S.Freud, tratamiento psíquico

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S.Freud Tratamiento psíquico (tratamiento del alma) I. Tratamiento psíquico quiere decir tratamiento desde el alma. Su recurso es sobre todo la palabra. El lenguaje es fundamental para el tratamiento anímico. Se trata de que la palabra consiga de nuevo su prístino poder ensalmador. II. Hay una clase de enfermos que responden a la estructural de la acción de lo anímico sobre lo corporal. Son los histéricos (enfermos nerviosos, neuróticos). Presentan aparentes padecimientos corporales que no pueden explicarse por causas corporales, sino más bien anímicas (un influjo de la vida anímica sobre la vida corporal). Hay una relación recíproca entre cuerpo y alma. Las emociones y afectos (terror, preocupación, tristeza, depresión, el duelo, etc.) así lo ponen en evidencia. La actividad pensante- representativa provoca reacciones corporales. Los procesos volitivos y de atención también pueden influir en os procesos corporales. El estado de ánimo de la expectativa angustiada (saber con certeza que vas a contraer una enfermedad) o de la expectativa esperanzada (saber con certeza que te vas a curar de una enfermedad). III. Estudiando lo patológico se aprende a comprender lo normal. IV. Nosotros nos apoyamos en la confianza del paciente, y eso nos da un cierto poder sobre él. Su actitud anímica por curarse, hace que el efecto de la medicina sea mucho mayor. Y el poder del médico contribuye a ello, pues se ha ganado la confianza del paciente. El tratamiento anímico es el provocar en el paciente los estados y condiciones anímicas favorables para su curación. Eso es el originario del arte médico: un poder divino para curar. Esto hacía del médico un sacerdote. Y todo ello se debe a la palabra y el poder que el uso de la misma tiene sobre el paciente. V. Todas las influencias anímicas sobre lo corporal tienen algo de imprevisible (afectos, aplicación de la voluntad, distracción de la atención, expectativa confiada,…). No se sabe a ciencia cierta si en todo caso funcionarán de igual modo. Hay que rechazar los sentimientos de ternura que puedan vincular al enfermo con el

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S.FreudTratamiento psíquico (tratamiento del alma)

I. Tratamiento psíquico quiere decir tratamiento desde el alma. Su recurso es sobre todo la palabra. El lenguaje es fundamental para el tratamiento anímico. Se trata de que la palabra consiga de nuevo su prístino poder ensalmador.

II. Hay una clase de enfermos que responden a la estructural de la acción de lo anímico sobre lo corporal. Son los histéricos (enfermos nerviosos, neuróticos). Presentan aparentes padecimientos corporales que no pueden explicarse por causas corporales, sino más bien anímicas (un influjo de la vida anímica sobre la vida corporal). Hay una relación recíproca entre cuerpo y alma. Las emociones y afectos (terror, preocupación, tristeza, depresión, el duelo, etc.) así lo ponen en evidencia. La actividad pensante-representativa provoca reacciones corporales. Los procesos volitivos y de atención también pueden influir en os procesos corporales. El estado de ánimo de la expectativa angustiada (saber con certeza que vas a contraer una enfermedad) o de la expectativa esperanzada (saber con certeza que te vas a curar de una enfermedad).

III. Estudiando lo patológico se aprende a comprender lo normal. IV. Nosotros nos apoyamos en la confianza del paciente, y eso nos da un cierto

poder sobre él. Su actitud anímica por curarse, hace que el efecto de la medicina sea mucho mayor. Y el poder del médico contribuye a ello, pues se ha ganado la confianza del paciente. El tratamiento anímico es el provocar en el paciente los estados y condiciones anímicas favorables para su curación. Eso es el originario del arte médico: un poder divino para curar. Esto hacía del médico un sacerdote. Y todo ello se debe a la palabra y el poder que el uso de la misma tiene sobre el paciente.

V. Todas las influencias anímicas sobre lo corporal tienen algo de imprevisible (afectos, aplicación de la voluntad, distracción de la atención, expectativa confiada,…). No se sabe a ciencia cierta si en todo caso funcionarán de igual modo. Hay que rechazar los sentimientos de ternura que puedan vincular al enfermo con el médico, pues ello puede tener una significación vital no deseada (NOTA: no a la transferencia: pp. 124-125).

VI. En la hipnosis, como ejemplo del efecto de lo anímico sobre lo corporal, el hipnotizado se vuelve obediente y crédulo ante la palabra del hipnotizador. Es una situación de dominio de uno sobre el otro. El hipnotizado puede llegar a alucinar (tener percepciones sensoriales de objetos que no están ahí pero que el hipnotizador evoca a través de su palabra). Una situación semejante de obediencia y credulidad la encontramos del niño hacia su padres, y también en las relaciones amorosas con entrega plena. La hipnosis eleva al doctor a una autoridad mayor incluso que la que tuvo el sacerdote y el taumaturgo. Pero la hipnosis debería ser un método adoptado con normalidad en la práctica

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médica, y no tenerlo como último recurso. Finalmente, el poder del hipnotizador tiene límites, pues a veces el hipnotizado muestra resistencia a obedecer. También los neuróticos muestran reticencia a ser hipnotizados.