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A.J. DOMÍNGUEZ MONEDERO G. MORA

(EDS.)

DOCTRINA A MAGISTRO DISCIPVLIS TRADITA ESTUDIOS EN HOMENAJE AL PROF. DR. D. LUIS GARCÍA

IGLESIAS.

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Nuevos mosaicos emeritenses con inscripciones*

Guadalupe López Monteagudo

CSIC Title: New mosaics with inscriptions from Mérida. Resumen: Las excavaciones llevadas a cabo en Mérida en 2002 han puesto al descu-bierto dos nuevos pavimentos figurados, muy fragmentarios, que se fechan en los siglos III y IV d.C., acompañados de inscripciones latinas. En uno se representa el agro en torno a un recinto amurallado y en el otro un perro cazando una liebre. Tanto las escenas figuradas, como los letreros que las acompañan, Opora, Titaros, Aura, son desconocidas en el repertorio musivo de Augusta Emerita. No obstante, ambas forman parte del conjunto ico-nográfico típico de los mosaicos norteafricanos, itálicos e hispanos del Bajo Imperio, como reflejo del llamado “ciclo de los latifundia”. Palabras clave: mosaicos romanos, inscripciones, alegorías, caza, domini, latifundia. Abstract: The excavations carried out in Mérida in 2002 have put in the open two new pavements appeared, very fragmentary, that date in centuries III and IV A.D., accompanied by Latin inscriptions. In one the land around a walled enclosure and in the other imagine a dog hunting a hare. As much the ap-peared scenes, as the signboards that accompany them, Opora, Titaros, Aura, are not known in the mosaic repertoire of Augusta Emerita. However, both comprise of the typical iconographical set of the North African, Italian and Hispanic mosaics of the Low Empire, like reflection of the call “cycle of the large estates”. Keywords: Roman mosaics, inscriptions, allegories, hunt, domini, latifun-dia.

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omo no podía ser de otra forma, la antigua Emerita Augusta continúa proporcionando nuevos pavimentos romanos que vienen a sumarse a los repertorios elaborados por el Prof. D.

Antonio Blanco Freijeiro1 y por el Dr. D. José María Álvarez Martínez2. Todos ellos han sido publicados en diferentes medios, pero me ha parecido oportuno ofrecer los nuevos hallazgos musivos con inscripciones en home-naje a mi querido amigo y colega durante unos años en el CSIC, Luis García Iglesias, ilustre emeritense e historiador.

Los mosaicos, especialmente los figurados, son ante todo documen-tos para la historia porque de las escenas en ellos plasmadas se pueden infe-rir datos útiles que confirman o que amplían nuestros conocimientos históri-cos. Es más, incluso el estudio iconográfico y artístico de los pavimentos pueden proporcionar “pistas” acerca de las relaciones políticas y comercia-les entre distintas regiones del Imperio a lo largo del tiempo, que explicarían esas interferencias y coincidencias artísticas que se detectan en muchos de ellos, como ocurre con otras facetas del arte. Pero si a todo esto se añaden las inscripciones que acompañan a algunas escenas musivas, los conoci-mientos serán mucho más completos.

A lo largo de los años, la ciudad de Mérida, celosa de sus tesoros so-terrados bajo las estructuras urbanas, ha seguido desvelando poco a poco lo que esconde: restos arquitectónicos, escultóricos, pictóricos, musivos. Mu-cho se ha destruido y es de lamentar el estado en el que han llegado hasta nuestros días algunos de ellos. Pero así y todo siempre hemos de celebrar lo conservado, esos restos que nos permiten seguir ahondando en la historia de la ciudad y activar nuestra imaginación para poder suplir lo que falta. Quizás sean los mosaicos los que más han sufrido los efectos negativos que siempre conlleva la superposición de una ciudad a otra, por ser un material que, incluso, durante los años de su utilización, se degrada y requiere una restauración, como se puede apreciar en algunos casos estudiados por el Prof. Blázquez Martínez3.

* Este trabajo se ha realizado dentro del Proyecto de Investigación HUM2007-61878. 1 Corpus de Mosaicos de España. I. Mosaicos romanos de Mérida, Madrid (CSIC), 1978. 2 Mosaicos romanos de Mérida. Nuevos hallazgos, Mérida, 1988. A este Catálogo hay que añadir el reciente trabajo de ÁLVAREZ MARTÍNEZ, J.-M., NOGALES BASARRATE, T.: “Las producciones musivas emeritenses”, en Kalathos. Studies in honour of Prof. Asher Ovadiah, S. Mucznik ed. (Assaph 10-11). Universidad de Tel Aviv (Israel), Tel Aviv, 2005-2006, pp. 243-264. 3 “Mosaics of Roman Spain restored in the Antiquity”, Proceedings VIIIth Conference of the International Committee for the Conservation of Mosaics (ICCM) (Thessaloniki – Gre-

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Limitándonos estrictamente al mosaico figurado, hay que destacar dos hallazgos importantes no solo por su iconografía, sino también porque incluyen epígrafes4, particularidad que es muy frecuente en la colonia eme-ritense, de forma que podría decirse que en Augusta Emerita hay un afán por identificar a los personajes, a las personificaciones alegóricas e incluso a los animales, en contraposición a otros lugares en donde la ausencia de letreros sugiere un nivel distinto de lectura en el espectador o una buscada poliva-lencia de interpretaciones. Los epígrafes siempre van en latín, salvo una excepción en griego. Recordemos sin más el mosaico cosmogónico en el que todas las figuras alegóricas van acompañadas de letreros; las estaciones, Viranus, Hestas, Autumnus e Hibernus, en la orla del mosaico de la cacería del jabalí de El Hinojal; los aurigas Paulus y Marcianus; el cazador Maria-nus y su caballo Pafius; la cuadriga vencedora conducida por los caballos Narcissus y Delius (los únicos que se han conservado); los sabios identifi-cados todos por su nombre en griego; el mosaico funerario de Eritreo; sin olvidar los nombres de los musivarios Seleucus y Anthus, Partenos (leído últimamente como Partenope), Annibonius, Baritto y tal vez Felix5. Mosaico polícromo de Opora6 (figs. 1-4).

Descubierto en 2002 en la calle Sagasta de la ciudad de Mérida, in-tramuros de la colonia Augusta Emerita, al realizar unas zanjas para la con-dución del gas, aunque ya se conocía su existencia desde la década de los 70, época en la que D. José Álvarez y Sáenz de Buruaga realizó excavacio-nes en una zona adyacente al lugar y descubrió varios fragmentos conserva- cia, 29 October-3 November 2002), European Center of Byzantine and Post-Byzantine Monuments, Thessaloniki (Grecia), 2005, pp. 127-135. 4 Agradezco al Dr. D. Pedro Mateos Cruz, Director del Instituto de Arqueología de Mérida el permiso para reproducir las fotos. 5 GÓMEZ PALLARÈS, J.: “Nombres de artistas en inscripciones musivas latinas e ibéricas de Hispania”, Epigraphica LIII, 1991, pp. 59-96; ID.: Edición y comentario de las inscrip-ciones sobre mosaico de Hispania: inscripciones no cristianas, Roma, 1997, pp. 54-75; ID.: Epigrafía cristiana sobre mosaico de Hispania, Opuscula Epigraphica 9, Roma, Edi-zioni Quasar, 2002, pp. 32-34. 6 SÁNCHEZ BARRERO, P. D.: “El mosaico de la calle Sagasta”, Foro, Boletín del Con-sorcio de la Ciudad Monumental Histórico-Artística y Arqueológica de Mérida 29, octubre 2002, pp. 4-5; ID.: “Trabajo desarrollado por el Equipo de Seguimiento de Obras durante al año 2002”, Mérida, Excavaciones Arqueológicas 8, 2002, pp. 431-454; LÓPEZ MON-TEAGUDO, G.: “Un nuevo mosaico de Augusta Emerita con la representación alegórica de Opora”, en Kalathos. Studies in Honour of Asher Ovadiah, S. Mucznik ed. (Assaph 10-11), Universidad de Tel Aviv (Israel), Tel Aviv, 2005-2006, pp. 347-364, en el que se realiza un estudio pormenorizado del mosaico emeritense y se recogen todos los paralelos.

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dos en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida7. Las intervenciones anteriores en la zona pusieron al descubierto restos de la muralla y de domus romanas con suelos de mosaicos (entre ellos el pavimento de Seleucus y Anthus) y paredes estucadas, que también se documentan en la estancia pa-vimentada con el mosaico de Opora8. El pavimento, que debió tener grandes dimensiones ya que la parte conservada mide 10,20 m. por 12,80 m. de an-cho, ha sido fechado a fines del siglo III o a comienzos del IV. Se conserva in situ.

La superficie del mosaico con la representación alegórica de Opora ofrece una parte decorada con motivos geométricos (orla de ruedas de peltas con nudos de salomón) y de xenia (composición ortogonal de cruces de scu-ta tangentes, realizados en sogueado de dos cabos, que forman espacios cuadrados y rombos, decorados con motivos geométricos, vegetales y figu-rados, siendo uno de ellos un cesto cargado de frutos y hojas rodeado de una guirnalda de flores) y una zona figurada desarrollada en varias franjas dis-puestas circularmente en torno a un recinto amurallado, en el que se abre una puerta semicircular bajo frontón y dentro del que pueden verse restos de un edificio adintelado y la cabeza de un ciervo. Al exterior del muro se des-arrollan escenas campestres o idílicas figuradas en las proximidades de un río, con presencia de palmeras y de vegetación lacustre, en donde pastan rebaños de équidos y bóvidos con campano o esquila al cuello. Una inscrip-ción en la parte de la rotura del pavimento, en la que puede leerse TITA-ROS, podría ser el nombre del musivario9. Pese a que falta una parte consi-derable del pavimento, parece que todo gira en torno a una figura femenina recostada entre dos palmeras que se inclinan hacia ella, identificada por la inscripción OBORA que ha de interpretarse como OPORA. Lleva el torso desnudo y cubre las piernas con un manto. Se adorna con collar y brazaletes. El brazo izquierdo está doblado sobre un kantharos del que mana el agua, mientras que en la mano derecha sostiene una especie de rama. Sin lugar a 7 Debo esta información al Dr. J.M. Álvarez Martínez, Director del MNAR, que generosa-mente me ha dado todas las facilidades para poder realizar el estudio de los fragmentos conservados en el Museo y poder, de esta forma, completar el conjunto pavimental de Opo-ra, cf. LÓPEZ MONTEAGUDO, G.: “Nuevos documentos del mosaico emeritense de Opora”, en Homenaje a Carmen Gasset, Anas, 19-20, 2007, en prensa. Los fragmentos fueron incorporados por A. Blanco Freijero al Corpus de Mosaicos de España. I. Mosaicos romanos de Mérida, Madrid (CSIC), 1978, pp. 32-33, núm. 10, lám. 21. 8 SÁNCHEZ BARRERO, P. D.: “Trabajo desarrollado por el Equipo de Seguimiento de Obras durante al año 2002”, Mérida, Excavaciones Arqueológicas 8, 2002, pp. 442-443. 9 Esta lectura me ha sido sugerida por el Dr. José Manuel Cañas, Investigador del CSIC, al que desde aquí agradezco su inestimable ayuda.

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dudas el tipo iconográfico de la figura alegórica de Opora responde a la utilizada para las fuentes y en Hispania se vuelve a encontrar en la alegoría de la fuente Hippocrene, figurada en el mosaico de la Toilette de Pegaso procedente de la villa romana de Almenara (Valladolid), que se fecha en el siglo IV10. En la misma Lusitania un paralelo próximo a la figura de Opora se encuentra en la nereida recostada sobre un toro marino, representada en el mosaico emeritense procedente del ambiente termal de la villa romana del Hinojal, de la misma fecha11.

En la musivaria romana la figura alegórica de Opora solamente apa-rece representada en dos mosaicos procedentes del Oriente y siempre aso-ciada a Agros, alegoría del campo y, por lo general, en un contexto dionisía-co. En un mosaico de Antioquía, de la primera mitad del siglo III, proceden-te de la Casa de la Barca de Psyche, que se conserva en el Museo de Balti-more, ambos personajes aparecen identificados por su nombre en griego12 (fig. 5). Opora y Agros figuran probablemente en un mosaico del Museo de Souweida, de época severiana, procedente de Shahba-Philippopolis, en el que solo se han conservado las dos últimas letras del nombre en griego que acompaña al personaje masculino13.

Sin lugar a dudas, el mosaico emeritense es una glorificación de la riqueza y la abundancia (Opora) que el agua, que mana de una fuente y flu-ye irrigando la tierra, proporciona a los campos, volviéndolos feraces y permitiendo que en sus riberas prospere la vida vegetal y animal, extramuros del recinto amurallado. El cesto lleno de frutos, figurado como motivo de xenia en la parte geométrica del pavimento, tal vez con carácter estacional,

10 Corpus de Mosaicos romanos de España. XI. Mosaicos de Valladolid, Madrid (CSIC), 1998, núm. 15, láms. 31-34; SAN NICOLÁS PEDRAZ, M.P.: “Representaciones alegóri-cas de fuentes y ríos en los mosaicos romanos de Hispania”, en Termalismo antiguo. I Con-greso Peninsular (Arnedillo, Logroño 1996), Madrid (UNED-Casa de Velázquez), 1997, pp. 453-465. 11 ÁLVAREZ MARTÍNEZ, J. M.: “La villa romana de ‘El Hinojal’ en la dehesa de ‘Las Tiendas’ (Mérida)”, NotAhisp. 4, 1976, pp. 450-463, láms. XI-XII; Corpus de Mosaicos de España. I. Mosaicos romanos de Mérida, Madrid (CSIC), 1978, p. 71, núm. 63, lám. 93b y 94a. 12 Les acompaña Oinos, identificado también por su nombre, cf. LEVI, D.: Antioch Mosaics Pavements, Princeton, 1947, pp. 186-188, pl. XLIIa-b y CLVIIIa; KONDOLEON, C.: “Mosaics of Antioch”, en C. Kondoleon, Antioch. The Lost Ancient City, Princeton 2000, pp. 71-74; CIMOK F. (ed.): Antioch Mosaics. A Corpus, Istambul 2000, pp. 170-171. 13 BALTY, J. : “La mosaïque antique au Prôche Orient. I”, ANRW II, 12.2, Berlin - New York, 1981, pp. 347-429, pl. XXVIII, 2- 3 y XXIX, 1.

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avala esta misma idea14. En conjunto, la escena musiva emeritense constitu-ye una representación realista de la vida diaria y un cuadro único en la mu-sivaria hispana de las villas y de su entorno rural. Una escena muy cercana a la de Mérida se documenta en el pavimento itálico de Oderzo, en el que fi-gura el interior de una villa amurallada y el área externa en la que también destaca la vegetación lacustre, un bóvido y un ciervo, un rebaño de ovejas pastando y escenas de caza15 (fig. 6). Ambas son un reflejo de la realidad social del momento, de las villas fortificadas y su entorno rural, de su rique-za agrícola y ganadera y de las actividades cinegéticas que en ellas se des-arrollan, y siempre con el agua como factor determinante de esa riqueza16.

En cuanto al otro nombre, Titaros, se halla documentado como an-tropónimo en inscripciones griegas del Peloponeso, referida en una de ellas al padre del poeta lírico Alcman (Sud. A 1289)17, por lo que es muy proba-ble que en este mosaico Titaros sea el nombre del musivario. Sin embargo, el contexto de la escena, como un canto a la naturaleza, sugiere asimismo que Titaros sea un topónimo y que aluda de manera alegórica o simbólica al monte griego Titaros, en Tesalia. La rotura del pavimento en esta zona im- 14 En territorio emeritense se documenta el cesto de frutos, y también la guirnalda de flores, portado por un eros, como símbolo estacional, en el mosaico de Dexter procedente de la villa romana de Panes Perdidos, que se fecha a comienzos del siglo IV, cf. ÁLVAREZ, J. M., NOGALES, T.: “Los mosaicos de la villa romana de “Panes Perdidos”, Solana de Ba-rros (Badajoz)”, Anas 7-8, 1994-1995, pp. 89-106, láms. 9-1, 11-2 y 13-1. 15 BERTACCHI, L.: “Ricomposizione del mosaico opitergino con villa rustica”, en Mosaïque. Recueil d’hommages à Henri Stern, Paris 1983, pp. 65-73, pl. XLVI y CCXXXI. 16 Representaciones de este tipo se documentan igualmente en algunos mosaicos norteafri-canos, como los de la Casa de Sorothus en Hadrumetum y de Oued Athmenia, en los que figuran las villas y su entorno rural, en estos casos las cuadras de caballos, cf. ENNAÏFER, M.: “Le thème des chevaux vainqueurs à travers la série des mosaïques africaines”, MEFRA 95, 1983, pp. 831-834, figs. 19-20; TISSOT, Ch.: Géographie comparée de la province romaine d’Afrique, Paris 1884, I 1884, I. También en la musivaria tardía del Oriente existen algunos ejemplos muy próximos de gran contenido alegórico, como los mosaicos del ambu-lacro del martyrion de Seleucia (cf. LEVI, D.: Antioch Mosaics Pavements, Princeton 1947, pp. 359-363, pl. LXXXVII-LXXXIX, CLXXIV-CLXXVI) y sobre todo el grandioso pavi-mento del peristilo del Gran Palacio de Constantinopla (cf. JOBST, W.: ERDAL, B., GURTNER, Ch.: Istanbul. The Great Palace Mosaic. The story of its exploration, preser-vation and exhibition 1983-1997, Istambul 1997). Sobre estos y otros paralelos, cf. LÓPEZ MONTEAGUDO, G.: “Un nuevo mosaico de Augusta Emerita con la representación alegó-rica de Opora”, en Kalathos. Studies in Honour of Asher Ovadiah, S. Mucznik ed. (Assaph 10-11), Universidad de Tel Aviv (Israel), Tel Aviv, 2005-2006, pp. 347-364. 17 Lexicon of Greek Personal Names, III. A, ed. P.M. FRASER and E. MATTHEW, Oxford 1997. Agradezco a la Dra. Mª Dolores Lara Nava, Investigadora del CSIC, la ayuda que me ha prestado en la identificación de este nombre.

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pide conocer más detalles, pero los paralelos africanos e itálicos y la presen-cia de un ciervo en la zona central del mosaico emeritense, hacen posible también la existencia de una escena, tal vez de cacería, en otro ambiente opuesto pero complementario a las riberas del río y a los rebaños domesti-cados, como son la montaña y los animales salvajes.

En cualquier caso, las inscripciones griegas, aunque realizadas en grafía latina, aumentan el valor de este pavimento porque remiten a la pars orientalis del Imperio, tal vez lugar de origen del musivarius. Mosaico polícromo de Aura18 (figs. 7-8).

El otro mosaico con inscripción, perteneciente a una domus fechada en torno a los siglos III-IV, fue descubierto en 2002 en las excavaciones realizadas con motivo de la reutilización del Hospital de San Juan de Dios como sede de la Asamblea de Extremadura. Se conserva in situ.

Del pavimento, muy dañado, quedan restos de una composición for-mada por diversos motivos geométricos (rombos, cuadrados, círculos de peltas) y vegetales (flores de seis pétalos inscritas en cuadrados) y, en muy mal estado, el emblema de borde dentado sobre una superficie de ca. 97 x 25 cm., del que sólo resta la imagen de un can, de tipo galgo, mirando a la liebre que acaba de cazar y que yace a sus pies, acompañado de la inscrip-ción AVRA.

La escena se encuadra en la musivaria y en la pintura emeritense de tema cinegético, en las que, sin embargo, es la primera vez que aparece el nombre del animal19. Esta particularidad no es desconocida en los mosaicos hispano-romanos con temas de caza, ya que dos galgos identificados por su nombre, Lateras y Nimbus, se documentan en el mosaico de Thalassius de Córdoba, fechado a comienzos del siglo IV, en el que se representa una ca-cería de liebre y zorro con perros azuzados por el venator Thalassius a caba-llo20 (fig. 9). Otros dos galgos identificados también por su nombre, Lean- 18 SÁNCHEZ BARRERO, P. D.: “Trabajo desarrollado por el equipo de Seguimiento de Obras en el año 2001”, Mérida, Excavaciones Arqueológicas 2001, Memoria 7, Mérida, 2004, pp. 279-294, lám. 8; PALMA GARCÍA, F.: “De la domus altoimperial al moderno hospital de San Juan de Dios”, Mérida, excavaciones arqueológicas 2002, Memoria 8, Mérida, 2005, pp. 159-208, fig. 10. 19 BLÁZQUEZ, J. M., LÓPEZ MONTEAGUDO, G.: “Iconografía de la vida cotidiana: temas de caza”, en Actas del Homenaje in memoriam de A. Balil, Guadalajara, 1990, pp. 59-88; ÁLVAREZ SÁENZ DE BURUAGA, J.: “Una casa romana, con valiosas pinturas, de Mérida”, Habis 5, 1974, pp. 169-187. 20 LÓPEZ MONTEAGUDO, G., BLÁZQUEZ, J. M., NEIRA JIMÉNEZ, M. L., SAN NI-COLÁS PEDRAZ, M. P.: “Recientes hallazgos de mosaicos romanos figurados en Hispa-

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der y Titurus, figuran en el mosaico coetáneo de la cacería de Adonis de Carranque (Toledo), en el que junto a los jabalíes interviene una liebre21 (fig. 10). En el mosaico del Triunfo báquico de Baños de Valdearados (Bur-gos), ya de la primera mitad del V, se han utilizado escenas de caza como representación alegórica de los vientos: perro persiguiendo a una liebre, acompañado de la inscripción Eurus; los nombres de los vientos Zefyrus (sic), Notus y Boreas acompañan a tres canes que persiguen a gacela, ciervo y gamo22 (fig. 11). En el mosaico de Belerofonte de Málaga, que se fecha en el siglo IV, la escena mitológica se acompaña de temas cinegéticos entre los que se documentan dos perros persiguiendo a sendas liebres; lo fragmenta-rio de este pavimento impide saber si los canes estaban identificados por sus nombres, como ocurre con Pegaso, Belerofonte y la Quimera23 (fig. 12).

Algunos ejemplos norteafricanos de canes persiguiendo liebres acompañados de los letreros con su nombre son los mosaicos tunecinos de Althiburos, de mediados del siglo III (gran cacería de liebres y zorros con perros de nombre Atalante, Bois, Polifemus, Spina, … ecta, Minnatus, en la que intervienen cazadores a caballo ayudados por sirvientes)24 (fig. 13), Oudna, fechado a fines del siglo III o comienzos del IV (Ederatus y Mustela persiguen a una liebre y a un zorro, azuzados por dos cazadores a caballo y uno a pie provisto de un lazo)25 (fig. 14), Thuburbo Maius (dos cazadores a caballo, identificados por sus nombre, y dos perros persiguiendo a una liebre acompañados de la inscripción Sagitta pernicies leporum)26 (fig. 15), y Bir-el-Ksour, Henchir M’Rira (alrededor de Diana, Unicus persigue a una liebre nia”, en La mosaïque gréco-romaine VII-2 (Actes du VIIème Colloque International de la Mosaïque Antique, Tunis 3-7 octobre 1994) édités par Mongi ENNAÏFER & Alain RE-BOURG), Institut National du Patrimoine, Tunis (Túnez) 1999, pp. 509-542, pl. CLXXXIV. 21 BLÁZQUEZ, J. M.: “Nombres de aurigas, de posesores, de cazadores y perros en mosai-cos de Hispania y África”, Atti del IX Convegno internazionale su l'Africa Romana (Nuoro-Italia, 13-15 diciembre 1991), Università di Sassari (Italia), Sassari,1992, pp. 953-964, tavv. XII-XIII. 22 Corpus de Mosaicos de España. XII. Mosaicos romanos de Burgos, Madrid (CSIC), 1998, pp. 13-16, núm. 1, fig. 2, láms. 1, 3, 31 y 33. 23 Corpus de Mosaicos de España. III. Mosaicos romanos de Córdoba, Jaén y Málaga, Madrid (CSIC), 1981, pp. 77-80, núms. 53 y 54, lám. 61. 24 ENNAÏFER, M. : La cité d’Althiburos et l’édifice des Asclepieia, Tunis, 1976, pp. 109-126, pl. CXVII-CXVIII,CXXV, CXXXIII-c, CXXXVII-a, CXXXVIII-CXL. 25 DUNBABIN, K. M. D.: The Mosaics of Roman North Africa, Oxford 1979, pp. 61, 240-241 y 266, pl. 44. 26 IBID.: pp. 60-61 y 274; Corpus de Mosaïques de Tunisie. II-3. Thuburbo Majus, Tunis, 1987, pp. 74-76, núm. 290B, pl. XXVIII y LXI.

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y Aquila a un zorro, azuzados por sendos cazadores a caballo y un sirviente a pie con lazo)27 (fig. 16), ambos de la misma fecha. En un mosaico coetá-neo de Oderzo la inscripción Romanus, que acompaña a la escena de cacería de liebre por dos perros y un cazador a pie con un lazo, seguramente un sir-viente, podría indicar el nombre de uno de los canes (fig. 17).

El galgo representado en el mosaico emeritense tiene un gran pareci-do con los canes Leander y Titurus del pavimento de Carranque, que yacen heridos en el suelo; la forma de la cabeza, las pezuñas, el color del pelo, incluso la postura de Titurus, recuerdan muy de cerca a Aura (figs. 18-19). Un perro que ya ha atrapado a una liebre, como el de Mérida, se documenta en la gran cacería de Althiburos (vid. supra) (fig. 20). En cuanto al nombre Aura sólo se halla atestiguado, aunque como nombre de caballo, en el mo-saico tunecino de las facciones del circo, procedente de la antigua Hadrume-tum, que se fecha a comienzos del siglo III28.

Por lo general, los canes que intervienen en las escenas de cacería de liebres representadas en los mosaicos romanos de Hispania, del Norte de África y de la Península Itálica, son galgos o lebreles africanos y llevan co-llar, detalle este último que no está claro en el mosaico emeritense, refor-zando, como en el caso del nombre, el sentido de pertenencia a un propieta-rio.

Este mosaico emeritense viene a elevar el número de pavimentos con escenas de cacería, reflejo de una de las actividades favoritas de los domini romanos, a los que les gusta verse representados en los pavimentos de sus casas tomando parte en cacerías reales, a veces acompañados de sus amigos, sus caballos, sus perros y sus criados29. El énfasis de esta ostentación lo po-nen en muchas ocasiones las inscripciones que los acompañan, con indica-ción del nombre de los cazadores, de los caballos y de los perros, que perso-nalizan la escena. Es el mismo contenido que tienen los mosaicos de circo con inscripciones que identifican a los aurigas y a los caballos ganadores, e 27 LAVIN, I.: “Hunting Mosaics of Antioch and their sources”, DOP 17, 1963, pp. 179-286, fig. 91; PARRISH, D.: Season Mosaics of Roman North Africa, Roma 1984, pp. 103-105, núm. 6, pl. 9. 28 LÓPEZ MONTEAGUDO, G.: “Inscripciones sobre caballos en mosaicos romanos de Hispania y del Norte de África”, Atti del IX Convegno internazionale su l'Africa Romana (Nuoro-Italia,, 13-15 diciembre 1991), Università di Sassari (Italia), Sassari, 1992, pp. 965-1011, tav. IV-1. 29 LÓPEZ MONTEAGUDO, G.: “La caza en el mosaico romano. Iconografía y simbolis-mo”, en Arte, sociedad, economía y religión durante el Bajo Imperio y Antigüedad Tardia. Estudios en Homenaje al Prof. Blázquez, Antiguedad y Cristianismo VIII, Univ. Murcia 1991, pp. 497-512.

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incluso en ocasiones también hay una referencia a las cuadras o a los criado-res de los caballos30.

Todo este ambiente de los latifundia, de los que existen numerosos ejemplos en la musivaria romana especialmente del Norte de África, se re-fleja de forma patente en el conjunto de los mosaicos de Augusta Emerita, y estos dos nuevos pavimentos con inscripciones suponen también un reflejo de ese “ciclo” en el que la “ostentación” real y simbólica de la riqueza es una constante31.

30 LÓPEZ MONTEAGUDO, G.: “Mosaicos hispanos de circo y anfiteatro, VI Coloquio Internacional sobre mosaico antiguo (Palencia-Mérida 1990), AIEMA, Guadalajara 1994, pp. 343-358; ID.: “Inscripciones sobre caballos en mosaicos romanos de Hispania y del Norte de África”, Atti del IX Convegno internazionale su l'Africa Romana (Nutro-italiaz, 13-15 diciembre 1991), Università di Sassari (Italia), Sassari, 1992, pp. 965-1011. 31 GRABAR, A.: “Programmes iconographiques à l’usage des propiétaires des latifundio romaines, CahArch. XII, 1962, pp. 394-395.

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Figura 1. Mérida, mosaico de Opora (P. D. Sánchez Barrero, 2002).

Figura 2. Mosaico de Opora (P. D. Sánchez Barre-ro, 2002).

Figura 3. Detalle de la inscripción OBORA (P. D. Sánchez Barrero,

2002). Figura 4. Detalle de la inscripción TITA-

ROS (P. D. Sánchez Barrero, 2002).

DOCTRINA A MAGISTRO DISCIPVLIS TRADITA

246

Figura 5. Mosaico de Opora y Agros de Antioquia. (C. Kondole-on, 2000).

Figura 6. Mosaico de Oderzo (L. Ber-tacchi, 1983).

Figura 7. Mérida, mosaico de Aura (F. Palma García, 2002).

Figura 8. Detalle del emblema de Aura (F. Palma García, 2002).

ESTUDIOS EN HOMENAJE AL PROF. DR. D. LUIS GARCÍA IGLESIAS

247

Figura 9. Mosaico de Thalassius, de Córdoba. (CMGR VII).

Figura 10. Mosaico de Adonis, de Carran-que.

Figura 11. Mosaico del Triunfo Báquico, de Baños de Valdearados (Foto Museo de Burgos).

Figura 12. Mosaico de Belerofonte y la Quimera, de Málaga. (CMRE III).

DOCTRINA A MAGISTRO DISCIPVLIS TRADITA

248

Figura 14. Mosaico de cacería de liebre y zorro, de Oudna.

Figura 13. Detalle del mosaico de la caza, de Althiburos (Foto M. Ennaïfer).

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Figura 17. Mosaico de cacería de liebre, de Oderzo.

Figura 15. Mosaico de cacería de liebre, de Thuburbo Maius (Foto G. López Monteagudo).

Figura 16. Mosaico de cacería de liebre y zorro, de Henchir M’Rira (D. Parrish, 1984).

DOCTRINA A MAGISTRO DISCIPVLIS TRADITA

250

Figura 18. Detalle del mosaico de Carranque, can de nombre Leander (Foto G. López Montea-

Figura 19. Detalle del mosaico de Carranque, can de nombre Titurus (Foto G. López Monteagudo).

Figura 20. Detalle del mosaico de la caza, de Althiburos. (Foto M. Ennaïfer).