Llamados Al Seguimiento. Día Del Seminario

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Pliego de la revista Vida Nueva sobre la vocaciones

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  • PLIEGO

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    ipsum qui voluptis

    At il mAgnAm fugA. PA veliA volestem

    mAgnAmFIRMACargo

    2.xxx. x-x de mes de 2010PLIEGO

    A pesar de la pobreza y debilidad del ser humano, Dios sigue poniendo sus ojos en cada persona y ofreciendo seales del proyecto

    que quiere para cada uno de sus hijos. en vsperas del Da del seminario (19 o 22 de marzo, segn las dicesis), el autor de estas pginas nos acerca al descubrimiento de su llamada,

    al perodo de discernimiento, al proceso de crecimiento espiritual en medio de las luchas diarias tambin a todo lo que supone la consagracin de la vida al seguimiento de Jesucristo, un don

    en la iglesia, una forma de vida cristiana, una profeca del modo de vivir de los testigos del Reino de Dios, a la manera de Jess.

    llAmADos Al seguimiento

    Da del seminario 2015ngel Moreno, de Buenafuente

    2.933. 14-20 de marzo de 2015

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    Una forma de vida cristianaentender. En el llamarnos, Dios nos dice: T eres importante para m, te quiero mucho, cuento contigo. Jess nos dice esto a cada uno de nosotros. De aqu nace la alegra! La alegra del momento en el que Jess nos ha llamado. Entender y escuchar esto es el secreto de nuestra alegra. Sentirnos amados por Dios, escuchar que para l no somos nmeros, sino personas; y escuchar que es l el que nos llama (Francisco, Discurso a los seminaristas, 6 de julio de 2013).

    Dios siempre muestra con seales suficientes lo que quiere como proyecto suyo ms plenificador para cada persona, y siempre lo seguir mostrando. Puede ser de manera familiar e ntima, cuando un da, de forma sorprendente, o poco a poco, se percibe que el Seor nos llama a alguien para S. A pesar de la pobreza y debilidad del ser humano, l pone sus ojos en cada uno y lo demuestra en muchos momentos con seales providentes exteriores o con sentimientos consoladores en el secreto del corazn. Cuando esto sucede, contrastada la experiencia, se obtiene,

    adems, la seguridad de la fidelidad divina: l nunca ha retirado su palabra. Dios no se muda.

    El descubrimiento de la propia llamada no es proyeccin del deseo o invento subjetivo. En el proceso de crecimiento espiritual, a lo largo de un perodo de discernimiento, en medio del combate y de la lucha, cuando con sencillez de corazn se cumple lo que se descubre que es voluntad divina, se gusta la paz, la alegra y la felicidad mayor.

    Hay signos evidentes, que ayudan a comprobar la objetividad de la llamada. Dios no puede pedir algo imposible, y si en su designio de amor solicita una respuesta, antes ha capacitado a la persona para darla. La llamada tiene una correspondencia con la capacidad. Es una seal que autentifica, si lo que se desea no es dictado de la naturaleza, sino de un orden superior y coincidente con el Evangelio. En cualquier caso, la llamada de Dios no es compatible con una vida de pecado, aunque cabe que, a pesar de reconocer la llamada, coincida con un proceso de purificacin y de combate contra el mal.

    EXPERIENCIA SAGRADA

    El ngel del Seor se le apareci en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consuma.

    Dijo, pues, Moiss: Voy a acercarme para ver este extrao caso: por qu no se consume la zarza.

    Cuando vio el Seor que Moiss se acercaba para mirar, le llam de en medio de la zarza, diciendo: Moiss, Moiss!. El respondi: Heme aqu.

    Le dijo: No te acerques aqu; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que ests es tierra sagrada (Ex 3, 2-5).

    EL MAESTRO LLAMA

    Subi al monte y llam a los que l quiso; y vinieron junto a l. Instituy Doce, para que estuvieran con l, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios (Mc 3, 13-15).

    Y llama a los Doce y comenz a enviarlos de dos en dos, dndoles poder sobre los espritus inmundos (Mc 6, 7).

    El cristianismo no es un simple libro de cultura o una ideologa, tampoco es un mero sistema de valores o de principios, por ms elevados que sean. El cristianismo es una persona, una presencia, un rostro: Jess, que da sentido y plenitud a la vida del hombre (Juan Pablo II, Discurso a los jvenes, Berna, 6 de junio de 2004).

    Hoy se necesita redescubrir que Jesucristo no es una simple conviccin privada o una doctrina abstracta, sino una persona real cuya entrada en la historia es capaz de renovar la vida de todos (Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis 77).

    La alegra nace de la gratuidad de un encuentro! El escuchar: T eres importante para m, no necesariamente de palabra. Esto es bello Y es exactamente lo que Dios nos hace

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  • El que busca con sinceridad, conoce cmo seguir el rastro de la verdad y persigue el aroma del bien. Y aunque tarde en encontrar, el mismo tiempo de la bsqueda se le convierte en hallazgo. El Seor sabe hablar al corazn y, sin palabras, deja el mensaje seguro de su voluntad. No solo por la paz que concede en el interior, sino tambin por el bien que se produce de su seguimiento, frutos perceptibles en el nimo de la persona, en su trato y convivencia, en las tareas que realiza, en los deseos nobles que le acompaan.

    La llamada a ir detrs de Jess puede producirse en cualquier momento de la vida. La parbola de los obreros de la via es un ejemplo paradigmtico (Mt 20, 1-13). En ese momento, de una u otra manera, el Seor te dice: Vente conmigo. Lo que nos corresponde es la actitud de escucha atenta, porque el Seor pasa. El trabajo necesario no es el de inventarse la llamada, o esforzarse por conseguir una meta de forma empeativa, sino la vigilancia, alzar los ojos al horizonte, mirar de manera trascendente la realidad, acercarse a la vida de la gracia y a la Palabra, y un da, cuando Dios quiera, es posible que se oiga, con cierto sobresalto: Amada ma, ven a m, y yo puedo exclamar: Ya viene el Amado saltando por los montes, brincando por las colinas (Cant 2, 8).

    LLAMADA PERSONAL

    El Maestro est ah y te llama (Jn 11, 27). Las ovejas escuchan su voz;

    y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera (Jn 10, 2-3).

    El papa Benedicto XVI, en su catequesis sobre san Pablo, comentaba: San Pablo, por tanto, no fue transformado por un pensamiento, sino por un acontecimiento, por la presencia irresistible del Resucitado, de la cual ya nunca podr dudar, pues la evidencia de ese acontecimiento, de ese encuentro, fue muy fuerte. Ese acontecimiento cambi radicalmente la vida de san Pablo.

    Qu quiere decir esto para nosotros? Quiere decir que tampoco para nosotros el cristianismo es una filosofa nueva o una nueva moral. Solo somos cristianos si nos encontramos con Cristo. Ciertamente, no se nos muestra de esa forma irresistible, luminosa, como hizo con san Pablo para convertirlo en Apstol de todas las gentes. Pero tambin nosotros podemos encontrarnos con Cristo en la lectura de la Sagrada Escritura, en la oracin, en la vida litrgica de la Iglesia. Podemos tocar el corazn de Cristo y sentir que l toca el nuestro. Solo en esta relacin personal con Cristo, solo en este encuentro con el Resucitado, nos convertimos realmente en cristianos (Benedicto XVI, audiencia del 3 de septiembre de 2008).

    Las vocaciones nacen en la oracin y de la oracin; y solo en la oracin pueden perseverar y fructificar (Francisco, ngelus, 21 de abril de 2013).

    Esta percepcin personal, ntima, es fundante, y ser necesario grabar en el

    corazn el da y la hora, la circunstancia en la que se hizo insoslayable la llamada. A la hora del discernimiento, importa mucho descubrir el modo y momento en que la persona se hace consciente y acepta la voluntad divina para ella.

    Las vocaciones que Dios da son muy variadas y nobles: la vocacin a la vida, al bien hacer, a la santidad, al seguimiento, a la amistad con l. Nos concentramos en la llamada al seguimiento evanglico.

    LLAMADA AL SEGUIMIENTO DE JESS

    Los discpulos son aquellos que el Seor ha elegido para S, pronunciando su nombre con amor, para que le sigan ms de cerca en el camino del Evangelio, como el grupo de sus amigos.

    Subi al monte y llam a los que l quiso; y vinieron donde l. Instituy Doce, para que estuvieran con l, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios (Mc 3, 13-15).

    Los nombres de los doce Apstoles son estos: primero Simn, llamado Pedro, y su hermano Andrs; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolom; Toms y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simn el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entreg (Mt 10, 1-4).

    Cada persona es un proyecto nico de Dios. La vocacin puede tener en cada uno concreciones diferentes. Todos, sin embargo, somos llamados a estar con

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    corazn sereno y misericordioso. Se goza de tener por lote y herencia la copa del Seor y descubre la riqueza que supone no poseer nada ni a nadie. Se convierten en testigos de la libertad del corazn.

    La vida en comunin. Jess no quiso llevar a trmino su misin de forma individualista y solitaria; tuvo amigos, compaeros de camino que estuvieron con l. Eligi a algunos para discpulos, como manos prolongadas y portavoces de su proyecto. El da de Pascua, al alba, pronunci el nombre de la mujer: Mara, y ella lo proclam su Maestro y recibi el encargo de ir a decrselo a los discpulos.

    El discpulo, iniciado en el camino del seguimiento de Jess, sabe que la verdad de su amor por el Seor se demuestra en la medida en que se entrega en favor de los dems, como lo hizo el Maestro. No se desentiende de sus hermanos. Desde la parbola de comunin que intenta vivir, sabe actuar siempre de forma solidaria con todos los que se encuentra en su camino, a la manera del samaritano.

    La radicalidad evanglica. Si quieres adentrarte en la relacin

    tomando su forma de vida, se transforman en centellas de la gloria divina, destellos de su resplandor, signos luminosos del Reino de los cielos y producen en su entorno corrientes atractivas de bondad.

    La pobreza. Mara proclama la grandeza del Seor porque ha mirado la humillacin de su esclava. Los que reciben la llamada al seguimiento evanglico se alegran de poder imitar la forma de vida de Jess y de su Madre y se sienten dichosos y privilegiados. Jess no tena dnde reclinar la cabeza. Bienaventurados los pobres.

    La obediencia. Los consagrados dejan actuar al Espritu en sus vidas y obedecen sus mociones internas o las que perciben a travs de acontecimientos y mediaciones humanas, descubren cmo son guiados constantemente por el Maestro interior y, por ello, aciertan en su modo de actuar. Saben que su identidad les ha sido dada, que su plenitud depende de la obediencia gozosa a la llamada a estar con el Seor, a ser de su propiedad y anunciar los valores del Reino con audacia.

    Que nadie te quite la vida, s t quien la entregue voluntariamente y por amor, a la manera del Maestro, Jesucristo, como obediencia a su llamada.

    La castidad. El consagrado se siente amado de Dios y experimenta cmo esta relacin satisface enteramente la necesidad de amar, convirtindose en signo de unificacin interior con el

    Jess y con los que con l estn, para la misin que nos tenga designada.

    La consagracin de la vida al seguimiento de Jesucristo es un don en la Iglesia, una forma de vida cristiana, una profeca del modo de vivir de los testigos del Reino de Dios, a la manera de Jess. Quienes son consagrados por Dios con el sello amoroso de la eleccin para el discipulado, descubren que tienen el privilegio de saberse amados en el Hijo nico, en el predilecto, y se abandonan en las manos paternas de la Providencia, al tiempo que toman como proyecto de vida el modelo evanglico.

    Quisiera preguntarles: han escuchado a veces la voz del Seor que a travs de un deseo, una inquietud, les invitaba a seguirlo ms de cerca? Han tenido ganas de ser apstoles de Jess? Es necesario jugarse la juventud por grandes ideales (Francisco, ngelus, Jornada de oracin por las vocaciones, 21 de abril de 2013).

    LA FORMA DE VIDA DE JESS

    Los consagrados descubren que la forma de vivir de Jess y de su Madre, Mara, es modelo emblemtico de vida que plenifica como ninguna otra a quienes la siguen. No hay forma ms plena de humanidad que la de quienes se entregaron totalmente y por amor, en seguimiento de la voluntad de Dios

    Los que, en razn de una llamada especial, siguen a Jess con radicalidad,

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    amorosa con Jess, debes iniciar el silenciamiento de las pasiones, profundizar la experiencia de soledad, entregarte a la bsqueda intensa de la presencia del Seor en todas las cosas e invocar constantemente su nombre con humildad.

    EN EL CAMINO DEL SEGUIMIENTO

    Nos fijamos en uno de los ejemplos ms emblemticos que propone Jess en el Evangelio, como respuesta a la llamada.

    Jess se detuvo y dijo: Llamadle. Llaman al ciego, dicindole: nimo, levntate! Te llama.

    Y l, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jess (Mc 10, 49-50).

    LLAMADO

    El discpulo necesita, a lo largo de su historia, saberse llamado al seguimiento y, como amigo de Jess, tener experiencia del trato con l. Esta renovacin de la experiencia de la

    llamada y de la amistad tiene un mbito donde crecer y celebrarse: la vida de oracin. La oracin es la experiencia identificativa de los discpulos, que han llegado a ver cmo su Maestro se mantiene en relacin con su Padre.

    Queridos amigos, este es el misterio de la llamada, de la vocacin; misterio que afecta a la vida de todo cristiano, pero que se manifiesta con mayor relieve en los que Cristo invita a dejarlo todo para seguirlo ms de cerca. El seminarista (el vocacionado) vive la belleza de la llamada en el momento que podramos definir de enamoramiento. Su corazn, henchido de asombro, le hace decir en la oracin:Seor, por qu precisamente a m? Pero el amor no tiene un porqu, es un don gratuito al que se responde con la entrega de s mismo (Benedicto XVI, Encuentro con los seminaristas, Colonia, 19 de agosto de 2005)

    El papa Francisco, dirigindose a los peregrinos que le escuchaban en la Plaza de San Pedro el domingo 21 de abril, les dijo, al explicar lo que es la vocacin: Es un misterio profundo, no fcil de comprender: si me siento

    atrado por Jess, si su voz calienta mi corazn, es gracias a Dios Padre, que ha puesto dentro de m el deseo del amor, de la verdad, de la vida, de la belleza.

    POR AMOR

    La vida del discpulo no es una profesin, sino una identidad. No es un encargo recibido, es una esencia desde la llamada que se ha percibido y el trato con el Maestro. Se es discpulo por gracia, pero es algo irrenunciable o se desnaturaliza la persona.

    Hay palabras escuchadas que configuran, ms all de tenerlas presentes de un modo vivo. Si han sucedido, llegan a grabarse en la conciencia, de tal forma que una actitud contraria o manera de vivir diferente se sienten en la conciencia con ms o menos tristeza, segn el grado de fidelidad.

    Estamos llamados a una pertenencia vinculante, mas desde el amor no se percibe sujecin, sino libertad, privilegio.

    LA LLAMADA ACONTECE A TRAVS DE MEDIACIONES HISTRICAS

    El itinerario vocacional no es solo una certeza interior, tiene su correspondencia en hechos que se pueden datar. Siempre son necesarias referencias objetivadoras e histricas que confirmen el motivo del seguimiento. La vocacin es un fruto que madura en el campo bien cultivado del amor recproco que se hace servicio mutuo, en el contexto de una autntica vida eclesial. Ninguna vocacin nace por s misma o vive por s misma. La vocacin surge del corazn de Dios y brota en la tierra buena del pueblo fiel, en la experiencia del amor fraterno (Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de Oracin por las Vocaciones, 2014).

    Sin violentar la realidad, el discpulo, en lo profundo de su conciencia, debe saber que ha sido llamado. Este hecho, en caso de duda o de incertidumbre, se objetiva a travs de diferentes mediaciones. La Iglesia confiere, segn las diversas formas de vida cristiana,

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    ENRAIZADOS JUNTO A LA CORRIENTE

    El mensaje de Benedicto XVI a los jvenes para la Jornada Mundial de la Juventud que se celebr en Madrid en agosto de 2011 tena un ttulo que se convierte en lema: Arraigados y edificados en Cristo. Firmes en la fe.

    Qu bien se est con el corazn sereno! Y cmo se serena el corazn en la relacin con Dios! Cuando uno se sabe relacionado con l, se instala la serenidad, la armona, la paz. Atravesados los desiertos de la posible desolacin, de la duda y de la inercia, se llega, de nuevo, al fresquedal de los sabores espirituales, donde se aprecia el valor de la presencia permanente y compaera del Seor, con la certeza de que l es siempre fiel.

    Desde una actitud relacionada, amiga, nada responde a un automatismo pragmtico. La relacin personal siempre debe asumir la novedad de la riqueza del otro, del ser del otro, mucho ms si se trata de la relacin con Dios. El trato de amistad no obedece a un preconcepto, es una experiencia viva, un camino abierto y novedoso. Hace falta cuidar la relacin con ofrendas gratuitas y esperar a que cuando el Otro quiera, sonra, fije su mirada en la tuya y se ilumine tu rostro con el reflejo del amor que recibes.

    El agradecimiento es una reaccin correspondiente a la gracia recibida y experimentada de no caminar solo y, porque cada vez que vuelves al Seor, l te permite sentir su presencia permanente.

    El rbol plantado junto a la corriente da mucho fruto. Del Santuario brota el manantial de la Palabra y de los sacramentos. Quien desea seguir al Maestro se alimenta a diario de la Palabra divina; en ella encuentra la fuerza y la razn de los pasos en el camino del seguimiento. La meditacin sapiencial concede saborear las mociones del Espritu y contrastar la vida a la luz del querer de Dios.

    El discpulo descubre en el trato orante permanente el secreto de la fidelidad en el seguimiento de Jess. En la oracin gusta el tesoro de la misericordia, que le permite renacer cada da. Quien en cualquier

    La necesidad de la relacin fraterna, la posibilidad de compartir la tarea, la pertenencia a la comunidad, los propios hermanos o miembros de la comunidad eclesial, son instancias que deben ofrecer, por actitud solidaria, la mediacin del acompaamiento. Se pierden muchas fuerzas e ilusin cuando la tarea no es reconocida y valorada. Es necesario sentir que lo que se hace es acogido y apreciado.

    Una de las mediaciones humanas ms acreditadas en el deseo de objetivar la llamada es el acompaamiento espiritual. Es verdad que no hay maestro si no hay discpulo, y que la autoridad del autntico maestro no invade la voluntad del discpulo. Jess, el Maestro, engendra al discpulo en un camino lento y cuesta arriba, de Jeric a Jerusaln, en el que es necesaria la fe y la respuesta generosa, mas tambin cabe desor la llamada o renunciar al seguimiento. En este caso, siempre quedar en la conciencia el sabor amargo de la infidelidad, la tristeza por la falta de correspondencia a la gracia, aunque Dios no es rencoroso ni lleva cuentas del mal, y seguir ofreciendo alternativas posibles y generosas.

    la certeza de la vocacin; mediacin aceptada, que demuestra la comunin eclesial y acrecienta el sentido de pertenencia.

    El crecimiento y la maduracin de la persona se miden por la capacidad de soledad. Sin embargo, la soledad necesaria y exigida del que desea consagrarse a Dios no puede tomarse como argumento para el aislamiento, o porque el miembro se ensimisma o porque pierde el sentimiento de pertenencia, dando lugar a un individualismo o personalismo protagonista. Es de extremada importancia cuidar la pertenencia de forma afectiva y con hechos que la demuestren. De no vivir bien esta relacin, se pueden precipitar la crisis de estabilidad y la quiebra de la opcin, o llevar a cabo el modo de vida de modo protagonista, sin la garanta que da la obediencia a una llamada.

    Hoy, como en todo tiempo recio, existen las tentaciones, que en nuestros das pueden presentarse como invitaciones al desnimo. La desafeccin eclesial, el aislamiento individualista, la apata, la permisividad, el secularismo o el repliegue, las muchas tareas annimas, las presencias silenciosas, las horas solitarias, muchos pasos perdidos, muchas tareas difciles, las relaciones dolorosas, realizar un trabajo sin que nadie lo acoja, lo valore, lo sepa al menos, pueden ser motivo para la quiebra en la fidelidad. La valoracin de la persona es una relacin esencial. Dios, cuando envi a su Hijo al mundo, no dej de decirle: T eres mi Hijo, el amado.

    La Iglesia, depositaria de la gracia sacramental, a travs de los signos sacramentales, acompaa a los fieles en nombre de Dios, se hace samaritana ofreciendo el agua bautismal, ungiendo con el aceite que confirma en la fe, se vuelve posada en el camino, sala de fiesta y banquete. Pero tambin debe ser consciente de la necesidad de mediaciones humanas, que hagan visible el amor entraable de Dios, la amistad de Jesucristo, la fraternidad de los discpulos. En caso de ser una llamada de pertenencia a un grupo, es importante saber acoger al miembro que se incorpora a la comunidad.

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    encrucijada, en cualquier duda, se sabe mirado y acompaado del Seor, tiene la esperanza de no sucumbir en su agotamiento y en su debilidad.

    Si se tiene sed, agobio, cansancio, desfallecimiento en la espera, el ofrecimiento que hace Jess es compasivo: Ven, toma y come; toma y bebe del banquete que est dispuesto en la mesa. No seas incrdulo, palpa con tus manos las huellas del misterio pascual. Recuerda cmo situaciones dolorosas, pasado el tiempo, se han convertido en destellos de luz.

    LOS CICLOS EN LA RELACIN TEOLOGAL

    El proceso del seguimiento no siempre es un camino derecho ni ascendente. Todo tiene sus ciclos y su liturgia. En caso de que la duda, el desconcierto, el miedo o la infidelidad hayan asaltado en el camino, no se puede, como por antojo, desear sentir la mirada misericordiosa del Seor. Lo correcto es acudir a l, volver con humildad. Se debe hacer la ascesis del silenciamiento, la separacin de toda distraccin, el retorno de todas las huidas y volver a reavivar la actitud de espera consciente y confiada.

    Si como reaccin ante la experiencia dolorosa se diera el paso de retornar al activismo, sin haber llegado a reconciliarse con Dios y con uno mismo, sera una consumacin grave del error,

    por la torpeza de la falta de confianza, pues se habra perdido la ocasin de esponjar la tierra del propio corazn, de que se humedeciera con la oracin, el silencio, la escucha de la Palabra, la splica menesterosa, y pudiera percibirse el fruto de la sensibilidad espiritual de manera renovada, la certeza de la mirada amable del Maestro.

    Si, en cambio, se apuesta por permanecer, aun en medio de la intemperie, en el trato con el Seor, en actitud de escucha, de adoracin y de reconocimiento, poco a poco vuelve la vibracin interior, el bienestar indecible, el sentido de la vida, la coherencia de la actividad. En la presencia de Dios se adquiere la fuerza que da la renovacin de la llamada, del afianzamiento de la propia identidad, la que se ha forjado durante tantos tiempos silenciosos o de lucha, orantes u oscuros, pero vividos en la relacin creyente.

    EL RIESGO DEL ALEJAMIENTO

    La parbola del hijo prdigo ilumina el proceso vocacional y del seguimiento, sobre todo cuando acontecen accidentes en el camino. Pocos das despus, el hijo menor lo reuni todo y se march a un pas lejano donde malgast su hacienda (Lc 15, 13). Cuando sucede esta opcin, cada vez que uno se

    distancia de la presencia del Seor y deja de estar con l por ocuparse en mil tareas, aunque no lo reconozca o no lo perciba, disminuye la sensibilidad espiritual.

    Cuando se aparta uno del Seor, el camino transcurre entre el entretenimiento o la consolacin que ofrecen las actividades ms o menos tiles, pero que, si no se trascienden, dejan en las manos la suma de los trabajos, el cansancio y quizs hasta se asoma el juicio, por agravio comparativo, de lo que otros hacen o no hacen. Se pierde la perspectiva de por Quin se est donde se est.

    En este tiempo, si no se produce el alivio de la experiencia gratificante o al menos de la misericordia, por necesidad de subsistencia y quizs hasta con argumentos justificativos, cabe volver al entretenimiento hacendoso, a las ocupaciones nobles que, al menos, dan algo de prestigio. Aparece el protagonismo, el paso de facturas, aunque solo sea de manera mental, la irritacin interior, el agravio comparativo Si no se supiera que otras veces anteriores ya ha ocurrido algo semejante, ante la experiencia de insensibilidad se corre el riesgo de sucumbir en el intento por desesperanza y escepticismo. En esta circunstancia, el pasaje evanglico mueve al replanteamiento:

    Cuntos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aqu me muero de hambre!.

    Me levantar, ir a mi padre y le dir: Padre, pequ contra el cielo y ante ti (Lc 15).

    Cuando por cansancio o cierto hasto se retorna al trato con el Seor despus de un tiempo emancipado o inconsciente, se atraviesan zonas desrticas, sin percibir sentimientos gratificantes y con la posible experiencia de la sospecha de no poder volver a gustar ya de aquellos momentos luminosos en los que se fraguaron tantas respuestas generosas y se fijaron los hitos del camino. Es el momento de la memoria sana. Una cosa hago: olvido lo que dej atrs y me lanzo a lo que est por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jess (Flp 3, 13-14).

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    Los consagrados son aquellos a quienes el Seor ha elegido para s, pronunciando su nombre con amor, para que le sigan ms de cerca en el camino del Evangelio como el grupo de sus amigos.

    Los consagrados saben que su identidad es recibida, que su plenitud depende de la obediencia gozosa a la llamada a estar con el Seor, ser de su propiedad y anunciar los valores del Reino.

    Los consagrados se gozan de tener por lote y herencia la copa del Seor y descubren la riqueza que supone no poseer nada ni a nadie.

    El consagrado se siente amado de Dios y experimenta cmo esta relacin satisface enteramente la necesidad de amar, convirtindose en signo de unificacin interior, con el corazn sereno y misericordioso.

    El consagrado se alimenta a diario de la Palabra divina, en ella encuentra la fuerza y la razn de los pasos en el camino del seguimiento.

    Quienes son consagrados por Dios con el sello amoroso de la eleccin al discipulado descubren que tienen el privilegio de saberse amados en el Hijo nico, en el predilecto, y se abandonan en las manos paternas de la Providencia.

    Los consagrados dejan actuar al Espritu en sus vidas y obedecen sus mociones internas o las que perciben a travs de acontecimientos y mediaciones humanas, descubren cmo son guiados constantemente por el maestro interior y aciertan en su modo de actuar.

    El consagrado no se desentiende de sus hermanos. Desde la parbola de comunin que intenta vivir, sabe actuar siempre de forma solidaria con todos los que se encuentra en su camino, a la manera del samaritano.

    El consagrado, iniciado en el camino del seguimiento de Jess, sabe que la verdad de su amor por el Seor se demuestra en la medida en que se entrega en favor de los dems, como lo hizo el Maestro.

    El consagrado descubre el secreto de la fidelidad en el seguimiento de Jess en el trato orante permanente, donde gusta el tesoro de la misericordia.

    recorrido, al menos se es consciente de la fidelidad de Dios. l es fiel y pide nuestra confianza fiducial.

    La fidelidad a Dios se puede presentar como exigencia contraria al deseo natural. Sin embargo, para quien se adhiere amorosamente a la voluntad divina, abandonar la tierra, la casa, la familia se convierte en experiencia de libertad y plenitud, en signo proftico de lo permanente.

    El discpulo obedece la voz irresistible del Espritu que escucha en su interior, mira a Jesucristo como modelo, confa siempre en la Palabra divina y tiene la referencia de los que le precedieron en el camino.

    LA VIDA CONSAGRADA

    La vida consagrada es un don en la Iglesia, una forma de vida cristiana, una profeca del modo de vivir de los testigos del Reino de Dios, a la manera de Jess.

    El consagrado no se inventa la forma de vida, obedece la voz del Espritu que escucha de manera irresistible en su interior, mira a Jesucristo como modelo y confa siempre en la Palabra divina.

    Los consagrados descubren que la forma de vivir de Jess y de su Madre, Mara, es modelo emblemtico de vida que plenifica a quienes la siguen.

    BIOGRAFA DE LA LLAMADA

    Para personalizar todo el proceso, es muy eficaz escribir la autobiografa, los hechos ms sobresalientes en relacin con la historia de la propia identidad y forma de vida cristiana. Al llevarlo a cabo, no te inventes la llamada, espera si es preciso, vela, reza, escucha hasta or en tu interior la voz del Espritu y discernir su efecto. Dios no engaa. La fidelidad a uno mismo pasa necesariamente por la respuesta personal a la propia vocacin, que el Espritu infunde en el corazn creyente.

    Dios interviene en la vida a travs de mediaciones, para que cada uno perciba de modo histrico la llamada del Seor a pertenecerle. El trabajo necesario es recordar algn hecho significativo en el que se haya sentido alguna mocin interior como seal vocacional. Si es as, se debe convertir en piedra ungida, en hito de tu historia.

    Es imposible que el Seor tenga un deseo y no lo comunique o permita que lo conozca la persona, si quiere que se lleve a trmino su voluntad. Cabe que sea uno inconsciente de las intervenciones divinas; por ello, es bueno hacer un recorrido por el camino de la propia existencia, en la memoria de la voz del Seor, de su consejo, de su presencia, de sus llamadas al hilo de diversos acontecimientos. De este

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