RIBLA 5-6-Perdonanos Nuestras Deudas
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EDITORIAL
La Deuda Externa deteriora, da tras da, las condiciones de vida de los pueblos latinoamericanos.
Acelera el empobrecimiento. Implica la muerte prematura para un nmero cada vez mayor de nios.Resulta en menos escuelas, en menos viviendas, en fin, en menos vida para los pobres.
Y la resistencia est aumentando. Los movimientos populares estn cuestionando el origen y el
automatismo de esta deuda. Ya alcanzan, en algunos lugares, una significativa movilizacin de la
sociedad contra esa expoliacin sistemtica.
Y las Iglesias se vienen mostrando solidarias con los clamores del pueblo que, sin jams ser
preguntado, fue endeudado. Fueron realizadas, y estn programadas, consultas para el estudio del
asunto. Y sectores importantes de las Iglesias han asumido una posicin de denuncia proftica contra
el pago de la Deuda Externa.
Por ello, este nmero 5-6 de la Revista de Interpretacin Bblica Latinoamericana est dedicado a
esta cuestin de la Deuda Externa. Sus artculos fueron escritos desde la perspectiva de los
empobrecidos y en sintona con todos los que, en la lucha por la vida, se solidarizan con los
masacrados por el endeudamiento. De hecho, en estas circunstancias, imparcialidad significa
parcialidad junto a los desheredados!
Los diversos artculos muestran que, evidentemente, no se trata de apelar al concordismo, de
yuxtaponer los tiempos bblicos a los nuestros. Insisten en las diferencias. Sealan las especificidades
de la cuestin de la deuda en el contexto de la Biblia. An as, y respetando las diferencias, el saldo es
positivo: los diversos artculos de este nmero alcanzan a inspirar nuestra prctica actual en relacin
a la Deuda Externa.
En el inicio se ha colocado una meditacin bblica, justamente sobre el Padre Nuestro: Perdnanos
nuestras deudas (Paulo Lockmann). En la oracin ms pronunciada, en la oracin de nuestro da-a-
da, pedimos y nos comprometemos con la lucha contra la lgica de las deudas.
Siguen tres ensayos que abordan la temtica a la luz de momentos del Antiguo Testamento, uno del
inicio de la historia del pueblo, Salomn y los trabajadores (Carlos A. Dreher), y otro de una fase ms
avanzada, pos-exlilica, La deuda en la reforma social de Nehemas (Jos Severino Croatto).
Y el mismo autor nos abre una hendidura hacia el mundo circundante, al brindarnos unas notas
sobre Deuda y justicia en textos del Antiguo Oriente.
Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento se sita el artculo sobre La lucha contra la deuda externa:
crtica proftica o apocalptica? (Jung Mo Sung). Este llama la atencin sobre las diferencias entre la
perspectiva proftica y la apocalptica.
La apocalptica tambin es el nfasis del primero de los artculos ms volcados al Nuevo Testamento.
El estudio sobre Apocalipsis 18 lleva por ttulo El juicio de Dios contra las transnacionales (Dagoberto
Ramrez Fernndez). En el ambiente de los evangelios se sita el ensayo de Jos Crdenas Pallares:
Reino de Dios o reino del dinero. Y, por ltimo, tenemos un anlisis del propio Imperio que es el teln
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de fondo de la palabra de Jess sobre el dinero, y que es el blanco de la crtica apocalptica: El
Imperio y los pobres en el tiempo neotestamentario (Nstor O. Mguez).
Destacbamos que el presente nmero de RIBLA tiene una meditacin en su comienzo. Esto
evidencia el contexto pastoral del cual brot la temtica, y a partir del cual este nmero fue
elaborado. Con este nfasis tambin concluimos: La deuda externa y los nios. Nuestros hijos e hijasson tan buenos como los de ellos (Nancy Cardoso Pereira y Luis Torres).
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CONTENIDO
EDITORIAL 2
PERDNANOS NUESTRAS DEUDAS 5
Una meditacin sobre la oracin: Una forma de lucha y resistencia a la opresin
Paulo Lockmann
SALOMN Y LOS TRABAJADORES 12
Carlos A. Dreher
LA DEUDA EN LA REFORMA SOCIAL DE NEHEMAS. Un estudio de Nehemas 5:1-19 21
Jos Severino Croatto
DEUDA Y JUSTICIA EN TEXTOS DEL ANTIGUO ORIENTE 31
Jos Severino Croatto
LA LUCHA CONTRA LA DEUDA EXTERNA: CRTICA PROFTICA O APOCALPTICA? 36
Jung Mo Sung
EL JUICIO DE DIOS A LAS TRANSNACIONALES. Apocalipsis 18 44
Dagoberto Ramrez Fernndez
REINO DE DIOS O REINO DEL DINERO 63
Jos Crdenas Pallares
EL IMPERIO Y LOS POBRES EN EL TIEMPO NEOTESTAMENTARIO 74
Nstor O. Mguez
LA DEUDA EXTERNA Y LOS NIOS. Nuestros hijos e hijas son tan buenos como los de ellos 87
(Una experiencia)
Nancy Cardoso Pereira y Luis Torres
LA LECTURA DE LA BIBLIA 97
Carlos Mesters
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PERDNANOS NUESTRAS DEUDAS
Una meditacin sobre la oracin: una forma de lucha y resistencia a la opresin
Paulo Lockmann
I. Introduccin: el Padre Nuestro en el marco de las formas de oracin del mundo judaico
Es interesante comenzar subrayando que la experiencia de la oracin en el mundo judaico es, antes
de todo, una experiencia comunitaria, pues, un judo, incluso cuando oraba solo, lo haca en la
condicin de miembro del pueblo de Dios (Sal. 35, 18; 111, 1). Esto nos permite ver cmo podemos
ser arrancados de una tradicin bblica de piedad que engendra compromiso comunitario y
transformacin, hacia una experiencia de oracin que es individualista y profundamente desligada de
los problemas de la comunidad. En el mundo judaico, cuando la oracin era una splica individual,
profun-damente ntima, el Dios invocado era el Dios de los padres, el Dios de la comunidad: ... Se
acerc el profeta Elas y dijo: Seor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel... (1R. 18, 36; 1R. 8, 22; 2
R. 19, 15).
La tradicin de la oracin como experiencia comunitaria de compromiso, se propag en la vida de la
Iglesia Primitiva , tanto en el culto pblico (1Cor. 11,4-5; 14, 13-16) como en las reuniones menores
(Mt. 18,19-20). En este texto de Mateo, Jess liga una promesa especial con la oracin comunitaria;
esto sin dejar de considerar la oracin individual, pero que segua siendo al Dios de la Iglesia
(comunidad). La experiencia de la comunidad de Jerusaln, muestra que la experiencia de la oracin
comunitaria fue el medio de resistencia a la violencia y a la opresin proveniente ora de las
autoridades judaicas, ora de Herodes (Hch. 12, 4-5).
Pensando ms objetivamente en las formas de oracin del mundo judaico, tenemos que resaltar la
forma que en la poca de Jess, era la ms usual. O sea, el Shem: Escucha, Israel, el Seor, nuestro
Dios, es el nico Seor (Dt. 6,4). Esta forma introductoria deuteronmica, vena acompaada de una
confesin de fe histrica del memorial de liberacin del yugo del Faran: ... cuida de no olvidarte del
Seor, que te sac de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre... (Dt. 6,12). As, la oracin era
una invocacin al Dios liberador, y aunque tengamos que reconocer que los crculos farisaico-
rabnicos donde tales formas de oracin proliferaban, no eran reconocidos precisamente por una
prctica liberadora, debemos, no obstante, rescatar del interior de estas formas de oracin el
potencial de justicia y liberacin que ellas tienen. Podemos decir que esto fue exactamente lo que
hizo Jess con el Padre Nuestro. De acuerdo con Jeremas (1), al comenzar por la invocacin, el Padre
Nuestro depende literariamente del Qaddish, antigua oracin sagrada aramea. Con ella se cerraba el
oficio en la sinagoga en tiempos de Jess. Casi podemos afirmar que Jess transforma esta oracin,
el Qaddish, conocida del pueblo, y le da un contenido nuevo de compromiso, como veremos en lo
que sigue.
II. El Padre Nuestro en el marco de la tradicin de Mateo y de Lucas
En la estructura del evangelio de Mateo, el Padre Nuestro se inserta en la unidad literaria llamada el
Sermn del Monte, que es el primer discurso de los cinco existentes en este evangelio. No podemosdecir que sus tres captulos son un resumen del evangelio, como quieren algunos exegetas, pero s
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que en las peticiones del Padre Nuestro, estn sintetizados los elementos fundamentales de la
prctica de Jess en el evangelio de Mateo.
Es interesante destacar que la unidad donde se encuentra la oracin del Seor, tiene una
introduccin profundamente inserta en lo cotidiano judaico: el Sermn del Monte presenta a Jess
como maestro y como profeta. El comentario de Strack y Billerbeck nos advierte sobre el hecho deque ya la introduccin (5,1) respira un estilo narrativo y tipolgico judaico, donde al retirarse con los
discpulos, Jess imita una prctica rabnica. Los rabinos se retiraban frecuentemente a lugares
aislados con vistas a ensear a sus discpulos (2). Al subir al to oros (el monte), se subraya claramente
una tipologa con el xodo, con Moiss. Queda as claro el potencial de liberacin y de compromiso
que encierra todo el Sermn del Monte, incluido el Padre Nuestro.
Ya en el evangelio de Lucas tenemos una versin corta con cinco peticiones, sin especificar el lugar
geogrfico en que la misma es presentada. El contexto es el de los discpulos queriendo aprender a
orar, seguido de una parbola sobre el deber de orar con perseverancia, mientras en Mateo se
inserta en una polmica con los fariseos, como, dicho sea de paso, todo este evangelio.
Las diferencias entre las dos introducciones pueden ser explicadas por la diversidad de las
comunidades productoras de los textos. Por un lado, la comunidad judeo-cristiana de Mateo, donde
la gran mayora conoca varias formas judaicas de oracin y saba orar. Por otro lado, la comunidad
de Lucas, donde una significativa parcela proceda del mundo no judo y la oracin del Padre Nuestro
se dirige principalmente al crculo catequtico. La peticin: ... ensanos a orar... (11, 2), expresa
esto muy bien.
Adems, en Lucas se pide por el perdn de los pecados, en tanto que en Mateo se usa la expresin
deudas, lo que ofrece mayores posibilidades para la lectura que deseamos hacer a la luz de nuestrocontexto latinoamericano. Deuda es nuestra cuestin. Pasemos, entonces, a una lectura
comprometida de la versin del Padre Nuestro de la comunidad de Mateo.
III. El Padre Nuestro: una lectura posible del texto de la comunidad de Mateo
1. Estructura de la oracin del Padre Nuestro en Mateo
a) Introduccin-Exaltacin: Mt. 6, 9b
Padre nuestro que ests en los cielos
b) Primera peticin: Mt. 6, 9c
... santificado sea tu nombre
c) Segunda peticin: Mt. 6, 10a
... venga tu Reino
d) Tercera peticin: Mt. 6, 10b
... hgase tu voluntad
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e) Cuarta peticin; Mt. 6,12
... El pan nuestro de cada da danos hoy
f) Quinta peticin: Mt. 6, 12
... perdnanos nuestras deudas, as como nosotros perdonamos a nues-tros deudores
g) Sexta peticin: Mt. 6, 13a
... no nos dejes caer en tentacin
h) Sptima peticin: Mt. 6, 13b
... lbranos del mal
i) Conclusin-confesin de fe: Mt. 6, l3c
... pues tuyo es el Reino, el poder y la gloria para siempre. Amn
2. Comentario del texto de la oracin
a) Padre nuestro que ests en los cielos
No vamos a desarrollar todas las cuestiones de Dios como Padre-Pater-Abba, por considerar que,
primeramente, no es nuestra intencin trabajar un enfoque preponderantemente literario, sino
histrico-liberador; segundo, que ya existe una infinidad de estudios exhaustivos sobre el tema; cito,
por ejemplo, el trabajo de Joaqun Jeremas (3).
En tanto, cabe decir que en el mundo judaico se esperaba que una oracin se iniciara con una
afirmacin del tipo en que la Soberana de Dios fuese exaltada. Una de las convicciones ms
significativas acerca de Dios, era su dominio sobre el mundo y la historia. El Dios de la experiencia de
la piedad judaica, es el Dios que crea, que ve, que oye, que se conmueve, que se encoleriza con la
injusticia y la opresin. Al decir: ... que ests en los cielos, el judo no afirmaba un Dios distante,
pero s soberano, que todo lo ve, todo lo oye, y que acta en la vida de su pueblo; prueba de esto es
la naturaleza de las peticiones que siguen a esta exaltacin. No cabe en esta oracin la interpretacin
de un Dios distante, ausente. El Dios-Padre del Seor Jess, es un Dios presente.
Dios es Padre. Esta afirmacin, que no era muy comn en el Antiguo Testamento, pas a tener desde
la sinagoga un uso ms corriente, siendo asimilada por el judasmo-cristiano. Aunque fuese una
expresin metafrica, indicaba el cuidado que Dios tiene con su pueblo, aunque tambin el tipo de
relacin que l desea ver entre nosotros, una relacin de hermanos, igualitaria, horizontal.
b) Primera peticin: ... santificado sea tu nombre
Esta peticin puede ser encontrada tambin en Lucas, y designa la sumisin al gran Seor, que es
Dios. Es asimismo un circunloquio, contenido en el nombre de Dios, en las diferentes formas que
encontraron para designarlo.
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Cmo se santificaba el nombre de Dios? En primer lugar, es Dios mismo quien santifica su nombre,
pues sus grandes hechos son los que designan su obra y quin El es. As, las diferentes formas de su
nombre cualifican su Seoro y Soberana. De este modo, porque el Seor es grande y grandes son
sus obras, cabe a su pueblo, guardar, honrar su nombre. Esto significa obedecerlo, alabarlo,
confiando en su fidelidad y providencia. Como l acta con el derecho y la justicia, santificar su
nombre es actuar en justicia, como El acta. Is. 48 traza una ilustracin interesante. All el profeta
denuncia a aquellos que juran por el nombre de Dios, los que invocan al Dios de Israel, pero no segn
la justicia y la verdad (Is. 48,1).
Hoy podemos encontrar comportamientos como ste. Personas, instituciones, gobiernos, que no
santifican el nombre de Dios. Por el contrario, usan el nombre de Dios para mistificar, engaar,
escondiendo detrs del nombre del Seor de la Justicia, intereses que nada tienen que ver con su
enseanza. Como, por ejemplo, cuando el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos coloca en
sus billetes de dlar la expresin: En Dios confiamos. Quieren hacer pensar a los otros pueblos,
principalmente a los ms pobres: vean!, el dlar es la moneda de Dios. Vean!, como tenemos
riquezas, fue bendicin de Dios. Ser que piensan que no sabemos que ellos robaron inmensos
territorios de Mxico? Hay una visible mistificacin ideolgica en la expresin contenida en los
billetes del dlar. Una violencia contra la peticin de Jess, en la oracin que nos ense. Usar el
nombre de Dios, significa antes que todo compromiso con la justicia, con el pobre, con la viuda, con
el hurfano. No es por acaso que el dlar es una verdadera divinidad que, para sobrevivir, bebe el
sudor y la sangre del pueblo de Amrica Latina.
c) Segunda peticin: ... venga tu Reino
Lo mismo, sin que se pueda encontrar con frecuencia en el Antiguo Testamento, la idea de Dios como
Rey es conocida. Al final, Israel era una sociedad teocrtica (I Sm. 8, 7). Durante el Exilio, este idealdel reinado de Dios se fortaleci. Las promesas de Dios, por medio de los profetas, se tomaron
motivo de temas escatolgicos y mesinicos. El Mesas vendra y reinara, no nicamente sobre
Israel, sino sobre las naciones. El dominio de Dios pasa a ser un ideal expresado en diversas
oraciones. Dios, a travs del Mesas, traera un nuevo tiempo; el Shalom de Dios, finalmente
ocurrira.
As, es fcil entender cmo la comunidad de Mateo pasa a anhelar la venida del reinado de Dios, la
segunda venida de Jess. Su experiencia frente a la dominacin del Imperio Romano era
extremadamente angus-tiante. Por ello, la salida era resistir e insistir diciendo en oracin: ... venga
tu Reino. La oracin no expresaba apenas una esperanza espiritual, sino la superacin de undominio econmico que les tomaba el fruto de su trabajo. Las formas de impuesto de la tierra e
individual, amenazaban seriamente la vida de la comunidad judaico-cristiana de Mateo. Mt. 10, 17-
18, expresa la situacin de persecucin y explotacin que el pueblo viva; el estilo de vida de esta
comunidad desinstalada, con su fuerza de trabajo disminuida, dado que muchos artesanos y
agricultores dejaban sus labores para anunciar la venida del Reino de casa en casa, de ciudad en
ciudad. Con esto se transformaban en deudores de impuestos, en perseguidos y sujetos a ser
convertidos en esclavos. Vindola de este modo, la peticin adquiere otro significado.
Debemos subrayar todava que Jess fue acusado de querer ser Rey, y sobre su cruz escribieron: Rey
de los Judos. Ciertamente, tanto las circunstancias de la muerte de Jess, el Mesas, como su
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mensaje sobre el Reino de Dios, hacan esta peticin mucho ms relevante para la comunidad
primitiva.
Cuando deseamos reflexionar sobre el Reinado del Mesas Jess, tenemos mucho sobre qu pensar.
Decir, venga tu Reino, es tambin empearse para que se vaya para siempre el reino de la mentira y
de la opresin, es compromiso proftico como fue el de la comunidad de Mateo, es pagar el preciode una vida desprendida y comprometida.
d) Tercera peticin: ... hgase tu voluntad
La voluntad de Dios, su propsito, puede ser conocido a travs de su revelacin en la Escritura, en
todas sus tentativas por reconciliar a los seres humanos con sus principios de paz, amor y justicia.
La armona de la relacin expresada en la historia de la creacin; el equilibrio y justicia con que Dios
crea el hombre, la mujer y nuestro universo; el Shalom como paz y relaciones justas, son ideales de
Dios revelados desde la creacin. De esta manera, no es de extraar que la oracin tenga una
expresin: hgase tu voluntad. El contexto vivido por la comunidad de Mateo, era de soberanos y
dominaciones que no cumplan la voluntad del Dios Justo; la opresin, la violencia contra el pobre,
los esclavos, eran negaciones de la voluntad de Dios. Por ello se exhortaba a la comunidad cristiana
para que fuese un signo de la voluntad y el propsito de Dios. En esto se encuadran varias de las
exigencias del Sermn del Monte. Lo mismo que el famoso dicho de Jess: Porque os digo que, si
vuestra justicia no excede en mucho a la de los escribas y fariseos, jams entraris en el Reino de los
Cielos (Mt. 5, 20).
La voluntad de Dios es que se cumpla su Palabra. El cumplimiento de la Palabra de Justicia, pasa por
la prctica y predicacin de la Iglesia. Dnde estn nuestros valores? A quines somos fieles?
Pues, donde est tu tesoro, ah estar tambin tu corazn. El respeto al mensaje de la Iglesia en
Amrica Latina, ser tanto mayor cuanto puedan verla viviendo tal mensaje. Esto es, en resumen,
hacer la voluntad de Dios. Pues ha de significar no hacer la voluntad de esta sociedad capitalista,
voluntad dominada por el lucro y el inters personal, aunque estos cuesten la vida de muchos. Ya la
voluntad de Dios es vida para todos. Finalmente, no fue as que El cre? Veamos en las otras
peticiones, lo que concretamente es la voluntad de Dios.
e) Cuarta peticin: ... el pan nuestro de cada da danos hoy
Es difcil decir esta peticin si sabemos que vivimos en un pas, en un continente, donde millones no
tienen, muchas veces, ni un pan viejo para comer; donde los nios comen tierra, por la absolutanecesidad de tener algo en el estmago.
La voluntad de Dios, ahora, asume un aspecto concreto: el que todos tengan pan. Jess, al alimentar
a la multitud, practic el ideal de Dios: alimento para todos.
El derecho a la alimentacin es un ideal de Dios para todos. Cuando la comunidad primitiva comenz
a sentir la actuacin del Espritu de Dios en su medio, los primeros sntomas fueron: partan el pan
de casa en casa (Hch. 2, 42). 0, todava: ... ningn necesitado haba entre ellos (Hch. 4, 34).
Hoy, la Iglesia tiene que empearse para en su accin misionera, promover hechos que propicien el
pan, promover la conciencia y conversin en medio de la sociedad, con vistas a disminuir la gravedad
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del pecado del capitalismo que tenemos entre nosotros, el cual arrebata el pan de la boca de
muchos.
f) Quinta peticin: ... perdnanos nuestras deudas
Mateo utiliza aqu la expresin afeilmata = deudas, a diferencia de Lucas que usa amartia =pecados. La expresin afeilmata significa, en el mundo greco-romano, deuda en el sentido
pecuniario, o sea, cuando se toma un prstamo y no se puede pagar. Asimismo, quien no pagaba el
impuesto debido al Estado, se converta en un afeilonti = deudor.
Segn un estudio literario de comparacin de lenguaje, podemos afirmar que la expresin afeilonti
era del conocimiento general del pueblo, pues designaba a alguien marcado, a un posible esclavo. En
efecto, ser un deudor, en una sociedad esclavista como la romana, era motivo suficiente para ser
esclavizado.
En la oracin se dice que Dios nos debe perdonar, como tambin nosotros perdonamos a nuestros
deudores. Queda claro un fuerte compromiso. Dios perdona nuestros pecados, nuestros errores, y
el medio es que como nos hemos convertido a l, hemos conocido su misericordia y amor
perdonador, tenemos de la misma manera que perdonar. Pero, qu tenemos que perdonar? Todo,
principalmente las deudas que no permiten vivir a las personas y, por el contrario, las tienden a
tomar esclavas nuestras.
Esta es la situacin que se ha generado con la deuda de los pueblos del Tercer Mundo, la llamada
deuda externa que ha convertido a millones de trabajadores en verdaderos esclavos. Tenemos que
producir dlares con la sangre y el dolor de los trabajadores para pagar una deuda de la que ni vimos
el dinero, y que adems es impagable, pues sus intereses son el medio por el cual la deuda puede
seguir siendo cobrada, y de esta forma, mantener la dominacin. Hoy , al rezar el Padre Nuestro, no
debemos pensar nicamente en el alivio que precisamos para nuestra conciencia culpable, sino
tambin en las formas de encontrar alivio para los trabajadores que aplastados por la deuda externa,
no alcanzan el mnimo de condiciones de salud, educacin y alimentacin para ellos y sus familias.
Una deuda as, tiene que ser cancelada.
Vemos de este modo que hacer la voluntad de Dios es declarar el Ao del Jubileo, es cancelar las
deudas. Es urgente que los pueblos del Tercer Mundo puedan gozar de este perdn de las deudas;
slo as la voluntad de Dios ser hecha en la tierra como en el ciclo. Por consiguiente, rezar el Padre
Nuestro es saber bien lo que significa ser deudor.
g) Sexta y stima peticiones: ... no nos dejes caer en tentacin, mas lbranos del mal
Voy a comentarlas juntas pues, ciertamente, para la comunidad de Mateo ellas fueron una unidad al
estar profundamente ligadas.
Caer en tentacin es arriesgarse a desobedecer a Dios. Es no obrar en la verdad y justicia del
Evangelio, de la Palabra. Es usar de recursos oscuros para aprovecharse y dominar. Dentro de la
tica del mundo capitalista, lo verdadero es obtener ventaja, es dominar, es sobrepasar a los otros.
En consecuencia, caer en tentacin es dejarse dominar por los propios intereses, irrespetando los
del prjimo, los de la comunidad. Esto acarrea el mal, que es la dominacin de una persona o un
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grupo sobre la mayora, trayendo lucro y beneficio para esta minora o persona, en detrimento del
bien de todos.
Lo correcto es pensar como Jess, o como la comunidad de Mateo viva el cristianismo. Era una
comunidad que daba de beber a los ms pequeos, o de comer; sus miembros no pensaban en s
mismos, sino en el otro. As pues, huir de las tentaciones es tener un proyecto de vida volcado hacialos otros, los que sufren, por cuanto con ellos se identifica Jess: ...cuanto hicisteis a uno de estos
hermanos mos ms pequeos, a m me lo hicisteis (Mt. 25, 40).
(1) Jeremas. J. O Pai-nosso: a orao do Senhor . Edies Paulinas, So Paulo, 1979, pg. 39.
(2) Strack und Bilerbeck. Kommentar Zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch: Das
Evangelium nach Matthaus. Berlim. 1922.
(3) Jeremas, J. Abba: Vandenhoeck e Ruprecht. Gttingen, 1966.
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SALOMN Y LOS TRABAJADORES
Carlos A. Dreher
I. La monarqua tributaria israelita
La monarqua israelita surgi, ya bajo Sal, dentro de los moldes del Modo de Produccin Tributario.
Con el pretexto de la defensa eficaz contra los filisteos, se cre la necesidad de un pequeo ejrcito
regular y permanente. Y el primer Estado no debe realmente haber pasado de esto: un rey y un
pequeo grupo de mercenarios.
El excedente de produccin necesario para garantizar la manutencin de este estado emergente, fue
alcanzado mediante la revolucin tecnolgica representada por la introduccin del buey como
animal de traccin del arado en la agricultura israelita. La nueva tcnica suministraba el soporte
econmico al reinado. Las condiciones para una produccin ms all de las necesidades de la
comunidad estaban dadas, permitiendo el surgimiento de una elite no productiva que asumiera el
servicio de la guerra. Un contrato entre el rey y el pueblo regulaba el derecho del rey (cf. I Sm. 8,
11- 17, a pesar de la discusin sobre su real contexto histrico), segn el cual, a cambio de su servicio
de defensa (cf. 1 Sm. 8,20), el monarca adquira el derecho al tributo en la forma de productos o de
leva.
Sin embargo, la tributacin no parece haber incidido con mucha intensidad sobre la poblacin
israelita en los primeros tiempos. Los campesinos empobrecidos (cf. 1 Sm. 22,2; 25, 10) deben haber
tenido su origen ms bien en el desequilibrio econmico interno causado por el enriquecimiento de
los propietarios de bueyes, quienes consiguieron marginar crecientemente los endeudados. El
todava pequeo aparato estatal, consigue mantenerse con base en el saqueo aplicado los enemigos
vencidos, pese a las restricciones que le son fijadas por las prescripciones clticas (cf. I Sm. 15).
Incluso bajo David, estas condiciones se mantienen. Su poltica expansionista le permite mantener la
corte con el botn de guerra y con el tributo impuesto los pueblos subyugados (II Sm. 8. 1-14; 10, 19;
12,26-31). Tal situacin matiza la tributacin de los propios israelitas, al mismo tiempo que justifica la
existencia de la monarqua. La necesidad de un rey aparentaba ser concreta en cuanto el ejrcito
estuviera en actividad. El servicio a ser prestado por el monarca no era puesto en duda.
No obstante, sera ingenuo pensar que la tributacin no incidiese ya en este tiempo sobre losisraelitas. Despus de todo, entre los funcionarios de la corte davdica se encontraba un
administrador de los trabajos forzados (II Sm. 20, 24). Exista ya, pues, una practica de leva. Por otro
lado, el censo levantado por David (II Sm. 24; 1 Cr. 21), tan duramente criticado, ciertamente debe
haber tenido un objetivo tributario en relacin a la poblacin de su reino.
Con todo, nada de eso habr sido tan duro y tan pesado como lo que se abati, especialmente sobre
las tribus norteas, en el reinado salomnico. La protesta de estas tribus contra el pesado yugo y la
dura servidumbre a ellas impuestos (IR. 12, 4 passim), y que las llevaran a la separacin, nos da
cuenta de eso. Y tal tributacin excesiva, con toda certeza, tiene su origen en el endeudamiento
externo generado por Salomn, en funcin de sus intensas actividades arquitectnicas, entre ellas laconstruccin del templo, y de la promocin del comercio internacional en su momento.
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II. El reinado de Salomn
Salomn, como su propio nombre ya parece indicar, subi al trono en un perodo de paz. David, su
padre, pondr fin a cualquier amenaza que sus vecinos pudiesen representar para Israel y Jud. Los
subyugar a todos, anexando los territorios de unos, sometiendo a otros al vasallaje, o incluso
convirtindose en su rey, como en el caso especfico de Amn. Asumir la soberana sobre toda Siria-Palestina, tomndose en el sucesor del imperio egipcio en aquella regin.
La ausencia de guerra colocaba al sistema tributario en crisis. La necesidad que llevara al
surgimiento de la monarqua, no exista ms. No teniendo servicio a prestar a la poblacin, el rey se
vea en la contingencia de ver cuestionado su derecho al tributo: qu hacer para mantener el
poder?
Un nuevo servicio, distinto del anterior, restablecera la relacin contractual entre el rey y el pueblo.
A cambio del derecho al tributo, Salomn ofrecera obras pblicas en torno a la religin. El templo
de Jerusaln emerga como cobertura ideolgica para el sistema tributario. El rey construira la casapara Dios; el pueblo garantizara la mano de obra y la subsistencia para la corte.
De esta forma, el trabajo de la construccin del templo sustentar a la monarqua salomnica. Y,
mientras construye la casa de Dios, Salomn tendr tiempo para fortalecer su propio ejrcito real, un
mecanismo eficiente de represin que le garantizar la explotacin de sus sbditos.
Es interesante notar que el propio deuteronomista, normalmente tan celoso en hacer ver los
deslices reales, cae en la trampa. El templo le ofusca la crtica. Apenas despus de la inauguracin del
santuario consigue sealar la idolatra de Salomn, consecuencia de sus mltiples casamientos con
mujeres extranjeras. (cf. 1 R. 11, 1-8). Pero hasta ah. El texto bblico no escatima elogios a su
sabidura y a la grandeza de sus actividades arquitectnicas, con la excepcin quizs de los dos
captulos iniciales de IR., en los cuales no se omiten la eliminacin sumaria o el exilio de los
opositores del nuevo rey.
Aparte de estas resistencias iniciales, as como de algunos problemas con pueblos otrora sometidos
por David (I R. 11, 14-25), Salomn parece haber tenido xito con su estratagema. No parece haber
encontrado oposicin popular durante su gobierno, a no ser la frustrada tentativa de revuelta
emprendida por Jeroboam (I R. 11,26-28.40). Si bien el texto de IR. 12 nos permite vislumbrar que el
tributo impuesto al pueblo, principalmente a las tribus del norte, fue visto como muy duro, la
relacin contractual fue respetada durante el reinado de Salomn. El templo y el ejrcito le
garantizarn. el trono. Recin su muerte dio ocasin para que un nuevo contrato fuese propuesto
por los israelitas a su sucesor. Normalmente, la muerte de un rey inestabiliza el sistema.
III. Salomn, el constructor
Las actividades arquitectnicas de Salomn no se restringirn al templo. El texto bblico nos habla de
la construccin de otras innumerables obras. As, IR. 7, 2-7 se refiere a la Casa Bosque del Lbano,
bastante ms grande que el propio templo, dotada de un Prtico de las Columnas (v. 6) y de la Sala
del Trono (v. 7). Adems de sta, el mismo captulo nos informa de la construccin de una morada
real y de una casa para la hija de Faran, una de las esposas de Salomn (y. 8).
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Estas construcciones eran hechas de piedras, y su revestimiento interno de madera de cedro. Sobre
las piedras somos informados de que eran trabajadas, talladas a la medida y emparejadas. Las
enormes piedras utilizadas para el cimiento medan entre 10 y 8 codos, esto es, entre 4, 5 y 3, 6
metros de largo (v. 10).
Para la conclusin de las obras del templo fueron necesarios 7 aos (1 R. 6, 38); para los palacios, 13aos (IR. 7, 1). El total de 20 aos para estas construcciones es atestiguado tambin en 1 R. 9, 10.
Las actividades, sin embargo, no paran ah. De acuerdo con 1 R. 9, 15 ss., Salomn realiz obras de
terraplenaje este debe ser el significado de la palabra Mil ; edific los muros de Jerusaln;
restaur' y fortific diversas ciudades, modernizando sus muros y puertas. Organiz tambin
ciudades de aprovisionamiento, con el fin de guardar all los productos recibidos en tributo. Adems
de ello, al introducir carros de guerra en su ejrcito, precis' proveer diferentes ciudades, distribuidas
por todos sus territorios, con caballerizas y guarniciones para las tropas.
I R. 9, 26-28 nos informa asimismo acerca de la construccin de una ciudad portuaria en el Golfo deAcaba, adems de una flota de navos mercantes. No por ltimo, I R. 11, 1-8 nos da cuenta de la
construccin de santuarios paganos, destinados a los cultos practicados por las mujeres del harn.
Con todo, aparte de que la noticia es controvertida, toda vez que remonta al deuteronomista, no nos
es posible establecer si se trata de santuarios mayores, o apenas de altares menores cercados por
un lmite sagrado.
El nmero de obras, el tiempo de construccin y el tamao de las piedras, nos permiten imaginar el
inmenso trabajo humano necesario para edificar todo este esplendor. Las grandes obras sacrifican de
cualquier manera al pueblo. En el sistema tributario ellas ponen en movimiento la leva: el trabajo
forzado, impuesto a los sbditos o a sus hijos, al que el rey, por contrato, tiene derecho.
No nos proponemos detallar aqu la leva bajo el reinado de Salomn. En todo caso, una lectura de 1
R. 5, 27-32 (texto hebraico) puede satisfacer nuestra curiosidad. Eventuales dudas en relacin a la
veracidad de la leva impuesta a los israelitas mismos, que podran ser sugeridas por la informacin
de I R. 9, 20-23, segn la cual solamente los extranjeros habran sido sometidos a los trabajos
forzados en tanto que los israelitas nicamente integraran el ejrcito, caen por tierra frente a la
rebelin descrita en IR. 12. El pesado yugo y la dura servidumbre all referidos (vv. 4,9, 10, 11,
14), evidentemente confirman los hechos. Es la dureza de la leva la que lleva a la reivindicacin de su
ablandamiento, y a la posterior separacin en dos reinos.
No obstante, mucho ms importante es que fijemos nuestra atencin en otro hecho. Las actividades
arquitectnicas promovidas por Salomn, generaron una serie de necesidades que no podan ser
suplidas slo por el trabajo y por la produccin del pueblo de la tierra. El templo y las otras
construcciones exigan materiales y mano de obra calificada, provenientes del exterior. Y ah
comienza la historia de la deuda externa israelita.
IV. Importaciones, deudas y tributacin
Un personaje de relieve en las construcciones salomnicas es, desde el inicio, Jiram de Tiro. Rey de la
importante ciudad portuaria fenicia, Jiram detenta el monopolio de la madera de cedro. Adems de
eso, dispone de mano de obra especializada para los objetivos de Salomn (cf. I R. 5, 32; 7, 13 s;
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pero, tambin, ya en II Sm. 5, 11!). No por ltimo, es dado al comercio internacional, facilitado por
su conocimiento de la navegacin, el cual traspasar al rey de Israel (cf. 1 R. 9, 26-28; 10, 11.22).
Una vez que la construccin del templo es proyectada, Jiram entra en escena (IR. 5, l5ss). Es a l que
Salomn enva mensajeros, comunicndole de primera mano su empresa. Al mismo tiempo, le
solicita la materia prima necesaria: cedros del Lbano (v. 20). Ms adelante somos informados dequeJiram le proveer tambin madera de ciprs (vv. 22, 24). en la cantidad deseada por Salomn.
Es interesante que Salomn pida tambin que trabajadores sidonios, esto es, fenicios, siervos de
Jiram, corten la madera, porque no dispone de operarios que sepan hacerlo. Siervos de Salomn
acompaarn la tarea, sin embargo es claro que sern necesarios especialistas fenicios, cuyo salario
ser pago por el rey de Israel.
El contexto parece indicar que la madera se destina solamente a la construccin del templo. No
obstante, textos subsecuentes nos informan que ms madera de cedro se hizo necesaria para otras
construcciones, entre ellas la Casa Bosque del Lbano (7, 2s) y la Sala del Trono (7, 7), ciertamenteun anexo al edificio anterior. Aparte de stas, seguramente otras obras referidas en ese captulo
habrn utilizado el mismo material.
Es difcil evaluar cunta madera habr importado Salomn del Lbano. Pero, ciertamente, pag bien
caro por ella y por el servicio fenicio especializado. IR. 5,23 nos indica que el contrato entre los
monarcas previa que Salomn suministrase a cambio de la mercadera y de la tcnica, provisiones
para la casa de Jiram, conforme ste desease. Tales provisiones, productos del campo, eran la nica
riqueza israelita. No haba otra manera de pagarlas importaciones. De la tierra del campesino saldra
un tributo mayor, destinado a pagar la deuda externa.
El texto bblico nos da cuenta de los montos de la deuda. De acuerdo con IR. 5, 25, Jiram reciba 20
mil cargas de trigo y 20 cargas de aceite de oliva molida, cada ao. No hay informacin sobre por
cuntos aos se extendi la operacin.
Se discute el valor de una carga. Las interpretaciones varan entre 350 y 450 litros . Si tomamos la
media de 400 litros , obtenemos 8 millones (!) de litros de trigo y 8 mil litros de aceite
proporcionados al rey de Tiro, anualmente. La pequea cantidad de aceite, en comparacin con los
8 millones de litros de trigo, llama la atencin. Las traducciones griegas emprendern dos tentativas
de correccin del texto hebreo, modificando una vez el nmero para 20 mil cargas, y otra para la
dcima parte de la carga, lo que dara, entonces, apenas 800 litios. Pareciera que la explicacin de la
cuestin se encuentra en la calidad del aceite. Se trataba de aceite de oliva molida, esto es, no
prensadas o aplastadas, y, por tanto, de primera calidad. Imagnese, entonces, la cantidad de
aceitunas necesarias para conseguir 800 litros de aceite de oliva molida! Cunto ms si re trataba
realmente de 8 mil litros!
Para tener una idea ms clara del significado de tales cantidades y del peso de tal tributacin sobre la
poblacin campesina, es importante prestar atencin a otra situacin: el abastecimiento de la corte
salomnica. Noticias al respecto nos son dadas en 1 R. 5, 2-3.
Conforme a este texto, el abastecimiento diario de la corte constaba de 30 cargas de flor de harina y
60 cargas de harina comn (v. 2). Tenemos ah el equivalente a 12 mil litros de harina especial y 24mil litros de harina comn. Tomando como base una ao lunar de 355 das, tendramos las cuantas
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de 4 millones 260 mil litros de flor de harina, ms 8 millones 520 mil litros de harina comn, o sea, un
total de 12 millones 780 mil litros de harina suministrados anualmente a la corte. Con base en este
clculo, el traspaso anual de cereal a Jiram corresponda a poco menos de dos tercios del
aprovisionamiento anual de la corte.
Es claro que el palacio no viva nicamente de harina. El texto nos informa tambin sobre elconsumo diario de carne de toda manera, un lujo en Israel, compuesto de diez bueyes cebados,
veinte bueyes de pasto, cien cameros, aparte de los venados, las gacelas, los ciervos y las aves
cebadas, de los cuales no disponemos del nmero (v. 3). Segn Ne. 5, 17s, 150 hombres eran
alimentados por Nehemas diariamente con un buey y seis ovejas, ms algunas aves. Con base en
este dato, podrase suponer que la corte de Salomn, si realmente consuma todo eso, abarcara de
tres mil a cuatro mil quinientas personas, toda vez que los nmeros que se refieren a los animales
son entre veinte y treinta veces mayores que los apuntados por Nehemas. Si aadimos a este
consumo la harina, la corte habr sido mucho mayor.
Sea como fuere, el campesinado israelita se encontraba en la difcil situacin de sustentar dosconsiderables aparatos estatales. Y, sin duda, en las condiciones dadas de la tierra cultivable, el
sacrificio de pagar tales tributos, junto al suministro de mano de obra para la leva, ha de haber sido
ingente: un verdadero pesado yugo y una dursima servidumbre (cf. I R. 12).
Para recaudar tal tributo, el aparato estatal salomnico contaba con una eficiente administracin.
Una lista bastante antigua, que, remonta con certeza a la poca del propio Salomn, nos presenta el
cuerno de funcionarios de la corte real. Se trata de 1 R. 4,1-9. En la primera parte (vv. 1-6) nos son
presentados los principales jefes de Salomn, o sus ministros. Seguidamente, el texto nos
proporciona una relacin de doce intendentes o gobernadores colocados por el rey sobre todo Israel.
Su funcin era proveer el mantenimiento para el monarca y su casa. Cada mes, uno de losintendentes era el responsable del abastecimiento de la corte. De esta forma, el nmero de doce
garantizaba el suministro real a lo largo del ao (y. 7). Tal suministro consista de los productos
referidos en 1 R. 5, 2-3, que comentamos antes, proporcionados diariamente.
Queda la duda sobre la cuestin de si tales gobernadores eran tambin los responsables de la
recaudacin de los productos entregados a Jiram. Hipotticamente, la deuda externa podra haber
sido pagada con parte de lo que se entregaba a la corte. Sin embargo, no parece probable que la casa
real se desprendiese de casi dos tercios de sus beneficios. Por otro lado, 1 R. 5, 8 nos informa que los
intendentes tambin provean cebada y paja para los caballos y los animales de traccin del ejrcito,
segn los mismos moldes con que abastecan a la corte. Parece probable, entonces, que cuidasen delas dems necesidades de recaudacin, como.en el caso del rey fenicio.
Cada uno de estos gobernadores estaba colocado sobre un distrito, cuyas jurisdicciones se indican en
1 R. 4, 8-19. Llama la atencin el hecho de que estas referencias geogrficas remitan nicamente al
territorio de Israel, esto es, de las tribus del norte. No hay ninguna referencia a localidades de la
tribu de Jud.
En cuanto a este aspecto, existe mucha discusin entre los exegetas. Algunos estiman que la
referencia a la tribu de Jud debe haber existido, si bien la parte correspondiente de la lista se habra
perdido (cf. asimismo la nota de la Biblia de Jerusaln sobre este pasaje). No obstante, el nmerodoce pareciera indicar que la lista es, de hecho, completa (cf. v. 7). Y la secuencia del texto nos
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presenta realmente doce intendentes al frente de doce distritos. Aparentemente, pues, la tribu de
Jud la tribu del rey! estaba eximida del pago del tributo.
El relato sobre la separacin de los dos reinos, confirma tambin ese hecho. I R. 12, 16 nos relata la
decisin separatista de los israelitas. No hay ninguna alusin a insatisfaccin por parte de los
judatas. Estos parecieran haber aceptado a Roboam como su nuevo rey, ya desde el principio.
Eran, por tanto, las tribus del norte las que cargaban con el mantenimiento de la corte salom6nica,
adems del pago de la deuda externa debido al proveedor de madera y mano de obra especializada,
el fenicio Jiram de Tiro.
V. El comercio internacional por va martima
El contacto con Jiram de Tiro, abri otras perspectivas al rey Salomn. Conocedor de los mares, dado
a la navegacin, el rey de Tiro mantena amplios contactos comerciales con pueblos del
Mediterrneo. Sus navos llegaban al norte de frica y hasta Espaa. Bajo su gobierno, la expansinmartima de los fenicios lleg a su apogeo.
Aparentemente deslumbrado con la intensa actividad comercial emprendida por su proveedor de
madera, Salomn dispuso imitarlo. De acuerdo con 1 R. 9, 26, construy navos en Esyn-Guber,
ciudad portuaria construida o, al menos, reformada por l para esta finalidad especfica, situada en
el Golfo de Acaba. El versculo siguiente hace mencin directa de los servidores de Jiram,
conocedores del mar, que habran navegado con los servidores de Salomn. Con certeza, fueron
tambin estos especialistas fenicios los responsables de la construccin de las naves. Por lo que
sabemos, lo mismo en tiempos posteriores, Israel no domin los conocimientos de la navegacin y
la construccin naval (cf., por ejemplo, 1 R. 22, 49).
Excavaciones arqueolgicas confirman la existencia de la ciudad portuaria y concluyen que de. no
haber sido fundada por el propio Salomn, cuando menos habra sido ampliada en su poca para la
finalidad propuesta. Se trat de un emporio comercial en el borde martimo, equipado con
depsitos para el almacenamiento de mercaderas. A partir de aqu, con los navos all armados con
ms madera importada y tripulados por servidores de Salomn y por marineros fenicios, se inici una
intensa actividad mercantil por los mares del sur.
Pese al monopolio real salomnico, el comercio dependa totalmente de los especialistas fenicios,
tanto en la armazn como en la navegacin. Esto , por s solo, ya habr incrementado el monto de la
deuda con Jiram. Adems, ciertamente, habr intensificado la tributacin sobre el campesinado.
Despus de todo, Israel no dispona de otra mercadera para los intercambios comerciales, que no
fuera los productos agrcolas. Aceite, vino y cereales, habr sido el material de trueque utilizado por
Salomn para conseguir los artculos que codiciaba.
El objetivo de los navos era llegar a Ofir. No podemos localizar esta tierra con mayor precisin, a no
ser que debi estar situada entre la India y la costa centro-occidental de frica. Su existencia, sin
embargo, es confirmada por una estela encontrada en Tel-Qasile, en el permetro de la actual Tel
Aviv , en la cual consta la inscripcin oro de Ofir para Bet-Horon.
Es importante que all se buscara oro, que no exista en Palestina. El oro de Ofir es alabado como untipo especialmente precioso de este metal en otros pasajes del Antiguo Testamento (cf. Is. 13, 12; S1.
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45, 10; Jo. 28, 16). Y la cantidad de este buen oro trado por la flota de Salomn, es realmente
asombrosa. I R. 9,28 nos habla de 420 talentos. Tomando como base la equivalencia aproximada de
35 kilogramos por talento, llegamos a la cuanta de casi 15 mil kilogramos! Aunque tal volumen
pueda representar una exageracin, queda siempre la fuerte impresin deque mucho oro debe
haber sido importado.
Esta impresin es confirmada por otros dos pasajes posteriores. I R. 10, 11 retorna el tema del oro
trado de Ofir, aadiendo tambin la importacin de madera de sndalo y de piedras preciosas. Ms
adelante, 1 R. 10, 22 nos informa que de Tarsis se traa, oro y plata, marfil, monos y pavos reales! Si
bien la mencin de Tarsis (Espaa) parece secundaria, toda vez que es improbable que Salomn
tambin navegase por el Mediterrneo, controlado por los fenicios, el oro y los artculos de lujo son
recordados como propios de la poca salomnica. Adems, no es imposible que el comercio
mediterrneo haya ocurrido a travs del propio Jiram de Tiro.
Por otro lado, la mencin del oro, junto con el marfil y otros metales, es constante en los relatos
sobre la poca. De mucho oro se habla en la construccin y decoracin del templo (I R. 6, 2Oss. 28.35; 7, 48ss). Se habla de oro que le habra trado la reina de Sab (10, 10), adems de afirmar que el
peso del oro que cada ao llegaba a Salomn era de 666 talentos (10, 14), con los cuales se habran
fabricado diversas piezas artesanales (10, 16-2 1).
Evidentemente, no todo este oro es resultado de importaciones. Como veremos ms adelante, una
parte podra haber sido obtenida con la reventa de otros artculos a pueblos vecinos (cf. 10, 15. 29).
Sin embargo, la mayor parte, cualquiera que sea el monto real, provena de intercambios comerciales
por va martima.
VI. Carros de guerra y caballos
Adems del oro y de otros artculos de lujo mencionados arriba, otra mercadera merece ser
destacada. Se trata del equipamiento militar, ms precisamente de carros de guerra y de caballos. I
R. 10, 28s nos da la noticia de que Salomn importaba caballos y carros de guerra. Los primeros
procedan de Cilicia (Asia Menor); los segundos, de Egipto.
La propia noticia, que tiene todo para ser autntica y remontar a la crnica real, nos habla de una
transaccin de importacin y exportacin. Los comerciantes del rey se encargaban de traspasar la
mercadera blica a hititas y sirios. Esto concuerda con el hecho de que Palestina representaba el
emporio de los intercambios comerciales del Antiguo Oriente. Es muy posible que en talestransacciones se obtuviese buena parte del oro atribuido a Salomn.
Interesante, no obstante, es la observacin de que esta mercadera era traspasada a sirios e hititas
por el mismo precio de compra. El pasaje es, sin duda, textualmente difcil. Tomado tal como est, en
todo caso no permite contar con lucro en la transaccin.
En este caso, no existe manera de evitar la pregunta acerca de cmo Salomn y sus comerciantes
conseguiran la plata necesaria para adquirir el equipamiento para el propio ejrcito real. Cada carro
costaba al tesoro real 600 siclos de plata y cada caballo, 150 siclos. Al peso aproximado de 11,4
gramos por ciclo, cada carro costaba cerca de 6, 8 kilogramos de plata y cada caballo 1, 7 kilogramos .
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La referencia al nmero de mil cuatrocientos carros y doce mil caballos contenida en 10, 26, es un
tanto dudosa. Si bien, por un lado, los nmeros parecen exagerados, por otro, no existe una clara
correspondencia entre carros y caballos. En todo caso, no hay duda sobre el hecho deque Salomn
hay/a equipado considerablemente al ejrcito israelita con tales armas modernas. Y, sin duda
tambin, habr tenido necesidad de conseguir, a travs de la tributacin de sus sbditos, productos
en cantidad suficiente para trocarlos por plata, destinada a pagar el precio de la mercadera.
VII. Soberana nacional amenazada
Madera de cedro, mano de obra especializada, caballos y carros de guerra, oro y artculos de lujo,
incluso monos y pavos reales, ciertamente dan mucho brillo y esplendor a la corte y cargan de
elogios al rey. El supera en riqueza y en sabidura a todos los reyes de la tierra (IR. 10,23). No
obstante, todo este brillo y esplendor exige tambin un enorme sacrificio de parte de los
trabajadores. Todos ellos cargan con el fausto de la corte: son obreros en las construcciones de las
obras pblicas, en la armazn de los navos, en el servicio militar y martimo; son campesinos que
mantienen la corte, el ejrcito, las levas de trabajadores, con los productos de sus campos; son
campesinos que producen las mercaderas para el intenso comercio exterior. Ningn beneficio les
alcanza. Hasta el mismo Dios, que antes deambulaba de tribu en tribu, ahora est fijo en Jerusaln,
en una casa controlada por el rey. Lo que les queda es pagar las deudas interna y externa. Y sufren
yugo pesado y dura servidumbre.
Al final de su gobierno, Salomn haba elevado a Jerusaln a una situacin envidiable. La rica ciudad
resplandeca. Por otro lado, pocas veces antes de la dominacin extranjera, Israel habla sufrido tanta
pobreza como en su tiempo. La deuda externa llegaba a los lmites de 1o extremo. La poblacin
entregaba mucho ms del excedente para pagarla.
Ni as consigui pagarla del todo. Y de ah que la deuda externa min la soberana nacional! 1 R. 9,
11 nos refiere que Salomn habra entregado a Jiram de Tiro nada menos que veinte ciudades de la
regin de Galilea. Probablemente se trat de ciudades localizadas a lo largo de la frontera, prximas
a la baha de Aco. Los motivos para esta cesin de territorio no estn suficientemente claros en el
texto. El v. 11 nos permite pensar que las ciudades fueron dadas a Jiram como pago por su
suministro de madera y oro. De acuerdo con el v. 14, en cambio, ms parece que las ciudades fueron
vendidas o presentadas como garanta de un emprstito en oro 120 talentos que no se consigui
restituir.
Sea cual sea la interpretacin correcta, no hay por qu dudar que el territorio haya sido cedido a
Jiram. Y esto, evidentemente, refleja la situacin econmica catica en la cual se encontraba el reino.
La dependencia econmica en relacin a los fenicios es incontestable. El deslumbramiento de
Salomn por sus mercaderas y por su cultura, lo llev a entregar a los fenicios aceite, trigo e incluso
ciudades.
VIII. Pero la resistencia se articula
Toda esta opresin, la explotacin y la expropiacin causadas por la sustentacin de la corte y por el
endeudamiento externo, no habrn pasado desapercibidas para el pueblo israelita. Y, ciertamente,
habrn despertado resistencia y anhelo deliberacin. Tengo como cierto que una serie de textos
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bblicos que pueden remontar al perodo salomnico, expresan la insatisfaccin popular. No
pretendo abordarlos aqu, sin embargo es justo que se les mencione.
Entre ellos debern constar 1 Sm. 8, 11-17, el as llamado derecho del rey, segn el cual toda la
poblacin se toma, finalmente, esclava del monarca. Tambin los textos atribuidos al Jhavista en el
bloque temtico del xodo (Ex. 1-14), se incluyen ah. La opresin descrita en Ex, 1,11; 2,11s; 5, habrciertamente identificado de manera velada la opresin salomnica con la esclavitud en Egipto.
Finalmente, Dt. 17, 14-17, el texto que busca limitar los derechos del rey, evitando que multiplique
caballos (ejrcito), mujeres (acuerdos e intercambios comerciales internacionales) y mucho oro y
plata, parece brotar igualmente de aquella primera experiencia asustadora.
No obstante, la resistencia no consigui lograr una articulacin popular clara mientras Salomn
gobern. La nica excepcin es la frustrada tentativa de golpe emprendida por Jeroboam (1 R.
11,26-40). A la par de la cobertura ideolgica dada por la construccin del templo a todos estos
desmanes, aquel fuerte y bien aparejado ejrcito habr funcionado como elemento de represin. Si
no fuesen esos dos factores templo y ejrcito, ni el esplendor de la corte ni el endeudamientoexterno habran llegado a tal punto; tal vez ni habran existido. Al final, en cuanto la corte nadaba en
el lujo y la riqueza, sustentando incluso el mismo palacio fenicio, los campesinos empobrecan,
viendo desaparecer su producto en la mesa del rey y en las transacciones comerciales con el exterior.
Consecuentemente, no fue casual el hecho de que las tribus del norte, las ms seriamente
explotadas en ese perodo, rompiesen con Jerusaln despus de la muerte de Salomn (1 R. 12). El
trabajo forzado y la recaudacin exagerada de productos del campo, hablan trastornado la
armona. Dura fue la servidumbre, pesado fue el yugo (12, 4ss). O las cosas cambiaban, o no habra
acuerdo entre Israel y la casa real de Jud.
Presuntuosamente, Roboam subestim la reivindicacin del norte. Pretendi ser todava ms voraz
que su padre. Tiene que cuidar de s mismo (12, 16). Israel no aceptaba ms pagar la deuda contrada
por la casa real para atender su buena vida. Y, sin la misma fuerza de conduccin que el padre,
Roboam vio su reino reducido a Jud.
IX. Bibliografa
A lo largo de este estudio me dej acompaar por diversos autores, recurriendo a ellos para dirimir
dudas y aclarar detalles. Evit las notas bibliogrficas, pero apunto ahora la bibliografa. Base para elanlisis de 1 R. 3-11 es todava el comentario de Martn Notli, Knige 1, 1- 16 en: Biblischer
Kommentar Altes Testament, v. 9/1, Neukirchen, 1968. Del mismo autor utilic Historia de Israel,
Barcelona, 1966, junto a John Bright, Historia de Israel, So Paulo, 1978, adems de Jorge Pixley,
Historia sagrada, historia popular, San Jos, Editorial DEI-CIEETS, 1989. La discusin sociolgica se
bas principalmente en Franois Houtart, Religio e modos deproduo pr-capitalistas. Por ltimo,
debo mencionar que ya abord el tema, aunque desde otra perspectiva, en: Estudos Bblicos, v. 11,
Petrpolis, 1986, en un articulado titulado O trabalhador e o trabalho sob o reino de Salomo.
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LA DEUDA EN LA REFORMA SOCIAL DE NEHEMAS. (Un estudio de Nehemas 5:1-19)
Jos Severino Croatto
El texto de Neh. 5, poco aprovechado a nivel querigmtico, es de una gran riqueza teolgica, que
aflora de su ncleo socio-poltico y econmico. Por un lado, se puede comparar la accin del
gobernador de Jud, Nehemas, con las reformas sociales de Urukagina de Lagas (rey sumerio del
siglo XXV a.C.) o de Ammisaduqa, penltimo rey de la gran dinasta babilnica (c. 1830-1531), cuyo
mximo exponente fuera Hammurapi (1). Por el otro, nos recuerda las proclamaciones de los reyes
de Mesopotamia sobre gestos de justicia en favor del pueblo (Nabucodonosor 1; ttulos y eptetos
que los reyes se daban a s mismos) 2). En tercer lugar, el lector de la Biblia no deja de sentir la
contraposicin entre Neh. 5 y I Sm. 8: aqu se describen las prcticas opresivas de los reyes (imitados
por los gobernadores y jefes de Jud de la poca persa); all se destaca la administracin diferente
del gobernador Nehemas.
Pero aparte de estas comparaciones, si se mira el texto de Neh. 5 desde la situacin actual del Tercer
Mundo, el tema de la deuda surge de l con un relieve que no tiene sin esa ptica, y de hecho no lo
tuvo en los comentarios bblicos tradicionales. A primera vista, parece que hay una dispersin de
temas. Y de hecho, la crtica literaria puede mostrarnos que los vv. 14-18 son de otra mano (el
hebreo del v. 14a supone que le preceda otro texto). Adems, la presentacin del caso en los vv.
1-5, expone diversos abusos en el interior de la comunidad juda del siglo V.
El texto mismo, sin embargo, se mueve sobreabundantemente en el nivel econmico, trasladndose
aqu y all al poltico, al social y al ideolgico, construyendo una cadena-de-sentido sobradamente
clara; en ese nivel econmico de base, la pluralidad de figuras y conjuntos figurativos (en sentido
semitico) pueden concentrarse, creemos, en el ncleo semntico de la deuda. Por su parte, la
agrupacin de los temas en torno a un proyecto econmico-social resulta ms visible por la
estructura manifiesta del texto.
Vamos a proceder de la manera siguiente: comenzaremos con una descripcin del texto para poner
de relieve algunos de su rasgos; luego veremos cmo sobresale el tema de la deuda y un proyecto de
reforma, destacando algunos temas nuevos; entonces ser el momento de presentar la estructura
manifiesta del texto total para visualizar sus relaciones internas; por ltimo, haremos un registro de
los lexemas segn las instancias econmica, social, poltica e ideolgica en que se mueven. Las
conclusiones tocarn la cuestin de nuestra relectura del pasaje de Neh. 5.
I. El texto y su contenido
Neh. 5 tiene un lugar redaccional (nivel de la composicin del libro actual); literariamente, este
pasaje corta la narracin del conflicto con Samballat, iniciado en 2:10 y que (con algunos otros
cortes) pasa de 4:17 a 6: 1ss. El contexto del captulo 5 es indefinido; desde el punto de vista
narrativo, uno lo esperara en algn punto del captulo 7. El redactor quiso de cualquier manera,
segn se puede entrever, situar la reforma de Nehemas antes de la solemne lectura de la Ley (8-10),e incluso de la dedicacin de las murallas, demorada hasta 12:27ss.
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Los vv. 1-5 exponen la situacin de crisis de la comunidad juda (de Jerusaln solamente?). La queja
no es por una dominacin externa (como en 9:36s), sino entre hermanos (v. 1); tampoco entran en
escena los samaritanos. Todo sucede entre una comunidad de judos que, el texto supone, estn
divididos socio-econmicamente. La opresin interna est expresada por tres locutores (portavoces
del pueblo y sus mujeres, cf. v.. 1a) (3). Unos sealan que sus familias son numerosas (4) y no tienen
qu comer; otros, que deben empear los medios de produccin primarios (campos y vias) y
secundarios (casas) para conseguir alimento. Es una primera forma de endeudamiento. Los terceros
dicen que deben pedir prestado dinero para el impuesto del rey (5). Se introduce, la nica vez, el
factor de la dominacin externa, implacable como se sabe. Los ricos podan pagar tales impuestos,
pero los pobres deban someterse a una nueva deuda para pagar la del tributo imperial. Es posible
que el v. 4b (sin concordancia), quiera aclarar que la forma de pago del prstamo era la entrega de
campos y vias.
Este estado de pobreza y endeudamiento obliga a las familias a autodestruirse: los deudores deben
entregar a sus hijos e hijas como esclavos (v. 5a), hecho que se da sobre todo con las mujeres (comp.
I Sm. 8:13) (6). No hay manera de evitarlo; para colmo, los familiares dados en esclavitud deben
trabajar en campos y vias que ya fueron empeados.
Son notables las semejanzas y diferencias entre Neh. 5 y I Sm. 8:11-17. Por un lado, se parecen las
practicas de orden econmico que se refieren a la agricultura, y la esclavizacin de personas; sin
embargo, se diferencian en que frente a los procesos de endeudamiento de Neh. 5, en 1 Sm. 8 se
establecen las reglas de la expropiacin de los medios de produccin y el trabajo forzado de los
sbditos en los dominios del rey, adems de la tributacin en especie. La situacin de la comunidad
juda post-exlica es, por tanto, de penuria diferenciada: hay personas con muchas deudas (internas y
externas), para cuyo pago slo pueden entregar sus bienes de produccin, sus viviendas, hasta el
extremo de tener que dar sus hijos como esclavos para que trabajen para otros. Crculo infernal que
impide toda salida. Se manifiesta el sistema econmico-poltico, refrendado jurdicamente, que es
generador de pobreza e injusticias y que profundiza las diferencias sociales.
El v. 6, en el que Nehemas empieza a hablar en primera persona, sirve de transicin. El v. 7 identifica
por primera vez a los actores del desequilibrio social, que pertenecen al plano poltico y
administrativo: los nobles-notables (hrini) y los oficiales (s e gnm, cf. acdico sakun). En adelante,
sern los destinatarios concretos del discurso de Nehemas. El v. 8 establece una interesante
comparacin que nos da un dato desconocido por otras fuentes: Nehemas recuerda a sus
interlocutores que los hermanos judos que haban sido vendidos a otros pases, fueron
comprados luego y por eso estn ahora en Jud. Si la expresin no es retrica, indica que los
repatriados del exilio provenan tanto del edicto de Ciro como del esfuerzo de sus hermanos que los
compraron con dinero. Ahora bien, la crtica del gobernador pone a la vista la incoherencia de la
prctica actual de volver a vender a aquellos hermanos otrora comprados. Irnicamente, ahora
seran vendidos al mismo Nehemas y colaboradores, quienes volveran a comprarlos. El versculo es
interesante porque el lxico de compraventa es el eje sobre el que discurre toda la comparacin.
Desde el punto de vista ideolgico, tales actitudes son contrarias al temor de Dios (y a sus leyes) y al
buen nombre que l merece entre los pueblos (v. 9b).
La reforma de Nehemas, expresada como propuesta ms que como decisin perentoria, est
sealada en los vv. 10-12a. Sobre ella volveremos en el pargrafo siguiente.
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Los vv. complementarios 14-18 retoman a un pasado reciente, para indicar dos prcticas muy
diferentes, que ya no se refieren a la opresin al estilo de los abusos de los vv. 1-5, sino a la
sensibilidad social de Nehemas frente a la dureza de sus antecesores en los cargos. Nehemas no
solfa usar su derecho al pan del gobernador (v. 14), mientras que lo exigan sus antecesores,
agregando otras condiciones (v. 15) que resultaban en una forma de opresin del pueblo. El ejemplo
del propio Nehemas es profundizado en el v. 16 (no se apropi de campos) y en el 17, en el que l
recuerda que todos los gastos del personal corran por cuenta propia y no del pan del gobernador.
El captulo termina con una jaculatoria (v. 19, y cf. 3:36s; 6:14; 13:14.22.29.31b).
II. Las deudas y el proyecto de Nehemas
La acusacin de Nehemas a los nobles-notables y oficiales, en el v.7, constituye un eje-de-sentido
especial. En primer lugar, porque sintetiza a nivel literario y redaccional el informe de los desrdenes
sociales sealados en los vv. 1-5 . Y en segundo lugar, por su contenido, que se reduce al tema de la
deuda: una deuda impone cada uno de vosotros sobre su hermano. El texto hebreo usa dos veces
el lexema ns' prestar (con inters), en los dos extremos de la frase, como para enfatizar la idea:
mass' ns e ' m. No hace falta, como hacen muchos comentaristas y traductores, cambiar na'
(prestar) por ns' (cargar), una metfora que globaliza la situacin de los vv. 1 -5 (Biblia de
Jerusaln: Qu carga impone cada uno de vosotros a su hermano!). No hay apoyo textual para ese
cambio. Por lo dems, en 1-5 no se trata de expropiaciones (cf. Is. 5:8) ni de trabajo forzado para el
rey (I Sm. 8:11-17), sino de hipotecas de todos los bienes (campos, viedos, casas) para conseguir
comida (v. 2) y para pagar la deuda al imperio persa (v. 4); en otras palabras, se contrae una deuda
para comer y para pagar otra deuda. Recuperar los bienes hipotecados exige pagar las deudas. Ycmo se pueden pagar en este crculo vicioso de endeudarse para pagar deudas? El extremo de la
situacin consiste en pagar mediante la entrega de los hijos (fuerza de trabajo joven) como esclavos
(v. 5b), cuyo trabajo no remunerado tiene un equivalente en dinero (Dt. 15:18). Slo la llegada de un
ao sabtico (lb. vv. l2ss.) poda traer la liberacin de los esclavos.
La propuesta de Nehemas est expresada en los vv. 10-12a, y se desarrolla en tres partes:
a) Nehemas reconoce que tambin l y su gente prestaron dinero y cereales; no obstante, anticipa
su gesto de dejar esta deuda (10b); el cohortativo del verbo dejar indica una voluntad decidida.
b) A sus interlocutores les exige (un imperativo reforzado con la partcula -n') la devolucininmediata (hoy) de los campos, viedos, olivares (este trmino se aade ahora) y casas (v. 11a).
Este inciso se refiere al v. 3.
Se trata de una real condonacin de deudas, porque eran bienes tomados en prenda por dinero
prestado. Sin embargo, como los pobres tambin haban pedido prstamos en dinero para pagar el
tributo al rey persa (v. 4a), Nehemas reclama de los acreedores que los condonen (v. 11b). El texto
hebrero contiene un detalle que generalmente no es observado, si bien puede tener un gran inters
para nosotros: qu significa (hsib) m e 'at hakkesep...? El verbo m e ' at es el constructor de me'
cien; la propuesta de modificar el texto en massa' t (deuda-prstamo de) tiene sentido, pero no
base; peor es la sugerencia, basada en los LXX (ap tou argurou), de convertir m e ' at (de/deentre) para traducir: y parte del dinero. Nehemas pedira as una condonacin parcial, mnima ta l
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vez. Lo mismo entienden quienes traducen el texto actual por una centsima (parte) del dinero
(Biblia de Jerusaln, en nota). Estas interpretaciones generosas suponen que perdonar algo de una
deuda, ya es un gran gesto. Por qu no entender el texto como suena: devolvedles hoy sus
campos, sus viedos, sus olivares y sus casas; y el ciento (por uno) del dinero... que les habis
prestado? No hay ningn caso conocido en que me' a signifique la centsima (parte), aunque
algunas veces es multiplicativo: cien veces (cf. Qo. 8:12; Pr. 17:10). Ser una frmula retrica el
ciento por uno (cf. Le. 8:8) en nuestro pasaje? O se puede entender como una propuesta de
mxima, que implica la restauracin de las personas afectadas por la pobreza del endeudamiento?
El devolver el ciento (por uno) es una forma de invertir los trminos del enriquecimiento previo de
los acreedores. El texto, adems, agrega al dinero los rubros trigo, vino y aceite, todos bienes de
consumo, apropiados por los acreedores tal vez durante mucho tiempo. No tiene sentido entonces
que Nehemas les pida que devuelvan el ciento (por uno) del dinero y de los bienes de consumo
producidos por las tierras empeadas (vv. 3-4)? La devolucin as es satisfactoria, y cubrira el
deterioro acaecido desde el momento de hacerse las hipotecas, permitiendo a su vez a los deudores
su propio proceso productivo. El texto dejara entender que los acreedores se han enriquecidosobradamente; y seala con claridad que pueden econmicamente hacer lo que Nehemas les
reclama.
c) Los oficiales acreedores responden: devolveremos (nsb, retomando los trminos de la
propuesta, v. 11a)... y no reclamaremos... (v. 12a). Cumplieron luego su palabra? Fue slo una
promesa de ricos para salir del paso? Nehemas, en todo caso, se asegura jurdica y religiosamente de
la ejecucin de la promesa, comprometiendo por juramento a los sacerdotes que haran cumplir lo
prometido (v. 12b), si no es que el juramento no es pedido a los mismos interesados (7). El contexto
es de alianza (comp. Esdras 10:3-5, esp. el v. 5: la frase es la misma que en nuestro pasaje). Ahora
bien, en la realizacin de alianzas era costumbre incluir un rito simblico de disuasin de todatransgresin (comp. Jr. 34:18-20): en este caso, el gesto consiste en sacudir los pliegues (los
bolsillos) del manto (cf. el smbolo y su explicacin en el v. 13).
A todo esto, no debemos olvidar que estamos en plena asamblea popular: vv. 7b y 13b. Un asunto
que interesa al pueblo que trae la queja (v. 1a), no se resuelve en la intimidad de los poderosos. El
discurso crtico de Nehemas se desarrolla en asamblea (vv. 8-11), lo mismo que la promesa de los
acreedores (v. 12a) y la toma del juramento (v. 1 2b- 1 3a). La mencin de la asamblea (vv. 7b y 13b)
sirve de inclusin a esta parte central del captulo.
Qu significa la conclusin del v. 13b: hizo el pueblo segn esta pa-labra? La expresin parece
referirse al cumplimiento de una promesa (cf. y. l2b: Esdras 10:5b). El pueblo era el que levant la
queja y no el incri-minado. O la frase es general, y est diciendo que el pueblo hizo la misma cosa,
es decir, el gesto simblico de sacudirlos bolsillos del manto? Habra sido un gesto impresionante,
visual y auditivamente (8).
La gravedad de todo este asunto est en que una comunidad de hermanos ha sido herida. Veremos
en IV la relevancia del lexema hermanos. La situacin apuntada en los vv. 1 -5 no es de ayuda
mutua, de asistencia de los ricos en favor de los necesitados, sino de aprovechamiento de aqullos a
costa de stos. La riqueza engendra ms pobreza en forma de deuda. Contra esta perversin
previene Lv. 25:35-55, en una serie interesante de leyes que empiezan si tu hermano se
empobrece.... Se prohben el inters, la usura y el tratamiento de esclavo hacia los hermanos que
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deben trabajar para pagar deudas. Nehemas va ms lejos an, pidiendo una condonacin generosa y
restauradora.
III. La estructura manifiesta de Nehemas
Un texto comunica no slo por las palabras y frases, sino tambin por la posicin de las mismas
dentro de un todo cerrado. Este comentario se refiere al texto diagramado que se adjunta. El vocablo
pueblo sirve de inclusin tanto entre los vv. 1-13 (ya observada) como entre 1 y 19
(temticamente, entre 1 y 18b). El centro de la narracin es ocupado por los acreedores, no
obstante el marco de la misma indica que el pueblo es el referente principal, el que es oprimido
(situacin inicial del relato) y el que resulta beneficiado por las decisiones tomadas (situacin final).
El cuadro de situacin (vv. 1-5+6) contiene varias inclusiones que lo cierran: el clamor (1 y 6); los
hermanos explotadores (v. 1b) son nuestros herma-nos, de la misma carne (5a); nuestros hijos
numerosos y carecientes (v. 2) son iguales que los hijos de aqullos, sin embargo son esclavizados(v. 5). La secuencia es hermanos-hijos-hermanos-hijos.
El resultado es: nuestros hijos/hijas son esclavos de sus hermanos. Situacin sta que tiene su
causa en el orden econmico, muy destacado en estos versculos. A nivel estructural, el lector debe
leer tres veces el con-junto nuestros campos y nuestras vias (vv. 3a.4b.5b), que se relaciona con el
hambre, con la deuda externa individual (en el centro) y con el trabajo de esclavos. Mirado el texto
as de cerca, produce un impacto retrico notable. Es un texto compacto y macizo (9).
La situacin expresada en A es contrapuesta por la breve conclusin de A'. Todo lo que hice por este
pueblo supone cumplido el trmite para revertir la situacin, dato que no es narrado en el texto.
Por eso la importancia de este final de contrapunto.
Consideremos B y B'. B (v. 7) especifica por primera vez a los causantes de la crisis social, que no son
los ricos en general, sino las autoridades polticas que colaboran con Nehemas. En B' se vuelve a
mencionar a los oficiales de otrora (10), que no se comportaban como los de ahora (B). B y B' se
oponen, por tanto. Esta relacin de oposicin queda subrayada por el vosotros del v. 7 frente al
ellos/yo de 17-18.
La reprensin de Nehemas contra los oficiales actuales se profundiza en C (v. 8), creando una
oposicin entre nosotros (compradores) y vosotros (vendedores). En C', la crtica a funcionarios
anteriores que tambin haban oprimido al pueblo (v. 15a) se contrapone con el propio ejemplo deNehemas en una administracin bastante larga (vv. 14.15b-16). Este juego de suboposiciones (en C')
se expresa as:
a gobernador (Nehemas): no com el pan del gobernador (14)
b gobernadores (anteriores): oprimieron al pueblo (de varias formas) (v. 15)
b' sus servidores: tambin opriman al pueblo (v. 15a b )
a' yo (Nehemas): no hice de esta manera (15b); no adquir campo alguno (16).
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B-C, como conjunto, destaca ejemplos opuestos, lo mismo que B'-C', slo que la segunda vez se
refiere al pasado como testimonio en favor de Nehemas.
La relacin entre D y D' os ms bien lexemtica: pa1abra=cosa/hacis' (v.9a) se reflejan
quisticamente en hizo/esta palabra del v. 13b. En D' (vv. 12b- 13) el vocablo haddbar hazze
aparece tres veces.
Los vv. 10-12a constituyen el centro del captulo y el programa de reforma propiamente dicho. En E
y E' se expresan dos locutores diferentes: el nosotros de Nehemas y sus colaboradores (E, v. 10),
quienes tambin haban prestado dinero y trigo pero desisten de cobrar la deuda, precede y motiva
el nosotros devolveremos de los actuales abusadores de las necesidades del pueblo (E', v. 12a).
Que Nehemas haya otorgado prstamos en dinero y alimentos (v. 10a) no lo equipara a los otros,
que se hicieron dueos especialmente de los medios de produccin y de vida (campos... casas). De
cualquier manera, E y E' muestran dos deseos: una remisin de deudas normales como ejemplo (E),
y otra de bienes y deudas creadores de injusticia y empobrecimiento. Esta diferencia la pone de
relieve todo el captulo (opo-siciones entre la crisis provocada por los nobles -notables y oficiales, yel buen ejemplo de Nehemas y su administracin) y, especialmente, la convergencia de E y E' en el
centro de todo el captulo y del proyecto reformista de Nehemas (X, v. 11). En primer lugar, se exige
a los hermanos (v. ib) abusadores, la devolucin de los medios de produccin (campos, viedos,
olivares (11), las viviendas, y luego el dinero y los productos del campo (trigo, vino, aceite) que
corresponden al primer terceto de campos/viedos/olivares.
Este versculo central merece algn comentario ms. Aqu no se emplea el vocablo prstamo -deuda
(mass), ni la expresin condonar las deudas u otra semejante. No obstante, la hipotec acin de
los campos y. dems bienes es a cambio de dinero o alimentos para subsistir (v. 3). Para recuperare
los campos, los pobres deben pagar sus deudas; lejos de poder hacerlo, deben vender a sus propioshijos e hijas como esclavos (v. 5). La deuda que s deben pagar es el tributo imperial, para lo cual
deben contraer nuevas deudas (v. 4, clarsimo!). La deuda internase hace impagable, generndose
un crculo de endeudamientos. El v. 11 seala adems una irona digna de atencin. Los acreedores
han prestado a los pobres no slo dinero, sino, tambin trigo, vino y aceite, aquellos productos que
justamente los campesinos deban producir para-ellos. Pero los producen para los acreedores (que
tienen los campos en hipoteca o expropiados), quienes se los prestan. Cmo podran devolverlos?
De ah que si el v. 11 no habla de condonar las deudas sino de devol-ver, es por una razn muy
honda. Es la nica manera de rehabilitar a los pobres: que tengan sus propios medios de produccin.
Si stos ya no estn hipotecados, significa que no hay deudas. Tambin el v. 11b indica ms que unacondonacin de deudas: si as fuera, los deudores no deberan devolver dinero y alimentos. En
cambio, son los acreedores quienes tienen que de-volver estas cosas que ellos mismos dieron en
prstamo! Cmo se devuelve lo que se presta? Estos bienes fueron dados en prstamo a cambio de
garantas, hipotecas o expropiaciones, de tal forma que fueron producidos por los mismos que
ahora los reciben. Son de ellos, y Nehemas les exige que se los devuelvan, y con creces (el ciento
por uno, probablemente), por el dao provocado y para dar tiempo a que los campesinos
recomiencen su propio ciclo productivo. Nada extrao, entonces, que este v. 11 est en el centro de
la estructura manifiesta del capitulo y del proyecto reformador de Nehemas.
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IV. Los cuatro lados del texto (12)
No es el caso poner de relieve todos los vocablos o frases que se refieren a las instancias econmica,
social, poltica e ideolgica. De hacerlo, el lector observara la prevalencia del nivel econmico
(prstamo-deuda, tributo del rey, pan del gobernador, comprar, vender, campos..., empear-
hipotecar, prestar, dinero, siclo, etc.) con trminos que recurren en el interior del texto. Loimportante es notar la interrelacin que se teje en el texto entre los distintos niveles. Un ejemplo: el
hecho de que la clase dirigente de Jerusaln (nivel poltico) preste dinero o bienes de consumo (nivel
econmico) con hipoteca de bienes de produccin (nivel econmico-jurdico), engendra esclavos y
pobres (nivel social) en el interior de una comunidad explci-tamente llamada de hermanos (nivel
ideolgico). En sentido contrario: la memoria de ser una misma carne y el temor de Dios (vv.
5.9.15b), operan ideolgicamente sobre Nehemas (quien escucha el clamor de los oprimidos) y
sobre los responsables de la crisis (que son todos de la clase poltica, dirigente), para que condonen
las deudas y devuelvan los bienes empeados' (nivel econmico) para deshacer las diferencias
sociales.
Para distinguir cada una de las instancias, hay que recorrer el texto entero. Ello significa que no son
independientes entre s, sino que se entre-cruzan para generar el sentido del texto total. Es
evidente que en la cspide predomina el nivel poltico, ya que la reforma es llevada adelante por
Nehemas en una instancia de poder como es la de gobernador. De otra manera no se hubiera
podido hacer una reforma social de base econmica, por cuanto los opresores aunque hermanos
(v. 1b) pertenecan a una clase social con poder poltico y econmico. Es el caso de hablar de la
funcin salvfica del poder usado para defender a los oprimidos, que lo son porque otro poder los
subyuga.
Para concluir este pargrafo, hay que sealar otro hecho significativo que el texto diceimplcitamente. La iniciativa de Nehemas es slo de un segundo tiempo. El primer actor, el que
levanta una queja o protesta, es el pueblo (v. 1), incluyendo a las mujeres. El dato es
sociolgicamente relevante. Se le habra ocurrido a Nehemas hacer la reforma sin ese clamor del
pueblo? Segn el v. 6, parece que no. Tambin en Ex. 3:7.9, el proyecto de liberacin de Yav sucede
al grito de los oprimidos. El poder poltico de Nehemas hace posible y viable la reforma, sin
embargo la iniciativa no viene de arriba sino que surge de abajo. Es un hecho socio-poltico digno de
atencin. El poder poltico es una mediacin que en este caso sirve para los intereses del pueblo.
V. Conclusin
A simple vista, un texto bblico como el de Neh. 5 no parece tan rico. Tal vez por estar donde est
(una obra poco usada), o porque su contenido parece agotarse en el hecho puntual del pasado. No es
un texto proftico, ni una ley o cdigo. No obstante, como hecho histrico, al menos en su ncleo,
es ms sugerente e interrelaciona mejor los distintos niveles o instancias que hemos comentado. En
normas como las de Dt. 15 no se capta, por ejemplo, la accin popular que presiona sobre las
instancias polticas en favor de un cambio social.
A nosotros hoy en Amrica Latina, un texto como el de Nehemas nos sugiere muchas cosas: que el
grito del pueblo oprimido puede generar cambios; que los opresores tienen el poder de su parte,
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pero un poder conflictivo, inseguro, caduco; que los pobres de la tierra no tienen miedo de reclamar
sus derechos; que puede haber una instancia poltica que use el poder para los que no lo tienen, y
por eso son oprimidos; que el testimonio de los buenos gobernantes es una condicin para pedir
cambios a otros (recurdese la argumentacin testimonial de Nehemas en los vv. l4ss.). Hay otra
punta en el texto, que tiene que ver con la temtica de este nmero de RIBLA, a saber, que la
deuda de los oprimidos forma una cadena sin fin de nuevas deudas, hacindose impagable. Neh.
5:11 propone cortar por lo sano (condonar todo el peso de la deuda) y algo ms...: rehabilitar al
oprimido, devolvindole lo que pareca que se le prestaba. No se dice aqu y all que la deuda
externa latinoamericana ya est pagada con creces, y que los acreedores deberan devolver
abundantemente lo que aparente-mente prestaron? Neh. 5 da qu pensar...
Nehemas 5:1-19
1 Un gran clamor se suscit entre la gente del pueblo y sus mujeres contra sus hermanos judos. 2
Unos decan: nosotros, con nuestros hijos y nuestras hijas, somos numerosos como para obtener
grano para comer y vivir. 3 Otros decan: Nosotros tenemos que empear nuestros campos,nuestras villas, y nuestras casas para conseguir grano durante el hambre. 4 Otros decan:
A
Hemos pedido prestado dinero para el impuesto del rey, (a cuenta de) nuestros campos y nuestras
vias. 5 Ahora bien, nuestra carne es como la de nuestros hermanos; como sus hijos son nuestros
hijos, sin embargo nosotros forzamos a nuestros hijos y a nuestras hijas a ser esclavos, y hay entre
nuestras hijas las que fueron forzadas; y no podemos hacer nada, pues nuestros campos y nuestras
vias pertenecen a otros.
6 Yo me indign mucho al or su clamor y estas palabras.
B
7 Tom decisin en mi corazn de reprender a los notables y ofic iales, y les dije: Una deuda impone
cada uno de vosotros sobre su hermano; luego orden contra ellos una gran asamblea
C
8 y les dije: Nosotros hemos adquirido a nuestros hermanos judos que haban sido vendidos a las
naciones segn nuestras posibilidades, y he aqu que vosotros estis vendiendo a vuestros
hermanos para que sean vendidos a nosotros!. Ellos callaron, sin encontrar palabra.
D
9 Dije entonces: No es buena la cosa que hacis; no debis acaso caminar en el temor de nuestro
Dios para evitar el desprecio de las naciones, nuestros enemigos?
E
10 Tambin yo, mis hermanos y mi gente, les hemos prestado dinero y trigo, pero olvidemos esta
deuda.
X
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11 Devolvedles hoy mismo sus campos, sus vias, sus olivares y sus casas, y el ciento (por uno?) del
dinero, del trigo, del vino y del aceite que les habis prestado.
E'
12 Dijeron ellos: Devolveremos, y no les reclamaremos; haremos exactamente como t dices.
D'
Entonces convoqu a los sacerdotes, y les hice jurar que haran segn esta palabra. 13 Luego sacud
los pliegues de mi manto, diciendo:
As sacuda Dios a todo el que no mantenga esta palabra, (dejndolo) sin casa y sin sus bienes! As
sea sacudido y quede vaco!.
Toda la asamblea dijo: Amn!, y alab a Yav. E hizo el pueblo segn esta palabra.
a
14 Adems, desde el da en que (el rey) me orden ser su gobernador en el pas de Jud desde el
ao veinte hasta el treinta y dos del rey Artajerjes, durante doce aos ni yo ni mis hermanos
comimos del pan del gobernador,
C'
b
15 en cambio los gobernadores anteriores que me precedieron oprimieron al pueblo, tornando de
ellos, en concepto de pan y vino, cuarenta siclos de plata;
b'
b' tambin sus funcionarios opriman al pueblo;
a'
pero yo no obr as, por el temor de Dios. 16 Adems, me esforc en la obra de esta muralla sin
comprar campos, con toda mi gente all en la obra en forma solidaria.
B'
17 A mi mesa se sentaban los judos y oficiales en nmero de ciento cincuenta, sin contar los que
venan a nosotros desde los pases de alrededor. 18 Cada da se aderezaba un toro, seis ovejas
escogidas, y aves, y cada diez das, toda clase de vinos en abundancia, pero con todo esto nunca
reclam el pan del gobernador, porque pesado era el trabajo que agravaba al pueblo.
A'
19 Acurdate, Dios mo, para mi bien, de todo lo que hice por este pueblo !.
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Bibliografa
1 Ver, en la breve nota aparte, F.R. Kraus, Ein Edila des Knigs Ammi-saduqa von Babylon (Brill,
Leiden, 1958).
2 Cf. W.G. Lambeit, Nebuchad