Atención Primaria y la atención a las personas con enfermedad crónica
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Health & Medicine
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Personas sanas, Poblaciones sanas: Atención Primaria y la atención a las personas con enfermedad crónica
Texto de la ponencia de Álvaro Díaz Médico de Familia y Comunidad Centro Salud Natahoyo
Jornada Personas Sanas, Poblaciones Sanas Presentación de las Estrategia de Atención a la Población con Enfermedad Crónica y la Estrategia de Promoción de la Salud y Participación Comunitaria en Asturias Oviedo, 22 de mayo 2014 Dudé mucho antes de aceptar la invitación para formar parte de esta mesa. No soy ningún experto en elaborar estrategias de salud, ni de crónicos ni de agudos, ni he hecho ningún estudio especifico sobre la cronicidad. Por tanto tenía serias dudas de que pudiera aportar algo en esta jornada. Es más; es posible que no lo haga. Lo que me pidieron es que contase algo de mi experiencia de atención a los pacientes crónicos desde mis años como médico de atención primaria. Por tanto voy a intentar aportar algunas reflexiones desde la experiencia personal, que puede ser común a algunos de los que aquí estáis….o no. ¿Que hacemos en atención primaria con los pacientes crónicos?. Me voy a permitir tomar prestadas unas palabras de un paciente para explicarlo. Jesús era un señor mayor, por supuesto pluripatológico, que vivía solo hasta que su estado físico se lo impidió. Sus hijos le ingresaron entonces en una residencia de ancianos del barrio y pasó a ser paciente mío. La primera vez que le visité hablamos, entre otras cosas, de su anterior médico de cabecera, y me dijo lo siguiente: “Don Guillermo era muy buen médico. Yo iba a su consulta, le contaba lo que me pasaba y él me escuchaba, me explicaba las cosas y me iba arreglando en lo que se podía…”. En estas pocas palabras están algunas de las fortalezas de la atención primaria en la atención al crónico: Yo iba a su consulta. Los pacientes vienen a consulta en AP, al médico y a la enfermera, cuando les da la gana. A veces algunos nos cansan porque vienen demasiado, y los crónicos sobre manera. Pero la accesibilidad es una de nuestras grandes armas en su seguimiento. Porque los enfermos crónicos pueden necesitar una o dos veces al año tecnología, pero necesitan todos los días accesibilidad. Poder consultar sus dudas, sus síntomas menores (o no tan menores), sus incertidumbres….... Quien quiera ser responsable de la asistencia a los crónicos ha de resolver el problema de facilitar la accesibilidad. No puede ser que el paciente tenga que pasar por filtros o papeleos previos para acceder a su médico o enfermera; al suyo, al que conoce, en el que confía. No vale decir que tenemos las urgencias abiertas 24 horas. Sea físicamente o por teléfono, el paciente crónico ha de poder contactar con facilidad con su medico o enfermera. Podrá gustarnos mas o menos; alterar más o menos nuestros modos de funcionar, pero si la atención especializada no mejora la accesibilidad a los pacientes crónicos, tiene esta batalla perdida. Por ese mismo motivo no podemos admitir las listas de espera en primaria. No puede ser que a un paciente se le cite para su médico al cabo de 5 días de solicitarlo. Admitámoslo en una situación especial (un puente o algo así), pero no puede ser lo habitual. Hagamos lo que sea en
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nuestras agendas para evitar las listas de espera en primaria, y asuma la administración sanitaria su enorme responsabilidad en este terreno, porque con su política de no sustituciones se ha constituido en la principal causa de que estas listas de espera existan. “Le contaba lo que me pasaba y él me escuchaba”. ¡Cuanto agradecen los pacientes poder contar lo que les preocupa y sentirse escuchados!. Yo creo que eso baja al menos medio punto la glucosilada y 10 mm de mercurio la tensión. Al contrario, pocas cosas hay tan frustrantes como la sensación de ninguneo; de que uno no importa al profesional y que lo único que quiere es quitárselo de delante. Todos cometemos este error alguna / muchas veces. La diferencia es que es primaria, si un día no te han contado algo, pueden volver a hacerlo al día siguiente, porque tenemos un gran arma diagnóstica y terapéutica que se llama continuidad asistencial. Fundamental en el caso de los crónicos: conocer su historia médica, pero también el entorno en el que viven: su casa, quien les cuida, sus vecinos, ese tercer piso sin ascensor que sabes que, tarde o temprano, va a ser un gran obstáculo para mantener sus redes sociales. Por eso es frecuente oír: “Yo me fio más de usted porque me conoce. En el hospital, cada día me ve un medico distinto..” Escuchar a los pacientes nos permite además aprender de ellos. Se habla mucho del empoderamiento de los pacientes y sería bueno que los sanitarios hiciéramos un ejercicio de humildad. De los pacientes no solamente pueden aprender otros pacientes. Aprendemos, y mucho, nosotros. Y no solo de los empoderados. Manuela es una señora de casi 80 años, diabética con todas las complicaciones de la diabetes. No está empoderada ni es empoderable, porque apenas sabe leer y escribir, pero tiene claro lo que quiere en la vida: cenar patatas fritas. Lo que no pudo hacer de niña porque eran 8 hermanos y en su casa se pasaba hambre. Ahora cenar un plato de patatas fritas es su mayor satisfacción, aunque ello suponga que su diabetes esté mal controlada. No seré yo quien le quite su único placer…..y menos aun cuando llega el estudio Accord y nos dice que para Manuela es mejor mantener una glucosilada de 8 que de 6. Por eso hemos de ser poco dogmáticos: en medicina las cosas son verdad hasta que llega un estudio que te demuestra lo contrario. “Me explicaba las cosas”. Os confieso que entre mis 10 motivos de consulta más frecuentes está el “vengo a que me explique”: informes de alta o de consultas externas, cambios de tratamiento, pruebas a realizar, exploraciones o intervenciones pendientes…..Llevamos décadas hablando de mejorar la comunicación entre primaria y especializada y apenas nos hemos ocupado de la comunicación entre médicos y pacientes y lo cierto es que muchas veces no nos entienden, no se enteran de lo que les decimos. Hablamos el mismo idioma, pero distinto lenguaje. Detrás de esto hay muchos malentendidos, muchos errores y mucha yatrogenia. La capacidad de comunicación se puede y se debe aprender, y debería ser una parte fundamental en la formación de todo sanitario, ya en el pregrado. Que yo sepa, solamente lo es en la formación en MFyC. En esto incluyo el adiestramiento en entrevista motivacional. Aun hay profesionales que utilizan la riña como técnica motivacional. ¡Qué pena y que pobreza de recursos!. A ese paciente dale por perdido. Puede que alguien alguna vez se merezca una reprimenda, pero el respeto a las personas es básico y nadie va al médico o a la enfermera a recibir un chorreo. “Me iba arreglando en lo que se podía”. En primaria no solo escuchamos y explicamos. También intentamos resolver los problemas de salud de los pacientes. En el caso de los crónicos una de nuestras tareas fundamentales es la prevención cuaternaria, es decir, evitar el daño que a los pacientes pudiera ocasionar la propia práctica médica. La yatrogenia es uno de los mayores riesgos que corren los pacientes pluripatológicos, y este riesgo es directamente proporcional al número de profesionales por los que pasan. En AE apenas se ven los efectos 2os de los fármacos y en primaria a veces nos pasan desapercibidos. Y no solo se hace yatrogenia con fármacos: con frecuencia los pacientes pluripatologicos sufren pruebas y
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derivaciones innecesarias que solo generan confusión, falsas expectativas y aumento de los riesgos para el paciente, y a las que primaria solo puede asistir como espectador y/o en labores de secretaría. Cuando se habla de seguridad del paciente este debería ser un aspecto fundamental…… aunque por estas cosas los pacientes no reclamen. Arreglar lo que se puede significa también aceptar que hay cosas que no se pueden arreglar porque son inevitables por la edad, la fragilidad humana o las circunstancias externas. Los médicos hemos sido formados para curar. Por eso aceptamos mal lo que va mal, lo que no podemos curar. Lo vivimos como un fracaso. En primaria estamos entrenados en manejar a “los que no curan” entre otras cosas porque nosotros no podemos dar a alguien de alta. Seguirá siendo nuestro paciente hasta que se muera (o cambie de médico). Por eso los crónicos, por muchos especialistas por los que pasen, siempre vuelven a nosotros como un boomerang, si van bien porque son altas, y si van mal porque se hacen difíciles de llevar. Y cuanto más crónico y mas pluripatológico, mas boomerang. En este repaso de las fortalezas de la AP al hilo de las palabras de Jesus, hemos hablado de accesibilidad, continuidad asistencial, conocimiento del entorno del paciente, habilidades en comunicación, prevención cuaternaria….pero hay un par de fortalezas que debería mencionar brevemente: La atención a domicilio. Hay enfermos crónicos que no salen de casa y a quienes solamente atiende su equipo de atención primaria. Salvo los pocos pacientes, casi todos oncológicos, atendidos por Hospitalización a domicilio y ESAD, el domicilio es terreno exclusivo de la atención primaria, especialmente de enfermería. No hay análisis ni prueba de imagen que te proporcione la información de un paciente que te da el visitar su casa. Por eso la atención a domicilio es un aspecto a potenciar en toda estrategia de crónicos que se precie. La ausencia de conflicto de intereses. A todos los políticos se les llena la boca hablando de la AP como puerta de entrada y eje fundamental del sistema sanitario. Aunque luego no la utilicen nunca como usuarios y la traten a baquetazos como gestores. Pero lo cierto es que la AP no necesita, hoy por hoy, buscar un nicho ecológico dentro del sistema sanitario español. Está ubicada y más o menos asentada, cosa que no pueden decir otras especialidades o colectivos profesionales. El no necesitar afirmar nuestras competencias es uno de nuestros puntos fuertes como colectivo. Entre la variadas fuerzas que interactúan en el mundo de la cronicidad, no nos debería mover ni la búsqueda de un espacio propio ni el interés económico (la industria farmacéutica se ha metido a fondo en esto, supongo que movida por el altruismo que la caracteriza). Esto nos otorga una gran fuerza para buscar solamente lo mejor para nuestros pacientes. Hagámoslo.
Pero además de fortalezas, en la AP tenemos también debilidades. Voy a señalar una importante, que viene a ser la imagen especular de la última fortaleza mencionada, y la definiría como inmovilismo paralizante, o si lo preferís, sentirnos demasiado seguros con lo que hacemos. Como llevamos toda la vida atendiendo a crónicos, la idea de ponerlos como eje de la atención sanitaria ha generado dos tipos de reacciones. Una, yo creo que mayoritaria, es de escepticismo, incluso displicencia hacia el tema: ”qué me van a contar a mi de esto….”. “Si en el hospital se quieren organizar para atenderles mejor, me parece muy bien, pero yo voy a seguir haciendo mi trabajo igual….”. O sea, a verlas venir y, por supuesto, nada proactivos con el tema. La otra actitud es la de quienes ven en estos nuevos aires una ocasión para innovar nuestra práctica diaria, mejorar la coordinación entre niveles asistenciales (eterno problema sin resolver) y, en suma, controlar mejor a los pacientes. Lo cierto es que han empezado a surgir voces de alarma ante la posibilidad de que la desidia haga que primaria pierda su papel fundamental en la atención al crónico. Parafraseando el poema de Martin Niemoller, atribuido a Bertold Brecht, primero nos quitaron a los niños, y yo
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no protesté porque quedaban muchos adultos. Luego nos quitaron a las embarazadas, y no protesté porque seguía con la consulta llena. Después nos quitaron las bajas laborales, y no me quejé porque eran un coñazo. Después los adolescentes, a continuación los crónicos…….y recuerdo como termina el poema: “cuando al final vinieron a por mi, ya no quedaba nadie que pudiera protestar”. Es decir, que aunque la AP tiene un lugar claro y definido en el sistema sanitario, ha de poner sobre la mesa su trabajo y sus valores para no perder ese lugar en ningún ámbito de su actuación, y el de los crónicos es un ámbito fundamental. La batalla de la credibilidad y la confianza, esa que cada día nos esforzamos en ganar ante los pacientes, hemos de ganarla también, como colectivo, ante quienes toman decisiones que nos afectan y afectan a nuestros pacientes, y eso se consigue con propuestas creativas e implicación colectiva, no con la reivindicación continua ni ejerciendo de mosca cojonera de la sanidad. No olvidemos que existen modelos sanitarios prácticamente sin atención primaria. Los hay en nuestro propio país, y a él se acogen unos cuantos millones de ciudadanos, precisamente los más influyentes y con mayor capacidad de decisión. Por eso pongamos en valor nuestro trabajo en positivo, desde nuestra cercanía y compromiso con los pacientes, y no desde la queja permanente, que muchas veces es solamente una excusa para justificar el inmovilismo. Lo que he contado hasta ahora es bastante general. Puede ser aplicable aquí y en Andalucía. Por ello creo que debo terminar mi exposición dando un toque localista, es decir, hablando un poco de lo que se nos ha presentado esta mañana. Y es que la estrategia que se ha presentado para Asturias es diferente. Cuando algo se titula “personas sanas, poblaciones sanas” es evidente que aspira a mucho mas que a organizar mejor la atención a los enfermos crónicos. Ahí radica su fuerza y también su debilidad. Yo creo que por los enfermos crónicos se hace más mejorando sus condiciones de vida que organizando mejor su asistencia sanitaria. Haría una analogía con la situación de la tuberculosis hace 100 años. De aquella era una infección crónica y muchas veces mortal. Sabéis todos que la mejoría en las condiciones de vida y salubridad contribuyó más a reducir la tuberculosis que el descubrimiento de los antibióticos. Los pacientes pluripatológicos de hoy serían los tuberculosos de hace 100 años, y como entonces, la mejora de las condiciones sociosanitarias hará más por ellos que la mejora de la red asistencial, sin que sean dos cosas excluyentes. El problema es que para la primera hacen falta muchas voluntades y un fuerte compromiso político, que es tanto como decir aportar recursos en un tiempo de recortes. Por eso, aunque lo ambicioso de la estrategia haga que corra el riesgo de quedarse solo en el papel, quiero felicitar a quienes la han diseñado por su osadía de situar los determinantes de la salud en el primer plano de las prioridades. Alguna vez había que empezar a caminar hacia la utopía, aunque pueda no salirnos bien. Aquí podría terminar con la famosa frase de Eduardo Galeano, tan querido por Rafa Cofiño, sobre la utopía y el horizonte, pero prefiero hacerlo con otra de Winston Churchill: “El éxito se consigue avanzando de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. No lo perdamos.
Alvaro Díaz. Oviedo. 22-‐5-‐2014.