Las Obras de Berkeley

download Las Obras de Berkeley

of 36

description

Peirce, Berkeley

Transcript of Las Obras de Berkeley

  • LAS OBRAS DE BERKELEY, DE FRASER

    Charles S. Peirce (1871)

    Traduccin castellana y notas de Jos Vericat (1988)*

    I. INTRODUCCION

    1. Esta nueva edicin de las obras de Berkeley1 es muy superior a cualquiera de las

    anteriores. Contiene algunos escritos que no se encuentran en las otras ediciones, y los

    dems se presentan con un texto editado con sumo cuidado. El editor ha realizado bien su

    trabajo. Las introducciones a las distintas partes contienen anlisis de sus contenidos que

    prestan un gran servicio al lector. Por otra parte, las notas explicativas, que desfiguran

    cada una de las pginas, nos parecen absolutamente innecesarias e intiles.

    Las teoras metafsicas de Berkeley tienen a primera vista un aire de paradoja y frivolidad

    muy impropio de un obispo. Niega la existencia de la materia, nuestra capacidad de ver la

    distancia y la posibilidad de formar el concepto general ms simple, mientras que admite

    la existencia de las ideas platnicas, argumentado todo ello con un ingenio que todo lector

    admite pero que a pocos convence. Sus discpulos parecen pensar que el momento actual

    es favorable para que su filosofa obtenga una audiencia ms permeable de la que hasta

    ahora ha tenido. Es verdad que en nuestros das somos escpticos, y nada dados a la

    metafsica, pero ellos dicen que tambin lo era la generacin a la que se dirigi Berkeley, y

    para la cual escogi su estilo; por lo dems, se espera que el espritu de investigacin

    tranquilo y total, que por una vez ahora est casi de moda, salve su teora de las perversas

    interpretaciones errneas que la asaltaron anteriormente, y permita un examen honesto

  • de los argumentos que, para la mente de sus seguidores, ponga la verdad fuera de toda

    duda. Pero, ante todo, hay que anticipar que el tratamiento berkeleyano de esta cuestin

    de la validez del conocimiento humano y del proceso inductivo de la ciencia, que se

    estudia tanto ahora, es tal como para atraer la atencin de los hombres de ciencia hacia el

    sistema idealista. A nosotros tales esperanzas nos parecen vanas. La verdad es que las

    mentes de las que emana el espritu de la poca no tienen ahora inters alguno en el solo

    problema que la metafsica ha pretendido siempre resolver. Se ve ahora que el

    conocimiento abstracto de Dios, la Libertad y la Inmortalidad, aparte de aquellas otras

    creencias religiosas (que posiblemente no pueden descansar en bases metafsicas) que

    slo pueden vivificar esto, no tienen consecuencia prctica alguna. El mundo est llegando

    a pensar de estas criaturas de la metafsica lo que Aristteles de las ideas platnicas:

    teretismata gar esti, cai ei estin, ouden prox ton logon estin2. La cuestin de los

    fundamentos de la validez de la induccin ha suscitado, es verdad, inters, y puede

    continuar hacindolo (aunque el argumento hasta ahora sea demasiado difcil para la

    comprensin popular); pero cualquiera que sea el inters que ello haya tenido se ha

    debido a la esperanza de que la solucin del mismo proporcionase las bases para mximas

    seguras y tiles en relacin con la lgica de la induccin -una esperanza que se hubiese

    destruido tan pronto como se hubiese mostrado que la cuestin era puramente

    metafsica. Este es el sentimiento prevaleciente entre las mentes avanzadas. Puede no ser

    justo, pero existe. Y su existencia es una barrera efectiva (aunque no hubiese ninguna

    otra) a la aceptacin general del sistema de Berkeley. Los pocos que se interesan ahora

    por la metafsica no pertenecen a aquel osado grupo de mentes que disfrutan de

    mantener una posicin tan libre de los prejuicios del sentido comn como la del buen

    obispo.

    3. Sin embargo, como una cuestin de historia, la filosofa es siempre interesante. Es lo

    ms representativo del desarrollo mental de cada poca. Lo es tambin de la nuestra, si

    pensamos en lo que realmente es nuestra filosofa. La historia de la metafsica es una de

    las ramas principales de la historia, que hay que exponer paralelamente a la historia de la

    sociedad, de la poltica, y de la guerra, pues en sus relaciones con stas es donde

  • rastreamos la significacin de los acontecimientos para la mente humana. La historia de la

    filosofa en las islas britnicas es un tema que posee una mayor unidad y coherencia en s

    mismo de lo que habitualmente se ha reconocido. La influencia de Descartes nunca ha

    sido en Inglaterra tan fuerte como la de las concepciones tradicionales, podemos as,

    trazar ah una lnea de continuidad entre el pensamiento moderno y el medieval, ausente

    en la historia de Francia, y, an ms si cabe, en la de Alemania.

    4. Desde los primeros tiempos la principal caracterstica intelectual del ingls ha sido la de

    querer conseguirlo todo con los medios ms simples y directos, sin maquinaciones

    innecesarias. En la guerra, por ejemplo, ms que cualquier otro pas de Europa, se apoya

    en el puro valor, despreciando ms bien la ciencia militar. Las peculiaridades principales

    de su sistema legal surgen del hecho de que todo mal ha sido rectificado en cuanto se ha

    hecho intolerable, sin recurrir a medidas radicales. El proyecto de ley para legalizar el

    matrimonio con una hermana de la esposa fallecida es algo reivindicado ao tras ao

    porque proporcionaba un remedio a algo que se senta de hecho como una incomodidad,

    pero nadie propona un proyecto de ley para legalizar el matrimonio con un hermano del

    marido fallecido. En filosofa esta tendencia nacional aparece como una fuerte preferencia

    por las teoras ms simples y una resistencia a toda complicacin terica, en la medida en

    que exista la ms mnima posibilidad de que los hechos puedan explicarse de manera ms

    simple. Y, consiguientemente, los filsofos britnicos han buscado siempre eliminar de la

    filosofa todos los conceptos que no pudieran hacerse perfectamente definidos y

    fcilmente inteligibles, mostrando fuertes tendencias nominalistas desde los tiempos de

    Eduardo I3, o incluso antes. Berkeley constituye una admirable ilustracin de este carcter

    nacional, como tambin de aquella extraa unin de nominalismo y platonismo, que

    repetidamente ha hecho aparicin en la historia, y que ha constituido un enorme

    obstculo para los historiadores de la filosofa.4

    5. La metafsica medieval ha estado tan completamente olvidada, y tiene una conexin

    histrica tan estrecha con la moderna filosofa inglesa y tanta repercusin en la verdad de

    la doctrina de Berkeley, que se nos perdonar quiz que dediquemos unas pocas pginas a

  • la naturaleza de la clebre controversia sobre los universales. Y, primero, permtasenos

    establecer unas pocas fechas. Fue a finales mismo del siglo XI cuando la disputa sobre

    nominalismo y realismo, que de forma vaga se haba dado ya antes, empez a alcanzar

    proporciones extraordinarias. Durante el siglo XII fue el tema de mximo inters para los

    lgicos, cuando Guillermo de Champeaux, Abelardo, Juan de Salisbury, Gilberto de la

    Porre y tantos otros mantenan cada uno opiniones diversas al respecto. Pero no haba

    ninguna conexin histrica entre esta controversia y las del escolasticismo propiamente

    tal, el escolasticismo de Aquino, Scoto y Ockham. Pues haca finales del siglo XII tuvo lugar

    en Europa una gran revolucin del pensamiento. Se necesitan nuevas investigaciones

    histricas para determinar las influencias que la produjeron. En parte, sin duda, se debi a

    las Cruzadas. Pero por aquel tiempo tena lugar un enorme despertar de la inteligencia. Es

    verdad que se requiere un cierto examen para distinguir este movimiento particular del

    despertar general que se haba iniciado un siglo antes, y que desde entonces no haba

    dejado de crecer. Pero ahora se daba un impulso acelerado. El comercio estaba

    adquiriendo nueva importancia, y se descubran algunas de sus principales ventajas y

    garantas. El derecho, que hasta el momento haba sido completamente brbaro,

    empezaba a ser una profesin. En Europa se adoptaba el derecho civil, y se sistematizaba

    el cannico; el derecho comn adquira una cierta forma. Bajo Inocencio III, la Iglesia

    asuma las funciones sublimes de moderadora de reyes. Y se establecan aquellas rdenes

    de frailes mendicantes, dos de las cuales fueron decisivas para el desarrollo de la filosofa

    escolstica. El arte capt el espritu de una nueva poca, producindose el cambio,

    difcilmente mayor, de la arquitectura altamente ornamentada del arco de medio punto

    del siglo XI, al gtico comparativamente simple del XIII. En efecto, si uno quiere saber a

    qu se parece un comentario escolstico, y cul es el tono del pensamiento en l, basta

    verdaderamente con slo contemplar una catedral gtica5. La primera cualidad de ambas

    cosas es una devocin religiosa, verdaderamente heroica. Uno siente que los hombres que

    realizaron estas obras crean realmente en la religin, como nosotros no creemos en nada.

    No podemos fcilmente entender cmo Toms de Aquino poda especular tanto sobre la

    naturaleza de los ngeles y sobre si era posible que una multitud de ellos danzasen sobre

  • la punta de una aguja. Pero era simplemente porque los consideraba reales6. Si son reales,

    por qu no han de ser ms interesantes que las enormes variedades de insectos que

    estudian los naturalistas?, o por qu deberan atraer ms la atencin las rbitas de las

    estrellas dobles que aquellas inteligencias espirituales? Se dir que no disponemos de

    ningn medio para saber nada sobre las mismas. Pero esto es parejo a censurar a los

    escolsticos por remitir los problemas a la autoridad de la Biblia y de la Iglesia. Si

    realmente crean, como crean, en su religin, qu cosa mejor podan hacer? Y si

    encontraban en estas autoridades un testimonio relativo a los ngeles, cmo podan

    dejar de aceptarlo? Verdaderamente, este tipo de objeciones no hace otra cosa que poner

    ms an en claro la enorme medida en que aquellas fueron las pocas de fe. Y si el

    espritu no fue del todo admirable, es slo porque la misma fe tiene sus fallos en tanto

    fundamento de lo intelectual. Los hombres de aquella poca crean firmemente y

    pensaban que vala la pena renunciar aqu a los placeres de la vida en aras de dedicarse

    por completo a la tarea enorme de construir y de escribir. Pensemos en el espritu con que

    debi de trabajar Duns Scoto, que antes de los 34 aos haba escrito sus trece volmenes

    in folio, en un estilo tan denso como las partes ms densas de Aristteles. Nada es ms

    sorprendente en las dos grandes producciones de aquella poca que la total ausencia de

    engreimiento por parte del artista o del filsofo. Lo que ste nunca concibi es que

    pudiese aadirse algo de valor a su catlica y sagrada obra infundindole un toque de

    individualidad. Su obra no est diseada para encarnar sus ideas, sino la verdad universal,

    ni una sola cosa por pequea que sea habr en ella para la que ustedes no encuentren

    que l tiene su autoridad, y cualquier originalidad que presente es de aquel tipo innato

    que impregna a un hombre que l mismo no puede percibirla. El individuo siente su propia

    pequeez en proporcin a su tarea, y no osa vanagloriarse de llevarla a cabo. Pues no hay

    un trabajo mecnico, una repeticin irreflexiva de la cosa. Cada parte se elabora por s

    misma como un problema separado, con independencia de lo anloga que en general

    pueda ser a otra parte. Y con independencia de lo escondido y pequeo que pueda ser un

    detalle, ha sido estudiado concienzudamente como si fuese planeado para los ojos de

    Dios. Unida a esta caracterstica est la aversin hacia la anttesis o la contraposicin

  • estudiada de una cosa frente a otra, y hacia un agrupamiento demasiado geomtrico -un

    odio a la afectacin, que como los otros es un rasgo moral. Finalmente, no hay nada en

    que la filosofa escolstica y la arquitectura gtica se parezcan ms la una a la otra que en

    el sentido gradualmente creciente de inmensidad que impresiona la mente del estudioso

    cuando aprende a apreciar las dimensiones reales y el coste de cada una. Es una pena que

    bajo el nombre de Edad Media se confundiesen los siglos XII, XIII, XIV y XV con otros de los

    que se diferencian a todo respecto, como el Renacimiento se diferencia de los tiempos

    modernos. En la historia de la lgica, la ruptura entre los siglos XII y XIII es tan grande, que

    en este ltimo slo se llega a citar un autor de aqul7. Si esto hay que atribuirlo a un mejor

    conocimiento de las obras de Aristteles, a qu hay que atribuir -preguntaramos- este

    mismo estudio ms profundo, dado que ahora se sabe que el conocimiento de aquellas

    obras no se import de los rabes?8 El siglo XIII fue realista, pero la cuestin relativa a los

    universales no fue tan agitada como lo fueron otras varias. Hasta finales

    aproximadamente del siglo, el escolasticismo era de alguna manera vago, inmaduro e

    inconsciente de su propio poder. Su gloria mxima la alcanz en la primera mitad del siglo

    XIV. Fue entonces cuando Duns Scoto, un britnico (pues se discute si era escocs,

    irlands o ingls), enunci por primera vez de forma consistente la posicin realista,

    desarrollndola de forma muy completa y aplicndola a todas las diferentes cuestiones

    que dependen de ella. Su teora de las formalidades fue lo ms sutil que jams se ha

    planteado9, excepto quiz la lgica de Hegel, separndose del nominalismo slo por muy

    poco. No es por tanto sorprendente que la posicin nominalista fuese adoptada pronto

    por escritores diversos, especialmente por el clebre Guillermo de Ockham, que asumi el

    liderazgo de este grupo por el modo sistemtico y magistral con que desarroll la teora,

    combinndola con un complemento, de carcter entonces ms bien reciente pero

    olvidado ahora, a la doctrina de los trminos lgicos10. Puede decirse que el escolasticismo

    culmin con Ockham, que falleci en 1347. Despus de l, la filosofa escolstica mostr

    una tendencia a separarse del elemento religioso, el nico que poda dignificarla,

    hundindose primero en el formalismo extremo y en la fantasa, y en el merecido

  • desprecio de todos, despus; la arquitectura gtica tuvo un destino similar, por la misma

    poca y por casi las mismas razones.

    II. LA FORMULACION DEL REALISMO

    6. Las explicaciones habituales sobre la controversia realista-nominalista son por igual

    falsas e ininteligibles. Se dice que provienen, en ltimo lugar, del Diccionario de Bayle11, en

    todo caso, no se basan en un estudio de los autores. "Pocos, muy pocos -dice, con razn,

    Hallam12- han interrumpido, en los ltimos cien aos, el reposo de las inmensas obras de

    los escolsticos". Con todo, es perfectamente posible plantear la cuestin de modo que

    nadie deje de comprender cul era la cuestin, y cmo pueden haber dos opiniones sobre

    la misma. Son los universales reales? Basta con que nos detengamos un momento a

    considerar qu es lo que se significaba con la palabra real, para que rpidamente se haga

    evidente toda la cuestin. Los objetos se dividen en ficciones, sueos, etc., por un lado, y

    en realidades, por otro. Los primeros son los que slo existen en la medida en que los

    imaginamos, ustedes, o yo, o cualquiera; los segundos son los que tienen una existencia

    independiente de la mente de ustedes, o de la ma, o de la de un nmero cualquiera de

    personas. Lo real no es lo que se nos pueda ocurrir pensar, sino aquello a lo que no le

    afecta lo que del mismo podamos pensar. La cuestin, por tanto, es la de si hombre,

    caballo, u otros nombres de clases naturales, se corresponden con algo que todos los

    hombres, o todos los caballos, tienen realmente en comn, independientemente de

    nuestro pensamiento, o de si estas clases estn simplemente constituidas por un

    parecido, a la manera como nuestras mentes estn afectadas por objetos individuales,

    que en s mismos no tienen ningn parecido o relacin. Ahora bien, que esta sea una

    cuestin real que mentes diferentes contestarn, naturalmente, de manera contrapuesta

    quedar claro si pensamos que realidad, tal como acaba de definirse, puede considerarse

    desde dos puntos de vista muy dispares. Dnde se encuentra lo real, la cosa

    independiente de como la pensamos? Tiene que haber una cosa, ya que nuestras

    opiniones nos vienen dadas; hay algo, por tanto, que influye en nuestros pensamientos y

    que no ha sido creado por ellos. Es verdad que, salvo los pensamientos, no tenemos nada

  • inmediatamente presente a nosotros. Estos pensamientos, sin embargo, han sido

    causados por sensaciones, y estas sensaciones estn constreidas por algo exterior a la

    mente. Esta cosa exterior a la mente, que influye directamente en la sensacin, y, a travs

    de la sensacin, en el pensamiento, es independiente de cmo la pensamos porque est

    fuera de la mente, y es, en suma, lo real. Esta es una visin de la realidad, una muy

    familiar. Y, desde este punto de vista, est claro que hay que dar una respuesta

    nominalista a la cuestin de los universales. Pues mientras desde un punto de vista puede

    admitirse que es verdad, como enunciado esquemtico, que un hombre es igual a otro, si

    bien el sentido exacto es el de que las realidades externas a la mente producen

    sensaciones que pueden subsumirse bajo una sola concepcin, con todo no puede

    admitirse en modo alguno que los dos hombres reales tengan realmente algo en comn,

    ya que decir que ambos son hombres es slo decir que el mismo trmino mental o

    pensamiento-signo "hombre" vale indiferentemente para ambos objetos sensibles

    causados por las dos realidades externas; de tal manera, que ni siquiera las dos

    sensaciones tienen nada en comn en s mismas, y mucho menos que pueda inferirse que

    lo tengan las realidades externas. Es tan familiar esta concepcin de realidad, que es

    innecesario insistir en ella; pero la otra, la concepcin realista, si bien es menos familiar,

    es incluso ms natural y obvia. Toda opinin y pensamiento humano contiene un

    elemento accidental, arbitrario, dependiente de las limitaciones de las circunstancias, del

    poder, y de las inclinaciones del individuo, en suma, un elemento de error. Pero, a la larga,

    la opinin humana tiende universalmente a una forma definida, que es la verdad.

    Hagamos que todo ser humano tenga la suficiente informacin y ejercite lo bastante el

    pensamiento sobre cualquier cuestin, y el resultado ser el de que llegue a una cierta

    conclusin definida, que ser la misma que la que, bajo circunstancias suficientemente

    favorables, alcance cualquier otra mente. Supongamos dos hombres, el uno sordo y el

    otro ciego. Uno oye a un hombre afirmar que va a matar a otro, oye el estallido de la

    pistola, y oye gritar a la vctima. El otro ve cometer el crimen. Sus sensaciones se

    encuentran afectadas al mximo por sus peculiaridades individuales. La primera

    informacin que les proporcionan sus sensaciones, sus primeras inferencias, sern muy

  • parecidas, pero, con todo, diferentes. El uno tendr, por ejemplo, la idea de un hombre

    disparando, el otro, la de un hombre con aspecto amenazador, pero sus conclusiones

    finales, el pensamiento ms remoto respecto de los sentidos, ser idntico y libre de la

    unilateralidad de sus idiosincrasias. Hay, pues, para cada cuestin una respuesta

    verdadera, una conclusin final hacia la que gravita constantemente la opinin de cada

    hombre. Puede sustraerse a la misma por un tiempo, pero dmosle ms experiencia y ms

    tiempo de reflexin y finalmente se aproximar a ella. Puede que el individuo no viva lo

    suficiente para alcanzar la verdad; en todas las opiniones individuales hay un residuo de

    error. No importa, lo cierto es que hay una opinin definida, hacia la que tiende, en

    conjunto y a la larga, la mente del hombre. En muchas cuestiones se ha alcanzado ya el

    acuerdo final, con suficiente tiempo se alcanzar en todo. La arbitrariedad de la voluntad,

    u otras peculiaridades individuales en un nmero suficientemente amplio de mentes,

    puede posponer indefinidamente el acuerdo general en una opinin; pero no puede

    afectar a lo que ser la caracterstica de esta opinin cuando se alcance. Esta opinin final

    es, pues, independiente, no, en efecto, del pensamiento en general, sino de todo aquello

    que es arbitrario e individual en el pensamiento; es totalmente independiente de cmo

    pensamos ustedes, o yo, o un nmero cualquiera de personas. En consecuencia es real

    todo aquello que en la opinin final se piensa que existe, y nada ms. Cul es el PODER

    de las cosas externas para afectar a los sentidos? Decir que la gente se duerme despus

    de tomar opio porque ste tiene un poder soporfero, es acaso decir algo distinto a que la

    gente se duerme despus de tomar opio porque se duerme despus de tomar opio?

    Afirmar la existencia de un poder o potencia, es afirmar la existencia de algo actual? O,

    decir que una cosa tiene una existencia potencial es decir que tiene una existencia

    actual? En otras palabras, acaso la existencia presente de un poder es algo distinto a una

    regularidad en los acontecimientos futuros, en relacin con una cierta cosa considerada

    como un elemento que hay que tener en cuenta de antemano en el concepto de esta

    cosa? De no ser as, afirmar que hay cosas externas que slo pueden conocerse en tanto

    ejercen un poder sobre nuestros sentidos, no es ms que afirmar que en la historia del

    pensamiento humano hay una deriva general que lo arrastra hacia un acuerdo catlico. Y

  • cualquier verdad ms perfecta que esta conclusin predeterminada, cualquier realidad

    ms absoluta que lo que en ella se piensa, es una ficcin metafsica. Es obvio lo armonioso

    de este modo de pensar con la creencia en la Iglesia infalible, y cunto ms natural sera

    en la Edad Media que en la poca protestante o en la positivista.

    7. Esta teora de la realidad es absolutamente fatal a la idea de cosa en s misma -de una

    cosa existente con independencia de toda relacin al concepto que la mente tenga de ella.

    Con todo, ello no nos impedira en modo alguno considerar las apariencias de los sentidos

    como nicos signos de la realidad, sino que ms bien nos lo estimulara. Slo que la causa

    incognoscible de las sensaciones no lo seran las realidades que aquellas representan, sino

    los noumena, o conceptos inteligibles, productos ltimos de la accin mental puesta en

    movimiento por las sensaciones. El contenido de las sensaciones es completamente

    accidental, ya que la misma informacin es prcticamente susceptible de comunicacin a

    travs de sentidos diferentes. Y el acuerdo catlico, que constituye la verdad, no puede en

    absoluto limitarse a los hombres en esta vida terrenal, o a la raza humana, sino que se

    extiende a la entera comunin de mentes a la que pertenecemos, incluyendo

    probablemente algunas cuyos sentidos son muy diferentes de los nuestros, de tal manera

    que en tal acuerdo no puede entrar predicacin alguna de una cualidad sensible, excepto

    como la aceptacin de que ciertos tipos de sentidos estn afectados as. Esta teora es por

    tanto altamente favorable a una creencia en realidades externas. Negar, en efecto, que

    haya realidad alguna que sea incognoscible en s misma, de tal manera que la mente no la

    pueda captar. Pero observando que lo externo significa simplemente aquello que es

    independiente del fenmeno inmediatamente presente cualquiera que sea, es decir de

    cmo podemos pensar o sentir, de la misma manera que lo real significa aquello que es

    independiente de cmo podamos sentir o pensar sobre ello; tiene que presuponerse que

    hay muchos objetos de la verdadera ciencia que son externos porque hay muchos objetos

    del pensamiento que, al ser independientes de aquel pensamiento por el que son

    pensados (es decir, al ser reales), son indiscutiblemente independientes de todo otro

    pensamiento y sensacin.

  • 8. Es evidente que esta idea de realidad es inevitablemente realista porque los conceptos

    generales entran en todos los juicios, y por lo tanto en las opiniones verdaderas. En

    consecuencia, una cosa en general es tan real como en concreto. Es perfectamente verdad

    que todas las cosas blancas poseen la blancura, pues esto no es ms que decir, en otro

    orden de palabras, que todas las cosas blancas son blancas; pero, dado que es verdad que

    las cosas reales poseen blancura, la blancura es real. Es un real que slo existe en virtud

    de un acto del pensamiento que lo conoce, pero ste no es un pensamiento arbitrario o

    accidental, dependiente de una idiosincrasia cualquiera, sino uno que persiste en la

    opinin final.

    9. Esta teora implica un fenomenalismo. Pero es el fenomenalismo de Kant, y no el de

    Hume. En efecto, lo que Kant llamaba su paso copernicano es precisamente el trnsito del

    punto de vista nominalista de la realidad al realista. La esencia de su filosofa fue la de

    considerar el objeto real como determinado por la mente. Esto no era otra cosa que

    considerar que todo concepto e intuicin que interviene necesariamente en la experiencia

    de un objeto, y que no es transitoria y accidental, tiene validez objetiva. Era considerar, en

    suma, la realidad como el producto normal de la accin mental, y no como la causa

    incognoscible de ella.

    10. Esta teora realista resulta as una posicin altamente prctica y de sentido comn. No

    ser el realista el que mediante dudas ociosas y ficticias perturbe la creencia general, ah

    donde prevalezca un acuerdo universal. Pues, para l, lo que constituye la realidad es un

    consenso o confesin comn. Lo que desea, por tanto, es ver zanjadas las cuestiones. Y si

    se produce del modo que sea una creencia general que se mantenga perfectamente

    estable e inamovible, aunque sea a sangre y fuego, hablar de error en tal creencia

    resultara por completo absurdo. El realista sostendr que los mismos objetos que, en la

    experiencia, estn inmediatamente presentes en nuestras mentes, existen realmente tal

    como se experimentan fuera de la mente, es decir, mantendr una doctrina de la

    percepcin inmediata13. No separar, por tanto, la existencia fuera y dentro de la mente

    como dos modos completamente heterogneos. Cuando una cosa est en relacin tal con

  • la mente individual que sta la capta cognitivamente, est en la mente, y su estar as en la

    mente no disminuye en lo ms mnimo su existencia externa. Pues aqul no piensa en la

    mente como en un receptculo, de manera tal que si una cosa est dentro deja de estar

    fuera. Distinguir entre el concepto verdadero de una cosa y la cosa misma, dir l, es slo

    considerar una y la misma cosa desde dos puntos de vista diferentes; pues en un juicio

    verdadero el objeto inmediato del pensamiento es la realidad. El realista, por tanto, creer

    en la objetividad de todas las concepciones necesarias, espacio, tiempo, relacin, causa y

    otras.

    11. Ningn realista ni nominalista ha expresado nunca, quiz, su concepcin de la realidad

    de forma tan definitiva como aqu se hace. Resulta difcil dar una nocin clara de una

    opinin pasada sin exagerar su distintividad. Pero un examen cuidadoso de las obras de

    los escolsticos muestra que la distincin entre estas dos perspectivas de lo real -la una en

    tanto fuente del flujo del pensamiento humano, y la otra como la forma quieta hacia la

    que fluye- es lo que realmente ocasiona su desacuerdo en relacin con la cuestin de los

    universales. El ncleo de todo argumento nominalista reside en la referencia a una res

    extra animam, mientras que el realista defiende su posicin asumiendo slo que en un

    juicio verdadero es real el objeto inmediato del pensamiento. La idea de que la

    controversia entre realismo y nominalismo tena algo que ver con las ideas platnicas es

    un mero producto de la imaginacin, para refutarlo bastara el ms ligero examen de

    aquellas obras. Pero para probar que el enunciado que aqu se hace de la esencia de estas

    posiciones es histricamente verdadero, y no un producto de la fantasa, ser conveniente

    introducir un breve anlisis de las opiniones de Scoto y de Ockham.

    III. SCOTO, OCKHAM Y HOBBES

    12. Scoto observa que bajo el habitual utrum universale est aliquid in rebus se

    entremezclan confundidas cuestiones diversas. En primer lugar, la cuestin relativa a las

    formas platnicas. Pero, dejando aparte el platonismo como no susceptible de prueba, y

    como opinin autocontradictoria si se considera que los arquetipos son estrictamente

    universales, est la famosa disputa entre aristotlicos respecto a si lo universal est

  • realmente en las cosas o si deriva su existencia slo de la mente. La universalidad es una

    relacin de un predicado con los sujetos de los que se predica. Slo puede existir en la

    mente, donde tiene lugar el acoplamiento del sujeto y predicado. Pero la palabra universal

    se usa tambin para denotar lo que se nombra bajo trminos tales como un hombre o un

    caballo; a stos se les llama universales porque un hombre no es necesariamente este

    hombre, ni un caballo este caballo. En tal sentido, los, universales son reales: hay

    realmente un hombre y hay realmente un caballo. Toda la dificultad reside en el universal

    actualmente indeterminado, aquel que no slo no es necesariamente este sino que, al ser

    un objeto singular del pensamiento, es predicable de muchas cosas. En relacin con esto

    puede plantearse, primero, es necesario a su existencia que est en la mente? y,

    segundo, existe in re? Hay dos maneras para que una cosa pueda estar en la mente:

    habitualiter y actualiter. Una idea est en la mente actualiter cuando est concebida

    actualmente; est en la mente habitualiter cuando puede producir directamente un

    concepto. Las cosas estn en la mente habitualiter en virtud de la asociacin mental

    (diramos los modernos). En la filosofa aristotlica se considera que el intelecto est

    respecto del alma como el ojo respecto del cuerpo. La mente percibe semejanzas y dems

    relaciones en los objetos de los sentidos, y, as, de la misma manera como los sentidos

    proporcionan imgenes sensibles de las cosas, as tambin el intelecto proporciona

    imgenes inteligibles de las mismas. Es en cuanto tal species intelligibilis que Scoto supone

    que existe un concepto, que est en la mente habitualiter, no actualiter. Esta species est

    en la mente en el sentido de ser el objeto inmediato del conocimiento, pero su existencia

    en la mente es independiente de la consciencia. Ahora bien, Scoto niega que el

    conocimiento actual de lo universal sea necesario a su existencia. El objeto de la ciencia es

    universal; y si la existencia de lo universal dependiese de lo que se nos ocurriese estar

    pensando la ciencia no se referira a nada real. Por otro lado, admite que lo universal tiene

    que estar en la mente habitualiter, de tal manera que no hay universalidad alguna en una

    cosa, si se considera como independiente de su ser, captada cognitivamente. Pues no hay

    objeto alguno inteligible in re extra atribuido a cosas diferentes. El mantiene, por lo tanto,

    que naturalezas (es decir, tipos de cosas) tales como un hombre y un caballo, que son

  • reales, y que no son necesariamente por s mismas este hombre o este caballo, aun

    cuando no pueden existir in re sin ser algn hombre o caballo en particular, estn siempre

    representadas positivamente indeterminadas en la species intelligibilis, ya que la

    naturaleza de la mente es la de representar as las cosas. Consiguientemente hay que

    considerar cualquier naturaleza tal como algo que por s mismo no es ni universal ni

    singular, sino que es universal en la mente, y singular en las cosas fuera de la mente. Si en

    los diferentes hombres o caballos no hubiese nada que por s mismo no fuese singular, no

    habra unidad real alguna fuera de la unidad numrica de los singulares; lo que implicara

    consecuencias absurdas tales como que la nica diferencia real sera una diferencia

    numrica, y la de que no habra ningn parecido real entre las cosas. Si, en consecuencia,

    se pregunta si lo universal est en las cosas, la respuesta es que la naturaleza que en la

    mente es universal, y que en s misma no es singular, existe en las cosas. Es exactamente

    la misma naturaleza que en la mente es universal, y singular in re; pues, si no lo fuese, al

    conocer algo de un universal no estaramos conociendo nada de las cosas, sino slo de

    nuestros propios pensamientos, y nuestra opinin no se convertira de verdadera en falsa

    por un cambio de las cosas. Esta naturaleza es actualmente indeterminada slo en la

    medida en que est en la mente. Pero decir que un objeto est en la mente es slo un

    modo metafrico de decir que est respecto del intelecto en la relacin de lo conocido

    con el que conoce. La verdad, por lo tanto, es que esta naturaleza real, que existe in re,

    aparte de toda accin del intelecto, aunque en s misma, aparte de sus relaciones, sea

    singular, es actualmente universal en tanto existe en relacin con la mente. Pero este

    universal difiere slo del singular en la manera de estar concebido (formaliter), pero no en

    la de su existencia (realiter).

    13. Aunque este es el mnimo esquema posible del realismo de Scoto, y deja sin

    mencionar un importante nmero de puntos, con todo es suficiente para mostrar el modo

    general de su pensamiento, y lo sutil y difcil de su doctrina. Esto acerca de una misma

    naturaleza que se encuentra en el grado de singularidad en la existencia, y en el de

    universalidad en la mente, es lo que dio lugar a una extensa doctrina relativa a los diversos

  • tipos de identidad y diferencia, llamada doctrina de las formalitates, y este es el punto

    contra el que dirigi su ataque Ockham.

    14. El nominalismo de Ockham puede decirse que constituye la siguiente fase de la

    opinin inglesa. Al igual que la mente de Scoto discurre siempre sobre las formas, la de

    Ockham lo hace sobre los trminos lgicos; y todas las distinciones sutiles que consigue

    Scoto mediante sus formalitates las explica Ockham por los sincategoremas (o

    expresiones adverbiales, tales como per se, etc.) en los trminos. Ockham piensa siempre

    en una concepcin mental como trmino lgico, que en lugar de existir en el papel, o en la

    voz, est en la mente, pero que tiene una misma naturaleza general, a saber, la de un

    signo. El concepto y la palabra difieren en dos respectos: primero, una palabra se impone

    arbitrariamente, mientras que un concepto es un signo natural; segundo, una palabra

    significa lo que significa slo indirectamente a travs del concepto que significa la misma

    cosa directamente. Ockham enuncia su nominalismo tal como sigue:

    Debe reconocerse que lo singular puede tomarse en dos sentidos. En un sentido, significa

    aquello que es uno y no muchos, y, en este sentido, aquellos que mantienen que lo

    universal es una cualidad de la mente predicable de muchos, pero que sin embargo se

    encuentra en esta predicacin no por s mismo, sino en lugar de estos muchos (i.e., los

    nominalistas), tienen que decir que todo universal es verdadera y realmente singular,

    porque como toda palabra, con independencia de lo general que podamos acordar

    considerarla, es verdadera y realmente singular y una en nmero, porque como es una y

    no muchas, as tambin todo universal es singular. En otro sentido, el nombre singular se

    utiliza para denotar todo lo que es uno y no muchos, es un signo de algo que es singular

    en el primer sentido, y no es apto para ser el signo de muchos. De donde, usando la

    palabra universal para algo que no es uno en nmero -una acepcin que le atribuyen

    muchos-, digo que no hay universal alguno, a menos que suceda que abusando de la

    palabra digis que gente no es uno en nmero y es universal. Pero esto sera pueril. Por lo

    tanto, hay que mantener que todo universal es una cosa singular, y que por tanto no hay

    ningn universal excepto por significacin, es decir, por ser el signo de muchos.14

  • Los argumentos con los que apoya esta posicin carecen de inters15. Contra la doctrina

    de Scoto de que los universales estn fuera de la mente de los individuos, pero que son

    slo formalmente distintos de los individuos y no realmente, Ockham plantea la objecin

    de que es imposible que haya distincin alguna fuera de la mente excepto entre cosas

    realmente distintas. Con todo, no pretende negar que un individuo consta de materia y

    forma, pues stas, aunque inseparables, son cosas realmente distintas, aun cuando un

    nominalista moderno pueda preguntar en qu sentido puede decirse que las cosas son

    distintas con independencia de cualquier accin de la mente, que son tan inseparables

    como materia y forma. Pero es respecto de relacin que niega, de la forma ms enftica y

    clara, que exista como algo diferente de las cosas relacionadas; y esta negacin la

    extiende expresamente a las relaciones de concordancia y semejanza, as como a las de

    oposicin. Mientras, consecuentemente, admite la existencia real de cualidades, niega

    que estas cualidades reales sean respectos en los que las cosas concuerden o difieran;

    pero las cosas que concuerdan o difieren, concuerdan o difieren en s mismas, y no en

    respecto alguno extra animam. Acepta que las cosas fuera de la mente son similares, pero

    que esta similitud consiste meramente en el hecho de que la mente puede abstraer una

    nocin de la contemplacin de aqullas. Un parecido, por lo tanto, consiste slo en la

    propiedad de la mente por la que sta impone de un modo natural un signo mental sobre

    las cosas que se parecen. Con todo, acepta que en las cosas hay algo a lo que corresponde

    este signo mental.

    15. Este es el nominalismo de Ockham, en la medida en que puede compendiarse en un

    solo prrafo, y sin entrar en las complejidades de la psicologa aristotlica ni de las parva

    logicalia16. No es tan completo como podra ser pero, con todo, comparado con Durando y

    otros nominalistas contemporneos, parece muy radical y profundo. El es,

    verdaderamente, el venerabilis inceptor de un nuevo modo de filosofar, que se ha

    ampliado ahora, y quiz tambin profundizado, en el empirismo ingls.

    16. Inglaterra nunca olvid estas enseanzas. Naturalmente notamos poco sus efectos

    durante el perodo del Renacimiento en el que los hombres crean que el conocimiento

  • humano iba a progresar mediante el uso de los lugares comunes de Cicern17; pero una de

    las primeras figuras ms prominentes de la filosofa moderna es la de aquel hombre que

    llev el espritu nominalista a todo -a la religin, a la tica, a la psicologa y a la fsica-, el

    plusquam nominalis, Thomas Hobbes de Malmesbury. Su filo siega no slo las formas

    sustanciales, sino toda sustancia incorprea. Respecto a los universales, no slo niega su

    existencia real, sino incluso que hayan conceptos universales, excepto en la medida en

    que concebimos nombres. Nombres y lenguaje juegan un papel extraordinariamente

    importante en cada una de las partes de su lgica. Verdad y falsedad, dice, no tienen lugar

    ms que entre criaturas tales, en tanto se valen del lenguaje, pues una proposicin

    verdadera es simplemente aquella cuyo predicado es el nombre de todo aquello de lo cual

    el sujeto es el nombre. "De aqu, por tanto, puede deducirse esto, que las primeras

    verdades las establecieron arbitrariamente aquellos que antes que nada impusieron

    nombres a las cosas, o que los recibieron de la imposicin de otros. Pues es verdad (por

    ejemplo) que el hombre es una criatura viviente, pero es por esta razn que a los hombres

    les complaci imponer ambos nombres a la misma cosa"18. La diferencia entre religin

    verdadera y supersticin reside simplemente en que el estado reconoce a la primera y no

    a la ltima.

    17. El amor nominalista por las teoras simples se observa tambin, segn su opinin, en

    que todo acontecimiento es un movimiento, en que las cualidades sensibles existen slo

    en los seres sensibles, y en su doctrina de que el hombre, en el fondo, es en sus acciones

    puramente egosta.

    18. Son dignas de mencin sus ideas relativas a la materia, pues sabemos que Berkeley fue

    un estudioso de Hobbes, al igual que Hobbes confiesa haberlo sido de Ockham. El prrafo

    siguiente nos transmite su opinin:

    Y por lo que respecta a esta materia, que es comn a todas las cosas, y que los filsofos,

    siguiendo a Aristteles, llaman usualmente materia prima, es decir, materia primera,

    resulta que no es un cuerpo distinto de todos los dems cuerpos, ni tampoco es uno de

    ellos. Qu es entonces? Un mero nombre; con todo, un nombre que no es de uso ocioso,

  • pues significa una concepcin del cuerpo sin consideracin de forma alguna u otro

    accidente, fuera de la sola magnitud o extensin y aptitud para recibir la forma y otro

    accidente. De tal manera que siempre que tengamos que valernos del nombre cuerpo en

    general hacemos bien usando el de materia prima. Pues si un hombre, que no sabe qu

    fue primero, el agua o el hielo, averiguase cul de los dos es la materia de ambos se

    inclinara a suponer una tercera materia, que no fuese ninguna de estas dos; as, el que

    averiguara cul es la materia de todas las cosas debera suponerla tal que no fuese la

    materia de nada de lo que existe. De donde, materia prima no es nada, y, por lo tanto, no

    le atribuyen forma ni ningn otro accidente, fuera de la cantidad, mientras que todas las

    cosas singulares tienen establecidas sus formas y accidentes.

    Materia prima, por tanto, es cuerpo en general, es decir, cuerpo considerado

    universalmente, como no teniendo ni forma, ni accidente alguno, sino en el que se

    considera slo la cantidad, y no la forma, ni otro accidente cualquiera, es decir, que stos

    no entran en la argumentacin. (p. 118)19

    19. Locke es el gran nombre siguiente en la filosofa inglesa. Su filosofa es nominalista,

    pero no considera las cosas en absoluto desde un punto de vista lgico. El nominalismo,

    sin embargo, aparece en psicologa como sensacionalismo, pues el nominalismo surge de

    adoptar aquel punto de vista que considera que todo lo que est en el pensamiento est

    causado por algo en los sentidos, y todo lo que est en los sentidos, causado por algo

    fuera de la mente. Ahora bien, todo el mundo sabe que es esta la caracterstica de la

    filosofa de Locke. Este crea que toda idea brota de la sensacin, y de su (vagamente

    explicada) reflexin.

    IV. LA FILOSOFIA DE BERKELEY

    20. Berkeley es, sin duda, ms que cualquier otro filsofo, un derivado de Locke. Con todo,

    la influencia de Hobbes en l es grande y muy evidente, y Malebranche, sin duda,

    contribuy a su pensamiento. Pero por naturaleza era radical y nominalista. Toda su

    filosofa descansa en un nominalismo extremo de tipo sensacionalista. El parte de la

    proposicin (que se supone haber sido ya probada por Locke) de que todas las ideas de

  • nuestra mente son simplemente reproducciones de las sensaciones, externas e internas.

    Mantiene, adems, que las sensaciones slo pueden reproducirse as en combinaciones

    tales como pueden haberse dado en la percepcin inmediata. Podemos concebir un

    hombre sin cabeza, porque no hay nada en la naturaleza de los sentidos que nos impida

    ver tal cosa; pero no podemos concebir un sonido sin un cierto grado de intensidad, ya

    que las dos cosas estn necesariamente unidas en la percepcin. Segn este principio,

    niega que podamos tener ideas generales abstractas, es decir, que los universales puedan

    existir en la mente: si, pienso en un hombre, tiene que ser o pequeo, o alto, o mediano,

    porque si veo a un hombre tiene que tener uno u otro de estos tamaos. En la primera

    versin de la Introduccin a los Principios del conocimiento humano, que se acaba de

    imprimir ahora por vez primera, llega incluso a censurar a Ockham por admitir que

    podemos tener trminos generales en nuestra mente; si bien la opinin de Ockham es la

    de que en nuestras mentes tenemos concepciones que en s mismas son singulares, pero

    que son signos de muchas cosas20. Pero, probablemente, Berkeley conoca a Ockham slo

    de odas, y pensaba quiz, que ocupaba una posicin parecida a la de Locke. Locke tena

    una opinin muy singular sobre el tema de los conceptos generales. Dice as:

    Si reflexionamos cuidadosamente sobre ellas nos encontraremos con que las ideas

    generales son ficciones e invenciones de la mente, que conllevan una dificultad intrnseca,

    y que no se presentan a s mismas tan fcilmente como somos proclives a imaginar. Por

    ejemplo, no requiere un cierto esfuerzo y habilidad formar la idea general de un

    tringulo (que no es en absoluto de lo ms abstracto, comprehensivo y difcil), ya que no

    tiene que ser ni oblicuo, ni rectngulo, ni equiltero, ni issceles, ni escaleno, sino todos y

    ninguno de estos a la vez? En efecto, es algo imperfecto que no puede existir, una idea en

    la que se unen partes de varias ideas diferentes e inconsistentes.21

    21. Berkeley replica a esto:

    Mucho se habla aqu de la dificultad que conllevan las ideas abstractas, y del esfuerzo y

    habilidad que se requieren para formarlas. Y se est de acuerdo en todo caso en que se

    requiere un gran esfuerzo y trabajo de la mente para emancipar nuestros pensamientos

  • de los objetos particulares, y elevarlos a aquellas especulaciones sublimes que versan

    sobre ideas abstractas. La consecuencia natural de todo esto parecera ser que una cosa

    tan difcil como la de formar ideas abstractas no sera necesaria en la comunicacin, que

    es tan fcil y familiar a todos los tipos de hombres. Pero se nos dice que si bien parecen

    obvias y fciles a los hombres adultos es slo porque su uso constante y familiar las ha

    hecho as. Ahora bien, me gustara saber en qu momento se emplean los hombres en

    superar esta dificultad [y en procurarse ellos mismos las ayudas necesarias al discurso]. No

    puede ser una vez adultos, pues no parece que entonces sean conscientes de tal esfuerzo;

    queda, por tanto, que sea cosa de la niez. Y, ciertamente, en esta tierna edad, el enorme

    y variado trabajo de conformar nociones abstractas constituye una dura tarea. No es

    acaso difcil imaginar que un par de nios no puedan charlar mutuamente de sus dulces y

    de sus sonajeros, y del resto de sus chucheras, hasta no haber hilvanado, primero, unas a

    otras, innumerables inconsistencias, y haber formado as en sus mentes ideas generales

    abstractas, vinculndolas a cada uno de los nombres comunes de los que se valen?22

    22. Berkeley escribi lo siguiente en su libro de notas:

    Mem. Dar el golpe mortal definitivo, es decir, en el tema de la abstraccin llevar el

    tringulo general de Locke hasta el final.23

    Era ciertamente la oportunidad de dar aqu un esplndido golpe, y lo dio.

    23. Su doctrina idealista la deduce de este nominalismo. Y deja fuera de toda duda que s

    se admite este principio tiene que negarse la existencia de la materia. Nada de lo que

    podamos conocer, o incluso pensar, puede existir sin la mente, pues slo podemos pensar

    reproducciones de sensaciones y el esse de stas es percipi. Por decirlo de otra manera, no

    podemos pensar en una cosa como existiendo sin ser percibida, pues no podemos separar

    en el pensamiento lo que no se puede separar en la percepcin. Es verdad que puedo

    pensar en un rbol en un parque, sin nadie ah para verlo; pero no puedo pensar en l sin

    nadie para imaginarlo, pues me percato que lo estoy imaginando todo el rato. Dicho

    silogsticamente: los rboles, las montaas, los ros, y todas las cosas sensibles son

  • percibidas, y todo lo que se percibe es una sensacin, ahora bien, es imposible que una

    sensacin exista sin ser percibida; por consiguiente, es imposible que ninguna cosa

    sensible exista fuera de la percepcin. Y tampoco puede haber nada fuera de la mente

    que se parezca a un objeto sensible, pues el concepto de semejanza no puede separarse

    de la semejanza entre ideas, ya que sta es la sola semejanza que puede darse en la

    percepcin. Una idea no puede ser ms que una idea, y es absurdo decir que algo

    inaudible puede parecerse a un sonido, o que algo invisible puede parecerse a un color.

    Pero lo que existe fuera de la mente no puede ni orse, ni verse, pues percibimos slo

    sensaciones dentro de la mente. Se dice que la materia existe sin la mente. Pero, qu es

    lo que se significa por materia? Se acepta que se la conoce slo como soportando los

    accidentes de los cuerpos; y, en esta relacin, esta palabra soportando es una palabra

    sin significado. Tampoco hay necesidad alguna de la hiptesis de cuerpos externos. Lo que

    observamos es que tenemos ideas. Si tuviese alguna utilidad suponer cosas externas

    habra que explicar este hecho. Pero concedamos que existen cuerpos, y nadie puede

    decir cmo pueden llegar a afectar posiblemente a la mente; de modo que en lugar de

    eliminar una dificultad, la hiptesis no hace ms que introducir una nueva.

    24. Pero aun cuando Berkeley piensa que no conocemos nada exterior a la mente, no

    mantiene en modo alguno que toda nuestra experiencia tenga un carcter meramente

    fantasmagrico. No todo es un sueo, pues hay dos cosas que distinguen a la experiencia

    de la imaginacin: una es la superior viveza de la experiencia, la otra, y la ms importante,

    su carcter conexionado. Sus partes se encuentran unidas en la ms ntima e intrincada

    conjuncin, a consecuencia de lo cual podemos inferir el futuro del pasado. "Estas dos

    cosas -dice Berkeley, en efecto- son las que constituyen la realidad. No niego, por tanto, la

    realidad de la experiencia comn, aunque niego su externalidad"24. Parece que tenemos

    aqu una tercera y nueva concepcin de la realidad, diferente de cada una de aquellas de

    las que hemos hecho notar que son caractersticas, respectivamente, del nominalista y del

    realista, pero que si hay que identificar con alguna de ellas es con la realista. No es esto

    algo por completo inesperado en un nominalista extremo? A nosotros, al menos, nos

    parece que se requiere en efecto de dicha concepcin para dar un aire de sentido comn

  • a la teora de Berkeley, pero aqulla es de una complexin totalmente diferente al resto.

    Parece algo importado desde fuera a su filosofa. Echaremos de nuevo una ojeada a este

    punto dentro de poco. El llega a decir que las ideas son perfectamente inertes y pasivas.

    Una idea no da lugar a otra, ni hay en ella poder, ni instrumentalidad alguna. De ah que,

    como tiene que haber alguna causa de la sucesin de ideas, sta tiene que ser espritu. No

    hay idea alguna de un espritu. Pero tengo una consciencia de las operaciones de mi

    espritu, lo que l llama una nocin de mi actividad de evocar a voluntad ideas, teniendo

    as un conocimiento relativo de m mismo en tanto ser activo. Pero hay una sucesin de

    ideas que no dependen de mi voluntad, las ideas de la percepcin. Las cosas reales no

    dependen de mi pensamiento, sino que tienen una existencia distinta a la de ser

    percibidas por m, pero el esse de todo es percipi, en consecuencia, tiene que haber

    alguna otra mente en la que existen". Tan cierto, por tanto, realmente existe, lo es el que

    hay un Espritu omnipotente e infinito que lo contiene y lo soporta"25. Esto pone la piedra

    clave en el arco del idealismo berkeleyano, y suministra una teora de la relacin de la

    mente con la naturaleza externa, muy satisfactoria comparada con la "Divina Asistencia"

    cartesiana. Se ha observado con razn que, si se admite el dualismo cartesiano, no hay

    asistencia divina alguna que pueda capacitar a las cosas para afectar a la mente, o la

    mente a las cosas, sino que todo el trabajo lo ha de realizar el poder divino. La filosofa de

    Berkeley, como otras muchas, se ha originado, en parte, como un intento de escapar a las

    dificultades del dualismo cartesiano. Dios, que ha creado nuestros espritus, tiene el poder

    de suscitar en ellos ideas de forma inmediata, y, desde su sabidura y benevolencia, hace

    esto con tal regularidad que estas ideas pueden servir como signos unas de otras. De ah

    las leyes de la naturaleza. Berkeley no explica como actan nuestras voluntades sobre

    nuestros cuerpos, pero quiz dira que, hasta cierto punto determinado, podemos

    producir ideas en la mente de Dios como l lo hace en las nuestras. Pero, dado que una

    cosa material es slo una idea, slo existe en la medida en que est en alguna mente. Si

    cada una de las mentes cesa por un instante de pensarla, cesa de existir durante el mismo

    lapso de tiempo. Su existencia permanente se preserva al ser una idea en la mente de

    Dios. Vemos aqu lo superficial con que la teora de la realidad que acabamos de

  • mencionar recubre el torso de su pensamiento. Si la realidad de una cosa consiste en su

    armona con el cuerpo de las realidades, constituye una extravagancia completamente

    innecesaria decir que deja de existir tan pronto como se deja de pensar en ella. Pues la

    coherencia de una idea con la experiencia en general no depende en absoluto de que est

    presente de hecho continuamente en la mente. Pero est claro que, cuando Berkeley dice

    que la realidad consiste en la conexin de la experiencia, est simplemente usando la

    palabra realidad en un sentido peculiar a l. El no ha concebido nunca que la

    independencia de un objeto respecto de nuestro pensamiento del mismo est constituida

    por su conexin con la experiencia en general. Por el contrario, segn l, esto viene

    causado por el hecho de estar en la mente de Dios. Por lo tanto, la doctrina de Berkeley,

    en el sentido usual de la palabra realidad, es la de que la realidad de las cosas sensibles

    reside slo en sus arquetipos en la mente divina. Esto es platnico, pero no realista. Por el

    contrario, es claramente nominalista, dado que sita la realidad por completo fuera de la

    mente, en la causa de las sensaciones, y dado que niega la realidad (en el verdadero

    sentido de la palabra) a las cosas sensibles en tanto sensibles. Histricamente se han dado

    ejemplos prominentes de alianza entre nominalismo y platonismo, Abelardo y Juan de

    Salisbury, los dos nicos defensores del nominalismo en la poca de la gran controversia,

    cuyas obras se conservan, son ambos platnicos; y se dice, y se cree, que Roscellino (del

    que todos los escritos se han perdido), el famoso autor de la sententia de flatu vocis, el

    primer hombre en la Edad Media que atrajo la atencin hacia el nominalismo, haba sido

    seguidor de Scoto Ergena, el gran platnico del siglo IX. Podemos, quiz, barruntar la

    razn de esta rara conjuncin de doctrinas. El nominalista, al aislar su realidad tan por

    completo de la influencia mental, tal como hace, hace algo que la mente no puede

    concebir; crea la desproporcin entre la mente y la cosa en s misma, de la que con

    tanta frecuencia se habla. Y hay que superar las diversas dificultades que esto origina, el

    que suponga que este noumenon sea la emancipacin de las ideas arquetpicas, ya que, al

    ser totalmente desconocido, la imaginacin puede jugar como quiera con l. La realidad

    recibe as de nuevo una naturaleza inteligible, sortendose hasta cierto punto las

    dificultades peculiares del nominalismo.

  • 25. No nos resulta extrao que los escritos idealistas de Berkeley no hayan sido recibidos

    con mucho entusiasmo. Contienen una gran cantidad de argumentacin de dudosa

    solidez, cuyo brillante carcter, por otra parte, nos pone ms bien en guardia frente a los

    mismos. Parecen ser los productos de una mente de lo ms brillante, original y fuerte,

    pero nada sistemticamente disciplinada. Tiene tendencia a partir de proposiciones

    frenticamente radicales, que matiza cuando le llevan a conclusiones que no est

    preparado para aceptar, sin percatarse de la enorme importancia de su aceptacin.

    Comienza claramente sus principios del conocimiento humano con el supuesto de que en

    nuestras mentes no tenemos ms que sensaciones, externas e internas, y reproducciones

    de las mismas en la imaginacin. Esto va ms all de Locke; puede sostenerse slo con la

    ayuda de aquella "qumica mental" iniciada por Hartley26. Pero le descubrimos pronto

    admitiendo varias nociones, que no son ideas, o reproducciones de las sensaciones, entre

    las cuales la ms llamativa es la nocin de causa, lo que no le deja modo alguno de

    explicarla experiencialmente. Establece una vez ms el principio de que no podemos tener

    ninguna idea en la que las sensaciones se reproduzcan en un orden o combinacin

    diferente del que puede haber sucedido en la experiencia, y que, por tanto, no tenemos

    concepcin abstracta alguna. Pero rpidamente concede que podemos considerar un

    tringulo sin atender a si es equiltero, issceles o escaleno, y no reflexiona que esta

    atencin exclusiva constituye una especie de abstraccin. Su falta de estudio profundo se

    muestra, tambin, en la confusin total que comete sobre la funcin de la hiptesis de la

    materia. Tan ocupado est con el problema cartesiano, que piensa que su solo propsito

    es el de explicar la produccin de ideas en nuestras mentes. Pero la parte real que tiene

    que jugar la sustancia material es la de explicar (o formular) la conexin constante entre

    los accidentes. Este oficio, en su teora, lo realiza la sabidura y benevolencia de Dios,

    suscitando ideas con tal regularidad que podemos saber qu hay que esperar. Esto hace

    de la unidad de los accidentes una unidad racional, mientras que la teora material hace

    de ella una unidad no directamente de origen intelectual. La cuestin es, pues, qu es lo

    que hace que la experiencia, qu es lo que hace que la ciencia se decida por algo? Es que

    todas las regularidades de la naturaleza son directamente racionales, todas las causas,

  • finales? ; o, es que las regularidades se extienden ms all de la exigencia de un objetivo

    racional, y responden a causas mecnicas? Pero la ciencia, como todos sabemos, es en

    general hostil a las causas finales, restringiendo la actuacin de stas al interior de ciertas

    esferas, y desvelando decididamente en el universo otro tipo de regularidad distinta a la

    directamente intelectual. Consiguientemente, la reivindicacin a favor del berkeleyanismo

    por parte del seor Collyns Simon, el profesor Fraser y el seor Archer Butler, en el

    sentido de ser especialmente idneo para armonizarse con el pensamiento cientfico, es lo

    ms alejado posible de la verdad. El tipo de ciencia que promovera su idealismo sera

    aqul que consistira en decir aquello para lo que cada produccin natural ha sido hecha.

    Las propias observaciones de Berkeley sobre filosofa natural muestran lo poco que

    simpatizaba con los fsicos. Deberan leerse todas, pero slo tenemos espacio para citar

    una o dos frases destacadas:

    El intentar explicar la produccin de los colores, o del sonido, por medio de los nmeros,

    del movimiento, de la magnitud, y de otras cosas semejantes, tiene que resultar un

    trabajo en vano, (...) En el tema de la gravedad, o de la atraccin mutua, algunos se

    muestran claramente partidarios de proclamarla universal porque se da en muchos casos;

    y que el atraer y ser atrado por cada cuerpo resulta una cualidad esencial inherente a

    todos los cuerpos cualesquiera que sean (...) No hay nada necesario, o esencial, en esto,

    sino que depende por completo de la voluntad del Espritu gobernante, que causa que

    ciertos cuerpos, de acuerdo a diversas leyes, se adhieran mutuamente o tiendan los unos

    hacia los otros, mientras que a otros los mantiene a una distancia fija; y a algunos les da la

    tendencia totalmente contraria de volar en pedazos, segn lo crea conveniente (...)

    Primero, est claro que los filsofos, al indagar sobre alguna causa natural eficiente,

    distinta a la mente o al espritu, pierden el tiempo en vano. Segundo, teniendo en cuenta

    que toda la creacin es la obra de un Agente sabio y bueno, parece que a los filsofos les

    conviene utilizar sus ideas (al contrario de lo que algunos opinan) sobre las causas finales

    de las cosas; y tengo que confesar que no veo razn para indicar los fines diversos a los

    que se adaptan las cosas naturales, y para los que fueron ideados originalmente con

  • inenarrable sabidura, de no haberse encontrado un modo correcto de explicarlos, y digno

    por completo de un filsofo. (vol. I, p. 466)27

    26. Despus de esto, cmo pueden decir sus discpulos, "que la verdadera lgica de la

    fsica es la primera conclusin de su sistema"!

    27. Por lo que respecta a aquel argumento, tan utilizado por Berkeley y otros, de que tal

    cosa y tal otra no pueden existir porque no podemos llegar a formar la idea de una tal

    cosa -que la materia, por ejemplo, es imposible porque es una idea abstracta, y nosotros

    no tenemos ideas abstractas-, nos parece un modo de razonar que hay que utilizar con

    extrema cautela. Son los hechos tales que si pudisemos tener una idea de la cosa en

    cuestin inferiramos su existencia, o no? Si no, no es necesario argumento alguno contra

    su existencia, hasta que se descubra algo que nos haga sospechar de que existe. Pero si

    debemos inferir que existe, si pudisemos slo formar la idea de la misma, por qu

    deberamos permitir que nuestra incapacidad mental impidiese que adoptramos la

    proposicin de que exige la lgica? Si tales argumentos se hubiesen impuesto en la

    matemtica (y Berkeley fue igualmente enrgico en defenderlos ah), y se hubiese

    excluido de dicha materia todo lo referente a cantidades negativas, a la raz cuadrada de

    minus, y a los infinitesimales, sobre la base de que no podemos formar idea alguna de

    tales cosas, la ciencia se hubiese simplificado, sin duda, simplificado a costa de nunca

    progresar hacia cuestiones ms difciles. Una regla mejor para evitar los equvocos del

    lenguaje es esta: Cumplen las cosas prcticamente la misma funcin? Entonces que las

    signifique la misma palabra. No la cumplen? Entonces que se distingan. Si he aprendido

    una frmula en clave, que de alguna manera sacude mi memoria como para hacerme

    actuar en cada caso particular como si tuviese una idea general, qu posible utilidad hay

    ah entre distinguir entre tal clave, la frmula, y una idea? Por qu utilizar el trmino una

    idea general en tal sentido como para separar cosas que son las mismas a todo objeto

    experiencial?28

    28. La gran inconsistencia de la teora berkeleyana, que impide que sus principios

    nominalistas aparezcan con su autntico color, es la de no haber tratado de la misma

  • manera la mente y la materia. Todo lo que dice contra la existencia de la materia puede

    decirse contra la existencia de la mente; y la sola cosa que le impidi ver esto fue la

    vaguedad de la reflexin lockeana, o facultad de la percepcin interna. Esta objecin no se

    le lleg a ocurrir hasta despus de haber publicado la exposicin sistemtica de su

    doctrina. Alude a ello en uno de sus dilogos, pero su respuesta resulta poco convincente.

    Hume incorpor este punto, y, al desarrollarlo, neg igualmente la existencia de la mente

    y de la materia, manteniendo que slo existen las apariencias. La filosofa de Hume no es

    ms que la de Berkeley, con este cambio, y escrita por una mente de tendencia ms

    escptica. El inocente obispo engendr a Hume, y como nadie discute que Hume diese

    lugar a toda la filosofa moderna, Berkeley debera tener un lugar mucho ms importante

    del que usualmente se le asigna en la historia de la filosofa. Su doctrina fue como la

    parada a medio camino, o el necesario lugar de descanso entre la de Locke y la de Hume.

    29. La grandeza de Hume consiste en el hecho de haber sido el que ha tenido el valor de

    llevar sus principios a sus mximas consecuencias, con independencia de las

    caractersticas de las conclusiones que alcanzase. Pero ni l, ni ningn otro, han

    desarrollado el nominalismo de manera absolutamente consecuente; y puede afirmarse

    con toda seguridad que nadie lo har, a menos de reducirlo a lo absurdo.

    30. Debemos decir unas palabras sobre la teora de la visin de Berkeley. Sin duda fue un

    producto extraordinario del razonar, y puede haber servido como base de la ciencia

    moderna. Histricamente no ha tenido tal fortuna, ya que la ciencia moderna se ha creado

    principalmente en Alemania, donde Berkeley es poco conocido y enormemente mal

    comprendido. Podemos afirmar llanamente que Berkeley ense a los ingleses algunos de

    los principios ms esenciales de aquella hiptesis de la vista que ahora se estn

    imponiendo, ms de un siglo antes de que fuesen conocidos en el resto del mundo. Esto

    es mucho, pero lo que alguno de sus defensores pretende es asombroso. Un autor dice

    que la teora de Berkeley ha sido asumida por los lderes de todas las escuelas del

    pensamiento! El profesor Fraser admite que no ha suscitado atencin alguna en Alemania,

    pero piensa que la mente alemana es demasiado a priori como para que le complazca el

  • razonar de Berkeley. Pero Helmholtz, que ha trabajado ms que nadie por conseguir la

    aceptacin de la teora empirista, escribe: "Nuestro conocimiento del fenmeno de la

    visin no es tan completo como para permitir slo una teora y excluir todas las dems.

    Me parece, por tanto, que la eleccin que distintos savans hacen de las diferentes teoras

    de la visin ha estado dirigida mucho ms por sus inclinaciones metafsicas que por poder

    constriente alguno que hayan tenido los hechos"29. Sin embargo, las mejores autoridades

    prefieren la hiptesis empirista, cuya proposicin fundamental, como es el caso de

    Berkeley, es la de que las sensaciones que tenemos al ver son signos de las relaciones de

    las cosas, cuya interpretacin tiene que descubrirse inductivamente. Berkeley muestra

    una capacidad considerable en este tipo de investigacin relativo a la enumeracin de los

    signos y de sus usos, aun cuando, naturalmente, no hay ningn parecido demasiado

    estrecho entre su exposicin y la moderna exposicin de esta materia. No hay ningn

    fisilogo moderno que no piense que Berkeley haba exagerado enormemente el papel

    que el sentido muscular juega en la visin.

    31. La teora de la visin de Berkeley fue un importante paso en el desarrollo de la

    psicologa asociacionalista. El pensaba que todas nuestras concepciones del cuerpo y del

    espacio eran simplemente reproducciones en la imaginacin de las sensaciones del tacto

    (incluyendo el sentido muscular). Si esto fuese verdad sera uno de los casos ms

    sorprendente de qumica mental, es decir, de una sensacin que se siente, y que, con

    todo, est tan mezclada con otras que no podemos reconocerla por un simple acto de

    atencin. Esta teora tuvo sin duda su influencia en la produccin del sistema de Hartley.

    El fenomenalismo de Hume y el asociacionalismo de Hartley se desarrollaron casi

    contemporneamente hacia 1750. Contienen las posiciones fundamentales del

    "positivismo" ingls habitual. Desde 1750 a 1830 -ochenta aos- no se aadi nada de

    importancia a la doctrina nominalista. Al principio de este perodo Hume iba mitigando su

    radicalismo inicial, y haca su aparicin la teora de Smith de los sentimientos morales30.

    Ms tarde vino el materialismo de Priestley, pero no haba nada nuevo en l; y justo al

    final de este perodo las lecciones de Brown31 sobre la mente humana. El cuerpo

  • fundamental de la filosofa de estos ochenta aos lo constituye la escuela escocesa del

    sentido comn32. Se trata de un tipo dbil de reaccin realista, para la que no existe

    explicacin adecuada alguna dentro de la esfera de la historia de la filosofa. Sera curioso

    indagar, si es que hay algo que pueda explicarla en la historia de la sociedad. En 1829,

    apareca el Anlisis de la mente humana, de James Mill, una vez ms una obra nominalista

    realmente importante. Le siguila Lgica de Stuart Mill, en 1843. Desde entonces la

    escuela no ha producido nada de importancia; y muy probablemente ir perdiendo en

    adelante su carcter distintivo al sumirse en un empirismo de un tipo menos metafsico y

    ms operativo. Ya en Stuart Mill el nominalismo es menos relevante que en los autores

    clsicos, aun cuando resulta totalmente inconfundible.

    V. CIENCIA Y REALISMO

    32. Vemos as la gran cantidad de ideas metafsicas actuales que nos han llegado como

    herencia de tiempos muy anteriores, siendo Berkeley uno de los antepasados

    intelectuales cuyos trabajos han contribuido tanto como los de cualquier otro a realzar el

    valor de este legado. La filosofa realista del ltimo siglo ha perdido ahora toda su

    popularidad, excepto entre las mentes ms conservadoras. Y la ciencia, como la filosofa,

    es nominalista. La doctrina de la correlacin de fuerzas, los descubrimientos de Helmholtz,

    y las hiptesis de Liebig y de Darwin tienen todas aquella caracterstica perteneciente al

    nominalismo, de explicar fenmenos familiares, aparentemente de un tipo particular,

    ampliando la operacin de simples principios mecnicos. Y si no se puede detectar el

    carcter nominalista de estas doctrinas como tales, habr al menos que admitir que se

    observa que llevan consigo a estos hijos del nominalismo: el sensacionalismo, el

    fenomenalismo, el individualismo y el materialismo. Pocos creern que la ciencia fsica

    est necesariamente conectada con doctrinas de una tendencia moral degradante. Pero si

    mantenemos que estas doctrinas no tendrn dicho efecto en la mente que realmente las

    entienda, estamos aceptando dicha creencia, no en base a la experiencia, que ms bien

    est en contra, sino en base a la fortaleza de nuestra fe general de que lo que realmente

    es verdadero es bueno creer y malo rechazar. Por otro lado, es aceptable suponer que la

  • ciencia no tiene afinidad esencial alguna con las ideas filosficas con las que parece estar

    ms asociada de ao en ao. No puede decirse que la historia excluya este supuesto; y la

    ciencia, tal como se da, es ciertamente mucho menos nominalista de lo que los

    nominalistas piensan que debera ser. Whewell la representa tan bien como Mill. Con

    todo, empieza a ser un imposible que un hombre penetre en el pensamiento cientfico

    actual, y no tenga tendencias materialistas. En la medida en que tenga lugar una disputa

    entre el nominalismo y el realismo, en la medida en que la posicin que mantengamos

    sobre la cuestin no est determinada por prueba alguna indiscutible, sino que sea ms o

    menos una cuestin de inclinacin, un hombre, por el hecho de ser hombre, a medida que

    empiece a sentir la profunda hostilidad entre las dos tendencias se encontrar implicado

    en una u otra, no pudiendo obedecer a ambos ms de lo que puede servir a Dios y a

    Mamn. Si ambos impulsos se neutralizan dentro d l, el resultado es simplemente el de

    verse privado de todo motivo intelectual importante. No hay, en efecto, razn alguna para

    suponer que la cuestin lgica no sea por su propia naturaleza susceptible de solucin.

    Pero esta resolucin de la dificultad transcurre por los ms espinosos laberintos de una

    ciencia tan rida como la matemtica. Ahora bien, hay una demanda de matemtica;

    ayuda a construir puentes y a conducir mquinas, y, por lo tanto, el estudiarla seriamente

    es la tarea de cada uno. Pero tener una filosofa es una cuestin de lujo, su nica utilidad

    es el hacernos sentir confortables y cmodos. Se trata de un estudio para las horas de

    ocio, y deseamos que se nos proporcione de forma elegante, agradable e interesante. La

    ley de la seleccin natural, que es el anlogo preciso en otra esfera de la ley de la oferta y

    la demanda, tiene su efecto ms inmediato en el promover las otras facultades del

    entendimiento, pues los hombres de capacidad mental son los que triunfan en la lucha

    por la vida; pero la facultad de filosofar no se exige, excepto de forma literaria; y por lo

    tanto no puede esperarse que una cuestin difcil tenga solucin hasta que adopte una

    cierta forma prctica. Si alguien tuviese la enorme suerte de encontrar la solucin, nadie

    ms se tomara la molestia de comprenderla. Pero aunque la cuestin del realismo y

    nominalismo, tiene sus races en los tecnicismos de la lgica, lo cierto es que sus ramas

    envuelven nuestra vida. La cuestin de si el genus homo tiene alguna existencia excepto

  • como individuos es la cuestin de si hay algo de mayor dignidad, valor e importancia que

    la felicidad individual, las aspiraciones individuales y la vida individual. El problema de si

    los hombres tienen realmente algo en comn, de manera que la comunidad deba

    considerarse como un fin en s mismo, y, si es as, cul es el valor relativo de los dos

    factores, es la cuestin prctica ms fundamental en relacin con toda institucin pblica,

    en cuya constitucin tenemos la capacidad de influir33.

    Traduccin de Jos Vericat (1988)

    NOTAS

    * (N. del E.) Reproducido con el permiso de Jos Vericat. Esta traduccin se public

    originalmente en: Charles S. Peirce. El hombre, un signo (El pragmatismo de Peirce), Jos

    Vericat (trad., intr. y notas), Crtica, Barcelona 1988, pp. 57-87. La recensin de Peirce a la

    edicin de las obras de Berkeley llevada a cabo por A. C. Fraser se public en The North

    American Review en octubre de 1871. El texto est recogido en W2, pp. 462-487.

    1. The Works of George Berkeley, D.D., formerly Bishop of Cloyne: including many of his

    writings hitherto unpublished, 4 vols., A. C. Fraser, ed., Clarendon Press, Oxford, 1871.

    2. Analitica Posteriora 83 33: "[Las formas] son meras chcharas, e incluso, de existir, son

    irrelevantes".

    3. Eduardo I (1239-1307) fue uno de los reyes que impuls ms decididamente la unidad

    nacional inglesa, y bajo cuyo reinado se aviv la vida cultural. De hecho, en esta poca,

    Inglaterra se mantena al margen de la cultura europea. Era la poca de Roger Bacon,

    discpulo de Grosetesta, y de Petrus Peregrinus, cuyos trabajos sobre el fenmeno

    magntico son para Peirce "el ms temprano trabajo de ciencia experimental" que se

  • conserva. Peirce mismo realiz una transcripcin de los trabajos de Petrus Peregrinus,

    "que poco deba conocer de Aristteles", y que, en todo caso, "no era un hecho

    espordico", ya que contiene ideas sobre la ciencia que es imposible considerar como la

    creacin de un individuo nico" ("Petrus Peregrinus the Scientist (...)", en C. Eisele,

    Historical Perspectives on Peirces Logic of Science. A History of Science, Mouton

    Publishers, Berln/ Nueva York/ Amsterdam, 1985, 39-112, pp. 46 ss.

    4. "Todo realista, como tal, tiene que admitir que un general es un trmino y, por tanto,

    un signo. Si, adems, mantiene que es un ejemplar absoluto, este platonismo se sita ms

    all del problema del nominalismo y el realismo; y, en efecto, la doctrina de las ideas

    platnicas la han sustentado los nominalistas extremos". De los cuales Berkeley es uno de

    sus mximos representantes (CP 5. 470). Histricamente, esta vinculacin entre

    platonismo y nominalismo en la Inglaterra a la que se refiere Peirce, puede explicarse por

    el casi total desconocimiento de Aristteles en el Medievo ingls, como se refleja, por lo

    dems, en la escasa impresin de obras aristotlicas en aquel pas antes de los siglos XVI y

    XVII.

    5. "Creo que todos los grandes logros de la mente han estado por encima de la capacidad

    de unos individuos que actan sin ayuda; y encuentro (...) la razn inmediata para pensar

    as en la sublimidad de las ideas, y en el que se den simultnea e independientemente en

    unos individuos con una capacidad en absoluto extraordinaria. La arquitectura gtica oval

    me parece que tiene, en varios de sus desarrollos, esta caracterstica. (...) En ms de un

    caso, los documentos existentes prueban que los captulos catedralicios, en la seleccin de

    los arquitectos, consideraban un alto genio artstico como algo secundario, como si no

    hubiese carencia de personas capaces de suministrarlo". (CP 6. 315.)

    6.Utrum plures angeli possint simul esse in eodem loco (Summa Theologiae, Q. 52, A.3).

    7. Se refiere con toda probabilidad a Abelardo.

  • 8. Peirce parece decantarse por la idea de una importacin de la cultura griega desde

    Bizancio, a travs de Italia, ms que por su difusin por los rabes a travs de los

    traductores hispanos.

    9. En la concepcin de las formalitates reside la clave del realismo escotista, ya que Scoto

    otorga a stas una realidad propia, aparte del universal, ya que no son meros productos

    mentales, y del sujeto individual, que no es ms que el resultado de una determinacin de

    tales naturalezas indeterminadas. Las formalitates vienen as a constituir lo que Scoto

    llama la natura communis, que se corresponde a la esencia indeterminada de Avicena,

    hasta el punto de pasar a encarnar lo real mismo: una realidad comunitaria. De ah, la

    afinidad con la nocin de realidad del pragmaticismo de Peirce.

    10. Esta combinacin entre la lgica de Ockham y el realismo de Scoto est en la base de

    la semitica, como eje de la teora de la realidad de Peirce.

    11. Bayle alude al debate realismo/nominalismo en sus referencias a la controversia

    escolasticismo/cartesianismo sobre la naturaleza de las especes intentionelles en tanto

    imgenes que nos representan los objetos de los sentidos, y que se corresponde con los

    eidwla de Demcrito y Epicuro, y con lo que Catio, segn Cicern, llamaba spectra

    (Dictionaire Historique et Critique, 3. edicin revisada, corregida y aumentada por el

    autor. Michel Bohm, Rotterdam, 1720, con Privilegio, t. I, p. 811). Para Bayle se trata de

    meras cualidades quimricas inventadas por los escolsticos, que de hecho, para l, no

    son ms que partes insensibles de la materia; lo que le lleva a la paradoja de afirmar que

    "si bien son insensibles, con todo, a la vez, constituyen la esencia particular de los cuerpos

    que frappent nuestros sentidos". (T. II. p. 1700b.)

    12. H. Hallam (1777-1859), historiador ingls, especialista en el Medievo y en el

    pensamiento europeo.

    13. Es la idea de percepto y de juicio perceptual (cf. cap. III) como punto de partida de

    Peirce en su polmica con las posiciones que, en general, califica de nominalistas.

  • 14. Summa Logicae, Pars Prima, Philoteus Boehner, ed., St. Bonaventure, Nueva York,

    1951 (N. de los editores de los CP)

    15. Los entia non sunt multipticanda praeter necessitatem es el argumento de Durand de

    Saint-Pourain. Pero puede darse por supuesto con toda seguridad que cualquier

    fragmento dado del saber popular sobre el escolasticismo es errneo.

    16. Peirce parece referirse con ello a toda la problemtica aristotlica de la percepcin y

    de la argumentacin, respectivamente.

    17. Se trata del revival de la retrica ciceroniana durante el Renacimiento, y la

    consiguiente proliferacin de los tratados de la memoria.

    18. The English Works of Thomas Hobbes de Malmesbury, sir William Molesworth, ed.,

    John Bohn, Londres, vol. I, 1839, p. 36 (N. de los editores de los CP).

    19. Ibid., pp. 118-119 (N. de los editores de los CP).

    20. La nica diferencia entre Ockham y Hobbes es la de que el primero admite que los

    signos universales en la mente son naturales, mientras que el segundo piensa que slo

    siguen al lenguaje instituido. La consecuencia de esta diferencia es que, mientras Ockham

    considera que toda verdad depende del hecho de que la mente impone de modo natural

    el mismo signo a dos cosas, Hobbes mantiene que las primeras verdades se establecieron

    por convencin. Pero, ambos, sin duda, aceptaran que hay algo in re a lo que

    correspondan tales verdades. Pero el sentido de la implicacin de Berkeley sera el de que

    no hay en absoluto pensamiento-signos universales. De donde se seguira que no hay

    verdad alguna, ni juicio alguno, sino proposiciones habladas o escritas.

    21. An Essay Concerning Human Understanding, A. C. Fraser, ed., vol. II, Clarendon Press,

    Oxford, 1894, p. 247, 9 (N. de los editores de los CP).

  • 22. Este pasaje de la Introduccin correspondiente a "A Treatise Concerning the Principles

    of Human Knowledges" se encuentra en el vol. I, p. 146, 14, de la obra que se

    recensiona. Peirce omiti, sin percatarse de ello, la parte entre corchetes (N. de los

    editores de los CP).

    23. Este pasaje se encuentra en el "Commonplace Book of Occasional Metaphysical

    Thoughts", vol. IV (?) [vol. I], p.448 (?), de la obra recensionada (N. de los editores de los

    CP). El problema del tringulo de Locke lo plantea as Peirce: "en la proposicin de que la

    suma de los ngulos de un tringulo son dos rectos, se encierra, segn Locke, dos tipos de

    argumentacin: la necesaria, que es la demostracin del matemtico, y la probable, que

    es la que acepta el no-matemtico (CP. 2.649; 2.696).

    24. Cf. The First Dialogue between Hylas and Philonus, vol. I, p. 416.

    25. Este pasaje perteneciente a The Second Dialogue (...) se encuentra se encuentra en el

    vol. I, p. 304 (?) [424], de la obra recensionada. El pasaje de dicho texto es como sigue:

    "Con la misma seguridad, por tanto, con que existe realmente el mundo sensible, hay un

    Espritu infinito omnipresente, que lo contiene y lo sustenta" (N. de los editores de los CP).

    26. D. Hartley (1705-1757) fundament fisiolgicamente la teora del asociacionismo.

    27. Este pasaje corresponde a A Treatise Concerning the Principles of Human Knowledge,

    parte I, en el vol. I, p. 208 ( 102), p. 210 ( 106) y pp. 210-211 ( 107), de la obra

    recensionada (N. de los editores de los CP).

    28. Esta es una primera anticipacin del pragmatismo de Peirce (N. de los editores de los

    CP). Cf. cap. VI de esta seleccin. ["Cmo esclarecer nuestras ideas"]

    29. Vase su Treatise on Physiological Optics, 33 (N. de los editores de los CP).

  • 30. Adam Smith introduca aqu, como una forma de resolucin de este problema, la

    nocin de simpata. Idea sta que encaja con el agapismo, el amor evolutivo, de Peirce,

    acorde a su vez con su doctrina de la continuidad mental (CP 6. 306).

    31. Th. Brown (1778-1820) sustituy en la ctedra a D. Stewart, pero estaba, slo en

    parte, en la tradicin de ste (que era la de Reid), ya que, ms bien en la lnea de Hartley,

    intent fundamentar empricamente la esfera de las creencias.

    32. La escuela escocesa del sentido comn tiene como nica columna vertebral a Th. Reid

    y a D. Stewart, y, derivadamente ya, por sus connotaciones kantianas, a W. Hamilton. De

    ah que Peirce presente como abandonos progresivos de aqulla los ulteriores desarrollos

    del empirismo ingls.

    33. Esta es otra de las importantes caracterizaciones del pragmatismo de Peirce: "Que la

    consciencia es una suerte de espritu pblico entre las clulas nerviosas. El hombre como

    una comunidad de clulas" (CP. 1. 355). "Dos cosas (...) La primera es que una persona no

    es absolutamente un individuo (...) La segunda (...) es que el crculo de sociedad del

    hombre (...) es una suerte de persona laxamente compacta, en algunos aspectos de rango

    ms elevado que la persona de un organismo individual" (CP 5. 421). Esta idea de

    comunidad est estrechamente vinculada a la idea de realidad, como acabamos de ver,

    surgida en torno a la polmica nominalismo/realismo (cf. tambin caps. III y VI de esta

    seleccin). ["Algunas consecuencias de cuatro incapacidades" y "Cmo esclarecer nuestras

    ideas"]