El Ojo de Raven - Giles Kristian-

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Raven Nº1Durante dos años, Osric ha llevado una existencia sencilla. Temido y rechazado por loshabitantes de Abbotsend debido a su misterioso pasado y a su ojo del color de lasangre, ha crecido como aprendiz del viejo carpintero mudo que lo tomó bajo suprotección luego de que todos le dieran la espalda. Pero cuando llegan, de allende losmares, los invasores nórdicos para saquear la aldea, Osric es tomado prisionero y vedestruida así su nueva vida. El jefe de los vikingos, Sigurd el 'Afortunado', cree que las'nornas' han entrelazado el destino de este niño con el suyo.

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  • EL OJO DE RAVENRaven N1

    Durante dos aos, Osric ha llevado una existencia sencilla. Temido y rechazado por loshabitantes de Abbotsend debido a su misterioso pasado y a su ojo del color de lasangre, ha crecido como aprendiz del viejo carpintero mudo que lo tom bajo suproteccin luego de que todos le dieran la espalda. Pero cuando llegan, de allende losmares, los invasores nrdicos para saquear la aldea, Osric es tomado prisionero y vedestruida as su nueva vida. El jefe de los vikingos, Sigurd el 'Afortunado', cree que las'nornas' han entrelazado el destino de este nio con el suyo. Inmerso en el mundo delos nrdicos y llevado por un insaciable deseo de aventuras, Osric se revela como unguerrero natural y crea un vnculo de sangre con Sigurd, quien lo bautiza Raven. Sinembargo, se trata de un mundo salvaje en el que a menudo la lealtad se paga consangre y un hombre joven debe convertirse en asesino para sobrevivir.Cuando Sigurd y los suyos estn a punto de ser aniquilados por Ealdred de Wessex,Raven elige un camino peligroso al aceptar una misin para adentrarse en tierrashostiles y robar una reliquia del rey de Mercia. All encontrar mucho ms que losEvangelios sagrados de san Jernimo. Encontrar una chica inglesa con un almasimilar a la suya. Y tambin la traicin de manos de hombres crueles, a algunos de loscuales consideraba sus amigosExtraordinaria aventura vikinga que transcurre en la Inglaterra del siglo IX, 'El ojo deRaven' es una novela repleta de emocin y batallas sangrientas, en la que GilesKristian se revela como un destacado nuevo talento.Autor: Giles KristianISBN: 9788466642491

  • Giles Kristian

    El ojo de RavenRAVEN I

  • El ojo de Raven es para Sally,con quien he cruzado ocanos.

  • A MI HERMANDAD

    Se dice que, a veces, escribir es un arte solitario. Lo es, en efecto. Y tambin no loes. Tan importantes como los personajes de la historia son un sinfn de protagonistasde la vida real que suben a bordo a lo largo del trayecto. Estas personas son un bienescaso y valioso para un escritor por el simple hecho de que comprenden. Captan loque intentamos hacer da tras da, mes tras mes, ao tras ao. Algunas captaron El ojode Raven tan bien que incluso lo introdujeron en su propia vida y trabajo, dndolebombo a la historia con mayor elocuencia de la que yo habra sido capaz. Estas son laspersonas a quienes debo mucho, y es un gran placer para m agradecrselo aqu.Mis padres nunca me hicieron ser conformista. Saben lo que me gusta y lo que memotiva, y me han ayudado de ms maneras de las que cualquier persona se merece.Pap, eres un jarl y una leyenda. Mam, t eres el puntal. Estoy orgulloso de los dos.Sally, te quiero. Mucho cario para James, mi hermano de armas, que comparti supaga conmigo y siempre ha apoyado mis actividades; a mi bella hermana, Jackie, quesiempre me ha dicho no lo dejes nunca! y a Marky Mark, que se pelea como unavieja jugando a Age of Empires (y aun as gana!). Gracias a Eddie Campbell por sermi segundo par de ojos, y a Roy y Eddie por gustarles la novela histrica y animarme.Nikki Furrer defendi El ojo de Raven antes que cualquier otra persona del gremio y,al aceptarlo, mi agente Dan Lazar, de Writers House, fue mi generador de olas. Miagradecimiento para Peter Hobbs por hablar a favor de y a Victoria Hobbs por guiarmi drakar hacia aguas amigas. Gracias inconmensurables para Sara Fisher y BillHamilton, de AM Heath, que, una maana, me dieron la mejor noticia de mi vida y mehicieron bailar por la habitacin como un vikingo borracho con patines de hielo. A Tom,que me convence de que hay que evitar los trabajos de verdad y que siempre quierecelebrar, salud! Gracias a los Milner por vuestro amor y apoyo y a Stephen porproporcionarme un escritorio en el que escribir. A mis colegas de Manhattan, Londres yel Woodman Stroke Pub, no hemos empezado siquiera. Gracias a todos los deTransworld por vuestro recibimiento estilo saln de los dioses. Vuestra oficina es miValhalla! Por ltimo, gracias a mi editora Katie Espiner, que se dedic a que yo mededicara a escribir. Katie, soltaste El ojo de Raven a los cielos azules y por eso miespada es tuya.

  • Puntualizacin histricaAUNQUE en El ojo de Raven aparecen personajes de ficcin, la historia est basadaen acontecimientos reales. La Crnica Anglosajona es uno de los documentos msimportantes de la Edad Media que se conserva. Originariamente fue compilada pororden del rey Alfredo el Grande aproximadamente en el ao 890 d.C. y variasgeneraciones de escribas annimos la custodiaron y fueron amplindola hastamediados del siglo XII.La entrada correspondiente al ao 793 d.C. dice as:Aquel ao varias temidas seales de advertencia se percibieron en las tierras de losnorfundos aterrados y desconsolados, inmensas cortinas de fuego en el aire, remolinosy fieros dragones sobrevolando el cielo, estos terribles indicios fueron seguidos de unagran hambruna y, no mucho despus, el sexto da antes de los idus de enero delmismo ao, las atroces incursiones de los infieles causaron lamentables estragos en laiglesia de Dios en la isla sagrada mediante la rapia y la masacre.En el ao 793 d.C. una flotilla de drakars venci una tormenta y fue a parar a la playaazotada por el viento de la Sagrada Isla de Lindisfarne, junto a la costa nororiental deInglaterra. Los maleantes que saltaron desde la maltrecha proa de la embarcacinsaquearon el monasterio que all se encontraba y mataron a los monjes, en lo que seconsider un ataque frontal a la civilizacin. Este suceso marca el inicio de la pocavikinga, una era en la que unos infieles y ambiciosos aventureros abandonaron suhogar en Escandinavia para asaltar y comerciar por las costas de Europa. Lashermandades de guerreros, vinculadas por el honor y la pasin por las tierrasdesconocidas, llegaran incluso a Terranova y Bagdad, y el choque de espadas de lasbatallas en las que se enfrascaron resonaron en frica y en el rtico. Eran nobles yproscritos, piratas, pioneros y grandes navegantes. Eran los noruegos.

  • Lista de personajesHOMBRES de WessexEgbert , rey de WessexEdgar , corregidorEalhstan , carpinteroWulfweard , sacerdoteAlwunnEadwigGriffin , guerreroBurghild , su esposaSiward , herreroOeric , carniceroBertwaldEosterwine , carniceroEaldred , condeMauger , guerreroPadre Egfrith , monjeCynethrythWeohstanBurgredPendaEafa, flecheroEgricAlricOswynCoenredSaba, molineroEniHudaCeolmundGodfigu , cocineroHunwaldCearlHerericWybertHrothgarMerciosCoenwulf , rey de Mercia CynegilsAelfwald , Barba GrisNortumbriosEardwulf , rey de NortumbriaNoruegosOsric, Raven Sigurd , jarl1

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  • Olaf (To) , capitn del SerpentAsgot , godi2Glum , capitn del Fjord-ElkSvein el RojoEric el Canoso , hijo de OlafEl Negro FlokiSigtrygg Cara MarcadaNjalOlegEyjolfBjarni , hermano de BjornBjorn , hermano de BjarniKalfBram el OsoArnkelKnut , timonel del SerpentIvar el AltoOstenIngolf el DesdentadoHalfdanThorolfKonThormodGunnlaugThorkelNorthriGunnarThobergurEysteinnUlfEinar el FeoHalldor , primo de FlokiArnvidAslakThorgils , primo de GlumThorleik , primo de GlumOrm HakonDiosesOdn , el Padre Supremo. Dios de los guerreros y la guerra, la sabidura y la poesaFrigg , esposa de OdnThor , asesino de gigantes y dios del trueno. Hijo de OdnBaldr, el Hermoso . Hijo de OdnTyr , seor de la batallaLoki, el Embaucador . Padre de las mentirasRan, madre de las olasNjrd , seor del mar y dios del viento y las llamasFrey, dios de la fertilidad, el matrimonio y los cultivosFreyja , diosa del amor y el sexoHel, diosa del submundoVlund , dios de la fragua y la experiencia

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  • Midgard , lugar donde viven los hombres. El mundoAsgard , reino de los diosesValhalla , sala de los hroes muertosYggdrasil , el rbol del mundo. Lugar sagrado para los diosesBifrst , el Puente del Arco iris que conecta el mundo de los dioses con el de loshombresRagnark , destino de los diosesValquirias , las que eligen a quienes van a morirNornas , las tres tejedoras que deciden el destino de los hombresFenrir , el lobo poderosoJrmungand , la Serpiente de MidgardHugin Pensamiento , uno de los dos cuervos que posee OdnMunin Memoria , uno de los dos cuervos que posee OdnMjllnir , el martillo mgico de Thor

  • As dijo mi madreque me habra de comprarnave, y bellos remos,para ir con los vikingos:firme, en pie en la proa,y mandar bella nave,lanzarme as a la mar,matar a ms de uno.

    SAGA de Egil

  • EL hogar escupe ms humo que llamas y bulle con tal furia que hace toser a algunosde los hombres acurrucados entre pieles de reno. La robusta puerta del saln cruje alabrirse y hace saltar una llama que tienta al humo acre a ascender por la chimenea.Las sombras se ciernen sobre la sala cual valquirias, los demonios de los muertos,ocultas en los rincones a la espera de exquisiteces, vidas de carne humana. Tal vezhayan captado el susurro de la muerte en la crepitacin y las escupiduras del fuego.Sin duda llevan esperndome mucho tiempo.Incluso en Valhalla se ha hecho un silencio como si fuera un manto de nieve recincada, cuando Odn, Thor y Tyr sueltan las espadas y dejan de lado los preparativospara Ragnark, la batalla final. Acaso soy demasiado arrogante? Es ms queprobable. De todos modos, considero que hasta los mismos dioses desean que el delojo rojo cuente su historia. Al fin y al cabo, han participado en ella. Y por eso se ren,porque los hombres no son los nicos que desean la fama eterna: los dioses tambinanhelan la gloria.Como si estuvieran llamadas a vencer a las sombras, las llamas arden en el hogar. Losrostros de los hombres cobran vida en el resplandor anaranjado. Estn preparados.Ansiosos. Y por eso inspiro un aire profundo y amargo. Y empiezo.

  • PrlogoINGLATERRA, 802 d. C.No s dnde nac. Cuando era pequeo, a veces soaba con grandes muros de piedraque se elevaban a tal altura desde el mar que el calor del sol nunca alcanzaba el aguafra y negra. Aunque quizs esos sueos procedieran de las historias que oa contar alos hombres de las tierras del norte en las que los das de invierno mueren antes deempezar y el sol del verano nunca se pone.Lo ignoro todo sobre mi infancia y mis padres, desconozco si tena hermanos yhermanas. Ni siquiera s cmo me llamo. Sin embargo, quiz diga mucho de mi vida elhecho de que mis primeros recuerdos estn teidos de rojo. Estn escritos con lasangre que me marca el ojo izquierdo, el que siempre ha infundido temor en loshombres.Tena unos quince aos y para cuando llegaron los infieles me consideraba un adulto.Mi pueblo se llamaba Abbotsend y era un lugar aburrido. Supuestamente, lo habanbautizado con el nombre del santo padre que haba trepado a las ramas de un roblealto y haba permanecido en l, como penitencia, sin comida ni agua durante tres aos,sustentado tan slo por su devocin y la voluntad del Seor. Pero al bajar el hombre secay y muri a consecuencia de las heridas. Y por ello el sitio en el que muri seconvirti en el lugar del fin del abad, que es lo que significa su nombre en ingls. Nosabra decir si la historia es cierta o no, pero supongo que es una explicacin tan buenacomo cualquier otra del origen del nombre y ms interesante que la mayora.Abbotsend se encontraba en una lengua de tierra azotada por el viento que seinternaba descaradamente en el mar a un da de distancia al sureste de Wareham, enel reino de Wessex. Ningn rey tuvo jams motivo para visitar Abbotsend. Era unaaldea igual que cualquier otra, habitada por gentes sencillas que lo nico queesperaban de la vida era comida, cobijo y criar a sus hijos. Un buen cristiano podradecir que tan humilde lugar tena incluso posibilidades de ser bendecido y sufrir por talbendicin, igual que sufriera su tocayo y al igual que todos los mrtires. Pero unpagano escupira al or tales palabras y argira que la falta de notoriedad del lugar eramotivo suficiente para sacrificarlo de forma selectiva como a un animal enfermo.Porque la aldea de Abbotsend ya no existe y yo soy el culpable de su fin.Trabajaba para el viejo carpintero Ealhstan, destroncando madera de fresno y alisopara los vasos y fuentes que haca girar en el torno.Ya lo s, viejo. Todos los hombres tienen que comer y beber le decacansinamente al interpretar el gesto de Ealhstan cuando entrechocaba dos fuentes yasenta hacia algn hombre o mujer que pasaba por ah, y nosotros tambincomeremos y beberemos si seguimos haciendo lo que los dems necesitan.Y Ealhstan soltaba un gruido y asenta, porque era mudo.Y as pasaba buena parte del tiempo, solo en el valle boscoso situado al este delpueblo, cortando y tallando madera con el hacha de Ealhstan. Tena un techo sobre micabeza y comida en el estmago y me mantena al margen de quienes habranpreferido que no hubiera llegado jams a aquel pueblo, quienes me teman por el ojorojo y porque era incapaz de decirles de dnde vena.El carpintero ni me odiaba ni me tema. Era un viejo muy trabajador y no poda hablar;adems no se permita tales emociones. Me haba acogido y yo le compensaba suamabilidad con ampollas y sudor y ya estaba. Pero los dems no eran como Ealhstan.Wulfweard, el sacerdote, se santiguaba cada vez que me vea, y las mujeres decan asus hijas que se apartaran de m. Incluso la mayora de los chicos guardaban lasdistancias conmigo, aunque a veces se ocultaban entre los rboles y se abalanzabansobre m para apalearme, pero slo cuando se juntaban tres o cuatro y se haban

  • excedido con el aguamiel. Incluso en esos casos los golpes carecan de la ira suficientepara romper huesos, puesto que todo el mundo respetaba el oficio del viejo Ealhstan.Necesitaban sus tazas y fuentes y barriles y ruedas, y por eso solan dejarme en paz.Haba una chica: Alwunn. Tena las mejillas sonrojadas y rechonchas y nos habamosacostado despus de la fiesta de Pascua, cuando los perros eran los nicos seresvivos que no estaban borrachos de aguamiel. La bebida me haba envalentonado y mehaba encontrado a Alwunn sacando agua del pozo y, sin mediar palabra, la habatomado de la mano y conducido a un campo de centeno alto y hmedo. Cuando lleg elmomento, pareci suficientemente dispuesta, incluso entusiasmada. Pero en realidadfue un desatino y luego Alwunn se avergonz. O quizs es que tema la reaccin desus parientes si se enteraban de lo nuestro. De todos modos, despus de eseencuentro nocturno tan torpe se dedic a evitarme.Viv dos aos con Ealhstan, aprendiendo su oficio para ocupar su lugar en el tornocuando muriera. Me levantaba antes del alba y coga una caa y un sedal para ir a lasrocas a pescar caballas para el desayuno. Luego peinaba el bosque para encontrar losmejores rboles con los que Ealhstan hara aquello que la gente necesitaba: mesas,bancos, ruedas de carro, arcos, flechas y vainas de espada. De l aprend la magia delos distintos rboles, como por ejemplo que la madera del tejo proporciona al arco deguerra su resistencia, mientras que el alborno le otorga flexibilidad, hasta que acabsabiendo con slo la vista y el tacto si un rbol resultaba apropiado para cierto fin.Sobre todo me pasaba horas entre los robles, si bien no saba por qu me fascinaban,slo que ejercan cierto poder sobre mi imaginacin. En su presencia, curiososproyectos de ideas tejan un tapiz en mi mente de hilos gastados y de un color pardoapagado. A veces, sin darme cuenta, me pona a emitir sonidos cuyo significadodesconoca y luego, frustrado, deca en voz alta el nombre de los rboles y las plantaspara rescatar mi mente de la niebla. No obstante, regresaba al robredal. Me sentaatrado de un rbol a otro buscando grandes extremidades curvas en las que el granoestuviera tan marcado que resultara imposible partir la madera. Pero al viejo carpinterono le servan los troncos de roble enormes y me regaaba por perder el tiempo.No tenamos ni caballo ni carro. En una ocasin me quej del trabajo y Ealhstan seech hacia atrs como si tuviera una barriga enorme y fue tambalendose por el tallerguiando un caballo y un carro invisibles. A continuacin me seal y blandi el dedo.No eres el corregidor Edgar y no puedes permitirte un caballo con el que compartir eltrabajo dije, adivinando lo que quera representar. Asinti con una mueca, me agarrpor el cogote y seal la puerta. Pero s que podras si no tuvieras que darme decomer? me aventur a preguntar mientras me frotaba el cogote. El gruido afirmativodel viejo supuso una advertencia suficiente y dej de quejarme.As fue como se me fueron fortaleciendo los brazos y la espalda y los chicos que mehaban apaleado se dedicaron a pegar al lisiado de Eadwig, a quien le haba dado porrecoger las ramas de avellano que utilizaban conmigo. Aunque era fuerte, tras un daduro siempre disfrutaba sentndome ante el torno, que haca girar la madera a un ladoy a otro mientras el viejo obtena forma y lustre a partir de troncos en bruto. Por lanoche, tras comer queso con pan, potaje y carne, bamos al viejo saln de actos aescuchar a los comerciantes que intercambiaban noticias, o a un hombre que recitabaviejas historias de grandes batallas y obras. Mi historia preferida era la del guerreroBeowulf, que mat al monstruo Grendal, y me sentaba embelesado mientras el humodel hogar llenaba la sala de madera con un aroma dulzn y resinoso y los hombrescansados beban aguamiel o cerveza hasta que se dorman entre los juncos, paraacabar tambalendose de regreso a casa con el canto del gallo.As era mi vida. Y era sencilla. Pero no iba a durar.

  • 1ESTBAMOS en abril. La poca de las vacas flacas y los largos meses del inviernose haban olvidado al llenarnos las tripas en el festn de Pascua. La gente estabaajetreada realizando las tareas al aire libre que los vientos glidos les haban impedidohacer: enderezar la paja suelta de los tejados, cambiar las cercas podridas,aprovisionar los depsitos de madera e insuflar nueva vida al terreno frtil de loscampos labrados. El ajo silvestre cubra la tierra de los bosques umbros como una pielblanca, su aroma transportado por la brisa mientras los brotes de escila parecanposarse sobre las laderas y promontorios poblados de hierba como si de una nieblabaja se tratara, mecidos por el aire salado procedente del mar.Normalmente me despertaba el refunfuar de Ealhstan mientras me clavaba un dedohuesudo entre las costillas, pero aquel da me levant antes que el viejo con laesperanza de estar pescando para el desayuno cuando l lo hiciera y no tener quesoportar su mal humor. Incluso imagin que estara contento conmigo por ponerme enmarcha antes de que el sol enrojeciera el horizonte, aunque era ms probable que lemolestara el hecho de haberme despertado antes que l. Caa de pescar en mano yenfundado en una capa rada, sal a la quietud que precede al amanecer y meestremec con un bostezo que me empa los ojos.Ahora el viejo diablo te hace trabajar a la luz de las estrellas, no? dijo alguien envoz baja. Me di la vuelta y distingu la silueta de Griffin el guerrero, que llevaba a sugran perro de caza gris atado con una cuerda que se haba anudado de tal forma queel animal se estaba estrangulando e intentaba zafarse de ella. Estate quieto, chico!gru Griffin mientras tiraba de la cuerda con saa. El animal tosa y pens queGriffin iba a partirle el cuello si no dejaba de tirar.Ya conoces a Ealhstan repuse, echndome el pelo hacia atrs y apoyndome enel barril que recoga la lluvia. Es incapaz de echar un meo sin desayunar antes.Sumerg la cara en el agua fra y oscura durante unos instantes, luego la saqu ymene la cabeza antes de secarme los ojos con el antebrazo.Griffin mir al perro, que por fin se haba dado por vencido y tena la cabeza gachaentre los hombros y miraba a su dueo con expresin pattica.Acabo de encontrarme a este cabrn olisqueando por casa de Siward. Ayer seescap. Es la primera vez que lo veo desde entonces.Siward tiene una perra en celo dije, recogindome el pelo.Eso me ha dicho su mujer contest Griffin, y esboz una sonrisa. Supongo queno lo puede remediar. Todos queremos un poco de lo que nos gusta, verdad, chaval?aadi, frotndole la cabeza al perro con brusquedad. Griffin me caa bien. Era unhombre duro, pero careca de odio como los dems. O quiz careciera de miedo.En la vida hay unas cuantas cosas que estn claras, Griffin declar devolvindolela sonrisa. Los perros persiguen a las perras y Ealhstan comer caballa todas lasmaanas hasta que se le caigan los dientes.Pues mejor que vayas a remojar la caa, muchacho advirti asintiendo hacia elsur, en direccin al mar. Hasta este perro tiene peor dentadura que el viejo Ealhstan.Yo no contrariara a ese cabrn sin lengua por todas las caballas que Jess NuestroSeor y sus discpulos sacaron del mar Rojo. Mir hacia la casa.Ealhstan est siempre contrariado dije con voz queda. Griffin sonri de oreja aoreja y se inclin para acariciar a Muerdeculos en el hocico. Un da de stos tetraer un bacalao, Griffin. Tan largo como tu brazo declar, y me estremec de nuevo.Entonces cada uno sigui su camino: l hacia su casa y yo hacia el murmullo del mar.Un resplandor rosado dominaba el horizonte, al este, pero el sol segua oculto y estabaoscuro cuando ascend por la colina que protega Abbotsend de las inclemencias que eltiempo traa del mar grisceo. Pero haba recorrido ese camino muchas veces y no

  • necesitaba luz. Adems, la antigua atalaya medio en ruinas resultaba visible en la cimaen forma de silueta negra recortada contra el cielo prpura oscuro. La gente deca quela haban construido los romanos, aquella raza desaparecida tiempo atrs. No saba siera cierto, pero de todos modos les di las gracias con un susurro porque, guiado por latorre, era imposible perderse.Sin embargo, estaba un poco distrado cuando a la maana siguiente me plante tomarun esquife ms all de las rocas azotadas por el mar para intentar pescar algo distintode una caballa. Si lanzaba el anzuelo al fondo del mar poda pescar un bacalao grande.De repente, un toe metlico me paraliz y algo me pas rpidamente por delante delos ojos y me ceg durante unos instantes. Me apoy en una rodilla y not que el vellode la nuca se me erizaba. Un graznido gutural quebr el silencio, y vi que una siluetanegra alzaba rpidamente el vuelo antes de caer en picado para posarse en lo alto dela torre medio derruida. Volvi a graznar e, incluso bajo una luz tan tenue, observ quelas alas le brillaban con un lustre prpura mientras hunda el potente pico entre elplumaje. Haba visto pjaros similares muchas veces nubes de cuervos que seabalanzaban sobre los campos en busca de semillas o gusanos, pero aqul era uncuervo enorme, y el mero hecho de verlo me haba helado la sangre.Lrgate, pajarraco dije, y cog un pedacito de ladrillo rojo y se lo lanc al animal.Fall, pero bast para que el cuervo se marchara aleteando ruidosamente hacia lo alto,convertido en una mancha negra en contraste con el cielo que empezaba a clarear.O sea que ahora te asustan los pjaros, Osric? mascull, y sacud la cabezamientras alcanzaba la cima y me abra camino por entre los tallos de armera rosa ycoronaria que amortiguaban mis pasos hasta la costa. La hmeda neblina formaba unaespecie de manto blanco encima de las dunas y los guijarros, y una bandada degaviotas escandalosas vol por encima de mi cabeza y baj en picado hacia lasturbulencias dejando una estela ruidosa tras de s. Salt por encima de tres charcasllenas de algas cuyas pequeas vesculas flotaban en la superficie, y de ah a la rocadesde la que pescaba, donde devolv una lapa al mar con el extremo de la caa antesde desenrollar el sedal.En el tiempo que se tarda en afilar un cuchillo ningn animal haba picado el anzuelo, ypens en probar en otro sitio, el mismo donde en otra ocasin haba pescado un pez depiel spera largo como mi pierna y con unos dientes perversamente afilados. Fueentonces cuando percib un sonido extrao entre el rtmico ir y venir del oleaje.Encajon la caa en una grieta mientras el sedal segua en el mar y trep por las rocaspara dominar la playa de guijarros. Pero no vi nada ms que el vapor que levantaba elmar, que se asemejaba a una bestia extraa que se retorca delante de m, ocultando ydescubriendo el ocano una y otra vez. No oa ms que el graznido de las gaviotas y elromper de las olas, y estaba a punto de bajar de un salto cuando volv a or el extraosonido.Esta vez me qued helado como un carmbano. Los msculos se me agarrotaron. Larespiracin se me aceler en el pecho y un temor fro me recorri la columna y meprodujo escozor en el cuero cabelludo. Volv a or el sonido hueco de un cuerno,seguido del batir rtmico de unos remos. Entonces emergi un dragn, como aparecidodesde el mundo de los espritus, una bestia de madera con un vientre de tracas detingladillo, que ascendan hasta el esbelto cuello. La cabeza del monstruo estabaprovista de unos ojos rojos descoloridos y me entraron ganas de correr, pero me quedpegado a las rocas como una lapa, petrificado por la mirada fija de un enorme guerrerobarbudo que estaba de pie con un brazo alrededor del cuello del monstruo. La barba sele separ y dej entrever una sonrisa maliciosa, luego la quilla del barco apeloton losguijarros con un sonido atronador y los hombres saltaron del barco, se deslizaron porlas rocas mojadas y se dejaron caer, chapoteando, al oleaje. Unas voces guturalesresonaron desde las rocas detrs de m y me cagu en los pantalones. Otro barco con

  • forma de dragn deba de haber varado en la costa ms abajo, ms all de Hermit'sRock. Por entre la niebla aparecieron hombres con espadas, hachas y escudoscirculares pintados, sus pertrechos de guerra tintineaban ruidosamente y quebraban laquietud antinatural. Se arremolinaron a mi alrededor como lobos, sealando a derechae izquierda; sus voces duras hacan graznar a las gaviotas en el cielo. Le rec a Cristoy a todos los santos para que mi muerte fuera rpida cuando el guerrero de la proa delbarco se me acerc y me agarr por el cuello. Me empuj hacia otro infiel que mesujet con la mano por el hombro con fuerza. Este llevaba una capa verde ceida conun broche de plata en forma de cabeza de lobo. Vi las anillas de hierro de la cota demalla, la brynja, bajo la capa y me entraron arcadas.Ahora, despus de todos estos aos, podra intentar contar varias falsedades. Dudoque alguien que est todava vivo demuestre que mis palabras son falsas. Podra decirque saqu pecho y domin el temor que senta. Que no me orin encima. Pero quiniba a creerme? Esos forasteros que saltaban de los dragones iban armados y eranfieros. Eran guerreros y hombres adultos. Y yo no era ms que un muchacho. En esemomento me embarg una magia extraa y espantosa a la vez. El idioma spero de losforasteros empez a cambiar, pareci derretirse, los gruidos percutantes yentrecortados se convirtieron en un torrente de sonidos que me resultaban un tantofamiliares. Me tragu parte del miedo, la lengua se me empez a acercar a esossonidos como el agua sobre los guijarros, despertando a ellos, y entonces me orepetirlos hasta que dejaron de ser sonidos para convertirse en palabras. Y lasentenda.Pero mrale el ojo, to! exclam el hombre con el broche del lobo. Est marcado.Odn, el dios de la guerra, le ha dado un cogulo de sangre por ojo. Juro que noto elaliento del Padre Supremo en la nuca.Estoy de acuerdo con Sigurd dijo otro, entrecerrando los ojos con expresinsuspicaz. La forma como ha aparecido entre la neblina no es normal. Todos lo habisvisto. El vapor se hizo carne! Cualquier hombre en sus cabales habra huido de l.Seal el barco con la cabeza de dragn tallada. Pero ste estaba aqu como sicomo si estuviera esperndonos. No quiero saber nada de matarlo, Sigurd concluy,y neg con la cabeza.Rec para que no vieran la caa de pescar en el hueco de la piedra y esper que lascaballas estuvieran todava dormidas, puesto que las caballas luchan como demoniosy, si una picaba el anzuelo, la caa saldra disparada y los infieles me veran tal comoera en realidad.Puedo ayudaros farfull, animado de repente por la esperanza de que losforasteros estuvieran perdidos, apartados de vete a saber qu destino por el viento.Hablas nrdico, chico? pregunt Broche de Lobo, suavizando la expresin de surostro ajado y endurecido. Los dems se estaban dispersando con cautela yescudriaban en direccin norte por entre la neblina. Soy Sigurd, hijo de Harald.Somos comerciantes declar mientras me observaba como si se preguntara qu erayo. Tenemos pieles, mbar y hueso. Llevamos las panzas de los barcos llenas decosas que gustarn a los ingleses. Comerciaremos con ellos sonri, si es quetienen algo que queramos. No me cre que fueran comerciantes, pues llevaban cotade malla y cuero y portaban los enseres de la muerte. Pero era joven y temeroso y nodeseaba morir. Llvanos al pueblo ms cercano exigi Sigurd con una mirada tanpenetrante que tuve que armarme de todo mi valor para mirarle y, al igual que ningunacaballa haba mordido el anzuelo, saba que ese hombre no se tragara ni una solamentira.Date prisa, chico, tenemos mucho que ofrecer a los ingleses dijo un gigantescoinfiel pelirrojo con aros en los brazos mientras sonrea de oreja a oreja y sujetaba laempuadura de la espada que llevaba a la cintura.

  • As pues, con el estmago revuelto y mientras la cabeza me daba vueltas, conduje aaquellos hombres del norte hacia mi casa. Y en lo ms profundo de mi corazn sabaque tena que haber dejado que me mataran.Fui dando traspis por las rocas y los guijarros, intentando mantener el equilibriomientras los nrdicos me metan prisa. Supongo que haba unos cincuenta, aunque lamitad se qued en los barcos mientras el resto ascendamos por las dunas cubiertas dehierba donde los buscadores de ostras con la nariz roja gorjeaban ruidosamente y, amedida que nos acercbamos, dejaban las conchas desperdigadas entre las matas.Los nrdicos agarraron lanzas, hachas y escudos como si se dirigieran al campo debatalla, en silencio ahora que las dunas dejaban paso a terreno slido al subir por elsendero pedregoso que conduca a la cima de la colina desde la que se dominaba mialdea. Llegu a la conclusin de que habran encontrado el lugar sin mi ayuda.Abbotsend estaba al otro lado del oleaje y si hubieran ido por el terreno elevado lohabran encontrado sin lugar a dudas. Pero lo cierto era que yo les guiaba, igual que elperro de Griffin le habra llevado a la madriguera de un tejn y, si haba sangre, tendralas manos manchadas porque me haba faltado el coraje suficiente para morir.Los nrdicos se pararon en la cresta situada junto a la vieja atalaya semiderruida yobservaron el pequeo asentamiento: un grupo disperso de diecisis viviendas contecho de paja, un molino, un saln para celebraciones y una pequea iglesia de piedra.Aquello era Abbotsend, pero deba de ser suficiente porque unos cuantos sonrieronabiertamente. Me soltaron de la tnica y aprovech la oportunidad. Baj la colinadisparado con los brazos extendidos para mantener el equilibrio y gritando con unafuerza capaz de despertar a los muertos. La gente alz la mirada y luego se dispersprofiriendo gritos de pnico que ascendan colina arriba. Incluso en poca tan tempranahabamos odo hablar del salvajismo y sed de saqueo de los infieles, y ahora losnrdicos tambin haban echado a correr, para llegar al pueblo antes de que sushabitantes escondieran sus pertenencias o se armaran de valor.Tropec y ca de bruces en el barro entre las casas donde algunos hombres deAbbotsend estaban formando ya un muro protector. Otros blandan hachas y horcascon determinacin, cualquier cosa suficientemente afilada para matar a un hombre. Melevant cuando Siward el herrero sala caminando pesadamente de la fragua, con unpuado de espadas en los brazos musculosos, algunas sin empuadura ni pomo, otrastodava negras, sin pulir ni afilar. Las entregaba a cualquier hombre dispuesto a hacerfrente a lo que se avecinaba. Corr hacia l.Qutate de en medio, chaval! gru Griffin, mientras sujetaba a Siward por elbrazo antes de que el herrero tuviera tiempo de darme un cuchillo. Yo intent cogerlode todos modos, pero Griffin volvi a aullar y Siward me dio la espalda y se coloc allado del guerrero.Aguantad! Poneos derechos, chicos! grit Griffin a los ocho hombres que ahoraestaban con l. Griffin era el luchador ms experimentado de nuestra aldea, pero nohaba tenido tiempo de coger la cota de malla ni el escudo, por lo que slo iba armadocon su enorme espada. Muerdeculos estaba a su lado, enseando los colmillosamarillos sin dejar de gruir.Ealhstan apareci a mi espalda, contrayendo los ojos como un loco.Dicen que son comerciantes dije. Para entonces, los nrdicos haban formadotambin un muro de proteccin delante del de Griffin, pero ms largo y con dos filas dehombres.T los has trado hasta aqu? me pregunt Ealhstan con la mirada. El viejo sesantigu y vi que estaba temblando. No tienen pinta de comerciantes, chico! medijo con la expresin. Por Dios, no lo parecen!Me habran matado dije sabiendo que eran las palabras de un cobarde.Ealhstan silb y seal hacia los bosques situados al este, pero no le hice caso y me

  • golpe con el puo huesudo antes de volver a sealar hacia los rboles. Pero yo habatrado a los infieles desde la colina y si echaba a correr quedara como un gallina.Qu queris de nosotros? pregunt Griffin sin temor en la voz. El pecho se lehinch bajo la tnica y entrecerr los ojos al examinar a los hombres que tenadelante. Marchaos y dejadnos en paz. Seis quienes seis, no tenemos nada encontra de vosotros. Marchaos antes de que derramemos sangre. A Muerdeculos sele erizaron los pelos del lomo cuando enfatiz la advertencia de su amo con tresladridos broncos.Sigurd, con la espada todava envainada, mir a la bestia antes de dar un pasoadelante.Somos comerciantes dijo en ingls con un fuerte acento. Hemos trado pieles ymuchos cuernos de ciervo. Y marfil de morsa, si tenis plata que darnos a cambio.Los nrdicos que tena detrs estaban enfurecidos, como perros de caza tirando confuerza de la correa. No, no como perros, sino como lobos. Algunos empezaron agolpear el pomo de la espada contra el reverso de los escudos con un ritmoamenazador. Sigurd alz la voz. Queris hacer un trueque? pregunt.No tenis aspecto de comerciantes respondi Griffin antes de escupir en la tierraque los separaba. Los comerciantes no necesitan escudos ni cascos de guerra.Los hombres de Griffin mostraron su acuerdo con un murmullo, animados por eldesafo de su lder. Despus de dejar a salvo a sus familias haban aparecido mshombres del pueblo, y algunos llevaban escudo. Estos fueron quienes se colocarondelante, mientras que los que iban armados con lanzas de caza y cuchillos largos sequedaban por detrs.Sigurd encogi sus enormes hombros e hizo una mueca.A veces somos comerciantes reconoci el nrdico, y a veces no.De dnde sois? pregunt Griffin. Aqu no llegan muchos forasteros. Vi queapartaba la mirada y me di cuenta de que estaba ganando tiempo para que las mujeresdel pueblo llevaran a sus hijos a los bosques situados al este, aunque un portazo leindic que por lo menos una haba preferido quedarse.Somos del fiordo de Hardanger. Muy al norte dijo Sigurd, y, como os he dicho, aveces comerciamos. Las palabras a veces tenan el trasfondo de una advertencia.No nos amenacis, infieles! tron Wulfweard, el sacerdote, al tiempo que sala dela iglesia con una cruz de madera por delante. Era un hombre enorme, que haba sidoguerrero, segn decan algunos, y se coloc ante los nrdicos como un bloque depiedra cuadrado de su iglesia. Mir a Sigurd con expresin fiera. El Seor conoce lanegrura de vuestro corazn y no permitir que derramis sangre en este lugar pacfico!Alz la cruz de madera como si el mero hecho de verla fuera a convertir en polvo alos nrdicos y, en ese momento, cre en el poder del dios cristiano. El sacerdote sedirigi entonces a m: Eres uno de los aclitos de Satn, chico dijo con todatranquilidad. Aqu siempre lo hemos sabido. Y ahora has trado al lobo al redil.Ealhstan gru y desestim las palabras de Wulfweard sacudiendo un brazo.Tiene razn, Wulfweard convino Griffin. Sabes perfectamente que habranvenido de todos modos. El chico no los ha trado remando hasta aqu!Sigurd me mir mientras desenvainaba la espada con un chirrido, y Wulfweard observel arma con desdn.Vosotros los infieles sois los ltimos esclavos del diablo y pronto os convertiris enpolvo, igual que todos los paganos que os han precedido. Entonces sonri y el rostrosonrojado y tembloroso reflej todo el poder de sus palabras. Los ejrcitos de Cristoestn barriendo la escoria del mundo.Varios nrdicos gritaron a Sigurd que matara a Wulfweard, como si temieran que suspalabras extraas fueran una especie de maldicin. Sin embargo, para demostrar queno le tema, Sigurd dio la espalda al sacerdote, alz su enorme espada y la clav en la

  • tierra ante sus hombres. Al verlo, los nrdicos sacaron sus espadas y lanzas y lasclavaron con un gruido por el esfuerzo, hundiendo las hojas en el suelo, dondetemblaron como cultivos mecidos por la brisa. Sigurd se volvi hacia Wulfweard y lanzel escudo circular al sacerdote, que dio un brinco hacia atrs. Le dio en la espinilla ydebi de dolerle, aunque no diera muestras de ello.Hemos venido a comerciar anunci Sigurd al muro de proteccin formado por losingleses. Lo juro por la espada de mi padre dijo mientras colocaba la palma de lamano en el pomo de plata del arma recubierta de tierra. No os queremos hacerningn dao. Mir enfurecido a Wulfweard. Acaso tu dios te prohbe tener pielesde la mejor calidad? Qu dios ms extrao que desea que os helis cuando lasprimeras nieves cubran la aldea.Preferimos que se nos hiele la sangre en las venas que comerciar con los aclitos deSatans espet Wulfweard.Pero Griffin dio un paso adelante y clav su espada en la tierra junto a la de Sigurd.Wulfweard habla por l dijo, sin apartar la mirada de Sigurd y est en suderecho. Pero este ao escasean los ciervos rojos porque nuestro rey codicia la platacon la que los pagan y sus hombres los cazan sin piedad. Una buena piel es capaz demantener vivo a un hombre. Tenemos familia. Sacudi la cabeza hacia los hombresque tena detrs. Comerciaremos, Sigurd.Dicho lo cual, dio otro paso adelante y agarr a Sigurd por el brazo y los dos hombressonrieron porque en vez de sangre habra trueque. Exhal y di una palmada a Ealhstanen la espalda mientras las gentes de Abbotsend daban la bienvenida a los forasteroscon gestos y apretones de manos y el alivio de quienes acababan de evitar la muertepor los pelos.Wulfweard volvi a su iglesia dando grandes zancadas y farfullando maldiciones bajo lamirada atenta de Griffin, que negaba con la cabeza.Es el guardin de nuestras almas, Sigurd dijo, pero los hombres tambin tienenque mirar por su vida. Todava no estamos muertos. Y si t y los tuyos les rezis a laspelotas de un perro o a un viejo rbol retorcido me da igual si podemos aprender losunos de los otros alz las manos de forma pacfica y de buena fe, cosas que hacenla vida mejor.Sigurd asinti.Ah, mi propio godi tambin me da la lata a menudo, ingls dijo, moviendo la manohacia Wulfweard. La amargura, que se la traguen ellos. No les proporciona ms quemiseria. Nosotros tendremos plata y pieles.De acuerdo repuso Griffin antes de fruncir el ceo. Tendremos que informar anuestro corregidor, por supuesto. Se subira por las paredes si se enterara de quehabis aparecido aqu y no le habis pagado sus impuestos. Sigurd tambin frunciel entrecejo y se rasc la barba. No te preocupes, nrdico le tranquiliz Griffinponindole una mano en el hombro. Si somos rpidos, podemos hacer el trueque ypodris marcharos antes de que Edgar llegue aqu con su culo gordo. Se encogi dehombros. No vamos a impediros que zarpis, eso est claro.Sigurd se volvi. Sus hombres estaban desclavando las armas del suelo y limpiandolas hojas.Mantendremos las armas envainadas asegur a Griffin, quien, junto con otrosingleses, pareci ponerse nervioso de repente.Me basta con tu palabra, Sigurd afirm Griffin asintiendo con solemnidad. Ahorahablar con mi gente. Sigurd agarr a Griffin por el brazo en un ltimo gesto deconfianza antes de que ste se girara y empezara a recibir las preguntas de otroshombres influyentes de la aldea.Sigurd se volvi hacia m.Cmo te llamas, ojo rojo? pregunt en nrdico.

  • Osric, seor repuse, y l es Ealhstan, mi patrn aad; asent hacia el viejo yme maravill por cmo haba hallado las palabras en el idioma de los infieles.Trabajas para el viejo ese sin lengua? pregunt Sigurd. Sonri de oreja a oreja.Ah, ya entiendo. No te gusta que te digan qu tienes que hacer.Os aseguro que mi patrn tiene otros mtodos de conseguir lo que quiere repusecon una sonrisa mientras Ealhstan me tocaba el hombro con irritacin y meneaba lamano como un pez. Negu con la cabeza y el viejo hizo una mueca de grun antes dealejarse arrastrando los pies. Por el momento tendra que renunciar a su caballa y esono le haca ni pizca de gracia.Cmo has aprendido nuestra lengua? pregunt Sigurd.No era consciente de saber hablarla, seor respond. Hasta hoy.A ese sacerdote del Cristo Blanco no le caes bien, Osric dijo, y frot la hoja de laespada con un pulgar para quitarle el barro.La mayora de la gente de aqu me teme dije encogindome de hombros.Sigurd frunci los labios gruesos y asinti. Nunca haba visto a alguien como l. Tenael aspecto de un hombre capaz de enfrentarse a un oso con sus propias manos. Y salirvictorioso.Somos los primeros de nuestro pueblo en cruzar con los dragones este mar tanembravecido explic, pero incluso nosotros tenemos miedo. Sabes qu temo,chico? Negu con la cabeza. Seguro que nada, pens. Temo tener la gargantaseca. Ve a buscarnos algo para beber. Dedic una sonrisa al gigantesco nrdicobarbudo y pelirrojo, que se la devolvi, y me di la vuelta para ir a buscar aguamiel acasa de Ealhstan. No maldigas la puetera bebida, aclito de Satans! gritSigurd imitando a Wulfweard mientras me alejaba. Tengo sed!Los nrdicos fueron a buscar artculos a los barcos mientras los nios del pueblo eincluso algunos hombres trajinaban a su alrededor, maravillados ante sus elegantesnavos con proa en forma de dragn, que jams haban visto. Los nios ayudaban a losinfieles a transportar los productos al pueblo donde les esperaban grupos ruidosos demujeres, ansiosas por ver lo que los forasteros tenan para vender. Las pieles de ciervode los recin llegados eran gruesas y densas y las piedras de afilar de grano fino,aunque Siward el herrero insista en que no eran tan buenas como las inglesas.Desplegaron pellejos de cuero y los cubrieron de mbar, y recipientes de cuero llenosde miel. Trajeron pescado seco, hueso de reno y marfil de morsa, que tuvo mucho xitoentre los lugareos, ya que compraron todas las piezas que sacaron. Como les costbarato, ms tarde pagaran a Ealhstan para que tallara el marfil y le diera forma deempuaduras lisas o grabadas para cuchillos y espadas, o amuletos para sus esposas.Las ltimas mujeres y nios abandonaron sus escondrijos de los bosques del este y seunieron al gento que haca trueques con los nrdicos. Trajeron las balanzas para pesarmonedas y abalorios y gesticulaban como locos para intentar hacerse entender,aunque Sigurd acudi gustoso a resolver varios malentendidos con una sonrisagrabada en sus duras facciones.Osric habla su idioma anunci Griffin por encima del bullicio, guindome el ojo.La gente de Abbotsend enseguida se olvid de que era el aclito de Satans parautilizarme de traductor y facilitar los trueques. Pero yo lo haca gustoso y me preguntsi esa misma gente que me haba rehuido me tratara bien cuando los nrdicos semarcharan, porque les haba ayudado. Al comienzo, encontrar las palabras fue como ira buscar moras despus del paso de los pjaros, pero, cuanto ms oa, ms entenda.Estaba demasiado absorto en las negociaciones de los hombres para plantearme qucuriosa magia se estaba produciendo.El viejo Ealhstan emiti un sonido gutural y asinti, mientras jugueteaba con un brocheoval de bronce que un nrdico le haba puesto en las manos. El infiel tena a sus piesdocenas de artculos que brillaban bajo el sol del atardecer en un suave pellejo. Buena

  • parte del comercio haba terminado, pero la aldea segua bullendo de actividadmientras la gente comparaba sus nuevos productos y alardeaba de lo baratos que leshaban salido.No creo que haya vendido muchos de stos, Ealhstan dije al ver lo interesado queestaba el nrdico en vender un broche de mujer a un viejo mudo. Ealhstan se santigu,frunci sus labios secos y viejos y seal en direccin a la iglesia.Acaso las mujeres temen que Wulfweard no pare de martirizarlas si llevan uno?pregunt cuando me tendi el broche. Mujeres temerosas de Dios luciendobroches paganos. Intent imaginarlo. A Wulfweard no le parecera bien. No legustara lo ms mnimo.Para desilusin del infiel, volv a dejar el broche en el pellejo junto con el resto. Todoseran ms largos que un dedo y algunos tenan incrustaciones de mbar o cristal quebrillaban entre los grabados intricados y en forma de remolino del metal.Por cierto, dnde est Wulfweard? No he visto su cara inflada y roja desde estamaana.Ealhstan encogi los hombros huesudos y me advirti con el dedo.Lo s, lo s, Wulfweard es un hombre de Dios dije. Debera mostrar msrespeto. Aunque no se meara encima de m si me estuviera quemando. Un niosolt un chillido y los dos nos dimos la vuelta rpidamente al orlo. Estn jugandodije entre risas mientras el nrdico de pelo rojizo grua como un oso para asustar alos tres nios que se le haban subido encima, uno a la espalda y los otros dos ensendos brazos.Ven aqu, Wini llam nerviosa la madre de un nio. Los tres nios se alejaronrpidamente y dejaron al nrdico sonriendo de oreja a oreja desde detrs de la granbarba lanuda.No parecen diablos, Ealhstan dije.Ealhstan arque las cejas blancas. Esta maana no pensabas lo mismo dijeronesas orugas peludas. Son infieles duros de roer y es mejor que te apartes de ellos.Pero yo no quera apartarme.Griffin haba esperado a que el sol se pusiera por el oeste para enviar a un hombre ainformar a Edgar, el corregidor local, de que haban amarrado unos forasteros, lo cualsignificaba que deban pagarle tributos, y Sigurd haba aceptado pasar la noche entierra compartiendo aguamiel con los hombres de Abbotsend. De todos modos, susbarcos estaban varados y no poda zarpar hasta que subiera la marea, por lo quetendra que pagar los tributos del corregidor por pasar una noche en tierra. Corri la vozde que los hombres iban a reunirse en el viejo saln cuando oscureciera y observcmo los infieles recogan los productos restantes en bales y pellejos. Parecan msansiosos por empezar a beber aguamiel de lo que haban estado por vender susproductos.Mejor que te renas con nosotros, Osric dijo Griffin desde detrs de las dosgruesas pieles dobladas de reno que llevaba en los brazos. Muerdeculos estaba a lospies de su amo. Te necesitaremos para entender el parloteo de los infieles. Cmoes que t los entiendes, chico?No s, Griffin respond. No s cmo explicrmelo.Se encogi de hombros.Bueno, hasta luego. Sonri, e hizo tintinear un collar de mbar que llevabaenrollado en la mueca. Cuando Burghild vea esto no le importar que pase toda lanoche bebiendo con esos demonios! Por lo menos, sa es la idea. El perro mir aGriffin con aire dubitativo.

  • Quiz tenas que haberle comprado tambin un broche dije, y reprim unasonrisa y algunos cuernos de reno. Tal vez un alfiler de plata.Griffin ech un vistazo al collar de mbar ms all de las pieles, luego me devolvi lamirada frunciendo el ceo con expresin oscura. Acto seguido, se volvi y se march,seguido de Muerdeculos.

  • 2LOS hombres estaban apiados en el viejo saln como sardinas en una lata. Elambiente era muy ruidoso y apestaba, pero los infieles y los cristianos estabancongeniando ms de lo que cabra imaginar. Incluso Wulfweard estaba presente,aunque no le vi hablar con ningn nrdico. Se sent en un reposapis a beberaguamiel mientras toqueteaba la cruz de madera que llevaba alrededor del cuello comosi aquello pudiera salvaguardarlo de todos los demonios que vea a su alrededor.Alzaba la vista hacia el techo con suspicacia, aparentemente temeroso de que aquellajuerga hiciera temblar las viejas vigas y stas se desplomaran encima de nosotros.El saln haba pertenecido a lord Swefred, pero llevaba seis aos enterrado y no tenahijos. Ahora, las prensas para hacer queso, envueltas en sombras, las mantequeras ylos barriles vacos abarrotaban un extremo mientras que el resto del espacio seutilizaba para reuniones y para disputas comerciales y privadas. Todo el mundoutilizaba el lugar y, por tanto, nadie se planteaba pagar por su mantenimiento. Loshierbajos asomaban por el suelo de tierra compacta. No haba colgaduras paramantener el fro a raya, y el entramado de juncos estaba hmedo y medio podrido.Pero aquella noche el lugar estaba animado. Pens en la historia de Beowulf, cuandolos Geats se reunieron en el gran saln de banquetes sentados en sitiales tachonadosde metales preciosos, entre tapices elaborados con hilo de oro que relucan en lasparedes mientras los guerreros gloriosos se regocijaban con la fiesta. Tal vez aquelsaln tambin hubiera conocido la gloria con anterioridad, y ahora estos orgullososguerreros infieles venidos de la otra orilla del mar gris recordaban a las viejas vigasmanchadas de holln su antigua gloria.Los hombres de Abbotsend no haban querido que sus mujeres se acercaran anrdicos borrachos de aguamiel, por lo que sus hijos atravesaban el saln con pielesabultadas, llenando copas y repartiendo trozos de la carne de dos cerdos que estabanasando en el hogar. Sigurd le haba comprado los cerdos a Oeric el carnicero y observhambriento cmo la grasa silbaba en las llamas y el delicioso aroma ahogaba el hedorde la madera podrida, la tierra hmeda y el sudor de los hombres. Quienes noconseguan hacerse entender se ponan a gritar pensando que as mejorara lasituacin, y otros se rean. El bullicio se prolong hasta bien entrada la noche mientrasyo prestaba mis servicios, dando sentido a las palabras desconocidas para los hombresborrachos. Ms tarde, fueron a buscar pieles, cojines y paja y los hombres seacomodaron para dormir. Como el saln no perteneca a nadie en concreto, los infielesno se haban planteado dejar las armas fuera. Estaban desperdigadas en un extremodel saln: el escudo circular pintado, la lanza y la espada de cada hombre apoyados enla pared detrs de cada uno.Nunca haba visto tanta cota de malla dijo Griffin arrastrando las palabras en vozbaja.Era tarde y, a pesar de disponer de camas propias, los hombres de Abbotsend seestaban acomodando para pasar la noche. Algunos ya estaban roncando. Griffin y yoestbamos repantigados en el extremo norte bajo la nica ventana del saln, unaestrecha hendidura cubierta con una vitela de un lado a otro. La mayora de las velasse haban agotado y slo quedaba el hogar de piedra en el centro del saln, queproyectaba su resplandor sobre las figuras cubiertas y dormidas.He luchado para el rey Egbert y Beorhtric antes que l, ms veces de las querecuerdo, chico. Y te digo que nunca he visto a hombres mejor armados. Se arrancun piojo de la barba y lo observ. Estaremos todos mucho mejor cuando se larguen.Volvi a mirar a Jarl Sigurd, que hablaba en voz baja con un nrdico anciano de cararedonda y barba espesa.Pero el trueque ha ido bien dije, mientras observaba cmo Griffin chafaba el piojo

  • distradamente con la ua del pulgar.Arque las cejas.S, ha ido bien reconoci. Entonces mene la cabeza y entorn los ojos. Burghildquiere dos de esos broches grandes, los de bronce con la incrustacin de mbar.Y el collar? pregunt, recordando lo orgulloso que se haba sentido por la comprarealizada ese mismo da.Dice que no sirve de nada tener el collar sin los broches que van a juego se quejGriffin. Me mir a la cara y nos echamos a rer, por lo que despertamos a un infielpelirrojo que solt un improperio antes de volver a cerrar los ojos.Entonces deb de quedarme dormido un rato puesto que me despert el estrpito delcerrojo y el crujido de las bisagras de hierro de la puerta del saln. El murmullo dequienes seguan despiertos se mezclaba con los ronquidos de los hombres y vi entraral viejo Ealhstan arrastrando los pies; slo unos cuantos advirtieron su presencia hastaque las bisagras de la puerta emitieron un ltimo quejido chirriante. Ealhstan hizo unamueca. Griffin se despert sobresaltado y verti aguamiel de la copa que seguateniendo en la mano.Casi me caigo, chico. Dnde estaba? pregunt asintiendo en direccin aEalhstan. Tallando cruces para los paganos?Entonces volvi a cerrar los ojos y se golpe la cabeza contra la pared al dejarla caer.Le quit la copa de la mano con cuidado y la dej en el suelo, donde no peligraramientras Ealhstan se abra camino por entre la multitud de hombres que roncaban y setiraban pedos.Ir a buscar la caa al amanecer, viejo susurr, pensando que Ealhstan habavenido a asegurarse de que estara despierto a tiempo de pescar su desayuno. Perohizo un gesto para desestimar mis palabras, frunci el ceo y se arrodill con unamueca de dolor. Cuando se convenci de que Griffin dorma y de que nadie ms leobservaba, me mir, su rostro enjuto en la penumbra, su pelo cano y raloresplandeciente bajo la luz de la hoguera. Qu ocurre? pregunt, y me sell loslabios con uno de sus dedos huesudos. A continuacin, me cogi de la mano y mepresion algo en ella. Me mir la palma y vi una rama de helecho. Me encog dehombros porque no acertaba a entender qu significaba. Ealhstan me indic que olieralas hojas, as que me frot la ramita entre los dedos y ol. Ola que apestaba, a pescadopodrido, y yo saba que no era un helecho sino cicuta. He visto morir a cerdos y ovejaspor comer cicuta; primero se ponen nerviosos, luego se les ralentiza la respiracin y laspatas y las orejas se les notan fras al tacto. Mueren hinchados y apestando.Solt las hojas, me escup en los dedos y me frot las manos en la tnica. Ealhstanhinch los carrillos y se santigu.Wulfweard? susurr.Asinti, ech un vistazo a la copa de aguamiel de Griffin y la alz antes de hacer elgesto de rociar algo en su interior. Sus ojos eran cual ranuras bajo las pobladas cejasblancas. Se dio la vuelta y mir a Sigurd, apoyado contra la pared que daba al oestejunto a su gran escudo circular, casco de hierro y lanza pesada y prfida.Tir a Ealhstan del hombro.Wulfweard quiere envenenar a Jarl Sigurd? musit. Le has visto recogiendocicuta?El carpintero se volvi en redondo para mirar a los infieles que estaban al lado yasegurarse de que ninguno nos haba odo o entendido. Acto seguido, me mirenfurecido y yo asent lentamente, para demostrarle que haba captado la reprobacin.Est loco mascull.Ealhstan hizo una mueca para demostrar que estaba de acuerdo conmigo. Luegoseal hacia la puerta del saln, se levant y me indic que le siguiera. Procurando nodespertar a los hombres que dorman a mi alrededor, me puse en pie y segu a

  • Ealhstan en silencio al exterior aflojndome el cinturn con tranquilidad como si salieraa hacer mis necesidades.Era una noche oscura, sin luna. Dos perros se peleaban por un hueso carnoso. Aalguien se le haba escapado una oca del corral y estaba en el tejado de Siward elherrero, extendiendo las alas y graznando orgullosa. Por lo dems, la aldea dorma. Mepareci ser capaz de or el romper de las olas en la costa meridional, ms all de lascolinas negras. Entonces Ealhstan introdujo la mano en el saquito que llevaba en lacintura y me ense una cosa sin apartar la mirada de m. Entonces vi a Alwunn, lamuchacha con la que me haba acostado en la fiesta de Pascua. Estaba bajo lapenumbra de los aleros, retorcindose las manos regordetas mientras observaba aEalhstan. A juzgar por lo enredado que tena el cabello rubio, supuse que el viejo lahaba sacado a rastras de la cama, y not una punzada en el estmago al verla.Qu sucede, Ealhstan? pregunt mientras observaba la navaja con laempuadura de hueso que me haba dado. El puo tena un agujero por el que pasabauna correa de cuero. Ealhstan hizo una sea a Alwunn enfadado, y ella sali de entrelas sombras esbozando una dbil sonrisa con sus labios carnosos. Carraspe y mir aEalhstan de nuevo para conseguir su aprobacin. El asinti y emiti un gruido.Hola, Osric salud Alwunn con un hilo de voz. Abri ms los ojos y se toc el pelo,como si estuviera avergonzada. Se lami una mano y la presion contra un mechnrebelde, pero de poco le sirvi.Qu ests haciendo aqu, Alwunn? pregunt, consciente de cierta calidez en elbajo vientre. Vas con el camisn?Ella se movi incmoda y mir a Ealhstan, que se retorca las manos con impaciencia,con el ceo fruncido.La navaja, Osric dijo Alwunn sealando el cuchillo que tena en la mano. Esimportante.No lo parece repuse mientras recorra la hoja roma con el pulgar. Habra quehacer un gran esfuerzo para despellejar a una liebre con esto. Ealhstan me arrebatel cuchillo y me acerc la empuadura a la cara. Volv a cogerlo y examin el puo. Enel hueso blanco haba dos serpientes que se retorcan y cada una de ellas parecatragarse la propia cola. Es un trabajo laborioso reconoc. Y pagano. Ealhstangru. Me encog de hombros. No lo entiendo. Por qu me enseas esto?Yo estaba presente cuando te encontraron, Osric explic Alwunn con aire casiculpable.Y bien? dije. Conoca la historia. Me haban encontrado entre los tmulos de losancianos al sureste de Abbotsend. Nadie saba de dnde haba salido y yo estabainconsciente. Cuando me despert, tena la mente tan vaca como un barril deaguamiel en un banquete de bodas.Te sangraba la cabeza y pensaron que estabas muerto continu Alwunn, perocuando te dieron la vuelta, tenas los ojos abiertos. Cuando Wulfweard vio vacil yme seal el ojo rojo de sangre, solt una maldicin y dijo que Satans te habapuesto la mano encima. Entonces se santigu, asustada por sus propias palabras.Tuve suerte de que al viejo Ealhstan le hiciera ms falta un par de manos extra quelos insoportables sermones de Wulfweard dije, y dediqu una sonrisa al viejocarpintero, que volvi a gruir.A Alwunn pareci horrorizarle lo que acababa de decir y se tom unos instantes paracomprobar que seguamos estando solos. Los dos perros, que tal vez vieran una liebre,salieron disparados hacia la oscuridad de la noche ladrando como locos.Alwunn adopt una expresin avergonzada.Ealhstan te encontr esta navaja alrededor del cuello dijo. La cogi antes de queWulfweard o los dems la vieran. Mir a Ealhstan. Tema lo que pudieran hacerte.Es pagana, Osric aadi, enfatizando la palabra, y encima con lo del ojo Se

  • encogi de hombros y volvi a mostrarse abochornada, como si se avergonzara decmo me trataba la gente de Abbotsend pero, al mismo tiempo, comprendiera susmotivos.Como he dicho, el viejo necesitaba un aprendiz declar observando fijamente lanavaja.Ests seguro de que no recuerdas nada sobre cmo llegaste aqu? preguntAlwunn, intentando domear de nuevo su cabello rebelde.Negu con la cabeza.Me despert en casa de Ealhstan, Alwunn. Antes de eso no recuerdo nada. Alc lanavaja. Lo has sabido desde el primer da? Ella asinti. Lo sabe alguien ms?Por qu, Osric? Crees que podran tratarte peor? pregunt con una sonrisasarcstica. La mir con el ceo fruncido. No lo sabe nadie ms asegur. Mir aEalhstan. Tengo que irme. Si mi madre se entera de que he salidoEalhstan asinti y le toc el hombro a modo de agradecimiento. Alwunn se despidi conla mirada y se adentr corriendo en la oscuridad de la noche, alzndose el dobladillodel camisn para no manchrselo con el terreno enfangado.Por qu me lo dices ahora, viejo? pregunt mientras me sujetaba la navaja alcinturn. Alwunn tena razn. Qu podan hacerme ahora? Me haban odiado durantedos aos pero no me haban importunado porque era el aprendiz de Ealhstan. Ya noseguira ocultndome tras el viejo.Ealhstan observ la navaja que llevaba en el cinturn, pero no hizo ademn decogrmela. Mene ligeramente la cabeza e hizo la seal de la cruz.No s qu significa todo esto, Ealhstan reconoc mientras le colocaba una mano enel hombro, pero gracias.La oca grazn con fuerza y cuando me volv vi una silueta oscura que se nos acercabadando grandes zancadas.Es se uno de los pjaros de Bertwald? pregunt Wulfweard, que se santigu alverme. Llevaba la vestimenta tpica de un sacerdote: la tnica blanca de lana hasta lostobillos y la banda de seda verde alrededor del cuello que le caa hasta la espinilla.Ya le he dicho que tiene que poner otra base en el corral. Si se asustan un poco y hayuna rfaga de aire, las ocas son capaces de salir volando. Las he visto! Miramos ala oca, que alete enfadada. El demonio de Jarl Sigurd sigue ah dentro soandocon ms maneras de ofender a nuestro Padre y Seor? pregunt a Ealhstan,dndome la espalda.El carpintero asinti.Hace un rato, Ealhstan, junto a la casa de Cearl dijo Wulfweard. Por una meracuestin de suerte, si bien sin duda debemos creer que la buena suerte no es ms queuna recompensa de Dios para los virtuosos Seal con uno de sus gruesos dedosy no me hizo falta verle la cara para saber que sonrea con arrogancia. Pues resulta,Ealhstan, que me he encontrado con una mata de bardana escondida entre las ortigasy las acederas. Supongo que conoces las propiedades de aflojamiento de la bardanase frot el bajo vientre y el alivio que proporciona la savia de las hojas en caso depicadura de pulga, mordedura de serpiente y cosas as. Pero sabas que el aceite delas races, si se frota con l el cuero cabelludo, es de lo ms calmante, por no decir quees reconstituyente para el cabello? Ealhstan gru, y Wulfweard le dio un apretn enel hombro. La paz vaya contigo, amigo. Entonces el sacerdote se dirigi hacia mcon una mueca que, en la oscuridad, pareca ms propia de un animal. Aprtate demi camino, chico. Tengo que ser testigo de la labor de Dios nuestro Seor. Dichoesto, empuj la vieja puerta del saln para abrirla, dedic una sonrisa malvada aEalhstan y entr.Ealhstan hizo ademn de marcharse y me hizo un gesto para que le siguiera, pero mequed ah debajo del tejado medio podrido. El carpintero emiti un sonido gutural grave

  • y movi el brazo malhumorado.Vas a dejarle que envenene al jarl? pregunt, horrorizado. Ha mentido sobre labardana. Olfate el aroma rancio de la cicuta en los dedos mientras Ealhstan volva ahacerme un gesto para que me marchara. No pienso irme insist. No podemospermitirlo. Wulfweard est loco! Tiene la cabeza llena de araas, Ealhstan.Aunque el viejo frunci el ceo, no esper a ver qu haca, sino que segu al sacerdoteal interior del saln.Alguien haba echado ms lea al fuego. Los troncos chisporroteaban y crujan y lasllamas volvan a ser altas, lo cual otorgaba un tono dorado al humo especiado queondeaba por entre los hombres dormidos y los postes lisos que sostenan el tejado.Wulfweard se cerna sobre Jarl Sigurd, que tena una copa en la mano, y varioshombres se revolvan como si previeran problemas. Wulfweard se dio la vuelta al or lapuerta. Me vio y frunci el labio antes de volverse otra vez hacia el nrdico. Me situ enun lugar junto a la chimenea, y not el calor en la cara mientras Ealhstan entraba en elsaln y se agazapaba junto a Siward el herrero.Tu gente va dando trompicones en la oscuridad, Jarl Sigurd dijo Wulfweard conuna voz que raspaba como una espada al desenvainarse, pero acaso la misin delpastor no es salvar a su rebao del lobo?Vete a la mierda, cura farfull Sigurd rascndose la barba rubia. No he cruzadoel mar de Njrd para escucharte. Las palabras te caen de la boca como losexcrementos del culo de una cabra. Algunos nrdicos soltaron tal risotada quedespertaron a otros que dorman.Vuelve a la casa de tu Cristo Blanco y duerme de rodillas dijo el guerrero queestaba al lado de Sigurd.Wulfweard se qued observando a Sigurd durante unos instantes. Situado junto a lachimenea, advert que el sacerdote temblaba de ira y que tena el puo de la otra manocerrado.He venido aqu en son de paz, infiel mascull Wulfweard, y espero que aceptesla bendicin de Cristo. Maana te habrs marchado.El Cristo Blanco est aqu? pregunt Sigurd, sonriendo y mirando a su alrededoren el saln.Nuestro Seor est en todas partes repuso Wulfweard al tiempo que dedicaba unamirada de advertencia a los ingleses del saln. Te bendecira en el nombre de Cristo,Sigurd, y por la maana te bautizara y as te librara de la escoria malvada que sofocaa tu gente.Entonces me pregunt si Wulfweard haba cambiado de parecer o si Ealhstan se habaequivocado sobre la cicuta. Tal vez el sacerdote hubiera estado cogiendo bardana pararecuperar el cabello perdido.Lrgate con tus conjuros, sacerdote! exclam Sigurd, y sacudi una mano haciaWulfweard mientras un viejo nrdico con huesos trenzados en el lacio pelo gris sepona en pie y caminaba hacia el jarl. O har que mi godi te convierta las entraasen gusanos! El brujo de los infieles sonrea maliciosamente, pero otros norteos sellevaron la mano a las empuaduras de las lanzas y espadas.Palp el cuchillo pagano que llevaba a la cintura y dej que el pulgar recorriera lassiluetas de las bestias que se retorcan en la empuadura de hueso. Los puos quesobresalan de las vainas que los nrdicos llevaban a la cintura eran similares. Observa aquellos desconocidos intentando imaginarme con ellos. La mayora eran rubios y debarba clara, aunque uno tena el cabello tan negro como yo.Veo que todava no ests preparado para recibir el perdn de Cristo declarWulfweard con una sonrisa forzada. Bueno, que conste que yo lo he intentadoexclam, abriendo los brazos, y quizs haya asestado el primer golpe de la batallapor vuestras almas enfermas. Le dio la espalda a Sigurd, se qued quieto y luego se

  • dio la vuelta una vez ms para estar de cara al hombre del norte, extendiendo la manocon la que sujetaba la copa de aguamiel. Querrs por lo menos beber conmigo, JarlSigurd? Para demostrar a todos los presentes que reina la paz entre nosotros?Sigurd frunci los labios y luego encogi sus poderosos hombros.Beber contigo, sacerdote dijo, y acept la copa, si as me dejas en paz.Wulfweard baj la cabeza y dio un paso atrs. Sigurd se acerc la copa a los labios.No, seor! grit, acercndome y pasando por encima de un nrdico. No bebis!Con el rabillo del ojo vi que los hombres se iban incorporando.Wulfweard se volvi y me silb, su cara regordeta tan llena de odio que pens que ibaa reventar.Vuelve al infierno, esclavo de Satans! grit con una voz que retumb en el viejosaln.Cllate la boca, sacerdote! exclam Sigurd mientras se despojaba de unas pielesy se levantaba con aire cansado. Los hombres del saln estaban dividindose engrupos de nrdicos e ingleses y ms de un infiel cogi su enorme lanza de guerra.Habla, ojo rojo orden Sigurd, hacindome una sea para que me acercara con unbrazo que resplandeca gracias a los aros dorados de guerrero.El peso de las miradas de los hombres cay sobre m y me atenaz la garganta y meencogi el estmago. De repente los nicos sonidos que me llenaban la cabeza eran elaleteo de las llamas del hogar junto con los latidos de mi corazn. Me aclar lagarganta y me abr camino entre el gento hasta situarme delante de Sigurd yWulfweard.El aguamiel est envenenada, seor dije en el idioma de los hombres del norte.Sigurd frunci el ceo y se separ rpidamente de la copa.Y Wulfweard debi de darse cuenta de que haba advertido al nrdico porque sesantigu.Mentira! grit. Cualquier cosa que haya vomitado! Mentiras de una bocainfestada por Satans! Mentiras! Se encamin hacia m y pens que iba a abatirme.Pues entonces bebe t un poco, sacerdote! gru Sigurd en ingls mientras letenda la copa a Wulfweard. Compartiremos el aguamiel, pero t bebers primero.Wulfweard cerr los ojos y alz el rostro hacia el viejo tejado, agarrado a la cruz demadera que le colgaba sobre el pecho. Estaba farfullando algo, oraciones, creo.Bebe! orden Sigurd, y esa sola palabra tena tal carga amenazante que mecostaba imaginar que un hombre la desobedeciera.El aguamiel est mezclada con cicuta dije, mirando a Ealhstan, que hizo unmovimiento de cabeza prcticamente imperceptible. Si os hubierais bebido elaguamiel, os habrais quedado dormido, seor. Respir hondo. Al mediodahabrais sido incapaz de poneros en pie, tendrais las piernas fras al tacto y osorinarais encima. No saba si esta ltima parte era cierta, pero consider queimpresionara a un hombre orgulloso como Sigurd. Estaba enfangado hasta el cuello yno vea motivos para intentar salir airoso.Me habra matado? pregunt Sigurd perforndome con la mirada como unabarrena en la madera.Eso creo, seor dije, s. Habrais muerto, y maana el padre Wulfweard habradeclarado que era obra de Dios.Y ese cerdo hinchado habra gritado que el dios de los cristianos es ms poderosoque Odn, el Padre Supremo! bram Sigurd mientras se llevaba la mano al pomo dela espada.Entonces Wulfweard me escupi, introdujo la mano por la manga larga de la tnica y seabalanz sobre Sigurd. Vi el cuchillo en la mano del sacerdote, pero Sigurd tambin lovio y salt hacia atrs con una rapidez asombrosa, al tiempo que desenvainaba laespada.

  • Padre! grit Wulfweard mientras Sigurd se le acercaba y le clavaba la espada enla cabeza. Al sacerdote se le doblaron las piernas y cay al suelo convulsionndose,agarrado a la cruz de madera mientras los sesos grises le caan desde el crneopartido.Los hombres de Abbotsend maldijeron y escupieron antes de mirar a Griffin en buscade un lder. Y bajo la luz del hogar debieron de intuir la duda en los ojos del guerrero.Era un siervo de Dios! grit Griffin. Los hombres salieron en tropel del saln.Un sacerdote, Sigurd! chill Griffin mirando fijamente al jarl mientras los nrdicosse armaban y los hombres de Abbotsend se internaban en la noche.Ealhstan se arrodill junto a Wulfweard y agarr al viejo por el hombro para apartarlo;me costaba creer lo que estaba pasando y me abr camino hasta la puerta y sal al airefresco. Al caos. Los nrdicos estaban formando un muro de escudos, el de cada unosuperpuesto al del guerrero de su derecha, y la velocidad y eficiencia de susmovimientos resultaban aterradoras. Pero los hombres del pueblo tambin estabanformando una hilera densa en la penumbra, armados con lanzas y espadas mientrasllegaban ms hombres de sus casas con escudos y cascos.Mrchate, Ealhstan dije cuando el mundo adopt de repente el tono rojizo delalba, ahora no se puede evitar. Venga!Pero Ealhstan neg con la cabeza y se zaf de m. Cuando volv a sujetarle, me dio uncachete en la mano y mascull algo parecido a un juramento. Entonces los muros deescudos se enfrentaron y la tranquilidad del ambiente qued truncada por los primerosgruidos y chillidos. Solt al viejo y vi que Griffin le clavaba la espada a un nrdico en elcuello. Qu he hecho?, grit para mis adentros. Me haba pronunciado contra elsacerdote y ahora hombres que conoca moran y tendra las manos manchadas con susangre. Corr a buscar el arco de caza de Ealhstan, rezando por clavar una flecha en elcorazn oscuro de un infiel antes del final. Abr la puerta de Ealhstan de par en par ychoqu contra la mesa porque estaba a oscuras mientras se me desbocaba el corazn.Volv corriendo hacia el sonido de la lucha sujetando con fuerza el arco, la cuerda y unavaina con flechas. Algunos de nuestros hombres yacan destripados en el barro, susentraas viscosas humeantes bajo la tenue luz del alba, pero otros seguan luchando ygeman al verse obligados a pasar por encima de sus amigos muertos. Sigurd fue quienabati a Griffin. Vi un chorro de sangre brillante en el cabello de Griffin y me horroric alcontemplar con qu facilidad aquellos nrdicos con sus brynjas mataban a hombressin cota de malla.Ealhstan sealaba a Griffin y grua, arandome el hombro mientras yo intentabaencordar el arco.Lo s, viejo dije entre dientes, angustiado, porque Griffin haba sido amigo mo.Lanc una flecha, ech la cuerda hacia atrs, contuve el aliento y luego exhallentamente. Maldito infiel espet, antes de soltarla.Un nrdico dio una sacudida violenta cuando la flecha se le clav en el hombro. Intentponer otra asta en la cuerda y vi a Siward el herrero tambalendose hacia atrs,agarrando la lanza que le atravesaba el vientre y gritando. Lanc la flecha pero volms lejos de la cuenta y, cuando volv a tensar el arco, la cuerda se rompi y megolpe en el antebrazo. El nrdico al que haba alcanzado se me acerc dandograndes zancadas, ajeno a la sangre que le caa por la cota de malla a la altura delhombro. Di un paso adelante e hice girar el arco en su cara, pero agarr la duela y mela arrebat antes de darme un puetazo en la cara. Desde el barro maloliente vi cmotumbaba a Ealhstan y le asestaba un puntapi.Entonces se acab. Slo haba muerto un nrdico, pero los diecisis hombres que sehaban enfrentado a l yacan en un charco de sangre y los infieles no mostrabanningn tipo de compasin por los que seguan con vida. Aparte de Griffin. Loarrastraron por la sangre derramada hasta el hombre de la mirada penetrante y el

  • broche con cabeza de lobo: Sigurd.Antes de morir, contemplars a tu pueblo engullido por las llamas gru el jarlmientras sealaba las casas el humo de cuyas chimeneas segua filtrndose por lostejados como cualquier otro da, y en la otra vida sabrs que trajiste la muerte a tupueblo.Que el demonio se mee en tu crneo acert a decir Griffin. La piel y el cabello lecolgaban horrorosamente desde un lado de la cabeza, y debajo se le vea el huesoroto. La sangre le corra por la cara como los hilos de una telaraa y le iba a parar a labarba corta. Pero su cuerpo se resista a morir.Suplicars el perdn de Cristo el da del juicio final amenaz con voz seca.Te lo juro. Griffin el valiente sonri al pronunciar tales palabras.Sigurd se ech a rer.Tu dios es dbil. Es un dios femenino. Dicen que tiene predileccin por los cobardesy las putas. Los dems infieles hicieron burla y menearon la cabeza mientraspasaban las hojas llenas de sangre por encima de los muertos. No eres dbil, inglscontinu Sigurd. Hoy has matado a un gran guerrero. Ech un vistazo al nrdicomuerto al que haban despojado de la cota de malla, de forma que no pareca ms fieroque cualquier otro joven de Abbotsend, salvo por las numerosas cicatrices que lesurcaban la piel blanca. Sigurd frunci el entrecejo. Por qu sigues a ese CristoBlanco, ingls? pregunt. A Griffin le pesaban los prpados y esper que muriera. Elnrdico se encogi de hombros. Te entregar a Odn para que, estando muerto, veasa un verdadero dios. Un dios capaz de hacer que sus enemigos huyan de una batallapara volver avergonzados junto a sus mujeres.Acto seguido, orden a sus hombres que saquearan las casas y no olvidaran buscarentre la ceniza de las chimeneas y en los recipientes de cocina, e incluso en el tejado,por si haba tesoros ocultos. Los infieles obedecieron rpidamente, pues teman lallegada del corregidor local y empezaron a transportar sacos con monedas,herramientas, telas, armas y patas curadas de cordero y cerdo por la colina hasta susbarcos. Se oyeron algunos gritos, pero no demasiados. La mayora de las mujereshaban huido a los bosques y todava no saban que sus hombres haban sidomasacrados. Haba visto cmo mataban al padre de Alwunn, pero saba que ella y sumadre habran sido suficientemente precavidas como para huir. Pobre Alwunn. Pero yonunca la haba querido y estoy seguro de que ella tampoco a m.Me arrodill junto a Ealhstan, esperando que los infieles se percataran de nosotrosporque as nos mataran junto con Griffin. Me pas el brazo por el labio y observ lasangre brillante, me di cuenta de que ya no temblaba. En cierto modo, la carnicera quehaba presenciado me haba dejado inmune al miedo. Apret los dientes. Griffin debade despreciarme por lo que haba hecho, pero no me vera acobardado al final.Los nrdicos reunieron troncos desecados y construyeron una pira sobre la quecolocaron al guerrero a quien Griffin haba matado. Un hombre cogi una lanza y marcun crculo en la tierra y arrastr a Griffin hasta l tirndole del pelo ensangrentado.Apenas le quedaba un rescoldo de vida. Los primeros tejados de paja empezaron aarder y la pira del nrdico muerto comenz a crepitar mientras el viejo guerrero debarba gris con huesos entrelazados en el pelo invocaba a sus dioses con voz baja yspera. Un cuervo grazn en el viejo fresno; mene la cabeza de hambre mientrasobservaba la actividad de los hombres y supe que era el mismo pjaro que haba vistoel da antes al alba junto a la atalaya que dominaba la playa. Abri el pico pesado yahuec las plumas del cuello para que sobresalieran como pas. Volv la cabeza paramirar a Griffin y el estmago me hizo subir un vmito caliente hasta la garganta.Ealhstan gimi mientras intentaba ponerse en pie, pero yo le obligu a agacharse.Qudate quieto, viejo susurr. La mitad de la cara se le haba hinchado y formabaun moratn prpura lvido. Olisque el aire. Se est quemando confirm, con la

  • mirada demasiado llena de la mutilacin de Griffin como para sentirme atrado por lasllamas que crepitaban ya con furia. Le estn haciendo algo a Griffin. Es obra deldiablo, Ealhstan.Griffin gema lastimosamente mientras el espantoso dolor le haca revivir a pesar delhilo de vida que le quedaba. Ealhstan intent agarrarme del brazo y luego sacudi lossuyos con ojos legaosos y desorbitados.El guila mascull, y l me respondi con los ojos fuera de rbita que no fuera tantonto como para mirar. Que Cristo nos haba salvado y que no mirara.Pero yo mir. Contempl cmo el viejo godi utilizaba el hacha de mano paradescuartizar la espalda de Griffin. Separ a machetazos las costillas de la columna unay otra vez, y mi mundo se llen de los gritos de un hombre orgulloso. Los dos nrdicosque sujetaban a Griffin reciban las salpicaduras de sangre mientras l se retorcaagonizante. Acto seguido, el godi de los infieles separ la ltima costilla y dej aldescubierto la carne del interior y sumergi las manos en la sangra y le arranc lospulmones a Griffin para colocar uno a cada lado de la espalda desmembrada como sifueran alas rojas resplandecientes.Le han partido la espalda le dije al viejo, que se haba dado la vuelta. Entonces diuna sacudida hacia delante y me entraron arcadas, pero tena el estmago vaco y slonot un dolor seco. El guila de Sangre murmur, horrorizado al ver con mispropios ojos lo que haba odo explicar a los hombres entre susurros. Ealhstan sesantigu y empez a emitir un gemido grave con la garganta mientras los chillidos deGriffin se tornaban espeluznantes, gorgoteos lquidos perdidos entre el crepitar de lamadera, los tejados ardientes y el fragor de las llamas.El godi se puso de pie y alz los brazos al cielo.Odn Padre Supremo! invoc mientras meneaba la cabeza, de forma que lecascabelearan los huesos del pelo. Recibe a este guerrero que han matado tuslobos! Que se siente en tu sitial para que el Cristo Blanco no lo tome como esclavo!Odn Errante Lejano! Esta guila es un regalo de Jarl Sigurd, que cabalga sobre lasolas y busca la gloria en tu nombre!Entonces Sigurd me mir fijamente el ojo rojo y agarr el pequeo amuleto de maderacolgado de la tira que llevaba al cuello. Era el rostro de un hombre, pero le faltaba unojo.Matad al viejo orden con un gesto de la mano, pero no al chico. Llevadlo alSerpent.Es carpintero, seor grit en el idioma de los infieles. No lo matis! El nrdicobarbudo que haba visto por primera vez en la proa del barco con cabeza de dragn meapart de un empujn y alz la espada para golpear a Ealhstan. Es muy diestro!Mirad, seor! exclam al tiempo que me sacaba el cuchillo de comer del cinturnpara mostrrselo a Sigurd. El guerrero que tena por encima me arrebat el cuchillo y lomir con desinters antes de lanzarlo a los pies de Sigurd. Entonces se volvi haciaEalhstan e hizo una mueca.Espera, Olaf! dijo Sigurd en cuanto examin el cuchillo. Al igual que la navajapagana que Ealhstan me haba devuelto la noche anterior, ste era corto y sencillo,pero tena la empuadura tallada en forma de marsopa. Nunca haba visto a unacriatura de aqullas, pero, de nio, Ealhstan haba encontrado una que el mar habaarrastrado a una teja y haba tallado la empuadura a partir de ese recuerdo, dememoria.Es hueso del ciervo rojo, seor dije con la esperanza de que el hecho de queSigurd estuviera acariciando la empuadura blanca indicara que apreciaba la habilidadde su autor.En realidad haba visto a Ealhstan haciendo empuaduras mucho ms elaboradas paraquienes estaban dispuestos a pagarlas. De todos modos, el cuchillo era un regalo y lo

  • tena en gran aprecio. Hasta ese momento no me haba percatado de que Ealhstan melo haba dado para sustituir al de los infieles que yo llevaba alrededor del cuello cuandome haba encontrado. Tal vez hubiera sido su forma de ayudarme a iniciar una nuevavida con l.Es un trabajo de experto reconoci Sigurd mientras se rascaba la barba. Elhombre llamado Olaf, a quien los noruegos llamaban to, abri la boca paraprotestar, pero Sigurd se lo impidi levantando la mano. Ahora hay un banco vacoen los remos, Olaf dijo, y dirigi la vista al guerrero cuyo cadver plido ibaampollndose con saa bajo el abrazo implacable de las llamas. El fuego estabaconsumiendo la madera desecada y el pelo del hombre crepitaba y resplandeca por elfuego, despidiendo un humo hediondo. Trelos a los dos orden Sigurd, dndomela espalda.Y as fue como nos arrastraron hacia el mar y los barcos en forma de dragn queesperaban amarrados en la orilla, cargados con el botn sustrado a las gentes deAbbotsend. Los nrdicos ocuparon posiciones y empezaron a remar al unsono,arrastrando el mar bajo los cascos esbeltos hasta alcanzar un ritmo constante. Y yomir hacia la orilla y respir el humo amarillo de un pueblo en llamas.

  • 3ME senta desgraciado. Embotado. Ealhstan y yo estbamos acurrucados en la popajunto al nrdico que manejaba la caa del timn, que me dedicaba una sonrisa lobunacada vez que lo miraba, como si le divirtiera que hubiera traicionado a mi gente. Yaunque los habitantes de Abbotsend me odiaban y nunca me haba sentido all comoen casa, cre haber condenado mi alma a vagar para siempre junto al humo negro delas casas incendiadas. Ealhstan se negaba a mirarme, y eso me parta el corazn. Mehaba defendido de Wulfweard, pero ahora me culpaba, de eso no me caba la menorduda, y por eso dej que el talante sombro se extendiera como una mancha entrenosotros mientras alzaba la vista hacia el cielo y adverta que, desde el mar, parecamucho ms inmenso. Tras disipar la neblina matutina, el sol caa sobre nuestrascabezas como el amo y seor de los mortales y pareca imposible que, en el tiempoque haba tardado en ascender a su trono, un pueblo hubiera sido borrado de la faz dela Tierra.Mientras inspiraba la embriagadora mezcla de pescado seco, pino y brea, los infielesrean, bromeaban y remaban como si nada extraordinario hubiera ocurrido. Loshombres estaban sentados de cara a nosotros encima de un arcn con suspertenencias y, si bien algunos me observaban como si se preguntaran qu clase dehombre era yo, otros eran incapaces de mirarme a la cara. Ests vivo porque tetemen, Osric me dije. Los hombres temen tu ojo endiablado y stos son hombres,no?As pues, cerr el ojo bueno y dej que el que tena lleno de sangre contemplara a losnrdicos hasta que algunos apartaron la mirada. Intent hacerles creer que era capazde ver sus pensamientos y creo que algunos teman que as fuera.El dragn surcaba las olas mientras las cuerdas y tablones crujan de forma rtmica yyo notaba retortijones en el estmago, alentados por el cabeceo del mar. Poco despusvomit un lquido amargo y verde y tem que el estmago se me estuviera desgarrando.Mi desdicha se agudiz con espasmos y mareos.Por lo menos nunca perdimos de vista la costa, y eso era lo nico que pona riendas ami desesperacin. Salamos a alta mar para evitar los bancos de arena y las rocas,pero siempre volvamos hacia la costa.Navegamos hacia el oeste, Ealhstan dije al final del da mientras el sol delatardecer me calentaba el rostro, lo cual significa que todava no vuelven a casa.Estos hombres proceden de la ruta martima que est ms al norte.Ealhstan mascull desde la garganta algo parecido a cabrones, cerdos imposmalolientes y saqueo. Igual que l, era consciente de que habra ms muertes.Ms tarde, mientras los nrdicos se repartan el botn, avist los tesoros que guardabanen medio del barco bajo pieles engrasadas. Buena parte de ellos era lo que habanvendido en Abbotsend y recuperado tras la pelea: marfil color crema y cuernos de reno,pieles marrones y arcones repletos de broches, mbar amarillo, piedras de afilar ymonedas de plata. Tambin vi el collar que Griffin le haba comprado a su esposa.Estos infieles son hombres ricos, Ealhstan dije, desesperado por que el viejo memirara a los ojos. Estaba empezando a preguntarme si su mirada vacua y retrada sedeba en parte a la paliza que haba recibido y, aunque me avergence decirlo, deseque as fuera porque me parta el corazn pensar que me odiaba por lo que habahecho. La hinchazn que tena en la cara le estaba amarilleando. Slo el marfil debede valer una fortuna.Sacudi la mueca y gru.Crees que se han llevado hasta la ltima bagatela, verdad? pregunt. De otrospueblos que hace tiempo que han quedado reducidos a ceniza negra.Sin mirarme, Ealhstan cerr el puo y clav la vista en el mar mientras negaba con la

  • cabeza. Saba lo que estaba pensando. Los hombres como aqullos eran capaces denavegar hasta los confines del mundo por un puado de plata.Qu tal tienes la cabeza, viejo? pregunt. Tena uno de los ojos llorosos casicerrado por culpa de la hinchazn. Desestim la pregunta como queriendo decir quehaba sufrido cosas peores en la vida. A los viejos les salen morados como a lasmanzanas dije, mientras l se tocaba la hinchazn con cuidado. Lo s, Ealhstan, sifueras ms joven habras partido por la mitad a uno o dos de estos hijos de puta. Ledediqu una sonrisa sarcstica. Los habras partido como si fueran un roble.Rest importancia a mis palabras con una mueca y dirig la vista hacia las olas, aunqueno vea ms que los rostros de los hombres masacrados. Me frot la barbilla y metoqu el labio hinchado. Todava me palpitaba con cada latido del corazn.El arco nos ha fallado afirm. La cuerda estaba podrida.Ealhstan se dio la vuelta y nos miramos de hito en hito. T y yo tenemos la suerte delos condenados me dijo con la mirada, y ahora estamos aqu sentados masticandonuestros vmitos. Acto seguido, me dedic una sonrisa desdentada y yo mir alnrdico que segua teniendo un fragmento de una de las astas de mis flechas clavadoen el hombro. Remaba como si no lo tuviera, pero de vez en cuando le pill haciendomuecas de dolor. Son unos cabrones infieles pens, pero tienen orgullo.Haba empezado a caer la tarde cuando se oy una voz de alarma clara y fuerte desdeel otro barco. Es curioso cmo el sonido viaja por el agua y un hombre que est a untiro de flecha de distancia parece cercano. Sigurd se acerc a la proa, donde Olaf, sucapitn, estaba de pie protegindose los ojos del sol, mirando hacia la costa. En lo altode un gran acantilado haba un grupo de jinetes mirando al mar, con las lanzasapuntando al cielo. Edgar, el corregidor, deba de haberse enterado de la suerte deAbbotsend y haba enviado a varios hombres a seguir la pista de los infieles a lo largode la costa, lo cual podan hacer perfectamente a caballo por senderos bien marcadosmientras nosotros tenamos que apaarnos con la menor rfaga de aire. Como era deesperar, cuando doblamos un despeadero cretceo, los centinelas aparecieron por ellado oeste y Sigurd solt unos cuantos improperios. Aquello implicaba que no podrarefugiarse en una baha para pasar la noche y mucho menos seguir saqueando por ah.Ealhstan dedic una mueca desdeosa a los nrdicos como si los considerara unoscanallas incapaces de pelear limpio. Escucha bien lo que te digo me hizo saberlevantando el dedo, estos infieles de mierda se echan ms pedos que una vacafeliz. Gir la cabeza hacia el timonel e intent escupir, pero slo emiti un pequeoestallido seco. El nrdico carraspe y escupi una bola densa encima de la traca amodo de respuesta. Ealhstan farfull otro insulto antes de agacharse y envolverse conla capa marrn y frotarse el estmago vaco.Yo tambin tengo hambre me quej, rascndome las costillas. Esta maana hevomitado las tripas. Ahora me siento como si tuviera ratones que me roen las entraas.Pero en vez de compasin, atisb culpa en la mirada del viejo; culpa por traerle unahorda de infieles sanguinarios en vez de una cesta llena de caballas. Que Dios ayudea tu alma errante, decan sus ojos, y dese que el hombre hubiera conservado lalengua para no tener que escoger las palabras por mi cuenta.En su juventud, Ealhstan haba aceptado prestar juramento a favor de un hombreacusado de robo. El acusador era rico y una noche tres hombres le arrancaron lalengua a Ealhstan. Sin un hombre que testificara a su favor, el acusado fueconsiderado culpable y muri siendo esclavo del hombre rico. As fue como Ealhstan sequed mudo, y ahora sus ojos legaosos y mi sentimiento de culpa hablaban por l.Entonces cerr esos ojos y mene la cabeza, murmurando para sus adentros, ycuando mir al carpintero flaco como un palillo con el rostro hinchado y el pelo cano yralo flotando en la brisa, me avergonc de tener miedo mientras un viejo mudomostraba tamaa insolencia.

  • Con la llegada de un fuerte viento del norte, Sigurd dio la orden de izar la vela mayor delana para que sus hombres estibaran los remos y descansaran. A medida que la tela decolor rojo descolorido se hinchaba, los nrdicos aflojaron los hombros y cuellos yestiraron los brazos doloridos. Algunos sacaron dados de los arcones o figuras demadera a medio tallar. Otros afilaban navajas o se acurrucaban para dormir. Dosrepartieron pescado seco y salado y tacos de queso, jactndose de que preferiranavistar tierra y encender una hoguera y comer carne fresca, aunque ello implicaraluchar contra los ingleses.Mientras el sol se pona por el horizonte me sent en la popa agarrndome las rodillas.El mareo me haba debilitado, tena el estmago vaco y me preguntaba si los infielesacabaran viniendo a por nosotros, con los cuchillos ansiosos por acabar lo que habancomenzado en Abbotsend. Pas una mano encallecida por una de las cuadernas deroble del barco, resegu con los dedos el grano de la madera hasta el punto en que lacuaderna se una a una traca del casco como si los dos troncos lisos fueran uno solo.Hay que reconocer que es un trabajo magnfico, Ealhstan declar. Resopl antesde fruncir el ceo y asentir a regaadientes. Los hombres solan llamarlos dragonesde las olas, por lo menos es lo que Griffin me c