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Sembradoras Anuario del Grupo de Mujeres de la Iglesia Evangélica [Paseo de la Estación, 32] DIRECTORA: Jacqueline Alencar Polanco CONSEJO DE REDACCIÓN: Lidia González, Elena Gil, Dori Alonso, Carmen Criado, Élide Tapia, Ana Llanos, Gloria Silva, Loida Paz, Elena G. Acevedo y Gloria Sánchez. PINTURAS DE CUBIERTA: Miguel Elías DISEÑO: Javier Torre MAQUETA: Irene Martín EDICIÓN: Betesda Ediciones ASESOR EDITORIAL: A. P. Alencart IMPRESIÓN: Kadmos CONTACTO C/ Abastos, 7 portal 6 1º B 37008 Salamanca (España) Telf. 923 192349 Depósito Legal: S. 889-2007 Editorial JACQUELINE ALENCAR “Los niños son el futuro de la iglesia” . Es verdad que lo pensamos así, y estamos conven- cidos de ello, pero sin quererlo nos estamos olvi- dando que para que sean futuro antes deben ser presente, y su integración en la comunidad, su amor por esa comunidad, debe empezar ahora. Esto que decimos se ilustra perfectamente en el versículo de Proverbios que dice: “Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” . Si miramos a nuestro manual de instrucciones, la Biblia, no nos queda ninguna duda acerca de lo que quiere Dios en lo que se refiere a los niños, a los adolescentes y jóvenes, porque de ellos es el reino de los cielos, dijo Jesús, dejando claros sus propósitos para este colectivo. De ahí la importancia de la educación cristiana, que es transmitir conocimiento y valor para ayudarlos a encontrarse con Dios; a encontrar sus dones y ponerlos al servicio de su prójimo. Y esta es una tarea de todos, integral. Si leemos en Deuteronomio 6 veremos que el hogar es la primera escuela. Y lo es, pero los niños y adolescentes también forman parte de una comunidad, la iglesia. Y ésta debe tener una infraestructura humana y material para ser parte del proceso educativo; que no sólo debe abarcar a los niños sino que debe incluir un apartado para los padres. Y por ende, respaldar el trabajo de los educadores, incluyendo su formación. Porque los que toman parte en esta tarea de educar, deben amar la Biblia y a los niños. Jesús dejó una misión docente en Mateo 28.20: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”; y como pueblo suyo no podemos permanecer indiferentes ante la situación de todo aquel que no se ha reconciliado con Dios. Por ello este número de la revista, el sexto, está dedicado a la Educación Cristiana. También cuenta con otras secciones, donde encontrarán poemas, reseñas de libros, despedidas, actividades de iglesia o testimonios de vida. 1 editorial Información más amplia sobre nuestros objetivos y actividades, pueden verse en: http://www.lapalabraenelsurco.blogspot.com COLABORACIóN: 5 e (más gastos de envío)

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SembradorasAnuario del Grupo de Mujeresde la Iglesia Evangélica [Paseo de la Estación, 32]

DIRECTORA: Jacqueline Alencar Polanco

CONSEJO DE REDACCIÓN: Lidia González, Elena Gil, Dori Alonso, Carmen Criado, Élide Tapia, Ana Llanos, Gloria Silva, Loida Paz, Elena G. Acevedo y Gloria Sánchez.

PINTURAS DE CUBIERTA: Miguel Elías

DISEÑO: Javier Torre

MAQUETA: Irene Martín

EDICIÓN: Betesda Ediciones

ASESOR EDITORIAL: A. P. Alencart

IMPRESIÓN: Kadmos

CONTACTOC/ Abastos, 7 portal 6 1º B37008 Salamanca (España)Telf. 923 192349

Depósito Legal: S. 889-2007

Editorial

JACQUELINE ALENCAR

“Los niños son el futuro de la iglesia”. Es verdad que lo pensamos así, y estamos conven-cidos de ello, pero sin quererlo nos estamos olvi-dando que para que sean futuro antes deben ser presente, y su integración en la comunidad, su amor por esa comunidad, debe empezar ahora.

Esto que decimos se ilustra perfectamente en el versículo de Proverbios que dice: “Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Si miramos a nuestro manual de instrucciones, la Biblia, no nos queda ninguna duda acerca de lo que quiere Dios en lo que se refiere a los niños, a los adolescentes y jóvenes, porque de ellos es el reino de los cielos, dijo Jesús, dejando claros sus propósitos para este colectivo. De ahí la importancia de la educación cristiana, que es transmitir conocimiento y valor para ayudarlos a encontrarse con Dios; a encontrar sus dones y ponerlos al servicio de su prójimo.

Y esta es una tarea de todos, integral. Si leemos en Deuteronomio 6 veremos que el hogar es la primera escuela. Y lo es, pero los niños y adolescentes también forman parte de una comunidad, la iglesia. Y ésta debe tener una infraestructura humana y material para ser parte del proceso educativo; que no sólo debe abarcar a los niños sino que debe incluir un apartado para los padres. Y por ende, respaldar el trabajo de los educadores, incluyendo su formación. Porque los que toman parte en esta tarea de educar, deben amar la Biblia y a los niños.

Jesús dejó una misión docente en Mateo 28.20: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”; y como pueblo suyo no podemos permanecer indiferentes ante la situación de todo aquel que no se ha reconciliado con Dios. Por ello este número de la revista, el sexto, está dedicado a la Educación Cristiana. También cuenta con otras secciones, donde encontrarán poemas, reseñas de libros, despedidas, actividades de iglesia o testimonios de vida.

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Información más amplia sobre nuestros objetivos y actividades, pueden verse en:

http://www.lapalabraenelsurco.blogspot.com

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En tu nombre

DELFINA ACOSTA

El pueblo alumbra noches muy serenas, mas fiada de tus ojos, Jesucristo, mejor contemplo el viejo firmamento, el árbol bajo el astro y los caminos.  En noches de neblina yo te veo. Qué paz, Señor, teniéndote conmigo, pues eres tú la puerta que me guarda del mundo que aun afuera es un peligro.  Mas cuánta es mi orfandad si con consejos o enfados me abandonas. Me encapricho con tu querer y enojo. Soy la enferma que sana con la voz del prometido.  Tu pan y tu agua busco noche y día.  Tan sólo en tu belleza ya persisto. Por eso, apasionada, en ti me lloro y en ti me alegro si me crucifico. 

Liberada

GLORIA SÁNCHEZ

Si pues, amándome mi Dios, me cautivaste,Y prisionera de tus brazos me he encontrado,Dulce prisión, que de la mía me libera, Y sintiéndome por Ti, tan cautivadaEn tus lazos yo me siento liberada.

Ventanas que tan ampliamente abiertasMe has abierto, cuando de Ti me prendaba;Libertad, que regalada me ofreciste,Y quitando las cadenas que me ataban,¡Con qué gozo prisionera de tu amor…Yo me quedaba!

Y siendo libre, pues que Tú me has liberado,Mas rendida mi Dios por tu miradaSiento mi alma volar hacia tu cieloY sin cárcel que me tenga prisionera, A los pies de mi Libertador, ¡cautiva quedo!

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La educación evangélica a examen

No podía evitar, al comenzar a escribir estas reflexiones, tener un cierto tinte de tristeza en mi corazón. Me hubiera encantado poder abor-dar un tema como este desde la alegría de poder decir que, si bien quizá no lo tenemos todo con-trolado (¿quién lo tiene, por otra parte?), al me-nos vamos por buen camino. Pero creo que no y ahora menos que hace unos años, unos siglos, si me lo permiten. Mi primera reacción, como decía, fue más bien de desánimo y venía acom-pañada de una buena carga de responsabilidad, sobre todo por lo que creo que es una necesidad imperiosa ya que nos ponemos a esto, y es dar en la clave de lo que puede estar mal-funcionan-do, precisamente para reorientarlo. Así que voy a intentar ser lo más clara y coherente posible, con todo y que obviamente éste no es ni puede ser, por su extensión, un texto exhaustivo, sino más bien y como máximo, si consigo el acierto que preciso, orientativo en algún punto en concreto. El mayor drama, creo, es que no sólo comete-mos los mismos errores que quienes no tienen al Señor, sino que, pudiendo tener la posibilidad de cometer los mayores aciertos, estamos muy lejos de esto, también en la educación.

Si educar, en un sentido amplio, consiste en orientar los pasos de nuestros pequeños hacia la vida adulta, con todo lo que eso implica en cuanto a madurez, solidez, independencia y au-tonomía, la primera pregunta sería, claro está, si estamos cumpliendo con esto como padres. Es en este agente prioritario de la educación y no en los demás (como son profesores, maestros de escuela dominical y demás) en el que me cen-traré en estas líneas, porque de hecho el primer asunto en el que detecto serias “fugas” es jus-tamente en éste: que los padres han delegado la educación de sus hijos en tantas personas y a tal nivel que, finalmente, su labor, que debiera ser la principal, ha quedado diluida. Tanto, que ya muchos padres ni siquiera ejercen como educa-dores, por imposible que nos resulte creerlo.

3Pero como, además, resulta que lo que nos estamos cuestionando no es sólo la educación en general, sino la educación evangélica, tene-mos necesariamente que detenernos también en lo que de diferencial debe tener, que es llevar-les, en términos espirituales, al conocimiento del Señor, a un pensamiento cristiano con los valo-res que ello implica y a que, en última instancia, puedan ser luz allí donde se encuentren como vi-das que reflejen a Cristo. Obviamente, esta labor no es posible llevarla a cabo por nuestros propios medios, y asumo que quienes leen estas líneas estarán de acuerdo conmigo. ¿Cómo podríamos, ciertamente, asumir esto en solitario? Es la obra del Espíritu la única que puede hacer esos cam-bios en la vida de una persona, y no es posible plantearnos nada parecido sin contar con Él.

Sin embargo, el hecho inapelable de que sea el Espíritu el que obre de manera poderosa en nuestros hijos no puede distraernos de algo ver-daderamente importante: que nosotros somos los depositarios de la responsabilidad de criar-los y educarlos en el Evangelio, con todo lo que eso implica. Cuando prescindimos de atender a esta responsabilidad, está bastante claro para mi gusto que también estamos delegando la edu-cación de nuestros hijos en que el Señor obre sin responder convenientemente al llamado que tenemos con ellos. Es más cómodo, pero no es más correcto. Y, ¡ojo!, conste que donde yo ten-go mis serias dudas no es, obviamente, en las capacidades del Señor para hacer Su labor per-fecta en ellos, sin que nosotros tengamos que mediar en nada. ¡Nada más faltaba! Él siempre ha podido y podrá hacer lo que quiera, pero eso no nos exime ni en una pizca de nuestra respon-sabilidad real para con nuestros hijos, que son un regalo precioso del Señor sobre el que también se nos pedirán cuentas. El problema, como pue-de verse, no está en las capacidades de quien elegimos para delegar nuestra responsabilidad, sino en el hecho de que la dejemos de lado y no respondamos ante ella.

El asunto de la asunción de responsabilida-des, en cualquier caso, reconozcamos que no ha sido nunca una asignatura fuerte para nosotros. Ya desde el inicio de nuestro caminar por esta nuestra Tierra, descubrimos que era ciertamen-te interesante tener alguien cerca sobre el que poder depositar nuestras culpas y frustraciones. Señalar con el dedo lo que otros están hacien-do mal en la educación de nuestros hijos puede ser un ejercicio, como mínimo, tentador, pero mi sugerencia en esta reflexión es que cambiemos, en nuestro gesto de señalar, el dedo índice por

especial educación cristiana

LIDIA MARTÍN

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el pulgar, para más bien ponernos nosotros en el estrado y cuestionarnos si, quizá, estamos asu-miendo como normal y aceptable, de nuevo, el problema en el Edén. Ni la serpiente tenía la cul-pa, ni la mujer que le dio a Adán, ni quien en última instancia nos pusiera la miel en los labios, sino yo, en primera instancia, nosotros, cada uno de los que, teniendo que abordar estas responsabilida-

des en primera persona, por razones A o B, no lo hacemos o no, al menos, en suficiente medida.

Como padres evan-gélicos, a priori, pensaría-mos que se requiere una labor educativa con nues-tros hijos que aborde, en líneas muy generales, dos frentes esencialmente:

• lo que tiene que ver con la socialización, lo académico, lo cultural en el espacio y el tiempo en que nos toca educar, que cons-tituiría el primer frente, al que llamaremos el frente “terrenal” o más asociado a este mundo y las necesidades que plantea;

• lo que tiene que ver con los valores tras-cendentes, eternos, y que yo llamaré “edu-cación espiritual”, como segundo frente.

Para que podamos comprender mejor cuál es la propuesta que quisiera transmitir desde esta reflexión, diría que uno de nuestros grandes errores como padres evangélicos es que segui-mos defendiendo que existen dos frentes, pero que además están separados, cuando en reali-dad existe solamente uno, aunque con aplica-ciones en dos ámbitos distintos. Y desde luego, mientras no comprendamos nosotros en primer lugar que esto sea así y lo asumamos tal cual, difícilmente quedará nuestra acción educativa impregnada de este principio.

Pensemos en términos algo más específicos: muchos padres evangélicos siguen pensando que lo que sucede de lunes a sábado y lo que ocurre los domingos son ámbitos separados que poco tienen que ver más allá de lo religioso. Y es cierto que si se plantea de esa manera, nues-tras vidas serán pura religión. No vivimos una fe coherente impregnada de principios cristianos que vivimos en nuestro día a día, en lo cotidiano, sino que más bien tenemos una vida como la de cualquier otra persona que, una vez a la semana, disfrazamos con mayor o menor acierto de cierta fachada evangélica. Y eso no sirve ni les sirve a

nuestros hijos para nada más que para hacer un gran lío en sus cabezas, y que va a más confor-me ganan en años.

De la misma forma que delegamos en los profesores del colegio y el instituto la formación en las diversas materias académicas, hemos delegado la educación espiritual del niño en los profesores de escuela dominical, como si esto, perdónenme, pudiera suplirla. Educar al niño en principios cristianos no significa que se aprenda una lección bíblica a la semana, que se sepa el versículo de memoria y que le enseñen a hacer una oración por la ofrenda. Todo eso está bien, es válido, pero son mínimos y no son, desde luego, la imagen de educación cristiana a la que deberíamos aspirar. Guiar y educar a nuestros hijos espiritualmente implica que vean en su ho-gar cómo se afronta el día a día ante los proble-mas teniendo a Cristo por nosotros, significa que vean en nosotros el recurso constante y el poder que supone la oración, implica percibir preocu-pación por llevar vidas santas y que le honren, amor por la Palabra y por lo que tiene que decir-nos hoy… aunque eso signifique, incluso, tal y como expresa el Evangelio, que por encima de ellos mismos, que son lo que más queremos, está Dios, al que debemos amar aún más porque Él nos amó primero y que ellos lo sepan.

Nuestros hijos son el mejor regalo que reci-bimos. Son un milagro ya desde su concepción y están esculpidos en las manos del Señor. Él les da un trato y cuidado especial en cada paso de sus vidas. Pensó en ellos, con nombre y ape-llidos al morir en la cruz, tal y como lo hizo con nosotros y, en definitiva, son Suyos. Este es el marco y contexto en el que se ha de producir la educación evangélica. Y está muy lejos de forma-lismos y protocolos educativos. Más bien está impregnado de realidades espirituales profundas que nos deben dejar sin aliento, y han de provo-car en nosotros un clamor al Señor por sabiduría y acierto a la hora de cumplir con el mayor propó-sito al que somos llamados con ellos: llevarles a los pies de Cristo, de vuelta al hogar.

Deuteronomio 6 nos recuerda cuáles eran las verdaderas responsabilidades que Dios delega-ba en los padres acerca de cada uno de sus hi-jos. Establece claramente cuál era su misión, en qué debían ocuparse, qué cosas debían ser sus prioridades y cuál sería el resultado de todo ello: que les fuera bien a unos y a otros. Este hecho de que hoy por hoy no nos va bien, echando un vistazo a nuestros hijos y las problemáticas que afrontamos, es probablemente una de las pistas

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más claras que ponen en entredicho mucho de nuestra labor como padres evangélicos. Y con ello no quiero decir que todo se haga mal, que haya que ser perfecto, que no podemos, o que todo nos importe un rábano. Pero sí creo que conforme han ido pasando los años, más que ganar, hemos perdido; más que recordar hemos olvidado; más que esforzarnos nos hemos rela-jado… y ahora vemos en carne de nuestros hijos los resultados de todo ello. Sin duda, no somos el único factor. Cierto. Pero sí somos el más im-portante alrededor suyo. De la misma forma que cuando son pequeños les cuidamos, amamanta-mos y protegemos, nuestra labor va cambiando de forma, pero no desaparece. Ello significa que hay mucho o tanto más por hacer en los siguien-tes años en los que, ciertamente, ellos ya tienen más recursos que al principio, pero también los peligros y retos que enfrentan son mayores. La familia bien planteada y con los padres a la cabe-za constituye la barrera principal ante ellos, forma y construye murallas que, al menos, amortigüen el impacto de lo que hay fuera, que es mucho y delicado, y tiene también la posibilidad y, más aún, la responsabilidad de proteger y formar en ellos un pensamiento autónomo, suyo, que no requiera de sus padres para siempre, pero esen-cialmente cristiano, teñido de pies a cabeza por el pensamiento de Quien les creó.

Siento ser tan dura y no quiero con esto caer en la generalización y el simplismo, pero a la luz de lo que vemos en los chicos, que es como mejor podemos medir el pulso a nuestra acción educativa como padres evangélicos, está claro que nuestros hijos viven una especie de esqui-zofrenia educativa por la que queda patente que no han sido educados bajo un pensamiento cris-tiano, sino más bien por un pensamiento secu-lar que, de vez en cuando, hace incursiones en lo cristiano, casi siempre coincidiendo con los domingos. Esta incoherencia trae serios proble-mas a nuestros hijos para llevar una vida integra-da con la fe, porque principalmente el modelo que ven en nosotros es el de personas que han aceptado un evangelio que les vale de cara a la eternidad, pero que no sabemos cómo vivir en el aquí y el ahora, porque en el fondo nos parece que ha quedado obsoleto. A veces no se trata de

que no creamos que Sus principios son eternos y perfectos. Es simplemente que no sabemos cómo vivir en Su luz en un tiempo como este. En otras ocasiones, intentamos que nuestros hi-jos integren esto en sus vidas demasiado tarde, y sólo porque hemos empezado a ver con más inquietud y claridad los peligros que les acechan pretendemos, de repente, que quieran estar en el grupo de jóvenes de la iglesia y que vayan de campamento con ellos. Las cosas, sencillamen-te, no funcionan así.

A esta realidad es a la que me refiero cuando hablo de ausencia de pensamiento cristiano en muchos de nuestros foros hoy. Cuando uno tra-ta sobre ciertos temas en el entorno evangélico, sigue percibiendo sin necesidad de profundizar demasiado que buena parte de nosotros esta-mos convencidos de que los principios divinos son los correctos, pero que en el fondo no son aplicables a nuestro tiempo y lugar. Y esto lo per-ciben nuestros hijos, que no viven con nosotros en muchas ocasiones la riqueza de lo que signifi-ca vivir la vida cristiana porque nosotros tampo-co lo vivimos. Esto es casi como decir que Dios debería modernizarse, porque al fin y al cabo se le han pasado los siglos sin revisar sus posturas sobre temas en los que, claramente, el mundo ha avanzado. Y esto no dista ni un milímetro, si me lo permiten, del pensamiento secular. Nuestros hijos, nuestros adolescentes, no saben vivir una vida cristiana en el sentido más amplio de la pa-labra porque sus padres tampoco hemos sabi-do integrar la fe en la vida cotidiana. Tenemos nuestro pensamiento absolutamente seculari-zado, adaptado a los nuevos valores y modas, pero no impregnado de Cristo; y esto ex-plica muchos de los problemas que per-cibimos en la gene-ración que nos sigue.

Si la diferencia entre la educación evangélica y la que no lo es no es Cristo, entonces, ¿qué nos diferencia?

Lidia Martín Torralba, licenciada en Psicología y Máster en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Com-plutense de Madrid. Desarrolla su profesión en la atención psicológica desde la clínica privada. Además de dedicarse a la docencia, es columnista de Protestante Digital, escritora y dirige la asociación PREVVIA, dedicada a la prevención y forma-ción en torno a las distintas problemáticas conductuales que atañen al ser humano en comunidad.

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Ministerio infantil: crónica de una crisis anunciada

Hay quien dice que en tiempos de crisis les toca sufrir más a los colectivos más vulnerables de la sociedad. De entre ellos quiero destacar a los niños por varias razones. Según Cáritas, el índice de pobreza infantil ha aumentado en el úl-timo año 5 puntos (del 18,5% al 23,4%), habién-dose mantenido en España en torno al 24% de media).

Para los que tratamos a diario con los niños, no es ninguna sorpresa que la infancia en España está en un proceso de crisis, y no sólo económi-ca, también personal/emocional (vinculada a los procesos de desestructuración e inestabilidad familiar), educativa, social y espiritual.

Es de este último aspecto que me gustaría hablar con vosotros. Y digo hablar porque eso es lo que espero que ocurra una vez que leáis este artículo.

Hay varios factores que aconsejan un replan-teamiento del paradigma de Infancia tradicional en las iglesias y ministerios evangélicos. No es extraño que nos sintamos orgullosos de nues-tra supuesta herencia “libre de tradiciones y li-turgias”, especialmente si nos comparamos con otras confesiones, pero creo que si nos examina-mos con honestidad, pronto llegamos a la con-clusión de que los evangélicos también somos deudores a esquemas y tradiciones que a me-nudo nos dificultan o impiden responder positi-vamente a los cambios que Jesús nos propone para el bien y el avance de Su Reino.

Me entristece que muchas iglesias y minis-terios queremos seguir anclados en aquello que nuestros antepasados hicieron con nosotros, en cómo nos enseñaron a creer en Jesús, pensan-do que eso es “el depósito” seguro que debe-mos pasar a la siguiente generación, sin darnos cuenta de que sin una adecuada actualización,

esos modelos quizá ya no sirven para responder a las necesidades y posibilidades de la infancia actual. Por supuesto no hablo del fondo, sino de las formas.

Vuelvo a los factores que creo hacen oportu-na y urgente una reflexión acerca del paradigma de Infancia en nuestras iglesias y también fuera de ellas.

En primer lugar, la Infancia es distinta hoy de ayer. Hay nuevas necesidades y posibilidades, y nuestros ministerios deben hacerse primero esa pregunta: ¿qué necesitan los niños de hoy? Como he dicho antes, las recetas antiguas no suelen servir en el s. XXI.

En segundo lugar, se echa en falta una pers-pectiva teológica del niño en el Reino de Dios. Jesús fue muy claro al respecto y llegó a indig-narse con los discípulos cuando no lograron en-tenderlo y rechazaron a los niños. Los capítulos 18, 19 y 21 de Mateo están llenos de esta en-señanza enfática de Jesús hacia la nueva gene-ración de creyentes. Sin embargo esta teología parece no haber entrado en la mayoría de nues-tros ministerios infantiles e iglesias. Seguimos considerando a los niños como esos “seres bajitos que no dejan de fastidiar con la pelota” (como cantara Serrat), en lugar de jóvenes cre-yentes que necesitan una educación espiritual de calidad y que ya pueden y quieren servir a Dios de maneras incluso más eficaces y amplias que los adultos, por no hablar de las expectati-vas futuras que Dios tiene hacia ellos. ¿Puede un niño tener una relación personal con Jesús? ¿Puede orar, leer la Biblia, ser discipulado, alabar, evangelizar o aconsejar? ¿Por qué no lo hacen en nuestras iglesias? ¿Es que no son “creyentes” o es otro el problema? ¿Por qué los solemos poner “aparte” en lugar de hacerlos “parte” de nuestras reuniones, congresos y conferencias? Quizá, pensando que los estamos protegiendo, en realidad los estemos alejando.

No es extraño que el paradigma tradicional favorezca que muchos adolescentes no encajen o se vayan de las iglesias, después de haberlas vivido durante su infancia como “lugares de adul-tos donde se hacen cosas de adultos”, en las que ellos ni participan ni se les tiene demasiado en cuenta, y donde la estrategia habitual es entre-tenerlos en una sala contigua mientras los ma-yores hacen y deciden las cosas importantes en la sala principal. Un estudio realizado en Holanda revela que cada mes, 500 adolescentes evangé-licos abandonan la iglesia. Sí, estamos hablando

JAvIER MARTÍN RODRÍGUEZ

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de una urgente necesidad de integrar a la nueva generación en las iglesias, pero de verdad.

Doy gracias a Dios por la sensibilidad que muchos líderes de Latinoamérica están prestan-do a la necesidad de este cambio de paradigma. Movimientos como la Red Viva, la ventana 4/14 y otros muchos se han iniciado o potenciado en ese continente. En el mundo anglosajón, iniciati-vas como “Children matter”, “Global Community Games”, “Global Chidren Forum”, “Friendly Familiy Churches”, “Messy Churches”, etc. se están desarrollando vigorosamente e influyendo en otros muchos países.

Sin embargo, me apena que este movimien-to, que personalmente considero del Espíritu, no haya todavía cruzado el Atlántico y las iglesias aquí nos sigamos contentando con tener a nues-tros niños “nutridos” espiritualmente con sólo ¾ de hora semanales de Escuela Dominical, cuan-do la sociedad les dedica de 6 a 10 horas de in-fluencia diaria, por medio del sistema educativo secularizado, los medios de comunicación y las amistades. ¿Qué cosecha se puede esperar de semejante siembra?

Hay otras causas de preocupación y motivos de cambio para el paradigma infantil como:

• La decreciente influencia de la labor educa-tiva de los padres en la nueva generación.

• La delegación de la educación espiritual por parte de los padres hacia la escuela dominical.

• La escasez de ministerios infantiles dirigi-dos a la sociedad: evangelización, educa-ción, protección, asistencia…

• La falta de visión en el ámbito evangélico español para invertir hoy en la infancia si queremos que lleguen a ser “jóvenes que venzan al mundo”.

¿Qué podemos hacer al respecto?

Las causas antes señaladas, sin pretender ser exhaustivas, nos pueden orientar hacia algu-nas vías de solución.

Podríamos empezar con la revisión teológica de lo que son y representan los niños para Jesús y el Reino que Él ha venido a inaugurar. Un estu-dio y consecuente aplicación práctica de los prin-cipios que encontramos nos dan un sólido punto de partida.

Uno de los principios, mayormente expre-sado en el Antiguo Testamento, se refiere al

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protagonismo de los padres como “educadores en la fe” para sus propios hijos. El fenómeno so-cial de “delegar” la educación en instituciones, renunciando muchas veces los padres a prepa-rarse o desarrollar la supervisión educativa de los hijos, contribuye a que se considere a la iglesia la responsable de la formación espiritual de la nueva generación. Los padres cumplirían su co-metido llevando a los hijos a la iglesia para que “conozcan a Dios”. Recuperar el rol de los padres y que la iglesia los forme para ello se torna una misión fundamental. Paralelamente, el liderazgo debe concienciar a las familias que la Escuela Dominical no es la responsable de educar a los niños en la fe, si bien puede ser un sistema o institución que colabore. El desarrollo espiritual, así como la integración de los niños en la igle-sia, requiere la creación de una red de diferentes ministerios infantiles que respondan a cada ne-cesidad importante de la nueva generación. Un solo departamento (tradicionalmente la Escuela Dominical) no puede sobrellevar por sí solo ese peso. Es una labor transversal que debe incluir siempre a los padres como protagonistas.

Una tercera vía de trabajo sería la integra-ción real de los niños en la vida de la comunidad, más allá de la tradicional diferencia entre adulto/miembro y niño/no miembro, fruto de posturas teológicas que catalogan al niño sistemática-mente como “no creyente” o de un criterio pura-mente administrativo de la “membresía”.

Mientras el niño no se considere realmente integrado en la iglesia, no se sentirá parte de ella y tenderá a buscar otros grupos en los que in-tegrarse, especialmente en la adolescencia. Un plan de discipulado para los niños que creen en Jesús, así como un planteamiento de iglesia in-tergeneracional (para todas las edades) e inclu-sivo (que anhela integrar a todo el que cree) nos ayudarán a detectar aquellos cambios estructu-rales que la iglesia local necesita plantearse.

El discipulado, también el de los niños, debe ser activo, no tanto enfocado a conocer sufi-ciente doctrina para conseguir ser bautizado o ser aceptado como miembro en una iglesia lo-cal, sino en capacitar a la persona para vivir su relación personal con Jesús y en desarrollar los talentos que Dios le ha dado para servirle en la Iglesia y en el mundo. Los niños deben es-

tar también incluidos en este proceso. Dios nos da múltiples ejemplos de cómo puede usar a un “pequeño” para realizar sus planes antes que a un “grande” (ver historias de David, Samuel…).

Los niños que creen en Jesús quieren cono-cerle más y también servirle. Pero muchas veces no les ofrecemos lo que necesitan para crecer en la fe y la sociedad llena ese hueco con otras ofertas. Y cada vez a edades más tempranas.

¿Cómo ayuda la Semilla de Trigo a la Iglesia en este desafío?

Primero formándola a través de cursos y se-siones en los que reflexionar sobre todo ello, y capacitarnos para el ministerio con la nueva ge-neración. Líderes, padres, monitores y maestros precisan reciclar sus conocimientos y prácticas para alcanzar e integrar a la Infancia en nuestro país.

A continuación, estableciendo estrategias y proyectos coherentes con esa misión y que nos permita, desde una perspectiva educativa, compartir el Evangelio con los niños que no lo conocen y después proveer un proceso realista de integración en la iglesia, con los cambios que sea necesario efectuar.

Todo ello desde la relación estrecha que pro-porcionan acuerdos de colaboración a medio plazo (2-3 años), en los que nos ayudemos mu-tuamente y donde nuestros obreros asesoran y acompañan a la iglesia local para la consecución de este fin. Parte importante de estos planes de trabajo es la creación de redes de ministerio in-fantil en la misma zona entre las diferentes igle-sias locales interesadas.

Las actividades que estos planes producen se enfocan no solo al testimonio hacia fuera de la iglesia, sino también a la participación de los ni-ños y sus familias en propuestas de tiempo libre como los campamentos de verano, los clubes infantiles, las ferias al aire libre, los KidsGames, etc., que permitan establecer lazos de amistad y relación con las familias y las instituciones de la comunidad.

Quiera Dios que nuestra generación lleve a cabo el precepto que recoge el Salmo 78 del ver-sículo 5 al 7. La evangelización de toda una gene-ración de españoles depende de ello.

Javier Martín Rodríguez es Licenciado en Educación Física y Director de la Semilla de Trigo en España. www.lasemilla-detrigo.org

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La enseñanza religiosa evangélica en el sistema educativo

Consejería de Enseñanza Evangélica de la Federación de Entidades Evangélicas de España

Es nuestro deseo acercar al lector a la realidad de la asignatura de religión evangélica en el siste-ma educativo español; para ello, expondremos la situación actual de la implantación de la asignatu-ra en los centros educativos, haremos un breve recorrido histórico de la enseñanza evangélica en los colegios en España, y presentaremos algunas de las dificultades que enfrentamos en nuestro proceso de normalización en el ámbito educativo.

Además, incluimos una reseña sobre la serie de libros Crecer con la biblia, la nueva herramien-ta formativa que está a disposición de los profe-sores de ERE.

1. La asignatura de religión evangélica en el sistema educativo

Los cristianos evangélicos definimos la esencia de nuestra experiencia religiosa como una relación con Dios conforme a lo estable-cido en su Palabra. La asignatura de religión evangélica presenta el Evangelio, no como una práctica de un conjunto de ritos religiosos, sino como un estilo de vida. El currículo y los ma-teriales didácticos de la asignatura enfatizan la lectura de la Biblia y la relación del individuo con Dios.

Alumnos, profesores y centros

165 profesores imparten clase de religión evangélica en 498 centros distribuidos en las di-ferentes comunidades autónomas. Los alumnos que reciben esta asignatura superan los diez mil, contabilizando conjuntamente los niveles de pri-maria y secundaria.

A continuación mostramos estos datos de manera más detallada:

MARGARITA GARCÍA ROMERO

Tabla 1. Territorio MEC, Comunidades sólo con enseñanzas de secundaria

transferidas, curso 2011-12

CoMUniDaDnº Prof.

Contratadosnº

Centrosnº

alumnosANDALUCÍA 55 232 4166ARAGÓN 12 44 810CANARIAS 2 3 67CANTABRIA 1 2 44

TOTAL: 70 282 5.087

Tabla 2. Comunidades con Competencias en materia de educación totalmente

trasferidas, curso 2011-12

CoMUniDaDnº Prof.

Contratadosnº

Centrosnº

alumnosASTURIAS 2 3 162CASTILLA Y LEÓN

35 90 2173

CASTILLA - LA MANCHA

2 3 263

CATALUÑA 5 17 192COMUNIDAD DE MADRID

12 31 1158

EXTREMADURA 4 8 392GALICIA 32 60 1143MURCIA 2 2 35NAVARRA 1 2 20

TOTAL: 95 216 5.544

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En actual Ley Orgánica de Educación, y tras la publicación del Real Decreto 696/2007, el profe-sor de ErE es contratado por la Administración y su relación laboral tiene carácter indefinido. Pertenece a la categoría de personal laboral, el sueldo que percibe es con arreglo a esta catego-ría y depende del número de horas contratadas que, a su vez, están en función de la demanda existente cada curso escolar. La itinerancia, ca-racterística de los ámbitos rurales y zonas des-favorecidas, es algo normalizado dentro de la práctica docente de la religión evangélica. En Andalucía, Aragón, Castilla y León y Madrid los profesores de religión evangélica, en ocasiones, atienden más de 5 centros situados en diferen-tes localidades.

Aquellos padres / tutores que lo deseen pue-den solicitar la asignatura de religión evangé-lica en el momento de inscribir a sus hijos en un centro educativo o, si no lo hicieron en ese momento, pueden solicitarlo con un escrito. Los centros educativos deberían proporcionar a los padres un documento en el que se les dé la op-ción de elegir entre la asignatura de religión o atención educativa alternativa. Y en la opción de asignatura de religión, deberían ofrecerse explí-citamente las confesiones que tienen acuerdos de cooperación con el Estado Español. Una vez recabada la demanda, los centros educativos de-ben notificarla a las Consejerías de educación, donde se tramita y, en caso de ser necesario, se ponen en contacto con los representantes de la Consejería de Enseñanza Evangélica para el nombramiento de profesores que impartan la asignatura.

Cada curso escolar, desde los Consejos au-tonómicos y provinciales de la Consejería de Enseñanza Evangélica, se lanza una campaña informativa para las iglesias y centros educati-vos. El cartel promocional de este curso tiene el lema “Apúntate”; además ponemos a disposi-ción de los padres un modelo de solicitud de la asignatura, e informamos de la legislación que ampara su derecho. Esta información y más documentos de interés están a disposición del interesado en la página web de la Consejería: www.cgere.es

La enseñanza evangélica tiene una problemá-tica específica por el hecho de estar vinculada a una confesión religiosa de carácter minoritario en este país; antes de presentar las situaciones que afectan específicamente a nuestra asignatura y docentes, creemos necesario que el lector co-

nozca los pasos que se han ido dando para que los padres y madres evangélicos que lo deseen, puedan solicitar que sus hijos sean matriculados en la asignatura de religión evangélica y que la asignatura se imparta en los centros donde exis-te demanda.

2. Breve vistazo al pasado

la ley orgánica de libertad religiosa de 5 de junio de 1980, en su artículo 2, reconoce el derecho de elegir para sí y para los menores no emancipados e incapacitados bajo su de-pendencia, dentro y fuera del ámbito escolar, la educación religiosa y moral que esté de acuer-do con sus propias convicciones, desarrollan-do así con carácter específico para los padres evangélicos el artículo 27. 3 de la Constitución Española. Para dar cumplimiento a esta norma, el Ministerio de Educación publicó una orden ministerial por la que se permitió que profeso-res evangélicos y de otras confesiones distintas de la católica pudieran entrar en los colegios públicos e impartir religión a los niños de su confesión. Algunos directores permitieron que, al margen del horario escolar, se impartieran es-tas clases, lo cual eximía de religión católica a los alumnos.

En los acuerdos de Cooperación de 1992 entre FErEDE y el Estado, el artículo 10 versa sobre la implantación de la enseñanza evangélica en el sistema español:

1. A fin de dar efectividad a lo dispuesto en el artículo 27.3 de la Constitución, ... , se garantiza a los alumnos, a sus padres y a los órganos escolares de gobierno que lo soliciten, el ejercicio del derecho de los primeros a recibir enseñanza religiosa evangélica en los centros docentes públi-cos y privados concertados, siempre que, en cuanto a estos últimos, el ejercicio de aquel derecho no entre en conflicto con el carácter propio del centro, en los niveles de educación infantil, educación primaria y educación secundaria.

2. La enseñanza religiosa evangélica será impartida por profesores designados por las Iglesias pertenecientes a la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, con la conformidad de ésta.

3. Los contenidos de la enseñanza religiosa evangélica, así como los libros de texto re-lativos a la misma, serán señalados por las Iglesias respectivas con la conformidad

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de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España.

4. Los centros docentes públicos y los priva-dos concertados a que se hace referencia en este artículo deberán facilitar los loca-les adecuados para el ejercicio de aquel derecho en armonía con el desenvolvi-miento de las actividades lectivas.

El contenido del artículo 10 ya se había plan-teado en el Libro Blanco de la Enseñanza Evangélica publicado en 1990 y donde, por pri-mera vez, se presenta la Enseñanza Evangélica como una asignatura dentro del currículo edu-cativo, y se insta a las iglesias evangélicas a consensuar el contenido de dicha asignatu-ra para los niveles de Primaria, Secundaria y Bachillerato.

A raíz del trabajo entre la Consejería de Enseñanza Evangélica con las principales de-nominaciones acreditadas en FEREDE y la Dirección General de Asuntos Religiosos, en junio de 1993 se publicaron los Currículos de Enseñanza Religiosa Evangélica para los nive-les de Primaria, Secundaria y Bachillerato1. Este mismo año se comenzó a negociar con la admi-nistración educativa estatal y las autonómicas ya transferidas, el borrador de un convenio que funcionase a modo de reglamento para poder desarrollar los distintos puntos del artículo 10 de los Acuerdos de Cooperación.

En 1993 se puso en funcionamiento el Centro Superior de Enseñanza Evangélica (CSEE) con el fin de formar y capacitar a futuros profesores de la asignatura de religión evangéli-ca, siendo este el organismo que emite el Título de Maestro de Enseñanza Evangélica. Este tí-tulo es el requerido para que FEREDE expida la acreditación del candidato como profesor de religión evangélica. El plan de estudios y los cré-ditos para la obtención del Título de Maestro de ERE han ido adaptándose a las diferentes leyes y requerimientos de contratación del profesor de religión. Actualmente, el alumno debe cursar 77 créditos lectivos y 12 créditos de prácticas. Las 14 asignaturas del plan están organizadas en ma-terias relacionadas con la teología, la psicología y la pedagogía.

En mayo de 1996 se publicó el Convenio sobre Designación y régimen Económico

1 BOE 06 de julio de 1993, Orden del 28 de junio de 1993.

de las personas encargadas de la Enseñanza religiosa Evangélica en los centros docentes públicos de primaria y secundaria2, a partir de este momento los profesores de enseñan-za evangélica comienzan a entrar en los centros educativos de manera oficial.

La impartición de la enseñanza evangélica en un centro depende de que los padres evangélicos puedan expresar su decisión de matricular a sus hijos en la opción de religión evangélica, por eso la cláusula primera del convenio establece que:

Los padres o tutores de los alumnos, o ellos mismos si fueran mayores de edad, manifestarán voluntariamente al Director del centro, al comien-zo de cada etapa o nivel educativo, o en la primera adscripción del alumno al centro, su deseo de reci-bir enseñanza religiosa evangélica [...] Los centros docentes recabarán, expresamente, esta decisión en la primera inscripción del alumno en el centro o al principio de cada etapa.

En el momento de la firma de este convenio se contaba aproximadamente con 50 profesores voluntarios que visitaban los centros presentán-dose e informado a los directores y padres sobre la enseñanza evangélica. Tras 16 años de anda-dura, los profesores de ERE ya forman parte del claustro de docentes, la asignatura se imparte en horario escolar y los libros de texto pueden adqui-rirse en cualquier librería.

3. Dificultades en la implantación de la asignatura

Son evidentes los avances que este ministe-rio educativo ha tenido en las últimas décadas, y estamos agradecidos a Dios; sin embargo, todos aquellos implicados en lo que comúnmente se

2 BOE 4 de mayo de 1996. Resolución del 23 de abril de 1996 de la Subsecretaria del Ministerio de la Presidencia.

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conoce como “la ERE” somos conscientes de que esta es una carrera de fondo, y no sin obs-táculos. El principal escollo que, a día de hoy, to-davía debemos sortear para la normalización de nuestra asignatura en los colegios e institutos es la falta de contratación de profesores.

¿Por qué hay tan pocos profesores de re-ligión evangélica ejerciendo?

La respuesta es simple: porque la Administra-ción educativa no contrata a nuevos profesores. A pesar de las propuestas de profesores acredi-tados para contratación que se han ido presen-tando reiteradamente curso tras curso desde la Consejería de Enseñanza de FEREDE, y de la evi-dente demanda de la asignatura constatada por los datos publicados por el Consejo Escolar de Estado, tanto el Ministerio de Educación, como las Consejerías de Educación han contratado con cuentagotas a nuevo profesorado para atender dicha demanda. Desde la puesta en marcha de la actual Ley Orgánica de Educación en 2006, el número de profesores de religión evangélica contratados se ha incrementado de 126 a 165, un total de 39 nuevos contratos en los últimos 6 años, mientras que las nuevas solicitudes supe-ran las 5.000.

Los argumentos recibidos para justificar la no contratación son la inexistencia de deman-da o que la misma es insuficiente para justificar la contratación de nuevos profesores. Los últi-mos datos –publicados por el propio Ministerio de Educación (más de 12.000 alumnos solici-tantes)– invalidan el primer argumento sobre la inexistencia de demanda. Y con respecto a la no contratación porque la demanda es insuficiente, denunciamos el incumplimiento del punto 1 de la cláusula sexta del Convenio sobre Designación y el Régimen Económico de los profesores de la enseñanza religiosa evangélica:

Sexta.- Las autoridades designadas por cada Administración educativa y los respectivos Consejos Provinciales de la Enseñanza Religiosa Evangélica adoptarán las medidas oportunas para conseguir los objetivos siguientes:

1) Que, cualquiera que sea su número, los alumnos o alumnas que lo soliciten puedan reci-bir la Enseñanza Religiosa Evangélica.

Cada Comunidad Autónoma tiene sus propias especificaciones en organización educativa y su manera particular de aplicar el convenio firmado

en 1996. En relación al número mínimo de solici-tudes para poder enviar un docente a un centro, la mayoría de las veces se nos requiere alcanzar un número que difícilmente podemos alcanzar.

No poder recibir clase de religión evangélica porque la administración educativa correspon-diente no considera que la demanda sea suficien-te, pone de manifiesto que no se tiene en cuenta el carácter minoritario de nuestra confesión en este país, y se nos discrimina indirectamente. Es importante hacer notar que nuestra asigna-tura no se imparte en ningún centro educativo del País Vasco, La Rioja, Comunidad Valenciana, Islas Baleares y Ceuta y Melilla.

¿Por qué hay tan pocos centros dónde se imparte religión evangélica?

Como se ha explicado en el apartado anterior, una razón es que habiendo demanda no se atien-de por no llegar a un mínimo establecido para contratar a un docente. Esto explica que en el curso 2011-12 no se esté impartiendo clase en todos los centros donde se ha solicitado la asig-natura.

Además, en más ocasiones de las deseadas, la demanda debidamente solicitada por los pa-dres queda en el cajón de la secretaría del cen-tro, y no se tramita. Diversas son las razones que explican esta acción: el desconocimiento de los equipos directivos sobre cómo gestionar esa demanda, la propia ideología sobre religión de la persona que recibe la solicitud, la dificultad de horarios que supone la organización de nuestra asignatura para los jefes de estudio, la no res-puesta de la administración ante la demanda que hace que los propios directores no la tramiten, como ejemplo incluimos el testimonio de una madre madrileña que nos informó de lo siguien-te: “La directora me comunicó verbalmente que no tramitaría las solicitudes porque para dos ni-ños no iban a mandar un profesor”.

Este tipo de actuaciones, además de per-petuar nuestra invisibilidad social, atenta contra un derecho de los evangélicos en España. La Consejería de Enseñanza de FEREDE, cada cur-so escolar, denuncia numerosos casos similares a los mencionados, incluido que, en ocasiones, la asignatura no aparece en los formularios ofi-ciales de matrícula.

La normalización real y efectiva de la reli-gión evangélica requeriría que las Direcciones

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Generales de las Consejerías de Educación pusieran en marcha las medidas organizativas necesarias para informar a los centros de la normativa que deben seguir para la oferta, la re-cepción y la tramitación de la demanda de reli-gión evangélica. También, los Servicios de Alta Inspección deberían hacer un seguimiento a los centros para que cumplan, específicamente para la confesión religiosa protestante, con lo establecido en los diferentes Reales Decretos3 sobre las enseñanzas mínimas de las diferentes etapas educativas en relación a la enseñanza de la religión. Además, toda la demanda debería de ser atendida, la asignatura debería impartirse de modo simultáneo a la de religión católica, y sin agrupaciones de alumnos de diferentes niveles. Para que esto se haga efectivo, se debería con-tratar a más profesorado.

4. Crecer con la biblia: libro de Enseñan-za religiosa Evangélica

Crecer con la Biblia es el primer libro de tex-to de Enseñanza Evangélica para ser utilizado en los colegios del Estado Español. Los libros y CDs, editados por Akal, han sido elaborados por un equipo de autores y revisores, con expe-riencia didáctica y formación en esta materia. Además, en el proceso creativo se ha contado con la revisión de las principales sensibilidades evangélicas y protestantes presentes en este país. El resultado es un material educativo, fruto del trabajo en equipo y el consenso, que recoge de manera creativa y estructurada más de una década de práctica docente de enseñanza evan-gélica en centros públicos.

3 R.D. 1630/2006, 29 dic. (disposición adicional única) para 2º ciclo de infantil. R.D. 1513/2006, 7 dic. (disposición adicional primera) para Primaria. R.D 1631/2006, 29 dic. (dis-posición adicional segunda) para Secundaria. R.D. 1467/2007, 2 nov. (disposición adicional tercera) para Bachillerato.

Los libros de texto, además de ser una ayu-da pedagógica para los docentes, han supuesto un paso hacia la consolidación y normalización de la asignatura en los centros; desde 2010 los libros se publican en los listados de libros de los centros cada curso escolar, y además están in-cluidos en los sistemas de gratuidad de las dife-rentes comunidades autónomas.

Los lectores podrán obtener más informa-ción sobre los libros, el proceso de elaboración, el contenido, los autores y las denominaciones que avalan expresamente el proyecto en www.crecerconlabiblia.es.

Es Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), experta en traducción por el Instituto de traductores de la UCM y D.E.A. en Lingüística Cognitiva por la UCM. Actualmente es Responsable de la Consejería de Enseñanza Religiosa de FEREDE, coordinadora de la formación de Diaconía y Consejera de Enseñanza del Consejo Evangélico de Madrid (CEM).

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Escuela dominical: pasado, presente y futuro

Desde su nacimiento en la Inglaterra del S. XVIII, la Escuela Dominical (ED) ha sido un pilar en la tradición protestante, que ha servido para enseñar la Biblia a muchas generaciones de cre-yentes. En su momento, fue toda una revolución en una sociedad que utilizaba a los menores como mano de obra barata y que no se preocu-paba en absoluto de su alfabetización ni de su salud. Gracias a la ED muchas personas pudie-ron aprender a leer y escribir, tuvieron cobijo e incluso comieron caliente. Debemos dar gracias a Dios hoy por todos esos hombres y mujeres que trabajaron integralmente con esos niños, y que consiguieron dar un empuje impresionante al evangelio en Europa, para luego extenderlo a América. No es la intención de este artículo des-preciar ese trabajo, sino reflexionar sobre el pa-pel de la ED dominical en nuestro “aquí y ahora”, evaluando la pertinencia de nuestros métodos para hacer llegar la Palabra a nuestros niños y niñas.

La labor de la Escuela Dominical ha llegado a nuestros días evolucionando para ir adaptándose a los tiempos y a la sociedad en cada lugar del mundo. En nuestro caso, y en nuestro contex-to local, es evidente que hoy no tenemos que preocuparnos de alfabetizar a los niños o darles una comida caliente, porque ya están suplidas esas necesidades. Por lo tanto, podemos centrar nuestros esfuerzos en transmitir las verdades de Dios a los niños.

La pregunta viene ahora, si ya no es necesario alfabetizar a los niños, ¿sigue teniendo sentido la Escuela Dominical, tal como la entendemos, en nuestro entorno social? Es más, ¿cumple una misión realmente bíblica? Ya sabemos que

estas preguntas pueden parecer un poco extre-mas, pero sólo queremos provocar una reflexión hacia el modelo de Escuela Dominical practica-do en muchas iglesias (incluida la nuestra). Para empezar, si preguntásemos a cualquier herma-no de la iglesia qué (o para qué) es la Escuela Dominical, probablemente escucharíamos mu-chas respuestas dirigidas al concepto de que es un lugar donde explicar a los niños la Palabra de Dios y sus verdades. También que es donde podemos llevar a los niños a Cristo, y otras por el estilo. No decimos que no a ninguna de esas respuestas, pero ¿es realmente la ED “el lugar” donde los niños deben aprender de Dios y de su Palabra?

El modelo bíblico de formación infantil está muy claro. Desde el Pentateuco podemos ver cómo Dios pone mucho empeño en dejar claro cuál quiere que sea la manera de instruir a los niños: simplemente a través de la familia. La uni-dad familiar es la primera iglesia, y es donde el niño debe ser instruido en las verdades de Dios. ¿Cuándo? En todo momento, en el camino, al le-vantarse, al acostarse… En definitiva, no se trata de un sistema de transmisión de meros cono-cimientos, sino en un modelo vivencial, donde los niños aprenden de sus mayores en todo mo-mento. Por lo tanto, según la Biblia, la primera línea del frente y la primera responsabilidad de la formación en la fe recae en la familia.

Esto, que hace 30 ó 50 años teníamos aún tan claro, se convierte hoy en día en una verdad incómoda. ¿Has hablado últimamente con algún maestro de primaria o secundaria? Casi todos con los que compartimos tienen una queja co-mún: los padres delegan la responsabilidad de la educación en los maestros. Esto es bastante cómodo porque, si algo falla, ya tenemos a quién echarle la culpa, y podemos formar un frente co-mún con nuestros hijos para responsabilizar al maestro de lo mal que han salido las cosas.

Según nuestra experiencia, esta tendencia también se está colando en nuestras iglesias y se puede extrapolar a la situación de la ED. Cada vez nos encontramos con más padres que dele-gan en los maestros de ED la educación espiri-tual de sus hijos. Cada vez nos vamos sintiendo más solos en este apasionante camino de llevar a los niños a los pies del Maestro. Es más, ni si-quiera la iglesia se está tomando demasiado en serio la importante misión de facilitar el camino a los más pequeños para que tengan un encuentro personal con Cristo.

ALICIA GONZÁLEZ y JAvIER DÍEZ JR.

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naHay una frase que usan los hermanos del mi-

nisterio Semilla de Trigo, que resume muy bien esto, y que se ha convertido en algo muy espe-cial para nuestro ministerio. Un niño, mirando a la cámara dice: “Somos discípulos en aprendi-zaje, no discípulos en espera”. Más claro, agua. Los niños y niñas que están en nuestras iglesias no son solamente pequeños que un día, cuando se bauticen, serán miembros de pleno derecho, que diezmarán y votarán en las asambleas. Esos niños son ya hijos de Dios que deben estar en un proceso de discipulado desde que nacen. Son valiosos miembros que la iglesia tiene que aprender a valorar y a utilizar. Sí, utilizar, porque sus pequeñas vidas pueden ser útiles para el “Reino al revés” que predicó Jesús entre noso-tros. Un Reino donde el primero es el último, y el más pequeño se hace grande. Pero nuestra cultura no lo ve así. Es más, a veces tenemos la desagradable sensación de que en la vida de la iglesia los niños sobran, así que los metemos en la Escuela Dominical para que no molesten y permitan a los mayores disfrutar de sus activida-des para “adultos”, y de paso les enseñen cosas buenas sobre Dios.

Aunque sabemos que este no es el caso de tu iglesia (seguro que no), permítenos terminar este cuadro, cuyo esbozo se basa en dos pre-misas: por un lado, la familia está desertando de su responsabilidad de transmitir las verdades de

Dios; y por otro, la iglesia no está tomando sufi-ciente conciencia del papel que deben tener los niños en la vida de la comunidad. Para dar las últimas pinceladas, nos encontramos muchas veces con un programa de Escuela Dominical anticuado que no responde a las necesidades actuales de nuestra infancia.

¿Sabes cómo acaba esta historia? Con un preadolescente confundido, que no encuentra un sitio en la comunidad de fe, que tiene una dicotomía entre lo que le enseñan y lo que ve y que, finalmente, acaba con mucha curiosidad por ver qué se le ofrece allá afuera. Muchos de esos jóvenes, acabarán saliendo de las iglesias cuando tengan capacidad de decisión. Esto no es solo una visión pesimista, es cuestión de rea-lidad, las estadísticas están ahí. Algunas (no de nuestro país) apuntan que más de un 50% de los adolescentes criados en las iglesias las abando-nan en su juventud. Triste, ¿no?

Ahora es importante no quedarnos desani-mados por esta realidad y con los brazos caí-dos. Ahora es momento de observar la realidad y formar nuevas estrategias para dar soluciones nuevas. Al igual que Roberto Raikes tomó la ini-ciativa en el siglo XVIII con soluciones que nunca antes se habían probado, tenemos un reto por delante que debe sacar lo mejor de nuestras fa-milias y de nuestra comunidad de fe. Pero ¿por dónde empezamos?

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En primer lugar, por el principio, por las fa-milias. Los padres tenemos que volver a sentir esa enorme responsabilidad hacia nuestros hijos en los aspectos espirituales. Les tenemos bien vestidos, comen cada día, reciben una educación correcta y participan en un montón de activida-des extraescolares. Pero ¿nos ocupamos de su educación espiritual en casa? Esta importante misión debe cubrir varios aspectos: la creación del hábito de la lectura de la Biblia, la transmi-sión de valores, la creación de una “cultura ge-neral” bíblica, pero también el aprendizaje “por imitación” de una manera de vivir que esté de acuerdo a los principios inmutables de nuestra fe. Esto es más fácil de decir (y escribir) que de hacer, principalmente porque exige de nosotros, los padres, un alto nivel de compromiso con la vida cristiana que llevamos, las 24 horas del día y durante todo el año. Nuestros hijos nos ven todos los días y en muchas situaciones, y apren-derán de nuestros actos, actitudes y palabras, de todo lo que vean, oigan y sientan. No podemos enseñarles a que lean la Biblia, si nosotros no la leemos, no podemos enseñarles actitudes cris-tianas que no practiquemos… Debemos pues tomar conciencia de esta importante labor y bus-car momentos para compartir la fe con nuestros hijos de una forma integral. No sabemos las es-trategias concretas para conseguir esto, aunque trabajamos en nuestra propia familia con imagi-

nación, probando diferentes formas, y orando mucho a nuestro Señor para que nos dé luz y sabiduría.

El otro pilar de la solución debe ser la igle-sia local, donde los niños deben pasar de ser un programa secundario a un proyecto integral. Sí, un proyecto con sus objetivos, recursos, estrate-gias y evaluaciones. Además integral, no sólo de unos cuantos “maestros” de escuela dominical, sino de toda la iglesia. Los niños deben comen-zar a tener cabida en la vida de la iglesia y en sus actividades. Nos hace gracia escuchar a menudo (incluso desde el púlpito) que los niños son “el futuro de la iglesia”. Pues no, ellos son el presen-te y, si no tomamos medidas drásticas, quizás no lleguen a ser el futuro, porque los perdamos en el proceso. Muchas iglesias se preocupan muy en serio por los jóvenes que se van. Gastan re-cursos e inventan programas para retenerlos (lo cual está muy bien), pero no se dan cuenta de que el proyecto empezó hace más de 15 años, cuando nacieron esos niños y sus padres co-menzaron a traerlos a la iglesia. Sin una buena atención a la infancia, no vamos a conseguir te-ner una juventud sana en nuestras iglesias. Y no se trata sólo de que aprendan, se trata de que vivan. La iglesia local es un lugar donde practicar nuestra fe y disfrutar del Reino de Dios en comu-nidad. Y eso es verdad para los adultos y también para los niños.

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Por otro lado, la sociedad nos está llevando a crear grupos de interés comunes, donde cada individuo se encuentre a gusto. Esto es, básica-mente, un invento del marketing, donde si te-nemos a las personas agrupadas por intereses, conseguiremos hacerles llegar mejor un mensa-je. Por ello creamos grupos de jóvenes, de ado-lescentes, de varones, de mujeres… Esto, que no está mal en esencia, puede llevar a la iglesia local a la creación de espacios de convivencia estancos, que son más acusados cuanto menor es la edad. “Me siento bien entre mis iguales y no tengo por qué compartir con otros, que ni me entienden, ni se sienten a gusto conmigo”. En la formación de la infancia y la juventud, esta tendencia nos crea un grave problema de inte-gración, porque los jóvenes se sienten bien en sus grupitos y tienden a retrasar la incorporación a la vida adulta. Si volvemos a la Biblia, vemos que no se usa este modelo porque lo que verda-deramente forma y enriquece a los menores es el compartir con sus mayores. En la iglesia local, esto se debería traducir en programas mixtos, adaptados a todas las edades, donde compartir espacios comunes de aprendizaje y comunión. Y aquí todo el mundo juega, los pequeños, los padres, los abuelos, los que no tienen hijos…

Entonces, ¿dónde queda la Escuela Dominical en este esquema? Pues en un lugar privilegiado. Si los padres son la primera línea en la estrate-gia familiar de fe, la ED puede ser la avanzadilla del proyecto de la iglesia local. Quizás ha llegado el momento de renovar el concepto de ED, in-cluyendo el nombre. ¿Realmente debe ser una “escuela”? Nosotros creemos que no. Igual que el culto de los adultos no es una escuela, el mi-

nisterio infantil debe ser una celebración de los que creemos en lo mismo y nos reunimos para disfrutarlo en comunidad. Debemos propiciar que los niños encuentren en sus reuniones ex-periencias significativas que apoyen su fe y la re-lación con sus iguales. El ministerio infantil debe prepararles para la integración en la comunidad de fe, con tiempos de alabanza, enseñanza, mi-nistración, intercesión y acción.

Por otro lado, ¿debe ser “dominical”? Bueno, está claro que el domingo es un gran día, pero debemos intentar dar a nuestros pequeños más oportunidades de compartir en comunidad, aun-que somos conscientes de lo difícil que puede ser a nivel organizativo. Actividades de viernes o sábados, retiros, campamentos… son opor-tunidades únicas para reforzar nuestro proyecto infantil local. Os podemos asegurar por experien-cia que una salida de fin de semana con los niños (nosotros lo hacemos por grupos a partir de los 6 años) es un momento único para conocerles, compartir con ellos, evangelizar a amigos y diver-tirnos, al tiempo que se refuerza el sentimiento de grupo de una manera increíble.

Examinemos pues nuestros programas y actitudes, y tomemos conciencia de que lo que tenemos entre manos como iglesia es una res-ponsabilidad divina de transmitir la fe de nuestro Señor a los más pequeños, disfrutando en cada paso de ese magnífico camino. Seamos creativos, pertinentes y naturales, inventemos nuevas for-mas y compartamos recursos para llevar adelante esta labor. Así podremos ver en nuestros niños, no solo el futuro de las iglesias, sino un presente glorioso donde todos aprendemos los unos de los otros, y nos acompañamos mutuamente.

Alicia González y Javier Diez Jr. son responsables del ministerio infantil en la Iglesia Evangélica de Palma de Mallorca (sita en calle Conde de Barcelona). Alicia es licenciada en magisterio y logopedia y Javier es productor. Tienen dos hijos y dirigen juntos una productora audiovisual. Desde hace 4 años lideran junto a otros hermanos el ministerio infantil de su iglesia local, donde se reúnen unos 80 niños.

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Algunas reflexiones sobre educación cristiana y educación emocional

En el presente escrito voy a describir breve-mente mi opinión sobre la educación cristiana, y a explicar algunos puntos de educación emo-cional desde una óptica bíblica. Es difícil hablar sobre educación cristiana de una manera riguro-sa, ya que seguramente hay muchos enfoques y proyectos en España para poder estudiar en poco espacio. Por tanto, voy a intentar definir al-gunos aspectos para la reflexión que considero importantes desde mi experiencia en relación a este tema.

En primer lugar, me gustaría delimitar cómo entiendo la educación cristiana. Para mí cons-ta de algunos apartados complementarios en-tre sí, que tienen que ver con educar de Cristo, educar en Cristo y educar para Cristo.

Educar de Cristo significa transmitir el men-saje de buenas noticias de la Biblia. La cues-tión que se plantea a continuación es quién es el receptor de dicho currículo y las maneras de hacerlo llegar. La mayoría de veces, cuando pensamos en educar de Cristo de manera ex-plícita pensamos en la Escuela Dominical, en formaciones concretas o en una asignatura de religión, en el contexto de la Iglesia o de escue-las. A menudo olvidamos el contexto familiar como agente primario educativo. En la Biblia se recuerda el papel primordial de los padres para enseñar el saber espiritual y sus funciones.

En Deuteronomio capítulo 11, se reta a los padres a tener presente la obra de Dios para su pueblo, a poner orden en sus propias vidas, a ser obedientes… para poder ser buenos edu-cadores. También se insta a ser fieles a las pala-bras y fuente directa de Dios, y recordarlas para

gestionar “el corazón, el alma, las manos y los ojos” como referente educativo (Deuteronomio 11:18). Además se subraya el mandato de trans-mitir todo este conocimiento espiritual, de padres a hijos, de manera explícita en todo mo-mento y a través de la socialización, proceso bá-sico para la educación cristiana. Aprovechando cualquier oportunidad y mediante las activida-des diarias, los padres pueden ayudar a desa-rrollar hábitos de estudio, meditación, oración, alabanza… que permitan una relación viva con Dios (Deuteronomio 11:19).

Otro punto fundamental que se recuerda a los padres en esta porción bíblica, hace refe-rencia al proceso de identificación, en el que los padres aportan elementos básicos para ayudar a construir la identidad de sus hijos. En Deuteronomio 11:20 se menciona los escritos que se ponían en los postes y puertas de las casas con versículos importantes como símbolo de identidad del Pueblo de Dios, y que, por tanto, deberían presidir las casas de manera activa y definida. Ser cristiano demanda ser claramente diferente y esto es un gran reto pedagógico. Al mismo tiempo, las familias pueden ser un revul-sivo para transformar la sociedad.

Educar en Cristo es otro aspecto de la edu-cación cristiana que tiene que ver con la manera en cómo influimos a los demás, y los posibles cambios que se puedan producir en sus vidas. No siempre se es consciente de esta influen-cia, pero es un proceso común, que se debería considerar como una oportunidad educativa. Se suele llevar a cabo cuando se transmiten los va-lores cristianos personales y sociales de mane-ra práctica, sin mencionar de manera explícita la Biblia o su mensaje. Es el elemento que permi-te dar coherencia al mensaje más explícito del evangelio.

En esta línea, la educación cristiana debe-ría comprometerse con unos referentes éticos claros, claves para la sociedad actual y cimen-tados en Cristo. Por tanto, otro reto para la educación cristiana tiene que ver con el com-promiso responsable de cada cristiano frente a los problemas y situaciones sociales cotidianas, rompiendo la indiferencia o el egoísmo tal como Cristo enseñó.

Finalmente, educar para Cristo significa te-ner muy presente el propósito de la educación cristiana. A menudo he visto proyectos y activi-dades muy interesantes, pero que realmente no

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buscan dicho propósito. Así cabría preguntarse frente a cualquier experiencia formativa, aque-llo que se va a lograr con su desarrollo. Y más concretamente, debería preguntarse si aquella experiencia va a llevar a la persona que la recibe a tener una relación personal con Dios, y a acep-tar formar parte activa de Su familia.

En este sentido, educar para Cristo es po-siblemente el reto más grande de la educación cristiana. No se trata solo de que cada persona conozca muy bien el mensaje espiritual, sino de que cada persona sea comprometida, agradeci-da, responsable… y sobre todo, proactiva en su propio crecimiento para llevar a cabo el propó-sito de Dios. Un ejemplo que ilustra muy bien esta idea es el de la historia de Job. Una per-sona que conocía de “oídas” a Dios, pero que necesitó una experiencia impactante de vida para “ver claramente” su relación con Dios, y participar del propósito que Este tenía para Él. Fue educado para Dios.

La educación cristiana contempla muchos factores por lo que su estudio no es sencillo. Desde la pedagogía se puede aprender mucho de la Biblia y de sus reflexiones sobre educa-ción. Posiblemente nos aporte matices a la hora de delimitar el proceso de educar. Este proceso ayuda a desarrollar integralmente a personas competentes en todas sus inteligencias, inclu-yendo la espiritual. Esta inteligencia muy ob-viada en la mayoría de currículos, necesita ser reivindicada cada vez más desde los foros cris-tianos. Quizás su descripción detallada podría ser objeto de otro escrito.

En relación al desarrollo integral de las per-sonas aparece el segundo concepto de mi escri-to, la educación emocional. Personalmente me ha retado una petición bíblica que Dios nos hace a cada cristiano en Marcos 12:30, y en la que se requiere amar “al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas�. Esto nos hace pensar que la educación cristiana tiene que educar la parte emocional para poder responder de mane-ra completa a Dios.

Hace relativamente pocos años que aparece el concepto de inteligencia emocional (Salovey y Mayer, 1990), y desde entonces se estudia su papel en relación al desarrollo global de cada persona. No es un término opuesto a otras in-teligencias, sino una parte complementaria que ayuda a encontrar la mejor respuesta a cada ex-

periencia vital. Esta inteligencia tiene que ver en cómo se gestionan las relaciones con uno mismo y con los demás. Diversos autores han apuntado a ciertas competencias propias que la componen como el autoconocimiento, la ges-tión de las emociones, la automotivación o el uso de la empatía o de habilidades sociales. Es difícil describir brevemente cómo estas compe-tencias se trasladan a la vida espiritual. Aun así me gustaría apuntar algún ejemplo que puede ayudar a comprender el papel de la inteligencia emocional para los cristianos.

Es ilustrativo el pasaje bíblico en el que dos discípulos caminan hacía Emaús, desolados por la pérdida de su maestro y se encuentran con el mismo Jesús resucitado que les acompaña y explica muchos pasajes de las Escrituras. Me encanta el momento en que estos discípulos, al final del trayecto, reconocen a Jesús y se pre-guntan lo siguiente: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el cami-no, y cuando nos abría las Escrituras? (Lucas 24:32). Me gusta también cuando el versículo posterior apunta que sin esperar más, se pusie-ron en camino de nuevo y volvieron a Jerusalén. Sin duda pudieron usar sus emociones como un radar espiritual que les ayudó, juntamente con las razones aprendidas y sus creencias, a tomar una buena decisión y comunicar de manera sin-cera el mensaje del evangelio. En este sentido, entender las emociones y su significado puede ayudarnos a afrontar cada experiencia vital.

Otro ejemplo que me gusta aportar es el momento en que Jesús se siente muy triste, “hasta la muerte”, en Getsemaní cuando está preparándose para su muerte. Es de gran con-suelo para cada cristiano que incluso Jesús tuviese que afrontar emociones de malestar como la angustia. En este caso, Jesús nos en-seña dos estrategias para la gestión adecuada de esta situación. En Mateo 26:38, Jesús pide a sus discípulos que se queden con Él y velen a su lado. Frente al sufrimiento vital, una primera estrategia puede ser el apoyo de otros cristia-nos en compañía y oración. Por otro lado, en Mateo 26:39, Jesús reconoce su malestar emo-cional pero acepta la voluntad de Dios, llegando a repetir hasta tres veces esta operación. En este momento aparece una segunda estrategia que consiste en aceptar las propias emociones y pasar de la perspectiva “humana” a la pers-pectiva de Dios, tarea no siempre fácil. De este modo, se pueden comprender las situaciones por las que uno pasa y descubrir una perspec-

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tiva nueva para enfocarlas. En esta ilustración el desconocimiento del impacto del sufrimiento en uno mismo, y su mala gestión, hubiera podi-do frenar el cumplimiento del propósito divino.

El uso de la empatía o habilidades sociales es otra de las habilidades de la inteligencia emo-cional. La Biblia está repleta de ejemplos sobre esto. Particularmente me impacta la parábola del buen samaritano en Lucas 10: 30-37. Jesús usa esta historia para hablar, no solo de la em-patía sino de un grado más, de la compasión. A pesar de los posibles prejuicios, el samaritano tiene compasión y “venda las heridas del asal-tado, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo lleva a un mesón y lo cuida”. La compasión no hace lo mínimo, hace lo máximo por los demás. La educación emocional cristiana debería estar im-pregnada de valores e ir más allá de lo mera-mente políticamente correcto.

No quisiera terminar de hablar de educación emocional cristiana sin mencionar la importancia de sintonizar todas las inteligencias para poder vivir coherentemente nuestras creencias. Dios no quiere un pueblo que le honre solo de labios y mantenga su corazón alejado (Mateo 15:8). En esta línea, la educación emocional nos ayu-da a examinarnos y poder realizar los reajustes necesarios para tener una experiencia espiritual verdadera. También nos ayuda a enfocarnos en lo realmente importante y a “no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; las eternas”, encontrando motivación y ánimo en ellas, sin atribularnos de la misma ma-nera que los que no creen. Así podemos apren-der a compartir nuestras vivencias de plenitud en Cristo diciendo como Habacuc: “Con todo, yo me alegraré en el Señor” (Habacuc 3:18), una decisión espiritual tomada con la razón y el co-razón.

Carme Negrillo. Está casada desde hace 23 años y tiene un hijo de 20 años. Vive en Cambrils. Es maestra y dirige un centro público de educación infantil y primaria en Vila-seca (Tarragona). Trabajó de maestra desde hace 22 años y en la dirección desde hace 10 años. También es profesora asociada, desde hace 8 años, en la facultad de Ciencias de la Educa-ción y Psicología de la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona. Además, colabora como coach con algunas organizaciones. Y realiza cursos y conferencias para profesionales y familias sobre temas diversos de educación emocional, gestión de con-flictos, desarrollo personal, liderazgo... Ha escrito artículos de estos temas para revistas pedagógicas y otros foros. Viene desarrollando un programa de convivencia y habilidades socioemocionales que se está llevando a cabo en diversos centros educativos de Cataluña.

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Instrucción bíblica a los niños

Al comenzar a escribir este artículo, me ha parecido oportuno a modo de introducción, com-partir el comentario de dos maestros, con mucha experiencia en la enseñanza a los niños, que se les había asignado la responsabilidad, durante unas conferencias, de tener las clases con los pequeños pertenecientes a diferentes familias de creyentes de varias iglesias de España.

Al término de éstas, nos encontramos para hacer una evaluación general, y al hacer un ba-lance de las clases, quisieron resaltar la siguien-te impresión que habían tenido: “estamos muy sorprendidos del poco conocimiento que los ni-ños han mostrado de la Palabra de Dios”. Les ha-bían compartido la vida de Moisés, y tristemente se dieron cuenta de que no recordaban prácti-camente nada de la vida de este personaje. Me compartieron su gran sorpresa y a la vez confu-sión por tal desconocimiento bíblico de los niños que asisten a la Escuela Dominical.

Lamentablemente, este sentimiento no es sólo una impresión de estos hermanos, sino también la de muchos líderes y pastores que, en diferentes ocasiones, me han compartido idénti-cas o similares apreciaciones.

Personalmente coincido con esta valoración, pues después de más de veinte años de mi-nisterio en la formación de maestros de niños, así como de monitor en campamentos y otros encuentros infantiles, observo con profunda preocupación, que el nivel de la enseñanza en nuestras iglesias evangélicas entre la niñez, no está a la altura de lo que debería ser por su tre-menda trascendencia y lo que nos presenta la misma Biblia.

Sin duda alguna, no podemos soslayar que la mayor responsabilidad de la enseñanza de las Escrituras a los hijos, corresponde a los padres o tutores, a través de la instrucción de la Palabra

de Dios compartida en el hogar, pues así lo dice la Biblia.

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Dt. 6:6,7)

“Instruye al niño en su camino, y aun cuan-do fuere viejo no se apartará de él” (Prov. 22:6)

¿Pero sabes amado lector que estos textos y otros de similar contenido son conocidos por la mayoría de creyentes? ¡Claro! Es más, muy a menudo cuando hablo de la importancia de la enseñanza a los niños de la Palabra de Dios a padres, hermanos responsables de iglesias y de Escuelas Dominicales, me recuerdan estos y otros versículos, para resaltar la tremenda e ini-gualable importancia que resulta en la vida de los niños la enseñanza de la Biblia.

Es por eso interesante leer con atención lo que nuestro hermano D. José María Martínez escribe en el prefacio del libro “El niño y la es-cuela dominical” de D. Ernesto Trenchard: “En los últimos tiempos se ha reconocido de manera creciente la tremenda importancia de la obra en-tre los niños. Para bien o para mal, la influencia que sobre ellos ejercen los educadores (padres añadido) perdura con alcance imprevisible a lo largo de toda su vida. Como muy bien observa el autor, el mantenimiento y el progreso de muchas iglesias en varios países no se debe tanto a es-fuerzos evangelísticos entre adultos, a menudo infructuosos, como la labor sistemática y abne-gada entre los niños y jóvenes. Aun en países como España, donde la novedad de la predica-ción evangélica suele atraer a nuestras congre-gaciones a personas mayores, no es fácil notar la diferencia que en muchos casos existe entre quienes llegan a conocer a Cristo en la edad ma-dura, cuando ya se hallan cargados de un lastre de conceptos, tendencias y hábitos difíciles de desarraigar, y aquellos que se convierten en su niñez, desarrollándose su vida bajo la influencia de la Palabra de Dios expuesta por padres e ins-tructores cristianos”.

También es justo señalar con gran gratitud y especial reconocimiento a aquellos maestros/as que antaño se dedicaban con mucho esfuerzo al ministerio de la enseñanza de los niños y jó-venes. Como resultado de esa abnegada, y en ocasiones sufrida entrega a la educación infantil, vemos el maravilloso fruto en muchas personas

FERNANDO CARRIóN

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consagradas al Señor hoy en día, pues un gran número de creyentes dedicados a la obra del Señor como misioneros, obreros, pastores, an-cianos, maestros de Institutos, etc., fueron ins-truidos en su niñez en las Escuelas Dominicales.

También comparto el testimonio de nues-tros amados hermanos Jaime y Carolina Fasold, cofundadores del Instituto Bíblico y Seminario Teológico de España (Castelldefels) en el año 1975, y directores del mismo por 33 años, quie-nes declaran que: “la enseñanza y evangeliza-ción de los niños es la mayor responsabilidad que tienen los padres y la iglesia de Jesucristo”. Nuestros hermanos dan testimonio que ambos conocieron el evangelio a los cinco años, y que por la gracia de Dios fueron llamados a la obra misionera y están sirviendo al Señor hasta el día de hoy en España y en otros muchos países.

Es recomendable señalar lo que escribe Carlos Spurgeon llamado “príncipe de los pre-dicadores”: “¡Maestros, miren y vean lo que pueden hacer! En sus escuelas están los evan-gelistas del futuro. En esa clase de párvulos hay un futuro misionero a tierras lejanas. Hermanas, ahí abajo tu instrucción hay un futuro apóstol. Hermano, bajo tu enseñanza se hallan los que llevarán los estandartes de nuestro Señor en lo más reñido del combate. Las generaciones tie-nen la mira en ustedes cada vez que se reúnen con su clase”.

Estos testimonios y declaraciones nos lle-van a reflexionar seriamente en el nivel de los instructores de niños, que en demasiadas situa-ciones son aquellos/as que por diferentes nece-sidades o motivaciones, son puestos delante de niños para compartirles las Escrituras, con poca preparación pedagógica e incluso bíblica. Por lo tanto, se hace necesario recordar con toda aten-ción lo que el apóstol Pablo escribe a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios apro-bado, como obrero que no tiene de qué avergon-zarse, que usa bien la Palabra de verdad”.

Lamentablemente, en muchas de las igle-sias de nuestro país, es conocido y reconocido la falta de conocimiento bíblico de un número elevado de adolescentes y jóvenes proceden-tes de Escuelas Dominicales. Esto debería ser de una objetiva y comprometida reflexión para nosotros hoy, si verdaderamente anhelamos un avivamiento en la Iglesia de Jesucristo.

Deseo añadir y compartir información gene-ral de la Misión Evangélica APEEN, al servicio y colaboración a las iglesias en España.

Desde sus inicios en el año 1967, siempre ha procurado servir al Señor en colaboración estre-cha con Su iglesia en España. Sus fundadores, Sres. Pablo y Andrea Reid, fueron quienes com-partieron, a través de sus vidas y enseñanza, la visión de evangelizar a los niños e instruirlos en la Palabra del Señor.

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Los ministerios que desarrolla APEEN están orientados a llevar el evangelio a los niños e in-corporarlos a la iglesia local. Para lograr este ob-jetivo, realiza diferentes actividades ofrecidas a las iglesias que lo solicitan:

Clases de Buenas Nuevas. Ministerio que se realiza en hogares de creyentes u otros locales adecuados, para que un día a la semana y en un horario libre de actividades escolares, los niños se reúnan, por un tiempo de más o menos una hora, para desarrollar un programa evangelístico.

Formación de maestros. Ministerio ofrecido a iglesias para tener clases de formación a ins-tructores y maestros de niños para el ministerio, ya sea para la Escuela Dominical, Campamentos, Clases al aire libre, etc. Se pueden realizar en fines de semana, sábados o semanas según disponibilidad. Un equipo de instructores está al servicio de las iglesias que soliciten este tipo de ministerio, y viajarán al lugar que se les solicite.

Campamentos. Otro ministerio organizado por los obreros de APEEN son los campamen-tos, donde los niños pasan unos días de vaca-ciones con juegos, piscina, veladas, excursiones y, sobre todo, la enseñanza de la Biblia y la obra misionera.

Campañas evangelísticas. Este ministerio es de especial importancia, pues se realiza en obe-diencia al mandamiento bíblico de llevar el evan-gelio a toda criatura. Se trata de un programa de cinco días de duración, que se realiza durante las vacaciones escolares y es muy ameno. Este pro-grama consta de juegos, música, historia bíblica, versículos, regalos, concursos, etc.

Promoción y distribución de material. Como entidad con más de 75 años de experien-cia en la función docente, Apeen elabora y dis-tribuye material pedagógico para los maestros y niños.

Picayjuega: Se trata de un programa para ni-ños en internet, diseñado para que puedan ver en sus ordenadores un amplio programa para la enseñanza de la Palabra de Dios, además de jue-

gos, concursos, la película Jesús, Historias mi-sioneras, etc.

Folletos evangelísticos: Apeen dispone de folletos gratis para colaborar con entidades e iglesias que deseen repartirlos en campañas, campamentos y otras actividades.

Algo más. Se trata de recordar al lector, la ac-titud y la enseñanza que el Señor Jesús mostró a sus discípulos, y que debería ser un referente para Su Iglesia hoy.

“Viéndolos Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios” (Mr. 10:14).

Se trata de un texto que nos recuerda la ex-hortación de Jesús a sus discípulos, que lejos de facilitar un acercamiento de los niños al Señor, dificultaban y se oponían a que los llevaran a conocer al Maestro personalmente, por lo que Jesús les dijo con autoridad: “Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis”. Por lo tanto, en respuesta a la voluntad del Señor, facilitemos que los niños de nuestra generación sean alcan-zados con el evangelio de Jesucristo y oremos para que lleguen a aceptarlo en sus corazones; y edifiquemos sus vidas en los caminos del Señor con la enseñanza de la Biblia.

Para mayor información de APEEN: WWW.APEEN.COM

Fernando Carrión, junto con su esposa Mª Carmen, son los directores nacionales de APEEN desde 1989, después de haber participado en diferentes ministerios y responsabilidades dentro de la entidad. A lo largo de más de 20 años se han dedicado a la formación de maestros de niños en España y organizado y desarrollado campamentos, clases de Buenas Nue-vas, campañas evangelísticas, etc. Desde 1997 han llevado la obra de APEEN en Guinea Ecuatorial.

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Cosmovisión bíblica de la educación escolar cristiana

Loida ha sido una profesora abanderada en nuestra organización. Licenciada en educación, licenciada en teología, con vasta experiencia do-cente y vocación evidente de maestra. Hace al-gún tiempo, al servicio del gobierno, Loida fue a enseñar en la escuela de ‘La Montaña’, como denominaremos a una vereda distante de la ca-pital, a la cual se llega con dificultad, más si es tiempo lluvioso. Apenas iniciar las clases de su primer año en La Montaña, Loida identificó a David. Tenía diez años de edad y comportamien-to difícil. Loida decidió que el primer paso para conocer algo más acerca de David era visitar su casa y hacia allá se dirigió aquella tarde. Era una casa humilde, con una abuela muy mayor que refunfuñó a la profesora algo como, “Deje a ese muchacho tranquilo, con él nadie puede; él aquí no viene sino a comer; yo no quiero saber nada de lo que haga en el colegio porque él no trae sino problemas. ¡Usted verá qué hace con él!”. Loida entendió que no podía contar con la familia de David para ayudarlo; de tal manera que oró a Dios por David, y buscó su acercamiento con solicitud dándole participación en el quehacer es-colar cotidiano. A la vez, Loida comenzó a realizar reuniones de evangelismo y crecimiento espiri-tual en la vereda. Rápidamente David tomó más y más interés en la escuela; también aprendió valores espirituales evidenciando obediencia y respeto. A menos de un año, la abuela preguntó a la profesora: “¿Qué le hizo usted a este mucha-cho para que cambiara tanto?”.

Loida, David, la abuela, son casos típicos en el proceso escolar en Colombia. ¿Qué hace di-ferente la educación escolar basada en los prin-cipios cristianos bíblicos y otra que no lo es? Como proceso, la educación escolar debe ser la conjugación del trabajo esmerado de la familia,

la iglesia y la escuela. La clave es que estas tres instituciones sociales apunten en la misma direc-ción. Pero este es un objetivo ideal. Es lo que debiera ser…

Por otro lado, desde cuando el Estado hiciera presencia en el tema de la educación ésta ha ido dando un giro vertiginoso. Hoy, la sensación es que la familia y la iglesia han decidido hacerse a un lado cual observadores, sin ejercer su rol en térmi-nos de educación de las siguientes generaciones.

Para la iglesia, institucionalmente referida, su ocupación se definió en términos de lo religioso, llegando incluso en algunas denominaciones a satanizar la educación formal. Barbarita cursaba cuarto de bachillerato; un día, dejó de asistir al co-legio porque su familia había “conocido al Señor”. Hace poco, conocimos a la ingeniera de sistemas que sólo debía pasar los exámenes finales para graduarse: “En mi familia conocimos al Señor y nuestra iglesia no me permitió terminar la carre-ra. Afortunadamente, nuestra iglesia cambió su pensamiento con los años. Inmediatamente volví a la universidad para intentar graduarme pero ha-bía pasado mucho tiempo. Comencé una nueva carrera y ahora soy licenciada en educación. Dirijo mi propio colegio”. En términos generales, edu-cación cristiana es referida solamente como un sinónimo de educación religiosa.

Para la familia, el término educación se tornó en algo ambiguo: ¿Quién educa? Entre las mu-chas creencias de familia que las personas afir-man en torno a la educación están algunas como, “estudie, para que llegue a ser alguien”; “si quie-re llegar a tener plata, ¡estudie!”. Si el muchacho o la muchacha hicieren algo indebido en casa, en lugar de ser corregido convenientemente escu-chará al padre o a la madre refunfuñar algo del tenor de, “¿eso es lo que le están enseñando en ese colegio? ¿Para eso pago tanto dinero?”.

El profesor también ha sido influido por las diversas cosmovisiones y los hay con creencias que, inevitablemente, determinan lo que ense-ñan y cómo lo enseñan. También ellos pueden caer en apreciaciones como ésta del alumno que hace algo indebido en la escuela y no es corre-gido convenientemente, mientras dos docentes se secretean, “qué muchacho tan mal educado… ¡Seguramente sus padres nunca están en casa!”. “Muchachos, yo aquí vengo a hacer mi trabajo. Si ustedes aprenden o no, es su problema. Igual, a mí me pagan”. Cierto medio día visitábamos un colegio en calidad de observadoras. Faltaban diez minutos para la una de la tarde. Un grupo de profesores y profesoras estaban sentados juntos

FANNy SABOGAL y BERTA PINEDO

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conversando en un lugar apartado. En el patio, chicos y chicos corrían, saltaban, y uno que otro subía y se tiraba desde un árbol. Preguntamos por qué los docentes no estaban pendientes de los chicos en el patio, a lo que el director nos res-pondió: “Es que ellos empiezan su horario a la una de la tarde y faltan diez minutos”.

Cuando animamos a los pastores a escolari-zar los edificios de las iglesias lo hacemos cons-cientes de que el Estado está esforzándose por ofrecer educación formal a niños y niñas, ado-lescentes y jóvenes en diferentes modalidades financieras, desde la gratuidad hasta los crédi-tos educativos. Sin embargo, al revisar las leyes y las normas de la educación, podemos notar que algunos conceptos varían en su significa-do. Notamos por ejemplo, que al desvincular a Dios del currículo escolar se está enseñando en contra de Él. No existe una educación neutral. Se enseña en línea con el diseño de Dios, o se enseña en contra de sus lineamientos. Hacemos referencia al currículo no sólo de religión, sino de todo el pensum escolar: ¿Qué dice Dios acer-ca de las matemáticas? ¿Qué dice Dios acerca del lenguaje?, ¿de las ciencias naturales y de las ciencias sociales?, ¿de la economía, del derecho, de la política?, ¿del gobierno y de la familia?, ¿de la psicología y de la obra social? ¿Qué dice Dios acerca de…? ¿Los valores son relativos o abso-lutos? ¿Existe algo como la verdad? Educar reco-nociendo que la cosmovisión bíblica afecta todas las áreas de la vida, de la sociedad, del saber, el

hacer, el administrar, ¡todo! De tal manera, ani-mamos a los docentes y directivos docentes a construir escuela cristiana integrando la verdad bíblica en el currículo escolar y en todo el queha-cer pedagógico cotidiano de la escuela, incluidas la disciplina y la evaluación.

Animamos a los padres y madres a recono-cerse como los primeros maestros de sus hijos e hijas. Los primeros años son fundamentales en términos de formación de carácter. El dise-ño de Dios ha establecido que el niño y la niña pasen esos primeros años en familia. Contrario a ello, los párvulos son desprendidos del seno de sus progenitores para ser llevados al jardín de infancia y al preescolar. Desgarradoras escenas hemos vivido el primer día de uno de estos pe-queñitos en la escuela. El otro día, una chiqui-lla lloraba desconsoladamente en los hombros de su profesora. Logramos que nos mirara a la cara, y le dijimos que cuando estuvimos como ella también estábamos muy tristes el primer día de escuela y tuvimos miedo. Pensábamos que mami no regresaría. Ella nos miró con sus ojos muy abiertos y dijo: “¿¡Síiiiii?!?”. Pudimos ani-marla afirmándole que su madre regresaría, que su maestra la amaría, y que haría amigos y viviría muchas experiencias. Sí, es imposible cerrar el sistema preescolar, sacar a todas las madres de sus trabajos para atender a sus párvulos, pero es posible animar a los docentes y ofrecerles las herramientas que les permitan ayudar a cre-cer sanos emocionalmente a cada uno de estos

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pequeñitos, que les llegan año tras año al prees-colar. Animamos a los docentes a ayudar a pa-dres y madres a recuperar la autoridad sobre sus hijos e hijas y educarlos en “disciplina y amones-tación del Señor”.

Colombia es un país abatido por las olas de las guerras internas. Guerras sin sentido que día a día, hora tras hora, cobra víctimas: muertos que dejan huérfanos y viudas; fugitivos de la jus-ticia o de los mismos gestores de las guerras; desplazados de sus tierras cargados de miseria y dolor. Son generaciones que asisten a las es-cuelas con actitud de rechazo, de rebelión. Para estos estudiantes las matemáticas y el lenguaje, las ciencias sociales y todo conocimiento care-cen de mucho significado si no pueden superar su estado emocional y espiritual. En estos ca-sos concretos tiene un valor importantísimo la normatividad del gobierno en favor de los co-legios privados de confesión protestante, que pueden fortalecer su pensum escolar en áreas como religión, ética y valores, convivencia, acor-de a su filosofía cristiana y bíblica. Desde esta perspectiva, estos estudiantes tienen la opción de ser atendidos en una pastoral desde el aula de clases, para la cual los docentes son capaci-tados puntualmente. Clase a clase, momento a momento, los estudiantes son confrontados en justicia y amor con su condición, y animados a

cambiar de actitud afirmados en la actitud amo-rosa y compasiva de sus maestros.

Educar en términos de cosmovisión bíblica de la educación escolar cristiana demanda, pues, re-visar conscientemente la cosmovisión personal, a partir de las creencias propias y de cómo se está respondiendo a esas creencias. Reconocer que nada escapa de la soberanía de Dios ni de sus leyes. Este es un proceso que dura toda la vida, en el cual debe ser invertido esfuerzo diligente. Para acompañar a los docentes y di-rectivos docentes de los colegios vinculados al programa de apadrinamiento Moisés de Alianza Solidaria, en este proceso, han sido trazados li-neamientos en torno a una certificación docente, programa que incluye la adquisición de conoci-mientos, el cambio de actitudes y el ejercicio de prácticas concretas. Alianza Solidaria ha venido invirtiendo recursos para financiar este proceso en Colombia desde el año 2001, promoviendo la participación de capacitadores, la adquisición de materiales pedagógicos, y creando los espa-cios propicios para ofrecer dicha capacitación de manera regular año a año. Por su carácter de proceso, los resultados pueden no ser vistos a corto plazo, ni medidos cuantitativamente, pero los cambios de actitud son altamente apreciados por las comunidades en el entorno de los cole-gios vinculados al programa.

Integrantes de FUNEDUCAR, Ministerio Cristiano de Ayuda a la Infancia, contraparte en Colombia de los proyectos de Alianza Solidaria.

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Las escuelas de padres

La demanda de escuelas de padres ha creci-do en los últimos años en nuestro ámbito, aun-que quizá no siempre con este nombre. Cuando el entorno se vuelve cada vez más individualista, cuando la percepción de que en lo moderno, en lo nuevo y en la tecnología se halla el saber útil, cuando nuestra sociedad ha renunciado a toda una serie de valores sin cuestionarse si era inteli-gente hacerlo ni cuáles venían a ocupar ahora su lugar, el tema de la educación de los hijos pasaba a ser algo más complicado de lo habitual.

Algunos progenitores se acercan a las escue-las de padres por su sentido de responsabilidad hacia sus hijos: cuanto más preparados estemos, mejor; cuanta más información tengamos y más prevenidos nos encontremos, más beneficioso será para ellos. Les aman y quieren demostrar su cariño proveyendo el mejor hogar que sean capa-ces, fomentando actitudes positivas, estilos de relación sanos, evitando errores. Otros padres se acercan cuando surgen los problemas, típicamen-te en la adolescencia de los hijos, que es cuando la educación tiende a complicarse.

Son varias las entidades que organizan escue-las de padres, generalmente todas relacionadas con alguno de los ámbitos de la formación de los niños: los propios centros escolares; los que edu-can en el tiempo libre infantil y que también ofre-cen apoyo a las familias; los centros religiosos, que valoran la educación integral y personalizada como parte fundamental de su estilo de vida; al-gunas entidades que trabajan en el ámbito de la psicopedagogía, debido a que gran parte de los problemas que atienden son ocasionados por dis-funciones que se dan en el seno de las familias.

La necesidad de educarPodía haber titulado este apartado como la

idea o el concepto de educar, pero frente a mu-chas de las opiniones infundadas que circulan sobre la crianza de los hijos he preferido hablar de necesidad. Es cierto que cada niña, que cada niño, llega a este mundo con unas características únicas y unas potencialidades que los padres de-ben ayudar a desarrollar, y este aspecto implica que hay que estar a la expectativa de lo que el

niño muestra. Pero también es cierto que los se-res humanos somos los mamíferos que nacemos con menos instintos, y que hay que enseñar más cosas a las crías (si se me permite decirlo así). Por ejemplo, nuestros niños son seres sociales, aun-que en las últimas décadas se nos esté olvidando; no están solos en el universo, y hay toda una serie de valores relacionados con esta cuestión que de-ben ser instruidos, como por ejemplo el respeto hacia los demás. O que, en principio, para obtener las cosas se requiere un esfuerzo: esto también hay que enseñarlo, para que no crezcan equivo-cados. Creo que se entiende: los niños no van a adivinar las cosas, las van a aprender, de una u otra manera, según cómo se les forme.

Está demostrado que es una ingenuidad pen-sar que no intervenir, que no señalar un camino, que no marcar unas fronteras de conducta, que no educar, en definitiva, pensando que cuando el niño sea mayor ya decidirá, puede ser algo benefi-cioso para la criatura. Porque, lo que no hagan los padres o tutores, lo están haciendo otras personas o medios, mucho más si cabe hoy en día, donde todo a nuestro alrededor está pensado para influir sobre las voluntades. No hay nada inocuo: desde el programa escolar (con su currículum manifies-to y el oculto), pasando por los dibujos animados, los libros, las series de televisión, las canciones, las películas, hasta la publicidad en sí misma en todos sus medios, llegando hasta internet y su mundo particular. Lo que los padres no educan, lo educan otros, y esos otros lo hacen en la di-rección que les conviene, muchas veces contraria a las pocas nociones claras que los progenitores puedan tener.

Educar es también una necesidad porque el niño, para su desarrollo sano, requiere una refe-rencia, aunque luego decida hacer de más y de menos con ella, y se comporte saltándose los lí-mites señalados.

Dos ideas claras y básicas sobre educarLa primera noción tiene que ver con que la fa-

milia debe proveer la protección y los recursos ne-cesarios para el desarrollo del niño. Esto implica el cariño y el estímulo para progresar en cada fase de su vida, todo lo relacionado con una alimen-tación sana y equilibrada, las horas de descanso oportunas, las herramientas y destrezas para des-envolverse y para superar los problemas que se vayan presentando, un espíritu crítico para no de-jarse arrastrar… Se trata más de una equipación emocional que le permita ser fuerte y sentirse seguro porque es querido y actitudinal frente a la vida, que no de las actividades o cursos y carreras que unos padres puedan costear a sus hijos.

La segunda idea tiene que ver con que a los hijos se les educa para que sean autónomos, in-dependientes, adultos. Y esto comienza desde

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que tienen un año o dos con la autonomía perso-nal, las tareas domésticas, los encargos fuera del domicilio, la preparación extraescolar e integral en las cuestiones necesarias para vivir por sí solos. Si a los 18 años, en la mayoría de países, ya pueden votar y decidir los destinos de su nación y asumir frente a la ley la responsabilidad penal de sus ac-tos, deberían también ser capaces de llevar sus vidas de manera elemental: una casa, un trabajo, el dominio de sus emociones y sentimientos, lo que haga falta. Aunque eso no quiere decir que, ya que somos seres sociales, no puedan dejarse orientar, si así lo desean.

Desde las escuelas de padresDesde las escuelas de padres se abordan

estas cuestiones y se ayuda a reflexionar a las familias sobre cuáles son los valores que van a priorizar en su hogar.

¿Son más importantes las posesiones o las personas? ¿Lo que cuenta es lo que tú quieres, tesoro mío, por encima de todo lo demás, o mi-ramos un poco más allá, lo que te interesa a lar-go plazo, aunque ahora te molestes conmigo? ¿Tengo que salirme yo con la mía como madre, como padre, a toda costa, anulando la expresión de cualquier discrepancia? ¿Si no quieres comer las lentejas, prefieres que te haga patatas fritas y carne rebozada, cariño? ¿Aunque ahora no iba a planchar, por no escucharte gritar más, ya me pongo con tu blusa? ¿No te dije que llegaras a casa a las once como muy tarde, y son las dos de la madrugada? ¿Vamos a priorizar la competi-tividad sobre todas las cosas en los estudios, los deportes, allí donde estés, para que siempre seas el mejor, un digno hijo de tu padre? ¿Las cuestio-nes de ahorro energético y de recursos del plane-ta van a constituir un motivo de bronca familiar si no se respetan en la casa?

Las escuelas de padres exponen acerca de los estilos de comunicación con los hijos, por ejemplo, y cómo ello determina el ambiente de un hogar y las técnicas de resolución de los conflictos cuando éstos se presentan, porque los problemas se pre-sentan. La agresividad o pasividad de los padres, o la asertividad como manera habitual de actuar, son factores que entorpecen o ayudan en el momento en que los puentes deben estar tendidos.

También se suele trabajar el tema de los lími-tes, premios y castigos. Los límites entendidos como el marco tanto de protección para el niño como de convivencia para la familia. Los límites físicos, para su seguridad; los valores, para sal-

vaguarda emocional y psicológica, como guía de conducta, como referencia en ausencia de los padres, como parte de los rasgos que pasarán a formar parte de la personalidad del nuevo adulto.

Cuando se trabaja el tema de la disciplina, se propone siempre la educación en base a los pre-mios, a la alabanza, el estímulo, que hace que el niño crezca sabiendo que tiene la aprobación de sus padres, y se fortalece su autoestima. El casti-go siempre debe ser la última opción, y tiene que ajustarse a ciertos criterios como son la propor-cionalidad con la falta cometida, la inmediatez si el niño es pequeño y, si puede ser, que la sanción sea una consecuencia natural o lógica de lo que ha hecho. Se anima a pensar si las estrategias que se suelen usar son eficaces para conseguir el comportamiento deseado en el hijo, si están siendo útiles para corregir el que es nocivo…

Otras funciones de las escuelas de padresLas escuelas de padres son un punto de en-

cuentro para las familias y sirven como terapia grupal por su propia naturaleza: otros padres es-tán viviendo los mismos problemas que uno, y eso ayuda a desdramatizar y tomar perspectiva, a la vez que aportan pistas sobre posibles actuacio-nes educativas, y ayudan a no perder la esperanza ni el ánimo, mientras se permiten sonreír.

Por otra parte, los profesionales que llevan las escuelas de familia pueden valorar que algún pro-blema va más allá del ámbito educativo y familiar, y aconsejan la evaluación de un especialista con-creto como el pediatra, el psicólogo, el psiquiatra.

Para finalizarEl trabajo de apoyo a las familias es necesario

por todo lo que hemos apuntado someramente un poco más arriba, y por muchas más razones. Sin embargo, desde una perspectiva cristiana, los padres, además, tienen el mandamiento expre-so de instruir a los niños, que son definidos en la Biblia como herencia de Dios. De este modo, el encargo de la educación nada tiene que ver con la filosofía educativa imperante en la sociedad en la que a uno le toque vivir, ni tampoco con que los padres o tutores tengan ganas o tiempo para edu-car: deben hacerlo, y con las especificaciones de enseñar con amor, con sabiduría, sin exasperar a los hijos, mirando cada día al Señor que es a quien darán cuentas… Y con alegría: porque educar es sembrar para el futuro, que puede ser hermoso según lo hermosa que sea la semilla que se plan-te y se riegue con paciencia.

Nació en Barcelona. Es pedagoga y directora de actividades de tiempo libre infantil y juvenil en cuanto a formación. Desde hace casi treinta años está trabajando con niños y adolescentes en primera línea. En la actualidad, además, forma parte de un equipo ocupado de la formación de personal titulado oficialmente para la educación de menores de edad en el tiempo libre. Y en escuelas de padres. Da conferencias y talleres de escritura. Es escritora y ha publicado dos libros.

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Una educación integral y de vanguardia: los colegios evangélicos

Quizás el pueblo evangélico en España no ten-ga una historia tan larga como en otros países, pero sí que ha sido intensa, y ha supuesto mucho más de lo que normalmente se piensa. A veces el mismo pueblo protestante en España es de-masiado crítico consigo mismo, y quizás no llega a valorar lo suficiente lo que realmente ha sido la aportación realizada. Una de las grandes contribu-ciones del protestantismo de España es lo refe-rente al sistema educativo de nuestro país.

Alemania, Suiza, Inglaterra y Francia serían lugares de exiliados bien por motivos políticos, o bien por motivos religiosos, que ponían los ojos en nuestro país esperando una nueva oportunidad de libertad. Las Sociedades Bíblicas también estaban pendientes de lo mismo. Aprovechando cierto aire de libertad, en 1833, en un período de la Regencia de María Cristina.

Wiliam Rule, Pastor Metodista de la Wesleyhan Methodist Misionary Society, será quien abra la primera escuela evangélica en España, en el año 1835, en Cádiz, que se cerraría definitivamente en 1839, por ser considerada por la Iglesia Católica y el gobierno español como «peligrosa». Esta sería una escuela gratuita y co-educacional1, algo que en aquel tiempo sería totalmente novedoso e in-cluso arriesgado, de ahí la fuerte oposición que de forma inmediata hubo.

George Henry Borrow, empleado de la Sociedad Bíblica de Londres, y colportor en España, fue un intelectual que se propuso dar a co-nocer el evangelio, y para ello luchar contra el anal-fabetismo. Dominaba muchas lenguas y además escribiría el árabe, armenio, hebreo, galés, euske-ra y caló. Manuel Azaña, uno de los Presidentes

1 Enseñanza para niños de ambos sexos.

de la Segunda República en España, traduciría y prologaría su libro «La Biblia en España». Se rela-cionó con las clases más altas y más bajas. Fue una especie de «profesor sin academia». Viajará por España entre 1836-1849, intentando sacar de la marginación a los más desfavorecidos.

James Thomson, educador y pedagogo esco-cés, sería otro de los que llegarían a España en 1845 como agente de las Sociedades Bíblicas. Un adalid en lo que es el lancasterianismo o enseñan-za mutua2. En este sistema pedagógico no enseña-ban religión pero utilizaban la Biblia como manual de lectura. Ya desde 1812 se extendería este mé-todo en España, tal como expongo más en detalle en el libro que lleva el título de este mismo artículo.

Cuando las puertas de España se abren con la Primera República de 1868, muchos hermanos en Cristo, pastores, hombres y mujeres comienzan a manifestar la necesidad de ofrecer una mejor edu-cación, que permitiera también dar a conocer los principios bíblicos. Las palabras del General Prim: «Ya pueden recorrer España con la Biblia bajo el brazo», no solamente sería un dicho emblemático en nuestra historia, sino que fue como una profe-cía. Esto significaría prepararse mejor para ofrecer una educación que fuese útil para todos. Como digo, fueron muchos los maestros y maestras que se aventurarían a este ejercicio: Ricardo Cifre, un catalán que funda una escuela en Hospitalet, José Eximeno en Zaragoza, Félix Moreno en Galicia, Eulogio Maté en Pamplona, Luis López en Santader… y así un largo etc.

Esto hizo que en no mucho tiempo los cole-gios evangélicos superaran el centenar; cuando en España el analfabetismo estaba siendo el 71 por % de las mujeres y el 55% de los hombres.

Esta iniciativa del protestantismo, que creo que más bien se trataba de un plan de Dios para nuestra tierra, produciría lo que se llamaría el mila-gro de la multiplicación de colegios. Aunque fuese por espíritu combativo, del Estado español, don-de se abriese una escuela evangélica se abrirían otras cercanas para contrarrestar a estas. Junto al Colegio El Porvenir se abriría la Iglesia de los Ángeles y 12 escuelas más.

Un ejemplo de la influencia que la enseñanza protestante tendría en la sociedad española, la ve-mos en el mismo Colegio Evangélico de Bilbao,

2 Este era un sistema pedagógico que sobre todo en países de pocos recursos se llevó a cabo y que consistía en preparar monitores entre los alumnos para que fuesen ayudantes del maestro titular, y siguiendo las pautas dadas, ayudasen al resto de los alumnos. El nombre de lancasteria-nismo viene de uno de sus fundadores que fue un evangéli-co, cuáquero inglés.

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donde estudiaría Indalecio Prieto, Ministro duran-te la época de Azaña y Negrín. Incluso el sobre-saliente literato español Unamuno habla de José Marqués, maestro de este colegio, dando a enten-der, o deduciéndose de lo que explica, que tam-bién había sido alumno suyo.

Otros colegios de gran envergadura se abri-rían en el tiempo de la «Gloriosa». Fue el caso de El Porvenir y otros colegios de la Misión Alemana. En el estudio de esta materia es de referencia obli-gada el ínclito pastor Federico Fliedner, que pisa el suelo español en 1869. Federico sería el fundador del Colegio El Porvenir, y aunque fue poco tiempo el que pudo dedicarse a él, ya que se fundó en 1897 y él murió en 1901, su impulso y orientacio-nes fueron decisivas para su continuidad. En esto ayudó su familia, quienes asumieron la empresa como un servicio a Dios. Los principios pestalo-zzianos eran evidentes, pues además la familia tendría cierta amistad con el famoso pedagogo. El edificio de «El Porvenir» y sus instalaciones, ya hablan simbólicamente del tipo de enseñanza. Al inicio de la Segunda República contaría con unos 300 alumnos. Indalecio Prieto sería protector de la misma institución.

La Escuela Modelo de Alicante (1897) también se destacaría de forma muy evidente. Su funda-dor fue Francisco Albricias, que estudió teología y pedagogía en Suiza. Sus hijos Franklin y Lincoln Albricias también serían maestros muy reseña-bles. Miguel de Unamuno estaría muy bien rela-cionado con algunos de estos maestros3. Atendía 580 niños y 120 niñas y 80 adultos. Más de 8.000 alumnos pasarían por sus aulas.

El Instituto Internacional de Señoritas sería otra institución protestante que aportaría mucho a la educación en España, especialmente centrada en la mujer. En 1872 los misioneros estadouni-denses, William y Alice Gulick, abren una pequeña escuela en Santander, teniendo un internado para señoritas en su propio domicilio. En 1881 se tras-ladan a San Sebastián. Alice Gulick tenía el sueño de unas infraestructuras más amplias.

En 1906 se edifica el sueño, cuando ya Alice había fallecido. Las instalaciones para educación

3 Se puede constatar por la correspondencia que hay entre ellos.

de la mujer se levantarían en Madrid, en la ca-lle Miguel Ángel, comenzando con 80 alumnas. Unidos a este proyecto habría figuras muy desta-cadas de la literatura y de la docencia. José Ortega y Gasset o Juan Ramón Jiménez pasarían por el aula magna de esta institución, donde literatos e intelectuales daban conferencias. La Institución Libre de Enseñanza (ILE) sería un aliado en todo momento. En 1982 este edificio se declararía Patrimonio Nacional.

Con el inicio de la dictadura franquista, los co-legios evangélicos se cerrarían. El Porvenir fue el único que se mantuvo. Pero cuando la dictadura ya se había implantado y estaba en una etapa di-ferente, se abrirían otros colegios, aunque en este caso el motivo principal sería la educación de los mismos evangélicos, que en las escuelas públicas estaban siendo fuertemente discriminados por motivo de su fe. Algunos de estos colegios serían: Colegio Evangélico de Barcelona «Pére Galés» (1967-1989); Colegio Evangélico Pisga de Albacete (1966-1988) y el Colegio Evangélico Bethel de Alicante (1970-1973).

En aquel tiempo fue un revulsivo que movió los cimientos del sistema educativo en España. Hoy se sigue buscando incidir en aquellos princi-pios que fueron de vanguardia en el inicio de la Historia Contemporánea de España, y que tienen una significativa consonancia con el evangelio. Estos principios eran los que harían mirar al alum-no como una persona completa, es decir, con ne-cesidad formativa tanto intelectual, como física y espiritualmente.

En la actualidad el testimonio de aquellos co-legios evangélicos se sigue manteniendo, siendo un ejemplo y un testimonio del pueblo evangéli-co. Actualmente, estos colegios son: Colegio El Porvenir; Colegio Juan de Valdés;4 Colegio Alfa & Omega en Denia; Escola Infantil Betania. No obs-tante, habría que plantearse en los nuevos tiem-pos que vivimos, y ante las diferentes necesidades pedagógicas, cuál debería ser nuestra proyección. Seguramente nos daríamos cuenta que aún con-tinuando con los mismos principios que movieron a los pedagogos protestantes, las actuaciones po-drían ser diferentes.

4 En el curso 2005-2006 tendría matriculados a 1.076 alumnos.

Juan Manuel Quero Moreno es Doctor Cum Laude por la Universidad Complutense de Madrid, y licenciado en Geo-grafía e Historia por la UNED. Además, Diplomado en Teología por el Seminario Teológico UEBE. Ha sido Pastor de varias iglesias durante 27 años y Vicepresidente de la UEBE. Es profesor en área Pastoral del Seminario Teológico UEBE y fun-dador del Centro de Estudios Teológicos de Madrid CARISMA. Ha escrito diferentes libros como: Enseñar para la vida: El protestantismo en Pestalozzi y en el krausismo español y Educación integral y de vanguardia: Los colegios evangélicos en España. (correo-e: [email protected] Telf.: 617849082).

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Protestantismo y proyección educativa

Hay que tener en cuenta que el protestan-tismo ha tenido a la escuela como una de las instituciones más importantes de la sociedad. Prácticamente con una iglesia se abría una es-cuela. En la publicación protestante, Revista Cristiana, podemos ver un artículo sobre este tema, de lo que entresaco lo siguiente:

Lutero fue el primero y el más entusiasta de-fensor de la enseñanza popular, y el que, previen-do El Porvenir, trazó las líneas generales de lo que hoy se llama pedagogía o método práctico racio-nal y progresivo de enseñar y de aprender, y es a la verdad muy extraño y lamentable que en libros de texto en nuestras Escuelas normales como La Historia de la Pedagogía Universal, por D. Eugenio García Barbarín, entre otros, se estampan afirma-ciones tan erróneas como ésta: «La influencia de este famoso reformador (Lutero), no sólo dañó á la religión y sembró la duda en los espíritus, sino que también fue dañosa á las costumbres, al arte y á la literatura1.»[sic]

La Biblia fue el motivo por el que surge la «Pedagogía de la Reforma». El hombre se hace responsable de su fe, siendo la Biblia el centro de toda regla espiritual para su vida. Por ello era necesario que todos pudieran leer la Biblia, bus-cando dirección en su fe por su razón personal, lo que conllevó la necesidad de una educación para todos, sin distinción de edad, raza, clase so-cial o sexo.

Al reformador alemán, Melanchton se deberá lo que podría ser el primer plan de enseñanza debido a los reglamentos escolares que preparó, donde trata la importancia de centrarse en una sola asignatura, y no en varias al mismo tiempo,

1 «Lutero y la Enseñanza». Revista Cristiana: Periódi-co Científico Religioso. Tomo XXXIII, Nº 777, 15 de mayo de 1912, 82-83.

cargando al alumno con multitud de libros. En ello destaca también la importancia de los méto-dos de la elocuencia romana, uniendo la expre-sión oral con el conocimiento real y cercano de las cosas.

Otros muchos reformadores del siglo XVI co-laborarían en un cambio de rumbo de la ense-ñanza y su pedagogía. Juan Calvino mismo, que fundaría diferentes colegios en Ginebra, abogaría y trabajaría por una escuela que tuviera el propó-sito de formar buenos ciudadanos. Este último, a partir de su foco de acción inicial que sería Suiza, se extendería por toda Europa. Su propósito tam-bién era la creación de escuelas y la enseñanza en lengua vernácula, siendo la influencia inicial bastante incisiva. Algunas de las características de esta educación calvinista las presenta H. D. Foster, que citado por Luzuriaga dice al respecto:

La acentuación del elemento laico en la educación; la preparación para la “república” y la “sociedad”, tanto como para la Iglesia; la in-sistencia sobre la virtud y sobre el conocimien-to; la exigencia de una amplia educación como esencial para la libertad de conciencia; un am-plio sistema de educación elemental, secunda-ria y universitaria, tanto para los pobres como para los ricos; un enorme conocimiento de las Escrituras aun entre las clases más pobres; la utilización de la organización representativa de la Iglesia para fundar, sostener y unificar la educa-ción; la disposición para sacrificarse por la edu-cación realizándola a toda costa; una inspección en forma colectiva de profesores y estudiantes; una acentuación notable del empleo de la lengua vernácula y finalmente un espíritu progresivo de la indagación e investigación2.

La participación del Estado en la enseñanza pública fue creciendo durante el siglo XVII en los países protestantes, ya que en los católicos la educación pública estará dominada por las órde-nes religiosas, especialmente por los jesuitas.

En esta época se sigue dejando la huella protestante, abriendo camino hacia nuestros días, con personajes tan sobresalientes, como el llamado precursor de la pedagogía moderna, Comenio, y otros como Ratke y Locke, uniendo empirismo e idealismo para dar a luz una peda-gogía realista, que sería un impulso en los peda-gogos de los últimos siglos de nuestro tiempo.

2 H.D. Forster. «Calvinists and Education.» En: Paul de Monroe. Encyclopedia of Education. Vol. I. NewYork: The Macmillan Company, 1926-1928). Ápud, Ibídem, 117-118.

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En la trastienda de este trabajo está también toda la fuerza del siglo XVIII, que como algunos lo han catalogado, es el siglo pedagógico. Las au-toridades y los reyes se centrarían especialmen-te en esta tarea. Es el Siglo de las Luces o de la Ilustración de la «Aufklärung» en Alemania. Aquí se amalgamarían muchos de los planteamientos que se empezaron a desarrollar en la Reforma y en el protestantismo, tales como el idealismo, el sensualismo o el sensorialismo, el empiris-mo y el racionalismo. Muchos de los grandes personajes de esta época, más que creadores, serán divulgadores de lo anterior: educación es-tatal, nacional, gratuita, universal, total, etc. En esta época destacarían también las reformas de Carlos III con el apoyo de sus ministros, como Jovellanos. Se abrirían las primeras escuelas ofi-ciales para niños en nuestro país.

Este es el siglo de la pedagogía idealista con filósofos del mundo protestante que marcan la mayor representación de este movimiento; tales como Fichte, Hegel o Schleirmacher. Es el tiempo de los escritores también del pue-blo evangélico, como serían Goethe, Schiler, Lessing y Richter. De una forma especial des-tacarían Pestalozzi y Froebel. En una línea más realista encontramos a Herbert Spencer, que re-presentará la pedagogía positivista. La gran ma-yoría de ellos impregnados por un evangelio que lleva a una relación personal con Dios, es decir, casi todos con una teología, con variantes, pero protestante.

El krausismo que por medio de Sanz del Río se introduciría en España, pasando por las dife-rentes instituciones españolas, y haciéndose eco por medio de los intelectuales coetáneos, crearía una mentalidad más abierta hacia la libertad.

A finales del siglo XIX comenzó una tenden-cia pedagógica que se denominó Escuela Nueva, frente a la Escuela Tradicional. En esta Escuela Nueva destacaría como objetivo principal la edu-cación desde la experiencia del educando, uti-lizando una buena moral, y medios adecuados para trabajos manuales.

Tras estas ideas están los precursores en parte ya citados, Rousseau, Pestalozzi, Froebel y el mismo Krause —entre otros—, y el mismo krausismo español. Pero también estará la praxis de los colegios evangélicos que pondrían en práctica nuevas técnicas pedagógicas, nuevos métodos y nuevos materiales.

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La Asociación de madres y padres evangélicos

“Tenemos que alzar la voz para de-fender valores en las aulas”

Hace unos meses dio sus primeros pasos la Asociación de Madres y Padres Evangélicos (AMPE). Uno de los principales objetivos de esta asociación es el de normalizar nuestra presencia evangélica en la sociedad en el área de la represen-tación de padres, tutores y alumnos evangélicos.

Cuando empezamos a engendrar el proyecto de lo que daría a luz AMPE, nos dimos cuenta que había un vacío en la representación de ma-dres y padres evangélicos.

Que habían habido ocasiones en las que sa-bíamos que no se había representado nuestra voz lo suficiente, ante inquietantes situaciones que habíamos vivido tanto en los medios de comunicación como en el ámbito educativo en nuestro país en los últimos años, y fue ello lo que nos hizo darnos cuenta de la necesidad de crear un “órgano de representación de los inte-reses de los padres en todos los lugares donde se decida la política educativa y familiar”.

Otros objetivos importantes y de base para nuestra asociación son los siguientes:

• PROMOVER el derecho de los padres a elegir directamente la escuela de sus hijos.

• DEFENDER el derecho de los padres a la educación religiosa de sus hijos en los cen-tros docentes.

• ELEGIR el tipo de educación que desean para sus hijos, así como la enseñanza moral y re-ligiosa acorde con sus propias convicciones.

• PROMOVER los valores esenciales de la per-sona y la familia.

• DEFENDER la libertad de enseñanza, tanto en la escuela pública como en la privada.

• FORTALECER a las familias en cuanto a la educación de sus hijos.

Deseamos “sobre todo trabajar en los mode-los de educación. Hemos ido perdiendo valores, siendo guiados por los aires políticos del gobier-no de turno”. Es por ello que nace esta asociación dispuesta a entrar en el debate educativo social con una voz evangélica, así “como ya hay voces católicas, musulmanas, judías o laicas”. Como cristianos podemos tener un papel muy impor-tante en nuestra sociedad, no podemos seguir como observadores pasivos en medio de nues-tra generación.

La asociación “abarca la representación de los padres porque en este ámbito no existía nada, y tenemos que alzar una voz que esté de acuerdo a nuestras convicciones morales y espi-rituales”

En esta asociación me acompañan en la Junta Directiva un amplio equipo de trabajo en el que figuran reconocidas personalidades del ám-bito evangélico español relacionadas con educa-ción y familia, como son Marcos Zapata como vicepresidente (líder del movimiento Buenas Noticias), Juan Varela como secretario general (presidente de INFFA), o Lidia Martín (psicóloga y fundadora de Prevvia) como vocal, entre otros que se han ido sumando, formando un amplio

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abanico del que gran parte del pueblo evangélico se siente parte.

De hecho, ha habido tanta aceptación y ex-pectación que se nos están adhiriendo al pro-yecto personas, iglesias y asociaciones que muestran buena voluntad “y muchas ganas de colaborar”.

Tanto así, que hemos decidido crear lo que se va a denominar Junta Consultiva, que estará formada por un número importante de personas relacionadas con el ámbito educativo, formativo y familiar. Personas reconocidas mediáticamente en nuestro entorno evangélico y que han mos-trado su inquietud de formar parte de este pro-yecto.

Uno de los enfoques principales al crear AMPE es que tenía que quedar cubierta cual-quier sensibilidad evangélica. “Somos un pueblo con una capacidad de ideas muy propias y que-remos que cualquier madre, padre o asociación educativa se sienta representado”. Y esto es lo que se ha logrado tanto con la Junta Directiva como con la Junta Consultiva.

Decir también que AMPE es además pione-ra en España como asociación representativa de madres y padres evangélicos, creando interés no sólo en el país sino también en Latinoamérica, desde donde ha habido contactos interesándose por esta iniciativa.

Desde entornos educativos evangélicos de otros países, nos han consultado sobre las ideas, los estatutos, el trabajo de la asociación, y nos ilusiona el percibir todas las posibilidades que se abren junto a este proyecto.

El primer proyecto formal de la asociación, una vez puesta en marcha la página web www.ampe-asociacion.org,  fue nuestra participación en el Congreso Mundial de Familias que se ce-lebró en Madrid el pasado mes de mayo, don-de AMPE tuvo un espacio de representación en uno de los stands principales. Fue un tiempo donde pudimos intercambiar nuestras inquie-tudes con otras asociaciones del ámbito edu-cativo familiar, así como conocer y establecer

futuras mesas de trabajo que seguro serán de interés general. Puedo decir que AMPE, junto al Instituto de Formación Familiar (INFFA), pudi-mos llevar la representación evangélica a este Congreso.

Consideramos que la creación de la asocia-ción permitirá llevar adelante acciones de influen-cia en el entorno educativo. “Durante muchos años si no hemos puesto voz es porque hemos pensado que se podía hacer poco, pero ahora se puede hacer mucho con este equipo de perso-nas, de profesionales, de gente con inquietudes para trabajar”.

Es el momento de participar. Tenemos la capacidad, las convicciones y nuestra voz, y te-nemos un respaldo de muchas personas que tie-nen una credibilidad en el campo evangélico y son autoridad en el campo de la educación y la familia”.

El pueblo evangélico tiene una capacidad tre-menda de diálogo, por lo que somos, abarcando tantas sensibilidades. Esa capacidad de dialogar, de poder encontrar puntos de encuentro con otros, nos aportará mucho a lo que es la repre-sentación de las familias.

Hay otras asociaciones que quizá son más restrictivas y no todo el mundo se puede sentir representado. Nosotros representaremos valo-res, la moral de las familias, una visión de lo que tiene que ser la educación de nuestros hijos, y creo que muchas personas se nos sumarán.

Aquellos que deseen contactar con nuestra asociación o hacerse socio de la misma, pueden encontrar la información al respecto en la: www.ampe-asociacion.org

Pedimos toda la colaboración posible. Somos una entidad abierta y participativa y queremos fomentar la acción de padres y madres evangéli-cos; animarles a entrar en el tejido social, porque hace falta que nos involucremos, que seamos in-fluencia. Tenemos mucho que aportar como pue-blo evangélico; por ello, abrimos las puertas a los que quieran conocer nuestro proyecto y llevarlo a donde residen o a sus iglesias.

Elizabet Rodríguez de Castro es presidenta de AMPE y Pastora fundadora de la Misión Carismática Internacional en España. Además, es Licenciada en Teología por la Christian University for the Nations CUN (Los Ángeles, EEUU) y ha rea-lizado una Maestría en ministerios pastorales. Actualmente trabaja como Perito Judicial, es Maestra de Capacitación y Liderazgo Cristiano, coordinadora del Área Política de OCI (AEE) y Secretaria Provincial de Políticas Sociales.

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La Asociación de educadores evangélicos de Madrid

Antes de hablar acerca de nuestra visión de la educación cristiana y de las áreas en las que trabajamos, como el desarrollo integral de los ni-ños y adolescentes y el apoyo a los padres en su importante cometido, mencionaremos cuá-les son los fines de la Asociación y de nuestros proyectos en la actualidad, como Formación de Educadores, Godly Play, Escuela de Padres “Darse un Respiro”; todo ello contemplado des-de el panorama actual de la transformación de la educación.

I. Fines de la Asociación

La Asociación de Educadores Evangélicos de Madrid está comprometida con el desarrollo in-tegral del niño y del adolescente.

En sus estatutos se contempla como uno de sus fines: “Promover desde la óptica de los principios cristianos, la educación integral y el bienestar del niño y del adolescente en aras del completo desarrollo de su personalidad”.

Tenemos ante nosotros un reto como edu-cadores cristianos, y es el de formar a educado-res que sean capaces de estimular el desarrollo integral de las personas en una época en la que los cambios sociales y tecnológicos son vertigi-nosos.

Y esto se concreta en al menos dos líneas de trabajo: promover la espiritualidad del niño y el adolescente, y el trabajo a favor de que las familias cumplan bien su cometido de educar y guiar a sus hijos.

La Asociación de Educadores Cristianos en colaboración con entidades como Unión Bíblica, Ágape y la asociación Godly Play España orga-

niza cursos dirigidos a personas que sienten la vocación pedagógica.

II. Transformación de la Educación

Desde finales del siglo pasado y comienzos de este, se ha venido advirtiendo de la necesi-dad de una transformación de la pedagogía hacia aprendizajes globalizadores en contra de los sa-beres separados y desconectados unos de otros, así como de aprendizajes activos versus pasivos en los que el alumno se dedica solo a escuchar al maestro y no participa, o participa poco en su proceso de aprendizaje. Según Schiefelbein, “La enseñanza activa es la mejor garantía para lograr una escuela enraizada en la vida”.

La Asociación de Educadores Cristianos uti-liza en sus metodologías ambos hallazgos de la pedagogía moderna, es decir, no hace compar-timentos estancos entre educación religiosa y secular y utiliza métodos participativos activos.

III. Proyectos formativos en marcha (Cur-sos de Formación de educadores)

A continuación, vamos a detenernos en algu-nos de los cursos que ofrecemos partiendo de los objetivos que queremos alcanzar.

Desarrollamos dos cursos que tienen que ver con la formación de educadores para promover el desarrollo integral del niño y adolescente, lo que en definitiva supone desarrollar la espiritua-lidad del niño.

Hay muchas definiciones de espiritualidad pero la que más nos gusta es la que considera a esta como desde una perspectiva “holística” (del griego “holos” que significa totalidad). Para González Ramella y Varela, la espiritualidad sería: Un “principio vital que se extiende por la totali-dad del ser humano, es decir, en sus dimensio-nes volitivas, afectivas, morales, intelectuales y físicas, y que genera una capacidad para los va-lores trascendentales”. Es decir, la espiritualidad debe involucrar a la totalidad del ser y promover el desarrollo integral de la persona que abarca los aspectos físicos, psíquico-emocionales y es-pirituales.

Como dice Ken Robinson en su obra “El Elemento”: “Todos nacemos con una capacidad extraordinaria para la imaginación, la inteligen-cia, las emociones, la intuición, la espiritualidad y con conciencia física y sensorial. En la mayoría de los casos solo utilizamos una mínima parte de estas facultades, y algunas personas no las

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aprovechan en absoluto”. El teólogo brasileño Hugo Assmann dice que todos los seres vivos somos “sistemas aprendientes”. Nos mantene-mos vivos y crecemos en vitalidad en la medi-da en que continuamos aprendiendo. Existe una unidad básica entre procesos vitales y procesos cognitivos…”.

La preocupación de nuestra asociación y de todos los educadores, sean cristianos o no, debe ser la de no solo no poner obstáculos a este de-sarrollo integral de la persona, sino ayudarles a descubrir sus talentos y capacidades potencian-do y estimulando su creatividad.

A. Formación de Educadores

En colaboración con la Unión Bíblica, el curso de formación de educadores “Trabajando con ni-ños hoy” está dirigido a: profesores de Escuela Dominical, monitores o animadores de Tiempo Libre, cuidadores de niños o padres.

El propósito de este curso es animar a los que están trabajando con niños, y a los que desean empezar, a que aprendan y sigan aprendiendo, a que estén abiertos tanto a los cambios del entor-no como aquellos que tienen lugar en los niños, y que estén dispuestos a cambiar sus métodos de enseñanza según las circunstancias, porque siempre hay algo nuevo que aprender acerca de la enseñanza y el aprendizaje, acerca de los ni-ños y acerca del reino de Dios.

Por estas razones, la Unión Bíblica recomien-da el desarrollo de un programa continuo de for-mación, sujeto a irse renovando en función de los avances en el terreno de la educación del niño, y que ofrece a los educadores una variedad de experiencias de aprendizaje.

Todas las sesiones del curso se desarrollan de manera participativa y activa, usando méto-dos de coloquio, trabajo en grupos, role-play, trabajos manuales, simulacros, etc. Algunas se-siones tienen que ver con la enseñanza de niños de edades específicas, y los participantes traba-jan en pequeños grupos conforme a dichas eda-des. Cada asistente recibe un manual con amplio material suplementario para el seguimiento pos-terior de los temas tratados en el curso.

B. Godly Play (Juego Sagrado)

Desde 2004, en colaboración con la Unión Bíblica y más recientemente con la nueva aso-ciación Godly Play España, vamos promoviendo la implantación de este método en nuestro país.

El propósito de Godly Play es el de enseñar a los niños el arte de usar el lenguaje religioso (pará-bola, historia sagrada, silencio y acción litúrgica) con el fin de que sean más conscientes de la presencia misteriosa de Dios en sus vidas. Uno de los objetivos de Godly Play es crear un lugar seguro para los niños; se trata de un lugar donde sus ideas, opiniones y capacidades son profun-damente respetadas.

El enfoque pedagógico de Godly Play es una de las diversas variaciones de la tradi-ción Montessori aplicada a la educación reli-giosa. Procede del trabajo de Sofia Cavalleti y la organización internacional fundada por ella en 1963 en Roma, llamada “Asociación María Montessori para la Formación Religiosa del Niño”. Actualmente, una figura clave es Jerome Berryman, pastor episcopal, terapeuta, instruc-tor montessoriano y autor. Se ha dicho que Godly Play es una especie de “levadura”, no sólo dentro de la tradición montessoriana, sino también den-tro de la educación religiosa en general, tanto la que se dirige a adultos como a niños.

La metodología de Godly Play…

• proporciona a los niños una oportunidad de trabajar con materiales sensoriales en un am-biente seguro y estimulante;

• combina e integra los dos medios principa-les por los que los niños adquieren el conoci-miento: (i) el lenguaje (sistema verbal), y (ii) el juego (sistema no verbal);

• invita a los niños a utilizar el material con el fin de elaborar y expresar sus propios pensa-mientos y sentimientos;

• aborda el ‘misterio’ de la experiencia (tanto sus aspectos gozosos como los tristes), en vez de depender de la ‘magia’ efímera del úl-timo juguete o videojuego;

• enseña a los niños a respetarse mutuamente a través de los ritos y la manera en que se organizan el tiempo y el espacio; les propor-ciona una ética basada en la bendición.

Godly Play es un medio eficaz de trabajar con niños que tienen diversos estilos de aprendiza-je. Después de escuchar una historia, los niños deciden ellos mismos la manera de responder a ella por medio de…

• la narración (cuentan de nuevo la historia usando los materiales apropiados)

• juegos, mapas o puzzles

• su propia expresión creativa (dibujo, pintura, modelado, escritura…)

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C. Capacitación

En colaboración con Ágape-Aventura, or-ganizamos cursos de capacitación dirigidos a líderes de adolescentes, comprendiendo la pro-blemática del adolescente hoy y ofreciéndoles herramientas para llevar a cabo su trabajo en una época de cambios en los valores y en las formas de expresión juveniles.

D. Escuela de Padres

Ya hace tiempo la Asociación de Educadores Cristianos puso en marcha una Escuela de Padres, vista la necesidad que existía en nuestras iglesias y en la sociedad en general de criterios claros de cómo educar a nuestros hijos, cómo preservarles de malas influencias y peligros, y cómo enfrentar situaciones difíciles con ellos, en definitiva, cómo ser padres en la sociedad actual, cosa que no se aprende en ningún lugar.

El material se denominó: ¡Darse un respiro! Cómo ser padres en la sociedad actual.

Este curso no consiste meramente en una serie de charlas dadas por un profesional, sino que se basa en la participación activa de un gru-po de padres. La filosofía del cursillo es la de ser “Padres que ayudan a otros padres a ser mejores

padres”. Pensamos que este curso es útil, además de para los padres, también para profesionales, técnicos y voluntarios relacionados con el campo de los menores, o con el trabajo con familias, los cuales pueden estar involucrados en una activi-dad de intervención y prevención de problemas de conducta, tales como: trabajadores y educado-res sociales, educadores de familia, psicólogos y pedagogos y otros profesionales.

En todos estos cursos los temas se tratan desde una óptica cristiana, y transmitiendo los valores cristianos, y aunque a veces no se citen textos bíblicos estos cursos están influidos pro-fundamente por la ética cristiana que se expresa en lenguajes saludables y optimistas, enfatizan-do emociones positivas sobre las negativas: el amor a lo que le rodea, sean personas, animales, vegetales o cosas, la empatía, la compasión, el altruismo, el heroísmo, vs. el egoísmo, la insoli-daridad, la violencia, etc.

E. Revista Splash

Splash es una revista infantil enfocada en niños de 4 a 10 años, editada por la Asociación de Educadores Evangélicos de Madrid. La defini-mos como una revista para aprender y divertirte en familia. Por eso, todas sus secciones tienen

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algo que enseñar, de forma divertida y motivan la comunicación en casa. En consecuencia, el des-tinatario final no es solamente el niño, sino toda la familia.

A través de sus páginas promovemos los valores cristianos derivados del principio funda-mental transmitido por Jesús: el amor a Dios y a los demás. Splash busca simplificar el acceso de los niños a la Biblia, especialmente aquellos que no están familiarizados con el vocabulario re-ligioso muchas veces utilizado en las iglesias. Por eso usamos el texto bíblico en lenguaje sencillo y directamente embebido en el artículo.

Entendemos que el mensaje llega a los niños a través de los mayores que compran la revista, por lo que procuramos que Splash sea atractiva a los padres, educadores y líderes de niños en contenido escrito, imágenes y papel de excelente calidad. Splash necesita la complicidad de los pa-

dres a la hora de comprar la revista, leer el cuento, prestar atención a la interacción cuento-padre-ni-ño en las actividades que se proponen, dedicar un tiempo para probar los proyectos de cocina, manualidades, salidas o juegos. En la secciones de pasatiempos e inglés, la tarea será animarles cuando lo hayan hecho bien o corregir los errores.

Sus objetivos son:

– Ser un medio para aprender y divertirse en familia.

– Llegar a las familias que están fuera de la igle-sia con una alternativa cristiana para construir sus familias.

– Animar al pueblo cristiano a compartir este mensaje (regalándola, distribuyéndola en su comunidad, o por suscripción).

F. Trabajo en red

Como hemos podido ver, somos diferentes organizaciones las que trabajamos con un obje-tivo común, que es la formación de educadores desde una perspectiva cristiana en beneficio de los niños, adolescentes y sus familias. Además, organizamos una conferencia anual para edu-cadores, profesores de ERE, etc. sobre temas interesantes para ellos, por ejemplo: “El acoso escolar: causas y cómo prevenirlo”, “La media-ción de conflictos en la escuela”, “El desarrollo de la conciencia moral en el niño y adolescen-te”, “El uso del cine en las clases de ERE”, todas impartidas por conocidos especialistas cristianos en estos temas.

Raúl García es Doctor en Medicina, especialista en psiquiatría, y en psiquiatra infantil en Centro de Salud Mental (Madrid). Además, es Profesor Asociado de Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Madrid y Licenciado en Teología (SEUT). Actualmente, es Presidente de la Asociación de Educadores Evangélicos de Madrid y Anciano en la Asamblea de Hermanos “El Shaday” (Madrid). También se dedica a dar conferencias sobre temas de Desarrollo espiritual de la infancia y de familia.

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nEl difícil papel de los abuelos en el siglo XXI

Quiero empezar este artículo con dos frases que nos pueden ayudar a reflexionar sobre el tema de los abuelos: “Cuando una madre cree que su trabajo ha terminado, se convierte en abuela” (Caroline Brownlow), y “Saber enveje-cer es la obra maestra de la cordura y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir” (Henri Frederic Amiel)

Este tema es actualmente un asunto difícil de tratar. Si este trabajo se hubiera escrito 20 ó 30 años atrás, el “discurso” habría sido muy dis-tinto al de hoy, porque en estos días la relación hijos-abuelos-nietos, se ha complicado hasta ex-tremos absolutamente innecesarios.

Aunque parezca impensable, doy fe de que son muchos los padres jóvenes que van al psi-cólogo por este tema, y que son muchos los abuelos que no saben qué rol tienen que jugar en la vida de la familia extendida y también que, por desgracia, estas relaciones que deberían ser gratificantes se han convertido en fuente de do-lor para muchas personas. Unos se dejan la piel, otros se protegen demasiado y una cuestión tan natural como la vida misma, se está convirtiendo en un continuo de conflictos y desazón.

Creemos que lo natural se nos ha dislocado, antes nadie cuestionaba que los abuelos eran parte de la familia y que, por sentido común, es-tarían con los nietos y disfrutarían, y sufrirían de ellos y con ellos. Era un derecho y un deber tan incuestionable como el de la maternidad o el de la paternidad. Ahora no, ¿tienen derecho a tener a sus nietos? ¿Los malcriarán? ¿Dónde están los límites de esa relación?

Según nuestra investigación, durante estos años, hemos llegado a la conclusión de que de-bemos levantar un grito de defensa en cuanto a esa relación. Hemos perdido todos mucho al in-

tentar apartar demasiado a los abuelos de la vida familiar. Por supuesto que no ignoramos la nece-sidad de que la familia nuclear, es decir, padres e hijos gocen de una vida independiente e íntima, pero muchos se han ido al otro extremo. O, me-jor dicho, a dos extremos: los padres jóvenes de hoy, en su mayoría, o luchan por que los abuelos se queden lo más lejos posible de sus vidas y la de sus hijos, o se desentienden tanto de su pro-le que los abuelos tienen que vivir lo que no les corresponde ya para su edad: hacer de padres otra vez. Y además, debido a la crisis económica que estamos viviendo, esta segunda opción se ve agravada por unas cargas económicas difíci-les de sostener con las cortas pensiones de ju-bilación que tienen los mayores en nuestro país.

En el libro Transmisión de Valores desde la Educación Emocional, en el capítulo en el que trato de la etapa evolutiva de 0 a 18 meses, rei-vindicaba que a los abuelos que pueden cuidar de sus nietos mientras los hijos trabajan, se les tiene que dar la oportunidad de que lo hagan porque, si son como deben ser, constituirán los mejores canguros del mundo, con diferencia de cualquier otra figura de apego (por supuesto con excepción de los padres a los que nunca deberán sustituir). Por lo tanto, creo que si ellos pueden y quieren, es de justicia darles la oportunidad de que disfruten del placer increíble y maravilloso de cuidar a sus nietos en unos años en los que abundan las “pérdidas” en general.

He mencionado ya en párrafos anteriores que son muchas las parejas jóvenes que consultan a los psicólogos, manifestando sus miedos de que los abuelos malcríen a los nietos. Como se habrá podido intuir, creo que ese temor ha cre-cido desproporcionadamente y sin demasiado sentido común. Si unos abuelos “se pasan” dan-do, o permitiendo un poco más de la cuenta, no pasa absolutamente nada. Los niños son bajitos pero no tontos, saben perfectamente el rol de cada uno. Entienden desde muy pronto que los abuelos son figuras distintas a los padres y que se comportan de diferente manera. Pam Brown (1999) lo dirá con una frase muy elocuente: “los niños no saben nada, los padres lo saben todo, las abuelas tampoco saben nada1”.

Los niños conocen, muy bien, que sus padres son los que llevan (o mejor dicho deben llevar) las riendas de su educación y que los abuelos no son figuras parentales sustitutivas; son otra

1 (cita en Exley, H. “Abuelas”, Edad, Madrid, 1999).

ESTER MARTÍNEZ vERA

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cosa. Colaboran como pueden, con sus dolores, con sus achaques y con sus propios trabajos (porque hoy, aunque muchas personas están ejerciendo de abuelos, la mayoría de ellos aún no están jubilados), y, hacen de todo. La citada autora, en el mismo librito dirá: “las abuelas se especializan en arreglar cosas, rodillas magulla-das. Muñecas. Vidas. E incluso pueden ver por teléfono los dibujos que acabas de hacer”.

Esos abuelos siempre tienen tiempo, no im-porta si son avisados tarde de que el nieto se quedará con ellos. No se recibirá un no por res-puesta, siempre se apañarán para acogerle y “se matarán” por recibir a ese nieto que les vuelve a dar la vida cada día, para darle lo mejor, para prepararle la mejor comida, incluso aunque ellos sufran escasez, para comprarle los mejores za-patos, aunque ellos haga años que no pueden cambiarse los que llevan, para, en resumen, sen-tirse amados por ese niño al que quieren con toda su alma.

A todos los abuelos les gustaría que sus nie-tos pudieran escribir frases como la que escribió, a los 10 años, una niña llamada Gemma Curran:

“Voy a su casa todos los días. La abuela siempre está alegre. Es simpática y genero-sa. Tiene además una tarta de manzana en el horno. Siempre guarda una cosa para mí. Y toda su casa huele muy bien”.

Otra niña de 7 años, Patty, escribe:

“La abuela tiene una pierna mala, así que no puede andar sin su bastón. Pero yo me siento en su falda para que me cuente histo-rias y la abrazo. Es raro, pero me gusta apre-tarme contra ella, olerla y frotar mi cara con sus brazos. Es tan agradable. No anda muy bien, pero puede hablar. Y es la persona que mejor me rasca la espalda”.

Se debe recordar que los abuelos, en ge-neral, lo hacen todo complacidos, contentos, pero no sin esfuerzo. Son los abuelos amantes, cómplices adorables, tiernos e inolvidables. Sus enseñanzas y sus caricias las llevarán los nietos de por vida, esa vida que les conducirá lejos, en todos los sentidos, a lugares y conocimientos que los abuelos ya no podrán acompañar, pero que tendrá algo de ellos, de su sabiduría y, sobre todo, de su amor y sacrificio. ¿Son los abuelos comparables con cualquier otra figura cuidado-ra? ¿Se puede equiparar a un “canguro” o a una guardería, por buena que esta sea?

Por lo tanto, vamos a argumentar un poco más, del continuo de posibilidades en relación con los padres jóvenes y los abuelos, los dos po-sibles extremos:

Por una parte tenemos a aquellos que no de-jan a sus hijos con sus abuelitos por nada del mundo y que prefieren dejarlos con quien sea menos con ellos. Si no hay motivos muy serios para tomar esta decisión nos parece injusta y perjudicial para todos. Se está privando al niño y a los abuelos de una relación a la que las dos partes tienen derecho. Es igual que se haga esta injusticia con unos u otros (padres de uno o de otro progenitor), lo cierto es que proponemos que es incorrecto y produce gran dolor. Además, y como los padres son modelos indiscutibles, es posible que sean imitados por sus hijos en esto también y, que se dé la circunstancia, que cuan-do sus hijos sean padres, y ellos, por lo tanto abuelos, se repita la misma historia. Si los que hoy son padres marginan a sus propios padres, ¿qué harán sus hijos con ellos? Lo mismo, con muchas probabilidades.

Pero este argumento, aunque válido no que-remos que sea un consejo. Actuar haciendo ver que se quiere “no cuela”, esos niños que serán padres mañana, perciben demasiado lo que es la verdadera realidad. Si no hay amor de verdad hacia esos que se ha ido haciendo viejos y más inútiles, se nos va a escapar en palabras, actitu-des o acciones.

Lo que nos gustaría recomendar es que se hiciera un ejercicio para reencontrar el amor y demostrarlo hacia los que fueron los padres y hoy son ya abuelos; decidir quererles porque se lo merecen, por lo que han hecho por nosotros,

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nporque nos han querido, porque, en su mayoría, se han sacrificado sin medida, porque no busca-ron nunca su bien, porque primero eran los hijos, por las muchas noches en vela cuando estába-mos enfermos, por aprender con nosotros las matemáticas que nunca les enseñaron, por no dejarnos solos, por darnos algún azote cuando lo merecimos, por estar siempre, siempre, siem-pre ahí, por abrazarnos y besarnos hasta nuestro agotamiento, por convertir nuestra vida en su ob-sesión, por dejarnos ir aunque el corazón se les rompiera de dolor, por querer que vivamos nues-tras vidas, por... ¿cuántas páginas nos quedan? Se podría llenar miles de ellas con motivos para quererles, para abrazarles (aunque a veces ya no huelan a Chanel), para decirles que les agradece-mos lo que han hecho, para escucharles (aunque repitan las historias millones de veces), para de-jarles fregar nuestros platos, y quitar el polvo de nuestros magníficos muebles, aunque ninguna de las cosas queden después como le gustaría a nuestro odioso perfeccionismo.

En este extremo, también, encontramos a los desdichados abuelos que tienen muy racionadas las visitas y que sufren muchísimo por si los hijos se enfadan y no se les permite ni esa “ración” de contacto con sus nietos. Este sufrimiento puede estar muy justificado, pero consideramos que es tremendamente inhumano. ¿Por qué no se puede gozar en libertad de una estrecha re-lación entre las distintas generaciones de la fa-milia, desde el respeto, pero sin suspicacias, sin resentimientos y sin hacerse tanto daño? 2

El otro extremo es el de los progenitores jó-venes que no ejercen como padres, que delegan para todo, y de forma continuada, en los abuelos toda la responsabilidad de los nietos. Esto tam-bién lo consideramos injusto tanto para los niños como para los abuelos que ya no están en edad de ejercer como padres. Sabemos de niños que ni comen, ni cenan, ni duermen en su casa. Que cualquier responsabilidad recae sobre aquellos que, por mucho que quieran, ya no les toca. Hay abuelos exhaustos, cansados, que no pueden ni descansar porque tienen que estar veinticua-tro horas ejerciendo de padres y encima recri-minados y criticados, en muchos casos, por los padres que no ejercen de tales. Este tema se

2 ¡No nos podemos ni imaginar lo que hubiera sido de nosotros, si sólo hubiéramos podido contar con nuestros abuelos en visitas programadas! Seguramente no seríamos las mismas, toda la aportación de ellos es una parte muy im-portante de nosotros, de nuestros conocimientos, ilusiones y relaciones.

agrava hoy con la crisis económica, ya que la car-ga se incrementa al tener que ser los que propor-cionen sustento y ayuda con pensiones a la baja.

El equilibrio, el lugar que le toca a cada uno, es lo correcto. Hacemos una llamada a la re-flexión en este tema tan importante y que está produciendo tanto conflicto y dolor en un sentido o en otro. “Porque en la transmisión de valores afectivos no hay mejor manera de dar a los hijos un testimonio del amor y de la ternura que se merecen las personas mayores que contemplan-do como ellos se lo proporcionan a sus propios padres”. (Corbella 1993:227)

El hecho de que hoy día se viva en casas en las que los abuelos no tengan cabida nos ha em-pobrecido a todos. La obsesión por la autorrea-lización de los padres jóvenes ha excluido a los abuelos de la familia. La riqueza que ellos podían transmitir por su experiencia, el calor humano que unos brazos de abuelo transmiten, no es sustituible con nada del mundo. Por lo tanto, no se debe parar de seguir luchando para que las nuevas generaciones cuenten con ese placer.

La convivencia con los abuelos tendría que estar revestida, en primer lugar, de libertad, de mucha ilusión y anticipación, teniendo en cuen-ta que son insustituibles en todo el engrana-je familiar y, también, en el proceso educativo. Sorprendería a muchos repasar un gran porcen-taje de nuestras historias clínicas en las que se demuestra que los abuelos han tenido una in-fluencia enorme en la vida de innumerables per-sonas.

Debemos hacer una seria reflexión en cuanto al papel de los abuelos en la vida de los nietos. Les pueden ayudar a entender el pasado, dar ra-zón de la historia personal, algo que aunque hoy parezca inútil, es una de las cosas que da sentido a como somos y a lo que tenemos. También y desde la perspectiva que dan los años y la expe-riencia, serán capaces de recolocar en cuanto a espacio y tiempo, aportar, de forma serena, los valores familiares, las costumbres, los ideales y creencias que las generaciones más jóvenes pueden haber dejado de lado.

Ciertamente, no podemos obviar que hay abuelos que favorecen su marginación. Son muy difíciles, cascarrabias y egoístas. Pero esto no es excusa para que algunos adultos aprovechen esta forma de ser para abandonarlos o desaten-derlos. Todos hemos oído historias horribles de familias que abandonan al abuelo en urgencias

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y, mientras le están visitando, desaparecen del hospital sin dejar teléfono, ni dirección.

Creemos que debido al aumento, en nues-tro mundo, de personas de edad avanzada, este tema no ha hecho más que empezar. Se van a tener que escribir muchos libros en cuanto al “nuevo” papel de las personas mayores. Cada vez vivimos más años, los avances en medicina nos permiten estar en forma por más tiempo. Se vende y se disfruta ocio para la “tercera edad”. Pero cada vez, también, a las personas se las ju-bila antes; se las relega a una categoría de “inúti-les” con una facilidad pasmosa y se las margina de la familia tranquilamente y sin ningún sentido

de culpa. Sinceramente opinamos que todo este patrón está pasándonos ya factura a las familias y a la sociedad entera...

Por todo lo dicho hasta aquí, quiero levantar la voz para pedir a los abuelos prudencia y acepta-ción de la etapa evolutiva de la vejez para vivir con corrección, sin exigir lo que los hijos no pueden dar… y a los hijos y nietos comprensión, amor y cuidado, tanto si están en las casas como si tienen que estar en lugares donde pueda atendérseles con más profesionalidad para recibir la atención necesaria, pero siempre amándoles, visitándoles, llamándoles… para que sepan que son queridos, respetados y tenidos muy en cuenta.

Ester Martínez Vera es doctora en Filosofía y licenciada en Psicología Clínica. Cursó un master en Técnicas Corporales en Psicología Clínica y Educativa. Es naturópata, y profesora de Psicología, conferenciante y escritora.

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Catalina Redman Wickham

He estado pensando qué podría decir en este momento nada fácil de enfrentar, por la partida de Catalina. Han venido a mi mente las palabras de Jesús en el comienzo de su larga oración en el capítulo 17 de Juan, donde ya pronto para ver-se cara a cara con su Padre dijo: “He acabado la obra que me diste que hiciese”. Momento de oración, momento de sinceridad completa, de apertura del corazón y Jesús expresa así, de ma-nera rotunda, lo que está sintiendo, el resumen de su vida: “He acabado la obra que me diste que hiciese”. La obra a que se refería Jesús era su vida y su ministerio en aquellos treinta y tres años que pasó en esa tierra que llamamos Tierra Santa.

Se me ocurre que Catalina podría con pro-piedad hacer suyas estas palabras de Jesús. Recordemos que la obra de Jesús fue única: ministrar, sanar, enseñar y dar la vida entre los humanos para revelarnos al Padre y abrirnos un camino hacia Él. En ese sentido, hay en las pala-bras de Jesús una solemnidad única y un sentido único. Pero pensando en su propia vida, Catalina podría presentarse al Padre, al Padre que espe-ra a sus hijos y la ha estado esperando a ella, y decirle: “He acabado la obra que me diste que hiciese”.

Yo he tenido el privilegio de conocer de cerca a Pablo y Catalina y conforme mi memoria reco-rre circunstancias y escenarios, me doy cuenta que bien puede haberle dicho al Señor esas pa-labras: “He acabado la obra que me diste que hiciese”. Se lo habrá dicho sin altanería ni arrogan-cia, con esa modestia que adornaba su sonrisa en ciertos momentos. Y creo que estaría muy bien dicho, Catalina: “He acabado la obra que me diste que hiciese”.

Catalina está rodeada de una familia a cuya construcción contribuyó de manera decisiva.

De ella pudo decirse con palabras del sabio: “Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba” (Prov. 31: 27-28).

Así ha sido, desde la convivencia con su es-poso Pablo, hasta los meses de espera, y luego del parto de cada uno de sus tres hijos. Y luego los largos años de crianza en el hogar, en la es-cuela y en la iglesia, años de formación de carác-ter para que llegasen a ser hombres de bien. Y luego las nueras cuya amistad supo ganar y cul-tivar y los siete nietos, por los que guardaba un cariño especial, y así hasta los cinco bisnietos: “He acabado la obra que me diste que hiciese”.

Catalina fue campeona en la práctica de la hospitalidad. Cuando los conocí a Pablo y a ella en 1966, en la Iglesia de Duque de Sesto en Madrid, nunca pensé en las largas horas, días y hasta semanas en que mi esposa y yo, y muchas veces sólo yo íbamos a disfrutar de la hospitali-dad de Pablo y Catalina. Recuerdo ahora los días pasados en su piso de Madrid cuando venía yo de visita para avanzar en mi tesis doctoral, en las décadas de los años 1970 y 1980, y luego aque-llos días tan gratos en su casa de Pelayos, en las afueras de Madrid. Era Catalina una anfitrio-na exquisita siempre con buen humor y buena disposición. Y así ha seguido siendo en Valencia hasta no hace mucho. Y he conocido a decenas de personas que me han hablado con igual grati-tud de la hospitalidad de Catalina y Pablo.

Cuando visité a Pablo y Catalina, en Valencia por primera vez en el año 1990, ambos me habla-ban con entusiasmo y expectativas de las opor-tunidades de ministerio que se les habían abierto en Valencia, y se referían con especial afecto a algunas de las personas entre quienes estaban ministrando, especialmente su familia de “La Malvarrosa”. Lilly y yo nunca olvidamos aquel pa-seo en bote en la Albufera, con Eduardo Delás y su esposa Elisabeth, y Arturo Ortega y su esposa

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aAlicia. No nos imaginamos en aquella oportuni-dad que nuestra hija Lilly Ester se casaría con un profesor murciano arraigado en Valencia, y que vendríamos a vivir aquí esta última parte de nuestra vida, disfrutando de tantos momentos juntos.

Catalina la inició a mi esposa Lilly en el ser-vicio a las necesidades humanas, en nombre de Cristo, en Misión Urbana. Lilly se animó a servir como voluntaria y siempre se alegraba de tener cerca a Catalina para pedirle opinión y consejo sobre la mejor manera de hacer las cosas. Tenían presentes las palabras de Jesús: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” (Mt. 25: 40). Recuerdo que me impresionó el rea-lismo con que Catalina llegó un día a la conclu-sión de que le iba resultando difícil continuar con su ministerio como voluntaria y con dignidad y gracia renunció. Lilly se puso triste, pero al poco tiempo su salud que también se había ido dete-riorando tampoco le permitió a ella continuar con ese ministerio. Me consta que ambas disfruta-ban de ese ministerio y tenían una satisfacción especial en realizarlo: “He acabado la obra que me diste que hiciese”.

En tiempos más recientes, a veces cuando llegábamos a casa de Pablo y Catalina la encon-trábamos frente al ordenador en ese espacio especial de su piso en el cual hacía su trabajo de traductora o escritora. Nos reíamos a veces, intercambiando experiencias en nuestro es-fuerzo por navegar en internet o entender los misterios del programa Word en el ordenador. Recuerdo la expresión de alivio y picardía de mi esposa Lilly cuando me decía: “Menos mal que a mí no se me da por esas cosas”. En alguna opor-

tunidad, como en el caso del libro de memorias de Don Ernesto Trenchard que ella tradujo, le hice a Catalina sugerencias editoriales o de estilo acerca de su trabajo y las aceptó de buen talante y con una sonrisa. La cosa era que esa obra suya sirviera mejor para los lectores: “He acabado la obra que me diste que hiciese”.

Madre, abuela y bisabuela, anfitriona, disci-puladora, servidora de las necesidades sociales, traductora y escritora, y cuántas cosas más que no podría incluir en estas líneas, Catalina le habrá dicho con razón al Señor: “He acabado la obra que me diste que hiciese”. Pero ella tenía una fir-me convicción: que la base y el comienzo de todo era la obra que Jesús había hecho por ella en la cruz, y que la obra de ella, Catalina, tenía que es-tar motivada, inspirada y modelada por la obra de Jesús, quien dijo para el bien de todos nosotros: “He acabado la obra que me diste que hiciese”, y nos envió la presencia y poder del Espíritu Santo para poder también acabar nuestra propia obra. Que ese Espíritu consuele y sostenga a Pablo y a la familia en los días por venir. Gracias al Señor por la vida y la obra acabada de Catalina Redman Wickham.

Samuel Escobar es catedrático emérito de Misionología en el Seminario Teológico Bautista del Este en Pennsylvania, EEUU; y profesor del Seminario Teológico de la UEBE en Madrid. Nació en Arequipa (Perú). Entre sus libros destacan: Diálogo entre Cristo y Marx (1967); Decadencia de la religión (1973); Evangelio y realidad social (1988); Tiempo de misión (1999), The New Global Mission (2003) o En busca de Cristo en América Latina (2012), entre otros.

ADIÓS A CATALINA

El reino se abrepara quien creyó

en los latidos de Dios.

A. P. A.

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vistaDavid Pritchard: Las parábolas nos interpelan y desafían

Hablamos con David Pritchard, coordinador nacional de la obra entre niños de la Unión Bíblica y presidente de la asociación Godly Play España. Somos testigos de su entrega y compromiso en la tarea de ayudar a que los niños desarrollen una actitud de búsqueda permanente de Dios. No para; cuando crees que está en el Norte de España, las noticias te dicen que labora por el Sur. Tres veces me he encontrado con él en Salamanca, en la iglesia de Paseo de la Estación, mientras impartía talleres de GP a educadores y daba clases a los niños de la Escuela Dominical. Ayudando también a implementar una sala que se dedicará por completo a la enseñanza Godly Play. Así surgió esta entrevista.

Pregunta.- ¿Qué es Godly Play?

respuesta.- Bueno, es difícil describir Godly Play con meras palabras. En nuestros seminarios y talleres para educadores, tratamos de ofrecerles una experiencia directa de este método que va más allá de la mera descripción verbal. Y en reali-dad, a través de Godly Play, eso es lo que tratamos de ofrecer también a los niños en cada sesión en cuanto a su experiencia espiritual; o sea, no tanto hablarles acerca de Dios, de manera informativa y cognitiva, sino proporcionarles la oportunidad de conocer a Dios directamente a través de una in-teracción personal e imaginativa con las historias bíblicas.

Godly Play se basa en principios del método Montessori –por ejemplo, la actividad dirigida por el niño en un entorno cuidadosamente ordenado– y es, a la vez, una adaptación de Montessori a la tarea de guiar al niño espiritualmente. Está arrai-gado en el arte primitivo de contar historias (es esencialmente un método oral), y en la reflexión a través de la imaginación, el juego y el sentido de asombro. También, en el uso creativo de símbo-los, y en el descubrimiento personal, la alegría y la bendición mutua. A través de Godly Play, incluso los niños más pequeños buscan y encuentran el misterio de la presencia de Dios.

Sobre todo, tal como indica el nombre de este método en inglés, Godly Play coloca en yuxtaposi-ción a Dios con el juego infantil, un concepto que desgraciadamente muchas veces ha sido pasado por alto en la teología. Sin embargo, si lees, por ejemplo, Proverbios 8:22-31, verás una poesía que emplea la figura personificada de la Sabiduría ma-ravillándose de la belleza y la magnificencia de la creación. Está desde el principio, como testigo y partícipe activo del proceso creativo, y al final del pasaje refiriéndose al Creador, anuncia: «… allí es-taba yo, fielmente, a su lado. Yo era su constante fuente de alegría, y jugueteaba en su presencia a todas horas; jugueteaba en el mundo creado, ¡me sentía feliz por el género humano!» –(vv.30-31, Dios Habla Hoy). La joven Sabiduría jugaba a todas horas, el mundo creado era su patio de recreo y los seres humanos, de manera especial, eran sus compañeros de juego. De modo que, la imagen clave de Godly Play es la del Creador jugando con sus criaturas, involucrados juntos en el juego más puro y profundo, sobre todo aquel ‘juego’ último, el de confrontar creativamente los límites existencia-les de la humanidad, como la muerte, la soledad, la libertad, la búsqueda del sentido, etc. Hasta los niños pequeños hacen preguntas y comentarios relacionados con estas cuestiones existenciales, y para ayudarles a expresarse y entrar plenamente en ese juego existencial, les proporcionamos un lenguaje –no el lenguaje filosófico y adulto que acabo de emplear, claro está– sino el de las na-rrativas sagradas de la Biblia y de las parábolas de Jesucristo, así como el lenguaje de la acción litúrgi-ca y del silencio contemplativo, los cuales son los diferentes tipos de historia usados en Godly Play.

P.- ¿Puedes decirnos más sobre las diferencias entre estos tipos de historia que se usan en Godly Play?

r.- Son cuatro géneros distintos, cada uno con un propósito diferente. Las ‘narrativas sagradas’ son las grandes historias de la Biblia, tanto del Antiguo

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acomo del Nuevo Testamento. Las historias del Pueblo de Dios como colectivo son represen-tadas por placas o pequeñas figuras de madera, y se sitúan en el estante superior de unos mue-bles que ocupan una pared entera de la sala. De izquierda a derecha tenemos las historias de la Creación, el Gran Diluvio, la Gran Familia (la prome-sa de Dios a Abram), el Éxodo, las Diez Mejores Maneras de Vivir (los 10 mandamientos), el Arca y la Tienda (el tabernáculo), el Arca y el Templo, el Exilio y el Retorno, los Profetas, Jesús y los Doce, Pentecostés, el Descubrimiento de Pablo, y la Historia aún no escrita. En estantes inferiores tenemos los materiales que se usan para contar las historias complementarias de enriquecimien-to sobre personajes tales como Abraham, Jacob, José, Rut, David, Jeremías, Jonás, etc. Muchas de las historias principales se cuentan usando una es-pecie de arenero que representa el desierto. «El desierto es un lugar peligroso, pero muchas cosas importantes sucedieron allí…». Así que, al contar la historia sobre el Éxodo, por ejemplo, movemos las pequeñas figuras de madera, representativas del Pueblo de Dios, de pie en la arena hacia Egipto, y luego en sentido contrario por medio del Mar Rojo hacia Canaán. Igualmente, el tabernáculo se cons-truye en la ‘caja del desierto’. Las figuras son de madera barnizada sin ningún tipo de dibujo detalla-do o pintado, y representan tanto hombres como mujeres. La idea es que los niños y niñas en la cla-se de Godly Play se identifiquen con estas figuras en sus diferentes situaciones: caminando con fe, padeciendo hambre o experimentando la opresión de la esclavitud o del exilio, construyendo altares, llorando por sus muertos, bailando después de co-nocer la liberación, etc. Una de las preguntas de reflexión que se plantea al grupo después de escu-char cada una de estas narrativas es la siguiente: “Me pregunto dónde estás tú en esta historia o qué parte de esta historia está en ti”. El propósito principal de contar estas narrativas sagradas es el de fomentar la unidad y la identidad. Estas histo-rias no son meramente las de un pueblo de la an-tigüedad; son nuestras historias, porque nosotros también formamos parte del pueblo de Dios.

Otro género es el de las parábolas de Jesús… “Había una vez una persona que hacía cosas tan maravillosas y decía palabras tan sorprendentes que la gente le seguía. Y al seguirle la gente le oía hablar acerca de un reino. Sin embargo, ese rei-no no era como el reino donde vivían ellos, no era como ningún reino que habían visitado, ni siquiera como ningún reino que se habían imaginado ja-más. De modo que la gente no tenía más remedio que preguntar: ‘¿Cómo es este reino de los cie-los?’. Así que les contestaba diciendo: ‘El reino de los cielos es semejante a…”. Los materiales que empleamos para contar o responder a las parábo-las son figuras pintadas de madera contrachapada que se colocan de manera plana sobre tapetes de fieltro, también de un cierto color y forma repre-

sentativos de una de las parábolas determinadas; por ejemplo, un tapete blanco y redondo para la Parábola de la Perla de Gran Valor, u otro de color amarillo y en forma de semilla para la Parábola del Grano de Mostaza. Las figuras se colocan sobre el tapete en posición horizontal porque, a diferencia de las narrativas sagradas, les falta la dimensión histórica. Son cuentos sencillos… pero no unos cuentos cualquiera, sino cuentos enigmáticos que nos interpelan y desafían nuestras ideas precon-cebidas de la realidad. Su propósito es mostrar creativamente un mundo al revés y poner todo patas arriba. En Godly Play, los materiales para las seis parábolas guía se guardan en sendas cajas de madera pintadas de color oro. Cada caja tiene una tapa. «La tapa es como una puerta… incluso cuando estamos preparados, aun así nos cuesta a veces meternos en una parábola… ¡Tenemos que quitar primero la tapa!».

Otro de los géneros en Godly Play son las leccio-nes de ‘acción litúrgica’ que ayudan a los niños y niñas a situarse en los ritos y ceremonias de su igle-sia… ¡e incluso las llamadas ‘iglesias no litúrgicas’ tienen sus prácticas y tradiciones características como señas de identidad! Las lecciones de ‘ac-ción litúrgica’ en Godly Play son una fusión de his-toria sagrada y parábola, pero ahora colocadas en el marco del espacio y tiempo litúrgicos. Por ejem-plo, las tablas de ‘rostros’ que se usan para contar la historia de Jesús desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección, pasando por su bautismo y tentaciones en el desierto, etc., y que se usan durante los seis domingos de preparación para la Pascua (cuaresma), inicialmente se colocan en lí-nea. De esta manera, representan el camino histó-rico de Jesús hacia Jerusalén. Pero en el Domingo de Resurrección, el narrador rompe esa fila, colo-cando las mismas tablas en círculo, representando así la acción litúrgica y repetitiva de “hacer memo-ria” de Jesús, sobre todo a través de la celebración del pan y el vino en la liturgia de la comunión. En la placa que ilustra a Jesús tocando los ojos de un ciego y sanándole, el narrador de Godly Play dice las siguientes palabras: “¿Cuál fue el trabajo de Jesús? Su trabajo fue acercarse a las personas a las que los demás no querían tocar. Cuándo él se acercaba, estas personas empezaron a ver cosas que nunca habían visto jamás. Se mejoraban y se convertían en mejores personas. También, su tra-bajo fue contar parábolas. Finalmente, hizo el viaje final hacia Jerusalén para convertirse a sí mismo en parábola”. En la lección litúrgica del Buen Pastor y la Comunión Mundial, las figuras del Buen Pastor y de las ovejas, a diferencia de las parábolas, se mueven sobre el fieltro verde en posición verti-cal. Finalmente se ponen en círculo alrededor de ‘la mesa del Buen Pastor’. Luego el narrador quita la figura del Buen Pastor y coloca sobre la mesa unas miniaturas de un plato y una copa. Después, coloca entre oveja y oveja figuras de gente de di-ferentes partes del mundo: ancianos, hombres y

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vistamujeres más jóvenes, e incluso niños y niñas… que se acercan todos a la mesa del Buen Pastor. En la actualidad, los niños no reciben la comunión en la mayoría de nuestras iglesias. Hace unos do-mingos, después de contar esa misma historia a un grupo de niños y niñas en Galicia, la narradora les planteó la siguiente pregunta durante el tiem-po de reflexión en grupo: “¿Dónde podría ser ese lugar en la realidad?”. Varias voces contestaron al unísono diciendo: “¡En el cielo!”. Parece que intui-tivamente sabían que el Buen Pastor les estaba preparando el gran banquete celestial.

El último género en Godly Play es el silencio con-templativo. En un sentido, todos los artefactos que he mencionado hasta ahora son figuras mudas; ‘hablan’ solamente porque el narrador y los niños, en su tiempo de juego con esos mismos materia-les, inyectan en ellos un significado interpretativo. Entonces, ¿dónde están en realidad los instrumen-tos de silencio en la sala de Godly Play? Muchos practicantes de este método han observado que, mientras mueven las figuras lentamente sobre el tapete concentrándose en ellas, y mientras cuen-tan la historia con una gran economía de palabras y con un tono de voz que es casi un susurro, así los niños y niñas del círculo – incluso algunos peque-ñitos de 2 ó 3 años de edad –empiezan a fijarse en los gestos y movimientos, y a escuchar las pa-labras del narrador, manteniendo ellos un silencio casi absoluto. Se trata de un momento precioso cuando el silencio es oro, cosa que no suele suce-der en otros lugares, como el hogar o la escuela. En cambio, una de las lecciones que aprenden los pequeños en una sala de Godly Play es el valor del silencio… ¡un bien escaso que se encuentra en verdadero peligro de extinción en el mundo de hoy!

P.- Veo que implica enseñar a los niños a conocer a Dios; y así estamos cuidando de su salud espiri-tual. ¿Está reñido esto con cuidar también de sus necesidades físicas y emocionales?

r.- Godly Play no pretende ser la única cosa que se hace en el trabajo con niños. Los jovencitos en cada etapa de su desarrollo necesitan cosas como la alimentación nutritiva, el abrigo, la familia, amis-tades, y actividades sociales y culturales. También, para suplir las necesidades espirituales de los ni-ños, un programa equilibrado e integral de igle-sia probablemente incluiría otras actividades, por ejemplo las de tiempo libre como campamentos de verano, además de la participación de los cha-vales en coros infantiles, grupos musicales, obras de teatro, etc. Godly Play puede formar parte de tal programa. Es un componente entre otros, pero creo que es un componente muy importante.

En Lucas 2:40, leemos que «… el niño [Jesús] crecía y se hacía más fuerte, estaba lleno de sabiduría y gozaba del favor de Dios». Luego, en el v.52, lee-mos algo parecido: «Y Jesús seguía creciendo en sabiduría y estatura, y gozaba del favor de Dios y

de los hombres». O sea, el niño crecía de manera bastante integral y equilibrada: tanto física, emo-cional e intelectualmente, como también social y espiritualmente. Su crecimiento iba en dos direc-ciones: hacia Dios y hacia los hombres. Sin em-bargo, entre esos dos versículos tenemos el único episodio registrado en la Biblia sobre la infancia y primera adolescencia de Jesús, cuando sus pa-dres le hallaron en el templo de Jerusalén. Dentro de sus limitaciones económicas y humanas, José y María le habían dado todo lo necesario para que su hijo creciera. Sin embargo, en el templo, aho-ra fuera de cualquier plan de educación paternal, Jesús había tomado la iniciativa por su cuenta de participar esencialmente en aquel gran juego exis-tencial que mencioné antes. De esa manera, iba descubriendo más acerca de quién era en reali-dad y cuál sería su trabajo en la tierra. Parece que cuando Jesús hablaba, los sacerdotes y rabinos escuchaban, porque ese niño sabía tanto; y cuan-do ellos hablaban, Jesús les escuchaba, porque quería aprender más. Y, como sucede muchas ve-ces en los juegos, parece que en el proceso Jesús había perdido toda noción del tiempo… ¡tres días habían pasado! Entonces, aplicando este texto a la pregunta, puede que Godly Play no sea la única cosa necesaria para fomentar en los niños su cre-cimiento integral, pero creo que sí toca lo esencial en términos de descubrir quién es Dios, quiénes son ellos (su identidad personal) y cuál es su traba-jo en la tierra.

P.- ¿Cómo sería un Godly Play para el Tercer Mundo?r.- Desde sus comienzos en EEUU en los 70, Godly

Play se ha extendido a los cinco continentes, in-cluyendo países africanos, asiáticos y latinoame-ricanos. En los llamados países desarrollados, las salas de Godly Play suelen tener muchos materia-les de buena calidad, como hermosas figuras de madera que les ayudan a los niños a interactuar con las historias bíblicas. En algunos países del Oriente o del Sur, por sus limitaciones económi-cas, es más difícil conseguir estos materiales y es posible que necesiten la colaboración de la co-munidad de Godly Play en países más ricos para suplir los recursos básicos. La nueva asociación Godly Play España, por ejemplo, a pesar de sus limitaciones, quiere ayudar de manera práctica a que grupos en América Latina tengan los recursos necesarios para desarrollar el método.

Dicho esto, la práctica de Godly Play no depende en última instancia de estos materiales. Mucho más importante, creo yo, es la manera de estar con los niños; la manera, por ejemplo, de respetar sus opi-niones y apoyarles en su reflexión individual y co-lectiva a raíz de oír las historias bíblicas. Godly Play es esencialmente oral y premoderno. De hecho, las culturas tribales en África, por ejemplo –según testifican los practicantes del método allí– suelen ser mucho más competentes que los países de Europa o América del Norte en su capacidad de transmitir historias verbalmente, sin tener que re-

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acurrir a una gran cantidad de ayudas materiales o sofisticadas. Parece que, a pesar de nuestro ‘de-sarrollo’ tecnológico o, tal vez, como consecuen-cia de nuestros avances en este campo, hemos perdido esta capacidad y, sin duda, otras similares. En realidad, se trata de una involución más que evolución de la cultura. Por lo tanto, es posible que las figuras táctiles sean más necesarias para los ni-ños en los países del Norte o de Occidente, preci-samente porque nuestra cultura ha perdido el arte de la transmisión oral. En Godly Play nos hacemos continuamente la pregunta, “¿Qué podemos dejar fuera sin perder lo necesario?”. Al responder a esta pregunta cada una de las diferentes culturas del ‘tercer mundo’, es posible que Godly Play empie-ce a adquirir en algunas de ellas una configuración más sencilla que depende menos de los artefactos materiales.

P.- ¿Cómo es ese lugar seguro para los niños del que tanto habláis?

r.- Las ONGs que trabajan con niños y niñas vícti-mas de la guerra ven la necesidad de crear espa-cios seguros y habilitados para los pequeños (child friendly spaces). Son lugares físicos –una carpa dentro del campo de refugiados, por ejemplo– y, a la vez, un entorno que aporta seguridad emocional y la posibilidad de sanidad de diversas experien-cias traumáticas. En definitiva, se trata de un espa-cio donde los niños pueden jugar y reír. También, en los escritos proféticos de la Biblia, los espacios donde ocurre espontáneamente el juego infantil son signos de la salvación divina, de la restaura-ción nacional, de la justicia de Dios y su Shalom (por ejemplo, Isaías 11:1-9 y Zacarías 8:1-5).

En Godly Play, ese espacio suele ser una sala casi sin muebles, excepto una serie de estanterías ba-jas alrededor de la habitación que contienen las figuras y otros materiales que los profesores usan para contar las historias bíblicas, y los niños y ni-ñas usan en sus respuestas a las mismas. Todos estos materiales están permanentemente dis-puestos de manera ordenada y atractiva. De esta manera, la sala les proporciona a los niños un en-torno estimulante y acogedor. Pero, incluso más importante es el trabajo y las actitudes del equipo de educadores que llevan cada sesión de Godly Play. Normalmente son dos personas –idealmente hombre y mujer– que toman turnos en su papel como ‘narrador’ y ‘portero’. El profesor-narrador se sienta en el suelo con los niños, que juntos forman el círculo o comunidad de Godly Play, y el portero sirve y apoya a dicha comunidad. Los dos profe-sores contribuyen en sus respectivas funciones para que los niños se sientan bien recibidos y va-lorados. Los pequeños aprenden rápidamente que ese lugar es diferente y especial, un espacio carac-terizado por su sencillez, tranquilidad, belleza, res-peto mutuo, reflexión, misterio…, donde se palpa de manera inexplicable la presencia de Dios. Se espera que los niños y niñas vayan transformando otros ‘lugares’ en el mundo exterior por las leccio-

nes y actitudes aprendidas en el entorno de Godly Play.

P.- ¿Cómo debe ser la persona que trabaja con ni-ños?

r.- Sinceramente, creo que el educador o monitor que desee ser un buen guía o mentor de los niños, y así ayudarlos en su desarrollo espiritual, debe librarse en primer lugar de una serie de mitos o tópicos relacionados con el ministerio infantil. Se trata de un cambio de mentalidad fundamental. Uno de esos mitos es la representación del niño como una especie de ‘vaso vacío’ que de alguna forma debe ser llenado de ‘contenidos’, lo cual es tarea del adulto. Así que después de explicar la lec-ción a nuestros alumnos, les damos una actividad como una sopa de letras donde tienen que buscar, por ejemplo, los nombres de las tribus de Israel. Implícitamente, esta imagen del niño sugiere que los adultos (por nuestros conocimientos e informa-ción adquirida) somos los modelos de espirituali-dad madura que los jovencitos deben imitar, una idea que Jesús trató de corregir cuando puso a un niño pequeño en medio de sus discípulos como el modelo para mostrarles a ellos (los adultos) cómo deben entrar en el reino de Dios. El mentor de niños debe aprender a respetar profundamente la obra que Dios ya está haciendo dentro de los pequeños y que comenzó mucho antes de llegar nosotros a estar en contacto con ellos. El niño ha sido creado según la imagen y semejanza de Dios, y tiene una espiritualidad innata. Muchas veces son estos pequeños, no el adulto, que inician el proceso educativo a través de sus preguntas, ya que la curiosidad es una de las características de dicha espiritualidad, y la Biblia reconoce este pro-ceso natural (por ejemplo, en Éxodo 12:26 y Josué 4:6,21). Es interesante que la ‘explicación’ de los padres en los ejemplos citados no consiste en una mera información cognitiva o abstracta, sino en la repetición de las historias sagradas. Lo que necesi-tan los niños es el lenguaje (narrativas, parábolas, etc.) que les ayudará a dar forma, expresión y sen-tido a sus inquietudes espirituales.

Otro mito del cual tenemos que librarnos es la idea de que es imprescindible entretener al niño con una serie de actividades de ‘mucha marcha’ para que pueda mantenerse la concentración du-rante el tiempo que sea. Vivimos en una ‘cultura’ de entretenimiento y lo trágico es que la hemos trasladado a la iglesia de manera que suele ocupar la totalidad de nuestros métodos de enseñanza re-ligiosa. Por supuesto que los niños y niñas necesi-tan momentos de diversión, preferentemente por medio de actividades de aire libre en un entorno natural, en vez de videojuegos sedentarios: correr con el viento, saltar y bailar, gritar con júbilo, tre-par a árboles, hacer el pino, etc. Pero dentro de su juego libre, los niños también suelen mostrar una gran capacidad de concentración mirando fijamen-te, por ejemplo, a una mariquita en una planta, los peces en un estanque o una gota de rocío en la

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hierba. Como dije al principio de esta entrevista, debemos ofrecerles a los pequeños un abanico de actividades complementarias. Estas deben poten-ciar su propia acción a través del juego y la investi-gación, más que entretenerlos como consumistas pasivos del último producto mágico y efímero que hay en el mercado. En la sala de Godly Play, los niños aprenden el valor de la tranquilidad, del silen-cio, de la concentración…, donde encuentran una gran satisfacción a través de los trabajos de arte o juegos que ellos mismos eligen libremente. En mi experiencia, los niños suelen decirme que es uno de sus lugares preferidos.

P.- ¿Muchas iglesias ya han adoptado este método?r.- Pues, es difícil saber la respuesta a esta pregun-

ta. En principio, cualquier persona puede comprar los manuales de Godly Play por Internet y usarlos sin comentar nada a nadie. Lo más recomenda-ble es que las personas interesadas en el método aprendan a través de los talleres y cursos que hoy por hoy se ofrecen en muchas partes del mundo. Desde el año 2004, voy viajando por toda España respondiendo a invitaciones de presentar Godly Play o profundizar en sus principios y práctica a través de talleres, y la verdad es que centenares de personas ya han pasado por estas actividades. Sé que como consecuencia algunos están usando este método como individuos, tal vez esporádi-camente y no siempre en situaciones de escuela dominical; por ejemplo, algunos lo usan de vez en cuando con los niños de la Misión Urbana de su ciudad o en su clase de ERE. Sin embargo, creo que el número de iglesias que han adoptado Godly Play como su método preferido sigue siendo poco en España, tal vez alrededor de quince. Parte del problema es la noción de que uno debe disponer de un espacio amplio para la práctica de Godly Play y tener todos los materiales desde el comienzo, como las figuras de madera que he mencionado antes. La gente empieza a calcular cuánto cues-ta comprar todos estos materiales por Internet o el tiempo necesario para buscar a voluntarios con

la habilidad de crearlos artesanalmente, y algunos se desaniman. Hay que decir, que eso de fijarse demasiado en los materiales es, en mi opinión, un error. Pero, aun así, hay que reconocer que las téc-nicas de Godly Play y su filosofía pedagógica sub-yacente no se aprenden de la noche a la mañana. Como indiqué en mi respuesta a la pregunta ante-rior, este método desafía algunas ideas bien arrai-gadas acerca de la manera de trabajar con niños, y el cambio de mentalidad requiere tiempo. La aso-ciación Godly Play España existe para apoyar todo este proceso, desde el descubrimiento del méto-do hasta la maestría en sus técnicas y el conoci-miento de sus principios pedagógicos. Queremos aumentar la formación de educadores a través de cursos internacionalmente acreditados y, hasta cierto punto, tratar de ‘mapear’ las iglesias que es-tán usando el método, sobre todo las que tengan salas de referencia. Estamos muy animados por la diversidad denominacional representada en la co-munidad de practicantes de Godly Play en España: desde iglesias tradicionales a iglesias emergentes, desde iglesias litúrgicas a ‘no litúrgicas’. Durante los últimos dos o tres años, hemos celebrado va-rios encuentros y jornadas nacionales, y siempre es muy enriquecedor aprender cómo Godly Play se practica en diferentes tradiciones. Es una base muy buena para el crecimiento y la extensión de este método en todo el país.

Más información sobre Godly Play en España se encuentra en http://godlyplayespain.blogspot.com

Finaliza la entrevista. Gracias, David, por mos-trarnos nuevas formas de acercar a los niños a Jesús. Ya lo dijo Él: … “Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan; porque el reino de Dios es de los que son como ellos” (Mateo 19.14). Y en Mateo 21.16: “… Sí; ¿nunca leísteis (a los principales sacerdotes y escribas): De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?”.

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Desde 1932, en la casa de Benigno González, recién casado con Leonor Fernández, se reúnen 5 creyentes y se lleva a cabo el primer bautismo. En esa época, sólo existe en Salamanca una igle-sia evangélica reconocida (la reformada). Su pas-tor, Atilano Coco, es fusilado en 1936 y la misma termina desintegrándose. Benigno González continúa reuniéndose por las casas, siendo vi-sitados por misioneros de otras provincias de España. En este ambiente, nace y crece Lidia González, quien más tarde se casará con Antonio Romero, natural de Galicia. Un año después de su boda, en 1963, consiguen la autorización para crear la primera iglesia evangélica de hermanos en Salamanca, que empezará a funcionar en la planta baja de la casa de Antonio y Lidia, en la calle Monroy 8.

Lidia y su esposo sienten el llamado a una vida de compromiso y entrega a la obra en Salamanca. Desde ese momento no han tenido tregua en esto de servir al Señor y a la congre-gación. Los que la conocen desde estos inicios cuentan que su trayectoria ha sido ejemplar, ya sea al frente del ministerio de las mujeres, de los jóvenes. Sea prestando hospitalidad en su casa donde los creyentes tienen donde recalar los do-mingos, los veranos; en los momentos de nece-sidad y de reunirse para retiros y esparcimiento. Organiza grupos para visitar a los enfermos y acompañar a los que pasan dificultades. Junto con su esposo visitan a los que llegan a la iglesia y junto con otros hermanos, evangelizan por las calles de Salamanca.

En 1983 se inaugura un nuevo local en el Paseo de la Estación 32. Posteriormente Lidia va delegando sus tareas a las más jóvenes. Pero si-gue apoyando mesas de libros que funcionan en parques y plazas, y dando ánimos a las mujeres. Dando consejos y un abrazo de acogida. Dicen que un siervo del Señor nunca se jubila, siempre hay una manera de seguir sirviendo; mientras haya vida y Esperanza. Lidia lo confirma en una especie de testimonio:

“Nací en una familia cristiana donde se oraba por todo. Se leía la “por-ción diaria” todas las noches. Se leía “Luz co-tidiana” por la mañana y el libro de “Cheques del banco de la Fe” al medio-día… En este ambiente, en este entorno, era fácil dejarse llevar. De todas maneras, algún mensaje sí que me hacía pensar: Si el Señor viniera, ¿me llevaría a mí? Repasaba mi corta vida y, claro, todo no era bueno, entonces hacía “mi entrega al Señor”. Esto sucedió varias veces, pues pensaba: “¿Lo habré hecho bien?”, y por si acaso, lo repe-tía. No recuerdo cuándo entendí que era una vez y para siempre, pero sí que desde entonces me sentí segura y ahora solo tenía que agradar a Dios.

Por mi carácter, a pesar de ser los únicos evangélicos en el barrio, y casi en Salamanca, nunca tuve vergüenza de ser diferente, pues me consideraba muy privilegiada y hasta buscaba la controversia… y sigo peleona…”.

Lidia González

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Carolina Marcial Dorado: Educadora y embajadora de España en América

Carolina Marcial Dorado (1889-1941), de abuelos y padres andaluces, nació en Camuñas (Toledo), tierra manchega donde su padre minis-traba como vendedor ambulante de la Biblia. Es decir, colportor, como generalmente decimos los protestantes. Pero pronto fue enviada a Sevilla, donde creció con sus abuelos y realizó la educa-ción primaria. Allí vivió en uno de los pisos en la Plaza del San Francisco, donde tenía la Sociedad Bíblica su despacho y unos grandes carteles anunciando la Biblia y recomendando su lectura. Hecho que alarmó a los intolerantes católicos y reafirmó la fe de toda la familia, cuando recor-daban que en el siglo XVI, en aquella plaza, los Inquisidores condenaron a los protestantes que leían y difundían las Sagradas Escrituras.

Alumna del Instituto Internacional de Se-ñoritas

El Instituto Internacional de Señoritas fue una contribución protestante pionera para la educación superior de la mujer española. Con lo que, el sue-ño que tan vivamente sintió y comenzó a ver en ciernes Manuel Matamoros (1834-1866), termina-ría realizándolo Alicia Gordon Gulick (1847-1903), nacida en Boston y casada en 1871 con el Rvdo. Guillermo Hooker Gulick (1835-1922), a quien da-ría una numerosa descendencia. A principios del año siguiente, el joven matrimonio vino a España, en calidad de primeros misioneros a nuestro país de la “American Board” (ABCFM). Trabajaron en Santander, donde, en su propio hogar, Alicia co-menzó unas clases para mujeres. Así sentó las bases del Instituto Internacional de Señoritas, que, en 1881, pasó a San Sebastián para luego,

en 1898, instalarse en Biarritz (Francia), y final-mente en Madrid, en 1903.

El 30 de junio de 1884, cuatro de sus alum-nas, presentándose por libre, habían conseguido el título de Bachiller en Artes del Instituto Público de San Sebastián. Dos de estas, Ester Alonso y Juliana Campo, se matricularon en ese mismo año en la Universidad de Madrid, que les con-cedería, tres años más tarde, las dos primeras licenciaturas en Filosofía y Letras, obtenidas por mujeres, preparadas y presentadas por libre en la historia general de la educación española. Habían recibido el asesoramiento y aliento de Gumersindo Azcárate. Y contaron en el tribunal examinador con Salmerón, Morayta y Amador de los Ríos.

Tras su educación primaria en Sevilla, Carolina Marcial Dorado, de la promoción de 1907, tras prepararse en sus errantes aulas, salió del último y bello edificio, en la calle Miguel Ángel 8, de Madrid, para completar su formación en Estados Unidos y Puerto Rico, donde enseñó español, dirigió el departamento español de Columbia University, en Nueva York, y escribió una docena de libros de texto.

Otras alumnas trabajaron en España en ca-lidad de esposas de pastores y/o profesoras en las escuelas evangélicas. De tal manera que en la necrológica de Anna F. Webb (1864-1930), suce-sora de Alicia Gulick en la dirección del Instituto Internacional, decía Ester Alonso, en España Evangélica: “De Irún a Algeciras, de Galicia a Barcelona y de ésta a Almería, su nombre es ve-nerado por una legión de mujeres dignas discípu-las suyas, abejas trabajadoras en esta colmena de España, elaborando en silencio por el pro de nuestra patria”.

Un periódico español resumió así los objeti-vos y realizaciones del Instituto Internacional de Señoritas: “A estas chicas no sólo se les educa en literatura, sino también en el conocimiento y en el temor a Dios”. Añadiendo que “la regenera-ción de España se ha de empezar por la educa-ción de las mujeres”.

Docencia universitaria en América y España

Tras enseñar en el Wellesley College y en la Universidad de Puerto Rico, fijó su residencia en Nueva York, donde fundó, dirigió y amplió el Departamento de Español en Barnard College, de Columbia University. Allí consiguió el mayor número de estudiantes de todas las universida-des estadounidenses.

GABINO FERNÁNDEZ

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El corresponsal del diario ABC en Nueva York, Miguel de Zarraga, en su crónica para le edición del 27 de abril del año 1921, testifica sobre ella, escribiendo: “Carolina Marcial Dorado, la cultísi-ma profesora de nuestra literatura en el Barnard College, de Nueva York, y autora de varios inte-resantes libros que hoy sirven de texto en no pocas universidades norteamericanas, escribe amablemente al corresponsal de ABC para dar-le cuenta de una noble iniciativa que bien mere-ce conozcamos y apoyemos todos cuantos nos preocupamos por que el progreso de nuestra España no sea del patrimonio exclusivo de sus hombres. Esto, para los que vivimos en el ex-tranjero, es aún de mucha más importancia de lo que a primera vista pudiera parecer. Porque es muy triste, y nadie lo ignora, que todavía persista la leyenda de la ignorancia de nuestras mujeres. Carolina Marcial Dorado, que vino a los Estados Únicos cuando aún era una niña, y que sin más recomendaciones que las de su propio esfuerzo, se educó y se elevó hasta las alturas de la cáte-dra, hace ya tiempo que viene consagrándose a demostrar prácticamente ante los norteamerica-nos cuánto vale una española cuando, como ella, se propone sobresalir en cualquier campo, y muy especialmente en el de la enseñanza”.

Y en España, participó en Cursos de Verano de la Universidad de Barcelona.

Legado literario

Sus primeros trabajos literarios los publicó en Esfuerzo Cristiano, revista juvenil que nació en las aulas del Instituto Internacional de Señoritas, en San Sebastián el año 1898. Y en sus páginas de 1905 publicó “Katiuska”, un bellísimo y lírico cuento ambientado en Rusia.

Al trasladarse a los Estados Unidos, publicó una docena de libros de texto para estudiantes de español. Varios de ellos circularon abundan-temente por Hispanoamérica. Y algunos fueron expresamente escritos con ese fin. El prime-ro de todos fue España Pintoresca (Boston, 1917). Y le siguieron, entre otros, los siguien-tes: Primeras Lecturas Españolas (Boston,

1929), Trozos Modernos (Boston, 1922), que reunía una antología de autores españoles con-temporáneos; Segundas Lecciones de Español (Boston, 1925); Spain, pertinent facts briefly (Nueva York, 1926). Y también editó, en 1920, las Vistas Sudamericanas, de Vicente Blasco Ibáñez.

Revisando su libro España Pintoresca, y más concretamente los cuatro capítulos dedicados a Sevilla, constatamos su entrañamiento de dicha ciudad andaluza: “Sevilla rivaliza con cualquier ciudad italiana en belleza, siendo famosa en el mundo entero por sus vestigios del esplendor árabe”. La consulta del resto de sus libros, publi-cados en castellano o inglés, en Boston o Nueva York, ratifican una y mil veces su amor por Sevilla y la constante difusión que hizo de su historia, literatura, costumbres y gentes. Y un año antes de su muerte, que se produjo el 25 de julio de 1941 y de la que informa el diario The New York Times, M. T. Gallahan, colega en la Universidad, escribió: “Como la señorita Marcial Dorado ama a España con todo el entusiasmo de su corazón sevillano, no necesita alardear de su patriotismo. Su vida entera en América ha sido dedicada a dar a conocer su Patria”.

Allí, en Estados Unidos, pasó al “Who´s Who’sin America” y a “American Women”. Y siguen pu-blicándose varios de sus libros. Aquí, en España, tampoco fue olvidada del todo. En vida, recibió la Gran Cruz de Alfonso XII y la Cruz de Plata del Mérito Civil.

Gabino Fernández Campos es director del Centro de Estudios de la Reforma y Coordinador de Ágape.

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El Evangelio en España

EvA LóPEZ CAÑAS

Me gustan las biografías de misioneros que sin querer ser considerados “grandes hombres y mujeres de fe” lo fueron al cumplir el propósito de Dios en sus vidas. El libro que presento (El Evangelio en España: El comienzo de la predi-cación pública en España, de George Lawrence. CEFB, 2011, pp. 95), se publicó por primera vez en inglés en 1872 y está compuesto por cartas de varios misioneros extranjeros (principalmen-te de George Lawrence) enviadas desde España para dar a conocer cómo avanzaba el evangelio en nuestro país en esa época.

George Lawrence (1831-1894) fue un misio-nero galés que visitó España en 1863, acompaña-do por el conocido misionero Roberto Chapman y por el Sr. W. Gould, quien se convertiría en su colaborador en la siembra del evangelio en nues-tro país.

Inicialmente, se estableció en Madrid don-de repartió miles de evangelios y desde don-de viajó a diferentes lugares de España como Toledo, Alcalá de Henares, Medina del Campo, Salamanca, Valladolid y Sevilla. Tal como está prometido en la Biblia, el gozo y el sufrimiento se mezclaron a la hora de predicar el evangelio, ya que su vida llegó a correr peligro debido a perso-nas opuestas a las Buenas Nuevas de salvación.

Al cabo de unos años se trasladó a Barcelona donde desarrolló ampliamente sus dones, uti-lizando un carro “blindado” tirado por caballos, que se convertía en improvisada caseta, para ir repartiendo literatura evangélica en diferentes “ferias” y por las calles. Es en Barcelona que inaugura la primera Asamblea de Hermanos, y en su afán de mostrar el evangelio de una forma integral, abrió varias escuelas para paliar el anal-

fabetismo de la época, siendo ayudado por los misioneros Payne y Fenn. Después se abrirían algunos comedores, una Librería Evangélica y una Casa-Asilo.

Su pasión por la literatura le llevó a publicar varias revistas, una de ellas para niños y una Biblia llamada “Popular”, porque como él dijo: “La Biblia es verdaderamente un libro popular, es el libro del Pueblo, de la humanidad entera: se dirige al hombre como a tal, lo mismo al civilizado y sabio que al salvaje e ignorante… sus doctrinas y promesas han sido eficaces en todos los siglos para corroborar y animar a millares y millares de hombres durante el rudo combate de la vida, vi-niendo a ser su única esperanza y sostén en la hora de la muerte…”.

En el libro encontraréis muchas anécdotas, algunas simpáticas como cuando pudo ofrecer-le unos evangelios al propio rey Amadeo I de Saboya; otras muy tristes como la ayuda que ofreció en medio de la terrible fiebre amarilla que asoló Barcelona en aquella época.

Espero que sea un libro que nos inspire a co-rrer “nuestra carrera” puestos los ojos en Jesús, pero sabiendo que tenemos una “gran nube de testigos” que nos precedieron y nos enseñaron a través de su ejemplo lo que es una vida entre-gada a Dios y su obra.

Eva López Cañas está casada y es madre de dos hijos. Cuenta sus vivencias como ama de casa y cristiana en su blog personal: http//elim-eloasisdeeva.blogspot.com y colabora habitualmente con la revista http//mujerdehoy.org con un blog dedicado a la música góspel llamado “Destellos del góspel”.

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sUna novela cristiana: La Cabaña

NANCy R. CLARNEAU

¿Cómo es que una novela cristiana, de un autor desconocido, auto-editada después del re-chazo de varias editoriales, tanto cristianas como seculares, recibe finalmente una acogida tal que se mantiene como el bestseller número 1 del listado del New York Times durante 52 semanas?

La Cabaña (título original “The Shack”), de William P. Young, vio la luz en 2007 (escribo leyendo la edición española de Espasa-Calpe, 2009), llegando a impri-mirse unos 15 millones de ejemplares desde entonces y hasta la fecha, con traducciones a más de 40 idiomas.

La obra empieza en calidad de na-rrativa de suspense, partiendo de una entrañable excursión familiar, la cual se vuelve tra-gedia cuando desaparece Missy, la hija pequeña de Mack. Pero no se trata de una novela de sus-pense. La crisis del supuesto asesinato de Missy pronto se fundirá en la Gran Tristeza que recae sobre Mack, al volver a la vida cotidiana con el res-to de su familia. La auténtica aventura empieza a los tres años de tal suceso, cuando Mack, llevado por una misteriosa invitación, vuelve a la cabaña donde posiblemente pereciera su hijita, y termina pasando un fin de semana extraordinario, entre personificaciones poco usuales del Dios Trino.

El dolor y la ira de Mack ante la evidente injus-ticia de su pérdida quedan al descubierto en su diálogo personal con Dios el Padre, con su Hijo Jesús, y con el Espíritu Santo. La osadía de Young al llenar la boca de Dios con el habla típica y poco reverente de seres mortales de este siglo, incluso con su sentido de humor, le entra fácilmente al lector medio, máxime si está luchando con el dile-ma de su propio dolor frente a la supuesta bondad de Dios. Al acompañar a Mack por los aconteci-mientos y diálogos de su estancia con Dios, mu-chos encuentran a su alcance una alegoría que les ofrece nuevo entendimiento y consuelo.

A otros, les impacta el palpable e irrefrenable deseo de Dios de disfrutar de una relación personal y gozosa con cada uno de nosotros. Aquí se infrava-lora la religión tradicional, incluso dejándola en mal lugar, pues ha dibujado a un Dios incoherente, y no lleva a las personas a la confianza total en Dios, a vivir la reconciliación que hizo posible Jesús, a abandonar nuestra obstinada independencia.

A pesar de su capacidad de llegar al corazón de tantas personas, la novela también ha ocasionado mucha polémica, sobre todo entre autoridades cristianas. ¿Las personificaciones, no represen-tan una falta de respeto hacia nuestro Dios? ¿Es que las normas se pueden abandonar del todo?

¿Dónde están las referencias bíblicas? ¿Por qué esta actitud anti-eclesial? ¿Se trata de una visión feminista de Dios? Peor todavía, ¿se está entremezclando la fe cristiana con una filosofía extraña? Algunos ministros recomiendan rotunda-mente NO leerla.

Es atrevido poner palabras en la boca de Dios, y personalmente no puedo se-cundar todo lo que se encuentra en esta novela. Pero entendamos que no se trata de un texto de teología, sino de un inten-

to de comunicar la cercanía de Dios, en un len-guaje que se entienda fuera de las paredes de nuestros templos. Muchas personas han tenido malas experiencias con la iglesia organizada, en sus distintas expresiones; pero aún tienen una sed espiritual que intentan satisfacer siguiendo otros caminos. El Jesús de esta novela afirma co-rrectamente que la mayoría de estos caminos no llevan a ninguna parte. Sin embargo, Él se declara dispuesto a salir al encuentro de los suyos, allá dondequiera que sea.

Es llamativa la acogida que ha recibido esta novela entre tantos millones de personas. Recordemos el problema que plantea Jaume Llenas en un número anterior de Sembradoras (2008, Iglesia y sociedad en el siglo XXI). Para mí, La Cabaña representa un intento valiente de salir de nuestro “idioma evangélico”. Una novela sensible a la postmodernidad que nos rodea, don-de, “sin haber asumido todos los valores de esta cultura, somos capaces de expresar el evangelio eterno en términos comprensibles para la gente de hoy en día”.

Nancy R. Clarneau es traductora del inglés al español y miembro de la Alianza de Escritores y Comunicadores Evangé-licos (ADECE) E-mail: [email protected]

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sToral de los Guzmanes: Un oasis en medio de la crisis

JACQUELINE ALENCAR

Durante tres días, del 28 al 30 de septiembre, el Centro de Campamentos y Conferencias “Eduardo Turrall” acogió a unas 70 participantes del XXI Retiro de Mujeres Evangélicas de Castilla y León, quienes pudieron disfrutar de sesiones plenarias, coloquios, así como de momentos para disfrutar de la amistad y del intercambio de ideas sobre distintos temas de la vida eclesial y personal.

Este pequeño pueblo leonés tiene algo especial, y no por su arquitectura. No en vano aquí afincó Eduardo Turral con su familia, dedicándose a sembrar semilla buena y duradera, la del evangelio. Hermanas de la iglesia de León, seguidoras de esa obra, y contando con la cooperación de otras coordinadoras de distin-ta procedencia, consiguieron organizar este evento de forma eficiente, aun en tiempos de crisis.

La crisis como tema centralLas plenarias se centraron en el tema: “Claves para

resolver la crisis”. Eunice Area, procedente de la Iglesia Evangélica de Marín, fue la conferenciante y quien dejó un mensaje contundente para los cristianos que hoy podemos sentirnos derrotados por los caóticos mo-mentos que vivimos. Resulta evidente que la cuestión abordada es de mucha actualidad, teniendo en cuenta la actual coyuntura política y socio-económica por la que atraviesa España. Seguro que muchas de las parti-cipantes se sintieron identificadas con la problemática llevada a reflexión. ¿Quién no conoce o está afectado por el paro? ¿Quién no conoce a alguien que está des-animado, deprimido, con baja autoestima?

Area recalcó que la crisis económica puede llevar a otras crisis, como las personales, familiares, de emo-ciones, de fe… Pero que no todo es negativo, “pues si bien en épocas de abundancia a veces la tendencia fue a ser autosuficientes, poco agradecidos y poco humil-des, la crisis nos ha llevado a replanteamientos perso-nales que nos llevarán a reconocer la importancia del trabajo, a aprender el contentamiento y a valorar lo que tenemos”, dijo, para luego rematar: “Esta es la oportu-nidad para volver nuestro rostro y mirar hacia los de-más practicando la generosidad. Es el momento para desarrollar nuestra fe. Y para involucrarnos activamente en el pueblo de Dios, en el servicio. Las iglesias dormi-das deben despertar y aprovechar las oportunidades”.

Ofrenda Misionera para EMSIMISION y Alianza Solidaria

Impactante fue la respuesta de las mujeres al lla-mado para poner un granito de arena a favor de los necesitados en América Latina y África.

Este año la ofrenda misionera se destinó a dos or-ganizaciones cristianas que trabajan a favor de aquellos que viven en situación de pobreza y exclusión social: Emsimision y Alianza Solidaria, esta última a través de uno de sus programas: Moisés.

Emsimision es una organización que agrupa a per-sonas que comparten la inquietud de colaborar en ac-ciones humanitarias en países de extrema pobreza, a través de voluntariado y la acción profesional. Su cam-po de trabajo está en las áreas con una gran necesidad de atención médica y sanitaria. Todos los proyectos se construyen sobre la base de dos lemas que consti-tuyen la motivación y razón de ser la entidad: “Amar como Jesús ama” y “Llevar salud y esperanza: Aquí, allí y ahora”. Toda la ayuda recibida de este retiro será usada durante la campaña médico-quirúrgica que ten-drá lugar en Burkina el próximo mes de diciembre.

Áreas de trabajo: Programa Oumarou de aten-ción integral a la infancia afectada de sordera en Burkina-Faso; Viajes de cooperación médica-humani-taria; Programas de atención sanitaria local y Christian Training Medical Center. Tania Linhares, enfermera y cooperante apasionada de este ministerio, dio un ex-celente informe.

La ofrenda también beneficiará al programa de apadrinamiento Moisés de Alianza Solidaria, brazo so-cial de la Alianza Evangélica Española. Moisés es un programa que surge en el año 1993 con el objetivo de proveer una educación integral a los niños y niñas más desfavorecidos de Latinoamérica, dado el enorme dé-ficit educacional que existe en esa región.

Por ello, y con el propósito de brindar una educa-ción de calidad que permita a los niños y niñas romper el círculo vicioso de la pobreza en el que han nacido, se trabaja generalmente con proyectos educativos ubica-dos en zonas de extrema pobreza y con altos niveles de necesidades básicas insatisfechas en los países de Colombia, Perú, Honduras, Bolivia y, recientemente in-corporado, Haití. A través de este programa se procura que los niños tengan acceso a la educación curricular, útiles escolares, una alimentación equilibrada, cuida-dos básicos de salud y formación en valores cristia-nos, cubriendo así las cuatro áreas de toda personas: intelectual, física, emocional y espiritual.

ConclusionesNadie volverá casa con dudas acerca de que si

Dios sacó al pueblo de Israel de Egipto en medio de mucha oposición, también nos puede sacar a noso-tros de toda esta problemática que ahora nos afecta. La complejidad de los tiempos que corren nos pue-de afectar, pero no como a aquellos que no tienen Esperanza.

Lo comprobamos en las palabras de Ruth Cook, una joven estudiante universitaria: “El retiro me ha parecido muy relevante debido al tema de las confe-rencias, que se han tratado desde un punto de vista bíblico que, en mi opinión, nos ha animado y ayudado a tener una perspectiva más positiva de la crisis”.

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El coro en Villaseco

Mercadillo solidario

Cena SolidariaDesayunos

Tertulia en Radio Berea

Reunión de mujeres Paseo de la Estación-Calle Volta Taller de Godly Play’s

Retiro de Iglesia

Entrega del premio Jorge Borrow a Gabino Fernández. Uni-versidad de Salamanca