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STUDIOS CASIONALES ENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOJURÍDICAS tJ La ciudadanía multicultural y la política del reconocimiento Daniel Bonilla EDICIONES UNIANDES Facultad de Derecho

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  • STUDIOS CASIONALES

    ENTRO DE

    INVESTIGACIONES SOCIOJURDICAS

    tJ

    La ciudadana multicultural y la poltica del reconocimiento

    Daniel Bonilla

    EDICIONES UNIANDES Facultad de Derecho

  • Contenido

    Presentacin 7

    I. Introduccin 9

    II. Etica de la autenticidad, poltica del reconocimiento y liberalismo: la mirada de Charles Taylor 14 1. El individualismo y el sentimiento de declive cultural 14 2. El individualismo: sus caractersticas bsicas y las crticas

    fundamentales 15 3. Horizontes ineludibles 19 4. La poltica del1econocimiento 22 5. El reconocimiento y sus consecuencias en la rbita poltica 23 6. La poltica del reconocimiento igualitario, el principio de la

    dignidad universal, el principio de la diferencia y el liberalismo 25 7. La poltica del reconocimiento y elmulticulturalismo 28 8. Algunas aproximaciones crticas 30

    III. Will Kymlicka y los derechos diferenciados de grupo 34 1. Algunas precisiones en tomo a la palabra multiculturalismo / 36 2. Las minoras nacionales y los grupos tnicos 36 3. Estados multinacionales y Estados politnicos 37 4. Los derechos diferenciados en funcin del grupo 38 5. Protecciones externas y restricciones internas 40 6. La confusin entre derechos colectivos y derechos

    diferenciados en funcin del grupo 40 7. Los derechos diferenciados en funcin del gmpo y el liberalismo 42 8. Los derechos diferenciados en funcin del grupo y la justicia 45

    La igualdad 46 Pactos o acuerdos histricos 48 La diversidad cultural 49

    9. Los Estados, los derechos diferenciados en funcin de gmpo y el liberalismo 50

    10. La tolerancia y el liberalismo 51 11. Algunas aproximaciones crticas 54

  • TV. Estudio de caso 57 1. Hechos 57 2. Anlisis de los hechos: preguntas y respuestas 58

    A. La comunidad arlwaca y la clasificacin de las minoras culturales de Kymlicka 58

    B. Los conflictos 60 c. La solucin a los conflictos 61

    a) La legitimidad de las restricciones internas 61 - Primera hiptesis 61 - Segunda hiptesis 64 - Tercera hiptesis 66 - Cuarta hiptesis 66 - Quinta hiptesis 67

    b) El derecho de autogobiemo y la expulsin del pastor blanco 67 e) Las minoras nacionales y la intervencin de terceros

    en sus asuntos 68 d) Los jueces, la comunidad arhuaca y la fusin

    de horizontes de perspectivas 69 3. La sentencia de la Corte Constitucional 70

    La estructura bsica de la sentencia SU-510 de 1998 71 A. Ties problemas jurdicos 71 B. Las pruebas: sntesis y anlisis 71 c. La solucin de los problemas jurdicos 72

    a) La doctrina de la Corte Constitucional 72 b) Primer problema jurdico: legitimitad de la imposicin

    de lmites a la libertad religiosa de los indgenas evanglicos por parte de las autoridades arhuacas 74

    e) Segundo problema jurdico: de los delitos y las penas 74 (i) El delito de apostasa, la violacin de usos y

    costumbres tradicionales y la severidad de las penas impuestas 75

    (ii) Las prcticas religiosas restringidas: proselitizacin y culto ptblico 76

    (iii) Distribucin de bienes y recursos 76 D. Tercer problema jurdico: la expulsin del pastor y el lmite

    a la libertad religiosa de los no indgenas 77 4. Anlisis crtico 77

    A. Marco terico de la estructura de la sentencia 77 B. La actitud hacia el otro 80 c. La unificacin de la doctrina constitucional 81 D. El primer problema jurdico 84 E. El segundo problema jurdico 86 F. El tercer problema jurdico 88 G. El salvamento de voto del Magistrado Remando Herrera 89

  • Presentacin

    Como elemento fundamental para el fortalecimiento de sus reas estratgicas de investiga-cill, el CIJUS ha ampliado el propsito inicial de los Docume11tos Ocasionales como espacio de difusin de las i11vestigaciones realizadas en el Centro, para incluir los trabajos de investiga-cin individual o grupal realizados por miembros de la Facultad de Derecho que por su contri-bucin al debate terico de un tema y su relevancia acadmica, resultaban compatibles con los intereses del CIJUS.

    El presente Documwto Ocasional tiene como fin contribuir a l~flexinlf.JJ.rk!Lg_!lJQ.J.1!!!._P los problemas y retos quep!'f!Se]z tfl eLrecouocimiento de Colombia como Est.ado.plurit7_1fQ y multicultural. Aun cuando este carcter cobija tanto a las comunidades ind enas como a otras CO_!!.Iltnidades lu icasrlos.lextos_cons1iJJJcia11ales:.riendelJ 11javorecerJas~ . ~ereclws-deJas_prim_@!S.

    Las relaciones entre el derechJLe~latal~Jos.ot:denamientas y visiones del mundo de las c~mwnidades i114ige11as en ColottzQig,.JJs como las naturales tensio11es intertnicas e i11tratnicas que esta concepcin de Estado implica, no han encontra.ciQ_Slljiciente.l:espuesta.mlos.texto!?Jggg]Es que desarrollan los prin~JLzomw~_C:QJffitituJ;[Q1J[!lg w la matericz. Ha sid~rtg_~oustitucional, a travs de cerca de trei1zta fallos de tutela y constitucionalidad,lE!l!:!!Jw !_XJ!1!E.cf2. 1!1}2'-!:!!EL.fie:.itzterprf?La..cill~ derechos reconQCi.dos_a_..los_J11Leblos_il1digwas 11 el alcaJJ:f_e_deJa proteccin constitucional. El derecho a la integridad tnica y cultural, el derecho a la supervi-

    . venca, a la prese:vaci11de su hbitat natural, a la propiedad colectiva sobre la tierra ocupada por la comunidad, el derecho de autodeterminacin poltica y el derecho a administrar justicia en su territorio, so11 algunos de los derechos fundamentales reconocidos a las comunidades indgenas como grupo.

    A raz de WJJLdeJos..casos .. de.tutelCL.I11l5_djfJJil.es y estimulantes presentados ante la Corte Constitucional en sus diez mios de existencia, en el cual se encontraban en (Onflicto la lif;.ert!!f! df conciencia individual y los derechos de las com:tm_idade.s_imlige~zas a determinarse J2.0r su cosmovisiii111:ezTg~:pregwzta sobre las implicaciones de organizar zm estado democ~~; y nlltlticulturapudo~ser analizada a la luz de los parmetros que propo11e la filosofa poltica actual.

    El documento de Daniel Bonilla, aborda la problemtica del multiculturalisnzo a partir de zm marco terico que toma como punto de partida las .lZ!.'EJJllestas de dos d~.los a_cadmicos ms 111]2J!J1autes.eHe_?f!_lt;J_l!!_l, como son Will Kymlicka- _def.de]Jilem:ia liberal -JLCharle.s.Ia.y.[Qr-desde_elcomw.z~o. Una vez aclaradas las principales tesis y sus implicaciones, el profesor Bonilla hace w1 interesante ejercicio de anlisis de la sentencia SU-510 de 1998 a la luz de estas dos visiones. -----------

  • I. Introduccin

    A lo largo del siglo XX hemos presen-ciado un intenso proceso.-deiractura y re-_

    ~g~po~!ci(>n_g~J~~Q:t~~ cultu~ales. Los lmites polticos, econmicos, socia-les, religiosos y geogrficos que en otras pocas aislaban de manera ms o menos precisa a las diversas comunidades cul-turales, se han venido resquebrajando, haciendo que el entrecrnzg_mie_l}to cl~J~

    f11ltiplesyistQI1~~ del D,l:tg}do, propias de cada una de estas comunidades, se_!:QI1-vi~:t:!!__ en_E!l fe,v_Ql!l_E;?!l;2 PE?Pi9_~E;?.lJ}lE?Stro tiempo, caracterstico de los estados -~()_ntemporneos. La dinmica y las ne-cesidadesCiercap'italismo, !as guerras, la pobreza, las facilidadespara transportar-se-slvando.fCiTmente--Io_s_olJsfcws geogrficos, los gobiernos autoritanos,

    e~s [C!~tQI~'-11~11 li~C:ho.que DuE:.s-tro tiempo se caracterice por una profun-da mov1lldad de los in.Qbzid.u_vs,~J20L1:: ri-lens~~ olE?ada~ggr.?toria~Slue han de- : terminad~ __ hibridad.Jl._culhl.rll--}'.JE. roviveocia de mltiples visiones cultu-rales en un miS!ll9-~~p_a_C1g~ggrfico-po-1ic. _________ _

    Sin embargo, el que este fenmeno haya asumido una dinmica vertiginosa en el siglo XX no significa que sea nue-vo. En r~aJidad,JaJ:o.talidad de la poca modernacpor no ir ms atr;E;n la histo-ria ele- Occidente, evidencia un-intenso

    en_trec;mz_a1TI!eri!9~cle.~ciirtiii:~@-~~cruzamient()_!!sualmente se ha origina-do y se na desarrollado a partir de

    ----enfrentamientos v..iolento..s, pero tambin lo ha hecho ~Pil_~ir_ci_~.figJJI-como la

    similacin_y:laglohaliza_ciQILQ~--~l}~S_fulturles. Como consecuencia de este fenmeno l~y_c>JlLdsdo!'.Pill!'el' son hoy culturalmente diversos. En los lS4 estad~s-que ex!sten"enla"acfualidad habitan 5.000 grupos tnicos que se co-munican a travs de idiomas pertenecien-tes a 600 grupos lingsticos1 Los pases en donde todos los ciudadanos hablan un) solo lenguaje y pertenecen a la misma co- .1 munidad tnica son la excepcid. \

    Ahora bien, este entrecruzamiento cul-tural frecuentemente__gen_era efectos po-

    __ sitivos. El encuentro de diversas formas ~ de interpretar el mundo, de abordar la relacin con el "otro", consigo mismo y con la naturaleza, permite un ensancha-miento de los horizontes de comprensin que enriquece la vida de las comunida-des y de los individuos que las compo-nen; este ensanchamiento permite que los sujetos se acerquen al mundo disponien-do de mayores herramientas, tericas y prcticas, para interpretarlo y para ex-traer de l los elementos necesarios para su supervivencia y bienestar.

    pero, as mism.Qla...c..Qnvivencia de di-versas culturas es tambin motivo de se-

    ri()~_EEoblemas. En_p.fi!Iler lugr,-estyf _ie_de_terrnliiarcr.iteriruqiru::ala-a:IStil2u-.ciD de los recur~.o:llihlg!' en la co-munidad teniendo en cuenta las dismiles necesidades de cada una de estas visio-nes del mundo. :fu} segundo lugar, el del papel que debe jugar el Estc@o . .enJ.Qii}p, a,.....cada~pn-de_es_Qs_p:ro.z:edgs-v:ital~s~.~En tercero, el de determinar cules de los in-

    ,~-----

    1. Will Kymlicka, La Ciudadana Multiwltural, Paidos, Barcelona, 1996, p. 13.

    2. Islandia, Corea del Norte y Corea del Sur son frecuentemente mencionadas como ejemplos excep-cionales de pases culturalmente homogneos.

    La ciudadana multicultural y la poltica del rec01zacimiento ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS DICIEMBRE DE 1999

  • iexeses de las diversas culturas resultan just~sW.till1iQ:cu_~}_es debei~~er pro-

    t~gids l.lmvs .del orderiamieilto ]~fidico. En ltimo trmino, y subyaciendo a todos-l()sproblemas mencionados,- se encuentra la dificultad de conciliar lo uno con lo alverso, deconvivir reconociendo yaC:-e}JtailCfii!iife~~~ci_d~LoJr.ciSi-eUi1-fll1jo 1l_:!Je_es.a diferencia p:JJ_ecie tener sp-bre lo_'_??t11ltO$Ins .. bsicos para la .. con-vivencia . . __ ,..._ __ ,

    Los P-.roble_Jl~ __ y__las...oportunidades queabre elmulticulturalismo son parte esencial de la realidad d~J1:!Jestro conti-nente. Los problemas son de diversa n-dole: desde las tensiones_p.ol.ticQ _:?ocia: le~_~t:?tentes_en Canad en treJa proyin:-

    ~

  • to de que Colombia _es paspluricultu-ral, ~Q.QSagra una amplia garnade derechos para las comunidades min,odtarias (J..illgsticos, educativos, territoriales, etc.) que pareceran privilegiar la posicin de que stas deben gozar de un alto nivel de auto-noma, mientras que, por otra parte, procla-ma que Colombia es una repblica unitaria.

    Los anteriores hechos son fuente de ml-tiples preguntas: Qu significa realmente que la Carta Constitucional ggclar~ gue so-mos un pas pluricultural teniendo en cuen-ta que nos encontrarnos en 1111 E1')tagQ_ social de derecho, democrtico y l2~Ji.9:E.'!J::ivo, que busca la igualdad materialde-todosJoiaii-dadanos? Qu consecuenQ.a~ pol_ticas,~c:onmicas y sociales trae o.deberat:ra~r.r_ara las comunidades minoritarias eL anterior hecho? Cules debens~r los criterios que guen la relacin entre _el Estado central y las mencionadas culturas? Cul es el gra-do de autonoma que~deh~tas comunidades? Cul elg!l_cl-. . .d~jiJJ~~vencin legtima del E~t__c!9_s~ntrLenJa vida de las culturas no hegem.n:.as.? Qujmplicaciones tiene2ara el sistema educativo nacional, si se tieneencuenta que este es uno de los principales veh-culos para la transmisin de tradiciones y para la superviviencia de las mismas? Qtl_ conecu.encitiene_J2raeLsistema judicial de la ~!Y:Qrja "blanca" el que se reconozcala posibilidad de quelasauto-ridades de culturas mindes~~_materia~.l!}os valores que la Carta poltica.ITnptilsa, crear.oaproXli11"arseane-vos paradigmas"inle!pretatl.vos quE:'_ ten~. en ~ei1!aJ..partis:IJ.l~ realid~ocial,_~cof!:mica y poltica denuE.'strQpas_uQtorgt,In ~mentos.qu~lOOal:t.seJ.:...tiles.par.a...com:prenderla y transformarla. Estos instrumen-tos tencos poddan abrir horizontes que perrnifu!'!Il..l:!_l11r a las distinta_~ instancias ciel gs>_12i~rno y dE.' la .f:?Q_ciedac;LciviJ, .PQ.~iciQ:nes dismiles a las ciic:tac;is.porJa tradicin, frntealos desafos reseadost._y dar.L~J.ID-solucic)n coherente a losmismosatravs.del-ti. 4 empo.

    4. Vale la pena resaltar que un elemento fundamental en la elaboracin de este nuevo modelo ha de ser el de su cfug.IS.in.canJ.as comunidades afectadas,j_as gue debedan.pm:tigg.a.r.!-..I)to en el nivel de la ~uccin..te.rica,.como en el de la toma de decisiones. Es claro, que slo as se hara real el prop-sito constitucional del respeto por la diferencia. Una aproximacin distinta implicara que de hecho la cultura hegemnica siga siendo hegemnica, en tanto habilitada para definir cules son las diferencias relevantes y cul ha de ser la forma de protegerlas.

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  • Desafortunadamente en Colombia no se_ hJ:l ~~~U
  • herramientas tericas desarrolladas-por Kymlicka y Taylor servirn como prin-cipales instrumentos de anlisis6

    En sntesis, podramos decir que con este escrito se pretende establecer un di-

    -logo intercultural. Un dilogo g_ue tiene cpiiloprotagon~t_a_s_las visiones te~ de K ymlicka y TlY!Qr y algunos aspectos delas dinmicasque desarrolla el multi--e:t1Hl.milismo en ColombTa.-~Es~ta 'Cfiscu-sion;mediada por el autor de este~, bu:;;;_ determinar cules de los instru-

    , mentas conceptuales que estos pensado-res defiencfen-podrasr'"-' tiles para comprender; interpretar ~f~cionafiaS tensiones. que gene~nVivem:!a-

  • II. Etica deJa. autenticidad, poltica del reconoctmtento y liberalismo: . la mirada de Charles Taylor

    E~te acpite tiene como objetivo anali-zar la estructura bsica de las interpreta-ciones que defiende Charles Ta:ylor sobre la poltica del multiculturalismo as como las consecuencias que sta genera en el plano poltico de las comunidades. De igual forma se busca hacer explcito el hilo argumentativo que le permite cons-truir y sustentar al filsofo canadiense tales posiciones. Con el fin de concretar este ltimo objetivo, se har una concisa sntesis del individualismo, de las crti-cas que se le hacen a sus formas degra-dadas y de la defensa que hace Taylor de esta perspectiva moral, cuando es inter-pretado como ideal de la autenticidad. Del mismo modo, se evidenciar cmo para Taylor este ideal est estrechamen-te relacionado con la construccin de la identidad de los seres humanos y cmo, tambin para el autor, sta se construye dialgicamente (nunca monolgicamen-te) en el marco constituido por los hori-zontes de perspectivas que determinan a cada sujeto. Posteriormente, se mostra-r cmo para Taylor el reconocimiento, no reconocimiento o falso reconocimien-to del otro, es vital para el ser humano y cmo este fenmeno tiene consecuencias importantes en el plano poltico de una comunidad y en el de los modelos teri-cos que han de guiar la conducta de los individuos en esta rbita.

    1~ El individualismo y el sentimiento de declive culturaF

    No son pocos los hombres de finales del siglo XX que experimentan cierto grado de malestar cuando se enfrentan, viven o ana-lizan algunas facetas de la cultura moder-na. En efecto, determinadas mistas que com-ponen la experiencia de la modernidad son interpretadas por muchos individuos de nuestros das como claras muestras de de-clive culhtral. Atmque no hay acuerdo so-bre cundo comenz este proceso de dete-rioro (despus de la Segunda Guerra M un-dial?, desde los primeros a:f.os del siglo XVI?) Hoy existe mediano consenso sobre el naci-miento y desarrollo del proceso mismd.

    Para Charles Taylor la sensacin de des-censo cultural que pem1ea la cotidianeidad de muchos hombres de nuestros das es cau-sada, principalmente, por tres fenmenos: el individualismo, la razn instrumental y las consecuencias que estos dos factores tie-nen en el plano poltico de las sociedades contemporneas. Estos puntos no son los nicos que componen la dinmica que mu-chos experimentan como decadencia cultu-ral, pero son tal vez algtmos de los que de-terminan su estructura y algunos de los que generan mayor inquietud entre los filso-fos morales y polticos contemporneos9

    7. Las reflexiones que se desarrollan en ese acpite tienen como fuente principal las siguientes obras de. Charles Taylor: Fuentes del yo, Editorial Paidos, Barcelona, 1996; Etica de la aute11 ticidad, Editorial

    Pa~d?s, Barcelona, 1994; Multiwlturalismo y poltica del recol!ocimiento, Fondo de Cultura Econmica Mex1co, 1993. '

    8. Charles Taylor, Etica de la aute11ficidad, Editorial Paidos, Barcelona, 1994, p. 36.

    9. Ibdem.

    La ciudadana multicultural y la poltica del reconocimiento ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS - DICIEMBRE DE 19gg

  • Estos tres tpicos, desde la.perspec-tiva de Taylor, han sido profusamente estudiados y discutidos en diversos mbitos acadmicos y sociales gene-rando la sensacin de que se conocen en profundidad. Mas el complejo en-tramado de ideas y discusiones que gira en torno a ellos oscurece muchos de sus elementos estructurantes. Este hecho ha generado un desfiguramien-to de sus lmites y posibilidades que resulta perjudicial para comprenderlos y determinar las consecuencias, posi-tivas o negativas, que tienen para los seres humanos. Es por ello que para Taylor vale la pena analizarlos nueva-mente, tratando de iluminar algunos aspectos que han sido marginados o distorsionados por anteriores interpre-taciones e intentar una nueva que los muestre en toda su complejidad y ri-queza.

    Dado el objetivo que nos hemos planteado en este acpite, la razn ins-trumental y las consecuencias que tie-nen este fenmeno y el del individua-lismo en el plano poltico de las comu-nidades, se abordarn brevemente a travs de notas de pie de pgina o co-mentarios puntuales. Por el contrario, el individualismo ser analizado am-pliamente de manera que podamos evidenciar el camino conceptual que gua y sustenta las posiciones que Taylor defiende en torno a la poltica del multiculturalismo, as como sus consecuencias en la rbita poltica de las comunidades contemporneas.

    10. Ibdem, p. 38.

    11. Ibdem, p. 67.

    2. El individualismo: sus caractersticas bsi-cas y las crticas funda-mentales

    El in_por Taylor e-trmnsgenricos como la posibilidad que tienen todos-los seres humanos de elegir su proyectode-buen vivir. Esta postura se fundamenta en un profundo escepticismo que determina la imposibilidad de argumentar racional-mente en materia moral y que exige que cada sujeto busque su realizacin inten-tando ser fiel a s mismo10

    Como fenmeno cultural el individua-lism-o puede ser anai.z-ado desde dos perspectivas. La primera busca eviden-ciar sus lmites, contradicciones y fallas, as como explicitar los vacos que gene-ran las formas degradadas en las que ha devenido. La segunda tiene como objeti-vo reinterpretar el mencionado fenme-no buscando sus componentes fuertes, esto es, buscando aquellos elementos que pueden aportar elementos para la com-prensin de algunos aspectos de la reali-dad contempornea y para guiar a los individuos por sus intrincados caminos.

    Analizando el individualismo desde la primera perspectiva, muchos crticos de la modernidad, incluyendo a Taylor, consideran que ste ha devenido en for-mas degradadas que crean sujetos cen-trados en s mismos, alejados de cual-quier compromiso con el otro, con su co-munidad o con la naturaleza11 Se trata

    La ciudadana multicultural y la poltica del reconocimiento ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS- DICIEMBRE DE 1999

  • pues de una perspectiva que ha creado una cultura narcisista que determina que los seres humanos asuman una relacin instrumental con todo aquello que no los constih1ye, que vean en el otro o en la na-turaleza meros instrumentos para la con-secucin de fines que han sido elegidos a utnomamente12

    De esta forma el individualismo de-genera en un relativismo acomodaticio en el que cada individuo elige sus propios valores y asume que es imposible argu-mentar racionalmente sobre ellos. Se tra-ta, pues, de na perspectiva moral autoindulgente que legitima el resultado de cualquier eleccin que haga el sujeto

    sobre su proyecto de buen viVIr, trivializando as la reflexin y el debate moral. Es talla trivializacin a la que con-ducen las formas degradadas del indivi-dualismo, que ellas mismas llevan a su autoanulacin. En efecto, los individuos, ante la angustia y la inseguridad que cau-sa el no tener un horizonte moral cierto, acuden cada vez ms a supuestos exper-tos (guas espirituales, lderes de sectas polticas o religiosas, etc.) que puedan guiarlos por el camino moral adecuado13

    Algunas otras de las objeciones que se oponen a las formas degradadas de indi-vidualismo estn dirigidas a las conse-cuencias que stas traen para la prctica

    12. Este punto entronca con el segundo sntoma que muchos hombres de hoy perciben como smbo-lo de declive cultural: la razn instrumental. Este tipo de razonamiento es definido por Taylor como aquel tipo de reflexin que busca encontrar el medio ms eficiente para la conquista de un fin previa-mente determinado. Se trata pues, de encontrar la mejor relacin costo-beneficio entre los medios dis-ponibles y el objetivo que se persigue. Ver Ibdem, pp. 40-44 y 121-134. No hay duda que este tipo de razonamiento es til en ciertos mbitos y ciertas materias; la cuestin, para los crticos de este fenme-no tpico de la modernidad, es que ha tomado tanta fuerza que amenaza con apoderarse de todas las facetas de la vida humana. Es as como ciertas decisiones que deberan tomarse con base en otros criterios, como las relacionadas con la proteccin de la nahtraleza o las que buscan distribuir recursos

    escasos entre los individuos que conforman una comunidad, lo son en trminos costo- beneficio, ha-ciendo que ciertos fines independientes que guan nuestras vidas se vean opacados o marginados por la bsqueda de mayor rendimiento.

    Las consecuencias que esta razn instrumental tiene en la rbita poltica son, para muchos, preocupantes.Para Taylor, la sociedad tecnolgica-industrial, as como el urea de prestigio que cubre a la ciencia y a la tecnologa ejercen una presin muy fuerte sobre gobernantes y ciudadanos para que el clculo costo-beneficio sea el nico criterio a partir del cual se toman las decisiones que determinan la configuracin de los asuntos polticos de la sociedad.

    La potencia que ha alcanzado este tipo de racionalidad est directamente relacionada con la desapa-ricin de los viejos rdenes morales que otorgaban una explicacin para el orden de la sociedad y de la naturaleza. Cuando stos son suprimidos, dando paso al individualismo, la estruchtra de la sociedad y el destino de la misma pueden reinterpretarse teniendo en cuenta nicamente la felicidad o el bien-estar de los individuos. Para Taylor, es claro que la hegemona de la razn instrumental en nuestras comnidades es un factor que empobrece las vidas de las mismas, as como las de los ciudadanos que las componen. El imperio de este tipo de razonamiento cierra mltiples caminos para redirigirlas, para reinterpretarlas y por tanto comprenderlas de manera diversa. Ahora bien, aunque los anteriores he-chos innegablemente componen la dinmica de nuestras comunidades, Taylor considera excesivos los anlisis que indican que stos construyen una jaula de hierro en la que nos hallamos encerrados y de la que no podemos escapar; o de la cual slo podremos huir una vez se haya eliminado la estruchtra capitalista de nuestra economa y las formas estatales que nos rigen. Taylor considera que no estamos absolutamente condicionados por los mecanismos impersonales guiados por la racionalidad instru-mental y que tiene sentido preguntarse por cules son los fines de nuestra vida individual y comunita-ria y si stos deben ser materializados a partir del esquema medio-fin. Sobre este tema ver Ibdem, pp. 40-47 y 121 -134 y 135-146.

    13. Ibdem, p. 51.

    La ciudadalla multicultral y la poltica del recoocimiento ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS - DICIEMBRE DE 1999

  • poltica de las comunidades. Para sus cr-ticos, los sujetos que estn inmersos en la cultura-m:a!vid:uaista cor.Cb-en la r-bita pofiticade-manera puramente ins-trumenta1. Se interesan en la prctica poltica de su sociedad no porque estn convencidos de la importancia de hacer parte del debate que determinar el fu-turo de su comunidad, sino porque cons-tituye el espacio en el que se hace posi-ble la consecucin de ciertos bienes ne-cesarios para la materializacin del pro-yecto de vida de cada uno. As se abre la posibilidad de que surjan tiranas blan-das, gobiernos paternalistas en los cua-les al sujeto no le preocupa nada distinto a que el Estado le otorgue los suficientes bienes para el desarrollo de la perspecti-va moral que ha escogido14 Los indivi-duos entonces, empiezan a padecer lo que Taylor llama un encerramiento de co-razones. Se convierten en seres inmunes a las exigencias de la ciudadana, la soli-daridad y la historia15

    Ahora bien, para Taylor las crticas antes expuestas iluminan puntos del in-dividualismo que pocos consideraran plausibles y que la mayora intentara neutralizar. Aunque tambin cree que con ellas se oscurece el fuerte ideal que es-conden las formas distorsionadas del in-dividualismo: el ser fieles a nosotros mis-

    14. Ibdem, p.44.

    mos16 Esto es lo que el autor llama, ana-lizando el individualismo desde la se-gunda perspectiva sealada, "el ideal de la autenticidad". Este ideal es definido como la construccin de un modo de vida superior o mejor a partir de lo que cada uno debera desear. Es decir, que esta ti-ca de la autenticidad exige y defiende que las personas tengan como reto y derecho el definir autnomamente lo que ha de ser su proyecto de buen vivir, hacia don-de han de dirigir sus esfuerzos de autoconstruccin17

    Por otra parte, el ideal antes expuesto, puede hacerse ms slido si distinguimos entre el acto de elegir un proyecto de buen vivir y el contenido del mismo. El hecho de que valoremos la eleccin au-tnoma de la perspectiva de buena vida, no implica que el contenido de la misma ha de tener en cuenta nicamente los in-tereses egostas del sujeto que decide. De esta forma no hay razn alguna para que los contenidos del proyecto de buen vi-vir no tengan en cuenta las exigencias que genera la convivencia con otros hombres y con la naturaleza18 Esta distincin per-mite contrastar las potencialidades que el ideal de la autenticidad posee y las for-mas distorsionadas del individualismo que confunden los dos elementos men-cionados y que conducen a los sujetos

    15. Taylor considera que el mejor antdoto contra estas formas paternalistas de Estado radica en la construccin de una vigorosa cultura poltica que valore la participacin de los ciudadanos en los debates sobre el futuro de su comunidad y que est atenta a evitar la sensacin de impotencia y de aislamiento que genera el que el gobierno tome decisiones sin consultar a sus ciudadanos

    16. El ideal fuerte del individualismo es oscurecido no slo por las crticas que se hacen a sus formas degradadas (que impiden acceder al ideal mismo) sino por el profundo relativismo moral en el que stas se sustentan. Este relativismo, as como el escepticismo que lo funda, impiden la discusin argumentativa entorno al ideal, mantenindolo en la sombra.

    17. Ibdem, p. 51.

    18. Ibdem, p. 51.

    La ciudadalla multicultural y la poltica del reconocmiellto ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS- DICIEMBRE DE 1999

  • hacia proyectos de vida radicalmente egostas, desentendidos de todo aquello que no se relaciona directamente con sus ms estrechos intereses. De esta manera se puede evidenciar cmo el trabajo de Taylor se dirige hacia una reinterpreta-cin del individualismo, par rescatarlo de visiones que lo empobrecen y que lo conducen hacia formas pervertidas19

    Ahora bien, aunque el ideal de la au-tenticidad es defendido por casi todos los ordenamientos jurdicos occidentales20, las posiciones en torno a l son dismiles. Algunos tericos lo consideran como uno de los mayores logros de la modernidad, al que pocos estaran dispuestos a renun-ciar; otros lo consideran valioso aunque inconcluso, en tanto su materializacin est limitada estruchualmente por facto- res que determinan nuestra realidad como el sistema econmico imperante y la concepcin patriarcal de la familia; otros ms fijan una posicin ambigua frente al mencionado ideal en tanto se impone cuando los rdenes morales tra-dicionales quedan al margen. Para estos ltimos crticos, si bien los antiguos ho-rizontes morales limitaban en ciertos as-pectos al ser humano, en otros lo alimen-

    , ' .

    taban e 'impulsaban de manera notable. En efecto, tales estructuras morales le proporcionaban al individuo una inter-pretacin ordenada del universo, en don-de se indicaba su 'posicin, la de los otros hombres y las reglas, lmites y virtudes de la dinmica social. Es as como para estos crticos el ideal de la autenticidad implica la prdida de la dimensin he~ roica de la vida presente en esquemas morales pasados. El extravo de un valor superior al hombre por el cual vale la pena luchar y morir es considerado por muchos un costo inmenso que contrasta cori "los pequeos y vulgares placeres que se buscan en pocas democrticas", placeres que estn centrados casi exclu-sivamente en la satisfaccin inmediata de los deseos del individuo.

    Taylor, sin embargo, considera que es-tas ltimas crticas no comprenden ade-cuadamente la fuerza moral que respal-da al ideal de autorrealizacin. Es claro que en nuestros das existe cierta laxitud moral, pero es evidente tambin que sta no es exclusiva de la modernidad o ms especficamente de los ltimos aos del siglo XX. Taylor cree que si se hacen ex-plcitos los antecedentes directos21 del

    19. De igual forma en la labor acadmica de Taylor se evidencia cierto afn moralizador que busca alertar a los sujetos inmersos en la cultura del individualismo de los riesgos que corren, al no darle a sta una interpretacin fuerte, de caer en trivializaciones de la misma que estrecharan ineludiblemente sus vidas. Ver Carlos Thiebaut, Recuperar la moral: la filosofa de Charles Taylor, (introduccin) en Ibdem, pp. 11 - 23.

    20. El ideal de la autenticidad es defendido en la mayora de los ordenamientos jurdicos occidenta-les a partir de la consagracin de derechos como el libre desarrollo de la personalidad, la libertad de conciencia, la libre expresin, etc.

    2L Taylor considera como antecedentes indirectos de la tica de la autenticidad al individualismo no comprometido de Descartes y al individualismo poltico defendido por Locke. En el primero la exigencia es que cada persona piense por s misma de manera autoresponsable y en el segundo se trata de hacer a la persona y a su voluntad anteriores a las obligaciones sociales. Ver Charles Taylor,Fuentes delyo, Editorial Paidos, Barcelona, 1996, pp. 159 -173 y 175-192. Son antecedentes indirectos, pues aunque la tica de la autenticidad se nutre de ellos tambin los crtica. Cuestiona la racionalidad no comprometida de la perspectiva cartesiana y el atomismo que no reconoce lazos con la comunidad de la posicin de Locke.

    La ciudadmza multcultural y la poltica del reco11ocime11fo _ ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS- DICIEMBRE DE 1999

  • ideal de .la autenticidad ste podr hacer-se aun ms fuerte y responder a los crti-cos que lo objetan. aorando un pasado, supuestamente, ms atractivo. Est~ ejer-cicio le permitir adems al autor cana-diense evidenciar la fuerza moral que respalda nociones como la de autorreali-zacin y algunas de las ms importantes razones por las cuales los hombres de hoy se ven compelidos a actuar de conformi-dad con las directrices del ideal en cues-tin.

    El primero que articula el ideal de la autenticidad. es Rousseau. En efecto, el filsofo suizo es el primer pensador que da forma al ideal moral escondido tras las nacientes formas de individualismo que determinaban los lmites de la cul-tura europea del siglo XVIIP. El punto de partida de Rousseau es la hiptesis de que los seres humanos estn dotados de un sentido inhlitivo de lo que es bueno o malo. Cada ser humano posee una voz interior que ha de seguir para actuar de conformidad con la moral, voz que cada uno ha de interpretar para construir su propia perspectiva de buen vivir. Por lo tanto, para comprender qu es el bien y qu el mal, es necesario adelantar un pro-ceso de introspeccin que lleve a estable-cer contacto con la voz de la naturaleza que est anclada en el interior de cada individuo, voz interior a la cual Rousseau llama el sentido de la existencia23 El apor-te de Rousseau es importante, pues por primera vez en la modernidad estar en contacto con nuestros sentimientos mo-

    rales adquiere significado independien-te y crucial. ~e convierte en algo que he-mos de alcanzar si queremos ser verda-deros seres humanos.

    Ahora bien, si con Rousseau se articu-la el germen de la tica de la autentici-dad con Herc:Ier sta crece y se desarro-lla. Para este pensador alemn cada ser humano posee una interioridad que lo diferencia de los otros hombres, interio-ridad que ha de seguir para ser fiel a s mismo y realizarse como individuo. Con esto nace la idea, novedosa para la mo-dernidad, de que cada ser humano po-see una profundidad interna en la que se halla la fuente de la moralidad y a la cual hay que apelar para encontrar el m,odelo de buen vivir que ha de seguirse. As, las diferencias entre los hombres adquieren relevancia moral exigiendo que la fideli-dad frente a s mismo implique la fideli-dad a la propia originalidad24 Las re-flexiones de Herder frente a este tema, claramente condicionadas por la perspec-tiva romntica en la que se hallaba inmer-so, se extienden tambin a los pueblos. Cada pueblo tiene su propia forma de ser, a la cual ha de profesar fidelidad y se-gn la cual ha de comprender y guiar sus destinos. He aqu la semilla de los nacio-nalismos contemporneos.

    3. Horizontes ineludibles Como ha sido expuesto, el ideal de la

    autenticidad defiende el derecho que te-

    22. Charles Taylor, Elmrtltiwlturalismo lf la poltica del reconocimiento, F.C.E:, Mxico, 1992, pp. 48-49. De igual forma ver tica de la autenticidad:Ibdem, pp. 61-65.

    23. El principal contendor de este sentido intuitivo de la moral es el utilitarismo, especialmente aquel que tiene relacin con los clculos prudenciales que permitiran la consecucin del reino de los cielos y por tanto evitaran el castigo divino. Ver Ibdem, p. 61.

    24. Multiculturalismo y poltica del reconocimiento, Ibdem, pp. 49-51.

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  • nen los individuos a definir .utnorria-menf-su proyectode-buen vi~ir,~~~~lamando adem.s~que este proceso de de-finicin no exige que el. contenido de la decisin incluya nicamente los intere-ses egostas de los sujetos. Se hace claro entonces que dentro de los requerimien-. tos que hace la autenticidad no est la> exclusin de las exigencias que la solida-ridad, la ciudadana y la historia hacen a los seres humanos. Si analizamos atenta.: mente las anteriores afirmaciones podre-mos ver que el ideal de la autenticidad est estrechamente relacionado con el proceso de construccin de la identidad individual. En efecto, cuando estamos definiendo nuestro proyecto de buen vi-vir estamos definiendo lo que somos y tratarnos de dar respuesta a las pregun:.. tas de dnde venimos? y hacia dnde vamos?25

    Para muchas personas inmersas en la cultura individualista, an entendida como ideal de la autenticidad, esta din-mica de autoconstruccin debe y puede ser materializada de manera aislada por cada sujeto. Esta interpretacin monol-gica del proceso de construccin de la identidad individual busca neutralizar la influencia de agentes externos en las de-cisiones que debe tomar cada sujeto so-bre la materia en cuestin. Es as como se busca que el individuo decida libremen-te su proyecto de buen vivir y por tanto cmo se autodefine y cules son sus me-tas y esperanzas.

    Para Taylor la anterior interpretacin de lo que puede y debe ser el proceso de construccin de la identidad individual es poco plausible, puesto que subestima el carcter dialgico de la vida humana y olvida el hecho de que el horizonte de

    perspectivas que determina a los seres hrilanos condiciona ineludiblemente las decisiones que cada uno asume consigo mismo. Este horizonte de perspectivas constituye el marco dentro del cual es posible la eleccin, marco que si bien in-cluye ciertas opciones, excluye otras, pro-porcionando los parmetros de significa-cin que permiten determinar cules co-sas valen, cules no y cules tienen poco valor. Si no se acepta la existencia de cier-to entramado de circunstancias que le indican al sujeto qu es valioso y qu no lo es, inevitablemente se cae en un relativismo blando que acenta el valor de la eleccin misma. Este relativismo legitima el contenido de la eleccin en tanto que es fruto del libre arbitrio del sujeto, desconociendo que las cosas no son significativas nicamente porque un individuo lo determine. Si as fuera nin-guna alternativa sera significativa ya que todas lo seran. No existira un criterio independiente del acto de elegir que per-mitiera evaluar el valor moral del conte-nido de lo seleccionado.

    Esta compleja estructura de valores, sentimientos, intuiciones e ideas consti-tuye pues el espacio a partir del cual nos construimos. No podemos escapar de sus redes ya que es a partir de sus vectores que desde nuestra infancia nos compren-demos y comprendemos el mundo. Aho-ra bien, aunque estamos constituidos por este entretejido de creencias y conviccio-nes, es posible distanciarse parcialmente de l, cuestionarlo y en ocasiones cruzar sus lmites y ampliar sus parmetros. Para Taylor, comprender adecuadamen-te el papel que juega el horizonte de pers-pectivas en el que estamos inmersos, y dentro de l, el lugar que ocupa el otro

    25. Taylor define la identidad como el proceso de autoconstruccin que plantea respuestas a las preguntas quines somos? y de dnde venimos?. Ver Etica de la autenticidad, Ibdem, pp. 70 y 67-76.

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  • en la construccin de la identidad resul-ta crucial. El pensador canadiense consi-dera que es a travs de este marco de re-ferencias como nace la posibilidad de convertirnos en seres humanos plenos. En efecto, es en este plano de fuerzas en donde adquirimos los lenguajes26 que nos permiten auto-comprend~~rnoS, y por tan-to, definir una identidad.

    nicamente a partir del lenguaje es que somos capaces de dar razn de lo que somos y ste se adquiere a partir del ho-rizonte de perspectivas que nos condicio-na, especficamente a travs del contacto con el otro, del estrecho lazo que nos une con lo que Taylor llama los "otros signi-ficativos". Muchos autores acompaa-ran a Taylor hasta este punto. Sin duda diversos tericos y ciudadanos recono-cen el enorme ascendiente que tiene el marco de referencias en el que nos mo-vemos en el proceso de autodefinicin individual. Mas paso seguido a esta con-cesin, recomiendan a los seres humanos enfilar todos sus esfuerzos hacia la minimizacin de los efectos de tales condicionamientos. Es decir, aconsejan a los individuos fijar como idea regulativa la interpretacin monolgica de la cons-truccin de la identidad27.

    Taylor argumenta que la anterior po-sicin no tiene en cuenta que el proceso

    de construccin de la identidad es un proceso continuo de. creacin y destruc-cin. En efecto, durante el desarrollo de ste el individuo defiende interpretacio-nes sobre s mismo que cuestiona de manera constante y que en ocasiones intercambia o complementa con unas nuevas. En esta dinmica incesante, el contacto con el otro resulta fundamental pues su reconocimiento, no reconoci-miento o falso reconocimiento, determi-na la interpretacin que el individuo tie-ne sobre s mismo y por tanto, segn sea el caso, su deseo de transformarla o afir-marla28. De esta manera, dice Taylor, "el que yo descubra mi propia identidad no significa que yo la haya elaborado en el aislamiento, sino que la he negociado por medio del dilogo, en parte abierto, en parte interno, con los dems"29. Quienes defienden el ideal monolgico en esta instancia, segn Taylor, tampoco tienen en cuenta que en la mayora de los casos, sino en todos, la definicin del proyecto de buen vivir incluye ciertos valores que slo pueden ser vivenciados a travs del contacto con el otro30 Es decir, mucho de lo que somos y queremos ser est nti-mamente ligado y condicionado por el encuentro y convivencia con otros seres humanos31 Marginarlos de este proceso significa abrir espacios para ver frustra-das las propias expectativas y metas.

    26. Taylor entiende el vocablo lenguaje en un sentido amplio que incluye lenguajes corporales, gestuales, artsticos, etc. Ver Ibdem, p. 68.

    27. Ibdem, pp. 69 -70.

    28. De esta forma el contacto con el otro es una relacin que no se puede descartar de manera absoluta a pesar de los deseos y esfuerzos del sujeto. Taylor considera que ni siquiera el ermitao o el artista solitario es capaz de lograr la anulacin total del carcter dialgico de la vida. El primero, mantiene como interlocutor a la divinidad y el segundo, a los potenciales espectadores de su obra. Ver Ibdem, p.70

    29. Multiculturalismo y poltica del reconocimiento, Ibdem, p. 55.

    30. Etica de la autenticidad, Ibdem, p. 70

    31. En palabras del autor "nuestra comprensin de qu es una buena vida puede transformarse por medio del disfrute en comn con las personas que amamos ... algunos bienes se nos hacen accesibles solamente a travs del disfrute comn". Etica de la autenticidad, Ibdem, p. 70.

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  • be esta forma el horizonte de perspec-tivas que envuelve a las personas, y den-tro de l la presencia del otro, son a la vez un hecho ineludible que las determi-na y un fenmeno que genera exigencias normativas para quienes desean asumir el individualismo como ideal de la au-tenticidad.

    4. La poltica del reconocimiento

    En el acpite anterior se expuso de manera breve cmo el ideal de la auten-ticidad, y por tanto el proceso de cons-truccin de 1a identidad est determina.:. do por la mirada del otro. De esta forma~ la elaboracin de las respuestas a las pre-guntas: qu soy, de dnde vengo y hacia dnde voy no se desarrolla de manera aislada, solipsista. Por el contrario, este proceso se desenvuelve dialgicamente, en estrecha pugna con el otro. Es as como el ideal de la autenticidad involucra la idea de reconocimiento. Esta idea parte de una hiptesis fundamental esbozada en el anterior acpite: el reconocimien-to, no reconocimiento o falso reconoci-miento del otro determina de manera notable la forma en la que me compren-do. As entonces el reconocimiento no es una cortesa que el otro me hace sino una necesidad humana vital cuya au-sencia puede generarme un dao in-menso32.

    La articulacin de esta idea nace, se-gri el anlisis de Taylor, cuando se eli-minan las estructuras jerrquicas de la sociedad que dan base aJ honor. En el antiguo rgimen lo que el sjeto es, su identidad, depende del lugar que ocupa en el esquema social y el honor que se deriva de tal posicin. La identidad en-tonces, se deriva socialmente y depende de las desigualdades que constituyen a la comunidad. En efecto, para que unos tengan honor es menester que otros no lo tengan. Si todas las personas fueran igualmente honorables, la idea de honor y su valor moral perderan sentidd3.

    Lo anterior no significa que la relevan-cia que tiene el reconocimiento del otro en la construccin de la identidad surja con el ideal de la autenticidad; significa simplemente que en otras pocas este fe-nmeno no era un problema, pues la identidad, como se dijo anteriormente, era socialmente derivada a partir de ca-tegoras incuestionadas. Lo que nace con la modernidad, nos dice Taylor, es la idea de que el reconocimiento puede fracasar; la idea de que el otro puede negarme ese reconocimiento34.

    Como resultado del declive del honor como categora moral en el antiguo rgi-men, en la modernidad, adems de la idea de reconocimiento y en estrecho nexo con sta, surge el concepto de dig-nidad igualitaria que hoy conocemos y aceptamos de manera amplia35. La hip-tesis fundamental de la cual parte este concepto es que todas las personas son

    32. Muchas de las exigencias que hacen hoy algunas corrientes feministas y muchos activistas de los derechos de las minoras tnicas centran sus argumentos en esta idea del reconocimiento. Ver a este respecto Multiculhtralismo y poltica del reconocimiento, Ibdem, pp. 43-44.

    33. Ibdem, pp. 45 -46 y Etica de la autenticidad, Ibdem, pp. 79-80.

    34. Ibdem, pp 81-82.

    35. Multiculturalismo y poltica del reconocimiento, Ibdem, pp. 59-60.

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  • dignas en tanto personas; es decir, en tan-to que pertenecen a la especie humana. De esta manera los hombres se recono-cen esencialmente iguales en la medida en que son individuos del mismo gne-ro: el humano. La difusin y aceptacin de la perspectiva de la dignidad inheren-te a todo sujeto tiene consecuencias im-portantes en el mbito privado y en el pblico. En este ltimo plano, por ejem-plo, tal perspectiva es la que permite fun-damentar e implementar la democracia en la Europa del siglo XVIII. En efecto, esta idea es la nica compatible con el procedimiento poltico anotado, pues permite fundamentar el que todos los in-dividuos, en tanto que se reconocen igualmente dignos, participen equitativa-mente en los procesos de torna de deci-siones que se relacionan con el destino de su cornunidad36

    5. El reconoci1niento y sus consecuencias en la rbita poltica

    Corno se puede evidenciar a partir de los argumentos expuestos en el anterior acpite, la idea de reconocimiento tiene importantes consecuencias para el plano poltico y para el plano individual. En la medida en que en el anterior aparte hici-mos referencia a las consecuencias que la mencionada idea tiene en el plano indi-vidual (a travs de las reflexiones en tomo a la identidad y al papel que el otro juega en su construccin), en este aparte tratare-mos de evidenciar cules son los efectos que esta idea tiene en la rbita pblica.

    36. Ibdem, p. 46.

    37. Ibdem, pp. 43-45.

    La idea de que la identidad se cons-truye en lucha con el otro y no a partir de estructuras sociales predefinidas ha de-terminado el nacimiento, en el plano so-cial, de lo que Taylor denomina la polti-ca del reconocimiento igualitario. Esta poltica, que juega un papel importante en las sociedades contemporneas, no E;S slo uno de los principales fundamentos del sistema democrtico, sino que es una herramienta clave para evidenciar cmo reconocer falsamente a un individuo, (o grupo de individuos) o no reconocerlo, puede constituirse en una forma de opre-sin37. En efecto, la continua indiferencia-o la mirada negativa del otro, puede lle-var a que el sujeto pierda su autoestirna y por tanto, se interprete corno un ser humano con poco valor, corno un ser in-ferior en relacin con quien lo evala.-Este hecho, por ejemplo, es enfatizado por algunas corrientes feministas, y cons-tantemente debatido por autores preocu-pados por ternas relacionados con la rnulticulturalidad. stos y aqullas con-sideran que el no reconocimiento o falso reconocirnietdel-que-son objeto las mujeres y las minoras tnicas por parte de la cultura blanca -patriarcal hegem-nica, les ha causado graves daos a estos grupos. Las primeras, por ejemplo, autointepretndose corno objetos sexuales y las segundas corno culturas menores.

    Ahora bien, si continuarnos con el an-lisis de la poltica del reconocimiento igualitario (que nace en el plano social a partir de la idea genrica del reconoci-miento) podremos ver cmo sta da lu-gar a otras consecuencias importantes para el plano poltico de las comunida-des occidentales.

    La cudadmza mlllticultltral y la poltica del recoHocimiCilto ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS - DICIEMBRE.DE 1999

  • La reformulacin de la manera en que se concibe la identidad individual y la perspectiva de la digi:lidaci_lgualitaria, las dos en relacin COl1 la-Idea del reconoci-miento, han producido dos principios polticos distintos pero interrelacionados ql.te dlnainizan la rbita pblica: el prin-cipio de la dignidad universal y el prin-clpiode la diferencia38 El primero es pro-ducto del trnsito, al que hicimos refe-rencia anteriormente, del honor como valor fundamental en el antiguo rgimen, a la dignidad igualitaria en la moderni-dad. Este principio defiende la igualdad fundamental de todos los ciudadanos, por lo que les otorga los mismos ttulos y derechos. Es as como este postulado tie-ne como consecuencia prctica primor-dial la concesin de iguales derechos po-lticos y civiles a todos los individuos que componen la polis. Desaparece as la di-ferenciacin antes existente entre ciuda-danos de primera categora y ciudadanos de segunda categora. El segundo, que nace como una derivacin de la transfor-macin de la manera como se interpreta la identidad individual, defiende la ca-pacidad que tienen todos los seres huma-nos de construir la suya, as como el pro-ducto efectivo de la dinamizacin de esta potencia39

    Es as como el principio de la digni-dad universal defiende lo que es comn a todos los ciudadanos, mientras que la

    - poltica de la diferencia pide proteccin sobre una base universalista, a lo que es

    _original en cada uno de los hombres. De esta forma, mientras el segundo princi-

    38. Ibdem, pp. 59-60.

    39. Ibdem, p. 60.

    40. Ibdem, pp. 61-62.

    41. Ibdem, pp. 62-64.

    pio exige que se reconozca la especifici-dad, lo que diferencia a cada sujeto o pueblo, el primero reclama lo que todos lOs hombres compartimos, lo que tras-ciende la heterogeneidad "aparente" de lo humano. A travs del anterior argu-mento podemos ver cmo el principio de la diferencia nace de una interpretacin del principio de dignidad niversal. A pesar de que el segndo es fuente origi-naria del primero (en cuanto a la igual-dad fundamental de los hombres), ste entra en tensin con aqul pues exige que s reconozca aquello que no es univer-salmente compartido: las diferencias que configuran la identidad de los hombres y de los pueblos40 En concordancia con lo anteriormente expuesto, los dos prin-cipios fijan uria posicin dismil frente a la manera como ha de evitarse la discri-minacin poltica. As, mientras el prin-cipio de dignidad universal indica que para proteger la igualdad entre los ciu-dadanos hay que ser ciego a las distin-ciones; el principio de la diferencia redefine la discriminacin, indicando que sta aparece cuando no se toman en cuen-ta las desemejanzas entre los hombres para tomar decisiones en la rbita polti-ca41.

    Si analizamos la relacin entre el prin-cipio de igualdad que nos indica que ha de darse trato igual a los casos iguales y trato diverso a los casos diversos, y las dos polticas que venimos exponiendo, podremos ver ms claramente sus disimilitudes. Por un lado, la poltica de la dignidad universal exige que se apli-

    La ciudadalla mlllticultuml y la poltica del recollocimieHto ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS - DICIEMBRE DE 399

  • que la primera parte. del principio de igualdad. Esto en tanto que en el mbito poltico la igualdad fundamental de los hombres anula cualquier diferencia rele-vante que permita concluir. que se est frente a un ~aso que exija un trato dife-:-. rencial. Por otro lado, el principio de la diferencia reclama la aplicacin en pri-mera instancia de la segunda parte del mencionado postulado, pues la diversi-dad humana, que es la regla, implica un trato diferencial para cada caso.

    En ciertas ocasiones, cgmo excepcin, la poltica de la dignidad universal exige que se tengan en cuenta las diferencias para tomar decisiones en el mbito p-Q_lico. Tales exigencias estn destinadas a neutralizar las desigualdades que se presentan en las comunidades a travs de cierto tipo de decisiones polticas. Es-tas medidas, generalmente conocidas como formas de discriminacin positiva o accin afirmativa, tienen por objetivo anular las injusticias que afectan a cier-tos grupos marginados de la sociedad (desigualdades que impiden que estos grupos lleven una vida realmente digna), para inmediatamente volver a las formas polticas ciegas a la diferencia que per-miten proteger la igualdad fundamental de los seres humanos.

    Los anteriores argumentos, dice Taylor, "parecen bastante convincentes ah don-de su base fctica es slida; sin embargo no justifican algunas de las medidas que hoy se piden en nombre de la diferen-cia"42. En efecto, si lo que se quiere es pro.: teger e impulsar lo original de cada ser o grupo humano, alternativas como las anteriores resultan intiles, pues toman en cuenta la diferencia para neutralizar-

    42. Ibdem, p. 63.

    43. Ibdem, pp. 84-85.

    la y prontamente volver a la igualdad abstracta que defiende el principio de la dignidad universal.

    Es as como el principi de la diferen- ~ da es acusado por el de la dignidad uni-versal de violar el postulado de no dis-criminacin, mientras el primero acusa al segundo de ser un. agente homogene{.:. zador que subesti:ma la importancia que tiene la diversidad y que busca introdu-cir en un molde uniformador a la varie-dad humana.

    6. La poltica del reconoci-1niento igualitario, el principio de la dignidad. universal, el principio de la diferencia y el libera 1 is1no

    Histricamente la poltica de la digni-dad universal ha derivado en una forma de liberalismo que el principio de la di-ferencia cuestiona por homogeneizante: el liberalismo rocedimental43 Este tipo de liberalismo defien e e raccionarnien-to de la rbita privada y la rbita pblica como medida necesaria para proteger el valor de la tolerancia y la igual dignidad de todos los hombres. Esta discontinui-dad entre moral y poltica permite que el Estado sea neutral frente a sus ciudada-nos y los trate con igual consideracin y respeto. Por el contrario, si el Estado asu-me como propio un especfico proyecto de buen vivir, los ciudadanos que no lo comparten se vern afectados negativa-mente al no tener las mismas posibilida-des para escoger y materializar un pro-

    La ciudadalla multicultural y la poltica del recollocimiellfo ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS DICIEMBRE DE 1999

  • yeeto de vida distinto al oficial44.As, este tl.po de liberalismo desconfa de las me-tas colectivas que pretenden proteger e impulsar a travs del gobierno una cul-tura o visin de vida particular.

    Pra evitar el desequilibrio antes ano-tado, el Estado en el liberalismo de la neutralidad es ciego a los distintos pro-yectos de buen vivir de sus ciudadanos y busca, a travs de la igualacin de ttu-los y derechos, que a todos ellos se les garantice la posibilidad de escoger, ma-terializar y cambiar sus perspectivas vi-tales. Ahora bien, este tipo de liberalis-mo tambin trae consecuencias para el control de constitucionalidad, pues exi-ge que el conjunto de derechos que est en cabeza de todos los ciudadanos sea in-terpretado por los jueces sin tener en cunta el contexto cultural y los proyec-tos de vida de los individuos implicados. Es as como la aplicacin de los derechos ciudadanos no puede guiarse por las metas colectivas de un grupo especfico de la comunidad, as ste sea el grupo mayoritario de la misma45

    Taylor considera que las acusaciones que se le hacen al liberalismo procedi-mental desde la poltica de la diferencia son acertadas. Para Taylor este modelo poltico subvalora la diversidad huma-na en tanto rio acoge la posibilidad, de-seada en muchas sociedades (como la quebequense), de que las comunidades polticas se organicen de manera que per-

    sigan una meta colectiva, que promue-van travs del Estado la supervivencia y desarrollo de una cultura.

    Pero al mismo tiempo que defiende las anteriores objeciones, Taylor se pregun-ta si la poltica de la dignidad universal ha de devenir siempre en un modelo li-beral como el anotado. El mencionado pensador responde negativamente a este cuestionamiento, pues cree que es posi-ble interpretar el liberalismo de manera que respete el principio de la diferencia, que permita perseguir metas colectivas a travs del Estado sin que se atente con-tra la poltica de la dignidad universal. Esta interpretacin, que podramos lla-mar liberalismo sustancial, defiende la continuidad entre moral y poltica siem-pre y cuando se respeten los derechos fundamentales de los individuos que no compartan la visin de buen vivir que es impulsada por el Estado. Taylor conside-ra que este modelo es til cuando para la comunidad y su gobierno es axiomtico que la supervivencia y florecimiento de la cultura tradicional se constituya en un bien46 En estos casos la comunidad pol-tica no es neutral frente a los diversos proyectos de buen vivir de sus ciudada-nos pues trata activamente que uno de ellos, el tradicional, no slo sobreviva sino que se proyecte hacia el futuro. As, se legitima y se promueve que los jueces, legisladores y gobernantes tengan en cuenta los objetivos colectivos cuando

    44. Este tipo de liberalismo se sustenta en la idea kantiana de que la dignidad humana consiste en gran medida en la autonoma para determinar una buena vida por s mismo. Esta capacidad sera irrespetada si el Estado jerarquiza alguna de las posibles alternativas de buen vivir sobre las otras, a travs de su apoyo.

    De esta forma en el liberalismo de la neutralidad cada hombre tiene la posibilidad de elegir un determinado proyecto de bien vivir, pero tambin reconoce el compromiso de tratar a sus conciudada-nos en forma equitativa e igualitaria, cualquiera que sea la perspectiva moral que defienda.

    45. Multiculturalismo y poltica del reconocimiento, Ibdem, pp. 90-91

    46. Ibdem, pp. 88-89.

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  • desarrollan sus labores, permitiendo que en los procesos de control de constitucio-nalidad, en la creacin de las leyes y en la ejecucin de las mismas tales objetivos generen consecuencias.

    De esta forma el liberalismo sustancial considera que una comunidad poltica se puede organizar en torno a un proyecto de buen vivir determinado sin que esto redunde en la marginacin y discrimina-cin de quienes no lo comparten y sin que derive en un atentado contra su digni-dad. Esto pues, a todos los ciudadanos, sin excepcin, se les garantiza una carta de derechos fundamentales que nunca pueden ser violados. As, en una socie-dad que adopte el liberalismo sustancial hay que distinguir entre las libertades esenciales que nunca podran ser viola-das, de aquellas inmunidades y privile-gios que en ocasiones, cuando entren en conflicto con la poltica publica, pueden ser restringidas. En palabras de Taylor "este modelo de liberalismo est dispues-to a sopesar la importancia de ciertas for-ma de trato uniforme contra la importan-cia de la supervivencia cultural y optan a veces en favor de esta ltima"4i.

    De esta manera, Taylor considera que una sociedad con poderosas proyectos colectivos puede ser liberal, siempre y cuando est en capacidad de garantizar la diversidad y los derechos fundamen-tales de las minoras. No hay duda de que durante la implementacin y vida de un modelo como el del liberalismo sustan-cial habra grandes dificultades y en oca-siones se presentaran arbitrariedades. Pero stas y aqullas no seran mayores

    47. Ibdem, p. 91.

    48. Ibdem, p. 89.

    49. Ibdem, pp. 91-93.

    50. Ibdem, p. 94.

    a las que tendran otra interpretaciones del liberalismo en las que se privilegia la igualdad frente a la libertad o se preten-de lograr un equilibrio entre las dos8 De esta forma eL liberalismo sustancial, en tanto defiende la continuidad entre mo-ral y poltica, reconoce que no es un mo-delo neutral, imparcial y ahistrico en el que pueden convivir todas las culturas. La interpretacin del liberalismo que de-fiende Taylor se autodefine como un modelo poltico que nace determinado por una serie de condicionamientos es-pacio-temporales que le impiden presen-tarse como una perspectiva que puede incluir a todas las culturas y que puede implementarse en todas ellas. Este .libe-ralismo sustancial reconoce que sus ra,.. ces se hunden en la tradicin cristiana occidental por oposicin al liberalismo procedimental que se presenta como una alternativa poltica neutral que es capaz de acoger dentro de sus lmites todas la culturas y que es oponible a cualquier individuo racional como la mejor alter-nativa para comprender y desarrollar una comunidad poltica49 No obstante el re-conocimiento de su perspectividad,...el reto para el liberalismo sustancial es grande: "enfrentarse al sentido de mar-ginacin que sienten los individuos que no comparten la visin impulsada por el Estado sin co'mprometer su principios polticos fundamentales"50 As, mientras por un lado promueve la continuidad entre moral y poltica, por el otro se en-frenta a la creciente diversidad tnica y cultural de la sociedades contempor-neas.

    La ciudada11a multicultural y la poltica del recoHocimiCilto ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS- DICIEMBRE DE 1999

  • 7. La poltica del' reconocimiento. y el 1nulticulturalisnto

    En el anterior ac pite se expuso cmo la poltica del reconocimiento dio lugar a la poltica de la dignidad igualitaria. De igual modo se rese cmo sta, histri-camente, desemboca en un liberalismo procedimental que resulta intolerante frente a la diferencia, en tanto es refrac-tario a impulsar metas colectivas a tra-vs del Estado y exige que los derechos en cabeza de los individuos sean inter-pretados sin tener en cuenta tales metas. Tambin se seal cmo para Taylor exis-te una interpretacin del liberalismo, el liberalismo sustancial, que acepta la de-fensa de una perspectiva cultural a tra-vs del Estado y que acepta que en cier-tos casos se ponderen las metas colecti-vas frente a algunos derechos no funda-mentales en cabeza de los individuos y se les d prioridad a las primeras.

    Ahora bien, si en el anterior aparte se "trataba de saber si la supervivencia cul-tural sera reconocida como meta legti-ma, si los objetivos colectivos se tolera-ran como consideraciones legtimas en e1 control de constitucionalidad o para otros propsitos de la poltica social"51, en ste analizaremos cul es la relacin entre poltica de reconocimiento y mul-ticulturalismo.

    r Como fue indicado anteriormente, la . poltica del reconocimiento genera en el

    plano social el principio de la diferencia.

    51. Ibdem p. 94.

    Este principio, que en primera instancia defiende la potencialidad de cada hom-bre y cada cultura para definir su identi-dad, se h'a ampliado hasta proteger la consecuencia material de esa definicin.

    'Es decir, se ha ampliado hasta el punto en 'que exige el respeto igualitario para todos los individuos y las culturas que de hecho se han desarrollado. Esta exi-gencia, en el plano intercultural, se opo-ne por tanto a cualquier forma de impe-rialismo, a cualquier posicin que defien-da la superioridad natural o la imposi-cin de una cultura sobre otras. Es por esta razn que 1-poljY,ca d~)CI._

  • una proposicin categrica que defien-de de antemano el igual valor efectivo de todas las culturas existentes. Tal evalua-cin sera una concesin y no una mues-tra de verdadero respeto en tanto se ha-ra a partir de las propias categoras,. sin conocer realmente a las otras culturas, sin conocer qu es lo que ellas consideran valioso54

    En efecto, para comprender cul es el aporte que la otra culturall.aceilahisto-ria humana es necesario- que que se acerca a ella ample elhorizonte-desde el cual interpreta, de forma que compren-da realmente lo qu es valioso para sta. Es necesario entonces, que se d umi-ru-sin de horizontes de interpretacin que permita acercarse a la manera como el otro interpreta el mundo y que de lugar al desarrollo de nuevos vocabularios para expresar los contrastes entre las cultu-

    - ras55 De esta forma "en caso de encon-trar apoyo sustantivo a la suposicin ini-cial (igual valor de todas las culturas), ser sobre la base del entendimiento de lo que constituye un valor para el otro"56 y no desde lo que el que se acerc--~ste considera importante. Si se evala desde esta ltima perspectiva, estaram()S_ no slo frente una muestra de condescen-dencia sino de etnocentrismo: se aclama-ra al otro por ser como yo. Lo que exi-gen la poltica del reconocimiento y la poltica de la diferencia es que "haya au-tnticos juicios de valor que se apliquen

    54. Ibdem p. 98

    55. Ibdem, pp. 99-100.

    56. Ibdem, p. 99.

    57. Ibdem, p. 101.

    58. Ibdem, p. 106.

    59. Ibdem, p. 106.

    a las costumbres y creaciones de cultu-ras diversas"57 fundan1entados en un es-tudio juicioso y un acercamiento compro-metido a los horizontes desde los cuales stas se autocomprenden. Es as como para Taylor es plausible exigir que los in-dividuos se acerquen a las otras culturas presuponiendo el igual valor de todas ellas. Pero no considera plausible que se exija de antemano la conclusin de que to-das las culturas tienen un gran valor o tie-nen un valor real igual a todas las dems.

    Es claro para Taylor que la hiptesis de la cual se parte es conflictiva, pero a su vez considera que es razonable pen-sar que las culturas que le han dado sen-tido a millones de hombres diversos, durante un largo perodo, tienen algo relevante que decir al resto de culturas y de individuos. Negar a priori tal suposi-cin no podra ser explicado sino como fruto de una inmensa arrogancia etnocentrista58 Taylor no est seguro de que la presuposicin de igual valor pue-da ser exigida como un derecho. Mas tal cosa no le preocupa pues cree que el pro-blema puede enfocarse de manera diver-sa a travs de la pregunta es esa lama-nera como debemos aoroximarnos a los

    .

    otros? Es decir, puede asumirse como una fuerte exigencia normativa que ha de guiar nuestra relacin con los individuos y culturas distintos?59 Es as como la in:-

    terpret~

  • conocimiento ei1 el mbito. intercultural exige"no juic'ios perentorios e inautnti-cas de valor iguali~ario, sino disposicin para abrirnos al gnero de estudio cultu-ral comparativo que desplace nuestros horizontes hasta lograr la fusin con otros ... y ante todo exige que se admita que an nos encontramos muy lejos de ese horizonte ltimo desde el cual el va-lr relativo de diversas culturas puede evidenciarse"60

    8 ... Algunas aproximaciones crticas

    El trabajo filosfico de Taylor consti-tuye un aporte importante para la com-prensin y anlisis' del fenmeno multicultural de las sociedades contem-porneas. De igal forma es un contri-bucin notable para la transformacin de actitudes e instituciones que impiden la convivencia pacfica y justa de diversas comunidades dentro de un mismo Esta-do. En efecto, las reflexiones que Taylor presenta sobre el origen y transformacin de la identidad moderna, sobre la cons-

    t~uccin socio-lingstica de la moral, so-bre los orge.es histricos y las exigen-cias de la poltica del reconocimiento en los mbitos privado y pblico y sobre las caractersticas de la moralidad en las so-ciedades desarrolladas contemporneas, resultan fundamentales para comprender algunos de los problemas centrales rela-cionados 'con la diversidad cultural y para remover algunos de los obstculos que impiden su florecimiento. As, el ras-treo que hace Taylor de las fuentes de la identidad moderna y de los orgenes de la poltica del reconocimiento nos otorga importantes elementos para comprender

    60. Ibdem, p. 107.

    . .

    poi q la poltiCa del multicultUralismo es un discurso comn entre muchos hom-bres y culturas de finales del siglo XX. La denuncia que hace sobre la discrimi-nacin de que son objeto las culturas mi-noritarias a partir del no reconocimiento o falso reconocimiento que reciben de la cultura blanca-occidental hegemnica, abre espacios para confrontarla y bata-llar por su abolicin. Del mismo modo, la invitacin que hace el pensador cana-diense a abrirnos hacia el otro, tratando de ampliar nuestros horizontes de com-prensin, es tambin un elemento impor-tante para acercarse a la riqueza y a los conflictos que genera el fenmeno multicultural en nuestras sociedades. Su incitacin a que tomemos en serio al otro y respetemos la diferencia como una pos-tura que se genera en juicios de valor que nacen del acercamiento concreto a ste, no como mera condescendencia, resulta igualmente fuerte y atractiva.

    Pero a pesar de todas sus virtudes, en nuestro parecer la perspectiva que de-fiende Taylor en torno a la diversidad cultural tiene algunas debilidades que disminuyen su poder explicativo y trans-formador de la realidad. En primera ins-tancia, y desde una perspectiva prctica, consideramos que las categoras que Taylor ofrece son insuficientes para com-prender aspectos fundamentales de la diversidad cultural de las sociedades contemporneas, as como para dar so-lucin a problemas y tensiones centrales que surgen de sta. As, preguntas cen-trales para entender la dinmicas del multiculturalismo contemporneo no encuentran respuesta en el cuerpo teri-co que Taylor defiende. Preguntas como, cules son los intereses de las minoras culturales que deberan ser reconocidos por el Estado como legtimos? Son los

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  • derechos individuales suficientes_para proteger los intereses de las minoras cul-turales? Si no lo son, qu otros derechqs podran otorgrseles para lograr ese -fin? cmo se justificaran estos derechos? son ignoradas o tangencialmente respo;ndi~ das por las reflexiones de Taylor. .

    De igual forma, los modelos liberales que el filsofo canadiense expone, libe-ralismo sustancial y liberalismo procedi-mental, no dan respuesta a las necesida-des y exigencias de muchas de las mino-ras que hoy existen, ni a las tensiones que afectan a muchos de los Estados multi-culturales. El liberalismo procedimental, como Taylor mismo lo reconoce, es una perspectiva poltica poco sensible a la diversidad cultural. El principio deneu-tralidad del Estado frente a la cultura y a la etnicidad que este modelo defiende, as como la idea que este principio implica que las actuaciones del Estado deben ser ciegas a las diferencias culturales, impi-de que las necesidades y reivindicacio-nes de las minoras culturales sean torna-das en cuenta por el Estado. De esta for-ma el liberalismo procedimental viola el principio de igualdad de diversas formas. En primera instancia, da trato igual a ca-sos dismiles. El_~~~p~to a la igualdad de todas la?cul~E~s no deber_sigiillicar_:W1 trato homogenelz~nf~j;_o_r_p_r_~_

  • a sus derech~s fundamentales. Pero qu pasa cpando la cultura hegemnica den-tro de un Estado multkultural es iliberal y quiere p.;oteger y promover su cultura a travs del Estado? Qu pasa cuando una comunidad minoritaria iliberal, al interior de un Estado liberal, busca pro-teger su cultura a travs de sus formas de gobierno? Ninguna de estas pregun-tas puede ser respondida a travs de las herramientas que provee el liberalismo sustantivo.

    Parece pues que los dos modelos libe-rales expuestos slo pueden acomodar culturas mi1oritarias que aceptan sus valores. Los dos modelos dedaran tener como objetivo acomodar las diferencias culturales pero terminan excluyendo to-dos aquellas visiones que no aceptan sus principios centrales. No es sta una m-nima victoria, si se tiene en cuenta que el objetivo inicial era dar respuesta a las distintas culturas que hoy existen y no slo a aquellas que aceptan los principios liberales? As como en la Europa del si-glo XVIII los modelos de tolerancia reli-giosa fueron tolerantes slo frente a las distintas variantes del cristianismd1, los dos modelos polticos mencionados son slo tolerantes de las perspectivas cultu-rales que defienden alguna variante del liberalismo. Si en el primer caso musul-manes y judos no eran tolerados, en el segundo las culturas iliberales no lo son.

    El segundo punto crtico hace referen-cia al carcter liberal del modelo defen-dido por Taylor. Es el liberalismo sus-tancial realmente un modelo liberal? Puede llamarse liberal un modelo que considera legtimo perseguir metas colec-tivas a travs del Estado, si en este pro-ceso respeta los derechos fundamentales de las minoras culturales? La respuesta a estas dos preguntas creemos debe ser

    negativa: Desde nuestra perspectiva este modelo viola el principio de igualdad, central para el liberalismo, desde dos perspectivas: como principio de igual consideracin y respeto y como igualdad formal y substantiva. En relacin con el primer caso, parecera que se crea una di-ferenciacin injusta entre los ciudadanos. Existiran por un lado los ciudadanos de primera categora, aquellos que compar-ten la meta colectiva que el Estado pro-mueve, y por el otro, los ciudadanos de segunda categora, aquellos que no com-parten tal meta. Aunque todos gozaran de los mismos derechos fundamentales, los primeros adquiriran por lo menos uno ms, el que su cultura sea privile-giada frente a derechos e inmunidades de los segundos. Por qu es legtimo que el Estado promueva la cultura de lama-yora y no haga lo mismo con la cultura de las minoras? No garantiza esto la lenta pero segura desintegracin de las culturas minoritarias? Por qu no pen-sar en un modelo en el que el Estado de-fienda de manera imparcial las culturas que lo habitan? El que el Estado privile-gie una cultura sobre la otras, as respete los derechos fundamentales de todos los ciudadanos, no resulta un hecho insigni-.ficante. Si como Taylor mismo lo ha indi-cado la cultura juega un papel fundamen-tal para la configuracion de la identidad individual y para el ejercicio de la liber-tad, resulta bastante problemtico que el Estado otorgue un estatus secundario a los miembros de las culturas minorita-rias. El no reconocimiento igualitario de stas por parte del Estado seguramente se constituir en una forma de opresin individual y colectiva.

    Los individuos de las culturas minori-tarias se vern negativamente afectados en tanto su cultura, aquella que provee

    61. Vase por ejemplo J. J. Rousseau, Cartas sobre la Tolera11cia.

    La ci11dadmza multicllltural y la poltica del recollocimiellfo ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS - DICIEMBRE DE 1999

  • el horizonte de perspectivas dentro del cual deciden su proyecto de buen vivir, ser considerado secundario por el Esta-do y por los miembros de la mayora. El espectro de circunstancias que da senti-do a la manera como se autocomprenden no ser asumido con igual consideracin y respeto por el Estado, generndose as efectos negativos para su autoestima. Las comunidades se vern tambin afectadas. Las posibilidades de que como colectivi-dades se sientan excluidas del mbito pblico son, altas; y con la exclusin apa-recen las tensiones y la desconfianza que impiden la creacin de los lazos de soli-daridad necesarios para la realizacin de proyectos colectivos. De igual forma, sur-ge la apata frente el debate pblico y frente a la participacin en la esfera pol-tica de la comunidad.

    La violacin de la igualdad formal y substantiva por parte del liberalismo sus-tantivo es simplemente una consecuen-cia resultante del irrespeto al principio de igual consideracin de todas las culturas por parte del Estado, anotado en el p-rrafo anterior. Pra quese haga efectivo el deseo de la comunidad mayoritaria de proteger su cultura es necesario que las autoridades estatales (los jueces y los miembros del poder legislativo y ejecu-tivo) utilicen esta meta colectiva para determinar o interpretar sus decisiones. De esta forma, las leyes, las sentencias y las actuaciones administrativas intenta-rn promover, cuando sea pertinente, la cultura mayoritaria. Esto traer como consecuencia la desigualdad de las comu-nidades minoritarias frente al derecho (igualdad formal) que producir necesa-riamente una desigualdad material cuan-do ste sea aplicado.

    La ciudadana mllltcltltural y la poltica del reconocimiento ESTUDIOS O~ASIONALES CIJUS- DICIEMBRE DE 1999

  • III. Will Kymlicka y los derechos diferenciados de grupo. . . .

    Desde 1989, con la publicacin de Lberalism, Commwzitt mzd Cultzm!'2, Will K ymlicka ha venido contribuyendo de manera constante y rigurosa al dbate acadmico sobre los retos y problmas que impone a las sociedades contempo-rneas su carcter pluricultural. En ll!l_~ de sus ltimos libros, La Ciudadana Mitlticultural63, Kymlicka expone de ma-nera detallada y sistemtica sus interpre-taciones sobre este tema. El objetivo prin-cipal de este libro es presentar respues-tas moralmente defendibles y poltica-mente viables a los desafos ms impor-uites que impone la pluriculturlidad y la plurietnicidad que configuran a los estados contemporneos64 Aunque para K ymlicka en este campo no todos los con-flictos sean solubles ni las respuestas a las exigencias y reivindicaciones de las minoras culturales unvocas, este pen-sador considera necesario hacer un an-lisis ms detallado de lo que hasta ahora se ha hecho de los elementos y dinmi-cas que lo caracterizan y generan. Del mismo modo considera importante-irl-tentar dar forma a una teoflliberal que plantee alternativas de solucin para las tensiones que estos hechos originan, ad-virtiendo siempre la necesidad de tener

    en cuenta las circunstancias particulares que l.as-causan~--de ni.arier cfue-puedan ser afrontadas satisfactoriamente. De igual forma, esta perspectiva liberal en torno a la plurietnicidad y la pluricultu-ralidad debe despejar cantinas para que las oporturtidades que estos fenmenos abren para el enriquecimiento dela vida individual y comunitaria sean adecuada-mente aprovechados.

    Paradjicamente, dada la multiplici-dad de culturas que han compuesto a los Estados occidentales a travs de toda su historia, el esfuerzo de Kymlicka por crear una teora liberal sobre esta mate-ria es relativamente aislado. En efecto, la filosofa poltica occidental se ha ocu-pado poco de este tema debido a que, en general, ha tenido como referente para sus reflexiones una comunidad que es tnica, cultural y lingsticamente ho-mognea. Es decir que los diversos au-tores han construido sus modelos y han desarrollado sus lneas argumentales a partir de una idealizacin de la polis grie-ga: una comunidad compuesta por in-dividuos cuyas diferencias son acceso-rias comparadas con los elementos cul-turales, tnicos y lingsticos que les son comunes.

    62. Wll Kymlicka, Liberalism, Commzmity and Culture, Oxford University Press, Cambridge, 1989.

    63.Will Kymlicka, La Ciudadana Multicultura/, Editorial Paidos, Barcelona, 1996. Con posterioridad a este texto, Kymlicka ha publicado tres nuevos libros relacionados con las dinmicas del multicultura-lismo contemporneo. Finding our way: rethinking ethnocultural relations in Canad, Oxford University Press, New York, 1998; States, nations and cultures, Assen: Van Gorcum, 1997; y Ethnicity and group rights, New York: New York University Press, 1997, (editado junto con Ian Shapiro).

    64. En la actualidad existen 184 Estados independientes que contienen mas de 600 grupos de len-guas vivas y 5000 grupos tnicos. De esta forma, en el mundo contemporneo los Estados cultural y tnicamente homogneos son la excepcin.

    La ciudadalla multicultural y la poltica del recoHocimiellto ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS - DICIEMBRE DE 1999

  • Este supuesto transversal a la tradicin de la filosofa poltica occidental ha tra-do como consecuencia una negacin, o al menos un intento de marginacin de la diferencia que ha devenido en medi-das gubernamentales que han pretendi-do su anulacin (a travs de la elimina-cin fsica o la asimilacin coercitiva) o su proteccin interesada a travs de tra-fados internacionales-que han sido slo una excusa para la intervencin arbitra-ria en otros pases65

    Es slo hasta la segunda mitad del si-glo XX, luego de la barbarie de la segun-da guerra mundial, que prospera en Oc-cidente un intento generalizado por pro-teger los d~r_ecbos de los grupos minori-~tarios. Esta proteccin (que se da tanto

    - en el plano terico como en el material) ~ se construye a partir de la extensin de - ' los derechos humanos a las culturas mi-

    noritarias, es decir, a parJ:ir_d~una pro-teccin indirecta de sus derechos a tra-ve-s de la salvaguarda de cada uno de los individuos que las constituyen66

    Sin embargo, hoy es claro que los de-rechos humanos no son suficientes para responder adecuadamente a todas las exigencias y reivindicaciones de las mi-noras culturales. Tpicos conflictivos como la elaboracin de las circunscrip-ciones electorales, la relacin entre pre-

    supuesto pblico y enseanza bilinge, el contenido de los programas escolares, las lenguas que se consideran oficiales en un Estado etc., no pueden ser abordados satisfactoriamente a partir de los dere-chos humanos y sus categoras. Sin duda los derechos humanos y la teora que los

    -desarrolla e interpreta hacen referencia a las materias en los que se circunscriben los mencionados tpicos: la participacin poltica, la educacin y los derechos lingsticos. De esta forma se dira, por ejemplo, que cada individuo tiene dere-cho a votar, que todos los ciudadanos tie-nen derecho a la educacin y a comuni-carse en la lengua de su preferencia, pero muy_ poco o pada tendran que apqrtar para el manejo, de los temasmenciona-dos en el prrafo anterior. Estas materias requieren de instrumentos difer:entes que permitan su adecuada comprensin y manejo tales como los derechos diferen-Ciados en funcin de grupo. Estos dere-chos, autogobierne, especiales de repre-sentacin y politnicos, son otorgados a los individuos en virtud de su pertenen-cia a un grupo cultural determinado y pretenden ser una herramienta para la consecucin de un justo equilibrio entre las diferentes minoras nacionales y gru-pos tnicos que pueden componer a un Estado y la cultura hegemnica.

    65. Los ejemplos de negacin, marginacin, anulacin o proteccin interesada de las diferencias culturales proliferan en la historia de occidente. Pinsese, a ttulo de ilustracin, en el asesinato masivo de musulmanes en Bosnia, el aniquilamiento del pueblo Kurdo en Turqua e Irak y el Tratado entre la Alemania nazi y Polonia para proteger a las minoras culturales polacas y alemanas que habitaban en cada uno estos pases. Este tratado no fue otra cosa que la patente de corso para la invasin nazi a Polonia, ya que aquellos alegaron la violacin del tratado por parte de sta para justificar su accin.

    66. Esta alternativa de proteccin de las culturas minoritarias tiene como modelo la experiencia europea en relacin con la separacin Iglesia y Estado que en el siglo XV sirvi como instrumento para dar fin a las guerras religiosas que la ensangrentaban. En efecto, para evitar que el Estado tuviera una religin oficial, con el peligro de que las otras confesiones fueran discriminadas, se separo Estado y religin y se garantiz la libertad de cultos de todos los ciudadanos a travs de derechos que quedaron en cabeza de cada unos de ellos.

    La ciudada11a multiculturnl y la poltica del reconocimiento ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS- DICIEMBRE DE 1999

  • 1. Algu1ias precisiones en tonto a la palabra mul-ticulturalis1no

    Antes de adentrarse en las caracters-ticas y consecuencias de los derechos di-ferenciados en funcin del grupo, K yrnlicka hace ciertas precisiones en tor-no al significado de la palabra multicul-

    h~mlismo~.En concepto deriilosofo cana-. diense esta palabra es comnmente uti-lizada para hacer referencia a grupos con caractersticas, necesidades y exigencias muy dismiles: homosexuales, mujeres, discapacitados y minoras tnico-cultu-rales, as corno para nombrar fenmenos complejos relacionados con la civiliza-cin moderna. Este uso ambiguo y vago del vocablo rnuiHculturalisrno es conse-

    fieri.den diversos intereses y que poseen prcticas, hbitos y reglas particulares. Mientras que si la palabra multicultura-lismo se utiliza apelando al segundo sen-tido, ningn Estado puede ser conside-rado multicultural, en tanto la cultura mo-derna, urbana y secular es patrimonio comn de la mayor parte, sino de todos, los Estados contemporneos.

    En concepto de Kyrnlicka la impreci-sin en el uso de la palabra multicultum-lismo es problemtico en tanto no permi-te distinguir los diversos grupos sociales y culturales, sus necesidades y sus exi-gencias. Por tal razn el filsofo cana-

    diense propone un uso operativo del mencionado vocablo que tenga corno nico referente a los minoras tnico-cul-turales6i.

    cuencia:, seii.ala K yrnlicka, de la cornple- _ .. jida~ del trrnino_cu/~um. Es as corno en ,~raS ntinoraS nacionales ocasiOnes este terrnmo es usado para~~ _, nombrar las costumbres o eletlzos de grJl- Y los grupos etntcos pos o asociq.ciones y en otros momentos tiene corno referente la civilizacin mo-derna, urbana y secular.

    De esta forma, si el vocablo multiwl-turalismo se utiliza apelando al primer sentido de la palabra cultura, la conse-cuencia que se genera es que todos los Estados puedan ser considerados rnulti-culturales, en tanto que en prcticamen-te todas las organizaciones estatales con-temporneas existen mltiples grupos y asociaciones (p. ej. feministas, grupos para la defensa de los derechos de los homosexuales, sindicatos, etc.) que de-

    A pesar de que el significado del voca-blo multiwlturalismo ha sido precisado, dejando corno nico referente a las mi-noras culturales, K yrnlicka considera necesario establecer algunas distinciones al interior de esta categora de manera que se puedan aprehender los diversos tipos de grupos tnico-culturales, as corno sus particulares intereses y reivin-dicaciones. K ymlicka propone corno cri-terio para la distincin de los diversos tipos de minoras culturales que existen en los Estados contemporneos la mane-

    67. Para Kymlicka las exigencias y necesidades de los gntpos minoritarios diferentes a los minoras culturales (movimientos feministas, movimientos en favor de los derechos de los homosexuales, etc.) son tan importantes como las reivindicaciones que hacen estas ltimas. La satisfaccin de sus requeri-mientos de igualdad es un requisito necesario para la creacin de una sociedad justa. La cuestin es que no diferenciar a los diversos grupos minoritarios (incluyndolos a todos bajo el mismo vocablo: multiculturalismo) trae como consecuencia su homogeneizacin, anulndose as las caracteristicas que los definen y no pem1itiendo aprehender, y por tanto atender adecuadamente, sus verdaderos intereses.

    La ciudada11a multcultural y la poltica del reconocmellto ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS- DICIEMBRE DE 1999

  • ra como stas se han ligado a la organi-zaCin poltica global as como las rela-ciones que desean con sta.

    Aplicando el anterior criterio _pode- . mos encontrar __ gQ.QjiQ_os de minoras

    c.lturaleS:-i~ grupos tnicos y las mi-noras nacionales. Los primeros son aquellos que estn c.onforma~os. p.or inmigrantes voluntanos. EnprmcipiO, estos grupos pretenden incorporarse a la sociedad hegemnica aunque reivin-dican espacios para expresar y promo-ver sin discriminaciones sus tradiciones culturales. Del mismo modo, en gene-ral,se asocian en colectividades evanes-centes y flexibles para la defensa de sus intereses. Los segundos est11 confor-mados por grupos de individuos que habitan un territorio ancestral (existen-te antes de la creacin del estado glo- . bal), que conforman una comunidad\ histrica con una lengua y una cultura comunes y que son ms o menos com-\ pletos institucionalmente. Estos gru- . pos, en principio, desean mantenerse como comunidades distintas a la hege-mnica y por tanto, reivindican dere-. chos de autogobierno.68

    Las anteriores categoras, reconoce Kymlicka, no son leyes naturales ca-paces de albergar a todos los grup~s culturales minoritarios existentes. Sm embargo, resultan tiles para distin-guir dos tipos de grupos culturales que tier,en una presencia ms o me-nos fuerte en la mayor parte de las or-ganizaciones polticas actuales.

    3. Estados multinacionales y Estados politnicos

    Las dos formas de pluralismo cultural resefiacias--en e1 anterior aparte traen con1o consecuenCia el surgimiento de dos nuevas categoras: los estados multina-cionales y los estados politnicos: Los primeros son aquellos que estn consti-tuidos por ms de una nacin. Su forma-cin puede ser voluntaria, a travs del consenso entre las naciones que lo confi-guran, o involuntario, a partir de la con-quista militar de alguna(s) nacin( es) por parte de otra(s). Blgica es un ejemplo de la primera forma de creacin del