Higos

4
Higos Se presentan en I, 31, con el título: Regalos de hospitalidad y II,26, con el mismo título. En el capítulo final del libro primero, describe varios y abundantes frutos, unos dispuestos sobre el suelo en distintos puntos de madurez y otros aún pendientes de sus ramas. Le dispensa una atención especial a los higos: ¡Qué hermoso es coger higos, igual que no guardar silencio ante este cuadro! Son unos higos negros, destilando jugo, que se amontonan sobre las hojas de viña; incluso las grietas en la piel se ven claramente en la pintura. Unos higos se abren vertiendo miel, otros, de tan maduros como están, se parten en dos. Cerca de ellos se inclina una rama, no desnuda, ¡por Zeus! Ni desprovista de fruto, sino que, bajo su sombra, pueden verse higos también, los unos todavía verdes a medio madurar, otros ya arrugados y demasiado maduros, los hay también que han caído podridos después de verter lo mejor de su jugo, y, en lo alto de la rama, un gorrión que picotea los frutos más dulces. (I, 31.) De ellos resalta su textura y dulzura, también en la Odisea, en el jardín de Alcinoo se destaca la dulzura de estos frutos: Por de fuera del patio se extiende un gran huerto, cercadas/ en redor por un fuerte vallado sus cuatro fanegas;/ unos árboles crecen allá corpulentos y frondosos:/ hay perales, granados, manzanos de espléndidas pomas;/ Hay higueras que dan higos dulces, cuajados y olivos. (Homero, Odisea VII, 112-116.) También Horacio, entre otros muchos, alude de igual manera a este fruto: (…) y la viña no podada florece con la mayor lozanía; donde las ramas del olivo jamás engañan las esperanzas concebidas, y los dulces higos adornan el árbol que los sustenta; allí mana la miel del hueco de la encina (…) (Horacio, Epodos, XVI.) La higuera 1 era un árbol frecuente en los huertos y jardines de la antigüedad, en La Odisea se mencionan las higueras del huerto de Laertes: No hay en ti, buen anciano, ignorancia de cómo se cuida/ tal plantío, más bien la labranza conoces de todo,/ del arbusto, la higuera, la vid, el peral, el olivo,/ las legumbres, y así nada está descuidado en tu huerto. (XXIV, 240-247.) Así queda atestiguado entre otros muchos por Catón quien explicaba cómo plantar higueras, y recomendaba los higos mariscos, una variedad llamada así por los griegos: Planta higos mariscos en terreno gredoso y descubierto ( …) (De agricultura, Cap. X.) 1 Consultar Higuera.

description

Ensayo

Transcript of Higos

Page 1: Higos

Higos

Se presentan en I, 31, con el título: Regalos de hospitalidad y II,26, con el mismo título.

En el capítulo final del libro primero, describe varios y abundantes frutos, unos dispuestos sobre el suelo en distintos puntos de madurez y otros aún pendientes de sus ramas. Le dispensa una atención especial a los higos:

¡Qué hermoso es coger higos, igual que no guardar silencio ante este cuadro! Son unos higos negros, destilando jugo, que se amontonan sobre las hojas de viña; incluso las grietas en la piel se ven claramente en la pintura. Unos higos se abren vertiendo miel, otros, de tan maduros como están, se parten en dos. Cerca de ellos se inclina una rama, no desnuda, ¡por Zeus! Ni desprovista de fruto, sino que, bajo su sombra, pueden verse higos también, los unos todavía verdes a medio madurar, otros ya arrugados y demasiado maduros, los hay también que han caído podridos después de verter lo mejor de su jugo, y, en lo alto de la rama, un gorrión que picotea los frutos más dulces. (I, 31.)

De ellos resalta su textura y dulzura, también en la Odisea, en el jardín de Alcinoo se destaca la dulzura de estos frutos:

Por de fuera del patio se extiende un gran huerto, cercadas/ en redor por un fuerte vallado sus cuatro fanegas;/ unos árboles crecen allá corpulentos y frondosos:/ hay perales, granados, manzanos de espléndidas pomas;/Hay higueras que dan higos dulces, cuajados y olivos. (Homero, Odisea VII, 112-116.)

También Horacio, entre otros muchos, alude de igual manera a este fruto:(…) y la viña no podada florece con la mayor lozanía; donde las ramas del olivo jamás engañan las esperanzas concebidas, y los dulces higos adornan el árbol que los sustenta; allí mana la miel del hueco de la encina (…) (Horacio, Epodos, XVI.)

La higuera1 era un árbol frecuente en los huertos y jardines de la antigüedad, en La Odisea se mencionan las higueras del huerto de Laertes:

No hay en ti, buen anciano, ignorancia de cómo se cuida/ tal plantío, más bien la labranza conoces de todo,/ del arbusto, la higuera, la vid, el peral, el olivo,/ las legumbres, y así nada está descuidado en tu huerto. (XXIV, 240-247.)

Así queda atestiguado entre otros muchos por Catón quien explicaba cómo plantar higueras, y recomendaba los higos mariscos, una variedad llamada así por los griegos:

Planta higos mariscos en terreno gredoso y descubierto (…) (De agricultura, Cap. X.)

Más adelante en Imágenes, II, 26 hay un capítulo del libro segundo también con el mismo título: Regalos de Hospitalidad; en este caso se nos indica a quien van dirigidos estos regalos:

Creo que el cuadro representa los regalos de hospitalidad ofrecidos al dueño de esta granja. (II, 26, 4.)

Nos encontramos con una alusión, a los higos. Se lee:

1 Consultar Higuera.

Page 2: Higos

(…) y las castañas de Zeus, con sus vainas de pinchos tan difíciles de pelar, fruto del más lustroso de los árboles. Que se quite la miel donde haya palathé de ésta, así llamada o como quieras llamarla, que es tan dulce como un pastel. (II, 26, 3.)

El palathé es una especie de mermelada de higos.

Se presenta como una de las frutas más preciadas por su textura y dulzura, y es ofrecida junto a otras muchas como un regalo de hospitalidad. En el libro II además de frutas encontramos piezas de caza. En ambos casos numerosos productos se muestran expuestos para disfrutar de su colorido, de sus texturas, de su variedad y abundancia2. Recuerdan a los bodegones holandeses del siglo XVII.Sólo el título, nos indica que se trata de presentes de hospitalidad, y sólo en el segundo caso sabemos a quien van dirigidos: al dueño de la granja.

Aplicaciones:

En Imágenes, se presenta como una ofrenda que forma parte de un conjunto de frutas. De él se destaca su dulzura, y siempre está cerca la comparación con la miel.

2 En todas las pinturas descritas, se trate del tema que sea, encontramos variedad, y abundancia, en (cosultar introducción). Es algo característico de la pintura.

Page 3: Higos

Comentario de las estampas:Inventadas por Antoine Caron correspondientes a:

Regalos de hospitalidad I, 31. Se puede distinguir las hojas de la higuera, y los higos, éstos representados con poca fidelidad. La palmera no se cita en el texto, en varias ocasiones añade este motivo ignorando el texto.

Regalos de hospitalidad II, 26. Los árboles que acompañan los presentes son dos robles, uno sano y otro seco, junto a ellos numerosas piezas de caza y frutos, de los higos sólo se hace menciona el palathé, que no podemos identificar en la estampa.

Page 4: Higos

También en los jardines de Alcinoo aparecen las higueras entre otros árboles frutales:

Por de fuera del patio se extiende un gran huerto, cercadas/ en redor por un fuerte vallado sus cuatro fanegas;/ unos árboles crecen allá corpulentos y frondosos:/ hay perales, granados, manzanos de espléndidas pomas;/Hay higueras que dan higos dulces, cuajados y olivos. (Homero, Odisea VII, 112-116)

Y en el huerto que cuida su padre Alertes.Catón recomendaba plantar higos mariscos, una variedad llamada así por los griegos: de agricultura, Cap. X

Pero vosotros, raza de héroes, no os entreguéis a llantos femeniles, y volad lejos de las playas etruscas. El inmenso Océano nos llama; busquemos a través de sus olas los campos venturosos y las islas florecientes donde la tierra, sin ser arada, produce todos los años abundancia de espigas, y la viña no podada florece con la mayor lozanía; donde las ramas del olivo jamás engañan las esperanzas concebidas, y los dulces higos adornan el árbol que los sustenta; allí mana la miel del hueco de la encina, y se desprenden de los altos montes con grato rumor los cristalinos arroyos; allí el rebaño vuelve del pasto con las ubres hinchadas, y las cabras se ofrecen gustosas a tas manos que las ordeñan; no aúlla por la tarde el oso en torno del redil, ni se ven montones de tierra por las víboras levantados. Horacio, Epodos, XVI