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El desarrollo de los modelos constructivos en la ar- quitectura civil burgalesa del siglo XVI, ha sido ob- jeto de estudio por parte de un gran número de histo- riadores, jornadas, congresos o simposios en los últimos años. Sin embargo, un elemento articulador común que ha pasado un tanto desapercibido en las diferentes construcciones renacentistas, y en general, del mundo moderno, ha sido la escalera. Su análisis formal e iconográfico, evolución, influencias, tipolo- gías, materiales constructivos, promotores, o maes- tros de obras, son algunos de sus aspectos más rele- vantes, capaces de aportar un mayor significado al conjunto del edificio. Entre las construcciones lleva- das a cabo en estos momentos en territorio burgalés, un gran número de ellas de carácter doméstico, corte- sano, docente u hospitalario merecen especial inte- rés. 1 En cada uno de estos inmuebles, la escalera de- sempeña una labor constructiva, estructural, funcional y simbólica muy distinta, hecho que se pre- tenderá esclarecer a la hora de dar a conocer un aná- lisis exhaustivo del primer corpus de escaleras burga- lesas del Renacimiento. LA ESCALERA EN LA EDAD MODERNA Estado de la cuestión El resurgir de la modernidad, y con ello, la llegada del mundo erudito del Renacimiento, trajo consigo un fuerte desarrollo del campo de la arquitectura. Es en este contexto, en el que muchos autores adoptan una concepción distinta del edificio a la existente hasta el momento, como ente arquitectónico, lleno de vida, adaptado a su nueva funcionalidad y concep- ción espacial. Dentro de esta novedosa visión humanística, la es- calera pasará a un primer plano, ya que, a lo largo del mundo medieval, apenas se le concedió ninguna im- portancia, apareciendo en la mayoría de las veces oculta, sometida a una clara funcionalidad y constitu- yendo, según palabras del investigador Nikolaus Pevsner, nada más que una parte meramente utilitaria del edificio. A pesar de que, inicialmente el Renaci- miento, no fue favorable para el desarrollo de la es- calera, según palabras del profesor André Chastel, por ser considerada por muchos de los arquitectos como un elemento demasiado dinámico, su gestación y posterior desarrollo no se hizo esperar. Este hecho, no impedirá que sea ahora, con los inicios del mundo moderno, cuando se lleve a cabo el avance definitivo de dicho elemento arquitectónico. Su empleo reitera- do y acusado, tanto en interiores como en exteriores, hará que alcance su punto culminante con la llegada del Barroco. 2 Muy pocos han sido los autores que se han preocu- pado por llevar a cabo un análisis pormenorizado del tema, centrándose en la mayoría de los casos, en cuestiones de valor técnico o formal. En el campo de la escalera del Renacimiento, consciente de la adqui- sición de nuevos valores simbólicos, una compleji- dad estructural y un virtuosismo técnico y ornamen- La escalera en la arquitectura civil burgalesa del Renacimiento Jorge Martínez Montero Actas del Cuarto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Cádiz, 27-29 enero 2005, ed. S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, Arquitectos de Cádiz, COAAT Cádiz, 2005.

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El desarrollo de los modelos constructivos en la ar-quitectura civil burgalesa del siglo XVI, ha sido ob-jeto de estudio por parte de un gran número de histo-riadores, jornadas, congresos o simposios en losúltimos años. Sin embargo, un elemento articuladorcomún que ha pasado un tanto desapercibido en lasdiferentes construcciones renacentistas, y en general,del mundo moderno, ha sido la escalera. Su análisisformal e iconográfico, evolución, influencias, tipolo-gías, materiales constructivos, promotores, o maes-tros de obras, son algunos de sus aspectos más rele-vantes, capaces de aportar un mayor significado alconjunto del edificio. Entre las construcciones lleva-das a cabo en estos momentos en territorio burgalés,un gran número de ellas de carácter doméstico, corte-sano, docente u hospitalario merecen especial inte-rés.1 En cada uno de estos inmuebles, la escalera de-sempeña una labor constructiva, estructural,funcional y simbólica muy distinta, hecho que se pre-tenderá esclarecer a la hora de dar a conocer un aná-lisis exhaustivo del primer corpus de escaleras burga-lesas del Renacimiento.

LA ESCALERA EN LA EDAD MODERNA

Estado de la cuestión

El resurgir de la modernidad, y con ello, la llegadadel mundo erudito del Renacimiento, trajo consigoun fuerte desarrollo del campo de la arquitectura. Es

en este contexto, en el que muchos autores adoptanuna concepción distinta del edificio a la existentehasta el momento, como ente arquitectónico, lleno devida, adaptado a su nueva funcionalidad y concep-ción espacial.

Dentro de esta novedosa visión humanística, la es-calera pasará a un primer plano, ya que, a lo largo delmundo medieval, apenas se le concedió ninguna im-portancia, apareciendo en la mayoría de las vecesoculta, sometida a una clara funcionalidad y constitu-yendo, según palabras del investigador NikolausPevsner, nada más que una parte meramente utilitariadel edificio. A pesar de que, inicialmente el Renaci-miento, no fue favorable para el desarrollo de la es-calera, según palabras del profesor André Chastel,por ser considerada por muchos de los arquitectoscomo un elemento demasiado dinámico, su gestacióny posterior desarrollo no se hizo esperar. Este hecho,no impedirá que sea ahora, con los inicios del mundomoderno, cuando se lleve a cabo el avance definitivode dicho elemento arquitectónico. Su empleo reitera-do y acusado, tanto en interiores como en exteriores,hará que alcance su punto culminante con la llegadadel Barroco.2

Muy pocos han sido los autores que se han preocu-pado por llevar a cabo un análisis pormenorizado deltema, centrándose en la mayoría de los casos, encuestiones de valor técnico o formal. En el campo dela escalera del Renacimiento, consciente de la adqui-sición de nuevos valores simbólicos, una compleji-dad estructural y un virtuosismo técnico y ornamen-

La escalera en la arquitectura civil burgalesa del Renacimiento

Jorge Martínez Montero

Actas del Cuarto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Cádiz, 27-29 enero 2005, ed. S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, Arquitectos de Cádiz, COAAT Cádiz, 2005.

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tal, se han de reseñar los estudios del historiador Ha-rold E. Wethey en la década de los sesenta, junto alas reflexiones planteadas al final de la década de lossetenta por los Coloquios celebrados en la ciudadfrancesa de Tours, aspectos que pusieron de relevan-cia algunos de estos nuevos valores, en consonanciacon los diferentes focos europeos de irradiación. Ac-tualmente, historiadores y arquitectos contemporáne-os, dejan a un lado su eminente concepción artísticay valor histórico, centrándose en aspectos estricta-mente arquitectónicos.3

Interpretaciones ambas, muy parciales, a la horade dar a conocer un elemento de sobra conocido, y ala vez tan poco analizado, que puede ser objeto deestudio por parte de muchas y muy variadas discipli-nas.

Génesis y evolución

La transición de los siglos del gótico, deja paso alresurgimiento de nuevas tipologías de escaleras, elprimero de ellos, muy empleado en la arquitecturahispana, el tipo calificado como claustral, por su pri-mitiva ubicación, cobra mayor fuerza en interiores,mientras que al exterior, se opta por el empleo demajestuosas escalinatas, elementos de transición en-tre la arquitectura y el ambiente circundante.4

Es ahora, en pleno siglo XVI, cuando da comien-zo la experimentación teórica y práctica de la esca-lera, patente en ejemplos tan notables como la esca-lera de la Librería Laurenziana, en Florencia,proyectada por Miguel Ángel en 1524 y no materia-lizada hasta 1558; o la primigenia escalinata delCortile del Belvedere, en Roma, obra del arquitectoDonato Bramante, erigida durante los años 1503 y1515.

Una de las mayores aportaciones a la evolución ti-pológica de la escalera moderna, viene de la mano deun tipo de escalera que surgirá en los últimos coleta-zos del Renacimiento, denominada con el nombre deimperial, permitirá la adquisición de nuevas concep-ciones espaciales y funcionales.5 Con respecto a suevolución en el siglo XVII, constituye una aporta-ción artística de vital importancia, al posibilitar laplasmación del dinamismo en la arquitectura a travésdel movimiento, convirtiéndose en uno de los ele-mentos vivificadores de la mayoría de los palaciosbarrocos.

Tipologías de escaleras

La evolución de la escalera moderna, como ha que-dado demostrado, tiene como principal núcleo degestación el mundo artístico del Renacimiento, y másen concreto, el propio siglo XVI, período en el quenos vamos a centrar para dar una visión lo más am-plia posible del desarrollo de las diferentes tipologíasde escaleras.6

El tipo de escalera que se va a gestar en los prime-ros momentos del mundo renaciente, es la denomina-da escalera claustral de dos tramos, también califica-da como «de ida y vuelta». Realizada a base de dosrampas, sobre abovedamiento o muro en talud, mues-tra en planta una forma de L invertida.

Un segundo modelo evolutivo tiene como princi-pal protagonista a una escalera claustral de tres tra-mos, trazada mediante la adición de un tercer nivel,prolongándose en altura; planimétricamente tieneforma de U invertida.

Como último eslabón en la cadena tipológicaclaustral, aparece un tipo de escalera claustral decuatro tramos, que surge mediante la superposiciónen altura de un cuarto tramo, que cierra el conjunto.

Una variante de este primer grupo, es la escaleradoble claustral, modelo que emerge como resultadodel ahorro espacial en el edificio, sustituyendo a dosescaleras claustrales y resolviendo la necesidad fun-cional de accesibilidad a dos claustros o patios, sutrazado es en forma de H invertida.

En un segundo momento, gracias a la unión de dosescaleras claustrales por un lateral, aparece un tipode escalera más evolucionada en su traza, y en formade E invertida, denominada preimperial.

Como variación de dicha tipología, y al suprimirselos tiros perpendiculares a la dirección de entrada ysalida, surge la elogiada escalera imperial, verdaderoavance técnico en la distribución espacial del edificio(fig. 1).

LA ESCALERA COMO ELEMENTO INTEGRADOR

Y ORGANIZADOR DEL ESPACIO EN LA ARQUITECTURA

CIVIL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI

En palabras del historiador germano-inglés de princi-pios de siglo, Nikolaus Pevsner: «España fue el paísque mostró más iniciativa en el siglo XVI en lo queal diseño de escaleras se refiere» (Pevsner 1943,

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286), tal afirmación fue retomada en los últimostiempos por el investigador Harold Wethey, quiendemanda incidiendo en su enorme número, un ex-haustivo estudio de las mismas, afirmando: «Nuncase ha hecho un completo recuento de las escaleras deeste tipo en los palacios, pero son numerosas» (Wet-hey 1964, 298).

La escalera en la arquitectura domésticaespañola del siglo XVI

Casa señorial o nobiliaria. El esplendor alcanzado porla nobleza, como estamento privilegiado en la socie-dad renaciente del momento, la hace sabedora de unaemprendedora labor constructiva, patente en la erec-ción de un gran número de casas nobles. Casas seño-riales o nobiliarias, en las que el señor moraba u hol-gaba como lugar de residencia, de manera continuada,o por el contrario, residía en ellas para disfrutar de susmomentos de ocio. Emplazadas por regla general, enel núcleo urbano, concebido como lugar de permanen-te actividad económica en el que el noble dejaba cons-tancia de la perpetuidad de su linaje, eran elaboradaspor los más afamados maestros de obras.

La portada, en la mayoría de los casos descentradacon respecto al conjunto del edificio, daba paso a unamplio zaguán, desde el que se divisaba un gran pa-tio central, centro articulador al que convergían el

resto de las dependencias, y desde el que, por media-ción de una señorial escalera, se comunicaban lasdistintas plantas. Dentro de todo este conjunto, la es-calera desempeñaba un papel fundamental, entendidacomo un elemento clave en la concepción aristocráti-ca del ceremonial de la época, así como vehículo deunión con respecto a la planta residencial o plantanoble, emplazada en el piso superior.

Un gran número de ejemplos castellanos repetiránesta acusada tipología, introduciendo escasas nove-dades en su concepción espacial y funcional, se hande señalar los siguientes ejemplos: las escaleras de laCasa de las Conchas en Salamanca (1494–1514), laCasa de los Verdugo en Ávila (1522–1532), la Casade los marqueses del Arco en Segovia (1525–1550) olas de los palacios de Grajal de Campos en León(1515–1530), de los Dueñas en Medina del Campo(1528–1530), de los Condes de Miranda en Peñaran-da de Duero (1520–1535), de los Guzmanes en León(1558–1571), del Cardenal Espinosa en Martín Mu-ñoz de las Posadas (1569–1572), de Fabio Nelly deEspinosa en Valladolid (h. 1582), o de los Condes deGómara en Soria (1577–1592).

La escalera en la arquitectura docente españoladel siglo XVI

Colegios mayores y menores. Una variante en menorescala de los centros educativos o docentes, son loscolegios mayores y menores, categorías que vienendeterminadas por el nivel intelectual que en ellos seimpartan, en relación directa con el número de alum-nos que hay en ellos.

Como elemento con un matiz casi exclusivamentefuncional, se han de señalar las simétricas escalerasdel Colegio de Irlandeses, en Salamanca, edificio enestrecha vinculación con su análogo en Santiago deCompostela; junto a dos de los colegios pioneros enla gestación de la escalera española, el de San Grego-rio (1488–1896), y el de Santa Cruz (1486–1491),ambos en Valladolid.

Otros colegios, como el soriano de Santa Catalina,en el Burgo de Osma (1541–1554), obra del maestrode cantería Pedro de la Piedra o el de San Nicolás enBurgos (1538–1579), cercano al círculo de los Rasi-nes y objeto de estudio en este trabajo, también pre-sentan en un ala del patio principal una funcional es-calera, muy simples en cuanto a su disposición y

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Figura 1Planimetría de las diferentes tipologías de escaleras duranteel siglo XVI. Dibujo del autor

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puesta en valor, aunque perfectamente materializadaspor maestros de cantería, muchos de ellos a la alturade los arquitectos más elogiados del momento.

La escalera en la arquitectura asistencialespañola del siglo XVI

Hospitales. El proceso evolutivo de la tipología hos-pitalaria del renacimiento español, tiene como puntode partida el final del reinado de los R.R.C.C., verda-deros benefactores de la asistencia a enfermos, pa-tente en construcciones asistenciales realizadas en lasciudades de Granada y Santiago de Compostela. Estetipo de fundaciones regias sí que contaban con el be-neplácito de la corona, sin embargo, un gran númerode obras particulares, luchaban por subsistir en unclima de cierta inestabilidad política.

El empleo generalizado de un tipo de planimetríacruciforme en la arquitectura asistencial renaciente,procedente del modelo que Filarete toma para la cons-trucción del Hospital Mayor de Milán (1456–1465), sehará también extensible al caso hispano, disponiéndo-se de manera simétrica dos enormes patios de seccióncruciforme, uno a cada lado de la capilla.

Es en este contexto en el que surge un dilatadoproceso de experimentación en cuanto a la disposi-ción de las escaleras se refiere, por parte de arquitec-tos de la talla del citado Alonso de Covarrubias, enobras tan señeras como el desparecido Hospital ma-drileño de La Latina, el Hospital de la Santa Cruz(1521–1522) o el Hospital del Cardenal Tavera(1540–1541), ambos en Toledo. Valgan como ejem-plos de las tipologías de escaleras en edificios asis-tenciales: la escalera claustral de tres tramos, de corteclasicista y caja abierta, del Hospital del cambista Si-món Ruiz Embito en Medina del Campo(1593–1598), obra del maestro de cantería Juan deTolosa, o las adscritas al foco burgalés y más tem-pranas en el tiempo, del Hospital de la Concepción(1550–1560) y de la Casa de Romeros del históricoHospital del Rey (1540–1549).

LAS ESCALERAS EN LA ARQUITECTURA CIVIL

DEL SIGLO XVI EN BURGOS

La gestación de la escalera civil burgalesa del si-glo XVI, tiene como punto de partida la toma directa

de los modelos hispanos, implantados todos ellos enel panorama constructivo de inicios de la Edad Mo-derna.

Sus tipologías, fundamentalmente la claustral, dedos y tres tramos, alcanzarán un fuerte desarrollo a lolargo de la primera mitad del siglo, presentes enejemplos tan reseñables como la Casa de Miranda,hito en cuanto a su arraigada concepción de caja ce-rrada, lucirán en todo su esplendor gracias a la laborornamental de sus embocaduras o balaustradas. Otrosedificios, como la Casa de los Gauna-Bonifaz, laCasa de los Lerma, o la Casa de los Cubos, emplaza-dos todos ellos en las zonas más ricas de la urbe bur-galesa, muestran un tipo de escalera de acceso desdeel zaguán principal de entrada, quedando la escaleraseñorial reservada para la zona trasera del patio.7

El conjunto desempeñado por las grandes casas-palacios, como el de los Condes de Miranda en Peña-randa de Duero, el de Saldañuela en Sarracín, e in-cluso, aunque un poco más tardío, el Palacio ducal dela villa de Lerma (1613–1617), cuyas trazas fuerondadas en 1605 por Francisco de Mora, muestra unamplio corpus de escaleras claustrales de tres y cua-tro tramos de caja abierta, escaleras monumentales,entendidas en el foco burgalés como un paso previoo anuncio del nacimiento de la escalera imperial, noexperimentada hasta el momento.

Casas señoriales o nobiliarias

Casa de Miranda. Sede del Museo de Burgos, seccio-nes de Prehistoria y Arqueología. Ubicada en el anti-guo arrabal de la Vega, en el sur de la ciudad burga-lesa entre las calles Calera y Miranda, a cuya familiaperteneció desde el siglo XVI. Debe su nombre a unafigura ilustre en el panorama eclesiástico de media-dos del siglo XVI, Don Francisco de Miranda Salóny España (†1556), promotor de la obra y primer due-ño del inmueble.

De planta rectangular, cuenta con dos amplios za-guanes, descentrados ambos respecto al eje del patio,viéndose correspondidos con ambas puertas de acce-so, su disposición, se organiza en torno a un orna-mentado patio central de dos pisos o niveles de gale-rías, en el que se establece la reiterada superposiciónde columna sobre plinto, capitel-zapata y entabla-mento. El exterior, estructurado en tres plantas, con-serva un aspecto fortificado al verse rematado con

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estribos circulares o cubos de clara tradición medie-val, todo ello unido a la fusión de materiales como lapiedra y el ladrillo.

Inicialmente se construirían en el edificio un totalde tres escaleras, dos de ellas de un valor inferior,hoy desaparecidas, arrancarían a ambos lados del za-guán principal, por el que se accede al patio a travésde una bóveda de crucería estrellada, y una terceraque es la que actualmente se conserva. Dicha escale-ra, se halla situada en el ala sur del patio, alejadacomo venía siendo tradicional, del zaguán de entra-da, formando parte del lienzo de muro que da a la ca-lle Miranda; se trata de una escalera claustral de trestramos, de caja cerrada, constituida por un total detreinta pasos o peldaños (fig. 2).

El primer tramo cuenta con nueve escalones, al se-gundo, al que se asciende hacia la derecha, corres-ponden ocho, y al tercero, que discurre paralelo alprimer tramo, corresponden un total de trece gradas,

más dos pequeños pasos finales que permiten salva-guardar el desnivel respecto al segundo piso.

Se encuentra iluminada por dos ventanales fronta-les que permiten una mayor claridad en todos los tra-mos, vanos que al exterior aparecen enrejados y adistinto nivel de altura. La ventana más grande en elexterior, en su friso superior conserva una inscrip-ción de marcado corte humanístico que reza «VERI-TAS ET PAC(I)E(N)TIA O(MN)IA VI(N)CU(N)T»:La verdad y la paciencia vencen todas las cosas. Estehecho, hace pensar que a pesar de haberse modifica-do el muro y con él la portada, en las obras de alinea-ción de la calle en 1934, la parte correspondiente a lacaja de la escalera, mantiene su ubicación y alzadoexterno original, otorgando un mayor valor, si cabe,a la presencia de dicho elemento comunicador en elinmueble.

La embocadura comienza con una esbelta portadaque reproduce interiormente características de las fa-chadas exteriores del edificio. El vano se organiza amodo de arco de medio punto, enmarcado por dos pi-lastras con columnas encastradas, decoradas por gru-tescos muy finos, en cuyas basas, molduras, fustes ocapiteles se suceden un gran número de figuras mito-lógicas, seres híbridos, motivos vegetales o geomé-tricos, junto a sendos escudos alusivos al linaje Mi-randa Salón. Todo ello ornamentado también porpequeños puttis o amorcillos en constante movimien-to sobre guirnaldas de telas, que se disponen a lo lar-go del intradós y extradós del arco. Sobre enjutas li-sas, el vano se remata con un friso adornado conbichas en cuyo centro tiene cabida el motivo heráldi-co familiar. Este tipo de embocadura, aparece conbastante asiduidad en ejemplos precedentes, como elPalacio de Alonso Pérez de Vivero, en Valladolid(1490–1500), aunque en este caso no comparten elmismo tipo de lenguaje decorativo, más evoluciona-do el burgalés.

Cada uno de los tres tramos se cubre con bóvedade medio cañón, ornamentada con casetones en losdos primeros tiros o tramos, casetones que se subdi-viden mediante diversas bandas o fajas y en cuyo in-terior se suceden motivos agrutescados a base deplantas, animales fantásticos, bichas, medallones ymotivos heráldicos. Las cubiertas del tercer tramo yde cada uno de los descansos aparecen decoradas conbóvedas de crucería, rematadas con pinjantes en lasclaves y cuyos nervios descansan sobre pequeñasménsulas ornamentadas con cabezas de ángeles.

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Figura 2Casa de Miranda. Embocadura de la escalera. Fotografíadel autor

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La desembocadura sin embargo, carece de valor,por tratarse de una portada adintelada de corte clási-co en la que la ornamentación escasea en favor deuna mayor rigidez y severidad compositiva.

El material utilizado en la escalera es la piedra,trabajada en sillares regulares, a soga y tizón para elparamento y formando parte de enormes lascas, paracada uno de los peldaños. Su autor, Juan de Vallejoproyectaría y ejecutaría dicha escalera entre los años1540 y 1545, ejemplo italianizante y pionero, dentrodel período de formación en el proceso evolutivo dela escalera burgalesa.

Casa de los Gauna-Bonifaz / Palacio de Castilfalé.Actual sede del Archivo Municipal. Construida enuno de los lugares más privilegiados de toda la ciu-dad, en el segundo tramo de la calle Fernán Gonzá-lez, conocido como calle de la Coronería o Correría,frente a la puerta de la Coronería de la catedral bur-galesa, lado norte de la nave de crucero.

Como fundador de la fábrica, aparece documenta-da la presencia de la figura del mercader Don Nico-lás de Gauna (†1560). Oriundos de la ciudad deÁlava, los Gauna fueron uno de los múltiples linajesburgaleses que, desde la localidad de Villaverde delMonte, vieron enriquecida su hacienda por su enteradedicación al comercio.

De planta irregular, característica de un tipo deedificación realizada sobre una propiedad conforma-da mediante la adhesión de pequeños solares, pose-yendo como venía siendo habitual, a ambos lados delinmueble un amplio espacio dedicado a zona ajardi-nada. El interior se articula en torno a un pequeñopatio de sección cuadrada de tres niveles de altura alque se accede por un amplio zaguán y que funcionacomo eje de vertebración por el que se comunica laestructura interna del edificio. Exteriormente presen-ta tres alturas en las que se abren numerosos vanos,ventanales que permiten una acentuación del marca-do ritmo compositivo de la fachada y una esquina to-rreada que realza y da mayor esbeltez al conjunto

El análisis llevado a cabo en la estructura internadel edificio, nos da a conocer la existencia de dos es-caleras monumentales que permiten establecer unavía de comunicación interna entre los pisos del in-mueble. Ambas, fueron trazadas hacia 1550–1560por el maestro de obras Juan de Vallejo, y en los últi-mos años han sufrido notables intervenciones en ele-mentos de protección como antepechos, barandillas,

o pasamanos. A la izquierda del zaguán principal de entrada,

emerge la escalera que permite el acceso a la primeraplanta del edificio, bajo cubierta de madera, mantie-ne su disposición original y se adscribe tipológica-mente a una escalera claustral de dos tramos. El pri-mero de ellos engloba los siete primeros peldaños yrecibe una iluminación directa desde una ventana deasiento lateral; un amplio descansillo da paso al se-gundo tramo, que comprende un total de once pasosy desemboca en un gran vano adintelado. El conjuntoaparece enmarcado por una gran tribuna con antepe-cho corrido de piedra, a modo de amplio mirador so-bre el zaguán, en el que se intercalan tres robustascolumnas, la central muestra un escudo en posicióndiagonal, similar al existente en la portada principaldel inmueble. Bajo la tribuna, un gran vano adintela-do da acceso al patio, campeando sobre éste y a lolargo de toda la estancia diversos tondos y motivosheráldicos, fiel huella del paso in conmensurado desus múltiples propietarios (fig. 3).

La escalera monumental, característica escaleraclaustral de tres tramos de caja abierta, queda empla-zada en el extremo izquierdo del corredor que bordeael patio principal, permitiendo establecer la comuni-cación entre el primer piso y la planta noble. Cuenta

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Figura 3Casa de los Gauna-Bonifaz. Vista de la escalera del zaguán.Fotografía del autor

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con una media de once peldaños pétreos por tramo,recibiendo iluminación directa procedente del patiointerior y desde un conjunto de ventanas dispuestas aambos lados de su caja. Uno de los aspectos más no-tables del conjunto es el magnífico artesonado demadera y sección octogonal que cubre la estancia,obra cercana al círculo del brillante maestro de car-pintería burgalés Juan de Aras (fig. 4).

A excepción de su ubicación, disposición y traza,escasas son las noticias que conocemos a cerca de ladecoración original de la misma, ya que el nuevo es-píritu con que se vio inmerso el edificio a principiosde siglo, hizo que cambiara de manera casi radical elaspecto interno del mismo. La trascendencia de am-bas escaleras reside en su importante valor testimo-nial, ya que su contemplación, aunque bastante mo-dificada, nos proporciona una idea global de cómoeran algunas de las existentes en muchas de las man-

siones nobiliarias contemporáneas en el tiempo. Muysimilares serían las erigidas en las Casas de los Ler-ma y los Cubos, hoy desaparecidas.

Casa-palacio de los Condes de Miranda / Palacio delos Zúñiga-Avellaneda. En la localidad burgalesa dePeñaranda de Duero, se erige una de las mejoresmuestras arquitectónicas de la nobleza castellana, enel extremo sur de la villa, junto a la Colegiata y enplena plaza, formando parte del nuevo concepto cívi-co renacentista de espacio urbano.

Uno de los principales exponentes de la estirpeZúñiga-Avellaneda, Don Francisco de Zúñiga-Ave-llaneda y Velasco (†1536), tercer Conde de Mirandadel Castañar, Salamanca, es considerado el principalpromotor e impulsor de la fábrica, hecho que aparecerecogido en la inscripción pétrea del dintel de la por-tada principal.

Fiel ejemplo de un palacio urbano del Renaci-miento, impulsado por un promotor de claras convic-ciones humanísticas, surge como núcleo generadorde un espacio urbano en vías de crecimiento. Deplanta rectangular, articulado en torno a un gran pa-tio central de sección cuadrangular, alrededor delcual se distribuyen todas las dependencias; muchasde ellas cubiertas por ostentosos artesonados y orna-mentadas con frisos de yeserías. La fachada principalse abre a una gran plaza, mientras que la parte traserase orientaría a un bello jardín, cercado por una mura-lla de marcadas resonancias militares.

Imbuido de un profundo italianismo, con una claradiagonalidad en su composición, la interconexión enaltura de ambos pisos, tiene lugar mediante una ex-cepcional escalera, elemento de marcado carácter hu-manístico, indiscutible dentro del ceremonial aristo-crático de la época. Calificada de «magnífica,amplia, monumental, regia e incomparable», por elpropio Lampérez (1912), ha despertado admiraciónpor quienes la contemplaron en su máximo apogeo, yverdadera tristeza para quienes la vieron languidecer.

Realizada en piedra, aparece ubicada en la pandanorte del patio principal, permitiendo la comunica-ción entre la planta baja y el primer piso; tipológica-mente es una escalera claustral de tres tramos, distri-buidos en una media de dos rellanos y once peldañospor tiro respectivamente. La caja de la escalera, deamplias magnitudes, constituye uno de los primerosejemplos de caja abierta en el Renacimiento burga-lés, novedad que hace posible la colocación de un

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Figura 4Casa de los Gauna-Bonifaz. Vista de la escalera de honor.Fotografía del autor

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majestuoso artesonado como sistema de cubrición.Artesonado de madera tallada, sobre un friso de ye-sería y una cornisa de mocárabes, en el que quedauna vez más patente el poder del linaje Zúñiga-Ave-llaneda.

Se accede a ella a través de una embocadura amodo de enmarque arquitectónico, constituida por ungran arco carpanel bíforo, fragmentado en su interioren otros dos vanos que aparecen decorados con moti-vos nervados y que descansan directamente sobreuna estilizada columna de jaspe rojo. Una puerta demarcado lenguaje clásico y un vano adintelado, per-miten el acceso al interior del lienzo de muro en ta-lud sobre el que discurren cada una de las rampas,aspecto que permite la entrada y posterior aprovecha-miento del espacio generado bajo las mismas. En elacceso por el primer tramo, una puerta comunica conuna de las estancias intermedias, al finalizar el se-gundo tiro, una ventana de asiento aporta una mayoriluminación al espacio, mientras que una ventana ge-minada sobre columna jaspeada, tondo con busto clá-sico y decoración acasetonada, acaba por realizar lasfunciones de tribuna en la planta noble. La desembo-cadura está formada por un gran vano adintelado, en-marcado por dos columnas y ornamentado con yese-rías distribuidas en una sucesión de molduras conmotivos vegetales y geométricos.

La belleza y esplendor con que luce actualmente laescalera, es el resultado de un complicado proceso derestauración llevada a cabo desde 1950, ya que se vioinmerso en un oscuro período de degradación a lolargo de sus dos últimos siglos de historia (fig. 5).

Balaustradas, barandillas y pasamanos, junto a lacolocación de motivos heráldicos y remates ornamen-tales, entre los que se encuentra un característico leónerguido, sosteniendo el escudo acuartelado de los Zú-ñiga-Avellaneda, han sido elementos añadidos conposterioridad, fruto de las últimas intervenciones.

De autoría muy discutida, la obra se llevaría acabo entre los años 1520–1535 por un espléndidomaestro de obras, emplazado bajo las órdenes de unadelantado mecenas, sabedor de la estética humanís-tica del Renacimiento y profundo conocedor de laconcepción espacial en la arquitectura civil del mo-mento. La trascendencia de dicha escalera, reside enel cúmulo de relaciones e influencias del que es obje-to, escalera claustral de tres tramos de caja abierta,como la del Palacio de los Dueñas, en Medina delCampo, su análoga y contemporánea en el tiempo,

proyectada y realizada entre los años 1528 y 1530por el arquitecto Luis de Vega, junto a los maestrosPedro de la Piedra y Diego de Soba, muestra un grannúmero de semejanzas estilísticas y formales. Otras,como la del madrileño Palacio Arzobispal de Alcaláde Henares (1524–1534) o la del Hospital de la SantaCruz (1521–1522) en Toledo, realizadas ambas en ladécada de los veinte por el genial Alonso de Cova-rrubias, también guardan un cúmulo de coinciden-cias, patentes en elementos materiales, ornamentalesy estructurales. Valga como muestra, el empleo inten-cionado de la imitación de sillares sobre el muro entalud, variante decorativa característica, aunque noexclusiva, del foco toledano; ya que aparece en ejem-plos muy tempranos, como la escalera del vallisoleta-no Colegio de San Gregorio (1488–1496), o la escale-ra capitular de la Catedral de León (1523–1534).

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Figura 5Palacio de los Condes de Miranda. Vista de la escalera aprincipios de siglo. Archivo Diputación de Burgos. Nº4.562

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La colocación de balaustradas caladas, labradas ybien trabajadas, en las que la presencia reiterada deanimales protectores, portadores en ocasiones del es-cudo del linaje, se hace imprescindible. Buena mues-tra de ello, se aprecia en ejemplos tan conocidoscomo el Palacio salmantino de San Boal, el Palaciode los Marqueses de Ulloa, en La Mota del Marqués,Valladolid, o el Palacio de los marqueses de Grajalde Campos, en León.

Casa-palacio de Saldañuela. En un paraje singulardel sitio de Sarracín, a unos diez kilómetros de la ca-pital, en la vega del río de Los Ausines o de Arcos,se erige uno de los palacios suburbanos más signifi-cativos del renacimiento burgalés, centro de reunióny morada de los más insignes señores de Saldañuela.Una de las figuras más representativas de este linaje,Doña Isabel de Osorio y Rojas (†1589), conocida po-pularmente como la Dama de Saldañuela, hija deDon Pedro de Cartagena y de Doña María Osorio deRojas, es considerada la principal impulsora de laobra constructiva.

De planta cuadrangular, en la que aparece comonúcleo central un patio rectangular porticado, con ga-lerías abiertas en tres de los lados y alrededor delcual se distribuyen todas las dependencias o cámaras.Fachada en la que la portada principal, despiezadapor hiladas de orden rústico, vuelve a retornar a mo-tivos italianizantes. Tras ella, un zaguán de seccióncuadrada permite la entrada al patio, de dos nivelesde altura y abierto en tres de sus lados.

La entrada acodada del zaguán, define una direc-triz quebrada hacia el principal elemento distribuidordel palacio: la escalera, emplazada en el ángulo no-reste del palacio, y generadora del complejo espacial.Realizada en piedra de Hontoria, a excepción de lospeldaños, labrados todos ellos en mármol blanco, seadscribe tipológicamente a una escalera claustral decuatro tramos, de caja abierta, distribuidos en unamedia de seis, siete, nueve y siete escalones monolí-ticos por tramo respectivamente, en los que se inser-tan sus correspondientes descansillos. Del sistema decubrición de la caja de la escalera, muy poco se co-noce, por no conservarse criterio documental algunode las cubiertas del palacio. La embocadura de la es-calera, constituida por un arco escarzano sobre pilas-tras cajeadas, da paso a la sucesión prolongada de lostramos, iluminados todos ellos por varios vanos adin-telados, tres ventanas de asiento y sus correspondien-

tes óculos, calados en el grueso paramento.Trazada y ejecutada hacia 1570–1580 por algún

maestro burgalés, probablemente de formación mar-cadamente italiana, comparte en austeridad una esca-sa ornamentación en cuanto a balaustradas y pasama-nos se refiere, propia de su arraigado carácterclasicista.

Valga como excepción la presencia de un estiliza-do cisne en el primer tramo del antepecho, y de unresignado animal en el correspondiente pasamanos,posiblemente se trate de un pequeño león, signo defidelidad. El conjunto se completa con un gran nú-mero de volutas y motivos vegetales, repartidos amodo de remates a lo largo del pretil de la escalera(fig. 6).

La desembocadura, acaba configurando una am-plia tribuna, que debió formar parte de una posibleterraza o galería, anulada en la restauración de 1953.

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Figura 6Palacio de Saldañuela. Vista del antepecho del primer tra-mo de la escalera. Archivo Diputación de Burgos. Nº 3.570

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En la enjuta de los dos arcos escarzanos que configu-ran la tribuna, sobre una pilastra cajeada, se deja verde manera liviana el escudo de los Osorio: de formaromboidal, enmarcado con grutescos, y dividido endos cuarteles, el primero de ellos totalmente liso,mientras que el segundo muestra campo de oro, doslobos andantes con las lenguas hacia fuera.

En 1953, la escalera era una de las partes del pala-cio que mejor estado de conservación presentaba,por lo que las intervenciones llevadas a cabo hasta eldía de hoy, aún siendo muy escasas, afectan a labo-res de restauración y consolidación de la misma,dándonos una idea del estado primitivo en que seencontraba.

Este tipo de escaleras, de corte clasicista, constitu-yen una variante más en la evolución estilística delarte del Renacimiento, su acusado empleo en cons-trucciones de carácter civil, erigidas gran parte deellas formando parte de la austeridad constructivapropia del último cuarto de siglo, hace que proliferende manera sustancial, disminuyendo con ello su aná-lisis u objeto de estudio. En cuanto a influencias e in-terrelaciones con otras escaleras contemporáneas enel tiempo, apenas se aprecian, debido a su acusadomimetismo formal y estructural; valgan como ejem-plos, las escaleras del patio de armas del alcázar se-goviano, o la del hospital del cambista Simón RuizEmbito, en Medina del Campo, ambas realizadas enlas últimas décadas de siglo por artistas de la talla deFrancisco de Mora o Juan de Tolosa.

Colegios

Colegio de San Nicolás. Como centro educacionaldentro del vivir burgalés del siglo XVI, fiel reflejo dela cultura y la intelectualidad del momento, emergeen el margen derecho del río Arlanzón, emplazándo-se fuera del primitivo recinto murado.

Don Iñigo López de Mendoza y Zúñiga(1489–1535), fundador e impulsor de la fábrica do-cente, hijo de Don Pedro de Zúñiga Avellaneda y deDoña Catalina de Velasco, hermano del comendadormayor de Castilla, Don Juan de Zúñiga y del renom-brado tercer conde de Miranda, Don Francisco deZúñiga-Avellaneda, promotor de un gran número defundaciones: en Coria, ciudad donde fue obispo du-rante los años 1523 y 1527, llevó a cabo la construc-ción de un hospital, y en los monasterios de la Vid y

la Aguilera, estableció importante labor fundacionaly de patronazgo.

Su construcción tiene como origen el otorgamien-to del testamento por parte del propio cardenal, en elaño 1535. Documento en cuya cláusula, se deja cons-tancia de la fundación de un hospital o colegio, a jui-cio de sus testamentarios. De planta ligeramente rec-tangular, responde al clásico edificio de patio centralcon doble nivel de galerías porticadas, influenciadaspor las existentes en el cercano patio de la Casa delCordón, al que se accede mediante un zaguán rectan-gular y al que se abren gran parte de las dependen-cias. La fachada principal, estructurada en dos pisos,presenta un cierto aire tardogótico, en el empleo detres enormes contrafuertes a cada lado, en los que seintercalan dos arcos apuntados por tramo, y de suscorrespondientes cubos en las esquinas a modo deestribos, ornamentados por los escudos del cardenal.

Se ha de señalar la presencia de una austera, pero ala par señorial escalera claustral, construida para co-municar la planta baja con el resto de las dependen-cias de la zona noble, y que cuenta con un gran nú-mero de similitudes en modelos autóctonos. Situadaen el ala este del patio principal del colegio, en la ga-lería izquierda de entrada, formando ángulo con elzaguán, fue proyectada y realizada hacia 1550–1560por el maestro de obras, Pedro de Rasines.

En cuanto a su tipología, escalera claustral de trestramos, de caja abierta, realizada en piedra de Honto-ria; dos descansillos, salvaguardan el acusado desni-vel en altura que presentan cada uno de los tiros,compuestos por un total de trece, cinco, y catorcepeldaños por tramo respectivamente. La embocaduraestá presidida por un arco carpanel moldurado en elque campea el escudo del promotor, entendido comoun mero motivo heráldico sin ninguna connotaciónornamental (fig. 7).

Aparece cubierta por una techumbre plana de ma-dera, cobijando la gran caja de la escalera y desem-bocando en dos arcos escarzanos, generando el se-gundo de ellos una nueva tribuna, por la que quedailuminada la estancia. La decoración en antepechos ypasamanos es nula, clara sobriedad decorativa, salva-guardada levemente por meras molduraciones enpartes visibles, signo evidente del período de austeri-dad clasicista en que se construye, propia del tercercuarto del siglo XVI.

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Hospitales

Hospital de la Concepción. Construido en el arrabalde la Vega, a lo largo del primitivo camino al con-vento de San Agustín, conocido actualmente comocalle de Madrid, formando parte de las múltiples fun-daciones hospitalarias que se llevan a cabo en el vivirburgalés del siglo XVI.

Don Diego de Bernuy Orense (†1563), descen-diente de una familia avulense de judios conversos,adinerado comerciante burgalés y regidor de la ciu-dad desde 1529, será considerado el verdadero im-pulsor de la construcción hospitalaria. Miembroelecto a lo largo de su vida de la Cofradía de la Purí-sima Concepción de Nuestra Señora, institución queaparece ligada estrechamente al buen funcionamien-to del hospital, con sede en la iglesia de San Francis-co, y cuyos orígenes se remontan a finales del sigloXV.

Construido bajo la iniciativa de la citada cofradía,cuya misión era la de levantar un edificio de asisten-cia médica hacia los enfermos y personas desfavore-cidas. De planta rectangular, disposición habitual enla que un amplio zaguán daba paso a las enfermerías,configuradas mediante un amplio espacio longitudi-nal central, a modo de tránsito, en cuyos laterales sealojaban las camas de los enfermos.

Una escalera claustral, permitía el acceso al segun-do piso, en el que se distribuían el resto de las depen-dencias, localizadas todas ellas sobre el recibidorprincipal. Localizada en la zona intermedia compren-dida entre las dos salas de enfermerías, permitía lacomunicación con la planta alta del hospital, locali-zada sobre el zaguán de entrada. Se accede a ella de-jando atrás un arco carpanel bien devastado, que en-marca la estancia. Tras él, un nuevo vano adinteladoestablece una comunicación directa con el patio, delque recibe iluminación a través de una pequeña ven-tana.

En función del espacio en el que se localiza, distri-bución y caja abierta, la traza correspondería a unaescalera claustral de dos tramos. De los dos, tan sólose conserva parte del primero, de ocho peldaños, y enmuy malas condiciones el arranque del segundo. Encuanto a su ornamentación, aparece reducida a la má-xima expresión, motivos vegetales en capiteles y me-ras acanaladuras en los antepechos, sumadas a lamolduración del pasamanos, decoración propia deeste momento de transición del cuarto al último perí-

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Figura 7Colegio de San Nicolás. Vista de la escalera. Fotografía delautor

Figura 8Hospital de la Concepción. Vista de la escalera. Fotografíadel autor

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odo estilístico de la arquitectura burgalesa. Realizadaen piedra de Hontoria, bajo una cubierta plana demadera, fue proyectada y ejecutada entre los años1550 y 1560, probablemente por algún maestro cer-cano al círculo del genial Vallejo, su emplazamientoy estructura, claramente funcional, tomada de las es-caleras localizadas en los zaguanes de muchas de lascasas nobiliarias burgalesas, hacen pensar en unamera adaptación de modelos (fig. 8).

Actualmente aparece muy modificada y sesgadaen muchas de sus partes, apreciándose un cambio demateriales en el paramento, síntoma claro de la adap-tación sufrida en dicha dependencia a lo largo de losaños, en favor de una nueva necesidad funcional.

NOTAS

1. Para un mayor conocimiento de la arquitectura civilburgalesa del siglo XVI, véase, Ibáñez (1977).

2. Frankl (1981) establece un análisis pormenorizado dela evolución de la escalera moderna en el panorama eu-ropeo, a lo largo de cuatro fases bien definidas.

3. Un amplio número de autores contemporáneos, han re-alizado un gran número de estudios dentro del mundode las escaleras, dedicados a cuestiones fundamental-mente teóricas y técnicas, tales como el diseño, empleode nuevos materiales de construcción, fundamentostécnicos o sistemas estructurales. De manera más re-ciente, ampliando sus campos de acción, se ha tratadode estudiar a la escalera en otros contextos muy distin-tos, tales como su representación en las artes plásticas,el teatro o el cine. Hansmann (1994).

4. Guillaume (1985a).5. A cerca de la gestación y desarrollo de la escalera Im-

perial en España, véase: Bonet (1975) y Marías (1985).6. Para el estudio de las diferentes tipologías de escaleras,

véase: Guillaume (1985b). Un pormenorizado análisisde las escaleras que existieron en la contemporáneamansión de Hurtado de Mendoza, o en las desapareci-das de los Cubos y los Lerma, puede verse en: Martí-nez (2004).

LISTA DE REFERENCIAS

Bonet, A. 1975. Introducción a las escaleras imperiales es-pañolas. Cuadernos de Arte de la Universidad de Grana-da, 24: 75–111.

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Chastel, A. 1985. Un membre privilégié de l´architecture.L´escalier dans l´architecture de la Renaissance, 7–8.París: Picard.

Frankl, P. [1914] 1981. Principios fundamentales de la His-toria de la Arquitectura. Barcelona: Gustavo Gili.

Guillaume, J. 1985a. Genése de l´escalier moderne. L´esca-lier dans l´architecture de la Renaissance, 9–14. París:Picard.

Guillaume, J. 1985b. Le systéme de l´escalier. L´escalierdans l´architecture de la Renaissance, 207–216. París:Picard.

Hansmann, C. R. [1993] 1994. Las escaleras en la arqui-tectura. Barcelona: Gustavo Gili.

Ibáñez, A. C. 1977. La arquitectura civil del siglo XVI enBurgos. Burgos.

Lampérez, V. 1912. El Palacio de los condes de Miranda enPeñaranda de Duero (Burgos). Boletín de la SociedadEspañola de Excursiones, 146–151.

Marías, F. 1985. La escalera imperial en España. L´escalierdans l´architecture de la Renaissance, 165–170. París:Picard.

Martínez Montero, J. 2004. La escalera en la arquitecturacivil del siglo XVI en Burgos. Trabajo de Investigacióninédito. León: Universidad de León.

Pevsner, N. [1943] 1994. Breve historia de la arquitecturaeuropea. Madrid: Alianza Forma.

Sánchez-Robles, C. 1988. Composición: La escalera I. Lainnovación tipológica en arquitectura: las nuevas esca-leras post-medievales. Valencia: Escuela Técnica Supe-rior de Arquitectura de Valencia.

Wethey, H. E. 1964. Escaleras del primer renacimiento es-pañol. Archivo Español de Arte, 148: 295–305.

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