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World Union of Jewish Studies / האיגוד העולמי למדעי היהדות
/ המקורות הנוצריים לספר יוחסין LAS FUENTES CRISTIANAS DEL SEFER YUḤASIN Author(s): José Luis Lacave and לאקאוה ח"לSource: Proceedings of the World Congress of Jewish Studies / דברי הקונגרס העולמי למדעיVolume II, DIVISION II: JEWISH HISTORY IN THE MISHNAH AND TALMUD ,היהדות, כרך הPERIOD, IN THE MIDDLE AGES AND MODERN TIMES; THE JEWISH LABOUR MOVEMENT;CONTEMPORARY JEWISH HISTORY; THE HOLOCAUST / כרך ב, חטיבה ב: תולדות עם ישראלבתקופת המשנה והתלמוד, בימי הביניים ובעת החדשה; תולדות תנועת העבודה היהודית; יהדותזמננו; השואה... תשכ"ט / 196Published by: World Union of Jewish Studies / האיגוד העולמי למדעי היהדותStable URL: http://www.jstor.org/stable/23515511 .
Accessed: 22/06/2014 17:00
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LAS FUENTES CRISTIANAS DEL SEFER YUHASIN
José Luis Lacave
Madrid
No es necesario ponderar aquí, ante este público asistente al צמ
Congreso Mundial de Estudios Judíos, la importancia de la obra de
Abraham Zacuto, Séfer Yuhasín. Sólo hemos de considerar el éxito que este libro obtuvo siempre, como 10 prueba el crecido número de ediciones
que ha conocido, así como el hecho de que siga siendo hoy, al cabo de
los siglos, un trabajo de referencia de la literatura rabínica, según recorda
ba hace pocos años el Prof. Neuman en su Abraham Zacuto Historio
grapher1.
Por ello, creemos que cualquier estudio del Séfer Yuhasín que se
aborde, bien de un aspecto parcial del mismo, bien de su conjunto, será una interesante aportación al conocimiento de la historia judía y más concretamente de la historia medieval del judaismo.
Pero el investigador que desea intentar este estudio tropieza con
grandes dificultades. Me refiero a la falta de una edición crítica del
Séfer Yuhasín.
Dejando aparte las ediciones anteriores, examinemos brevemente la
reputada como la mejor y más moderna, con el fin de poner de manifiesto
algunas de las dificultades con que ha de luchar el investigador que desee
acercarse a la obra zacutiana2.
Debida a Herschell Filipowski, vió la luz en Londres y Edimburgo en 1857 con el título de Séfer Yuhasín ha-salem y ha sido reeditada
después en dos ocasiones, una en Frankfurt en 1924, con interesante
prólogo de A. H. Freimann y otra en Jerusalem en 1963. Estas dos
reediciones en nada alteran el texto de Filipowski.
1 Abraham A. Neuman, Abraham Zacuto Historiographer en "Harry Austryn Wolfson Jubilee Volume" (Jerusalem, 1965) 597-629.
2 Esas ediciones anteriores son: La primera, la que llevó a cabo en Constantinopla Sému'el Sul'lam el año 1566; la segunda es la que realizó Samuel Boehm en Cracovia, en 1580-81; después y siguiendo la pauta de esta última se conocen estas siete:
Amsterdam 1717; Zolkiew, 1797; idem, 1805; Kónigsberg, 1858; Lemberg, 1858;
Zytomir, 1861; Varsovia, 1876; idem, 1888.
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FUENTES CR1TIANAS DEL SEFER YUHASIN 93
Para empezar, Filipowski usa solamente el manuscrito de Oxford
2202, pues cuando realizó su trabajo no se conocía la existencia de otro
manuscrito en la Bodleiana. Hoy sabemos que en la citada biblioteca se
guarda otro más completo del Yuhasín, el 2798i.
Hizo algunos cambios en el orden del libro con criterio no rigurosa mente científico. Por ejemplo, perfeccionó el orden alfabético de Zacuto.
Este se había limitado a tener en cuenta la primera letra del nombre
únicamente. Filipowski dispuso los tanna'im y 'amora^m con arreglo a
un verdadero orden alfabético, pero dejó 10 demás como estaba en el
manuscrito. Como consecuencia, frases de Zacuto que tenían su sentido
en el orden en que él escribió, han quedado en esta edición completa mente desplazados y, a veces, incomprensibles.
Pero, además, no podemos menos de lamentar las muy abundantes
lecturas deficientes, algunas graves. Con un ejemplo nos bastará. En la
página 225b escribe Filipowski, הנילטק הנוז, "la prostituta Catalina", refiriéndose a la reina, cuando en el manuscrito4 dice el correcto ,הנוד
Doña Catalina". También casi todos los nombres de las" אנילטק
ciudades españolas están mal leídos.
Por otra parte, las erratas son constantes. Hasta tres fes de erratas
lleva el propio libro en su edición de 1924 y apenas cubren una minima
parte. Tratándose de un texto de difícil comprensión come éste, esa
cantidad de erratas hacen de su lectura un trabajo penoso. Además, muchas de ellas alteran totalmente el texto hasta hacerlo absurdo.
Pongamos un ejemplo de una errata no recogida en ninguna fe: en la
página 65b, donde se trata de explicar qué es el según de los sacerdotes, Zacuto cita un texto de Maimónides5, en que éste dice que es "un grado
requerido para el sumo sacerdote" (ג"כל הלעמ): la errata le hace decir
que "está por encima del sumo sacerdote" (ג"כל הלעמל). En fin, la puntuación es tan desastrosa que estamos por asegurar
que, si el lector se fiara de ella, no llegaría a entender nunca 10 que Zacuto
quiso expresar a través de sus páginas.
3 A. Neubauer — A. E. Cowley, Catalogue of the Hebrew Manuscripts in the
Bodleian Library, vol. II, Oxford 1906, p. 215. Además de esos dos mss. completos,
existen otros fragmentarios: Ms n" 755 de la Biblioteca Sassoon; ms. Or. Qu. 6 de la
Koniglichen Bibliothek de Berlin; ms. 8o 1777 de la Jewish National and University
Library de Jerusalem; y ms. 128 de la Colección Günzburg de Moscú.
4 Naturalmente en el usado por él, es decir el 2202 de Oxford, folio numerado
503. 5 Sefer 'Abodah, Hilkot kéli ha-miqdaS, 4, 16.
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Con todo 10 que antecede, esperamos se comprenderán nuestras
lamentaciones por la falta de una edición crítica. Esta, que se utiliza
normalmente por ser la más completa de las existentes, obliga continua
mente a un doble trabajo; por si fuera poco adivinar 10 que quiso expresar
Zacuto, ¡ hay que averiguar primero 10 que Filipowski le hizo decir!
Todas estas dificultades con que tropieza el investigador se ven aumen
tadas cuando se trata de abordar el estudio del sexto y último capítulo del Séfer Yuhasín, 10 cual está estrechamente relacionado con el estudio
de sus fuentes cristianas.
Para empezar, no está editado completo, pues el manuscrito que utilizó Filipowski sólo 10 contenía de un modo parcial. Además, por contener un ingente número de nombres propios y un gran caudal de
mitología que sin duda el editor no entendió, aparte del poco agrado que hacia este capítulo confiesa él mismo6, el resultado es que los errores son
constantes y, por tanto, la utilidad del texto editado muy escasa. Es
necesario trabajar sobre los manuscritos.
Hasta hoy han estudiado las fuentes del Yuhasín investigadores tan
insignes como Loeb7, Freimann8, y Neuman9, pero ninguno de ellos
intentó siquiera el estudio de las fuentes cristianas.
Zacuto utilizó las fuentes cristianas para componer su sexto y último
capítulo. Fuera de ese sexto capítulo, sólo en cuatro ocasiones cita
Zacuto un "Libro de Crónicas de los cristianos",10םירצונל םימיה ירבד רפס. Ese último capítulo, según Zacuto mismo aclara11, está escrito a base de
autores cristianos, precisamente para que los judíos pudieran conocer 10
que aquéllos pensaban de los hechos históricos, "por ser muy conve
niente — dice — para las polémicas judeo-cristianas y para otros fines.5'
Aunque en ese sexto capítulo cita Zacuto expresamente a San Isidoro, S. Jerónimo, S. Agustín y Eusebio, nos inclinamos a creer que nuestro
cronista no manejó directamente los textos históricos de esos autores, sino a través de una crónica cristiana que sí los había utilizado a todos
ellos, bien directamente, bien a través de otras fuentes, la cual sería ese "
.Libro de Crónicas de los cristianoscitadoםירצונל םימיה ירבד רפס,
6 H. Filipowski, Introducción a su edición del Séfer Yubasín, p. vi.
7 I. Loeb, Joseph Haccohen et les chroniqueurs juifs en "Révue des études juives"
XVII (1888) 245-271. 8 cfr. Introducción a la edición Filipowski, Frankfurt a. M. 1924, pp. XI-XVI.
9 A. A. Neuman, Abraham Zacuto Historiographer en "Harry Austryn Wolfson
Jubilee Volume" (Jerusalem, 1965) 604-619.
10 Págs. 5a, 6b, 78a y 198b del Yubasín, ed. Filipowski. 11 Yubasín 231a-231b.
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FUENYES CRITIANAS DEL SEFER YUHASIN 95
Para comprobar nuestra teoría es conveniente que echemos primero una ojeada al libro en su conjunto.
En mi opinión, Zacuto no abordó este trabajo con espíritu de historia dor. Las razones que le incitaron a escribir el Yuhasín, hemos de buscarlas
en la vida "judía" de Zacuto.
El ambiente cultural de las comunidades judías españolas de la
segunda mitad del siglo XV permanece aún casi ignorado en nuestros
días. Fuera del averroísmo que corroía las clases pudientes y cortesanas
de la población judía, así como de la reacción operada en algunos autores como Yishaq Arama contra ese averroísmo, muy poco sabemos
de las preocupaciones intelectuales de los espíritus cultivados de nuestras
juderías en esos años finales de su estancia en España. Un aspecto interesante de ese ambiente cultural y de la producción
literaria que trajo consigo es, sin duda, la aparición de varios libros
dedicados a 10 que se ha dado en llamar "metodología" del Talmud.
Muy probablemente, la reacción contra el averroísmo y las difíciles
condiciones en que, sobre todo al comienzo del siglo, se desenvolvía
la vida religiosa de los judíos hicieron que éstos, como en tantas otras
ocasiones difíciles, volvieran sus ojos al estudio del Talmud en busca de
apoyo y consuelo. Ello traería consigo un auge considerable en el
número de alumnos en las madrasas, y como consecuencia inmediata, la necesidad de libros que ayudaran al principiante a desenvolverse en
el "océano del Talmud".
Un ejemplo de que esta necesidad se dejaba sentir 10 tenemos en el
hecho probado de que Yéhosu'a ha-Leví de Tlemcén escribiera su
libro metodológico Halifcot 'Olam por expreso deseo del toledano Don Vidal ben Labí.12
La aparición de una figura señera, como tantas veces, daría gran
impulso a estos trabajos. Nos estamos refiriendo al gaón de Castilla
Yishaq Campantón, quien, según 10 que hoy sabemos, debió de galvanizar tras sí importantes núcleos judíos, llegando a tener numerosos alumnos
y seguidores por toda Castilla. Recordemos que entre sus discípulos más
preclaros están el maestro de Zacuto, Yishaq 'Abo'ab, y Sému'el Valensí,
su tío materno, y recordemos también las palabras del Yuhasín en que éste recoge la viva impresión que en su niñez le había producido el gaón13.
12 Para las diversas ediciones de esta obra, puede verse J. Fürst, Bíbliotheca
Judaica... (Leipzig, 1863), II, 64-65. 13 Séfer Yubasin ed. Filipowski, p. 226b.
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Zacuto nos habla en su prólogo14, poniéndola como ejemplo, de la
única obra de Yishaq Campantón que ha llegado a nuestras manos, Darké ha-Talmudls. Era ésta una metodología talmúdica que, aunque breve, sin duda produjo impacto entre los círculos de estudiosos judíos. Como todas las figuras importantes, Campantón marcó una dirección
en los trabajos talmúdicos, tratando luego sus discípulos de completar la
obra del maestro.
De este modo vemos como Sému'el Serrillo escribió un libro acerca
de las reglas hermenéuticas del Talmud, que tituló Kélalé Sému'el16, y el
mencionado Sému'el Valensí un tratado especial sobre la regla de
Qal Wa-homer11.
En este marco de preocupaciones intelectuales debemos colocar la
obra de Zacuto, llevado a ellas, posiblemente, por su tío materno y por su maestro 'Abo^b.
Que el Yuhasín es, en su intención primera, un libro metodológico, 10 vemos en su reiteración y machaconería al explicar cosas como qué es el Sifré, o qué es el ségán ha-Kohanim, la relación nasi, ,ab bet din y hakam, o las diferencias entre nasí y rosgolah.
No tiene, pues, Zacuto, al escribir este libro, propósitos de historiador sino de talmudista. Y, además, de talmudista que podríamos calificar de
ultraortodoxo o cuanto menos de muy conservador. Por tanto, para un escritor con estos propósitos e intenciones, es
lógico que el valor de las fuentes cristianas tengan, como él mismo
advierte18, muy escaso valor, ya que en muchos casos, especialmente en la cronología, van en contra de la Tradición judía.
Al concebir este capítulo como un adorno de su libro, o como un mal necesario, es natural pensar que no se tomaría demasiado trabajo en
acopiar fuentes para su composición. Sin duda decidió tomar una crónica general, de cierta fama en su tiempo, y a base de ella exclusiva mente escribió ese último capítulo del Yuhasín.
Que Zacuto sólo manejó una crónica para componer ese capítulo, la cual sí usaba fuentes anteriores, se comprueba con la simple lectura del mismo. En diversas ocasiones se refiere a un "ba'al ha-séfer"19 dando a
14 Sefer Yubasín, ed. Filipowski, p. 3b.
15 Así la llama Zacut. La edición más reciente de esta obra es la de I.H. Weiss
(Viena, 1891) y lleva el título de Darke há-Gémara\
16 Para ediciones de esta obra véase J. Fürst, Bibliotheca Judaica... III, 317.
17 Asimismo véase J. Fürst, Bibliotheca Judaica... I, 31 en cuanto a ediciones. 18 Sefer Yubasín, ed. Filipowski, p. 231a.
19 Cf., por ej., pp. 232a, 232b, 233a, etc. de la ed. de Filipowski.
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entender que es la crónica que le sirve de fuente. Así, al hablar de los
años que van de la Creación hasta el Diluvio dice que 'el "ba'al ha-séfer"
se apoyó en Isidoro sin razón'. Y al comentar el nacimiento de Abraham, dice Zacuto: "Abraham nació según los judíos en el año 1948 y según el"ba'al ha-séfer", que se apoya en Isidoro, nació en el año 3184".
Ahora bien, ¿ quién es este ba'al ha-séfer ? ¿ Cuál es la crónica utilizada
por Zacuto? Desgraciadamente no nos da ningún indicio que nos
permita averiguarlo prontamente. El sexto capítulo del Yuhasín nos revela la estructura de una crónica
universal que en gran medida seguía a S. Isidoro en la Historia antigua. Esto se comprueba no sólo por las citas que acabamos de dar, sino por la cronología utilizada, la división en épocas o edades del mundo, etc.
En España son muchas las crónicas que para la historia antigua usaron a S. Isidoro. Dejando aparte otras anteriores, tenemos las
crónicas de D. Lucas de Tuy20 y D. Rodrigo Jiménez de Rada21, las dos grandes obras de D. Alfonso X el Sabio, la General Estoria22 y la Primera Crónica General de España22, más las que en los siglos posterio res utilizaron a éstas como fuente fundamental.
Por otro lado, en el siglo XV, siglo en que Zacuto vivió, gozó de cierta moda en Castilla el género de las compilaciones de crónicas y sumarios generales, así como las crónicas de España que comenzaban
en el Diluvio y llegaban hasta los propios días de sus autores24. A título
20 La más moderna edición del Chronicon mundi es la que llevó a cabo en 1926 en
Madrid, con el título de Crónica de España por Lucas, obispo de Túy, Julio Puyol.
B. Sánchez Alonso (Fuentes de la Historia española e hispanomericaná) Madrid 1927,
art. 55 e Historia de la Historiografía española I, Madrid 1941, p. 130, nota
48), prometió una edición verdaderamente crítica de esta crónica, pero no ha sido
publicada, que sepamos.
21 No existe edición crítica moderna de esta importante crónica. Suele utilizarse
la edición que aparece en el t. III de la colección de Padres Toledanos, debida al
Cardenal Lorenzana.
22 Antonio G. Solalinde publicó la primera parte de esta crónica fundamental
en Madrid, en 1930. La segunda parte apareció en Madrid el año 1957 y son sus
editores, en unión del mismo Solalinde, Lloyd A. Kasten y Victor R. B. Oelschláger.
23 Publicada por D. Ramón Menéndez Pidal en 1906, fue reeditada por el mismo
insigne investigador en Madrid, en 1955; lleva el título de Primera Crónica General de
España, que mandó componer Alfonso el Sabio y se continuaba bajo Sancho IE en
1289. 24 V. B. Sánchez Alonso, Historia de la historiografía española, vol. I (Madrid,
1941) pp. 308 ss.
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de ejemplo citaremos la Suma de crónicas de España25 de Pablo de Santa
maría y la Refundición de la crónica de 134426 que vió la luz hacia 1440.
Desgraciadamente la mayor parte de estas crónicas permanecen inéditas,
por 10 que nos es muy difícil identificar la que sirvió de fuente a Zacuto.
La mayor parte de las cosas que Zacuto narra en ese sexto capítulo del
Yuliasín se hallan en la General Estoria, pero no es probable que fuera
ésta la crónica utilizada por Zacuto, pues éste se extiende mucho más
en el tiempo que 10 que hoy conocemos de aquella magna obra del rey sabio. Pero sí podemos pensar que fuera una crónica posterior que
sigue bastante a la General Estoria.
No podemos pues, hoy por hoy, responder a la pregunta que antes
nos hacíamos de cuál fue la crónica utilizada por Zacuto. De cuantas
hemos podido examinar hasta la fecha, ninguna nos ha dejado satisfechos
en lo que buscamos. Unicamente podemos hoy decir que nos inclinamos
cada vez más a pensar que se trata de una crónica del siglo XV que
gozaba de cierta fama en los ambientes intelectuales no judíos en que se movió Zacuto durante su vida en España. No desesperamos, sin
embargo, de hallar pronto esta fuente cristiana del gran cronista
hispano-judío, lo que será, sin duda, una interesante aportación al mejor conocimiento de la obra histórica del ilustre sabio y escritor salmantino.
25 Permanece aún inédita. Puede verse una descripción de ella en B. Sánchez
Alonso, ibid. 1,310-11 yen Nicolás Antonio, Blbllotheca híspana vetus, II, 239.
26 Asimismo permanece inédita. V.B. Sánchez Alonso, ibid. I, 315.
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