este punto. Los

    Apeninos se yerguen cerca de la costa oriental; por consiguiente, los ros y valles corren

    hacia el oeste, y las llanuras frtiles y los puertos se hallan en la costa occidental. La

    costa italiana del este es de lo ms inhspita. A consecuencia de esto, la civilizacin

    lleg tardamente a Italia; la influencia minoica fue escasa y los griegos, cuando a su

    vez establecieron colonias, prefirieron bordear la costa meridional y subir por el oeste.

    Las grandes diferencias entre la civilizacin griega y la romana se debe en gran medida

    al hecho de que los latinos, a la inversa de los helenos, no se encontraron con la antigua

    cultura del sudeste del Mediterrneo firmemente afincada en la pennsula que

    invadieron. Los Apeninos haban servido en gran parte de muralla. Otro contraste podra

    establecerse entre el archipilago griego y las islas Hbridas. Las diferenicas existentes

    entre ambos en cuanto a clima y fertilidad son bastante evidentes, pero hay otra

    circunstancia: que los productos de una de las islas Hbridas son los mismos que los de

    la otra y tambin que los del continente. Por consiguiente, en condiciones primitivas el

    comercio era flojo, y no haba oposiciones agudas que ensancharan la mente; adems,

    las rutas marinas llevaban o a Fenicia o a Egipto, sino a un continente escasamente

    distinto, o al Atlntico norte, de donde un hombre, si tena la suerte de sobrevivir, no

    volva ms sabio que cuando haba partido.

  • Otro factor de importancia es el clima. ste, en conjunto, es muy agradable y estable.

    Grecia es uno de esos pases que tienen un clima y no simplemente un estado

    atmosfrico. El invierno es severo en las montaas; en otras partes, bonancible y

    soleado. El verano comienza pronto y es caluroso, pero, salvo en las llanuras cerradas,

    el calor no es abrumador, pues la atmsfera es seca y su rigor es mitigado por la diaria

    alternancia de las brisas terrestre y marina. La lluvia es casi desconocida en verano; el

    final del invierno y el otoo son las estaciones lluviosas.

    Entre los escritos mdicos griegos atribuidos a Hipcrates hay un breve tratado titulado

    Aires, augas, lugares. Este opsculo da una triste impresin del clima griego. El

    desconocido escritor nos dice que si un lugar est situado entre el sudeste y el sudoeste,

    abierto a los vientos calientes y resguardado del norte, las aguas sern calientes en

    verano, fras en invierno y muy saladas, porque estarn cerca de la superficie. Los

    habitantes padecern de flema, y en consecuencia de trastornos digestivos; comern y

    bebern escasamente; las mujeres sern enfermizas y propensas a tener abortos; los

    nios se vern atacados por convulsiones, asma y epilepsia y los hombres estarn

    expuestos a disenteras, diarreas, escalofros, fiebres crnicas, eczemas y hemorroides y,

    despus de los cincuenta aos, quedarn paralticos a causa de humores que bajan de la

    cabeza. Sin embargo, la pleuresa, la neumona y otras pocas enfermedades se dan muy

    raramente. Si uno est situado hacia el lado del norte, padecer los trastornos contrarios.

    Las aguas sern duras y el fsico del hombre tambin. ste ser delgado y musculoso,

    comer bastante, pero beber poco, "ya que es imposible ser al mismo tiempo un

    individuo de buen apetito y un bebedor resistente", y estar propenso a la pleuresa y a

    los desgarramientos internos. Los partos sern difciles y la crianza de nios parece

    poco menos que imposible. Lo mejor es estar situado hacia el este; lo peor hacia el

    oeste.

    No es un cuadro muy grato, pero los libros de medicina son siempre horripilantes, y de

    todos modos este escritor es evidentemente un hombre que no controla su imaginacin,

    es decir, no es el arquetipo del cientfico griego.

    Busquemos otra clase de pruebas. Tomemos al azar los siguientes nombres

    pertenecientes a una poca reciente: Haydn, Mozart, Beethoven, Goethe, Schubert,

    Mendelssohn, Wordsworth, Coleridge, Keats, Shelley. De la poca griega, una lista

    similar de nombres. Esquilo, Sfocles, Eurpides, Aristfanes, Scrates, Platn,

    Iscrates, Gorgias, Protgoras, Jenofonte. La edad de la muerte de los que figuran en la

    primera lista es, respectivamente: 77. 35, 57, 83, 31, 38, 80, 62, 26, 30; de la segunda,

    71, 91, 78, por lo menos 60, 70, 87, 98, 95 (?), alrededor de 70, 76. Shelley muri

    ahogado, pero Esquilo y Eurpides tuvieron (a juzgar por las apariencias) una muerte

    accidental; Scrates fue ejecutado y Protgoras muri en un naufragio; los tres poetas

    trgicos se mantuvieron activos y a su muerte estaban en la cspide de su genio (nadie

    dira lo mismo de Wordsworth), y la muerte interrumpi a Platn su redaccin de las

    Leyes. Si alguien tiene inters en este tema, que examine la interesante Vida de los

    filsofos, escrita por Digenes Laercio, y quedar asombrado ante la longevidad all

    descrita. Algunas fechas son evidentemente legendarias; nadie creer que Empdocles

    vivi realmente hasta los 150 aos, pero de todos modos ste apenas si es una figura

    histrica. En los dems, no hay ninguna razn para dudar de la exactitud de la mayor

    parte de las cifras establecidas. Es evidente que Grecia favoreca no slo la larga vida,

    sino tambin la energa prolongada. Junto a Sfocles, que compone su magnfico Edipo

    en Colono a la edad de 90 aos, podemos colocar la figura de Agesilao, rey de Esparta,

    peleando duro en el campo de batalla y no simplemente dirigindola, a la edad de 80. La

    madurez vigorosa parece haber sido ms comn en Grecio que en cualquier pas

    moderno, al menos hasta pocas recientes.

  • El rgimen tena, sin duda, mucho que ver con esto. Grecia es hoy un pas pobre; en la

    antigedad era ms ms rico y sustentaba a una mayor poblacin, pero careca de lujo.

    Un acemilero griego actual puede aguantar das enteros con una hogaza de pan y unas

    pocas aceitunas; su antepasado de la poca clsica era igualmente frugal. Pan de cebada,

    aceitunas, un poco de vino, pescado como un regalo, carne solamente en los feriados

    importantes; sa era la dieta habitual. Como ha dicho Zimmern, la comida tica

    corriente constaba de dos platos, el primero una especie de potaje y el segundo, tambin

    una especie de potaje. Era una dieta bastante escasa, aunque debidamente interrumpida

    por libaciones, pero que, unida a la vida al aire libre del griego comn, nutri una

    vigorosa raza de hombres.

    Por qu era Grecia tan pobre? Para poder dar una respuesta por lo menos parcial, nos

    remitimos a la interesantsima descripcin de Ática que trae Platn en el

    Critias. Ática, dice, es solo el esqueleto de lo que era en el pasado, "pues se

    sale del continente y se interna en el mar, como como un peasco" -que es lo que

    significa Ática- "y el mar que lo rodea es profundo. Durante nueve mil aos

    (3) han tenido lugar muchas grandes tormentas, y el suelo inundado desde las alturas no

    ha formado, como en otros sitios, una llanura aluvial digna de mencin, sino que ha sido

    barrido por doquier y se ha perdido en el fondo del mar; de modo que lo que ha

    quedado, exactamente com en las islas pequeas, comparado con lo que exista entonces

    es como los huesos de un cuerpo consumido por la enfermedad; el suelo frtil se ha

    marchitado, solo ha quedado el esqueleto de la tierra. Cuando todava no haba sido

    asolado, tena altas colinas en lugar de cerros pelados, y la llanura que ahora se llama

    Feleo (4)era una planicie de tierra produnda y rica. Y haba grandes bosques en las

    montaas, cuyos restos an pueden verse; hay montaas que hoy no tienen ms que

    abejas, pero no hace mucho que en ellas se cortaba madera para techar los mayores

    edificios, y estas maderas para techos todava estn buenas. Adems, haba abundancia

    de elevados rboles y las montaas proporcionaban campos de pastoreo a los

    innumerables rebaos".

    De aqu la manifiesta diferencia entre la dietadel griego homrico y la del griego

    clsico; en Homero, los hroes se comen un buey cada doscientos o trescientos versos;

    comer pescado es un rasgo de extrema miseria; en los tiempos clsicos, el pescado era

    un lujo y la carne casi desconocida.

    Platn se refiere a las tormentas. El clima griego tena tambin sus aspectos dramticos:

    Zeus, el dios celestial, era irascible y Poseidn, el sacudidor de la tierra ya sea con olas

    o con terremotos, era un ser temible. Hesodo, el segundo poeta antiguo que sobrevive,

    describe cmo Hrcules derrib al gigante Cicno, y dice que cay "como cae un roble o

    un peasco saliente cuando es herido por el rayo humeante de Zeus". Quien esto escribe

    ha visto algo de la furiosa obra de Zeus. Iba yo por un valle de Arcadia, cuya

    exuberancia ya resultaba opresora. De pronto llegu a un paraje, de unas cinco ha. de

    extensin, tan cubierto con cantos rodados grandes y pequeos, que no se distingua el

    suelo. Pareca una costa escarpada. En el medio yaca una casa, medio sepultada entre

    escombros. Dos das antes all exista una granja, pero haba estallado una tormenta a

    unas millas del lugar sobre el monte Tourtovano y esas ruinas eran el resultado. Sin

    duda, dentro de dos aos, volvera a levantarse una granja, pues el esforzado y

    trabajador campesino griego sabe cul es el nico remedio contra Zeus.

    El propio Hesodo no tiene gran amor por el clima de su suelo natal, y como hasta ahora

    hemos brindado al clima griego la ms alta calificacin, es justo que escuchemos a una

    autoridad tan distinguida del otro bando. Hesodo no gusta del sofocante calor del

    verano y odia el invierno, "el mes de Lenen, con sus das malos, que diezman el

    ganado, cuando las heladas cubren la tierra al soplo del Breas, ste agita el vasto mar

  • de Tracia, y entonces rugen la tierra y la selva. Derriba en las gargantas de la montaa

    las encinas de hojas altas y los pinos tupido, los que caen pesadamente, y a su impulso

    retiembla la tierra toda. Se espantan las bestias feroces y hasta aquellas que tienen pelaje

    espeso recogen la cola entre las piernas; pero el fro les atraviesa su dura piel y les

    oprime con rigor. Penetra el cuero del buey, y aun la piel de la cabra velluda, pero no la

    de las ovejas a causa de su abundante lana. Y el viento encorva al anciano". Hesodo

    odia a cuatro de los ocho vientos. Los dems "son de la raza de los dioses y representan

    una gran bendicin para los mortales. Pero aqullos son vientos intiles, soliviantan el

    mar, y precipitndose sobre el oscuro abismo, terrible azote de los hombres, forman

    tempestades violentas. Y soplan ac y all, dispersan las naves y extravan a los

    marineros; pues no hay remedio para la ruina de aquellos a quienes sorprende en el mar.

    Y sobre la superficie de la tierra inmensa y florida, destruyen los hermosos trabajos de

    los hombres, llenndolos de polvo y horrible confusin (5). Pero Hesodo era granjero y

    beocio, "de Ascra, un lugar penoso cerca de Helicn; malo en invierno, pesado en

    verano, nunca bueno". Mas un hombre no debe escribir esto de su tierra, aunque su

    padre haya llegado hasta all desde Asia Menor y le haya referido, sin duda,

    innumerables veces cunto mejor se estaba en esta ltima.

    Un ateniense, podemos estar seguros, le habra dicho que se lo tena bien merecido por

    vivir en Beocia. En Atenas, se celebraba el primer festival dramtico del ao -al aire

    libre- en febrero; para entonces ya haba terminado la estacin lluviosa, si bien an no

    haba comenzado el tiempo de la navegacin. Por eso era un festival domstico, sencillo

    en comparacin con la esplndida celebracin dionisaca que la ciudad realizaba a

    principios de abril, cuando solan acudir visitantes de todas las ciudades de Grecia.

    Evidentemente, Atenas tena mejor clima que el descrito por Hesodo; pero ya hemos

    dicho que Grecia es sobre todo una tierra de contrastes.

    No debemos abandonar este punto referente al clima griego, sin considerar sus efectos

    sobre la vida griega y en especial sobre la vida ateniense.

    En primer trmino, esa forma de existencia capacitaba al griego para reducir al mnimo

    sus complicacines. En Grecia se puede llevar una vida activa con mucho menos

    alimento que el que se necesita en los climas ms rigurosos; pero, adems, el griego -el

    hombre griego- poda pasarse y se pasaba la mayor parte de sus horas de ocio fuera de

    su casa. Esto significa que tena ms tiempo libre; no necesitaba trabajar para comprar

    sillones y carbn. Despus de todo, la razn por que nosotros los ingleses hemos

    inventado le confort anglais reside en que solo podemos sentirnos cmodos y tibios

    dentro de las casas. El ocio que disfrutaban los atenienses suele atribuirse popularmente

    a la existencia de la esclavitud. La esclavitud tena algo que ver con ello (6), pero no

    tanto como el hecho de que los griegos pudieran prescindir de las tres cuartas partes de

    las cosas cuya obtencin nos quita el tiempo.

    De esta manera, al emplear fuera de su casa el ocio que en buena parte haba obtenido

    gracias a esa facilidad de prescindir de tantas superficialidades que nosotros juzgamos

    necesarias, o las consideramos as, el griego, ya en la ciudad o en la villa, logr afinar su

    ingenio y depurar sus formas de convivencia mediante la asidua comunicacin con el

    prjimo. Pocos pueblos han sido tan plenamente sociables. La conversacin era para el

    griego el aliento vital -y lo es todava, si bien menoscabado por la persistente

    inclinacin a la lectura de los peridicos-. Qu sociedad sino Atenas pudo haber

    producido una figura como Scrates, el hombre que cambi la corriente del

    pensamiento humano sin escribir una palabra, sin predicar una doctrina, simplemente

    conversando en las calles de la ciudad que solo abandon dos veces para ir a la guerra?

    En qu otra sociedad se advierte tan poco la diferencia entre el hombre cultivado y el

    que no lo es, entre quien posee buen gusto y el vulgar? La verdadera educacin del

  • ateniense y de muchos otros griegos era impartida en los lugares de reunin: en las

    horas de charla en la plaza del mercado, en el peristilo o en el gimnasio, en las

    asambleas polticas, en el teatro, en los recitales pblicos de Homero, y en las

    celebraciones y procesiones religiosas. Quizs el mayor galardn que su clima haba

    otorgado al Ática era que sus grandes reuniones podan realizarse al aire

    libre. Por liberales que pudiesen ser los instintos polticos del ateniense, su democracia

    no se hubiese desarrollado como lo hizo -ni tampoco su drama- si hubiesen sido

    necesarios un techo y unas paredes. Dentro de nuestras condiciones sociales, que

    promueven la reclusin y el individualismo y exigen gastos para frecuentar cursos de

    enseanza o espectculos, la existencia de la gente acomodada debe ser potencialmente

    ms rica que la del pobre, y slo seiscientos consiguen tener libre acceso a los negocios

    de la nacin. En Atenas la vida pblica, con su sabia estructura, era accesible a todos

    porque estaba expuesta al aire y al sol. Explicar la cultura ateniense como el producto

    del clima ateniense sera ingenuo, aunque no fuera de moda; no obstante, puede

    demostrarse que en un clima diferente no se habra desarrollado como lo hizo. Este

    detenido examen de las condiciones fsicas en que vivieron los griegos puede muy bien

    concluir con algunas observaciones sobre los recursos naturales del pas y la ndole de

    su economa en condiciones primitivas.

    Hoy las cuatro quintas partes de Grecia son ridas; en los tiempos primitivos (segn

    hemos visto), las laderas de las montaas estaban cubiertas de bosques, los cuales

    producan madera y caza, tanto mayor como menor. Puede inferirse fcilmente que las

    precipitaciones pluviales eran ms abundantes y menos catastrficas, y que, por

    consiguiente, haba ms y mejores campos de pastoreo que hoy. Segn pruebas

    evidentes -en particular brindadas por Homero y Hesodo- parece ser que Grecia se

    abasteca a s misma en lo que respecta a los artculos de primera necesidad. Adems de

    los productos agrcolas, haba piedra en abundancia para edificar y buena arcilla de

    alfareros. Los olivos constituan una importante cosecha, entonces como ahora, y

    provean aceite para cocinar y para encender lmparas, y tambin el antiguo equivalente

    del jabn. Se cultivaba adems la vid.

    En minerales, Grecia era pobre. Se haba encontrado oro, plata, plomo y cobre, pero no

    en cantidad y careca de hierro. Tampoco haba carbn. A mi parecer, este hecho simple

    de que ninguna civilizacin antigua tuviese carbn no ha sido tenido suficientemente en

    cuenta por los historiadores sociales. La miel es un buen sucedneo del azcar; el vino

    abundante compensa por lo menos la ausencia de t y de caf. Uno puede vivir sin

    tabaco, con tal que no sepa que ste existe, pero qu puede reemplazar al carbn?

    Como fuente de calor y luz, el carbn se substituye por el sol mediterrneo y por lea,

    pues con carbn vegetal se cocina muy bien; pero para el carbn como fuente de energa

    no exista un sucedneo satisfactorio. En esas circunstancias se contaba slo con el

    trabajo de los esclavos, el cual es antieconmico desde el punto de vista mecnico y

    malo por otras razones. Homero y Hesodo nos ensean algo sobre la vida econmica de

    esta poca oscura. Es evidente que la agricultura estaba dirigida con gran inteligencia; el

    cultivo de la vid, en particular, pese a no ser nada simple, era entendido a fondo. En la

    Odisea, al describir la ciudad de los feacios, Homero nos pinta huertos y jardines bien

    cuidados, abundosos y pulcros:

    A la mitad del camino hallaris un hermoso bosque de lamos, a Atenea consagrado, en

    el cual mana una fuente y un prado se extiende alrededor: all tiene mi padre un campo

    y una via floreciente, tan cerca de la ciudad que puede orse el grito que en ella se d.

    Sintate en aquel lugar y aguarda que nosotras, entrando en la poblacin, lleguemos al

    palacio de mi padre. Y tan pronto como nos creas llegadas, entra en la ciudad de los

  • feacios, y busca la morada de mi progenitor, el magnnimo Alcnoo. Fcil te ser

    reconocerla y hasta un nio podra guiarte, porque ninguna otra se parece a la suya. As

    que entres en palacio y cruces el patio, atraviesa la mansin y ve adonde est mi madre.

    En su estancia, junto al fuego, hilando purprea lana, admirable a la vista, la hallars.

    Sobre una columna estar apoyada y rodeada de esclavas. A par suyo aparece el trono

    de mi padre, donde l se sienta para beber vino, semejante a un inmortal (7)

    As es como la princesa Nauscaa instruye al nufrago Odiseo. Cuando ste llega al

    palacio, he aqu lo que ve:

    En el exterior del patio, cabe las puertas, hay un gran jardn de cuatro yugadas, y

    alrededor de l se extiende un seto por entrambos lados. All han crecido grandes y

    florecientes rboles: perales, manzanos, granados de esplndidas pomas, dulces higueras

    y verdes olivos. Los frutos de estos rboles no se pierden ni faltan, ni en invierno ni en

    verano; son perennes; y el Cfiro, soplando constantemente, a un tiempo mismo

    produce unos y madura otros. La pera envejece sobre la pera, y la manzana sobre la

    manzana, la uva sobre la uva y el higo sobre el higo. All han plantado una viza muy

    fructfera y parte de sus uvas se secan al sol en un lugar abrigado y llano, a otras las

    vendimian, a otras las pisan, y estn delante las verdes, que dejan caer la flor, y las que

    empiezan a negrear. All, en el fondo del huerto, crecen lios de legumbres de toda

    clase, siempre lozanos. Hay en l dos fuentes: una corre por todo el huerto; la otra va

    hacia la excelsa morada y sale debajo del umbral, adonde acuden por agua los

    ciudadanos (8).

    La tierra de los feacios tiene algunos rasgos de paisaje de cuento de hadas; pero, por

    mucho que Homero haya retocado su cuadro, ste representa algo que ha visto. En el

    ltimo canto de la Odisea, encontramos otro viedo y esta vez sin magia. Despus de

    matar a sus rivales, Odiseo sale a buscar a su anciano padre, que en su desesperacin ha

    abandonado la ciudad:

    Y bajando al grande huerto, no hall a Dolio, ni a ninguno de los esclavos, ni a los hijos

    de l, pues todos haban salido a coger espinos para hacer el seto del huerto, y el

    anciano Dolio los guiaba. Por esta razn hall en el bien cultivado huerto a su padre

    solo, aporcando una planta. Vesta Laertes una tnica sucia, remendada y miserable;

    llevaba atadas a las piernas unas polainas de vaqueta cosida para reparo contra los

    rasguos y en las manos guantes por causa de las zarzas; y cubra su angustiada cabeza

    con un gorro de piel de cabra (9).

    En la Odisea todo es grande y observamos la vida de los reyes en sus dominios, aunque

    el rey de Itaca es ms bien un seor feudal. Utiliza trabajadores libres y esclavos, pero

    no tiene a menos trabajar l mismo en la tierra. Laertes sabe cmo se cava alrededor de

    la vid y el propio Odisio se jacta de poder abrir un surco tan derecho como el que ms.

    En Hesodo encontramos al pequeo granjero, que trabaja su tierra, con sus hijos y un

    esclavo, cuando puede tenerlo, o eventualmente con mano de obra asalariada. En todos

    los casos, la finca, sea grande o pequea, se abastece por lo general a s misma: la

    "economa domstica" es la regla. As vemos a Aret, la reina feacia, tejiendo junto a la

    lumbre, en tanto que Penlope de Itaca es quizs la tejedora ms famosa, con su enorme

    sudario en el cual desteja por las noches lo que haba adelantado durante el da. El

    palacio de Alcnoo "tiene cincuenta doncellas de servicio: unas quebrantaban con la

    muela el rubio trigo; otras tejen telas y, sentadas, hacen girar los husos, moviendo las

  • manos cual si fuesen hojas de excelso lamo, y las bien labradas telas relucen como si

    destilaran aceite lquido (10)".

    En ambientes ms humildes, todos los vestidos y alimentos para la casa eran hechos por

    las mujeres de la familia, quizs con la ayuda de una muchacha esclava, si la familia

    estaba en prspera situacin; adems, la mayor parte de los utensilios de la granja se

    hacan alli mismo. Solo conocemos dos oficios especializados, el de forjador y el de

    alfarero. stos eran demiourgi, "hombres que trabajan para el pueblo", que no

    consumen ellos mismos el producto de su trabajo. El demiurgo es el artfice; en Platn,

    el creador; de ah el Demiurgo de Shelley en su Prometheus Unbound. Es interesante

    sealar que estos dos son los nicos oficios que tienen representantes divinos: Hefesto

    (Vulcano), el forjador, y Prometeo, tambin dios del fuego pero en el culto del

    Ática el dios de los alfareros. No hay ningn dios de la zapatera o de la

    labranza o de la construccin. Resulta claro que cualquiera sabe cmo hacer estas cosas,

    pero algo muy distinto acontece con los trabajos de metal labrado o con la confeccin

    de una elegante pieza de alfarera. "Cmo ha sido elaborada?- Algn dios debe haberla

    inventado." Por ello Hefesto, en la historia deliciosamente escandalosa de Ares y

    Afrodita, que Homero cuenta en el octavo canto de la Odisea, forj una red de hierro,

    tan ligera como una gasa y tan fina que ni los bienaventurados dioses podan verla; y

    fingi que se iba a Lemnos; y Ares dijo: "Ven, amada ma, tu esposo ha ido a Lemnos a

    visitar a sus brbaros amigos los sintios"; y Afrodita fue; pero la red cay sobre ellos y

    los aprision tan firmemente que no podan mover ningn miembro, y entonces Hefesto

    llam en su rabia a los otros dioses, quienes acudieron a presencial el ultraje que le

    haban inferido; y cuando vieron el astuto ardid de Hefesto, los acometi una risa

    inacabable. Apolo, hijo de Zeus, se volvi hacia Hermes y le dijo: "-Hermes, hijo de

    Zeus, crees que aquello mereca esto?" Y el matador de gigantes respondi: "Ya lo

    creo, gustoso ocupara yo su lugar en este momento". Pero tal vez nos hemos alejado un

    poco de la primitiva economa griega.

    En aquellos das los griegos no eran comerciantes. Los artculos de lujo que tan

    profusamente encontramos en los hogares de la gente rica procedan de oriente, venan

    en barcos fenicios, los cuales tambin traan esclavos. Eumeo, el fiel porquerizo de

    Odiseo, fue uno de ellos. Su padre era rey de Siria, muy distante de Sicilia, y este rey

    tena una esclava procedente de Sidn, comprada a los viles piratas tafios que la haban

    robado. Un da lleg a Siria una nave fenicia con un cargamento de frusleras, y uno de

    los tripulantes enamor a esta muchacha sidonia. Oy su historia y le insinu que se

    volviera con ellos, pues l saba que sus padres vivan y eran gente pudiente. La

    muchacha, por supuesto, accedi y complet el plan de fuga con una sugestin: ella

    podra llevar consigo al hijo del rey, un niito muy despierto que tena a cargo suyo y l

    ganara una bonita cantidad. El fenicio estuvo plenamente de acuerdo. Durante un ao

    entero el barco se demor en Siria, mientras vendan sus galas y cargaban otras

    mercancas: ganado, pieles, metales en bruto y vino eran los artculos de exportacin

    ms corrientes. Cuando ya estaban listos para zarpar, el perverso fenicio vino a la

    morada real con un collar de mbar para vender, y en tanto la reina y las otras mujeres

    lo examinaban y discutan su precio, la esclava sidonia se escabulla por oscuras

    callejuelas con el nio. Cuando el hecho se supo, ya estaban en alta mar. La sidonia

    pag su culpa, pues se cay a la bodega, fue rescatada muerta y luego arrojada al agua.

    El barco se dirigi hacia Itaca y all el nio fue vendido al padre de Odiseo, Laertes, y

    criado por ste y Anticleia casi como si fuese su propio hijo. Una vez crecido, le dieron

    una tnica y un hermoso manto y lo hicieron mayordomo de la granja. ste fue un

    aspecto del comercio del Mediterrneo, no solo en aquella edad oscura, sino en

  • cualquier otra poca en que no haya habido un gobierno lo bastante fuerte para vigilar

    las costas y controlar los mares.

    El comercio internacional estaba, pues, en manos fenicias, y en ciertas regiones del

    Mediterrneo sigui siendo una prerrogativa fnicia hasta fines del siglo III a. C. Cartago

    era una colonia fenicia -de aqu el nombre de "Guerras pnicas"- y los cartagineses se

    las compusieron para mantener a los comerciantes griegos fuera del tringulo formado

    por el extremo occidental de Sicilia, el estrecho de Gibraltar y el extremo oriental de los

    Pirineos. Pero -para volver al peroso primitivo- los griegos ya se venan ocupando del

    trfico costanero. Hesodo da instrucciones (en Los trabajos y los das) sobre las

    estaciones del aos en que se puede comenzar a navegar, y en las que es necesario

    abstenerse, salvo que alguien sea demasiado necio -o en extremo codicioso- como para

    hacerse insensatamente a la mar, pues Hesodo juzgaba una "aberracin congnita" el

    navegar y el enriquecerse con el comercio. Hesodo era un granjero, acostumbrado al

    ritomo regular y el pausado curso de la naturaleza. Posea esa slida riqueza que se

    extrae de la tierra y no esa otra amasada con el comercio, ocupacin poco segura y

    amenazada por toda suerte de peligros. "Mantente lejos del mar cruel", era el consejo de

    Hesodo. Sin embargo, en la Odisea, poema anterior, segn parece, encontramos la

    descripcin de una ciudad, evidentemente griega, que es un puerto en regla:

    Al llegar a la ciudad, rodeada de algo y torreado muro, y partida en dos por hermoso

    puerto de estrecha boca, donde los bajeles hallan seguro refugio, vers ante l un

    magnfico templo erigido a Poseidn junto al gora, cuyo pavimento es de piedras de

    acarreo profundamente hundidas. All estn los aparejos de las negras naves, las

    gmenas y los cables, las antenas, los aguzados remos, porque los arcos y el carcaj no

    los usan los feacios, sino los mstiles y los remos y los bien proporcionados navos,

    sobre los que surcan gozosos la espumosa mar(11).

    No cabe duda de que Homero ha visto esta ciudad griega; pero podemos inferir que no

    haba muchas as, pues en tal caso no vala la pena descriirla tan minuciosamente, ni

    tampoco el arte de navegar -al menos como lo practicaban los feacios- gozara de tan

    mgico prestigio. As, mientras en un pasaje leemos que "ellos se confan a los barcos

    que los llevan a travs del alborotado mar, pues Poseidn los ha hecho un pueblo

    navegante y sus barcos son tan veloces como un pjaro o como el pensamiento", en otro

    su rey dice: "Pues nuestras naves no llevan pilotos, ni timones como los dems bajeles,

    y no por ello ignoran los deseos de los hombres; ellas conocen las ciudades y los frtiles

    campos de todos los pases, cruzan velocsimas el produndo mar, cubierto de bruma o

    nubes, sin temor a ningn tropieso ni prdida."

    Homero era un griego jnico. Ser demasiado prosaico suponer que una determinada

    ciudad jnica, ms osada que las otras, las sobrepuj en el arte de la construccin de

    navos, de la nutica y de la navegacin y que las otras quedaron deslumbradas? La

    Odisea est llena de referencias sobre la vida de mar, y la gran poca de la colonizacin

    griega se acerca ya; pero todava falta que llegue Hesodo, el curtido granjero, con su

    calendario laboral del ao y su consejo: "Ve a la mar, si debes hacerlo, pero solo entre

    mediados de junio y septiembre, y an as sers un insensato", para recordarnos que hay

    ms de una clase de griegos y que cualquier generalizacin sobre ellos es peligrosa.

    (1) El nombre Beocia significa "tierra de vacas". No eran muy abundantes en Grecia las

    buenas tierras de pastoreo para estos animales.

  • (2) Hacen necesaria esta distincin algunas locuras de los atenienses durante la guerra

    del Peloponeso, pero para esta fecha, ya los atenienses, segn vimos, estaban

    plenamente urbanizados.

    (3) No debe tomarse demasiado a la letra. Platn era aficionado a una especie de

    misticismo matemtico.

    (4) Significa "pedregoso".

    (5) Trad. de A. W. Mair.

    (6) Vase ms adelante, pg. 180 y sig.

    (7) Odisea, canto VI. Traduccin directa del griego por Luis Segal y Estalella.

    (8) Odisea, canto VII.

    (9) Odisea, canto XXIV.

    (10) Odisea, VII, trad. inglesa de E. V. Rieu.

    (11) Habla Nauscaa, Odisea, VI.

    .

  • Captulo IV

    HOMERO

    El primero y el ms grande de los poetas europeos merece un captulo aparte por su

    valor intrnseco, porque en l vemos todas las cualidades que caracterizan el arte

    helnico y por la influencia que sus poemas han ejercido en muchas generaciones de

    griegos.

    Sobre la famosa cuestin homrica, quin fue Homero y que partes de La Ilada y de La

    Odisea escribi, dir lo menos posible. La tradicin griega era muy vaga, puesto que un

    primitivo escritor jnico, Helnico