ETERNA REINA DEL GLAMOUR glamour

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rojo de la película Charada, que ves- tía con elegancia la memorable actriz mientras paseaba junto a Cary Grant a las orillas del Sena. Las mujeres de la época y generaciones posteriores buscaban a toda costa parecerse a ella. Su imagen es todo un referente y parece no pasar de moda. Vestidos en colores lisos y de corte recto, los trajes de chaqueta de pantalón y tam- bién de falda, los jerseys de cuello de cisne, las faldas con vuelo combina- das con camisas lisas, los pantalones Capri, las gabardinas, los pichis, los inolvidables sombreros, gafas de sol y pañuelos en la cabeza, entre un lar- go etcétera, continúan teniendo una gran demanda. Y es que pareciera que el hecho de llevarlos puestos, diese pie a convertirse por un día en la memorable Audrey, diosa por ex- celencia del glamour y el buen vestir. r r En cuanto al calzado, se decan- taba por zapatos sin tacón o con un mínimo de éste. El sueño inicial de la actriz de ser bailarina, cobró presen- cia a lo largo de su vida profesional y también personal. Así, era frecuente verla luciendo sencillas y cómodas zapatillas de ballet, que puso inme- diatamente de moda y que supo com- binar a la perfección con muchas de sus prendas, inclusive con pantalo- nes y faldas largas. ETERNA REINA DEL GLAMOUR Como si se tratase del rey Midas (quien aquello que tocaba la conver- tía en oro), Audrey causaba y causa furor entre las mujeres con cada prenda que vestía, así como enamo- raba a los hombres con su acertado look y su carisma. Una personalidad cálida y acogedora que sabía plas- mar a detalle también en su forma de vestir, hacía que personas de todo el mundo la adorasen. La actriz falleció el 21 de enero de 1993, a consecuencia de un cáncer de colon, a los 63 años de edad. Se dice que, metafóricamente, ella misma anunció su muerte sin darse cuen- ta, a su regreso de Somalia, donde se encontraba ayudando a quienes lo necesitaban y mostrando su lado más humano y solidario. Al respecto había dicho: “Nunca me repondré de lo que he visto allí”. Y así fue como ocurrió, pues ja- más se repuso. La actriz se sometió a una intervención quirúrgica en Los Ángeles donde le extirparon el foco de su mal. No obstante, éste ya se ha- bía extendido de manera irreversible. Audrey, voló a Europa por última vez, lugar donde se encerró en un valle suizo hasta el fin de sus días. Sin duda, hay personas que na- cen con estrella y ése fue el caso de Audrey, quien pese a no estar pre- sente en vida, continúa brillando con fuerza e intensidad, anidando en el alma de quienes la conocieron, así como de quienes desde la lejanía la admiraron. Su cara aún parece visualizarse en los lugares que fre- cuentó, y todo ello hace que se colo- que como la eterna reina del glamour de antaño, actual y, seguramente, de tiempos venideros. Correo-e: fernandezcasas. [email protected] ERA FRECUENTE VERLA LUCIENDO SENCILLAS Y CÓMODAS ZAPATILLAS DE BALLET, QUE PUSO INMEDIATAMENTE DE MODA Y QUE SUPO COMBINAR CON MUCHAS DE SUS PRENDAS 16 16 16 16 Sn Sn Sn Sn Charada, 1963. Cómo robar un millón de dólares, 1966.

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rojo de la película Charada, que ves-tía con elegancia la memorable actriz mientras paseaba junto a Cary Grant a las orillas del Sena. Las mujeres de la época y generaciones posteriores buscaban a toda costa parecerse a ella. Su imagen es todo un referente y parece no pasar de moda. Vestidos en colores lisos y de corte recto, los trajes de chaqueta de pantalón y tam-bién de falda, los jerseys de cuello de cisne, las faldas con vuelo combina-das con camisas lisas, los pantalones Capri, las gabardinas, los pichis, los inolvidables sombreros, gafas de sol y pañuelos en la cabeza, entre un lar-go etcétera, continúan teniendo una gran demanda. Y es que pareciera que el hecho de llevarlos puestos, diese pie a convertirse por un día en la memorable Audrey, diosa por ex-celencia del glamour y el buen vestir.glamour y el buen vestir.glamour

En cuanto al calzado, se decan-taba por zapatos sin tacón o con un mínimo de éste. El sueño inicial de la actriz de ser bailarina, cobró presen-cia a lo largo de su vida profesional y también personal. Así, era frecuente verla luciendo sencillas y cómodas zapatillas de ballet, que puso inme-diatamente de moda y que supo com-binar a la perfección con muchas de sus prendas, inclusive con pantalo-nes y faldas largas.

ETERNA REINA DEL GLAMOUR

Como si se tratase del rey Midas (quien aquello que tocaba la conver-tía en oro), Audrey causaba y causa

furor entre las mujeres con cada prenda que vestía, así como enamo-raba a los hombres con su acertado look y su carisma. Una personalidad cálida y acogedora que sabía plas-mar a detalle también en su forma de vestir, hacía que personas de todo el mundo la adorasen.

La actriz falleció el 21 de enero de 1993, a consecuencia de un cáncer de colon, a los 63 años de edad. Se dice que, metafóricamente, ella misma anunció su muerte sin darse cuen-ta, a su regreso de Somalia, donde se encontraba ayudando a quienes

lo necesitaban y mostrando su lado más humano y solidario. Al respecto había dicho: “Nunca me repondré de lo que he visto allí”.

Y así fue como ocurrió, pues ja-más se repuso. La actriz se sometió a una intervención quirúrgica en Los Ángeles donde le extirparon el foco de su mal. No obstante, éste ya se ha-bía extendido de manera irreversible. Audrey, voló a Europa por última vez, lugar donde se encerró en un valle suizo hasta el fi n de sus días.

Sin duda, hay personas que na-cen con estrella y ése fue el caso de Audrey, quien pese a no estar pre-sente en vida, continúa brillando con fuerza e intensidad, anidando en el alma de quienes la conocieron, así como de quienes desde la lejanía la admiraron. Su cara aún parece visualizarse en los lugares que fre-cuentó, y todo ello hace que se colo-que como la eterna reina del glamourde antaño, actual y, seguramente, de tiempos venideros.Correo-e: [email protected]

ERA FRECUENTE VERLA

LUCIENDO SENCILLAS Y

CÓMODAS ZAPATILLAS

DE BALLET, QUE PUSO

INMEDIATAMENTE DE MODA

Y QUE SUPO COMBINAR CON

MUCHAS DE SUS PRENDAS

SigloSigloSigloSigloSigloSigloSiglo nuevonuevonuevonuevonuevonuevonuevo

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Charada, 1963.

Cómo robar un millón de dólares, 1966.