Premio Telva a Don eduardo Punset

6

Click here to load reader

description

El 28 de septiembre, Eduard Punset recibió en Valencia el I Premio Telva a las Ciencias. Con ese motivo, la revista de moda ha publicado en el número de este mes una extensa entrevista al divulgador. Destacados: No tiene sentido que una persona esté cuarenta años jubilada y a los treinta no tenga tiempo ni para respirar.

Transcript of Premio Telva a Don eduardo Punset

Page 1: Premio Telva a Don eduardo Punset

y el marAunque su territorio natural son los libros, reconoce que “es de la gente dequien lo aprendo todo”. Con hablar pausado y frente a su Mediterráneo del alma,Eduard Punset, primer Premio TELVA a las Ciencias e infatigable “buscador derespuestas a las incógnitas de la condición humana”, nos desgrana su infancia,sus inquietudes y hasta su peli favorita.Escribe: ELENA CASTELLÓ Fotos: TONI MATEU

El sabio

PREMIOS TELVA A LAS ARTES Y LAS CIENCIAS

60 TELVA

Page 2: Premio Telva a Don eduardo Punset

Esta playa de Pinedadel Mar es lo primeroque Eduard ve cadamañana a la seis, cuandose sienta a escribirfrente a su ventana.

TELVA 61

Page 3: Premio Telva a Don eduardo Punset

“De niñome detectaronuna enfermedad congénita por la que si meenfadaba mucho, se desataba una crisis.Aprendí a no enfadarme nunca”

“Es falsoque estemosviviendo una crisis universal. China,India o México están creciendo de unaforma bestial”

i uno conversa con Eduard Punset, tie-ne cierta sensación de desorientación,de que quizá no ha planteado las pre-guntas adecuadas. Donde uno inquierepor la economía, él habla de emocio-nes; donde se menciona la palabra cri-sis, afirma que no hay razones para elpesimismo, sino todo lo contrario; don-de se habla de política, él responde so-bre educación. Pero, no, no está en ab-soluto alejado de lo cotidiano. Al contra-rio. De lo que está lejos es de los luga-res comunes del debate público.

Eduard Punset, I Premio TELVA a lasCiencias por su trayectoria como divul-gador científico, se refiere en realidad alo que más importa: el aprendizaje enlas escuelas, la necesidad de dar tiem-po a la gente para que pueda pensar,lo esencial de elegir una vocación yprofundizar en ella.

Hoy, como casi todos los días, se halevantado a las seis de la mañana y seha sentado a escribir, frente a la terrazaabierta al Mediterráneo del pequeñoapartamento de Pineda de Mar (Barce-lona), en el que reside. Escribir, ésa essu única pasión: “Lo mío es una curiosi-dad infinita”, explica. “No doy abasto.Lo que me divierte es profundizar en elconocimiento de los demás, saber loque les pasa por dentro. Y en eso me

paso embelesado todo el tiempo. Nohay nada que se le pueda comparar”.

—¿Y cosas como pasear por la playa otomarse un tinto con sus amigos...?—Salgo poco, a la gente ya la veo en lacalle. Normalmente mi vida es muyaburrida. Estoy con mi ordenador todoel rato. Y luego también viajo mucho.

“LOS FÁRMACOS NO SON LASOLUCIÓN A LA TRISTEZA”

Hace ya muchos años que dejó su ma-sía ampurdanesa de Fonteta y su vida enel campo, y se instaló en este pueblo dela costa –“el menos pijo del Maresme”,me dice–, con sus edificios de aparta-mentos y sus restaurantes con terrazaseparados del mar por la vía del tren.

Su mesa de trabajo, ubicada en mitaddel salón comedor, está tomada por loslibros. A un lado los que ha leído, al otrolos que le quedan por leer. Hay volúme-nes de Delibes, Damasio, Josep Maríade Sagarra, Alvin Toeffler, Keynes. Y va-rios diccionarios. Y entre unos y otros,su ordenador. Pero el estudioso, quesólo parece sentirse cómodo en el terri-torio formado por su mesa y su silla detrabajo (siempre la preferirá al sofácuando conversemos), se volatiliza de

pronto cuando bajamos a la playa parahacer las primeras fotos. Todos le salu-dan: la camarera del restaurante, lospaseantes, los pescadores que des-cansan en la arena. “Buenos días, donEduardo, ¿qué tal está?”. Dos adoles-centes le hacen fotos con el móvil.“Luego me las mandaréis, ¿verdad?”,les comenta él. Una niña de unos sieteaños exclama: “Mira papá, ¡el del panBimbo!”. Y él parece encantado.—¿Se siente usted cómodo con tantapopularidad?—La mayoría de la gente no reaccionade ese modo, son contados los que vi-tuperan. España es un país difícil, concierta animadversión hacia el sector pri-vado, del que se sospecha que nuncapuede hacer un esfuerzo en aras de unbien colectivo: otro de los tópicos quehay que erosionar. Me siento tan bienhaciendo lo que es necesario, comocuando tenía 17 años y estaba en elPartido Comunista. Igual.—¿Se refiere a la tarea de dar a la gentelos medios para que pueda adquirir elconocimiento?—Exacto.

Sólo cuando le pregunto por la crisiseconómica, Eduard eleva el tono sinocultar su indignación. “El desamparode la gente es increíble, está rodeadade mentiras”, asevera. “Es falso que es-temos viviendo una crisis universal. És-te es un concepto que, como buen eco-nomista, no puedo aceptar. Lo que hayes una crisis de unos cuantos paísesque han vivido mucho más allá de suspropios medios, hay otros que estáncreciendo a tasas increíblemente eleva-das, como China, India o México. Comoles digo a mis nietas, hay muy pocas pre-guntas que tengan respuesta, pero, porDios, las que tienen respuesta, las queestán comprobadas, no las escondamosa la gente. Y una de las cosas que no

62 TELVA

Page 4: Premio Telva a Don eduardo Punset

MI CASA,MIS RECUERDOS

Punset, ex militante del PC, se exilióa Burdeos en 1956. Después vivióen Ginebra, París y Londres.

“Vivo en mi nube, conmis libros y bastantesolo”, confiesa el autor.

En su mesa detrabajo rodeado delibros de Delibes,Damasio, Keynes...

Un cuadrode su padre,médico rural,presideel salón.

Eduard con suspadres y hermanos.

Su álbumfamiliar.

TELVA 63

Page 5: Premio Telva a Don eduardo Punset

podemos esconder es que no hay unacrisis planetaria o universal”.—¿Qué le diría a una persona que haperdido su trabajo?—Sé lo que no se le puede decir. Paraempezar, que la manada está divididaentre derechas e izquierdas y que nopuede contar más que con la mitad:eso ya es una aberración. O que los fár-macos son la única salida para comba-tir la soledad o la tristeza.—En cualquier caso, ¿cómo podemossalir de esta situación? ¿Qué propone?—En primer lugar, se debería introdu-cir el aprendizaje emocional en las es-cuelas primarias. Además de dismi-nuir el índice de violencia, aumentaríael altruismo. Otra reforma pendientees la de ayudar a encontrar la voca-ción adecuada, a controlarla y profun-dizar en su conocimiento. No bastacon elegir una asignatura y no equivo-carse, sino que es preciso dominarla.Por último, habría que concentrarse enla prevención, en lugar de hacerlo úni-camente en la prestación sanitaria. Es-tos son los tipos de reformas de losque vamos a hablar en los próximosaños; no creo que pervivan -Dios no loquiera- los planteamientos de tipoideológico.

—¿Es usted optimista en este sentido?— Mires donde mires, es muy difícil serpesimista. Por un lado, los avances tec-nológicos permiten soluciones medita-das y pacíficas. Por otro, la propia con-figuración cerebral alienta el optimismo:los procesos cognitivos más complejostranscurren por el inconsciente. Ade-más, la plasticidad del cerebro ofrece laposibilidad de cambiarlo -si hubiera sa-bido eso a los 17 años, no hubiera en-trado en el Partido Comunista, ¿paraqué? (ríe)-. En ese sentido, lo más im-portante es desarrollar la autoestima enlos niños. Con todo, tenemos que acep-tar que los cambios sociales son máslentos que los tecnológicos.

“LA CIENCIA NO ES UNADISCIPLINA, ES UN MÉTODO”

Contemplamos las innumerables fotosque cubren las paredes y desgrana al-gunos recuerdos. En ellas, aparece consus padres, sus hermanos, sus compa-ñeros de escuela, su hija Elsa. Hay mu-chas de sus años en la política, con Ta-rradellas, Soledad Becerril o Lech Wa-lesa. En otra está junto a Adolfo Suárez,Carmen Díez de Rivera, Raúl Morodo yRafael Calvo Ortega, “el núcleo duro

“Meexiliécomoau pair para un matrimonio de psiquiatrasen Burdeos. Su hija es hoy mi mujer”

● Nació en Barcelona hace 75 años.Hijo de un médico liberal.● Estudió Derecho en la UniversidadComplutense y Economía en laLondon School of Economics.Trabajó para el FMI y The Economist,la BBC, y grandes empresasprivadas. Fue ministro con AdolfoSuárez, conseller de Economía conel primer gobierno de Tarradellas,diputado y eurodiputado. Dejóla política en 1995.� En la actualidad, es profesor deCiencia, Tecnología y Sociedaden la Universidad Ramón Llull,miembro del jurado de los Príncipede Asturias y tiene una Fundacióndedicada a la enseñanza de lagestión emocional. Desde 1996,dirige y presenta el programade divulgación científica Redes,por el que ha recibido innumerables

premios. Entre sus libros másleídos figuran la trilogía Viajea las emociones y su última obra,Excusas para no pensar.� Tiene tres hijas (una de ellas, Elsa,es filósofa y escribe en TELVA, otraes concejala ecologista en Altea)y cuatro nietas.� Proyectos… “Estoy estudiando laprolongación de la esperanza de vida.Los niños que nacen ahora seráncentenarios así que la gran tarea delsiglo XXI será la redistribución deltiempo de trabajo. No tiene sentidoque una persona viva cuarenta añosjubilada y sin embargo, cuando tiene30, no le den tiempo para cuidarse,ocuparse de la educación de sushijos... Habría que aplazar la fechade jubilación y reducir a la mitad lajornada laboral, cuando se tienentreinta o cuarenta años”.

¿Y QUIÉN ES ÉL?

del CDS”, en el que militó algunos años.Un hermoso retrato de su padre, médi-co rural, preside la entrada al salón.Eduard le menciona siempre con admi-ración. Pero no es fácil que hable decosas íntimas. Cuando le pregunto porsu infancia o por cómo superó el cán-cer de pulmón que padeció hace cua-tro años, se queda un rato en silencio ocuenta de entrada algún descubrimien-to reciente. “Vivo en mi nube, estoy conmis libros y muy solo, no recuerdo mu-chas cosas”, comenta.

iene tres hermanos másy su familia se instaló enuna casa de la Vilel laBaixa, en Tarragona,cuando estalló la GuerraCivil. Allí pasó su infan-cia, en estrecho contactocon la naturaleza.

—¿Cuál es su recuerdo más querido deesa época?—Mi relación con los animales –a laspersonas las conocí más tarde–. Convi-vía con las lechuzas de noche, y con lascabras y los gorriones por el día. Me di-vierte mucho preguntar a la gente cuáles la diferencia entre un gorrión machoy un gorrión hembra, y no entiendo có-mo pueden vivir sin saber la diferencia,porque en Vilella ¡no se podía! ja, ja.—¿Y de la escuela, qué le marcó?—El hermano Luis, lo llamábamosXixous. Muchos científicos piensan quela ciencia es una disciplina, pero en rea-lidad es un método. Este profesor nosenseñó, cuando teníamos 10 años, quehabía un método para pensar. Nos ex-plicaba siempre cómo llegar a la res-puesta.—Estudió el bachillerato en EstadosUnidos, algo nada frecuente en aquellaépoca...—Mi padre, que era un médico catalán,tuvo dos grandes aciertos. El primera,que nos envió a Madrid para queaprendiéramos el castellano, cosa quenunca hice del todo (ríe); y el segundo,alejarnos del franquismo. Consiguióque yo obtuviera una beca que me sir-vió para hacer el bachillerato en Esta-dos Unidos, en California, en la NorthHollywood High School.—¿Qué es lo que más le impresionó deallí?—Aprendí lo que es la democracia enEstados Unidos. En el año 54 o 55, in-cluso con el país deambulando hacia elMacCarthysmo, pude leer el ManifiestoComunista en la escuela. En España,eso era totalmente imposible. Y luego,

t

64 TELVA

Page 6: Premio Telva a Don eduardo Punset

¿Quieres saber cómo aprendió EduardPunset a gestionar sus propias emociones?

por supuesto, recuerdo lo que habríamaravillado a cualquier joven: las cami-sas de colores, las primeras neverasque veía en mi vida, los primeros hela-dos, las carreras de coches. Y los en-frentamientos con la policía.—El regreso a la España delos cincuenta debió ser muyduro.—Nada más volver entré en elPartido Comunista, que era unpoco el símbolo de aperturaentonces. Un día, cuando ibaa una reunión en un comité uni-versitario, alguien me llamó avi-sándome de que no fuera por-que estaba la policía. Llevabael pasaporte encima, así quepude salir del país. Estuve exi-liado 20 años. Contesté a unanunció de trabajo como aupair en Burdeos. Era una fami-lia de psiquiatras y su hija eshoy mi mujer. De ahí nos fuimosa Ginebra. En el 66, unos ami-gos me arreglaron los papelesy pude volver durante un añopara terminar el servicio militar.A día de hoy siempre llevo elpasaporte encima.

“SOY TODO LO FELIZQUE PUEDO SER”

Accede a que el fotógrafomueva una lámpara, inclusoalgunos libros, igual que, na-da más empezar, no puso re-paros en cambiar su camisetaazul y sus pantalones oscurospor una chaqueta y un panta-lón claros, y a probarse un parde sombreros.

uando el fotógrafole pide que señalealgún detalle per-sonal en su mesade trabajo, respon-de algo sorpren-dente: “No tengocosas mías”. Y al

intentar, una vez más, que me descubraotras pequeñas cosas que ocupan sutiempo, aparte de los libros, de nuevo sequeda como en blanco: “Mi generaciónno fue al teatro, no tenía tiempo”. “Ape-nas fuimos al cine. Recuerdo Blade Run-ner como una gran película y basta, o ca-si. No hemos ido a discotecas, no hemostenido tiempo de saborear una comida allado del mar, sólo muy de vez en cuan-do, una vez cada dos años quizá, conlos hijos y los nietos. No tuvimos tiempopara lo que la gente considera hoy quees importante”.

—¿Y no lo es? ¿No son im-portantes las cosas peque-ñas de la vida?—Digamos que mi mentali-dad no está orientada a dis-frutar de ellas, sino a destriparlo que hay fuera. De mi pasopor el PC me quedó ciertaaversión a mirarse los intesti-nos porque era consideradointrospectivo, religioso.—¿A qué se agarraba parasuperar el miedo y la dure-za de los tratamientos con-tra el cáncer?—Me interesaba lo que ha-cían los médicos, eso era loúnico. Pero quien más meenseñó, una vez más, fue lamanada. Recuerdo sobretodo a la gente joven queintentaba confortar a susviejos en la cama, o a losviejos que intentaban con-fortar a los jóvenes. Esegregarismo y esa solidari-dad son impresionantes.—¿Sirve para algo el sufri-miento?—Lo que de verdad enseñaes el contacto con los de-más.—¿Qué cosas le irritan o lehacen perder la paciencia?Porque la perderá en algúnmomento...—El ruido, me impide traba-

jar. Pocas cosas más. Cuando yo eramuy joven, los médicos me dictamina-ron un problema congénito, fibrilaciónparoxística ventricular o algo así, y medi cuenta de que si me enfadaba exa-geradamente, se desataba una crisis.Entonces, aprendí a no perder nuncalos nervios.—¿Qué científico le ha impresionadomás de todos los que ha conocido?—Stephen Jay Gould. Tenía mal carác-ter, pero me enseñó que no está claroque la evolución vaya cada vez haciaalgo mejor y más perfecto.—¿Es usted feliz?—Es muy difícil que pueda serlo más.

“Notienesentido queuna persona esté cuarenta años jubiladay a los treinta no tenga tiempo ni pararespirar”

T

● La inmortalidad: “Siemprehe pensado que lo que te hacevivir las cosas intensamente essu caducidad, es que se vana extinguir, que los átomos se vana disgregar”.● La soledad: “No forma parte dela depresión, tiene vida propia y hayque gestionarla específicamente”.● La tristeza: “Estar un poco tristees bueno, porque te ayuda a estaralerta, a protegerte”.● La ansiedad: “A los niños nadieles enseña a distinguir entreansiedad y miedo. La ansiedad tepone en estado de alerta delantede un examen, un viaje, un entierro.El miedo paraliza”.

PUNSETDICCIONARIO

Eduard es muy querido entresus vecinos de Pineda del Mar,“el pueblo menos pijo delMaresme”, dice él.

c66 TELVA