La Trampa de Ser

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LA LOS DOS LABERINTOS 1

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LOS DOS LABERINTOS

Magíster en gestión EducacionalProfesor: H. Adrián Medina G.Asignatura: CurrículoAutor: Guillermo Albornoz Vidal

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INDICE

1) Introducción

2) La Trampa de Ser

3) La Doble Tensión

4) La Dialéctica del Currículo

5) La Especialización

6) La Concentración

7) El Anticurrículo

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TRAMPA DE SER

Seguramente nadie se sorprenderá si afirmo que nos encontramos en un periodo crítico para el hombre, la posible catástrofe climática, el exceso de población, la pobreza y el hambre, la escasez de combustibles, etc. La lista podría extenderse hasta el espanto. En el marco de la profunda crisis de la humanidad pareciera que existe un solo ámbito en el cual, al menos en algunos países, la crisis parece resuelta, a saber, el ámbito de la educación. Se nos habla de los enormes progresos desarrollados en algunos países asiáticos (el caso de Corea) y europeos (el caso finlandés), en los cuales podríamos encontrar la solución a los problemas que actualmente dominan el mismo escenario en chile.

No es este el lugar para desarrollar un análisis exhaustivo de estos temas, pero quisiera señalar que desde mi punto de vista, esta manera de ver los problemas me parece profundamente errónea. Tratan de convencernos de que los problemas de la educación se resolverán en chile, en la medida de que mejore lo que llaman, la calidad de la educación. Aparentemente entienden por calidad de la educación, la mejora sustancial en la enseñanza y aprendizaje de las competencias y habilidades que permitirían a cualquier niño chileno, acceder en igualdad de oportunidades, a los beneficios de la sociedad global. Por supuesto que en ese marco nadie cuestiona si los beneficios de la globalización son tan benéficos como se pretende, pero más allá de eso, nadie parece preocuparse acerca del problema, sobre si la finalidad de la educación debe ser exclusivamente dar cuenta de la necesidad de inserción laboral de los seres humanos. Acaso una finalidad tan instrumental de la educación agota el sentido y la trampa de ser.Las sociedades modernas desarrolladas exhiben una tasa de suicidio superior a la de los países subdesarrollados y en Japón y en Europa asistimos a verdaderas epidemias de suicidio individual y colectivo. La tendencia al consumo de drogas y otras conductas adictivas también aumentan. Algo estamos haciendo mal.

Ya hace más de dos mil años Platón, en el Gorgias, debatía sobre el sentido del aprendizaje de la retórica y sobre que beneficios podría tener para alguien aprender a desarrollar discursos persuasivos, sino era capaz de distinguir el bien del mal. Ya en esa época los sofistas planteaban lo que parece ser el actual discurso oficial, el hombre debe aprender para empoderarse. Educamos al parecer, para el empoderamiento, para una sociedad de hombres, que compiten permanentemente, por los escasos beneficios de la sociedad global de mercado. Sin importar si en el camino destruyen sus propias vidas y el mundo que nos rodea.

Algo estamos haciendo mal, una profunda insatisfacción marca al hombre moderno, un profundo olvido de si mismo. Creo que este malestar se encuentra ligado a lo que llamo la trampa de ser. Quizás parezca extraño afirmar que ser, tiene una trampa, pero es así y la trampa de ser consiste en que, al menos para el ser humano, ser tiene que ver con estar conciente de ser. Estamos atrapados en una doble tensión, pues existir no es exclusivamente eso, estar volcados hacia fuera, a lo exterior. También vivimos en nuestro interior y cada cosa que hacemos, como conducta, repercute de alguna manera en nuestra interioridad.

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Nuestra interioridad, que inmenso. A los Psicoanalistas les gusta reducir la interioridad al inconciente, pero la interioridad es en gran parte conciente, solo que al parecer no enseñamos a reconocerla y a integrarla a nuestra vida. La educación no la considera, los educadores nada sabemos de ella.

Esta doble tensión es una trampa, pues no obliga a una alerta permanente y reflexión permanente, de lo que hago y de su ajuste con lo que siento. Si me concentro solo en el hacer, en el estar en el mundo, me pierdo atrapado en lo instrumental, si por el contrario, me concentro en la interioridad me desadapto de alguna forma (la peor de las formas es la depresión). La escuela y el proceso educativo en general no consideran la interioridad, no hace parte del currículo.

La presencia oculta y subrepticia de la interioridad aparece con un sin fin de manifestaciones, a las que casi siempre se considera desadaptativas, desde los actos de resistencia al aprendizaje, a los que llamamos flojera, hasta la conformación de tribus urbanas que permiten en la marginalidad, la expresión de aquello que ha sido expulsado del aula, pasando desde luego por la indisciplina y la deserción.

En la tradicional práctica educativa se habla de la motivación, la que en el marco del conductismo debe ser aportada por el profesor, no se consideran las motivaciones de los alumnos. Por supuesto en el ámbito del conductismo la interioridad es irrelevante, la motivación es solo el refuerzo, que es siempre exterior. Si el alumno fracasa es culpa del profesor o de los padres jamás del alumno, el cual es irresponsable. No posee interioridad, el hombre ha sido mutilado.

En el caso del constructivismo la interioridad no aparece como problema, el alumno debe ser responsable de su aprendizaje, pero que los aprendizajes contengan alguna legitimidad para el mundo interno del alumno, no es relevante.

LA DOBLE TENSIÓN

¿Quién quiere educación? Muchas preguntas parecen hacerse los teóricos de la educación, ¿Para que educar? ¿A quien educar? ¿Qué enseñar? Y otras de la misma índole, me parece sin embargo que esas preguntas no son las más indicadas para iniciar una reflexión sobre el problema del currículo.

Me permito en este momento una breve y por cierto limitada, reflexión sobre la praxis. De alguna forma los distintos tipos de materia, imponen a los intentos objetivadores del trabajo humano una carga específica. Esta “carga” determina la forma de nuestro hacer. La “forma” es, en este caso, los procedimientos y técnicas especificas que hacen posible la tarea en cuestión, por ejemplo, para realizar una figura humana en papel, se requieren procedimientos y técnicas, muy diferentes a las que emplearíamos si deseamos realizar la misma figura en bronce.

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De esta forma el material nos impone una “carga”, que consiste en unas formas (tekne) especificas de trabajarlo. Esta afirmación que parece de perogrullo aplicada al papel y el bronce, adquiere su verdadera dimensión problemática cuando nuestra materia es una unidad abstracta, como son las abstracciones que enunciamos bajo los conceptos de persona, ser humano, hombre/mujer, individuo, etc. Y debiera ser aún más problemático para aquellos colegios que aspiran a formar un tipo, modelo o perfil de alumno.Ciertamente nuestro objeto nos impone una carga, pero ¿Cuál es esta? Pues la forma a través de la cual pretendemos realizar nuestro trabajo puede ser completamente excesiva (por ejemplo, querer fundir el papel) o totalmente ineficaz (como pretender manipular el bronce).

Para poder encontrar la carga específica de nuestro hacer educativo es necesario determinar con claridad cual es nuestro objeto y así poder abstraer la praxis o los tipos de praxis que le pertenecen y por supuesto la teoría que se deriva de ella.En este sentido la pregunta que me parece más adecuada para determinar nuestro objeto, es ¿Quién quiere o demanda educación?

Rechacemos ¿A quien educar? ¿Cómo educar? ¿Qué enseñar? Todas ellas presuponen que existe algo preformado que es la educación y solo nos queda someternos a ello. Todas estas preguntas tienden a dar por supuesto lo que precisamente debemos poner en cuestión, las teorías que no consideran la naturaleza del objeto de nuestra praxis. En cambio la primera pregunta ¿Quién quiere educación? Nos coloca directamente en nuestro objeto, nos dice que existe alguien o algunos que demandan algo que no poseen y requieren, nos habla de una carencia.

Una carencia que no es fruto de la castración, (a la que puede referirse el currículo oculto y quizás la única importante en el Psicoanálisis), sino una que deviene de nuestro ser, a saber, nacemos incompletos.

Al nacer no tenemos las condiciones de maduración necesarias para sobrevivir en el mundo y deben pasar muchos años para adquirirlas. Nuestra incompletitud es de hecho una condición del ser, no termina hasta que nos toca la muerte. Nuestra experiencia de la existencia no esta completa sin la experiencia de morir. Pero además el hombre es un ser de tránsitos, un ser de cambios y por lo mismo en constante proceso de adaptación al medio.

La pregunta ¿A quien educar? Es engañosa, nos hace creer que existe algo, a lo que llamamos educación, y que es por su propia naturaleza deseable. Nos hace creer que la educación es algo neutral (¿una disciplina científica?), que irá mejorando con el tiempo, en la misma medida que mejoren las ciencias asociadas. Nada más lejos del error creo. La educación no es una ciencia aplicada, no es el equivalente de una ingeniería, su objeto no es un conjunto de materiales y fuerzas sin voluntad propia. Su objeto es un concreto, no agotado, ni definido, el hombre.

La educación no es neutral y necesitamos aclarar quien la desea, pues ello nos dará luz sobre la verdadera naturaleza del proceso del cual hablamos.Bien, ahora tenemos la pregunta a través de la cual vamos a reflexionar nuestro tema.¿Quién demanda educación? La primera respuesta, si interpreto bien los discursos de la sociedad política chilena, es que el sistema económico requiere calificación, exige calificación. Casi toda la demanda por mejorar la calidad de la educación se refiere, al

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problema de poder integrarse de manera eficaz a la competitividad de la sociedad capitalista. Esta competitividad es nombrada, a veces de manera solapada para que no nos demos cuenta de que se trata, se le llama progreso, modernización tecnológica, globalización.

El hombre nace incompleto, por supuesto, si quiere sobrevivir de forma independiente debe hacerse de las competencias y habilidades necesarias para ello. Para ello debe además asociarse a otros hombres y participar de relaciones de producción. Esas relaciones de producción están en la actualidad dominadas por las relaciones capitalistas de producción. Una de las características de estas relaciones es que el trabajador es “libre”. Libre de trabajar o no (¿?), libre de cambiarse de trabajo o no. Y la contraparte de esa libertad es que las empresas también son libres, de contratar a este trabajador o no, de mantenerlo en la empresa o no.

Uno de los problemas que genera esta libertad, en relación con las empresas, es que en la medida que el trabajador es libre, puede intentar desplazarse a una empresa que le pague mejor, y quedarse de esta forma sin un trabajador calificado y de productividad conocida (1) , lo que implicara perdidas.

Si el crecimiento económico es el suficiente, resultara además, que las empresas se multiplicaran y con ello la necesidad de trabajadores, lo cual elevara los sueldos de los mismos, amenazando, según la escasez de que se trate, de elevar demasiado los costos disminuyendo las ganancias. Para evitar esto, en el capitalismo existe y se mantiene una cantidad de individuos cesantes, producto del diferencial entre la tasa de natalidad y la cantidad de empleos creados por la economía. Karl Marx lo denominaba ejército proletario de reserva. La función de esta masa de cesantes no era otra, que la de mantener bajo el precio de la fuerza de trabajo.

A comienzos del capitalismo industrial durante los inicios del siglo XIX, la calificación de la fuerza de trabajo no era necesaria, la división del trabajo se encargaba de hacerla innecesaria. La división del trabajo procuraba dividir una tarea tantas veces como fuera necesario para que cada trabajador empleara sólo las capacidades que tenia naturalmente, golpear, cortar, doblar, etc. Se trataba de encontrar un trabajador y emplearlo de forma inmediata en una tarea elemental. Hoy en día dado el nivel de implicación tecnológica que ha alcanzado la competitividad capitalista, emplear la fuerza de trabajo tal como está es imposible, ni siquiera en industrias atrasadas tecnológicamente (2). Es necesario que el ejército proletario de reserva posea la calificación mínima para poder ingresar al mercado laboral y de esa forma cumplir su función, mantener bajo el valor de la fuerza de trabajo.

-------------------------------------------------------------------------------------- 1) Un interesante análisis del tema de la calificación de los trabajadores, sus diferencias individuales y los problemas que trae a la contabilidad capitalista se encuentra en John Maynard Keynes, Teoría General de la ocupación, el Interés y el Dinero, capitulo 4. RBA Coleccionables, 2004, Barcelona.

2) Para un análisis de este tema ver la magnifica obra de John Kenneth Galbraith, El Nuevo Estado Industrial, Capitulo 2. Ediciones Orbis, 1980, Barcelona.

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En este sentido existe una demanda de educación por parte del sistema económico, que busca que sus alumnos posean las competencias y habilidades mínimas para poder cumplir su función social, la de cesante de reserva. Por ello es que la gran cantidad de cesantes se concentra entre los grupos etarios más jóvenes, los recién salidos de la escuela. Por eso se requiere que esta formación escolar sea universal y que para los más pobres sea gratuita. Veamos un tema sutil en este sentido, el de la disciplina. Antiguamente el estudiante indisciplinado era castigado por medio de la violencia, castigo físico, se suponía que el temor al castigo lo haría disciplinarse y aceptar de esa forma las decisiones de la autoridad sin cuestionarlas.

El sentido de estas brutales practicas era doble, por una parte forzar la aceptación de una autoridad y sus acciones sin cuestionarlas y por otro aceptar la violencia con que la sociedad castiga a los que se revelan, castigos que se empleaban en las empresas bien entrado el siglo XX. En esa época los trabajadores se empleaban en talleres, con alguna complejidad tecnológica, pero donde era fácil vigilarlos. Sin embargo hoy en día en que la gran mayoría de la producción industrial es realizada por maquinas y en que la gran mayoría de los trabajadores se emplean en el área terciaria o de servicios, el control es más difícil, es necesario que el individuo se acostumbre a cumplir sus propias metas o las de un equipo. El castigo ya no es una amenaza de control, deben controlarse a sí mismos y allí entra la educación de los valores, la transversalidad. Llamare a esta demanda de educación, exigencia de calificación y adaptación del sistema económico. La sociedad hace requerimientos al sistema educativo y este debe estar presto a satisfacerlos, pues sino, se encuentra según sus críticos, anticuado. Demanda de calificación y preparación para el trabajo parece ser precisamente lo que la sociedad necesita del sistema educativo y con esa finalidad lo crea, lo transforma y lo usa.

¿Podemos entonces, reducir toda la educación a la calificación de las personas? Si profundizamos un poco nos daremos cuenta que la demanda de educación no viene exclusivamente de la sociedad y las necesidades de reproducción del sistema capitalista. Existe una demanda por educación que viene de otro lado, de un lado que no es necesariamente social, a saber, la interioridad del ser humano, sea niño u hombre. Para este análisis, me referiré especialmente a la situación del niño, con la finalidad de producir un mayor contraste, sin embargo, no creo que la situación cambie en lo sustancial en el caso de un adulto que solicita educación.El hombre nace incompleto y de alguna forma debe adquirir aquellas cualidades que le permitirán orientarse con éxito en la vida. Pero no debemos creer que la incompletitud termina cuando se adquieren habilidades y competencias que nos preparan para el mundo del trabajo. Si así fuera no existiría contradicción alguna entre los fines de la demanda económica y los de la interioridad de la persona. Pero la contradicción existe.Se manifiesta a diario en todo el sistema educativo y sus manifestaciones más evidentes se dan en la escuela. Pero podemos observar esa contradicción en casi cada hombre. Morris Berman, expone un comentario de Abraham Maslow sobre un curso de psicología anormal “Maslow no recordaba el nombre del texto de estudio, aunque las imágenes de la cubierta le quedaron grabadas en la memoria. En la parte superior, decía Maslow había una foto de niños recién nacidos quienes, con el resplandor del nacimiento aún flotando sobre ellos,

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miraban al espectador con ojos muy abiertos, llenos de curiosidad. En la parte inferior había una foto de pasajeros del tren subterráneo de Nueva Cork regresando a sus hogares; colgaban de las manillas, estaban agachados y tenían una mirada deprimida en el rostro. Entre ambas fotografías había un titular con dos simples pero dramáticas palabras: ¿QUÉ SUCEDIÓ?”Morris comenta seguidamente: “Maslow nunca dice qué contenía el texto mismo, pero mi reacción es que el drama ilustrado en la cubierta es psicología normal, no anormal.”(3)

¿Qué es lo que le falta al hombre? La respuesta es que seguramente algo que la educación debió darle. El niño se inicia en la vida lleno de vitalidad y asombro su interés por su mundo lo absorbe casi por completo. En él se nota el deseo de aprender y experimentar, desea fundamentalmente comprender su mundo y desea ir a la escuela a comprender, la naturaleza del mundo que le rodea, ¿Pero con que se encuentra? Una larga cadena de ejercicios tediosos, que durarán muchos años y que le exigen postergar y reprimir todo su potencial interior, para amar, desear, emocionarse. No son necesarios para la calificación de la fuerza de trabajo.

Otro aspecto de la interioridad que es marginado, es la concepción de mundo. Sin ella no podemos resolver las contradicciones que nos genera vivir, en un sistema que no reconoce nuestro mundo interior, quedamos fragmentados y llenos de contradicciones en nuestro hacer y desde luego sin capacidad de respuesta frente a la dinamica social nos guste o no.

El concepto de currículo tiene varia acepciones, según Gonzalez y Flores (1999; pp. 16) "En la evolución del término currículo existen desde conceptualizaciones restrictivas que lo definen como la formulación del plan de estudios de la institución, hasta las más holísticas que lo asumen como todo aquello que se realiza en la escuela para llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje". (4)

Esta ambigüedad existente en las concepciones de currículo se debe, según mi punto de vista, a que éste no es considerado dialécticamente, si lo asumimos de manera holística y aceptamos que es “todo aquello que se realiza en la escuela para llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje”, nos encontramos que esta definición nos oculta la intencionalidad del este proceso y la intencionalidad es clave porque es la manifestación de concepciones ideológicas sobre el hombre que están siempre presentes de manera subyacente en el proceso.

La presencia de concepciones sobre el hombre y la sociedad que subyacen al currículo es de alguna manera natural dentro de una sociedad democrática y en la medida que se explicitan no son tan peligrosas. Esa es una dialéctica propia de la naturaleza política del hombre.

------------------------------------------------------------------------(3) Morris Berman, Historia de la Conciencia. Cuatro Vientos, 2 edición, Santiago 2006, pp75.

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LA DIALECTICA DEL CURRÍCULO

Me parece más preocupante la dialéctica que se produce como resultado de lo que he llamado más arriba la doble tensión de la demanda educacional, pues ella oculta el deseo de eliminar la interioridad humana. El deseo de que los individuos se comporten como maquinas predecibles en todos sus aspectos, el Mundo Feliz.La dialéctica implícita en todo el proceso de enseñanza-aprendizaje consiste en que aquellos que asisten al proceso buscan sus propias respuestas a una dimensión de la existencia nunca considerada en los planes y programas, la interioridad. En este sentido el currículo no da cuenta del hombre mismo, pues siempre apunta a una exterioridad que es instrumental.

Pudiésemos creer que la interioridad es lo que ocurre en el currículo oculto, tal como lo expone Ornelas " en contraposición a la noción de curriculum formal, no surge de los planes de estudio ni de la normatividad imperante en el sistema, sino que es una derivación de ciertas prácticas institucionales que son tal vez más efectivas para la reproducción de conductas, actitudes…" (Ornelas: 1999; pp.50). (5). Sin embargo, esta noción se aplica más bien a los aprendizajes alcanzados por imitación o a aquellos que se producen pues son estimulados por algún tipo de premio, aunque sea producto de la deshonestidad, como es aprender a copiar en los exámenes. Pero se aprende a amar en las escuelas, ya sea por el currículo formal, real u oculto. Se aprende en ella a maravillarse con la belleza de un atardecer o a entristecerse cuando vemos a un niño que pide en la calle. ¿Se aprende a convivir con la profunda humanidad que llevamos dentro de nosotros? Seguramente no. Quizás cuando aún se leía a los clásicos, podíamos aprender la belleza de la prosa, o de la poesía, pero en la era de la instrumentalidad, nada de eso es posible.

---------------------------------------------------------------------------(4) Citado por Adrian Medina, Cuaderno de Apuntes 2, 2005.(5) Citado por Adrian Medina, Ob. Cit.La dialéctica a la que me refiero es la que opone la humanidad a lo instrumental. El currículo siempre será instrumental y para el caso da igual si lo definimos como planes y programas o de una manera holística. Existen, a mi parecer, dos contraposiciones que si bien pertenecen al currículo oculto, me parece importante evidenciarla para aclarar esto, a saber la que oponen las formas de

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la conciencia, por un lado la especialización y la concentración al estado de alerta en el si mismo de la interioridad.

LA ESPECIALIZACIÓN

La modernidad esta fascinada con la especialización, si consideramos la educación que damos a nuestros jóvenes, esta parte de lo general y poco a poco va tendiendo a la particularización. La enseñanza básica no puede evitar mantener alguna generalización, pero en la medida que se avanza hacia la enseñanza media se ingresa cada ves más en una fragmentación irreductible, donde las distintas áreas del saber pierden relación unas con otras y en consecuencia con el hombre mismo y su presentación más directa, el que aprende.

El joven se pregunta ¿Que tiene que ver esto conmigo? El conocimiento parece versar sobre otro, ya sea este algún fenómeno u otro sujeto. El conocimiento ha llegado a ser instrumental y en ese sentido útil para algún otro. Otro saca provecho de esa forma de conocimiento, otro usa a quien posee esa forma de conocimiento para sus propios fines y lo prepara para vivir una vida puesta en un molde.

La educación no prepara para la propia vida, si no para calzar en un molde, que termina expresándose en una profesión, es decir, en un hacer en la vida, que supuestamente muestra lo mejor del potencial de una persona. ¿Pero es la especialización profesional la medida de la realización de una persona? La experiencia nos dice que no. Si toma usted como ejemplo cualquier promoción de egresados de enseñaza media se encontrara con que muy pocos tienen claro lo que desean estudiar, pareciera ser que nada les interesa realmente y los orientadores vocacionales deben aplicar toda clase de cuestionarios y test para intentar encaminarlos –sin mucha fe, claro esta- en alguna dirección. Incluso muchos de aquellos que dicen tener claro lo que quieren muestran algo perverso, parecen querer ser algo, más que hacerlo.

Después de algunos años de especialización y enfrentado al mundo como profesional, nos encontramos con que las personas no se realizan en lo que hacen, pareciera que para la gran mayoría su vida comienza cuando termina su turno. La vida laboral es un sufrimiento para muchas personas, que se mantienen en sus puestos gracias a alguna droga o conducta adictiva, legal o ilegal.

La constante repetición de una actividad mecánica día tras día, que además tiene la carga de estar completamente dominada por el carácter macro-sistémico resulta demoledora pues el individuo debe –incluso cuando hace lo que quiere- gastar gran parte de su tiempo desarrollando formas (estilos de vida) que son necesarias para el funcionamiento sistémico, muchas de las cuales atentan contra la autorrealización. La especialización se acomoda idealmente con el nivel sistémico que hoy en día tiene el desarrollo profesional, nadie puede trabajar con independencia de los demás, se idealiza el tópico de trabajar en equipo, pero lo cierto es que no se trabaja en equipo, lo cierto es

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que las personas se adaptan a las necesidades de las empresas en que laboran y para cuyas necesidades han sido formados, no existe el verdadero equipo; apenas alguien deja de ser necesario –no importa cual importante ha sido para la empresa en el pasado- es expulsado, eso evidentemente no es un equipo. Las personas trabajan más bien juntas, a las empresas les interesan los resultados, la forma en que se alcanzan los mismos le importan solo si los resultados mejoran.

La relación del hombre con su mundo laboral es neurótica, es decir, participa de una relación del hombre consigo mismo, en la cual él aparece dividido entre su interés por si mismo y su interés por ser aceptado por los otros y en este caso no es por otros concretos si no por un otro abstracto, al que nunca se llega a conocer realmente.

Pero, la verdad a mi no me interesa ser particularmente critico con el sistema en que vivimos, yo mismo vivo y no del todo mal en él, lo que me interesa es esclarecer la forma de la mente del hombre contemporáneo.

El hombre ha llegado a desear la especialización. En comparación con el ideal de hombre sabio de la Grecia clásica o del hombre renacentista, nuestro contemporáneo tiene pánico frente al conocimiento, terror frente a las concepciones de mundo y suplica por la información parcial que le da la especialización, pues le aporta una seguridad, ya que al mismo tiempo que la poseo me asigna un ser y ya no tengo que enfrentarme solo el vació del ser.

El aprendizaje y su resultado el conocimiento, es la respuesta a la búsqueda de ser, resume la aventura de confrontar todo lo que hemos dado por cierto, pues alguna autoridad así nos lo ha dicho, para buscar nuestras propias respuestas. El compromiso del hombre sabio con el conocimiento, es el compromiso con su propia búsqueda de ser. Encontrarse con el ser es terrorífico, pues es encontrarse con la libertad que niega cualquier especialización. Implica interrogarse acerca de qué y quien soy. Un ejemplo de lo que quiero decir lo podemos encontrar en la famosa novela de Richard Bach “Juan Salvador Gaviota”, en ella encontramos el terror al que me refiero, el pánico frente a la libertad de explorar plenamente el potencial humano, el terror de apropiarse del propio ser o de ponerse en la búsqueda de esa apropiación, el temor al caos inicial, el miedo al rechazo, a entrar en la locura sagrada, el miedo a la soledad. A todo aquello que experimentamos en un comienzo como el vacío del ser.

Durante la infancia y la adolescencia hemos ido explorando nuestro mundo de a poco, alejándonos cada vez más de la seguridad del mundo familiar, de la claridad patriarcal, para acercarnos a un territorio difuso y oscuro, que nos atrae, pero al mismo tiempo nos asusta. Nos gustaría ser eternamente adolescentes y poder retornar a la seguridad familia cada vez que el miedo nos asaltara. Lamentablemente el padre ya no esta, la casa esta vacía (quizás la casa del ser del hombre de hoy esta vacía), no hay seguridad ni claridad en ninguna parte. Estamos solos.

Pareciera que estamos en el desamparo total, sin embargo, tenemos la especialización, ella nos dice que hacer con nuestras vidas, cual es nuestro ser y nuestro lugar, ya no tenemos que tomar decisiones ni riesgos, ya no tenemos que tener miedo. Es verdad que el trabajo que hacemos no nos aporta mucha realización, que es para algún otro. No importa que gran parte de ese trabajo halla sido charla papeleo, alguna actividad inútil o un conjunto de acciones mecánicas. No importa tengo seguridad.

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La vida cotidiana se vuelve repetición, como cuando un músculo repite permanentemente una actividad y aprende a hacerla de forma más eficiente y económica, en la misma medida repetimos nuestra vida de manera cada ves más eficiente, cada ves más mecánica, cada ves menos conciente. Algo externo tiene el control de nuestras vidas y eso nos tranquiliza.

Para nuestra desgracia la especialización no nos puede llenar completamente el día, algunas horas quedan libres en las que nadie puede tomar decisiones por nosotros, pero por fortuna existe la televisión, que nos dice con que tenemos que divertirnos, de que debemos preocuparnos, acerca de que debemos pensar y si nos apuran un poco, quien debe pensar. Todo esto con la seguridad de lo familiar y la repetición.

Nunca nos parecerá sospechosa la extraña circularidad de las vidas humanas y que el conocimiento sobre el hombre hable cada ves menos de nosotros y cada ves más de datos estadísticos que solo nos aportan nuestro índice de normalidad o anormalidad.Jamás si pertenecemos a una humanidad sana o a una enferma.

LA CONCENTRACIÓN

Si la primera de las formas de la mente es la especialización, la segunda es la concentración. La facultad de abstraerse en un punto focal, sin poner atención a nada más, aunque el mundo se caiga abajo –y habitualmente se cae- es presentada hoy en día como la máxima virtud. Los empresarios que siguen y alcanzan sus metas a cualquier costo, el estudiante que se ocupa solo de estudiar, sin asistir a fiestas o participar en política, la mujer que es buena madre, es decir, abnegada, sacrificada y entregada por entero a su familia, o la otra, la profesional eficiente, etc. Son presentados en la sociedad, como ejemplo máximo de virtud humana.

Incluso en ciertos ambientes alternativos se plantea que la única manera de acceder al control total de nuestras capacidades o control mental consiste en ser capaces de la máxima concentración, fijándonos mentalmente, en la imagen de nuestra meta, sin permitir que nada se interponga.

En nuestros colegios se habla, por ejemplo, de alumnos con déficit atencional, cuando en realidad están refiriéndose a un déficit en la concentración. Si es que realmente se aprende algo en nuestras escuelas, después de doce años de enseñanza obligatoria, es a estar concentrado, desde luego, no porque se enseñe, sino, porque los estudiantes están forzados a hacerlo. Se controla que niños de tierna edad sean capaces de abstraer algunos estímulos aislándolos de todos los demás, se esperará que como adultos se concentren todo el día en como hacer más dinero.

Por supuesto, no quiero decir que la capacidad de concentrarse sea algo negativo, solo me interesa observarla de forma objetiva, de manera que sea visible claramente su forma.

La concentración es la prima hermana de la especialización, no podría existir la una sin la otra. Estar concentrado es haber abstraído el universo para concentrarse en un

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solo punto del mismo. Todo lo demás desaparece. Es la mente de nuestros actuales hombres de ciencia. Uno de ellos puede saber casi todo lo que ocurre en una célula humana y jamás se le consideraría culpable si sus conocimientos sirven para destruir las vidas de otras personas a miles de kilómetros de distancia o en la casa de al lado. Termina su jornada laboral en un laboratorio y marcha a la seguridad de su hogar a ver televisión y duerme tranquilo sabiendo que es un miembro respetable de la comunidad en que vive.

Así es la concentración, permite que un hombre pueda estar absolutamente convencido, que matar a otro hombre es algo malo, que debe ser condenado y al mismo tiempo piense que la mejor pena para castigarlo, es la pena de muerte.

Gracias a la concentración podemos alarmarnos profundamente por la contaminación del ambiente, por el efecto invernadero y después salir tranquila y orgullosamente a pasear en nuestro auto nuevo.

La manera concentrada de la mente tiene esa facilidad, me concentro en una cosa sin ver las otras con que se relaciona y después me concentro en otra sin ver esta. De esta manera puedo actuar sin necesidad de ver mis contradicciones ni las consecuencias de las mismas.

EL ANTI-CURRÍCULO

Los problemas planteados me llevan a la convicción de que el currículo es una selección (dentro de un conjunto muy amplio de posibilidades adaptativas) de practicas e ideas fuerza, cuya finalidad es alienar al ser humano desde la infancia, para reducirlo a una condición de tensión imposibilitadota, de forma que pierda sus condiciones organísmicas.En la Psicología Gestaltica, lo organismito se refiere al equilibrio interior que el ser busca permanentemente, para poder sentirse seguro de si, en sí. Sostengo que el currículo provoca una fractura de lo organismito en la medida de que siempre parte de la demanda de la exterioridad.Opongo a esto una idea, que para el caso, es provisoria, la de anticurrículo, para referirme a un sistema que de cuenta específicamente de la interioridad humana. Lo comprendo como espacios, institucionales o no, que permitan la expresión abierta, sin censura, democrática y tolerante, de la emocionalidad, de los deseos y aspiraciones de comprensión de si mismo, de los participantes de una comunidad educativa.Cuando digo abierta y sin censura, no quiero decir sin reglas, pues la expresión de la interioridad humana no puede incluir el abuso del otro, sino y por sobre todas las cosas la inclusión de este viaje infinito que es el Hombre.

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INTRODUCCIÓN

La presente reflexión, no pretende más, que ser un periplo por algunos de los tópicos que giran alrededor, de los conceptos y criterios del currículo, desde un punto de vista que si bien se pretende filosófico, no expresa convicción, sino más bien duda.

La crítica de los paradigmas vigentes es difícil, pues en la medida que elaboramos la critica, se nos aparece el vacío en que nosotros mismos, formados en el viejo paradigma, quedamos.

Me he permitido salir de los limites sugeridos para este ensayo, por la naturaleza misma de los temas que deseaba abordar, los cuales a mi humilde entender, requerían ser abordados bajo su propia luz. Bien sabemos, los que vivimos en la interioridad de la reflexión, que esta no se sujeta fácilmente a otra dinámica que no sea la que conduce hacia hacer un poco de luz en aquello por tanto tiempo barruntado.

He abordado el concepto del currículo desde una perspectiva dialéctica, no solo por que es la que más me acomode personalmente, sino que dominado por el propio objeto de la reflexión.

En principio, creo que el análisis y discusión de los temas relacionados con la educación se beneficiarían enormemente de la perspectiva dialéctica, pues su metodología permitiría clarificar y quizás conciliar aquello que parecía contradictorio, sin embargo, para la reflexión actual, creo que es el objeto, el que ha determinado la forma del método.

¿Y cual es el objeto de la reflexión? Nada menos que el hombre mismo, en su relación concreta con el abstracto de la sociedad. Afirmación que puede parecer descabellada, lo concreto y lo abstracto. No puede ser de otra manera, creo, pues el ser humano es siempre para si mismo concreto, pero la sociedad, que esta allí de manera concreta es siempre para él abstracta, porque no nos relacionamos nunca con su todo, sino con sus partes.

Quizás parezca extraño apelar a la Dialéctica en la época de dominio de la Hermenéutica, pero, ¿que es el sentido? Sino un momento, un pequeño espacio, en la superación del hombre hacia el HOMBRE.

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