Capítulo IV - Kitto Los Griegos - Eudeba

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    Capítulo IV

    HOMERO 

    El primero y el más grande de los poetas europeos merece un capítulo

    aparte por su valor intrínseco, porque en él vemos todas las cualidades

    que caracterizan el arte helénico y por la infuencia que sus poemas han

    ejercido en muchas generaciones de griegos.

    Sobre la amosa cuesti!n homérica, quién ue "omero y que partes

    de La Ilíada y de La Odisea escribi!, diré lo menos posible. #a tradici!n

    griega era muy vaga, puesto que un primitivo escritor j!nico, "elánico,

    lo sit$a en el siglo %&& y "er!doto en el &% 'cuatro siglos antes de mi

    época y no más'. (o caben dudas de que "er!doto es sustancialmente

    e)acto, "elánico acepta sin discusi!n que un poeta que describe con

    tanta intensidad la guerra de *roya, tuvo que haberla visto él mismo.

    +ero la cuesti!n importante no es quién era "omero, sino qué era. La

    Ilíada y La Odisea han sido llamadas la iblia de los griegos. -urante

    siglos estos dos poemas ueron la base de la educaci!n griega, tanto de

    la educaci!n ormal de la escuela, como de la vida cultural delciudadano com$n. #os recitales de "omero, acompaados por

    e)hibiciones, estaban a cargo de proesionales que iban de ciudad en

    ciudad. +lat!n trae una animada descripci!n, no carente de malicia, de

    uno de éstos recitales en su Ion. '-ebe ser maravilloso &on, andar como

    haces tu, de sitio en sitio, arrastrar una densa multitud adonde quiera

    que vayas y tener a todos pendientes de tus labios y ponerte tus

    mejores ropas.' /ientras esta iblia no ue remplazada por otra, una cita

    de "omero era el modo natural de dirimir una cuesti!n de moral o de

    conducta. "omero podía ser alegado, lo mismo que elDomesday 

    Book 012 en apoyo de un reclamo territorial en cualquier trato

    diplomático. 3undi! una especie de 4undamentalismo, semejante a las

    interpretaciones de la iblia de algunas sectas protestantes. "omero

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    atesoraba toda la sabiduría y todo el conocimiento. +lat!n se moa de

    esto, cuando hace proclamar a &on que, por ser un e)perto en "omero,

    es e)perto en todo, dicha ciudad puede muy bien convertirlo en su

    general puesto que ha aprendido en el poeta el arte de la guerra. /ás es

    necesario aceptar que "omero sostuvo y nutri! la mente y la

    imaginaci!n de los griegos generaci!n tras generaci!n, tanto de artistas

    y pensadores como también de los hombres comunes.

    #os pintores y los poetas acudían a "omero en procura de inspiraci!n y

    también de temas. Se dice que Esquilo cali5caba modestamente su

    propia obra como migajas del banquete homérico y no hay en el drama

    europeo una 5gura mas grandiosa que este autor. 4inalmente, junto con

    el propio idioma, la com$n herencia de "omero inundía a los griegos la

    convicci!n de que, pese a las dierencias y odios que los separaban,

    ormaban un solo pueblo.

    -ebemos pues saber algo sobre "omero, este primer europeo

    individualizado que de pronto resplandece como una gran llamarada en

    medio de aquella era de tinieblas.

    El comienzo de la Ilíada no es una mala introducci!n a "omero. 6eamos

    entonces, una simple trascripci!n en prosa de la tremenda escena conque se inicia la Ilíada , un pasaje que el griego medio debía saber todo o

    casi todo de memoria. Estas son las cosas que los hombres de acci!n

    como +endes o 7lejandro , los poetas, los escultores, los pintores, los

    5l!soos, los hombres de ciencias, los políticos, los comerciantes, los

    caballeros de provincia y los artesanos habían metido en sus cabezas

    desde su mas temprana adolescencia.

    Canta, oh musa , la cólera de Aquiles el Peilda, cólera funesta,

    que causó innitos males a los aqueos y precipitó al Hades

    muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de

     perros y pasto de aves, cumplíase la voluntad de Zeus, desde

    que se separaron disputando el Atrida, rey de los homres y el 

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    divino Aquiles! "#Cu$l de los dioses promovió entre ellos la

    contienda para que pelearan% &l hi'o de (eto y de Zeus, Apolo!

     Airado con el rey, suscitó en el e'ército mali)na peste, y los

    homres perecían por el ultra'e que el Atrida inriera al 

    sacerdote Crises! &ste deseando redimir a su hi'a, se haía

     presentado en las veloces naves aqueas con un inmenso rescate

    y en la mano las ínfulas de Apolo, el que hiere de le'os, que

     pendían de $ureo cetro, y a todos los aqueos, y particularmente

    a los dos Atridas, caudillos de puelos, así les suplicaa*

    +Atridas y dem$s aqueos de hermosas )reas, los dioses que

    haitan las moradas del limpo os permitan destruir la ciudad 

    de Príamo y re)resar felizmente a la patria! Poned en liertad ami hi'a y reciid el rescate, venerando al hi'o de Zeus, a Apolo el 

    que hiere de le'os+! -odos loa aqueos aproaron a voces que se

    respetara al sacerdote y se admitiera el espléndido rescate, mas

    el $trida A)amenón a quien no plu)o el acuerdo, le despidió de

    mal modo y con altaneras voces* ./01o de yo conti)o anciano,

    cerca de las cóncavas naves, ya porque ahora demores tu

     partida, ya porque vuelvas lue)o, pues quiz$s no te val)an el cetro y las ínfulas del 2ios! A ella no la soltaré, antes le

    sorevendr$ le ve'ez, mi casa en Ar)os, le'os de su patria,

    traa'ando en el telar y aderezando me lecho! Pero vete, no me

    irrites, para que puedas irte sano y salvo! Así dicho! &l anciano

    sintió temor y oedeció el mandato! 3uese en silencio por la

    orilla del estruendoso mar!

    7sí es como se inicia la obra más primitiva de la literatura europea.

    -entro de un momento nos aventuraremos un poco mas en ella, entre

    tanto interrumpamos la traducci!n a 5n de sealar un punto

    undamental.

    "a sido siempre un lugar com$n de la crítica homérica, a5rmar que

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    "omero se precipita en el tema in medias res, como decía "oracio. Esto

    se considera un signo del genio literario de "omero, y por supuesto lo

    es, pero tal vez nosotros podamos avanzar un poco más. *rae implícitas

    muchas cosas el hecho ya de por si importante, de que *ornero no

    componga una e)tensa divagaci!n épica sobre la 8uerra de *roya, sobre

    sus diez aos completos, sino que se contente con una ase de ella.

    "asta tal punto su sentido de la orma, disciplina su arte de tal manera

    que puede concluir su poema y su terna, sin llegar siquiera a la toma de

     *roya. Este dominio instintivo de la orma es en eecto notable, pero su

    origen lo es a$n más. (o reside éste en la eliz inspiraci!n ni es un

    mérito meramente 'artístico', su origen es más proundo, está

    incrustado en cierto hábito mental, en cual no es s!lo homérico sino

    helénico en el ondo. "omero pudo muy bien haber circunscrito su tema

    de este modo y a pesar de eso tratarlo a la manera semi hist!rica.

    "abría compuesto así un poema todo lo brillante, ágil y bien construído

    que se quiera, pero que en esencia hubiera resultado el ragmento de un

    inorme, una representaci!n. "omero no lo ha hecho y tampoco han

    procedido así los poetas clásicos griegos 092. #a Ilíada no relata un

    episodio de la guerra, amenizando la descripci!n con refe)iones al pasarsobre tal o cual aspecto de la vida. El poeta ha tomado más bien

    :;eusB /as bien lo contrario, que es parte

    de un +lan universal, que no es algo que sucede s!lo en esta ocasi!n,

    sino algo que proviene de la verdadera índole de las cosas. (o es pues,

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    una reerencia a lo particular, sino a lo universal. (o nos corresponde a

    nosotros decir si "omero lleg! a esta concepci!n al refe)ionar sobre

    este episodio bélico, o si su e)periencia de la vida lo llev! a ella, la cual

    podía e)presarse, a su parecer, mediante la historia de 7quiles.#o

    importante es que éste es su tema, que tal causa tiene tal eecto, y que

    la esencial unidad de #a &líada , a pesar de su dilataci!n épica y de

    adiciones posteriores, procede de este argumento tan bien concebido y

    no simplemente de un arti5cio literario. +or consiguiente, se nos permite

    una momentánea pedantería, no es en verdad e)acto decir que "omero,

    al omitir los primeros nueve aos de la guerra, se precipit!

    inmediatamente en medio de su asunto. Empieza, por el contrario, en el

    principio de él y así lo mani5esta con toda claridad.

    /uchos miles de hombres ueron muertos y deshonrados a causa de una

    pelea. El lector tendrá una idea muy incompleta de la concepci!n de

    "omero, si no vemos cuál ue la causa de la pelea.

    -ejamos a 3rises, el sacerdote, caminando muy afigido por la orilla del

    mar. 7hora 3rises pide a 7polo que lo vengue.

    7sí dijo rogando. Cy!le 4ebo 7polo, e irritado en su coraz!n, descendi!de las cumbres del Climpo con el arco y el cerrado carcaj en los

    hombros, las saetas resonaron sobre la espalda del enojado dios, cuando

    comenz! a moverse. &ba parecido a la noche. Sent!se lejos de las naves,

    tir! una fecha y el arco de plata dio un terrible chasquido. 7l principio el

    dios disparaba contra los mulos y ágiles perros, mas luego dirigi! sus

    amargas saetas a los hombres y continuamente ardían muchas piras de

    cadáveres.

    -urante nueve días volaron por el ejército las fechas del dios. En el

    décimo, 7quiles convoc! al pueblo al ágora.

    =.D#a unidad de #a Cdisea es mucho mas clara, y es e)actamente de la

    misma naturaleza. +or ning$n concepto se debe a que el material está

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    sagazmente dispuesto, si bien el diseo de la intriga es e)traordinario.

    #o cierto es que la intriga está así urdida a 5n de hacer resaltar una idea,

    la desobediencia es contraria a la voluntad de los dioses y por

    consiguiente, castigada.

    El sol y las tormentas shaespireanos están ausentes por completo, si un

    personaje habla del paisaje que lo rodea, es para poner de relieve que él

    se halla aislado de sus semejantes. Sería ácil y c!modo si pudiésemos

    decir que el griego era insensible a la naturaleza y dejar así las cosas.

    +ero no es posible. #imitémonos a "omeroF un hombre insensible a la

    naturaleza no pudo haber utilizado tanta riqueza de símiles naturales,

    todos e)actísimos en sus detalles, símiles tomados de animales, aves, el

    mar, el cielo y las tormentas, láminas en pequeo que recuerdan a la

    distancia las iluminaciones de los manuscritos medievales. Está, pues,

    uera de toda duda que el griego tenía conciencia de la belleza y la

    variedad de la naturaleza. 7demás, no es solamente el marco natural lo

    que está ausente. Seg$n hemos visto, la &líada comienza sin la más leve

    insinuaci!n sobre d!nde transcurre la acci!nG debemos hallarnos en

    alg$n lugar del territorio troyano, pero ?@d!ndeB. "omero no muestra

    demasiado interés en decírnoslo. *ampoco nos da ese marco que unescritor moderno podría diícilmente omitirF los demás, los actores más

    pasivos en la escena, los otros jees griegos y el ejército. Solo las 5guras

    esenciales están descritas.

    +ero el lector moderno no solo echa de menos el marco que espera, sino

    que se encuentra con otro que, en un principio, no comprendeF el de la

    acci!n divina. (o vemos las murallas de *roya, pero asistimos a

    deliberaciones en el Climpo y observamos c!mo los dioses particulares

    intervienen en la batalla o :;Hcomo en nuestro pasajeD en la disputa. (o

    es de sorprender que se dé así la impresi!n de que los personajes

    humanos en el poema, no son sino piezas movidas sobre un tablero de

    ajedrez por una camarilla de deidades caprichozas e irresponsables. Sin

    embargo, es diícil conciliar esta idea con la humanos aut!nomos y

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    responsables que "omero orja para nosotros con tanto esuerzo. Este

    7gamen!n y este 7quiles son auténticos hombres adultos, tratados de

    un modo también adulto. En realidad, teniendo en cuenta la primitiva

    erocidad con que tropezamos a cada paso en las descripciones

    homéricas de la vida, esta madura adultez nos resulta por momentos

    casi desconcertante. +ero toda la acci!n es acompaada por una

    maquinaria divina que parece un tanto inantil, como en aquel momento

    de nuestro pasaje en que 7tenea desciende del Climpo, da un tir!n a los

    cabellos de 7quiles y le espeta una retahila de buenos consejos. 7sí en

    la tragedia posterior :;Hsi bien de un modo mucho menos pintorescoD

    los dioses, por medio de oráculos, sueos y todo lo demás, parecen

    controlar y dirigir las acciones de los hombres, incluso cuando éstos son

    presentados como agentes plenamente independientes y responsables.

    Esta cuesti!n del marco es, pues, conusa, y aunque no es éste el lugar

    para el e)amen sobre la religi!n griega, el lector tiene derecho a un

    esclarecimiento provisional. "omero carece, naturalmente de una

    teología dogmáticaG en realidad, todavía no e)iste ni la mera idea de

    pensamiento sistemático. 7demás, él está utilizando una orma

    tradicional, pues con seguridad hubo muchos autores de poemas épicosantes de "omeroG de modo que lo antiguo y lo nuevo se dan de consuno.

    En un momento >eus decide que los griegos deben ser castigadosG por

    consiguiente, los troyanos logran rechazarlos hasta sus naves. +or otra

    parte, un dios o una diosa desciende en medio de la reriega para salvar

    a un predilecto suyo que se halla en grave peligro, y esto es realizado en

    oposici!n al deseo de >eus. 3omo contraste encontramos a principios de

    la Odisea un pasaje en que se hace decir a >eusF

    'I3uán insensatos son los hombresJ ?I-e qué modo culpan los mortales

    a los diosesJ -icen que todos los males les vienen de nosotros, y son

    ellos quienes se atraen con sus locuras inortunios no decretados por el

    destino.' -icho en términos modernosF la vida es siempre dura, pero

    nuestras altas y errores la hacen más dura de lo necesario. #a grave y

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    5los!5ca sabiduría de este pasaje no se concilia ácilmente con el

    capricho divino que encontramos en otros, y much menos con la jocunda

    irreverencia que emana de relato sobre los amores de 7res y 7rodita.

     *odo este proceso parece muy sorprendente. #a azarosa me)cla de lo

    viejo y lo nuevo e)plica una parte del acontecer generalG para lo

    restante puede ella también ayudar al lector si éste recuerda que los

    dioses constituyen una temprana creaci!n, con la que se ha querido dar

    cuenta del porqué de ciertos hechos, particularmente de aquellos de

    carácter e)traordinario. 7sí, seg$n vimos en el $ltimo capítulo, la

    habilidad del orjador de metales e)igía condiciones que sobrepasaban

    la destreza del hombre com$n. Entonces, puesto que tal aptitud

    resultaba e)cepcional, no cabe duda de que era de origen divinoG por

    consiguiente, debía e)istir un dios del uego. En nuestro pasaje de

    la Ilíada nos enteramos de que 7quiles tiene más uerza que lo com$nF

    esto, dice 7gamen!n, es el don de alg$n dios, y la e)plicaci!n trae

    consigo una verdadera inerencia 5los!5ca. (o hay nada de qué

     jactarseG lo que un dios da, también él puede quitarlo. 7demás, dos

    uerzas se debaten en la mente de 7quiles, la rabia ciega y el reno

    prudente.(osotros podríamos decirF 'por un sobrehumano esuerzo de

    autodominio'...G los helenos e)presabanF 'por la ayuda de alg$n dios...'G

    y el griego poeta o pintor de vasos retrataría a 7tenea, en orma

    corporal, aconsejando a 7quiles. #a dierencia no es grandeG y el hecho

    de que 7quiles deba su uerza a alguna divinidad o tome una prudente

    decisi!n con la ayuda de 7tenea, no disminuye en lo más mínimo su

    grandezaG los dioses no avorecen así a los hombres insigni5cantes, y

    aquel a quien ayudan está por encima de la vulgaridad. (o debemos

    pensar que los dioses escogen a cualquier fojo y le otorgan uerza.

     Kamás procederían ellos de ese modo.

     *al es entonces el marco en que vemos los hombres y los

    acontecimientos, no solamente de la épica griega sino también de la

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    mayor parte del arte griego clásico. Este degener!, por supuesto, en

    trivialidades mitol!gicas. 4ue un desarrollo posclásico, pero ascin! a

    Loma y encant! el siglo %6&&&, con el resultado de que el lector moderno,

    antes que pueda obtener una visi!n directa de "omero y los posteriores

    clásicos griegos, debe primero desembarazarse de cierto aspecto de la

    cerámica inspirada en MedgNood y de otras e)presiones artísticas

    similares. +ero para los griegos este marco no era decoraci!nG era más

    bien una especie de perspectiva, no en el espacio sino en su signi5cado.

    El nos permite ver la acci!n particular que estamos observando no como

    un hecho aislado, casual, $nicoG lo vemos más bien en relaci!n con la

    estructura moral y 5los!5ca del universo. Esta estructura, repito, no es

    e)puesta conscientemente, por "omeroG él no tiene ning$n sistema

    5los!5co integral. Sin embargo, percibe que hay una unidad en las

    cosas, que los acontecimientos tienen sus causas y sus resultados, que

    e)isten ciertas leyes morales. Esta es la estructura en la que encaja la

    acci!n particular. El marco divino de la épica signi5ca en $ltima instancia

    que las acciones particulares son al mismo tiempo $nicas y universales.

    #os griegos que durante mil aos acudieron a "omero para la enseanza

    de sus j!venes y para deleite e instrucci!n de los adultos, no se dirigíana meras reliquias venerables o a hist!ricas sagas patri!ticas o a

    encantadores cuentos de hadas, sino a poemas que ya atesoraban todas

    las cualidades que habían dado un carácter distintivo a su cultura.

    "emos considerado un pasaje con alg$n detalleG hemos visto, quizás,

    parte de aquella uerza intelectual instintiva que con tanta 5rmeza

    organiza todo el poemaG algo, sin duda, de la esencial seriedad que lo

    animaG un atisbo de la agudeza con que "omero contempla su objeto y

    de la vivacidad y economía con que nos lo hace ver también a nosotros.

    +ero "omero y todos sus grandes sucesores tienen otra cualidad de que

    nos hemos hablado, una cualidad que no debemos permitir que

    permanezca oscurecida por esta ama de intelectualidad y de seriedad

    moral. Es su humanidad. +re5ero que "omero mismo la muestre, pues él

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    es mejor escritor que yo.

    Ona batalla encarnizada tiene lugar en la llanura que se e)tiende al pie

    de *roya, y el héroe griego -iomedes causa terribles estragos entre los

    troyanos, tan grandes que "éctor abandona el campo de batalla para

    pedir a las mujeres de la ciudad que imploren a 7tenea una ayuda

    contra este hombre tan temible. 7l pasar "éctor por las puertas Esceas,

    ue rodeado inmediatamente por las esposas y las hijas, ansiosas de

    tener noticias de los hombres que luchaban. '+ero él les encarg! que

    orasen a los dioses, y a muchas produjo gran pena.' +rosigui! su camino

    hacia el palacio del rey +ríamo, su padre. "écuba, la reina, lo ve y le

    pregunta, en un estilo rancamente heroicoF 'I"ijoJ @+or qué has venido

    dejando el áspero combateB Sin duda los aqueos, de aborrecido nombre,

    deben de estrecharnos mucho, y tu coraz!n te ha impulsado a orar a

    >eus. +ero aguarda, traeré vino dulce como la miel para que

    primeramente lo libes al padre >eus y luego te aprovecha también a ti,

    si lo bebes. El vino aumenta mucho el vigor del hombre atigado, y t$ lo

    estás de pelear por los tuyos.'

    +ero "éctor reh$saF 'El vino puede hacerme olvidar de mi deber, y no

    me está permitido realizar una sacra libaci!n con sangre en mis manos'.+ide a su madre que orende a 7tenea las más hermosas vestiduras que

    posee el palacio. 7sí lo hace ella y "omero nos dice d!nde las había

    obtenido "écuba. 4ueron compradas en Sid!n a mercaderes enicios.

    "éctor encuentra a +aris, y severamente lo envía de regreso a la batalla.

    +aris había sido herido y desde entonces pasa sin preocupaciones su

    tiempo con "elena. 'Cjalá que se lo trague la tierra', dice "éctor.

     *ambién ve a "elena. Ella se reprocha su inconducta y diceF '6en,

    siéntate a mi lado, pues tus hombros soportan más que otros el peso de

    mi desvergPenza y la salvaje locura de +aris.' +ero "éctor no se quedaG

    sus compaeros en la batalla lo necesitan y claman por su regreso. 'Q

    DdiceD debo ir a mi casa y ver a mis criados, a mi querida esposa y a mi

    tierno hijoG ignoro si volveré de la batalla, o si los dioses dispondrán que

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    sucumba a manos de los aqueos.'

    +ero 7ndr!maca no está allí. Ella había oído que los troyanos eran

    rechazados y corri!, como una loca, llena de ansiedad, hacia las

    murallas de la ciudad, a mirarG y la nodriza la sigui! con el nio. 7llí la

    encontr! "éctor. 7ndr!maca asi! su mano y le dijoF

    +4h Héctor5 -u valor te perder$! 1o te apiadas del tierno

    infante ni de mí, infortunada, que pronto seré tu viuda6 pues los

    aqueos te acometer$n todos a una y acaar$n conti)o!

    Preferile sería que, al perderte, la tierra me tra)ara, porque si 

    mueres no har$ consuelo para mí, sino pesares6 que ya no

    ten)o padre ni venerale madre! A mi padre &tión lo mató Aquiles cuando tomó la poderosa ciudad de los cilicios, -eas, la

    de las altas puertas6 pero 7aquí un de'o de or)ullo8 sin

    despo'arle, por el reli)ioso temor que le entró en el $nimo6

    quemó el cad$ver con las laradas armas y le hizo un t9mulo!

    :is siete hermanos, que haitaan en el palacio, fueron

    muertos por Aquiles, el de los pies li)eros! :i madre, que era

    reina de Hipoplacia, murió en la casa de mi padre! Héctor, t9eres ahora mi padre, mi madre y mi hermano6 t9, mi altivo

    esposo! 4Pues, ea, sé compasivo, quédate aquí en la torre5 41o

    ha)as a un ni;o huérfano a a una mu'er viuda5+ 7(ue)o, como es

    una mu'er inteli)ente y ha estado oservando las cosas a través

    de sus l$)rimas, dice*8 +Pon el e'ército 'unto al carahí)o, que

     por allí la ciudad es accesile y el muro es m$s f$cil de escalar!+

    Contestóle el )ran Héctor, el de tremolante casco*

    +-odo esto me da cuidado, mu'er, pero mucho me sonro'aría

    ante los troyanos y las troyanas de lar)as vestiduras, si como

    un coarde huyera del comate6 y tampoco mi corazón me incita

    a ello, que siempre supe ser valiente y pelear en primera la

    entre los troyanos, manteniendo la inmensa )loria de mi padre y 

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    de mí mismo! clame, al verte derramar l$)rimas* +ésta fue la esposa de

    Héctor, el )uerrero que m$s se se;alaa entre los troyanos,domadores de caallos, cuando peleaan en torno de ?lión!+ Así 

    dir$n, y sentir$s un nuevo pesar al verte sin el homre que

     pudiera lirarte de la esclavitud! Pero o'al$ un montón de tierra

    cura mi tuma, antes que oi)a tus clamores o presencie tu

    rapsto!+

     Así diciendo, el esclarecido Héctor tendió los razos a su hi'o, y 

    éste se recostó, )ritando, en el seno de la nodriza de la ellacintura, por el terror que el aspecto de su padre le causaa*

    d$anle miedo el ronce y el terrile penacho de crines de

    caallo, que veía ondear en lo alto del yelmo! @ió el padre y 

    tamién la madre! Héctor se apresuró a de'ar el casco en el 

    suelo, esó y meció en sus razos al hi'o amado, y ro)ó así a

     Zeus y a los dem$s dioses*

    +4Zeus y dem$s dioses5 Concededme que este hi'o mío sea,

    como yo, ilustre entre los troyanos e i)ualmente esforzado6 que

    reine poderosamente en ?lión6 que di)an de él cuando vuelva de

    la atalla* &s mucho m$s valiente que su padre6 y que, car)ado

    de cruentos despo'os del enemi)o a quien haya muerto, re)oci'e

    el alma de su madre!+

  • 8/18/2019 Capítulo IV - Kitto Los Griegos - Eudeba

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    Este pasaje nos da un refejo de la verdadera alma del héroe homérico.

    #o que lo impulsa a realizar actos de heroísmo no es un sentido del

    deber, tal como nosotros lo entendemosF deber hacia los demás. éste es

    más bien un deber para consigo mismo. El se esuerza por lo que

    nosotros traducimos como 'virtud', pero que en griego es areté,

    'e)celencia'. #o que 7gamen!n y 7quiles disputan no es simplemente

    una muchachaF es el 'premio' que constituye el reconocimiento p$blico

    de su areté. *endremos mucho que decir de la areté, pues ella discurre a

    través de la vida griega.

    Esta escena Dal menos en griegoD es tal que el estudiante que la sabe de

    memoria e)pone primero las variantes de los manuscritos, los matices

    e)actos del signi5cado de las palabras, las complejidades gramaticales,

    y luego no puede con5ar en su voz para traducirla con seguridadG y no

    es ésta la $nica de su especie en la Ilíada. *ampoco esta humanidad

    independiente del tiempo se limita a los grandes pasajes, tal como lo

    mostrarán uno o dos rasgos casuales. 3onsideramos este breve

    e)tracto 0R2F

    2iomedes de'ólos muertos y fue al encuentro de Aas y Políido,

    hi'os de &uridamante, que era de provecta edad e intérprete de

    sue;os! &nderezó lue)o sus pasos hacia anto y -oón, hi'os de

    3énope Béste los haía tenido en la triste ve'ez que lo arumaa

    y no en)endró otro hi'o que heredara sus riquezasB6 y a

    entramos 2iomedes les quitó la dulce vida, causando llanto y 

    triste pesar al anciano que no pudo reciirlos de vuelta de la

    )uerra y m$s tarde los e>tra;os ser repartieron su herencia!

    3onsidérense los versos pronunciados por -iomedes poco después 02.

    El joven héroe 8lauco contempla el desastre que aquél está haciendo

    entre los troyanos y decide empear un combate con él. -iomedes Dtal

  • 8/18/2019 Capítulo IV - Kitto Los Griegos - Eudeba

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    como lo e)ige el c!digo caballerescoD le pregunta quién es, 'pues jamás

    te vi en las batallas, donde los varones adquieren gloria, pero al

    presente a todos los vences en audacia cuando te atreves a esperar mi

    ornida lanza'. 7hora viene el detalle signi5cativo. -iomedes podría

    haber dicho naturalmenteF '/alhadados aquellos cuyos hijos se oponen

    a mi uerza'. #as escenas de batallas son descritas con una especie de

    placerG se nos inorma con toda precisi!n por d!nde entre la lanza

    mortíera en el cuerpo del guerrero vencido y muy a menudo también

    por d!nde vuelve a salirG el vencedor se gana para sí una gloria que lo

    sobrevivirá. +ero "omero tiene también un pensamiento para la amplia

    vida de los hombresG él no olvida Dni tampoco introduce a la uerzaD a

    aquellos a quienes la gloria de otro hombre acarrea dolor.

    Sería un error describir la Iliada como una tragedia, puesto que es 0como

    muchas cosas griegas2 precisamente lo que se propone ser, un poema

    épico, con todo el sosiego y la dilatabilidad que éste e)ige. (o obstante,

    es intensamente trágica, y en esto es también plenamente griegaG el

    sesgo trágico del pensamiento era habitual en los griegos. 7ntes de

    intentar e)plicar esto, siempre utilizando como ilustraci!n la potencia

    omnicomprensiva de "omero, convendría sealar uno o dos puntosnegativos. En primer lugar, la raz!n de esta vena trágica no reside en

    que el griego pensaba que la vida era una pobre cosa. Qa hemos

    mencionado el aparente placer con que "omero relata escenas de

    combateG todo lo demás está descrito con el mismo entusiasmo.

    él vio todo con intenso interés, ya a Cdiseo que construye su nave, o a

    los héroes que preparan y comen sus suculentos alimentos en el campo,

    y sea o no probable, acompaando la comida con canciones. /uy pocos

    griegos creían que la vida era un valle de lágrimas, en el cual nada

    importaba demasiado. Sentían la más vehemente atracci!n por la

    actividad en todos sus aspectosF ísica, mental, emocionalG un inagotable

    placer en realizar hazaas y en contemplar c!mo se hacían. 3asi todas

    las páginas de "omero constituyen un testimonio de esta a5rmaci!n.

  • 8/18/2019 Capítulo IV - Kitto Los Griegos - Eudeba

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    Ese ondo trágico no debe interpretarse como que la vida es indigna de

    vvirseG es un sentimiento de tragedia, no de melancolía.

     *ampoco debemos suponer que una inclinaci!n hacia lo trágico signi5ca

    una aversi!n por lo c!mico. Sin duda, hay poca comedia en la Iliada, así 

    como hay poquísimos intervalos estivos en las tragedias que se

    representaron posteriormente en el escenario áticoG pero ya hemos

    conocido un notable relato jocoso en laOdiseaG y no olvidemos que, así 

    como el teatro ateniense tuvo su 7rist!anes junto a su Esquilo Dy

    Esquilo goz! en la antigPedad de gran reputaci!n como autor de un

    drama satíricoD así también la épica tiene su reverso en la épica

    burlesca, de la cual sobrevive la Batracomiomaquia o Batalla de las

    ranas y los ratones. Este acento de tragedia que se advierte en el

    pensamiento griego no tiene nada que ver con la melancolíaF el griego

    amaba tanto la risa como la vida. 3reo que ello es un producto de esas

    dos grandes cualidades que vimos en "omeroF intelectualismo y

    humanidad. #a primera permitiría a los helenos, seg$n he intentado

    demostrar, ver más claramente que otros el amrco en que debía vivirse

    la vida humana, marco que "omero precisa, en parte, como la voluntad

    y las actividades de los diosesG en parte, como una sombría (ecesidad ala cual también los dioses se ven precisados a someterse. #as acciones

    producen sus consecuenciasF las juzgadas malas han de provocar

    resultados desagradables. +ara los griegos, los dioses no son

    necesariamente benévolos. Si son oendidos, castigan sin piedad. 3omo

    dice 7quiles al afigido +ríamo, ellos dan dos pesares por una gracia.

    Esta nítida apreciaci!n del escenario humano no se ve mitigada por la

    halagadora esperanza de un uturo mundo mejor o por la creencia en el

    progreso. En cuanto a lo primero, el griego homérico podía prever una

    vida conusa y tenebrosa en el "adesG y como 7quiles diceF '+reeriría

    ser esclavo en la tierra y no rey en el "ades.' #a $nica esperanza real de

    inmortalidad quedaba librada a la que solía brindar la ama en una

    canci!n. En cuanto al progreso, era imposible, pues la esencia de los

  • 8/18/2019 Capítulo IV - Kitto Los Griegos - Eudeba

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    dioses no puede cambiar y el que la naturaleza de los hombres se

    modi5case es una idea que durante mucho tiempono se le ocurrirá a

    nadieG y aunque así uera, los dioses seguirían dando un pesar por cada

    bene5cio. #a vida continuaría siendo lo que es, en todos sus rasgos

    primordiales.

    Solo podemos imaginarnos esta perspectiva, tan ostensiblemente

    despojada de ilusiones, desarrollándose dentro de una religi!n árida y

    engendrando un resignado y desesperanzado atalismoG sin embargo, tal

    concepci!n se hallaba combinada con un gozo casi eroz de vivir, con un

    incoercible j$bilo ante la actividad del hombre y una orgullosa e en la

    personalidad humana. /uy lejos estaba el griego de pensar que el

    hombre representa la nada a los ojos de la divinidadG por eso siempre

    debía recordarse a sí mismo que el "ombre no era -ios y que es una

    impiedad caer en este pensamiento. (unca más, hasta que el espíritu

    griego contamin! a la &talia del Lenacimiento, volveremos a encontrar

    esta magní5ca autocon5anza en la humanidad, la cual, en aquella

    brillante época vivida por la península, no estaba reprimida por la

    modestia que su instintiva creencia religiosa imponía al griego.

    #a nota trágica que percibimos en la Iliada y en la mayor parte de laliteratura griega era producida por la tensi!n entre estas dos uerzasF un

    apasionado deleite por la vida y una clara comprensi!n de su estructura

    inalterableF

    -al como la vida de las ho'as, así es la de los homres! &l viento

    esparce las ho'as por el suelo6 la selva vi)orosa produce otras y 

    éstas crecen en la primavera! Pronto viene una )eneración de

    homres y otra termina!

    (i el pensamiento ni la imagen pertenecen a "omeroG su mordacidad sí 

    le pertenece y emana del conte)to. (o la encontramos en su magní5co

    paralelo hebreoF

  • 8/18/2019 Capítulo IV - Kitto Los Griegos - Eudeba

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    &n cuanto al homre, sus días son como la hiera! Como una or 

    en el campo, así orece! Pero el viento pasa sore ella, y 

    desaparece, y ya no se conoce el lu)ar donde estuvo!

    7quí la nota es de humildad y resignaci!nF el hombre no es más que

    hierba, en comparaci!n con -ios. +ero la imagen homérica adquiere un

    matiz muy distinto a partir de su unidad de esuerzo y realizaci!n

    heroicos. El hombre es $nicoG sin embargo, a pesar de su elevada

    condici!n y su brillante variedad, debe obedecer a las mismas leyes que

    las innumerables e indierentes hojas. (o hay aquí una protesta

    romántica D?@c!mo podemos protestar contra la primera ley de nuestro

    serBD ni tampoco resignada aceptaci!n, tal como la encontramos, por

    ejemplo, entre los chinos, para quienes el individuo es solo un antecesor

    en vías de ormaci!n, un manojo de hojas en un árbol del bosque. En

    cambio, en el poeta griego se revela esta tensi!n apasionada que

    representa el espíritu trágico.

    +odrían citarse otros muchos ejemplos de "omero, particularmente de

    la Ilíada. aste con uno, que lo mostrará desde otro punto de vista.3omo un ejemplo típico de las limitaciones, e incluso de las

    contradicciones de la vida, se presenta el hecho de que lo que es más

    digno de tenerse puede ser poseído solamente con peligro de la propia

    vida. El héroe demuestra su valor y obtiene la gloria solo quizá en su

    muerte, para dolor de sus deudos. #a elleza tiene como vecinos el

    peligro y la muerte. "e aquí un intervalo en la descripci!n que hace

    "omero de una 5era lucha en torno a las murallas de *roya,

    contemplada por +ríamo y otros ancianosF

    -ales estaan sentados en la torre los caudillos de los troyanos!

    Cuando vieron a Helena, que hacia ellos se encaminaa,

    di'éronse unos a otros, halando quedo, estas aladas palaras*

  • 8/18/2019 Capítulo IV - Kitto Los Griegos - Eudeba

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    +1o es reprensile que troyanos y aqueos, de hermosas )reas,

     padezcan lar)os a;os por tal mu'er* terrilemente se parece su

    semlante al de las diosas inmortales! Pero, aun siendo así,

    v$yase en las naves, y no quede para futura des)racia nuestra y 

    de nuestros hi'os!+

     Así halaan! Príamo llamó a Helena y le di'o*

    +Den ac$, hi'a querida6 siéntate a mi lado para que veas a tu

    anterior marido y a sus parientes y ami)os, pues a ti no te

    considero culpale6 fueron los dioses quienes promovieron

    contra nosotros la luctuosa )uerra de los aqueos!+

    '4ueron los dioses' no signi5ca zaarse de responsabilidad en tono

    sentencioso, sino un reconocimiento de que tales cosas orman parte del

    destino humano. #a belleza, lo mismo que la gloria, deben buscarse,

    aunque su precio sean lágrimas y destrucci!n. @7caso este pensamiento

    no está en el propio meollo de la leyenda de la guerra troyanaB #os

    dioses habían propuesto precisamente esta elecci!n a 7quiles, el

    arquetipo de la hidalguía griega. Ellos le orecían una vida dilatada y

    mediocre o la gloria con una muerte temprana. El primero que orj! estemito e)pres! en él la esencia no solo del pensamiento griego, sino

    también de la historia griega.

    "e escrito tanto sobre la Iliada, en parte porque contiene mucho del

    espíritu griego esencialF en parte a 5n de mostrar al lector los elementos

    básicos en que los griegos ueron educados durante siglos. #a Odisea,

    dice #ongino, es un poema de carácter más que de pasi!n, lleno de ese

    amor tan griego por la aventura y los cuentos e)traosG y, como

    la Iliada, un poema que pudo haber sido un costal de historias aejas y,

    en cambio, tiene una unidad artística e inteligente que surge

    inevitablemente de una sola idea centralF en este caso, una creencia en

    una justicia trascendente. @Escribi! un solo poeta ambos poemasB

    @Escribi! un solo poeta uno de los dosB En caso a5rmativo, @cuándo

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    vivieron él o ellosB ésta es la amosa 3uesti!n homérica que los eruditos

    han discutido durante un siglo y medioG no espere el lector que la

    resolvamos aquí. #os propios griegos posteriores poseían un ciclo

    completo de poemas épicos sobre la guerra troyana. -os de ellos ueron

    de aventajada e)celencia y se atribuyeron a "omero. Esta paternidad

    ue sinceramente aceptada hasta los tiempos modernos, cuando una

    investigaci!n más prolija mostr! toda clase de discrepancias de

    realizaci!n, estilo y lenguaje tanto entre las dos epopeyas como entre

    las distintas partes de cada una. El resultado inmediato de este e)amen

    ue la minuciosa y temeraria divisi!n de los dos poemas, pero en

    particular de la Iliada, en cantos separados de períodos dierentes,

    adecuadamente llamados 'estratos' por críticos que a veces no

    distinguen bien entre la síntesis artística y la conormaci!n. El estudio de

    la poesía épica de otras razas, y de los métodos utilizados por los poetas

    que operan en este medio tradicional, ha contribuido mucho a

    restablecer la con5anza en la estructura intrínseca de cada poema. Este

    signi5ca que lo que tenemos en cada caso no es un poema breve

    compuesto por un '"omero' primitivo y aumentado, seg$n el gusto de

    cada uno, por poetas posteriores, sino un poema concebido como unaunidad por un '"omero' relativamente tardío que rehízo e incorpor!

    mucho material anterior, si bien laIliada actual contiene algunos pasajes

    que no ormaban parte del plan de este '"omero'. Si ue o no el mismo

    poeta quien escribi! ambos poemas, es un punto controvertido y quizás

    lo seguirá siendo siempre. #a dierencia de tono y de tratamiento es

    grande. #ongino, el crítico más 5no de la antigTUedad, ya observ! esto

    y seal!F '"omero en la Odisea es como el sol ponienteG posee a$n

    grandeza, mas no intensidad.' *al vez sea el mismo sol. +ero un hombre

    tiene derecho a opinar, cuando se ha sumergido en "omero hasta el

    punto de traducir uno de los poemas. +or consiguiente, es interesante

    observar que de los dos $ltimos traductores ingleses, *. E. #aNrence,

    está tan seguro de que los dos poetas no son el mismo individuo, que ni

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    siquiera considera esa posibilidadG en tanto que E. 6. Lieu diceF 'Sus

    lectores pueden estar tan seguros de que ambas obras pertenecen a

    una sola mano del mismo modo que no dudan de la presencia de

    Shaespeare cuando, después de conocer el Rey Juan, vuelven sus ojos

    a Como gustéis.'

    -ebemos dejar las cosas aquí, pues no puede permitirse que la cuesti!n

    homérica, por atractiva que resulte a los eruditos, nos haga perder de

    vista a "omero. Sería interesante, aunque in$til, meditar qué nos

    pasaría si todos nuestros reormadores, revolucionarios, autores de

    proyectos, políticos y arreglalotodo en general estuviesen empapados en

    "omero desde su juventud, como los griegos. Auizás comprendiesen

    que cuando llegue el eliz día en que haya una heladera en cada hogar y

    en ninguno dos, en que todos tengamos la oportunidad de trabajar para

    el bien general 0cualquiera que éste sea2, en que el "ombre 3om$n

    0quienquiera sea2 triune, aunque no se haya cultivado, todavía

    los hombres vendrán y desaparecerán como las generaciones de hojas

    en el bosqueG y que a$n seguirá la criatura humana siendo débil y los

    dioses uertes e inconmensurables. *al vez reconociesen también que la

    cualidad del hombre importa más que sus hazaasG que la violencia y laindierencia llevarán siempre al desastre y que éste caerá tanto sobre el

    inocente como sobre el culpable. #os griegos tuvieron suerte al poseer a

    "omero y ueron prudentes en el uso que de él hicieron.

    012 El -omesday oo es el registro del gran catastro hecho en

    &nglaterra en 1VWX por 8uillermo el 3onquistador. 0(.del *.2

    092 Otilizo esta !rmula para ganar tiempo. (o caben dudas de que había

    mucha mala poesía griega, 7rist!anes por lo menos siempre se ríe de

    ella, pero la que ha llegado a nuestros días es la mejor, cuidadosamente

    seleccionada por los críticos muy competentes de la época alejandrina y

    posteriores.

    0=2 6er mas adelante página 9R una similar composici!n del 7gamen!n.

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    0R2 &líada, 6, 1RY.

    02 &líada, 6&, 19Z.