Textos
-
Upload
escola-pia-nostra-senyora -
Category
Documents
-
view
217 -
download
0
description
Transcript of Textos
1
Índice
Por orden cronológico de creación:
Composiciones poéticas
Cascada
Al estilo de Flavia Company
Conversación con el Papel en Blanco
El día
El tren
Instante eterno
La naranja
Me voy
Microrrelato
No vio mi ridícula presencia
Pequeño fragmento
Título sin
Todo pasa y todo queda
Un gran salto
Visita incómoda
Descripciones ingeniosas
Soñando despierto
Yeisi
Narraciones mitológicas
El mito mutado
Munna
Composiciones libres que incluyan la palabra…
“Cola Cao”
“Mariposa”
Para toda la vida
Composiciones libres para hacer reír
Composiciones fragmentarias (por grupos)
Alicia en el país de las maravillas
2
Composiciones poéticas
Cascada
Ayer soñé que el mundo moría
Ante mi mirada de piedra ausente
Clavada en el cielo que se extendía
Sobre el campo vacío, vacío de gente.
Despierto. Hay luz y es mediodía.
Despierto. Hay luz y el viento ardiente
Me acaricia. Dejo el cojín atrás.
Me ducho. Cascada. Un día más.
Marina GARMENDIA, 2.3
3
Al estilo de Flavia Company
Conversación con el Papel en Blanco
¿Qué quieres de mí? ¿Por qué me miras así? ¿Acaso crees que
puedo ayudarte, que puedo realizarte? No, otra vez no por favor,
no me veo con suficiente fuerza como para complacerte de nuevo.
Te prometo que te lo di todo, ya no me queda nada para darte, me
vaciaste… Pero aun así, siempre insistes, siempre vuelves a por
más… nada parece ser suficiente para ti, que con vacías y ciegas
miradas me exiges que te vuelva a dar reconocimiento, que con tu
muda voz me gritas silenciosamente en la oscuridad de mi
maltrecha mente, implorándome la atención requerida entre
amantes… Atención que, aún nuestras eternas disputas, siempre
fue enteramente tuya.
Déjame en paz por favor, de verdad, que no puedo hacer nada
por ti… No, no es que no quiera ayudarte, es simplemente que no
puedo, ya no soy capaz, no me siento capaz. Antaño ya te di todo
lo que podía darte, todo lo que había en mí, te hice crecer, me
volqué en ti y alimenté tu arrogancia y soberbia. Después de
tanto tiempo ni siquiera te esfuerzas en comprenderlo. ¡Exacto,
me has oído perfectamente, no te hagas el sordo conmigo de
nuevo! Siempre afirmaste comprenderme, incluso ahora puedo leer
ese pensamiento en tu dolido mirar, pero nunca lo lograste, e
incluso ahora empiezo a dudar si lo intentaste. No, cállate,
guárdate tus excusas… Ya de nada sirven, sabes que es cierto,
por mucho que te esfuerces en negarlo, lo sabes bien, lo sé muy
bien.
Ahora… Ahora empiezo a creer que nunca me quisiste de
verdad… ¿Que cómo se me ocurre decir eso? Porque siempre exiges
más, nunca estás satisfecho con mi trabajo. Sabes que me
esfuerzo, sabes que intento complacerte en la medida de lo
posible, pero esa medida se sobrepasó hace mucho tiempo y tú… Tú
pareces no haberte dado cuenta, es como si no vieses que no soy
capaz de saciarte, de llenarte, o simplemente… Simplemente,
solamente, ayudarte. Dime cómo ayudarte.
Lo volveré a intentar… Por los viejos tiempos… Por las
viejas alegrías… Por nuestro tiempo juntos. Sí, he sido dura,
demasiado incluso. Definitivamente te mereces una despedida
digna… Pero me has de ayudar si quieres que lo haga bien, si
quieres que pueda. De acuerdo, te entiendo, muy bien… ¿Ves que
bien así? Si me dices lo que quieres todo va mejor, más ágil,
más fluido. ¡Espera, espera, espera, espera! ¡Mierda! ¿¡Ahora a
ti qué te pasa!? ¿¡Cómo que no tienes tinta!?
*Figura retórica: personificación.
Laia VILLENA, 2.2
4
El día
Era de la semana día martes cuando me tocó leer el
escrito que tanto había preparado y repasado y corregido.
Nada podía salir mal.
Tímidamente me levanté hacia arriba de la silla en la
que estaba sentada, eché un vistazo a la clase, todo el
mundo me miraba, empecé a leer:
-Sueña, corre, grita, llora, ama…
De repente, en una de aquellas veces en que durante
una lectura decides levantar la mirada del papel, le vi.
Miraba directamente hacia mí con sus ojos azul intenso. Qué
mirada tan perfecta, pensaba. Es que es un chico tan dulce
y cariñoso, qué gusto da alguien con las cosas claras, y
además es decidido, alegre, espabilado, y también fuerte y
luchador, ¡cuánto ha sufrido!
Y sin darme ni cuenta había parado de leer, a lo que
la profesora respondió llamándome la atención para que yo
continuara. No sé qué fue, me perdí, sonrojé, y
desorientada no supe continuar. Así que sin tan siquiera
pensarlo, dije la primera excusa que pasó por mi cabeza:
-Esto…, es que tampoco he tenido… Ya sabe… Y en fin, en
casa las cosas son complicadas… Quizás sea mejor que… Ya
sabe… Me lo prepare mejor y… Si usted quiere… Puedo el
próximo día… O no… No sé… Sólo si usted quiere.
Todo el mundo empezó a reírse, él me seguía mirando,
suerte que hoy nada podía salir mal.
*Figuras retóricas: hipérbaton, polisíndeton, pleonasmo, asíndeton, etopeya y
aposiopesis.
Paula GETE-ALONSO, 2.2
5
El tren
Grita al llegar y no espera. Diariamente se levanta pronto
y se acuesta tarde. Siempre elegante con su vestido blanco
y rojo, meticuloso en su rutina día a día. Corre sin cesar
por los túneles oscuros hasta llegar a su destino, donde,
sin más, saluda y se despide para pernoctar hasta el nuevo
amanecer.
*Figura retórica: personificación.
Carol COSTA, 2.3
6
Instante eterno
Era un día claramente nublado. Salí de casa encontrándome
perdida en una falsa realidad, sola entre la multitud;
hasta que apareció él, después de un largo año, como un
oscuro rayo de sol que cae de pie del cielo. De repente un
recuerdo olvidado vino a mi mente haciéndome gritar en
silencio su nombre de forma que solo él lo oyera. Esto hizo
que él se apresurara lentamente hacia mí, llevándonos a un
instante eterno de principio a fin.
*Figuras retóricas: oxímoron y paradoja.
Gisela GÁZQUEZ, 2.3
7
La naranja
Piel de dulce caricia. Color de atardecer. Sabor de
escalofrío, escalofriante sabor. Olor de acidez y gusto
azahar. Saber cómo sabe con sólo mirar.
*Figuras retóricas: poliptoton y sinestesia.
Marina GARMENDIA, 2.3
8
Me voy
Me voy y conmigo toda mi vida, me llevo años y años de
recuerdos: colegio, amigos, enemigos, clases, gente,
vecinos... Mi hogar, mi dulce hogar, mi ciudad, las olas...
Las horas y horas al sol, los atardeceres, tardes, sonrisas
y lágrimas, noches y días; mil lunas, un país, costumbres,
tradiciones, desayunos y meriendas, comidas y cenas; más
recuerdos, playa y montaña, besos y abrazos, cariño y
rencor; corazones helados, ojos marinos y palabras rojizas;
mi familia: él, ella, ellos, todos..
Me voy y conmigo toda mi vida.
*Figuras retóricas: enumeración, asíndeton y antítesis.
Andrea ARRABAL, 2.3
9
Microrrelato
Estaba yo, sentada pensando en mis cosas. La forma de
explicar que tenía ese profesor me cautivaba, me enamoraba.
Sutil y exagerada su voz era y tanta pasión evocaba su
expresión que el reloj alarmado se despertaba de un
profundo cautiverio.
Estaba yo, preguntándome cómo mi mente podía asimilar
toda esa información, sus lecciones en mi memoria.
Imposible poder concentrarse. Sus labios jugosos, su nariz
carismática, sus ojos seductores, su pelo alborotado...
Incesante, una distracción era lo único que incrementaba
los deseos de poner en práctica la anatomía humana.
Abstracción, una burbuja, tumulto, inconsciente, me
aíslo.
¿Despierto? Sólo quiero fijar esos eternos fugaces
segundos. Pero todo continúa, la realidad mutada por el
reloj veloz. Yo misma estoy aturdida y me cae el sudor por
la frente, eso me delata.
Siento su respiración cada vez más cerca pero se aleja
aún más a su vez. ¿Es real?
Sus labios jugosos, su nariz carismática, sus ojos
seductores, su olor dulce, su respiración cortada... TIC-
TOC TIC-TOC TIC-TOC el reloj ya duerme profundamente y yo
continúo sentada, aislada en mi burbuja.
De nuevo, estaba yo, sentada, ansiosa de repetir una
nueva experiencia sensorial.
*Figuras retóricas: hipérbaton y personificación.
Serena SÁENZ, 2.3
10
No vio mi ridícula presencia
No vio mi ridícula presencia, de pie, sin respirar. No vio
mi triste tartamudeo, hablando sin hablar. No vio mi
absurdo temblor, ni mis manos bailar. Salió de mi ser un
solo sonido: su nombre, sin éxito, conseguí susurrar. Con
ella, lleno de vida; sin ella, llorar.
*Figuras retóricas: anáfora, paralelismo, aliteración y antítesis.
Yeisi GALLARDO, 2.3
11
Pequeño fragmento
Mirando aquel velo tintado de atardecer menguante, pude
dejar de pensar en las nubes oscuras de mi cabeza que poco
a poco se convertían en tormenta. Mis ojos a punto de
llover ante el fuego del horizonte, hacían que llorase por
el caliente espectáculo celestial y no por los truenos que
acechaban mi mente. La naturaleza invadía mi ser.
*Figura retórica: metáfora.
Helena CALAFELL, 2.3
12
Título sin
Estaba allí él. Quieto, inmóvil, estático, con el semblante
serio, altivo. Acercarme no osé, pues impedíamelo algo. Y
le miré. Y me miró. Y le volví a mirar. Y nuestras miradas
se cruzaron. Y sus ojos esmeralda me hablaron. Pero los
ignoré. Sabía que bueno para mí no era. Y me marché. Le
olvidé.
*Figuras retóricas: hipérbaton, asíndeton y políptoton.
Andrea MORENO, 2.3
13
Todo pasa y todo queda
Todo pasa y todo queda. Queda y no se va. Vas para girar de
nuevo. De nuevo llega y vives. Vives flotando y las nubes
acarician sutilmente tu pecho. Mas tu pecho guardaba algo
que se ha desvanecido. Desvanecido pasa y todo olvida.
Olvida que no es un fin que aquello es un principio.
Principio que te hará creer. Creer de nuevo y de nuevo ser
feliz.
*Figura retórica: anadiplosis.
Laura DOMINGO, 2.3
14
Un gran salto
Quién pudiera, quién lo intentara, quién se arriesgara… Dos
pasos, sí, dos pasos quedaban para el final del ejercicio.
Después de dos años pensando, insistiendo, suplicando una
plaza en el excelente, fantástico, profesional gimnasio de
alto rendimiento, me la habían concedido. Fueron dos años
muy difíciles, duros, inaguantables, pero al fin había
conseguido llegar a las nacionales, uno de mis principales
sueños, metas, aspiraciones. Quién lo consiguiera, quién la
derrotara, quién ganara… Una vez más me concentré en el
gracioso, delicado, primoroso salto de salida que me
encontraba a punto de realizar. Mi nivel había mejorado,
bien, notable, excelentemente hasta alcanzar el máximo, la
cumbre, el cenit de mis aptitudes físicas. Era ahora o
nunca y con un ahogado, profundo, intenso suspiro me lancé
a por todas.
*Figuras retóricas: anáfora y asíndeton.
Ester ANTÓN, 2.2
15
Visita incómoda
Ahí estaba yo: nervioso, agitado, abrumado, sometido,
agobiado, temeroso, incómodo, violentado, humillado,
acosado, observado, inseguro, atacado, roto, impotente,
inhabilitado, derrotado, dolorido, aquejado, castigado,
fustigado, sofocado, miedoso, forzado, traspasado,
deprimido, reprimido, oprimido, corrompido, deshojado,
atrapado, abierto, quebrado, penetrado... Pero en fin, mi
próstata me lo agradecerá.
*Figuras retóricas: enumeración y asíndeton.
Pol CESTER, 2.2
16
Descripciones ingeniosas
Soñando despierto
Por la calle andaba cuando en un semáforo me paré. A mi
lado, vestido de negro, un hombre esperaba a que parasen
los coches. Lucía un extraño sombrero sobre su cabeza
alargada y delgada, como un gran pepino. Debajo de sus
finas y perfiladas cejas había dos redondos y pequeños y
negros ojos que tenían la mirada perdida. Entre estos dos,
nacía una nariz puntiaguda y larga que parecía que pudiera
sacar un ojo a cualquiera que pasase por delante. La boca,
pequeña, sobresalía entre una frondosa y negra barba que
descendía hasta el final de una enorme barbilla
rectangular. De repente se giró y me preguntó: “¿Tú
eres…?”. Y me encontré delante del ordenador intentando
describir a este curioso personaje que encontré en un
libro.
Pol ROVIROSA, 2.2
17
Yeisi
Tiene fuego en el pelo y barro en la piel. Agujeros
oscuros en los ojos y ramas por cejas. Los labios, de
sangre. Y los dientes, de nube. Destellos plateados cuelgan
de sus oídos y su cuello cae en un valle de piel. El
escote. El escote enmarcado en bordados negros de pájaros
volando sobre sus espaldas, que parecen alas.
Anda a pasitos cortos, pero pisa fuerte. Tiene un,
dos, tres deseos: vivir, amar y no morir nunca. Piensa en
ellos todas las mañanas, bajo la luz del sol. Y se llena de
esta luz y se baña en ella, y empapada empapa a los demás.
Mira, escucha, habla, piensa y su mirada, su atención,
sus palabras y pensamientos devienen flores. Flores que
crecen aquí y allá, y huelen y brillan. Brillan y huelen.
Allá y aquí.
Y se cumplen. Los deseos. De tanto amar vive como
nunca, y nunca muere.
Marina GARMENDIA, 2.3
18
Narraciones mitológicas
El mito mutado
Tere y Mari, dos vecinas que rozan los 60 años, discuten
desde sus balcones contiguos mientras tienden la ropa.
TERE.- Mari, ¿a que no sabes de qué me he enterao?
MARI.- ¿Qué ha pasao, qué ha pasao, Tere?
TERE.- ¡Pues que resulta que la Fedra se ha liao con el
Hipólito!
MARI.- ¿Pero qué dices?
TERE.- Que sí, que sí, lo que oyes.
MARI.- Pero si eso fue la semana pasá. Y al final no se
liaron, porque él la rechazó.
TERE.- ¿Ah sí?
MARI.- ¡Pues claro! Pobrecico mío, el Hipólito, con lo buen
mozo que es, ¿cómo iba a hacerle este feo tan feo al Teseo,
¡SU PROPIO PADRE!, de liarse con su esposa? Por favor,
Tere...
TERE.- Ah, ¡yo qué sé! Con estas cosas nunca se sabe, Mari.
Oye, y el Teseo no sabe na de todo esto, ¿no?
MARI.- Uy, ¿no te has enterao?
TERE.- Pues no. ¿Qué ha pasao?
MARI.- Que la Fedra, despechá como estaba y con to el
morro, le fue a decir al Teseo que el Hipólito le había
intentao meter mano.
TERE.- ¡Ay! Por Dios, ¡qué me dices, Mari...!
MARI.- Lo que oyes, Tere. Y el Teseo se enfadó, ¡bueno!, no
te lo puedes ni imaginar cuánto.
TERE.- ¿Y qué hizo?
MARI.- ¿Quién, el Teseo?
TERE.- Sí, él.
MARI.- Pues que envió al pobrecillo Hipólito a casa de...
(Pausa.) De ese hombre tan salao, ¿cómo se llama? (Pausa.)
Ay sí, mujé, el hermano de ese otro, el Zeus... Cojones,
que no me sale... Ese que tiene unas púas en las manos que
dan mucho asco...
TERE.- ¿El Poseidón?
MARI.- ¡Sí, el Poseidón! Gracias. Pues que lo envió a casa
del Poseidón, a que se lo comieran los peces.
TERE.- Ay, Mari, qué me dices... Pobre Hipólito, si él no
tenía la culpa de na...
MARI.- Ya lo sé, Tere, ya... Pero es que el Teseo es así,
¡qué le vamos a hacer! Pero no te preocupes, porque al
final la Fedra se arrepintió y se suicidó.
TERE.- ¡¿Que qué?! ¡Madre del amor hermoso! ¿Cómo puedo no
haberme enterao? Y ahora seré la última en darles el
19
pésame, seré la más tardona... ¡y todo por no haberme
enterao! Qué vergüenza, Mari...
MARI.- Anda, anda... Total, ¿pa qué, Tere? Si con to el
follón no harán ni funeral ni na, así que da igual.
TERE.- Mari, pero es que me sabe mal, por Dios...
(Suspira.) ¿Y al final al Hipólito qué le pasó?
Pobrecico...
MARI.- Pues diría que el Teseo lo mandó de vuelta a casa y
que se perdonaron, pero no lo sé seguro porque cuando me lo
contó la Loli ella tampoco lo sabía muy bien... Me dijo que
se lo había dicho la Reme pero todavía no se sabe del todo
seguro, vamos.
TERE.- (Suspira. Pausa.) Me has dejao de piedra, Mari.
MARI.- Bueno, Tere, ¡es el pan de cada día! (Ríe.)
¿Quedamos mañana después del Sálvame?
*Solución: mito de Fedra.
Marina GARMENDIA, 2.3
20
Munna
Quan Cronos va tallar els genitals a Urà, gotes de sang
caigueren al mar i de les ones fecundades en nasqué la
deessa. El vent Zèfir la va portar fins a Xipre, on les
Hores la van cuidar. Això la converteix en una divinitat
molt antiga, però com que sempre apareix jove, versions
posteriors la van fer filla de Zeus i de Dione.
Munna era musulmana e Ismaïl judío; aun así, se
querían. Cuando aquella noche Munna llegó a casa, encontró
a su padre sentado en el sillón, esperándola. Ella sabía de
qué quería hablarle, así que le contó toda la verdad:
estaba enamorada.
Su padre, que era una persona tradicional, no podía
tolerar que su única hija se hubiera enamorado de un hombre
sin su permiso y que encima este hombre fuera judío. Así
pues, cogió su daga y salió a buscar a Ismaïl.
Cuando el padre volvió a casa con las manos cubiertas
de sangre, Munna cogió todo lo que pudo y se fue sin dar
señal alguna.
Con 8 meses, 3 semanas y 5 días de gestación, Munna
se encontraba en una patera rumbo a las costas españolas,
soñando con una vida mejor y un futuro próspero. En aquel
miserable cayuco habían 13 personas: ocho hombres, cuatro
mujeres y un niño de siete años de edad. Llevaba horas bajo
aquel sol abrasador y, a pesar de su cansancio, Munna
aguantaba gracias a las pocas fuerzas que le quedaban. No
era fácil, y cuando vieron la maravillosa Andalucía ante
sus ojos, el bebé que llevaba dentro también lo quiso ver.
Las contracciones se hicieron cada vez más fuertes, cada
vez más a menudo, cada vez más insoportables. De pronto un
tirón sacudió la adolescente. Habían llegado a puerto, en
una pequeña cala del sur. Munna salió como pudo de la
indescriptible barca. Sin decir nada a nadie, se dirigió
hacia una pequeña cueva para dar a luz al chiquillo ansioso
que asomaba la cabeza.
Y así fue como, en un lugar aparentemente desconocido
acompañado por la dulce melodía de las olas del mar con sus
largas cabelleras, la espuma, Munna tuvo a su primera y
única hija. Era la niña más bonita que jamás podía haber
imaginado. Pero la debilidad de la madre no dejó de
aumentar, hasta que murió. Por allí cerca, pasaron unas
chicas que al oír los llantos de la criatura se asomaron a
la cueva y vieron a la pequeña. Era tan y tan hermosa que
la miraron sin decir ni mu, durante horas y horas.
*Solución: mito del nacimiento de Venus.
Helena CALAFELL, 2.3
21
Composiciones libres que incluyan la palabra…
“COLA CAO”
22
“MARIPOSA”
Para toda la vida
Piensa, Marina, piensa. Y piensa bien. A ver, o sí o
no, pero piensa. Piensa. A ver… Sí, va, va, sí, sí, no me
lo pienso, va. Sí y punto. Sí, ¡ya está! Ya está. Decidido.
Que sí. Que sí, que sí, seguro. Vale. Vale. Que sí. Pues
va… Vamos allá. Vamos. Vamos allá. Vale, a ver. Cojo
dinero. Vale. Lo cojo de la hucha. Muy bien. Vale, ya lo
tengo. Qué hora es. Y medio. Perfecto, tengo tiempo. Vale,
Pues voy para allá. Muy bien. ¿Tengo el dibujo? Sí. Vale.
Llaves. También, perfecto. Vale, muy bien. Mi padre no
está. Ya se lo diré luego si eso. Sí. Sí, sí, no pasa nada.
Dinero, dibujo y llaves. Perfecto, todo perfecto. Sí, sí.
Vale. Lo he pensado. Sí, pues vamos allá. Salgo de casa.
¿He cerrado bien? Piensa, Marina, piensa. Ehm… Sí, he
cerrado bien. Vale. Hace buen día. La gente pasea. No me lo
puedo creer. Estoy llegando. Llego. Abro la puerta. Hola.
Hola, buenos días. Qué buen día. Sí. Ehm… ¿Cuánto cuesta…?
Depende. ¿Y cuándo podría…? Ahora mismo, si te va bien.
¿Ahora? Sí, tengo un hueco. Va, no te lo pienses.
Y así, sin enterarme, me encuentro en una camilla con
olor a plástico y música de fondo a tope. Esa canción de
Pulp fiction en que Mia se pone a bailar sola en su
comedor. Y cierro los ojos y me imagino la escena, y por
encima de la música oigo un ruido que me taladra y se
acerca, cada vez más, más y más, a mi piel. Y noto el ruido
bajo mi piel, temblando, repiqueteando sin parar. Y Pulp
fiction de fondo.
Ya está. ¿Ya está? Sí. Ah, vale.
La miro. Es preciosa. Y aquí la tengo, a mi mariposa,
para toda la vida.
Marina GARMENDIA, 2.3
23
Composiciones libres para hacer reír
24
Composiciones fragmentarias (por grupos)
Esta actividad consistía en formar grupos de 3 o 4
personas de manera que cada miembro escribiese un fragmento
habiendo leído únicamente lo escrito por la persona
anterior. El resultado global puede tener o no tener
sentido, he ahí la dificultad del ejercicio: escribir un
fragmento suficientemente genérico para que pueda encajar
en cualquier contexto o, al contrario, buscar el contraste
(a menudo cómico) intensificando al máximo el estilo de
escritura elegido personal e individualmente por cada
miembro.
25
Alicia en el país de las maravillas
1. Cayó. Cayó de golpe. Cayó de golpe y casi ni se enteró.
Apenas veía luz, pero cuando abrió los ojos notó alguna
cosa bajo su cabeza. Un pedazo de tela que se había arañado
del vestido, y nada más. Miró a su alrededor, con
dificultad. Apenas veía luz, pero distinguió esferas,
esferas por todas partes que parecían acecharla, y nada
más. Oyó alguna cosa, como un tic-tac de fondo que se
perpetuaba segundo tras segundo, y segundo tras segundo iba
cogiendo más y más fuerza. Tic-tac. Tic-TAC. TIC-TAC. Abrió
un poco más los ojos. Y tras las esferas no distinguió más
que pared, pared cubierta por una pintura podrida de color
marrón que se caía a trozos y que le había dejado la frente
llena de motas.
- ¿Quién eres? –preguntó una voz.
Y entonces contempló dos rutilantes ojos que se
posaban ante los suyos, y vio luz en aquellos irises
relucientes. TIC-TAC. TIC-TAC. Esa luz y ese sonido venidos
de repente la tambalearon por dentro, como una mosquita
ciega, hasta que consiguió finalmente articular unas pocas
y esqueléticas palabras:
- ¿Dónde estoy?
2.
3.
4.
1. Marina GARMENDIA, 2.3;
2. Carol COSTA, 2.3;
3. Andrea MORENO, 2.3;
4. Yeisi GALLARDO, 2.3.