Euripides - Tragedias II

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Euripides - Tragedias II

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    EU R P ID E S

    TragediasII

    Edicin de Juan Miguel Labiano

    CATEDRALETRAS UNIVERSALES

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  • TRAGEDIAS

  • Le t r a s U n iv er sa les

  • E U R P ID E S

    TragediasII

    Edicin de Juan Miguel Labiano

    Traduccin de Juan Miguel Labiano

    CUARTA EDICIN

    c t e d r aLETRAS UNIVERSALES

  • Ttulos originales de las tragedias con traduccin: '[ (Las Suplicantes)

    (Electra) (H eracles)

    (Las Troyanas) pot (Ifigenia entre los Tauros)

    (Ion)

    i a i aqox. LUlUUlIj A77/4.a edicin, 2005

    Diseo de cubierta: Diego Lara

    Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por ia Ley, que establece penas de prisin y/o multas, adems de las

    correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artsticao cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.

    Ediciones Ctedra (Grupo Anaya, S. A.), 1999,2005 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid

    Depsito legal: M. 49.469-2005 ISBN: 84 376-1741-3

    Printed in Spain Impreso en Anzos, S. L.

    Fuenlabrada (Madrid)

  • A Jos Ignacio

  • Kuripidcs.

  • PRLOGO

    El presente libro recoge las seis tragedias correspondientes al segundo volumen de la edicin oxoniense de J. Diggle: Las Suplicantes, Electra, Heracles, Las Troyanas, Ifigenia entre los Tauros e In, quas olim Gilbertus Murray uo- lumini secundo editionis suae Oxoniensis inseruit, que en su da G. Murray incluy en el segundo volumen de su edicin oxoniense1. En efecto, la mayor parte de las traducciones actuales de las tragedias que contiene este ejemplar se basan en la antigua edicin de Murray pero, en este caso, se ha adoptado como texto base la ms reciente edicin de Diggle.

    Este tomo, ai que seguir un tercero, est precedido, a su vez, por un primero que contiene la traduccin del primer volumen oxoniense, que en su da tradujo el doctor Juan Antonio Lpez Prez para esta coleccin de Letras Universales, en la editorial Ctedra2. A l remitimos al lector en relacin con la estupenda introduccin que, en torno a la figura de Eurpides, nos presenta el profesor Lpez Prez. Asimismo, dentro de! manual de historia de la literatura griega, del cual es tambin editor de conjunto, en la editorial Ctedra3, recomendamos vivamente el captulo con que dicho helenista presenta y desarrolla la vida y obras del autor que nos ocupa.

    1 j. Diggle, Eurpides Fabulae, 11, Nueva York, Oxford University Press, 1981, pg. V.

    2 Juan Antonio Lpez Prez, Eurpides. Tragedias1, Madrid, Ctedra, 1992.3 Juan Antonio Lpez Frez, Eurpides, en Historia de la literatura griega,

    Juan Antonio Lpez Frez (ed.), Madrid, Ctedra, 1988, pgs. 352-405.

    lo]

  • Como ya se ha mencionado antes, ofrecemos la traduccin de seis de las tragedias de Eurpides. Hemos acompaado el texto de notas que informan al lector sobre aspectos de mitologa, de reajia, y hemos procurado reducir al mximo las anotaciones tcnicas y filolgicas, que podran resultar farragosas al lector no iniciado en la filologa y el mundo griego de la Antigedad. En ese sentido, las explicaciones van orientadas precisamente a un pblico no especialista, con vistas a que pueda disfrutar aJ mximo de la apasionante experiencia de leer tragedia griega. Apasionante, desde luego, deba de parecerle a Dioniso, a juzgar por las palabras que en boca del dios leemos en estos versos (524) de la comedia Las Runas de Aristfanes: Y entonces, mientras lea para m en mi barco la Andrmeda (se. de Eurpides), de repente un deseo me golpe el corazn, no puedes imaginarte con qu fuerza. Se trata de un deseo, como mismo explica ms adelante, por Eurpides.

    Avisamos, en todo caso, de que conviene no perder la adecuada perspectiva: aunque nosotros hoy da nos acercamos a estos textos dramticos como uu acto de lectura, eran en realidad y esto no debe olvidarse representaciones teatrales que tuvieron una efectiva puesta en escena en el teatro, con un pblico, unos actores, una escena y unas concretas circunstancias. Es decir, esto es teatro de verdad, y no textos para la mera lectura, aunque ello sea perfectamente posible, como hemos visto que hace el Dioniso aristofnco, sin que pierdan su fuerza y vigor. Por este motivo, insistimos en el hecho de que es necesario hacer el oportuno esfuerzo imaginativo por representarse todo lo que el texto dice; y lo que no dice, tambin, pues la comunicacin no verbal, aunque no se codifique lingsticamente de modo, quiz, expreso4, existe igual

    4 Aunque puede reconocerse, hasta cierto punto, con un adecuado acercamiento metodolgico. El autor de estas lneas cree que ambos niveles, el verbal y el no verbal, ni se superponen el uno al otro, ni simplemente se complementan. sino aue: de hecho y no slo de palabra en los manuales de lingstica, interactan mutuamente de modo activo, mayor o menor segn la situacin de comunicacin. Las consecuencias de este hecho son fciles de extraer. No obstante, ste es el tipo de cuestiones tcnicas de las que deseamos huir en este momento.

    [ro]

  • mente con la misma realidad corprea y extracorprea que usted y yo.

    Se ha intentado poner en relacin unas tragedias con otras, cuando as ha sido posible y oportuno, y hacer que unos pasajes llamen a otros. Hay, evidentemente, elementos comunes e interrelacionados, tanto porque se trata de tpicos repetidos hasta la saciedad en este gnero dramtico concreto y en la literatura griega en general, como porque estos textos se basan en historias que frecuentemente por no decir siempre beben de una comn tradicin, que hemos intentado conectar entre s. De este modo se demuestra algo muy evidente, a saber, el hecho de que una tragedia griega no es un ente aislado que no tiene nada que ver con sus compaeras, sino que muchas veces una es la continuacin de la accin desarrollada en otra, o, de modo mucho ms simple, que, al estar asentadas sobre un mundo de creencias, hechos y personajes forjados a lo largo de un riqusimo patrimonio cultural tradicional, acumulado lentamente en el espacio y en el tiempo, no pueden entenderse ni lo uno ni lo otro, ni las tragedias ni ese patrimonio acumulado, sin observarlo todo como un conjunto ms o menos mejor trabado, pero, en definitiva, ntimamente relacionado. Consecuencia de este hecho son las referencias cruzadas a unos y otros pasajes de los textos de las tragedias recogidas en este volumen.

    Al margen de dioses, hroes y hombres, incluso anacronismos, hay una ciudad a la que, siempre que se puede y se puede muchas veces, se elogia y se ensalza a la ms mnima ocasin. Fervor patritico? Propaganda poltica? Es la ciudad de Palas, de Ccrope, de Erecteo, de Teseo, prspera, civilizada, piadosa y auxiliadora de los oprimidos en toda la Hlade. Es, en definitiva, la ciudad de Atenas.

    Sin ms prembulos, damos paso ya a nuestra traduccin. Esta consiste en una versin en prosa que no ha tratado de ocultar o disimular la desigualdad, en ocasiones, de los propios versos euripideos. Cada una de las piezas va precedida de una breve introduccin que, sin nimo de exhaustividad, resalta los elementos que hemos considerado de mayor relevancia. Ai final de dicha introduccin, indicamos debida-

    [n]

  • mente los versos en los que nos hemos apartado de la edicin oxoniense de Diggle.

    No deseamos concluir este Prlogo sin hacer una agradecida mencin al profesor Antonio Lpez Eire que, con su entusiasmo de maestro y amigo, tanto nos ha alentado en esta empresa.

  • LAS SUPLICANTES

  • INTRODUCCIN

    Es t e drama suele fecharse en tomo al 423 a.C., especialmente por razones mtricas. Adems, algunas otras alusiones permiten, efectivamente, situar la pieza entre los aos 424 y 421 a.C. El enfrentamiento producido entre Tebas y Atenas forma parte, desde luego, del mito, pero es evidente asimismo que algunos pasajes deben de hacer referencia con- ( reta a sucesos especficos acaecidos poco tiempo antes. De esta manera, la larga discusin entre el rey ateniense Teseo y el heraldo tebano, que es un duro ataque a la ciudad de Tebas, sugiere que la fecha de composicin pudiera situarse poco despus de la batalla de Delio, en el 424 a.C., en la que, aunque Tebas logr la victoria sobre Atenas, adopt una actitud que ya critic en su momento el historiador Tucdides1.

    El tema central corresponde al ciclo tebano. Las madres y los hijos de los 'Siete contra Tebas acuden a Eleusis, junto con el rey de Argos, Adrasto, para lograr la intercesin de Etra, madre del rey ateniense Teseo, con vistas a que ste les ayude a recuperar los cadveres de sus familiares, cados en la guerra, que los vencedores se niegan a entregarles.

    Los antecedentes son bien conocidos. A la muerte de Edi- po, sus dos hijos, Eteocles y Polinices, llegan al siguiente acuerdo: cada uno de ellos reinara por un dempo y, tras finalizar dicho perodo, el uno cedera el poder al otro. Cuando a Eteocles, que reina el primero, le llega el momento de traspa

    1 Tucdides, IV, 90 ss.

  • sar el poder a su hermano Polinices, se niega. El hermano ultrajado abandona, entonces, Tebas en direccin a Argos, donde se casa con una de las hijas del rey Adrasto. Este monarca es quien, para satisfacer a su yerno, comanda la famosa expedicin formada por los siete caudillos, que luchararn ante las otras tantas puertas de la fortaleza tebana. La expedicin fracasa, los siete caudillos caen muertos, y los vencedores, violando las leyes helenas, se niegan a entregar los cadveres cados para que se Ies tributen las debidas honras funerarias.

    Teseo se resiste inicialmente a prestar su ayuda a las madres de los cados, pero al final cede, convencido por su madre, y accede a intentar recuperar los cadveres. Ya Esquilo haba tratado este tema en sus Eleusinos, donde parece que se opta por una solucin pacfica y diplomtica. En el drama euripi- deo, en cambio, aunque sta es una de las opciones que se plantean, Teseo se ve obligado a luchar contra los tebanos, coronando con xito su expedicin. Una vez ms, Eurpides introduce innovaciones en el tratamiento del mito antiguo. A partir de aqu, podemos comentar los siguientes aspectos.

    En el resumen que ofrecen los manuscritos de esta pieza pueden leerse las siguientes palabras: el drama es un elogio de Atenas. Con esto, ya est dicho casi todo. Sin lugar a dudas, estamos ante la celebracin del valor marcial ateniense, no en defensa propia, sino para proteger los derechos de los indefensos y los oprimidos en cualquier lugar. stos son los argumentos que utiliza la madre de Teseo para convencer a su hijo; una vez que ste los ha escuchado, no puede ya negarse a prestar el favor que le piden. La exaltacin patritica se va dibujando de diversas maneras. Nos encontramos en estas fechas en los inicios de la guerra del Peloponeso y la visin de la guerra es muy distinta de la que seguir en los aos siguientes, donde se ir sustituyendo este marcial entusiasmo, esta confianza en el poder de Atenas, por los acentos ms patticos que rodean las contiendas blicas. ste es el contraste fundamental entre esta pieza, Las Suplicantes, y otra radicalmente distinta, Las Troyanas, donde el saqueo de la ciudad est rodeado de muerte y destruccin. El elemento comn es el dolor, presente en ambas piezas, por los seres queridos muertos. Los dilogos lricos son de gran emotividad: las madres por

    [16]

  • sus hijos, y ios hijos de stos por sus padres, entonan cantos funerarios en los que se insiste tanto en el valor heroico y patritico de los seres perdidos, como en los llantos de tono mucho ms intimista y familiar por los abrazos y besos que ya nunca ms podrn dar ni recibir del ser quendo muerto.

    E famoso debate entre el rey Teseo y ei heraldo tebano, la disputa sobre tirana y democracia, es ms complejo de como suele retratarse. Esta tragedia, junto con Los HemduJm, est tachada de politica y, ciertamente, io es. Cuando se perfila a Teseo como ei adalid de a democracia, frente a los desmanes de la tirana, lo de menos es el anacronismo que supone atribuir a este monarca la instauracin de la democracia en Atenas. Eurpides no es, desde luego, un profesor de historia. Lo importante es ensalzar a Atenas y ios valores democrticos que encama. Ahora bien, en la defensa de la tirana que ejerce ei heraldo tebano, resuenan claramente ecos procedentes de ia crtica poltica a la democracia formulados por sus mismos defensores. Ms all del aparente enfrentamiento maniqueo entre una y otra postura, la crtica a los polticos demagogos y manipuladores de la vo!untad popular, de acuerdo a sus propios intereses, aora en el discurso dei tebano, y a l no podan sentirse ajenos muchos atenienses defensores de su sistema. Hay sones de alabanza poltica a Atenas, ciertamente, pero tambin un ligero toque de atencin ante algunos peligros presentes en ei sistema democrtico. La crtica a los demagogos recuerda a ia de las primeras comedias de Aristfanes.

    Uno de los caudillos cados, al haber muerto vctima del rayo de Zeus, recibe una sepultura especial, como es preceptivo en estos casos. Nos referimos a Capaneo. Pues bien, Eurpides, en un intento de aumentar el pathos y de prolongar la accin y la tensin dramtica, introduce en los momentos finales de la pieza un episodio en el que Evadna. su viuda, se sube en lo alto de un precipicio que domina la pira en la que va a arder su esposo muerto y, tras mantener un breve dilogo con el Coro y con su .padre, se arroja al fuego para morir junto a su esposo y no abandonarlo jams. Ai margen de la conveniencia estructural o no de introducir este episodio de autoinmolacn, hay ciertos puntos seguros: se consigue un

  • efectivo aumento de la tensin dramtica, se ejemplifica con un personaje individual y concreto ei drama humano que representa la obra, y se alcanza una belleza excelsa en las palabras de la viuda. Los versos que pronuncia Evadna, los recuerdos dichosos de! da de su boda, el amor constante ms all de la muerte, alcanzan elevadsimas cotas de hermosura esttica, colmadas de delicada ternura y pasin.

    Al final de la tragedia, aparece Atenea como dea ex machina, con el propsito de ordenar a Teseo que establezca un pacto entre Atenas y Argos.

    Volviendo sobre nuestras palabras, concluiremos que la pieza encierra un gran contenido poltico que ensalza la democracia, los valores que sta encama y sus ventajas por encima de los regmenes tirnicos, que no dudan en violar y suprimir los derechos humanitarios de las ciudades griegas y atentar, asimismo, incluso contra el derecho divino. Atenas encama estos valores de justicia y democracia, que no duda en prestar su auxilio a los necesitados, asumiendo esta conducta casi como una obligacin de la que no puede ni debe escapar. Eurpides introduce algunas innovaciones en la historia, orientadas a alcanzar este fin. Su carcter de tragedia poltica no merma en punto alguno la calidad del drama.

    N o ta b ib l io g r f ic a

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    S o b r e e l t e x t o

    Nos hemos apartado de la edicin oxoniense de j. Diggle en los siguientes versos: 44, 221, 249, 252, 371, 636, 760, 1014.

  • ARGUMENTO

    La escena tiene lugar en Eleusis. El Coro lo componen mujeres argivas, madres de los hroes cados en Tebas. El drama es un elogio de Atenas.

  • PERSONAJES DEL DRAMA

    Et r a , madre de TeseoC o r o d e S u p l ic a n t e s , las madres de los hroes cados en TebasT e s e o , rey de AtenasA d r a s t o , rey de ArgosH e r a ijd o de Creonte, rey de TebasM e n s a je r o atenienseE v a d n a , viuda ae Capaneo, uno de los Siete Caudillos f it o , padre de Evadna C o r o d e N i o s , hijos de los Siete Caudillos At e n e a , diosa

    [22]

  • (La accin se desarrolla en Eleusis. A l fondo de la escena se encuentra el templo de Demter. En el lateral kay una gran roca. Delante del templo hay un altar desde el que la anciana E t r a dmge sus palabras al comienzo de la obra. A su alrededor, en lastradas del altar.; el coro de las madres de bs Siete Caudillos cados porta ramos de suplicantes. Cerca del altar yace postrado A d r a s t o junto a unos nios, hijos de b s Siete Caudillos.)

    E t r a . [I] (En actitud de suplica.) T, Demter seora de los altares de esta tierra de Eleusis, y vosotros, servidores de la diosa que sus templos custodiis! Que seamos felices yo, mi hijo Teseo, ia ciudad de Atenas, y ei pas de Piteo, donde a m, Etta, en ricas mansiones mi padre me cri y entreg en calidad de esposa a hijo de Pandin, a geo, en virtud de un orculo de Loxias2. (Sealando a las S u p l i c a n t e s .) Es al ver a estas mujeres de aqu por lo que aca bo de formular esta plegaria, a estas ancianas que, tras abandonar sus casas en tierra de Argos, con ramos de suplicantes andan postrndose a mis rodillas. [10] Terrible padecimiento padecen. Cuando en torno a las puertas de Cadmo murieron sus siete hijos bien nacidos, en ese momento sin hijos ellas quedaron. All Adrasto, soberano de Argos, los condujo en mala hora con la intencin de recuperar para su yerno, el exiliado Polinices, su parte en la

    2 Loxias, el ambiguo, es uno de los nombres, junto con e! de Febo, con el que se llama ai dios Apolo, hijo de Zeus y de Leto, y hermano de Artemis. Constantemente se hace alusin a su funcin proetica y a sus orculos. A tai efecto tena un templo en Delfos. La tragedia ln se desarrolla precisamente en. ese escenario.

    [2.3]

  • herencia de Edipo3. Estas madres quieren sepultar y honrar los cadveres de los cados en combate, pero los vencedores se lo impiden, y tampoco permiten que recojan sus cuerpos, haciendo caso omiso de las normas divinas. [20]Y compartiendo con stas el oneroso trabajo de solicitar mi ayuda, con el rostro empapado en lgrimas, postrado aqu se encuentra Adrasto, pues se siente desconsolado por la guerra y por la muy infortunada expedicin que hizo partir de su patria. l es quien me est urgiendo a que a mi hijo persuada con splicas para que sea l quien se ocupe de los cadveres y quien se responsabilice de su entierro, bien por la razn, bien por la fuerza de las armas. Por igual a mi hijo y a la ciudad de Atenas encomienda este quehacer.

    Yo sala de mi casa [30] en direccin a este recinto, donde por vez primera se levant y eriz sobre la tierra la mies fecunda, y aqu me encuentro, por ventura, ofreciendo sacrificios en pro de esta tierra de labranza. Retenida por nudos de ramos que no anudan4, permanezco junto a los santos altares de las diosas Core y Demter, de un lado, por la compasin que siento por estas madres ancianas privadas de sus hijos, de otro, por el respeto a sus sagradas nfulas5.

    De mi parte ha marchado ya a la ciudad un heraldo para llamar y traer aqu a Teseo, para que eche fuera del pas la

    3 La ciudad de Cadmo es Tebas, por cuanto Cadmo es el fundador mtico de la ciudad. El episodio al que se refiere es el siguiente. A la muerte de Edipo, sus dos hijos, Eteocles y Polinices, acuerdan reinar cada uno de ellos durante un perodo de tiempo determinado, a cuyo trmino uno cedera el poder al otro. Eteocles incumple este acuerdo y Polinices, enojado, se dirige a Argos, donde se casa con una de las hijas de Adrasto. ste, para contentarlo, organiza una expedicin contra Tebas mandada por los siete famosos caudillos. El resto de la historia la misma Etra lo va narrando en este prlogo.

    4 Oposiciones muy del gusto de Eurpides. Cfr. Heracles, 1061: Duerme un sueo funesto que no es tal sueno. 1133: Hijo, te enzarzaste precipitadamente en una guerra, que no era tal guerra, contra tus hijos. Ifigenia entre los Tauros, 512: Huyo desterrado, de algn modo, ms o menos, voluntario e involuntario. 566: Por desgraciada gracia de una mujer malvada muri. 568: Vive desgraciado eso s en todas y en ninguna parte. 887: Recorriendo caminos que no son caminos.

    5 Apartar o deshacerse de los ramos de las suplicantes constituira un acto de sacrilegio intolerable,

    [24]

  • tristeza de estas personas6, o para que cumpla con ios apremios de las suplicantes, [40] actuando pamente conforme a los dioses. Es razonablemente sensato, en verdad, que las mujeres se ocupen de sus asuntos a travs de los hombres.

    C o r o 7.Estrofa 1

    A ti dirijo mis splicas, anciana, con mi anciana boca, postrndome ante estas tus rodillas. Rescata a nuestros hijos. No observan ley8 quienes abandonan los miembros de los cadveres consumidos a la muerte que los miembros desata, pasto para fieras montaraces.

    Antstrofa 2.a,Contempla dignas de compasin las lgrimas de mis ojos en tomo a los prpados, [50]y rugosos en mis ancianas carnes os araazos de mis manos, Pues qu? N i a mis hijos consumidos expuse en su hogar, ni tampoco de sus tumbas el tmulo de tierra veo.

    Estrofa 2.a.Tambin t, seora, alumbraste en buena hora un hijo, por lo que amado para tu esposo hiciste el lecho. Comparte, pues, con los mos tus propsitos, comparte este dolor tan desgarrador que estoy su

    friendo yo por los miembros de los muertos que alumbr. [60] Ingenatelas para convencer Ay! Te lo suplico a tu hijo, de que venga a l Ismeno9 y que en mis brazos deposite los cuerpos vigorosos de estos muertos que enantes vagan sin sepultura.

    Antstrofa 2.a.No por piedad, mas por necesidad, por echarme a tus pies para implorarte, vine a estos altares que acogen el fuego divino. Nuestra

    6 nicamente el rey tiene la potestad de hacer salir a las suplicantes, bien garantizando que va a dar firme cumplimiento a sus peticiones, bien rechazando su requerimiento y ordenndoles que abandonen el lugar.

    7 En este punto suele tener lugar la prodos o entrada del coro en escena. En esta tragedia, sin embargo, el Coro de Suplicantes se encuentra en la escena desde el comienzo mismo de la obra, como ya ha manifestado Etra en los versos 8 y siguientes.

    8 Seguimos la lectura de los manuscritos.9 El Ismeno es un ro que fluye a uno de los lados de Tebas, en Beoda. En

    este caso, ir al Ismeno significa ir a Tebas. Otro de los ros que pasan junto a Tebas es el Dirce, mencionado ms adelante. Tambin suele citarse a Tebas, segn ya hemos visto, como la ciudad de Cadmo, por cuanto ste es el mtico fundador de la ciudad.

    [25]

  • peticin es legtima, y t times poder para,, en virtud de la noble casta de tu hijo, ponerfin a mi infortunio. Porque dolores padezco merecedores de compasin, por eso te suplico que tu hijo en mis brazos desgraciada!ponga el cadver del mo, [70] para poder abrazar los tristes miembros de mi hijo.

    Estrofa 3.a.Tras vuestros sollozos vienen a rivalizar ahora estos oros sollozos. Resuenan las manos de las siervos. Ea, compaeras de canto de nuestros males! Ea, compaeras de nuestros dolores! Coro que Hades venera! Con las uas por la blanca mejilla extended la sangre, ensangrentad la piel sangrienta10. Ay, ay! Que el duelo por los muertos es honra para los vivos.

    Antstrofa 3.a.Insaciable me arrastra este gozo de sollozos muy doloroso. [80] Como la gota quefluida corre desde elevado risco, pausa no conocen por siempre estos sollozos mos. Que, por los hijos muertos, dolorosa se engendra en las mujeres una inclinacin a l llanto. Ay, ay! O jal muerta olvidase estos doloresPl.

    (T e s e o entra por un lateral.)

    T ^ ) n n i p n ^ c crvn p c a c c r t I I n e r t e tr

    los golpes de pecho y los trenos funerarios? De estos santuarios el eco procede. De qu manera el miedo me da alas, [90] no sea que mi madre, a la que estoy buscando, pues falta de palacio desde hace ya un buen rato, me traiga alguna novedad inesperada. (Ve a su madre E t r a y a l C o r o .) iEh! IQu ocurre? Ya estoy viendo el comienzo uc nuevas palabras: mi madre anciana sentada junto al altar y. all mismo, unas mujeres forasteras que de distintas maneras se aterran a sus males, pues de sus ancianos ojos dejan caer al

    10 Estas desgarradoras muestras de dolor, consistentes en abrirse la came de la cara con las uas, las encontramos tambin en ias tragedias Ekcra, w . 140-150, en Las Troyanas, w . 279-80, y en esta misma, ms adelante, en los versos 826-7.

    Ij Ctr. Las Troyanas, 606: Los muertos olvidan el dolor! Cfr. tambin Las Troyanas, 637-8: Morir es mejor que vivir con pena, pues de nada se sufre cuando uno no se percata de ninguno de sus males.

  • suelo lgrimas que mueven a la compasin. Su corte de pelo rapado y sus peplos no son de fiesta12.

    (Dirigindosea su madre.) Qu es esto, madre? Cosa tuya es drmelo a conocer, y ma escuchar, pues sospecho algo inesperado.

    E t r a . [100] Hijo, stas son las madres de los siete caudillos sus hijos que murieron en tomo a as puertas cadmeas. Con ramos de suplicantes, como ves, montan guardia a u alrededor en crculo, hijo.

    T e s e o .Y quin es se que llora tan lastimosamente en la puerta?

    Et r a .Adrasto, segn dicen, soberano de Argos.T e s e o .Y los nios que estn a su alrededor? Acaso son

    sus hijos?E t r a .No, son los hijos de los cadveres muertos.T e s e o . Y por qu han acudido a nosotros con mano de

    suplicante?E t r a .Yo lo se, mas de ellos la palabra desde ahora es, hijo.T e s e o . [110] (Dirigindose a A d r a s t o .) A ti, al que se cubre

    con un manto, a ti te estoy preguntando. Descbrete la cabeza, detn e llanto y habla, pues nada liega a su trmino si no es por la lengua.

    A d r a s t o .(Levantndose.) Oh, Teseo, glorioso vencedor, soberano de Atenas? En calidad de suplicante tuyo y de tu ciudad he venido.

    T e s e o .Qu es lo que persigues? Qu splica tienes?A d r a s t o .Tienes noticia de ia funesta expedicin que co

    mand?T e s e o . S, pues no atravesaste Grecia precisamente en si

    lencio.A d r a s t o .All perd a los ms sobresalientes varones de en

    tre los argivos.T e s e o .Tales sucesos llevan a trmino las tristes guerras.A d r a s t o . [120] Fui a la ciudad para reclamar sus cadveres.T e s e o . Te serviste de heraldos de Hermes, con vistas a en

    terrarlos?A d r a s t o .S, aunque los que los mataron no me lo permiten.

    ^ Cfr. Electro, 148-9* Lss manos me ccHo s 2 cobcz ,^ rapa.da, por tu niucrtv*-

    [273

  • T e s e o .Y qu alegan? Pues lo que pides es justo.A d r a s t o .Que qu? Aunque tienen xito, no saben admi

    nistrarlo.T e s e o .Entonces, has venido hasta m para que te aconse

    je, o con qu otro fin?Ad r a s t o .Con intencin de que t, Teseo, rescates a los hi

    jos de los argivos.T f s e o . Y aquel Argos vuestro? Dnde est? Acaso todo

    fueron vanas bravatas?A d b a s t o .Hemos fracasado y estamos perdidos. Por eso

    hemos acudido a ti.T e s e o .La decisin es slo tuya o de toda la ciudad?A d r a s t o . [130] Todos te suplican que entierres a los cad

    veres de los dan aidas13.T e s e o . Y p or qu lanzaste siete batallones contra Tebas?A d r a s t o . Para hacer este favor a mis dos yernos.T e s e o . Y con quines de entre los argivos casaste a tus hijas?Ad r a s t o .No las un en matrimonio con maridos nacidos

    en mi propia patria.T e s e o .Entonces, casaste a tus hijas argivas con forasteros?A d r a s t o . S, con Tideo y con Polinices, que en Tebas naci.T e s e o .Por qu llegaste a desear esta unin?Ad r a s t o .Me lo insinu, con dudosas intenciones, un or

    culo de Apolo, difcil de interpretar14.

    13 La palabra danaidas significa 'los hijos y descendientes de Dnao y, al igual que el homrico daos, suele aplicarse a los griegos en general, pero en este pasaje concreto se refiere nicamente a los argivos. No en vano, Dnao es el fundador mtico de la ciudadela de Argos.

    14 No va a ser sta la primera ocasin en que se critiquen, sutil o abiertamente, los orculos de Apolo, para poner de manifiesto la inoportunidad y falta de acierto de sus orculos, bien porque stos son difciles de interpretar, bien porque son, simplemente, disparatados. Por ejemplo, cfr. Electra, 1301 2: La fatalidad y el destino lo hacan necesario, y asimismo tambin las insensatas palabras de boca de Febo. En la tragedia lrt la figura del dios tampoco sale muy bien parada. Eurpides no duda en mostrar su escepticismo con respecto a las creencias religiosas. Se puede ver puntualmente, por poner algunos ejemplos, en Las Suplicantes, 221, en Electra, 737-8, y se puede tambin comprobar a lo largo de todo el Ion, donde Apolo es un ser que ha violado a una jovencita a la que luego deja desamparada, y que vaticina orculos para su propio provecho. En dicha tragedia es, de entre las que componen este volumen, donde mejor se ejemplifica todo cuanto acabamos de decir.

    [28]

  • T e s e o . Pues, qu d ijo A p o lo al decretar las b o d a s de tus h ijas?

    Ad r a sto . [140] Que entregase mis dos hijas a un jabal y a un len.

    T e se o .Y t, cmo interpretaste las palabras del orculo del dios?

    Ad r a st o .Dos fugitivos vinieron una noche a mi puerta.Teseo .Quin es cada uno? Pues me ests hablando de dos

    al mismo tiempo.Ad r a s t o Tideo y Polinices. Entonces los dos trabaron

    combate a la vez55.T e s e o .Es que les entregaste tus hijas como si ellos fuesen

    las fieras?Ad r a st o . S. Compar su lucha a la de dos bestias sal

    vajes.T e s e o .Y cmo, pues, rebasaron las fronteras de su patria

    y llegaron hasta ah?Ad r a st o . Tideo andaba huido del pas por un asunto de

    sangre familiar.T e s e o .Y el hijo de Edipo, por qu abandon Tebas?Ad r a sto . [150] Por las maldiciones paternas, no fuese a

    matar a su hermano.T e se o .Sensato, desde luego, este destierro voluntario del

    que hablas.A d r a sto . Pero los que se quedaron obraron injustamente

    contra los ausentes.T e s e o .No ser, quiz, que su hermano le despoj de sus

    bienes?A d r a st o ,-All march a reclamar justicia; luego vino mi

    ruina.T e se o . Pero, fuiste a consultar a los adivinos y observaste

    el fuego de las vctimas?

    15 El emblema de Tebas es un len, y el de la dudad de Tideo era un jabal. Los dos pretendientes fugitivos exhiban esas figuras en sus escudos. Esa noche, en el palacio de Adrasto, comenzaron a disputar sobre las riquezas y glorias de sus respectivas ciudades, y habran llegado al extremo del asesinato si Adrasto no lo hubiese impedido.

    [29]

  • A d r a s t o . iAy de m ! Me alcanzas p or el p un to en que comet mi m ayor error16

    T e s e o .No fuiste, segn parece, con el favor de los dioses.A d r a s t o .Y lo que es ms, fui sin quererlo Anfiarao17.T e s e o . Con esa ligereza volviste la espalda a ios dioses?A d r a s t o . [160] El alboroto de los dos jvenes me aturdi.T e s e o .Te dejaste llevar precipitadamente por la pasin, en

    vez de por la prudencia.A d r a s t o .Eso, precisamente eso aniquil a muchos caudi

    llos. (Anodinndose ante T e s e o .) iAy, t, la figura ms poderosa de ia Hlade, soberano de Atenas! Siento vergenza al arrojarme al suelo para abrazar con mis manos tus rodillas18, yo, un hombre anciano ya, otrora un rey feliz. Mas es fuerza ceder a mis desgracias. Salva mis muertos y compadcete de mis males y de estas madres cuyos hijos han muerto. [170] Estas pobres van a llegar a la cana vejez privadas de sus hijos. Con todo, han tenido valor para venir hasta aqu y poner su pie en tierra extranjera, a pesar del esfuerzo que les cuesta menear sus ancianos miembros. No es sta una peregrinacin a ios misterios de De- mter, sino para enterrar a sus muertos, por cuyas manos precisamente ellas deberan haber sido enterradas en el momento esperado19.

    En verdad, lo sensato es que la pobreza mire en direccin a la opulencia, que el pobre vuelva su mirada hacia los ricos con afn de emulacin, a fin de que se apodere de l un deseo por ia riqueza, y que con especial atencin miren

    16 Es decir, Adrasto inici la guerra sin contar con d beneplcito de ios dioses, lo cual explica el fracaso de su expedicin. As lo refiere el propio Teseo ms adelante, en los versos 229-31: Por conducir a la batalla a todos los argivos despreciando los orculos que te transmitieron los adivinos y dejando a los dioses de lado a la fuerza, por todo eso causaste la ruina de tu ciudad.

    17 El adivino y guerrero al que consult. En los versos 500-1 se cuenta cmo un torbellino se trag a este personaje, hecho que vuelve a referirse en los versos 925-7. Anfiarao se opona a esta expedicin militar ya que, gracias a su don proftico, conoca el desastroso desenlace de la empresa,

    18 Acto ritual del suplicante.19 Cfr. las palabras de Hcabe ante el cadver de su nieto Astianacte, Las-

    Troyanas, 1185-6: Mas no t a m, sino yo a ti, aun siendo ms joven, anciana sin ciudad y sin hijos estoy enterrando este desgradado cadver.

    bo]

  • los que no son desafortunados las cosas dignas de compasin. [ISO] Y que el poeta al componer sus cantos lo haga con alegra, ya que, si no siente este sentimiento, verdaderamente no podr, si alberga tristeza en su interior, regocijar a los dems, pues no tiene derecho20.

    Al punto, en verdad, podras decir: Por qu dejas a un lado la tierra peiopia?21. Cmo es que encomiendas esta carga a Atenas? Justo es que te lo explique con detalle. Esparta es cruel y su carcter prfido; los dems son pequeos y dbiles. Tu ciudad es la nica que podra arrostrar y cargar sobre s este peso, [190] pues fija su mirada en las desgracias y tiene en ti a un pastor joven y bravo, por cuya carencia numerosas ciudades han perecido, faltas de un caudillo.

    C o r i f e o .Tambin yo hago mas estas palabras que a ti te digo, Teseo: que te hagas cargo de mi suerte, por compasin.

    T e s e o . Con otros ya he tenido ocasin de discutir arduamente sobre este argumento. S, pues uno argumentaba que los males de los mortales son ms numerosos que sus bienes. Yo, en cambio, frente a esa postura, tengo otra idea, a saber que los beneficios son ms numerosos que los males. [200] Pues, si esto no fuese de este modo, ni siquiera nos alumbrara la luz del sol22.

    Dirijo mis alabanzas a aquel de entre ios dioses que apart nuestra existencia de la confusin y la brutalidad. En primer lugar, nos infundi el entendimiento y, despus, nos dio la lengua, heraldo de la razn, de modo que aprendisemos a discernir las palabras. Nos dio tambin el alimento de los frutos de la tierra, y a los frutos las lquidas gotas procedentes del cielo que riegan los productos de la tierra y revitalizan sus entraas. Nos dio, adems, abrigo para el mal tiempo y para apartar el calor ardiente del dios; y 1a navegacin por mar [210] para que intercambiemos unos

    20 Hemos presenciado una digresin muy al gusto de Eurpides. El lector tendr ocasin de encontrrselas con relativa frecuencia.

    21 La tierra peiopia, de Piope. es el Peoponcso, Esparta.22 Es decir, ni siquiera estaramos vivos.

    [?l]

  • con otros los productos que nuestras respectivas tierras no produzcan. Y aquello que es ininteligible y que no llegamos a percibir con claridad, mirando el fuego o los pliegues de las entraas, o a partir del vuelo de las aves, los adivinos nos lo aclaran. Cuando dios nos da tales recursos para vivir, no somos, entonces, nosotros unos arrogantes caprichosos, al no sernos esto suficiente?

    Pero la razn persigue ser ms fuerte que dios y, cuando nos hemos apoderado de una buena dosis de arrogancia en el corazn, nos parece que somos ms sabios que la divinidad. De esta ralea me parece que eres tambin t, pues no has sido sensato [220] cuando a tus hijas, bajo el yugo de los orculos de Febo, a forasteros de este modo entregaste, como si los dioses existiesen23, y, al mezclar tu ilustre familia con una turbia, has propinado un duro golpe a tu hogar.

    El hombre sensato, en efecto, no debe mezclar a individuos deshonestos con honestos, sino granjearse amistades dichosas para su casa. Pues la divinidad, al creer en la comunidad de sus actos, por las calamidades del que sufre lleva a su perdicin al que nada sufra y al que ningn acto injusto haba cometido.

    Por conducir a la batalla a todos los argivos [230] despreciando los orculos que te transmitieron los adivinos y dejando a los dioses de lado a la fuerza, por todo eso causaste la ruina de tu ciudad. Te dejaste arrastrar por unos jvenes que se complacen con los honores, que multiplican las guerras desprovistas de justa causa, aunque provoquen la muerte de sus ciudadanos. Uno, con vistas a comandar ejrcitos y porque al sentir el poder en sus manos se cree con derecho a ser insolente; otro, por aficin a sus beneficios, y ninguna preocupacin por la multitud y e dao que pueda sufrir con estas acciones. Porque tres son los tipos de ciudadanos. Los ricos no sirven para nada y siempre desean ser ms ricos. [240] Los desposedos que carecen de recursos son terribles y ms bien propensos a la envidia, y disparan sus aguijones ve-

    23 Lectura de los manuscritos.

    [3*]

  • nenosos contra los opulentos, engaados por las lenguas de malvados gobernantes. De las tres clases, la de en medio es la que salva las ciudades, ya que observa el orden establecido por la ciudad.

    Por consiguiente, he de convertirme en aliado tuyo? Qu razn honesta dar a estos ciudadanos mos? Mrchate en hora buena. Pues, si no tomaste una buena decisin, t mismo asume tu suerte, y a nosotros djanos tranquilos24.

    C o r j f e o . [250] Err, s, mas de los jvenes es algo propio y debemos perdonarle.

    A d r a s t o .No te eleg, en verdad, como juez de mis males. Antes bien, como mdico de ellos, soberano, hasta ti hemos venido25. Tampoco, si en algo soy hallado culpable, como amonestador o azote, mas para recibir tu auxilio. Con todo, si no quieres asistirme, forzoso ser plegarse a tu voluntad. Pues, qu otra cosa puedo hacer? Vamos, ancianas, en marcha! El verde follaje aqu mismo dejad de ramas coronado26, [260] y a los dioses, a la tierra, a Demter, la diosa de las antorchas, y a la luz del sol poned por testigos de que las splicas a los dioses de nada nos han servido.

    C o r if e o . [...]27 que de Plope era hijo. Y nosotras, oriundas de tierra pelopia, esa misma sangre paterna compartimos contigo. Qu vas a hacer? Vas a traicionarla y a expulsar del pas a estas ancianas que no han obtenido nada de lo que necesitaban? No, de ninguna manera. No halla refugio la fiera en la gruta y el siervo en las aras de los dioses? Y un estado a otro estado no acude a cobijarse cuando una tempestad lo agita? [270] Y es que, de entre los asuntos de los mortales, ninguno hay que hasta el fin prspero se mantenga28.

    24 Way en la edicin Loeb.25 Aceptamos la propuesta de Barnes, que sita aqu este verso, y no des

    pus del verso 251, como figura en los manuscritos.26 Seal de que su peticin no ha sido atendida. En caso contrario, se ha

    bran llevado los ramos.27 Laguna en el texto.n Es ste un tpico que se repite en numerosas ocasiones.

    [33]

  • C o r o .S e m i c o r o A.Echa el paso, infeliz, retrate de la sagrada Manura

    de Persfone29> echa el paso y acude a su encuentro envuelta en splicas. Echa sobre sus rodillas tus manos. Que de mis hijos muertos hs cuerpos recobre i ay desgraciada de m! esos mozos que a hs pies de las murallas cadmeas perd.

    S e m c o r o B.Ay de m il Tomad, sostened, conducid las viejas manos de esta anciana. Por tu barba, oh amigo, oh t, el ms reputado de la Hlade, acudo a tu encuentro envuelta en splicas y abrazndome a tus rodillas y brazos, infeliz de m. [280] Compadcete de m, de esta suplicante errabunda que por sus hijos un triste lamento, triste s, entona.

    S e m ic o r o A.Hijo, no desprecies bajando los ojos a mis hijos, insepultos en tierra de Cadmo, regocijo de las fieras, en edad vigorosa, como t. Te lo ruego.

    S e m ic o r o B.M ira en mis prpados las lgrimas. Sobre tus rodillas de esta guisa caigo para que se consuma el enterramiento de mis hijos.

    T e s e o .(Gbseroandn que su madre, conmovida? ha empezado a llorar.) Madre, por qu ests llorando? Por qu pones ese fino pao sobre tus ojos? {Acaso es por c tnste llanto que ests escuchando de estas mujeres? Tambin a m me ha impactado un poco. Levanta tu canosa cabeza, no derrames lgrimas [290] mientras ests sentada en el ara venerable de De30.

    E t r a . Ay, ay!T e s e o .Las desdichas de stas no tienen que ser motivo de

    lamentos para ti.Etra.~Oh, sufridas mujeres!T e s e o . T no eres una de ellas.

    29 Persfone, diosa de los infiernos, es hija de Zeus y Demter, a quien est dedicado el templo en que se hallan. Demter y Persfone, madre e hija, estn estrechamente ligadas a Eieusis, en cuyos misterios ambas figuran. Aqu las mujeres se estn refiriendo al templo al que han acudido en calidad de suplicantes.

    30 Hipocorstico. Se refiere a Demter.

    [34]

  • E t r a .Hijo, os digo a ti y a la ciudad algo conveniente?31.T e s e o .S, pues muchas opiniones sensatas pueden prove

    nir incluso de las mujeres.E t r a .Sin embargo, a la timidez me mueven las palabras

    que refreno.T e s e o .Eso que has dicho es feo. Ocultar a los amigos con

    sejos tiles!E t r a .Bien cierto es que no. No silenciar, pues, mis pala

    bras, y en el futuro no tendr que reprocharme algn da por este silencio de ahora que obr mal al guardar silencio. Tampoco, por temor a que resulte intil el hecho de que las mujeres pronuncien sabios discursos, [300] abandonar al miedo esa opinin ma que ahora nos conviene.

    En primer lugar, hijo, te invito a que observes los principios divinos, no sea que por despreciarlos sufras una desgracia, pues se sera tu nico error, siendo como eres prudente en lo dems, A esto se aade el hecho de que. si no fuese necesario ser audaz en favor de quienes son vctimas de una injusticia, me habra quedado completamente callada. Y sbetelo bien, cunta honra te ha de procurar esta empresa. Por eso mismo no me asusta darte este consejo, hijo: que a esos hombres vi o 1 en tos; que incluso a unos cadveres impiden tener un funeral y exequias, [310] les impongas con fu brazo el acatamiento de la ley, y que los hagas cesar en su empeo de trastocar ias normas de toda la Hlade. Pues no cabe duda de que lo que mantiene unidas a las ciudades de los hombres es esto, que cada una cumpla las leyes, Y adems, alguien podra decir que te entr miedo y que renunciaste por falta de hombra en tus brazos, aun cuando te era posible conseguir para tu ciudad una co-

    31 No es sta la primera ocasin en que se pone de manifiesto el recato c.on el que conversan las mujeres con los hombres, o en la que se plasman las relaciones de subordinacin de la mujer al hombre (Las Suplicantes, versos 40-i: Es razonablemente sensato, en verdad, que las mujeres se ocupen de sus asuntos a travs de os hombres). En el caso de un hombre de noble carcter, como es Teseo, la respuesta sueie ser amable y condescendiente. Habr ocasin de presenciar ms situaciones como sta, como, por ejemplo, en Electra., 900: Me da vergenza, mas con todo quiero hablar, donde Electra se dirige as a su hermano Orestes.

    L35J

  • roa bien afamada; y que trabaste combate con un jabal salvaje32, afanndote en un trabajo sin importancia, pero que, cuando tenas que aplicarte con todo tu empeo y poner la vista en el casco y la lanza, fuiste sorprendido siendo todo un cobarde. [320] Desde luego que no, t no, en modo alguno, por cuanto que eres hijo mo, no vas a hacer eso. No ves cmo tu patria, cuando la vituperan por inconsciente, a quienes la vituperan una feroz mirada dirige?Y eso es as porque se crece ante las dificultades. Las ciudades, cuando actan de modo pacfico entre tinieblas, igualmente entre tinieblas viven por tmidas. No vas a ir en auxilio, hijo, de esos muertos y de estas mujeres esforzadas que te necesitan? Que por ti yo no albergo temor alguno, pues emprendes una empresa justa. Y aunque me doy cuenta de que el pueblo de Cadmo tiene la suerte de su parte, [330] todava le toca lanzar una tirada de dados de distinto signo, pues la divinidad lo coloca todo patas arriba33.

    C o r if e o . i Oh, queridsima ma! i Qu adecuadas palabras nos has dicho a tu hijo y a m! Doble alegra es esto.

    T e s e o .Mis palabras, madre, las que he dicho antes, albergan el juicio correcto con respecto a este individuo, y yo slo mostr mi opinin sobre el tipo de decisiones que ocasionaron su desgracia. Pero veo tambin ios reproches que precisamente me ests echando en cara, a saber, que a mi carcter no se ajusta ese rehuir los peligros. Pues, por ser autor de muchas y herniosas acciones, [340] mostr sin lugar a dudas a los helenos mi natural acostumbrado a ser restaurador del orden castigando a los malvados. De ninguna manera me es posible renunciar a estos trabajos. Qu dirn de entre todos los mortales los que precisamente me odian, cuando t, que me has engendrado y que ms que nadie tena que temer por m, eres la primera en incitarme a que arrostre este trabajo?

    32 Se refiere a la lucha que mantuvo Teseo con un jabal en Corinto (Plutarco, Teseo, 9).

    31 Esta mudanza entre bienes y males es otro de los tpicos que se repite constantemente.

    [36]

  • Lo voy a hacer. Ir y rescatar los cadveres con la persuasin de mis palabras. Y si no, por la fuerza de las armas ser entonccs, y no con la negativa de los dioses. Mas necesito la aprobacin de toda la ciudad, [350] y lo aprobar si yo lo quiero. Cierto es que si le doy al puebo tambin la palabra, lo tendr mejor dispuesto, porque yo institu su soberana cuando liber a esta ciudad por la igualdad de voto34. Tomar a Adrasto como prueba de mis palabras y me dirigir a la asamblea de los ciudadanos. Cuando los haya convencido, escoger y congregar de entre los atenienses a algunos mozos y me llegar hasta aqu. Y mientras aguardo en armas, le har llegar mis razones a Creon- te, junto con la reclamacin de los cuerpos de los muertos. (Dirigindose a las S u p l i c a n t e s .) Y ahora, ancianas, apartad de mi madre las venerables nfulas, [360] que a casa de Egeo35 la llevo tomando su mano amada. Es un miserable todo aquel que no se ocupa como hijo de quienes lo engendraron, la ms hermosa ayuda, pues, el que da recibe a cambio de sus hijos aquello que l mismo dio a sus progenitores.

    (Salen A d r a s t o y T e s e o , llevando a su madre de la mano.)

    C o r o .Estrofa 1.a.

    Oh Argos, criadora de caballos, oh llanura de m ipatrial Lo habis odo? Habis odo al rey sus santas palabras sobre los dioses,

    y de trascendental importancia para elpas pelasgioy para Argos?Antstrofa 1.a.

    O jal al trmino, por fin , de mis males llegue, [370] tras rescatar su cadver cubierto de sangre, gloria36 en estos momentos de

    31 La igualdad de voto se consigui en el 408 a.C., con Clstenes. Se trataaqu de un anacronismo. En la literatura poltica de la poca se atribua a Teseo la creacin de la democracia.

    3i Marido de Etra, como ha sealado ella misma en el prlogo de esta tragedia (versos 6-7),

    36 Lectura de los manuscritos.

    [37]

  • una madre! O jal con la tierra de Inaco11 provechosa am istad se trabe!

    Estrofa 2.a.Hermoso adorno son para las ciudades los piadosos trabajos que gratitud traen eterna, Qu decisin tomar ia ciudad en mi fa vorf Acaso un pacto alcanzar y para nuestros hijos funerales conseguiremos?

    Antstrofa 2.a.Def iende a una madre\ dudad de P ala?*, defindela! Que las leyes de hs mortales nadie mancille! T, en verdad, veneras la justicia, reduces la injusticia a su mnima expresin [380]y toda desgracia siempre amparas.

    (Entra T e s e o con un contingente de tropas armadas, acompaado de A d r a s t o , E t r a y un heraldo. T e s f .o se dirige al heraldo.)

    T e s e o . (Dirigindose al heraldo.) Siempre con este mismo oficio me prestas tus servicios a m y a la ciudad, llevando mensajes aqu y all. Por eso, atraviesa el Esopo y las aguas del Ismeno39, y al altivo rey de los cadmeos anuncale lo siguiente: Teseo te pide, por favor, que se tributen honores funerarios a los muertos; te pide, asimismo, alcanzar lo que se merccc. pues habita tierra vecina, y trabar amistad con el pueblo de Erecteo. En el supuesto de que acepten, tras darles las gracias, te vienes de vuelta. Pero si no se dejan convencer, stas son tus segundas palabras: [390] Mi cortejo acoged portador de escudos.

    (Dirigindoseya a todos.) El ejrcito est acampado y, una vez que ha superado la revista, se encuentra ah preparado junto al venerable Cal coro40. Muy contenta, s, y gusosa-

    37 Rio de Argos.38 Atenas.39 El Asopo se encuentra en el valle del mismo nombre, en la regin meri

    dional de Beoda. El Ismeno, como se ha dicho antes, flua junto a la ciudad de Tebas.

    40 Fuente sagrada de Eieusis.

    [38]

  • mente ha aceptado la ciudad este trabajo, porque al puntose percat de que yo lo quera41.

    (Entra un heraldo tebano.) Eh! Quin es ste que viene e interrumpe mis palabras? Parece, aunque no estoy seguro del todo, un heraldo cadmeo. (Dirigindose al heraldo ateniense.) Aguarda, por si ste que llega se anticipa a mis deseos te libra ue tu trabajo.

    H e r a l d o .Quin es el monarca de esta tierra?4^ A quin tengo que anunciar [400] las palabras de CreGnte, que gobierna en e pas de Cadmo desde que a Eteocles matara al pie de las Siete Puertas la mano fraterna de Polinices?

    T e s e o .En primer lugar, das comienzo a tu discurso con un error, forastero, si vienes buscando un monarca aqu, pues no existe el gobierno de un solo hombre, sino que es libre la ciudad y el pueblo ostenta su soberana por relevos peridicos una vez al ao. Y al rico no concede privilegio alguno, sino que el pobre en igualdad tiene los mismos derechos43.

    H e r a l d o . S lo esto que acabas de decir es ya, como en ios dados, una ventaja para nosotros. [410] Pues la ciudad de a que yo provengo est gobernada conforme al criterio de un solo hombre, no del populacho. Asi no hay quien la hinche de vanidad hasta ei aturdimiento con sus discursos, con vistas a su propio beneficio, y quien la haga dar de continuo vueltas unas veces a un lado, otras a otro. Al punto amable otorga numerosos favores, en otra ocasin la perjudica, despus con nuevas calumnias intenta disimular los errores de antes y se escapa de la justicia. Pues, de qu otra manera el pueblo, que no es capaz de pronunciar rectos discursos, podra rectamente gobernar una ciudad? El tiempo da un aprendizaje [420] ms slido que la precipitacin. Un pobre labriego, incluso aunque dejase de ser un

    41 Cfr. versos 349-50: Mas necesito la aprobacin de toda la ciudad, y lo - aprobar si yo lo quiero.

    42 Estas palabras del heraldo de Creonte van a dar lugar ai interesante debate sobre tirana y democracia que entablan, seguidamente Teseo y este heraldo.

    43 En el discurso fnebre que Tucdides hace pronunciar a Pendes en el libro II de su Historia d aguerra delPdoponeso, encontramos ideas y expresiones similares.

    [39]

  • ignorante, por causa de sus ocupaciones no sera capaz de mirar por el bien comn. Es francamente como para ponerse enfermo de muerte, a ojos de un ciudadano ms honrado, que un hombre despreciable goce de buena reputacin por el hecho de aduearse de la ciudad a travs del ejercicio de la lengua. iUno, que nada era antes!44.

    T e s e o . Ingenioso, s seor, el heraldo este, y amigo de apostillas! (Dirigindose directamente al h e r a l d o .) Como t mismo has empezado esta discusin, ahora escchame, pues eres t el que ha puesto por delante este combate dialctico.

    (A todos.) Nada hay ms odioso que un monarca para el estado. [430] En primersimo lugar, porque no hay leyes comunes y porque gobierna un solo individuo, que se apropia de la ley en su propio beneficio, y esto de ningn modo es equitativo.

    En cambio, cuando hay leyes escritas, el dbil y el rico tienen idnticos derechos. El ms dbil puede replicarle al rico si le insulta, y vence el pequeo al grande cuando tie ne razn. Esto es la libertad: Quin quiere, si lo tiene, proponer pblicamente algn consejo til para la ciudad?45. [440] Y el que lo desea, se luce, y el que no quiere, se calla. Qu es ms equitativo que esto para una ciudad? Y todava hay ms, pues cuando el pueblo es el que gobierna un pas, se alegra de que los jvenes sean la base del cuerpo ciudadano, mientras un rey interpreta esta situacin como algo aborrecible; y a los ciudadanos sobresalientes y a los que considera que son sensatos, a sos los mata, porque teme antes y ahora por su poder absoluto.Y digo yo, cmo es posible, entonces, que algn da llegue a ser poderoso un estado en el que un individuo, como espigas de un prado en primavera, a tajos siega y arranca la juventud? [450] Qu necesidad hay de procurar riquezas y medios de vida para nuestros hijos, para que

    44 Estas crticas a los demagogos estn tambin presentes en la comedia poltica de Aristfanes.

    45 Palabras con las que se invitaba al pueblo a intervenir en la Asamblea.

    [40]

  • con nuestro duro trabajo mejore la vida del monarca? O de criar y conservar herniosamente vrgenes a nuestras hijas en casa, delicioso placer para el monarca cuando es su deseo, pero que lgrimas nos procuran a nosotros? Que no viva yo ya ms si mis hijas han de contraer forzosas nupcias! En conclusin, stos, s seor, stos son los dardos que contra los tuyos disparo.

    Y ahora bien, por qu has venido hasta aqu y qu es lo que quieres de esta tierra? Que t, por lo que a ti respecta, llorando te habras ido de inmediato si no te hubiese enviado un estado, por tu verborrea insolente. Pues la obligacin de un mensajero es [460] la de transmitir todo cuanto se le ha ordenado y regresar al punto. De ahora en adelante, que a mi ciudad Creonte enve mensajeros menos charlatanes que t.

    C o r i f e o . Ay, ay! El malvado, cuando la providencia lo trata con generosidad, se colma de soberbia, como si siempre fuese a irle bien!46.

    H e r a l d o .Hablar sin ms demora. De los asuntos que he- mos discutido, t puedes ser de esa opinin, pero yo soy de la contraria. (Recitando el mensaje de C r e o n t e .) Yo prohbo, y conmigo todo el pueblo de Cadmo, acoger a Adrasto en esta tierra. Y si ya est en esta tierra, antes de que se ponga la luz del astro divino, [470] deshaz los sagrados misterios de las nfulas y explsalo de aqu. No retires los cadveres por la fuerza, pues ningn asunto de la ciudad de Argos a ti te concierne. Si me obecedes, libre de marejadas la nave del estado pilotars47. En caso contrario, tendremos nosotros, t y tus aliados un tempestuoso mar de lanzas. Reflexiona en todo caso, no sea que, irritado por mis palabras y por entender que tu ciudad es libre, respondas con palabras vigorosas al iguai que tus poderosos brazos.

    Las expectativas de futuro, que a muchas ciudades enfrentaron [480] empujando los corazones a los mayores excesos, no son dignas de crdito. En efecto, cuando la gue

    46 Nuevamente, la idea de !a suerte cambiante y la mudanza de bienes y males.

    La metfora de la nave del estado viene ya de antiguo.

    [41]

  • rra se somete a votacin popular, nadie en ese momento tiene minuciosamente en cuenta su propia muerte, sino que siempre se piensa que ese infortunio le suceder a los dems. Pero si la muerte estuviese a la vista en el momento de recoger los votos, entonces la Hlade no estara dispuesta a perecer presa de rabia guerrera. Sea como fuere, el hecho es que de entre los dos razonamientos, el bueno y el malo, todos los hombres conocemos el mejor, por cuanto mejor que la guerra es la paz para los mortales. Esta es, antes que nada, muy querida a las Musas, [490] -en cambio, es enemiga de las Furias se regocija con la buena crianza de los hijos y se congratula por la riqueza. Sin embargo, solemos arrojar lejos todos estos planteamientos, declaramos guerras como seres malvados y a otros ms malvados todava nos sometemos, los hombres a otros hombres y un estado a otro estado.

    Quieres, entonces, prestar el servicio de recuperar y tributar honores funerarios a unos hombres que son enemigos y que, adems, ya estn muertos? A stos su soberbia los perdi. Acaso, pues, no fue justo que. fulminado por un rayo, ardiese hasta quedar reducido a cenizas el cuerpo de Capa- neo que, lanzndose con una escala contra las puertas, juraba que iba a asolar la ciudad, tanto si lo queran los dioses como si no? [500] Y que un torbellino se llevase al adivino118 precipitando su cuadriga ai abismo? Y que los dems caudillos yazgan abandonados junto a las puertas, con las articulaciones de sus huesos descoyuntadas por las piedras?

    Reconoce con firmeza que o eres ms sensato tu que Zeus, o que los dioses con toda justicia acaban con los malvados. Nada hay ms cierto que el hecho de que los hombres sensatos deben primeramente querer a sus hijos: despus tambin a sus progenitores y a su patria, a la que deben engrandecer y no destruir49. Problemticos son tan-

    48 Anfiarao, que ya se nos present en el verso 158 como no partidario de esta guerra. La tierra se lo trag para no ver el bochorno de la derrota.

    49 El heraldo, en un alarde de superioridad, aconseja a Teseo que no comprometa e futuro de su ciudad, pues da como hecho seguro que, en caso de enfrentamiento armado, Tebas derrotar a Atenas.

    [42]

  • to un gobernante como un capitn de navio temerarios. El hombre sensato sabe permanecer sosegado en el momento oportuno. [510] Y en esto precisamente consiste la valenta, en ser prudente.

    C o r if e o .Ya fue suficiente el castigo de Zeus y no haba necesidad alguna de que vosotros os regodeaseis con semejante ultraje.

    A d r a s t o . Oh. malvado redomado!T e s e o . (A A d r a s t o . ) i Silencio, Adrasto, contn tu lengua!

    Y no interrumpas con tus palabras las mas. Este heraldo no ha venido para hablar contigo sino conmigo, as que so- mos nosotros los que tenemos que responderle.

    (S4/ h e r a l d o . ) Y en primer lugar, a aquello primero que dijiste he de contestarte. Yo no tengo noticia de que Creon- te sea mi seor, m de que sea ms poderoso, hasta el punto de obligar [520] a Atenas a hacer eso que dice, pues hacia arriba fluiran las comentes de los ros si de ese modo nosotros recibisemos y aceptsemos sus rdenes. Eso es pblico y notorio! sta no es mi guerra* yo no march en compaa de stos contra el pas de Cadmo.

    Estoy reclamando como un acto de justicia, sin causar dao a tu ciudad ni traer luchas homicidas, enterrar ios cadveres de los muertos, para preservar de este modo las leyes de todos los griegos. De todo esto, qu es lo que no est bien? Pues, si habis padecido algn perjuicio por parte de los argivos, ellos ya estn muertos, rechazasteis a los enemigos valientemente, [530] para su vergenza, y el castigo toca a su fin. Da tu consentimiento de inmediato para que la tierra recubra los cadveres; que cada elemento, de donde a la luz lleg, all retome, el espritu al ter y el cuerpo a la tierra. Ya que en modo alguno nos pertenece el cuerpo como posesin nuestra, sino que nicamente lo habitamos en vida, y luego hay que devolvrselo a aquella que lo aliment50.

    Crees que daas nicamente a Argos por no enterrar sus cadveres? Lo ms mnimo. Es ste un asunto que con

    50 Es decir, la tierra.

    43]

  • cierne a toda la Hlade, cuando alguien tiene privados de honores funerarios a unos muertos, pues se les ha arrebatado algo que deban haber recibido conforme a su destino. [540] Esta prctica, si llegase a imponerse, inducira a los valientes a la cobarda. Adems, vienes a m amenazndome con aterradoras palabras y sois vosotros, sin embargo, los que estis aterrorizados ante la idea de enterrar unos cadveres! Qu puede llegar a sucederos? No ser, acaso, que socaven vuestros terrenos si en ellos son sepultados? O que en los abismos de la tierra engendren hijos, origen de alguna futura venganza? No sirve de nada despilfarrar palabras sobre este asunto: atemorizarse por miedos cobardes y sin fundamento!

    No obstante, insensatos, reconoced las miserias de los hombres: [550] nuestra vida es un combate por asaltos. De entre los mortales, unos tienen xito rpidamente, otros ms tarde, y otros ya mismo. La divinidad, en cambio, se entrega a la vida regalada. Pues por parte del infeliz, con vistas a alcanzar la felicidad, se la venera con honores, y el rico, que teme exhalar el ltimo suspiro, la eleva a las alturas. Toda vez, entonces, que tenemos conocimiento de esto, tenemos la obligacin, cuando seamos objeto de alguna injusticia que no sea desmedida, de no dejarnos llevar por la ira y no devolver el golpe con semejantes injusticias.

    Por consiguiente, cmo tendran que ser las cosas? Permitidnos que enterremos los cadveres de los muertos, pues queremos obrar conforme manda la divinidad. [560] Si no, bien claro est lo que suceder: ir yo y les dar sepultura por la fuerza. Pues nunca, en buena hora, a los helenos se les relatar cmo, cuando acudi a m y a la ciudad de Pandin31, fue conculcada la antigua ley de los dioses.

    C o r i f e o . Valor! Sbete bien que si la luz de la justicia salvas de su extincin, escapars a muchos reproches de los hombres.

    Heraldo. Quieres que te diga resumidamente unas palabras?

    51 Atenas.

    [44.1

  • T ks'.o .- D ilas si quieres, pues no eres precisamente un hom bre callado.

    H e r a l d o . N unca te llevars contigo de esta tierra a los hijos de los argivos.

    T e s e o .- Y t a m ahora escchame, si quieres, otra vez.H e r a l d o . [570] Te escucho, pues hay que respetar los

    turnos.T i;.se o . Voy a arrancar de la tierra del A sopo52 los cadveres

    y luego los voy enterrar.H er a ld o . Primero tienes que afrontar el peligro arm ado

    con escudos.T e s e o . C o m o es bien sab ido , a m uchas y diversas pruebas

    m e he atrevido.H er a ld o .-Acaso tu padre te engendr para hacer frente a

    todos?T e se o . Al m enos a cuantos se insolentan. A los buenos no

    los castigamos.H e r a l d o . Estis acostumbrados a manejar muchos asun

    tos, t y tu ciudad.T e s e o . D esde luego que s y, por m ucho esforzarse, alcanza

    el xito en m uchas em presas.H e r a l d o . Ven, que a ti los sem brados53, lanza en ristre,

    en nuestra ciudad te alcanzarn con gran sorpresa por tu parte.

    T e s e o . Pero, cm o Ares54 ira a tomarse violento a partir de una serpiente?

    H e r a l d o . [580] Lo sabrs cuando te pase. Ahora todava eres joven.

    T e s e o . De ningn m odo vas a provocarme hasta el punto de inundar de clera mi nimo por tu jactancia. Ahora, toma las provocadoras palabras que trajiste y aljate de esta tierra, que no llegamos al final de nada. (Sale el h e r a l d o . )

    52 El ya mencionado valle y ro de Beocia.:i Cadmo, fundador de Tebas, dio muerte a un dragn y, siguiendo el con

    sejo de Atenea, sembr los dientes de la bestia. As lo hizo, y en seguida brotaron del suelo hombres armados, a los que se llam los Sparto, los sembrados, hombres prodigiosos de aspecto amenazador. A partir de este hecho, se Haina a los tebanos con este nombre. Cfr. los versos 5, 252-3 y 794 de Heracles.

    5: Metonimia por un guerrero.

    [45]

  • Obligado es que se ponga en camino todo hombre, tanto hoplita como conductor de carro; que ios caballos se pongan en movimiento en direccin a la tierra de Cadmo empapando de espuma sus testeras. Voy a avanzar contra las Siete Puertas de Cadmo. [590] blandiendo el afilado hierro con mis propias manos. Yo en persona voy a ser el heraldo. (Dirigindose a A d r a s t o .) Y a ti, Adrasto, te ordeno que aqu permanezcas y que con la ma no mezcles tu suerte. He de dirigir el ejrcito con mi propio sino. A nueva guerra, nuevo jefe. Una nica cosa me es necesaria, a saber, que los dioses tenga de mi lado, a todos los que sienten respeto por la justicia. Estos factores, si juntamente se renen, otorgan la victoria; pues a ningn lugar conduce a los mortales el valor, si no es con la aquiescencia divina55. (Sale T e s e o con su escolta.)

    C o r o . (Dividido en dos semicoros que dialogan.)Estrofa 1.a.A .Oh madres atribuladas de atribulados capitanes! Cmo a m,

    donde elpecho abajo, un lvido espanto se me revuelve!B. [600] Qu nuevo grito es se que profieres ?A.La expedicin de Pala* en qu modo se resolver?B .Te refieres a si ser por las armas o como resultado de conversa

    ciones?A.M s nos aprovechara eso ltimo, ya que, si la ciudad se llena

    se de muertos cados en combate, de luchas y del resonar de golpes de pecho, desgraciada!, qu palabras, qu responsabilidad por todo esto yo tendra?

    Antstrofa 1.a.B.-Mas al que brilla por su buena suerte, el destino abatirlo puede

    de nuevo. La confianza en esta circunstancia me envuelve.A. [610] De divinidades justas, y no otras, ests hablando.B.Pues, quines otras reparten el azar?A. Observo que gran parte de lo divino no est en consonancia con

    los mortales.B .An te perturba tu miedo de antes. Justicia ajusticia Uama,y

    muelle a muerte. De los males alivio los dioses a los mortales reparten, pues de todas las cosas el fin ellos tienen.

    55 Buena prueba de ello es la fallida expedicin de Adrasto.

    [46]

  • Estrofa 2.a.A.A los llanos de hermosas torres, cmo llegaramos; tras aban

    donar la divina agua de Calcoro?%.B. [620] i Si alada a ti algn dios te hiciese, para que a la ciudad

    ie los dos nos ^ llegases, venas la suerte de tus amigos, si, la venas iA .Qu destino en buena hora? Qu hado, entonces, aguarda al

    vigoroso soberano de esta tierra?Antstrofa 2.a.B.Aunque ya los hemos invocado, volvamos a invocar una vez

    ms a los dioses, pues contra el miedo sta es nuestra pmera garanta.

    A. Oh, Zeus, semental de la antigua madre, de la ternera de 1naco nacida58, [630] s favorable aliado de esta mi ciudad!

    B.Los firmes cimientos de mi ciudad, que son adorno tuyo, llvamelos a la pira, slvamelos de la. soberbia59.

    (Entra un m e n s a je r o .)

    M e n s a je r o . i Mujeres, vengo con excelentes noticias que contaros! Yo he regresado sano y salvo (pues fui hecho prisionero en la batalla que disputaron los batallones de los Siete Caudillos muertos60 junto a las corrientes dir- ceas)61 y os anuncio la victoria de Teseo. Pero te voy a ahorrar unas cuantas preguntas. Soy un servidor de aquel Capaneo [640] al que Zeus con su gneo rayo dej reducido a cenizas.

    C o r if e o . i Oh, amigo! i Buena noticia es sa, la ue tu regreso, y las palabras sobre Teseo! Y si, adems, todo el ejrcito de Atenas se encuentra a salvo, entonces todas tus noticias seran estupendas.

    56 La fuente sagrada de Eleusis, ya mencionada antes.37 Tebas.ss La ternera en cuestin es lo, amada de Zeus, que fue transformada en

    dicho animal por obra de Hera. Entonces Zeus se transform en toro y la fecund.

    ^ Esos firmes cimientos de le ciudad son sus hijos cuidos.lectura gc los manuscritos.

    Al El Dircc es un arroyo de Tebas.

  • M e n s a je r o .S, a salvo, y adems ha llevado a trmino lo que habra sido necesario que hubiese hecho Adrasto acompaado de los argivos, a los que hizo venir desde el Inaco62 para comandarlos contra la ciudad de los cadmeos.

    C o r if e o . Y cmo a Zeus trofeos levant el vstago de Egeo63 y los que con l blandan las lanzas? Cuntanoslo. Como t estabas presente, a los que no lo estbamos danos esa alegra.

    M e n s a j e r o . [650] Los resplandecientes destellos del sol claro marcador heran la tierra. Alrededor de la puerta Electra me qued firme en pie y tom como observatorio una torre despejada, desde la que todo se vea. Veo entonces tres grupos de otras tres respectivas secciones del ejrcito: a las huestes hoplitas64 que se extendan hacia arriba en direccin a la loma ismenia (que era su nombre), al soberano en persona, el nclito hijo de Egeo, y con l, en perfecta formacin en el flanco derecho, a los habitantes de la antigua Cecropia65, y a Pralo, dispuesto con su lanza [660] junto a la fuente misma de Ares. En segundo lugar, la tropa de caballera, formada en los extremos del campamento en igual cantidad. Por ltimo, el baluarte de carros de combate al pie, abajo, del venerable monumento de Anfionte. Las huestes de Cadmo estaban situadas delante de las murallas, detrs de los cadveres por los que se haba entablado el combate.

    Luchaban unos caballeros contra otros caballeros, y al encuentro de las cuadrigas los carros iban. En ese momento, un heraldo de Teseo dirigi a todos estas palabras: Silencio, hombres, silencio, soldados cadmeos, [670] escuchad! Nosotros hemos venido en busca de los cadveres. El motivo es que queremos darles sepultura, preservando as la ley de todos los helenos, y no es nuestro deseo prolongar esta desgracia homicida. Pero a estas palabras nada or

    62 Ro de Argos.63 Egeo, como ya se ha dicho, es el espuso de Etra y padre de Teseo.

    Los soldados de infantera. Luego se enumeran la caballera y los carros.6i Atenas. Ccrope es uno de los mticos reyes de Atenas, el primero, segn

    la tradicin legendaria ms corriente.

    [43]

  • den Creonte que sus heraldos contestasen, e igualmente silencio rein entre las armas. Entonces los conductores de las cuadrigas continuaron con la batalla all donde a haban dejado. Tan pronto como arrearon los carros los unos frente a los otros, dispusieron a los guerreros que les acompaaban en orden de combate. Estos luchaban con todas sus fuerzas a espada mientras los conductores es acercaban de nuevo los caballos para seguir luchando. [680] Y, en cuanto vio la multitud de carros de combate Forbante, que marchaba en su caballo, soberano que era de los erecteidas, l y los que por su parte mandaban ia caballera de Cadmo trabaron combate. Y ora eran ms fuertes, ora lo eran menos. Yo estaba viendo todo esto (no lo oa, pues estaba precisamente all mismo donde los carros y los jinetes combatan), todas las numerossimas calamidades de all mismo, y no s por dnde empezar primero, si por ei polvo que se elevaba hacia el cielo que lo haba en gran cantidad o por los cuerpos arrastrados de un lado para otro [690] por las riendas, o por los ros de roja sangre de los que caan o de los que desde los asientos de su carro hecho pedazos, de cabeza a tierra se precipitaban dando volteretas violentamente, abandonando la vida junto a las astillas de sus carros destrozados66.

    Como quiera que Creonte tuviese alguna sospecha de que la porcin del ejrcito all situado acabara venciendo con la caballera, embrazando su escudo de mimbre, avanza antes de que el desnimo pudiese llegar a apoderarse de sus guerreros. Mas por lo que a Teseo respecta, impasible el ademn, al punto se puso en accin tomando con decisin sus brillantes armas. Chocaban todos unos con otros en pleno centro de la batalla, [700] mataban, moran, se pasaban las rdenes de unos a otro con innmeros gritos: Golpea, aguanta firme la lanza contra los erecteidas!67. El batalln nacido de los dientes de la seipiente era un ad-

    6 No se ahorran los detalles escabrosos de la batalla. Todo el tono de la escena tiene un claro sabor pico.

    6/ Los descendientes de Erecteo, otro de los mticos reyes de Atenas. De ;th, con el nombre de los erecteidas se refiere a los atenienses.

    [49]

  • versario terrible y dobleg nuestro flanco izquierdo. Pero un flanco suyo, ms dbil que nuestro derecho, se puso en fuga. El combate se mantena igualado. Mas por esto que sigue habra que celebrar a nuestro caudillo, porque como este mencionado xito no le pareca suficiente ganancia, se dirigi al flanco donde nuestro ejrcito estaba siendo castigado, [710] y all rompi a gritar en modo tal que la tierra con su eco responda a sus palabras: Oh, hijos mos! Si no contenis las obstinadas lanzas de estos hombres sembrados68, adis a la ciudad de Palas!69. Y espabil el nimo de todo e ejrcito cranaida70. El mismo blanda su arma de Epidauro, su terrible maza71, la haca girar como una honda y tanto cuellos como cabezas coronadas de yelmos segaba y tronchaba con el tajo. En medio de grandes dificultades pusieron, por as decirlo, pies en polvorosa. Yo, entonces, empec a dar gritos, a saltar, a bailar, [720] a aplaudir. Ellos se dirigieron hacia las puertas. Por toda la ciudad se elev un gritero quejumbroso de jvenes y ancianos que llenaron hasta rebosar los templos a causa del miedo.

    A pesar de que tenan la posibilidad de rebasar los maros, Teseo se abstuvo de ello. Insista en que no haba ido a devastar la ciudad, sino a reclamar los cadveres. Es a generales de esta talla, no cabe duda, a quienes hay que elegir: a aquellos que en medio del peligro son valientes y desprecian a los soldados ambiciosos que, cuando tienen un xito, por pretender alcanzar todava los ms altos peldaos

    6S Cfr. supra.69 Palas Atenea es la diosa cpnima de la ciudad de Atenas.70 Los descendientes de Crnao, es decn, los atenienses. Crnao fue uno de

    los primeros y mticos reyes de Atenas. Un poco ms arriba hemos visto que se Ies llamaba tambin erecteidas, descendientes de Erecteo, y que se llamaba a Atenas la tierra cecropia. Ccrope, Crnao y Erecteo, en calidad de reyes atenienses, sirven para referirse a !a ciudad de Atenas y sus habitantes, los atenienses, al igual que la referencia a la ciudad de Palas, en directa alusin a la diosa Palas Atenea.

    71 Haba en Epidauro un salteador de caminos, de nombre Perifetes, a quien Teseo dio muerte. Como tena dbiles las piernas, se sostena con la ayuda de una muleta o de una maza de bronce, con la que asimismo derribaba a los viajeros. Cuando 'l eseo se lo encontr en uno de sus viajes de regreso al Atica, lo mat y se qued con su maza.

    [50]

  • de la pendiente, [730] pierden la dicha de la que podan haber seguido disfrutando!

    C o r if e o .Ahora que veo este da no esperado, en los dioses creo y me parece que ms pequeos son mis infortunios, toda vez que stos han pagado su pena.

    Ad r a s t o . Oh Zeus! Por qu, entonces, dicen que los desdichados mortales tenemos entendimiento? Pues de ti dependemos y actuamos conforme a lo que t precisamente deseas. A nuestro juicio. Argos estaba en la cresta de la ola, erarnos muchos y jvenes nuestros brazos. Cuando Eteocles nos ofreci un convenio [740] ajustado a deseos razonables, nosotros no quisimos aceptarlo y, consiguientemente, caminamos hacia nuestra perdicin. El que en otro tiempo gozaba de fortuna, como el pobre que pasa a ser nuevo rico, se colm de soberbia y, por colmarse de soberbia, por ello ha vuelto a perecer, el pueblo insensato de Cadmo. Oh, vanos mortales, que tensis el arco con ms fuerza de la oportuna y que por eiio de parte de la justicia padecis males en gran nmero! No os dejis convencer por los amigos, sino por los hechos72. Y vosotras, las ciudades, que podrais a travs de ias palabras doblegar los males, resolvis vuestros asuntos con muertes, no con palabras. [750] Pero, a qu viene todo esto? Lo que quiero saber es cmo te salvaste. Despus te preguntar por el resto.

    M e n s a j e r o .Una vez que ei. alboroto de las lanzas estremeci a la ciudad, yo atraves las puertas por las que precisamente estaba entrando el ejrcito.

    A d r a s t o .Trais los muertos por los que se entabl el combate?

    M e n s a je r o . S, al menos los de quienes estaban al frente de los famosos Siete Batallones.

    Ad r a s t o .Cmo dices? Dnde, pues, estn los dems soldados muertos?

    M e n s a j e r o .Estn enterrados al pie del Citern.A d r a s t o .Por la parte de all o por la de aqu?73. Y quin

    los enterr?

    a Se entiende que por los hechos ya consumados.73 Por la de Atenas o por a de Beoda. El Citern es un monte de Beoda.

  • M e n s a j e r o Teseo, all, donde la umbrosa roca Eleutride.A d r a s t o . [760] Y los cadveres que no enterr, dnde los

    ha dejado segn vena?74.M e n s a j e r o .-Cerca. Pues todo lo que precisa atenciones se

    encuentra prximo.A d r a s t o .Acaso los sirvientes se los llevaron del campo

    de batalla con cierta pena?M e n s a j e r o .Ningn esclavo de los que haba carg con

    este trabajo.A d r a s t o . [...]75.M e n s a j e r o .As lo afirmaras, de haber presenciado el cari

    o con que trataba los cadveres.A d r a s t o .Limpiaba l en persona las heridas de esos des

    dichados?M e n s a j e r o .S. Les prepar un lecho funerario y envolvi

    sus cuerpos.A d r a s t o .Onerosa carga! Qu indigna!M e n s a j e r o .Qu tienen de vergonzoso para los hombres

    sus mutuos males?A d r a s t o Ay de m! Cmo habra preferido morir en su

    compaa!M e n s a j e r o . [770] (Las mujeres, que estn a su alrededor, a l or

    a A d r a s t o se estremecen y empiezan a Uorar.) Con ese vano lamento tuyo ests hacindoles brotar el llanto a estas mujeres.

    A d r a s t o .As lo creo, mas ellas de por s son ya maestras en ese menester76. En fin, me voy a marchar para levantar mis brazos, acudir al encuentro de los cadveres, y verter, a modo de torrente de lgrimas, mis cantos a Hades. Como son amigos a quienes despido, amigos de jos que me veo privado, desgraciado de m, lloro solitarios llantos. Los mortales tienen una nica posesin que no es posible recuperar una vez gastada, a saber, la vida humana. Por el contrario, para las riquezas hay remedio.

    74 Lectura de los manuscritos.75 Falta este verso en los manuscritos. Los intentos de reconstruccin sugie

    ren algo as:

  • (Sale el m e n s a j e r o .)

    C o r o .Estrofa 1 .a,

    xitos aqu' fracasos all! Para la ciudad, buena reputacin. [780] Ypara los caudillos del ejrcito, honra duplicada. Para m, en cambio, de mis hijos sus miembros contemplar, i qu amargo! Mas, quhermoso espectculo! Veo por fin el da no esperado, veo de entre todos el mayor de los dolores.

    Antstrofa 1.a.i Sin boda por siempre Crono, l anciano padre de los das, debiera haberme dejado! Pues, qu necesidad tena yo de hijos f [790] Por qu acia que padecera padecimientos desbordantes, si no me. ataba a l yugo conyugal? Ahora veo ms claramente que nunca el dolor de verme privada de mis hijos, lo que ms amaba!

    (Entra el cortejo fnebre, formado por guerreros de Atenas, portando los cadveres. Detrs, T e s e o y sus acompaantes.)

    C o r i f e o .M as ah, ah veo los cuerpos de mis hijos muertos. Pobre de m! Cmo podra yo perecer para acompaar a estos hijos mos, y descender junto a ellos a l Hades, nuestro comn destino f77.

    Estrofa 2.a.A d rasto .Dejad or vuestros suspiros, madres, por los cadveres

    que han de-yacer bajo tierra! [800] Dejadlos or, como antfona de estos lamentos mos que estis escuchando Z78.

    C o r o . Oh hijos! Oh amarga llamada la de vuestras queridas madres! A ti me dirijo, a ti que ests muerto!

    A d rasto .[Ay de m!C o r o .Qudesgracian estas las mas!A d r a s t o .Ay, ay!C o r o . [,..]79.A d r a s t o . Oh! Padecemos...

    77 Estas palabras de la mujer con te o parecen presagiar una de las escenas que va a acontecer ms adelante, y que preferimos no anticipar El lector la reconocer fcilmente.

    '8 Es decir, suspiros en respuesta a los suyos.Pequea laguna de siete slabas en el texto.

    [53]

  • C o r o .... de entre los males los dolores ms peos!A d r a s t o . i Oh, ciudad de Argos! E l destino que me ha cado, no

    lo estis viendo fC o r o .Lo estn viendo,y tambin a m, desgraciada, [810] que

    me he quedado sin mis bijitos.Antstrofa 2A d r a s t o . Traed, traed los cuerpos que gota agota se desangran de

    esos desdichados sobre los que cay un mal destino, degollados sin merecerlo por gente, entre. las que tuvo lugar el combate, indigna de semeja?ite acto.

    C o r o .Ddmelo, para que, abrazndolo y acomodndolo entre mis manos, ponga a mi hijo entre mis brazos.

    A d r a s t o . i Lo tienes, lo tienes!C o r o . i La carga de mis penas, qu enorme!A d r a s t o . Ay, ay!C o r o . Y por las madres, no lo dicestA d r a s t o . [820J /Ah80 me lo estis oyendo!C o r o . Te lamentas por nuestro mutuo sufrimiento.A d r a s t o .O jal a m en el combate las filas cadmeas me hubie

    sen abatido sobre el polvo!C o r o .Ojal nunca mi cuerpo se hubiese uncido al kdio de varn!Epodo.A d rasto .Contemplad qu mar de desgracias, oh madres desdi

    chadas por vuestros hijos!C o r o . Con las uas nos hemos desgarrado las carnet, sobre

    nuestra cabeza en derredor hemos espolvoreado ceniza.A d r a s t o , Ay de m ! Ay de m! O jal la tierra me tragase,

    [830]y en milpedazos un huracn me partiera, y el relmpago del fuego de Zeus sobre mi cabeza cayese!

    C o r o . - -Amargas ves mis bodas, amargo ue Febo el orado! A nuestro encuentro, tras abandonar las mansiones de Edipo la EriniaS2 vino dolorosa.

    80 Hemos intentado reproducir el juego de palabras del original con el grito ay.

    81 Cfr. para las mismas manifestaciones de dolor, Las Suplicantes, w . 75-6, EUctra, w . 140-50 y Las Troyanos, w . 279-80.

    82 Personificacin, en este caso, de la maldicin paterna. En general, las Eri- nias son unas divinidades violentas y vengadoras, especialmente de los crmenes familiares, como protectoras del orden sedal. Aparecern de nuevo en las

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  • I h s e o .(Dirigindose al C o r o . ) Iba a hacerte algunas preguntas mientras apurabas por el ejrcito tu llanto, pero no lo har. Ah os dejo [840] y guardo mis palabras. Ahora, en cambio, voy a interrogar a Adrasto. (Dirigindose a A d r a s t o . ) Cul es el origen, en buena hora, de que estos hombres destacasen tanto, en virtud de la fortaleza de su nimo, entre lo s m ortales? C untaselo , en calidad de hombre ms sabio que estos ciudadanos, a estos jvenes, pues t lo sabes mejor. Yo conoca 1a audacia de sus actos superiores a lo que podra contarse con meras palabras con los que abrigaban ia esperanza de conquistar a ciudad. Una nica cosa no te preguntar, a fin de que no seas objeto de mofas: con quin luch cada uno de ellos en la batalla, y de qu enemigo recibi la herida de la lanza. Estas palabras son de poco fundamento tanto por parte de quienes las oyen [850] como de quien las relata, quienquiera que sea y que, habindose encontrado all en la batalla, con un constante ir y venir de lanzas ante sus ojos, pretenda relatar quin fue verdaderamente valiente. Yo no sera capaz ni de preguntar esos detalles ni de creer a quienes se atreviesen a contarlos, toda vez que apenas aiguien podra ver lo ms mnimo, si efectivamente a pie firme se mantiene haciendo frente a los enemigos.

    Ai rasto.-Ahora escucha t. Como me das la oportunidad y yo con gusto la acepto de hablar en honor de estos hombres, quiero sobre mis amigos relatar la verdad en modo justo.

    [860] Ves a quin ha atravesado de parte a parte el rayo con todo su energa? Se trata de Capaneo. Posea en vida enomies recursos, pero en modo alguno presuma de su riqueza, y su orgullo no era mayor que el de un hombre pobre. Hua de todos aquellos que en la mesa se hinchaban desmesuradamente y despreciaban lo que deba bastarles. Afirmaba que a virtud consiste no en engordar e vientre,

    tragedias Electra e Ifigenia entre los Tauros, en cruel persecucin acosando a ( )testcs, quien asesin a su madre Citemestra, que a su vez haba dado muer le a su marido Agamenn. De esta Munera, O estes quera vengar la muerte de mi padre descargando la venganza sobie su madre.

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  • sino en tener suficiente con una mesa moderada. Era amigo verdadero de sus amigos, tanto si estaban presentes como si no lo estaban; su nmero no era grande. Su carcter no era falso. Su boca, afable: [870] nunca habl con palabras salidas de tono ni a sus esclavos ni a sus ciudadanos.Y del segundo hablo ahora, de Eteoclo, que moldeaba otra clase de bondad. De joven careca de recursos, mas gozaba de la mayor estima en tierra de Argos. Sus amigos muchas veces le obsequiaron con dinero, pero no permiti que entrase en su casa, de suerte que esclavizasen sus costumbres, si stas se sometan al yugo del dinero. A los que cometan faltas los odiaba, pero no a su ciudad, puesto que, a su parecer, en nada era responsable la ciudad [880] si tena mala reputacin, a causa de un mal timonek Por su parte, el tercero de stos, Hipomedonte, era de esta naturaleza que ahora te voy a contar. Cuando era slo un nio, tuvo el valor de no volcarse con todo su empeo hacia los placeres de las musas, a la vida muelle, sino que, viviendo en el campo y endureciendo su naturaleza, disfrutaba con ia virilidad. Y cuando iba de caza, disfrutaba de los caballos y tensaba el arco con sus dos manos, porque quera ofrecer a la ciudad un cuerpo sano y robusto. Y ese otro, el hijo de la cazadora Atalante, el joven Partenopeo, de aspecto el ms guapo y sobresaliente, [890] era arcadio, pero, como vino a las corrientes del Inaco83, fue educado en Argos. Mientras se estuvo criando all, segn deben los extranjeros metecos, no fue molesto ni motivo de envidia para la ciudad, ni un testarudo agitador de disputas (por lo que incmodo en sumo grado sera tanto un ciudadano como un extranjero). Durante su incorporacin a filas, defenda el territorio como si hubiese nacido en Argos y, cuando a la ciudad le iba bien, se alegraba, mas, si algo marchaba mal, lo soportaba con pena. Aunque poda disponer de muchos amantes y de cuantas mujeres desease, [900] procuraba no cometer ninguna falta. De Tideo har un elogio en breves palabras, mas no por ello menos importante: por sus palabras no era un

    8 Rio de Argos.

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  • personaje brillante, pero con el escudo era un maestro formidable a la hora de trazar numerosos planes inteligentes. Inferior a su hermano Meleagro en sabidura, se procur un nombre igual gracias al arte de la guerra, al idear una ciencia perfecta con el escudo. De carcter muy ambicioso, su orgullo estaba a la par que sus hechos, no de sus palabras.

    A partir de todo esto que te he contado, no te preguntes ya con admiracin, Teseo, [910] cmo estos hombres tuvieron el valor de morir delante de las torres. La educacin sin cobarda conlleva pundonor; y todo hombre, si ha practicado el bien, se avergenza de ser cobarde. La hombra de bien puede aprenderse si a un nio, desde pequei- to, se le ensea a decir y escuchar aquello que no sabe. Y si adquieren estos conocimientos, querrn conservarlos hasta la vejez. Por consiguiente, a vuestros hijos educadlos bien.

    C oro . /Oh hijo! Infeliz te llev dentro de m, en mi vientre! Infeliz yo te cri, [920] con el trabajo y dolor que me cost parirte! Ahora es Hades quien tiene elfruto de mi fatiga! Qu lucha la ma! Ya no tengo de mi vejez el bculo aunque di a luz a un hijo! Qu desgraciada!

    TUSEO.Y eso no es todo. Al noble hijo de Ecles84, aunque los dioses lo arrastraron vivo a las profundidades de la tierra junto con su cuadriga, lo elogian abiertamente. Y del hijo