Toralla y las villas marítimas de la Gallaecia

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Carmen Fernández Ochoa, Virginia García-Entero y Fernando Gil Sendino (eds.) Las villae tardorromanas en el occidente del Imperio: arquitectura y función IV Coloquio Internacional de Arqueología en Gijón ediciones trea

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Carmen Fernández Ochoa, Virginia García-Entero y Fernando Gil Sendino (eds.)

Las villae tardorromanas en el occidente del Imperio:

arquitectura y funciónIV Coloquio Internacional de Arqueología en Gijón

ediciones trea

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El IV Coloquio Internacional de de Arqueología en Gijón fue patrocinado por el Ayuntamiento de Gijón con la

colaboración de los proyectos de i + d «Formas de ocupación rural en el cuadrante noroccidental de la peninsula

ibérica: transición y desarrollo entre las épocas romana y medieval. Territoria» (hum-2004-040010-C2-02-Hist)

y «La villa romana de Veranes (Gijón, Asturias). Potencialidad productiva y evolución de su dominio» (PC04-29).

La Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular de Gijón y la Universidad Autónoma de

Madrid llevaron a cabo la organización de esta reunión científica.

Esta publicación ha contado con el patrocinio del Ayuntamiento de Gijón.

estudios históricos la olmedacolección piedras angulares

primera edición Mayo del 2008

© del texto los autores de cada capítulo, 2008

© de esta edición Ediciones Trea, S. L.

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dirección científica Carmen Fernández Ochoa, Virginia García-Entero

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coordinación editorial Pablo García Guerrero

producción José Antonio Martín

diseño original Impreso Estudio (Victoria Ocio + Helios Pandiella)

maquetación María Álvarez Menéndez

fotomecánica Fotomecánica Principado

impresión Gráficas Ápel

encuadernación Encuadernaciones Cimadevilla

d. l.: As. 1083-2008

isbn: 978-84-9704-363-2

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Índice

Prólogo ...................................................................................................................................................................... 11Paz Fernández Felgueroso

Presentación.............................................................................................................................................................. 13

ponencias

1. Manuel Bendala Galán y Lorenzo Abad CasalLa villa en el marco conceptual e ideológico de la ciudad tardorromana ....................................................... 17

2. Jean-Gerard GorgesL’architecture des villae romaines tardives: La création et le développement du modèle tétrarchique ......... 27

3. Ricardo Mar y Giuseppe VerdeLas villas romanas tardoantiguas: cuestiones de tipología arquitectónica ...................................................... 49

4. Javier ArceMusivaria y simbolismo en las villae tardorromanas ....................................................................................... 85

5. Eva M. Koppel e Isabel RodàLa escultura de las villae de la zona del noreste hispánico: los ejemplos de Tarragona y Tossa de Mar ........ 99

6. Philippe Leveau y Loïc BuffatLes bâtiments agricoles et l’architecture des villas de la fin de l’Antiquité...................................................... 133

7. Almudena Orejas y María Ruiz del ÁrbolTerritorio y dominio en las villas romanas: el fundus de Veranes .................................................................... 167

8. Gian Pietro Brogiolo y Alexandra Chavarría ArnauEl final de las villas y las transformaciones del territorio rural en el Occidente (siglos v-viii)..................... 193

9. José Avelino Gutiérrez GonzálezLas villae y la génesis del poblamiento medieval .............................................................................................. 215

10. Patrizio PensabeneIl complesso Aula basilicale-Grande Ambulacro-Peristilio della Villa del Casale di Piazza Armerina: funzioni ed elevato architettonico ..................................................................................................................... 239

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8 Las villae tardorromanas en el occidente del Imperio: arquitectura y función

11. Desiderio Vaquerizo GilLa villa romana de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba), paradigma de asentamiento rural en Baetica........... 261

12. Juan Manuel Abascal, Rosario Cebrián, Ignacio Hortelano y Ana María RondaBaños de la Reina y las villas romanas del Levante y de los extremos de la Meseta sur.................................. 285

13. F. Germán Rodríguez Martín y António CarvalhoTorre Águila y las villas de la Lusitania interior hasta el occidente atlántico .................................................. 301

14. Virginia García-Entero y Raquel Castelo RuanoCarranque, El Saucedo y las villae tardorromanas de la cuenca media del Tajo............................................. 345

15. José María NollaLas villas tardías del noreste peninsular ............................................................................................................ 369

16. María Ángeles MezquírizArellano y las villas tardorromanas del valle del Ebro...................................................................................... 391

17. Carmen García MerinoAlmenara de Adaja y las villas de la submeseta norte....................................................................................... 411

18. Carmen Fernández Ochoa y Fernando Gil SendinoLa villa romana de Veranes (Gijón, Asturias) y otras villas de la vertiente septentrional

de la cordillera cantábrica .................................................................................................................................. 435

19. Fermín Pérez Losada, Adolfo Fernández Fernández y Santiago Vieito CovelaToralla y las villas marítimas de la Gallaecia atlántica. Emplazamiento, arquitectura y función................... 481

20. Joaquín Barrio y Elenea AlfagemeEstrategias de conservación en villae romanas ................................................................................................. 507

comunicaciones

1. Nicolás Alonso RodríguezNotas sobre el estudio del territorio del litoral de Cabu Peñes. La ensenada de Bañugues: portus

secundario, factoría de salazones o pequeña villa a mare ................................................................................ 545

2. Arturo Balado Pachón, Ana B. Martínez García y Ricardo Borja Soria CáceresNuevas excavaciones arqueológicas en la villa romana del Picón de Castrillo (Ampudia, Palencia) ............ 551

3. Raquel Castelo Ruano, Clara Bango García y Ana López PérezPintura mural en la villa de El Saucedo (Talavera la Nueva, Toledo) .............................................................. 561

4. Adolfo Fernández Fernández, Fermín Pérez Losada y Santiago Vieito CovelaCerámica fina de importación en Toralla (Vigo): abastecimiento y consumo en una villa costera

atlántica tardorromana ...................................................................................................................................... 575

5. Virginia García-Entero y Sergio Vidal ÁlvarezLos marmora y la decoración arquitectónica del edificio A de Carranque (Toledo): primeros

resultados ............................................................................................................................................................ 587

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Índice 9

6. Silvia González SouteloProblemática en la interpretación de los yacimientos de época romana en Galicia: ¿vici, mansiones

o villae?................................................................................................................................................................ 607

7. José María Gonzalo GonzálezArticulación del paisaje rural de época romana en la actual provincia de Segovia: el papel de las villae...... 617

8. José Luis Jiménez Salvador, Josep Maria Burriel Alberich, Miquel Rosselló Mesquida, Manuel Serrano Fajardo y Juan Vicente Salavert LeónLa fase tardorromana de Horta Vella (Bétera, Valencia) .................................................................................. 629

9. Maia M. LangleyInvisible Converts: Non-Visibility of Christian Culture at Torre de Palma (Monforte, Portugal) ................ 639

10. Ana María López Pérez, José Luis Gómez Pérez, Corina Liesau von Lettow, Clara Bango García y Raquel Castelo RuanoOcupación tardía en la villa de El Saucedo: estudio de los restos óseos.......................................................... 647

11. Miguel Pessoa, Lino Rodrigo, J. L. Madeira y J. A. BurrowsVilla romana do Rabaçal (Penela, Portugal): plano de salvaguarda 2007/2009. Dados e sugestões

para a elaboração do projecto de coberturas e programa de musealização .................................................... 661

12. Otilia Requejo Pagés:Descubrimiento de la villa romana de Priañes (Oviedo, Asturias).................................................................. 681

13. P. Javier Salido DomínguezLos sistemas de almacenamiento y conservación de grano en las villae hispanorromanas ........................... 693

14. José Carlos Sánchez PardoContinuidad y cambio del poblamiento tardorromano y altomedieval en Galicia: propuestas

de estudio............................................................................................................................................................ 707

15. António Manuel S. P. Silva, Paulo A. Lemos, João. M. Abreu y Manuela C. S RibeiroLa estación romana de Malafaia, en el extremo noroeste de la Lusitania........................................................ 719

16. Felix. TeichnerLa pars urbana tardorromana de la Villa de Milreu (Estói, Portugal): nuevos descubrimientos y

antiguos documentos ......................................................................................................................................... 731

17. Marina VieiraPaisagem rural tardo romana na região do Alto Paiva: perspectiva a partir de dois sítios em estudo........... 741

18. Santiago Vieito Covela, Fermín Pérez Losada y Adolfo Fernández FernándezEl material cerámico de construcción de la villa y necrópolis de Toralla: tipología y usos ............................ 755

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Carmen Fernández Ochoa, Virginia García-Entero y Fernando Gil Sendino (eds.): Las villae tardorromanas en el occidente del Imperio: arquitectura y función.

IV Coloquio Internacional de Arqueología en Gijón

Toralla y las villas marítimas de la Gallaecia atlántica. Emplazamiento, arquitectura

y función [pp. 481-506]

Fermín Pérez Losada, Adolfo Fernández Fernández y Santiago Vieito Covela (Universidad de Vigo)

Resumen

Partiendo de un panorama general de los asentamientos rurales identificados en el área costera de la Gallaecia atlántica y de un estudio de las villas marítimas italianas, se intenta definir y caracterizar las múltiples villae a mare presentes en la región. Se insiste en las novedades, presen-tándose con especial detenimiento el yacimiento de Toralla (Vigo). Su reciente y exhaustiva exca-vación permite conocer con detalle las caracterís-ticas de su emplazamiento, la distribución/orga-nización general de las diversas construcciones que conforman la villa y la datación cronológica de su única fase constructiva (300-450 d. de C.). Destaca especialmente el edificio principal, exhu-mado en su totalidad y del que se presenta un estudio arquitectónico, planimétrico y construc-tivo que incluye una interpretación funcional de todas sus estancias.

Summary

Based on a overview of rural settlements identified in the coastal area of the Atlantic Gal-laecia and a study of italian maritime villas, this paper attempts to define and characterize the many villae a mare in the region. Emphasizes on recent archaeological research, specially on the site of Toralla (Vigo). Its recent an exhaustive ex-cavation permits to know in detail characteristics of their location, distribution and general or-ganization of the villa and its date (unique con-structive phase: 300-450 AD). Stresses especially the main building, completely excavated: its ar-chitectural and constructive study includes a functional interpretation of every one of their rooms.

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482 Las villae tardorromanas en el occidente del Imperio: arquitectura y función

Toralla y las villas marítimas de la Gallaecia atlántica. Emplazamiento, arquitectura y función

Fermín Pérez Losada, Adolfo Fernández Fernández y Santiago Vieito Covela(Universidad de Vigo)

introducción

Hace poco más de diez años publicamos algunos trabajos sobre los asentamientos rurales galaicorromanos (Pérez Losada, 1995 y 1996) donde, además de analizar aquellos aspectos generales considerados más relevantes —patrones de implantación, cronología y evolución, tipologías arquitec-tónicas, caracterización socioeconómica, etcétera—, establecíamos una especie de «estado de la investigación» sobre los mis-mos a mediados de los años noventa.

En el primero de estos trabajos (Pérez Losada, 1995: 168-169) advertíamos que la implantación y distribución de este tipo de asentamientos en la Gallaecia atlántica se caracterizaba, entre otras cosas, por un claro dualismo entre el área costera y las tierras del interior. Esta diferenciación se manifiesta sobre todo a nivel cuantitativo —relativa concentración de villae en de-terminados sectores costeros (golfo Ár-tabro y Rías Bajas), con densidades de ocupación muy superiores a, por ejemplo, los ricos valles fluviales del interior—, pero también obedece a diferencias de or-den cualitativo. Así, en efecto, de las tres categorías de hábitats familiares agrope-cuarios que propusimos identificar en el noroeste —villae, granjas y casales (Pérez

Losada, 1996: 193-196)—, en la costa pre-domina claramente la primera, seguida muy de lejos por la segunda (los casales son prácticamente inexistentes), frente a un interior caracterizado por la preponde-rancia de las granjas en combinación con un menor número de villae y casales.

Quizá sea bueno recordar que estos asentamientos rurales galaicorromanos considerados como propiamente villae (por su semejanza con la definición etimo-lógica e histórica de la villa itálica o medi-terránea) consisten en casas de campo acomodadas o ricas, caracterizadas por un buen tamaño (edificio principal de ca 1000 m2) y un considerable desarrollo arquitec-tónico y decorativo de la pars urbana (mo-saicos, pinturas-estucos, termas, obras de arte, etcétera), además de contar con una base productiva amplia y suficientemente especializada que le permite obtener exce-dentes comercializables a nivel local o re-gional (Pérez Losada, 1996: 194).

Prácticamente todas las villae identifi-cadas como tales en la región costera ga-laica cumplen bien tanto las características de índole arquitectónica señaladas (di-mensiones, desarrollo del sector residen-cial) como las de orden económico: aque-llas ubicadas sobre la propia ribera litoral podrían definirse, en efecto, como autén-

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ticas unidades productivas especializadas en la explotación de los recursos marinos (pesca, marisqueo, sal, salazones) con el objetivo de abastecer la demanda externa de los mismos a corta, media o incluso larga distancia.

Procederemos a continuación a un en-sayo de definición y caracterización de qué es una villa maritima, un concepto latino transmitido por los clásicos y bien plas-mado físicamente en las villas costeras de parte del litoral italiano, como paso previo necesario para presentar el panorama ac-tualizado de asentamientos rurales coste-ros galaicos que optan a tal categoría, evi-dentemente con sus características propias y particulares.

Villae maritimae

En varios estudios recientes (Lafon, 2001: 2-4 y 150-186, y Gros, 2001: 265-270 y 302-312) se define la llamada villa mari-tima como aquella que, además de estar ubicada sobre la propia línea costera (de ahí su denominación alternativa de villa a mare), muestra una relación directa y pre-ponderante con el mar, tanto a nivel cons-tructivo —arquitectura específica y parti-cular concebida en función del paisaje costero— como económico —especializa-ción productiva en piscicultura marina intensiva—. En este sentido, es conve-niente diferenciar estas villae maritimae de las «villas costeras» (denominación esco-gida por P. Gros) o «villas litorales» (según X. Lafon), esto es, aquellas que se sitúan cerca de la costa, normalmente con el mar como telón de fondo, o incluso sobre la propia ribera, pero que no necesariamente orientan su arquitectura en función del

paisaje costero ni poseen una especializa-ción productiva marítima preferente.1

Las villae maritimae tal como se acaban de definir son un fenómeno característi-camente itálico, localizadas en determina-dos sectores costeros —litoral campano (sobre todo el golfo de Nápoles), costa ti-rrénica (desde Formia hasta Civitavecchia) y riberas del Adriático norte (península de Istria)—,2 en los que se llega a conformar un auténtico «paisaje urbano» con densi-dades de hasta una villa por kilómetro (Lafon, 2001: 239). En el resto del litoral italiano, sin embargo, no se constatan vi-llas costeras o bien su presencia es simple-mente testimonial.

Se originan en plena época republicana (siglo ii a. de C.), siendo su periodo de máximo desarrollo durante la segunda mi-tad del siglo i a. de C. seguida de una fase de mantenimiento y consolidación du-rante el Alto Imperio. Se trata en la mayo-ría de los casos de grandes y lujosas resi-dencias campestres fundadas y poseídas en un primer momento por la aristocracia se-natorial tardorrepublicana (Cicerón y las villas que se le atribuyen —Torre Astura y Formia— son un excelente ejemplo), a la que más tarde se unirán otros potentiores, entre los que se cuenta incluso la propia dinastía imperial (villas marítimas de Tibe-rio en Sperlonga y Capri o de Domiciano

1 En nuestro caso, optamos por el término villas litorales propuesto por Lafon para designar estas villas próximas a la costa y no necesariamente marítimas. El término villa costera, en cambio, lo utilizamos como un sinónimo o traducción caste-llana del latino villa maritima o villa a mare.

2 Salvando las distancias, este modelo de villa ma-ritima podría extenderse igualmente a las villas lacus-tres, especialmente las de las riberas de los lagos alpinos noritalianos (Gros, 2001: 310-312, y Roffia, 2006).

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en Sabaudia).3 En consecuencia, la pars ur-bana está especialmente desarrollada, gene-rándose así una imagen de villas de des-canso o recreo exclusivamente residenciales que es la que transmiten la mayoría de los escritores latinos coetáneos (Cicerón, Pli-nio, Varrón, Vitruvio o Columela).

La ubicación costera es sin duda uno de los factores que más inciden en esta dimen-sión residencial, buscándose emplazamien-tos que reúnan la mayor amoenitas loci posible, esto es, una posición privilegiada a nivel natural y paisajístico (agrada bles vis-tas sobre el paisaje costero, orientación ade-cuada, contacto directo con el mar) desde donde ver y ser visto, explicándose así una arquitectura de tipo escenográfico que po-tencia la observación del paisaje al tiempo que también resulta ostentosamente visible desde el exterior. Dos tipos de emplaza-mientos son los más comunes, perfecta-mente descritos por Plinio el Joven al refe-rirse a sus dos villas del lago de Como (Correspond., ix, 7, 2): una, siguiendo el modelo de Baiae («more Baiano»), está construida sobre un promontorio rocoso de posición alta y dominante con vistas so-bre el lago («villa imposita saxis»); la otra, igualmente al modo de Baiae, se extiende en zona llana y baja paralelamente a la ri-bera del lago («villa quae lacum tangit»).

El primero de estos emplazamientos es el más apreciado para la instalación de vi-llas residenciales caracterizadas por el otium y la luxuria, tal como demuestra, por ejemplo, la Villa Iovis tiberiana, si-tuada sobre un altísimo y escarpado pro-

3 Para un estudio detallado de los possessores de las villas del golfo de Nápoles puede consultarse D’Arms (1973). Sobre las villas imperiales marítimas véase Mielsch (1990: 133-151) y Gros (2001: 350-378).

montorio (300 m sobre el nivel del mar) en el extremo oriental de la isla de Capri, frente a la península de Sorrento, aunque la tónica habitual es su instalación sobre laderas o cabos no tan elevados ni aislados desde los que se pueda acceder fácilmente al mar (punta de Sorrento, Capo di Massa-Sorrento, punta Eolo-isla de Pandataria, Anzio o Sperlonga, entre otras). En cual-quier caso, el elemento arquitectónico que caracteriza este tipo de emplazamiento son los grandes pórticos orientados hacia el paisaje marino (Salza Prina Ricotti, 2000), tanto largas ambulationes longitu-dinales (rectilíneas o en arco) dispuestas sobre terrazas paralelas a la costa, como los pabellones aislados, normalmente se-micirculares y también dispuestos a dis-tintos niveles, con función de belvedere panorámico sobre el mar. Estos pórticos o galerías columnadas abiertas asentadas sobre terrazas —en muchos casos con criptopórticos o pisos inferiores— están claramente influenciados tanto por los santuarios republicanos en terraza del La-cio como, especialmente, por los esceno-gráficos xysti de la arquitectura helenística. La disposición en terrazas superpuestas sirve, además, para organizar el conjunto de las edificaciones que conforman la villa, permitiendo que todos los niveles puedan disfrutar de la ansiada prospectus maris, así como la necesaria intercomunicación ver-tical entre ellos (mediante rampas o esca-leras) hasta el nivel del mar.

Los emplazamientos bajos y llanos, normalmente establecidos sobre una única plataforma litoral, también suelen presen-tar pórticos abiertos al mar (por ejemplo, Barbariga o Monte Collisi, en Istria), aun-que su característica más propia y singular es la voluntad, efectiva o simbólica, de in-

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tegrar la edificación en el mar y viceversa. Lo primero se consigue mediante muelles o piscinae que se adentran ostensiblemente en el mar (caso de Torre Astura o, en me-nor medida, Formies o Anzio) o bien me-diante la construcción de la villa insolen-temente inmediata al agua —a veces incluso sobre rellenos ganados al mar— de modo que, al decir de Columela (Rei Rust., i, 5,5), sea «tocada por el mar y sal-picada por las olas». En otras ocasiones es el mar el que penetra en la villa, bien me-diante golfos naturales reentrantes que son acondicionados como puertos o em-barcaderos (Val Catena, punta de So-rrento), bien dársenas artificiales con fun-ción de embarcadero o tanques de piscicultura (Varignano), bien piscinae ex-cavadas en las rocas costeras (isla de Ponza), bien grutas costeras, naturales o artificiales, que son acondicionadas como triclinios o ninfeos ornamentales en los que de hecho entra físicamente el mar (vi-lla de Agrippa en Sorrento y de Tiberio en Sperlonga, efectivamente accesibles solo en barca), o bien lo hace simbólicamente (ninfeo menor de la villa de Formies, ín-tegramente decorado con elementos que evocan el mundo marino —conchas y fragmentos de piedras esponjosas—).

El hecho de que el sector residencial de estas villae maritimae sea especialmente grande y lujoso no implica necesariamente que todas ellas, a excepción de las villas im-periales y poco más, deban ser consideradas exclusivamente como villae urbanae de ocio y recreo. Al contrario, debe tratarse en la mayoría de los casos de un tipo especial de villae rusticae (en el sentido económico del término), evidentemente no de producción agropecuaria —carecen aparentemente de un fundus terrestre asociado—, sino alta-

mente especializadas en una variedad sin-gular de la pastio villatica: los viveros de peces y mariscos (Mielsch, 1990: 21-30, y Gros, 2001: 302-306). Las fuentes escritas (Varrón, Cicerón y Plinio) informan de la altísima rentabilidad de estos vivaria, que se dedican a abastecer de productos ali-mentarios de lujo, tan apreciados como caros (por ejemplo, la morena), a la clase aristocrática romana. La arqueología, por su parte, ha detectado un buen número de piscinae formando parte de villas costeras (Torre Astura, Formies, Pianosa, villa de Agrippa en Sorrento, Anzio) o aisladas en la costa (isla de Ponza, «piscina de Lucullo» en Circeo), sin duda explotadas por villas próximas no excavadas. Los tanques de pis-cicultura, siempre comunicados con el mar mediante compuertas o canales, pueden ser rupestres —excavados en la roca— o de obra —muros que cierran pequeñas radas o sectores costeros—, adaptados en todo caso al tipo de pez o marisco producido: profundos, irregulares y con múltiples ca-vidades para la morena; más bajos, amplios y con fondo arenoso o limoso para los pe-ces planos (lenguado, rodaballo) y molus-cos (ostras, caracolas).

Fuera de la península italiana, el fenó-meno de las villae maritimae es ciertamente limitado en extensión (restringido, como en Italia, a sectores costeros concretos) y enti-dad (con sustanciales variaciones sobre el modelo itálico). No se constata, en efecto, la existencia de villas palaciegas dedicadas ex-clusivamente al ocio y recreo, ni la pars ur-bana —que a veces puede llegar a ser espe-cialmente grande e importante— está tan intensamente marcada por la prospectus ma-ris como para que sean los xysti sobre terraza el elemento principal sobre el que se orga-niza el edificio. Se prefieren, así, los empla-

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zamientos litorales —a una cierta distancia de la costa y donde la vista marina resulta inexistente o irrelevante— sobre los estric-tamente costeros y, en estos últimos, nunca llega a cuajar el modelo arquitectónico ma-rítimo puro, sustituido por una adaptación parcial de las tipologías planimétricas co-munes (villa de peristilo, villa de pórtico, villa de patio, etcétera) a las particulares cir-cunstancias paisajísticas y ambientales ma-rinas. A esta diferencia de índole arquitectó-nica se une otra de carácter económico, como es la ampliación de la especialización productiva en piscicultura marina a otros sectores también relacionados con el mar —pesca y marisqueo extractivo, obtención de sal marina, elaboración de salsas y con-servas de pescado en salmuera, fabricación de tinte púrpura y apoyo a la navegación de cabotaje—, bases productivas que, además, adquieren un gran peso e importancia a la hora de conformar el asentamiento. De he-cho, la mayoría de las ubicaciones a mare se explican más por razones económicas —do-minio visual del área de costa donde se si-túan los recursos marítimos explotados, al igual que las villas terrestres suelen dominar visualmente su fundus de producción agro-pecuaria— que por factores de índole resi-dencial —belleza, saludabilidad y amenidad del paisaje marino.

En el ámbito del Mediterráneo occiden-tal, las villae maritimae norteafricanas, no muy abundantes y aparentemente de carac-terísticas similares a las italianas, se locali-zan en sectores muy concretos de las inme-diaciones de las grandes ciudades costeras tripolitanas, cartaginesas o mauritanas.4

4 Las villas costeras y litorales norteafricanas carecen infelizmente de excavaciones y estudios de conjunto que puedan avalar su entidad y carac te-

Las de las costas galas e hispanas, algo más numerosas y mejor conocidas (Ferdiere, 1988; Fernández Castro, 1982a, y Gorges, 1979), se concentran en la costa catalana, determinados sectores del litoral levantino y el Algarve, pero en ningún caso llegan a alcanzar una densidad de ocupación simi-lar a las del litoral tirreno o campano. Por lo general, cumplen bien las características propias de las villas marítimas provinciales que acabamos de señalar, resultando muy reveladora su evidente asociación con las áreas productoras de salazones.

Una tónica similar se repite en el litoral atlántico, aunque aquí resultan más signi-ficativas las ausencias que las presencias. En grandes áreas, en efecto, no existen o son mínimas las villas marítimas —costa atlán-tica portuguesa (con la excepción de los estuarios del Tajo y Sado), costa cantábrica española y aquitana francesa, costas de la Galia norte (Normandía y Flandes)—, que lógicamente tienden a concentrase en los dos sectores concretos intermedios: las rías gallegas (bajas y altas) y las costas meridio-nales bretonas francesas desde Cornualles a Charente Maritime (Sanquer, 1974). Po-drían aducirse diversos motivos para expli-car esta distribución —por ejemplo, la pe-ligrosidad o inadecuación topográfica de muchas partes del litoral atlántico—, aun-que resulta evidente que la principal razón es de índole económica: no en vano son Galicia y Bretaña las dos únicas zonas donde se constata algún tipo de actividad productiva marítima (ostricultura, salazo-nes, salinas, viveros) mínimamente amplia y desarrollada. Este modelo economicista

rísticas. Como ejemplo ilustrativo puede verse el caso de una villa marítima suburbana al este de Sa-bratha en Libia (Alcock, 1950).

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se confirma en la costa sur de Inglaterra, donde las villas marítimas efectivamente son pocas (y menos aún las de ubicación a mare), explicadas en parte por su ubicación en zonas productoras de ostras (golfo de Solent, entre la isla de Wight y tierra firme, costas de Kent y Essex, en la desemboca-dura del Támesis), pero particularmente por su asociación con fondeaderos y puer-tos naturales; su función, por lo tanto, con-siste en prestar apoyo a la navegación de cabotaje, un servicio especialmente útil y demandado en una región de tráfico tan intenso como peligroso como es el canal de la Mancha (Tomalin, 2006).

asentamientos costeros en galicia

Las costas de la Gallaecia, en especial sus rías, constituyen así una de las pocas regiones atlánticas donde se constata una ocupación ciertamente importante de vi-llas marítimas de tipo provincial (fig. 1). Los números son suficientemente revela-dores al respecto: 27 villas (17 seguras y otras 10 dudosas) que podrían incremen-tarse hasta prácticamente el doble si se contabilizaran como tales los 24 casos de asentamientos costeros indeterminados. Una particularidad de estas villas, en com-paración con sus congéneres algarveñas, bretonas o britanas, es que predominan claramente las de ubicación a mare (23 yacimientos) frente a las de localización litoral o fluvial (cuatro yacimientos),5 lo

5 En el catálogo se considera litoral toda aquella villa o asentamiento indeterminado que esté situado cerca de la costa hasta una distancia de 1,5 km del mar, estuario o río navegable y que tenga, además, dominio visual directo sobre el mismo. La amplia-ción o modificación de estos parámetros sin duda

que denota tanto una buena disponibili-dad de la costa (topografía, abrigo, etcé-tera) para este tipo de emplazamiento como, especialmente, que su base econó-mica radica, prácticamente en exclusiva, en la explotación de los recursos marinos (pesca, marisqueo, salazones, salinas).

La conocida dificultad de inventariar correctamente un yacimiento a partir de referencias o hallazgos superficiales nos ha inducido a incluir en el catálogo de asen-tamientos costeros galaicorromanos no solo las villae a mare y los yacimientos in-determinados, sino también las factorías de salazón, las salinas y los enclaves por-tuario-comerciales, aunque no sean objeto directo de estudio en este trabajo. Se ha categorizado como villa todo yacimiento individual aislado, con una ubicación es-pecífica y particular, que tuviera indicios suficientes de residencia rural romana (mosaicos, estucos, vestigios de termas o hipocaustos, columnas y capiteles, obras de arte, etcétera). El punto de partida del catálogo son los mapas e inventarios pu-blicados hasta mediados de los noventa (Fernández Castro, 1982b; Naveiro y Pé-rez, 1992; Fernández y Morillo, 1994, y Pérez Losada, 1995), a los que se han aña-dido los nuevos yacimientos (o las nuevas reinterpretaciones de antiguos yacimien-tos) que conocemos hasta hoy.

La distribución de los asentamientos cos-teros en Galicia, especialmente de las villae maritimae, en absoluto es regular, y muestra una obvia concentración en el interior de las rías (altas y bajas) frente a otros sectores cos-teros donde no existen —mariña lucense al

haría subir el número de asentamientos litorales, aunque no creemos que el incremento fuese espe-cialmente acusado.

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Toralla y las villas marítimas de la Gallaecia atlántica. Emplazamiento, arquitectura y función 489

Página izquierda: Fig. 1. Asentamientos costeros romanos en la Gallaecia atlántica. Catalogación y distribución.

1. Castrelo-Burela (Cervo). ¿Villa a mare?;2. Area (Viveiro). Factoría de salazones. ¿Villa a mare?;3. Porto de Bares (Mañón). Factoría de salazones;4. Eirexa Vella de Bares (Mañón). Villa a mare;5. Espasante (Ortigueira). Factoría de salazones;6. San Xiao de Trebol (Cariño). Asentamiento costero

indeterminado;7. As Figueiras (Cariño). Asentamiento costero

indeterminado;8. Cariño (Ferrol). Factoría de salazones;9. O Tellado (Fene). Asentamiento litoral indeterminado;10. Noville (Mugardos). Villa a mare;11. Caldoval (Mugardos). Villa a mare;12. Meá (Mugardos). Asentamiento costero

indeterminado;13. Figueirido (Ares). Asentamiento costero

indeterminado;14. Sopazos (Pontedeume). Asentamiento costero

indeterminado;15. Centroña (Pontedeume). Villa a mare;16. Carnoedo (Sada). Asentamiento costero

indeterminado;17. Lorbé (Sada) Asentamiento costero indeterminado;18. Ponte da Pasaxe (Oleiros). Asentamiento costero

indeterminado;19. Brigantium (La Coruña). Enclave portuario-

comercial;20. Moraime (Muxía). Villa litoral;21. O Viso-Parada (Carnota). Asentamiento litoral

indeterminado;22. ¿Vico Spacorum? (Barro-Noia). ¿Enclave portuario-

comercial?;23. Portosín (Porto do Son). Villa a mare;24. Pazo de Lestrobe (Padrón). Asentamiento litoral-

fluvial indeterminado;25. Iria Flavia (Iria-Padrón; Porto-Pontecesures). Enclave

portuario-comercial;26. Catoira (Catoira). ¿Villa a mare?;27. Sobrán (Vilagarcía de Arosa). Villa a mare. Factoría de

salazones;28. Nasos-Campo dos Bufos (Isla de Arousa).

Asentamiento costero indeterminado;29. Meloxo (O Grove). ¿Villa a mare?;30. Adro Vello (O Grove). Villa a mare. Factoría de

salazones;31. Praia Maior (Sanxenxo). Asentamiento costero

indeterminado;32. Praia Canexol (Isla de Ons). ¿Villa a mare?;33. Turoqua (Pontevedra). ¿Enclave portuario-comercial?;34. Sartán-Lourizán (Pontevedra). ¿Factoría de

salazones?;35. Portocelo (Marín). ¿Villa a mare?;36. Sabarigo (Bueu). Asentamiento litoral indeterminado;

37. A Pescadoira (Bueu). Factoría de salazones;38. Pipín-Hío. Villa a mare;39. Praia de Barra (Cangas). Salinas;40. Eirexiña-Nerga (Cangas). Factoría de salazones;41. Rodeira-Praia dos Alemáns (Cangas). Asentamiento

costero indeterminado;42. Soutoxuste (Redondela). Asentamiento costero

indeterminado;43. A Portela (Redondela). Asentamiento costero

indeterminado;44. Riós-Teis (Vigo). Asentamiento costero

indeterminado;45. A Oliveira-Teis (Vigo). Asentamiento costero

indeterminado;46. Vicus Elanei (Vigo). Enclave portuario-comercial.

Salinas. Factoría de salazones;47. Rúas M. de Valterra-Juan Ramón Jiménez (Vigo).

¿Villa a mare?;48. O Fiunchal-Alcabre (Vigo). Factoría de salazones;49. Praia do Cocho-Punta Muiño de Vento (Vigo).

Factoría de salazones. ¿Villa a mare?;50. Punta de Toralla (Vigo). Villa a mare. Salinas;51. Punta de Sobreira (Vigo). ¿Villa a mare?;52. Monteferro-ladera NE (Nigrán). Asentamiento litoral

indeterminado;53. Panxón (Nigrán). Villa a mare;54. Burgovedra-Borreiros (Gondomar). Villa litoral-

fluvial;55. Moreiras-Viladesuso (Oia). Asentamiento costero

indeterminado;56. Saa-Camposancos (A Guarda). Asentamiento litoral-

fluvial indeterminado;57. Atalaia-Goián (Tomiño). Asentamiento costero-

fluvial indeterminado;58. Medos-Currás (Tomiño). Villa litoral-fluvial;59. Tude (Tui). Enclave portuario-comercial;60. Forte Lovelhe (Vila Nova da Cerveira). Villa costera-

fluvial;61. Gelfa (Caminha). Salinas;62. Carreço (Viana do Castelo). Salinas;63. Areosa (Viana do Castelo). Asentamiento litoral

indeterminado;64. Foz da ribeira de Anha (Viana do Castelo). Salinas;65. Foz do río Neiva-Belinho (Esposende). Salinas;66. Sublago-Lontreiras (Belinho, Esposende). Salinas;67. Vila Mendo (Estela, Póvoa do Varzim). ¿Villa a mare?;68. Alto de Martim Vaz (Póvoa do Varzim). Villa a mare.

Factoría de salazones;69. Caxinas (Vila do Conde). Villa a mare;70. Angueiras-Lavra (Matosinhos). Factoría de salazones.

Salinas;71. Fontão de Antela-Lavra (Matosinhos). Villa a mare;72. Cale (Oporto). Enclave portuario-comercial.

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este de Burela— o lo hacen en muy reducido número —Costa de la Muerte, costa atlán-tica desde Baiona hasta Oporto.6

En el ámbito de las Rías Altas (fig. 1), una de las principales novedades radica en la confirmación de la ocupación costera ro-mana en las pequeñas rías norteñas de Or-tigueira, Barqueiro, Viveiro y Burela, inclu-yendo varias villae a mare seguras o probables como son la de Castrelo en Burela, Area en Viveiro y Eirexa Vella en Bares. La villa de Castrelo consiste en dos estancias con hipo-causto recientemente descubiertas (2004), probablemente unas termas, ubicadas al abrigo del actual puerto de Burela.7 El yaci-miento de playa de Area, descubierto y pu-blicado por Vázquez Seijas en 1951, tradi-cionalmente ha sido interpretado como una factoría de salazones (Fernández y Morillo, 1994: 76), aunque la presencia de estucos pintados, obviamente incongruentes como simple recebo de un tanque de salmuera, inclinan a pensar que, además de factoría, también pudiera tratarse de una villa marí-tima. En Bares, la excavación acometida en 1997 por Emilio Ramil del yacimiento de Eirexa Vella (Ramil González, 2003) ha con-

6 En la Costa de la Muerte la única villa reco-nocida como tal es la de Moraime, de emplazamiento litoral (a 700 m de la playa de Os Muiños) y dudosa relación directa con el mar. En la costa atlántica Baio-na-Oporto únicamente se pueden señalar dos villae en el bajo curso fluvial del Miño (Lovelhe y Currás, esta última de dudosa condición marítima) y otras cuatro en el sector portugués de Póvoa do Varzim hasta Ma-tosinhos (Vila Mendo, Alto de Martim Vaz, Caxinas y Fontão de Antela), donde parecen conformar un pe-queño y aislado grupo en relación con la producción de sal y salazones detectada en el lugar.

7 El yacimiento fue objeto de una excavación de urgencia a finales del 2004 dirigida por María Pilar Fernández y permanece inédito como tal (González Soutelo, 2006: 167).

seguido arrojar luz sobre la conformación general de este conocido asentamiento cos-tero galaicorromano. Las estructuras exhu-madas fueron realmente muy parciales y li-mitadas —fragmentos inconexos de muros y vestigios de tres pavimentos musivarios geométricos contiguos— pero suficientes para afirmar que nos hallamos ante la pars urbana de una villa a mare8 de cronología tardía (siglos iv a vi d. de C.). Esta califica-ción de maritima se deduce tanto de su ca-racterístico emplazamiento —pequeño cabo costero, ligeramente sobreelevado (ca. 5-7 m de altura sobre la playa) y de perfil amese-tado, situado en el extremo occidental de la playa de Bares— como de los múltiples in-dicios que denotan una relación económica directa con el mar: hallazgo en el yacimiento de restos alimenticios marinos —mugílidos, ostras y lapas— y, sobre todo, su asociación con la factoría de salazones y el dique de abrigo —el famoso «coido de Bares»—, que se sitúan a menos de 500 m de distancia al otro lado de la playa, construcciones portua-rias y productivas que no dudamos en con-siderar como la parte «rústica» de la villa.

Una segunda novedad en el ámbito de las Rías Altas la constituye la villa de Cal-doval (Mugardos), en la ría de Ferrol. El yacimiento fue descubierto en 1997 y se procedió a su excavación en sucesivas

8 Uno de los mosaicos encontrados recubre los escalones de descenso a una probable bañera o piscina, con lo cual parece razonable pensar que los pavimen-tos musivarios descubiertos pertenezcan a la parte fría del balneum privado de la villa (González Soutelo, 2006: 161-163). Si así fuese, resultaría comprometida la interpretación de que el mosaico mayor solaba «o chan dun cuarto ou galería, amplo corredor porticado, aberta ao mar cara a levante» (Ramil González, 2003: 213). En todo caso, el hecho de que no hubiera galería mirador sobre la playa en absoluto invalida la acertada catalogación del yacimiento como villa a mare.

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campañas intermitentes desde el 2001 al 2006 bajo la dirección de Susana Ricart Guillot (Adóbrica Arqueoloxía), llegán-dose a exhumar finalmente la práctica to-talidad del yacimiento (ca. 1500 m2) tras un largo y demorado proceso muy afec-tado por unas circunstancias patrimonia-les especialmente dificultosas y comple-jas.9 Quizá por ello las excavaciones aún sean prácticamente inéditas (González Soutelo, 2006: 169-176), a pesar de que Caldoval constituya hoy, sin duda, junto con Noville, Adro Vello y Toralla, una de las villae maritimae más excavadas e im-portantes del noroeste peninsular.

La villa está organizada en dos edificacio-nes contiguas dispuestas sobre un cantil cos-tero moderadamente elevado (entre 10 y 20 m) y con buenas vistas sobre la ría, cuya ero-sión ha destruido una parte considerable de

9 La excavación del yacimiento, con carácter de «urgencia» o «salvamento», fue motivada porque los terrenos iban a ser directamente ocupados por diver-sas instalaciones pertenecientes a la inmediata planta de regasificación de Punta Promontorio, una enorme obra pública promovida por la empresa Reganosa que es quien, por imperativo legal, financia los tra-bajos arqueológicos. El conflicto de intereses entre las autoridades competentes de Industria y Cultura de-terminó una enorme presión, mucho mayor que la habitual, sobre la actuación arqueológica, procurán-dose que esta trascendiera lo menos posible a la opi-nión pública. De hecho, una vez excavada la mayor parte del yacimiento, en el 2005 se procedió al arran-que, empaquetado y traslado, por parte de la empresa de conservación y restauración Tomos, S. L., de las estructuras más importantes y mejor conservadas (el balneum), dando así a entender que era inminente e inevitable la destrucción del yacimiento. No obstante, las excavaciones continuaron durante el 2005 y el 2006 hasta agotar totalmente su potencialidad ar-queológica, y la realidad es que hoy (mayo del 2007) las estructuras aún se conservan reenterradas in situ. En todo caso, el futuro del yacimiento no deja de ser, por ahora, tremendamente incierto.

las construcciones romanas.10 El edificio principal muestra aparentemente una carac-terística tipología de «villa de patio», esto es, un gran espacio central descubierto delimi-tado por sus cuatro lados por simples muros de cierre o bien mediante cuerpos construc-tivos más complejos, entre los que destacan un pequeño balneum privado y otra nave de índole habitacional en la que se identifican varias estancias dotadas de hornos y hogares culinarios. Al patio y a las termas se accede desde el sur —el lado de tierra firme— me-diante un pequeño porche pilastrado, pero no ocurre lo mismo con la nave residencial doméstica, accesible aparentemente solo desde el lado del mar, en una zona actual-mente desaparecida por la erosión costera, lo cual impide comprobar su tamaño y si dispuso o no de algún tipo de galería mira-dor sobre la ría. A unos 30 m hacia el oeste de esta edificación se localiza una segunda construcción, también con disposición pa-ralela a la costa y acceso desde el lado del mar, consistente en una nave longitudinal formada por cinco estancias en batería de funcionalidad incierta, quizá almacenes.

El asentamiento se data preliminar-mente en una amplia horquilla cronoló-gica (siglos ii a v d. de C.), lo cual ayuda a comprender las notables remodelaciones o fases constructivas detectadas en varios de los edificios excavados. Su catalogación como villa maritima se deduce del empla-zamiento costero elegido —muy similar al de tipo «promontorio» pliniano— y de la constatación del marisqueo litoral, funda-

10 Agradecemos a Susana Ricart su amabilidad por permitirnos visitar el yacimiento y propor cio-narnos numerosas informaciones orales en las que se basa la presente descripción e interpretación pre-liminar del mismo.

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mentalmente ostrícola, como elemento esencial de la dieta alimenticia de sus ha-bitantes y, por ende, seguramente también de su actividad económica. No hay prue-bas de su relación con otras industrias ex-tractivas o productivas marinas, aunque el hecho de que otros asentamientos costeros —Santa Lucía en Meá, a unos 500 m hacia el oeste— se localicen tan próximos al ya-cimiento, casi como si de un continuum ocupacional se tratase, podría estar reve-lando una cierta dispersión de los sectores productivos y de prestación de servicios en las inmediaciones costeras de la villa. Este modelo de separación física entre vi-lla residencial e instalaciones productivas o de servicio (hasta una distancia no su-perior a 500 m) no es infrecuente en el litoral galaico —Bares (villa y factoría), Centroña/Sopazos (villa e indetermi-nado), Praia do Cocho/O Fiunchal (villa y factoría), Fontão de Antela/Angueiras (vi-lla y factoría-salinas)—, más abundante incluso que el de convivencia de ambos sectores juntos en un mismo local (Adro Vello, Toralla y Alto de Martim Vaz).

Relativamente próxima a Caldoval (a unos 2 km siguiendo la línea costera) se encuentra Noville, yacimiento referente11 que ejemplifica a la perfección el modelo de villa maritima provincial galaicorromana: emplazamiento costero bajo quae mare tan-git, adaptación del modelo de patio abierto

11 Sobre Noville véase, como referencias biblio-gráficas más actualizadas y recientes, Pérez Losada (1997 y 2000). La única novedad producida en esta última década es la reinterpretación de las estructu-ras de la nave oeste como pertenecientes a un com-pleto balneum privado (García Entero, 2006: 53-55), acertada interpretación que, en todo caso, ya había sido avanzada (aunque no desarrollada) en las pu-blicaciones citadas.

a la tipología marítima (pórtico en U abierto al mar), probable puerto o embar-cadero, economía basada en la pesca y el marisqueo. Más hacia el sur, en la ría de Pontedeume, se localiza Centroña, otra vi-lla galaicorromana referente, considerada como el único ejemplo hispánico de «pór-tico columnado sobre el acantilado» (Fer-nández Castro, 1982a: 134-135), a pesar de que las estructuras excavadas por J. M. Luengo se correspondan, en realidad, con un hipocausto pavimentado de mosaico seguramente perteneciente a las termas pri-vadas de la villa (Pérez Losada, 1995: 179). No obstante, el emplazamiento no deja de ser característicamente marítimo, del tipo imposita saxis, muy similar al de Caldoval.

Después del Golfo Ártabro, en las Rías Bajas asistimos a una nueva concentración de asentamientos costeros romanos que va in crescendo de norte a sur (dos yacimien-tos en la ría de Noia, siete en la de Arousa, ocho en la de Pontevedra, quince en la de Vigo), hasta alcanzar una densidad real-mente importante en el sector central de la costa sur de la ría viguesa (desde Teis a cabo Estai) —media de un asentamiento cada 2 km de costa—, que poco tiene que envidiar al «paisaje marítimo urbano» tí-pico del litoral tirreno y campano (fig. 1).

Evidentemente, no todos estos asenta-mientos costeros de Vigo y las otras Rías Bajas son villae (también hay indetermi-nados, salinas, factorías y enclaves portua-rio-comerciales), presentes en todo caso en muy alta proporción (14 sobre 33, o sea, un 42 %) frente a los otros tipos de asentamientos. La mayoría de ellas, segu-ras o probables, son conocidas desde anti-guo, identificadas por hallazgos significa-tivos como son los mosaicos —Portosín, Catoira, Sobrán, Canexol, Sobreira,

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Panxón, Burgovedra (Acuña, 1973 y 1974, y Acuña y Alles, 2002)— u otros elemen-tos arquitectónicos singulares —Meloxo, Portocelo, Marqués de Valterra (Pérez Lo-sada, 1995: 180-184)—. A pesar de esta evidente importancia cuantitativa y cuali-tativa, desgraciadamente son muy pocas las que han sido objeto de intervenciones arqueológicas, casi siempre de urgencia y, por tanto, muy limitadas y parciales (Pi-pín, Praia do Cocho, Panxón),12 a excep-ción de los dos únicos casos de excavación en área como son Adro Vello y Toralla.

El yacimiento de Adro Vello, amplia-mente exhumado por J. Carro Otero a lo largo de sucesivas campañas desde 1981 hasta 1989, podría haberse convertido en el principal referente de la ocupación costera romana de las Rías Bajas si no fuese porque, dejando aparte algunas breves noticias pre-liminares (Carro, 1991), hoy en día aún no ha sido convenientemente estudiado ni pu-blicado. Su catalogación como villa mari-tima deriva de un emplazamiento en la parte posterior de una playa (O Carreiro) donde se dispone un edificio de planta rectangular, paralelo al mar, dotado de un magnífico muro de contención marina fabricado en opus quadratum. La distribución interior de espacios y estancias no es fácilmente reco-nocible, por la posterior instalación de una iglesia prerrománica con su necrópolis aso-

12 Pipín: hipocausto y ábside semicircular per-tenecientes seguramente al balneum de la villa (Fa-riña y otros, 1975, y González Soutelo, 2006: 271-275). Praia do Cocho: esquinal del edificio, con varias estancias internas, asociado a restos de cube-tas de salazón en la rocas inmediatas de la playa (Hidalgo y Rodríguez, 1995). Panxón: exhumación de diversas estructuras constructivas en un solar de la Rúa do Arco (excavación inédita dirigida por J. C. Castro Carrera en 1993).

ciada, aunque la presencia de abundantes restos de estucos pintados avala suficiente-mente el carácter residencial del edificio. Su base económica parece ser la fabricación de salazones —se han exhumado cuatro tan-ques, con restos ictiológicos en el interior, justo en el centro de la edificación—, por lo menos en una primera etapa de época al-toimperial, resultando más incierta en época bajoimperial, puesto que los tanques apare-cieron amortizados por las estructuras ha-bitacionales de la villa tardía.

la villa maritima de toralla

El segundo caso de villa costera am-pliamente excavada en las Rías Bajas es el de Toralla, situada en la punta de Toralla, frente a la conocida isla homónima, al lado de Canido, parroquia de San Miguel de Oia, ayuntamiento de Vigo (fig. 2).

El yacimiento no es ninguna novedad, puesto que ya había sido «explorado» por los antiguos propietarios de la finca donde se ubica —la familia Mirambell, de ahí la extendida denominación popular viguesa de finca Mirambell— desde los años viente del pasado siglo, dando lugar al hallazgo de varias construcciones soterradas y diversos materiales que fueron dados a conocer a la comunidad científica a inicios de los ochenta (Hidalgo y Costas, 1982). En la década de 1990 el Ayuntamiento de Vigo, tras recupe-rar la titularidad pública de la finca, promo-vió la realización de las primeras interven-ciones arqueológicas científicas en el yacimiento, consistentes en una primera campaña de sondeos repartidos por toda la finca (en 1992 bajo la dirección de J. M. Hi-dalgo Cuñarro), seguidos de dos campañas de excavación en área (en 1993-1994 bajo la

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dirección de P. Soto Arias), que consiguie-ron exhumar la mayor parte del edificio principal de la villa, así como reinterpretar el problemático «sector Mirambell», esto es, las ruinas descubiertas desde los años veinte y que permanecían a la vista desde entonces. Los resultados de la excavación no llegaron a ser publicados, a no ser unas breves notas

informativas generales (Hidalgo, 1993; Soto Arias, 1994, e Hidalgo y Viñas, 1998) y un estudio descriptivo del material vítreo (Váz-quez y Caamaño, 2004). Finalmente, en el 2002 se firma un contrato de i + d + i entre el Ayuntamiento y la Univer sidad de Vigo para desarrollar el proyecto titulado Inves-tigación e musealización da villa romana de

Fig. 2. Villa romana de Toralla (Vigo). Localización y emplazamiento sobre fotografía aérea vertical (1985) y oblicua (1997).

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Toralla (Vigo), lo cual implica la realización de tres campañas más de excavación (2002, 2003 y 2006), dirigidas por F. Pérez Losada con la colaboración de S. Vieito y A. Fernán-dez, cofirmantes del presente artículo. Los estudios publicados a partir de dicho pro-yecto de investigación son, por ahora, un resumen preliminar de las campañas 2002-2003 (Pérez Losada y otros, en prensa), el proyecto de musealización del yacimiento (Pérez Losada y otros, 2005) y dos breves estudios sobre material cerámico (Fernán-dez Fernández y otros, 2007, y Pérez Losada y otros, 2004), a los que se podrían sumar los otros dos trabajos sobre material tora-llense —cerámica de construcción y cerá-micas finas importadas— incluidos en estas mismas actas.

Uno de los principales logros de estas últimas campañas —que amplían el área excavada hasta la muy respetable exten-sión de casi 1800 m2— es la exhumación completa y total del edificio principal de la villa (incluyendo el «sector Mirambell» anexo), hecho muy poco frecuente en el ámbito de la arqueología rural galaicorro-mana y que, sumado a la excavación par-cial, pero suficientemente significativa, de las otras construcciones existentes (salinas y edificio secundario), nos permite abor-dar el estudio del asentamiento como un todo, analizándolo y explicándolo desde una perspectiva de conjunto.

En este sentido, podemos afirmar que la villa obedece al tipo de «plan disemi-nado», esto es, aquella conformada por varios edificios y construcciones indepen-dientes que, en este caso, no parecen estar delimitadas por ningún tipo de recinto ni organizadas de modo cartesiano o regular, sino dispuestas de modo orgánico y fun-cional, adaptadas a la topografía existente

y a las necesidades residenciales y produc-tivas del asentamiento. La dispersión, en todo caso, no es muy acusada, porque son pocas las construcciones o edificaciones detectadas y se hallan muy próximas entre sí (fig. 3). Dos son las más relevantes, de-nominadas edificio principal —sin duda la villa urbana asociada al dominus y su fa-milia— y edificio secundario —probable-mente la vivienda del personal de servi-cio—, ambos de planta rectangular y prácticamente adyacentes por los extre-mos (4 m de separación) conformando un ángulo muy abierto. Al norte del edificio principal, parcialmente adosado al mismo, se extiende el denominado sector Miram-bell, interpretado como posibles construc-ciones rústicas —almacenes, cobertizos o cuartos de aperos—, dado que, a partir de unos 8 m de distancia hacia el norte, se localiza el esquinal de una salina marina que se extiende hacia el norte y este, alcan-zando unas considerables dimensiones (32 m de longitud en el lado excavado). No es probable, aunque no imposible, que haya más edificios o construcciones en las inmediaciones: las 67 catas de sondeo eje-cutadas en 1992, aleatoriamente reparti-das por toda la finca, resultaron negativas en este sentido, las prospecciones geofísi-cas acometidas en el 2002 en la misma finca tampoco resultaron reveladoras y la intervención arqueológica del 2002-2006 tampoco detectó ningún indicio de es-tructura arqueológica en los márgenes perimetrales este, sur, oeste y noroeste del área excavada. Sí que hay otros yacimien-tos, sin embargo, en la cercana isla de To-ralla (fig. 2): un castro prerromano (hasta el cambio de era o el siglo i d. de C., como mucho), no coetáneo ni relacionable con la villa, y una necrópolis de inhumación

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romana o tardorromana, tradicionalmente interpretada como el cementerio de los habitantes de la villa, aunque todavía no sea posible confirmar esta relación.13

13 Sobre la necrópolis véase la comunicación «El material cerámico de construcción de la villa y necrópolis de Toralla: tipología y usos» incluida en

El emplazamiento topográfico costero elegido responde bien al tipo villa quae mare tangit, aunque con ciertos caracteres parti-culares. Se trata de un pequeño cabo frente

estas mismas actas, donde se plantea la gran diferen-cia existente entre el material tegulario procedente de ambos yacimientos.

Fig. 3. Villa romana de Toralla (Vigo). Planimetría general de la excavación (2006). Vista de conjunto del edificio principal hacia el este (1) y oeste (2).

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a la isla de Toralla, propiciado por un suave afloramiento del sustrato rocoso, que sirve de separación entre las playas de O Vao y Canido y que delimita uno de los extremos de una amplia depresión costera por donde discurre el arroyo denominado rego o barxa do Vao, depresión que, hasta hace no mu-chos años, constituía un extenso humedal dedicado a juncal, protegido y separado del mar por una larga barra dunar que en abso-luto impedía su inundación marina durante las mareas altas (fig. 4). Los edificios residen-ciales de la villa no se instalan, sin embargo, sobre la parte alta del cabo, sino práctica-mente a nivel del mar sobre la ladera interior del mismo, orientados precisamente hacia la marisma del Vao. Se sacrifica, por tanto, el condicionante habitacional de la prospectus maris —las magníficas vistas marinas sobre

la ría que proporcionaría la primera ubica-ción— en favor de otros factores más prác-ticos y economicistas como son la elección de un emplazamiento más abrigado, prote-gido a poniente de la bocana de la ría por la elevación rocosa del cabo, desde el que se domine y acceda fácilmente a los sectores productivos de la villa, esto es, las salinas de la playa y quizá también la propia ensenada del Vao.14 El pórtico norte del edificio prin-cipal, orientado hacia las salinas y el interior de la ría pero con muy limitadas vistas exter-

14 Si se confirmase la hipótesis de que el nivel del mar estuvo más alto en época de funcionamiento del asentamiento romano (v. infra), es probable que buena parte de la marisma del Vao constituyese en realidad una rada o ensenada costera de dominio intermareal, quizá con funciones de puerto o em-barcadero al servicio de la villa.

Fig. 4. Villa romana de Toralla (Vigo). Emplazamiento topográfico y distribución general de estructuras sobre mapa topográfico de 1930. Fotografía de detalle de la finca Mirambell vista desde la ensenada del Vao (ca. 1908).

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nas —escasa elevación, construcciones in-terpuestas del sector Mirambell—, es, pues, de pura índole funcional, y tiene muy poco que ver con las galerías-miradores típicas de las villae a mare italianas.

A nivel constructivo, casi todos los alza-dos murarios están ejecutados en pequeño aparejo —el habitual doble paramento de mampostería pétrea irregular trabado con tizones—, a excepción de determinados puntos o sectores donde se recurre al gran aparejo granítico. Así, en efecto, en los es-quinales y cruces de muros se usan grandes

sillares paralelepipédicos almohadillados —el primero colocado en vertical y los si-guientes en horizontal con asiento cruzado (soga y tizón)—, estructura que parece re-petirse en los vanos —losas o sillares planos de cimentación sobre las que irían colocada sendas jambas en posición vertical—, en-marcando una serie de umbrales monolíti-cos con rebajes para el quicio y pasador de la puerta (fig. 5). Las cimentaciones, como suele ser habitual, siempre procuran llegar hasta la roca base; no obstante, sorprende la excelente calidad de las mismas cuando la

Fig. 5. Villa romana de Toralla (Vigo). Sillar almohadillado sobre losa de cimentación en la esquina suroeste del edificio (1). Puerta de acceso al probable almacén: umbral monolítico central y losas de basamento lateral para las jambas (2). Cocina de servicio vista hacia el norte, con sus tres hogares (3). Tanques 1 y 2 de las salinas vistos hacia el este (4).

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roca se encuentra muy profunda o es muy irregular: se recurre en estos casos a la eje-cución de costosos rebajes rupestres o a la colocación de grandes piedras con perfecto remate horizontal sobre las que asienta un potente zócalo de opus quadratum con dis-posición seudoisódoma.

A nivel planimétrico, el edificio princi-pal muestra una forma rectangular alar-gada, dotada de una galería porticada en una de las fachadas largas, que se encuadra muy bien en los prototipos generales de villa lineal nórdica (por oposición a la me-diterránea), denominados villa à galerie de façade, portikus-villa, corridor house o row-type house. El hecho de que presente cier-tas particularidades propias —galería por-ticada restringida exclusivamente a la mitad oriental de la fachada norte, cuerpo cuadrangular sobresaliente sobre la fa-chada sur— en absoluto la aleja del mo-delo, pudiendo señalarse como paralelos más similares, tanto en forma como en ta-maño, los britanos de Downton, Wellow y St. Stephens-Park Street, los germanos de Ormalingen y Küttigen Kirchberg, los ga-los de Maulévrier, Les Mesnuls y L’Ecluse-Leckbosch y el hispano de Murias de Be-loño (Smith, 1997), todos ellos situados en diversas regiones atlánticas del Imperio.

El edificio, seguramente de una sola planta y con cubierta longitudinal a dos aguas, alcanza un tamaño de tipo medio alto para el contexto de las villas galaicorroma-nas (unos 585 m2), y es de destacar su con-cepción unitaria, construido de una sola vez siguiendo aparentemente un plano precon-cebido que emplea ciertos cánones latinos de proporción y axialidad —rectángulo de 141 x 47 pedes, o sea, una relación 3:1 exacta; ábside cuadrangular perfectamente centrado sobre la fachada sur— difícilmente explica-

bles por la improvisación o la casualidad. No obstante, también hay indicios que revelan que esta planificación previa fue modificada en la propia fase de obra —hipocausto pro-yectado pero nunca construido en la estan-cia identificada como probable almacén— y que el edificio sufrió algunas remodelacio-nes posteriores —reconstrucción del hipo-causto del tepidario con eliminación de la bañera existente, cegamiento de la originaria puerta norte de la estancia principal—. No se trata, por tanto, de ninguna obra pública planificada y ejecutada a las órdenes de un arquitecto, pero, como obra privada, sí que hay que reconocerle por lo menos un cierto diseño y concepción global previa.

El estudio de distribución y funciona-lidad de las estancias, así como de circuitos de circulación interna, también redunda en esta idea de unidad y coherencia fun-cional conjunta (fig. 6). Pueden distin-guirse, así, dos áreas bien diferenciadas dentro del edificio: una residencial aso-ciada al dominus y otra de servicio aso-ciada al personal servil.

El área residencial ocupa la mayor parte del edificio, excepto el extremo occidental, con entrada exterior en la fachada norte a través de un pórtico consistente en un es-pacio rectangular cubierto (18,7 x 2,3 m), reentrante en el edificio, delimitado lateral-mente por los machones de remate de los muros y frontalmente por una línea de ba-samentos pétreos para puntales de madera15

15 Estos basamentos pétreos, de forma cua-drangu lar y con un rebaje superior para el encastre del puntal de madera, estaban reutilizados desde hacía años en el cierre oeste de la finca Mirambell. Una información oral, proporcionada in situ en el 2006 por un antiguo trabajador, nos permitió saber que provenían de las primeras excavaciones efectua-das por la familia en este sector del yacimiento. Re-

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entre los que discurre una canalización pa-ralela de evacuación de aguas pluviales. El pórtico protege y enmarca un corredor pa-ralelo (23 x 3 m) con funciones de distribu-ción interna, accesible a través de dos vanos —uno frontal al este y otro lateral al oeste— y que remata a occidente en un amplio es-pacio cuadrangular, tipo hall de recepción y distribución, en el que confluyen tanto la

sulta probable, pero no totalmente seguro, que per-teneciesen al pórtico de la villa.

entrada principal de la villa como las puer-tas de acceso a lo que consideramos el sec-tor residencial «noble» (en el sentido de prestigio y representación social) de la vi-vienda, formado por un balneum privado y una estancia principal de difícil interpreta-ción (¿triclinium?).

El complejo termal se sitúa, tal como es habitual en las villas de corredor (García En tero, 2006: 758), en uno de los extremos de dicha galería, accesible en este caso desde el hall de recepción, justo frente a la entrada

Fig.6. Villa romana de Toralla (Vigo). Interpretación funcional del edificio principal. Vista general del balneum con el frigidarium en primer término (1). Salas calefactadas por hipocausto (caldarium,

tepidarium) con sus correspondientes basamentos rectangulares para sendos alvei (2). Basamento cuadrangular de la piscina del frigidario

(3). Fragmentos del pavimento musivario de la suspensura (4).

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principal, mediante una puerta especial-mente grande y monumental —umbral de 1,75 m— en comparación con las del resto del edificio (fig. 6). Constituido por los ele-mentos básicos necesarios para la práctica del baño —frigidarium con piscina para el baño frío, tepidarium de transición y calda-rium con alveus para el baño caliente—, adopta igualmente el esquema más elemen-tal en la disposición de los ambientes balnea rios —plan lineal simple con circu-lación retrógrada—, y es de destacar su gran simili tud con los balnea de otras villas hispánicas como Illeta des Banyets (Ali-cante), Pla de Palol (Gerona), Foz de Lum-bier (Navarra), El Cogoll (Tarragona) o Torre de Palma (Portalegre, Portugal) (Gar-cía Entero, 2006). Por sus dimensiones (125 m2 sin incluir el propnigeum) en principio entraría en la cate goría de «pequeños bal-nea», tamaño que, en todo caso, siempre es superior al de los paralelos señalados (todo ellos comprendidos entre 60 y 110 m2) y que, a nivel proporcional, supone nada me-nos que el 21,4 % de la superficie total del edificio. Si a ello unimos un tratamiento constructivo especialmente cuidado y sin-gular —único sector del edificio donde apa-recen mosaicos o se utiliza masivamente el opus quadratum—, se deduce que las ter-mas concentran la mayor parte del capital invertido por el dominus en su villa, adqui-riendo así un especial valor representativo de estatus económico y social.

El frigidarium, dotado de un simple pa-vimento térreo asentado sobre gravillas de cuarzo, destaca especialmente por la gran piscina cuadrangular (11,2 m2), desgracia-damente muy arrasada, que sobresale airosa sobre la línea de la fachada sur del edificio.16

16 En anteriores publicaciones (Pérez Losada y

La sala seguramente también cumplió fun-ciones de apodyterium, lo que explicaría, así, la presencia de una extraña estructura junto a la puerta —formalmente un hogar, pero sin ningún tipo de indicio de exposición al fuego— que quizá haya que interpretar como nicho u hornacina del vestuario. Desde el frigidario se pasa directamente, por una puerta lateral de la que se conserva el umbral, a la zona calefactada, consistente en tres cámaras sucesivas dotadas de hipocausto clásico (area de tégulas volteadas y pilae de ladrillos bessales) y de sendos basamentos de dos alvei rectangulares, uno caliente, muy próximo al praefurnium, y otro tépido, más alejado del mismo. La pésima calidad del hipocausto del tepidario —columnas pé-treas irregulares e inestables, mal asentadas sobre rellenos o derrumbes— revela que se trata de una segunda fase de refacción de la sala que, en determinado momento, bien sea por colapso de la suspensura originaria, bien por destrucción deliberada, opta por elimi-nar la bañera convirtiendo todo el espacio en una pieza única de hipocausto. El calda-rium-tepidarium, no sabemos si en su tota-lidad o solamente el remodelado tepidario, estuvo pavimentado con un mosaico polí-cromo de motivos geométricos y vegetales

otros, 2005 y en prensa) interpretábamos esta es-tancia como triclinium, basándonos en argumentos tales como el gran tamaño y calidad constructiva, su ubicación en el eje central del edificio o los múltiples paralelos existentes en la arquitectura áulica de las villas tardías, elementos que nos llevaron a pensar que se trataba de un gran comedor de repre sentación rematado en un ábside cuadrangular. Lo arrasado de la estancia y el anhelo de identificar estancias de prestigio nos impidieron ver lo obvio —todo bal-neum de época imperial necesita obligatoriamente de un frigidario para ser considerado como tal—, llevándonos a cometer tal error interpretativo que ahora pretendemos rectificar.

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del que se recuperaron cerca de doscientos pequeños fragmentos en muy mal estado de conservación (fig. 6).

Paralelamente a las termas se localiza otro espacio rectangular que por tamaño (55 m2), ubicación (frente al hall de recep-ción al otro extremo del corredor) y puerta de acceso (muy grande y monumental, como la del frigidario) merece ser consi-derado como una estancia principal, quizá un comedor (triclinium), aunque la caren-cia de aparato decorativo —el pavimento es de simple tierra pisada— parece contra-decir su consideración como sala noble de prestigio o representación.

Las cuatro estancias dispuestas en ba-tería al sur del corredor, a pesar de que aparecieron muy arrasadas, parecen perte-necer al sector residencial privado de la vivienda, formado esencialmente por dor-mitorios. Dos de ellas, de hecho, son simé-tricas respecto a un estrecho corredor o distribuidor intermedio desde el que se accede lateralmente a las mismas, adop-tando un esquema muy común y repetido en las row-type houses que Smith interpreta como «apartamentos», esto es, unidades habitacionales ocupadas por un individuo o, mejor, un matrimonio y sus sirvientes personales (Smith, 1997: 46-64).

El sector funcional de servicio, frecuen-tado exclusivamente por el personal servil de la villa, está formado por las tres estancias del extremo occidental del edificio que, sig-nificativamente, solamente resultan accesi-bles desde el exterior, careciendo de una comunicación interior directa con el sector residencial. Una de estas estancias es el prop-nigeum —pieza semisubterránea que alberga el horno de calefacción de las termas y a la que se entra desde la fachada sur—, a través del cual se pasa, tras subir dos escalones, a

una cocina de uso exclusivamente servil, ca-racterizada por la presencia de tres hogares adosados al muro y abundante expolio ar-queológico (fig. 5). La tercera de las estancias tiene puerta abierta hacia la fachada norte y, en atención a la existencia de posibles estan-terías o al hallazgo de abundante cerámica de almacenamiento, podría tratarse de una despensa o almacén de víveres.

La proximidad del edificio secundario al sector de servicio del edificio principal y su gran similitud tanto en estructuras —hogar de ladrillos prácticamente idén-tico a los de la cocina— como en materia-les —especial incidencia de las imitaciones de cerámicas finas— son los argumentos que abonan su calificación como vivienda del personal servil de la villa. Aunque so-lamente se ha excavado su esquina norte, algunos sondeos realizados en las inme-diaciones nos permiten adivinar su forma rectangular y sus pequeñas dimensiones, de alrededor de 160 m2.

Hacia el norte, la identificación de una salina marina constituye otra de las princi-pales novedades aportadas por el yacimiento. Se trata de una serie de grandes tanques de evaporación, aparentemente rectangulares (7 m de ancho por largo desconocido), deli-mitados por hileras de piedras hincadas y con suelo de matriz arcillosa totalmente ho-rizontal y estanco (fig. 5), muy similares a los exhumados en diversos solares de la calle Rosalía de Castro de Vigo (Pérez Losada, 2007). Lo excavado hasta ahora permite pre-suponer la existencia de al menos unos cinco o seis tanques en batería que originalmente debieron de prolongarse hacia el este, bajo la actual playa del Vao,17 ocupando un empla-

17 Desgraciadamente, en la propia excavación se comprobó que los tanques estaban totalmente

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zamiento muy característico —entre el mar, por un lado, y la marisma interior, por otro— idéntico al de las salinas de Vigo. Por su ubicación, tamaño y presumible ca-rácter «industrial» —producción exceden-taria y masiva de sal obviamente destinada a abastecer el mercado regional, especial-mente a las factorías de salazón de la ría—, es de suponer que fueron de inundación natural (por oposición a la artificial, me-diante norias o cualquier otro tipo de sis-tema de elevación de agua) durante la ma-rea alta. La cota de los tres tanques excavados está hoy muy por encima (entre 0,38 y 0,83 m) del nivel máximo de la plea-mar viguesa, con lo cual hay que concluir que, para que las salinas funcionasen como tal, necesariamente en esa época el nivel del mar debería de estar entre 0,5 y 0,9 m más alto que en la actualidad.18

La relación directa de las salinas con la villa es evidente por proximidad, disposi-ción estratigráfica —ambas están construi-das sobre el mismo paleosuelo natural— y hallazgos materiales —olla de cerámica co-mún romana rota in situ sobre uno de los tanques, del mismo tipo que las de la vi-lla—, de lo que se concluye que ambas son coetáneas y que, sin duda, la primera cons-tituyó la base económica esencial, práctica-

destruidos hacia el este, hecho confirmado por otros sondeos realizados en el 2005 en el antiguo campo de fútbol del Vao, justo al otro lado de la carretera que emboca el puente hacia la isla, que tampoco pudieron detectar ningún rastro de los mismos.

18 Estas variaciones del nivel del mar en época antigua en la ría viguesa ya había sido detectadas previamente (Martínez y Costa 1997), establecién-dose un esquema evolutivo general —etapa trans-gresiva durante los siglos iii a i a. de C. seguida de otra regresiva desde el siglo i al vi d. de C.— que ciertamente deberá ser revisado a la luz de los nue-vos datos de Toralla.

mente exclusiva, de la segunda. Entre am-bas se sitúa el denominado sector Mirambell, una serie de construcciones que parecería extraño que fuesen de índole habitacional (amortizan parcialmente y hacen perder el sentido general al pórtico de la parte resi-dencial de la villa) y que preferimos consi-derar, también sin grandes seguridades al respecto, como construcciones funcionales, tipo casetas o cobertizos, al servicio de la explotación salinera.

Todas la edificaciones que integran la vi-lla son de implantación ex novo, sobre terre-nos anteriormente no habitados, y muestran una única fase de ocupación (con pequeñas remodelaciones o subfases en el caso del edi-ficio principal) previa a su abandono y ruina final, momento a partir del cual fueron cu-biertas y amortizadas por arena dunar. La datación de esa ocupación, basada en el es-tudio de la cerámica fina importada, puede establecerse con seguridad durante todo el siglo iv y primera mitad del v d. de C. —en-tre el 320 y el 430, ajustando la horquilla al máximo—, marco cronológico que parecen confirmar otros materiales en fase de estu-dio (vidrios, numismática) y una de las tres dataciones radiocarbónicas realizadas.19

En suma, Toralla constituye hoy, gra-cias a las excavaciones e investigaciones realizadas, una de las villas costeras más

19 En el 2004 se analizaron tres muestras de car-bones en el Instituto de Química Física Rocasolano del csic de Madrid, obteniéndose los siguientes re-sultados: 77-242 cal ad (95,4 %) (csic1957), 1 cal bc-140 cal ad (91,8 %) (csic1958) y 320-425 cal ad (82,2 %) (csic1893). Las dos primeras dataciones son obviamente incongruentes con las fechas deri-vadas del material arqueológico y necesitan ser revisa das para explicar el porqué de la anomalía; la última, en cambio, procedente del hipocausto remo-delado, coincide asombrosamente bien con el marco cronológico propuesto.

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importantes y conocidas del noroeste pe-ninsular y que mejor ejemplifica, a pesar de sus singularidades, el modelo de villa a mare de tipo provincial.

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