El Amigo Manso y El Ciclo Céntrico

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    EL AMIGO MANSO Y EL "CI CL OC N T R I C O DE L A SOCIEDAD"

    Es notorio el afecto v la simpata de los lectores por M xi moManso, por sus serias virtudes y sus curiosas manas, por sus fracasos tanto como po r esas victorias suyas qu e consisten apenas enconseguir a tiempo un ama de cra para su ahijado. Verle comergarbanzos filosficamente y observar cmo se le aclara Hegel contemplando la hermosura de doa Javiera son todava hoy placeresde lector poco comunes. Y tanta suele ser nuestra simpata por estehombre que slo existe paradjicamente, que sin quejarnos demasiado aceptamos incluso que se le compare a veces con don Qui

    jote, aunque sabemos de sobra que quien acierta es doa Javieracuando afectuosa y burl ona ment e le lla ma "caballero qui jotero"(p. 278) *.

    No ser yo, viejo admirador suyo y, como l , "profesor de f i la"(p. 11), quien le niegue o regatee s impat as a Mximo Manso.

    Entraable ha de ser un modesto y estudioso profesor de filosof a,gozoso enamorado, que al acercarse a la muerte le dice castizamentea su amiga la castiza ex-carnicera: "Ya siento los efectos de l grannarctico; voy a tomar postura" (p. 299). Notable es a lo largodel texto el que tan idealista y anti-chulapo

    personaje del Madrid

    de 1880 se adentre a veces en un humor y un lenguaje que, m sall del gnero chico, no alcanzara dimensiones crticas hasta losesperpentos; y ms an quiz lo sea que a pesar de tales gestosverbales, as como a pesar de que desde e l pr incipio sabemos que" n o existe", su desaparicin, cuando llega de manera al parecerabsolutamente innecesaria, nos hunda en el desconsuelo ms realpor ser uno de los raros momentos de la literatura espaola enque, sin abstracciones ni violencia, sin retrica ni melodrama, v i vimos la "tristeza, soledad, indi fere ncia y ol vi do " (p. 298) ' delanticipo de la muerte. Sensacin angustiosa que apenas si se mitiga

    i A lo largo de este trabajo las referencias a pginas de El amigo Manso

    irn en el texto, entre parntes i s , segn la edici n de Alianza Editorial,

    Madrid , 1972.

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    un cuanto gracias al humor y la distancia irnica con que, yamuerto, contempla Manso el mundo que dej, cuando no "exista".

    Todo lo cual no excluye que debamos reconocer que M x im oManso es esencialmente un hombre por dems comn y corriente.Virtudes, defectos, victorias, derrotas, erudicin, sentido del humor:nada en su vida ni manera de ser es en verdad extraordinario, niGalds pretende que lo sea; y hemos de recordar que en el captuloprimero de la novela de su corta vida se nos dice que lo que tenemosentre manos es "un trabajillo de poco a l iento" basado en un "agra

    dable y fcil asunto" (p. 9). Cierto es tambin que ese primercap tu lo ter mi na con una impresionant e afi rmac in de corte agnic ocasi quevedesco (" El dolo r me di jo que yo era u n hom br e" ) en laque se contradice la nocin de "agradable y fcil" y que, al negarparadjicamente a distancia las primeras palabras de la novela ("Y ono existo. . . " ) , crea una tensin de la que no cabe esperar unanarracin comn y corriente. Sabemos que Galds es, en general,un novelista atento a la dignidad humana, sea cual sea la grandezao mediana del personaje que crea; que en su obra, por lo tanto,el que un personaje sea por dems vulgar, no significa que aparezcacomo tal y que no tenga inters humano: hasta los cjiie afirman

    dolorosamente c^ue no existen existen en su obra y atraen nuestra atencin. En las novelas de Galds, a diferencia de las cjue caenen lo que a veces se ha llamado la "falacia de la imitacin" (El Ja-rama, por eje mpl o), el que un personaje carezca de cualidades extraordinarias y le ocurran cosas vulgares, no significa en absolutoque no aparezca viv ien do con la comp lej ida d suficiente para atraeral lector hacia su problemtica. Esta condicin paradjica se dahasta co n personajes principales y que ocupan toda una novela,como "la de Bringas" o "el amigo Manso". Pero no debe el lectorcometer el error que el autor no comete cuando nos lleva a interesarnos por un personaje que, de por s (si "ex is ti era ": fuera dela novela), podra no ser en nada interesante: tal confusin nosacercara demasiado a los modos de leer de don Quijote y de Mme.Bovary; lo cual, en este caso, nos im pe di r a entender que el simptico, noble y querido Manso no fue sino un pequeo burgusrelativamente insignificante.

    Po r supuesto que algo ha de tener Mximo Manso que lo disting ue de los de m s ma dr il e os de su tiemp o, que si no do a Ja-viera, mujer muy lista, no le hubiera tomado tanto apego ni lehubiera encargado la educacin de su hi jo . No es probable queanduvieran por Madrid entre 1877 y 1881, por lo menos cerca de

    doa Javiera, demasiados hombres de sus conoc imie ntos filosficos, de su sensibilidad, cultura, bondad e inteligente afecto irnicopor lo real/vulgar cotidiano. Su mediocridad, por lo tanto, no ha

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    de encontrarse en que es como los ms de los profesionales pequeo burgueses de los cuales, desde luego, se distingue; sino sencillamente, en su manera de ser tal como l mismo, sin irona ninguna, se describe: un "humilde auxiliar" que trabaja con "el pasolento y seguro de las me di a n as " (p. 11). Es decir: que le faltamucho para ser u n Qui jot e (de la Fil oso fa , de la C te dr a, de lAm or ; de lo que sea). De don Quijot e, o de intele ctual "qu ijo te-r o " tiene, si acaso, lo peor; la tendencia a la frase hecha de altaspretensiones:

    Disc pulo soy no ms , o si se quiere, humil de auxi liar de esa falange de nobles artfices que siglo tras siglo ha venido tallando en elbloque de la bestia humana la hermosa figura del hombre divino(p. 11).

    Era preciso - l e dice a su hermano- echar por tierra este vanocatafalco de pintado lienzo y abrir cimientos nuevos en las firmesentraas del verdadero pas, para que sobre ellos se asentara la construccin de un nuevo y slido Estado (p. 62).

    El saber archivado en mi biblioteca pareca venir a m en rayos,como las voces celestes que algunos pintores ponen en sus cuadros,y yo sent en m aquellas voces, tonos y ecos distantes de la erudicin, que me decan cada cual su idea o su frase (p. 145).

    Si socio- econmi camente (y por lo tanto psicol gicamente)M x i m o Manso est incrustado en la pequea burguesa, no pareceestar a mayor altura en el mundo de los valores intelectuales:segn l mismo lo declara, segn se ve en su estilo y segn serevela en que, a fin de cuentas, es exclusivamente profesor deInst i tuto en un Madrid donde hay Universidad y exista ya la Institucin Libre de Enseanza. Y aunque llegar a verse rodeadode gentes que van ascendiendo hacia los centros del poder, l notendr nunca oportunidad de actuar en esos centros (n i, por el

    contrario, en los de la oposicin intelectual). Si por lo tanto, dejndonos llevar de nuestras s impat as creemos ver en Mximo Mansoalgo ms que lo que Galds quiso que fuera, cometeremos, porfuerza, errores de interpretacin en la lectura de la novela de sucorta vida.

    Es curioso, por ejemplo, cmo algn crtico cree haber ledoque Mximo Manso es profesor universitario cuando se nos dicebien claramente que ensea en el Instituto 2 . El error en s no esgrave, pero revela un a tendencia comn a ver en el amigo Mansoms de lo que objetivamente es. Por supuesto que ser ca ted rt icode Instituto no ha de disminuir el talento o valor de nadie (afir

    macin que ni siquiera exige que recordemos a Machado) ; pero

    * Cf. R I C A R D O G U I X N , Tcnicas de Gal ds, Madrid, 1970, p. 100.

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    se trata de unacategora profesional que por ser objetivamenteinferior a la universitaria choca con la tendencia de los lectoresde El amigo Manso a "ascender" a su personaje predilecto. Bien

    puede ser queocurra u ntanto lomismo con lo delkrausismo de

    nuestro catedrtico, enparticular cuando se lesupone noslo krau-sista, sino "modelado" segn nada menos quedo n Francisco Giner(loc. cit.), ya que n i lai mportancia delkrausismo enEspaa es lade u nfenmeno vulgar, n i hombre mediocre era Giner.

    Pero es sta delkrausismo de M x i m o Manso cuestin difcil.

    Los argumentos a favor parecen convincentes y nodeja de serimpresionante que, segn havisto Patti son, tres frases claves quecitaManolo Pea para referirse al pensamiento de sumaestro estnl i teralmente sacadas del Prlogo de Sa lmern y Urbano GonzlezSerrano a laobra del krausista belga G.T I BERGHIEN , Generacin de

    los conocimientos humanos (4 ts.,M a d r i d , 1875-1876) 3 . Sinembargo, habra quetomar encuenta, por ejemplo,quepara estas fechasn i Sa lmern n iGonzlez Serrano eran yakrausistas, sino positivistas 4 ; o queaunque los prlogos quehace Manso a Hegel y luegoa Spencer podran encajar perfectamente dentro de las actividadesde difusin filosfica tpicasde loskrausistas 5, losataques al krau

    sismo puro venan tambin enaquellos aos desde elhegelianismo,el neo-kantismoy los spencerianos.

    A cambio deestas ambigedades ideolgicas nodeja de ser curioso que aldescribirse Manso a smi smo declare: "carezco debuena

    barba yvoy siempre afeita do" (p.11) . N i Sanz del Ro ni Fernando

    de Castro tenan barba; pero la han tenido losm sde loskrausis-tas/institucionistas, especialmente en la generacin de Manso (quesera ms o menos la de G i n e r ) , y alguna especial intencin debehaber en que el amigo Manso nos aclare quel no lleva barba.

    Es curioso tambin queexpliqueque usa sombrero de copa constantemente, hasta enverano (p.12) . E l queensee en el Institutono es de l todo extrao, puesto que profesores de Inst i tuto eranHermenegildo Giner (krausista p u r o ) , Urbano Gonzlez SerranoV Eusebio Ruiz Chamorro /positivistas ex-krausistas) lo sorpren

    dente para u nkrausista (o para u npositivista ex-krausista no ene-

    3 Para el krausismo deEl amigo Manso, vase especialmente, D. L I D A ,

    "Sobre el k r a u s i s mo de Caldos", AG, 2 (1967), 1-27, yEl amigo Manso,

    N e w York, 1963;para la referencia a Tiberghien en particular, vase W. T .

    P A T T I S O N , " E lamigo G a l d s " , AG. 2 (1967), p. 146.

    4 Por influe ncia, al parecer, de S a l m e r n ; cf. V I C E N T E C A C H O V I U , La

    Institucin Libre de Enseanza, Madrid, 1962, t. 1, pp . 188 y242.

    o Cf . P A T T I S O N , art. cit.. y C A C H O V I U , op. cit., p. 381. C A C H O V iu ,op. cit., cap. 7, "Efer vescenci a intelectual bajo la paz pol-

    tica (1875-1876)". Vase tambin , L P E Z M O R I L L A S , El krausiasrno espaol,

    M x i c o ,1956.

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    migo de los krausistas) de quien se nos narran las andanzas entre1877 y 1881 es que, adems de ense ar en el In st it ut o no ense araen la Institucin, que se fund en 1876 y tuvo difcil vida en losprimeros aos, necesitando de la ayuda de todos los fieles, entrelos cuales dieron ciases all, adems de darlas en el Inst i tuto , Hermenegildo Giner, Salvador Caldern y otros ( CACHO V I U , op. cit.,p. 436).

    En este sentido importa notar el total vaco de amistades intelectuales en que vive Mximo Manso. Habiendo venido al mundo

    de su novela en el Madrid de 1877, o sea, dos aos despus de laseparacin de Giner y otros krausistas de la Universidad, cuandose ha fundado ya, como un desafo, la Institucin Libre de Enseanza, cuando se estn llevando a cabo grandes polmicas en elAteneo sobre el krausismo y sobre la ciencia es pa ol a (cf. infra,nota 7), y a pesar de que nos dice que de estudiante t rab "amistad con jvenes de mrito y con afamados maestros", as como quefrecuent "crculos literarios" (p. 15), no encontramos en la novela ninguna relacin con todo ello, no le conocemos a MximoManso ni un amigo escritor, filsofo, librero o maestro y slo unavez se alude a que va o iba al Ate neo (p. 50) . E n cambio - y dif

    cilmente podra pensarse en un comportamiento menos "krausis-t a " - accede a echar u n discurso en un gran teatro para un pblicoconservador y algo menos que intelectual. Y no deja de ser sorprendente tambin que no proteste n i diga nada cuando su hermano le comunica que l y Cimarra, en charla con "el Min i s t ro" ,han pensado que deba ya pasar "a una cte dra de Uni vers ida d"(p. 93) : la falta de referencias "krausistas" que notamos de una

    parte b ien puede tener relacin con este contacto indirecto conministerios que haban antes expulsado a los krausistas de laUniversidad.

    Pero no exageremos en direccin contraria: si Mximo Mansono fuera krausista, ello no invalidara que sigamos pensando queha asimilado ideas y modos de ser de la que fue la tendencia filosfica ms selecta de su tiempo. Segn los trabajos de Den ah Li daesto parece ind isc uti ble por lo que se refiere a su comp orta mien topeda gg ico \ Por lo dem s import a recordar, segn indica tambinDenah Lida (ibid., p. 20 ), que "n o hallamos un modelo f i jo y reiterado" de krausista y que -recordato rio im po rt an te - "menos anencontraremos tipos puros e inmviles en las novelas de Galds".Lo que, al intentar definir el krausismo de Mximo Manso, tal vez

    ' Art. cit., p. 16. Aunque la misma Denah Lid a dice que la dis tin ci n quehace Manso entre e l metaf sico y e l hombre de accin en su "clase famosa",

    "no est de acuerdo con el desarrollo de las ideas de Krause llevado a cabo

    por los di sc p ulo s de Sanz", p. 18.

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    hayamos perdido de vista, sin embargo, es que, contra todo lo quea imp lc ito , conciente o inconc ientem ente, en suponer que nuesro personaje es parte de una tan selecta tendencia, debemos reco

    nocer que Mximo Manso no es ni un educador importa nte ("modelado" segn Giner, por ejemplo), ni siquiera uno de aquelloskrausistas/institucionistas de segunda f i la que, de algn modo, vi

    an en relacin directa con las actividades del grupo: decisivo hade ser en este sentido el que Manso no hable de la Institucini de los institucionistas y que stos no aparezcan para nada en su

    ida (esto es, en la novela). Nuestro amigo Manso, ese "alma deDi os " con (o sin) "m uc ho pesquis", no es sino el sabio del barrioequeo-burgus de doa Javiera; u n simple instrumento paraacilitar los acontecimientos y, en cuanto tal, la realidad ms vular de una pequea burguesa que, en su carrera de ascenso hacia

    metas socialmente aceptables, tiene que negar sus orgenes: es decir,a carnicera, tanto como la existencia mediocre de Mximo Manso.

    Si, por lo tanto, no tiene relaciones con el mundo intelectual delM a d r i d de su tiempo, con quin se relaciona M x imo Manso?nicamente con doa Javiera y Manuel Pea; con doa Cndida

    e Garca Grande y su sobrina Irene; y con su hermano Jos Maray familia. Slo cuando encuentra a Augusto Miquis , cuando alude

    amigos de juventud y, muy de pasada, a su amistad con LenRo ch (p, 116), y cuando se nos dice que ya no se vea con Manolo en el Ateneo, entrevemos otros posibles crculos de amistadesnteriores a los acontecimientos de la novela. En vista, adems,e que es el amigo Manso quien relaciona entre s a las personasue trata, hemos de suponer que para ese f i n le trae al mundo sumigo el novelista. Cumple Mximo Manso su papel a la perfecin y una vez cumplido, cuando los dems personajes va n rectosa hacia sus destinos, desaparece de un mund o que, en todo, su

    pera su mediana.Las relaciones que se establecen a travs de Mximo Manso

    ienen, como todas, un tiempo, un espacio y, ms all de sus aspecos accidentales, una razn de ser histrica que Manso, segn vere

    mos, capta perfectamente. E l ti empo estricto de la novela, seg na hemos tenido ocasin de recordar, es el que d iscurre ent re 1877

    1881: aos en que se consolida la Restauracin. El espacio enue todo se trama es, en Madrid, la casa de Jos Mara Manso, el

    hermano de nuestro profesor. Este Jos Mara Manso, al igualue otros indiano s de su tie mpo, ha vu el to a Es pa a con una granortuna no slo para quitarse de los problemas de una Cuba ya

    emasiado revuelta, sino para colocarse socialmente. Ahora bien,irecta o indirectamente, la importancia social pasaba en aquel

    M a d r i d por la poltica y por la poltica se decide Jos Mara Man-

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    so: ah, a fin de cuentas, se organizaba un a parte esencial de laestructura de l "bloque de poder oli gr qui co" que, segn T u nde Lara, se va formando en Espaa entre 1875 y 1914 8 . Estas fechas (1875-1914), a diferencia de las de 1877-1881, enmarcan elperodo histrico o tiempo a largo plazo de la novela, dentro delcual la trayectoria ascendente de los diversos personajes ha de entenderse como tpica de la formacin de ese "bloque de poder"que aqu y en otras obras ocupa centralmente a Ga ld s.

    Jos Mara Manso -d e quien no vamos aqu a ocuparnos mayormente- inicia en su casa las relaciones y tertulias que, por me

    diacin de su hermano, sern decisivas para Manolo Pea. A lacasa de Jos Mara Manso acuden, entre otros, el rico e influyenteR a m n Ma r a (o Man uel Mar a) Pez, los no siempre prsperospero bien relacionados marqueses de Tellera, el millonario, negociante e influyentsimo Marqus de Fcar, as como "tres ex-minis-tros y muchos diputados y periodistas" (p. 111). No ha de extraarnos que poco antes de l f inal de la novela se nos asegure queJos Mar a Manso, diputado ya, va para marqus sin problemaalguno. N o interesa saber aqu hasta q u alturas lleg realmenteel hermano de nuestro profesor 9 ; lo indudable es que llega a serparte de la estructura de l poder y, en cuanto tal, adems de arribista l mismo, ser el principal vehculo para el ascenso de Manuel Pea -de quien todo estudio de nuestra novela debe ocuparsecentralmente porque para educarle viene a l mundo Mximo Manso.

    Manolo Pea, adems de personaje central de El amigo Manso,reaparece en Lo prohibido y en Torquemada en el Purgatorio. Su"apar ic in" en esta l t ima novela no poda ser ms breve: se lenombra dos veces cuando en compaa de Cornelio Malibrn,"dos chicos y una chica de Pez", Morentn, Manolo Infante y JosMara Vil lalonga, llega de visita a Hernani, a la casa de veraneode Torquemada, durante uno de sus paseos entre Biarritz y San

    S e b a s t i n1 0

    . Ahora bien, en San Sebastin y Biarritz veraneabanentonces, segn sabemos, la aristocracia y la ms alta burguesaespaolas (e inglesas) y ah precisamente, a diferencia del pocofachendoso Torquemada, veranea el ya diputado Manolo Pea consu esposa Irene. Y quines son esos amigos con los que ahora

    8 M A N U E L T U N D E L A R A , " L a bur gue s a y l a forma cin del bloque de

    poder o l i g r q u i c o : 1875-1914", en Estudios sobre el siglo xix espaol , Ma -

    drid, 1971. Se encontrar detallada expl i cac in de este momento de la historia

    de Espaa en e l e sp lndido libro de M I G U E L M A R T N E Z C U A DR A D O , La burguesa

    conservadora (1874-1931), t. 4 de la Hi storia de Espaa, Madrid, 1973.

    Parece ser que no reaparece en otras novelas aunque hay un ma rq u s de

    T a r a m u n d i en Torquemada en el Purgatorio, Torquemada y San Pedro y

    ngel Guerra.

    io Torquemada en el Purgatorio, Parte II, cap. 6, O.C., t. 5, p. 1060.

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    pasea por la Costa Vasca? Vemos que contina su relacin con lafamilia Pez, iniciada en casa de Jos Mara Manso. Y, naturalmente, se ha ampliado el crculo de relaciones: Man olo Infante(narrador de La incgnita) es un jov en rico , pariente de los muyricos Cisneros y diputado por Orbajosa (feudo, no olvidemos, deD o a Perfecta) ; Jos Ma ra Villalonga , diputado tambi n, pero"de la oposicin", es un viejo y rico amigo de Juanito Santa Cruz,bien relacionado con el todo Madrid y probable senador vitalicio.Por lo que respecta a Pepe Serrano More ntn , que tam bi n llegara diputado, interesa citar la descripcin que hace Gald s mismo:

    "E ra el tal -se nos explica- soltero, plebeyo por parte de padre,aristcrata por la materna, socialmente mestizo, como casi toda lageneracin que corre" (ibid., p. 1031). Esta descripcin nos recuerda un impo rtante comentario socio-histrico de M x im o Man so, quien en esto de "la gene ral iza cin " (p. 253-254) era, en efecto,hombre de "mucho pesquis":

    Pronto sera yo -se lamenta en cierto punto- hermano de unmarqus de Casa-Manso o cosa t a l . . . Lo del ttulo era un fenmeno infalible en el proceso psicolgico, en la evolucin mentalde sus vanidades. Jos reproduca en su desenvolvimiento personalla serie de fenmenos generales que caracterizan a estas oligarquaseclcticas, producto de un estado de crisis intelectual y pol tica, queeslabona el mundo destruido con el que se est elaborando...

    Indudablemente, estasdemocracias blasonadas; estas monarquasde transaccin sostenidas por el cabello de un artificio legal; estesistema de responsabilidades y de poderes, colocado sobre una cuerda floja y sostenido a fuerza de balancines y retrica; esta Sociedadque despedaza la aristocracia antigua y crea otra nueva con hombresque han pasado su juventud detrs de un mostrador... quizsanuncia un paso o transformacin, que ser la ms grande que havisto la Historia . M i hermano, que hab a fregado platos, liado

    cigarrillos, azotado negros, vendido sombreros y zapatos, racionadotropas y traficado en estircoles, iba a entrar en esa falange deprceres que son la imagen del poder histrico inamovible y comosu garanta y permanencia y solidez (pp. 96-97).

    Manolo Pea, como su amigo el socialmente "mestizo" Morentn inicia, pues, su entrada en la "oligarqua eclctica" en casa dequien desde u n mostrador, llega ra a mar qu s, reproduc iendo asen su "desenvolvimiento personal la serie de fenmenos generales" de la poca; poco despus se pasea por San Se bas ti n y Biarr itz- d o n d e ya haba pasado su luna de m i e l - con un amigo que es en

    su persona misma la fusin de "sangre" que permite a M xi moManso hablar de "democracia blasonada" y "mestizaje". De este"matrimonio entre la despedazada aristocracia antigua y la for-

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    midable clase me di a " que "naci en Cd iz" 1 1 tratan no pocasobras de Galds; no es otro el tema del estudio ya citado de T u nde Lara; y en el engranaje de la "formacin" del "bloque de poder" que Tun estudia se encuentra, decidido al xito, nuestroManolito Pea.

    Le encontramos de nuevo ah en Lo prohibido. Aparece otravez junto a Villalonga, como uno de los "ntimos" de Jos MaraBueno de Guzmn 1 2 y en cuanto asistente regular a "los jueves deE l o s a " (ibid., pp. 1724-1742), donde se codea con Chapa (galantegeneral carlista), con el secretario de la lega cin de Hola nda , conAle jan dro Snchez Bot n (diputado, inversionista, hermano delmarqus de Tellera), con el general Mora y con "el ministro deFomento". Todo ello narrado por el mismo Jos Mara Buenode Guzmn, quien, como se sabe, es un rico seorito andaluzeuropeizante, residente en Madrid a partir del 80, cuya fortunaes tan grande que haba quien crea que estaba "en la misma categora rentstica de los Larios de Mlaga; Lpez, de Barcelona(Lpez y Lpez, marqus de Comillas?) ; Misas, de Jerez; Cspe

    des, Murgos y Urqui jo de Madr id" (ibid., p. 1685). De algunosde estos seores, cuya importancia real en las finanzas espaolas de

    f i n de siglo no es desconocida, se supone que era amigo Buenode Guzmn ya antes de llegar a Madrid; de otros, como po r ejemplo Urquijo, pasar a ser amigo en la Bolsa (por introduccin del"hortera y carnicero y msico y bolsista Gonzalo Torres", ibid.,p. 1808).

    Pocas cosas ms difciles de probar en un juzgado que la culpabilidad por asociacin; y, desde luego qu e dada la existencia detanto gato que quera pasar por liebre en la Espaa de la Restauracin, quizs no valga recurrir al "dime con quin andas" paraentender q u i n llega a ser Manolo Pea y qu sentido tiene lanovela en que se nos cuenta su educacin y matrimonio. Para

    saber, por ejemplo, si a trav s de J. M . Bueno de Guzmn, deVillalonga o del "ministro de Fomento" podemos o no estableceruna relacin real entre Manolo Pea y - d i g a m o s - el Marqus deU r q u i j o , necesitaramos cierta informacin muy concreta de tipoeconmico o poltico que no se nos da en estas obras porque, desgraciadamente, Manolo Pea aparece en Lo prohibido y Torque-mada en el purgatorio mu y de pasada. Sin embargo, en vista delos lugares y amistades qu e frecuenta; sabiendo, como sabemos, quees rico 1 8 ; habiendo visto lo pronto y bien que llega a dipu tado,parece claro que la trayectori a de Man ol o Pe a a pa rti r de las

    " Apud V . L L O R E N S , " G a l d s y l a b u r g u e s a " , AG, 3 (1968), p. 51.i 2 Lo prohibido, Parte I , cap. 3, O .C. , t. 4, pp . 1692, 1696, etc.

    is Lo declara su madre, p. 24 y lo repite M . Manso, p. 47.

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    lecciones de M x i m o Manso es algo m s que la de una modestacarrera ascendente hacia un simple y decente confort de clase media pasiva, lejos ya de la carnicera de sus padres.

    Podra ser que cuando nos encontramos con casos como el deManolo Pea en la obra de Galds padezcamos de un error de perspectiva que, a grandes rasgos, consiste en considerar a la burguesapintada po r Galds como si fuera siempre una clase media pasiva,tan alejada del poder como pueden hoy estarlo millones de prsperos pequeos burgueses. Desde luego que se dan muchos casosas en la obra de Galds como, por supuesto, se daban en la Espaade su tiempo; pero tambin est en Galds , de manera evidente,por ejemplo en Lo prohibido, la clara descripcin de aspectos diversos de la configuracin del "bloque de poder o l igrquico" mismo. No debemos dejarnos engaar porque todos estos Fcar oBueno de Guz m n o Ur qu ij os o Torq uemadas parezcan tan pocacosa junto, por ejemplo, a Rothschild: as eran en Espaa los poderosos con respecto a "Europa" y tenan conciencia de ello1 4 . Eraaque lla una sociedad subdesarrollada y dependiente , pero su o l i

    garqua era tan o l igarqua como la de cualquier otra parte: ladiferencia que va de un Torres a un Morgan no es sino la que

    va de la Bolsa de M a d r i d a la de W al l Street o Londres. Lo cualsignifica que, en Espaa , un Torres, y ms todava u n Urqui jo ,era un Morgan y que el minis tro de Fomento era, a escala nacional, tan minis tro de Fomento como el de cualquier otro pas. Noes el mundo de El amigo Manso o el de Lo prohibido, por provinciano o marginal que parezca ser (o sea) con respecto a Europa

    un mundo ajeno al poder: frente al idealismo que suele caracterizar las interpretaciones de El amigo Manso fijadas en el estudio

    de la personalidad del maestro, importa entender que la sociedad

    en que se mueven los amigos de Manuel Pea es, aunque de jvenes, inseparable de la del marqus de Urqui jo .

    Y ese m un do de poder, no el de una acomodada y tranquilaclase media madr i lea , es el mundo al que entra Manolo Pea trashaber recibido de M x i m o Manso el m n imo barniz cultural que,sin ser t al vez de l todo necesario, es siempre til . Recordemos,por ejemplo, que al f inal de la novela su madre (y l con ella) semuda al principal de una finca (o casa de apartamentos) queacaba de compra r, nuevecita, en la calle de Al fonso X I I , frente

    al Retiro. Se trata de un dato clave para entender el f inal de lanovela (ydesde el f inal, la trayectoria ascendente de todos sus per-

    w Cf. referencias de Bue no de G u z m n al b a r n de Rothschild y a Josde Salam anca, a quienes pone al mismo nivel de hombres de empresa, tal vez

    i r n i ca me n t e ; Lo prohibido, pp . 1819-1820; y antes, E lo sa , p. 1707, "yo me

    acuesto pensando que soy la seora de Rothschild".

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    N R F H , X X I V " E L AMIGO MANSO" 429

    sonajes, menos Manso) puesto que en 1880 slo la oligarqua vivaen ese rumbo; en el nmero 4 de la calle de Alfonso X I I , porejemplo, en una casa construida po r esas mismas fechas, naci JosOrtega y Gasset en 1883, y ah mismo, en la esquina, viva Maur a(por"lo que hoy lleva su nombre una de las calles qu e sale deA lf on so X I I ) . V a n, pues, los Pea de una carnicera del centrode Madrid, a una zona residencial entonces nueva y lujossimadonde se iban instalando diversos miembros de la ms poderosaburgues a ascendente o ya dominante. Porque si bien los Ortegaeran en los aos 80 parte de lo que Tun llama "la otra burguesa", Maura llegara a representar el poder mismo. Barrio -sociedad dominante- en el que pueden convivir gentes al parecer contrarias, al igual que Manuel Pea convive con Villalonga y otrosa pesar de tener ideas algo " m s radicales" (Lo prohibido, p. 1731),o al igual que Mximo Manso, "ab oli cio nist a" (p. 57) y enemigodel "r g im en ol ig r qu ic o que hoy pr iv a" (p. 116) tolera a su hermano, a Cimarra, a los Pez y educa a Pea para el xito que a lmismo le ha sido negado. No es acaso sorprendente imagi nar quedoa Javiera Pea, "hace poco apenas carnicera, fue vecina en suda de los seores Maura y Ortega y Munilla? Sin embargo, as es

    en El amigo Manso.Y es que era aquel mundo, segn explica Galds en Fortunata

    y Jacinta, como una "colosal enredadera" cuyos "vs t agos " aparecen "revueltos y cruzados" en no se sabe q u "misterioso enlace";de modo que "hay quien dice que Pepe Moreno Vallejo, el cordelero de la Concepcin Jernima, es primo hermano de donManuel Moreno-Isla, uno de los Moreno que atan perros conlonganiza. . . [y] hay un Mu o z y Apa ris i, tri pic al ler o en las inmediaciones del Rastro, que se supone pr imo segundo del marqusde C asa- Muo z. . ." [etc.] 1 5 . Pero no slo se extiende la nueva clasedominante desde una cordelera hasta u n reciente marquesado,

    sino que, como para que quede an ms claro el hecho histricode la fusin entre vieja aristocracia y nuevos poderosos, encontramos tambin en Fortunata y Jacinta que este marqus de Casa-Muoz, "de la aristocracia mone tari a", es pariente de "un lvarezde Toledo, hermano del duque de Gravelinas, de la aristocraciaantigua"; de lo que resultaba "no s qu irnica armona de laconjuncin aquella de los dos nobles, oriundo el uno del granAlba y el otro sucesor de don Pascual Muoz, dignsimo ferreterode la calle de Tintoreros" (ibid., p. 138). En co mp a a de talesgentes, dicho sea de paso, aparece cenando en ocasin ntima elamigo de Manolo Pea, Villalonga (loe. cit.).

    Si volvemos ahora al proceso de educa cin de Man ol o Pea,

    Forlunanta yJacinta, en O.C., t. 5, p. 67.

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    vemos que., desde el principio, su maestro Manso, a pesar de andaren Babia (p. i 2 4 ) , tiene mu y clara idea de cmo funciona la sociedad de su tiempo:

    Es evidentsimo [se dice a s mismo este "alma de Dios con mucho pesquis" Cp. 24)] que la democracia social ha echado entre

    nosotros profundas races, y a nadie se le pregunta quin es n i dednde ha salido para admitirle en todas partes y festejarle y aplaudirle, siempre que tenga dinero o talento. Todos conocemos a diferentes personas de origen humildsimo que llegan a los primeros

    puestos"y aun se al ian con las razas histricas.El dinero y el ingenio, sustituidos a veces por sus similares, agio

    y travesura, han roto aqu las barreras todas, estableciendo la confusin de clases en grado ms alto y con aplicaciones ms positivasque en los pases europeos, donde la democracia, excluida de lascostumbres tiene representacin en las leyes. Desde este punto devista, y aparte de la gran desemejanza poltica, Espaa se va pareciendo, cosa extraa, a los Estados Unidos de Amrica. . . Las improvisaciones de fortuna y posicin menudean. . . (p. 48) .

    Sin embargo, Manso tambin sabe que

    . . . esta transformacin, con ser ya tan avanzada, no ha llegado alpunto de excluir ciertos miramientos, ciertos reparillos en lo que

    toca a la admisin de personas de bajo origen en el ciclo cntrico,digmoslo as, de la Sociedad. Si el bajo origen est lejano, aunquesolamente lo separe del tiempo presente el espacio de un oar de

    lustros, todo va bien, muy bien. Nuestra democracia es olvidadiza,pero no ha llegado a ser ciega. .. (loe. cit.).

    Y sabe, por lo tanto, que " M a n o l i t o tendra que luchar para abrirse paso en la sociedad y para ocupar en ella un puesto conforme

    a sus altas dotes" (pp. 47-48) .

    " De l icada cuest in! " , exclama el amigo Manso. Y lo es, enefecto, para quien siendo al parecer un pur s imo educador dedica,sin embargo, sus mejores energas a facilitar la entrada de su alumno a ese "ciclo cntrico, digmoslo as, de ia sociedad". Porque nootra cosa quiere M x i m o Manso para "aquel Manoli to Pea" , aquien, a pesar de ser "tan listo, tan discreto, tan distinguido, tannoble en todo y por todo" llamaban todava cuando l lo tomabajo su tutela " e l h i j o de la car nicera " (p. 49 ). Manso va a serinstrumento fundamental en ia correccin de tal injusticia, paralo cual, "como el muchacho era r ico y haba de representar enel mundo un papel muy airoso", decide cult ivar en l "la forma, el

    buen parecer, el estilo, pues estilo es esto que da al carcter lo quela frase al pensamiento; es decir, tono, corte, vigor, personalidad"(p. 47)- idea pedaggica sta muy poco krausista y que no difiere,

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    en verdad, de los pragmticos deseos de doa Javiera, quien ponea su h i jo en manos de Manso porque quiere "que sepa todo loque debe saber un caballero que vive de sus rentas " (p. 24) . Siendo

    Manolo, como segn e lla va a ser, " u n gran seor, un caballero"su educacin ha de consistir en " labrarlo, amigo M anso " (p. 23) .Y bien claro nos dice su maestro - q u e le ll am a nada menos que

    "d iv ino mu ch ac ho " (p. 171) - que lo que ha hecho con el "grandeingenio" de ManoloPea es, en efecto, darle "la vestidura del arte","la pedrer a " en que ha de bri l lar menos toscamente (loe. cit.).Puesto que M x imo Manso tambin sabe que en Manolo Pea"ha querido la Naturaleza hacer el hombre t ipo de la poca presente. . . cortado y moldeado para su siglo ", en el cual encaja "como

    encaja en una m qu ina su pieza p r inc ipa l " (p. 173), lo' extraono es que deje sus amores con la " n ia de Vandesol", que sea diputado por decreto especial en que se le dispensa su juventud , queviva social mente con y como Villalonga, Bueno de Guzmn, Casa-Muoz y Juanito Santa Cruz; lo extrao es que Manso se sorprendade ello; que declare Manso, aunque slo sea momentneamente ,su "pasmo" por el avance social de"Manolo y ele Irene (p. 296 ).

    Esta sorpresa, por cierto, no es en lo esencial distinta de la que

    en Torquemada en el Purgatorio siente Rafael frente al xito delprestamista:

    . . . usted - l e dice a Torq uema da - me ha dado el gran petardo,porcue no slo le admite la sociedad, sino aue se "adapta ustedadmirablemente a ella. Crecen como la espuma sus riquezas, y la

    sociedad, que nada agradece tanto como el que le lleven dinero, nove en usted el hombre ordinario que asalta las alturas, sino un sersuperior dotado de gran inteligencia. Y le hacen senador, y le admi

    ten en todas partes, y se disputan su amistad, y le aplauden y glorifican, sin distinguir si lo que dice es tonto o discreto, y le mimala aristocracia, y "le aclama la clase media, y le sostiene el Estado,

    y le bendice la Iglesia, y cada paso que usted da en el mundo esun xito y usted "mismo llega a creer que es finura su rudeza y suignorancia ilustracin. . . (O? C, t. 5, p. 1108).

    A la larga, sin embargo, Rafael descubre, como M x i m o Manso,que Jo que ocurre en la Espaa de la Restauracin es que

    . . . la monarqua es una forma vana; la aristocracia una sombra.En su lugar reina y gobierna la dinasta de los Torquemadas, vulgoprestamistas enriquecidos. Es el imperio de los capitalistas, el patri-ciado de estos Mdicis de papel mascado. No se quin di jo que lanobleza esquilmada busca el estircol plebeyo para fecundarse ypoder vivir un poquito ms. .. (ibid., p. 1110) .

    L o dice negativamente quien desde su perspectiva de aristcrata en decadencia se ha negado al "mestizaje" social y, consecuente-

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    mente, acabar suicidndose; pero la met fo ra central ("M di cis depapel mascado") tiene su origen en lo que de s mismo piensa laclase ascendente, segn se ve por las palabras con que Ma no loPea responde a ciertas quejas de su maestro:

    Yo quiero hacer algo,magister; yo necesito accin. Esta vida detiesura social y de pasividad sosa me cansa, me aburre. Estoy en laedad dramtica, vov a ser pedante, en el momento histrico que novacilo en llamar florentino, porque su determinacin es arte, pasiones, violencia. Los Mdicis se me han metido en el cuerpo y se han

    posesionado de l como los diablillos que atormentan al endemoniado (pp. 122-123).

    Cuando Galds escribe estas novelas de l "mestizaje" social hacaya treinta aos -por ejemplo en El dieciocho Brumario- que Ma rxhab a descrito la medio crid ad de la nueva sociedad burguesa, lamanera antiheroica que tenan sus "actores" de ser algo as como"Mdicis de papel mascado"; otros tantos haca que Julin Sorelhab a descubierto que el prosperar en tal sociedad burguesa no era,en verdad, cuestin de "talento" 1 6 . No nos sorprenda el retraso:sabemos ya, contra opiniones muy difundidas hace todava pocos

    aos, que hubo en la Espaa de la segunda mi ta d del x i x un fuertedesarrollo capitalista; pero sabemos tambin que es un desarrollotardo y, por lo tanto, peculiarmente conflictivo. Si aadimos queeste desarrollo es lo que hoy ll am ar a mo s (y deb er amo s insistir enllamar) dependiente, no puede extraarnos la repeticin tardade ciertos modelos de comp orta mien to. Lo que debe importarnoses la extraordinaria coherencia y objetividad de la obra galdosiana.Dada esta objetividad abrumadora poco importa preguntarse, segn lo hace antes que nadie el mismo M x i m o Manso, si ManoloP e a es o tal vez va a ser u n homb re "s in pr in ci pi os " La pre gun ta se la han hecho tambin los crt icos 1 8 . Me incl ino a estar deacuerdo con D . L I DA (art. cit., pp. 1 9 - 2 0 ) en que Manolo Pea norevela ser especialmente maligno, aunque, dadas las exigencias dela sociedad en que vive, no veo que debamos suponer que no vaa resultar " t an poco escrupuloso como Jos Mara Manso" ni quevaya a ayudar al "progreso gradual" de Espaa. Es dudoso quesiendo Manolo Pea un joven arribista de la sociedad de la Res

    " Segn creen todava M. Manso y, desde luego, Manuel Pe a ; cf. por

    ejemplo, pp. 48 y 290 de la edi ci n aq u usada.

    " Se pregunta el amigo Manso: " Tendremos en l una de tantas emi

    nencias sin principios, o la personif icacin del espr i tu prctico y positivo?",

    p. 46.

    is Es la idea expresada por G. A. D A V I E S e n "Ga l d s El amigo Manso: A n

    experiment in didactic method", BHS, 3 9 ( 1 9 6 2 ) , y que refuta D. L I D A

    (art. cit., p. 1 9 y nota 64 ) .

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    taur aci n tuviera la inten cin o la posibilidad de reformar grancosa: no hay ms que recordar su comportamiento puramente retrico y vano en la velada de teatro dedicada a beneficio de laretrica y vana Sociedad General para Socorro de los Invlidos dela Industria. Man ol o Pe a es rico , tiene ciert o talento, ambicionessociales y mucho don de gentes: salvo traicin a sus posibilidadesobjetivas, a la tendencia histrica de su clase, no poda sino subiren un mundo donde, frente a la tradicional dominacin de la aristocracia empieza a llegar al poder la que, a falta de otra cosa hadecidido presentarse como la "aristocracia del tal en to " (p. 290) .

    Por lo dems no se le plantea a Pea su relacin con la sociedad a la manera de aquel J u l i n Sorel que entenda el "talento" enel sentido heroico del que, segn vio Marx claramente, carecaprecisamente la sociedad burguesa. Para Manolo Pea y para laEspaa de su tiempo tener "talento" es ya, sin tapujos, saber subir(o en el vulgar madrileo de entonces y de ahora: trepar). Anteeste hecho objetivo, de poco sirve entrar en valoraciones subjetivasacerca de si era o no hom bre de "p ri nc ip io s" .

    Tan claro es ello para M x i m o Manso que hasta viviendo enamorado y, por lo tanto, ciego, entiende perfectamente a Irene una vez

    pasado el asombro. A Irene la ha hecho as, se dice a s mis mo, "l aluc ha por la vi da" (p. 266) (idea en la que, por cierto, revela yaManso un cierto "positivismo" filosfico del que hablaremos). En vista de lo cual acepta como inevitable que la que vea como "la mujerperfecta" (p. 80) sea, en verdad, una mujer de "distincin vulgar", una "dama de tantas" co n "ambiciones burguesas", "modelode la mediocridad en el gusto" cuya ambicin es figurar en la numerosa clase de la "aristocracia ord inar ia" (p. 262-263). A lo quesigue, necesariamente, la "Sentencia f inal : era como todas. Lostiempos, la raza, el ambient e, n o se de sme nt an en el la" (p. 29 6).Y es que, en efecto, pensndolo bien, lo asombroso hubiera sido

    que Irene y Manolo hubiesen prefer ido (y podid o) llevar otrorumbo. Quizs no est de ms recordar aqu unas tristes palabrasde Urbano Gonzlez Serrano acerca del fracaso de la Uni ver sid adprogresista que en su momento dirigi Fernando de Castro:

    La universidad que renov en parte su personal docente durante el periodo revolucionario -escribe en 1888-, que practic lalibertad de enseanza, que desagravi a los profesores expulsadospor liberales, educa a aquella juventud, que si no prepar aceptde buen grado la restauracin (apud CACHO V IU , op. cit., p. 2 13 ) .

    Entre aquella juventud universitaria han de contarse, por cierto,Juanito Santa Cruz y su amigo Villalonga, amigo ms tarde de Ma-

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    nol i to Pea, el que us de Mximo Manso para adquirir un barnizde cultura sin tener que molestarse en asistir a la Uni ver sid ad quele aburra.

    Quizs sean demasiado obvios los aparentes conflictos de Elamigo Manso: Irene, muj er perfecta vs. Irene, mujer de "distincinvulgar"; Manolo inteligente y bueno vs. Manolo oportunista; Mximo Manso, hombre de mucho "pesquis" vs. M x i m o Manso, hombre que vive en Babia; intil profesor de filosofa vs. prctico in

    diano; hegelianismo del principio vs. spencerianismo de l f inal, etc.Como resulta en realidad difcil "acoplar y emparejar las cosas msheterogneas" (segn quera Jos Mara Manso porque eso era" l o verdaderamente in gl s ", p. 112) y como es larga entre intelectuales la costumbre de inclinarse por lo "quijotesco" (real o aparente), as se lee generalmente El amigo Manso; lo que permi teque queden demasiados cabos sueltos. Debido a ello no se atiendelo suficiente a la "mediocridad" de Mximo Manso, ni a lo arque-tpico de Irene y Manolo y se pasan en silencio ciertos detallesclaves.

    As, por ejemplo, es comn notar que en su elogio de Irene,M x imo Manso declara que le parece una "mu je r del No rt e" , "denaturaleza super ior", "de maravillosos equilibrios", "mujer razncontrapuesta a mujer frivolidad" (pp. 79-80) : pero no se insiste losuficiente en que, con el mismo entusiasmo, segn Manso se dicea s mismo "He aqu la mujer perfecta", aade que es "la mujerposi tiva " (p. 80 ). El mis mo adjetivo se emplea para describir demanera no negativa a Manolo Pea ("Le seducan las cuestionespalpitantes y positivas", p. 45) . Y a lo largo de la novela se establece una rel aci n entre "p os it iv o" (y "pos iti vis ta" y "de positivismo ") y las nociones de lo u t i l i tar io y lo pr cti co, de modo , por

    ejemplo, que ya despus de su dec epci n amorosa, M x i m o Mansose refiere elogiosamente al "genio prctico de primer orden" deIrene, gracias al cual ha logrado t r iunfar en "la lucha por la vida"

    (p. 267) . Y no podemos olvidar que en ese mismo sentido se hadescrito M x i m o Manso a s mismo cuando nos dice que es poseedor de un "espritu observador y prctico", que vive con "razn" y" m t od o" , lo que le permite tomar "las cosas como son" (p. 16) ,evitando as la creacin de "vanas fbricas de viento y humo"

    (p. 11) . Por supuesto ou e - c o m o siempre lo ha hecho la cr t ica-hemos' de entender estas palabras irnicamente: a fin de cuentas,,-qu si no "fbrica de viento y humo", en barroca imagen, fue su

    enamoramiento? Sin embargo, el hecho es que Mximo Manso tomaen efecto, "las cosas como son", no slo en lo que a sus amores ya su mor i r se ref iere ("ya siento los efectos del gran narctico; voy a

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    omar postura", p. 299), sino, sencillamente, en lo que se refiere

    l enorme cambio de vida que !a llegada de su hermano le signiica. He aqu cmo se explica l este cambio: "yo empezaba a for

    marme una segunda rut ina de vida, aco mo dn do me al medio localatmo sf r ico; que es ley que el mu nd o sea nuestro molde y no

    uestra hechura" (p. 89).

    Dudaremos nosotros en calificar tan poco "quijotesca" actitude "posi ti va " (o, como le dice l a Irene y luego a Man ol o: de

    encuadrada" en "un marco de positivismo", p. 251; o de "inspi

    ada" en "ideas de posi tivi smo ", p. 274) ? Vayamos a n m s lejos:a actitud de Mximo Manso ante el mundo, seria filosofa vivida

    onradamente, " encuadra" dentro del mismo "ma rco " ideol gico

    ue la vana ret r ica de su hermano cuando ste declara vulgar

    mente que las cosas caen del lado que se inclinan (p. 95) . Nuestro

    rofesor de filosofa se burla de su hermano por su apego a tales

    ugares comunes, pero ta mbi n se bur la de l su her mano despus

    e su discurso, y no por "krausis ta" o "he geli ano" (idealis ta), sino

    orque a pesar de que su discurso ha sido "pr c ti co y fil osfico y

    odo lo que quie ras " (p. 168), no ha gustado ya que, en rigor, lo

    ue le falta al amigo Manso - s e g n su hermano al me no s- es,

    encillamente, talento. A fin ele cuentas, no le hemos odo decirulgaridades como aquello de que "lo que debe ser es; la razn de

    as cosas t r iunfa de todo" (p. 241) ? (A Pea , en cambio, en qu ie ne un r ival, Jos Mara Manso le critica el que en sus discursoso diga na da '" pr c ti co ", p. 189).

    No se trata de prop oner aqu - p o r oposi ci n a lo que se ha

    icho de su kr au si smo- que M xi mo Manso es un riguroso posi

    vista. En cuanto "pensador" no pasa de ser un eclctico que,entro de sus amplios conocimientos, y entre abstracciones, repre

    enta, en verdad, un vul gar pragmatismo que se disfraza de "f i lo

    of a" con toques de romanticismo e idealismo. Es el positivismoa ideol og a domina nte de la burgues a en el l ti mo cuarto deglo, lo mis mo en los pa ses exportadores de capi tal y de ideas

    ue en los pases dependientes: inmersos en sus t picos m s vul

    ares viven los personajes de El amigo Manso, inclus ive el buenatedrtico. Es ello obvio en la mana de Jos Mara Manso polo prcti co y en su vol un ta d de reconciliar - c o mo C o m t e - lorreconciliable: "l a insurre cci n y el Estado, la M on ar qu a y la

    epbl ica , la Iglesia y el l ibre examen, la Aristocracia y la Iguala d" (p. 112) . Pero d eb er a mo s ser capaces de reconocer la misma

    deologa en qu ien, corno M x imo Manso, tras "hartarse " de "poe

    a y de idea li dad" (p. 89) - como si eso fuera lo que u no haceon la poesa- , acepta la im po si ci n de las costumbres del her

    mano oportunista, llega incluso hasta a usar diariamente el frac

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    para visitar su casa y predica que es ley que el mu ndo sea nues tro

    molde y no tambin nuestra hechura; o en quien, como Manolo,en verdad no quiere con sus pretensiones de hombre del Renaci

    miento sino un alegre v ivir en la poltica mediocre de un mediocre pas subcapitalista. La realidad objetiva del "mestizaje" oligrquico que Galds recrea, se da tambin en la ideologa y, en verdad, las reconciliaciones que pretende llevar a cabo Jos MaraManso no son sino las que se hicieron durante la Restauracin,durante el proceso de creacin del nuevo bloque de poder oligrquico: lo que Galds, como muchos llamaba "pasteleo" Desdeesta perspectiva pierde gran parte de su sentido el tratar de di lucidar si un personaje-instrumento de esa sociedad era realmente

    krausista o positivista, o neoka ntia no

    En tal mundo "positivo"M x i m o Manso es, pues, digno maestrode su "amado d isc pulo" , de su " h i j o espiritual, Man uel Pea" , yno le falta razn cuando al prepararse para vol ver al L i m b o , cumpl ido ya su papel declara: " H e dado m i f r u t o " (p. 299) . Lo queno excluye, sino que exige, que por dedicarse a las cosas prcticas de su tiempo, Manolo Pea y gentes que le rodean hayan olvidado todo "lo que yo ense" (p. 301) . . . salvo, seguramente, las

    frases hechas, las citas adecuadas de los clsicos para adornar discursos, etc. No excluyamos tampoco la necesidad de que doaJaviera, muy cercana todava a la realidad ms aparente y real cotidiana, y seguramente enamorada de Manso, no ent ienda del todo

    estas palabras que dice al mor i r su buen amigo.

    Sabemos que Galds pens en 1870 - y " se ha citado m u c h o -que la clase media era el "gran modelo, la fuente inagotable"

    y que a "ser la expresin de cuanto bueno y malo existe en elfondo de esa clase" haba de dedicarse "la novela de costumbres"."La grande aspiracin del arte l i terario en nuestro tiempo es dar

    forma a todo esto", escribe. A ello se dedic insistentemente y,puesto que lo caracterstico de la clase media a fines del xix enEspaa fue su ascenso al poder y su justificacin ideolgica fueu n positivismo de mesa de domin, es ste uno de los temas centrales de sus novelas contemporneas . Con sus conflictos y contradicciones es la esencia misma, por supuesto, de la serie de Torque

    mada; segn he indicado en otro trabajo 1 9 no se entiende Fortunata y Jacinta sin tomar en cuenta la presencia de este tema, tal

    como aparece especialmente en el largo y detallado principio socioeconmico del cual tambin aqu nos hemos valido para entenderalgunas cosas; y el tema es inseparable del adul te ri o en Lo prohi

    bido. Con menos detalle y en tono menor, m s implcitamente,

    19 " O n the birth of F o r t u n a t a " , AG, 3 (1968) .

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    N R F H , X X I V ' I X AMIGO MANSO" 437

    debe tambin este gran tema darnos la pauta de nuestra lecturade El amigo Manso; por lo menos a u n primer nivel que , pordiversas razones, ha pasado desapercibido en la crtica, lo que, asu vez, ha facilitado ciertos errores de interpretacin de los que

    aqu se ha tratado.

    University of California,

    L a Jolla, California.

    CARLOS BLANCO A G U IN A G A