Post on 18-Dec-2014
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DEAD SPACE™ MARTYR
La criatura cargó y él se movió del camino. Se estrelló contra la cámara circular con un fuerte
crujido, abollando el panel de la pared. Él se incorporó, todo su cuerpo dolía, y cojeo hasta el otro
lado de la recamara.
Era del doble del tamaño de un hombre. Se adelantaba moviendo sus puntiagudos y quitinosos
brazos hacia sus piernas y viceversa, con una velocidad increíble. Él vio como giro, se orientó e
inicio nuevamente la carga, haciendo temblar el piso. Espero hasta el último segundo posible y
salto de nuevo, su brazo fue abierto esta vez por una de sus púas. La criatura gimió en ira o
frustración, mirando hacia todos lados, tratando de localizarlo. Cuando logro hacerlo, él se
encontraba en el otro extremo de la habitación, tan lejos como podía estar. Okay pensó,
agarrando su brazo lastimado, ahora es mi turno.
Cargo contra el nuevamente. Esta vez, en lugar de saltar hacia un costado, se deslizo entre sus
brazos, entrando en contacto con su suave abdomen. Saco su cuchillo y corto a través de su carne
muerta, abriéndola tanto como pudo, levantándose y alejándose rápidamente, tambaleándose a
lo largo del cuarto.
Antes de poder alejarse mucho, lo agarro del pie y lo sacudió como un muñeco, y soltándolo. Se
golpeó contra la pared, fuerte. Sintió el aire saliendo de su cuerpo por el golpe, pero era más que
eso. Tal vez su espalda estaba rota.
Esperaba que la criatura cargara nuevamente, pero no lo hizo. En cambio se acercó sin prisa, casi
curioso. Lo vio acercarse y su miedo comenzó a aumentar.
La grotesca criatura se alzaba sobre él. Lo golpeo una vez, brutalmente, empujándolo contra la
pared otra vez. Por un momento creyó que se desmayaría, pero repentinamente el cuarto tomo
una intensidad y frescura que antes no tenía.
La criatura lo levanto en el aire, emitió otra vez su gimiente rugido. Lo sacudió violentamente
antes de llevar su cabeza hacia su mandíbula. Un momento después partió su cuerpo al medio. Un
momento más tarde, estaba muerto.
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PARTE UNO
PUERTO CHICXULUB
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Chava despertó más temprano de lo usual ese día, justo antes del amanecer. Su madre y su
hermana aún dormían. Su padre se había ido, viajando otra vez. Cuando el chico le preguntaba
dónde iba, él siempre se mostraba evasivo, y Chava había aprendido a no preguntar más. Tomo un
cucharon lleno con agua del balde y la bebió, con cuidado para no despertar a su hermana. Vertió
otro en un tazón y lavo su cara, manos y brazos antes de derramar silenciosamente el resto en el
suelo de tierra.
Seguía somnoliento. Miro a su hermana moverse un poco, emitiendo un leve gemido. Por qué se
había levantado temprano? Estaba en medio de un atemorizante sueño. Algo lo perseguía. Una
extraña, tambaleante criatura, algo que se movía de un lado a otro entre estrellas, algo que
parecía al mismo tiempo vivo y muerto. Sacudió su cabeza, preguntándose como algo podría estar
tanto vivo como muerto.
Se puso su ropa y salió de la choza, con cuidado para evitar que el trozo de aluminio que hacía las
veces de puerta golpeara tras él. Afuera, podía oler la sal en el aire, podía ver, unos cuantos
cientos de metros más allá, las grises olas. La marea se había retirado, las olas eran gentiles ahora,
difíciles de escuchar en la distancia.
Algo merodeaba en su cabeza, un ruido un extraño sonido: un susurro. Estaba diciendo palabras
pero en un lenguaje que él no podía entender, tan suavemente que no podía decir cuando una
palabra terminaba y otra comenzaba. Trato de eliminar el sonido, pero aunque disminuía, no
desaparecía. Simplemente se escondió en lo más profundo de su cráneo, molestándolo.
Su sueño se apresuró a llenar el espacio. La criatura era grande, apenas más grande que un
hombre. Él la veía de espaldas. En el sueño, primero pensó que era un hombre, pero cuando se dio
vuelta, vio que faltaba una parte de su cara, la mandíbula. También había algo mal con sus brazos,
pero el sueño era borroso y no podía distinguir que era exactamente. Lo vio con ojos tan blancos e
inhumanos como los ojos de un pez. Y entonces, en un solo segundo, silbando, estaba sobre él, su
babeante medía mandíbula, intentando hundir sus dientes rotos en su garganta.
Deambulaba, sin estar realmente seguro de donde iba, tratando de combatir esos fragmentos de
sueño que se repetían en su semi-consiente mente. Estaba sorprendido de encontrarse a sí mismo
en la costa. A la izquierda, la costa estaba vacía. Hacia la derecha, lejos en la distancia, había dos o
tres Pescadores, parados en la arena, tratando de sacar algo del agua. Lo que fuera, el chico lo
sabía, estaría casi deformado y sabría a combustible. Seria todo un reto comérselo. Ya no era
seguro pescar. El mar aquí está contaminado y comenzando a morir, y problemas similares se
adentraban también hacia el continente.
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Había escuchado a su padre hablar enojado del tema. Cortes que hacía pocos años habían sido
fuertes y saludables, ahora venían mal desarrollados, si es que aparecían siquiera. La única comida
supuestamente segura era la comida patentada, crecida en ambientes controlados por Mega
Corporaciones, comida que pocos podían pagar. Así que la opción, decía su padre, era comer cosas
que lentamente los matarían o perder todo por comprar comida que no podías pagar, mientras el
resto seguía destruyendo el mundo.
Comenzó a caminar hacia los Pescadores, pero algo detuvo sus pasos, girándolo lentamente.
Empezó a dirigirse hacia la otra parte de la playa, donde estaba desierto. O casi desierto; había
algo ahí, algo rodando en la orilla. Un pez tal vez, pensó al principio, pero al acercarse, era muy
grande para tratarse de un pez. Y la forma no era la correcta. Un cuerpo tal vez, un hombre
ahogado? Pero cuando empezó a sacudirse en el oleaje supo que estaba equivocado. Que estaba
mal.
El aire comenzó a soplar en el cuello de Chava. Camino hacia esa cosa, tratando de no escuchar la
creciente cacofonía de susurros que invadían su cabeza.
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2
Michael Altman refregó sus ojos y aparto la Mirada de su holopantalla. Era un hombre alto en sus
cuarentas, con cabello oscuro apenas tornándose gris en las raíces y ojos de un vivo azul verdoso.
Normalmente tenía una mirada inteligente y aguda, pero hoy su cara estaba caída, algo cansada.
No había dormido bien la noche anterior. Había tenido pesadillas, cosas viscerales; todo muerte,
sangre y gore. Nada que quisiera recordar.
“Eso es raro,” dijo James Field, el geofísico con quien compartía el laboratorio. Field pasó sus
regordetes dedos a través de su fino cabello blanco tirándose hacia atrás, su silla chillo detrás
suyo, mientras él miraba a Altman al otro extremo del cuarto. “Altman, recibiste estas mismas
mediciones?”
“Que mediciones?” Pregunto Altman.
Field empujo una copia de su holopantalla hacia Altman. Mostraba un mapa gravitacional
Bouguer/Salvo de las 110 millas de diámetro del cráter Chicxulub. El cráter había sido creado
cuando un cuerpo de 10 kilómetros golpeo contra la tierra hace 65 millones de años.
James Field, ahora terminando sus cincuentas, había pasado la mayor parte de su Carrera micro
mapeando el cráter para la Central American Sector Resource Corporation (CASRC) propiedad del
estado. Se enfocó principalmente en el perímetro tierra adentro, donde pequeñas
concentraciones de minerales clave podían ser encontradas y rápidamente extraídas. Ya que la
gente hacia lo mismo desde hace cientos de años, esto significaba más que nada regresar por
cantidades mucho más pequeñas que equipos anteriores, antes de la crisis de recursos, no eran
considerados como fuentes útiles. Era un trabajo lento y tedioso, lo más cercano posible a ser un
contador, siendo aún un geofísico. El que a Field realmente le gustara ese trabajo, le decía a
Altman mucho más de lo que quería saber sobre él.
Altman, por otra parte, hacia solo un año que trabajaba en Chicxulub. Su novia, Ada Chávez, una
antropóloga, había conseguido fondos para estudiar el rol contemporáneo del folklore y los mitos
de los Mayas de Yucatán. El apenas logro mover las suficientes cuerdas y cobrar algunos favores
para seguirla a México. Se suponía que él se encargaría de la porción sumergida del cráter,
creando un mapa de las estructuras geológicas debajo de media milla de barro, interpretando los
datos enviados por el satélite y las sondas submarinas. Era, en teoría, un proyecto científico, pero
él sabía que cualquier información que obtuviera, seria vendida por la Universidad a una compañía
de extracción. Trataba de no pensar en eso. El trabajo era lento y no tenía grandes recompensas,
pero intentaba convencerse de que no era tan inútil como lo que Field hacía.
Miro hacia la holopantalla de Field. Se veía normal para él, lo típico en lecturas gravitacionales.
“Que estoy buscando?” preguntó Altman.
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Field levanto su ceja. “Me olvido que eres nuevo,” dijo. “ampliare la imagen central.”
El centro del cráter estaba en aguas profundas, a una media docena de millas del laboratorio.
Altman se inclinó hacia el monitor, intrigado. Una obscuridad en el corazón del cráter revelo una
anormalidad gravitacional.
“Así es como se veía hace un mes,” dijo Field. “Ves?”
Abrió otro perfil. En este, Altman vio que la obscuridad en el centro no estaba. Volvió a mirar el
primer perfil. Las lecturas en todas partes menos en el centro estaban iguales.
“Como es posible?” pregunto.
“No tiene sentido, cierto?” dijo Field. “No cambiaria así como así.”
“Probably just an equipment malfunction,” said Altman.
“He trabajo aquí un largo tiempo,” dijo Field. “Reconozco una falla de equipo cuando la veo. Esto
no lo es. La anomalía está presente tanto en las imágenes satelitales como en los escaneos
submarinos, así que no puede ser.”
“Pero como podría cambiar?” preguntó Altman. “Una erupción volcánica tal vez?”
Field sacudió su cabeza. “Eso no provocaría ese tipo de anomalía. Además, los otros instrumentos
lo hubiesen registrado. No puedo explicarlo. Algo está mal,” dijo mientras buscaba su teléfono.
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3
Mientras se acercaba, Chava se ponía más y más nervioso. No era un pez ni nada parecido. No era
una tortuga marina, o un perro o un jaguar. Pensó que quizás era un mono, pero era demasiado
grande para serlo. Hizo la señal de la cruz y cruzo dos dedos para protegerse, pero siguió
avanzando.
Incluso antes de poder verlo claramente, podía escucharlo respirando. Hacia un extraño sonido
sofocado, como alguien que intentaba expulsar algo con lo que se estaba ahogando. Una ola lo
golpeo y por un momento el quejido se detuvo, la criatura se vio envuelta por el agua y la espuma.
Entonces el agua se retiró y lo dejo jadeando en la pantanosa arena. Se dio vuelta en una sacudida
y dirigió algo similar a una cabeza en su dirección.
Era como la criatura en su sueño, pero mucho peor. No era humano, pero parecía haberlo sido
alguna vez. Su piel parecía haber sido arrancada de su cuello, la médula rojiza debajo, moteada
con manchas blancas, supurando lentamente. Lo que parecían ser ojos no eran más que bolsillos
vacíos llenos de membranas cubiertas de venas opacas. El hueso de la mandíbula parecía haber
desaparecido por completo, dejando solamente una aleta de tejido suelto y un agujero donde
debía estar la boca. El quejido provenía de esa apertura, junto con un olor amargo y agrio que hizo
toser a Chava.
La criatura estaba encorvada, sus dedos unidos, una fina membrana corría entre su hombro y su
cadera como el ala de un murciélago. Trato de pararse, pero cayó nuevamente en la arena
pantanosa. Había dos grandes ampollas rojas, más grandes que sus puños en su espalda. Estaban
creciendo.
Madre de Dios, pensó Chava.
La criatura emitió un sonido similar a un gruñido, los bultos en su espalda latían. Los huesos en sus
brazos se rompieron, haciéndolos girar sobre sí mismos, volviéndose menos humano. Tosió un
líquido lechoso que colgaba en hilos del hueco en su rostro. La espalda se abrió por completo con
un fuerte sonido, salpicando sangre, y exponiendo sacos grises y esponjosos que se inflaban y
desinflaban; inflaban y desinflaban.
Chava no podía moverse. La criatura repentinamente nivelo su cabeza, mirándolo con su rostro
carente de ojos. Sus músculos se tensionaron y el hueco se deformo en una pobre imitación de
una sonrisa. Chava giro sobre su talón y comenzó a correr.
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Unos minutos más tarde, Field había hablado con Ramírez y Showalter, dos geofísicos trabajando
en el área. Ellos lo confirmaron: estaban recibiendo las mismas lecturas que Field. No era un
problema de equipo: algo había cambiado en el corazón mismo del cráter.
“Pero por qué?” preguntó Altman.
Field sacudió su cabeza. “Quién sabe?” dijo. “Showalter pensó que podría tener algo que ver con
actividad sísmica enfocada directamente a uno de los sensores, pero incluso sugirió estar poco
convencido de eso. Ramírez esta tan confundido como nosotros. Ha hablado con otros pocos,
ninguno parecía saber que está pasando. Algo cambio, algo es diferente, pero nadie sabe porque
cambio o inclusive, que puede ser. Nadie ha visto nada como esto.”
“Que deberíamos hacer?” preguntó Altman.
Field se encogió, pensando por un momento. “No lo sé”, dijo lentamente. Se sentó moviendo sus
dedos por su fino cabello, mirando a la nada. “No hay mucho que podamos hacer por nuestra
cuenta,” dijo finalmente. “Enviare un reporte al CASRC y veré que recomiendan. Hasta que
respondan supongo que seguiré las lecturas.”
Con un suspiro, Field volvió a mirar su pantalla. Altman solo lo miraba, disgustado.
“Que pasa contigo?” pregunto. “No te intriga por lo menos?”
“Que?” dijo Field, dándose vuelta. “Claro que sí, pero no sé qué hacer con esto. Tratamos de
entenderlo y todo el mundo esta tan confundido como nosotros.”
“Y eso es todo? Te vas a rendir.”
“Para nada,” dijo Field, elevando su voz. “Te dije: voy a llenar un reporte para el CASRC.
Seguramente tendrán algunas ideas. Esa parece ser la mejor manera de manejarlo.”
“Y entonces que, esperas unas pocas semanas a que alguien lea el reporte y luego otras más a
recibir una respuesta? Que pasa mientras tanto? Sigues tomando notas? Que eres, un hombre de
la compañía?”
La cara de Field se sonrojo. “No hay nada de malo en seguir protocolos,” dijo. “Solo hago mi
trabajo.”
“Esto podría ser inmenso,” dijo Altman. “Tú mismo lo dijiste, no es como nada que hayas visto
antes. Tenemos que tratar de descifrarlo!”
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Field apunto un tembloroso dedo hacia él. “Haz lo que quieras,” dijo en un quebradizo y bajo tono.
“Ve y hazte el rebelde y ve donde te lleva. Esto es algo grande, y necesita ser tratado
apropiadamente. Hare mi trabajo como sé que debe hacerse.”
Altman se volteo, apretando sus labios. Voy a descubrir que está pasando, juro, incluso si muero
haciéndolo. Horas más tarde, Altman no había avanzado mucho más que Field. Llamo a cada
científico que conocía en los alrededores de Chicxulub, cualquiera con algún interés en el cráter.
Golpeando cada vez con la misma pared, preguntando a cada uno si conocía a alguien más a quien
debería llamar y luego llamándolos.
A quince minutos de las cinco de la tarde, no había conseguido nada y se estaba quedando sin
nombres. Corrió nuevamente los datos y los correlaciono con lo que pudo conseguir que sus
colegas le envíen. Si, definitivamente había una anomalía gravitacional. Algo había cambiado en el
campo electromagnético también, pero eso era todo lo que sabía.
Field, como buen burócrata abandono rápidamente a las cinco como cada día, comenzó a
transmitir sus datos y a empacar.
“Te vas?” preguntó Altman.
Field sonrió y alzo su cuerpo en forma de pera de la silla. “No hay nada más que hacer aquí por
hoy,” dijo. “No me pagan horas extra,” explico y entonces salió por la puerta.
Altman se quedó unas horas más, revisando los datos y mapas nuevamente, buscando
precedentes sobre cambios como este en los records del mismo cráter o sitios similares, records
que iban tan atrás como el siglo veinte. Nada.
Estaba a punto de atravesar la puerta cuando su teléfono sonó.
“Dr. Altman, por favor?” dijo una voz. Era apenas más alta que un susurro.
“Habla Altman,” dijo.
“Se dice que ha estado preguntando por el cráter,” dijo la voz.
“Así es,” dijo, “Hay una extraña anorm—”
“No por teléfono,” susurro la voz. “Ya ha dicho demasiado con eso. Ocho en punto, en el bar
cercano al muelle. Sabe dónde es?”
“Claro que lo sé,” dijo Altman. “Quien habla?”
Pero la llamada ya se había cortado.
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Para el momento en que Chava regreso, arrastrando a su madre y otras pocas personas del barrio,
la criatura había cambiado nuevamente. Los húmedos sacos grises en su espalda eran más
grandes, cada uno del tamaño de un hombre cuando se inflaban. Sus brazos y piernas se habían
unido de alguna manera, fundiéndose entre ellos. La desollada calidad de su cuello había
cambiado, la carne ahora parecía estar cubierta de hormigas.
El aire a su alrededor había tomado un tono agrio y amarillento. Formaba una pesada nube, y
cuando alguien se acercaba mucho, encontraba difícil respirar. Un hombre, un pequeño viejo
borracho de aspecto digno, se aventuró dentro de la nube, luego de toser fuertemente, colapso.
Otros dos pueblerinos lo sacaron arrastrándolo por los pies y comenzaron a abofetearlo.
Chava miro hasta que el borracho recobro la conciencia y comenzó a buscar su botella, entonces
volteo a mirar a la criatura. “Que es eso?” pregunto Chava a su madre.
Su madre consultaba en susurros con sus vecinos, mirando a la criatura. Era difícil para Chava
escuchar todo lo que decían, pero escucho una palabra repetirse una y otra vez: Ixtab. Ixtab.
Finalmente su madre volteo hacia él. “Quien es Ixtab?” pregunto Chava nerviosamente.
“Ve a buscar a la vieja bruja,” le dijo. “Ella sabrá que hacer.”
La bruja ya estaba en camino a la playa cuando él la encontró. Se movía lentamente, apoyándose
en un bastón. Era vieja y frágil, mucho de su cabello ya no estaba y su cara estaba cubierta de
arrugas. Su madre decía que ella estaba viva cuando los españoles mataron a los mayas, mil años
atrás.
“Es como un libro perdido,” dijo su madre en otra ocasión. “Ella sabe todo lo que los demás han
olvidado.”
Ella cargaba un bolso colgando sobre su hombro. Él comenzó a explicar sobre la criatura, pero ella
lo silencio con un gesto. “Ya lo sé”, le dijo “Te esperaba más temprano.”
Él tomo su brazo y la ayudo a seguir. Otros del barrio se acercaban también a la playa, algunos
caminando como si estuviesen hipnotizados. Algunos lloraron, otros corrieron.
“Quien es Ixtab?” Pregunto Chava de repente.
“Ah, Ixtab,” dijo la bruja. Dejo de caminar y giro para verlo a la cara. “Ella es una diosa. Es la mujer
cuerda. Ella cuelga del árbol, con una cuerda en su cuello, sus ojos cerrados en la muerte y su
cuerpo comenzando a pudrirse. Pero aún es una diosa.”
“Pero está muerta?”
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“La Diosa del suicidio”, murmuró la bruja. “Ella es la Diosa colgada, la Diosa del final. Y junta a su
alrededor a todos aquellos que están muertos con medios inciertos.” Ella miro al chico
intensamente. “Es una amante muy dura,” dijo.
Chava asintió.
“Dime,” dijo la bruja, “tuviste un sueño anoche?”
Chava asintió.
“Cuéntame tu sueño,” dijo la bruja, y entonces escucho con cuidado mientras él lo contaba
confusamente, en pequeñas porciones. Ella hizo un gesto a la gente que se encontraba frente a
ellos, a la muchedumbre que se abultaba alrededor de la criatura más adelante. “Ellos también,”
dijo, “ellos han compartido nuestro sueño.”
“Que significa?” pregunto Chava.
“Que significa?” pregunto, apuntando un tembloroso dedo hacia la criatura, sus sacos grises ahora
eran casi del doble del tamaño de un hombre, la nube de gas nocivo creciendo. “Aquí ves lo que
significa.”
“Lo soñamos y lo hicimos realidad?” pregunto Chava sorprendido.
Ella emitió una gran sonrisa sin dientes y rio. “Crees que eres tan poderoso?” pregunto, y comenzó
a avanzar nuevamente. “Crees que somos tan poderosos? No,” dijo. “No podríamos hacer esto.
Nuestro sueño es una advertencia.”
“Una advertencia?”
“El sueño nos dice que algo está mal,” dijo. “Debemos corregirlo.”
Por un tiempo caminaron por la arena sin hablar, la anciana mujer respiraba con dificultad. Chava
podía escuchar el silbido de la criatura, más fuerte que el chocar de las olas.
“Haz comenzado a soñar despierto?” pregunto la bruja.
“Que quiere decir?” pregunto asustado.
“Ah, sí,” dijo. “Puedo oír en tu voz que lo has hecho. Debes tener cuidado. Tú la encontraste
primero. Quiere llevarte. Chicxulub: sabes que significa esa palabra?”
El chico sacudió su cabeza.
“Aunque has vivido en este pueblo toda tu vida,” lo regaño. “haz vivido dentro de una palabra que
no conoces.”
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Se quedó en silencio por un momento, luego pregunto, “eso está mal?”
Ella hizo un sonido con sus labios pero no respondió. Al parecer no era una pregunta digna de
respuesta.
“Que significa Chicxulub?” pregunto un momento después.
Ella se detuvo brevemente y con la punta de su bastón dibujo una figura en la arena. Eran dos
líneas enroscadas en sí mismas. El cruzo sus dedos imitándolo al hacer el símbolo de protección
que había aprendido de chico. Ella asintió.
“Que es esto?” pregunto.
Ella no dijo nada. Abrió ampliamente su boca sin dientes, que por un momento se parecía
desconcertantemente similar al rostro sin mandíbula de la criatura en la playa.
“Cola del Diablo,” respondió. “El Diablo ha comenzado a despertar y mueve su cola. Si no logramos
que regrese a dormir, este será nuestro fin.”
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No había razón para ir, pensaba Altman. Era tonto, probablemente alguien quería jugarle una
broma. Haces las suficientes preguntas y es inevitable que alguien quiera bromear contigo. Lo
último que necesitaba era comenzar a pensar en espionaje y conspiraciones. Necesitaba descifrar
esto de manera racional y científica.
Así que en lugar de ir al bar, se fue a casa. Cuando llego, Ada siempre estaba ahí. Estaba sentada
en la mesa, recostada en la silla, dormida, su largo cabello negro se acomodaba tras sus orejas y
caía sobre sus hombros. Altman beso su cuello y la despertó.
Ella sonrió y sus oscuros ojos brillaron. “Llegas más tarde de lo común Michael,” dijo. “No habrás
estado engañándome o sí?” bromeaba.
“Yo no soy el que esta exhausto,” contesto.
“No dormí bien anoche,” dijo. “Tuve el peor de los sueños.”
“Yo también,” contesto. Se sentó y respiro profundamente. “Algo raro está pasando,” dijo. Le
conto sobre lo que él y Field habían descubierto, las llamadas que había hecho, el sentimiento
general que tenía y que otros parecían compartir, que algo estaba mal.
“Es raro,” dijo Ada. “Y no de una Buena manera. Para mí fue igual hoy.”
“Descubriste una anomalía gravitacional, cierto?”
“Algo así,” contesto. “O por lo menos su equivalente antropológico. Las historias están
cambiando.”
“Que historias?”
“El folklore, están empezando a cambiar, y rápidamente también. Eso no sucede Michael. Jamás lo
hace.”
Altman se puso serio de repente. “Nunca?”
“Nunca.”
“Mierda.”
“Seguían hablando de la Cola del Diablo,” continuo, “una cosa alargada y retorcida. Cuando lo
mencionan, cruzan sus dedos, así.”
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Ella alzo su dedo medio y el índice, cruzándolos. “Pero cuando trato de hablar con ellos sobre el
tema, caían en silencio. Nunca antes se comportaron así conmigo. Es como si ya no confiaran en
mí.”
Ella limpio la mesa con su mano. “Quieres saber que es lo más raro de todo?”
“Que?”
“Sabes como dicen ‘Cola del Diablo’ en el idioma Maya? Igual que el nombre del cráter:
Chicxulub.”
Altman sintió que su garganta se secaba. Miro al reloj, faltaban quince minutos para las ocho. Aún
estaba a tiempo de llegar al bar después de todo.
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Por un tiempo, nadie hablaba. Solo se quedaron parados ahí, mirando a la bruja, quien en cambio,
apoyada en el hombro de Chava, solo miraba a la criatura.
“Lo ves,” dijo en un susurro que casi era ahogado por el silbido de la criatura. “Está creciendo
más.”
Busco en el fondo de su bolso y saco un puñado de algo. Comenzó a bailar, trazando un lento
circulo alrededor de la criatura, sobre el límite de la nube que la criatura creaba para sí misma. Ella
arrastro a Chava a su lado, salpicando algo en la arena frente a ella. Era una danza desorganizada,
sin ritmo, casi borracha. Al principio los otros solo miraban, pero al poco tiempo, uno o dos de
ellos comenzaron a seguirla, luego algunos más. Algunos sacudían su cabeza como si estuvieran
saliendo de algún trance.
Cuando se vio directamente frente a la cabeza de la criatura, se detuvo y comenzó a girar en el
lugar. Pronto todos estaban haciendo esto, mirando a la bruja, cayendo en el lugar, lentamente
formando un círculo completo. Ellos giraron alrededor de la criatura, algunos con el agua de la
costa hasta las rodillas.
Ella balanceo su bastón hacia el frente, retrocediendo y avanzando nuevamente. Los otros la
seguían. Chava se adentró demasiado y se vio tosiendo por respirar algo del gas que la criatura
emitía. Sus ojos y su garganta ardían.
La bruja alzo sus manos, sus dedos medio e índice cruzados. Chicxulub, murmuró, y giro
nuevamente. La palabra ascendió saliendo de la boca de los demás, como un gemido.
La bruja lentamente giro y se alejó, su espalda más derecha y su pulso más firme que en el camino
de regreso. Se alejó unas yardas del círculo y cavo en la arena hasta que desenterró un pedazo de
madera, entonces regreso al círculo. Hizo gestos y asintió hacia Chava, quien entonces también
abandono el circulo para regresar con madera. Uno por uno los otros siguieron, abandonando el
circulo y luego regresando.
La piel que formaba los sacos en la espalda de la criatura se volvía cada vez más fina. Ahora era
casi transparente. Los sacos lentamente se hinchaban hasta tensarse y luego se desinflaban, solo
por la mitad, para luego volver a hincharse. Era algo terrible para ver. Chava seguía esperando que
reventaran.
La bruja estaba bailando de Nuevo. Levanto su trozo de madera en lo alto, emitió una sonrisa sin
dientes, y lo arrojo hacia la criatura. Lo golpeo suavemente en la cara y cayó en la arena frente a
ella. La criatura no reacciono en lo más mínimo.
“Ahora tú,” dijo la bruja a Chava. “Más alto y más fuerte.”
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Él tiro su trozo de madera alto y con fuerza, hacia el saco de la izquierda. Lo golpeo cerca del fondo
y lo rasgo levemente. El aire comenzó a salir. La bruja levanto sus manos mientras los demás
arrojaban sus maderos también. Uno o dos fallaron, uno o dos rebotaron, pero muchos otros
rompieron los sacos, algunos bastante profundos. El aire salía con fuerza de ellos; la agria nube
comenzó a dispersarse.
“Ahora, ve,” dijo la bruja a Chava, su voz se elevó. “Ves a ese hombre sin nombre allí,
tambaleándose y borracho como siempre. Corre hacia él, toma su botella y tráemela.”
El corrió rápidamente fuera del círculo hacia el pequeño hombre borracho de cabello oscuro que
se había acercado demasiado a la nube antes y casi murió. El hombre giro y le sonrió, antes de que
pudiera reaccionar, Chava agarro la botella que tenía agarrada con sus pies y huyo de regreso
hacia la bruja.
Ella tomo la botella y la destapo. Detrás el borracho estaba protestando, algunos otros lo
mantenían alejado. “mantén tu respiración,” dijo a Chava al darle la botella. “Debes rociar esto en
la madera y en la criatura misma.”
Su corazón palpitaba con fuerza, Chava respire hondo y se apresuró hacia adelante. La piel rasgada
de los sacos ya había comenzado a regenerarse. Aún estaban mayormente desinflados, pero
comenzaban a elevarse. Él abrió la botella, salpicando a la criatura y a la madera alrededor,
regresando luego apresurado hacia la bruja. Sus ojos estaban hinchados y picaban.
La bruja encendió la punta de su bastón y cuidadosamente se adelantó, tocando la cabeza de la
criatura con el fuego.
Ambos, la criatura y la madera encendieron inmediatamente. Ella soltó su bastón, dejando que se
queme también. La criatura gritaba y se movía, pero nunca intento alejarse de las llamas. Los sacos
grises en su espalda se volvieron cenizas y volaron con el viento. Eventualmente dejo de moverse
por completo.
La bruja, tambaleándose, los guio nuevamente en una lenta danza. Chava encontraba sus pies
siguiendo el ritmo naturalmente, adaptándose a él, casi como si alguien más guiara sus piernas. Se
preguntaba cuántos de sus compañeros sentían lo mismo. El borracho del pueblo no formaba
parte del círculo; él se mantenía apenas alejado, tambaleándose lentamente, mirando el fuego
con sus cejas fruncidas. Siguieron haciéndolo, marcando lentos movimientos curvos en el aire,
hasta que lo poco que quedaba de la criatura era un deformado esqueleto carbonizado.
Despojado de su carne y quemado, parecía casi humano.
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Él ordeno una botella de cerveza y se aseguró de que la tapa aún estaba sellada. Mientras
esperaba su cambio, escaneo el bar, tratando de determinar quién podría haberlo llamado por
teléfono. Los únicos habitantes del pequeño bar eran una media docena de científicos del sector
Norte Americano—solo podría haber sido uno de ellos.
Se sentó en la mesa. Acababa de abrir la cerveza y tomado un sorbo cuando un hombre se
aproximó a él. El hombre era flaco y de piel pálida, vestía un sobretodo y tenía el cabello corto.
Altman supuso que se trataba de algún técnico de alguna clase.
“Tú eres Altman,” dijo el hombre. No fue una pregunta.
“Así es,” dijo Altman. “y tú eres..?”
“Solo digo mi nombre a amigos,” dijo. “Eres un amigo?”
Altman lo miro fijamente.
“De acuerdo,” dijo el hombre. “Tal vez no haces amigos enseguida. Okay, sea lo que sea que
pienses de lo que te diré, si cualquiera pregunta, no lo oíste de mí.”
Altman dudo solo un momento. “De acuerdo,” dijo.
“un apretón de manos?” sugirió el hombre.
El hombre extendió una mano. Altman la tomo y sacudió. “Hammond” dijo el hombre, “Charles
Hammond.” Corrió la otra silla de la mesa y se sentó.
“Un gusto conocerte,” dijo Altman. “Ahora supongo que me dirás que está pasando.”
Hammond se incline sobre la mesa. “Has notado ciertas cosas,” dijo. “No eres el único.”
“No?” dijo Altman.
“Estoy en comunicaciones. Independiente, más que nada instalaciones industriales.” Se estiro y
toco suavemente el pecho de Altman con un dedo. “Yo lo he notado también.”
“Okay...”
“Hay un pulso,” dijo Hammond. “Lento e irregular, y muy débil, pero lo suficientemente fuerte
para alterar otras señales un poco. Soy un perfeccionista. Cuando preparo algo, me gusta que sea
claro como el cristal. Las cosas que no molestan a la mayoría de la gente me molestan a mí. Es por
eso que lo note.”
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Se detuvo. Altman espero que siguiera. Cuando no lo hizo, Altman bebió un sorbo de su cerveza y
pregunto “Que notaste?”
Hammond asintió. “Exactamente,” dijo. “Al principio pensé que era un problema con la terminal
de comunicaciones que estaba instalando para DredgerCorp.”
“No sabía que DredgerCorp tenía un lugar aquí,” interrumpió Altman. Eso ya era suficiente
indicativo para él de que algo raro estaba pasando. DredgerCorp era una de las más sombrías
corporaciones de recuperación de recursos, el tipo de compañías dispuestas a volar rápidamente a
un área bajo el radar del gobierno, mina abandonada o yacimiento y tomar cuanto pudieran antes
de que los descubrieran, para luego volar rápidamente fuera del lugar.
“Oficialmente no lo tienen. Acabo de llegar. Muy apurado,” dijo Hammond. “no se supone que
sepa quiénes son. Eso no importa, al principio pensé que era una conexión suelta, algo lo
suficientemente fuera de lugar para causar una descarga eléctrica menor que daba a la línea un
leve silbido de vez en cuando. Así que lo desarme. No había nada mal en el equipo. Lo arme
nuevamente. El silbido continuaba. A veces cada uno o dos minutos, duraba unos segundos, a
veces ni siquiera eso. Tal vez te falto algo. Me dije a mi mismo. Estaba a punto de desarmar esa
porquería otra vez cuando pensé que sería mejor chequear con otra terminal en el mismo sistema.
El mismo problema. Estaba a punto de destrozar todo el sistema de DredgerCorp cuando me di
cuenta de algo: tal vez no estaba sucediendo solo en este sistema, sino también en otras partes.”
“Y?”
Hammond asintió. “Todo el mundo lo estaba recibiendo, pero nadie lo notaba. No es un problema
con un solo sistema. Es un pulso electromagnético, débil e irregular, siendo emitido desde alguna
parte.”
“Entonces, que es?”
“Hice una pequeña investigación,” dijo Hammond, ignorando la pregunta de Altman. “prepare
algunos receptor, triangule el pulso. Es lo suficientemente irregular para tomarme un buen tiempo
el descubrir de dónde provenía. Cuando lo hice, decidí que no podía estar bien. Moví los
receptores, triangule otra vez esta vez estaba seguro de dónde provenía.”
“Donde?”
Hammond se incline aún más sobre la mesa, rodeando con su brazo el hombro de Altman y
acercando sus labios a su oreja. “Recuerda” susurro.
“No lo escuchaste de mí.”
Altman asintió.
19
“Desde el cráter,” susurro Hammond. “Desde el centro exacto del cráter Chicxulub, bajo un
kilómetro o dos de lodo y rocas. Exactamente donde tu encontraste tu anomalía.”
“Oh Dios mío,” dijo Altman. Explico a Hammond lo que Ada había estado escuchando. “Tres cosas
diferentes,” dijo. “Todas ellas llevan al cráter Chicxulub.”
Hammond se recostó, moviendo su cabeza. “Mis pensamientos exactos,” dijo. “Tal vez el pulso ha
estado ahí todo el tiempo pero nadie lo noto hasta ahora. Tal vez solo lo escuchamos ahora
porque nuestro equipo es más sensible. Pero creo que lo hubiera notado antes. No es el tipo de
cosas que dejo pasar. Pero he aquí mi pregunta: es un pulso o una señal?”
“Una señal?”
“Es algo irregular, pero aun así mantiene un patrón. No puedo jurarlo, pero creo que es algo que
está siendo hecho deliberadamente. Allá abajo, enterrado en millones de toneladas de rocas y
agua.”
“Eso no tiene sentido,” dijo Altman.
“No,” concordó Hammond. “Y se pone más extraño.” Se acercó nuevamente, y esta vez Altman vio
algo en sus ojos, una mirada temerosa. “Le dije a DredgerCorp sobre este pulso, pensé que era mi
trabajo hacerlo. No quiero que me culpen por ello, quería dejar perfectamente claro que es algo
que todos estaban experimentando aunque no lo notaran. Y que crees que me dijeron?”
“Que?”
“’Se lo has dicho a alguien más?’ Es una cita exacta. Antes de saberlo, estaba firmando una orden
de restricción. A cambio de ciertas consideraciones monetarias, no puedo hablar del pulso, a
nadie. No lo había hecho hasta ahora, contigo.”
“Que crees que significa?” preguntó Altman.
“Que creo que significa? Déjame preguntarte algo. Quien es la única persona de la que un sistema
de comunicación seguro no está seguro?”
“Quien?”
“El tipo que lo instala. De mí. Si estas instalando un sistema, eres capaz de ingresar en el de una
docena de formas diferentes sin que nadie lo note. Lo hago de vez en cuando para mantener mis
habilidades afiladas. Un hobby en realidad.” Su voz se tornó casi inaudible. “Lo hice con
DredgerCorp.”
“Y?”
20
“No duro mucho,” dijo. “Diez días después de que instale el sistema, lo desarmaron. Trajeron
alguien del sector Norteamericano, alguien propio esta vez.”
“Deben haber sabido que el sistema no era seguro.”
“No había manera de que lo descubrieran,” dijo Hammond. “No podrían estar seguros. Están
tramando algo. Hay algo en el fondo del cráter, algo valioso, tal vez único. Mucho de esto es
especulación en base a las comunicaciones que pude intervenir. Pero después de unos tres días,
todo se volvió críptico; comenzaron a codificar todo.” Busco en su bolsillo sacando su holopod.
“Mira esto,” dijo. “Cerca, que nadie más vea.”
“Que es?” preguntó Altman.
“Tu dime.”
Altman cubrió el holopod con sus manos, miro la imagen que aparecía, rotando lentamente entre
sus palmas. Era solo una representación de una imagen digitalizada. Era imposible saber de qué
estaba hecha o a que se parecía exactamente, pero al menos podía darse una idea. Una figura
tridimensional, en dos partes, gruesa en la base y afinándose hacia dos puntas llegando al tope.
Era algo que parecía ser fabricado por el hombre más que una formación natural, no daba lugar a
dudas. O era solo el modelo digital que lo hacía pensar así? Le recordaba algo. Parecía tratarse de
dos filas distintas, unidas en la base, pero girando sobre sí mismas, aunque podía tratarse de una
sola estructura con una perforación en el centro. Lo miro un largo tiempo, viéndolo girar
lentamente. Entonces lo recordó. Era la figura que Ada había hecho con sus dedos, cruzándolos
sobre sí mismos, el signo que ella había visto a muchos pueblerinos hacer últimamente.
“Cola del Diablo,” murmuro, sin darse cuenta de haberlo dicho en voz alta hasta que vio la cara
sorprendida de Hammond.
Apago el holopod y se lo devolvió a Hammond.
“obtuve eso del sistema de comunicación antes de que lo desarmaran,” dijo Hammond. “De
acuerdo al mensaje adherido a él, contra indexaron toda la información que tenían—trabajando
con el pulso, a anomalía y probablemente varias otras cosas que ni tu ni yo sabemos todavía. Y
esto es lo que obtuvieron. Esto es lo que se encuentra en el centro del cráter.”
Se sentaron en silencio por un tiempo, mirando a sus lentes. “Entonces, un pulso inicia,” dice
Altman finalmente. “Tal vez algún tipo de señal. Algo en el centro del cráter, algo que no parece
ser una formación geológica natural, sino algo hecho por el hombre.”
“Construido, si,” dice Hammond, “pero quien puede decir que por el hombre?”
21
“Si no es así, entonces... ,” dijo Altman. Y entonces de repente lo golpeo. “Mierda,” dijo, “crees
que es algo inhumano, algo alienígena?”
“No sé qué pensar,” dijo Hammond. “Pero si, eso es lo que algunos en DredgerCorp pensaron.”
Altman sacudió su cabeza. “No lo sé,” dijo. Miro nerviosamente a su alrededor en el bar. “Porque
me dices esto,” pregunto. “Por qué a mí?”
Hammond golpeo su pecho otra vez con su dedo. “Porque tú estabas preguntando. Esto ha estado
pasando hace un tiempo,” dijo. “Otros deben haberlo notado. Pero t u eres el único que contacto
a todos quienes creías que podrían saber algo. Sabes que me dice eso? Que no trabajas para
nadie. Que quieres saber por tu cuenta.”
“Seguramente otras personas están pensando en esto también.”
“Déjame plantearlo así,” dijo Hammond. “Alguien está tratando de ocultar esto. Tal vez
DredgerCorp, tal vez alguien más grande que ellos. Mucha gente sabe lo que está pasando, pero
nadie habla sobre ello. Por qué? Porque han sido comprados. Por qué hable contigo? Porque no
creo que hayas sido comprado.” Vacío su botella, entonces dio a Altman una sólida mirada. “Al
menos todavía no,” dijo.
22
9
Fue solo cuando acompañaba a la bruja de regreso a su barrio que las cosas realmente dejaron de
tener sentido. En un momento ella estaba ahí, caminando a su lado, hablándole suavemente, y al
siguiente ya no estaba. No solo se había ido, sino que miro hacia atrás y en la arena solo estaban
sus huellas. Se adelantó, pensando que quizás ella siguió sin él. Tal vez no estaba prestando
atención.
Cuando llego, golpeo suavemente en el pedazo de latón que servía de puerta. Nadie contestaba.
Golpeo otra vez, esta vez más fuerte. Aún sin respuesta.
Golpeo otra vez. Y otra vez, no hubo respuesta.
Al final, la curiosidad gano sobre el miedo. Respiro hondo y cuidadosamente abrió la fina hoja de
latón lo suficiente para entrar. Estaba oscuro. Le tomo unos segundos acostumbrarse.
Al principio no podía ver nada excepto el halo de luz que entraba por la puerta. Pero olía algo, un
olor rico y punzante, casi metálico—no podía determinar que era. Entonces lentamente comenzó
a distinguir figuras borrosas. Una mesa, cubierta de variados objetos. Una vasija boca abajo en el
compacto piso de tierra. Allí al final del cuarto vio una cama de paja y pasto y en ella, debajo de
una derruida sabana, la forma de un cuerpo.
Él la llamo. “Bruja!” La forma en la cama no se movió.
Se movió lentamente a través del cuarto hasta que estuvo justo sobre la cama. Cuidadosamente
estiro su brazo y la toco sobre la sabana, moviéndola un poco.
“Soy yo,” dijo. “Chava.”
Ella estaba de costado. Él la movió, acostándola sobre su espalda. La sabana cayó para revelar los
ojos de la bruja abiertos de par en par y su garganta cortada.
Encontró una caja de fósforos y con dedos temblorosos encendió la lámpara que estaba en el piso,
al lado de la cama. Corrió la sabana del todo y vio el cuchillo que ella sostenía en su tiesa mano. La
hoja estaba marrón por su sangre. Cuidadosamente quito el cuchillo de su mano y lo poso sobre la
cama a su lado. En su otra mano, el vio severos cortes, largas heridas en cada uno de los dedos.
Ixtab, pensó.
Levanto la lámpara y la acerco a su cara. El corte era irregular y estaba incompleta, el blanco
azulado de su tráquea se asomaba. Había estado muerta un tiempo, horas por lo menos, tal vez
días. El olor en el cuarto, se dio cuenta, era el olor de su sangre. Como era posible? El acababa de
estar con ella.
23
O creyó estarlo. Sacudiendo su cabeza, el giro y se dirigió hacia la puerta, entonces se detuvo de
repente. Bajo la luz de la lámpara, vio algo más. Las paredes estaban cubiertas con crudos
símbolos, nada que hubiese visto antes, formas raras y retorcidas, escritas en sangre.
Shockeado, las miraba. Lentamente voces comenzaron a sonar en su cabeza, la bruja entre ellas.
Dio la vuelta y huyo
24
10
Luego de que Altman se fuera, Hammond siguió bebiendo. Su cabeza dolía. Estuvo bien hablar con
Altman? Estaba en lo correcto con él? Tal vez era un agente libre, pero en caso de ser alguien
buscando información, no sería exactamente eso lo que querría que pensara? Que estaba
hablando con alguien seguro? Pero no podía estar seguro de eso, cualquiera podría estar
mirándolo en ese mismo momento. Siempre están vigilando, siempre mirando, cerca,
discretamente, en el momento en que pudieran implantarlo en tu cráneo.
Eso es lo que hicieron, implantaron un grabador en su cráneo. Su cabeza dolía, desde hacía días ya.
Por qué no lo había visto antes? Estaban grabando sus ondas cerebrales; entonces las transmitían
a algún tipo de neurolaboratorio súper secreto de alta tecnología en alguna parte y los insertaban
en alguien más, así sabían todo lo que pensaba. Lo único que quedaba por hacer era no pensar. Si
dejaba de pensar tal vez podía mantenerse un paso delante de ellos.
Alguien se acercaba por el cuarto hacia él. Un hombre grande con un abundante bigote y un rostro
arrugado y manchado. Debe ser uno de ellos. Tenso su cuerpo pero se mantuvo quieto. Era el
momento de buscar el cuchillo en su bolsillo, abrirlo y apuñalar al hombre? No, probablemente
no. Pero tenía una botella de cerveza en su mano. Tal vez podría arrojársela en la cabeza. Si la
tiraba lo suficientemente fuerte y en el momento justo podría noquearlo. O no, espera, podría
agarrar la botella por el cuello y romperla. Entonces tendría una verdadera arma. Nunca dejaría
que lo atraparan con vida.
“Señor?” dijo el hombre, con una mirada consternada en su cara. “Sucede algo malo?”
Que fue esa voz? Sonaba familiar: el dueño del bar. Cuál era su nombre? Méndez o algo así. Se
relajó. Que le estaba pasando? Era solo el barman. Sacudió la cabeza. Por qué estaba tan
paranoico? No solía ser así, o lo era?
“Estoy bien,” dijo. “me gustaría otra cerveza.”
“Lo siento,” dijo el dueño. “Estamos cerrando.”
Y ciertamente, cuando miro a su alrededor vio que era casi el único presente en el bar. Todos los
demás, excepto por un pueblerino, el borracho sin nombre del pueblo, que se encontraba hundido
en una esquina del cuarto, envuelto en una cubierta de obscuridad, mirándolo.
Hammond asintió. Se paró y fue hacia la puerta. El borracho lo siguió con sus ojos. No le prestes
atención, pensó Hammond. No es uno de ellos, es solo un borracho. No lo habían descubierto aún.
Probablemente. Respira hondo. Estarás bien.
Salió a la polvorienta calle sin problemas. Podía oír la holas golpeando en la costa, podía oler la sal
también. Ahora qué? Se preguntó. Qué más?
25
Luego pensó: Casa.
Estaba a mitad de camino del complejo donde vivía, caminando por una calle desierta, cuando
escucho algo. Al principio no estaba seguro de haber oído nada significante. Solo era un golpeteo,
probablemente de algún animal. Cuando se detuvo, no lo escucho. Pero cuando emprendió
marcha nuevamente, ahí estaba, pequeños rastros de él, como una voz que no podía dejar de oír
en su cabeza. Después de media cuadra estaba seguro: alguien estaba siguiendo sus pasos.
Se dio vuelta, pero no vio a nadie. Apresuro su paso un poco. Parecía haber susurros provenientes
de las sobras frente a él, pero al acercarse a ellos, desaparecían, continuando más adelante en el
camino. Sacudió su cabeza. Es una locura pensó. Estoy enloqueciendo. Escucho otra vez un sonido
detrás de él y giro nuevamente, esta vez vio a alguien, una forma obscura, a poca distancia
Se detuvo y quedo mirándola. Había dejado de moverse, y tan súbitamente como había aparecido,
dio un paso atrás en las sombras y desapareció.
“Hola?” No pudo evitar preguntar. “Hay alguien ahí?”
Su corazón empezó a subir a su garganta. Busco en su bolsillo y saco su navaja, abriéndola. Se veía
absurdamente pequeña, casi inútil en su mano. Miro hacia atrás, a las sombras, donde la figura
había desaparecido, entonces noto que probablemente eso era exactamente lo que querían que
hiciera. Giro rápidamente sobre sí mismo, para continuar en su camino.
Cuando se dio vuelta vio que la calle ya no estaba vacía. Había tres hombres, dos de ellos bastante
grandes, todas caras que reconocía de la instalación de DredgerCorp.
“Hammond?” dijo el más pequeño, el único que llevaba lentes. “Charles Hammond?”
“Quien quiere saber?” preguntó Hammond.
“Alguien quisiera hablar con usted,” dijo. “Venga con nosotros.”
“Quien?”
“No tengo la libertad de decirlo,” contestó el hombre.
“Estoy fuera de servicio,” exclamo Hammond. “Las horas de trabajo terminaron hace mucho.”
“Estas en servicio para esto,” dijo otro de los hombres.
Asintió. Pretendió relajarse, comenzando a moverse hacia ellos, entonces, de repente giro sobre
su talón y comenzó a correr tan rápido como podía en la dirección contraria.
26
Escuchaba gritos detrás suyo. Se agacho en un callejón y comenzó a arrastrarse, un pequeño y
desbaratado perro ladro durante la mitad del recorrido. Salto sobre una reja y cayó sobre una pila
de basura. Levantado y corriendo de nuevo, dejo las calles del pueblo para entrar en los barrios.
Su cabeza latía. Miro hacia atrás—aún estaban tras él, alcanzándolo. Siguió corriendo, un agudo
dolor subía por su costado. Más lento ahora, pero seguía corriendo.
Para cuando alcanzo el límite del barrio, estaban tan cerca que podía escuchar el sonido de su
pesada respiración. Van a atraparme, se dio cuenta, no hay nada que pueda hacer. Se detuvo de
golpe, giro en el lugar, con el pequeño cuchillo frente a él.
Los tres hombres rápidamente se dispersaron, formando un triángulo a su alrededor. Hammond,
agotado, seguía moviendo el cuchillo de una mano a la otra.
Los otros mantenían su distancia, con las manos alzadas.
“No hay necesidad de hacer esto,” dijo el hombre de anteojos. “Ellos solo quieren hablar contigo.”
“Quienes son ellos?” preguntó Hammond.
“Vamos,” dijo el hombre de anteojos. “Se un buen chico y deja el cuchillo.”
“Que le pasa Tom?” preguntó el primero de los otros dos.
“Está asustado Tim,” dijo el segundo.
“Yo también estaría asustado si fuera él,” dijo Tim. “A nadie le gustan los ladrones.”
“Ladrones? Realmente puedes robar secretos?” dijo Tom.
“Ya muchachos,” dijo el hombre de lentes. “No están mejorando la situación.”
Ahí estaban otra vez, las voces en su cabeza. Pero porque querrían enviar voces a su cabeza si
estaban justo frente a él? Y entonces un terrible pensamiento llego a Hammond: y si había dos
grupos diferentes buscándolo? DredgerCorp y otro más? O tal vez incluso tres. O cuatro. Que
querrían con él? Lo golpearían? Lo matarían? Sería peor que eso?
“Ahora, calmémonos,” dijo el hombre de lentes, un poco nervioso el mismo.
Alguien, se dio cuenta Hammond, estaba haciendo un ruido, un chillido agudo. Era algo terrible
para oír. Le tomo un largo tiempo dares cuenta de que ese alguien era él mismo.
“Te dije que algo sobre él no estaba bien,” escucho a Tim decir detrás suyo.
“Tienes razón en eso Tim,” dijo Tom.
27
Aún estaban ahí, los tres, parados de una manera que hacía imposible que pudiera verlos a todos
al mismo tiempo. Podía girar y girar pero no podía verlos al mismo tiempo sin importar lo que
hiciera. Y también estaban los que se metían en su cabeza, lentamente extrayendo sus
pensamientos. Dios como le dolía la cabeza. Tenía que detenerlos, sacarlos de su cabeza.
“Baja el cuchillo amigo,” dijo el hombre de lentes.
Pero esa era la última cosa que Hammond haría. En lugar de eso se adelantó y mostro su cuchillo
al hombre de lentes, quien salto levemente hacia atrás, pero no lo suficiente; el cuchillos abrió una
herida justo bajo su muñeca. Se quedó apretándola, la sangre corría por sus dedos, su cara se
tornó pálida en la tenue luz.Pero Hammond se olvidó de que los otros dos estaban ahí, no muy
lejos, y acercándose. Se alejaron rápidamente cuando vieron que los había notado.
Aún estaba rodeado, tanto dentro de su cabeza como fuera de ella. No había escapatoria. Nunca
escaparía. Entonces, al dar cuenta de esto, con el corazón en su boca, hizo lo único que podía
hacer.
“No esperaba eso Tim,” dijo Tom.
“Yo tampoco,” dijo Tim. “Este estaba lleno de sorpresas. Que querrían con él a todo esto?”
preguntó al hombre de lentes.
“Unas pocas preguntas,” contesto. “Nada serio. Solo unas preguntas.” Había envuelto su muñeca
con una de sus mangas. Lentamente se manchaba con sangre.
“Nunca vi algo como eso,” dijo Tom. “Y espero nunca verlo otra vez.”
“Lo mismo digo,” agrego Tim, sacudiendo su cabeza.
Tomo un paso atrás para evitar el charco de sangre que se expandía desde el cuello cortado de
Hammond. Nunca había visto a nadie cortarse tan profundo y tan rápido. Aún salía mucha sangre.
Tuvo que retroceder otra vez.
Como podría alguien hacerse eso a sí mismo? Se preguntaba Tim. Debe haber estado muy
asustado. O simplemente loco. O ambas. Pensaba, masajeando su cabeza.
“Estas bien Tim?” pregunto Tom.
“Mejor que él por lo menos,” dijo Tim. “Es solo un dolor de cabeza.”
“Yo también,” dijo Tom. “Terry?”
“También me duele la cabeza,” dijo el hombre de lentes. “Ha sido una de esas noches.
Reaccionemos muchachos. Vámonos de aquí antes de que llegue la ley.”
28
PARTE DOS
ESPACIOS
CONFINADOS
29
11
“Se suicidó, así de simple,” decía el hombre en la pantalla. Era casi una pregunta en lugar de una
afirmación. Tenía una mandíbula de corte cuadrado y cabello blanco peinado hacia atrás y
aplastado. Incluso en una pequeña pantalla era un hombre imponente. Vestía un uniforme, pero
su pantalla había sido configurada para distorsionar su insignia, para hacer imposible de
determinar de qué rama de servicio formaba parte.
“Eso es lo que me informan,” dijo Tanner.
William Tanner era el director de la recién establecida sede de DredgerCorp en Chicxulub, la semi
secreta rama de la organización que había sido montada rápidamente tras el primer indicio de que
algo pasaba en el centro del cráter.
Tanner tenía un trasfondo militar y se especializaba en operaciones encubiertas a través de
corporaciones falsas. Esta operación corría bajo el nombre de Ecodyne. Ingresando el comando
correcto en el sistema en el momento correcto y cualquier señal de una conexión con
DredgerCorp desaparecería instantáneamente de los archivos de la compañía.
Entonces Tanner desaparecería para resurgir con otro nombre. Hasta ahora, esta operación había
ido bien, en parte por suerte, en parte porque era realmente bueno en lo que hacía, la razón por la
que hacía diez años que trabajaba para DredgerCorp. No sabía el nombre del hombre en la
pantalla. Todo lo que sabía es que tres días antes había tenido una videoconferencia con Lenny
Small, el presidente de DredgerCorp, quien explico que traerían a alguien de afuera. Cuando
Tanner pregunto quién era, Small solo sonrió.
“No hacen falta nombres Tanner,” dijo. Abriendo una foto del hombre en la pantalla de Tanner.
“Este es tu hombre,” dijo. “Dile todo lo que quiera saber y haz todo lo que él diga.”
Una vez que Small se desconectó, Tanner sacudía su cabeza. Por qué traer a alguien de afuera?
Solo era otra posibilidad de que todo saliera mal. Solo otro hoyo que él tendría que tapar cuando
la operación terminara. Small se estaba ablandando en su vejez, bebiendo demasiado tal vez,
volviéndose descuidado. Lo que ponía a todos en riesgo. Lo ponía a él en riesgo. A Tanner no le
gustaba eso. Pero cuando vio al hombre en la pantalla, apenas lo escucho hablar, apenas escucho
la frialdad de su voz, se dio cuenta de que había juzgado mal a su jefe. No se trataba de cualquier
persona. Era un militar, alguien que claramente había visto mucho y sabia mejor que nadie lo que
estaba pasando. En privado, Tanner comenzó a pensar en él como el Coronel. Aunque no tenía
idea de cuál era el rango del hombre, o siquiera si había acertado en que rama de servicio
trabajaba.
No era posible adivinar donde podría estar be—el fondo había sido deliberadamente pixelado lo
que generaba un extraño temblor en los bordes de la figura del Coronel. Era él quien tenía la data
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interceptada de varios reportes científicos y había generado un modelo que les dio una idea de
que podía estar esperándolos en el centro del cráter. Fue el Coronel quien inmediatamente quiso
reemplazar el sistema de seguridad, quien había visto el potencial del técnico que lo instalo en
primer lugar dejando una puerta trasera para sí mismo. Y cuando ese joven geofísico llamado
Altman comenzó a preguntar sobre anomalías en el cráter, el coronel inmediatamente intervino su
teléfono.
Unos minutos más tarde, el Coronel estaba nuevamente en la pantalla, diciendo a Tanner que
Altman ya había llamado al técnico—Tocino era su nombre.
O no, era otro tipo de carne: Jamón. Hammond
“Muy tarde para rastrearlo,” dijo el Coronel, “pero traigamos a este Hammond y hablemos con él.”
Lo que trajo a Tanner de regreso a donde estaba ahora, impresionado por lo impasíva y
consternada que se veía la cara del Coronel después de haberle dicho que Hammond había
muerto.
“Hay alguna posibilidad de que estén mintiéndole?” preguntó el Coronel.
“Yo mismo he visto el cuerpo,” dijo Tanner. “Está bien muerto. Estaban tratando de traerlo,
hablando con él, y enloqueció y corto su garganta.”
“Hizo que?”
“Corto su propia garganta. Casi corta su cabeza por completo.”
“Solo hablando con él dices,” dijo el Coronel. “Que se supone que significa eso? Las personas no
cortan sus cuellos cuando solo hablas con ellas.”
Tanner trago saliva. Hablar con el Coronel lo ponía nervioso.
“Alguna chance de que lo presionaran demasiado?” preguntó el Coronel.
Tanner sacudió su cabeza. “He trabajado antes con estos hombres,” dijo. “Son completamente
confiables. Sabían cuáles eran sus órdenes. Confíe en mí, ellos estaban tan sorprendidos como
usted y yo.”
El Coronel asintió levemente. “Cree que Altman sea una amenaza?”
Tanner se encogió de hombros. “Esperaba determinar eso con Hammond.”
“Siga su instinto,” dijo el Coronel. “Amenaza o no?”
31
Tanner miro hacia abajo, a los holoarchivos que había abierto frente a él, empujándolos hacia la
holopantalla. Copias de ellos, sabía que aparecían en el otro extremo de la comunicación, donde el
Coronel pudiera verlos. “No creo que haya mucho por lo que debamos preocuparnos por Altman,”
dijo. “no hay nada de especial en él. Es un científico común. Ningún Einstein, no es el tipo que
resalte en la manada.”
“En mi experiencia,” dijo el Coronel, “nadie deja la manada hasta que se les da una razón para
hacerlo. Es entonces cuando sabes si se doblaran o romperán.”
“Supongo,” dijo Tanner. “En mi experiencia, muy poca gente llega tan lejos.”
El Coronel asintió, apretando sus labios. “Pero si Altman lo hace?...”
Tanner pensó en ello. “No lo sé,” dijo. “No parece ser el tipo heroico. Es poco probable que sea un
espía industrial de otra corporación, y no creo que quiera convertirse en uno. Parece haber
tomado este trabajo exclusivamente para seguir a su novia a Chicxulub.”
“Podría ser una buena pantalla,” dijo el Coronel.
“Puede ser,” contestó Tanner. “Pero usted probablemente sabría mejor que yo si lo fuera, y en
caso de serlo, para qué. No creo que sea una pantalla.”
El Coronel reviso rápidamente los archivos. “No”, dijo una vez terminado. “Yo tampoco lo creo”. Se
quedó un momento mirando fijamente a la pantalla. Para Tanner se sintió como si el Coronel
estuviese mirando a través de él, no solo mirándolo.
Finalmente el Coronel dijo, “Avancemos rápidamente.” Giro hacia su propio holobanco y envió
una renderizacion a través de la pantalla a Tanner. Una imagen tridimensional. Algún tipo de nave.
Al principio Tanner pensó que era algún tipo de lanzadera espacial y sintió un leve golpe de miedo:
él había formado parte de las tropas que participaron en las guerrillas lunares. Había pasado duras
horas con su oxigeno agotándose, sifoneando desde los tanques de los muertos y moribundos a su
alrededor. Pero entonces noto los motores atornillados y comprendió que no se trataba de una
nave espacial en lo más mínimo: era algún tipo de submarino. Para aguas profundas
aparentemente
“Que es eso señor?” pregunto.
“El F/7,” dijo el Coronel. “Prototipo sumergible, no comercializado aún, incluso entre nuestra
gente. Lo enviare hacia allí. Encuentra dos hombres que puedan pilotarlo, gente en la que puedas
confiar. Y rápidamente. Tenemos que llegar allí primero.”
32
12
Escogió a Dantec, un ex-militar de su propia unidad que había traído con él diez años atrás, cuando
sirvió por primera vez, alguien en quien confiaba implícitamente y quien, además, sabia pilotar
prácticamente cualquier cosa. Dantec era bueno en pensar con sus pies, muy rápido. Tampoco
tenía problemas en hacer algo dudoso si era Tanner el que lo pedía. Pero también era conocido
por recurrir rápidamente a la violencia si algo iba mal. Algo paso con Dantec durante las
operaciones en la luna, algo que dejo sus ojos firmes pero inmóviles, como si no hubiese nadie en
casa. Tanner no estaba seguro de que era.
No es un mal tipo, Tanner se decía a si mismo las pocas veces que Dantec había hecho algo difícil
de aceptar, incluso con su buena falta de moral. Él solo no ve las cosas como yo. Y entonces, como
una reflexión, se encontraba frecuentemente pensando, yo tampoco soy un mal tipo.
Tanner suspiro. Malos tipos o no, ambos, él y Dantec harían lo que sintieran, a su manera,
correcto.
Tuvo que buscar un poco por el segundo hombre, sacándolo de la Central Norte Americana de
DredgerCorp. Su nombre era Hennessy y era un geólogo marino que también poseía una gran
experiencia con submarinos. Era calvo a pesar de ser relativamente joven, en la mitad de sus
treintas. También era muy respetado, y si ya se encontraba dentro de DredgerCorp, eso
probablemente significaba que no objetaría en hacer algo que estuviese un poco alejado de la ley.
Pero la pregunta del Coronel sobre Altman seguía molestándolo: si la presión terminara ganando a
Hennessy y se diera cuenta de la extensión total de lo que estaban haciendo; se doblaría o
quebraría? No había manera de decirlo, pensaba Tanner, pero creyó que era más probable que
siguiera la corriente en lugar de protestar o intentar detenerlos.
Tanner hizo los arreglos a través del Presidente Small, y puso a Hennessy en el siguiente vuelo al
sur. Para cuando el hombre llego a Puerto Chicxulub, el F/7 había llegado, estaba esperándolos
bajo una lona en la cubierta de un buque carguero sin nombre a unas quince millas del centro del
cráter. Aunque se veía viejo y oxidado en el exterior, el buque estaba equipado con equipos de
última tecnología en el interior. Estaba tripulado por personal militar y ex-militar—ellos no
llevaban uniformes regulares, pero su entrenamiento era evidente por lo eficiente de sus
movimientos, sus meticulosos cortes de cabellos y la manera en que actuaban por cumplir una
orden.
“Deberíamos tener cuidado con lo que decimos cerca de la tripulación?” pregunto Tanner al
Coronel a través de la video llamada.
“Debería tener cuidado con lo que dice cerca de cualquiera,” dijo el Coronel, y mostro sus dientes
de manera que Tanner asumió que se trataba de una sonrisa.
33
Definitivamente un carnívoro, pensó Tanner. Entonces el Coronel cubrió sus dientes nuevamente y
dijo, “No diga más de lo que deba.”
El F/7 era un batiscafo. Un modelo excavador prototipo, algo hecho para descender grandes
profundidades y atravesar rápidamente roca sólida.
Hennessy respondió al verlo como un chico bajando las escaleras en navidad esperando encontrar
un poni junto al árbol. Caminaba junto a Tanner y Dantec alrededor de la nave, balbuceando sobre
la combinación de titanio del taladro y los pulverizadores moleculares destinados a abrir el
camino. Tanner y Dantec solo pretendían interés para seguirle la corriente.
“No me digan que bajaremos dentro de Chicxulub,” dijo Hennessy, excitado. “Siempre quise ir ahí.
Que estamos buscando?”
Pronto lo sabrás, pensó Tanner sombríamente. “Solo algunas inmersiones,” dijo tan casualmente
como pudo. “Solo algo para las pruebas del F/7 en su espacio. Rutina.”
En los próximos días Tanner los hizo hacer exactamente eso. Probaron el F/7 en ese espacio,
primero viendo cuan maniobrable era navegando en la superficie, luego probándolo en aguas
profundas, y finalmente probando el taladro y los pulverizadores. No era la nave más maniobrable
que Hennessy haya visto, pero ese no era el punto del batiscafo: tenía que ser sólido y capaz de
soportar la tremenda presión cuando se sumergía muy profundo. En la superficie flotaba
erráticamente, lentamente tomando la dirección en la que querían ir. Bajo el agua respondía
mucho mejor. Y era aún mejor cuando estaban atravesando barro o rocas. Incluso cuando el
taladro estaba trabajando a toda máquina, mordiendo roca sólida, la nave se mantenía estable,
apenas sacudiéndose. Los propulsores traseros los mantenían presionados contra las rocas y el
taladro los hacia avanzar si sus hojas encontraban algo en que aferrarse. Mientras tanto los
pulverizadores convertían la roca sobrante en fina grava que era absorbida por la corriente creada
por los propulsores y era removida del camino, o disuelta por completo. Hennessy aseguro nunca
haber visto nada como eso.
Se sumergieron con el F/7 unas siete u ocho veces, pruebas. Al principio Dantec solo miraba lo que
Hennessy hacía, lo escuchaba hablar, lo observaba. Y entonces, un día, Dantec informo
súbitamente a Hennessy que era su turno.
“Pero esta es una pieza delicada de equipo,” le advirtió Hennessy. “Necesitas tener meses y meses
de entrenamiento antes que—”
“Estas empeorando mi dolor de cabeza. Muévete,” dijo Dantec. Y Hennessy, alejándose del panel
de instrumentos y tomando noción de su compañero, tal vez por primera vez, vio su expresión
muerta y firmes ojos.
34
Esa noche, tan pronto como se sentó en su cama y comenzó a sacarse sus zapatos, Tanner escucho
un golpe en la puerta.
“Adelante,” dijo, mientras continuaba desatando los cordones, hasta que vio un par de botas
familiares entrar. Miro hacia arriba. Porque seria, se preguntó, que Dantec siempre se veía como
un predador?
“Eres tú,” dijo a Dantec. “Todo está yendo bien?”
Dantec asintió. “Ya lo entendí todo,” dijo.
“Puedes pilotar la nave si necesitas hacerlo?”
“Comparado con un Moon Lander es algo sencillo,” dijo Dantec. “No será un problema.”
“Qué hay del taladro?”
Dantec se encogió de hombros. “Tampoco es algo complicado,” dijo. “Sé cómo taladrar un túnel y
probablemente pueda descifrar como hacer cualquier otra cosa que necesitemos. Hennessy ya no
es esencial. Si se arrepiente en algún momento de la misión, o si algo va mal. Puedo hacerme
cargo.”
“Que quieres decir con si algo va mal?” preguntó Tanner.
Dantec se encogió de hombros otra vez. “Solo me preparo,” contesto.
“Si algo saliera mal,” dijo Tanner lentamente. “Preferiría que no lo mataras.”
Dantec dudo, y luego asintió. “Tu preferencia es tomada con desgano,” dijo.
La mañana siguiente encontramos a Tanner hablando a una imagen del Coronel en la
Holopantalla. “Estamos listos,” dijo. “Cuando usted quiera podemos mover la nave al centro del
cráter y soltar el F/7. Ambos pilotos están entrenados y cómodos con el submarino. Ambos están
ansiosos por salir.”
“Muy bien,” dijo el Coronel. Parecía estar viendo a través de Tanner nuevamente, como si él no
estuviese ahí. “Muevan el carguero en posición esta noche,” dijo.
“Esta noche?”
“Suelten el ancla justo antes del ocaso. Los quiero en posición a las 2100 horas y listos para salir a
las 2200. No necesita decirle nada a sus dos pilotos ni hacerlos sospechar para que avisen a
alguien más en caso de que usted se haya equivocado y sean espías. Solo despiértelos y hágalos
abordar a tiempo para lanzar el F/7 antes de medianoche.”
35
“Sí Señor,” dijo Tanner
El Coronel se estiro para desconectar la llamada, pero se detuvo. “Se ve cansado Tanner,” dijo.
“Está todo bien?”
“Esto bien Señor,” contesto Tanner. “Es solo un pequeño dolor de cabeza. He tenido algunos
problemas de sueño. Pero nada de qué preocuparse.”
“Mañana podría ser un día histórico,” especulaba el Coronel.
“Si,” dijo Tanner.
“Que cree que haya allá abajo?”
Tanner había estado preguntándose lo mismo por días ya. Como podría algo aparentemente
fabricado por hombres, terminar enterrado bajo toneladas de roca en el centro de un cráter?
“No lo sé,” dijo. “Tal vez sea una formación natural que por alguna razón no parece serlo. O tal vez
es algo hecho por el hombre que ha terminado allí solo Dios sabe porque. O tal vez…,” dijo, pero
no pudo terminar la oración. Era demasiado grande para terminar de comprenderlo.
“Tal vez qué?” preguntó el Coronel.
Tanner sacudió su cabeza para aclararla, lo que solo empeoro el dolor de cabeza. “Realmente no lo
sé Señor,” dijo.
“Te diré en que estás pensando ya que no eres lo suficientemente hombre para decirlo tú mismo,”
dijo el Coronel. “Está pensando, ‘Seguro, puede ser construido, pero no por nosotros, no por
humanos.’”
Tanner no dijo nada.
“Créalo o no Tanner, es una posibilidad genuina. Es lo que estamos esperando. El primer contacto
con vida inteligente más allá de la nuestra.”
Tanner se mareo de solo pensarlo, incluso lo asustaba un poco. Si realmente se trataba de eso,
podría cambiar todo. “Con un poco de suerte, lo sabremos pronto,” dijo con la voz más estable
que pudo emitir. “Mantendré mis dedos cruzados Señor,” agrego, y entonces corto la llamada.
36
13
Estaba tratando de correr, pero no llegaba a ningún lado. Sus brazos y piernas colgaban en el aire,
pero nada estaba pasando. No podía siquiera sentir el piso bajo sus pies. Y había algo mal en el
aire. Cada vez que intentaba respirar, terminaba tosiendo, ahogándose. Estaba sofocándose
lentamente.
Miraba frenéticamente a su alrededor, pero a cada lado era lo mismo—una interminable
extensión gris, nada sólido, nada definido, solo él mismo, flotando en el vacío, muriendo.
Sabía que estaba muerto, pero de alguna manera todavía “era”. Estaba flotando, sus ojos abiertos
pero no veían nada. Su cuerpo giraba y giraba lentamente. No había nada más allí que él, pero él
tampoco estaba allí exactamente. Escucho algo. Silencioso, como el sonido de un insecto
caminando sobre un papel. Lentamente fue aumentando, convirtiéndose en un fuerte susurro.
Una voz humana, hablándole.
Hennessy, dijo. Era una voz familiar. Deseaba que fuera más fuerte que un susurro así podría estar
seguro de quien era. Hennessy, dijo otra vez. La escuchaba cerca de su oído, y luego en dos
susurros ligeramente distintos al mismo tiempo. De repente se dio cuenta que no era solo una voz,
era una legión, todos ellos susurrando, todos ellos diciendo su nombre. Hennessy, Hennessy,
Hennessy.
Y entonces, girando, el espacio gris a su alrededor repentinamente ya no se veía tan gris. Estaba
cambiando. Transformándose. Convirtiéndose en algo más. Él sabía que estaba muerto, y no podía
moverse. Todo lo que podía hacer era permanecer ahí, flotando, con su cuerpo girando
lentamente, escuchando esas voces, mientras el vacío espacio gris que lo rodeaba se tornaba más
y más texturado. Por un momento se veía estriado, cubierto por rayas y líneas, entonces se
volvieron curvas y arrugadas, en una forma que le recordaron un cerebro humano. Y entonces,
también, se ajustó y cambio, comenzando a tomar vagas características. No era un vacío, se dio
cuenta, sino una apretada masa de cuerpos, unidos unos a otros, fundiéndose entre sí, todos ellos
muertos.
Quería cerrar sus ojos, pero no podía. Había miles de ellos, tal vez más, y mientras las caras se
diferenciaban más y más, comenzó a darse cuenta de que todos eran personas que él conocía,
todos ellos muertos. Su esposa estaba allí, su cuello roto por un accidente, su madre y padre,
ambos decrépitos y derruidos justo como estaban luego de que el cáncer los tomara, y otros,
muchos otros, a quienes no había olvidado, pero que al notarlos, sabía que habían muerto.
Hennessy. La palabra vino de una de esas bocas abiertas e inmóviles, como el eco de una profunda
cueva. Pero cuál? Hennessy, dijo otro. Y pronto, todos estaban diciéndolo, presionando más y más
cerca suyo, y no había nada que pudiera hacer para detenerlos. Entonces sus dedos comenzaron a
hundirse bajo su piel, tejiéndose entre sus huesos, insinuando su camino dentro de él.
37
“Hennessy!” alguien estaba gritando. “Hennessy!”
Algo lo estaba agarrando, sacudiéndolo. Manos. Alguien estaba gritando, Hennessy lo noto, y
entonces se dio cuenta de que ese alguien era él.
Logro soltarse y fue despedido hacia atrás, fuera del agarre de lo que sea que fuese, hasta que
golpeo una pared. Fue entonces que fue capaz de dejar de gritar y considerar donde estaba. Un
cuarto normal, en el complejo de DredgerCorp, en Chicxulub. Ahí estaba su cama. Estaba su
cuarto. Estaba bien. Estaba de regreso en el mundo real. Había un hombre agachado junto a la
cama. Un hombre de apariencia normal, usando anteojos.
“Jesús,” dijo el hombre. Estaba cubriendo su nariz. Sangre goteaba a lo largo de sus dedos hasta el
suelo. “Por qué hiciste eso?”
Detrás suyo, Hennessy vio dos hombres más grandes. Parecían ser hermanos, o incluso gemelos.
Los había visto merodeando varias veces dentro del complejo, pero nunca supo exactamente que
hacían.
“Quieres que lo golpeemos un poco?” dijo uno de los hombres más grandes.
“Lo ablandamos un poco?” dijo el otro, golpeando su puño contra su otra mano.
“Saben que no podemos hacer eso,” dijo el hombre de lentes. “Solo se supone que vengamos a
buscarlo.”
“Lo siento,” dijo Hennessy al hombre de lentes, confundido por lo que decían. “Tuve un mal
sueño.”
“Las pesadillas se han vuelto comunes últimamente. Debe haber sido una realmente horrible,” dijo
el hombre de lentes. Movió su cabeza hacia atrás y retiro su mano. El sangrado parecía haberse
detenido. Lo comprobó aspirando para probar.
“Que están haciendo aquí?” preguntó Hennessy.
“Nos enviaron a buscarte,” contestó el hombre de lentes. “Vístete.”
Tal vez aún sigo soñando, pensó Hennessy. “Buscarme? Para qué?” pregunto.
“Te necesitan en otra parte. Solo vístete y vámonos. O quieres que permita a Tim y Tom que
liberen algo de su energía nerviosa en ti?”
Lo llevaron hacia el muelle, Tim y Tom a cada lado, el hombre con lentes guiando el camino. Había
un gran bote ahí, Dantec ya estaba adentro, aparentemente calmo, sentado muy derecho, con sus
brazos cruzados. A diferencia de él Dantec no tenía escolta. Uno de los vagamente militares
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hombres del buque carguero estaba parado a metros del muelle, el otro en la cubierta, listo para
partir.
“Donde nos llevan?” Pregunto Hennessy al hombre de lentes.
Aún masajeaba su nariz. “Nos dijeron que te subamos al bote. Eso es todo lo que se.”
“Sube,” dijo Tim detrás suyo.
“O quieres que te subamos?” pregunto Tom.
Hennessy subió al bote y se sentó junto a Dantec. El soldado también subió, empujando el bote
lejos del muelle y tomando el asiento del piloto. Un momento más tarde, el motor estaba sonando
y ellos estaban atravesando las negras aguas.
“Sabes que está pasando?” preguntó Hennessy a Dantec.
Él le dio una dura y fría mirada. “Hemos sido activados,” dijo.
Activado? Se preguntó Hennessy. Qué significa eso?
· · ·
39
Con el viento y el agua que salpicaba, Hennessy comenzó a sentir mucho frio. Al llegar al buque
carguero, temblaba tanto que se oían sus dientes golpeando. Subieron por una escalera para
encontrar a Tanner esperándolos en la cubierta.
“Llegaron realmente rápido,” dijo Tanner al piloto del bote. “Bien hecho hijo.”
“Gracias Señor,” dijo el hombre
Tanner giro hacia Hennessy y Dantec. “Bien,” dijo, “apuesto a que ambos se estarán preguntando
qué Diablos sucede. Vengan conmigo al puente y hablaremos.”
Luego de que Tanner terminara de explicar, Hennessy sentía que algo estaba mal. Seguro, estaba
excitado por descender al centro del cráter, excitado por descubrir que había allí y de donde venía.
Podría ser, como Tanner dijo, algo asombroso, incluso el primer indicio de vida extraterrestre
inteligente. Pero tal vez no era nada, solo una anomalía. Tenía que intentar no excitarse mucho.
Además, algo simplemente no encajaba. Ciertamente DredgerCorp no era la única en detectar el
objeto. E incluso si lo fuera, no tenían la obligación de reportarlo? No tenían que seguir los canales
apropiados, consultar con el gobierno mexicano? No debería haber un proyecto, algo en que
DredgerCorp participara pero el gobierno controlara, en lugar de una operación apurada y
repentina en el medio de la noche?
No, definitivamente no planeaban nada bueno, y de cierta manera, eso podría traer serias
consecuencias. Tal vez era un poco incrédulo, tal vez en el pasado miraba a otro lado cuando las
cosas se volvían cuestionables, pero no era tan incrédulo. Sabía que si algo salía mal, no sería lo
más probable que Tanner o DredgerCorp asumieran la culpa, sino él y Dantec. DredgerCorp los
dejaría tirados sin pensarlo dos veces
Miro a Dantec, quien giro y cruzo miradas. Parecía estar tan tranquilo como siempre, su mirada
muerta, sus ojos predador. No le importa, se dio cuenta Hennessy. Hará lo que sea que le pidan.
Así que Hennessy respire profundamente y giro hacia Tanner.
“Por qué de noche?” pregunto.
“Por qué no?” dijo Tanner. El F/7 tiene luces. Tendrán que usarlas de todas formas cuando bajen
lo suficiente y definitivamente deberán usarlas cuando comiencen a escavar.”
“No creo que sea eso lo que pregunta,” dijo Dantec tranquilamente.
“No?” dijo Tanner. “Que pregunta entonces?”
“Si es legal.”
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“Es cierto eso?” dijo Tanner, girando hacia Hennessy. “Es eso lo que pregunta?”
Hennessy dudo un momento, y entonces asintió. “Solo me parece algo extraño,” dijo. “Acaso este
cráter no es enteramente propiedad de México? No tendría que ser explorado por una
organización de recuperación local? Y que sucede con la tripulación de este carguero? Son
militares o no? Si lo son, por que no usan sus uniformes? De qué lado están? Si no lo son,
entonces, que Diablos está pasando?”
“No necesitas pensar en todo eso,” dijo Tanner. “Yo manejo los detalles. No hay razón para que te
preocupes.”
“Pero somos nosotros los que quedaremos quemados si esto sale mal,” dijo Hennessy.
Tanner no dijo nada.
“Me equivoco?” pregunto Hennessy, apelando a Dantec. “No deberíamos estar preocupados? No
tienes un problema con esto?”
Dantec no dijo nada.
Hennessy giro nuevamente hacia Tanner. “No debería estar preocupado?” pregunto.
Tanner contesto, “Ya te he dado una respuesta.” Hennessy suspiro.
“Mira,” dijo Tanner. “No quieres formar parte de esto? Podría ser algo extremadamente
importante, pero eso no quiere decir que sea una operación sin riesgos. Tienes que decidirte
Hennessy. Si no quieres ir no tienes que hacerlo, pero tienes que decidirlo ahora..”
Hennessy dudo un largo tiempo. Ya sea legal o ilegal, era algo grande, importante. No podía
confiar en Tanner, pero, tampoco podía confiar en nadie en DredgerCorp. Sabía eso cuando firmo
su contrato. Pero siempre había logrado evitar meterse en problemas antes. Si lo que estaban
haciendo era legal o no, pensó para sí mismo, él podía asegurarse de que su participación fuera
legal. Además, si las cosas iban demasiado mal, podría abandonar después. Iría con ellos, pero no
confiaría a Tanner lo suficiente como para que pudiera joderlo. Finalmente asintió.
“Bien,” dijo Tanner. “Vayan entonces, los dos.”
41
14
Nunca antes había estado dentro del batiscafo de noche. La luz fluorescente, con toda la
obscuridad alrededor, lo golpeo directamente, tan duro y sucio como la oficina de un dentista
desorganizado. Transformo tanto su cara como la de Dantec , dándoles tranquilidad.
Se ataron a sus asientos, Hennessy en los controles al frente, Dantec justo detrás suyo y a la
derecha, junto al liberador de lastre. La grúa los elevo sobre el agua. Colgaron sacudiéndose por
un momento, y luego, de repente fueron liberados.
Golpearon contra el agua, y la obscuridad se volvió total. Dantec encendió las luces exteriores, que
opacaron las interiores. Hennessy chequeo los controles. Se colocó su auricular y ajusto el
micrófono para que no rozara su mejilla. Testeo brevemente el F/7 moviéndolo hacia adelante y
hacia atrás, encendió el taladro y lo vio girar. Chequeo la señal del sonar. Chequeo el medidor de
presión y Dantec verifico el sello de las puertas. Todo parecía estar en orden.
“Este es Plotkin,” dijo Hennessy, hablando con su nombre clave por el micrófono. “Nave de
descarga? Me copian?”
La voz de Tanner resonó en su oído. El hombre estaba allí con una holopantalla también, su
imagen apareció, bien definida. “Escuchándolo y viéndolo fuerte y claro,” dijo Tanner. “Listos para
partir?”
“Roger,” dijo Hennessy. Dantec confirmo.
“Procedan cuando estén listos Plotkin,” dijo Tanner.
Hennessy permaneció un momento con sus manos en los controles, entonces corto el video y se
sumergió. Ahora es solo cuestión de tiempo, pensó Hennessy, cuatro o cinco horas. Se recostó y
estiro. Al principio bajaron lentamente, entonces un poco más rápido. Debían ser cuidadosos par
air ajustándose. El aire en el F/7 se había vuelto más denso y más cálido. Hizo que Dantec
chequeara el recirculador de oxígeno, aunque sabía que era el clima justo para mantener, afuera
hacia un frio mortal.
Ahí estaba, de tiempo en tiempo, el resplandor de un pez atravesando sus luces, aunque al
descender más y más profundo, se volvía más y más raro. Mayormente era solo ellos dos en la
apretada nave, cada uno respirando el aire del otro, esperando, solo esperando.
Su cabeza dolía. Parecía que dolía constantemente desde hace días. Giro ligeramente en su
asiento y miro brevemente hacia Dantec, quien estaba mirándolo, con sus ojos firmes
“Que sucede?” preguntó Hennessy.
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“Con que cosa?” preguntó Dantec.
Hennessy volvió su vista a los controles. Ese tipo asustaría a cualquiera, pensó. Parecía tornarse
cada vez más caluroso. El aire se volvía más opresivo y difícil de respirar.
Otros cien metros. Nunca consideró lo pequeño que era el interior del F/7. Pero ahora que
estaban descendiendo y los instrumentos no necesitaban mucha atención, era todo en lo que
podía pensar. Estaba sudando. Realmente chorreaba transpiración, baldes de ella. Sentía como si
fuera a ahogarse en su propio sudor. Rio fuertemente.
“Que?” preguntó Dantec.
Rio otra vez. No podía evitarlo; sabía que era absurdo pensar en ahogarse en su propio sudor, pero
que tal si sucedía? Era absurdo, pero todo esto lo era.
“Respira hondo y contrólate,” dijo Dantec.
Sabía que Dantec tenía razón. Lo último que quería hacer era disolverse en histeria aquí, en una
nave difícilmente más grande que un abrigo invernal, a millas de ayuda. No, no podía hacer eso,
no. Pero entonces, ahí vino, otra risa.
Escucho a Dantec levantarse y de repente ahí estaba, parado detrás suyo, inclinado sobre su panel
de instrumentos, el batiscafo inclinándose por un momento antes de corregir su rumbo.
Rio nuevamente y Dantec apretó su mano alrededor de su cuello. De repente no podía respirar.
“Escucha,” dijo Dantec. “Podemos hacer esto de dos maneras. Podemos hacerlo contigo vivo o
contigo muerto. No me importa cuál de las dos opciones sea.”
Se resistió, pero Dantec era muy fuerte. Nunca había sentido nada así, nunca había estado tan
asustado. Estaba comenzando a desmayarse, puntos rojos inundaban su visión. Seguía buscando
aire, pero obtenía nada.
Finalmente, cuando estaba al borde del desmayo, Dantec lo soltó, le dio una larga Mirada y
lentamente volvió a su asiento como si nada hubiese pasado. Hennessy respiro profundamente,
agitado, masajeando su garganta.
“Estas bien, ahora,” pregunto Dantec, con un tono firme. Era más una orden que una pregunta.
“Si,” dijo Hennessy, y estaba sorprendido de sentirse un poco mejor, más en control de sí mismo.
Aunque su cabeza dolía incluso peor que antes.
Hennessy chequeo los controles. Todo estaba en orden. Habían sido realmente necesarias las
acciones de Dantec? Solo era una pequeña risa después de todo, nada para enojarse.
43
Pero Dantec sobre-reacciono, haciéndolo más importante de lo que era. Alguien podría haber
salido lastimado. En que pensaba Tanner al confinar a Hennessy en ese ataúd hundiéndose con un
loco? Tal vez Dantec era más fuerte, tal vez Hennessy no podía hacer nada ahora, pero una vez de
regreso en tierra sabría qué hacer. Llenaría una queja formal. Iría a Tanner y le diría sobre el
comportamiento de Dantec y demandaría que lo despidieran. Y si Tanner no estaba dispuesto a
hacerlo iría por sobre él. Seguiría llenando quejas hasta que llegara al tope de la cadena de mando,
al mismísimo Lenny Small. Seguramente el Presidente Small era un hombre razonable. E incluso si
el Sr. Small no lo escuchaba, entonces les mostraría a todos. Tomaría un arma y—“Mil Metros,”
dijo Dantec.
Hennessy sintió culpa, esos pensamientos se disolvieron. “Mil metros,” repitió. Noto un temblor
en su voz, pero no muy grave. Tal vez Tanner no lo notaria. Conecto el link de video.
“Nave madre,” dijo. “Responde madre.”
La voz de Tanner se escuchó, ahora más débil. Su imagen estaba presente pero menos clara,
carcomida en los bordes.
“Aquí, F/7,” dijo Tanner. “Aún los copiamos.”
“Mil metros,” dijo. “Los sellos están bien, los instrumentos responden correctamente, sin
problemas que reportar.”
“Muy bien,” dijo Tanner. “Procedan.”
Seguían descendiendo. Parecían ir más lento que antes.
“Todo bien en tu estación?” preguntó Hennessy a Dantec.
“Bien,” dijo Dantec. “Que hay de ti?”
Hennessy asintió. Cuando lo hizo, se sintió como si su cerebro estuviese rozando contra las
paredes de su cráneo, golpeándose un poco.
“El oxígeno está bien?” pregunto.
“Preguntaste si todo estaba bien y ya te dije que lo estaba,” dijo Dantec. “Todo, inclusive el
oxígeno.”
“Oh,” dijo Hennessy. “Cierto.”
Estuvo en silencio por un tiempo, mirando el agua iluminada por sus luces. Ya no había nada vivo
ahí afuera, o si lo había, no lo veía. Flotando en un mundo obscuro e imposible de diferenciar. De
repente noto que era como su sueño, lo que lo golpeo como algo muy malo.
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“Tengo una jaqueca,” dijo, más que nada para oír el sonido de su voz.
Dantec no dijo nada.
“A ti también te duele la cabeza?” preguntó Hennessy.
“De hecho, si,” dijo Dantec, girando hacia él. “He tenido dolores de cabezas hace días ya.”
“Yo también,” dijo Hennessy.
Dantec solo asintió. “Deja de hablar,” dijo.
Hennessy asintió. Se sentó ahí, mirando hacia la vacía expansión de agua que rodeaba tanto a ellos
como a su nave, escuchando el quejido del casco al ir incrementando la presión. Había algo más,
se escuchaba otro sonido. Que era eso? Casi nada en realidad, pero ahí estaba, cierto? Lo
suficientemente fuerte para escucharlo pero no lo suficiente para interpretarlo. Que podría ser?
“Escuchaste algo?” preguntó a Dantec.
“Te dije que dejaras de hablar,” dijo el otro.
Eso quiere decir que lo escucho o no? Por qué no podía responder la maldita pregunta? La hizo
civilizadamente, no?
“Por favor,” dijo Hennessy, “solo necesito saber si escuchaste—”
Dantec se estiro y lo golpeo en el costado de la cabeza.
No lo escucho, una parte de su mente le decía. Si lo hubiese escuchado, estaría pensando en ello
también. Lo que significa que está cerca mío, cerca del panel de instrumentos. Así que se incline
hacia adelante, acercando su oreja al panel de control, escuchando. Seguía esperando que Dantec
le preguntara que estaba haciendo, pero el hombre no decía nada. Tal vez no estaba mirándolo o
simplemente no le importaba. Pero en cualquier caso, no había nada, el sonido seguía allí, pero no
se hacía más fuerte.
Lo que significa, se dio cuenta, que el sonido estaba en su cabeza.
Tan pronto como pensó en ello, el sonido se convirtió en muchos sonidos, y rápidamente se
transformaron en voces susurrantes. Pero que estaban diciendo? Tenía miedo de saber. Intentó
no prestar atención, intentó no escuchar y— “Dos mil metros,” dijo Dantec.
Si, pensó Hennessy, presta atención a eso, a tu trabajo. No pienses en las voces en tu cabeza, haz
tu trabajo. Contrólate hombre, lo último que necesitas es— “Me escuchaste Hennessy?” preguntó
Dantec.
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“Te escuche,” dijo Hennessy, sacudiendo su cabeza. “Dos mil metros. Contactare a Tanner.”
Conecto el link. Ahí estaba Tanner, muy pixelado ahora. “Dos mil metros,” dijo Hennessy.
Hubo una demora de unos tres segundos antes de que Tanner respondiera. “Repitan eso,” dijo
Tanner, solo se recibió como un golpe de estática y luego “—pitan eso.”
“Dos mil metros,” repitió Hennessy, esta vez más lento.
“Roger,” dijo Tanner, luego del delay. “Procedan.”
· · ·
46
Otros mil metros, pensó Hennessy. Tal vez un poco menos. Estaban más allá de la mitad del
camino. Una vez que llegaran al fondo, podría ocuparse de controlar el taladro. Tendría algo en lo
que mantenerse enfocado. Todo estaría bien. Todo lo que tenía que hacer era aguantar hasta
entonces. Una vez allí podrían taladrar su camino hacia el objeto lo más rápido posible. Harían lo
que Tanner había pedido: tomarían una pequeña muestra y subirían a la superficie
inmediatamente. Entonces—si fuese lo que fuese valía la pena ser recuperado—estaría fuera de
sus manos. Volaría de regreso al Sector Norte Americano, volvería a su vida, sacando todo esto de
su cabeza. Si Tanner y DredgerCorp querían formar un grupo completo y excavar el objeto por
completo antes de que otra organización se enterara de ello, ese era su problema: él ya estaría
lejos del lugar, muy lejos.
Tal vez si respiraba rápidamente, sería mejor. Entonces no agotaría el oxígeno tan rápido. Aún
transpiraba, el sudor chorreaba por su cuerpo, pero no se reía de ello ahora: tenía miedo. Tenía
miedo de lo que estaba pasando y miedo de Dantec.
Hennessy, contrólate, pensó. O mejor dicho, una parte de él pensó. Otra parte estaba gritando en
su cabeza, una y otra vez. Otra parte de él intentaba encerrar a esa parte bajo la cubierta y cerrar
la escotilla. Pero también había partes que hablaban, o mejor dicho, susurraban, todos los
susurros ocurrían dentro de su cabeza, ni siquiera estaba seguro de que fuese él. Hennessy,
susurraban las voces, Hennessy. Como si intentaran atraer su atención. Eran tanto una parte de él
como no lo eran.
Una ola de dolor atravesó su cabeza. Gruño y apretó sus pulgares con fuerza en sus temples y miro
hacia atrás, a Dantec, para ver si lo había notado. Vio que Dantec también apretaba su cabeza, su
cara estaba pálida y perlada con su sudor. Estaba sufriendo. Después de un momento, su cara
volvió a perder toda expresión y se enderezo, cruzando miradas con Hennessy.
“Que estas mirando?” dijo casi gruñendo.
Sin una palabra, Hennessy volvió a su panel de control esperando que haya pasado un tiempo,
pero no estaba seguro si el tiempo había pasado en absoluto. Tal vez aún les quedaban
novecientos metros más para bajar.
“Cuantos metros más?” pregunto con la voz más calmada y firme que pudo.
Miro el distorsionado, fantasmal reflejo de Dantec en la ventanilla de observación. El hombre se
veía deshecho.
“Te diré cuando sea el momento,” dijo Dantec. Se percibía un pequeño temblor en su voz ahora, a
menos que Hennessy lo estuviera imaginando. Tal vez, pensó Hennessy, es tan malo para él como
lo es para mí.
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En cierta forma, lo encontró reconfortante. En otra, hizo que se diera cuenta de que las cosas
podrían ser mucho peor de lo que pensaba.
Siguió mirando la ventanilla de observación, a veces observando la turbia agua, otras mirando el
reflejo de Dantec. Cuanto más, pensó, cuando más? Sacudió su cabeza. Hennessy, decían las
voces. Hennessy. Eran voces que él reconocía, pero no estaba seguro de donde, y entonces se dio
cuenta de que eran las voces de su sueño. Pero una en particular era aún más familiar. Sabía quién
era, estaba seguro, pero no podía asociar una cara a esa voz. Como podía escuchar una voz, saber
que era familiar y aun así no saber a quién pertenece? Se han metido en mi cabeza, pensó. Debo
haber hecho algo para permitir que entraran a mi cabeza. Hay algo mal conmigo.
Oh Dios—oh Dios, pensó. Por favor ayúdame.
Si empezaba a gritar nuevamente, Dantec lo mataría. Dijo que lo haría.
Había una imagen de algo fuera del batiscafo, justo debajo suyo. No, espera, pensó, solo es el
reflejo de Dantec. No es nada. Pero ahí estaba otra vez, saliendo de la nada, algo más claro,
apenas texturado. El suelo oceánico. Redujo la velocidad del batiscafo hasta que se movía a la
velocidad de un caracol.
“Tres mil metros,” dijo Dantec.
“Ya casi llegamos,” le dijo a Dantec, su voz repentinamente se tornó confiada otra vez. “Casi
estamos en el fondo.”
Lo vio aproximarse. Era tan desértico como la luna, una gruesa capa de lodo se extendía en todas
direcciones. Se posaron suavemente, casi sin levantar sedimentos. Una raya que estaba escondida
en el lodo se elevó y nado lentamente fuera del rango de las luces. En las pruebas existía el miedo
de que el batiscafo girara sobre sí mismo al llegar al fondo y debieran luchar por enderezarlo, pero
se posó suavemente y sin problemas.
“Lo hicimos,” dijo a Dantec. “Debería ser fácil de aquí en adelante.”
Dantec solo lo miro.
Hennessy contacto con Tanner. Extrañamente, la señal era mejor que cuando estaban mil metros
más arriba, tal vez por el nuevo ángulo de la nave, aunque había momentáneos pulsos de energía
que alteraban toda la señal.
“Llegamos,” dijo una vez que Tanner respondió.
“Como se ve?” preguntó Tanner.
“Suave y plano,” dijo. “La primer capa no debería ser difícil de atravesar.”
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“Se ve como el fin del mundo,” murmuro Dantec detrás suyo.
Tanner asintió. “—dices?” pregunto.
“Lo siento Señor, no recibimos la primer parte,” dijo Hennessy.
“No importa,” dijo Tanner. “Procedan cuando estén listos. Y Buena suerte.”
Hennessy acciono los brazos mecánicos para estabilizar la nave y elevar su parte posterior. El
taladro ajusto su ángulo hasta que la punta toco el suelo oceánico. Preparo los controles.
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15
Sintió una mano sobre su hombro, giro para ver a Dantec allí, fuera de su asiento, sus ojos
desorbitados.
“Yo usare el taladro,” dijo.
“Pero yo soy el que—”
Dantec apretó y un agudo dolor azoto su hombro y cuello; uno de sus brazos se entumeció de
repente.
“Yo usare el taladro,” dijo Dantec otra vez, con una voz sólida como una roca. “Muévete.”
Fue una lucha el desatar el cinturón con Dantec apretando su hombro, peor al final logro hacerlo.
Se levantó. Dantec seguía agarrándolo, pero logro llegar al otro asiento. Solo cuando estuvo
sentado y con el cinturón ajustado Dantec lo soltó. Hennessy respire con un gran alivio y comenzó
a masajear su hombro con sus dedos. Lentamente sintiendo otra vez su brazo. Miraba con odio a
Dantec.
“Difícilmente sabes lo que estás haciendo,” dijo. “Nos vas a matar a ambos.”
“Cállate,” dijo Dantec, sin siquiera molestarse en girar para verlo. Encendió el taladro y comenzó a
descender. Toda la nave se sacudió. En unos segundos, comenzaron a hundirse en el lodo.
· · ·
50
El F/7 se desempeñó mejor de lo esperado, excavando lenta pero inexorablemente hacia abajo, el
taladro abriendo el camino y los pulverizadores deshaciendo los escombros. Al principio eran
solamente barro y sedimentos sueltos, material articulado que se había acumulado durante los
años. Era fácil de atravesar, pero también había poca superficie para que el taladro se fije, por lo
que iban lento.
La pregunta real, pensó Hennessy, mirando hacia el túnel que se iba llenando detrás suyo a través
de la ventanilla de navegación, era cuan sencillo sería volver. Los pulverizadores definitivamente
deshacían los escombros, pero no todos, bien podían quedarse atorados al intentar salir en
reversa por el mismo camino que habían entrado. Tendrían que cavar en círculo para intentar
reingresar al túnel desde un costado. Era eso o cavar un nuevo túnel yendo hacia arriba. Mientras
Dantec fuera cuidadoso, todo estaría bien.
“Nave madre, me copian?” escucho decir a Dantec. “Nave madre?”
Todo lo que Hennessy escucho en su auricular era estática. Asumió por el hecho de que Dantec
dejo de hablar que estaba recibiendo lo mismo. Estaban solos, al menos por el momento. Y yo,
dijo la voz dentro de su cabeza. Gruño al escucharla.
El F/7 tembló un poco. El sonido que el taladro hacia cambio. Golpearon contra algo más duro—
marga, supuso por lo que había visto en los mapas geológicos. Calcio carbonado y Lodo sólido.
Sería capaz de chequear las lecturas y la composición exacta si estuviese sentado en la silla en que
debía estar. Observo las lecturas por sobre el hombro de Dantec. Todo parecía estar bien. Hasta
ahora, nada de qué preocuparse. Me escucharas, decía la voz en su cabeza. Antes de que termines
me escucharas.
“Estoy ocupado,” dijo en voz alta. Sacudió su cabeza. Mordió el interior de sus labios fuertemente
hasta sentir el sabor de la sangre, esperando que lo distrajera de la voz que escuchaba. Por un
momento lo hizo.
“Que?” dijo Dantec.
“Perdón?”
“Que dijiste?”
“Oh, eso,” dijo Hennessy. “Lo siento. No hablaba contigo.”
Se quedó quieto, un poco perdido, escuchando el zumbido del taladro, sintiendo el batiscafo
vibrar a su alrededor. No estoy aquí, empezó a decir en un momento para sí mismo. Esto es solo
un sueño. Nada más que un sueño.
51
Volvió en si de un salto, al sentir la nave estremecerse y el sonido del taladro cambio otra vez. El
F/7 se movía considerablemente más lento. Giro y apretó su rostro contra la ventanilla de
navegación, intentando ver la pared del túnel. Se veía una roca más obscura ahora, una amalgama
de breccia y vidrio de andesita. Aquí y allá rastros de cuarzo vitroso, debido a un impacto.
“Debemos estar cerca,” dijo a Dantec.
Dantec gruño. “Cincuenta metros o menos para llegar a la punta del objetivo,” dijo. “Tomara un
poco más de tiempo. Tendrás que ser paciente.”
Sé paciente, pensó. No podía prometer nada, pero lo intentaría. Todo lo que podían pedirle era
que lo tratara. Repentinamente el taladro se detuvo y el recirculador de oxigeno murió. Las luces
parpadearon y las lecturas en el panel de control se vieron reducidas a líneas de estática. Ni
siquiera las luces de emergencia estaban funcionando. Escucho por su auricular, solo por un
momento, la voz de Tanner con un tono tenso: “—me copian, ca—” y entonces nada más que aire
muerto.
En el silencio escucho el sonido de Dantec presionando botones, intentando operar los controles.
Nada. Cuando se dio cuenta, sus manos hacían lo mismo.
“Que sucedió?” pregunto, casi gritándolo.
“No lo sé,” dijo Dantec. “No está funcionando!”
Hennessy sintió la escotilla y comenzó a golpearla.
“Détente,” dijo Dantec. “Lo que sea que estés haciendo, détente!”
La obscuridad se espesaba a su alrededor, demasiado espesa. Podía sentir sus dedos apretándose
contra su garganta, el aire que ya era cálido se volvió caliente. Era más de lo que podía tolerar.
De repente se puso peor. Ahí, apenas iluminada, del otro lado de la ventanilla, había un rostro. Al
principio pensó que era su reflejo en el vidrio, pero estaba totalmente obscuro. Como podía ser su
reflejo? Tal vez era un pez de aguas profundas, algo con luminiscencia propia. Pero no, era un
rostro humano, no un pez y estaba seguro de que no era su reflejo. Estaba ahí, justo del otro lado
del vidrio, apretado entre el vidrio y la pared del túnel recién excavado, brillando levemente. Y era
un rostro que él conocía—una cara regordeta, con rulos que flotaban en el agua, una gran boca. Él
y esa cara compartían los mismos ojos—los ojos de su padre. Era su medio hermano, Shane.
Shane había estado muerto por años. Había muerto en la Universidad, un extraño accidente
cuando conducía a través de la carretera, cuando el seguro de un camión de transporte de
automóviles se rompió, lanzando un vehículo del nivel superior enfrente suyo. Hennessy estaba
seguro de que estaba muerto. Había visto el cuerpo.
52
Inclusive, cuando el hombre de la funeraria miro hacia otro lado, agarraste el cabello de Shane y
moviste su cabeza, viste la enorme área abierta sin cabello justo debajo del collar. No, era
imposible. Y aun así, ahí estaba.
Hola Jim, dijo Shane. Hennessy escucho las palabras claramente en su cabeza.
“Hola Shane,” contestó. “Que estás haciendo aquí afuera?”
“Cállate!” dijo Dantec. “Que pasa contigo? Cállate!”
Es bueno verte Jim, dijo Shane.
Hennessy puso su rostro muy cerca del vidrio. “Tengo que estar callado,” susurro. “Si no lo hago a
Dantec le dará un ataque.”
Shane asintió y sonrió, entonces pretendió, como lo hacían siendo niños, que cerraba su boca con
un cierre.
“Tengo que ser honesto Shane,” susurro Hennessy. No podía ver su cara en la obscuridad, pero
imagino que su ceño se fruncía en la preocupación. Con suerte, Shane podría verlo y tomaría la
pregunta en el espíritu en que entendía hacerla. “Pensé que estabas muerto.”
Por supuesto que lo hiciste Jim. Es lo que ellos querían que pensaras.
Hennessy asintió. “Esos bastardos,” susurro.
Shane asintió. No son tan malos dijo. Es solo que no conocen nada mejor. Pero tú sí, no es así Jim?
“Si, lo sé,” susurro Hennessy. “Dios Shane, es realmente bueno verte. Pero tengo otra pregunta
que hacerte.”
Adelante, dijo Shane. Puedes preguntarme lo que quieras.
“Que estás haciendo allá afuera?”
Bueno, dijo Shane mirando avergonzadamente hacia abajo, Jim, esperaba que me invitaras a
pasar.
Hennessy miro hacia los lados en la obscuridad, intentando crear una imagen de cómo se veía la
cabina. “Shane, ya está bastante lleno aquí dentro. No sé si habrá lugar.”
Créeme, hay más lugar del que crees, dijo Shane. Invítame y lo veras.
“Pero que dirá Dantec?” pregunto.
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“Deja de susurrar!” grito Dantec. “Ahora mismo!”
Shane le dio una sonrisa cansada. Él no es el jefe aquí Jim. Sé cómo son las cosas. Tú eres el jefe.
Dantec no es más que un grandulón abusivo. Necesita que alguien lo ponga en su lugar. Seré
silencioso. Apuesto que ni siquiera notara que estoy ahí.
“Tienes razón Shane,” susurro Hennessy. “No es más que un gran abusivo.” Espero presionando su
rostro contra la ventanilla.
“Por qué no entonces? Vamos, entra Shane. Entra.”
Con eso, las luces repentinamente parpadearon y volvieron a apagarse, entonces volvieron con
toda intensidad. Las lecturas revivieron. Hennessy escucho un chasquido en su oído, vio una
imagen fantasma de Tanner en la holopantalla, antes estaba distorsionada por la estática.
Los recirculadores de oxigeno comenzaron a trabajar nuevamente y los taladros comenzaron a
zumbar. Dantec suspiro profundamente. “Estamos bien,” dijo, mirando brevemente sobre su
hombro.
Su rostro, vio Hennessy, estaba cubierto de sudor. “Estaremos bien.”
Pero Hennessy ya sabía que estaría bien. Su hermano, el bueno y viejo Shane estaba ahí ahora,
sentado justo a su lado en una silla que no recordaba haber visto antes. Shane debe haberla traído
consigo. Estaba sonriendo, sosteniendo la mano de Hennessy con la suya. Ahora que Shane estaba
ahí, todo saldría bien.
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16
Gentilmente soltó la mano de su hermano y miro su cronometro. Seis treinta y ocho, leyó, pero
podía decir por la forma en que los números titilaban y lentamente desaparecieron que se había
detenido. Por qué no funciona? Se lo mostro a Shane; él solo asintió.
Nada de qué preocuparte hermano, dijo Shane. No importa realmente. Shane tenía razón, por
supuesto, no importaba mucho, pero aun así quería saber qué hora era.
“Qué hora es?” preguntó a Dantec.
“No me molestes,” dijo Dantec. “Nos estamos acercando. Tengo que controlar esto.”
Hennessy espero un momento y luego pregunto otra vez.
Distraídamente, Dantec miro a su muñeca, entonces acerco su reloj a su oído. “Se detuvo.” dijo.
“El mío también,” dijo Hennessy.
Dantec giro y lo miro. No parecía notar a Shane, aunque estaba sentado ahí, justo a su lado. La
gente ve solo lo que quiere ver pensó Hennessy.
“No te parece raro?” preguntó Dantec.
Hennessy se encogió de hombros. “Nada de qué preocuparse,” dijo. “No importa realmente.”
Dantec entrecerró sus ojos. “Y otra cosa,” dijo. “Porque estas tan putamente calmado de
repente?” Hennessy miro a Shane, y entonces se dio cuenta de lo que había hecho y volvió a mirar
a Dantec, quien movió su vista a un costado. Vio directo a través de Shane y volvieron a su lugar.
“Es así nada más,” dijo Hennessy. “Simplemente me siento mejor. No sé porque.”
Girando sus ojos, Dantec giro hacia los controles.
Solo entre tú y yo Jim, realmente deberían estar haciendo esto? Pregunto Shane.
“No lo sé,” dijo Hennessy, “debería?”
Es mejor no meterse con ciertas cosas. Hennessy asintió. Probablemente Shane tenía razón, pero
si le decía eso a Dantec, él no lo escucharía. Que podía hacer? Tal vez era una mala idea, pero
aunque lo fuera, no sabía cómo podría detener a Dantec.
Luego de unos minutos—o tal vez más, imposible de decir—Dantec redujo la velocidad del taladro.
Avanzaron un poco hasta que golpearon algo y el taladro hizo un sonido extraño. Puso reversa,
retrocedió un poco y se aproximó desde un ángulo levemente diferente, separándose de la pared
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del túnel. Hennessy solo se quedó ahí sonriendo, mirando ocasionalmente hacia su hermano,
esperando.
Estas seguro de que es una Buena idea? Pregunto Shane otra vez. Hennessy se encogió de
hombros. Dantec retrocedió otra vez, se adelantó otra vez y entonces una cuarta vez. Yo creo que
es un error, dijo Shane.
Ahí estaba, Hennessy podía verla, una extraña forma, aún cubierta de roca en un costado. Era
difícil de ver a través de las partículas de roca que aún flotaban en el agua. Dantec retrocedió un
poco y entonces apago el taladro.
“Que hay ahí afuera?” preguntó Hennessy.
“Como Diablos voy a saberlo?” dijo Dantec. “Nunca había visto algo así antes.”
El Marker Negro, dijo Shane. El Maker Negro pensó Hennessy. Mientras el agua se asentaba,
comenzó a verlo más claramente. Parecía un monolito hecho de algún tipo de obsidiana. Se
afinaba hacia una punta en la parte superior, toda la estructura se retorcía levemente mientras se
elevaba. Estaba estriado horizontalmente y cubierto con cientos de símbolos, símbolos como
nunca antes había visto. Estaban brillando o se veían así solo por la forma en que la luz los
golpeaba? No podía estar seguro. Lo que podía ver de él, de la parte ahora descubierta,
probablemente medía unos tres metros de alto.
“Oh Dios mío,” dijo Dantec, su voz se llenó de una ansiedad extraña en él. “Quien puso esto aquí?
O qué?”
Esa es la última pregunta que quieres hacer dijo Shane a Hennessy. Es mejor no saber. Recordó de
repente el esquema que Tanner les mostro del Marker. Subió su holopantalla. Había dos cuernos
en la parte superior, apuntando cada uno en una dirección distinta, y podía ver que el Maker se
extendía mucho más debajo suyo, probablemente otros veinte metros o más.
“Cuán grande es?” preguntó Hennessy.
Dantec, confundido, dijo algo, pero Hennessy no hablaba con él.
Grande, dijo Shane. Movió la mano de Hennessy hacia la ventanilla, presionándola contra el vidrio.
Ambos miraron hacia afuera. No quieres meterte con esto, dijo Shane. Estas en peligro.
“Voy a acercarnos un poco,” dijo Dantec.
“Estas seguro?” pregunto Hennessy, aun mirando hacia afuera. “Tal vez no deberíamos meternos
con eso.” Detrás suyo, justo al borde de su visión periférica, Shane asintió.
“Intenta llamar a Tanner,” dijo Dantec. “Ve que es lo que quiere hacer.”
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Hennessy intento, solo recibió olas de estática, pequeñas porciones de la voz de Tanner, cortadas
como si hubiesen sido separadas a propósito
“No lo sé,” dijo Hennessy. “Hay algo realmente malo aquí abajo. Solo dejémoslo ahí.”
“Ya vinimos hasta aquí,” dijo Dantec. “Estuvimos en este ataúd por horas. Ahora que estamos aquí
tenemos que verlo mejor.”
Hennessy permaneció mirándolo por un momento y finalmente asintió. “No nos lastimara
acercarnos, supongo,” dijo. “Mientras seamos cuidadosos.”
Miro hacia su hermano, quien sacudía la cabeza. Podría hacerlo, dijo. Dantec acerco la nave y
apago los motores, dejándolos flotar. Estaban ahí, apoyados junto a eso. El F/7 golpeo
suavemente contra el Maker.
“Es maravilloso,” susurro Dantec.
No es maravilloso dijo Shane, mientras su rostro se estrechaba formando una extraña mueca. Es
horrible. Dantec se está volviendo uno de ellos hermano, me temo que tendremos que
deshacernos de él.
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17
Hasta ahora todo bien, pensó Dantec, o lo suficientemente bien. Probablemente lo lograría. Su
cabeza dolía desde que se subió a este maldito submarino. O, si iba a ser honesto consigo mismo,
desde hacía semanas ya. Ningún medicamento sirvió. Sin importar lo que hiciera, siempre estaba
ahí, no era insoportable, pero siempre molestaba, evitando que durmiera, destruyendo su
concentración. No se sentía tan agotado desde las operaciones lunares. Pensando en eso,
tampoco se sentía tan confinado—tan atrapado—desde entonces. No se había dado cuenta de
cuanto se asimilaba estar en un submarino bajo el agua a estar en una capsula jettison en el
espacio. Trajo todo tipo de recuerdos sobre las operaciones lunares parpadeando en su mente,
esa extraña guerra que no fue oficialmente una guerra, donde todo lo que tomaba era una
pequeña rasgadura en la tela de tu traje para que murieras, donde, al fin y al cabo, si querías
sobrevivir tendrías que apuñalar a un compañero por la espalda para robar lo que le quedara de
oxígeno. Cuantos hombres debió matar solo para mantenerse con vida? Todo eso lo cambio, lo
endureció. Pensaba al principio que lo había elevado por sobre las cosas, que había hecho que
perdiera el miedo, que no sería sujeto a las mismas debilidades emocionales de los otros. Pero
estaba comenzado a darse cuenta de que estaba equivocado. Es cierto, había logrado evitar esa
parte de sí mismo por mucho tiempo, pero aún estaban ahí. Y ahora que debían forzar su paso
hacia la superficie, estaban rojas y crudas, más sensibles que un nervio expuesto.
Y ese bastardo de Hennessy. No ayudaba el estar atrapado con él. Era un genuino y real estúpido,
eso era seguro. Al principio parecía un niño en una juguetería, incapaz de ocultar su ansiedad ante
el F/7, su nuevo juguete. Entonces, mételo en la maldita cosa y se vuelve Jekyll y Hyde,
convirtiéndose en nada más que pánico y nervios, colapsando lentamente hacia la locura. Eso era
lo último que querías hacer en un espacio confinado como este. En las operaciones lunares, había
asesinado hombres por mucho menos que eso.
No es que la idea no hubiera cruzado su cabeza. Pero Tanner no quería que lo hiciera. Tanner
había sido bueno con él a lo largo de los años. Incluso si Tanner hubiese entendido lo que
realmente sucedió durante las operaciones lunares, Dantec sabía, que lo trataría de una manera
muy diferente.
Durante las operaciones, Tanner nunca noto que Dantec no estaba tan interesado en salvarlo
como en robar su provisión de aire. Dantec había planeado matarlo y tomar su tanque de oxígeno,
y lo hubiese hecho, si no fuese porque mientras buscaba un lugar seguro para matar a Tanner se
encontró con un transmisor aún funcional, con el brazo cortado y congelado de un técnico aún
pegado a él. Así que en lugar de matar a Tanner llamo a una nave de rescate que los recogiera.
Tanner nunca entendió que la razón por la que se desmayó y casi murió antes de que la nave
llegara, fue porque Dantec había reducido el flujo de oxigeno de su tanque. Solo en caso de que la
nave no llegara lo suficientemente rápido y necesitara el aire de Tanner después de todo.
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Pero la lealtad y culpa hacia Tanner no eran las únicas razones por las que Dantec no había
matado a Hennessy. No le gustaba la idea de matar a alguien en un espacio tan confinado, donde
no pudiera deshacerse del cuerpo. No podía imaginarse sentado allí, sabiendo que el cuerpo
estaba detrás suyo, sintiendo esos ojos muertos en su espalda. Además de que en las últimas seis
horas o más, realmente se asustaba un poco de Hennessy. Entrando en pánico, luego susurrando
consigo mismo, hablando con la protuberancia a su lado. El hombre estaba loco, y Dantec no
quería hacer nada para provocarlo. Sabía por experiencia personal, que cuando la gente se salía de
sus casillas, se volvían impredecibles. Eran capaces de hacer cosas que nunca se esperarían de
ellos, con una fuerza que nunca esperarías que tuviesen.
Solo quería salir de esto con vida. Ya estaban a mitad de camino. Estaban ahí ahora, justo frente al
monolito, que, tenía que admitir, lo asustaba enormemente. Pero lo llenaba de cierto respeto al
mismo tiempo. Había pasado allí más de cincuenta millones de años si los datos geológicos eran
correctos. Lo que significaba que era mucho más antiguo que la humanidad. Pero era claramente
fabricado por el hombre—o por algún tipo de vida inteligente. Era algo confuso.
Hennessy lo miraba a través de la ventanilla, perdido mientras lo contemplaba, como si su cerebro
se hubiese apagado.
Dantec preparo el recolector de muestras. Ya estaba extendido en parte. Probó los cortadores
moleculares que cortarían en la piedra. Cuidadosamente extendió el brazo hasta que toco el
monolito mismo, y entonces lo encendió al máximo de su capacidad y comenzó a cortar.
Caso inmediatamente su cabeza se llenó de un dolor penetrante, tan intenso que estuvo a punto
de desmayarse. Su visión primero parecía estar envuelta en sangre y entonces desapareció por
completo, siendo reemplazada por una expansión vacía y blanca. Sujeto fuertemente el panel de
control, luchando por respirar.
Hennessy gritaba detrás suyo.
Muy lentamente, el dolor comenzó a desaparecer. También recupero su visión. Hennessy estaba
lamentándose detrás de él desmayado. El recolector de muestras siguió cortando, muy
lentamente, pero siguió cortando. Todo lo que necesitaban era un pedacito, solo un pedacito y
podría girar el F/7 y salir del maldito lugar.
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Un momento, Hennessy estaba sentado ahí, mirando a su hermano, todo estaba bien, y al
próximo sentía un penetrante ruido y su cabeza se sentía como si fuese a estallar. Su hermano
comenzó a sacudirse. Su cabeza estirada hacia un costado, su cuello abierto justo donde lo estaba
cuando Shane murió. Se sacudió cada vez más y de repente su cuerpo exploto, salpicando todo
con sangre. Hennessy comenzó a gritar y de repente no podía respirar. Un momento después, la
nave a su alrededor giraba sin control y luego la obscuridad.
Cuando volvió en sí, Shane había vuelto, tal y como se veía antes de que se disolviera en una
ráfaga de sangre, con la misma extraña expresión fijada en su rostro.
Aunque se había movido y ahora estaba sentado junto a Dantec, mirando hacia atrás, hacia
Hennessy. O no exactamente junto a Dantec: estaba sentado, o por lo menos aparentaba estar
sentado en parte sobre Dantec. Pero mientras se levantaba Hennessy noto que Shane estaba en
parte dentro de Dantec. Sus caderas estaban fusionadas, sus piernas de alguna forma salían del
respaldar de la silla.
“Estas bien?” preguntó Hennessy...
“Si,” dijo Dantec. “Excepto por mi cabeza. Y tú?”
No debería estar haciendo esto, dijo Shane, su boca se movía sin emitir sonidos en el aire, como
un pez fuera del agua. Es peligroso. Verlo es ya bastante malo, pero tocarlo es demasiado.
Ninguno de ustedes debería estar haciendo esto. Jim, pensé que eras mejor que el resto.
“Hace que?” preguntó Hennessy.
“Estoy tomando una muestra, por supuesto,” dijo Dantec. “Que esperabas que hiciera?”
Esto no es algo que deba ser examinado, dijo Shane. No es algo que deba ser entendido. Necesita
ser dejado en paz, donde ha estado sin perturbaciones durante millones de años. Crees que lo
enterrarían tan profundo si se suponía que debía ser encontrado?
“Que es lo que hace?” preguntó Hennessy.
Dantec, aún sin mirarlo. “Es un cortador molecular con un cilindro de titanio detrás,” dijo. “El
cortador circular crea un hoyo redondo y empuja lentamente hacia adelante. Una vez que el
cilindro está lo suficientemente dentro, los cortadores giran para separar el extremo de la
muestra. Pensé que sabias todo eso. No te preocupes, no queda mucho, ya casi terminamos.”
No quieres saber lo que hace, dijo Shane. No deben tratar de destruirlo. No deben escucharlo.
Solo deben dejarlo en paz. Deben resistir la Convergencia Jim.
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“Convergencia?”
“Que?” dijo Dantec, girando en parte. “Creo que sí, los rayos moleculares convergen, por decirlo
de cierta manera. Pero por que estas tan interesado?”
No por mencionar la Convergencia dijo Shane. Lo último que quieren hacer es iniciarlo. Se estiro
incómodamente en la silla.
“Ten cuidado con cómo te mueves,” dijo Hennessy a Dantec. “No quieres destrozar a Shane.”
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19
Oh mierda, pensó Dantec. Giro por completo para mirar a Hennessy, quien de inmediato comenzó
a gritar.
“Shane!” grito, “Shane! La sangre! La sangre! Esta encima de todo! Esta encima tuyo!” haciendo
sonidos ahogados, comenzó a frotar su mano hacia arriba y abajo en el pecho de Dantec, con una
expresión terrible en su rostro. “No la ves?” pregunto. “No puedes ver la sangre?”
Dantec le dio una cachetada lo suficientemente fuerte para noquearlo. “Solo cálmate,” dijo
Dantec. Estaba temblando. “Solo relájate.”
“Es fácil para ti decirlo,” dijo Hennessy tartamudeando. “No es tu hermano el que acaba de
estallar.”
“Hennessy,” dijo Dantec. “Tampoco era tu hermano. Solo estamos tu y yo aquí.”
Pero Hennessy sacudía su cabeza. “Yo lo vi,” decía, “yo lo vi.” Su voz se tornaba más y más
histérica. “Estaba aquí, lo juro, justo ahí, justo ahí, donde tu estas sentado, ahí.”
“Pero ese soy yo,” dijo Dantec, mirándolo realmente asustado. “Como podría él estar sentado aquí
si yo lo estuve todo el tiempo?”
“Lo estaba,” dijo Hennessy. “Estaba hasta la mitad de su cuerpo dentro tuyo. Tú lo rompiste y
luego estallo.”
Oh mierda, pensó Dantec otra vez. “Intenta controlarte Hennessy,” dijo, manteniendo el nivel de
su voz. “Estas imaginando cosas.”
“Tenemos que detenernos,” dijo Hennessy. “Shane me dijo—tenemos que dejarlo en paz.
Tenemos que enterrarlo y salir de aquí ahora mismo. Detén el cortador de muestras!”
Ahora gritaba. “Devuélvelo!”
“Está bien,” dijo Dantec, “lo detendré,”. “Lo estoy deteniendo ahora,” dijo. Buscando los controles
y luego dudo. Ya estaba casi listo, la muestra estaba a punto de ser extraída. Solo unos segundos
más y la tendrían, y podrían salir de ahí.
“Detenlo!” grito Hennessy. “Detenlo!”
“Estoy haciéndolo,” mintió Dantec. “No grites, me estas confundiendo. Ya casi termino, lo juro.”
Y estaba listo, en ese momento el cortador molecular había terminado y el recolector de muestras
había comenzado a guardar la muestra dentro del cilindro de extracción.
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“Ahí, lo ves?” dijo Dantec. “Todo está bien.” Giro sonriendo, justo a tiempo para que su
mandibular fuera rota por una barra de metal. Levanto su brazo, sintió el dolor de la barra
golpeándolo también. Estaba en parte sentado y en parte caído de la silla. Vio la barra golpear y
magullar el brazo justo sobre su cabeza. Era un caño del recirculador de oxígeno. Se preguntaba
como había hecho Hennessy para desarmarlo tan rápido. Lo pateo, vio a Hennessy golpear contra
uno de los lados de la nave y tropezar con una de las protuberancias del suelo. Dantec había
comenzado a levantarse, pero su brazo no soportaba su peso. La sangre salía a borbotones de su
boca y caía hacia su pecho. Había logrado levantarse apenas, pero Hennessy ya se había
recuperado y volvía a cargar contra él, atacando con la barra. Levanto el brazo roto y Hennessy lo
golpeo otra vez, el dolor esta vez fue tan intenso que su visión se tornó obscura y borrosa. Se
patinó en su propia sangre y estaba caído nuevamente. Entonces Hennessy lo golpeo en la cabeza.
Mientras yacía ahí, con su vida abandonándolo, comenzó a sentir personas junto a él. Era
imposible. Aunque estaba muriendo sabía que no era posible, solo estaba él y Hennessy allí, y
aunque fuera posible, había demasiada gente. Pero aunque estaba seguro de que no podía estar
pasando, era insoportable el hecho de que estaba sucediendo. Particularmente cuando reconoció
las caras. Eran todos hombres que habían estado con él en las operaciones lunares, hombres que
no solo habían muerto, sino que lo habían hecho por su mano, para que él pudiera usar su oxígeno
y sobrevivir. Uno por uno, se acercaban mientras Hennessy seguía golpeándolo con la barra de
metal, arrodillándose junto a él, y entonces inclinándose para sacar el último suspiro de vida de su
boca.
Cuando el último finalmente llego, Dantec estaba muerto.
63
20
Dejo caer la barra de metal, exhausto, y cojeo de regreso a su silla. Limpio la sangre de su cara con
su manga y cerro sus ojos. Fue solo después de estar sentado ahí, de esa manera por unos
minutos, con su respiración tranquilizándose lentamente, que comenzó a dares cuenta de lo que
había hecho.
Abrió sus ojos y vio el desastre en el suelo y se sorprendió. Difícilmente podía reconocerse como
una figura humana, los miembros retorcidos y girados en direcciones incorrectas, la cabeza
aplanada y abierta en la parte de arriba. Era mucho peor que cuando su hermano exploto. Corrió
la mirada. Él había hecho eso? Cómo? Dantec era un guerrero habilidoso y con experiencia, mucho
más fuerte que él—cuando Dantec agarro su hombro, se había paralizado por el dolor. No, él no
podría haber hecho esto, no podría haberse salido con algo así.
Pero si no había sido él, quien?
Y donde estaba su hermano? Todo esto estaba pasando realmente, o era lo que ellos querían
hacerle creer?
“Shane?” dijo.
Su equipo de comunicación sonó de repente. La voz de Tanner, a menos que se tratara de alguien
que se hacía pasar por Tanner. “—iben. Por f—spondan. Hennes—”
Fue hacia la pantalla, que estaba ahora manchada de sangre.
“Tanner?” dijo. “Perdí a Shane.”
“—aa—” dijo Tanner. Hennessy vio su cara solo por un minute en el scanner, se veía mal; entonces
una expresión sobresaltada cruzo la cara de Tanner mientras se veía ahogado en estática.
Hennessy giro sobre el panel de control para encontrar detrás suyo, a su hermano.
“Shane,” dijo, y sonrió. “Estas bien después de todo.”
Por supuesto que lo estoy, dijo. No creerás que algo tan pequeño podría lastimarme, o si?
Debe haber sido un truco, se dijo Hennessy a sí mismo.
Su hermano se incline sobre el panel de control y lo miro fijamente. Necesito hablar contigo Jim,
dijo.
“Que sucede Shane?” preguntó Hennessy. “Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea.”
64
Su hermano muerto lo miraba fijamente, con una expresión pensativa, como las había visto
muchas veces antes, cuando eran jóvenes.
Hiciste bien hermano, lo detuviste, dijo Shane. Pero este es un momento muy peligroso, estas muy
cerca. Demasiado cerca para ser capaz de oír claramente. Los susurros, pueden llevarte. No debes
escucharlos Jim. Libérate, aléjate, mantén tu mente para ti mismo. O podrías dejar de ser. Diles a
los demás lo mismo.
“Pero... yo no...” Hennessy tartamudeo, buscando palabras. “Tengo que ser honesto Shane. No
estoy seguro de entender exactamente de qué me estás hablando.”
Déjalos saber, dijo Shane. El Marker es el pasado, y el pasado debe permanecer sin ser molestado
si queremos seguir como hasta ahora. Ya lo han despertado. Te llama incluso ahora. Pero no debes
obedecer. No debes escucharlo. Diles eso.
“A quien debo decir eso?” preguntó Hennessy.
A todo el mundo, dijo Shane. Dile a todo el mundo.
“Pero por que no se los dices tú mismo Shane?” pregunto. “Sabes mucho más sobre él que yo!”
Pero Shane solo sacudió su cabeza. Ya ha comenzado, dijo. Estiro su brazo y toco la frente de
Hennessy con su dedo pulgar. Su toque quemaba como el hielo
Entonces, mientras Hennessy miraba, su hermano se disolvió lentamente y desapareció.
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Se sintió desconsolado y muy solo. Fue hacia la ventanilla de observación, corriendo la carcasa en
suelo al moverse. Alguien debería quitarlo, pensó. Toda la cabina apestaba a sangre. Tal vez Shane
estaba allá afuera, pensó, como antes, pero todo lo que podía ver era agua sucia, cortada por la
luz, y la punta del Marker. Si, definitivamente brillaba ahora, su luz pulsaba levemente.
Lo miro fijamente. Estaba tratando de decirle algo. Que había dicho Shane? Que debían dejarlo en
paz, y no necesitaban entenderlo. Pero entonces, por que sentía que quería entenderlo, como si
quisiera aprender de él? Tal vez Shane se había equivocado.
Lo miro y miro. Por un momento, pudo escuchar una voz nuevamente, tal vez la voz de Shane,
pero entonces se volvió cada vez más suave hasta que desapareció. Entonces de repente el brillo
se volvió más intenso y parecía que su cabeza había sido abierta de par en par y llena con luz.
Giraba en el lugar, sus ojos se movían hacia atrás y adelante. Necesitaba escribir todo. Necesitaba
grabar todo lo que le decía. Podía tipearlo todo en la computadora, pero no era suficiente, podría
haber un problema con la energía y todo se habría perdido. No, necesitaba escribirlo, pero no
tenía lápiz, papel. No había utilizado papel real desde que era un niño. La computadora debería
servir.
A mitad de camino se resbalo otra vez y cayo, empapando su rodilla y mano en la sangre. Miro su
mano, cubierta de sangre, goteando. Su sangrienta palma marcada en la carne de su cintura,
entonces supo que hacer.
Hundió sus dedos en la sangre de Dantec, esperando que su cabeza se abriera nuevamente.
Cuando lo hizo, se llenó de símbolos. Pudo verlos perfectamente en su cabeza, temblando ahí
mismo. Frenéticamente, comenzó a copiarlos en las paredes, escribiendo tan rápido como podía,
deteniéndose solo para hundir sus dedos nuevamente en la sangre. Al principio había algo
parecido a una N, solo que invertida, con una cuenta en el fondo de su pierna. Entonces una L,
pero de cabeza, con la barra horizontal cortada. Entonces algo que comenzaba a verse como la
proa de un barco, moviéndose de izquierda a derecha, con solo una ventanilla visible, y un círculo
dentro de otro circulo. Luego de escribir tan furiosamente, tratando de seguir el ritmo, solo
permitía a sus dedos marcar los patrones y moverse.
Cuando llego a la escotilla no se detuvo, simplemente escribió sobre ella también. Cualquier cosa
que se metiera en el camino seria escrita. Luego de un tiempo, se estaba quedando sin espacio,
por lo que empezó a escribir más pequeño, para que le alcanzara el espacio. Cuando se quedó sin
lugar en las paredes, escribió sobre y debajo de los instrumentos. Cuando se quedó sin sangre,
golpeo en lo que quedaba del pecho de Dantec, tratando de que saliera un poco más. Pero solo
fueron algunas gotas. Arranco uno de los miembros y la sangre comenzó a derramarse. En poco
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tiempo, el cuerpo de Dantec había sido cortado en pedazos, viéndose incluso menos humano que
antes.
La unidad de comunicación sonó, enviando un enojado silbido de estática. “—an, re—F/7—ave
ma—” se escuchó.
“Ahora no Tanner,” respondió.
“—pondan, respon—e copian?” dijo.
“Ahora no!” grito. El techo ya estaba cubierto; todo lo que quedaba era el suelo. Apilo las piezas
del cuerpo de Dantec en la silla. Intento atarlos, pero rápidamente se dio cuenta de que era inútil.
Estaba bien, se dijo a sí mismo. La nave no se estaba moviendo. No irían a ningún lado.
Casi no quedaba sangre, y lo que quedaba en el suelo se estaba coagulando. Hundió sus dedos en
ello y siguió escribiendo en ligeros y rápidos golpes, conservando la sangre. Pero rápidamente se
quedó sin suelo.
Deseaba que Shane le dijera que hacer. Había hecho bien cierto? Había traicionado a su hermano?
Se quedó arrodillado, mirando. Estaba caliente, casi demasiado caliente para soportarlo. Como
podía hacer tanto calor? Se levantó y se sacó la camisa, tirándola en una silla. Ayudo un poco, pero
no alcanzaba. Aún tenía calor. Se quitó los zapatos, apilándolos sobre la camisa, entonces se sacó
los pantalones, su ropa interior. Desnudo, miro hacia su cuerpo. Pálido, pensó. Blanco como una
hoja. No, no una hoja, se corrigió. Blanco como papel. Entonces supo donde escribir ahora.
Solo que no había más sangre. Había utilizado toda la de Dantec; no había guardado nada para
escribir el final. Miro a su alrededor. Seguro había más sangre en alguna parte. No viajaban con
bolsas de sangre? Y si necesitaban hacer una transfusión a bordo? Como podían ir a cualquier
parte sin sangre?
Sus ojos escaneaban el cuarto, buscando, cuando pasaron sobre su brazo, y vieron una vena
pulsante. “Ah,” dijo, soltando una sonrisa, “ahí es donde te escondías. Ahí estas.”
· · ·
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No fue fácil lograr que la sangre saliera, pero al final lo logro, abriendo su brazo con el borde
afilado de la misma barra con la que había disciplinado a Dantec. Al principio, la sangre salía lista y
podía simplemente mojar sus dedos en ella e inscribir un símbolo en su cuerpo. Pero rápidamente
la herida se detenía y la sangre comenzaba a coagular. Tenía que abrirla nuevamente, y entonces
una tercera vez.
Para cuando termino, era como si él mismo fuese una representación del Marker. Era hermoso,
cubierto en un enjambre de símbolos, todo el conocimiento del universo expresado en la
superficie de su piel. Se irguió derecho, con los brazos a los costados, y se quedó quieto. Él era el
Marker. Podía sentir su poder fluir por su cuerpo.
Cuanto tiempo paso así, no podía decirlo. Volvió en si por un fuerte ruido e intenso dolor en su
cabeza. Se debilito y cayo, apretando sus temples. Cuando el ruido finalmente se detuvo, se
incorporó tambaleándose. Tenía algo más que hacer, recordó confusamente. Tenía que decirles;
tenía que advertirles.
Encendió la pantalla de video y se paró frente a ella, programándola para grabar y al mismo
tiempo transmitir en todas las frecuencias. El mensaje era para todo el mundo—Shane había sido
claro en ello. Necesitaba decirle a todo el mundo, si el mensaje podía atravesar la roca y el lodo.
“Hola,” dijo a la videopantalla. “Oficial James Hennessy aquí, comandante actual del SS Marker. He
sido informado por mi hermano Shane, que hay algo que todos nosotros debemos saber.”
Sentía un punzante dolor en su cabeza, como si alguien estuviese pinchando su nervio óptico con
un cuchillo sin filo. Apretó su cabeza y se inclinó sobre el panel. Luego de que el dolor paso, se
quedó parado un momento, inseguro de donde estaba. Abrió sus ojos y miro a su alrededor,
incapaz de aceptarlo todo. Y de repente lo recordó: Estaba en la TV!
Dio a la cámara su sonrisa más ganadora. Que estaba haciendo? Oh, sí, es cierto: Estaba salvando
a la humanidad.
”Hemos escuchado los susurros incorrectos,” comenzó. “Hay poco tiempo, y estamos escuchando
lo que nos dicen, pero Shane dice que no debemos obedecer. No estamos siguiendo las respuestas
correctas. Tenemos que resistir el pasado antes de que sea demasiado tarde. Demasiado tarde
para la Convergencia.”
Dio su sonrisa ganadora otra vez, mirando directa e intensamente a la cámara. Cualquiera que lo
viera sabría que hablaba directamente con ellos. Tenían que entender cuán importante era esto.
“he dibujado un mapa,” dijo, señalando su cuerpo. “No sé si es lo que Shane quiere, pero vi hacia
el Marker y tuve que dibujar lo que vi en él. Tenemos que cambiar nuestras formas y aprender a
entenderlo,” dijo. Sacudió su cabeza, confundido. Se había equivocado en algo? “O mejor, no
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entenderlo,” dijo. Era como si hubiese dos fuerzas dentro de él, peleando por su conciencia, y él ya
no estaba seguro de cual era cual. A cual debería escuchar.
El Marker capto su vista a través de la ventanilla. Lo miro pulsar por un largo tiempo. Miro a su
mano izquierda, luego a su mano derecha y lentamente las unió enfrente suyo. “Convergencia,”
dijo. Apunto al Marker a través de la ventanilla y luego a los símbolos en su propio cuerpo.
“Necesitamos entenderlo,” dijo, aunque una parte de él mismo le gritaba que se detuviera. “Eso es
lo único que realmente importa ahora, aprender de él. Esa es la manera. Necesitamos entenderlo,
no destruirlo.”
Retrocedió y apago el video. Estaba tan cansado ahora. Su cabeza dolía. Necesitaba descansar.
Descansaría solo un minuto y regresaría a casa. Se recostó en el suelo. Sentía tanto frio como
calor. Su cuerpo desnudo no se sentía natural contra el suave suelo. Lentamente se encogió sobre
sí mismo, hasta que tomo una posición fetal, y comenzó a temblar.
Al final tuvo un breve momento de lucidez, cuando se dio cuenta de que estaba cansado porque el
oxígeno se estaba acabando, cuando se dio cuenta de que algo más había controlado todo lo que
había hecho, todo lo que había dicho. Pero cuando se dio cuenta de todo esto, ya era demasiado
tarde para hacer algo para remediarlo. Me levantare en un momento, pensó. Me levantare y
cavare mi camino hacia la superficie. Entonces arreglare todo este lio.
Un momento después, quedo inconsciente.
No mucho después, estaba muerto.
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PARTE TRES
EL NUDO SE AJUSTA
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“Cuanto ha pasado?” preguntó el Coronel.
“Demasiado,” dijo Tanner, su cara desdibujada, su voz tomada. “Casi cuarenta y ocho horas ya.”
Estaba despierto desde hacía ya dos días y medio. Mucho de ese tiempo lo paso intentando
contactar con el F/7. Había algunos fragmentos separados, momentos en los que todo parecía
alinearse para permitir que la señal llegara, y entonces asumió que hubo momentos en los que
ellos también lo habían visto. Pero nunca duro lo suficiente para que lograran comunicarse.
Entonces, justo cuando estaba por darse por vencido, recibió una señal, transmitiéndose en todas
las frecuencias. Recibieron porciones de eso también, pero otros habían recibido otras porciones
en otros canales. El equipo de Tanner había acumulado tantas como pudieron y estaban
trabajando para secuenciarlas y así formar algo. Pensó que tendrían algo ya, por lo que se
contactó con el Coronel, pero seguían trabajando.
“Podrían estar aún con vida?” preguntó el Coronel.
“Sabemos que uno de ellos está muerto.”
“Hennessy?”
“No, Dantec,” dijo Tanner. Refregando sus ojos. Había tenido una jaqueca por días ya, tal vez
incluso semanas. Estaba comenzando a sentir que no podía recordar un momento en el que su
cabeza no doliera.
“Eso sí que es una sorpresa,” dijo el Coronel.
Tanner asintió. “Aún no sabemos que paso, pero sabemos que está muerto.” Empujo un
holoarchivo hacia la pantalla, vio al Coronel recibirlo del otro lado. Tanner sabía lo que era: una
cruda imagen mostrando un torso sin miembros, sentado en la silla de comando, con sus
miembros apilados ordenadamente justo frente a él. La cabeza estaba rota y distorsionada,
apenas humana.
“Es una porción de una de las transmisiones que pudimos rescatar. La última imagen que tenemos
de hecho.”
“Como sabe que este es Dantec?” preguntó el Coronel.
El Coronel es un hombre duro pensó Tanner: su voz se oía igual que antes, como si estuviese
viendo una foto de bodas de alguien.
Tanner marco porciones de la imagen en su monitor. “Puede ver aquí y aquí partes de cabello.
Está cubierto de sangre, pero estamos razonablemente seguros de que es cabello.”
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“Ah, sí,” dijo el Coronel, “Ahora lo veo.”
“Hennessy era calvo,” dijo Tanner simplemente.
El Coronel se incline en su silla, pensativo. “Que sucedió?” pregunto.
Tanner se encogió de hombros. “Algo salió mal,” dijo. “Más allá de eso, no sé decirle.”
“Si tuvieses que adivinar, que dirías?”
Tanner suspiro. “Hennessy debe haberse vuelto loco y ataco a Dantec distraído. Tal vez algo salió
mal con el suministro de oxígeno y afecto su cerebro, tal vez la presión de estar confinados en un
espacio tan pequeño durante tanto tiempo. O tal vez ya estaba loco y no lo sabíamos..”
“No le parece extraño?” preguntó el Coronel.
“Por supuesto que lo encuentro extraño,” dijo Tanner. “No es un comportamiento habitual.”
“No,” dijo el Coronel. “Si, por supuesto, todo esto es extraño, pero es aún más extraño que pase
ahora, justo ahora, cuando estaban camino hacia un objeto imposible encontrado en una
ubicación imposible.”
“Piensa en sabotaje?”
“No puedo descartarlo,” contestó el Coronel. “Pero es la menos extraña de las posibilidades
Tanner. Muestre un poco más de imaginación.” Se inclinó otra vez.
“Contácteme inmediatamente cuando tenga algo más que mostrarme,” dijo, se estiro y corto la
conexión.
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El poder de la señal, noto Altman, se había incrementado en algún momento durante la noche. El
indicador que había instalado estaba recibiendo las lecturas más altas que había visto hasta el
momento.
El pulso termino y cayo, aún más alto de lo que estaba en su anterior estado de descanso.
Miro hacia Field, quien parecía inmerso en sus propios cálculos. Solo para estar seguro, inclino la
holopantalla en un ángulo para que no hubiese forma de que Field viera lo que había en ella.
Retrocedió los datos hasta que encontró el cambio. Ahí, alrededor de las seis o siete de la mañana,
pensó que tendría que hacer una completa correlación para asegurarse. El incremento de la señal
no fue gradual sino inmediato, como si algo la hubiese repentina y deliberadamente amplificado.
No había oído nada de Hammond desde la noche en el bar, lo que le preocupaba un poco, pero no
mucho. El técnico de seguridad seguramente estaba manteniendo un perfil bajo, siendo
cuidadoso. Cuando quisiera ponerse en contacto, lo haría. Mientras tanto, dependía de Altman
descubrir que estaba pasando..
Ingreso sus resultados en la base de datos encriptada par a ver si se correlacionaban con el trabajo
hecho por otros—los otros en este caso eran otros tres científicos quienes, como Altman, estaban
intrigados por la anomalía gravitacional y el pulso y querían seguirlo: Showalter, Ramírez, y Skud.
Showalter, quien tenía equipo más poderoso que el simple sensor de Altman, había recibido las
mismas lecturas. A las 6:38 a.m., hubo un pulso extraordinariamente fuerte, seguido por un
cambio en el patrón de la señal. Señal que ahora se encontraba perpetuamente amplificada. Aún
había puntos bajos y altos, pero el perfil básico de la señal era más fuerte, y permaneció así desde
entonces.
Ramírez había notado algo más, algo que había recogido de las imagines satelitales mientras
trataba de determinar si hubo algún cambio en la condición misma del cráter. Un buque carguero,
anclado a unas quince millas del centro del cráter..
“Al principio no le preste mucha atención,” dijo Ramírez en el videoarchivo que adjunto. “Pero
entonces, regreso un día después y aún sigue ahí. Adelanto otro día y sigue ahí. Si es realmente un
buque carguero, que estaría haciendo siempre en el mismo lugar?”
“Así que ayer en la mañana, contrate un hombre local que se hacía llamar Capitán Jesús, para usar
su viejo bote a motor y acercarme para ver mejor. Lleve una caña de pescar conmigo. Una vez que
estuvimos a unos doscientos metros del buque, pedí al Capitán Jesús que se detuviera y tirara mi
línea al agua.”
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“El Capitán me dijo que no iba a atrapar nada. Cuando pregunto porque no me miro fríamente y
me hizo notar que no me había molestado en poner ninguna carnada en el anzuelo.”
“No sabía que contestar, así que no lo hice. El Capitán Jesús miro hacia el buque y luego a mí,
entonces dijo que no eran peces lo que quería atrapar, y que esa clase de pesca me costaría
extra.”
“Al final, tuve que prometer al buen capitán pagarle el doble de su tarifa normal para quedarse en
el lugar y que pudiéramos observar bien al carguero. No tenía identificación alguna. Fuera de eso,
parecía un carguero de lo más normal, excepto por el hecho de que había una grúa para elevar
submarinos totalmente nueva en la cubierta.”
“Eso fue todo lo que tuve tiempo de asegurar,” dijo Ramírez. “Estuvimos ahí unos cinco minutos,
dos de los cuales pase discutiendo con el Capitán Jesús, cuando una lancha apareció del otro lado
del bote y se acercó a nosotros, tripulada por cuatro hombres musculosos con cortes de cabello
militares, pero sin el uniforme militar pertinente.”
“‘Muévanse,’ dijo uno de ellos.”
“‘Estoy pescando,’ aclare.”
“‘Pesca en otra parte,’ dijo. Estaba por comenzar a discutir, pero el Capitán Jesús encendió el bote
y nos sacó del lugar. Más tarde, cuando pregunte por qué, todo lo que dijo fue ‘Esos no son
buenos hombres.’”
“Lo que me dejo con tres preguntas,” dijo Ramírez, concluyendo su video. “Primero, que uso
tendría un buque carguero, si realmente lo es, para un submarino? Segundo, que hace que
quieran mantener los demás botes a distancia? Tercero, que demonios está pasando realmente?”
Realmente qué? Se preguntó Altman.
El último reporte, de Skud, un suizo lacónico, no llego sino luego de una hora. Era un documento
en lugar de un video.
Lo lamento mucho, decía en su reporte. Tenía que re-chequearlo. Lo que seguía era una serie de
capturas en sueco, ninguna que Altman supiera como leer. Luego de ellas, Skud escribió: datos
insuficientes para estar seguro. Estar seguro de que? Se preguntó Altman. Intento bajar, pero el
reporte terminaba ahí. Chequeo la red y descubrió que Skud seguía conectado al sistema. Skud,
tipeo, por favor clarifica la conclusión de tu reporte. Por datos insuficientes me refiero a que no
hay suficientes datos, escribió. Sin suficientes datos, no podemos estar seguros.
Altman suspiro. Skud era un buen científico, pero le faltaba un poco de habilidad para
comunicarse.
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Concerniente a que son los datos? Pregunto.
Datos sismográficos, escribió Skud.
Y entonces que intentabas probar? Escribió Altman.
Que la distorsión sísmica era algo generado por una maquina en lugar de actividad sismológica
ordinaria.
Qué clase de maquina?
Como dije en mi nota, escribió Skud, y entonces hubo un largo momento en que la pantalla
permaneció en blanco. Lo siento mucho, finalmente escribió, ahora veo que lo deje fuera de la
nota. Un taladro. No tengo los suficientes datos para probarlo y tal vez solo se trata de actividad
sísmica ordinaria. Pero creo que alguien podría haber estado taladrando en el centro del cráter.
Altman inmediatamente se desconectó del sistema y salió afuera para llamar a Skud. El hombre
parecía nervioso, un poco confuso, pero luego de un momento, comenzó a explicar los detalles de
manera que Altman fuera capaz de entenderlos. Skud estaba dibujando sus lecturas en base a
múltiples sismógrafos, algunos en tierra, otros bajo el agua, muchos, muy cerca del centro mismo
del cráter. Solo aquellos cerca del centro habían notado algo. La lectura, dijo Skud, era algo que
normalmente seria ignorado por ser insignificante, actividad sísmica muy baja. Pero también era
posible, aclaro, que se tratara de un taladro pesado de escala industrial. Era muy regular dijo, lo
que no es típico de un evento sísmico.
“Pero no estás seguro si es en el centro del cráter.”
“No,” dijo Skud. “Ese es exactamente el problema.”
“Donde más podría ser si no es el centro?”
“Podría ser tan lejos como quince metros del centro,” dijo Skud. “Hice los cálculos pero me temo
que no son concluyentes.”
“Pero eso bien podría ser el centro!” dijo Altman, frustrado.
“No, mira,” dijo Skud pacientemente. “Como dije, podría estar a unos quince metros de distancia.
Eso no es el centro.”
Altman empezó a discutir, luego se detuvo, le agradeció y corto la llamada. Se quedó ahí, mirando
al océano cuando vio a través de la ventana. Field seguía en su lado del cuarto, hablando por
teléfono ahora, no se veía ni más ni menos animado que antes. Altman giro a ver el océano otra
vez.
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Lentamente las cosas comenzaban a tomar forma en su mente. Deseaba que Hammond se
contactara con él nuevamente, ya que fue él quien noto esto antes que cualquier otro. Tal vez
tenía una perspectiva sobre el tema que Altman y los demás aún desconocían. Mientras tanto,
dependía de ellos.
No había nada que pudiera asegurar que el pulso, el buque carguero y las lecturas sísmicas
estuviesen conectados. Pero, tampoco había nada que sugiriera que no lo estaban. Y las tres cosas
tenían algo en común: el centro del cráter. Algo estaba pasando allá abajo. Tal vez habían
descubierto algo, tal vez se trataba de una prueba armamentística, tal vez era un increíblemente
raro pero natural fenómeno. Pero algo estaba pasando, algo raro, algo que alguien no quería que
el público supiera.
Juro que averiguaría lo que era. Aunque lo matara.
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“Ya lo tengo,” dijo Tanner, sus ojos rojos, su cara notablemente pálida. Había llegado a los límites
de la medicación anti-sueño. Le quedaba como mucho una hora más antes de que colapsara o
empezara a sentir serios daños internos.
“Veámoslo,” dijo el Coronel.
“Debo advertirlo—” inicio Tanner.
“—No necesito advertencias,” interrumpió el Coronel. “Solo reprodúcelo.”
Tanner envió el archive a través de la pantalla y lo abrió. Comenzó a reproducirse. Tanner cerro
sus ojos, pero una vez que el audio inicio, el sonido del silbido de estática, las imágenes inundaron
su mente de todas formas, empeoradas por su imaginación y su falta de sueño. Abrió sus ojos y
miro.
No había mucho. La imagen se había transmitido a través de capas y capas de roca, en cierto
sentido, era sorprendente que cualquier cosa fuese captada. Tanner deseaba que así lo fuera.
Al principio era solo el sonido de la estática, la imagen en si misma nada más que nieve. Entonces,
pequeñas piezas y fragmentos comenzaron a emerger. En términos de imagen era como si la nieve
de la estática estuviese tomando textura, un vago rostro humano formándose y luego
disolviéndose otra vez, lo que parecía ser una mano, lo que podría ser un puño, cerrado alrededor
de una tubería o podría no ser nada. El sonido paso del silbido de la estática a un susurro de algún
tipo que sonaba como un hombre hablando con la boca llena de abejas. Algo que se escuchó como
un grito, hervía la sangre. Un aburrido ritmo que podría ser alguien hablando. Alguien cantando,
una vaga, vieja rima de guardería.
Y entonces, de repente, un breve momento de claridad, la cara de un hombre, extrañamente
iluminada y aterrada, su piel cubierta por algo, rápidamente distorsionándose otra vez.
“Congele eso,” dijo el Coronel.
Tanner detuvo el video y lo retrocedió. Los ojos del hombre denotaban cierto vacío. Sus
características estaban extrañamente distorsionadas, como si estuviese gritando. Su cara estaba
cubierta con extrañas marcas, símbolos de algún tipo, que se extendían hacia su cuello y sus
brazos..
“Hennessy? Que se ha hecho a sí mismo?” preguntó el Coronel. “Que uso para escribir?”
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“Creemos que sangre,” dijo Tanner. “Puede verla goteando de su brazo izquierdo, y parece haber
un corte en su brazo. Tal vez es su propia sangre, tal vez la de Dantec. Si mira detrás suyo, también
vera rastros de símbolos en las pareces, que, asumimos, también están escritos con sangre.”
El Coronel frunció su seño. “Que significan esos símbolos?”
“No lo sabemos,” dijo Tanner. “Nadie vio algo así antes.” Cuando el Coronel no dijo más nada,
Tanner pregunto, “Seguimos?”
El Coronel movió su mano. “Muy bien,” dijo, “prosiga.”
Más silbidos, más estática, más imágenes vagas y distorsionadas. En un punto, un breve vistazo de
un brazo que había sido arrancado de su lugar, su mano falta de vida, encogida como una araña
muerta. Una porción de la silla de comando, manchada de sangre. Y Hennessy en el fondo,
zumbándose a sí mismo, hamacándose levemente, cubierto de símbolos sangrientos.
“Hola,” dijo, y se disolvió otra vez. Parpadeo dentro y fuera de la existencia, junto con partes de
palabras, nada que pudiera ordenarse, entonces, algo que sonaba como vergüenza, o tal vez parte
de otra palabra. Luego “—algo—sitan saber.”
En la pantalla, Hennessy apretó su cabeza y luego fue reemplazado por estática, a color esta vez.
Cuando reapareció, estaba dando a la cámara una extrañamente extasiada sonrisa.
“—pista,” dijo.
Hubo un largo silencio.
“—simplemente no—” dijo. Un poco después, “—no importa—tendremos que—usk.”
Era difícil encontrarle sentido pensó Tanner. Pero sea lo que fuere, no era bueno.
Entonces, Hennessy estaba atrás otra vez, con esa misma sonrisa intensa. Se había acercado a la
cámara, casi llenando la pantalla.
“—vírgenes,” dijo, e hizo un gesto fuera de la cámara. Luego seguía ahí, aun hablando, pero siendo
poco más que un fantasma en la estática, el sonido completamente perdido, hasta que cerca del
final regreso, la imagen era clara ahora. “—entenderlo—” dijo, entonces hubo una micro ráfaga de
estática y entonces “—destruirlo.”
Hennessy se quitó del medio, revelando en la silla de comando detrás suyo, las piezas del cuerpo
de Dantec. Y entonces el video termino
“Cuantas personas han visto esto?” pregunto el Coronel.
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“Esta versión en particular? Tres de nuestros técnicos. Pero fue transmitido en general, así que
muchas personas han visto distintas porciones de ello. No hay manera de decir quien vio que.”
“Entonces, no tiene sentido matar a los técnicos, cierto?” pregunto el Coronel.
“Como dice?” preguntó Tanner.
“Esto es grande Tanner,” dijo el Coronel. “Mucho más grande de lo que se pueda imaginar. Es
mucho más importante que una vida o dos. Hay billones de personas en la Tierra. La gente es
desechable. Pero esta cosa, sea lo que sea, es el único que jamás hemos visto.”
“Está diciendo que soy desechable?” dijo Tanner lentamente.
El Coronel lo miro con la cara arrugada. “No tome esto de mala manera,” dijo. “En este momento
usted es menos desechable que cualquier otro. Pero si, si las circunstancias se desarrollaran de la
manera equivocada, usted se volvería desechable. Eso le molesta?
“Si,” dijo Tanner.
“Entonces no deje que el desarrollo de las circunstancias sea erróneo,” dijo el Coronel. Miro a su
cronometro. “Le daré hasta la mañana. Averigüe cuan ampliamente fue esparcido este video y
cuanto de él ha visto la gente. Despliegue algunas personas en tierra que puedan hacer las
preguntas justas sin llamar la atención. Una vez que sepamos donde estamos parados,
pensaremos que hacer.”
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25
La llamada llego cerca de la 1 a.m. Altman estaba acostado en su cama, mirando su teléfono vibrar
en la mesita al lado suyo, como un insecto atrapado. Vibro y vibro, y luego se detuvo. Lo reviso—
no se veía el número y la imagen holográfica estaba bloqueada. Casi inmediatamente comenzó a
vibrar otra vez.
Podría ser Hammond pensó, debería contestar. O Showalter, Ramírez, o Skud. Pero solo lo vio
vibrar hasta que se detuvo. La tercera vez, despertó a Ada. Ella bostezo y se estiro, arqueando su
cuerpo.
“Qué hora es?” pregunto perezosamente, sentándose en la cama, acomodando su cabello detrás
de su oreja.
“Michael, no vas a contestar?”
Miro su mano y abrió el teléfono acercándolo a su oído.
“Hola,” dijo. Incluso para él su voz sonaba seca y temblorosa, como si no hubiese hablado en años.
“Hablo con,” dijo la voz, luego pausando. “Michael Altman?”
“Quien habla?” preguntó Altman.
El hombre del otro lado ignoro la pregunta. “tengo una simple pregunta que hacerle,” dijo. “Me
pregunto si ha percibido algo inusual últimamente. Interceptado algo.”
“Como qué?” pregunto.
“Puedo ver que no es el caso,” dijo la voz rápidamente. “Lamento haberlo hecho perder su
tiempo.”
“Se refiere a una señal de algún tipo?” pregunto, pensando en el pulso.
Hubo un silencio del otro lado de la línea.
“Algún tipo de transmisión?” dijo Altman.
“Tal vez,” dijo la voz lentamente. “Tiene algo en mente?”
“Quien habla?” pregunto Altman otra vez.
“Eso no importa,” dijo la voz.
“De qué clase de transmisión habla?” pregunto. “Algún tipo de pulso?”
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La voz se tornó enojada de repente. “Tendrá que hacerlo mejor que eso Sr. Altman,” dijo con un
tono agresivo.
“Espera,” dijo Altman. “Hagamos un trato. Si me dice que está buscando, le avisare si lo
encuentro.”
La línea murió.
“De qué demonios se trató todo eso?” pregunto Ada.
“No lo sé,” dijo Altman. “Desearía saberlo. Alguien estaba intentando obtener algo de mí.”
“Como qué?”
“No lo sé,” admitió.
Se levantó de la cama. Fue al baño y lavo su rostro, miro al hombre que le regresaba la Mirada
desde el espejo. Había círculos obscuros alrededor de sus ojos, sus parpados estaban gruesos e
hinchados. Apenas podía reconocerse. No había dormido bien últimamente. Pesadillas y encima
de todo, toda la excitación y miedo asociado con lo que fuera que estaba sucediendo en el cráter.
Además de la jaqueca que parecía seguir y seguir.
Qué tal si a Hammond le había pasado algo? Se preguntó. Y si lo habían matado? Qué tal si venían
detrás suyo ahora? No, era una locura. No había razones para estar paranoico. Era solo una
llamada telefónica. Fue a la otra habitación y encendió la computadora, conectándose al servidor
seguro. Nada nuevo por parte de los otros desde la última vez que se fijó.
“Que estás haciendo?” pregunto Ada. Estaba sentada en la cama otra vez, con algo de cabello
cubriendo su rostro.
“Tengo que revisar algo,” dijo. “No me tomara mucho tiempo.”
“Michael,” dijo ella, con una voz preocupada ahora, “quiero saber exactamente qué está pasando.
No deberías guardar secretos conmigo. No estarás en problemas cierto?” pregunto.
“No lo creo,” dijo.
“Si estuvieses en problemas me dirías, verdad?” pregunto ella.
“Me gustaría pensar que si,” contesto él.
“Que quieres decir con que te gustaría pensar que si? Qué clase de respuesta es esa?”
“Quise decir si, por supuesto que lo haría.”
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“Ahora,” dijo ella. “Eso está mejor.”
Ella giro sus dedos entre sus cabellos, girándolo para que cayera detrás de sus hombros, entonces
se levantó y fue al baño. Él giro a la pantalla y rápidamente escribió: Extraña llamada esta mañana,
justo después de las 3 AM, preguntándome si había interceptado algo. Pensé que hablaba de la
señal del centro de Chicxulub, pero cuando insinué eso, él se apresuró a dejar la línea. Tal vez una
transmisión de algún tipo, pero que, no lo sé. Alguien más recibió la misma llamada?
Espero un minute, mirando la pantalla hasta que Ada regreso y se subió a la cama. Entonces se
desconectó y apago la el sistema, acostándose a su lado. Probablemente no sea nada se decía a sí
mismo.
“Prometes que me dirías?” dijo ella, casi dormida otra vez.
“Si,” dijo.
Unos minutos después, se dio cuenta de que se había dormido. Él se quedó en la cama, con los
ojos abiertos, mirando el oscuro techo. Paso un largo rato hasta que pudo dormirse otra vez.
En la mañana, tras conectarse, descubrió que los otros tres habían recibido la misma llamada
después de él. Ramírez primero, luego Showalter y por ultimo Skud, lo que indicaba que la persona
que hacia los llamados podía simplemente estar guiándose por una lista alfabética. Estaban tan
confundidos como él. Pregunten por ahí, Altman respondió. Averigüen si otras personas también
lo recibieron y que piensan de ello.
Para la tarde, tenían la respuesta. Cada científico de Chicxulub que contactaron había recibido la
llamada. Muchos de ellos no tenían idea de que pasaba, atribuyéndolo a una broma o al trabajo de
algún paranoico. Pero Ramírez finalmente había hablado con alguien que parecía saber.
“Está hablando de la transmisión de video,” un hombre llamado Bennett dijo, un geólogo amateur
y entusiasta de radio. “Lo descubrí de inmediato. Llamo, todo críptico, buscando algo pero sin
querer decir que. Yo dije, ‘Habla de la transmisión de video?’ Él pretendió no saber de qué
hablaba, hizo que lo describiera, luego me agradeció muy amablemente y colgó.”
Bennett tenía solo un fragmento del video, unos breves segundos, algo que había encontrado no
solo en una frecuencia sino en varias, y así, solo por curiosidad lo grabo. Había unos tres segundos
de estática, seguidos de cinco levemente distorsionados segundos de alguien hablando, seguidos
por otros ocho segundos más de estática. Otras pocas personas, dijo Bennett, habían captado
porciones de eso, y alguien en DredgerCorp parecía estar juntando copias de todas esas partes.
Por qué, no lo sabía. Bennett estaba bastante seguro de que era un engaño, la idea de alguien de
una broma. Pero como habían logrado que pareciera estar siendo transmitido desde el centro del
Chicxulub, no lo sabía. Probablemente un transmisor en un bote o—
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“Era transmitido desde dónde?”
“Algún lugar cerca del centro del cráter de Chicxulub,” dijo. “Todo parte de la misma broma
supongo.”
“Puedo tener una copia?”
“Por qué no?” dijo él. “Mientras más mejor,” agrego.
Era un documento extraño—un hombre, desnudo, su cuerpo cubierto de símbolos escritos en una
sustancia que parecía ser sangre, mirando con un extraño gesto hacia la cámara. “Entenderlo—”
dijo, “destruirlo—” y entonces la estática.
Altman lo vio otra vez. No había mucho, solo unos segundos. Tal vez Bennet tenía razón y era una
farsa, pero había algo en la expresión del hombre, lo tenso de sus características, el muerto y loco
vacío de sus ojos, que hizo creer a Altman que no lo era. Donde estaba? Lo vio otra vez. Era un
espacio pequeño, confinado, las paredes también, llenas de símbolos escritos con la misma
sustancia que cubría al hombre.
Algo en cierto punto emitió un resplandor rojizo bajo la barbilla del hombre, cuando se adelantó.
La iluminación era industrial, cruda y poco amigable. “Entenderlo—destruirlo,” decía el hombre.
Aún estoy trabajando en entenderlo, pensó Altman. Para ser franco, ni siquiera esto seguro de que
se trata.
Se recostó en su silla, apoyando sus codos en los apoyabrazos sus dedos extendidos frente a su
cara. Tal vez una farsa, tal vez no. y si tomamos todo en serio? Si intentamos unir todo? Que
podemos decir?
Una señal pulsante desde el centro del cráter, algo que no habían notado antes.
Una anomalía gravitacional, también algo nuevo.
Un buque carguero sospechoso, no exactamente sobre el centro del cráter, pero no muy lejos de
él.
En la cubierta del viejo buque, una grúa industrial de submarinos totalmente nueva. También
personal militar o ex-militar a bordo.
Evidencia de actividad sísmica o taladros, ya sea en o muy cerca del centro submarino del cráter.
Un video, transmitido en múltiples canales, aparentemente emitido desde el centro del cráter. En
él, un hombre en un espacio confinado, aparentemente loco, cubierto de extrañas runas, diciendo
“entenderlo—destruirlo.”
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Todo parecía estar conectado, y todo se relacionaba con el cráter. Algo estaba pasando en el
corazón del cráter y alguien—probablemente DredgerCorp, ya que ellos estaban preguntando,
pero tal vez había alguien más además de ellos— estaba muy, muy interesado en ello. Lo
suficientemente interesado para montar una operación de excavación, para intentar ver que era o
extraerlo.
Eso también podría explicar el fragmento de video, noto Altman. Qué tal si la transmisión provenía
de un submarino? Tembló levemente.
El problema era que eso solo generaba preguntas aún más grandes.
Suspiro. Sería más fácil, se dio cuenta, pensar en ello solo como una farsa y dejar de preocuparse.
Solo podía pensar en ello como una farsa. Mientras más pensaba en ello, más se convencía de que
debía ser real.
Dio vueltas sobre eso, dudando. Tu turno de mover Michael, se dijo a sí mismo. Cuál sería la mejor
manera de hacer público el secreto?
En el medio de la tarde, tuvo una idea. No era la mejor, pero tenía la belleza de ser simple, y era lo
único en que podía pensar que tuviese resultados rápidos.
Puso una copia del video en su holopod y lo guardo en su bolsillo. “Listo por hoy,” dijo a Field.
El hombre lo miro, con la expresión de un pescado muerto. “Son solo las dos y media,” dijo.
Altman se encogió de hombros. “Tengo algunas cosas que hacer.”
“Como quieras,” dijo Field, y volvió a mirar su holopantalla.
Quince minutos más tarde, Altman había cubierto su rostro con un sombrero y estaba sentado en
el lobby del hotel de los jóvenes del pueblo, usando su única y antigua terminal, un modelo
anterior a la holopantalla. El hombre del escritorio lo miro vagamente y lo ignoro. No le pagaban lo
suficiente para que le importara quien usaba la computadora.
Paso el video desde su holopod a la terminal y paso algún tiempo asegurándose de no dejar
huellas. Entonces entro en FreeSpace y creo una cuenta falsa. Podía ser rastreada al monitor, sabia
eso, pero no había nada que pudiera hacer sobre eso. No podía, en cualquier caso, ser rastreado
directamente hacia él.
Preparo un mensaje: Acciones ilegales de DredgeCorp en Chicxulub, tipeandolo en la línea de
tema, luego subió el video, Ultimas Palabras de un Submarino en un Túnel muy Profundo en el
corazón del Cráter de Chicxulub. Se quedó pensando un minuto y luego agrego, Una Misión de
Recuperación que Salió Mal. Entonces procedió a copiar el video a cada científico que pudo
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recordar en todo Chicxulub, incluido él mismo, y a algunos más. Ahora, pensó. Eso debería llamar
su atención.
Esa noche le conto a Ada lo que había hecho, explicándole lo que habían descubierto y lo que
creían que significaba. Pensó que se burlaría de él, diciéndole que estaba preocupándose mucho
por nada porque estaba aburrido. En cambio, ella solo se cruzó de brazos.
“Eres tan idiota a veces. No te das cuenta de lo peligroso que puede ser?” pregunto.
“Peligroso?” dijo. “Que, crees que intentaran asesinarme por revelar alguna clase de secreto
industrial? Esto no es una película de espías Ada.”
“Tal vez no, pero tu actúas como si lo fuera,” dijo ella. “Sitios web seguros, una pandilla de
científicos, submarinos secretos, señales que no deberían existir. Y ahora este video.”
Ella tembló un poco. “Un hombre cubierto en símbolos hechos con sangre. Eso no te hace pensar
que podría ser peligroso?”
“Qué?”
“Como se lo que es?” pregunto, sacudiendo sus manos hacia él. “Esa cosa en el centro del cráter
podría ser peligrosa. O la gente que quiere recuperarlo podría serlo. O ambos.”
“Pero—” dijo él.
“Es solo—” dijo ella, y se detuvo.
Bajo su cabeza y miro la mesa vacía. Él la vio abrazarse, como si hiciera frio. “No quiero ver que te
lastimes o mueras,” dijo de manera casi inaudible.
Se quedó quieta por tanto tiempo que él pensó que la conversación había terminado. Estaba a
punto de levantarse a buscar una cerveza cuando de repente ella comenzó a hablar otra vez.
“Tienes todos tus datos,” dijo ella en un tono muy estable. “Los interpretaste e hiciste que
significara algo.”
“Podría estar equivocado,” dijo.
“No es eso lo que quiero decir,” dijo ella. “Solo cállate y escúchame Michael. Ustedes científicos
solo tienen una forma de ver al mundo. Yo también tengo algunos datos, y son igualmente
perturbadores.”
Ella empezó a describírselos, lentamente atándolos juntos como si fuese una historia. La señal
pulsante comenzó en cierto momento, dijo ella, y desde ese momento todo fue diferente.
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Él lo sabía tan bien como ella. “Recuerdas cuando comenzaste a tener pesadillas?”
“Siempre tuve pesadillas,” contesto.
“Pero no así,” dijo ella. “Sangrientas, apocalípticas, cosas sobre el fin del mundo cada noche?”
“No,” admitió. “Esas son nuevas.”
“Todo el mundo las está teniendo Michael. Incluso yo. Y no me veo inclinada normalmente a tener
pesadillas.”
Había notado cuan distraídos y faltos de sueño estaban todos, desde la gente del pueblo hasta sus
colegas. Estaba entrenada para notar cosas así, así que empezó a preguntar en los alrededores.
Dormiste bien anoche? Tuviste algún sueño? Nadie estaba durmiendo bien. Nadie soñaba otra
cosa que no fueran pesadillas. Y cuando lograba que recordaran cuando habían comenzado esas
pesadillas, todas correspondían al momento en que la señal comenzó a emitirse.
“Eso es solo el comienzo,” dijo Ada. “Sabes cuantas veces me has dicho en la última semana que te
duele la cabeza? Docenas. Sabes cuantas veces haz presionado tu cabeza y te has quejado, sin
decirme nada? Otras tantas docenas más. Y no eres el único,” dijo ella. “Todo el mundo sufre de lo
mismo. Antes de esa señal, nadie los tenia, ahora todo el mundo. Coincidencia? Tal vez pero tienes
que admitir que es extraño.”
“Muy bien, dijo. “Lo admito.”
“No te burles Michael,” dijo ella. “Esto es serio. He pasado meses investigando los rituales y
leyendas de esta región, y antes pase años leyendo reportes de otras personas sobre el tema. La
cosa sobre las leyendas es que han sido iguales prácticamente por cientos de años.”
“Entonces?”
Se estiro y lo golpeo suavemente en el costado de la cabeza. “Creo que te dije que no te burlaras,”
dijo, con sus obscuros ojos brillosos. “Ya no son las mismas. Cambiaron drásticamente una vez que
el pulso inicio.”
“Mierda,” dijo él.
“Los pueblerinos están teniendo pesadillas Michael,” dijo ella. “Igual que nosotros. Pero mientras
nuestros sueños solo son temáticamente similares, los de ellos son específicamente parecidos.
Todos están soñando sobre la ‘Cola del Diablo,’ que es, como te mencione el otro día, es lo que la
palabra Chicxulub significa. Coincidencia?”
Altman solo sacudió su cabeza. “No lo entiendo,” dijo.
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“He notado aquí y allá, marcado en la tierra o en la corteza de los árboles, un símbolo crudo, como
dos cuernos retorcidos entre sí. Cuando pregunte que eran, la gente me ignoraba. Cuando seguí
preguntando, finalmente alguien me dijo, casi escupiéndome, la palabra: Chicxulub.”
Se levantó y fue al refrigerador, sirviéndose un vaso de agua destilada. La bebió y se sirvió otro
vaso lleno, sentándose otra vez. Se estiro y agarro su mano en la de ella. Apretándola.
“No sé cómo encaja todo esto,” dijo ella, “ni se cómo relacionarlo con tus datos. Tal vez es solo
una rara coincidencia. Pero al tomar todo junto me hace pensar que lo que sea que este en el
centro del cráter es algo que desea dañarnos.”
“Haces que suene como si se tratara de algo vivo,” dijo él.
“Sé que no es muy científico,” contesto ella. Retiro su mano, frotando su temple con ella. “Ah, otro
dolor de cabeza,” dijo y dio una sonrisa nerviosa.
Luego de un momento siguió. “La gente del pueblo parece tener toda una mitología sobre esta
‘Cola del Diablo.’ No sé si la mitología es algo que siempre ha estado ahí o se ha desarrollado
recientemente. Ciertamente solo comencé a notarlo ahora.
“El único con quien puedo hablar en detalle es el borracho del pueblo, y habla solamente si lo
soborno con licor. Él asegura que hay historias que han pasado de generación en generación,
sobre un enorme objeto bifurcado que perfora las profundidades del océano. Esto, lo dijo en una
mezcla de español y Maya Yucateco, es todo lo que queda de un gran demonio que rindió su
dominio sobre la tierra para excavar en las profundidades y gobernar en el infierno. Su cola quedo
atrapada y aún sigue ahí, tal vez aún vive. Algunos creen que el Diablo aún sigue unido a ella. Si
tocas la cola, dicen, te haces conocido del Diablo. Si el Diablo te conoce, intentara reclamarte. Si
destruyes más de lo que creas, te haces conocido del Diablo también. ‘Tú y tu gente,’ dijo el
borracho cuando había tomado varias copas, ‘Ustedes son conocidos del Diablo,’ y entonces hizo
un extraño símbolo hacia mí, una especie de maldición, cruzando sus dedo índice y medio.”
Se detuvo y bebió el resto del agua, dejando el vaso en la mesa. “Luego de eso, se rehusó a decir
nada más,” dijo ella. “Trate de convencerlo ofreciendo comprarle más bebida, pero él solo sacudía
su cabeza. Finalmente admitió que tenía miedo de que el Diablo lo escuchara.”
Se sentaron en silencio por un momento, mirándose entre sí.
“Tal vez hay una explicación lógica,” dijo Altman.
“Para las historias?”
“Para todo esto.”
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“Tal vez,” dijo Ada. “Pero no lo sé. Podría, supongo, decir que estas historias son una extraña
mezcla entre creencias mayas y cristianas. Tal vez si buscaba lo suficientemente profundo y
pensaba lo suficientemente duro y durante un largo tiempo, lograría una teoría sobre cómo se
desarrollaron. Pero aún hay algo ahí, un genuino sentimiento de alerta y miedo en mi corazón que
me dice que deberíamos escucharlos. Te amo Michael. Prométeme que al menos intentaras oírlo.”
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26
“Hemos rastreado cerca de una docena de personas que han visto la transmisión,” dijo Tanner.
Había logrado dormir algunas horas, aunque su cabeza aún dolía y sentía que sus ojos habían sido
frotados con papel de lija. “De ellos, cerca de la mitad no recibieron más que estática. Los otros
captaron más. De ellos, la mitad lo grabo. Pero ya sabíamos eso ya que usamos sus grabaciones
para formar nuestra compilación.”
“Además de usted y los técnicos en DredgerCorp, quien más ha visto la versión que me mostro?”
“Nadie,” dijo Tanner. “Estoy seguro de ello.”
El Coronel frunció su seño. “Mire esto.”
Empujo el holoarchivo hacia Tanner. Era una comunicación enviada por alguien con el alias
“Watchdog.” Acciones ilegales de DredgeCorp en Chicxulub, decía el título. El cuerpo del mensaje
consistía de un corto texto tipeado—Últimas Palabras de un Submarino en un Túnel muy Profundo
en el corazón del Cráter de Chicxulub. Una Misión de Recuperación que Salió Mal—y un video.
Abrió el video, vio el cuerpo y rostro de Hennessy cubiertos de sangre, su extraña sonrisa y breve
discurso. Oh mierda, pensó. Lo peor había sucedió finalmente.
“Quien lo envió?” pregunto.
“Esta copia fue enviada a Lenny Small,” dijo el Coronel. “La lista de otros recipientes ocupa varias
páginas, mayormente científicos en Chicxulub, y algunos otros también.”
“Ese video es originalmente de Sigmund Bennett,” dijo Tanner. “Él lo grabo.”
“Cree que sea él quien lo está diseminando?”
Tanner sacudió su cabeza. “No es del tipo que haría esto. Uno de mis hombres hablo con él—
estaba bastante claro que estaba convencido que se trataba de una farsa. Probablemente no
pensaría en ello más de una vez, tal vez lo compartió con alguien porque pensó que era
interesante o extraño. Hare que alguien hable con él y averigüe a quien se lo mostro.”
“No se moleste,” dijo el Coronel.
“Que no me moleste? Pero usted dijo—”
“Demasiada gente lo ha visto ya,” dijo. “No tiene caso matar a nadie ahora. Es más probable que
nos haga daño en lugar de ayudarnos.”
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Tanner soltó un largo suspiro. Estaba tranquilo de saber que no le pediría que mate a nadie. “Que
hacemos entonces?”
“Salimos a la luz,” dijo el Coronel.
“Salimos a la luz?” Tanner sintió una bomba explotar en su estómago. “Eso no es lo que hace
DredgerCorp. No deberíamos consultar esto con Small?”
“Small no dirige este show,” dijo el Coronel. “Yo lo hago.”
“Esto es un desastre. Se lo advierto,” dijo Tanner, mientras su cara se enrojecía. “No voy a
hundirme con la nave. No estoy dispuesto a aceptar la culpa por eso. Luchare todo el camino.”
“Cálmese Tanner,” dijo el Coronel. “No tenemos que salir a la luz en realidad; solo pretender que
lo hacemos. Si liberamos esta historia a la prensa, somos nosotros quienes la controlamos. Si lo
jugamos bien, estaremos en una mejor posición que antes.”
“Como hacemos eso?” preguntó Tanner.
“Simple,” dijo el Coronel. “Llame una conferencia de prensa. Diga que ha visto el video que ha
estado circulando y ha oído los rumores y pensó que era hora de aclarar la historia. Entregue a la
prensa todos los fragmentos de video que posee y pida que los transmitan. No perdemos mucho
haciendo eso, ya que mucha gente ha visto piezas de ello—cualquiera que se haya sentido lo
suficientemente curioso podría haber reunido una buena porción de ello, tal como usted lo hizo.”
“Como nos ayuda eso?”
“Lo que importa es lo que usted diga sobre el tema,” dijo el Coronel. “Puede decir que es una
farsa, pero eso solo dará a los adictos a las conspiraciones combustible para quemar. Así que diga
cuanto más pueda de la verdad sin dañarnos..”
“Cuanto seria eso?”
Los labios del Coronel se apretaron. “Necesita que lo deletree para usted? Donde está su
imaginación hombre?
“Primero, dice que Hennessy se volvió loco. No será una propuesta difícil de aceptar luego de que
la gente vea el video. Dirá que lo trajo a Chicxulub porque estaba interesado en probar un nuevo
batiscafo experimental, una nave capaz de, al menos en teoría, cavar a través de roca solida aun
estando sumergida. Está seguro de que es algo que cambiara el futuro de la minería submarina,
asumiendo que pudiera reparar todas las fallas. Lo entiende hasta ahora?”
“Si,” dijo Tanner.
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“De cualquier forma, eligió a Hennessy por su experiencia con submarinos y porque era un
hombre de la compañía, alguien confiable a quien contar un secreto. Obviamente, al tratarse de
este tipo de tecnología, lo último que quiere es que se filtre información. Vino a probarlo en
Chicxulub…. Por qué?”
Tanner pensó por un momento. “Porque Chicxulub está fuera del camino,” ofreció. “Tenemos un
poco más de privacidad aquí de la que tendríamos en otro lugar, y es posible testear el batiscafo
aquí, taladrando a través de una variedad de estratos.”
“Lo suficientemente bueno por ahora,” dijo el Coronel. “Púlalo un poco para su respuesta.
Arreglare algunos permisos de prueba para ser completados retroactivamente y cubrirnos.
Entonces, realizo una serie de pruebas a lo largo de la costa en aguas poco profundas, con
Hennessy y otro piloto de submarinos experimentado, Dantec. Todo iba bien, sin ningún tipo de
problemas. Entonces decidió, luego de consultar con el presidente Small, que era hora de probar
el batiscafo en aguas profundas.
“Lo que sucedió después de eso, no lo sabe con certeza. Cuando pidió a la tripulación que
preparen la nave para inmersión, le fue informado que no estaba ahí. Cuando intentó contactar
con Dantec y Hennessy, también estaban desaparecidos. Así que concluyo que habían tomado el
submarino sin autorización, tal vez para robarlo. Lo busco pero sin éxito: estaba fuera del rango
del sonar o habían apagado sus motores. Comenzó una búsqueda, intentó contactar con ellos
repetidas veces, pero nunca hubo respuesta alguna.”
Los labios del Coronel se movieron de manera que se podían ver sus dientes.
“La siguiente evidencia que tuvo de ellos fue la transmisión que intercepto. No sabía que había
pasado pero estaba claro que Hennessy había perdido la cabeza. Logro descifrar la ubicación del
submarino: está enterrado profundamente dentro de la roca del cráter. Así que ahora contacto
con al ejército, solicitando ayuda para recuperar el batiscafo. Si eran capaces de recuperarlo, dirá
que está comprometido a comunicar a la prensa lo ocurrido dentro en esas horas fatales..”
“Los militares,” dijo Tanner. “Está seguro de eso?”
“No solo es seguro, es brillante. Nos da una excusa perfecta para cambiar la escala de la
operación. Ya no necesitaremos actuar encubiertamente.”
“Pero a quien contactamos?” preguntó Tanner. “No terminaríamos perdiendo el objeto ante
ellos?”
El Coronel emitió otra risa predadora. “Usted ya los ha contactado,” dijo, apuntando ambos
pulgares hacia su pecho. “Ya está trabajando con ellos.”
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27
Altman acababa de sentarse en su escritorio cuando alguien golpeo la puerta.
“Esperas a alguien?” pregunto a Field.
Field sacudió su cabeza. “No que yo sepa. Quieres atender o lo hago yo?”
“No me molesta,” dijo Altman.
Comenzó a dirigirse hacia la puerta, entonces retrocedió para desconectarse del sitio seguro.
Golpearon otra vez. “Un minuto,” dijo. Golpearon una tercera vez justo antes de que llegara a la
puerta. Esta vez más fuerte y ruidoso. Afuera había dos hombres que no reconocía. Locales
supuso. Vestían corbatas y zapatos obscuros que habían sido pulidos hasta brillar.
Uno era alto y Delgado, con piel obscura y un prolijo bigote negro. El otro estaba limpiamente
afeitado, su piel era más clara. Sostenía una especie de cigarro entre su pulgar y anular, como si
fuera un porro. Aspiraba fuertemente de él cuando Altman abrió la puerta.
“Si?” preguntó Altman.
“Estamos buscando a alguien,” dijo el hombre. “Miguel Altman.”
“Michael,” dijo Altman. “Puedo preguntar por qué?”
“Es usted, quizás?” dijo el hombre más alto.
“Quien pregunta?” dijo Altman. “Quienes son ustedes exactamente?”
El Segundo hombre volvió a pitar su cigarrillo, sus cachetes se encogieron hasta el punto de que su
rostro se viera cadavérico. “Nosotros hacemos las preguntas,” dijo. Busco en su bolsillo y saco una
placa. “Policía,” dijo.
“Sucedió algo con Ada?” pregunto Altman, su corazón repentinamente subió a su garganta.
“Podemos pasar?” preguntó el alto.
Altman abrió la puerta ampliamente y ellos pasaron adentro. Field los miro curiosamente al
entrar.
“Hola Field,” dijo el fumador.
“Hola oficial Ramos,” dijo Field. “Tiene algo que hablar conmigo?”
“Con su amigo,” dijo Ramos. “Tal vez podríamos tener algo de privacidad por un momento.”
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“Él no es mi amigo,” dijo Field. “Solo compartimos el laboratorio.” Se levantó y cojeo hacia afuera.
El policía alto corrió la silla de Field y se sentó en ella. Ramos se recostó contra la pared junto al
escritorio de Altman.
“Que ha pasado?” pregunto Altman, su pánico por Ada crecía cada vez más y más. “Ella está
bien?”
“Esto no tiene nada que ver con su novia. Usted conoce a Charles Hammond?” preguntó el
hombre alto. Su voz era estable y gruesa. Pronuncio Charles como si tuviese dos silabas completas:
Char-less.
“El técnico? Me he encontrado con él.”
“Dice que se ha encontrado con él Gallo,” dijo Ramos. “Que creemos que significa eso?”
El hombre alto, Gallo, ignore a Ramos. “Como diablos lo conoció?” preguntó a Altman.
“No muy bien,” dijo Altman. “Nos vimos solo una vez.”
“Dice que solo lo vio una vez Gallo,” dijo Ramos, pitando otra vez su cigarrillo.
“De que se trata todo esto?” preguntó Altman.
“De que ciertamente,” dijo Ramos.
“Donde se encontró con él?” pregunto Gallo.
“En un bar,” dijo Altman.
“Por qué?”
Altman dudo. “Había algo que quería decirme.”
“Me suena sospechoso Gallo,” dijo Ramos. “Que bar?”
“Cuanto tiempo estuvo allí?” pregunto Gallo.
“Cuál de los dos hace las preguntas?” preguntó Altman. “Me están confundiendo.”
“Solo responda mi pregunta,” dijo Gallo, sin cambiar su tono.
“Y la mía,” dijo Ramos.
“Esperen,” dijo Altman. “Era el bar que está cerca de la playa, no muy lejos de aquí, y yo—”
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“Se refiere a la cantina,” dijo Ramos. “Hay una diferencia entre un bar y una cantina sabe.”
“Cantina entonces,” dijo Altman.
“Cuanto tiempo estuvo allí?” preguntó Gallo otra vez.
“Estaba llegando a eso,” dijo Altman, su voz algo más elevada ahora. “Él me llamo y me propuso
encontrarnos. Debimos estar ahí, no lo sé, algunas horas.”
“Cuantas horas es algunas?” pregunto Ramos.
“No lo sé,” dijo Altman. “Dos supongo.”
“El barman dijo tres,” aseguro Gallo.
“Bueno, probablemente sea cierto,” dijo Altman. “Probablemente hayan sido tres.”
“Y aun así dijo dos,” agrego Ramos.
“Solo adivinaba,” dijo Altman. “Como se supone que lo recuerde con exactitud? De que se trata
todo esto? Pueden ir al grano?”
“No,” dijo Ramos, “no podemos.”
“El punto es,” dijo Gallo, “usted fue el último en ver a Hammond con vida.”
“Está muerto?” dijo Altman.
“Está muerto,” afirmo Gallo.
“Que sucedió?” preguntó Altman.
“Es lo que intentamos descubrir,” dijo Gallo.
“No creerán que yo lo hice, cierto?” dijo Altman. “No creerán que yo lo mate?”
“Como sabe que alguien lo mato?” dijo Ramos.
“No lo sabía, pero estoy empezando a sospecharlo,” dijo Altman.
“Él podría haber muerto en un accidente o por causas naturales,” dijo Ramos, “pero usted salto a
la conclusión de que había sido asesinado.”
“Donde fueron luego de dejar el bar?” pregunto Gallo.
“La cantina,” dijo Ramos.
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“Luego de dejar la cantina,” corrigió Gallo.
“No fuimos a ningún lado. Nos dimos un apretón de manos en la calle y me fui a casa. No sé donde
habrá ido él.” Altman vio que los dos oficiales de policía se miraban entre ellos, intercambiando
una mirada significativa. “Que sucedió?” preguntó Altman. “Como lo mataron?”
“Hammond era su amante?”
“Qué? No, por supuesto que no! Esta usted loco?”
“Por qué dice por supuesto que no?” pregunto Gallo.
“Tengo novia,” dijo Altman.
“Eso que prueba?” pregunto Ramos.
“Miren,” dijo Altman. “Por qué no me dicen que paso?”
Los dos oficiales se miraron nuevamente.
“Había algo raro en el comportamiento de Hammond?” pregunto Gallo.
“Como demonios se supone que sepa si había algo inusual en su comportamiento?” dijo Altman.
“Solo lo vi una vez. No tengo nada con que compararlo.”
“No hay necesidad de enojarse,” dijo Ramos, “no hay porque excitarse.”
“Garganta,” dijo Gallo, y dibujo una línea a lo largo de su garganta.
“Que?” dijo Altman.
“Tu preguntaste como murió,” dijo Gallo. “Su garganta había sido cortada.”
“Tenía un cuchillo consigo,” dijo Ramos. “Sabe a quién pertenecían las huellas en él?”
“A quién?” dijo Altman.
“A nadie,” dijo Gallo. “El cuchillo había silo limpiado.”
“Y creen que yo lo hice?” dijo Altman. “Por qué lo haría?”}
“Como podemos saber por qué lo haría?” dijo Ramos tranquilamente. “Ni siquiera sabemos de
qué hablaron.”
“De que hablaron?” pregunto Gallo.
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“Esto es una locura,” dijo Altman. “Creen que sería capaz de asesinarlo por algo que discutimos?”
“Como podemos saberlo si no nos dice que fue?” pregunto Ramos.
Así que Altman lo hizo. Tomo una gran bocanada de aire y comenzó, lo mejor que pudo recordar, a
relatar la conversación que habían tenido. Cuando dijo el nombre de DredgerCorp, los dos oficiales
intercambiaron miradas otra vez. Al seguir hablando vio como primero Ramos y luego Gallo se
cruzaban de brazos.
Cuando Altman finalice su relato, Gallo se levantó de la silla y dijo, “Gracias Sr. Altman. Ha sido de
mucha ayuda.” Ramos ya se dirigía hacia la puerta.
“Esperen un minute,” dijo Altman. “Eso es todo?”
“Que esperaba?” pregunto Ramos. “Creía que lo arrestaríamos?”
“Nos contactaremos otra vez si lo necesitamos,” dijo Gallo, luego de eso ambos se habían ido.
Llamo a Ada para contarle lo que había pasado, pero ella no atendía. Aún se sentía intranquilo. Sus
manos, se dio cuenta, estaban temblando. Luego de un tiempo, Field volvió a entrar cojeando.
“Está todo bien?” pregunto, con sus cejas elevadas.
“Alguien fue asesinado,” dijo Altman.
“Ah,” dijo Field. “Son terribles noticias.”
Estoy en peligro yo también? Se preguntó Altman.
“Oíste las noticias?” pregunto Field.
“Que noticias?”
“El anuncio de DredgerCorp? Yo acabo de escucharlo,” dijo Field. “Cuando estaba afuera
hablando, esperando que ellos terminaran de trabajar contigo.”
“De que trataba?”
“Puedes verlo en línea”, dijo Field. “Conéctate y míralo.”
Se conectó a la página de noticias. Ahí estaba, la conferencia de prensa de DredgerCorp. La abrió.
William Tanner era el nombre del hombre. Altman nunca lo había visto antes. Ha habido mucha
especulación sobre este extraño video, dijo, y entonces mostro una versión más larga que el clip
que Bennett había entregado a Altman. Desearía que se tratara de una farsa, pero me temo que
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no es el caso. De todas formas, caballeros, estoy aquí para proveer algo de claridad sobre el
asunto.
Comenzó a relatar una historia sobre un submarino experimental con un mecanismo de taladro,
que había sido comandado y luego hundido en las profundidades del corazón de Chicxulub.
Estaban llamando a los militares para ayudarlos a recuperar el submarino. Su comportamiento
alternaba entre confianza y nerviosismo. Al final, aseguro que DredgerCorp estaba comprometida
a descubrir que había pasado en el submarino y porque, asegurándose de que nunca vuelva a
pasar. Entonces, ignorando a los reporteros que trataban de cuestionarlo, troto fuera del
escenario.
Altman termino de verlo y lo vio otra vez. Definitivamente es sangre, pensó luego de ver la versión
extendida del video. Tenía que admitir que lo que William Tanner decía sonaba plausible.
Respondía casi todas las preguntas que tenía. El único cabo suelto era por que el piloto había
comandado el submarino y lo había robado. Pensó que podía atribuir eso a su locura. En cualquier
caso, sonaba bien.
De hecho, sonaba demasiado bien para ser verdad.
O estoy tratando de sacar algo de la nada? Se preguntó.
Tal vez debería olvidarse del tema, dejarlo ir. Un hombre estaba muerto, y él podría terminar de la
misma manera si no tenía cuidado. Tal vez Hammond había sido asesinado en un simple robo que
termino mal y no tenía nada que ver con los eventos del cráter de Chicxulub.
Volvió a repensarlo, entonces volvió y miro la conferencia de prensa una tercera vez. De un lado
de la balanza estaban los hechos que relataban en la conferencia de prensa. En el otro estaba el
pulso del centro del cráter. Sin importar como lo viera, ese pulso había iniciado mucho antes del
incidente del submarino.
El submarino no había iniciado el pulso, pero tal vez lo que sea que haya sucedido a bordo tenía
que ver con lo que aumento la señal. Tal vez era una coincidencia o tal vez era un gran error de su
parte, pero no estaba listo para rendirse aún.
· · ·
97
Cuando llego a casa Ada aún no estaba ahí. Sintió otra vez ese breve sentimiento de pánico que
había experimentado antes cuando creyó que algo le había pasado. Intento llamarla otra vez, aún
sin respuesta.
Espero nerviosamente a que volviera, una hora, luego dos. Trato de llamar otra vez, y otra, aún sin
respuesta. Y si le había pasado algo? No podía evitar pensarlo, aunque otras partes de su mente
sabían que era una locura. Que Ada estaba trabajando hasta tarde, que no había ninguna razón
para que pensara que había algo mal.
Pero cuando la puerta finalmente se abrió, él estaba cerca de la histeria. Se adelantó para
encontrarla, listo para abrazarla, cuando vio que no estaba sola. Traía a alguien con ella. Un
jovencito.
El niño sostenía su mano delicadamente. Él comenzó a preguntarle donde había estado, pero ella
lo silencio con una mirada. “Michael,” dijo, “me gustaría que conozcas a Chava.”
Altman miro al muchacho. Era joven, entre apenas entrando a la adolescencia o terminando su
niñez. Estaba descalzo, usando una gastada pero limpia camiseta y un par de shorts que apenas se
mantenían unidos. Era muy delgado. Tenía ojos marrones profundos y una mirada ligeramente
aprensiva.
“Chava,” dijo Altman. “Qué clase de nombre es ese?”
“Es un diminutivo para Salvador,” dijo Ada rápidamente. Cuando Altman la miro, ella asintió. “lo sé
no suena como si lo fuera, pero es verdad.”
“En serio?” dijo y giro hacia el chico.
El muchacho asintió, pero no dijo nada.
Altman miro a Ada buscando ayuda, alguna pista que le dijera lo que estaba pasando. “Pensé que
querrías hablar con él,” dijo ella.
“Te gustaría sentarte?” pregunto a Chava.
El chico dudo un segundo y luego asintió. Altman aparto una silla para él, y él se trepo en ella.
“Te gustaría algo de comer?” preguntó Altman.
El chico asintió otra vez. Altman abrió la heladera y la reviso un momento, entonces cambio de
opinión. “Vamos,” le dijo al chico. “Mira y toma lo que quieras.”
El muchacho se acercó a la heladera como si fuera una trampa. Cuidadosamente asomo su cabeza
revisando todo, entonces miro a Altman.
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“Cualquier cosa?” pregunto.
“Cualquier cosa,” dijo Altman.
Unos minutos después había sacado la mayor parte del contenido de la heladera y lo había apilado
en la mesa enfrente suyo. Estaba probando todo. Tomaba un pequeño bocado de algo, lo movía
en su boca mientras masticaba y luego lo tragaba siguiendo con el próximo platillo.
“De que te gustaría hablar?” pregunto Altman una vez que termino.
El chico movió sus dedos frente a él. “La señorita,” dijo. “Ella fue la que dijo que usted quería
hablar conmigo.”
“Crees que podrías contarle la historia que me contaste a mí?” pregunto Ada.
“No es una historia,” dijo Chava, algo ofuscado. “Realmente sucedió.”
“Si, por supuesto Chava,” dijo Ada rápidamente. “Eso quise decir.”
“Okay, le contare,” dijo el chico. “Estaba caminando por la playa, muy temprano en la mañana. Era
un día en el que pensé en mi cabeza que caminaría en la playa y luego iría al pueblo a preguntar si
alguien necesitaba entregar algún mensaje. Algunas veces ustedes los científicos me dan algo de
dinero por hacerlo. A veces, luego de dos o tres mensajes me alcanza para comprar un polvorón o
una oreja en la pastelería. Pero este día mis pies quisieron ir en hacia el otro lado. No pude
detenerlos. Así que en lugar de ir al pueblo, fuimos juntos más lejos en la playa desierta. Ahí fue
cuando encontré algo.”
“Que encontraste?” pregunto Altman.
“No lo sé,” dijo el chico.
“Como es que no sabes?”
“Quiero decir que lo que encontré no tiene nombre. Era como un hombre, pero no lo era.
También era como un globo pero tampoco lo era..”
“Como puede ser parecido a un hombre y a un globo al mismo tiempo?” preguntó Altman.
“Si,” dijo el chico y sonrió. “Es exactamente lo mismo que dije yo. Puedo ver que entiende mi
historia. La señorita hizo bien al traerme con usted. Hacia un ruido también. Algo así.”
El chico se incline sobre la mesa y comenzó a hacer un extraño silbido.
99
“La bruja me dijo que lo quemara, que era una pulga de la Cola del Diablo. Chicxulub.” Él cruzo sus
dedos medio e índice uno sobre el otro subiendo su mano para que lo viera. “Pero luego…
encontré que ella estaba muerta.”
“Como pudo decirte eso si estaba muerta?” preguntó Altman.
“Es como si estuviese dentro de mi cabeza viendo lo que estoy a punto de decir,” dijo el chico
alegremente.
Altman espero que el chico siguiera, pero no dijo nada más.
“Lo quemaste?” pregunto finalmente.
“Si,” dijo. “Se quemó muy bien.”
“Que parte se parecía a un globo?” preguntó Altman.
“Su espalda,” dijo el chico sin dudarlo. “Donde estaban los sacos grises.” Toco un pepinillo de la
mesa al que había dado un mordisco. “Puedo llevarme esto?” pregunto.
“Si,” dijo Altman.
El pepinillo desapareció entre sus ropas. Toco una cebolla e hizo un gesto.
“Puedo preguntarte algo?” dijo Altman.
Chava asintió.
“Nos llevarías allí? Al lugar donde lo encontraste?”
El chico lo miro pensativo. “Prometes que cuando me veas y tengas algún mensaje que entregar
me elegirás a mí?”
“Que?” pregunto Altman, sorprendido. “Sí, claro.”
“Esto es bueno,” dijo el chico. “Y puedo tomar tres cosas más de la mesa, menos la cebolla?”
Altman asintió, intentando ocultar su sonrisa. Chava tomo tres cosas más dentro de su camiseta
tan rápidamente que Altman no estaba totalmente seguro de que eran.
“Ahora los llevare ahí,” dijo el chico firmemente.
100
28
Tanner se sirvió un vaso de whisky y se recostó contra las almohadas. Finalmente iba a tener una
buena noche de sueño en una buena cama. Entre preparar la oficina de Chicxulub, los preparativos
para traer el batiscafo, Hennessy y Dantec hasta México, el tiempo que paso en el buque carguero,
las agonizantes horas intentando descubrir que había pasado dentro del batiscafo y toda la
preocupación que vino a continuación, parecía que hacía meses que no tenía una noche de sueño
decente.
Tomo un sorbo de su whisky. La clave, se dijo a sí mismo, era no pensar en ello. La clave era
relajarse. Todo había terminado ya. La conferencia de prensa estaba hecha. Las próximas etapas
de la operación no comenzaban aún.
Su teléfono personal sonó. Lo miro. Si era su esposa, su nombre hubiese aparecido. Lo que
significaba que podía ser el Presidente Small, o tal vez Terry, Tim y Tom. Ellos eran los únicos que
tenían ese número, excepto por Dantec. Y Dantec estaba muerto.
“Hola?” dijo.
“William Tanner?” dijo una voz maliciosa. “Tengo algunas preguntas sobre la muerte del Dr.
Hennessy.”
“Como obtuvo este número?” preguntó Tanner. “Este es un numero privado.”
El hombre lo ignore. “Realmente no había señales de inestabilidad antes de descender? No le
fallaron en este caso los procedimientos de seguridad de DredgerCorp? O debo decir, no fallaron
para Hennessy y el difunto Sr. Dantec?”
Tanner cortó la comunicación. Luego de unos segundos, el teléfono sonó otra vez.
“Hola!” dijo Tanner.
“Por favor no corte Sr Tanner. Hay importantes problemas éticos en—”
Volvió a cortar. Apago del todo su teléfono, dejándolo en la mesa al costado de su cama. Si Small o
el coronel querían contactarlo deberían hacerlo por video llamada.
Tomo un largo sorbo, sintió como el Whisky bajaba por su garganta, quemándola. Intento
relajarse, para despejar su mente, dejarse ir. Podía hacerlo ahora, se dijo a sí mismo. El teléfono
estaba apagado, la puerta cerrada. Finalmente podía relajarse
Pero no podía hacerlo. Su cabeza dolía y había algo que lo molestaba.
101
Se levantó y tomo tres pastillas para dormir, bajándolas con whisky. Miro su rostro un largo
tiempo en el espejo y volvió a la cama
El problema era que estaba de acuerdo con el reporte. Había un problema ético en juego, cosas
que hacían que, a pesar de todo lo que había hecho con DredgerCorp a lo largo de los años, estaba
teniendo dificultades de sobrellevar.
Ya había participado antes de operaciones donde gente había muerto. Había participado de
operaciones donde habían muerto personas directamente por culpa de decisiones suyas.
Sin mencionar el trauma de las operaciones lunares, donde todos habían hecho cosas terribles y
más de una vez se sintió menos que humano. Pero estos dos habían muerto y él aún no sabía
porque. Era porque en lugar de cuerpos que pudiera ver y entender, todo lo que tenía eran breves
y estáticas imágenes? Era que solo necesitaba algo más definitivo? O era algo más que eso?
No había señales de inestabilidad en Hennessy antes de descender. Repaso sus interacciones con
él en su mente, si había alguien en peligro de volverse inestable, ese era Dantec. Era posible que
Dantec haya enloquecido primero y provocado que Hennessy perdiera la cabeza también?
El Whisky y las pastillas para dormir finalmente empezaban a hacer efecto. Las cosas comenzaron
a verse borrosas. Tal vez encontrarían respuestas cuando trajeran el batiscafo de regreso a la
superficie, pensó. Tal vez eso explicaría todo. Se despertó sobresaltado por el teléfono sonando.
Lo tomo de la cómoda y miro la pantalla de display.
El nombre que figuraba era Dantec.
Su corazón subió a su garganta y de repente estaba totalmente despierto. Dantec estaba muerto;
no podía ser él quien llamara. Miro al display: aún decía Dantec.
Se sentó es su cama, puso sus pies en el suelo. “Hola?” dijo, mirando la pared. “Quien habla?”
Pero solo había estática del otro lado de la línea.
Espero, sintiéndose a punto de desmayar. “Dantec,” dijo tentativamente. “Estas vivo?”
Se quedó con el receptor presionado contra su oído, escuchando. En algún punto se dio cuenta de
que ni siquiera era estática. El teléfono ni siquiera estaba prendido. Puso otra vez el aparato en la
cómoda. Inmediatamente, aunque estaba apagado, sonó otra vez. Dantec figuraba otra vez en el
display.
“Hola?” dijo Tanner.
Solo había silencio.
102
Volvió a dejar el teléfono en la cómoda. Cuando volvió a sonar, el solo se quedó ahí, mirándolo
sonar. Esta apagado, se decía a sí mismo. No puede estar sonando. Pero la maldita cosa seguía
sonando.
No vas a contestar? Dijo una voz detrás suyo, una voz que reconoció.
Sintió el cabello encresparse en su nuca. Había una vaga forma en la cama que, a medida que la
veía, se volvía más humana. Crudas y raras características se definían cada vez más hasta que
finalmente tomo forma, Dantec. Su piel estaba pálida, casi sin sangre. Sus labios se habían puesto
azules.
“No eres real,” dijo Tanner.
No lo soy? Dijo Dantec. Entonces por qué me estás viendo?
“Pero tu moriste, en el batiscafo.”
Estas seguro de que era yo? Pregunto Dantec. Estas seguro siquiera de que subí al batiscafo?
Tanner dudo. “Estas vivo?” pregunto
Estoy aquí no es cierto?
Tanner solo sacudía su cabeza.
Adelante tócame, dijo Dantec. Si no soy real no deberías se capaz de tocarme.
Tanner cerró sus ojos y estiro su brazo. Al principio solo sentía la cama, las cobijas. Entonces se
estiro un poco más y sintió algo diferente, algo que se movía, algo vivo. “Eres tú,” dijo Tanner
sonriendo. “No puedo creerlo, como lograste sobrevivir? Que estás haciendo aquí?”
Vine a verte dijo Dantec. No puede un hombre visitar a un viejo amigo?
“Seguro,” dijo Tanner.
Además...
“Que pasa Dantec? Puedes decirme.”
Odio pedirlo así Tanner, pero necesito tu ayuda. Necesito algo de ti.
“Lo que sea,” dijo Tanner. “Lo que es mío es tuyo.”
Estoy teniendo serios problemas para respirar. Necesito que compartas tu oxigeno conmigo.
“Como puedo hacer eso?”
103
Solo haz un corte en el tubo de respiración, dijo Dantec. Yo cortare el mío también y entonces los
uniremos y podremos respirar ambos.
“Yo no—” No tengo un tubo de respiración, comenzó a decir. Pero entonces movió su mano
buscándolo; ahí estaba.
No me queda mucho tiempo, dijo Dantec. Ciertamente sus labios se veían incluso más azules que
antes.
“Necesito algo afilado,” dijo Tanner. “De donde saco algo afilado?”
Hay una navaja en el cajón de la cómoda, dijo Dantec.
“Como sabes lo que tengo en mi cómoda?”
Estoy lleno de sorpresas, dijo Dantec sonriendo, sus labios azules estirándose y volviéndose
blancos.
Tanner agarro la navaja y abrió la hoja más grande. “Donde debería cortar?” pregunto.
Donde sea, dijo Dantec, mientras el corte sea suficientemente largo. Recuerda, que sea largo.
Tanner asintió. “Listo” pregunto.
Listo dijo Dantec.
Hizo un largo corte horizontal, casi cortando el tubo al medio. “Bien,” dijo Tanner, “rápido
pásamelo.”
Su voz sonaba extraño, había algo raro con sus cuerdas vocales. Tosió, escupió sangre. La cobija
frente a él parecía estar cubierta de una sustancia rosa.
Miro hacia abajo, vio que por su pecho corrían hilos de sangre.
Deberías haberlo dejado donde estaba seguro, escucho decir a Dantec, su voz sonaba distante
ahora. No deberías haber intentado entenderlo.
“Rápido,” dijo, estirando su mano. “Dantec? Entender qué?”
Pero Dantec ya no estaba en ningún lado.
El aire seguía saliendo del tubo de respiración hacia el espacio. Intento tapar el corte con su mano,
pero era demasiado profundo—el aire seguía saliendo. Sus manos estaban pegajosas, su pecho
también, el pelo en él manchado de sangre.
104
Intento llamar a Dantec otra vez, pero algo estaba mal con su garganta. Él solo podía hacer un
sonido ahogado. Intento levantarse de la cama, pero todo parecía moverse demasiado lento,
como si estuviese bajo el agua.
Muy lentamente movió uno de sus pies y lo dejo caer al suelo sobre el borde de la cama. Tenía que
preocuparse solo por un pie más ahora. Y entonces podría pararse para verse en el espejo para
intentar descifrar que había ido mal.
105
29
El chico los guiaba confiado, a pesar de la obscuridad. Se había detenido varias veces, esperando
impacientemente que Altman y Ada lo alcanzaran.
Al acercarse, Chava comenzó a hablar, diciendo cosas que eran difíciles de interpretar para
Altman.
La bruja dijo, “ella estaba muerta pero nos ayudó de todas formas. Fui a buscarla y ella vino y me
hablo, me dijo que hacer. Si no hubiese venido, como se suponía que supiera que hacer?”
Miro a Altman, aparentemente esperando una respuesta.
“No lo sé,” dijo Altman, algo cansado por estar caminando en la arena con sus zapatos.
Esto pareció satisfacer al muchacho. “Pero ella vino. Y nos mostró que hacer. Un circulo,” dijo y
asintió a Altman.
“Que quieres decir con ‘un circulo’?” preguntó Altman.
El muchacho lo miro; entonces se detuvo y dibujo algo en la arena. Altman lo ilumino con su
linterna, era un circulo.
“Esto es lo que quiero decir,” dijo el chico y comenzó a caminar otra vez.
Altman sacudió su cabeza. La forma de pensar del pequeño era tan diferente que sentía estar
comunicándose con alguien de otro planeta.
Repentinamente el chico se detuvo. Hizo el signo de la Cola del Diablo con sus dedos cruzados y
apunto.
Altman levanto su linterna. Había habido un fuego ahí, sus restos medio enterrados en la arena.
Espero a que el chico siguiera avanzando, pero él solo se quedó ahí. Así que Altman lo rodeo y se
acercó para ver mejor.
Cuidadosamente corrió la arena con su pie. Había muchos pedazos semi carbonizados de madera y
cenizas. Entonces se dio cuenta de que algunos de esos fragmentos que creyó que eran madera,
eran en realidad huesos. Eran humanos, o por lo menos de tamaño humano, pero había algo mal
en ellos. Estaban levemente retorcidos y deformados. Había también pedazos de algún tipo de
tejido—piel o algas, pensó al principio, pero al mirarlo más de cerca no estaba tan seguro. La
textura no era la correcta.
“Crees que el fuego haya sido capaz de hacer eso a los huesos?” pregunto a Ada.
106
“No lo sé,” dijo ella.
Sacudió su cabeza. Por qué tenía que seguir encontrándose con cosas que no entendía? Era un
problema suyo o del mundo?
Excavo entre las cenizas, madera y huesos hasta que su pie desenterró la calavera. Estaba
ennegrecida y faltaba la mandíbula. Faltaban todos los dientes, aunque parecía que nunca
hubiesen estado ahí en lugar de haberse caído: el área maxilar era lisa, sin hendiduras.
“Parecía una mezcla entre un hombre y un globo?” pregunto Ada.
Chava asintió.
“Como estaba sentado?”
Chava pensó por un momento y luego se arrodillo en la arena, jorobo su espalda y puso sus brazos
junto a sus piernas. “Sus brazos estaban volviéndose sus piernas,” dijo.
“Que quieres decir con eso?”
“La piel era la misma, la carne también.”
Tal vez algún hombre horriblemente deformado pensó Altman. Probablemente había una
explicación lógica. Pero si era un hombre tan deformado, como había hecho para sobrevivir tanto
tiempo?
Repentinamente pensó en algo.
“Donde estaba el globo?” pregunto.
Chava, aún jorobado, puso sus manos sobre su cuello y movió sus dedos.
“Cuán grande era?” pregunto Ada.
“Muy grande.”
“Más grande que mi brazo?” preguntó Altman. Chava asintió. “Más grande que mi cuerpo?”
Asintió otra vez. “Tan grande como una casa?” Chava dudo un segundo y luego asintió.
“A veces era más pequeño,” dijo, “pero al final sí, creo que era más grande que una casa.”
“Puedes encontrarle sentido a esto?” Altman pregunto a Ada luego de que acompañaran al
muchacho a la entrada del barrio y lo dejaran ahí.
“No mucho más que tú,” dijo ella.
107
“Crees que haya sucedido realmente?”
“Creo que algo sucedió,” dijo Ada. “Si sucedió o no exactamente como Chava dice no puedo
asegurarlo. Suena imposible. Pero, pensándolo bien, muchas cosas raras han sucedido
últimamente. Ya no sé qué pensar.”
“Que hay de los otros?” preguntó Altman. “Ellos contaron la misma historia?”
“Aún no quieren hablar del tema conmigo,” dijo Ada. “No sé porque.”
“Estaba realmente preocupado por ti,” confeso Altman.
“Una vez que el chico comenzó a hablar tenía que seguir,” dijo ella. “Cualquier interrupción podría
haberlo asustado.”
Altman asintió. Caminaron un poco más, sus pisadas se marcaban suavemente en el polvoriento
camino. “Recuerdas el tipo con el que hable? En el bar?”
“Si,” dijo ella. “Que pasa con él?”
“Está muerto.”
Ella se detuvo. “Muerto?” dijo. “Que le sucedió?”
“Cortaron su garganta.”
Ella lo agarró del brazo y lo sacudió hasta que él la miro. “Lo ves,” dijo, “te dije que era peligroso! Y
ahora alguien ha muerto.”
“Probablemente no sea nada,” dijo. “Tal vez todo paso durante un robo.”
Él vio una pizca de esperanza brillar en sus ojos, y desaparecer rápidamente. “Y qué tal si no fue
así? Deberías dejar esto. Deberías detener tu jueguito de espías y hacer el trabajo que fuiste
enviado a hacer.”
Él no dijo nada, solo intento liberar su brazo.
“Promételo Michael,” dijo ella. “Promételo.”
“No puedo.”
“Por qué no?”
108
“Mira,” dijo él, tomándola por los hombros. “Fuiste tú quien trajo a Chava hacia mí. No te pedí que
lo hicieras. Pero cada cosa nueva que escucho hace que todo esto sea cada vez más extraño.
Necesito entender que está pasando.”
Al principio ella estaba muy enojada. Empezó a caminar, rápido, manteniéndose frente a él y sin
mirar hacia atrás. Él la seguía, llamándola. Gradualmente ella alentó el paso, finalmente dejo que
él tomara su mano, pero aún no quería mirarlo. Él la acerco y la abrazo, mientras ella intentaba
alejarse, hasta que finalmente se rindió.
“No me amas lo suficiente para hacer esto por mí,” intento disuadirlo.
“Si te amo,” dijo él. “Esto no se trata de eso.”
Ella hizo pucheros, finalmente rodeando su cuello con los brazos. “No quiero perderte Michael,”
dijo.
“No me perderás,” dijo él. “Lo prometo.”
Ellos caminaron lentamente por la calle. Pasaron por una puerta abierta, con un cartel de madera
en la parte superior que decía: BAR DE PRIMERA CATEGORÍA , otro cartel al lado, este de cartón:
BEBIDAS, MUY BARATAS.
Ya habían caminado unos diez metros cuando Altman se detuvo y regreso.
“Donde vas ahora?” pregunto Ada.
“Necesito un trago,” dijo. “Necesito levantar una copa por Hammond.”
Empujo la puerta. Los patrones, todos locales, elevaron la Mirada, todo se silenció de repente. Se
acercó a la barra, que consistía en un montón de cajas viejas apiladas, y pidió una cerveza para él y
una para Ada.
Cuando llegaron las cervezas, busco un lugar para sentarse. No había ninguno. Todas las mesas
estaban llenas y había gente apoyándose contra las paredes. Pago sus bebidas y salieron del lugar.
Se sentaron en el borde de la polvosa calle frente al bar, en la luz que provenía de la puerta
semiabierta y bebieron sus cervezas.
“Me preocupa,” dijo él, bajando su cerveza.
“Que?”
109
“Esto,” dijo él. “Todo esto. Las cosas que están pasando en Chicxulub, el pulso, el submarino, las
historias que tú has estado escuchando, los sueños que todos han estado teniendo, la cosa que
acabamos de ver en la playa. Creo que estamos en problemas.”
“Tú y yo?”
“Todo el mundo,” dijo. “Tal vez solo estoy siendo paranoico.”
“Más razón aún para dejar el tema en paz,” murmuró ella.
Él la ignoro. Busco su cerveza pero no la encontró. Giro para buscarla, pero no estaba.
Encendió la linterna y busco en la obscuridad dentro de los límites del edificio, un poco más lejos
de la puerta. Había un hombre ahí, su camisa y ropas estaban sucias. Estaba obviamente borracho.
Tenía la botella de Altman en sus labios, vaciándola rápidamente.
“Ese borracho acaba de tomarse mi cerveza,” dijo a Ada, algo sorprendido.
El hombre termino la cerveza, limpio sus labios y tiro la botella en la oscuridad. Entonces los miro
cubriéndose del haz de luz de la linterna.
Altman la bajo un poco. El hombre levanto su mano y chasqueo sus dedos.
Altman se rio. “Creo que también quiere la tuya,” dijo.
Ada le hablo lentamente y el hombre asintió. Ella le acerco la botella y el hombre la tomo
rápidamente y de igual manera la bebió. Tiro la botella y se recostó contra la pared.
“Hola,” dijo Altman.
El hombre cuidadosamente aliso su camisa sucia. “Mucho gusto”, dijo. Su acento y cadencia eran
sorpresivamente formales. Redirecciono su mirada a Ada, inclino su cabeza ligeramente.
“Encantado.”
“Nos hemos encontrado antes,” dijo Ada. “Me ha contado sus historias. No lo recuerda?”
El hombre la miro con sus ojos lagrimeantes pero no respondió. Luego de un momento, apoyo su
cabeza contra la pared y cerro sus ojos. Se quedó así por tanto tiempo que Altman pensó que se
había dormido.
De repente pregunto, “Cuáles son sus nombre?”
“Michael Altman,” dijo Altman. “Ella es mi novia, Ada Cortez. Cuál es el suyo?”
110
El hombre ignore la pregunta. “Gracias por los tragos,” dijo, excesivamente amable. Giro hacia
Ada. “Cortez, un buen y vigoroso nombre español, pero no uno que mi gente aprecie mucho, por
razones que ya debe conocer. No debe enojarse con nosotros.”
Ada asintió.
“Ada, del Hebreo, significa ‘adorno.’ Es un adorable nombre para una mujer tan hermosa como
usted. Siglos atrás, era el nombre de un notorio y guapo poeta de club. Y, un siglo más tarde,
también, el nombre de un libro de un famoso escritor.”
“Como sabe eso?” pregunto Ada.
“Los nombres eran mi hobby,” dijo el hombre. “Antes de que la bebida se volviera mi único
hobby.”
Giro hacia Altman. “Michael es el nombre del arcángel en la mano derecha de Dios. Es usted un
hombre religioso Michael?”
“No,” dijo Altman. “No lo soy.”
“Entonces no deberíamos referirnos a usted como Michael sino como Altman. El apellido Altman,
es alemán, no es cierto?”
“Si,” dijo Altman. “Pero yo soy del Sector Norteamericano.”
“No tiene una cara alemana,” dijo el hombre. “Espero que no se ofenda por mi pregunta. Que
lugares hay dentro suyo?”
“Soy una cruza,” dijo Altman evasivamente. “Una mezcla de todo.”
“Puedo ver en su rostro que también es uno de nosotros,” dijo el borracho. “El Diablo lo conoce,
pero no sabe todo de usted.”
“Mi madre era en parte india,” admitió Altman. “No sé de qué tribu.”
“Yo diría que era de nuestra tribu,” dijo el borracho.
“No lo sé,” dijo Altman.
“Que?” dijo Ada. “Tu madre era mitad india? Nunca antes me dijiste eso.”
“No le gustaba hablar de ello,” dijo Altman. “No sé por qué. No pienso mucho en ello.”
“Usted está aquí por un motivo,” dijo el hombre.
111
“Vine aquí con Ada,” dijo Altman.
“Puede que haya sido así,” dijo el hombre. “Pero esa no es la razón.”
“Y cuál es la razón?”
El hombre sonrió. “Su nombre,” dijo. “Altman. Alt significa ‘viejo,’ mann, con dos n, significa
‘hombre.’ Usted no es un hombre viejo. Es un joven. Podría explicarme esto?”
“Es solo un nombre,” dijo Altman.
“Entiende el significado de un nombre solo cuando ha perdido el suyo. Como yo lo he hecho.”
Inclino su cabeza contra la pared otra vez, cerrando sus ojos.
“Tal vez haya otro significado,” dijo. Alt podría significar ‘antiguo,’ pero eso no es tan distinto de
‘viejo.’ Altman podría ser un ‘hombre viejo’ o un ‘viejo sirviente’ o, si no estoy tomando muchas
libertades, un ‘hombre sabio.’ ” Abrió sus ojos otra vez, dio a Altman una intensa Mirada, sus ojos
brillando en la luz cruzada de la linterna. “Cuál de todos será el suyo?”
Se sentaron en silencio. Otra vez, Altman pensó que el borracho se había dormido.
“Lista para irnos?” pregunto a Ada.
“Si me compra otro trago,” dijo el borracho tranquilamente. “Le diré lo que se.”
“Sobre qué?” preguntó Altman.
“Sobre lo que ha preguntado a lo largo de todo el pueblo.” Cruzo sus dedos. “Sobre la Cola del
Diablo.”
“Aquí estamos”, dijo el anciano, probando su trago, “viviendo al borde del lugar donde el Diablo
excavo su camino al infierno. Dejando solo su cola detrás. Tal vez usted no crea que esto sea
cierto,” dijo.
“Usted, Altman, no es un creyente. Pero he venido a decirle que somos nosotros, usted, yo y los
demás Mayas de Yucatán, quienes hemos sido llamados para vigilar al Diablo y enviarlo de regreso
al infierno cuando aparezca. Este no es el único cuerpo quemado en la playa. Mi padre me conto
de otros. Él no los había visto, su padre no los había visto y su abuelo tampoco los había visto. Pero
tal vez su bisabuelo los vio. O si no fue él algún ancestro anterior. Hay un reloj funcionando dentro
de la Cola del Diablo, un reloj que mide las horas a su manera y nos juzga de acuerdo a eso.
Cuando llega la hora, la Cola del Diablo se despierta. Su maldición envió nuestra muerte de
regreso a nuestras costas y nuestras cabezas. Destruimos a los mensajeros de las playas, y
combatimos con aquellos en nuestras cabezas para que la cola vuelva a dormir, no estamos listos
para oírla. No hablamos de esto con extraños. Pero usted solo es parcialmente un extraño, así que
112
probablemente no esté haciendo ningún mal al contarle esto. Y yo mismo me he convertido en un
hombre sin nombre, así que ya no importa lo que haga o a quien le diga. Ya que como puedo ser
castigado si no tengo nombre? Cuando escuche su nombre y en él escuche que usted es un
hombre sabio, me dije a mi mismo que hablaría.”
“Vi a la criatura con mis propios ojos. Si tuviese un nombre e hijos, les diría a ellos mi nombre, y
haría que lo memorizaran, tal como mi padre hizo conmigo y como ellos podrían hacer con sus
hijos, y los hijos de sus hijos. Esa es la manera en la que entendemos. Esa es la manera en la que
recordamos.”
“Vi a la criatura con mis propios ojos. Era como un hombre, pero no lo era. De haber sido un
hombre tendría brazos y piernas por separado. Sus piernas se habían unido a sus brazos y no había
forma de separarlos. De haber sido un hombre tendría un rostro, esta criatura tenía un hueco.
Donde un hombre tendría una caja de costillas, las costillas de la espalda de esta criatura estaban
abiertas y enrolladas sobre ellas mismas como un papiro. Donde un hombre tendría unos
pulmones que lo obedecerían y mantendrían la misma forma y figura, la criatura tenia pulmones
que se hinchaban e hinchaban, alzándose sobre su espalda como si se tratara de un globo.”
113
“Como puede ser? No es la misma criatura que mi padre describió e hizo que memorizara, sino
otra. Los cuerpos no hacen lo que esa criatura hizo. Y cuando respiraba, el aire que ingresaba no
era igual al aire que salía. Ese aire había sido extirpado de toda vida y se había vuelto nocivo,
apestoso y sofocante.”
“Hay rituales asociados con la aparición del Diablo y sus sirvientes, maneras de expulsarlos. Son
lenguajes olvidados que pueden ser hablados y recordados en momentos de necesidad, en que la
muerte viniera a susurrar en nuestros oídos. Esta vez fue un chico quien nos dirigió, un chico que
entendió lo que estaba haciendo casi de la nada. Hay danzas y pasos medidos que uno puede
tomar para contener la obscuridad. Cada paso de la danza es un paso del desarrollo de la vida, y
mientras bailábamos el desarrollo de la vida, la criatura se ve atrapada en esos pasos y se vuelve
vulnerable. Cuando esta prisionera en la trampa, entonces la destruimos.”
“Pero hay una cosa que vi en esta criatura que no incluiría en las historias, que no diría a mis niños,
si los tuviese, y por esa razón, no pude unirme a la danza de los otros. Una cosa que vi que no
puedo incluir en las historias que he oído y que solo puedo olvidar diciéndoselo a usted. Ahí, en
donde estaría su brazo—si fuese humano—había un tatuaje. Era un tatuaje que había visto antes,
en un bar hacia unas semanas, en el brazo de un marinero sentado en un bar a mi lado. Entre
copas me mostro su tatuaje, la imagen de una mujer montando una ola, el sol se reflejaba en su
mano, un muy buen trabajo. Al día siguiente se había ido, embarcado, y entonces ese tatuaje
reapareció en la criatura que quemamos en la playa.”
“Ahora dígame esto Altman. Dígame esto hombre sabio, si eso es lo que es y no se trata de un
viejo sirviente. Ese tatuaje estaba ahí solo porque la criatura, a través de un poder conocido solo
por ella lo había robado? O estaba ahí porque la criatura no siempre había sido una criatura?
Estaba ahí el tatuaje porque la criatura solía ser un hombre?”
En el camino a casa, con su brazo envuelto protectoramente alrededor del hombro de Ada, él
sintió que había demasiada información girando en su cabeza, demasiado que considerar. Intento
convencerse de que no había creído la historia del hombre, que era simplemente una fantasía,
pero había visto los restos. Al mismo tiempo podía creerlo y no podía creerlo, lo que había
provocado que cargara con un enorme, pesado e indescifrable mundo sobre su cabeza. Necesitaba
hacer algo. Olvidarse de todo el asunto, o hacer algo.
De regreso en la casa, luego de que se prepare para costarse y estaba esperando que Ada saliera
del baño, cambio al canal de noticias y lo programo para controlarlo por voz. Nada interesante.
Negociaciones entre el Sector Escandinavo y el Sector Ruso. DAM anunciando que había
desarrollado y patentado una nueva especie de trigo que era aún mejor que el anterior trigo
modificado genéticamente y que pronto estaría disponible para la venta.
114
Problemas con traficantes de drogas a cien millas de la costa: un breve video de un bote vacío y a
la deriva, su cubierta pintada con sangre. La muerte de William Tanner, manager de la sección de
Chicxulub de DredgerCorp, anteriormente conocida como Ecodyne.
“Regresa,” dijo.
El holograma retrocedió hasta la historia de los traficantes de drogas y lo abrió.
“No,” dijo él. “Una antes.”
William Tanner, manager de la sección de Chicxulub de DredgerCorp, anteriormente conocida
como Ecodyne, fue encontrado esta mañana, un aparente suicidio. De acuerdo a la policía local, su
cuerpo fue descubierto a las nueve y media de esta mañana con su garganta cortada, luego de que
Tanner no se presentó a trabajar en la instalación de DredgerCorp. Un cuchillo fue encontrado en
su mano derecha. La policía aún no ha declarado si el cuchillo fue el instrumento que utilizo para
suicidarse. Aunque es inusual que alguien cometa suicidio cortando su propio cuello, no es algo
inaudito. Dijo el Sargento Ramos, “Aunque cada indicio presente nos dice que el Sr. Tanner
cometió suicidio, no podemos descartar aún la posibilidad de un homicidio.” Ha habido un
marcado acenso de suicidios en Chicxulub y sus alrededores en las últimas semanas, incluido—
“Apagado,” dijo.
La reproducción se detuvo. Se sentó pesadamente en la cama. Una cosa más para mantener en su
cabeza: Podría ser homicidio, podría ser suicidio. No podía decirle a Ada sobre esto, no tan pronto
luego de su pelea, no tan pronto luego de la muerte de Hammond. Solo haría que ella intentara
detenerlo. No es que le esté mintiendo, se dijo a sí mismo.
Solo estoy tratando de protegerla. Ada subió a la cama, recostándose a su lado y él la beso,
sintiéndose culpable todo el tiempo. Entonces apago la luz y se preparó para que las pesadillas
comenzaran.
115
30
Lenny Small, presidente de DredgerCorp, aún estaba durmiendo cuando el video link se active. No
estaba seguro cuanto tiempo había pasado cuando se dio cuenta de ello. Al principio pensó que
era la mucama, hablando por su teléfono y grito, “Por el amor de Dios, cállate y lárgate de aquí!”
tapando su cabeza con la almohada.
“Levántate Small”, dijo una voz. Era una voz grave y criptica, con un cierto tono enojado.
Definitivamente no era la mucama.
Curioso, espió por debajo de la almohada. La voz provenía de la holopantalla.
“Oh, eres tu Markoff,” dijo.
“Claro que soy yo maldita sea,” dijo el hombre en la pantalla. Craig Markoff tenía cabello blanco,
ligeramente más largo de lo que un hombre militar tendría usualmente, cuidadosamente peinado
hacia atrás y mantenido en su lugar con gel. Tenía una imponente mandíbula de corte cuadrado y
fijos ojos azules. Estaba vistiendo el uniforme y la insignia del departamento de inteligencia
gubernamental. Como todo agente de inteligencia, su uniforme no indicaba su rango.
Small se estiro. Se movió al filo de la cama y se levantó, desnudo, rápidamente cubriéndose con su
bata. Seda real, no sintética. Por culpa de la legislación medioambiental, tuvo que traficarla dentro
del Sector Norteamericano. Le había costado una pequeña fortuna, pero sí que podía notar la
diferencia. Miro hacia afuera en la ventana de su penthouse y suspiro.
“No puede esperar hasta que tome mi café?” preguntó.
“Tenemos una situación. Tanner está muerto.”
Instantáneamente, Small se concentró, su mirada alerta, su mente lúcida. “Cómo murió?”
“Suicidio.”
“Por qué?”
“No lo sé,” dijo Markoff. “Culpa quizás.”
“No es posible,” dijo Small. “He conocido al bastardo por veinte años. Ha manejado situaciones
mucho peores que esta cosa de Chicxulub sin siquiera pestañear. Está seguro de que no fue
asesinado?”
“Ciertamente,” dijo Markoff. “Tenía una cámara instalada en su cuarto. Solo hablaba consigo
mismo y luego corto su garganta. Puedes ver el video de su muerte si lo quieres.”
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Small dudo. “No gracias,” dijo.
Markoff se encogió de hombros. “Como quieras. Tengo una transcripción para ti,” dijo Markoff.
“cosas que puedes y no puedes decir sobre su muerte. Quiero que lo memorices.”
“Palabra por palabra? Nunca fui bueno para memorizar. Sonara ensayado.”
“Con la esencia basta,” dijo Markoff. “Ponlo en tus propias palabras.”
“Trabajar contigo es como hacer tratos con el Diablo,” dijo Small. “No hay dudas de quien está a
cargo.” Espero pero Markoff no dijo nada. “Muy bien,” dijo Small. “Envíalo.”
Markoff empujo el escrito a través de la holopantalla. Small no lo abrió. Trataría con ello después,
tras tomar su café.
“Algo más?” pregunto Small. “O puedo tomar mi café ahora?”
“Otra cosa más,” dijo Markoff. “La señal pulsante se detuvo.”
“Se detuvo? Que significa eso? Qué hacemos?”
“La anomalía gravitacional sigue ahí. El objeto sigue en su lugar. Solo no transmite más.”
“Crees que se haya roto? Tal vez esos dos bastardos lo dañaron cuando fueron allá abajo.”
“No lo creo,” dijo Markoff. “Si ese fuera el caso, habría parado hace algunos días, no ahora. No, no
creo que haya sido eso. Sucedió algo más. O decidió detenerse por su cuenta.”
“Habla de eso como si tuviese conciencia,” dijo Small
“Podría ser,” dijo Markoff. “Estoy seguro de que nos sorprenderá en más de una manera.”
“Realmente crees que puedes controlarlo?”
“Nunca me he encontrado con nada que no pudiera controlar,” dijo Markoff. “Tu compañía
incluida. No veo ninguna razón para que esto sea una excepción.”
“Entonces, con o sin señal pulsante, procedemos como planeamos?”
“Procedan según los planes,” dijo Markoff. “Estoy haciendo que la estación sea colocada en
posición ahora. Es un proceso lento, pero se terminara. Podemos empezar las operaciones de
salvataje del submarino e ir preparando el objeto para extracción al mismo tiempo.”
“Aún dividiremos las ganancias mitad y mitad?”
117
“Exactamente al medio,” dijo Markoff. “Pero las ganancias difícilmente son el objetivo. Dentro de
seis meses, bien podríamos ser los hombres más poderosos del mundo.”
Dio a Small una fría sonrisa. “Piensa en eso mientras bebes tu café.”
118
31
Ordenaron sus cervezas y las llevaron a una mesa en el fondo, los cuatro: Showalter, Ramírez,
Skud y Altman. Estaba tan desolado que había poco peligro de que los escucharan, y desde donde
estaban sentados, Showalter y Ramírez podían vigilar la puerta de entrada y Skud y Altman la
trasera.
“Entonces, se fue,” dijo Altman. “La señal pulsante se detuvo.”
Skud hizo un gesto raro. “No diría que se ha detenido,” dijo. “Solo diría que parece haberse
detenido. Tal vez solo se volvió tan tenue que nuestros instrumentos no son capaces de captarla.”
“Es lo mismo que haberse detenido,” dijo Ramírez. “Tiene el mismo efecto.”
“Pero no es lo mismo,” dijo Skud.
“Muy bien Skud,” dijo Altman. “Punto tomado. La primer pregunta es que significa que ya no
podamos detectar la señal?”
Nadie dijo nada.
“La anomalía sigue ahí,” dijo Altman. “Al menos la última vez que revise.”
“Si,” dijo Showalter. “Sigue ahí.”
“Seguro, ahora no hay señal, pero podría formar parte de un patrón más grande que aún no
determinamos,” dijo Skud.
“Bien dicho Skud,” dijo Altman. “Entonces, la señal se detuvo, no sabemos si es algo permanente o
temporal. Tampoco sabemos por qué.”
“Tal vez nunca lo sepamos,” dijo Ramírez.
Showalter y Skud comenzaron a discutir con él en acallados susurros. Altman movió sus manos
para silenciarlos.
“La pregunta real es, AVANZAMOS ahora que la señal ha muerto?”
Los otros tres lo miraron. “Que quieres decir con avanzar?” preguntó Showalter.
“Hasta ahora, hemos investigado en silencio, cubriendo nuestros pasos. Ahora DredgerCorp ha
hecho público un arreglo para excavar el centro del cráter, supuestamente para recuperar su
submarino. No hay dudas de que mientras estén ahí, investigaran lo que sea que haya en el fondo
del cráter.”
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Skud hizo una mueca negándose a seguirlo.
“DredgerCorp ha salido a la luz. O han pretendido hacerlo. Es momento de que hagamos lo
mismo?”
“Que?” dijo Ramírez. “Que quieres decir? Quieres que golpeemos la puerta de DredgerCorp y
digamos ‘Disculpen, hemos estado observándolos y no creemos que estén siendo totalmente
honestos’? Suena como una buena forma de hacer que nos maten.”
“No digo eso,” dijo Altman. “Digo que lo hagamos público. Entre los cuatro escribimos una
rigurosa y bien fundamentada propuesta para la Fundación Científica del Sector Norteamericano
para investigar el cráter. Citamos la anomalía gravitacional y la señal pulsante, tal vez incluso
podríamos agregar algo sobre la transmisión del submarino. Podríamos pedir una excavación
publica, esponsoreada por el gobierno en el centro del cráter de Chicxulub..”
Se sentaron juntos en silencio por un momento, acariciando sus cervezas, excepto por Skud quien
termino la suya casi de inmediato.
“Y que hacemos si dicen que no?” preguntó Showalter.
“Entonces comenzamos a intentarlo con otras organizaciones. Enviamos la propuesta a cuanto
lugar sea posible, al mismo tiempo intentando obtener fondos y al mismo tiempo logrando que la
mayor cantidad posible de personas sepan sobre la señal y la anomalía. Es seguro que alguien
cuestione los motivos de DredgerCorp. Y como mínimo, deberán operar con menos libertad.”
“Podríamos estar agitando un panal de abejas,” dijo Ramírez.
“Tal vez,” dijo Altman. “No lo sabremos hasta que comencemos a agitarlo. Tal vez nada ocurra. Tal
vez, Dios no quiera, arriesgaremos nuestras vidas. Pero tal vez nos encontremos en posición de
descubrir que hay en el fondo de ese maldito cráter.” Tomo un sorbo de su cerveza. “Quien está
conmigo?”
Los otros tres se miraron entre sí. Skud fue el primero en levantar su mano. “Yo estoy contigo,”
dijo. Ramírez lo siguió. Showalter dudo por un largo tiempo y finalmente asintió con su cabeza.
“Muy bien caballeros,” dijo Altman. “Empecemos a trabajar.”
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PARTE CUATRO
EL DESCENSO
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32
Estaba dormido, teniendo pesadillas otra vez. Estaba corriendo en un extraño traje presurizado, a
través de un angosto y desolado pasillo. Parte de él supo por un momento que se trataba de una
pesadilla, pero saberlo no parecía ayudarlo a controlarla, y gradualmente olvido que no era real.
Algo lo perseguía, algo con extrañas garras en lugar de manos y cuernos brotando en las
articulaciones de sus miembros. Su piel parecía haber sido arrancada de su cuerpo. O peor, como
si alguien hubiese tomado un esqueleto humano y presionado carne de hamburguesas contra él.
La parte inferior de su cara estaba cayéndose. Sus ojos tenían un brillo amarillento, parpadeando y
quemando.
Se dio cuenta de que tenía algún tipo de arma: una pistola que generaba una espada giratoria en
un rayo de luz. Continúo girando y disparando a esa cosa, viendo sus piernas cortarse con un
sonido chirriante, salpicando sangre por todas partes. Sus piernas ya no estaban, pero seguía
avanzando, utilizando las puntas de sus garras para arrastrarse, gimiendo. Corto sus brazos y su
cabeza, finalmente se detuvo.
Gracias a Dios pensó, y limpio la sangre de su cara.
Había comenzado a correr cuando escucho algo detrás suyo. La criatura seguía respirando,
saltando hacia él, cambiando. Con un sonido húmedo, nuevos brazos y piernas crecieron. Se
levantó, gruñendo y lo perseguía otra vez.
Gritando, giro y corrió
“Malos sueños?” preguntó el hombre al lado de su cama. Era un hombre grande, con una
mandíbula cuadrada y cabello blanco, vestido en el uniforme negro de la inteligencia militar.
Se dirigía a Altman con una mirada estable y altanera. A cada lado vio dos hombres incluso más
grandes que aparentaban ser gemelos vestidos en ropas casuales. A una corta distancia había otro
hombre, más pequeño y usando gafas. Se veía vagamente familiar, pero Altman no podía ubicarlo
realmente.
“Dónde estoy?” preguntó Altman.
“Estas en tu casa,” dijo el hombre militar. “En Chicxulub.”
“Donde esta Ada?”
“Tu novia? No está aquí. Está a salvo.”
“Que significa eso?” pregunto Altman levantándose de la cama.
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El hombre levanto un dedo. Calmadamente pero a la fuerza, cada gemelo levanto a Altman por
uno de sus brazos y lo sentaron en la cama, sosteniéndolo hasta que dejo de luchar.
Nerviosamente, Altman los miro. “Que están haciendo aquí?” preguntó al hombre militar.
Él hizo un gesto los otros dos lo soltaron y retrocedieron. “Vine a verte,” dijo.
“Y quién es usted?”
“Markoff,” dijo. “Craig Markoff.”
“Eso no me dice nada,” dijo Altman.
“No,” dijo Markoff. “No lo hace.”
“Y quienes son ellos?” pregunto, señalando a los otros tres hombres.
Markoff miro a cada lado. “Estos?” dijo. “Estos son mis nuevos socios.” El hombre con lentes
sonrió. "Tim, Tom y Terry.”
“Cual es cuál?”
“Importa?” preguntó Markoff.
“Mira,” dijo Altman, “no pueden simplemente entrar así. No tienen derecho a estar aquí. Voy a
llamar a la policía.”
Markoff solo sonrió. Cuando Altman busco su teléfono dijo, “Tom? Tim?”
Los gemelos avanzaron lentamente. Uno de ellos puso su mano en la muñeca de Altman y la
apretó hasta que él soltó el teléfono. El otro lo golpeo una vez, suavemente, casi con amor, en el
costado.
Cayó sobre la cama, buscando aire. Tim y Tom volvieron detrás de Markoff, viendo a Altman
pelear por recobrar su aliento.
Cuando se calmó, Marzo dijo “Nos sentimos mejor? Te gustaría un vaso de agua?”
Altman sacudió su cabeza. Markoff chasqueo sus dedos y el hombre de lentes tiro un par de
pantalones y una camisa sobre Altman.
“Ahora si estas en la línea correcta de pensamientos,” dijo Markoff. “Vístete. Vamos a charlar un
poco.”
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Unos minutos más tarde, estaba sentado en la mesa de la cocina frente a Markoff, los otros tres
estaban parados junto a las puertas que entraban o salían del cuarto.
“Es muy simple,” dijo Markoff. “Tu llenaste una petición para investigar el cráter de Chicxulub.”
“No hay nada malo en eso,” discutió Altman. “Es lo que hacen los científicos.”
“Ya he hablado con tus amigos,” dijo Markoff. “O mejor dicho, mis asociados lo hicieron. Hemos
determinado que la persona motivando esta petición eras tú.”
“Y?”
Markoff le dio una mirada fría. “No te sobrepases. Si tengo que hacerlo ordenare a Tim que te
quiebre el brazo,” dijo.
“O Tom,” dijo uno de los gemelos desde donde estaba parado cerca de la puerta.
“O Tom,” dijo Markoff. Giro para mirar al hombre. “No te preocupes Tom. Tiene dos brazos.
Alcanza para ambos.” Entonces giro hacia Altman otra vez mirándolo con una ceja levantada.
“Lo siento,” dijo Altman.
“Eso está mejor,” dijo Markoff. “Tu propuesta ha sido retirada del concurso de aprobación de
fondos. Ahora está clasificada. La investigación del cráter de Chicxulub se ha vuelto un asunto
militar.”
“Entonces tenía razón,” dijo Altman.
“Sobre qué?” preguntó Markoff.
“No solo están tratando de recuperar el submarino. Están tratando de llegar a lo que sea que haya
en ese cráter.”
“Eres un chico inteligente,” dijo Markoff. “Tal vez demasiado para tu propio bien. La razón por la
que estoy aquí es averiguar cuanto sabes y evaluar si serias un miembro valioso de nuestro
equipo. Si lo eres, estoy preparado a permitir que te unas a nosotros—de manera limitada, por
supuesto. Si no, tendré que pensar algo más que hacer contigo.”
“Que quiere decir con ‘algo más’?”
Markoff se encogió de hombros. “Podría enviarte de regreso a tu sector. Podría mantenerte en
confinamiento hasta que completemos el proyecto. Podría ser algo un poco más serio.” Detrás
suyo los gemelos se miraron e intercambiaron una sonrisa. “Supongo Sr. Altman que eso depende
124
de usted.” Markoff se enderezo en la silla y abrió sus manos colocando ambas palmas sobre la
mesa.
“Bien Sr. Altman, comenzamos?” Markoff empezó lentamente.
“Cuando noto por primera vez que algo inusual sucedía en el cráter?”
“Detecte una anomalía gravitacional.”
“No fue la señal pulsante?”
Altman sacudió su cabeza. “La señal llego a mi después.”
“Quien le dijo sobre la señal?”
Altman dudo, tentado de mentir, y entonces se dio cuenta de que no importaba: Hammond
estaba muerto. Entonces de repente lo golpeo: sabía dónde había visto al hombre de lentes.
“Charles Hammond me dijo,” contestó. “Creo que sus asociados lo conocieron.”
Markoff miro a Terry. Este dudo un Segundo y luego asintió.
“Pero nosotros no lo matamos,” dijo Tim.
“No, no lo matamos,” dijo Tom.
“No les pago por hablar muchachos,” dijo Markoff. “Terry, porque no llevas a Tim y Tom afuera y
me esperan allí?”
Los tres hombres dejaron la habitación tranquilamente.
“Como sé que es quien dice ser?” preguntó Altman.
Markoff giro, su mirada estable. “Me preguntaba cuando llegarías a eso. O lo soy o no lo soy,” dijo.
“Si lo soy, entonces valdría la pena perder tu tiempo en cooperar si eso te aseguraba un lugar en la
expedición. Si no lo soy, entonces no hay mucho que pudieras hacer al respecto. Si me dijeras la
verdad o no, probablemente estarías en problemas igual. Dime… que crees saber?”
Es un riesgo razonable, pensó Altman. Sé que DredgerCorp está trabajando con los militares para
rescatar el submarino, así que hay chances de que sea quien dice ser. El truco está en saber cómo
decirle algo que me incluya en el proyecto, pero sin decirle lo suficiente para que él crea que ya
saco todo lo útil que tenía para decir, que ya no me necesita.
Respiro profundamente. “Yo creo que hay algo en el corazón del cráter,” dijo Altman. “No un
fenómeno natural, sino algo más.”
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“Continua,” dijo Markoff.
“Considerando su ubicación, debe haber estado ahí un muy largo tiempo.”
“Cuan largo?”
“Podría tratarse de miles de años. O incluso más.”
“Por qué piensa eso?”
“Los Mayas de Yucatán tienen una especie de mitología que lo rodea. Lo llaman Cola del Diablo.”
Vio un brillo en los ojos de Markoff. “Me ha dicho algo que no sabía Altman,” dijo. “Como
descubrió esto?”
“Le daré más detalles si me incorpora al proyecto.”
Markoff asintió, apretando sus labios. “Dejare que se salga con la suya, por unos minutos al
menos. Que cree que es?” pregunto.
“No tengo la más puta idea,” dijo Altman.
“No hay lugar en el equipo para alguien que no tiene imaginación. Que cree que pueda ser?”
Altman miro la mesa, a sus manos que descansaban, agarradas entre sí, a las palmas de Markoff
que seguían con las palmas abiertas en la otra punta. “Al principio creí que podría ser una reliquia
de una civilización Antigua, pero… he pensado mucho en ello,” dijo, “y lo único que se me ocurre
realmente me asusta.” Miro hacia arriba, cruzando miradas con Markoff. “Un objeto, enviando
una señal pulsante desde el centro de un vasto cráter, tal vez enterrado desde la creación del
cráter hace miles, cientos de miles, incluso millones de años atrás. Qué tal si no fue un asteroide lo
que creo el cráter sino este objeto mismo, golpeando la tierra?”
Markoff asintió.
“Lo que sugiere que es algo que provino del especio exterior,” dijo Altman. “Lo que a la vez sugiere
que fue algo enviado aquí por una vida inteligente fuera de nuestra galaxia.”
“Lo que genera dudas sobre por qué estaba transmitiendo,” dijo Markoff.
“Y a quien lo transmitía,” dijo Altman. “Y qué.”
Se sentaron en silencio un momento. “Si se trata de eso,” dijo Altman, “cambiara por completo la
forma en que entendemos la vida como la conocemos.”
126
Markoff asintió, finalmente removiendo sus manos de la mesa y apoyándolas en su falda. Cuando
regresaron, había un arma en una de ellas.
“Ah, Altman, Altman,” dijo. “Que voy a hacer contigo?”
“Me está amenazando?” pregunto Altman, elevando su voz. Esperando que sonara duro y
enojado, que Markoff no detectara el miedo que sentía.
“Obviamente ha adivinado demasiado para dejarlo ir. Incluso ha adivinado demasiado para que lo
meta en confinamiento. Tengo que decidir entre matarlo o llevarlo con nosotros.”
Altman lentamente levanto sus manos. “Preferiría que me lleven con ustedes,” dijo, con voz
trémula ahora.
“No es una preferencia sorprendente, considerando las circunstancias. Llevarlo o matarlo?” se
burló. “Puedo ver ventajas en ambas. Puede decirme algo más para inclinar la balanza? Hay algo
que haya olvidado decirme?”
Altman mantuvo sus manos cruzadas, temía que si las movía, Markoff vería cuanto estaba
temblando. Su boca estaba muy seca. Su voz, cuando comenzó a hablar tembló. “Hay otra cosa,”
dijo.
“Si?” dijo Markoff, casualmente cargando el arma..
“La gente del pueblo encontró algo. Una extraña criatura, humanoide pero no humana y están
convencidos de que tenía algo que ver con lo que está pasando en el cráter. Lo quemaron, pero
aún hay restos que puede examinar. Lo llevare al lugar.”
“Eso es todo?”
Altman trago saliva. “Eso es todo.”
“Adiós Sr. Altman,” dijo Markoff. Levanto la pistola y apunto a la cabeza de Altman, entonces
comenzó a apretar el gatillo. Altman cerró sus ojos y apretó sus dientes. Escucho el golpe del
martillo pero no salió ninguna bala.
Abrió sus ojos. Markoff lo miraba, intensamente enfocado.
“Una sana diversión,” dijo. “El arma está vacía. Nunca tuve intenciones de dispararte. Bienvenido
al equipo.”
Se levantó y extendió su mano. Altman estaba en shock y no se movía. Markoff separo sus manos
y apretó una de ellas
127
“Sera vigilado de cerca. No tendrá libertad total en las instalaciones, pero lo quiero disponible si y
cuando lo necesite.” Se inclinó más cerca. “Y si me traiciona, Sr. Altman, lo matare,” dijo en una
voz suave. “Me entiende? Asienta si me entiende.”
Altman entendió.
“Muy bien, “ dijo Markoff, y se dirigió a la puerta. “Hare que Terry se encargue de los
preparativos.”
“De acuerdo,” dijo Altman.
Con su mano en el picaporte, Markoff se detuvo. Se paró ahí un momento, de espaldas a Altman.
“Aún queda el tema de tu novia, no es así,” dijo
Oh mierda, pensó Altman.
Markoff giro, lo vio con ojos exploratorios. “Que deberíamos hacer con ella?””
“No tiene que preocuparse por ella,” dijo Altman. Trataba de mantenerse calmado y tan falto de
expresiones como pudo al decirlo, cara de póker, pero su voz, sabía que seguía temblando.
“Pero quiero preocuparme por ella Altman,” dijo Markoff. “Digamos que sería un placer.”
“Mire,” dijo Altman desesperadamente. “Entiendo por qué siente que debe llevarme, pero Ada es
diferente. No tiene nada que ver con esto. Incluso intento prevenir que tomara más interés en el
tema. Déjela ir.”
Markoff sonrió. “Lo que acaba de mostrarme Altman, es que se preocupa tanto por ella que no
puedo permitirme dejarla ir. Creo que podría ser de utilidad.”
“Que planea hacer con ella?”
“Ah, Sr. Altman,” dijo Markoff. “Preguntas, siempre preguntas.”
Abrió la puerta y salió.
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33
Terry y los gemelos lo vigilaban mientras empacaba. Lo apresuraron. Incautaron su teléfono y su
holopantalla, también su terminal, los gemelos estaban sellándolos en una caja y llevándolos
afuera.
“Los tendrá de regreso una vez que Markoff los haya revisado,” dijo Terry. “Excepto por el
teléfono.”
“Puedo por lo menos llamar a Field y decirle que no iré a trabajar?”
“No.”
“Necesito algo de tiempo para acomodar mis asuntos—”
“No.”
“Que hay de mi familia, se preocuparan—”
“Está perdiendo tiempo,” dijo Terry. “Nada de todo eso importa. Lo importante es hacer el trabajo
y hacerlo bien. Siga perdiendo tiempo y llamare al Sr. Markoff y veremos cuanto desea tenerlo a
bordo.
“Y entonces que, me matara? Como hizo con Hammond?”
Terry frunció el ceño. “Reciento la implicación,” dijo. “Lo vi morir, seguro, pero no tuve nada que
ver con eso.”
“Entonces fueron Tim y Tom.”
“No, ellos tampoco,” dijo Terry. Miro a Altman de manera que se dio cuenta de que estaba
genuinamente confundido y extrañamente vulnerable.
“Que paso entonces?” pregunto.
“Solo estábamos tratando de hacerle unas preguntas y se volvió loco,” dijo Terry. “Nunca vi nada
parecido. Un momento estaba corriendo y al siguiente trataba de matarnos.” Mostro a Altman una
enojada y extraña cicatriz en su mano. “Ni siquiera estábamos armados. Tanner solo nos había
enviado a hablar con él.” Refregó sus ojos con sus nudillos. “Y de repente tomo su cuchillo y corto
su propia garganta. Nunca vi a nadie cortar tan profundo tan rápido. He tenido pesadillas con eso
desde entonces.”
Abruptamente se enderezo, mejorando su cara. “No me molesta ser culpado de lo que he hecho,
pero no me culpen por lo que no hice. Vamos, muévete.”
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Caminaron rápidamente hacia el edificio de DredgerCorp, Terry lo agarraba del brazo apurándolo.
Algunas personas los miraban curiosamente en las calles, pero la mayoría los ignoraba o
deliberadamente miraban para otro lado. El edificio tenia ahora una cerca de seguridad a su
alrededor, hecha de malla de acero soldada. El edificio mismo había sido derribado a nivel del
suelo y estaba en proceso de ser reemplazado por una estructura formada por concreto
interconectado y paneles de acero, más parecido a una fortaleza que a un edificio de oficinas.
“Están haciendo algunos cambios,” dijo Altman
Terry asintió. “No sabes ni la mitad de ello.”
Lo guio alrededor de la construcción, a una base de concreto. Sobre ella había un helicóptero, las
hélices ya estaban girando. Se apresuraron a llegar y Altman se subió rápidamente.
Ada estaba ahí, su cara desfigurada del miedo. Se sentó junto a ella, quien se aferró fuertemente a
su brazo. Ella no es así normalmente, pensó. Debe estar aterrada. Casi inmediatamente el
helicóptero despego.
“Estuve preocupado por ti,” dijo él, debiendo gritar por el ruido. “Pensé que ellos te habían hecho
algo.”
“Estaba preocupada por ti también,” dijo ella. “Estas bien?”
Él ofreció una sonrisa nerviosa. “No hay daños permanentes.”
“Michael, sabes hacia dónde vamos?”
“No,” dijo. “Me temo que no lo sé.”
“Te lo dije,” dijo ella. “Te advertí que esto terminaría mal. Te dije que lo dejaras en paz. Pero no
quisiste escuchar.”
“Aún no ha terminado,” dijo él.
Miro hacia afuera por la ventana. Habían girado y volaban sobre el agua ahora, ya estaban
relativamente lejos de tierra. Miro dentro del helicóptero, a los otros pasajeros, Terry no estaba
ahí; o se había quedado atrás o estaba junto al piloto. Contenía otros ocho científicos, gente que
conocía de vista, aún si no los conocía personalmente. Field estaba entre ellos, parecía estar
enfermo del estómago.
Skud estaba ahí, también Showalter. Agarrándose de las correas del techo se acercó a ellos.
“Donde esta Ramírez?” grito.
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“No lo trajeron,” dijo Showalter.
“Que hicieron con él?”
Showalter se encogió de hombros.
“Te dieron otra opción?” preguntó Altman.
“Una qué?” grito Skud. “Por qué nos llevan a nosotros?”
“Una opción?”
“No!” grito Showalter. “tuvimos que venir.”
“Sabes dónde vamos?” grito Skud.
Altman sacudió su cabeza. “Estaba a punto de preguntarte,” dijo.
Regreso a sentarse en su silla.
“Ellos no saben tampoco,” dijo. “Nadie sabe dónde vamos.”
Volaron aproximadamente tres horas. Dirección, pensó Altman, juzgando por el sol estaba hacia el
noroeste, u oeste-noroeste, pero no estaba totalmente seguro. En cierto punto, pensó que giraron
hacia el sur. Cuán rápido podía volar un helicóptero? Setenta y cinco millas por hora? Cien?
Parecían estar cubriendo una gran distancia.
Tal vez solo planean matarnos, pensó. Solo juntarnos a todos en un mismo helicóptero y fingir un
choque. Si era así, se dio cuenta, no había nada que pudiese hacer. Ya podía darse por muerto.
Se sentó en su silla, casi sordo por el sonido de las hélices, sus brazos alrededor de Ada. Era su
culpa que ella estuviese ahí, lo sabía. A él debían culpar.
Frente a él, Skud se veía agotado, exhausto. El tiempo se alentó.
El vibrar de las hélices cayeron una octava y la nave redujo notablemente su velocidad. Todos ellos
se asomaron por las ventanas. Debajo suyo había una espesa neblina, casi perfectamente
simétrica, posada sobre el agua. Comenzaron a descender sobre ella.
Altman comenzó a captar señales de algo dentro de la neblina. Un flash aquí o allá. Un filo o una
borde de metal. Descendieron lentamente, las hélices del helicóptero despejaban la neblina. Podía
ver la cima de un gran domo de vidrio, el domo brillaba con un iridiscente y azulado brillo en la luz.
Se acercaron mucho, sobrevolando a unos diez metros de él y creyó ver algunas caras dentro.
Podía ver en los filos metálicos y particiones en el vidrio, miles de pequeñas boquillas, y cada una
de ellas emitía una fina neblina.
131
Repentinamente las boquillas se detuvieron. La neblina rodeo la estructura y lentamente se disipo,
revelando el domo y todo lo que había detrás. Era una enorme instalación flotante, cientos de pies
de diámetro, hecho con una serie de domos plásticos o de vidrio, conectados entre sí como
huevos de rana. Mucho de ello se encontraba bajo la superficie del agua. De hecho, la mayor parte
de la estructura se encontraba sumergida.
La parte superior central del domo, donde los soportes de metal se unían, tenía un punto plano.
Cuidadosamente el piloto aterrizo el helicóptero. Toco una vez pero en un borde de ese punto
plano y comenzaron a sacudirse. Se elevó otra vez y aterrizo incluso más lento, esta vez logro
hacerlo.
La puerta de la cabina se abrió desde afuera. Dos guardias, vistiendo uniformes militares, les
hicieron gestos para que bajen. Altman esperaba que el domo se moviera de un lado a otro con las
olas, pero era tan grande que apenas noto algo. Se subió a la cubierta y luego ayudo a Ada a salir
del helicóptero. Los otros lo siguieron. Juntos llegaron a una escotilla y bajaron por ella. Al
descender una pequeña escalera, llegaron a una plataforma justo debajo del techo del domo. La
plataforma tenía un tubo transparente en el centro, uno de sus lados se abrió. Cuando la vio, un
ascensor subió.
Los guardias le hicieron un gesto y los empujaron para que se suban. El ascensor comenzó a
descender. Fue en ese momento, cuando estaban sobre la plataforma descendiendo que Altman
realmente entendió cuán grande era el domo. Estaban probablemente a cuarenta o cincuenta
metros del piso, el gran domo era un espacio abierto y casi vacío, la translucida luz, atravesaba el
vidrio de las ventanas y formando extrañas sombras. Era un hemisferio más que un domo con un
suelo solido en el fondo. Si había otro hemisferio igual en la parte inferior, no había manera de
saberlo desde aquí.
Pilas de cajas cubrían el suelo con maquinaria parcialmente ensamblada o desensamblada.
También guardias militares, muchos de ellos, algunos de ellos haciendo guardia o empleados en
alguna tarea pequeña, muchos de ellos caminando y hablando distraídamente, tal vez de sus
deberes. Aquí y allá, un hombre en bata blanca parado, dirigiendo un grupo de ellos, haciendo que
movieran equipamiento de un lado al otro.
Al fondo del ascensor, dos guardias más esperándolos. Skud comenzó a formular una pregunta,
pero uno de los guardias lo interrumpió.
“No hablen,” dijo.
Mantuvieron el grupo hasta que cada uno de los pasajeros del helicóptero había bajado, entonces
los guiaron a través del domo. Grupos de guardias dejaban de hablar al ver que se acercaban,
siguiéndolos con la vista. Arriba, Altman escucho el sonido del helicóptero despegando
132
nuevamente. Inmediatamente las boquillas comenzaron a funcionar nuevamente y el mundo
exterior se disolvió en una cortina de niebla.
La luz ambiental en el domo disminuyo. Alguien grito un comando, y bancos de fuertes
fluorescentes alineados en los soportes se encendieron. El domo brillaba con una luz antiséptica,
dañando la piel de todos con un brillo nada sano.
Llegaron al borde del gran domo y pasaron por una puerta corrediza, moviéndose a uno mucho
más pequeño. Bajaron por una escotilla de presión, dentro de un pasaje que corría sobre el límite
de un tercer domo y se curvaba lentamente hacia abajo.
Cerca de la mitad del pasillo, Altman noto que el agua que golpeaba el costado del túnel llegaba
cada vez más alto con cada paso. Había un súbito cambio en la calidad del sonido, como si todo
estuviese ligeramente cubierto de algodón. Él golpeo el costado del corredor con su uña, escucho
solo un seco sonido sin eco. Algo con un largo y estrecho ojo se asomó desde las profundidades y
se acercó hacia su mano, y luego se fue rápidamente. Unos pasos más adelante, el agua estaba
completamente sobre sus cabezas y ya no veían la parte superior del túnel. Estaban
completamente bajo la superficie.
Dejaron el corredor y entraron a un domo iluminado con un resplandor verdoso por la reelección
del agua. Peces y otros animales nadaban alrededor del complejo flotante y aquí y allá los corales
habían comenzado a formarse. En la distancia se veía una formación de submarinos, conectados
por una serie de cables al complejo flotante, moviéndolo muy lentamente.
“Es hermoso,” dijo Ada.
“Es terrorífico,” dijo Altman.
El guardia golpeo la culata de su arma firmemente contra las costillas de Altman, lo
suficientemente fuerte para que doliera. “No hablen,” dijo.
Giraron hasta el fondo del domo y tomaron otro ascensor hacia abajo, a una serie de cuartos
adjuntos, cuartos cuadrados. Pasaban de uno al otro, los guardias los mantenían en una línea
ordenada y siempre apurándolos. Para Altman se sintió como si lo estuviesen guiando a su propia
ejecución. Aquí el agua era más profunda, más obscura. Los cuartos tenían más metal en ellos que
vidrio. Todos ellos eran iluminados por los mismos fuerte fluorescentes.
Los guardias los apresuraron para que entren en otro corredor ligeramente descendente, este
terminaba en una cabina a presión. Altman juzgo que estaban cerca del laboratorio, aunque bien
por debajo de la línea del agua ahora. Uno de los guardias la abrió y les ordeno que entraran.
El cuarto del interior se asemejaba al puente de un crucero lunar. Era una cámara esférica con una
silla de comandos elevada en el centro. En todas direcciones, unos pasos más abajo, había bancos
133
de control, medidores y holopantallas. Un ininterrumpido banco de ventanas corrieron a lo largo
de la porción superior de la pared. La silla de comando estaba lo suficientemente elevada del resto
del laboratorio como para permitir una vista ininterrumpida en todas direcciones.
La silla giro para revelar a Markoff. Los miro desde arriba y sonrió. Aquí, en este ambiente, con su
firme mandíbula y ojos brillantes por la reflexión de los fluorescentes, rodeados por agua a cada
lado, se veía como algo monstruoso pretendiendo ser humano.
“Ah, han llegado,” dijo sin ninguna calidez. “Bienvenidos a su Nuevo hogar.”
Llevo un tiempo, pero eventualmente se acostumbraron a sus nuevos cuartos. El laboratorio era el
mejor que hubiese visto, y estaba comprometido solo por tener que compartirlo, tal como debía
hacerlo en Chicxulub, con Field. Había notado una cierta porción de sadismo por parte de Markoff,
y hasta incluso se preguntó si había traído a Field solo para irritarlo.
Estaban aún a semanas de llegar al centro del cráter de Chicxulub. El complejo flotante estaba
siendo arrastrado hacia adelante muy lentamente y a veces, dependiendo de las condiciones del
clima, debían detenerlo completamente. Al principio pensó que el comando central era la porción
más baja de la nave, pero rápidamente se dio cuenta de que los corredores laterales guiaban a una
ajustada secuencia de recamaras justo debajo de eso. Y por debajo de eso, había una recamara
incluso más grande, tal vez la más grande de todo el complejo. Estaba cuidadosamente
presurizada. Tenía una grúa y una apertura que daba al agua y un techo muy elevado. Fue una
adición de último minuto al complejo y se había construido específicamente para acomodar el
objeto del corazón del cráter.
Donde sea que Altman fuera, se maravillaba. El complejo flotante, obviamente construido para un
especifico, pero diferente propósito, estaba siendo rápidamente adaptado con equipo de última
generación. Prácticamente cada hora llegaban botes y helicópteros, incorporando equipos
totalmente nuevos y dispositivos que aún se encontraban en fase de prototipos. Los gastos no
eran una preocupación. Lo que sea que hubiese ahí abajo, estaban preparados para gastar lo que
hiciera falta para obtenerlo.
Comían sus comidas por turnos en la cafetería del lugar. Los investigadores se quedaban en
dormitorios que, generalmente, mantenían a seis de ellos, aunque había algunas excepciones:
Altman y Ada, la única pareja a bordo, fueron otorgados quejumbrosamente con un closet de
almacenamiento que convirtieron en cuarto. Era apenas lo suficientemente grande para que
entrara su cama y un gabinete angosto que llenaron con su ropa y convirtieron en un ropero, pero
estaban agradecidos por la privacidad.
Al ir conociendo a los demás, Altman debió aceptar que Markoff había conformado un equipo de
primera clase. Sin saber exactamente qué era lo que había en el fondo del cráter, tenía sus bases
cubiertas. Había algunos científicos cuyos campos eran tan nuevos que aún no existían nombres
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para ellos. Había geofísicos, astrofísicos, expertos en robótica, geólogos, biólogos marinos,
expertos en genética, oceanologos, ingenieros de varias clases, un minero, un oceanógrafo, un
sismólogo, un vulcanólogo, un gravitacionista, un filósofo, un científico cognitivo, varios doctores,
un medio especializado en biotraumatismo y enfermedades de descompresión, incontables
mecánicos y técnicos, un equipo de limpieza y cocina. Había incluso un lingüista y, con Ada, una
antropóloga.
Un buen número de ellos eran investigadores que, aunque alguna vez habían sido famosos, habían
desaparecido del ojo público hacia años. Ninguno de ellos hablaba de lo que habían estado
haciendo hasta ahora y si los presionaban, solo respondían “Estoy saliendo del retiro ahora.”
Retiro mi culo les decía Showalter. Altman estaba de acuerdo: si estaban aquí ahora era porque
habían trabajado encubiertamente para la inteligencia militar desde entonces. Los traiciono el
hecho de no estar sorprendidos por el enorme gasto y esfuerzo puesto en la expedición: ya
tomaban todo por hecho.
Lo que molestaba a Altman incluso más era el número de guardias militares presentes y cuan
activamente entrenaban. Estaba claro—o en cualquier caso parecía claro para Altman—que
Markoff tenía alguna noción de que debían estar preparados para el combate..
Había tres posibilidades para esto que Altman pudo pensar. Una, la menos perturbadora para él,
era que Markoff simplemente estaba siendo un soldado por sí mismo. Que pensaba que los
militares no necesitaban estar ahí, pero ya que lo estaban, lo mejor era que entrenaran. La
segunda, más perturbante, era que Markoff esperaba que alguien quisiera robarles el objeto, que
estaba consciente de que había otros interesados que competirían para obtenerlo, o los habría. La
tercera, y peor de todas, era: quizás Markoff esperaba que el objeto contraatacara.
Lo que hizo que Altman se diera cuenta de algo que tendría que haber notado hace tiempo. Sin
tener una idea clara de que se trataba, Markoff pensaba en el objeto en el centro del cráter como
un arma. Tal vez no pensaba en su extracción para el mejoramiento de la humanidad o el avance
de la ciencia después de todo.
Altman lo converso con Ada, le comento sus sospechas.
“Eso te sorprende?” pregunto ella. “Markoff es despiadado. Piensa en todo como una potencial
arma. Incluso las personas. Es un hombre muy peligroso.”
Rápidamente noto que muchos lugares estaban fuera de límites para él. Había ciertas áreas,
ciertos grupos de laboratorios tanto sobre como debajo de la línea del agua a los que su tarjeta de
acceso no le permitía entrar. A veces podía entrar siguiendo los pasos de algún científico o guardia
descuidado, pero nunca se le permitía permanecer el tiempo suficiente para entender que estaba
pasando en el lugar. Otros cuartes estaban aún más restringidos, protegidos por guardias las 24
horas. Field estaba en uno de ellos, pero cada vez que preguntaba, no obtenía nada, no tanto
135
porque Field sospechara de él, sino porque no prestaba la suficiente atención para entender que
estaba pasando en realidad.
Luego de unos días, comenzó a notar que estaba siendo vigilado. Comenzó como un vago
sentimiento, pero aumento. Pensó al principio que era paranoia, hasta que Showalter también lo
noto. Los guardias se referían a él de una manera diferente a como lo hacían con muchos otros
investigadores, y cuando se quedaba solo en alguno de los corredores, a menudo para organizar
sus pensamientos, un guardia se presentaba de repente. Muchos de los técnicos no le prestaban
mucha atención. Un hombre en particular, un hombre que siempre usaba el mismo sobretodo
arrugado, parecía siempre estar rondando, justo detrás suyo.
“Que debería hacer?” pregunto a Ada.
“Que puedes hacer?” dijo ella. “si quieren observarte, pueden hacerlo. No hay nada que puedas
hacer para evitarlo. Estas en su poder.”
Ella tenía razón, él lo sabía. Con quien iba a quejarse? Markoff? Él le había dado tres alternativas:
formar parte del equipo, ser encerrado, o terminar muerto. Tal vez Markoff se había salido con la
suya en más de una forma; tal vez formaba parte del equipo y estaba encerrado al mismo tiempo.
El complejo flotante servía bien como prisión. Y era una mejor alternativa a estar muerto.
“Que crees que está pasando?” pregunto a Ada.
Ella giro sus ojos. “No quiero empezar otra vez Michael. Es peligroso que te hagas estas preguntas.
Y que si no podemos entrar a ciertas áreas de la nave? No somos los únicos en esa posición.
Muchos de los investigadores de Chicxulub son tratados de la misma manera.”
“Field no,” dijo Altman. “Field tiene acceso.”
“Acceso limitado,” dijo ella. “Solo un cuarto. He estado observándolo. Showalter y Skud no,” dijo
ella golpeándolo con sus dedos. “muchos de los otros tampoco.”
Él no respondió, solo se fue, pensando. Había maneras de descubrirlo. Todo lo que tendría que
hacer era replicar una tarjeta y entonces—Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando ella lo
golpeo en la cara.
“No,” dijo ella, apuntando su dedo hacia su cara.
“Que?”
“Sé lo que estás pensando,” dijo ella. “No necesitas recorrer todo el lugar para hacer tu trabajo. Si
lo haces, solo te meterás en problemas. Quiero que me prometas que no lo harás.”
La observe por un largo momento, finalmente, sacudió su cabeza. “No puedo,” dijo.
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Ella lo golpeo otra vez, mucho más fuerte esta vez y se fue. Él, sin saber qué hacer, la abrazo para
evitar que se fuera. Se resistió al principio, no quería verlo a los ojos, pero él siguió abrazándola
hasta que finalmente ella dejo de pelear.
“Nunca me escuchas,” dijo ella. “Siempre tengo razón y tú nunca escuchas.”
“Siempre escucho,” aclaro él. “Solo que no siempre hago lo que dices.”
Finalmente lo miro a los ojos. “Demonios Michael. Prométeme que serás más cuidadoso esta vez,”
dijo ella. “Se discreto. Prométeme que no harás nada que termine matándote..”
“De acuerdo,” dijo él, soltándola. “Eso puedo prometerlo.”
Él fue cuidadoso. Aprendió más del complejo flotante, hablando con algunos de los mecánicos e
ingenieros. Era un bote semi-sumergible, móvil, hecho para flotar una mitad bajo el agua y otra
sobre ella. La neblina, a la que se referían como efecto de distorsión, era formada por boquillas de
alta presión, sus aperturas eran de un diámetro menor a cien micrones. El agua era forzada fuera
de las boquillas a través de esas extremadamente finas aperturas, causando que se atomizaran en
gotillas tan pequeñas que la mayor parte de ellas se mantenían suspendidas en el aire. Si alguien
con cualquier equipo medianamente avanzado quería determinar que había dentro de la nube, no
tendría muchos problemas haciéndolo, pero era suficiente para mantener botes y naves curiosas
alejadas.
En el segundo o tercer día, un hombre fornido con una excepcionalmente rizada barba colorada se
unió a él en la cafetería. Estiro una gran mano sobre la mesa y apretó la mano de Altman.
“Jason Hendricks,” dijo. “Eres nuevo aquí, cierto?”
Altman asintió. “Michael Altman,” dijo. “acabo de llegar.”
Hendricks dio una lenta y amigable sonrisa que Altman inmediatamente encontró agradable.
“Ninguno de nosotros ha estado aquí por mucho tiempo,” dijo. “Yo llegue hace solo una semana.”
Él comenzó a comer, y casi inmediatamente su barba se llenó de migas y sobras de comida. “Que
te trae a este lugar Michael?”
Altman pensó por un momento en que decir, finalmente se conformó con decir “Me temo que aún
están pensando que hacer conmigo.”
“Yo soy un piloto,” dijo Hendricks. Repasando su mano por su barba para limpiar las sobras y luego
limpio su mano en su camisa. “Submarinos más que nada. Fui entrenado en la marina para pilotar
submarinos de tamaño mediano. También hice algunos trabajos con sumergibles para una firma
de construcción.”
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“Debes disfrutarlo,” dijo Altman.
“Me gusta lo suficiente,” dijo Hendricks. “También pase algún tiempo en un pequeño submarino
de un solo tripulante trabajando para cazadores de tesoros en el Caribe. Tuve que reconsiderar la
línea de trabajo cuando me di cuenta de que el tesoro que querían buscar era un bote lleno de
heroína.”
“Probablemente una buena decisión,” dijo Altman.
“Probablemente,” dijo Hendricks, sus ojos se achicaron cálidamente y sonrió. “Aunque tal vez si
seguía con eso, ahora sería más rico. O eso o muy muy drogado. Crees que voy a tener el mismo
dilema ético con este trabajo?”
Se encontraron el día siguiente en la misma mesa, y el siguiente, pronto Altman comenzó a pensar
en Hendricks como un amigo, alguien en quien confiar. Luego de unos días, Hendricks le conto un
poco más de lo que hacía, que iba a formar parte de un grupo de dos hombres trabajando con un
batiscafo. Tenía poca experiencia con batiscafos, pero no estaba preocupado: tenía mucho tiempo
hasta que llegaran.
“Estoy programado para ser copiloto de un explorador de aguas profundas, un tipo llamado Edgar
Moresby,” dijo a Altman. “El hombre está en sus sesentas y su piel parece haber sido curada. Bebe
como un pez. No tiene mucho de piloto hasta donde yo sé. Dice ser descendiente de Robert
Moresby.”
“Quien?” preguntó Altman.
Hendricks se encogió de hombros. “No me preguntes a mí,” dijo. “Algún hidrógrafo y oficial naval
británico. Lo nombra cada vez que puede.”
Moresby no tenía interés en salir con Hendricks en las prácticas, diciendo que podía pilotar un
batiscafo borracho y dormido. “Y a menudo lo hago,” decía a Hendricks. “No hay mejor manera de
hacer el trabajo si me lo preguntas.” Pero siempre que tuviese la opción, prefería beber en la
comodidad de su propia litera.
“Eso me genera un dilema,” dijo Hendricks. “No puedo salir solo. Que haría si algo sale mal?”
Altman espero unos momentos para no parecer desesperado antes de contestar. “Yo iré contigo,”
dijo, intentando sonar casual.
“Lo harías?” dijo Hendricks, y dio a Altman una cálida sonrisa. “Eso sería una gran ayuda.”
138
Él totalmente esperaba que Markoff se enterara de ello y lo detuviese, pero o las noticias no
habían llegado a él aún, o no le importaba que Altman saliera en el batiscafo. No aprendió mucho
más ya sea del batiscafo o de Hendricks, pero por lo menos se mantenía ocupado.
Además, Altman descubrió rápidamente que tenía aptitudes para pilotar. Sabia instintivamente
cuanto tenía que flexionar los controles para lograr que el batiscafo hiciera lo que él quería.
Cuando le pedían que se sumergiera a una determinada profundidad o se elevara a un cierto nivel,
podía sentir cuánta agua debía permitir entrar o soltar el suficiente lastre para hacerlo
suavemente y con precisión. Lo encontraba curiosamente satisfactorio y gratificante, de una
manera en que la geofísica nunca lo había hecho sentir.
“Tu deberías pilotar en mi lugar,” dijo Hendricks un día.
“Si claro,” dijo Altman. “No creo que Markoff lo permita jamás.”
Pero sorprendentemente, cuando Hendricks pregunto a Markoff, este accedió. Sería bueno tener
un piloto de respaldo, aseguro Markoff, en caso de que algo saliera mal. Pero eso no significaba
que Altman se liberaría de sus otras tareas. Aún se esperaba que siguiera cualquier instrucción que
el líder de los investigadores le diera y que continuara tomando sus lecturas geofísicas. La única
diferencia era que a veces le pedían que tomara sus mediciones bajo el agua, desde el interior del
batiscafo.
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Faltaban otros seis o siete días aún para llegar al centro del cráter cuando Markoff decidió sin
advertencia que era hora de probar el batiscafo en aguas profundas. Hendricks y Moresby serian
transportados por buque a unas treinta millas de las instalaciones. Ajo deberían descender tanto
como pudieran, hasta llegar al fondo oceánico, probar los equipos, los sistemas de aire, los
sistemas de comunicación, sonar, iluminación, etcétera. Tomar algunas lecturas, permanecer en el
lugar por una hora y luego ascender. Dos submarinos los seguirían en caso de que necesitaran
algún tipo de asistencia.
Hendricks se presentó en la puerta de Altman poco antes de su hora de partir. Se veía nervioso.
“Tengo un problema,” dijo. “Es Moresby. Se emborracho realmente mal anoche tan pronto como
supo que descenderíamos.”
“Está bien para hacerlo?”
“Ahora mismo no puede ver siquiera,” dijo Hendricks. “He intentado ayudarlo a recuperarse, pero
tengo que supervisar la transferencia del batiscafo. Crees que podrías…”
No termino la frase, esperando una respuesta.
“Tal vez deberías decir algo a Markoff,” dijo Altman.
“No quiero hacer eso,” dijo Hendricks. “Él ya advirtió a Moresby una vez, no quiero hacer nada que
pueda lograr que lo despidan. Sé que es mucho pedir, pero podrías cuidarlo, ver si hay algo que
pueda hacerse?”
Altman asintió. “Pero no lo hago por Moresby, sino por ti.”
Hendricks sonrió. “Gracias hombre. Te debo una.”
Altman se dirigió a través de los túneles hacia las cubiertas superiores, hacia la cabina de
Hendricks y Moresby. Golpeo la puerta. No hubo respuesta. Dudo un momento y volvió a golpear.
Cuando aún no recibió respuesta, intento abrir la puerta, al encontrarla abierta, entro.
Era un espacio angosto con dos literas, la superior pertenecía a Hendricks, la de abajo a Moresby.
El cuarto apestaba a vomito. Moresby estaba semi-desmayado en la cama de abajo, tan tieso
como un cadáver. Altman lo sacudió.
Al principio no obtuvo respuesta. Luego de unos minutos de sacudirlo, se quejó levemente, sus
ojos se abrieron levemente antes de volverse a cerrar.
Altman lo sacudió con más fuerza, golpeándolo
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Moresby parpadeo y tosió. “Dame un minuto para prepararme,” dijo, y agarro una botella del
suelo, detrás de la cama
“No necesitas más,” dijo Altman. “Vamos, levántate.”
“Quien eres tú para decirme que necesito?” pregunto Moresby. Intento pararse y casi se cae. “Soy
un Moresby, por Dios, un descendiente de…”
Aún balbuceaba sobre su pedigree cuando Altman lo arrastro hasta el pasillo y lo empujo,
completamente vestido dentro de la ducha y abrió el agua fría. Un momento después, Moresby
estaba gritando. Diez minutos más tarde, estaba vestido con ropas secas y tranquilo. Estaba
pálido, su sudor tenía un olor agrio, y sus manos aún temblaban, pero estaba más o menos
presentable.
“Estas bien?” preguntó Altman.
“Solo son nervios,” dijo Moresby. “Estaré bien una vez que esté ahí.”
Altman asintió.
“No le dirás a nadie o sí?” dijo Moresby, rehusándose a mirarlo a la cara.
“Hendricks no quiere que lo haga,” dijo. “Si fuese por mí, lo haría.”
Guio a Moresby hasta la bahía del submarino, donde Markoff estaba planeando repasarlos antes
de irse. Los pilotos de los submarinos ya estaban ahí, el batiscafo ya había sido transferido.
“Tu quédate aquí,” dijo Altman.
“Dónde vas?”
“Voy a buscar a Hendricks.”
Tal vez hubiese sido distinto de haber encontrado antes a Hendricks, o si los otros pilotos de
submarinos hubiesen vigilado a Moresby. O si Markoff hubiese llegado a tiempo, antes de que
Moresby tuviese tiempo de cambiar de parecer, pero le tomo casi media hora llegar. Hendricks y
Altman regresaron unos momentos antes que Markoff llegara, y no fue hasta que empezó a hablar
que Altman se dio cuenta de que Moresby no estaba en ninguna parte.
Markoff tomo la revisión muy seriamente. Vestía un uniforme recientemente planchado y estaba
rodead por dos guardias a cada lado. Agradeció a los pilotos y tripulantes y a los técnicos e
ingenieros por sus esfuerzos, recordando a la tripulación de los otros dos submarinos que
esperarían en el buque carguero en caso de que algo saliera mal y el batiscafo no lograra subir a la
superficie. Referido al batiscafo, si por alguna razón Hendricks y Moresby—
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Se detuvo. “Donde esta Moresby?” pregunto.
Hendricks miro alrededor. “Estaba aquí hace un minuto,” dijo.
Al final, dos guardias lo descubrieron. Había logrado encontrar una botella en algún lado y tomado
una buena cantidad de ella. Borracho, se había caído de uno de los ascensores y quebró su cuello.
Es mi culpa, pensó Altman. Debería haberlo vigilado más cuidadosamente. Busco a Hendricks y lo
vio a los ojos, él estaba pensando prácticamente lo mismo, estaba culpándose.
Markoff, por otra parte, no reacciono para nada y rechazo la petición de Hendricks de aplazar la
prueba por hoy como muestra de respeto por el difunto. “Es lo mismo,” dijo cuándo el cuerpo fue
presentado ante él. “De esta manera nos aseguraremos de tomar bien las lecturas geofísicas. Te
parece bien Altman?”
Tuvo que repetirlo dos veces antes de que Altman se diera cuenta de que hablaban con él. “Bien,”
dijo Altman, tratando de no fijar la vista en el cuerpo, en la cabeza que colgaba en un raro e
imposible ángulo.
Tomaron un bote hacia el buque en silencio, el batiscafo era remolcado detrás suyo. Una vez ahí,
los guardias mantenían el batiscafo nivelado mientras lo cargaban.
“Todavía estoy algo tembloroso,” dijo Hendricks. “He vivido con Moresby después de todo. Si no
te molesta, me gustaría que tu conduzcas.”
Aunque también temblaba un poco, Altman estaba feliz de tener la distracción de trabajar en los
instrumentos. Lentamente fueron descendiendo. Antes de pasar mucho tiempo estaban
descansando tranquilamente en el suelo oceánico.
“Cuan profundo estamos?” preguntó Altman.
“Ni siquiera cerca de lo que estaremos en el centro del cráter,” dijo Hendricks. “Dos mil metros
supongo.”
“Ya te habías sumergido a esta profundidad antes?”
Hendricks sacudió su cabeza. “Casi,” dijo, “Pero no tanto.”
Era tranquilo ahí abajo, pensó Altman, como si hubiesen llegado al fin del mundo. Le gustaba
escuchar el sonido de los recirculadores de aire, le gustaba mirar el obscuro y casi vacío mundo de
afuera.
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Una semana más tarde, llegaron, y todo el mundo estaba ansioso por empezar a trabajar.
Comenzaron a tomar lecturas desde la superficie, desde una lancha que subía y bajaba con el
movimiento de las olas. Field estaba con él al principio, tomando lecturas por su cuenta y
corroborando las de Altman, aunque se ponía cada vez más verde con el pasar de las horas. Al
llegar la tarde paso la última hora del día vomitando su almuerzo a un costado del bote.
A la mañana siguiente, un quejumbroso Field a punto de vomitar nuevamente fue enviado de
regreso al complejo flotante y solo quedaron Hendricks y Altman. Ellos descendieron con el
batiscafo unos mil metros y tomaron sus lecturas ahí, esperando la confirmación de Markoff para
descender más. Cuando llego, bajaron a dos mil metros y repitieron el proceso.
“Parece bastante directo,” dijo Altman.
Hendricks se encogió de hombros. “Más o menos,” dijo. “El único problema es que a esta
profundidad la comunicación se vuelve errática. Es difícil saber si recibirán los datos que estamos
enviando.”
“Podría cortarse?” pregunto Altman
“Va y viene,” dijo Hendricks. “Nada de qué preocuparse realmente, a menos que algo salga mal.”
A través de la ventanilla de observación delantera, Altman pensó que podía ver pequeños rastros
de luz de la excavación debajo suyo, de los taladros robóticos. Pero estaba muy lejos para
diferenciar nada. “Podríamos bajar a tres mil metros, tomar las lecturas y volver a subir,” dijo
Altman. “Tenemos más que suficiente aire para hacerlo. Tú eres el jefe. Es tu decisión.”
Hendricks dijo, “Haz oído las historias sobre el otro batiscafo?”
“He visto el video,” dijo Altman.
“Que crees que sucedió?”
“No lo sé,” dijo Altman.
“No te preocupa para nada?”
“No lo sé,” contesto. “Quiero saber que paso, pero no estoy preocupado exactamente. A ti te
preocupa?”
Hendricks asintió. “Vayamos despacio. No tiene sentido apresurar las cosas,” dijo. “Por otra parte,
si estoy leyendo bien los datos, la señal pulsante está iniciándose otra vez.”
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“En serio?” dijo Altman, intentando ocultar la excitación en su voz. “Estas seguro?”
Hendricks dudo un momento y luego asintió lentamente. “Es muy ligera—la recibí a dos mil
metros, no a los mil—pero está ahí.”
“Que significa que haya regresado?” preguntó Altman. “Tal vez deberíamos seguir bajando
después de todo. Quien sabe cuánto durara? Necesitamos grabarla mientras aún se transmite.”
Pero Hendricks tenía una mano cubriendo su auricular. “Demasiado tarde,” dijo. “Nos están
ordenando que subamos.”
Se miraron entre ellos un momento. “Tú mismo dijiste que las comunicaciones son intermitentes,”
dijo Altman. “Como sabrían ellos si recibimos o no el mensaje.”
Hendricks sacudió su cabeza. “Si no tenemos el okay para bajar los tres mil metros, debemos subir
a la superficie de todas formas. Es el protocolo. Si lo desobedecemos, cuales crees que sean las
chances de que nos dejen subir al batiscafo otra vez? No podemos hacerlo.”
Media docena de contra argumentos se dispararon en su cabeza y rápidamente se disolvieron.
Hendricks tenía razón. No tenían opción. La señal tendría que esperar.
Un contingente de guardias los esperaba en el momento que abrieron la escotilla y subieron a la
cubierta de la bahía de submarinos. Fueron arrastrados hasta el centro de comando, que ya estaba
ocupado no solo por Markoff sino también por media docena de investigadores, todos parte del
círculo íntimo de Markoff. No hombres de Chicxulub. Se veían preocupados, serios.
“La señal comenzó nuevamente?” preguntó Markoff. “Están seguros de esto?”
“Porque demonios no lo estaríamos?” dijo Altman. “Los instrumentos no mienten.” Señalo a los
otros investigadores. “Pero aparentemente quiere una segunda opinión. Por qué no le pregunta a
ellos?”
“Es mucho más débil que antes,” dijo uno de ellos.
“Lo notamos,” dijo Altman.
“Tal vez no es la misma señal de antes después de todo,” dijo otro. “Tal vez es estática y
retroalimentación de los MROVs y las unidades robóticas que están manejando la excavación.”
“Apenas posible,” dijo Altman. “Pero para nada probable. Es la misma señal.”
“Sentiste algo inusual? Algo extraño?” preguntó Markoff.
Altman sacudió su cabeza. “No,” dijo.
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“Que hay de usted Hendricks?”
“No lo sé Señor,” dijo Hendricks.
“No lo sabe?”
“Cuando llegue a los dos mil metros, empecé a sentirme algo extraño. Se sintió como una
premonición o algo así.”
“Stevens,” dijo Markoff, y uno de los investigadores se adelantó. Tenía una apariencia distinguida,
pero un relajado y amable rostro. “Llévese a Hendricks y haga un perfil psicológico complete. Si
presiente algún tipo de problema, tiene la autoridad para retirarlo de servicio. Si para usted está
bien, haremos que los dos piloteen el batiscafo a primera hora mañana.”
Esa noche, los sueños de Altman comenzaron otra vez. Se levantó cubierto de sudor en la mitad de
la noche y descubrió que no podía moverse. Estaba temblando de miedo, pequeños flashes de luz
aparecían detrás de sus parpados, tenía un sentimiento de peligro que no lo abandonaba. Le
tomo un largo tiempo darse cuenta de que no estaba en su casa de Chicxulub, pero cuando lo hizo,
la imaginada forma del cuarto a su alrededor se volvió amorfa y vaga.
Su corazón comenzó a latir pesadamente, y podía oír la sangre correr por sus oídos. El espacio a su
alrededor se mantuvo indeterminado, en la obscuridad. Era como si en lugar de estar en alguna
parte, no estuviese en ninguna, como si estuviese suspendido en el vacío. Intento moverse otra
vez pero aún no podía hacerlo. Sigo soñando? Se preguntó.
Y entonces, muy lentamente, se dio cuenta de que podía estar en el complejo flotante, ese sonido
a su lado podía ser el sonido de Ada respirando en su sueño.
De repente fue capaz de moverse otra vez. Se levantó, bebió un vaso de agua y se acostó otra vez.
Ada gimió en su sueño. Luchaba contra el impulso de volver a dormir cuando escucho un golpe en
la puerta.
Era Stevens.
“Altman, no es así?” susurro.
“Si,” dijo él.
“Podemos hablar en otra parte?”
Altman se puso sus pantalones y su camisa y salió del cuarto en puntas de pie, siguiendo a Stevens
hacia el pasillo. El hombre abrió la puerta de un laboratorio vacío y apresuro a Altman para que
entrara.
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“De que se trata esto?” preguntó Altman.
“No ha notado nada inusual sobre Hendricks, o si?” pregunto Stevens.
“Sucede algo malo?”
“No hay nada malo en los escaneos,” dijo Stevens. “Nada malo en las pruebas tampoco. Pero aún
hay algo que me molesta. No puedo señalarlo. Se ve normal y estable, pero de alguna manera
diferente.”
“Yo lo veo igual,” dijo Altman.
“Tal vez solo sea la presión,” dijo Stevens. “Tal vez solo está nervioso. Pero se sentía como si
estuviese escondiendo algo.”
Altman asintió.
“Ya que tú eres quien va a estar solo con él en el batiscafo y quien sufrirá si algo sale mal, pensé
que sería lo correcto hablar contigo de esto.”
“No sé qué decir,” dijo Altman. “Yo lo veo bien. Nunca he tenido problemas con él en ninguna
inmersión, nunca sentí nerviosismo alguno. Confió en él. No,” dijo. “No estoy preocupado por él.
De hecho, estoy mucho más tranquilo de estar confinado con él en el batiscafo que si debiera
hacerlo con muchos otros de esta instalación.”
Stevens asintió. “Queremos ser cuidadosos,” dijo. “Puedes entender eso, considerando lo que
sucedió con el ultimo batiscafo. No queremos que nada salga mal. De acuerdo,” dijo él, “les dejare
saber que podemos continuar.”
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“No hay razón para estar nerviosos,” dijo Hendricks. “Es como cualquier otro día.”
Altman sintió que estaba diciendo eso para auto convencerse. “Sin preocupaciones,” dijo. “Sera
algo fácil.”
Bajaron a mil metros, la vida marina estaba presente al principio y luego fue desapareciendo.
Entonces dos mil, el océano se volvía más y más desierto, pero aún se veían algunas señales de
vida, la fosforescencia de una serpiente marina moviéndose y perdiéndose en la oscuridad. Un
huesudo dientes de sable, iluminado brevemente por las luces, parecía ser algo semi-formado. Un
calamar similar al batiscafo que parecía ser una cabeza cercenada hecha de vidrio
A los 2,700 metros, podían ver las luces del fondo, no más que destellos en la obscuridad.
Lentamente crecieron. Altman seguía viendo cuando escucho un quejido detrás suyo.
Él giro. Hendricks estaba pálido. Lagrimas caían lentamente de sus ojos. No parecía haberlas
notado. Oh Dios, pensó Altman, algo está mal. Tal vez estuvo mal decirle a Stevens que permitiera
a Hendricks seguir con la inmersión
Pero él no estaba nervioso, solo preocupado por Hendricks. Hendricks nunca le haría daño.
“Que sucede?” preguntó Altman.
“No quiero morir,” se lamentó.
“No vas a morir,” dijo Altman. “No te preocupes.”
“Hennessy y Dantec. Que sucedió con ellos? No se supone que estemos aquí abajo Altman. Puedo
sentirlo.”
Altman redujo la velocidad del batiscafo hasta que el descenso se hizo casi imperceptible. “Si
quieres regresar podemos hacerlo,” dijo Altman en un tono nivelado, intentando que Hendricks lo
viera a los ojos. “No voy a obligarte a hacer nada que no quieras hacer. Pero ya que estamos aquí,
deberíamos tomar las lecturas. No te molesta tomar las lecturas o sí?”
Hendricks respiro profundamente, parpadeo y pareció controlarse. “Si,” dijo. “Soy bueno con las
lecturas. Puedo hacer eso. Necesito algo que hacer.”
Dejo que Hendricks se mantuviese ocupado con la maquinaria mientras él continuaba
descendiendo la nave lentamente. Hendricks comenzó, tomándolas rápidamente, Altman
comprobaba su trabajo. La señal estaba ahí, mucho más fuerte a esta profundidad. Deberían
medirla otra vez a los dos mil metros al ir subiendo, pensó Altman—tal vez la señal se estaba
volviendo más fuerte.
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Entonces Hendricks intentó medirla otra vez. Esta vez no había nada; la señal había desaparecido.
Altman lo reviso personalmente para asegurarse.
El mismo resultado. Intentó otra vez y ahí estaba.
Así que Altman pensó, la señal estaba encendiéndose y apagándose, algunas veces estaba, otra
no. Tal vez era un problema con el transmisor, alguna irregularidad o circuito corrupto. O tal vez
era deliberado. Tal vez estaba enviándoles un mensaje.
Observe a Hendricks. Sería capaz de controlarse? Debería tratar de subirlo a la superficie tan
rápido como fuera posible?
“Bien Hendricks,” dijo Altman. “Estas son lecturas excelentes. Cambiemos nuestra estrategia un
momento. En lugar de intentar grabar el nivel sincronizadamente, tomemos un perfil diacrónico y
veamos si podemos descifrar que está haciendo el pulso durante un tiempo.”
“Markoff querría eso?” preguntó Hendricks.
“Creo que lo agradecería,” dijo Altman. “Creo que nos felicitaría por tomar la iniciativa.”
“Cuanto tiempo llevaría?” preguntó Hendricks.
Altman se encogió de hombros, manteniendo su cara totalmente neutral. “No mucho,” dijo.
Cuando Hendricks asintió, le mostro como recalibrar el dispositivo y comenzar a grabar. Altman
mantenía el batiscafo descendiendo, extremadamente lento ahora. Debajo de ellos, tal vez a unos
cincuenta metros, estaban los robots dragadores y los MROVs. La mayoría de ellos se habían
detenido, por lo que pudo ver, estaban en standby, esperando la próxima orden desde la
superficie. La señal no estaba llegando. Hizo una nota mental sobre sugerir que se agreguen
controles para los MROVs al batiscafo en lugar de hacerlo desde el complejo flotante.
Las maquinas que seguían trabajando habían limpiado un gran círculo del suelo oceánico,
limpiando el lodo y excavando a través de más roca. Habían comenzado a romperla y levantarla,
excavando lentamente para formar un túnel. Las maquinas del fondo estaban a unos doscientos
metros aproximadamente. Era difícil decirlo; el agua estaba oscura allí abajo, con partículas de
roca y lodo que salían despedidas por el trabajo. Estaban más profundos de lo que Altman
suponía; Markoff debe haber hecho que comenzaran a excavar mucho antes de que el complejo
estuviese en posición.
Descendió unos pocos metros dentro del cono que los MROVs habían cavado y se detuvo. Si
descendía mucho más corría el riesgo de ser golpeado por uno de los robots dragadores que
entraban y salían del hoyo. Decidió esperar hasta que pudiera controlar los dragadores y los
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MROVs desde el batiscafo y pudiera quitarlos del medio. Además, tenía que considerar a
Hendricks.
Giro hacia Hendricks. “Como estas?” preguntó
“Mi cabeza duele,” dijo Hendricks.
“Eso es normal,” dijo Altman, aunque no estaba totalmente seguro de que lo fuera. Su cabeza no
dolía, o por lo menos, no más de lo usual, y ya que la cabina estaba presurizada, su descenso no
debería haberlos afectado. “Es solo por la presión,” mintió. “Se pasara pronto.”
Hendricks asintió. “Oh, cierto,” dijo y dio una débil sonrisa. “Normal.” Y entonces observe la
ventanilla de observación. “Creo que mi padre está ahí afuera,” dijo, su voz llena de sorpresa.
Exaltado, Altman pregunto, “Que acabas de decir?”
“Mi padre,” Hendricks dijo otra vez. Saludo “Hola pa!”
Altman comenzó a subir el batiscafo, gentilmente, sin perder de vista a Hendricks en ningún
momento. “No,” dijo. “Lo siento Jason. No me parece que sea posible.”
Luego de un momento mirando a través del vidrio, Hendricks dio una leve risa.
“No, está bien,” dijo él. “Me lo explico ya. Esta muerto, así que la presión no puede dañarlo.”
“Si está muerto, no está ahí,” dijo Altman. “Si está muerto, no está en ningún lado.”
“Pero lo veo!” dijo Hendricks, empezando a sonar algo enojado. “Yo sé lo que veo!”
“Muy bien Hendricks,” dijo Altman, sonriendo y manteniendo el nivel de su voz. “Lo siento.”
Hendricks volvió a mirar la ventanilla de observación, hablando consigo mismo. Altman se arriesgó
a perderlo de vista y observar los controles. La señal pulsante había incrementado su intensidad
aproximadamente al mismo tiempo que Hendricks comenzó a ver a su padre. Se dijo a si mismo
que eso no tenía lógica, era solo una coincidencia, pero era difícil de creer. Giro otra vez y observo
los ojos de Hendricks, que miraban intensamente la ventanilla de observación, pero rápidamente
perdieron el enfoque. Chasqueo sus dedos frente a sus ojos.
“Hendricks,” dijo. “Mírame. Mira aquí.”
Hendricks lo hizo un momento y se detuvo, sus ojos volvieron a la ventanilla. Otra mirada: la señal
había aumentado otra vez, era incluso más fuerte que antes.
“Quiere entrar,” dijo Hendricks. “Hace frio ahí afuera. No te preocupes pá, te ayudare.”
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“No creo que sea una Buena idea,” dijo Altman.
Hendricks se levantó de su silla y se dirigió a la ventanilla de observación, golpeando su cabeza
contra el vidrio. Golpeo su cabeza contra él una y otra vez.
“Hendricks,” dijo Altman, agarrando su brazo. “No!”
Hendricks se sacó a Altman de encima y lo golpeó fuertemente en el rostro con su codo, haciendo
que cayera en su silla.
“Entra papa!” estaba gritando ahora. “Entra!”
Altman se levantó y se movió hacia el fondo de la cabina. Los controles, se dio cuenta, habían sido
golpeados en el forcejeo; estaban descendiendo otra vez, lentamente, y deseo poder detenerlo
antes de que chocaran contra un dragador. Hendricks estaba golpeando el vidrio con su puño
ahora, solo deteniéndose para intentar abrirla con la punta de sus dedos.
Altman busco frenéticamente un arma. No había nada, al menos que pudiese ver inmediatamente.
Busco en sus bolsillos, en su persona, nada.
Se inclinó hacia adelante, agachándose. Se estiro pasando la cintura de Hendricks y nivelo la
palanca, intentaba levantarla para que el batiscafo subiera cuando Hendricks grito y lo golpeo,
tirándolo al suelo.
“No lo toques!” gritaba.
Atontado, Altman miro la base de la consola. Va a matarme, se dio cuenta de golpe. Estaba
equivocado. Firme mi sentencia de muerte cuando le di luz verde. No quería morir. Debía haber un
arma en algún lado.
Lentamente, intentando no alertar a Hendricks, se arrastró de espaldas lejos de él. Una vez que
estuvo lo tan lejos como pudo, se sentó con su espalda sobre la pared y se quitó sus zapatos.
Los zapatos eran borsegos modificados, con el agregado de un sólido talón de acero, flexible y
desmontable. Se levantó, agarrando cada zapato golpeándolos suavemente. Si , pensó, esto
debería alcanzar.
“No vas a lograr que entre de esa manera,” dijo Altman. “Necesitas hacerlo pasar por la escotilla.”
Hendricks se detuvo, giro para mirarlo. “Pensé que no querías que entrara,” dijo sospechando.
“Estas bromeando?” dijo Altman. “Escuche que tu padre era un gran hombre.”
“Es un gran hombre,” dijo Hendricks y sonrió.
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“Bien,” dijo Altman. “Entonces que esperamos? Hagámoslo entrar.”
Hendricks se tambaleo hacia la escotilla, entonces se detuvo. “Espera un minuto,” dijo
lentamente. “Por qué estas sosteniendo tus zapatos?”
Oh, mierda, pensó Altman, pero intentó mantener la calma. “Son mis zapatos favoritos. Pensé en
dárselos a tu padre,” dijo.
La respuesta pareció satisfacer a Hendricks. Asintió una vez y giro hacia la escalera que daba a la
escotilla.
Tan pronto como toco los rieles de la escalera, Altman se abalanzo sobre él. Lo golpeo tan duro
como pudo en la nuca con el talón de acero de cada zapato. Hendricks se inclinó, comenzando a
girar. Altman lo golpeo otra vez y otra más. Se derrumbó y cayó de golpe.
“Lamento eso,” dijo Altman a su inconsciente amigo. “No se me ocurrió otra forma.”
Rápidamente le quito su camisa y remera. Las rompió para formar tiras y las enrosco para formar
sogas. Las uso para atar las manos de Hendricks detrás de su espalda y luego atarlas a sus piernas.
Se sentó y se puso sus zapatos nuevamente, examinando los controles. No había nada roto, al
menos que pudiese ver. Estaban flotando apenas sobre el agujero que las unidades robóticas
habían cavado, ligeramente a un costado. Probablemente habían sido movidos por una corriente
profunda.
Estaba a punto de iniciar el ascenso nuevamente cuando algo llamo su atención. Un extraño pez
nadando torpemente hacia la luz. Tenía una apariencia incompleta, no se parecía a los peces de
aspecto prehistórico que había visto hasta ahora en sus inmersiones sino al cuerpo de un pez que
estaba muerto y flotando cerca de la superficie unos pocos días atrás. Y aun así, parecía moverse
por su cuenta.
Había algo más que lo hacía raro. En lugar de un cuerpo largo y delgado como el de una serpiente
marina, o uno grueso y bulboso como el de un pez linterna, se veía como un largo pez que había
sido doblado al medio y pegado en sí mismo. La cabeza estaba cubierta por una ondulada y
translucida cortina de carne que se asemejaba bastante a una cola. En lugar de agallas, tenía lo
que parecían ser espinas de huesos ondulados por los costados. Mientras lo miraba otro pez se
acercó a la luz y el primero se abalanzo velozmente sobre él. El primer pez atrapo al otro entre sus
huesos y comenzó a despedazarlo hasta que el otro pez estaba muerto y mutilado. Intrigado,
Altman presiono un botón y filmo el final de la pelea y al pez mientras pasaba frente a ellos y hacia
la obscuridad.
Y entonces vio algo incluso más extraño. Aquí y allá, flotando en el agua, había lugares que
parecían ser planas y pálidas nubes rosas. Al principio pensó que eran rayas, pero no se
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diferenciaban de la manera que lo hacía una raya. Eran solo hojas brillantes y flotantes de algo. Tal
vez alguna rara especie de medusa?
Un hongo de algún tipo? Acerco el batiscafo para ver mejor. Cuando la nave lo toco, se desarmo
sobre el casco partiéndose, lentamente regenerándose luego de pasar. Un fragmento de esa cosa
se adhirió a la ventanilla de observación, atrapada en los bordes.
“Me lleva el Diablo,” dijo Altman.
Detrás suyo, Hendricks se quejó. Estaba atado, pero quien sabía cuánto aguantarían sus lazos?
Tenía que llegar rápidamente a la superficie. Apago el sistema de retención de lastre y apretó un
botón. El batiscafo comenzó a subir.
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Comenzó a transmitir un SOS automático a los 2,500 metros, pero recibió solamente estática.
Hendricks estaba comenzando a despertar. A los dos mil metros, había regresado a su balbuceo
histérico. Altman intento ignorarlo. A través de su auricular, Altman capto breves porciones de
algo que reconoció como una voz humana sumergida en un mar de estática. A los 1,700 metros,
era menos estática y más voz, pero Hendricks gritaba ahora, intentando liberarse de sus ataduras.
“Michael Altman, por favor responda,” finalmente escucho decir a la voz. “Michael Altman, me
copia?”
Apago la señal de SOS y conecto la comunicación en vivo. “Este es Altman,” dijo.
La otra voz comenzó a contestar y fue interrumpida de repente. La voz de Markoff se escuchó.
“Altman?” dijo. “Que carajos está pasando?”
“Hendricks se volvió loco,” dijo Altman. “Lo tengo amarrado. Ese es él gritando en el fondo.”
“Que sucedió?”
“Deme un minuto,” dijo Altman. Hendricks ya había aflojado demasiado sus ataduras. Se sacó otra
vez sus zapatos, se acercó lentamente a su lado. Altman? Decía la voz de Markoff en su oído. Estas
bien Altman? Golpeo a Hendricks fuerte en la nuca, dos veces, y dejo de moverse.
“Que fue ese sonido?” preguntó Markoff.
“Ese sonido era yo queriendo seguir con vida,” dijo Altman. Desarmo los nudos y lo ato
nuevamente. “Le diré más una vez que llegue a la superficie,” dijo. “Oh, y sería una buena idea
tener algunos guardias en la bahía de submarinos.”
Markoff había comenzado a hablar otra vez, pero Altman apago el transmisor. Comenzó a pensar.
No era probable que Hendricks se liberara. Mientras no se olvidara de él, todo estaría bien. Miraba
hacia afuera por la ventanilla de observación. El fragmento de la substancia rosa seguía en los
burletes de la ventanilla. Sabía que si Markoff lo veía, lo enviaría a analizar por los miembros de su
círculo íntimo y él, Altman, no volvería a saber de ello. Lo mismo con el video del extraño pez.
Saco el holopod de su bolsillo y lo conecto a la consola, entonces copio el video del pez. Tenía que
dejarlo en el sistema también. Markoff y sus secuaces sin duda serían capaces de decir si algo
había sido borrado, pero tal vez no sabrían si algo había sido copiado. Tenía que buscar algunas
respuestas por su cuenta.
El fragmento rosa era algo un poco más difícil. Pero un plan comenzó a formarse en su mente.
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Chequeo la señal pulsante en el monitor. Había desaparecido otra vez. Chequeo más atrás, en el
historial. Si el patrón continuaba, debía aumentar otra vez.
Lo que planeaba hacer era peligroso. No hay duda de que Ada le diría que no lo hiciera, que solo
lograría que lo mataran. Razón por la que nunca le diría sobre esto. Tal vez tenía razón, pero su
deseo por saber era demasiado grande. Redujo la velocidad del batiscafo al subir, intentando
sincronizar el momento en que la señal recuperara fuerza, Hendricks recuperara el conocimiento y
la nave entrara en la bahía de submarinos.
Hendricks gemía, sus ojos se movían, para el momento en que habían regresado. Altman se
arrodillo y desato los nudos que apresaban a Hendricks. Desato los nudos de las piernas, pero dejo
las manos atadas. Desenrollo una de las sogas y corto un cuadrado de tela, que guardo en su
bolsillo. Entonces ayudo a Hendricks a arrodillarse.
Era cruel pero no podía pensar en otro modo.
“Donde está tu padre Hendricks?” pregunto.
Los ojos del hombre se enfocaron brevemente y luego se movieron independientemente,
buscando en las esquinas.
“Hendricks,” dijo otra vez. Tenía que apresurarse. La bahía estaba casi vacía al nivel de la pasarela.
Pronto el agua seria completamente drenada y los guardias estarían ahí. “Donde está tu padre?”
Los ojos de Hendricks se enfocaron otra vez y esta vez se mantuvieron enfocados. “Mi padre,” dijo.
“Estaba justo ahí.”
“Lo dejamos allá abajo,” sugirió Altman. “Lo abandonamos. Tú lo abandonaste.”
Por un momento no hubo respuesta, entonces, abruptamente, Hendricks emitió un desgarrador
grito de dolor y golpeo el pecho de Altman con su cabeza. Dolió una inmensidad. Entonces se
abalanzo sobre Altman, babeando, intentando morder su rostro.
Altman puso sus manos detrás de sus hombros e intentaba desesperadamente apartarlo, mirando
al hombre mostrar sus dientes y sacudir su cabeza como un animal salvaje. Pero era demasiado
pesado y presionaba muy duro hacia abajo, sus dientes se acercaban más y más al rostro de
Altman. Él gritaba y lo empujaba tanto como podía, genuinamente aterrado ahora, intentando
sacárselo de encima pero sin éxito
Justo cuando no podía detenerlo más, la escotilla del batiscafo se abrió y un guardia entro
rodeando el cuello de Hendricks con su brazo. Altman retrocedió intentando escapar, esquivando
un segundo guardia que acababa de entrar y subiendo rápidamente la escalera. Había un grupo de
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guardias alrededor de la escotilla, apuntando sus armas hacia él cuando salió. Empujo a uno de
ellos y, tambaleándose, giro sobre la curva del batiscafo, no sobre la pasarela, sino en el agua.
Solo tenía unos pocos segundos. Aguantando su respiración, nado torpemente hacia la ventanilla
de observación, sacando el cuadrado de tela de su bolsillo y usándolo para recolectar el fragmento
de tejido rosa. A través de la ventanilla pudo ver a Hendricks resistiéndose contra los dos guardias
que lo tenían reducido en el suelo. Enrolló el fragmento de tela y lo guardo tan profundo en su
bolsillo como pudo y regreso a la superficie.
Comenzó a gritar a todo pulmón, inmediatamente había manos ayudándolo, subiéndolo a la
pasarela fuera del agua. Alguien lo envolvió con una manta.
“No maten a Hendricks!” se escuchó decir a sí mismo. “No sabe lo que hace!” y entonces lo
arrastraron fuera.
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Lo dejaron secarse en su cuarto y buscar ropa seca. Logro sacar el retaso de su bolsillo y meterlo
en una botella de agua vacía. La guardo en su cajón y luego dejo que los hombres lo guiaran fuera.
Se desnudó y tomo una ducha. Cuando termino de sacarse la ropa vio que había desaparecido.
Cuando le pregunto a los guardias por ella, no le respondieron.
Se vistió mientras los guardias lo observaban. Cuando termino, abrieron la puerta y le ordenaron
salir.
“Dónde vamos?” pregunto.
“A reportarte,” dijo uno.
Unos minutos más tarde, estaba en el puente de comando. Tan pronto como entro, el resto de las
personas dentro de la habitación comenzaron a apartarse. Al final solo Markoff quedaba.
“Bien,” dijo Markoff. “Escuchémoslo. Dime todo.”
Le dijo casi todo. Menciono al extraño pez, sabiendo que Markoff lo vería en el video de todas
maneras. Le dijo sobre el tejido rosa, pero oculto la muestra que había recuperado. Le dijo sobre
los problemas con los MROVs, que no estaban recibiendo sus comandos o fallaban de alguna otra
forma. Describió el progreso que habían logrado. Markoff solo asentía.
“Que sucedió con Hendricks?” pregunto.
“Como esta él?”
Markoff se encogió de hombros. “Delirando,” dijo. “Están llenándolo de algo para calmarlo. Sigue
hablando sobre su padre.”
“Hacia eso allá abajo,” dijo Altman. “Pensó que vio a su padre fuera del batiscafo. Quería dejarlo
entrar.” Dio una risa tímida. “Yo, obviamente, me opuse a eso.”
“Pensé que Stevens había dicho que estaba bien de salud,” dijo Markoff.
“Lo hizo,” dijo Altman. “No había razones para pensar lo contrario. Pensé que estaba bien durante
la mayor parte del camino. Era un amigo. Lamento que le haya pasado esto.”
“Era inestable.”
“No,” dijo Altman. “Creo que hay algo más que eso.”
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Conto a Markoff toda la historia, solo mintiendo en el final, sugiriendo que fue Hendricks quien se
liberó de sus ataduras.
“Hicimos un seguimiento diacrónico de la señal pulsante,” dijo Altman. “Lo extraño es que parecía
corresponderse con el decaimiento mental de Hendricks. Cuando la señal era más fuerte, él
comenzó a ver cosas, se volvió paranoico y violento. Cuando era más débil, parecía ser normal.
Creo que la señal lo cambio.”
Markoff lo miro por un largo tiempo. “No parece ser posible,” dijo finalmente.
“Sé que no lo es,” dijo Altman. “Pero se correlacionaba perfectamente. Creo que la señal hace algo
con el cerebro humano.”
“Por qué no hizo lo mismo contigo entonces?”
“Quién sabe?” dijo Altman. “Tal vez puedo resistirlo por alguna razón. O tal vez haya hecho cosas
que aún no he notado.”
“Que crees que es?” Markoff pregunto otra vez, igual que había preguntado hacía semanas en la
cocina de Altman.
“No lo sé,” dijo Altman. “No lo he visto aún. Pero puedo decirle algo: realmente hizo que cagara
mis pantalones.”
Ambos se mantuvieron en silencio por un tiempo, perdidos en sus pensamientos. Finalmente
Markoff levanto la mirada.
“Tendrás que descender otra vez,” dijo.
“Ahora?”
“Pronto. Necesitamos agregar algún equipo a la consola para que puedas controlar los MROVs.”
“Es gracioso,” dijo Altman.
“Que es gracioso?”
“Iba a sugerir que hiciéramos eso,” dijo. “Agregar algo a la consola.”
Markoff lo miro intrigado. “Lo sugeriste,” dijo. “Fue una de las primeras cosas que nos dijiste. No
lo recuerdas? Estas bien?”
Debo haber estado más alterado de lo que imaginaba, pensó Altman. Pensó sobre como contestar
a Markoff, rápidamente decidió que la mejor estrategia era ignorarlo.
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“Mientras no sea con Hendricks, no tengo problemas. No me molestaría ir solo.”
“Solo no,” dijo Markoff. “Quiero que intentes unos cuantos viajes profundos, probaremos con
alguien distinto cada vez.”
“Como sabré si no van a reaccionar como lo hizo Hendricks? Tuve suerte con él. Tal vez no tenga
tanta suerte la próxima.”
“Te has vuelto más importante de lo que esperaba,” dijo Markoff. “Sabes cómo pilotar el batiscafo
y tomar las medidas necesarias. Lo que significa que cuento contigo. Te necesito para esto.”
“Y a cambio?”
Markoff le dio una mirada a nivel. “Nada de ‘y a cambio.’ Lo harás.”
“Es una amenaza?” preguntó Altman.
“Cuando te amenace lo sabrás.”
Altman cerró sus ojos. Si no era una amenaza no estaba lejos de serlo. Pero sabía que realmente
no tenía opción.
“Bien,” dijo. “Pero quiero un arma con tranquilizantes por si acaso. Y que quien sea que baje
conmigo este atado a su silla.”
“De acuerdo,” dijo Markoff. Se levantó y dio a Altman un buen apretón de manos. “Gracias por tu
cooperación. Estaré en contacto.”
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Hendricks despertó en un extraño lugar, una especie de instalación médica. Lo último que podía
recordar era estar dentro del batiscafo. Él y Altman estaban descendiendo, y entonces su cabeza
comenzó a doler mucho, apenas podía soportarlo. Luego de eso se sintió como un sueño. Hubo
algún tipo de problema. Recordaba a Altman hablándole calmadamente, recordaba tomar
lecturas, pero también recordaba estar en el suelo. Debe haberse caído. Tal vez golpearon contra
algo.
Se sentía atontado. Partes de su cuerpo estaban entumecidas, y partes de su cerebro se sentían
como si hubiesen sido arrancadas. Había una manguera entrando a su brazo. Tal vez estaban
experimentando con él.
Miro a su alrededor. Era el único en el lugar.
Se movió furtivamente fuera de la cama, arrancando la manguera de su brazo y sacando la aguja.
Lo tiro, lo dejo goteando al lado de la cama, y se tambaleo hasta la puerta.
Estaba cerrada. Se quedó ahí, mirando el picaporte.
Luego de un momento escucho el sonido de pasos en el pasillo afuera. Se apresuró a subirse a la
cama y entrecerró sus ojos. Pudo ver la puerta abriéndose. Una mujer entro, vestida de blanco,
llevaba una holopantalla. Camino derecho hacia su cama. En su mente se imaginó corriendo a
través de la puerta hasta el final del pasillo, pero su cuerpo no se movía.
“Hola,” dijo la mujer. “Como nos sentimos hoy?”
Él no dijo nada, aun pretendiendo dormir.
“Oh, cielos. Arrancaste tu IV otra vez,” dijo ella. “No podemos permitir eso o sí?”
Se incline para buscar la terminación de la manguera. Este fue el momento en que su cuerpo
decidió moverse y agarrarla de la muñeca. Cierto, estaba en su cuerpo, mirando a través de sus
ojos, pero estaba haciendo cosas que él no le ordenaba hacer. No estaba en control, lo que
significaba que había alguien más dentro suyo.
Tan pronto como pensó eso, se sintió como si todo estuviese pasando a una pequeña distancia,
como si se hubiese hundido un poco más dentro de su cuerpo, como si nunca más fuese a estar en
control de su cuerpo. Y aun así podía sentirlo todo. Vio su mano agarrando a la enfermera y
tirándola sobre él como si fuese una muñeca. Sintió su mandíbula abriéndose y los dientes
hundiéndose en el cuello de la enfermera, y luego una serie de sonidos húmedos al abrirse el
cuello y la cálida sangre derramada a través de su barbilla hasta su propio cuello.
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Su muñeca, la que el sostenía, estaba rota, aplastada y el brazo que al que estaba pegada ya no
estaba en su lugar.
Ella intentaba respirar, pero había un hoyo en su tracto respiratorio y todo lo que salía era un
silbido y una nube de sangre. Su cara estaba justo encima de él, sus ojos aterrorizados por un
momento pero casi inmediatamente se desorbitaron y ella perdió la conciencia.
Unos segundos después, luego de que su cuerpo hubiese hecho algunas cosas más, estaba seguro
de que ella había muerto. Si le pedían que describiera exactamente como había pasado, no
hubiese sido capaz de decirlo, aunque estaba casi seguro de que él había tenido algo que ver en
ello. O no él exactamente: su cuerpo. En un momento ella estaba viva, aunque fuera apenas, y
luego hubo una horrible distorsión de cosas pasando. Cuando se detuvieron. Ella estaba muerta.
Camino suavemente hacia la puerta y la probo. Aún estaba cerrada. Como era posible? Ella había
pasado, no es cierto?
Debe haber tenido una llave. Se acercó al cuerpo buscando sus bolsillos. Pero no pudo encontrar
ningún bolsillo. Estaba hecho un total desastre. Revisando los restos de carne y ropa con sus
manos cubiertas de sangre, finalmente encontró algo duro que no era un hueso.
Acababa de levantarse, con la sangrienta llave en su mano, cuando se dio cuenta de que no estaba
solo en el cuarto. Había una figura ahí, en las sombras de la última cama.
“Quién es?” dijo.
No me reconoces? Dijo una voz.
Se acercó un poco, entonces un poco más. Era como si la persona estuviese ahí y no lo estuviese al
mismo tiempo. Y de repente sintió un penetrante dolor en su cabeza. Retrocedió. Cuando miro
hacia arriba otra vez, supo quién era.
“Papá,” dijo.
Es bueno verte Jason, dijo. Ven siéntate. Quiero hablar seriamente contigo.
“Sobre qué pá?”
Pero su padre no estaba donde creía que estaba. Giro y lo encontró en otra cama. Estamos
fallando Jason, dijo su padre. Deberían dejar esa cosa allá abajo donde la encontraron. La
Convergencia no es lo único que importa.
“Convergencia?” pregunto Hendricks, entonces tuvo que buscar frenéticamente por su padre,
quien de alguna manera se había movido otra vez.
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Quieren que todos nos volvamos uno hijo. Dio una sonrisa llena de pena, sacudiendo su cabeza.
Puedes imaginarlo? Dijo.
“Quien quiere eso pá?”
Tenemos que ser muy cuidadosos o no quedara nada de nosotros.
Entonces su padre sonrió. Era una sonrisa hermosa, igual a la que solía darle a Jason cuando era
más joven, de solo unos años de edad. Jason había olvidado esa sonrisa, pero ahora todo
regresaba a él.
Diles Jason, dijo. Diles a todos.
“Lo hare pá,” susurro. “Lo hare.”
Había un ruido detrás de él, pero no quería perder de vista la cara de su padre. Si lo hacía, temía
que nunca más lo encontraría. Entonces escucho un grito. Lo ignore tanto como pudo, pero era
muy poderoso. Giro y se movió hacia él.
Hubo un rugido y un flash y de repente estaba en suelo, mirando hacia el techo. Debería
levantarme y decirles, pensó, pero cuando intento hacerlo, no podía moverse. Solo me quedare
aquí, pensó. “Papá?” susurro, pero no había respuesta.
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“Puedo tener una copia de esto?” preguntó el ictiólogo, mirando el video.
Altman se encogió de hombros. “Seguro,” dijo. “Que piensas?”
“Nunca había visto nada parecido,” dijo. “Esas extrañas proyecciones óseas, no tengo ningún
precedente sobre eso. Podría haber descubierto una nueva especie. O tal vez el resultado de
alguna especie de mutación. Puedo preguntar, ver si alguien vio algo similar, yo nunca lo vi.
“Entonces, es inusual.”
“Muy inusual.”
“Bien?” preguntó Altman. Estaba en el laboratorio de Skud, la botella de agua con él. El tejido
Rosado había sido extraído y colocado en un tubo de especímenes.
De esto, Skud había tomado una pequeña muestra y corría una prueba genética.
“Es extraño,” dijo Skud. “Es tejido.”
“Qué clase de tejido?”
“Tejido vivo,” dijo Skud. “Como carne. Alguna vez estuvo vivo. Pero tiene un perfil genético muy
inusual.”
“Entonces es piel que ha sido arrancada de algo?”
“No creo que sea así,” dijo Skud. “Creo que estuvo vivo hasta no hace mucho. Estaba vivo cuando
lo encontraste. Tal vez estuvo vivo incluso cuando lo guardaste en la botella.”
“Eso no puede ser,” dijo Altman. “Cuando lo encontré era igual a esto, solo que en grandes hojas.
No podía estar con vida.”
“Si,” dijo Skud. “Es un organismo muy simple. No sé qué es. No tiene cerebro ni miembros y estaba
hecho de casi nada. Pero estaba, técnicamente, vivo.”
Altman sacudió su cabeza.
“Eres un escéptico por lo que veo,” dijo Skud. “puedo probarlo con un experimento muy simple.”
Saco un platillo de muestras, dejando el tejido rosado sobre la mesa. Tomo una batería con un par
de cables, los toco entre ellos provocando chispas y luego toco el tejido con ellos. Inmediatamente
el tejido se movió.
“Lo ves,” dijo Skud orgulloso. “Vivo.”
162
“No,” dijo Ada. “Es morboso.”
“No es morboso,” dijo Altman. “Solo estoy estableciendo los hechos. Esto es solo anecdótico, pero
aún podría significar algo.”
Ella giro sus ojos.
“Solo escucha,” dijo Altman. “Solo escúchame y dame una mano.” Levanto un dedo. “Tú fuiste
quien inicio esto en el pueblo. Solo voy a darte el mismo discurso que me diste a mí, más o menos.
Casi todo aquel con quien he hablado en esta nave, tiene dolor de cabeza. Incluso si no lo han
dicho en voz alta, los he visto apretando sus cabezas. Eso no es normal.”
“Solo es anecdótico,” dijo Ada. “No es científico.”
“Ya dije eso,” dijo Altman.
“Podría ser un escape de gas,” dijo Ada, “o un problema con el sistema de ventilación.”
“Podría ser,” dijo Altman, “pero la mayoría de esas personas ya tenían dolores de cabeza mucho
antes. Han estado sintiéndolo desde que la señal se transmitió por primera vez.”
Levanto un Segundo dedo. “Insomnio,” dijo. “He preguntado a varios sobre esto. Showalter lo
tiene. Yo a veces también. El científico alemán también. Escuche a dos guardias fuera del comando
central quejándose de eso y más tarde escuche a otros tres en el domo central. Tú los tuviste
también?”
“No,” dijo Ada. “Pero he tenido sueños raros.”
“Esa es otra cosa de la que habla la gente,” dijo Altman, levantando otro dedo. “Extraños y vividos
sueños. Los tengo también, mucha gente los tiene. Y entonces llegamos a los casos más
extremos.” Levanto otros dos dedos. “Ataques,” dijo, sacudiendo uno. “y suicidios.” Sacudiendo el
otro. “No es científico, lo admito,” dijo. “pero solo hablamos unos pocos minutos y ya me quede
sin dedos. Nunca estuve en un lugar donde se viera tanto de lo mismo.”
“Escuche que Wenbo se volvió loco,” dijo Ada. “Intento estrangular a uno de los hombres de
Markoff.”
“Escuche lo mismo,” dijo Altman. “Algo similar sucedió con Claerbout y Dawson. Y Lumley apuñalo
a Ewing y luego pinto un grupo de extraños símbolos en las paredes con su propia mierda. Y quien
sabe cuántas cosas no hemos escuchado, lo que encubren.”
Ada tembló un Segundo. “Y pobre Trostle,” dijo ella. “Siempre pareció ser estable.”
“Suicidios e intentos de suicidio. No te olvides de Press.”
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“Frank Press? Intento suicidarse?”
“No solo lo intento, lo logro. Debe haber otros tres o cuatro nombres más en la lista. No te parece
anormal? Quiero decir hay solo doscientos o trescientos a bordo. Eso pondría el índice de suicidios
sobre el 2%. Eso no puede ser normal, o si?”
Ada sacudió su cabeza.
“No es científico,” dijo Altman moviendo sus dedos. “Pero aún no me gusta lo que me dice.
Pregunta por ahí. Ve si me equivoco. Ruego a Dios estar equivocado.”
Unas horas después, Markoff apareció en su puerta. Tenía una pistola de tranquilizantes en su
mano. Se veía como una pistola normal, solo que tenía un barril más grande y grueso, con un
cartucho cuadrado cerca del extremo.
“Alguna vez utilizaste una de estas?” pregunto.
Altman sacudió su cabeza.
Abrió el cartucho. “Los dardos van aquí,” dijo. “El cartucho entra y sale. Hay cartuchos de CO2 en
la culata, pero no necesitas preocuparte por reemplazarlos; nosotros nos haremos cargo de eso.
Tiras de esto hacia atrás,” dijo, girando una palanca en el costado del arma, “Y quitas el seguro. Es
fácil de disparar. Mientras esa palanca este hacia atrás, disparara. Apunta a un área carnosa.”
“No atravesaran la ropa?”
“No dije eso,” dijo Markoff. “Atravesara la ropa, pero la ropa incrementa las chances de que algo
salga mal. Apunta a la carne. O, si no tienes mucha puntería, solo intenta apoyar el arma contra el
pecho antes de disparar.”
Entrego el arma a Altman, quien la sostuvo incómodamente.
“El dardo contiene un fuerte sedante. Tomará algunos segundos en hacer efecto,” dijo Markoff.
Lastimara al entrar, pero no será suficiente para demorar lo suficientemente rápido a un
maniático. Estas seguro de que no quieres un arma real?”
Altman sacudió su cabeza.
“Partes en quince minutos,” dijo Markoff.
Apresuradamente busco a Ada y le conto lo que estaba pasando..
“No quiero que bajes ahí otra vez,” dijo ella.
“No tiene efecto sobre mí.” La beso otra vez. “Además, no tengo opción.”
164
“Pero luego de lo que paso con Hendricks…”
“Maneje esa situación bien, no es cierto? Aún estamos en una pieza, no es así?”
Ella cubrió su boca con una mano. “No te enteraste?” dijo ella.
“Enterarme de que?”
“Hendricks está muerto. Mato a una enfermera, la despedazo. Tuvieron que dispararle.”
Atontado, colapso en la cama. No confiaba en sí mismo lo suficiente para hablar. Incluso más que
con Moresby, esto era su culpa. Tal vez si hubiese vuelto cuando Hendricks quiso hacerlo por
primera vez, esto no hubiese pasado. Cuantas muertes estarían en su conciencia antes de que esto
terminara?
Ada estaba sentada junto a él, acariciando su frente. “Lo siento,” dijo ella. “Lo siento.” Y entonces,
“Michael, no vayas.”
El sacudió su cabeza. “Tengo que ir,” contestó. “No tengo opción.” Alejándose de ella, se bajó de la
cama y camino pesadamente hacia la bahía de submarinos
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PARTE CINCO
COLAPSO
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41
Tuvo que hacer dos viajes y usar el arma tranquilizante una vez. En el primero reprogramo los
MROVs, cambiándolos a control robótico automático, y la excavación progreso a un paso increíble,
pero tuvo que tranquilizar al técnico que lo acompaño antes de que llegaran a la superficie.
El hombre le dio una Buena cantidad de advertencias, volviéndose más y más irritable hasta que
finalmente perdió la cabeza. Espero a estar realmente seguro de que era violento para dispararle,
y como resultado, casi espera demasiado. De hecho, el hombre intentaba ahorcarlo mientras el
tranquilizante hacia efecto y sus manos lentamente se relajaron y colapso.
El Segundo viaje, extrañamente, fue con Stevens, el psicólogo, quien aplico electrodos en la cabeza
de Altman y en sus dos manos, tomando lecturas de los cambios en sus ondas cerebrales mientras
descendían.
“Así que supongo que Markoff está de acuerdo conmigo en que los problemas mentales de
Hendricks pueden haber sido causados por la señal,” pregunto Altman.
Stevens sonrió. “Como puedo saber en qué piensa Markoff Sr. Altman?” contesto.
Altman se mantuvo listo todo el tiempo, con una mano en la pistola, pero al igual que él, Stevens
no pareció sufrir de ningún efecto adverso. Solo se quedó observando su equipo y a Altman de
tiempo en tiempo y sonriendo.
“Aprendió algo?” preguntó Altman.
“Si, lo hice,” dijo Stevens. “Pero aprendería más si alguno de nosotros sufriera un ataque. No creo
que quiera hacerlo, o si?”
Altman sacudió su cabeza.
“No creí que lo hiciera,” dijo Stevens. “Tal vez la próxima entonces.”
El siguiente viaje consistió de él mismo y un jovial ingeniero llamado David Kimball, descendiendo
para recuperar el batiscafo taladro, aunque Altman no había sido informado de eso hasta que
estaban en camino.
“Sera simple,” dijo Kimball, tocando una gran maquina cromada que había sido atornillada a la
consola solo para este viaje. “Es cuestión de unos pocos minutos. Todo lo que debemos hacer es
dirigir un pulso eléctrica hacia el batiscafo.”
“Que hará eso?” preguntó Altman.
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“Liberara las cargas de las alas de lastre,” dijo Kimball. “Esto hará que el lastre sea expulsado.
Luego de eso el batiscafo subirá por su cuenta.”
“Suena lo suficientemente fácil para que un robot lo hiciera,” dijo Altman.
“Un robot podría hacerlo,” dijo Kimball. “Pero Markoff pensó que sería mejor que nosotros lo
hiciéramos.”
“Por qué?” preguntó Altman.
“No lo sé,” dijo Kimball. “No lo dijo.”
En caso de que algo salga mal, agrego Altman en su cabeza.
Cuando llegaron al suelo oceánico, continuaron moviéndose hacia el cono invertido que los robots
excavadores habían creado. Habiendo completado sus tareas, las unidades ahora permanecían
inmóviles, extrañas estatuas en la obscuridad. El batiscafo descendió, el cono se achicaba
lentamente sobre ellos.
Aumento la intensidad de las luces y encendió las videocámaras. Altman miro por sobre su
hombro a Kimball. Parecía estar bien, aunque algo distraído, apenas nervioso. Nada de qué
preocuparse aún, aunque Altman, solo para asegurarse, chequeo que el arma estuviese cargada y
lista.
“Haz estado aquí abajo antes?” preguntó Kimball.
Altman asintió. “Nada de qué preocuparse,” dijo.
“Me mostraron el video,” dijo. “Haz visto eso?”
“Si,” dijo Altman.
“Yo no tenía idea,” dijo Kimball. “Crees que sea tan malo como se veía?”
“Seh,” dijo Altman.
Se quedaron en silencio. Debajo, podían ver algo, una vaga forma que lentamente se hacía más
clara.
Era una enorme estructura, dos pilares unidos que se retorcían entre ellos y elevándose a una
punta. Parecía estar hecho de piedra, pero no había dudas en la cabeza de Altman de que era algo
fabricado en lugar de un fenómeno natural. Acercarse solo lo confirmo; estaba cubierto de
símbolos, extraños jeroglíficos diferentes a cualquier cosa que hubiese visto antes. Cubrían cada
centímetro del objeto, desde la gruesa base, alrededor de todo el cuerpo y hasta la cima de los dos
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cuernos de la cosa. Era masivo y daba la impresión de ser muy antiguo. Al mismo tiempo hermoso
y vagamente amenazante, era completamente alienígena. De no serlo, Altman lo supo de
inmediato al verlo, había sido fabricado por manos humanas. Porque había sido construido, y
cómo? La piedra no mostraba roturas o rajaduras o uniones, era una única y gigantesca pieza. Y la
forma: le recordaba algo. Pero que era?
Y repentinamente lo supo. “La Cola del Diablo,” susurro Altman.
“Santo Dios,” dijo Kimball, con respeto en su voz.
Los símbolos eran luminiscentes o captaban la luz del batiscafo de una forma muy particular.
Chequeo los displays. La señal pulsante no estaba siendo captada por el momento. Probablemente
algo bueno, pensó.
“Crees que sea seguro acercarse?” preguntó Kimball.
“Que es?” se preguntó Altman en voz alta. “Quien lo hizo?”
Movió el batiscafo lentamente justo sobre el objeto, filmándolo desde todos los ángulos. Era la
cosa más impresionante que haya visto. Entonces aumento el zoom de la cámara para grabar
algunos de los símbolos. Hubiese seguido haciéndolo, pero los nervios de Kimball aumentaban.
“Esto me está asustando mucho. Saquemos el otro submarino y larguémonos de aquí,” dijo.
Ahí estaba, hundido en la base del artefacto. Altman descendió un poco más para acercarse lo más
posible e ilumino la ventanilla de observación. Incluso desde esa distancia, el interior de la cabina
era una pesadilla—sangre desparramada sobre las ventanas y paredes, formando raros patrones.
Movió las luces rápidamente, antes de que Kimball pudiera ver bien. Movió las luces a lo largo del
costado de la nave, buscando señales de daño, pero los sellos parecían estar intactos. En teoría,
debería subir, aunque fuera lentamente.
“Listo?” preguntó a Kimball.
“Listo,” respondió.
Altman se movió hasta que no hubo riesgo de golpear el Marker y envió el pulso eléctrico. Golpeo
el batiscafo taladro de lleno, un leve brillo eléctrico se dispersó a lo largo del casco. Entonces el
lastre comenzó a caer, las tablas de plomo se hundían en el material depositado en el fondo,
provocando una nube de partículas. Lentamente comenzó a subir. Lo vio venir, pasando a apenas
una docena de metros lejos de ellos, y dirigirse hacia arriba. Se detuvo un Segundo y un brazo
extendido los siguió, rodando a través de la ventanilla de observación. Listo o no, pensó y ellos en
su propio batiscafo lo siguieron hacia la superficie.
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Esto se está volviendo un habito, pensó Altman, cuidadosamente aflojando el fragmento de roca
del recolector de muestras. Nadie parecía notarlo. Todos estaban muy preocupados con el interior
del batiscafo en sí mismo, la cantidad de sangre dentro, los cuerpos dañados, podridos. Markoff
rápidamente hizo que pusieran el área en cuarentena, pero no antes de que Altman hubiese
escapado con la muestra.
Ahora la llevo a su dormitorio para examinarla. Estaba seguro de que era una porción el artefacto
mismo. Aparentemente era una roca ordinaria, pero una que no podía identificar. El fragmento
que sostenía tenía una pequeña porción dentada, tenía algo que había sido grabado o quemado
en la roca. Pero era una muestra muy pequeña para tener una idea clara de que se trataba.
Deslizándose durante la noche en un laboratorio cerrado, corrió algunas pruebas en ella. La
substancia era algo similar al granito, pero más dura, casi tan dura como el corundumio. Una cara
era lisa; podía ver donde el resto había sido cortado, estaba sorprendido de que el cortador no se
hubiese quemado. Dentro de la roca encontró venas de minerales que encontró demasiado
regulares para ser naturales. Pero si no eran naturales, Que eran? Al final, confundido, decidió
asumir que eran formaciones naturales: no había tecnología que él conociera que permitiera a
alguien manipular roca solida de esa manera.
· · ·
170
Lo que sea que haya pasado con los otros en el batiscafo, lo que Markoff hubiese sido capaz de
determinar, Altman nunca supo. Una vez en cuarentena, el batiscafo desapareció para nunca más
ser visto. No había duda de que Markoff hizo que su cirulo íntimo lo analizara hasta la muerte.
Altman estaba ansioso por ver el resto del video de Hennessy, pero su pedido a Markoff fue
contestado con silencio.
Ahora que el batiscafo estaba arriba, el complejo flotante estaba frenético con los preparativos
para izar el artefacto mismo. Era imposible tener una conversación que no terminara refiriéndose
al monolito que descansaba al fondo del cráter, y todos se veían al mismo tiempo excitados e
increíblemente nerviosos. Sea lo que fuere que se encontraba allá abajo, podía cambiarlo todo y
ellos serían los primeros en entrar en contacto con él. La señal había regresado, pero parecía
transmitirse de manera diferente ahora, encendiéndose y apagándose, en ráfagas semi regulares.
Algunos investigadores especulaban con que se trataba de una señal de ayuda., aunque quien o
que necesitaba ayuda, nadie se atrevía a adivinar. Tal vez era el resultado de una pieza de equipo
defectuosa, el artefacto mismo fallando o rompiéndose. Era, después de todo, muy muy antiguo. Y
muchos creían, Altman entre ellos, que era demasiado antiguo como para ser fabricado por
humanos, que el artefacto era clara prueba de vida alienígena.
“Si lo hubiese visto,” le dijo a Markoff en su reporte, “estaría de acuerdo conmigo. No hay nada
humano en eso.”
La señal pulsante ahora interfería con radios y videos, creando olas de estática en la comunicación
y distorsionando imagines. A menudo, cuando descendía en el batiscafo, Altman quedaba fuera de
contacto rápidamente debido a la interferencia, y permanecía fuera de contacto por la mayor
parte de la inmersión. Estaba pilotando descensos diarios, con varios miembros del círculo íntimo
de Markoff, de los que ninguno presento señales de locura. Cuestionaba a quien sea que fuera con
él, intentando averiguar lo más que podía. En su mayoría mantenían la boca cerrada, pero cada
tanto dejaban escapar algo.
Un científico lo llamo desde un laboratorio cuando lo vio pasar por el pasillo y, pensando que era
alguien más al principio, comenzó a preguntarle sobre un mecanismo de grúa. Era realmente
suficiente? Levantaría esa cosa? Qué hay del cable? Qué tipo de cable necesitarían para algo así?
Altman le siguió la corriente cuanto pudo, pero finalmente tuvo que admitir que no sabía de qué le
estaba hablando.
“No eres Perkins?” preguntó el científico.
Altman sacudió su cabeza.
“No importa,” dijo el cuentico, retirándose rápidamente hacia su laboratorio. “Olvida lo que dije.”
171
Showalter, también, estaba casi tan apartado de todo como Altman, aunque sabía que los
geofísicos estaban siendo consultados de alguna manera.
“Siempre son porciones y pedacitos,” confeso Showalter a Altman en una charla entre susurros
durante un café. “Creen que si me dan solo una porción, no seré capaz de darme cuenta. Eso sería
cierto si fuesen solo ellos, pero sus colegas también me consultan a veces. Sé más de lo que todos
creen.”
“¿Y?” preguntó Altman.
“Creo que estamos muy cerca de extraerlo,” dijo Showalter. “Casi todos los problemas teóricos
han sido resueltos. Unas pocas pruebas más y será cosa de esperar el día.”
Ada había hecho amigos dentro del equipo médico, incluso los ayudaba informalmente cuando la
necesitaban. Y la necesitaban más y más. En el complejo flotante, Ada le dijo, los reportes de
investigadores y soldados sufriendo de insomnio estaban en aumento.
“De acuerdo con el Dr. Merck,” dijo ella, “nunca había visto nada parecido. Incidentes violentos de
todo tipo están aumentando, casi el doble de los presentados hace un mes. El índice de suicidios
esta por las nubes y el de ataque también ha aumentado considerablemente.”
“Es un momento tenso,” dijo Altman, jugando a ser abogado del Diablo, el rol que Ada
normalmente cumplía. “Tal vez eso es todo.”
“No, tu tenías razón. Es más que eso,” dijo Ada. “Incluso Merck lo cree. Hay señas de paranoia
generalizada, gente teniendo visiones de parientes muertos, y más y más gente habla en un
estado de trance sobre ‘Convergencia’, sin ser realmente capaces de explicar que querían decir
una vez que recuperaban la conciencia. Todos están al borde de la paranoia o el pánico. Maldita
sea, lograste que pensara como tú.”
Altman asintió. “Entonces mi inquisición no científica tenía razón,” dijo. “Todos están al límite.
Algo está pasando.”
“Que crees que significa?” pregunto Ada.
“Qué significa?” dijo Altman. “Si me preguntas a mí, significa que estamos jodidos.”
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43
Altman descendía otra vez más, esta vez con un investigador de nombre Torquato, alguien del
círculo íntimo de Markoff. Tenía con él una simple caja negra, casera, con solo una sola perilla y un
indicador de aguja. Era tecnología tan antigua que tranquilamente podía haber sido creada en el
siglo 20. Al ir descendiendo, Altman intento conversar para pasar el tiempo.
“Tú que eres,” pregunto, “algún tipo de científico?”
Torquato se encogió de hombros. “Podrías llamarlo así,” dijo.
“Geofísica?” preguntó Altman. Geología? Vulcanología? Algo más teórico?”
“Es difícil de explicar,” dijo Torquato, “y no muy interesante.”
Pero Altman estaba interesado. Estaba descendiendo al corazón del cráter con un hombre que
estaba siendo deliberadamente vago en sus respuestas. Algo estaba pasando.
“Entonces, que te trae aquí abajo hoy?” pregunto, intentando sonar casual.
“Algunas medidas?” dijo Torquato.
“De que trata la caja?” preguntó Altman.
“Esto?” respondió Torquato, presionando la caja con su pulgar. “Oh, no es nada.”
Algunas preguntas más y Altman se dio por vencido. Descendieron en silencio hacia el artefacto y
mantuvieron su posición sobre él. Las unidades robóticas habían cavado por debajo de la base y
estaban en el proceso de atarlo, la red que utilizaban estaba atada a una serie de cables que
eventualmente serian enganchados a cables más Fuertes en el buque. El artefacto seria elevado,
con la ayuda de la naciente tecnología kinetica. Seria asegurado y entonces ingresado al complejo
flotante a través de las compuertas inferiores.
Detrás de él, Torquato giro la única perilla de la caja en sentido contra reloj. La aguja
inmediatamente cobro vida, iniciando un movimiento rítmico y regular sobre su gráfica. Torquato
gruño, anotando algo en su holopod.
“Que pasa?” preguntó Altman.
“Hmm?” dijo Torquato. “Dijo algo?”
Cuando Altman comenzó a repetir la pregunta, Torquato lo interrumpió. “Baje el batiscafo un poco
más,” dijo.
“Cuanto más?”
173
“A mitad de camino entre la base del objeto y su punta,” dijo.
Cuidadosamente, Altman descendió. La aguja en la caja negra mantenía su movimiento, pero el
ritmo y el área de movimiento.
“Esto es bueno,” dijo Torquato. “Ahora, podría girar alrededor del objeto, manteniéndose al
mismo nivel?”
“Puedo intentarlo,” dijo Altman. Comenzó a mover el batiscafo lentamente alrededor del
monolito, mirando de tanto en tanto a la caja.
Cuando Torquato noto que lo miraba, le dio una seca mirada y cubrió la aguja con su mano.
“Estas aquí para conducir,” dijo. “Nada más.”
“Mira amigo,” dijo Altman. “No estoy robando ningún secreto aquí. No tengo idea de lo que hace
esa cosa. Solo intento pasar el tiempo.”
Torquato no se molestó en contestar. Exasperado, Altman giro, concentrándose en mantener el
batiscafo a unos pocos metros del monolito sin tocarlo. Cuando miro hacia atrás, Torquato seguía
cubriendo el visor de la caja. Estúpido, pensó.
El turno de Torquato fue diferente al de los otros, mucho más abrupto, casi sin advertencia. En un
momento estaba sentado ahí, cubriendo el display de la caja negra con su mano, y en el siguiente
lo había atacado.
Como hizo para romper la atadura en su pierna, Altman no fue capaz de dares cuenta en ese
momento, aunque luego descubrió que había sido cortado, ya sea por Torquato o por alguien más,
nunca pudo asegurarlo. En un flash, Torquato estaba libre, y eso era todo lo que importaba.
Altman intento usar su arma tranquilizante y dispararle un dardo, pero Torquato era muy rápido y
para el momento en que alcanzo el arma, encontró que el cargador estaba vacío y el arma
apuntaba hacia él en cambio. Se tiro hacia un lado, pero la pistola ya había sido disparada, y ahí
estaba, el dardo saliendo de su brazo.
Se estiro y con esfuerzo lo saco. Ya sentía su lengua más gruesa dentro de su boca. Torquato
hablaba con él, noto de repente, aunque no entendía claramente lo que le decía. Parpadeo y
Torquato se distorsiono fuera de foco, lentamente regresando. El hombre hablaba
incomprensiblemente, sin parar, sobre la necesidad de la Convergencia.
Altman hizo un esfuerzo, mordió el interior de su boca hasta que sangro, consiguiendo enfocarse.
“Haz estado aquí una y otra vez, justo a su lado,” dijo a Altman, golpeando sus mejillas. “Y aun así
no has sentido nada. No lo escuchas llamándote?” No vas a contestar?”
174
Cuando recupero la conciencia, se encontró presionado contra la ventanilla de observación, el
batiscafo golpeando contra el artefacto con el motor aún encendido hasta que al final se detuvo.
Se escuchaban repetidos golpes viniendo de alguna parte, puntuados por largos momentos de
silencio.
“Esta atorado,” escucho a Torquato decir. Y entonces “Estoy tratando, te digo que estoy
tratando.”
Tratando de hacer qué? Se preguntó Altman.
Los golpes iniciaron otra vez. Altman lentamente se levantó, parándose sobre la ventanilla. La
cabina se sentía extraordinariamente cálida, sofocante. Subió hacia el lado de una de las consolas
y se paró sobre ella. El recirculador de oxigeno había sido deshabilitado, no había nada más que
una masa de metales retorcidos, chispas salían de él. Tuvo cuidado de no tocarlo. Con razón el aire
se sentía pesado. Cuanto tiempo había estado desmayado? Miro hacia la consola buscando el
cronometro, también se había detenido.
La escalera que guiaba a la escotilla estaba directamente sobre él, horizontal sobre el techo, y
podía ver los pies de Torquato asomándose por el pasaje.
Los golpes comenzaron otra vez.
Oh mierda. Altman se dio cuenta, sus miembros rápidamente se volvieron más pesados: está
tratando de abrir la escotilla. Está tratando de inundar el batiscafo.
Se trepo a la silla del acompañante, casi se cayó cuando esta giro. Hubo un breve gemido y por un
momento pensó que iba a desatornillarse de la cubierta, pero soporto. Cuidadosamente puso
ambos pies en el respaldar de la silla y se paró.
Desde ahí casi podía alcanzar la escalera metálica fija. Se estiro tanto como pudo, pero sus dedos
apenas la rozaban. Tendría que saltar, esperando que sus dedos agarraran el escalón en el primer
intento, para no caer y alertar a Torquato con el golpe.
Los golpes iniciaron una vez más, Torquato se quejaba junto a ellos. Altman salto, agarro el
escalón. Balanceo su pierna y logro trabar su tobillo en el riel de la escalera. Los golpes se
detuvieron.
Se mantuvo ahí, sin moverse, esperando que Torquato no girara.
“Esta atorado grito, aparentemente a nadie. “Estoy tratando te digo!”
Agarrándose de la escalera, Altman estiro su cabeza hasta que pudo ver a Torquato ahí, de cabeza.
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Estaba acostado en el pasaje, con una barra de metal en su mano, un tubo tal vez, algo de los
restos del recirculador de oxígeno. Sus nudillos estaban ensangrentados, y Altman pudo ver
símbolos como los del artefacto, pintados a lo largo de las paredes del pasaje, en sangre.
Torquato golpeo la manivela y dio un pequeño quejido de frustración. Levanto la barra y comenzó
a golpear la escotilla otra vez, en la unión. La presión era muy grande, noto Altman sintiéndose
aliviado. A menos que aflojara uno de los bulones, o volara la escotilla desde el panel de control, el
sello aguantaría. Mucho más preocupante por otra parte, era la falta de aire.
Torquato se detuvo, respirando pesadamente. “Una limpieza,” decía. “Si, una limpieza. Comenzar
de cero, nuevo y fresco.”
Comenzó a golpear otra vez. Cuidadosamente, Altman comenzó a subir por la escalera, dentro del
pasaje. Evitando rozar la espalda de Torquato. Para el momento en que Torquato se detuvo otra
vez, Altman estaba directamente sobre él, sus cuerpos separados por poco más de un pie de
distancia. Altman podía oler el sudor agrio del hombre.
Contuvo su respiración, mirando a la escalera con la escalera a unos pocos centímetros de su cara,
los músculos en sus brazos comenzaban a acalambrarse. Torquato seguía balbuceando para sí
mismo, riéndose suavemente. Altman escucho el sonido de él intentando raspar la unión de la
escotilla, entonces un grito de frustración y los golpes que reiniciaban.
Soltó la escalera y se empujó con fuerza al mismo tiempo, golpeando duramente la espalda de
Torquato. Dolió muchísimo. Intento moverse en el espacio confinado para encararlo, pero
Torquato también intentaba levantarse, y por momentos su pecho y rostro estaban presionados
contra la escalera. Con un grito empujo tan duro como pudo y Torquato colapso debajo suyo.
Comenzó a girar otra vez, golpeando su hombro contra la escalera, lográndolo esta vez. Torquato
intentaba girar también, estirándose para alcanzar la barra de metal que había caído debajo suyo.
Altman agarro su cabeza por el cabello y la golpeo con fuerza. Torquato estaba sangrando ahora,
resistiéndose, intentando escaparse del pasaje.
Altman enrolló sus piernas alrededor de él y lo sostuvo, intentando mantenerlo en el lugar,
golpeando su cara contra el suelo otra vez. Torquato tenía la barra ahora e intentaba levantarse,
pero su brazo aún estaba atrapado detrás suyo. Giro su cabeza tanto como pudo, intentando ver a
Altman, cuando Altman vio su órbita y mejilla colapsadas, con una gran cantidad de sangre
corriendo a través de sus heridas. Golpeo su cabeza otra vez, y luego una segunda vez, hasta que
la barra se resbalo de los dedos de Torquato y su cuerpo se quedó quieto.
Altman se mantuvo sobre él un tiempo, agarrándolo del cabello, intentando recuperar su aliento.
Golpeando las paredes, giro el cuerpo de Torquato para verlo de frente.
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Su cara era un desastre, los huesos de las mejillas y la nariz estaban rotos. Acerco su oído a la boca
de Torquato. Su respiración era débil, pero seguía ahí.
Ahora qué? Pensó Altman. Que hago con él? Podía atarlo, como había hecho con Hendricks, pero
siempre estaba la posibilidad de que se liberara. Y tenía un problema aún mayor, la falta de
oxígeno. Con el recirculador de oxigeno roto, probablemente no tendría suficiente aire para que
una persona regresara a la superficie, menos dos.
Soy un asesino? Se preguntó Altman. Soy de la clase de persona dispuesta a matar para
mantenerse con vida? Lo repensó otra vez, considerando todas las alternativas, pero no pudo
pensar en nada. Era o Torquato o él. Torquato, se dijo a sí mismo, hubiese muerto igualmente si
hubiese logrado abrir la escotilla, así que las opciones eran: morir los dos, o solo uno.
Miro hacia la ensangrentada cara debajo suyo. Él había hecho eso. Tal vez no tuvo opción, pero en
cualquier caso, él lo había hecho, era responsable por eso. Y estaba por ser, se dio cuenta,
responsable de más.
Se estiro y puso sus manos alrededor de la garganta de Torquato. Estaba pegajosa con sangre.
Dejo que sus manos se posaran ahí, y muy gentilmente comenzó a apretar.
Al principio pensó que sería fácil, que Torquato simplemente caería inconsciente a su muerte sin
despertar. Pero luego de un momento, los ojos de Torquato repentinamente se abrieron. Altman
apretó con más fuerza. Los brazos de Torquato comenzaron a moverse y sacudirse, empujando los
brazos y hombros de Altman hacia atrás. Arqueo su espalda, noqueando a Altman contra la pared
del pasaje, pero Altman continuo, apretando aún más.
En el último momento antes de morir, una luz brillo en el ojo sano de Torquato que Altman no
pudo evitar ver. Suplica humana. Cerro sus ojos y giro la cabeza a un costado. Gradualmente sintió
detenerse los movimientos de Torquato. Cuando finalmente abrió sus ojos, los ojos de Torquato
habían girado dentro de sus cavidades. Estaba muerto.
Se arrastró fuera del pasaje, trepo por la pared bajando hacia la consola. Ahí, giro los controles,
alejando el batiscafo del artefacto. Lentamente se enderezo, provocando que el cuerpo de
Torquato cayera del pasaje de la escotilla y golpeara contra el suelo..
Altman se trepo a la consola y de ahí a la silla para iniciar el acenso del batiscafo. El control de
liberación de lastre estaba trabado, el panel alrededor de él estaba marcado donde Torquato lo
había golpeado. La nave comenzó a subir, los lastres lentamente fueron cayendo, pero no tan
rápido como él hubiese esperado. Lo más probable era que llegara hasta cierta densidad de agua y
entonces la nave dejara de moverse por completo, dejándolo ahí suspendido, muriendo
lentamente.
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Grabo un mensaje de SOS y lo transmitió programado para repetirse constantemente, pidiéndoles
que se acercaran al batiscafo, para elevarlo lo más rápido posible.
Si recibirían el mensaje lo suficientemente rápido, no lo sabía. Grabo otro mensaje para Ada,
diciendo que la amaba y que lo sentía, solo como precaución en caso de no lograrlo.
Se estaba tornando muy cálido. No había suficiente aire. Se preguntó si lo mejor sería dormir.
Usaría menos aire de esa forma. Lo contemplo mientras se acostaba en el suelo del submarino,
pensando que el aire estaría mejor ahí abajo.
Pero solo se quedó sentado en su silla, mirando los restos de Torquato.
Repentinamente la mano de Torquato se movió.
Imposible, pensó. Él está muerto.
Nivelo la silla para poder verlo mejor, mirarlo con cuidado. No, estaba muerto, no se había
movido, como podría hacerlo?
Y entonces la mano se movió otra vez.
Hola Altman, dijo Torquato.
“Vuelve a estar muerto,” dijo Altman.
No es tan sencillo como eso, dijo Torquato. Necesito que entiendas algo primero.
“Entender qué?”
“Esto,” dijo Torquato y salto hacia adelante.
Torquato voló sobre él, ahogándolo. Él intento quitar sus manos, pero estaban hundiéndose muy
firmemente en su cuello. Entonces decidió poner sus propias manos en el cuello de Torquato,
apretándolo con toda la fuerza que le quedaba; entonces, se desmayó.
Recupero la conciencia para encontrar sus manos alrededor del cuello de un cuerpo. Estaba rígido
y frio, había estado muerto hacía mucho tiempo. Que está pasando? Se preguntó.
Intento pararse y alejarse del cuerpo, pero no pudo. Movió sus dedos y giro, justo al lado de él.
Deseaba estar cerca de la superficie, pero no había forma de decirlo desde allí.
De repente vio algo extraño. Una mujer. Se parecía mucho a Ada, aunque no era ella. Era obvio
cuando la vio de cerca. Pero tal vez era su madre, cuando apenas la había conocido, antes de que
tuviese cáncer.
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Pero eso era imposible, pensó. La madre de Ada está muerta. Estoy alucinando otra vez, pensó.
Igual que con Torquato.
Hola Michael, dijo.
“No estas muerta?” pregunto.
Como puedo estar muerta si estoy aquí contigo?
Por un momento quiso aceptar lo que ella decía, pero encontró una gran resistencia dentro suyo.
“Quien eres en realidad?” pregunto. “Por qué estoy alucinándote?”
La madre de Ada no respondió ninguna de las preguntas. He venido a darte un mensaje, dijo ella.
Sobre el Marker.
“Que es el Marker?”
Tú sabes lo que es, dijo ella. Te has acercado a él una y otra vez, pero de alguna manera lo has
resistido. Ella cruzo su dedo índice y medio, acercando su mano hacia él.
“La Cola del Diablo,” dijo él. “Te refieres al artefacto.”
Ella asintió. Necesitas olvidarte de él. El Marker es peligroso. Por sobre todas las cosas, necesitas
dejarlo donde lo encontraron.
“No sé de qué demonios me hablas,” dijo Altman. “Que tengo que ver yo con el Marker?”
No solo tú, dijo ella, y abrió sus brazos. Tú. Cualquier decisión que sea tomada los afectara a todos.
Movió su cabeza de una manera muy similar a la forma en que Ada solía hacerlo. Una tremenda
presión se acumuló rápidamente en su cabeza; entonces se fue.
“Cuál es el mensaje?” preguntó Altman.
La Convergencia es la muerte, dijo ella. No debes entregarte al Marker. No debes permitirle iniciar
la Convergencia.
“Que es eso de la Convergencia?”
Significa que deberás finalmente comenzar, desde el nuevo comienzo.
“En comienzo de qué? Y solo yo?”
Ella volvió a abrir sus brazos. Tú, todos ustedes, dijo ella. Entonces por un momento, se veía
exactamente igual a Ada, de una manera que él encontró muy perturbadora. Te amo Michael, dijo
la madre de Ada. Cuento contigo. Por favor ayúdame a detenerlo. Por favor no falles.
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Y entonces, tan pronto como apareció, había desaparecido. Intento pararse otra vez, cayó de
espaldas. El mundo a su alrededor se tornaba oscuro, como si viese todo a través de un velo
negro. Lentamente se volvió aún más oscuro, y luego, de repente, ya no estaba ahí.
180
44
Despertó con una máscara de oxígeno en su rostro, rodeado de una serie de aparentemente
idénticos hombres vestidos de blanco, sus caras cubiertas por máscaras de cirujano.
“Lo hizo,” dijo uno de ellos. “Está vivo.”
“Alguna evidencia de daño cerebral?” pregunto otro.
Altman intentó hablar, pero no pudo lograr que su lengua formara las palabras. Uno de los
doctores puso una mano en su hombro. Se dio cuenta de que era Stevens; podía reconocerlo por
los ojos. “Solo relájate,” dijo. “Tienes suerte de estar vivo.”
Cerró sus ojos, trago saliva. Y entonces un terrible pensamiento lo golpeo: Y si todo esto era otra
alucinación?
Intentó mover sus brazos pero no pudo. Abrió sus ojos buscando desesperadamente en los
alrededores.
“Está confundido,” escucho decir a uno de ellos. “Desorientado. No sabe dónde está.”
Que fue lo que dijo ella? No debes entregarte al Marker. No debes permitir que la Convergencia se
inicie. Debía decirles. “Marker,” susurro. Markoff se inclinó hacia él. “Marker,” repitió.
“Marker?” dijo Markoff. “Que Marker? Está hablando sin sentido. Denle otra inyección.”
Altman sacudió su cabeza. O lo intento. Si se había movido o no, no sabía decirlo. O no se movió o
ellos lo ignoraron. Vio a uno de ellos llenar una jeringa y colocar la aguja, sin ser capaz de hacer
nada para detenerlo.
Intentó hablar, pero en cambio genero un gargajeante e inarticulado grito.
“Estarás bien,” dijo Stevens, golpeando suavemente su brazo. “No te preocupes Altman, estamos
aquí para ti.”
Y entonces sintió el pinchazo de la aguja entrando en su carne. Su brazo quemo por un momento,
y luego se adormeció. Los hombres de blanco estuvieron ahí por un momento más; entonces
lentamente comenzaron a distorsionarse y fundirse hasta que finalmente desaparecieron del
todo.
Cuando recobro la conciencia, el cuarto estaba vacío, excepto por tres hombres: Stevens, Markoff
y otro hombre del círculo íntimo de Markoff a quien no conocía. Era tan grande como Markoff
pero más grueso, con una brutal y plana cara. Estaban parados a un lado de la cama hablando en
susurros imposibles de escuchar para Altman.
181
Stevens fue el primero en notar que estaba despierto. Le hizo un gesto y susurro algo. Los otros
dos dejaron de hablar. Al unísono, los tres se acercaron y lo miraron fijamente.
“Altman,” dijo Markoff. “Aún con vida. Parece tener una vida encantada.”
Altman comenzó a responder, pero Markoff levanto un dedo para detenerlo. Se estiro para
remover la máscara de oxígeno de Altman.
“Se siente bien para hablar?” preguntó Markoff.
“Creo que sí,” dijo Altman. Su voz sonaba como si ya no le perteneciera, o lo hiciera a alguien que
fuese mucho más viejo.
“Recuerdas a Stevens,” dijo Markoff. “Él es el Oficial Krax.”
Altman asintió.
“Es muy sencillo,” dijo Markoff. “Quiero que me digas todo.”
Lo hizo, comenzando por el momento en que Torquato repentinamente lo ataco y moviéndose
hacia sus alucinaciones.
“Díganos más sobre estas alucinaciones,” dijo Krax.
“Realmente importa?” preguntó Altman. “Fueron solo alucinaciones.”
“Sí que importa,” dijo Stevens. “Realmente importa y mucho.”
Entonces, Altman, demasiado cansado para discutir o pensar una mentira, les dijo. Cuando
termino, los tres hombres se alejaron a la otra esquina del cuarto y comenzaron a susurrar otra
vez. Altman cerró sus ojos.
Estaba a punto de quedarse dormido cuando ellos regresaron.
Por un momento solo lo miraron. Stevens comenzó a decir algo, pero Markoff toco su brazo y lo
detuvo.
“Quiero que digas a Stevens todo a partir de ahora,” dijo. “Cualquier sueño, alucinación, cualquier
cosa fuera de lo normal, contactas a Stevens de inmediato.”
“Esto es una locura,” dijo Altman.
“No,” dijo Markoff, “no lo es.”
182
Y cuando se fueron, dejando a Altman atrás para descansar. Se sintió más confundido y aprensivo
que nunca. Pero unos minutos más tarde, la puerta se abrió, y una desesperada Ada se abalanzo
dentro, y él tuvo otras cosas en mente.
183
45
Luego de casi morir en el batiscafo, era como si estuviese viviendo una vida diferente, más
fantasmal. Comenzó a ver más gente que él sabía estaban muertas: su padre, Hermana, una
maestra con la que tenía buena relación y que había cometido suicidio, un viejo amigo atropellado
por un auto en la secundaria. Aparecían viéndose casi tan reales como cualquier otro , y ofrecían
vagos y a veces confusos mensajes. Algunos hablaban en contra de la “Convergencia,” urgiéndole
que se apresurara y “enfocara su atención correctamente” (como uno de ellos lo expreso) antes
de que fuera demasiado tarde. Otros hablaban de unidad, sugiriéndole que ya era demasiado
tarde de alguna manera, que había utilizado mal los recursos que le habían dado y no mostraba
señal alguna de aprender de sus errores. Todos le decían que deje en paz al Marker. Le dijo a Ada
que vio a su madre. Al principio se enojó y luego la hizo llorar. Pero entonces, unas pocas horas
después, ella le pidió que le contara en detalle la experiencia.
“Pero por qué tú?” pregunto. “Por qué no yo?”
Un día más tarde se despertó en el medio de la noche para descubrir que Ada lo estaba mirando.
“La vi,” dijo con un rostro radiante. “Como una visión. Era tan real como tú o yo. Estaba parada
justo ahí, cerca de la puerta.”
“Que te dijo?”
“Que me amaba. Y que necesitamos dejar el Marker en paz, olvidar que alguna vez lo
encontramos. Debe ser peligroso. O poderoso. Que crees que sea el Marker?”
Él le explico lo que sabía, describiendo la forma del Marker que vio bajo el agua.
“Esta todo conectado,” dijo ella. “Las historias en el pueblo, las visiones que tenemos y el artefacto
en el centro del cráter. Estoy seguro de eso.”
Al principio estaba extasiada por haber visto a su madre. Había sido, noto Altman, casi una
experiencia religiosa para ella, de una manera que no lo había sido para él. Por el resto de la noche
ella estuvo maniática, llena de regocijo. Pero a la mañana siguiente su humor había comenzado a
cambiar. Estaba molesta, deprimida..
“Por qué no puede estar aquí todo el tiempo?” pregunto ella. “Por qué no puede quedarse
conmigo?”
“Pero no es ella,” dijo Altman. “Se parece a ella, pero no lo es. Es una alucinación.”
“Era ella,” dijo Ada en un tonto de convicción que lo preocupo. “Y la necesito de regreso.”
184
Y justo cuando Ada estaba en su punto más profundo, su madre regreso. Altman estuvo en el
cuarto todo el tiempo, a su lado, y la vio también.
Solo que lo que él veía no era su madre muerta sino su hermana muerta. Ambos acordaban que
algo había pasado, pero lo habían experimentado de formas distintas..
Ambos vieron a quienes querían ver. Las palabras que hablaron también fueron diferentes,
fraseadas para acomodarse a la persona que las diría estando vivas. Pero todo, con un poco de
interpretación, se fijaba en la idea de un evento, la Convergencia, aunque los muertos fueron poco
expresivos a la hora de describir que era, o que podía hacerse para detenerlo.
Altman sospechaba. “No es real,” intentó decir a Ada. “Estamos siendo manipulados, usados.”
“Yo sé lo que vi,” dijo Ada. “Era tan real como cualquier otra cosa que haya visto.” Quería que su
madre regresara de la muerte con tantas fuerzas que no escuchaba. Era extraño, pensó Altman,
que la alucinación—o visión, como ella la llamo, fuera constante para ella, siempre su madre,
cuando la suya seguía cambiando de un ser amado a otro. Pero tal vez era porque él era
demasiado escéptico para aceptar las alucinaciones como nada más que un delirio y por eso
debían probar distintas estrategias.
Como le habían ordenado, Altman dijo a Stevens todo sobre sus alucinaciones, mencionando
también a Ada. Stevens solo grababa lo que él decía y asentía. Se veía cansado, como si estuviese
trabajando demás.
“Que crees que signifique todo esto?” preguntó Altman.
Stevens se encogió de hombros. “Tú y tu novia no son los únicos que las tienen,” dijo. “Otros están
experimentando lo mismo, y cada vez con más frecuencia. Solo gente muerta, seres queridos—la
clase de gente que tomarías en serio. Algunos, como tú, creen que son alucinaciones. Otros, como
Ada, creen que son algo más.”
“Sea lo que sea, quiere que hagamos algo,” dijo Altman. “Pero no sabe cómo comunicarlo
apropiadamente.”
“No solo eso,” dijo Stevens, en uno de sus raros momentos de honestidad. “La guardia de nuestro
hospital está llena de gente sufriendo de ataque psicóticos y el índice de suicidios es altísimo. O
quiere que muchos de nosotros estemos locos y muertos o lo que está diciendo esta, literalmente,
destruyéndonos.”
Noto que hubo un cambio en como las personas a bordo del complejo interactuaban entre sí.
Había un sentimiento creciente de que algo estaba pasando, algo que no podían entender.
Algunos comenzaron a reunirse en grupos, compartiendo sus experiencias con la muerte,
especulando que los límites entre el cielo y la tierra se habían roto.
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Otros los consideraban como una función de la señal emitida por el Marker, similar a un viaje
inducido por drogas. Otros parecían tener un mal viaje: se volvían introvertidos, confundidos,
incluso violentos.
Estaba en el laboratorio, marcando los momentos cuando la señal era más fuerte e intentando ver
si sus alucinaciones ocurrían al mismo tiempo, cuando noto que por la puerta principal había
gente entrando apresuradamente hacia el pasillo.
Se alejó para ver mejor, vio que al final, contra la puerta, rodeada por una gran multitud ahora, un
científico llamado Meyer, alguien a quien no conocía muy bien. Tenía un escalpelo laser en una
mano, muy cerca de su garganta.
“Ahora Meyer,” intentaba decir otro científico. “Baja el escalpelo.”
“Aléjate!” grito Meyer. Sus ojos eran salvajes, casi saliendo de sus orbitas. “Solo mantén tu
distancia! Estas con ellos, lo sé!”
“Quienes son ‘ellos’ Meyer?” preguntó el hombre. “Baja el escalpelo y estoy seguro de que
podemos solucionar esto.”
“Ve a buscar a los guardias,” dijo alguien.
Pero Meyer lo escucho. “Sin guardias!” grito y se adelantó, cortando los dedos de dos de sus
amigos con el escalpelo laser.
El hombre grito y cayo de espalda, y Meyer giro en círculos, agitando el escalpelo hasta que todos
se separaron de él. Llevo el escalpelo de regreso a su garganta.
“Es demasiado tarde,” dijo. “Todos estamos muertos. No podemos escapar. Salgan ahora antes de
que se conviertan en uno de ellos.”
Y de repente, con un rápido y vicioso movimiento, atravesó su cuello con el escalpelo.
La herida no sangraba al principio, apenas cauterizada por el escalpelo, pero entonces, la sangre
comenzó a pulsar, un grueso chorro salió expulsado de sus carótidas cercenadas.
Emitió un gutural y ahogado grito, el aire silbaba extrañamente de su boca y su tráquea. Luego
tomo un paso atrás y colapso.
Unos momentos después, los guardias estaban ahí, cubriendo el cuerpo y haciendo que todos se
fueran.
“Que sucedió?” preguntó Altman a uno de los científicos que pasaban por su puerta.
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“Meyer se volvió loco,” dijo el hombre. “Comenzó a gritar en el laboratorio sobre el fin del mundo,
luego apuñalo a Westerman en el brazo con una pipeta rota y luego agarro el escalpelo laser y
corrió hacia aquí.”
“Pero por qué?”
El hombre se encogió de hombros. “Quien sabe,” dijo. “Es como ese guardia la semana pasada que
disparo a un técnico y luego se suicidó. Estas cosas solo siguen pasando.”
Algunas veces se encontraba a sí mismo en el borde de un grupo, escuchándolos hablar. El tema
era usualmente el Marker, el nombre que Altman había aprendido de sus alucinaciones se había
hecho conocido en general. Altman no sabía quién sugirió primero que el Marker era producto de
tecnología alienígena, pero la idea se hizo popular rápidamente, y ahora muchos de los
investigadores en la instalación estaban convencidos de ello. Había una buena cantidad de
especulación sobre el origen del Marker, porque había sido abandonado ahí, que significaba y si
debían jugar con él o dejarlo en paz.
Un día, en su camino desde el cuarto hasta la bahía de submarinos, encontró el pasillo bloqueado.
Seis o siete personas estaban reunidas en el lugar, un grupo consistente tanto de guardias como
de científicos. Uno de ellos, un viejo científico, se dirigió a los otros. Cuando vieron a Altman
acercarse, todos quedaron en silencio.
“Disculpen,” dijo Altman, y lentamente se abrió paso, ellos se apartaron del camino permitiéndole
el paso. Fue extraño. Estaba seguro de que interrumpía algo, pero no estaba seguro de que. Un
motín tal vez?
La respuesta vino cuando, tras pasar por el grupo, el científico comenzó a hablar otra vez.
“Debes liberar tu carne, y unificarte con la naturaleza divina de su construcción...”
Una reunión religiosa de algún tipo. Alguna secta enloquecida, sin duda, o tal vez miembros de
diferentes creencias reuniéndose. No había visto nada similar a una iglesia en el complejo, dado
que Altman no era un hombre religioso en sí mismo, no había notado esto hasta ahora. Alentó el
paso, siguió escuchando, intentando entender quién era esa gente.
“Debemos perdernos para poder encontrarnos,” dijo el científico. “La Convergencia es la única
salvación. Por lo que oigo en estos susurros, a menos que puedas entender lo que significa
volverse uno con el Marker, no tendrás la vida eterna..”
La palabra Marker, llegando en un momento en que esperaba oír alguna referencia a una deidad,
hizo que Altman temblara. Continúo su camino apresuradamente. Solo cuando dejo el corredor se
dio cuenta de que lo que acababa de presenciar era el nacimiento de algún tipo de nueva religión,
una basada en el Marker. El solo pensarlo lo aterrorizo.
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· · ·
En los días siguientes, escucho esas charlas más seguido, incluso de Ada. Sus filosofías opuestas
sobre el Marker se habían entrometido entre ellos incluso más que su falta de voluntad por dejar
de hacer cosas peligrosas. En solo pocos días, sus nociones del mundo se habían vuelto
radicalmente diferentes. Se dio cuenta en cierto punto que habían comenzado a evitarse cada vez
que podían. Él aún la amaba, pero sentía que estaba perdiéndola y no sabía qué hacer para
recuperarla. A pesar de eso, aún se sorprendió al verla entre las líneas de uno de esos grupos
religiosos.
“Podemos hablar de esto?” le pregunto, alejándola del grupo.
“He intentado hablar de esto contigo,” dijo ella, “pero tú no quieres ver la luz.”
“Eso no es hablar,” dijo él. “Eso es predicar.”
Discutieron y Discutieron, y Ada amenazó con abandonarlo. Incluso cuando él supo que ya no
tenía esperanza, que su relación estaba en el proceso de morir, accedió a escucharla por lo menos.
En escuchar a Ada comenzó a tener una idea más clara de la filosofía de los creyentes. Ellos creían
que el Marker era divino, que había sido enviado a ellos por Dios, para el beneficio de la
humanidad. Debemos creer en él e inclinarnos ante él y cumplir su voluntad, entonces nos curará.
Nos unificara y nos hará libres y perfectos. Una extraña mezcla entre paganismo y cristianismo, les
daba a las personas algo a lo que aferrarse ante la ansiedad sobre el Marker. Pronto, noto Altman,
un nuevo problema emergería, en el momento en que, tal como él y Ada, todos en las
instalaciones se separaran en creyentes y no creyentes.
Al principio los guardias de Markoff solo ignoraron esto, pero al ir creciendo los grupos y volverse
más dinámicos, comenzaron a separarlos, presumiblemente bajo órdenes de Markoff. Pero esto
solo hizo que la gente quisiera reunirse más a menudo. Parecía indicar que había algo que los
militares no querían que supieran.
Mientras tanto, los planes para elevar el Marker continuaron. Aún había una gran excitación, pero
se había convertido en fervor por un lado y aprensión por el otro. Altman descendió con el
batiscafo dos veces más, ambas solo, para supervisar a los robots enganchando los cables a la red
que ahora contenía al Marker. Dos veces más, moviéndose cerca del suelo oceánico, alucino con la
madre de Ada. Repitió ambas veces lo que había dicho antes, pero no lo aclaro en nada.
“Donde deberíamos dejar el Maker exactamente?” le pregunto.
El Marker, mientras viva, dentro de esta esfera de gravitación es donde debe estar.
Que carajos significa eso? Se preguntó.
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“Que va a pasar con nosotros?” pregunto.
No deben estudiarlo. Si lo hacen, sucumbirán a la Convergencia, declaro. Tal vez ya es demasiado
tarde.
“Si convergemos, que pasara?”
Finalmente comenzaran, desde el nuevo inicio.
“Que significa eso?”
Se convertirán en uno y se perderán a si mismos
Regreso a la superficie sintiéndose más confundido que antes. Pensó que tal vez los creyentes
tenían razón. Que el Marker era algo divino. Pensó: y si era una baliza de una raza alienígena, algo
para llamarlos hacia nosotros, la señal de aviso de nuestra propia destrucción?
No, no era el tipo de persona que se entregara fácilmente a la fe. Ni siquiera sabía si creía en Dios,
y ciertamente no creía en la religión organizada.
· · ·
189
Tarde una noche, mientras se preparaba para ir a dormir, Ada no estaba por ningún lado,
probablemente se escondía de él, se escuchó un golpe en la puerta.
Se acercó a ella. “Quién es?” pregunto.
“Field,” dijo una voz a través de la puerta. “Déjame entrar.”
Field? Por qué querría verlo Field? no se llevaban bien desde que llegaron a la instalación flotante.
Cuando abrió la puerta, encontró a Field rodeado por una docena más de personas.
“Que es esto?” pregunto Altman tras ver la escena.
“Necesitamos hablar contigo,” dijo Field. “Por favor, déjanos entrar.”
Sin saber qué otra cosa hacer, Altman les permitió el paso. Entraron solemnemente, uno por uno,
sentándose en la cama o parándose cerca de ella.
“Hemos venido a pedirte que nos guíes?” dijo Field.
“Guiarlos? Guiarlos en qué?”
“Tú lo has visto,” dijo alguien del grupo, Altman no vio quien.
“Visto que?”
“El Marker,” dijo Field. “Tu haz pasado más tiempo a su alrededor que nadie más. Sabemos lo que
sucedió en el batiscafo. Cuando mato a los otros, te dejo a ti con vida. Sabemos que conversa
contigo. Tú has sido elegido.”
“Como saben ustedes lo que paso en el batiscafo?” preguntó Altman.
“Tenemos hermanos no solo entre la población general,” dijo Field. “Tenemos muchos cercanos a
Markoff. Tú entiendes, más que cualquier otro. Tú debes guiarnos. Tú eres nuestro profeta. Es la
voluntad del Marker.”
“Déjenme entender esto,” dijo Altman. “Ustedes quieren que los guie como profeta de su
religión?”
Un temblor de asunción los recorrió. Para Altman, el tiempo parecía haber tomado un paso
insoportablemente lento. Retrocedió hasta tocar la pared.
“Ada organizo todo esto?” pregunto.
“Por favor,” dijo Field. “Dinos que hacer.”
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“De ninguna manera,” dijo Altman.
Un quejido colectivo se elevó desde el grupo. “No somos dignos?” pregunto Field. “Que debemos
hacer para hacernos dignos?”
“Me caías mejor cuando todo lo que hacías era sentarte en tu escritorio por ocho horas al día,”
dijo Altman. “Y no me caías muy bien entonces.”
“Tú nos guiaras,” dijo Field. “No puedes abandonarnos.”
“No creo en la mierda que ustedes creen,” dijo Altman.
Ellos lo miraron, sin poder creerlo. Cuando regreso la mirada a Field, vio una extraña expresión en
su rostro.
“Esto es una prueba,” dijo. “Nos está probando.”
“No los estoy probando,” dijo manteniendo el tono de su voz.
Field sonrió. “Lo entendemos,” dijo. “Este no es el momento. Sabremos observar y esperar.
Cuando el momento llegue, estaremos listos para ocupar nuestro lugar a tu lado.”
“Lo diré otra vez,” dijo Altman. “No soy un creyente.”
“Pero lo serás,” dijo Field. “Lo sé. Puedes ser un profeta poco dispuesto, pero no dejas de ser un
profeta después de todo. Lo supe en una visión.”
“Ahora no es el momento,” dijo Altman. “Lárguense de aquí.”
Lentamente salieron del cuarto, cada uno deteniéndose para estrechar su mano o simplemente
tocar su brazo, como si fuese algún tipo de amuleto de la suerte. Su piel se erizaba.
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Él observaba desde el batiscafo como las unidades robóticas terminaban de hilar los cables
alrededor del Marker. Ahí estaba frente a él, atado y enredado, pero se imponía de alguna manera
entre todos esos cables. Esta es la causa de mis problemas, pensó. Y ahora mis problemas solo van
a empeorar.
Lo observaba desde quince metros de distancia, mientras el cable mayor, el que yacía curvado en
la obscuridad sobre la nave, tensarse cada vez más. Los MROVs habían cavado alrededor de la
base, pero no había forma de asegurar que se elevaría. Hasta cierto punto, deseaba que no lo
hiciera. Contuvo la respiración. El Marker impuso su peso sobre la red, y por un momento pensó
que no aguantaría. La base se quebraba y desplomaba lentamente en la oscuridad, y se elevó con
un gran sonido metálico, distorsionado extrañamente por el agua, y comenzó a elevarse.
Él lo siguió, enviando mensajes y correcciones a una serie de submarinos, que, en su momento, la
repetían a la superficie. Al principio el Marker giro al levantarse, el agua se canalizo naturalmente
alrededor de los dos espirales haciéndolo girar, creando un torbellino invisible en su camino.
Eso podría, noto Altman, ser un problema en poco tiempo, enredando los cables, así que redujo la
velocidad de elevación a paso caracol hasta que dejo de girar. Luego de un tiempo, se movía
regularmente, ascendiendo lentamente pero seguro a la superficie.
Este es el momento, pensó Altman.
Lentamente se elevó desde la obscuridad. Solo cuando estuvieron a mitad de camino se dio
cuenta de que no había tenido alucinaciones. Su cabeza, por primera vez en meses, no dolía.
Chequeo las lecturas y descubrió que la señal se había detenido aproximadamente al mismo
tiempo en que empezó a elevarse.
Tal vez lo hemos desconectado, pensó. Tal vez estamos haciendo bien, tal vez era esto lo que se
suponía que debíamos hacer. Tal vez estaba transmitiendo para que alguien lo encontrara y lo
subiera a la superficie. Tal vez ese era su propósito.
Por un momento se sintió mucho más tranquilo, y entonces, las preguntas sin respuesta
comenzaron a atacarlo. Si ese era realmente el caso, entonces por que habían alucinado en primer
lugar? Y por qué afectarían con más fuerza a la gente cuando estaban cerca del Marker? Era casi
como si intentara mantenernos a distancia. Y que tenían que ver en todo esto las advertencias de
Convergencia de los muertos?
Tal vez habían hecho bien, pensó, pero tal vez habían hecho algo horriblemente malo.
Pronto se acercarían a la superficie, y el Marker seria ingresado al buque carguero. El agua ya
había cambiado y la oscuridad se retiraba, podía ver el buque más claramente que nunca antes. En
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la luz era incluso más impresionante, cubierto con símbolos y literalmente estriado por negras
líneas cortadas en la roca. Aún no veía evidencia de uniones o rajaduras. Aún parecía estar
formado por una sola e inmensa roca.
Cuando la estación estuvo a quinientos metros sobre él, Markoff ordeno que detuvieran el
ascenso.
“Que pasa?” pregunto Altman por el canal de audio. “Así no es como fue planeado.”
“Gracias por su ayuda hasta este punto Sr. Altman,” dijo Markoff. “Una nave de aguas profundas
ya no es necesaria. Regrese a la bahía de submarinos.”
“Qué? Creo que me quedaré aquí Markoff, si no te importa,” dijo Altman.
Hubo silencio por un momento, entonces la pantalla de video cobro vida. Vio el rostro de Markoff.
“Has sido algo necesario para mi hasta este punto. Ahora te arriesgas a volverte desechable..”
“Que está pasando?” preguntó Altman.
“Eso no te importa,” dijo Markoff.
Abrió su boca y el cerro otra vez. Markoff, él sabía, era capaz de hacer que torpedearan el
batiscafo. Tal vez era hora de escapar, sumergirse profundo y escapar a algún lugar seguro.
Como si pudiera leer la mente de Altman, Markoff agrego: “Necesitas algo tangible para
convencerte de que cooperes? Tu novia?”
Por un momento lo dudo. De cierta forma, ya había perdido a Ada contra el Marker, a su deseo de
ser uno de ellos. Era solo cuestión de tiempo para que la perdiera del todo.
A pesar de todo, aún la amaba y no podía vivir con la carga de provocar su muerte. Con un suspiro,
cortó la señal y se dirigió a la superficie, dejando el Marker atrás, colgando de su gigantesca red
metálica. En el camino, paso por entre un trio de submarinos izando un nuevo cable. Pudo ver que
se dirigía hacia las enormes compuertas sumergidas del complejo flotante, el área que había
estado fuera de límites para todos excepto por el círculo íntimo de Markoff desde que habían
llegado. Que tenía planeado Markoff, Altman no tenía idea.
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47
Tan pronto como bajo del batiscafo, se dirigió a la recamara que contendría el Marker. Localizada
en el centro y siendo la recamara sumergida más grande de todas, tenía cuatro formas de ingresar.
Pero descubrió que tres de esas entradas habían sido soldadas, permanentemente cerradas. La
cuarta, la entrada principal, ya tenía dos guardias estacionados en el frente. Intento burlarlos para
entrar.
“Debo estar ahí dentro,” dijo. “Para subir el Marker.”
“Tienes un pase?” pregunto un guardia.
“Nadie entra sin un pase,” dijo el otro.
“Deje mi pase en mi cuarto,” dijo. “No quiero llegar tarde. Puedo traerlo más tarde para que lo
veas?”
“Sin pase, no entras,” dijo el guardia.
Otro hombre, un científico paso a su lado, mostrando su pase, y se le permitió el ingreso. Altman
observo antes de que la puerta se cerrara, pero solo vio el sello de aire al otro lado. El hombre
permaneció en el lugar esperando y las puertas se cerraron.
“Por favor,” dijo Altman. “Necesito—”
“Y ate dijimos,” dijo el primer guardia. “Sin pase, no entras. Ahora muévete o tendré que tirarte al
calabozo.”
Regreso por donde había entrado. No podía ingresar, pero a lo mejor podría darse una idea de lo
que estaba pasando. Fue de laboratorio en laboratorio, probando las puertas, hasta que encontró
uno que también tenía una ventana dirigida a la recamara.
Mirando hacia afuera, él vio al Marker flotando justo debajo de la recamara, siendo lentamente
elevado dentro de ella. Pero no podía ver dentro de la recamara misma. Algo habían hecho para
que el vidrio se volviera semiopaco. Podía ver vagas formas y movimientos, cuando comenzaron a
subirlo, pudo ver la ascendiente forma del Marker, pero nada más.
“Lo ves,” dijo Field, “Sabíamos que te darías cuenta de la verdad.”
Altman no había hecho nada. Aún pensaba que Field y sus seguidores estaban locos, pero no veía
razón alguna para decirles eso. El Marker había estado solo veinte minutos en el interior del
complejo pero ya había cambiado por completo el ambiente general de la estación. Incluso antes
de que él entrara en la bahía de submarinos, una serie de investigadores fueron declarados no
esenciales y enviados de regreso a las instalaciones terrestres de DredgerCorp, lo que alzo el
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rumor de que el complejo ya no servía como centro de investigación sino como tanque de
retención para los científicos que Markoff consideraba inútiles, pero no quería liberar al mundo.
Ada estaba entre ellos, lo que significaba que no había tenido oportunidad de chequear si estaba
bien. Altman sospechaba que él también hubiese estado entre ellos si el batiscafo hubiese llegado
ligeramente antes. Aunque de haber sido así, le hubiesen dicho que empacara sus cosas y
estuviese preparado para retirarse a la mañana siguiente.
“Necesito un favor,” exclamo, con su mano en el fragmento de Marker que llevaba en su bolsillo.
“Hay algo que el Marker quiere de mí. Tengo que verlo.”
El rostro de Field se desfiguro. “Está siendo vigilado,” dijo. “Es muy difícil verlo.”
“Dijeron el otro día que algunos de los creyentes estaban en el círculo íntimo de Markoff.”
“Si,” dijo Field, “eso es verdad. Pero—”
“Es importante,” dijo Altman. “No lo pediría si no lo fuera.” Tomo el fragmento de su bolsillo y lo
mostro a Field. “Este es un fragmento de él,” dijo. “Necesita ser regresado.”
Field se estiro y gentilmente lo toco. “Puedo sostenerlo?” pregunto, con su voz llena de respeto.
Altman se lo entrego. Él lo tomo delicadamente entre sus manos, como si estuviese sosteniendo
un niño recién nacido, su cara se ilumino con una alegría tal que Altman se asustó de verlo. Entono
para el fragmento un suave canto que Altman no pudo entender, y entonces desganadamente lo
devolvió. Se arrodillo ante Altman.
“Levántate,” dijo Altman. “Y no digas una palabra a los demás sobre lo que planeo hacer.”
Pero Field se rehusó a levantarse. “Gracias por elegirme,” dijo, con su cabeza baja. “Hare todo lo
que pueda para ayudarte a completar el Marker nuevamente.”
Alrededor de las tres de la mañana, escucho golpes en la puerta. Era Field y otro hombre vistiendo
la gabardina negra de aquellos pertenecientes al círculo íntimo de Markoff. Llevaba un paquete
bajo su brazo. Altman apenas lo reconoció. “Este es Henry Harmon,” dijo Field. “Sr. Harmon,
Michael Altman.”
“Sé quién es,” dijo Harmon secamente. “Estas seguro de que esto es absolutamente necesario?”
Altman asintió. Harmon le lanzo el paquete. Él lo abrió y vio un traje idéntico al de Harmon. “Ponte
eso,” le dijo.
Altman lo miro. “Como va a ayudarme esto?” pregunto. “No me reconocerán de todas formas?”
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“Tal vez,” dijo Harmon, “pero no intentaran detenernos. No nos impedirán el paso mientras
tengamos puesto el uniforme. Si tenemos problemas, será estando dentro, que es un riesgo que
debo correr.”
Se puso el traje y partieron.
Field los siguió, pero Harmon giro brevemente, sacudiendo su cabeza, y Field, con una mirada de
decepción en su cara, desapareció.
Miro su reloj. “Hay cuatro guardias en total, dos en la puerta del pasillo exterior y dos en la
interior, todos armados. Tenemos suerte: los dos guardias del interior están con nosotros, así que
no corremos riesgo por ser reconocidos dentro. Los guardias del exterior en cambio no lo están.
Los turnos cambian en quince minutos y nuestras cartas estarán echadas.
Si nos quedamos por más tiempo, hay buenas posibilidades de que uno de los guardias se torne
curioso y nos pida nuestra autorización. Entendido?”
“Si,” dijo Altman.
“Aquí está tu pase,” dijo. “No es lo mejor, pero los guardias del exterior solo deberían verlo
brevemente. Los hombres adentro harán lo que yo diga.”
Harmon tenía razón. Los guardias de afuera se vieron apenas sorprendidos de que alguien fuera a
ver el Marker en el medio de la noche. Vieron a Harmon y los dos pases y los dejaron entrar. Los
guardias de adentro ni siquiera se molestaron con eso, corriéndose discretamente a cada lado del
cuarto tan pronto como ellos entraron.
Ahí estaba. Una serie de pasarelas habían sido construidas alrededor para facilitar el acercarse a
mirar cualquier parte de él. Masivo, dominaba toda la sala. Al verlo fuera del agua, pudo observar
mejor el tamaño y rareza del artefacto. No era como nada que hubiese visto antes, un objeto
imposible que a pesar de todo ahí estaba. Cierto poder parecía emanar de él. Era peligroso.
Al mismo tiempo, sintió sus impulsos científicos entrar en escena. Era increíble y genuinamente
quería estudiarlo. Una pieza de tecnología extremadamente avanzada, algo depredando la
humanidad.
Él saco su holopod y comenzó a grabarlo.
“Que estás haciendo?” susurro Harmon. “Nadie tiene permitido grabarlo.”
“Para eso vine,” dijo.
“Pero no está permitido.”
196
Altman se encogió de hombros una vez, luego lo ignore. O Harmon lo detenía o no lo hacía. Filmo
toda la estructura al principio, luego aumento el zoom y comenzó a recorrer la superficie del lado
más cercano a él. Al hacerlo, intento detectar el lugar donde pertenecía el fragmento de roca en
su bolsillo, pero no lo encontró.
Sintió como si solo hubiese comenzado cuando Harmon lo agarró del brazo. “Tenemos que irnos,”
susurro.
Altman asintió. Guardo el holopod nuevamente en su bolsillo y se dirigió a la puerta. Harmon lo
arrastraba consigo. Harmon asintió una vez a los guardias y ellos regresaron a sus puestos. Saludo
a los guardias del exterior.
“Por que necesitas un video?” pregunto Harmon al irse alejando. “Tengo mis serias dudas sobre
entregarte.”
“Es importante,” dijo Altman. “Confía en mí. Ya lo veras.”
Cinco minutos más tarde, estaba de regreso en su cuarto, empacando rápidamente. El fragmento
de roca, lo mantuvo consigo. Respaldo el contenido de su holopod en un memory stick solo por si
acaso. Entonces se recostó en la cama y espero.
El sueño no llegaba. Cada vez que cerraba sus ojos, veía el Marker ahí, irguiéndose delante suyo.
Era poderoso y peligroso al mismo tiempo, y quería algo de ellos. Por qué lo adoraba Ada? El
adorarlo solo significaría ponerse aún más a su merced. Y esa no era una de las cosas que Altman
disfrutara hacer, quedar a merced de alguien.
Pronto, tras una hora o dos, escucharía golpes nuevamente en su puerta y seria escoltado hacia la
bahía y enviado al complejo terrestre. Miraba hacia la obscuridad, pensando. Una vez allí, podría
olvidar todo esto, pretender que el Marker ya no era su problema y dejar que Markoff hiciera lo
que quisiera con él para poder regresar a su vida normal. O podría buscar la manera de sacar el
video que había tomado del Marker, hacerlo público e intentar hacer de él un asunto de interés
científico en vez de un juguete de los militares.
La primer posibilidad significaría seguridad, una chance de tener una vida más o menos normal.
Probablemente pudiese arreglar su relación con Ada. Tal vez con tiempo, a millas de distancia del
Marker, separada de las alucinaciones de su madre, ella volviera a la normalidad. Dejaría de
pensar en ello, recobraría su sanidad. Todo podría salir bien. Eso, asumiendo que nada saliera mal
con el Marker. La segunda podría significar peligro, incluso la muerte. Markoff y sus matones no
dudarían en dispararle o a Ada si se volvían, como Markoff disfrutaba decir, desechables.
Él ya sabía cuál tomaría. Nunca fue del tipo que toma la ruta segura. Ahora todo lo que tenía que
hacer era averiguar cómo distribuir la noticia.
197
48
Markoff iba de holoarchivo en holoarchivo, buscando alguna buena noticia. Hasta ahora nada. El
Marker se mantenía sin respuesta y mudo.
Habían intentado todo lo que se les ocurrió. Habían comenzado a experimentar en él. Un equipo
de criptologos intentaba descifrar los símbolos grabados en la superficie, pero sin idea alguna de a
que se referían, no estaban haciendo ningún progreso real. Lo sometieron a una corriente
eléctrica sin resultado. Intentaron irradiándolo, sometiéndolo a ondas de radio, microondas,
ondas electromagnéticas. Nada, siempre nada.
O casi nada. Los investigadores le habían informado que el Marker había comenzado a transmitir
otra vez. Muy suavemente ahora, pero ahí estaba. Algunos científicos trabajando en el objeto lo
notaron y otros no. Según Stevens los que lo hicieron comenzaron a ser visitados por parientes
muertos, tal como había sucedido con Altman en el batiscafo, todos con alguna variación del
mismo mensaje: dejen el Marker donde estaba, no intenten utilizarlo. Los mismos científicos no
entendían mejor de lo que él lo hacía, y luego de pasar el mensaje a Stevens, habían comenzado a
especular sobre ello por su cuenta. Era una advertencia, sentían algunos, y debía ser tomado en
cuenta seriamente: nadie debía tocar el Marker, nadie debía tratar de controlar su tecnología; si lo
hacían, liberarían algo que no podían imaginar. Pero tal vez era simplemente que no estaban
listos, sentían otros, que una vez que probaran ser dignos, los secretos del Marker serían
revelados ante ellos.
Había mucho más en el campo. Una creencia mística había comenzado a crecer en torno al
Marker. Cada vez que podían, los creyentes se reunían y sacaban conjeturas, convencidos de que
el Marker era el camino hacia la vida eterna y a la unión con el divino. Algunos decían que esto era
a lo que se referían por “Convergencia.” Hasta ahora, los movimientos habían sido controlados por
los guardias, pero incluso algunos de ellos, noto Markoff, estaban comenzando a ser creyentes.
Corría peligro de perder el control del proyecto.
Necesitan encontrar una forma simple de controlar el poder del Marker y hacerlo rápido. Estaba
seguro de que la tecnología, una vez controlada, sería el camino a un tremendo poder, incluso la
dominación mundial, sin mencionar la luna. Incluso el sistema solar.
Pero ahora un grupo de científicos creyentes estaba intentando establecer estrictas reglas sobre
cómo debía ser examinado el Marker. Solo interacciones respetuosas serian toleradas, nada que
pudiera amenazarlo o dañarlo o provocar que pensara menos de la humanidad. Necesitamos
mostrar al Marker que somos dignos de él para que comenzara a enseñarnos. Era una ridícula lista
de demandas, y Markoff las desecho sin pensarlo, pero no podía evitar que la gente hablara. Había
un palpable cambio en la manera en que las personas se aproximaban al artefacto, incluso luego
de que Markoff rechazara las demandas de los creyentes. De hecho, estaba sorprendido al ver
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como muchas personas en la instalación sentían un respeto religioso sobre el Marker. Algo estaba
cambiando, transformándose de una manera que no respondía a sus tácticas habituales. Tenía que
pensar en alguna nueva forma de manejar la situación.
Se comunicó a través de una línea de video con Krax. Por la velocidad en la que contesto, estaba
claro que esperaba la llamada.
“Ha tenido oportunidad de revisar los datos?” preguntó Krax.
“Si,” dijo Markoff. “Cuál es su recomendación Oficial Krax?”
“Un inequívoco rechazo a conceder cualquiera de sus demandas. Una vez que comencemos a
hacerlo, nunca se detendrán. Están locos. No deben ser tolerados.”
“No terminara ahí,” dijo Markoff.
“Tal vez no,” dijo Krax, “pero nosotros tenemos poder de fuego, ellos no.”
“Muy bien,” dijo Markoff, “vea que sea así.”
Dos días después, Krax tuvo una llamada de uno de los guardias en la recamara del Marker.
“Son los científicos Señor,” dijo. Krax podía escuchar un estable ruido en el fondo. “Están
protestando. No quieren abandonar la sala.”
“Oblíguelos a salir,” dijo Krax.
“No es tan sencillo,” dijo el guardia. “Hay muchos de ellos. Tuvimos que llamar por refuerzos. Que
deberíamos hacer?”
“No hagan nada hasta que llegue al sitio,” dijo Krax y se desconectó.
Para cuando Krax y su equipo llegaron a la recamara, las cosas habían empeorado. Los científicos,
guiados por un hombre regordete llamado Field, habían rodead el Marker. Estaban agarrados por
los brazos e intentaban alejar a los guardias. Todos ellos tenían sus armas listas y estaban
claramente enojados.
“Que sucede?” preguntó Krax a uno de ellos. “Que paso?”
“Tendrá que preguntarle a ese,” dijo él, y señalo a Field.
“Muy bien,” dijo Krax. Saco su arma de plasma de la funda y se acercó a la línea, donde estaba el
hombre.
“Que significa esto?” pregunto.
199
“Enviamos nuestras demandas,” dijo Field.
“Las leímos y rechazamos,” dijo Krax.
“Estamos aquí para proteger al Marker hasta que las aprueben.”
“Iniciando una insurrección no es así? Esto seguramente terminara mal para ustedes.”
Algunos hombres en la línea retrocedieron y se miraron entre ellos, aunque fueron menos de los
que Krax esperaba. Field se veía algo nervioso, pero su voz aún era estable cuando contesto.
“Intentamos hacer lo que es correcto,” dijo.
“Lo correcto,” dijo Krax, “es que usted y sus amigos vuelvan a sus cuartos.”
“Respetaran nuestras demandas entonces?” dijo Field.
Krax lo miro fijamente. “No deberían interferir con algo que no entienden,” dijo. “Lo diré una vez
más, rompan sus líneas y váyanse.”
Field trago saliva y sacudió su cabeza. Honestamente, pensó Krax, al verlo no creerían que fuera a
hacerle frente. Pero la fe hace a la gente impredecible.
“Lo pediré una última vez,” dijo Krax. “Luego de eso, no lo pediré más.”
Field había comenzado a sudar. Sus ojos se veían extrañamente vacíos, pero aún determinado.
Apretó sus labios hasta formar una apretada línea blanca y sacudió su cabeza.
Krax sonrió. Alzando la pistola levemente, disparo a Field en el pie.
Cayo en un segundo, gritando y el cuarto se volvió un caos. Un rayo de plasma rozo levemente a
uno de los creyentes, marcando su mejilla, chamuscando su cabello y golpeo al guardia justo
detrás de él de lleno en la cara. Él cayó al suelo, sangrando, ciego. Krax se agacho, disparo a otro
científico en la pierna. Los disparos volaban de un lado al otro.
Y entonces Krax tuvo una idea. Disparo directamente hacia el Marker, vio el fuego azul salpicar en
la superficie y luego desaparecer.
Se apresuró a llegar a Field y se arrodillo a su lado, donde yacía gimiendo de dolor. Forzó la cabeza
de Field para que girara y viera el Marker y disparo otra vez.
“No!” dijo Field, claramente aterrorizado. “Lo dañaras! No!”
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“Diles que se detengan!” grito Krax. “Diles que bajen sus armas y se rindan o hare que cada
guardia aquí le dispare a esa cosa.” Y para demostrar que hablaba en serio, disparo al Marker una
tercera vez.
Repentinamente se vio inundado de dolor, su cabeza se sentía a punto de explotar. Busco
desesperadamente aire. La gente alrededor suyo estaba haciendo lo mismo. Field grito y comenzó
a pedir que los demás creyentes lo oyeran, que detuviesen la violencia, que bajaran sus armas. Al
principio los creyentes estaban muy distraídos por el dolor, pero gradualmente se reunieron y se
quedaron parados, como si estuviesen paralizados. Krax se levantó y elevo su palma abierta para
ordenar a los guardias que dejaran de disparar. Dios, como dolía su cabeza.
“Por el bien del Marker, debemos conceder esta batalla,” dijo Field, torciéndose por el dolor en su
pierna. “Bajen sus armas hermano. No se resistan.”
Krax estaba sorprendido de ver que lo hacían, hombre por hombre. Solo una prueba más de que la
religión es un camino inútil.
Los próximos veinte minutos fueron utilizados en apresar a los creyentes y atender a los heridos.
Había cuatro muertos: dos guardias y dos científicos. Ordeno que fueran llevados a la morgue.
Krax sonrió. No se había divertido tanto desde las operaciones lunares. Había sido un día muy
satisfactorio. Si solo su cabeza no doliera tanto, hubiese sido perfecto.
201
49
“Ha comenzado otra vez,” dijo Altman. “El pulso. Estoy seguro de eso.”
Estaba apretando su cabeza cuando lo decía, claramente sufriendo. Ada también, frotaba su
frente, aunque levemente, no sufría tanto.
“Estas seguro?”
“Estoy seguro,” dijo.
“Entonces la veré otra vez? Mi madre regresara?”
Altman se alejó frustrado. Estaban en el complejo terrestre, que como habían sospechado, se
convirtió inmediatamente en un centro de detenidos en lugar de un centro de investigación. Sus
laboratorios estaban vacíos, conteniendo solo el equipo más básico. Había solo una salida del
centro, y estaba resguardada día y noche por una rotación de tres hombres que originalmente lo
habían acorralado con Markoff, antes de ingresar al complejo flotante. Todos los nombres
comenzaban con T. Terry era delgado y con lentes, pero llevaba un arma de gran calibre. Los otros
dos, Tim y Tom, eran hermanos, hombres grandes que tenían un parecido suficiente para ser
gemelos.
El primer día Altman intento salir y fue detenido. “Pero solo quiero—” comenzó a decir.
“Nadie entra ni sale,” dijo Terry. “Esa es la regla hasta que el jefe diga otra cosa.”
Cuando intento más tarde, con Tim o Tom haciendo guardia, recibió un rechazo menos verbal,
simplemente lo empujaron y cuando persistió, lo golpearon en el estómago.
“Vete,” decían Tim o Tom.
Había cerca de veinte de ellos en el complejo, incluyendo casi todos los científicos de Chicxulub y
por alguna razón, Showalter.
Intentaron continuar la investigación que iniciaron en el complejo flotante, pero sin el equipo
apropiado, era imposible. En cambio, compararon notas y compartieron información y datos.
Como Ada, muchos de ellos se habían vuelto creyentes. Muchos de ellos eran parte de la bandada
de Field y admiraban a Altman, reconociéndolo como su reacio profeta.
“El Marker me ha elegido,” le confió un ictiólogo llamado Agassiz. “No sé por qué, pero sé que lo
ha hecho.”
“Por qué me dices esto?”
202
“Sé que tú hablas con él,” dijo Agassiz. “Pregúntale sobre mí.”
Otros hacían lo mismo, se aproximaban a él esperando una señal o bendición. Al principio intento
decirles que no era posible, que él no era un profeta, pero era muy difícil convencerlos, y
descubrió que algunas palabras cripticas o una simple bendición era una solución más rápida para
que lo dejaran en paz.
Hablando con Agassiz, se dio cuenta de lo sencillo que sería manipularlos. Podría decir a Agassiz
que tenía un rol que cumplir, y ese rol era obedecer a Altman. Había suficientes creyentes para
lograr que lo ayudaran a escapar. Pero dudaba. Si fueran a escaparse ahora, podrían superar a
cualquiera de los tres guardias en funciones, pero probablemente no serían capaces de hacerlo sin
que alguno de ellos saliera herido, o muerto. Lo último que quería era cargar con más muertes en
su conciencia.
· · ·
203
A pesar de la falta de equipo, Skud logro de alguna manera crear un set limitado de equipo de
investigación, en parte desarmando los cables del sistema de seguridad, incluyendo algo que
proveía una cruda medición del pulso. Fue capaz de confirmar que el pulso, de hecho, estaba
activo y funcionando fuertemente.
“No puedo decir cuan fuerte,” dijo. “Hay una limitación de equipo.”
“Si,” dijo Altman, “pero dentro de esa limitación, puedes confirmar que parece ser fuerte.”
“Hay una limitación de equipo,” insistió Skud.
Pero en realidad, Altman no necesitaba que Skud lo confirmara. Podía darse cuenta de ello por la
forma en que la gente a su alrededor cambio, volviéndose más introvertidos o violentos. Y por el
hecho de que al girar en cada esquina seguía encontrándose con fantasmas.
Ayúdanos, rogaban. Complétanos.
Se preguntaba que podía hacer. Tenía que hacer todo esto público, pero cómo? No podía escapar.
Y de repente, caminando por un pasillo, noto que el guardia de la puerta, Tim o Tom, hablaba
consigo mismo. Lo vio hacer un gesto hacia el espacio vacío frente a él y luego sujetar su rifle y
dejarlo caer. Golpeo contra el suelo y él solo lo dejo ahí, caminando apresuradamente por el
pasillo, pasando al lado de Altman sin mirarlo dos veces. Nadie cuidaba la puerta.
No lo dudo. Agarro su billetera, su holopod y la mano de Ada y escaparon inmediatamente. Lo
suficientemente seguro de que aún no había nadie ahí. Con dedos temblorosos, giro la llave que se
encontraba puesta en la cerradura y abrió la puerta.
Y si era una trampa? No podía evitar pensarlo. Tal vez era una trampa, pero también podría ser su
única oportunidad. Cruzo la puerta y corrió, arrastrando a Ada detrás suyo. Ya estaba pensando en
sus próximos pasos: un auto o autobús fuera del pueblo, entonces un vuelo de regreso al Sector
Norteamericano. Tendría que moverse rápido, pero si lo lograba, podría hacer público todo el
asunto.
204
50
Tim estaba de guardia, parado, mirando la puerta exterior cuando su padre apareció. Esto no
sorprendió a Tim, más allá del hecho que su padre estaba muerto hacia veinte años y estando con
vida, vivía a muchas millas de distancia.
Hola Tim, dijo. Estaba fumando su pipa y vestía el suéter que siempre usaba. Bien, no siempre,
pero lo usaba mucho.
“Papá,” dijo, “que estás haciendo aquí?”
Vine a verte.
“No necesitabas hacerlo papa. No tenías que tomarte tantas molestias.”
Estoy preocupado por ti Tim, dijo. Por ti y por tu hermano.
“Por qué papa? Tom está bien. Yo estoy bien también. Estamos trabajando. Y ganando buen
dinero.”
No es eso, dijo su padre, dando una gran pitada a su pipa. Es solo que, bueno, no sé cómo decirlo
hijo, pero estas seguro de estar listo?
“Listo para que papa?”
Si tienes que preguntarlo, no estás listo hijo. Que tal tú hermano?
“No he hablado con él sobre eso,” dijo Tim. “Ni siquiera estoy seguro de que me estás hablando.”
Las cosas van a cambiar por aquí hijo, dijo su padre. En qué equipo estarás? Estarás en el equipo
ganador? Tienes una buena apuesta?
“Quiero estar en el equipo ganador papa,” dijo Tim ansioso. “Me gusta pensar que tengo una
buena apuesta.”
Tu hermano, creo que se ha cambiado de equipo, dijo su padre. Estas listo para reemplazarlo?
“Tom?” dijo él, elevando su voz. “Que le paso a Tom?”
No puedo decirlo exactamente, dijo su padre. Un momento estábamos hablando y al próximo ya
no quería hablar conmigo. Estaba escuchando al coach del equipo contrario al mismo tiempo que
a mí. Creo que se confundió. Él era así también cuando ustedes eran niños. Tom siempre tendía a
entender mal lo que le decía. Tu no harás eso, o si?
“Donde esta Tom papa? Dime que le paso a Tom.”
205
Pero su padre ya no estaba, desapareció en mitad del aire. O tal vez seguía ahí pero justo detrás
suyo, siempre detrás suyo. “Papá?” dijo él. “Papá?”
Camino de un lado a otro ansiosamente por un momento, pero no podía dejar de pensar en Tom.
Tom era su hermano mayor, nacido minutos antes, y él siempre lo admire. Siempre se habían
cuidado entre ellos. Era casi como si no fueran una persona completa a menos que estuviesen
juntos. Lo que hacía el vigilar el complejo solo tan difícil a veces.
Que era lo que había dicho su padre? Que Tom había dejado de hablar con él. Tal vez solo estaba
enojado. Tim no entendía como alguien podría enojarse con su padre, él era un gran tipo, pero
Tom lo había hecho algunas veces, y algunas otras había dejado de hablarle. Tal vez era parte de
ser el hermano mayor.
Pero tal vez había pasado algo más. Tal vez había otra cosa mal. Le debía a Tom el chequearlo con
él. Después de todo, Tom no haría lo mismo por él? Y si no lo hacía y algo le pasaba a Tom? Como
haría para perdonarse a sí mismo?
Solo estaba el problema de la puerta. Estaba cuidando esa puerta. Necesitaba a alguien que la
vigilara mientras él no estaba.
“Papá,” pregunto, “podrías hacerlo?”
Claro que si hijo, dijo su padre. Estaba encendiendo su pipa. Que es lo que quieres que haga?
“Toma esto,” dijo Tim, y le dio el arma. Su padre no pudo agarrarla y la dejo caer al piso. Estaba
bien, pensó Tim, la levantaría después, luego de que terminara de fumar su pipa. “Si alguien
viene,” dijo. “Llénalos de plomo.”
Si padre sonrió. Lo hare hijo, dijo y saludo suavemente a Tim.
Sí señor, pensó Tim mientras se dirigía hacia el pasillo en busca de Tom. Su padre era un buen tipo,
eso era seguro. Ciertamente lo entendía. No todo el mundo tenía la suerte de tener un padre así.
Olio a su hermano antes de verlo, aunque no sabía que era su hermano al principio. Todo lo que
sabía era que olía sangre, y que provenía de su cuarto.
Entro agachado a la habitación, balanceándose en las puntas de sus pies, listo para que alguien lo
ataque. Pero el ataque nunca llego.
Su hermano estaba en la cama, acostado de lado.
“Tom,” lo llamo. “Papá dice que no hablas con él. Paso algo malo?”
Tom no contestaba.
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“Tom?” dijo otra vez.
No solo no contestaba, sino que tampoco se movía. Tim se adelantó para tocar su hombro. Estaba
frio al tacto. De repente Tim no podía respirar. Lo giro con toda su fuerza y Tom rodo
bruscamente, fue entonces que Tim vio que su garganta estaba cortada, y que tenía un cuchillo en
su mano.
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51
“Ha visto esto?” pregunto Stevens. Krax estaba con él, parado justo detrás.
“Visto que?” preguntó Markoff.
Stevens se estiro y abrió un video. “Fue solo una transmisión,” dijo. “Aún fresca.” Se pararon
juntos, mirándola. Mostraba a Altman frente a un podio, en una conferencia de prensa. Las
leyendas al pie de la pantalla corrían las líneas: CIENTIFICO ACUSA AL EJERCITO DE
ENCUBRIMIENTO. Y luego: VIDA ALIENIGENA CONFIRMADA? Altman describía el Marker y la
expedición.
“Donde es esto?” preguntó Markoff.
“Washington, D.C.,” contesto.
“Como demonios llego a Washington, D.C.?” giro hacia Stevens, quien al mismo tiempo giro hacia
Krax.
Krax se encogió de hombros. “Falla de seguridad,” dijo. “No son mis hombres,” aclaro. “Sobras de
Tanner.”
…cada evidencia de la que hablamos es el primer indicio de vida alienígena, dijo Altman. Pero esto
no es algo que los militares deberían estar investigando. Esto es algo que debería ser investigado
por científicos de todos los sectores, una coalición de expertos de todo el mundo... La imagen de
Altman desapareció y fue reemplazada por imágenes del Marker en sí mismo, tomadas desde el
interior de la recamara submarina.
“De donde carajos saco eso?” preguntó Markoff.
“No lo sé,” dijo Krax.
“Descubre quien lo sabe!”
...los militares quieren encubrirlo, exclamaba Altman. Quieren controlar la investigación para
poder usar la tecnología alienígena en la manufacturación de armas. No podemos permitir esto. Es
necesaria una inquisición pública sobre el uso del Marker y su función. Debajo suyo, en la leyenda,
estaban las palabras: MICHAEL ALTMAN: ALARMISTA O PARANOICO?
208
Krax ya se dirigía hacia la puerta cuando Markoff lo detuvo. Stevens hablaba con Markoff,
susurrando levemente, ambos estaban lo suficientemente lejos para que Krax no escuchara nada.
Observo a Markoff asintiendo, y luego otra vez.
“Deja eso,” dijo Markoff a Krax. “Puedes preocuparte por eso una vez que regreses. Encuentra el
hotel en que Altman se está alojando y has los arreglos que debas hacer para registrarnos en el
cuarto adjunto. Selecciona a tres de tus mejores hombres. Quiero que todos nos reunamos en un
avión hace quince minutos. Necesitamos pisotear este problema ahora mismo.”
209
PARTE SEIS
INFIERNO DESATADO
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52
Había sido un largo día. Primero la conferencia de prensa, luego otras preguntas, entrevistas
individuales. La primera intento hacerla con Ada a su lado, pero su obsesión con el fantasma de su
madre había hecho que pareciera una loca. Para las otras, intento apegarse a lo básico. Si, había
un artefacto alienígena que ellos habían denominado “El Marker.” Si, había sido encontrado en el
fondo del cráter de Chicxulub debajo de cientos de capas de roca, lo que sugería que podía ser
más antiguo que la vida humana. No, esto no era una farsa. Si, estaba convencido de que los
militares intentaban ocultar la existencia del Marker. Si el resto del gobierno lo sabía o no, no
podía asegurarlo.
No menciono las alucinaciones. Quería evitar la noción de que el Marker era consiente, y de todas
formas, él no estaba seguro de que las alucinaciones provinieran realmente del Marker—tal vez
eran simplemente disparadas por él. No hablo de la extraña criatura en la playa ni les mostro el
signo de la Cola del Diablo, ni les dijo que los Mayas Yucatecos creían que la cola del Diablo estaba
sumergida en lo profundo debajo de las olas, justo donde el Marker había sido encontrado. La
mayoría de los medios, rápidamente noto, lo veían como una curiosidad interesante, un
extremista que podían pasear ante sus televidentes o radioescuchas. Estaban más interesados en
atacar los huecos de su historia. El video podía haber sido falsificado? Como sabían ellos que el
tamaño real era el que él había dicho? El tamaño podía ser simulado en un video no había figuras
humanas para compararlo. No había ido él a Chicxulub a trabajar en una investigación
universitaria? Entonces como termino trabajando para los militares, viviendo en esa supuesta isla
flotante? No sonaba demasiado parecido a algo que saldría de una novela de ciencia ficción?
Pero había unas pocas personas que hacían preguntas más serias. Y una vez que las respondía, lo
miraban diferente, de una manera más considerada.
Había llegado tarde al histórico Hotel Watergate, pasada la media noche. Tendrían otra ronda de
entrevistas el día siguiente, seguían recibiendo llamadas todavía. También tenían una junta con un
abogado sobre la posibilidad de llenar una demanda contra el gobierno. La opinión pública parecía
estar formándose; tal vez tenían lo suficiente para aplicar la cantidad necesaria de presión en los
lugares necesarios.
“Va a funcionar,” dijo Ada al verlo abrir la puerta. “Markoff no será capaz de guardar el Marker
para sí mismo. Todo el mundo sabrá de él ahora, todos tendrán la oportunidad de oír su mensaje.”
Sin saber que decir, no contestó. Abrieron la puerta. Abrieron la puerta. Encendió la luz y freno de
golpe. Una de las paredes tenía un gran hoyo en ella, había yeso desparramado por todo el suelo.
Justo detrás de eso, sentado en una silla junto a la cama, estaba Markoff
“Hola Altman,” dijo.
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Altman comenzó a girar hacia la puerta, pero encontró un arma con silenciador apuntando a su
ojo, otra apuntando al pecho de Ada. Krax sostenía una, un guardia que no reconocía la otra.
Había otros dos guardias más adentro en el cuarto. Se adelantaron al oír esto.
“No necesito decirte que matare primero a tu novia. No griten,” dijo Krax. “No quiero nada más
que un amable silencio a menos que se te hable. Entiendes?”
Altman asintió.
“Entren al cuarto,” dijo. “Súbanse a la cama.”
Entraron y fueron empujados a la cama. Krax retrocedió y se sentó en la silla que había puesto
camino al baño, manteniendo su arma apuntada a Altman.
“Entiendo que han visto la conferencia de prensa,” dijo Altman.
“Cállate Altman,” dijo Markoff. “A nadie le gusta un sabelotodo.”
“Es demasiado tarde Markoff,” dijo Ada. “La noticia se sabe.”
Markoff la ignore. “Hablemos un poco Altman,” dijo. “Hablar no puede lastimar, o si?”
Altman no dijo nada.
“No creo que podamos convencerte de retirar todo,” dijo Markoff. “Realizar otra conferencia de
prensa, dejarles saber que solo bromeabas, que no hay ningún Marker, que no hay ninguna
conspiración, que has sido víctima de una terrible farsa.”
“No,” dijo Altman.
“Si lo haces,” dijo Markoff, “podemos llegar a algún tipo de acuerdo. Te permitiría regresar para
investigar el Marker.” Cuando Altman no contesto, agrego, “con acceso total.”
Acceso total? Era tentador. Pero no había dudas de que Markoff mentía. Y en cualquier caso, había
avanzado tanto que ya no había retorno. El Marker debía ser investigado abiertamente.
“Él no responde ante ti,” dijo Ada. “Solo responde ante el Marker.”
Markoff se estiro y la agarro con fuerza de la cara. “Cállate,” dijo.
“No la toques,” dijo Altman.
“Cuál es tu respuesta Altman?” preguntó Markoff.
“Lo siento,” dijo Altman. “No.”
212
“Yo también lo siento,” dijo Markoff. “Es todo entonces. Tendrás que venir con nosotros.”
“No lo creo,” dijo Altman.
“No estamos preguntando si quieres venir o no. Te estamos dando a elegir entre venir o morir.”
“Entonces mátenme,” dijo Altman sin dudarlo.
Markoff lo miro tranquilamente. “Dime Supersticioso, pero creo que el Marker tiene algo
guardado para ti. No quiero matarte aún.” Markoff asiente hacia Ada, y el arma de Krax apunta
lentamente hacia su cabeza. “Pero no tengo las misma reservas hacia tu novia.”
Altman miro a Ada. No parecía tener miedo, pero eso era lo que más lo asustaba. Estaba ansiosa
por morir siendo un mártir. “Así que la decisión está entre volver ambos o volver por mi cuenta,”
dijo Altman.
Markoff sonrió. “Lo entendió a la primera,” dijo. “Krax tiene un sedante para ambos.” Hizo un
gesto hacia los otros. “Estos excelentes muchachos repararan el hoyo que hicimos, dejaran todo
igual a nuevo. Para todos, parecerá que simplemente se arrepintió y huyo.”
“Es un verdadero bastardo,” dijo Altman.
“Toma uno para reconocer a otro,” dijo Markoff. “Ahora, sea un buen chico y tome su medicina.”
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53
Y así Altman había regresado al principio, aunque algo sorprendido de que no lo hubiesen matado
en el lugar. Sospechaba una trampa, estaban preparando algo horrible para él, pero no sabía que
podía ser. Se preguntó si su conferencia de prensa o posterior desaparición habían tenido efecto
alguno, pero dudaba ser capaz de averiguarlo desde el complejo flotante.
En cuanto a Ada, cuando él despertó del efecto de la droga, ella ya no estaba. Cuando demando
verla, ellos solo rieron.
“Ella estará bien,” dijo Krax. “Siempre y cuando cooperes.”
Unas horas después de despertar, aún un poco atontado, se encontró en la oficina de Stevens,
quien estaba sentado con sus codos descansando en los apoyabrazos de la silla y sus dedos
entrecruzados frente a su rostro.
“Por qué estoy aquí?” preguntó Altman. “Por qué sigo con vida?”
“Markoff siente curiosidad sobre ti,” admitió Stevens.
“Curiosidad?”
“Tienes una especie de resistencia al efecto del Marker, una resistencia que la mayoría de tus
colegas no tiene. Markoff se da cuenta de que puedes resultar útil para el proyecto.”
“Y qué proyecto es ese?”
Stevens sonrió. “Puedes entender por qué se pregunta por ti,” dijo. “Has sobrevivido viajes en el
batiscafo que han vuelto locos a muchos otros. Incluso cuando tienes dolores de cabeza y
alucinaciones, no han causado que te degeneres en violencia o locura de la manera que muchos
otros con alucinaciones parecen hacerlo. Muchos de los creyentes a bordo tienen un respeto casi
religioso hacia ti. Y tengo que aceptar que me encuentro compartiendo la mitad de sus creencias.
Y sospecho que algunos de mis colegas comparten la misma similaridad.”
“Eso es una locura,” dijo Altman.
“Dicen que eres un profeta reacio,” dijo Stevens.
Altman sacudió su cabeza. “El Marker es peligroso,” dijo. “Estoy seguro de eso.”
“Y aun así estas fascinado con él,” dijo Stevens. Se inclinó hacia adelante. “Aún sospechamos que
sabes cosas que no nos estas diciendo.” Abrió el cajón de su escritorio y saco el fragmento de roca
del Marker. “Esto fue encontrado en el bolsillo de tu chaqueta cuando estabas inconsciente,” dijo.
“Te importaría explicarlo?”
214
“No,” dijo Altman.
Stevens asintió. “Depende de ti,” dijo. “Si no quieres explicármelo a mí, tal vez quieras hablarlo
con Krax.”
Pero Krax no parecía querer hablar exactamente. “Sabes por qué estás aquí?” pregunto.
Altman nodded. “You want to know about the chunk of the Marker.”
“En parte, si,” dijo. Guio a Altman a una silla con cintas de cuero en los apoyabrazos y patas.
“Siéntate aquí,” dijo.
“Por qué?” preguntó Altman. “Donde esta Ada?”
“No te preocupes por Ada. Solo siéntate,” dijo Krax, empujando su pecho suavemente para que
cayera sobre la silla. “Ahora voy a atarte,” dijo.
“No hay necesidad de atarme,” dijo Altman, comenzando a sentir el pánico aumentando dentro
suyo. “Me quedare donde estoy.”
Krax sacudió su cabeza y comenzó a atar las Cintas. “No lo harás,” dijo. “Me temo, Sr. Altman, que
este será un viaje movido.”
“Que quieres decir con, un viaje movido?”
“Como se sienten?” pregunto Krax mientras probaba cada atadura. “Cómodo? No muy apretado?”
“Estoy bien,” dijo Altman, “Pero que—”
Krax tiro de la cinta en la muñeca izquierda ajustándola a un punto doloroso, entonces la derecha.
Altman podía sentir la cinta cortando su carne. “Que tal ahora?” pregunto.
Y entonces dejo el cuarto. Por un momento Altman estuvo solo, retorciéndose en sus ataduras,
hasta que se detuvo. Tal vez podría tumbar la silla, romperla de alguna manera. Pero cuando
intento moverse hacia atrás y adelante, descubrió que había sido atornillada al suelo.
Un momento después, Krax había vuelto, traía un carrito con ruedas. Arriba del carro había una
bandeja llena de tela blanca. Krax la acerco y quito la tela que cubría la bandeja. Debajo había una
fila de escalpelos y cuchillos, un par de pinzas también. Krax movió su mano lentamente sobre
ellas.
“No creíste que evitarías dar un reporte y saldrías tranquilo de la habitación sin afrontar las
consecuencias, verdad Sr. Altman?
Altman intentó hablar, pero su boca se había secado de repente.
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Krax eligió el cuchillo más pequeño. “Empecemos desde abajo y vayamos aumentando con el
tiempo, te parece?” dijo.
“Preferiría que no lo hiciera,” dijo Altman.
“Solo unos pequeños cortes al principio Sr. Altman. Solo algo para hacerlo interesante y lograr que
respete mis capacidades artísticas.”
Agarro el dedo índice de Altman y muy cuidadosamente marco una cruz en la punta, el cuchillo
simplemente lo atravesó. Al principio no dolía, solo se sentía cálido.
Entonces el dedo comenzó a latir, una gota de sangre se formó en la punta. Fue hacia el siguiente
dedo y luego al siguiente, solo tres o cuatro cortes pequeños por dedo, apenas más profundos que
un corte con papel. Altman vio una gota de sangre formándose en la punta de cada dedo, su mano
se sentía como si estuviese ardiendo.
“Vamos a estar aquí por días y días Sr. Altman. Vamos a llegar a conocernos muy íntimamente.”
Abandonó el cuarto otra vez. Altman intento no mirar su mano, intento ignorar el dolor, pero no
pudo evitarlo. Antes de que todo terminara, lo sabía, el dolor seria mucho, mucho peor. Desearía
estar muerto.
Y entonces Krax estaba de regreso, con un plato lleno de sal en una mano.
“Ha escuchado la expresión ‘echar sal en una herida abierta’, Sr. Altman?”
Altman sintió su mano moverse involuntariamente. Cerró sus ojos. Krax lo abofeteo. “Querrá ver
esto,” dijo. Pero Altman mantuvo sus ojos cerrados.
De repente su mano quemaba, sus dedos estaban enterrados en la sal. No pudo evitar aspirar
profundamente. Apretó sus ojos con más fuerza. “La sal fina funciona mejor,” Krax explicaba con
una voz calma. “La sal marina en particular. Procesada por supuesto.”
Krax soltó la mano. “Eso es todo,” dijo. “Puedes abrir los ojos.”
Lo hizo. La luz en el cuarto parecía ser anormalmente brillante por el dolor. “Que quieren saber?”
pregunto Altman, apretando sus dientes.
“Todo a su tiempo,” dijo Krax. “No hay necesidad de apresurar las cosas.” Regreso al carro,
posando el plato de sal en él. Reemplazo el pequeño cuchillo, recorrió la fila de cuchillos restantes
con su mano. “Amo mi trabajo,” dijo Krax, sonriendo mientras sacaba un cuchillo apenas más
grande de la bandeja y se acercó a él. “Abre bien,” dijo.
216
Markoff estaba solo en el comando central, parado en su puesto habitual. Si alguien entraba,
hubiese pensado que observaba a través de la ventana de observación hacia la obscura agua de
afuera. Lo que estaba haciendo en realidad era monitorear una serie de holovideos, preparados
para ser vistos solo desde esa posición. Mostraban varias partes de la nave, circulando
rápidamente entre ellos.
Algo pasaba, podía verlo. Un disturbio en la recamara del Marker. “Mantenlo ahí,” dijo y uno de
los holovideos se dedicó exclusivamente a esa recamara. Muchos guardias y científicos sacudiendo
sus puños. Donde estaba Krax? Se suponía que él evitaría que este tipo de mierda pasara.
Entonces recordó que Krax estaba con Altman y sonrió.
La puerta se abrió y Stevens ingreso. Se quedó parado unos pocos escalones más abajo,
esperando, hasta que Markoff le permitió subir.
“Tenemos problemas,” admitió Stevens.
“Dime algo que yo no sepa,” dijo Markoff.
“Los creyentes se están poniendo impacientes. De alguna forma supieron que Altman está de
regreso a bordo. Demandan verlo.”
“Absolutamente no,” dijo Markoff. “Se lo entregue a Krax para que juegue un rato.”
“Si no permitimos que haga una aparición, es muy probable que tengamos otro motín en nuestras
manos. Además, Krax no ha descubierto lo suficiente. Él sabe de donde obtuvo el fragmento de
Marker y como—no llevo mucho tiempo para que Altman lo dijera. He visto los videos, analice las
micro expresiones de Altman. No creo que Krax pueda sacarle mucha más información.” Stevens
se acercó un poco más y puso su mano sobre el hombro de Markoff. “Sé que lo odia,” dijo. “Todos
lo odiamos. Pero podemos usarlo.”
Markoff solo se quitó la mano de encima.
“Sera una distracción para los creyentes,” dijo Stevens. “Nos es más util de esa manera que
muerto.”
Markoff enfoco su dura mirada por completo en Stevens. Él la confrontó plácidamente.
“Como sé que no eres uno de ellos?”
“Uno de quiénes? Los creyentes? Me veo como un creyente para usted?”
“Muy bien,” dijo Markoff. “Puede ser útil. Recupéralo de Krax. Pero si algo sale mal, te culpare a
ti.”
217
En la mitad del sexto cuchillo, dos guardias se presentaron. Fue liberado repentinamente y sin
advertencia, sus manos y pies ardían y sangraban, tenía cortes en su espalda y caderas, pero
básicamente estaba de una pieza. “Nos veremos otra vez pronto,” prometió Krax.
Los guardias lo vendaron y lo arrastraron frente a Stevens, dejándolos solos.
“Hubiese sido más sencillo decirme,” dijo Stevens. “Mantén eso en mente la próxima vez que
tengas una opción.”
“Púdrete,” dijo Altman.
Stevens sonrió. “Puedo enviarte de regreso con Krax en cualquier momento,” dijo. “Mantén eso
en mente.”
Altman no contesto.
“La única razón por la que estás aquí ahora,” dijo Stevens, “es porque tengo un trabajo para ti.
Hubo una revuelta entre creyentes y no creyentes el otro día que dejo un saldo de muertos. La
gente está escogiendo bandos. Si esto sigue así, más personas morirán. Me gustaría evitar eso y
creo que tú puedes ayudar.”
“Cómo?”
“Los creyentes confían en ti,” dijo. “Podrían escucharte.”
“La señal pulsante está siendo transmitida otra vez,” dijo Altman. “El conflicto entre creyentes y
no creyentes difícilmente es el mayor de sus problemas.”
“No,” admitió Stevens, “pero uno alimenta al otro. Estas aquí en lugar de seguir con Krax y sus
cuchillos porque Markoff cree que existe la posibilidad de que ayudes a mantener las cosas
estables.”
“Y si digo que no?”
Stevens se encogió de hombros. “Entonces volverás con Krax. Y si no te comportas o intentas
agitar aún más a los creyentes, yo mismo te disparare. Pero mantén las cosas estables y evitaras
que más gente muera. Y no es necesario que te advierta que serás vigilado en todo momento.”
“Quiero hablar con Ada primero,” dijo Altman.
Stevens dudo por un momento. “No,” dijo finalmente.
“Por qué no?”
218
“Tendrás que confiar en mi cuando te digo que está a salvo,” dijo Stevens. “Si todo sale bien, te
dejare hablar con ella.”
Field estaba ahí, muchos otros científicos que él reconocía también, todos ellos felices de verlo
otra vez. Field le conto sobre el enfrentamiento armado con los militares, las muertes. También le
mostro donde había sido disparado en el pie, pero no se quitó la ropa.
“Eso debió doler,” dijo Altman.
Field sonrió felizmente. “Sin la morfina, no sería capaz de caminar,” dijo. “Pero eso no importa,”
dijo. “Yo no soy importante.”
“Claro que lo eres,” dijo Altman, acariciando su hombro como si estuviese loco.
Field sacudió su cabeza. “Lo que importa es que las cosas han comenzado a cambiar. Muchos de
nosotros están muertos ahora y muchos otros estamos locos. Los que quedan tienen una
perspectiva diferente.” Agarro a Altman de la camisa, acercándolo, la rara sonrisa de morfina
seguía pegada a su rostro. “Los que quedamos,” dijo en un susurro estable, “creemos.”
“Si tú lo dices,” dijo Altman, intentando liberarse.
“Es el Marker,” dijo Field. “Habla con nosotros.” Dio a Altman una mirada intrigada. “Hablo contigo
también. Eso te hace un creyente. Está separando ovejas de cabras. O crees o mueres.”
“Es una locura,” dijo Altman.
“Lo es?” dijo Field. “Mira cuantas personas han muerto ya. Mira cuantos están locos. Es eso
normal? Puedes explicarlo de otra manera?”
“Hay otras explicaciones,” dijo Altman. “Tiene que haber.”
“Como qué?” pregunto Field. Cuando Altman no contestó dijo, “Se uno con el Marker Altman.
Acepta su mensaje de unidad. Únete a nosotros.”
Finalmente lo soltó. Altman dio un paso atrás, intentando no mostrar a Field cuan perturbado
estaba realmente. Loco, muerto o religioso—que clase de opción era esa?
“Más y más personas creen en nuestra unitologia,” dijo Field con la misma sonrisa. Busco
torpemente dentro del cuello de su camisa agarrando una cinta de cuero. La saco hacia afuera. Al
final había dos piezas de metal enrolladas entre sí para formar una representación del Marker.
“Cuando somos débiles,” dijo Field, “llamamos esto.” Lo envolvió en su pulo, cerro sus ojos y
comenzó a susurrar algo una y otra vez, un canto ritual o una plegaria, lo suficientemente suave
para que Altman no lograra descifrarlo. Aparto su mirada de Field y vio que la mayoría de los que
219
lo rodeaban hacían lo mismo, cada uno sosteniendo algo y susurrando hacia sus puños apretados,
con sus ojos cerrados. Lentamente pudo alejarse del grupo y salir del lugar.
Sus interacciones con los investigadores fueron radicalmente diferentes de lo que habían visto
antes. Antes, había una separación entre el círculo íntimo de Markoff y los demás científicos;
ahora todo el mundo parecía inclinarse a trabajar juntos. Había un nuevo sentimiento de urgencia,
una idea—mayormente por las alucinaciones (o “visiones” como los creyentes las llamaban)—que
el tiempo era la esencia.
Por el primer día o dos, solo escucho. Investigador tras investigador se aproximó a él, reportándole
todo lo que habían descubierto. La mayoría de ellos tenían sus rostros iluminados con fanatismo,
ya fuera fanatismo religioso o por el descubrimiento. Sea cual fuere, lo asustaba.
Al ir escuchándolo, comenzó a ver los datos de las pruebas, y comenzó a interactuar directamente
con el Marker mismo, se había convencido de que estaba en lo cierto desde el principio, el
propósito del Marker no tenía nada que ver con el bien de la humanidad, aunque era incapaz de
determinar cuál era ese propósito. Acostado en la cama, solo en la noche, preguntándose donde
estaría Ada y si aún seguía envuelta en la locura del Marker, girando su cabeza se preocupaba cada
vez más. Toda la charla sobre la Convergencia y la vida eterna que habían empezado con las
alucinaciones no era tanto una mentira, sino algo relacionado al Marker, intentando expresarse en
términos humanos, manipulando los recuerdos de seres queridos y reconfortándonos con sus
palabras. Pero que era ese algo? Los seres que lo habían creado? Algún tipo de mecanismo de
protección? Algo totalmente diferente?
Y sea lo que fuere, estaba perdiéndose en la traducción: nadie estaba seguro de que era lo que el
Marker quería que hicieran. Volviéndose más y más nervioso, abrió un videolink con Stevens.
A pesar de la hora, Stevens no parecía haber estado durmiendo. Cuando contesto, su voz sonó
igual que siempre.
“Altman,” dijo, sin una pizca de sorpresa. “Que puedo hacer por usted?”
“Está despierto?”
“No duermo mucho estos días,” dijo Stevens. “Muy ocupado hablando con los muertos.”
“Tengo algo que necesito hablar,” dijo. “Es sobre el Marker, sobre los mensajes que parece enviar
a través de las alucinaciones. No sé a quién más consultar.”
“Adelante,” dijo Stevens. “Yo mismo he estado pensando en eso.”
“Me pregunto sobre su propósito. No sé si deberíamos confiar en ellas.”
220
“Prosigue.”
“Creo que entendemos lo que el Marker dice positivamente porque estamos inclinados a creer en
una vida más allá de esta y porque nos habla con las voces de personas cercanas a nosotros.”
“Es justo,” dijo Stevens. “Claramente quiere que pensemos de forma positiva.”
“Pero si escucha atentamente lo que las alucinaciones están diciendo e intenta pensar en ellas
como las palabras de una presencia alienígena canalizada a través de memorias humanas, e
intentas olvidar que lo escuchas de boca de alguien amado, hay otra interpretación para la
Convergencia, para volverse uno.”
“Si,” dijo Stevens.
“Y si la Convergencia no significa vida eternal o trascendencia, sino subordinación radical? Y si se
refiere a la unidad como algo más literal, la destrucción del individuo para formar una comuna
mayor?”
“De la manera en que algunas colonias de insectos funcionan,” dijo Stevens. “Los individuos se
sujetan a la voluntad de la colonia, una especie de mente de colmena que controla a todos los
individuos.”
“Si,” dijo Altman. “O tal vez incluso más extremo. Y si está siendo literal? Y si quiere
transformarnos de muchas criaturas en una sola?”
“Eso no suena posible,” dijo Stevens.
“Es un nuevo territorio,” dijo Altman. “Difícilmente sabemos que es posible y que no. En cualquier
caso, es peligroso. Podríamos dirigirnos a la destrucción en lugar de a una utopía.”
“Lo que genera una importante pregunta,” dijo Stevens tranquilamente
“Cuál es?”
“Lo que sea que busquemos obtener del Marker, podemos verlo como algo minado de poder o
algo para será dorado o un objeto de inquisición científica, estamos usando al Marker o el Marker
no utiliza a nosotros?” Por primera vez, el exterior suave de Stevens se rompió, y Altman vio algo
como un brillo de ansiedad atravesándolo. Cubrió sus ojos con su mano. Cuando, luego de un
momento, movió su mano, el suave exterior había vuelto.
“Una cosa más,” dijo Stevens. “Los muertos hablan algo de unidad, otros sobre un reloj corriendo.
A que se refiere esto? Como se relaciona con la Convergencia? El Marker está despertando para
castigarnos por no aprovechar nuestro tiempo aquí?”
221
“No lo sé,” dijo Altman. “Podría ser algo menos amenazante, pero creo que puede ser ma. Los
muertos actúan como si debiéramos enfrentar una fecha límite. Una fecha límite que
evidentemente hemos cruzado. La Convergencia se discute como recomenzando, pero no sé si se
trata de un comienzo fresco para nosotros. Tal vez solo será un comienzo fresco solo para el
Marker, o lo que sea que lo controle. Tal vez la Convergencia significa limpiarnos de la pizarra para
comenzar un nuevo ciclo, una nueva fase de cual sea el extraño proceso del que tomamos parte.”
“Si tienes razón,” dijo Stevens, “la raza humana está al borde de la extinción. De cualquier modo,
la Convergencia representa el fin de la vida como la conocemos.”
“Si,” dijo Altman.
“Entonces que debemos hacer?”
“Debería ser detenido,” dijo Altman. “Pero no es como hacerlo. Ahora que está activo, no creo que
ayude simplemente hundir el Marker nuevamente. Tenemos que satisfacerlo lo suficiente para
silenciarlo y que nos deje tranquilos por un tiempo, pero no lo suficiente para que continúe con la
Convergencia. No se me ocurre otra cosa que hacer más que seguir intentando entender lo que
nos dice antes de que sea demasiado tarde. Tal vez una vez que lo entendamos, podamos
entender cómo hablar con él.”
“Pero podrías estar equivocado,” dijo Stevens. “El Marker podría realmente prometernos la vida
eterna.”
Altman asintió. “Podría equivocarme,” dijo. “Pero no creo estarlo. Dímelo tú mismo: los suicidios
aumentan, los crímenes violentos también. Los dolores de cabeza de algunos son tan fuertes que
intentan quitárselo golpeando sus cabezas contra la pared hasta que se abren. Todas las camas de
la enfermería están llenas y aún hay gente gritando sin un lugar donde ir. Científicos alguna vez
respetables ahora pintan las paredes con su propia mierda. Acaso eso le suena a vida eterna??”
Stevens suspiro. “Podría tratarse de un estado intermedio. Sabes cuál era la propuesta de Pascal?”
pregunto.
“Quien es ese?” preguntó Altman.
“Blaise Pascal,” dijo Stevens. “Un filósofo del Siglo XVII. Casi olvidado ahora, aunque una de las
primeras naves destruidas durante las operaciones lunares fue nombrada en su honor. Su
propuesta era que la existencia de Dios no podía ser determinada por la razón, un individuo debía
vivir como si Él existiera, ya que perdería muy poco si no existía y ganaría mucho en caso de que
existiese.”
“Que tiene que ver eso con—”
222
“Estoy llegando a eso,” dijo Stevens. “Puedo creer en lo que me estás diciendo o puedo creer que
el Marker tiene nuestros intereses como prioridad. Si creo lo que tú me dices, eso significa que es
muy probable que la humanidad sea una causa perdida de todas maneras y pasare mis últimos
días golpeando mi cabeza contra un problema que no tiene solución. Si creo que el Marker tiene
nuestro bienestar en mente, entonces puedo avanzar lleno de esperanza, hacia mi propia
salvación.”
“Oh Dios mío, te has convertido en un creyente,” dijo Altman.
“Por qué crees que convencí a Markoff para que te liberara? Tengo que desearte la mejor de las
suertes,” dijo Stevens. “Si tu estas bien y yo estoy equivocado. Espero que puedas encontrar la
forma de salvarnos a todos. Si tu estas mal y yo tengo razón, entonces tengo todas las de ganar
con solo creer.”
“No es así como funciona la fe,” dijo Altman. “No puedes simplemente decidir qué quieres creer.”
“Aparentemente tú no puedes,” dijo Stevens. “Pero yo puedo. Espero que estés equivocado.”
Altman lo vio estirarse y cortar el link.
La actitud de Stevens, noto Altman, era probablemente compartida por muchos, aunque muy
pocos podrían sonar tan racionales o coherentes en la forma de deliberadamente cerrar sus ojos al
peligro. Al compartir esta idea con sus colegas, se arriesgaba a ganar su resentimiento o incluso a
que lo ataquen. Aún si le creían, podría significar pánico y miedo, y la depresión podría
comprometer sus habilidades en el trabajo.
No, iba a arriesgar su propia apuesta: la propuesta de Altman. Pretendería estar de acuerdo,
avanzar con el cumplimiento de la voluntad del Marker en mente, y en el último minute, una vez
que haya aprendido lo suficiente para destruirlo, girar las cosas. Si ganaba, entonces la vida
continuaría como hasta ahora. Si perdía, probablemente moriría, al igual que el resto del mundo.
No eran buenas probabilidades, pero eran las únicas que tenía.
223
54
Fue Showalter quien hizo el avance inicial al sugerir una posible función para el Marker. Los
símbolos, teorizo, eran códigos matemáticos que simbolizaban el ADN. El Marker en sí mismo era
una representación de una secuencia de ADN.
Los científicos se dedicaron a decodificar la secuencia. Otro científico, un radio astrónomo llamado
Grote Guthe, hizo el siguiente avance, sugiriendo que la señal transmitida por el Marker podía
leerse como la transmisión de una secuencia de código genético. Field se aseguró de que Altman
se enterara de ambas.
El equipo de Showalter secuencio al Marker en sí mismo, y obtuvo como resultado un perfil
genético que era, al menos así informó a Altman, notablemente similar al de los humanos.
“Entonces, algo como los humanos?” dijo Altman.
“Tal vez,” dijo Showalter. “Tal vez algo exactamente como los humanos. Creo que el Maker tiene
el código de AND de nuestros ancestros.”
“Así que graba nuestro código genético,” dijo Altman. “Y eso qué?”
“No solo lo graba,” dijo Showalter. “Creemos que también lo transmite, deliberadamente
cambiando la estructura genética en organismos humanos existentes. Podría, de hecho, ser el
origen de la vida humana.”
Altman no sabía que decir. Era escalofriante pensar que la vida humana nunca hubiese
evolucionado naturalmente, ni se trataba de un regalo de Dios sino que era, en cambio, obra del
Marker.
“Pero por que retransmitiría nuestro código genético?” preguntó Altman. “Ya hemos
evolucionado. Cuál sería el punto de eso?”
“Has hablado con Grote Guthe?” preguntó Showalter. “Él encontró algo. Por Dios santo, ve a
hablar con Grote.”
Y así lo hizo. El científico alemán no era lo que Altman esperaba; era pequeño y muy delgado, y
tenía una enfermedad en la piel que lo había dejado sin cabello. Se veía inofensivo. Parecía estar
esperando a Altman.
“Si,” dijo, “Herr Doktor Field me ha dicho sobre usted. Es uno de nosotros, si?” Altman no asintió
ni sacudió su cabeza, pero Guthe continuo. “Quiere saber sobre el pulso,” dijo. “Sobre si mi equipo
ha decodificado el pulso. Tal vez Herr Doktor Shovalter le ha dicho algo, si?”
“Si,” dijo Altman.
224
“Hemos decodificado el pulso, quizás. Pero nos encontramos con una complicación.”
“Cuál es la complicación?”
“Mi equipo ha decodificado la señal y creemos que la decodificación es correcta. Entendemos que
es un código y entendemos de qué código se trata. Herr Doktor Shovalter cree que ha
decodificado la señal y el también, cree haberlo hecho correctamente. La complicación es que
tenemos diferentes respuestas. Para é les un código que es un paso adelante en la secuencia para
la vida humana. Para mi es algo completamente distinto, no correlacionable con ninguna especie
conocida. Estoy haciendo una versión sintética de mi respuesta, para observarlo desde cerca.”
“Tal vez uno de ustedes está equivocado,” dijo Altman.
“Tal vez,” dijo Guthe. “O tal vez la señal pulsante está transmitiendo un código diferente que ha
sido grabado en el Marker.” Se inclinó y dio a Altman una estable mirada. “Debo decirle algo,” dijo.
“Yo soy un creyente, no debe dudar de mi fe. Pero también soy un científico. He observado
cuidadosamente los cálculos de Herr Doktor Shovalter e igualmente cuidadoso al observar los
míos. Nuestros cálculos son correctos. Si el Marker fue el inicio de la vida humana, entonces no
tiene necesidad de transmitir esto ahora. Y aun así, está comunicando un pulso, uno con un código
genético nada familiar. Tal vez está comunicando el pulso, pero tal vez es un pulso fallido con un
código genético fallido. Tal vez este Marker ha comenzado un proceso de deterioro.”
“La Convergencia,” dijo Altman.
“Pero tal vez simplemente se ha confundido,” dijo Guthe. “Debemos intentar entenderlo.
Debemos trabajar junto a él.”
“Qué tal si eso es lo que pretende hacer?” dijo Altman.
Guthe saco su collar fuera de la camisa, apretó el icono del Marker en su puño. “No, no puede
pretender eso,” insistió. “El Marker está aquí para nosotros. Simplemente se ha confundido.” Y
entonces miro a Altman en busca de guía.
Altman solo asintió y se fue sin decir una sola palabra más. Estoy rodeado por lunáticos, no podía
evitar pensar. Fanáticos.
Pero luego esa noche, comenzó a dudar. Y si Guthe tenía razón? Y si el Marker solo estaba roto?
Tal vez podrían repararlo con solo regresar el fragmento que obtuvo del recolector de muestras al
lugar donde pertenecía.
Eso es ridículo, pensó. Estaba transmitiendo la señal antes de que la muestra fuese tomada.
225
Se recostó en la cama, mirando al techo hasta que otra idea llego a él. Pero tal vez estaba
transmitiendo una señal diferente, la señal correcta.
No podría dormir hasta que lo intentara.
Despertó a Showalter y le explico lo que quería hacer.
“Ya lo intentamos,” dijo Showalter. “No cambia en nada.”
“Pero tal vez—”
“El fragmento faltante no es crucial,” explico Showalter. “De hecho, ninguna pieza individual es
crucial. El Marker es una estructura compleja pero replicada internamente. Aún si hay partes rotas
o dañadas, seguirá funcionando. Probablemente la única manera de detener su funcionamiento
seria pulverizarlo.”
Deprimido, Altman regreso a su cama. Marco un punto para el Marker. No estaba roto, o al menos
no de alguna forma que pudieran comprender. Lo que significaba que actuaba de esa manera por
otras razones. O estaba trabajando para su bien, o su destrucción.
226
55
Herr Doktor Guthe estuvo despierto por horas. Con la ayuda de su equipo, logro secuenciar la
hebra de AND y luego ensamblarla biotecnicamente con un nanosistema. Entonces
meticulosamente revisaron los resultados para cerciorarse de estar en lo cierto. Era algo simple,
difícilmente el tipo de trabajo del que pudiera estar orgulloso, pero era acertado. Si lograba que se
replicara, sería capaz de hacer extrapolaciones sobre la hebra original sobre el propósito de la
mutación, y esto podría indicarle si el Marker estaba roto o trabajaba intencionalmente de esa
manera.
Su equipo permaneció con él a toda hora, hasta el momento en el que inyectaron la secuencia
dentro del núcleo de cuatro docenas de células embrionicas de ovejas, seguida de químicos que
favorecerían la división. Luego de eso, no había nada que hacer más que esperar. Funcionaria o
no.
Por primera vez en varias horas, vio a su equipo, estaban agotados y adormecidos, algunos de
ellos apenas se mantenían en pie. Así que los envió a dormir.
Herr Doktor Guthe tuvo la intención de ir a dormir también. Solo que no estaba cansado. De
hecho, no podía recordar la última vez que estuvo cansado. No había dormido en días.
Así que se mantuvo despierto, solo, en el laboratorio. Espero, sin moverse, sentado en su
banquillo. Sentía como si hubiese entrado en un estado mental completamente diferente, uno que
no necesitaba sueño. Espero nunca tener que dormir otra vez. Esto, estaba seguro, se debía al
Marker.
Tras pensar en la palabra, saco su collar nuevamente y lo apretó con fuerza en su puño. Volvería
ella? Si lo pensaba con suficientes fuerzas, volvería ella?
Y entonces ella salió de la pared hacia él. Al principio no era más que una distorsión, pero él apretó
aún más su colgante y se concentró, ella comenzó a cambiar. El sombrío aire a su alrededor se
desvaneció y su figura cobro vida—alta, delgada, un rostro perfecto salvo por una pequeña cicatriz
sobre su mejilla izquierda.
Te extrañe, dijo ella.
“Yo también te extrañe,” contesto él.
Ella sonrió, y algo de sangre rodo por su labio, pero no mucha. Él intento ignorarlo. Excepto por la
sangre, adoraba la forma en que sonreía.
Que estás haciendo? Pregunto ella.
227
“Un experimento,” dijo él. “Estoy tratando de entender aquello que te trajo de vuelta a la vida.”
Me alagas. Pero desearía que no lo hicieras.
“Quisiera haber hablado contigo en aquel entonces,” dijo. “Cuando estabas con vida. Te
observaba, lo sabes. Te seguía a todos lados.”
Lo sé, dijo ella.
“Y entonces falleciste y creí que había perdido mi oportunidad. Pero ahora estas aquí otra vez.”
Solo soy una proyección de tu mente, dijo ella. Tú sabes eso. Tú mismo me lo dijiste. Sabes que soy
una construcción hecha de tus recuerdos.
“Lo sé,” dijo. “Pero te ves tan real.”
Ella sonrió nuevamente, esta vez más amplio, y la sangre comenzó a rodar por su mejilla hasta su
barbilla. Él la encontró así, hace veinte años. Ni siquiera sabía su nombre. Entonces, como ahora,
no estaba seguro de lo que había pasado con ella. Así que estaba tan muerta como cuando él la
encontró. Pero ahora seguía muriendo y siendo regresada a la vida.
No debes… comenzó a decir ella, y luego lentamente se desvaneció. Él suspiro. Nunca llego mucho
más adelante con el mensaje del Marker, nunca había oído tanto como sus colegas. Él asumió que
era porque su deseo de ver a la chica era muy fuerte, muy intenso.
Observo los platos de cultivo, se sorprendió al ver que las cuarenta células en los cuarenta
receptáculos se habían multiplicado. No tenía precedentes. Tampoco había precedentes para la
velocidad con la que se habían multiplicado—nunca había visto nada parecido. Habían pasado solo
algunas horas, y la muestra ya era visible al ojo desnudo.
Siguió observando cada receptáculo durante la siguiente hora, hasta que todos comenzaron a
llenarse con una substancia rosácea similar a cualquier tejido biológico. Debería mirar más de
cerca? Por qué no: había muchas muestras. Que mal haría si mirara solo una?
Abrió uno de los receptáculos y corrió una leve carga eléctrica a través de la muestra. La
substancia rosácea se movió, como si lo hubiese sentido. Tal vez lo hizo.
Giro el receptáculo y lo vacío sobre la mesa. La substancia permaneció allí, ondulándose
levemente. Cuidadosamente, la corto al medio con un escalpelo. Observo un espacio vacío
formarse entre las dos mitades, y luego las vio unirse nuevamente en una misma hoja, sin dejar
ninguna cicatriz visible.
Maravilloso pensó.
228
Aún experimentaba con el tejido cuando el rostro de su abuela apareció, flotando justo sobre la
mesada. Asustado, salto de su banquillo.
Seguro, amaba a su abuela, pero no tanto como amaba a la chica. O tal vez solo era diferente:
había conocido a aquella chica solo por un momento, y por eso su amor por ella era puro e
inalterado. Sus sentimientos hacia su abuela eran mucho más complejos. Luego de que sus padres
murieron, ella se hizo cargo de él. Lo trataba bien, pero era vieja y gruñona y a veces hacia cosas
que él tardaba bastante en entender. Y entonces, un día cuando él ya era algo mayor, ella
simplemente desapareció. Incluso entonces él básicamente entendió que algo debió haberle
pasado, algo que no pudo evitar, que tal vez había sido asesinada. Pero a una parte de él le
costaba trabajo no sentir resentimiento por que no regresara.
“Que quieres?” pregunto en alemán.
Es esa manera de tratar a tu abuela? Dijo ella. Hablaba en un inglés pesadamente acentuado,
aunque él sabía que de ser real, estaría gritándole en alemán.
“Lo siento,” dijo él. “Has aparecido, me imagino, porque hubo algo que la chica no pudo expresar.
Tú sabes que te amo.”
Así me gusta más, dijo ella, y le dio un caramelo envuelto en celofán. Siempre hacia eso cuando
estaba con vida. Intento tomarlo, pero su mano solo lo atravesó.
Es hora, dijo ella. Has aprendido demasiado. Es hora.
Hora de qué? Él no se había sentido completo desde que perdió a su abuela. Y ahora estaba aquí
otra vez, pero no lo estaba al mismo tiempo. Podía verla y oírla, pero no tocarla ni olerla. Toda su
vida había sido así, una vida de perdidas, primero sus padres y luego su abuela. Al final, todo lo
que le quedaba era su laboratorio, la única cosa en la que podía contar. Su laboratorio nunca lo
había decepcionado.
Me estas escuchando? Pregunto ella, chasqueando sus dedos. Entiendes lo que estoy diciendo?
Debes detener esta investigación ahora mismo!
Detener su investigación? Sintió ira creciendo dentro suyo. Ella nunca entendió lo que intentaba
hacer, así que por que debería sorprenderlo que no lo hiciera ahora? “Pero estoy trabajando en
algo importante,” dijo. “Estoy haciendo descubrimientos que van más allá de la imaginación
humana.”
Lo que estás haciendo es peligroso, dijo ella. Confía en mi hijo. Te digo esto por tu bien. El Marker
te destruirá. Debes detenerte antes de que sea tarde.
229
Sus ojos se llenaban de lágrimas. Detener su trabajo? Que otra cosa le quedaba? No es realmente
ella, se decía a sí mismo. El Marker solo había tomado prestadas su imagen y su voz. Por qué no
podía seguir siendo la chica? Él la amo pero nunca la tuvo, así que nunca podría extrañarla de la
misma forma en que extrañaba a su abuela. Y ahora intentaba manipularlo, intentando usar a su
abuela para hacer que se detenga.
“Por favor, vete,” dijo intentando no mirarla. “Es demasiado.”
Demasiado? Decía ella. Su voz era un poco más aguda ahora, lo ponía nervioso. Necesito que me
escuches Grote. Esto es muy importante.
Él gimió. No podía escuchar; no podía soportarlo. Cubrió sus oídos, pero de alguna manera aún
podía oírla. Sacudió su cabeza hacia atrás y adelante y comenzó a cantar tan alto como podía. Pero
aún podía escucharla, aún podía oír sus palabras, pero no podía distinguirlas exactamente. Ella
solo se quedaba ahí, hablando, negándose a irse.
Cerró sus ojos, la voz de ella seguía zumbando. Que podía hacer? Estaba tan cansado, solo
necesitaba descansar. Como podía hacer que se fuera?
Confusamente, se dijo a su mismo, era un construcción mental: su construcción mental. Si
simplemente dejaba de pensar, ella tendría que irse. Todo lo que tendría que hacer era perder la
conciencia y estaría bien.
Había una jeringa en el cajón, una jeringa fresca. Tuvo que descubrir sus oídos para buscarla, y de
repente sus palabras atravesaban con más fuerza su cráneo. No Grote! Grito ella. Detén esta
locura ahora mismo! No has entendido nada. Te vas a hacer daño.
Él temblaba. Necesitaba un sedante. Ahí estaba, sobre la mesa.
Grote! Dijo ella. No lo ves? Esto es lo que el Marker quiere! No estás pensando correctamente.
Detente y escucha!
“Déjame solo,” murmuro.
Prepare la aguja y lleno la jeringa de fluido. Era más denso de lo que pensaba, difícil de llenar la
jeringa con él. Aún escuchaba a su abuela gritando cuando ato su brazo buscando una vena y
acercando la jeringa hacia ella.
Grote, por que estás haciendo esto? Pregunto ella.
“Solo necesito dormir,” dijo, y enterró la aguja. “Solo algunas horas de sueño.”
Quemo al entrar, y entonces su brazo comenzó a picar. Su abuela lo miro con una horrible mueca
de corazón roto.
230
Crees que eso es un sedante? Dijo ella. Sacudió su cabeza y camino hacia atrás con una mirada de
horror en su rostro. No es eso. Has apresurado la Convergencia. Debes apresurarte a llegar al
Marker, dijo ella. Rodeando al Marker hay un espacio muerto que detendrá el progreso de esta
cosa en tu interior. Ve ahí y muestra a los otros lo que te ha pasado, adviértelos. Debes
convencerlos para que dejen el Marker en paz. Debes intentar detener la Convergencia antes de
que sea demasiado tarde. Es urgente que los convenzas Grote. Muy, muy urgente. Y lentamente
se disolvió en la nada.
Se sentó ahí por un momento, aliviado, antes de darse cuenta de que su abuela no decía todo eso
solo para molestarlo; decía la verdad. Oh Dios, pensó, mirando hacia el receptáculo vacío, la
jeringa vacía, dándose cuenta de lo que acababa de inyectarse. Miro a su brazo, la extraña
inflamación de su brazo, el doloroso movimiento ondulante que ahora estaba en lo profundo de
su brazo.
Se estiro y activo la alarma, pero entonces vio que no podía sentarse derecho. Algo estaba mal.
Algo estaba comenzando a cambiar. Su brazo picaba, se había entumecido, y el movimiento
ondulante era más grande ahora, se había dispersado. Tenía que salir, tenía que ver al Marker,
hablar con él. El Marker lo salvaría, su abuela lo había dicho.
Se apresuró a salir por el pasillo, tomo la espiral hacia abajo. La alarma sonaba, gente había
comenzado a aparecer, confundidos. Se abalanzo sobre dos laboratorios para los que tenía llave y
entonces por un corredor transparente con el movimiento del agua jugando en sus paredes.
Ahí, al final, estaba la puerta a la recamara del Marker, dos guardias parados frente a ella.
“Déjenme entrar,” dijo.
“Lo siento Profesor Guthe,” dijo uno de ellos. “Hay un alerta. No la escucha?” dijo el otro con una
extraña voz, “Que sucede con su brazo?”
“Yo soné la alarma. Es por eso que debo entrar. El brazo,” balbuceo. “Necesito hablar con él sobre
el brazo.”
“Hablar con quién?” dijo el primer guardia sospechando. Ambos guardias habían preparado sus
armas.
“Con el Marker idiota!” dijo él. “Necesito que me diga que va a pasar conmigo!”
Los dos guardias intercambiaron miradas. Uno de ellos comenzó a hablar a través de la unidad de
comunicaciones rápidamente; el otro activamente apunto el arma hacia él.
“Ahora Profesor,” dijo. “Cálmese. No hay nada de qué preocuparse.”
231
“No,” dijo él, “no lo entienden.”
Había más personas en el pasillo ahora, detrás suyo, observándolo, confundidos.
“Todo lo que quiero es verlo,” les suplico.
“Que sucede con su brazo?” alguien detrás suyo pregunto.
El brazo estaba retorcido ahora, su mano miraba hacia atrás, como si hubiese sido cortada, girada
y reconectada. Ya no era solo su brazo, también en su hombro y su pecho, todo estaba cambiando.
Intentó hablar, pero solo emitió un profundo gemido. Las alarmas seguían sonando. Se adelantó
un paso y ahora los guardias gritaban.
Levanto su brazo frente a él y ellos retrocedieron, quitándose lentamente del medio. Disparare!
Dispararé! Gritaba uno de ellos, pero no lo hacía. Guthe estaba en la puerta ahora, pasando su
tarjeta. Una bala se enterró en su pierna, pero no importaba, apenas lo sintió. Entonces la puerta
se abrió y él cayó hacia adentro.
La recamara estaba vacía excepto por él y el Marker. Se adelantó hacia él, su pierna herida fallaba
debajo suyo. Se arrastró en sus rodillas hasta que pudo tocarlo.
Lo que sea que estuviese pasando con su brazo se detuvo. No mejoraba, pero tampoco
empeoraba. El Marker estaba ayudando. Lo estaba deteniendo. Suspiro aliviado hasta que sintió el
punzante dolor en su pierna.
Se quedaría ahí, protegido por el Marker. Una vez que determinara lo que había pasado, podría
poner a su equipo a trabajar para ayudarlo a mejorar. En el peor de los casos, tendría que amputar
su brazo.
La alarma se detuvo y pudo pensar mejor. Haría que alguien mudara su laboratorio allá abajo y ahí
continuaría con su trabajo. Movió su pierna, grito por el dolor. Por la esquina de su ojo vio una de
las puertas de los lados abriéndose. Giro y reconoció a uno de los lideres, el hombre que
comandaba a los guardias, el que tenía esa cara brutal. Como se llamaba? Ah, sí, Krax. Él era quien
lo ayudaría a mover su laboratorio. Y había traído consigo otros hombres, muchos otros, jóvenes y
saludables. Todos ellos podrían ayudar.
Apenas abrió su boca para hablar cuando Krax levanto su pistola y le disparo en la frente.
“Eso no era necesario,” dijo Markoff detrás suyo.
“Es gracioso,” dijo Krax. “Realmente nunca lo imagine siendo del tipo compasivo.”
“No lo soy,” dijo Markoff. “Pero valía la pena investigar su condición mientras estaba con vida.”
232
Krax se encogió de hombros.
Markoff le dio una mirada tranquila. “Dales el cuerpo para examinarlo. Y cuídate,” dijo. “No
comiences a asumir que no eres desechable. Eres más desechable ahora que hace diez minutos.”
Giro sobre su talón y se fue.
Krax lo vio irse, sintiéndose al mismo tiempo algo contrariado y algo asustado, y luego lo siguió.
“Tomen el cuerpo,” dijo a los guardias. “Llévenlo a uno de los laboratorios y déjenlo ahí.” Miro al
grupo de investigadores. “Cual de ustedes tiene experiencia en disecciones?” pregunto. Casi todos
ellos levantaron sus manos. Eligio a tres de ellos al azar. “Examínenlo de cerca y díganme que le
está pasando.” Y entonces se abrió paso a los empujones a través de la ya dispersa muchedumbre
y se fue.
233
56
El cuerpo de Guthe comenzó a cambiar al poco tiempo de que los guardias lo subieran a una
camilla y lo sacaran de la habitación, pero al estar cubierto por una sabana, no lo notaron. Se
escuchaban extraños sonidos proviniendo de él, similares a quebraduras, que ellos asumieron era
el sonido de la camilla moviéndose por la pasarela o el golpear de sus botas.
Lo llevaron a uno de los laboratorios y lo movieron sobre la mesa, la sabana seguía cubriéndolo.
Los tres disectores los seguían en la distancia, susurrando, sosteniendo sus colgantes. Entraron a la
habitación tan pronto como los guardias se fueron.
“Deberíamos contactar a Field,” dijo el primero de ellos. “Él querrá saber.”
Uno de los otros asintió. “Lo llamare,” dijo, y activo el sistema de comunicación del cuarto.
Un extraño y húmedo sonido se escuchó debajo de la sabana, seguido de un chasquido, como un
hueso quebrándose. La sabana se movió.
“Que es eso?” pregunto uno.
“Solo es el cuerpo asentándose,” dijo otro.
“No sonó de esa manera para mí,” dijo el primero.
“Hola, Field?” dijo el tercero en el comunicador. El rostro cansado de Field apareció en la
holopantalla.
“Hideki,” dijo. “Por qué me llamas tan tarde? Que sucede?”
Otro crack se escuchó bajo la sabana, incluso más fuerte esta vez. La figura debajo cambio
notablemente.
“Que fue eso?” pregunto Field.
“Dame un minuto,” dijo Hideki.
“Eso es más que un cuerpo asentándose,” dijo uno de los otros.
“Tienes razón,” dijo el tercero.
Lentamente avanzaron. Uno de ellos se estiro y tiro de la sabana, dejándola caer al suelo.
Lo que yacía debajo ya no parecía humano. La cabeza seguía ahí, pero ahora estaba embutida en
una cortina de carne, en la deformación que solían ser sus hombros. Estaba inanimado, apenas
moviéndose, lo que quedaba de su pecho subía y bajaba con rápidos movimientos.
234
Las piernas se habían atrofiado y los brazos habían crecido. El cuerpo se había aplanado y las
costillas y la piel parecían haberse abierto para formar una estructura similar a alas entre la
muñeca y lo que quedaba del tobillo, como el cuerpo de una manta raya. Tenía un poco saludable
y morboso color. Los ojos se habían hundido y tenían un extraño brillo.
“Profesor Field, está viendo usted eso?” preguntó Hideki.
“Que es eso?” dijo Field.
“Oh Dios mío,” dijo uno de los otros.
Hubo otro fuerte sonido, y el cuerpo cambio aún más, lo que quedaba del rostro se hundió,
perdiéndose excepto por los ojos y la boca, que ahora era poco más que un hoyo. Se partió al
medio al final, disolviéndose en una más de tentáculos o antenas, casi insectoide. Las manos y pies
temblaron y ganchos de hueso se formaron en su lugar. Emitió un agudo sonido y comenzó a
retorcerse.
Field les grito que corriera. La alarma comenzó a sonar otra vez. El Profesor Hideki Ishimura huyo,
su único pensamiento era alejarse lo más posible. Los otros dos investigadores quedaron
paralizados por el miedo. “Corran!” seguía gritándoles Field. “Corran!” Pero no se movían. La
criatura giro sobre sí misma. Se sentó ahí, apoyada en el borde de la mesa, silbando levemente, su
cuerpo se hinchaba y deshinchaba.
Uno de los científicos grito apenas y se apresuró a la puerta. La criatura salto, envolviéndolo por
los hombros y alrededor de su rostro, presionando fuertemente. Él gritaba, hasta que de repente
fue silenciado. A través de la señal de video, Field observo una extraña probóscide surgir
espontáneamente de la criatura y con un sonido desgarrador apuñalo el ojo del investigador,
perforando profundamente dentro de su cráneo. Latía, inyectando algo.
El otro se dirigió a una de las esquinas, gimiendo, cerrando sus ojos con fuerza. “Corre!” grito Field
nuevamente, pero él no presto atención.
El primer investigador había colapsado, la criatura retiro su probóscide y lentamente se alejó de él.
Un minuto después, tal vez incluso segundos después, comenzó a cambiar, su cuerpo comenzó a
temblar. Bajo la mirada de Field, su cuerpo se tornó de un color lavanda profundo, casi purpura. Se
escuchaba un sonido desgarrador y húmedo, y espadas de hueso crecieron desde sus hombros,
sus extremidades superiores se fusionaron con el pecho, sus antebrazos y dedos flexibles ahora
parecían nacer desde la pared estomacal. Su cabello cayó, sus ojos se volvieron huecos, sus oídos
se desprendieron de su rostro y se fundieron con su cuello. Lentamente se paró y se dirigió a la
puerta. El ultimo científico seguía agachado en la esquina, llorando. La criatura que había sido
Guthe, torpe en el piso ahora, se arrastró con dificultad hacia él y salto. Field cortó la
comunicación para no tener que escuchar los gritos.
235
57
Estaba soñando. Caminaba a lo largo de una playa vacía, sosteniendo la mano de Ada.
Michael? Pregunto ella.
“Si?” dijo él.
Me amas?
No sabía cómo responder, así que no lo hizo. Él amaba a Ada; estaba seguro de eso. Pero no
entendía como ella había cambiado tanto. Como se habían separado.
Necesito que hagas algo por mí, dijo ella.
“Que?” dijo él.
Quiero tener un bebe, contesto.
“Hablas en serio?” pregunto.
Ella asintió. Es lo que necesito, dijo ella. Nos unirá más como pareja.
Y entonces en el sueño comenzó a oírse un insistente y alejado sonido. Al principio apenas lo noto,
pero se volvía cada vez más fuerte. Ada aún hablaba, casi como si ella no lo escuchara, pero él ya
no podía escuchar lo que ella estaba diciendo. Y entonces tanto ella como la playa a su alrededor
comenzaron a ser devoradas por la oscuridad, lentamente, hasta que despertó.
El sonido aún se escuchaba. Alguien había activado la alarma otra vez. Se levantó de la cama,
rápidamente se vistió y salió hacia el pasillo. Estaba desierto. En el cuarto detrás suyo, escucho
una comunicación iniciarse.
“Altman?” decía. “Altman, habla Field. Estas ahí?”
Volvió, encendió el link de video. “Estoy aquí,” dijo.
“Algo salió mal,” dijo Field. Su cara estaba pálida. “Lo vi, pero apenas doy crédito a lo que vi. Es
horrible, absolutamente horrible. Busca un lugar seguro Altman, lo más rápido que puedas.”
“Cálmate Field,” dijo Altman. “Dime de que estás hablando.”
“Le crecieron espadas,” dijo Field. “Simplemente crecieron de su espalda como—”
De algún lugar en el fondo provino un grito. Field giro y Altman vio que llevaba un arma. El video
se desconectó.
236
Afuera en el pasillo escucho otro grito. Asomo su cabeza y vio a un investigador correr hacia él.
“Que sucede?” preguntó Altman. “Espera un minute. Alto!”
Pero el hombre siguió corriendo. “Están por todos lados!” grito por sobre su hombro. “Les disparas
pero siguen avanzando.” Y entonces desapareció corriendo en una esquina.
Sigo durmiendo, pensó Altman. Cerró sus ojos y sacudió su cabeza, abrió sus ojos otra vez. No,
todo seguía igual, más gritos y ahora incluso el sonido de disparos.
Volvió apresurado al cuarto y busco algún arma. No había nada. Salió otra vez y fue en la dirección
en la que el hombre había corrido, caminando muy rápido. Giro por la esquina y vio el corredor
bloqueado por una mesa de laboratorio. Se acercó a ella y un disparo se escuchó; la bala pego en
la pared justo a su lado.
“No disparen!” grito, levantando las manos por sobre la cabeza. “Soy yo, Altman.”
Un coro de gritos, y los disparos cesaron. Alguien lo saludo por detrás de la mesa y la movió
saliendo entre ellas.
“Altman,” dijo Showalter. “Me allegro de que no te atraparan.”
“Atraparme?” dijo Altman. “Que está pasando?”
“No lo sé exactamente,” dijo Showalter, sus ojos miraban nerviosamente de un lado a otro. “Solo
he visto a uno de ellos, pero desearía no haberlo hecho. Era monstruoso. Tenía hojas de hueso en
lugar de brazos y piernas y se movía como una araña. Su cabeza solo colgaba ahí, moviéndose de
un lado a otro, mirando hacia el suelo, pero de alguna manera parecía vernos. No sé cómo habrá
sido, pero podías decir por los restos de ropa que se trataba de alguien, que solía ser humano.
Seguro que ahora no lo es. Algo ha salido horriblemente mal.”
“Entendí eso,” dijo Altman. Miro a su alrededor. Uno de los otros hombres era alguien que
vagamente reconocía. White, era su nombre si no estaba equivocado. Al tercero no lo conocía.
“Ten,” dijo Showalter, y le dio un arma. “La saque de un guardia que había perdido la cabeza. No
sé si ayudara mucho. Cuando les disparas no parecen morir. Solo siguen viniendo.”
Altman tomo el arma. “Cuanta gente queda con vida?” pregunto.
Showalter se encogió de hombros. “Como puedo saberlo? Nosotros cuatro contándote,” dijo.
“Probablemente algunos guardias. Había otros corriendo por ahí.”
“Field me llamo hace poco, así que aún vive,” dijo Altman. “Debe haber comenzado aquí. Tal vez
no llego a la parte superior de la nave aún, a la parte sobre el agua.”
237
“Tal vez no,” dijo Showalter.
“Llama a Field,” dijo Altman. “Dile que venga a este sector, selle la salida desde el otro lado y nos
espere ahí. Nosotros pelearemos nuestro camino hacia arriba y una vez que lleguemos, él nos
dejara pasar.”
Showalter pasó la orden a uno de los otros dos hombres que estaban con él, alguien llamado Peter
Fert, quien saco su holopod y se puso a trabajar.
Desde el extremo más alejado del corredor se escuchó un enfermizo grito y entonces algo
apareció dese la esquina. Se paró de manera similar a un hombre, pero sus brazos parecían los de
un niño. Nacían en su estómago. De sus hombros crecían dos hojas de hueso articuladas, como las
alas de un ave sin plumas. Su piel estaba desgarrada y filtrando algún tipo de sustancia, era
asqueroso para la vista, y olía levemente a carne podrida. Era humanoide, pero Altman no habría
adivinado que alguna vez había sido humano de no ser por el destruido uniforme de guardia que
aún permanecía en su torso.
“Oh mierda,” susurro Altman.
“Fert, continua intentado comunicarte con Field” dijo Showalter, manteniendo su voz baja.
“Nosotros lo entretendremos. Oh, y si pueden evitarlo, intenten no disparar muchas balas contra
las paredes de los pasillos. Lo último que queremos es inundarnos.”
Blancos, vio Altman, él sostenía su arma con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos.
Esa cosa se movió lentamente en su dirección y entonces se detuvo del todo. Emitió un quejido
grave y entonces, con un agudo grito, corrió hacia ellos.
“Fuego!” grito Showalter.
Los tres hombres dispararon a la vez. Los disparos disminuyeron un poco su velocidad, pero no
parecían dañarlo permanentemente. Seguía avanzando. Altman apunto a la cabeza con cuidado y
disparo tres veces con rapidez. Por lo menos dos disparos conectaron—él vio ambas balas entrar y
proyectar chorros de sangre y carne—pero la criatura continuo avanzando.
Al poco tiempo estaba sobre ellos, atacando la barrera. Ellos se agacharon y siguieron disparando,
intentando mantenerlo alejado, pero con una facilidad remarcable se inclinó entre las mesas y
saco a White de la habitación...
El hombre grito e intento escapar. Las espadas de la criatura cortaban la espalda de White, que ya
estaba llena de sangre. Lo acerco hacia él como si fuese un amante y se incline para morder su
cuello.
238
Era algo terrible de ver, White saltaba como un pez fuera del agua, gritando de una manera en que
Altman solo había escuchado una sola vez en su vida, cuando un conejo fue disparado en la
cabeza, pero vivió lo suficiente para notar que estaba desesperadamente herido. La criatura hacia
grotescos sonidos, babeando al mismo tiempo que mordía, y sacudiendo su cabeza de forma que
porciones de carne y sangre salpicaban las paredes.
El primer impulso de Altman fue correr. La única razón por la que no lo hizo fue por un egoísta
pero necesario pensamiento. Si no lo mato, se dijo a sí mismo, yo seré el próximo.
Se acercó y presiono el cañón de la pistola contra el cuello de la criatura, disparo cuatro veces. Fue
suficiente, a quemarropa para arrancar la cabeza de la criatura. Pero aun así, el cuerpo seguía
moviéndose.
“Estas cosas no se mueren?” grito Altman.
Showalter solo gruño. Imitando lo que había hecho Altman, presiono el cañón de su pistola contra
la unión de una de las cuchillas. Apretó el gatillo y el disparo corto el miembro..
“Eso es!” dijo Altman. “Hay que desmembrarlo!” Bajo su arma y disparó tres veces, hasta que la
pierna de esa cosa se desprendió del cuerpo. La criatura cayo de costado, arrastrando a White
consigo. Altman recargo el barril y se trepo encima. Disparo y pisoteo los miembros restantes,
siguió pisando hasta que la criatura quedo dividida en tantas partes que, él considero, ya no podía
hacer más daño. Incluso entonces, no estaba seguro de que estuviese muerta. Lo único que tenía
por seguro era que la había incapacitado tanto que ya no podía lastimarlo.
Retrocedió, paralizado. Sus zapatos y piernas chorreaban sangre, también había sangre salpicada
en sus brazos y pecho. White seguía con vida, pero en shock, su espalda era una pulpa sangrienta.
Altman se arrodillo junto a él y golpeo su rostro, intentando que prestara atención. Los ojos del
hombre se enfocaron brevemente y luego giraron dentro de su órbita. Estaba muerto..
“Está bien?” preguntó Showalter.
Altman abrió su boca y le dio respiración artificial por un momento, intentando revivirlo, probando
la sangre de un hombre muerto en sus labios. Showalter toco su hombro.
“Déjalo,” dijo.
Miro hacia atrás y sacudió su cabeza. Estaba por comenzar la respiración artificial nuevamente
cuando escucho un crack, vio el torso de White convulsionando.
Se alejó rápidamente de él. El cuerpo parecía sufrir de un ataque, sacudiéndose y
contorsionándose. Luego comenzó a cambiar. Altman lo observaba horrorizado, intentando
mantener el pánico bajo control. “Qué demonios está pasando?” dijo.
239
“Está cambiando,” dijo Showalter. “Es uno de ellos ahora.”
“Vayámonos ya mismo a la mierda de aquí,” dijo Altman.
“Me temo que hay algo más que tenemos que hacer,” dijo Showalter.
“Que cosa?” preguntó Altman.
“Tenemos que tomar medidas para asegurarnos de que no venga tras nosotros.”
Altman asintió, apretando sus labios. “Quieres decir…” dijo.
“Tendremos que desmembrarlo.”
· · ·
240
Los dos estaban parados juntos, respirando con dificultad, mirando hacia la sangre en el suelo, las
piezas de la criatura y al parcialmente convertido White. Nunca será lo mismo, pensó Altman, y
podía decir por la manera en que Showalter esquivo su mirada que pensaba de manera parecida.
Tenían pesadillas antes de esto, pero ahora tenían material para construir un juego
completamente nuevo de ellas.
“Contacte con Field,” dijo Peter Fert. “Dice que hasta donde él puede determinar, las criaturas solo
están en los pisos inferiores. Intentará llegar al conducto de aire y sellarlo, entonces esperara a
que nosotros lo contactemos.”
“Si vamos a lograrlo, necesitaremos algo mejor que estas armas,” dijo Altman. ”Las balas no son
suficiente. Apenas logran disminuir su velocidad.”
“Que tienes en mente?” preguntó Showalter.
“Revisaremos los laboratorios en el camino,” dijo Altman. “Veremos que encontramos. Cualquier
cosa que pueda cortar un miembro sirve.”
Encontraron, en el primer laboratorio al que entraron, un Plasma Cutter de mano, que al
desatornillarlo de su soporte, podía ser utilizado como arma de combate cercano.
Showalter recalibro una pistola laser que obtuvo de un guardia muerto para que disparara un rayo
más amplio, algo con un leve poder de corte.
Peter Fert encontró un escalpelo laser, modificándolo para cortar a través de objetos tan gruesos
como una muñeca humana.
“Probablemente no los detenga.” Dijo Altman
“De lo primero que debo preocuparme es de cortar las espadas,” dijo Fert. “Si logro eso, tendré
suerte.”
“Muy bien,” dijo Altman. “Que tenemos que perder? Vámonos.”
241
58
“Tienes dos segundos para explicarme que mierda está pasando Krax,” dijo Markoff. Estaba
señalando a una serie de holovideos abiertos a lo largo de la consola que mostraban el complejo
flotante en caos. Aquí, una mesa girada con investigadores y guardias escondidos del otro lado.
Allá un hombre siendo asesinado por una criatura que parecía una mezcla entre una araña y las
guadañas afiladas de la muerte. Otro mostraba una escena de masacre, partes de cuerpos
desparramadas por todos lados. En otro un grupo de criaturas humanoides merodeando por toda
el área.
Krax se veía lleno de pánico. Sudaba y sus ojos se movían sin parar de un lado a otro. “Estamos
siendo atacados. Monstruos de algún tipo. No sé quién o qué.”
“Que mierda son esas cosas, y como subieron a bordo?”
“No tengo idea,” dijo Krax. “Nunca había visto nada parecido.”
“Se ven familiares,” dijo Stevens. “No lo han notado?”
“Familiares?” dijo Markoff, y amplio la imagen de uno de los videos. “Si,” dijo, asintiendo. “Veo a
que te refieres.”
“Ese de ahí,” dijo Stevens, “ese solía ser Molina. Puede decirlo por lo que queda de su rostro.
Todos visten partes de ropa también, retazos de ella.”
“Solían ser humanos?” preguntó Krax.
Stevens asintió. “Pero ciertamente no lo son ahora.”
“Que hay detrás de esto?” preguntó Markoff.
“Ahora mismo estoy tomando el reporte de Hideki Ishimura, uno de nuestros astrofísicos,” dijo
Krax. “Él fue el primero en ver una de estas cosas—el primero en seguir con vida por lo menos.
Pero esta terriblemente asustado—No estoy obteniendo mucho de él. Sigue diciendo el nombre
de Guthe, una y otra vez. Pensé que estaba delirando, pero si estas cosas provienen de humanos,
tal vez Guthe fue el primero.”
“Apresurado sin duda por tu disparo en la cabeza,” dijo Markoff. “Donde esta este Ishimura?
Quiero hablar con él.”
“Está aquí mismo, listo para ser evacuado. Tenemos que salir de aquí Señor.”
“No me gusta huir de una batalla,” dijo Markoff.
242
“No estamos tratando con nada humano,” dijo Krax. “Le disparas a una de estas cosas dos o tres
veces en la cabeza y siguen avanzando. Puedes arrancar su cabeza que seguirán avanzando.”
“Eso es imposible,” dijo Markoff.
Krax sacudió su cabeza. “Como podemos pelear contra eso?”
“Entonces una retirada táctica,” dijo Markoff. “Saldremos de aquí y nos reagruparemos. Supongo
que siempre hay contratiempos en el camino a mayores descubrimientos.”
“Esto no es un contratiempo Señor,” dijo Krax. “Esto es un desastre.”
Markoff lo miro duramente. “Cuantos hombres hay en total? Cien? Doscientos? Incluso con todos
o la mayoría convertidos en esas horrendas criaturas, no es mucho en el gran esquema de las
cosas. Solo un contratiempo. Volveremos a estar en operaciones antes de que lo sepas.”
“Está bromeando?”
“Tomemos ventaja de todas estas cámaras en la instalación,” dijo Markoff. Prográmelas para
transmitir hacia el bote de escape. No hay razón por la que no podamos observar y aprender.
Debería ser muy instructivo.”
“No puede estar pensando en—”
“El Marker existe,” dijo Markoff. “O nosotros hacemos algo con él o alguien más lo hará. Las
pérdidas que hemos sufrido hasta ahora son más que aceptables.”
“Sugiero que nos vayamos Señor,” dijo Krax, con voz temblorosa.
“Ya ha dejado en claro su posición Sr. Krax,” dijo Markoff. “Stevens y yo nos prepararemos para
evacuar. Aún estoy pensando en qué hacer con usted.”
“No estará pensando en dejarme o sí?”
“De hecho sí. Como le dije antes, se ha vuelto muy desechable Sr. Krax.”
“Craig,” dijo Stevens en su suave y placentera voz. “No hay razón para dejar a Krax aquí. Nos será
mucho más útil vivo que muerto. No estaría castigándolo solo a él, sino también a nosotros.”
Markoff dudo por un momento. “Siempre el sensible,” dijo. “Tienes al menos una ruta de escape preparada para nosotros Krax?” “La tengo,” dijo Krax. “Estamos alejados del grupo. Si nos vamos ahora podemos evitarlos.” “Muy bien,” asintió Markoff. “Marque el camino.”
243
59
“Que hay de Markoff?” preguntó Altman.
“Que hay con él?” preguntó Showalter.
“Que piensa él de todo esto?”
“No lo sé,” dijo Showalter. “He intentado contactar con él desde hace tiempo. No hay caso. Tal vez
murió?”
“Me sorprendería,” dijo Altman.
Estaban atravesando una serie de laboratorios, moviéndose hacia la estación de control y luego,
desde la puerta de seguridad, hacia el laboratorio mismo. Habían visto varias criaturas más pero
habían logrado esquivarlas excepto por dos de ellas, que habían logrado cortar sin perdidas. El
primer laboratorio fue normal, nada de qué preocuparse, pero tan pronto como abrió la puerta
hacia el siguiente, Altman sabía que algo era diferente. Algo estaba mal.
Y entonces lo vio. Creciendo desde uno de los ductos de aire y derramándose hacia el suelo, había
una extraña masa de tejido. Se había esparcido a lo largo de todo el suelo, aparentemente
fusionándose con él.
Lo señalo con su Cutter.
“Está comenzando a distribuirse,” dijo. “Moviéndose por la ventilación.”
Unos segundos más tarde, las luces parpadearon y se apagaron, dejando solo la iluminación de
emergencia encendida, el cuarto ahora estaba envuelto en una espesa sombra..
“Ahora están atacando la red eléctrica,” dijo Showalter. “Sera mejor que nos apresuremos.”
Casi llegaban a la puerta hacia el laboratorio siguiente cuando escucharon movimientos dentro del
ducto de ventilación sobre ellos. La rejilla sobre ellos se desprendió y algo cayó en el puente,
apenas esquivándolos.
No tenía forma y latía, una especie de bola que por momentos se estiraba quedando plana contra
el suelo. Se arrastró lentamente por el puente. Al cruzar el suelo, dejaba una lenta mancha en su
camino. Cualquier cosa que tocara era absorbida y desaparecía o reducida a simple metal.
En su lento avance, Altman veía de tanto en tanto una calavera humana, puro hueso solamente, e
incluso vio lo que parecía un rostro humano sonriendo.
“Como cortas los miembros de algo que no tiene miembros?” preguntó Fert.
244
Se movía lentamente hacia ellos, atraído quizás por la vibración de las voces o propulsado por
otros medios. No era agresivo; parecía tener otro propósito. Al ir retrocediendo, comenzaron a
sentirse atrapados, Altman se preguntaba que era. Limpio la cubierta de todo lo que había.
Intrigado, no podía evitar observarlo, pensando que su tiempo finalmente se había acabado.
Destruía todo a su paso, vivo o muerto. Y no se sorprendería si, cuando lo hiciera, creciera. Cuán
grande podría ser? Tendría algún límite? Consumiría el mundo entero?
“Deberíamos regresar,” dijo Showalter.
Altman asintió, y se dirigieron hacia la puerta por la que habían entrado. Fert estaba a punto de
abrirla cuando Altman lo detuvo.
“Todavía no,” susurro. “Escuche algo.”
Presiono su oído contra el panel de la puerta. Si, definitivamente había algo del otro lado, y por los
ruidos y gemidos que hacía, estaba bastante seguro de que no era humano.
Ahora qué? Se preguntó Altman, sus ojos buscaban alrededor del cuarto por algo que los ayudara
a escapar. Tal vez podrían saltar sobre la criatura y huir.
Tal vez debían simplemente dejar el cuarto y correr disparando a lo que sea que hubiese afuera,
intentando incapacitarlo antes de que esa cosa que se arrastraba los alcanzara y devorara.
Y entonces vio que Fert estaba apuntando y señalando algo. Ahí, apenas separado de la criatura,
había un tanque de hidrogeno, con una antorcha atornillada a la boquilla. Altman se estiro y la
agarro, arrastrándola hacia él.
Abrió la boquilla tanto como pudo, encendió la antorcha y la ajusto para que le diera el mayor
rango de fuego que pudiese. Apunto hacia abajo y encendió en llamas a la criatura.
Donde la llama tocaba, se encendía, quemando y burbujeando. La criatura intentaba escapar. Él
seguía avanzando, lanzando fuego sobre ella, tosiendo por el agrio humo que emitía. Aun cuando
estaba negra y quemada no dejaba de moverse del todo, las porciones quemadas se movían
debajo y desaparecían. Pero por lo menos ahora se movía en la otra dirección.
“Puedo mantenerla alejada,” dijo a Showalter y Fert. “Pero no puedo matarla.”
Fert había comenzado a responder cuando la puerta detrás suyo se abrió de golpe. Con las llamas
aun saliendo de la boquilla, Altman observo sobre su hombro para ver a Fert desviar una espada
de hueso con su escalpelo. Showalter corría hacia atrás, disparando con la pistola laser, media
docena de esas cosas se acercaban con sus brazos como espadas. Fert estaba en el medio de ellos,
rodeado por todas partes, haciendo lo mejor que podía para cortarlos a todos, pero había
demasiados. Altman vio como una de las criaturas hundía sus dientes en el cuello de Fert.
245
Fert, gritando, intento quitárselo de encima y finalmente lo hizo, haciéndolo retroceder y cortando
su boca con el escalpelo laser, pero otro ocupo instantáneamente su lugar. Fert gritaba. Un
momento después su cabeza había sido arrancada, su cuerpo decapitado colapso en la cubierta.
Dos habían muerto. Otro estaba invalidado, un brazo y una pierna inoperativos, pero se aún se
arrastraba. Showalter lo piso.
Eso dejaba tres. Altman dio a la criatura reptante una última llamarada y saco su Cutter. Uno de
los otros estaba acercando su espada de hueso hacia la espalda de Showalter, pero el disparo llego
a tiempo, cortando el apéndice de la criatura cerca del cuerpo. Otra cuchilla abrió una herida en su
brazo y él casi dejo caer el Cutter. Insultando, logro mantenerlo agarrado y disparo a la pierna de
la criatura. Un disparo laser paso cerca de su cabeza y dejo el brazo del ultimo semi-desarticulado,
pero con un grito avanzo hacia adelante, empujando a Altman y cargando hacia Showalter.
Este cayó hacia atrás, su pistola laser disparo y la carga de energía reboto contra la pared. Juntos
Showalter y la criatura cayeron, topándose con la masa reptante.
Altman inmediatamente encendió la antorcha y avanzo hacia ella, pero ya era demasiado tarde.
Showalter había sido envuelto y simplemente había desaparecido, formando parte de la pulsante
y cambiante masa. Extrañamente, hizo lo mismo con la criatura, envolviéndola tan rápida y
dramáticamente, tragándose a uno de los suyos.
Piso a una de las criaturas que seguían moviéndose y luego lanzo una ola de llamas hacia donde
estaba la masa. Esta retrocedió, moviéndose lo hacia atrás lo suficiente para permitirle pasar y
salir por la puerta.
Solo yo ahora, pensó. Queda uno.
Era difícil no sentir que era inútil seguir. Era inevitable—uno de ellos lo atraparía, lo destrozaría.
Pero siguió avanzando. Estaba rengueando ahora, aunque no sabía exactamente por qué, no
estaba seguro de qué había pasado con su pierna. Había vendado su brazo con un kit de primeros
auxilios del laboratorio, deteniéndose de tanto en tanto para mantener alejada a la masa.
Había tenido suerte. Arrastrándose por el medio de la medía obscuridad de las luces de
emergencia, se había encontrado con cinco de las criaturas con espadas de hueso desde que Fert y
Showalter habían muerto, nunca en grupos mayores a dos, nunca en un lugar donde una pudiera
haberlo rodeado mientras otra lo atacaba de frente. El que apareció por su cuenta fue fácil, pero
los pares habían sido todo un reto, y no podía evitar pensar que todo hubiese terminado si el
Cutter se hubiese desviado solo un poco hacia arriba o hacia abajo una de las criaturas hubiese
hundido su mandíbula en su cuello y ese hubiera sido su final.
Y entonces vio a Ada. Ella lo contacto por holovideo, un mensaje lleno de estática.
246
“Michael,” dijo ella. “Estas ahí?”
“Ada,” contesto. “Eres tú?”
“Estoy aquí,” dijo. “Estoy a salvo por ahora, pero no sé qué es lo que harán conmigo. Si recibes
esto, por favor ayúdame Michael.”
“Ada, donde estás?” dijo Altman.
Pero ella no parecía estar escuchando. Se estiro por debajo de la cámara y la imagen parpadeo y
se apagó, luego comenzó otra vez.
“Michael, estas ahí?” dijo otra vez.
Una grabación, se repetía una y otra vez. Aun así, fue suficiente, justo lo suficiente, para que
quisiera seguir.
Al ir subiendo en la instalación, vio cada vez menos criaturas. Aquellas que si vio, o intento
esconderse o matarlas tan silenciosamente como pudo, buscando no llamar la atención de los
otros.
Sin embargo, se sorprendió cuando se dio cuenta de que estaba a un corredor de distancia del
conducto de aire. De repente comenzó a creer que podría salir vivo de ahí después de todo..
Había solo un problema. Casi corre directamente hacia una criatura formada no solo por un
cuerpo, sino de varios. Parecía una araña, pero con los apéndices similares a espadas de las otras
criaturas sirviendo como piernas, siete de ellos en total. El cuerpo propiamente dicho constaba de
torsos superpuestos uno sobre el otro de manera extraña, fusionándose entre sí. Dos cabezas
sobresalían de un extremo, parecían estar a punto de caer.
Se escondió parcialmente detrás del marco de la puerta, examinándolo furtivamente. En la parte
inferior de la criatura había un pulsante bulto amarillo y negro, tal vez un tumor o algo así.
Avanzar corriendo, comenzar a cortar, pensó. No era su mejor plan, pero era todo lo que podía
pensar.
Se quedó dudando un largo tiempo y entonces, respirando hondo, corrió hacia ello.
Inmediatamente giro para enfrentarlo y grito. Se movía hacia él, las puntas de los apéndices de
hueso golpeando contra el suelo del túnel.
Pero antes de que se acercara lo suficiente para atacarlo con el Cutter, algo inquietante sucedió.
Una de las cabezas que estaba colgando subió al punto más alto del cuerpo y se lanzó hacia él,
golpeándolo en el pecho, enredando un grupo de tentáculos en su cuello. Comenzó a apretar.
247
Maldita sea pensó. Tropezó hacia atrás, intentando separarlo desesperadamente. La criatura en
forma de araña seguía avanzando, su otra cabeza en alerta, también en la parte superior del
cuerpo. Golpeo la que tenía enroscada en su cuello con la culata del Cutter una y otra vez. Se
aflojo un poco, lo suficiente para que pudiera respirar, y luego forzó su mano entre su cuello y la
criatura y la arranco.
Intento trepar por su brazo de regreso a su cuello, pero él la agarro con fuerza de los tentáculos y
no la soltaba. La otra cabeza se lanzó hacia él pero esta vez Altman logro batearla hacia el suelo
con la primer cabeza, destrozándola. La cabeza en su mano fue golpeada contra la pared y luego
cortada al medio con el Plasma Cutter.
El resto de la criatura estaba sobre él ahora. Corto la punta de uno de los apéndices, pero la
criatura logro colocarse a su lado y golpearlo con los cuatro brazos. Logro desviar dos de los
ataques con éxito, el tercero lo esquivo. El cuarto, habiendo perdido su punta afilada ante el
Plasma Cutter, lo golpeo fuerte y contundentemente en el pecho. Cayó al piso, sin aire..
Entonces estaba detrás suyo, casi bailando alrededor, intentando cortarlo. Corto una pierna y
luego otra, pero no parecía afectar su balance. Lo pateo con fuerza alejándolo y se retiró, sabiendo
que no lograría mucho más que un poco más de tiempo, apunto con la pistola de plasma y
comenzó a disparar.
Los disparos brillaban en sus piernas o ingresaban en la carne del cuerpo, pero apenas parecían
reducir su velocidad. Casi estaba sobre él otra vez y la pateo con ambos pies esta vez, logrando
que perdiera el balance y cayera de espaldas
Mientras luchaba por ponerse de pié, él vio el bulto pulsante. Le disparo.
El bulto exploto, la onda expansiva lo hizo volar a través de una puerta, dejándolo sordo. Partes de
la criatura seguían moviéndose, incluyendo una lo suficientemente grande como para perseguirlo.
Se paró, tambaleándose hacia ella, la secciono con el Plasma Cutter.
La explosión había estresado el corredor, formando finas rajaduras en las paredes. Con dificultad,
inspecciono buscando filtraciones. Por ahora, parecía aguantar.
Rengueando, aún sordo, se movió hacia el final del corredor y golpeo en el conducto de aire. No
hubo respuesta. “Soy Altman!” grito. “Déjame pasar!”
Cuando no recibió respuesta, se dio cuenta de que había una forma más sencilla de comunicarse,
encendió su holopod y estableció un link con Field. Inmediatamente el sello del conducto se
desactivo y él lo atravesó rápidamente.
“Altman,” dijo Field. Estaba apretando con fuerza el colgante del Marker con una mano, sellando
nuevamente el conducto de aire con la otra. “Gracias al Marker. Casi abandonaba las esperanzas.”
248
“Donde esta Ada?” fue la primer pregunta que hizo.
“Que quieres decir?” pregunto Field. “Aún confinada en la instalación terrestre supongo. No la he
visto en días.”
“Pero yo la vi,” dijo Altman. “Vi su video. Estaba justo aquí.”
“Lo siento,” dijo Field. “No la he visto.”
Tal vez fue el Marker, pensó. Pero como podría ser? El Marker solo mostraba gente muerta. Ada
no estaba muerta. Y entonces su sangre se congelo al darse cuenta de lo que supo desde ese
sueño que tuvo con ella hacia poco: Ada estaba muerta.
Field agarro su brazo. “Tenemos que irnos,” dijo Field. “No sé cuánto tiempo seremos capaces de
mantenerlos contenidos.”
“Donde esta Markoff?” preguntó Altman.
“No lo sé,” dijo Field. “Creo que debe haber empacado y largado de aquí. O eso o está muerto. No
me importa mucho en realidad cual.”
Altman asintió.
“Tendremos que regresar sabes,” dijo Field.
“Que?” dijo Altman.
“Tenemos que ir a buscar ayuda y regresar. Tenemos que asegurarnos de que esto sea contenido.
Tenemos que proteger al Marker.”
Altman lo siguió alejándose del conducto de aire y hacia arriba, a través de una serie de recamaras
abiertas y luego girando en un corredor hacia el domo principal. Se subieron al elevador
preparados para subir, peor no se movía.
“Que sucede?” preguntó Altman.
Field sacudió su cabeza. “Aparentemente el elevador no funciona con la energía de emergencia,”
dijo. “Tendremos que escalar. Después de ti.”
Altman colgó el Cutter sobre su espalda y comenzó a subir por la escalera de acceso, Field estaba
justo detrás suyo. Era un espacio angosto, no había mucho espacio entre la escalera y la pared, y
rápidamente se volvió una subida ardua. Ya exhausto por lo que había pasado, Altman se encontró
debiendo concentrarse en poner un pie frente al otro. Detrás suyo, Field no estaba mucho mejor;
jadeaba como si estuviese a punto de desmayarse.
249
“Todo bien Field?” pregunto Altman hacia abajo.
“Viviré,” dijo Field. Comenzó a decir algo más, entonces hizo un sonido ahogado y fue
interrumpido de repente.
Altman miro hacia abajo y vio que Field estaba siendo estrangulado por algo que parecía una
serpiente de un gris blanquecino o una porción de intestino. Una de las puntas estaba enroscada
en la escalera, la otra, en su cuello. Field intentaba liberar su garganta con una mano, intentando
agarrarse de la escalera con la otra. Altman comenzó a bajar hacia él, gritando, mientras Field
soltó la escalera, ambas manos sobre su cuello ahora.
Altman seguía bajando, preparando el Cutter en su espalda, casi listo para cortar esa cosa en dos.
Pero Field no estaba agarrado de la escalera. Si lo cortaba ahora Field caería.
“Field!” grito. “Agárrate de la escalera!”
Pero Field no pareció escucharlo. Su rostro estaba purpura ahora, y Altman vio sangre salir de sus
oídos. Altman pisoteo el extremo de la criatura que se sujetaba de la escalera. Se retorció bajo su
pie, pero no se soltó. En el otro extremo emitió un leve silbido y la cabeza de Field salto como una
uva, cayendo hacia el suelo debajo. El cuerpo, golpeando contra las paredes y la escalera lo siguió.
Observe a la criatura estranguladora descender, moviéndose suave y sinuosamente. Cuando llego
al fondo, se movió de manera retorcida y ondulante hasta que llego al cuerpo sin cabeza de Field.
Observo como se acercó a su estómago y uno de sus extremos se afino formando una afilada
punta y atravesó la piel. Lentamente forzó su camino dentro del cuerpo de Field. La barriga se
hincho y lentamente se distendió, hasta que con un último movimiento, la criatura había
desaparecido por completo.
Altman se sintió enfermo. Se aferró a la escalera un momento, mirando hacia abajo. Hubiese
permanecido más tiempo, pero un pensamiento llego a él. Tal vez había más de esas cosas.
Mirando nerviosamente hacia arriba, se forzó a seguir subiendo.
Cuando llego a la escotilla, la abrió y subió hacia el puente, asegurándose de cerrarla con fuerza
detrás suyo. Esperaba que las criaturas no fueran capaces de abrirla, pero no estaba seguro.
Comenzó a correr sobre el borde del domo, siguiendo las ventanas. Debajo estaba la plataforma
de botes, subiendo y bajando con las olas. La mayoría de los botes habían desaparecido, pero
quedaba uno. Deshizo las ataduras y se subió.
El motor inicio de inmediato. Solo entonces pareció como si realmente fuera a escapar, como si
realmente pudiera sobrevivir.
250
Y entonces recordó a Field, muerto por haber esperado a Altman. Tendremos que regresar había
dicho. Asegurarse de que este contenido.
No, pensó Altman. Estoy libre de esto. No voy a regresar.
Y de repente sintió una presencia en el bote a su lado, justo fuera de vista. Tenía miedo de que si
giraba , vería a Field, con su cabeza suelta, en su lugar, pero desconectada del cuello, amenazando
con caerse en cualquier momento..
Hola, Altman, dijo alguien.
“Déjame en paz Field,” dijo Altman.
Regresaras por mí? Solo que cuando lo pensó bien, no sonaba como la voz de Field.
“Estas muerto Field. No puedo regresar por ti.”
Y que hay de mí? Dijo.
Definitivamente no era la voz de Field. Era la voz de una mujer ahora. Giro su cabeza, vio a Ada..
“Donde estas Ada? Quien te mato?”
Estoy justo aquí. Te necesito Michael, dijo ella. Necesito que termines lo que empezaste.
Sacudió su cabeza. “Tú no eres Ada,” dijo. “Eres una alucinación.”
No está terminado Michael. Todos corren un grave peligro. Tienes que detener la Convergencia.
“Que es la convergencia?” pregunto.
Has visto la Convergencia. Necesitas detenerla.
Y entonces ella desapareció. Aumento la marcha del bote y acelero el motor al máximo. Maldita
sea, pensaba, si pudiera averiguar exactamente que quería ella de él. Que quería eso de él. No
regresare, se decía a sí mismo. No voy a regresar.
Pero ya temía que lo haría.
251
60
Cuando llego a los puertos de Chicxulub, alguien lo esperaba. Chava, el chico que había contado a
Ada sobre el cuerpo en la playa. Estaba parado ahí, en la tenue luz, temblando. Detrás suyo estaba
el borracho del pueblo que había perdido su nombre.
“Sabía que vendría,” dijo Chava al ver a Altman salir del bote. “La bruja me dijo. Está muerta y aun
así me lo dijo. Me pidió que le diga que debe regresar.”
“No quiero regresar,” dijo él.
“Pero debe,” dijo Chava, sus ojos inocentes y sinceros. “Ella lo necesita.”
“Y porque estas tu aquí?” dijo Altman al borracho.
No estaba borracho ahora, o por lo menos no aparentaba estarlo. Cruzo sus dedos y le hizo la
señal de la Cola del Diablo.
“la única manera de derrotar al Diablo,” le decía el hombre, “Es aceptarlo dentro tuyo. Debes
abrirte para el diablo. Debes aprender a pensar como el Diablo.”
“No tengo tiempo para esto,” dijo Altman. “Necesito encontrar ayuda.”
“Si,” dijo Chava. “Nosotros iremos con usted.”
Dejo los muelles y partió, el viejo y el chico lo seguían. Cuando quedo claro que se dirigía al
complejo de DredgerCorp, Chava se apresuró a alcanzarlo e intento detenerlo.
“No encontrara ayuda ahí,” dijo.
Quito al chico del camino y siguió avanzando, dirigiéndose a la puerta. Cuando miro hacia atrás,
vio que el chico y el viejo se habían detenido, estaban parados sin moverse en el polvoriento
camino.
“Lo esperaremos aquí,” le grito el chico.
Probó su tarjeta de acceso en la puerta y esta se abrió. Cruzo el estrecho y vacío terreno del
complejo e intento usar su tarjeta en la puerta principal, no funciono.
Golpeo, toco el timbre y luego espero. Por un largo tiempo no hubo respuesta y entonces el video
panel junto a su rostro se encendió para mostrar una ondulante imagen en blanco y negro de
Terry.
Miro a Altman, empujando sus lentes contra su nariz.
252
“Me gustaría pasar,” dijo Altman.
“Lo siento,” dijo Terry. “No se admite el ingreso por el momento.”
“Es importante,” dijo Altman. “Algo salió mal en la instalación,” dijo. “Necesitamos hacer algo para
solucionarlo.”
Escucho el sonido de alguien hablando, una voz muy baja para escucharla, justo fuera del cuadro.
Terry giro su cabeza y miro fuera de la pantalla. “Es uno de ellos,” dijo a alguien a su izquierda. “No
sé cuál, no recuerdo su nombre. Alter creo.” Se mantuvo en silencio, la otra voz hablaba
nuevamente..
“Si, eso es,” dijo. “Altman.” Escucho con atención y giro de regreso a Altman.
“Puedes pasar,” dijo
“Con quien hablabas?” preguntó Altman.
“Con nadie,” dijo. “No te preocupes por eso.”
“Necesito saber que estaré bien,” dijo.
“Estarás bien,” dijo Terry luego de unos momentos de duda, pero por la manera en que miro hacia
un lado al decirlo, Altman sabía que estaba mintiendo.
· · ·
253
Casi había llegado a la puerta exterior cuando Terry abrió la puerta. Siguió avanzando sin siquiera
girar la cabeza. “Espera un minuto,” dijo Terry, “dónde vas?”
“Lo siento,” dijo Altman. “No puedo decirlo.”
“Tengo un arma,” dijo Terry. “No hagas que te dispare.”
Altman se detuvo.
“Ahora se un buen chico, gira y regresa,” dijo Terry.
Él lo hizo. Giro lentamente y regreso. Terry sostenía su arma casualmente, casi a desgano. El
seguro, Altman noto, no estaba puesto.
“Que tienes ahí?” pregunto, mirando el Plasma Cutter.
“De que se trata esto?” dijo Altman. “Primero no puedo pasar y ahora insistes en que lo haga?”
“Son ordenes,” dijo Terry. “Debes entrar y quedarte ahí.” Señalo al Plasma Cutter. “Creo que
deberías dejar eso,” agrego.
“Ordenes de quién?”
Terry solo se encogió de hombros.
“No quiero entrar,” dijo Altman, moviéndose levemente hacia adelante. “Hay algo que debo
terminar primero.”
“Y yo no quiero dispararte,” dijo Terry. “Pero lo hare. Suelta esa cosa y levanta las manos.”
De repente la reja comenzó a sacudirse, alguien estaba golpeándola. Los ojos de Terry se
desviaron hacia la puerta solo un momento, lo suficiente para que Altman pudiera adelantarse y
golpear el arma hacia un lado. Se disparó, la bala atravesó la reja haciendo chispas, pero Terry no
la soltó, de hecho estaba comenzando a moverla para volver a apuntar a Altman.
Altman prepare el Plasma Cutter y lo movió hacia Terry en un solo movimiento. La espada de
energía cortó su antebrazo, el arma y la mano que la sostenía cayeron al suelo.
Por un momento Terry estaba muy shockeado para entender lo que había pasado. Solo se quedó
ahí, incapaz de entender lo que paso con su brazo. Y luego lo golpeo. Con sus ojos abiertos de par
en par, retrocedió y respiro profundamente para gritar.
Altman, sin saber que más hacer, corrió, intentando no oír los gritos del hombre detrás suyo.
Atravesó velozmente la reja y fue acompañado por Chava, que corrió a su lado.
254
“Vine y golpee para llamarlo,” dijo, “y ahora usted viene.”
“Hiciste algo bueno también,” dijo Altman. “Donde está el anciano?”
“El borracho?” pregunto Chava. “Tuvo que irse. Tenía sed.”
Miro hacia atrás en la calle, el chico lo siguió. Ahora qué? Giro y se agacho junto al chico.
“Tengo que destruir algunos demonios,” dijo. “como la cosa que viste en la playa.”
“Le ayudare,” dijo Chava. “Juntos los mataremos.”
“No,” dijo Altman. “No es un juego. No puedes venir. Debo encontrar armas y regresar solo.”
El chico pensó un momento y luego sonrió. “Vendrá conmigo,” dijo. “Sígame.”
El muchacho lo guio por una serie de calles y hacia el barrio, luego al borde de la jungla. Fue a un
árbol en particular y apoyando sus manos en él apunto su cuerpo en una dirección en particular y,
con las piernas tensas, comenzó a caminar, golpeando sus pies contra el suelo. Cuando los sonidos
de los pasos cambiaron, se detuvo.
“Aquí,” dijo, y apunto al suelo. Se agacho y comenzó a remover la tierra hasta que descubrió un
aro de acero y una puerta de madera de unos dos pies de ancho y otros cinco de largo. Señalo a
Altman para que la abriera.
Él puso su Plasma Cutter en el suelo y recogió el aro para tirar de él. La puerta rechino al abrirse,
revelando debajo un espacio similar a un ataúd alineado con rocas. Una mitad estaba llena de
armas y rifles, tal vez una docena en total. La otra contenía hachas, mazos, tres puntas, un
machete, un bidón de combustible y una motosierra antigua.
“Puede usar estas,” dijo el chico solemnemente. “Pero debe regresarlas. Son de mi padre.”
“Que hace tu padre exactamente?” pregunto.
“É les para la gente. Él es…” por un momento no podía pensar las palabras, y luego de repente
llegaron a él. “Guerrilla ecológica.”
“Gracias a Dios por los abraza árboles,” dijo Altman.
Tomo la motosierra, dejo el resto donde estaba, aunque esto confundió al chico.
“Estos monstruos,” pregunto con los ojos abiertos. “Son arboles?”
255
Al principio Altman pensó en responderle apropiadamente, pero cuando comenzó a hablar
repentinamente se dio cuenta de lo complicada que sería la respuesta. Solo asintió y dijo “Si,
Arboles.”
Pero esto creo nuevas complicaciones. “Como podían unos árboles ser monstruos?” el chico
quería saber.
“Es difícil de explicar,” dijo Altman.
“Y qué tipo de árboles?” pregunto. Comenzó a enumerar distintos árboles, siguiendo a Altman.
Altman lo ignore. Casi estaba de regreso en el bote, el chico aún lo seguía, cuando su holopod
sonó. Cuando contesto, el rostro de Krax apareció en la holopantalla.
“Altman,” dijo. “Hola.”
Lo apago. Krax llamo nuevamente de inmediato. Pensó en no responder, pero sabía que Krax solo
seguiría llamando hasta que lo hiciera. Así que contesto. Pero esta vez siguió caminando.
“Eso que le hiciste a Terry,” dijo Krax. “Difícilmente sutil. Podría hacer que te arrestaran.”
“De alguna manera no creo que hagas eso,” dijo Altman.
“Probablemente no,” admitió. “pero tengo que decirlo, creo que exageraste. Solo queríamos
hablar contigo.”
“No solo querían hablar,” dijo. “Querían que me quedara ahí.”
“Es por tu propio bien. No hagas nada estúpido Altman. Regresa.”
“No,” dijo Altman.
“Qué hay de tu novia Altman?” dijo él. “Que hay de Ada? Regresarías por ella?”
Altman se detuvo. “Quiero hablar con ella,” dijo.
Por primera vez, la compostura de Krax se rompió levemente. “No está disponible por el
momento,” dijo.
“No puedes porque está muerta,” dijo Altman.
“No seas ridículo Altman. Por qué estaría muerta?”
“Comencé a alucinar con ella,” dijo Altman. “O tú la mataste o ella se suicidó. Como fue Krax?”
“Las alucinaciones no significan nada,” insistió Krax. “Ella vive.”
256
Altman comenzó a moverse de nuevo. “Muéstramela entonces,” dijo Altman. “Si la veo,
regresare.”
“Como dije,” repitió Krax, “eso no es posible. Tendrás que confiar en mí. La vida de tu novia está
en tus manos.”
Estaba en el muelle ahora. “Adiós Krax,” dijo Altman y corto la conexión, apagando del todo su
holopod.
Subió su carga al bote y se metió dentro. Chava intento subir pero Altman lo detuvo.
“Quédate aquí,” dijo. “Ya tengo demasiadas muertes en mi conciencia.”
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61
Al navegar el bote a través de las olas y sentir el agua salpicando su rostro, había mucho tiempo
para pensar. Estoy loco, pensó al principio. No debería regresar. Tuve suerte de escapar con vida la
primera vez. Y de hecho, se hubiese quedado en tierra si Ada no estuviera muerta. Pero no, como
estaban las cosas, no tenía razón para regresar a tierra. Sentía que debía terminarlo.
Y entonces comenzó a pensar en lo que el viejo borracho dijo cuando llego al puerto: la única
manera de detener al Diablo es aceptarlo en tu interior.
Debes abrirte al Diablo. Debes aprender a pensar como el Diablo.
Y como pensaría el Diablo? O como, en este caso, pensaría el Marker?
Si alguien sabría cómo, pensó Altman, debería ser él. Había visto el Marker muchas veces antes,
había sobrevivido a corta distancia incluso cuando transmitía con todo su poder. Había hablado de
él con las alucinaciones una y otra vez.
Que había dicho recientemente, a través de sus recuerdo de Ada? Te necesito Michael. Necesito
que termines lo que empezaste. Lo que los fantasmas dijeron, era difícil de puntualizar. Al
principio, en los sueños, había sido mucho más específico. Pero era realmente el Marker quien
hablaba con él en sus sueños o solo era eso, un sueño. O tal vez era algo más? Un sueño difería
mucho de una alucinación.
Pero tal vez el sueño era su mente subconsciente intentando decirle algo. Que había dicho Ada
exactamente? Necesito que hagas algo por mí, dijo ella. Quiero tener un bebe. Eso es lo que
necesito. Nos unirá como pareja.
Pero era ese sueño lo mismo que una alucinación? Tal vez era una fuerza totalmente diferente—
tal vez no era su subconsciente, sino algo más.
¿Que quería decir por tener un bebe? Eran estas criaturas, los tripulantes que habían sido
transformados luego de morir en monstruos, la progenie del Marker?
Bien, si, supuso, de cierta manera, si tenía razón en el hecho de que habían sido creado por el
Marker al transmitir un código. Pero a menos que se equivocara, su sueño sobre Ada no hubiese
llamado la atención sobre el tema hasta después de que las criaturas, sean lo que fueren, hubiesen
sido creadas. De hecho, solo supo de las criaturas hacia algunos minutos, cuando la alarma lo
despertó
Tal vez debería intentar tomar el sueño literalmente. Tal vez era exactamente lo que el Marker
demandaba de ellos: que lo reprodujeran. Tal vez si pudiese convencer al Marker de que podía
reproducirlo, las cosas regresarían a la normalidad.
258
Era simple, pensó.
Y entonces las dudas lo asaltaron. Estaba basando todo en un sueño, y no concordaba del todo
con lo que sus alucinaciones le decían. Podía no significar nada, o incluso otra cosa, otra fuerza
intentando manipularlo. Era casi demasiado simple. E inclusive si tenía razón, ¿quien podía
asegurar que si lo hacia el Marker regresaría todo a la normalidad? Tal vez solo empeoraría todo.
¿Y si el Marker no se interesaba en lo más mínimo por el destino de la humanidad y solo los veía
como medios para un fin? ¿Y si ese fin se cumplía, pensó, nos necesitaría, o nos aplastaría casi sin
pensar, como si fuésemos moscas?
¿Y si estamos contra la espada y la pared? Se preguntó. ¿Y si la humanidad fuese a morir de todas
formas?
Sacudió su cabeza. Era lo mejor que podía pensar. Tenía que intentarlo. Pero que opción tomaría,
que decidiría arriesgar, no lo sabía. La propuesta de Altman, pensó. En cualquier caso, el Marker
era la llave. No había otra opción más que regresar al Marker, sin importar que se encontrara en el
camino.
Estaba casi obscuro ahora. Ahí, adelante, estaban las luces del complejo flotante, tenues,
funcionando con la energía de emergencia, pero aún ahí. Pronto él estaría ahí también. Pronto
tendría su respuesta, o estaría muerto.
259
PARTE SIETE
EL FIN DEL MUNDO
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62
Incluso antes de que abriera la escotilla, podía escuchar sonidos desde el interior, podía ver a
través del vidrio tenues figuras moviéndose debajo también.
Que sea lo que dios quiera pensó. Abrió la escotilla y entro.
Solo había bajado unos pocos peldaños de la escalera cuando algo lo ataco. Lo golpeo en el
hombro y pudo verlo brevemente antes de que envolviera su cara. Consistía de una cabeza
humana, alargada y gomosa, sobre una red de tentáculos. Inmediatamente comenzó a sofocarlo.
No podía ver. Intento golpearlo con el Plasma Cutter, pero solo logro que apretara con más
fuerzas sus tentáculos. Lo golpeo contra los peldaños de la escalera, pero aún no lo soltaba.
Mierda pensó, voy a morir.
Ciegamente su mano busco el gatillo del Cutter y lo encendió. Lo levanto suavemente intentando
no cortar su propio rostro y logro cortar por completo el barral lateral de la escalera. Estaba
comenzando a desmayarse. Intento otra vez, más cerca de su rostro esta vez y sintió el filo
cortando a través de la carne de la criatura. Esta aflojo su agarre y él la arranco de un tirón,
viéndola rebotar frente a él y caer al suelo.
La peor parte fue que al caer, reconoció el rostro de la cabeza. Estaba estirada y roja, severamente
deformada, pero estaba seguro de que era la cabeza de Field.
Al verla golpear los escalones debajo suyo y caer en espiral, se sintió como si hubiese matado al
mismísimo Field.
Recobro su aliento y luego continúo descendiendo.
La luz de emergencia generaba sombras por todas partes. Él veía cosas moviéndose en ellas.
Escucho un sonido en la distancia, luego más cerca. Algo estaba subiendo por la escalera. Miro
hacia abajo buscándolo, pero no vio nada. Se quedó quieto, pero no escucho nada. Tal vez solo lo
estaba imaginando pensó.
Pero cuando dio otro paso, lo escucho otra vez, y cuando bajo la mirada vio brevemente otra, sino
la misma, criatura que arranco la cabeza de Field. Y luego desapareció del otro lado de la escalera.
Intento girar para verla mejor y la encontró por un breve momento y luego la perdió otra vez. El
sonido estaba más cerca ahora.
Enrosco el brazo alrededor de la escalera y espero colgado ahí. Donde estaba?
261
Y de repente la vio, solo a unos pocos pies de distancia de él ahora, su cuerpo gris mezclándose
con la escalera. Al verlo, un extremo se desprendió de la escalera y comenzó a moverse como si se
tratara de una serpiente encantada, buscando carne a la cual aferrarse. Y repentinamente dio un
latigazo y se enredó en su pie.
Se enrosco con fuerza y ajustadamente, casi dislocándolo, haciendo que colgara solo de un brazo,
con las piernas en el aire. Intento mover el Plasma Cutter hacia abajo para cortarlo, pero estaba
demasiado bajo—tendría que soltarse para llegar, lo que significaría caer. Había comenzado a latir,
apretando subiendo por el tobillo hacia la pierna. Luchando por lograr aferrarse con la otra pierna,
finalmente logro apoyar el pie en el escalón. Se levantó con sus dedos lo más que pudo, su tobillo
se sentía como si fuera a ser arrancado, y soltó su brazo para agarrarse de algunos rieles más
abajo. Era suficiente; podía llegar ahora. Lo corto al medio con el Plasma Cutter. Una horrible baba
supuro y luego se cayó.
Sintiéndose mareado, se agarró con fuerza. Podría haberse quedado ahí un tiempo de no ser
porque con su cabeza presionada contra la escalera, escucho un torpe golpeteo.
Algo más estaba en camino. Aún atontado miro hacia abajo. Otros dos estaban subiendo por la
escalera, estos más humanoides, del tipo con espadas de hueso creciendo de sus hombros. Se
aferraron a la escalera con las pequeñas manos que crecían de sus barrigas sus filos se agitaban
salvajemente hacia atrás y adelante mientras subían.
Subió frenéticamente por donde había venido, intentando llegar al nivel del suelo de la
plataforma, sabiendo todo el tiempo que lo estaban alcanzando.
Casi podía sentir sus cuchillas cortando y arrancando sus piernas.
Entonces de repente llego a la cima, en sus rodillas jadeando. Colgó la cinta del Cutter sobre su
hombro y lo dejo colgar en su espalda, sacando la motosierra. Precariamente balanceado, tiro de
la cuerda del motor. La primera vez no encendió tampoco la segunda. La primera de esas cosas ya
estaba ahí, las puntas de las cuchillas podían verse saliendo de la escotilla. Tiro de la cuerda una
tercera vez, esta con más fuerza y encendió. La acelero y se inclinó empujándola sobre la criatura.
El filo de la motosierra disperso sangre en todas direcciones, manchándolo de pies a cabeza.
· · ·
262
Se alejó de la escalera, la motosierra vibraba en sus manos. Había otros? Era un gran cuarto,
pobremente iluminado.
Se movió cautelosamente hacia el pasaje a los laboratorios que lo llevarían hacia el conducto de
aire. Había pilas de carne aquí y allá, sobre las paredes, cerca de la ventilación. Con vida al parecer.
Toco una con su bota pero no pareció responder, solo se quedó ahí. La piso pero eso tampoco
pareció herirla.
Estaba casi sobre la puerta del laboratorio cunado vino, cargando con un grito casi satánico. En las
sombras y obscuridad, tenía algo de dificultad para verlo al principio; era solo una distorsión, y la
golpeo directamente en la cabeza.
Era la más terrible de las bestias que había visto hasta ahora. Retrocedió un poco, siseando. Su
mandíbula estaba desdentada, sus dientes habían crecido largos y predadores, la carne se había
desprendido hasta las articulaciones. Sus brazos se habían convertido en patas delanteras. Su
cuerpo se engrosaba en el frente y afinaba en la parte posterior. Tenía una sola y musculosa
pierna detrás, la otra pierna estirada y encimada, funcionando como cola, los dedos afinados
abanicaban y flexionaban en la punta de la cola.
Tomo unos pocos pasos hacia un lado, entonces se preparó y salto. Intento arrancar su cabeza con
la motosierra, pero solo había llegado a la mitad cuando la motosierra toco algo duro y fue
arrancada de sus manos, casi dislocando su hombro. El cuello latía y escupía fluidos sobre su
pecho, la cabeza colgaba hacia un lado pero aún se movía. Las piernas delanteras se estiraron
buscándolo. Quiso agarrar la motosierra pero no pudo llegar, estaba seguro de que podía hacerla
arrancar de todas formas. Pateo a la criatura en la espalda y la rodeo lentamente, la cabeza de la
criatura seguía caída hacia atrás, como un saco vacío, antes de saltar otra vez. Cegada, golpeo
justo a su izquierda, estrellándose contra la pared. Él ya se estaba levantando, intentando
encender el Plasma Cutter en sus manos. Fue golpeado y tumbado de espalda sobre el pegajoso y
oloroso tejido que cubría el puente, la criatura se abalanzo sobre él. Intento rodar hacia un lado
pero no pudo evitar sus garras, que atravesaron su camisa y golpearon el hombro debajo,
inmovilizando uno de sus brazos.
Hasta que de repente pudo encender el Cutter. Lo golpeo con fuerza una vez, arrancando la pata
que lo inmovilizaba. La criatura se balanceo torpemente sobre él apoyándose en los dos miembros
que le quedaban. Él corto la segunda pata y la criatura colapso.
Empujándola se alejó tambaleándose, su hombro realmente comenzaba a doler ahora. Lo rodeo
lentamente, esperando el momento justo para atacar y cortar la última pierna cuando hizo algo
curioso: planto su última pierna en el suelo, pero en lugar de utilizarla para saltar sobre él, como
Altman esperaba, giro su cuerpo por completo, aterrizando en la pierna que servía de cola. Se
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quedó ahí, inmóvil, perfectamente balanceado. La última pierna se contrajo, como la pata de un
arácnido. Debe estar muerto, pensó Altman.
Avanzo cautelosamente, pero no se movía. Con cuidado se estiro y lo toco con la punta del Cutter
y la pierna se estiro con fuerza, golpeándolo en el pecho y estrellándolo contra la pared.
Se quedó ahí un momento, paralizado. Su pecho se sentía como si tuviese un agujero. Lentamente
se sentó. La criatura seguía ahí, aún balanceada sobre su cola, con la pierna restante contraída
otra vez.
Que se cague, pensó. Junto sus armas, rodeándola, dejando un gran espacio entre ambos, y se
dirigió a la puerta.
· · ·
264
El laboratorio pasando esa puerta era un desastre, todo tumbado y colapsado, una masacre.
Cuerpos y partes de cuerpos desparramados por todas partes. Se movió entre ellos
cuidadosamente, sin tocar nada y atravesó la puerta.
El cuarto siguiente estaba casi intacto, lo que, de alguna manera, lo puso casi más nervioso. Lo
atravesó pasando la mesa central hacia la cabina de observación. Desde ahí se conectó al sistema
de video, aún funcionando con la energía de emergencia.
Repaso rápidamente las cámaras a las que tenía acceso, vio más criaturas casi en cada lugar que
observaba. El sello del conducto de aire entre las cubiertas superiores e inferiores estaba abierto y
emitiendo chispas. En el espacio justo detrás de él, solo un cuarto más allá de donde se
encontraba Altman ahora, entre él y el conducto, se movió una masa, tal vez incluso la misma que
había visto antes—aunque sí lo era, había aumentado de tamaño, y seguía creciendo. Se movía
lentamente hacia adelante, consumiendo todo, convergiendo todo.
Mierda pensó Altman. No iré por ahí.
Pregunto al sistema por caminos alternativos, pero no había ninguno. La instalación había sido
construida deliberadamente con un único punto de conexión entre la mitad superior y la inferior.
Mientras ese monstruo estuviese ahí, no habría manera de avanzar.
A menos que...
A menos que fuera a través del agua, se dio cuenta. Busco entre las cámaras la bahía de
submarinos. Si pudiese llegar ahí, podría entrar. Estaba a que, veinte metros? Una larga distancia
par air nadando, y la presión seria fuerte también. Y cuando llegara, tendría que entrar a la
recamara, cerrar las puertas y esperar a que el agua fuera bombeada fuera. Si eso no era
suficiente para matarlo, el agua fría en si misma muy bien podría hacerlo.
Entonces el display que estaba observando fue interrumpido, cortado por otra señal. Un rostro
apareció, una señal en blanco y negro con algo de interferencia. “Quien está ahí?” dijo el hombre.
“Quien está en el sistema?”
El hombre era vagamente familiar. Se dio cuenta de que era el hombre que lo había llevado a ver
el Marker en su recamara por primera vez. Como era su nombre?
Harm algo. Sí, eso era, Henry Harmon.
Encendió su cámara para que el hombre pudiese verlo.
“Harmon,” dijo. “Soy Altman. Estas con vida?”
“Pensé que era el último,” dijo Harmon. “Es maravilloso verte.”
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“Dónde estás?”
Harmon miro distraídamente a su alrededor. Como si por un momento no pudiese recordar donde
estaba. “Estoy en la recamara del Marker,” dijo. “pensé que estaba atrapado, pero por alguna
razón, esas cosas no se acercan al Marker. Me alegro de no ser el único con vida.”
“Iré a buscarte,” dijo Altman.
“Eso no es posible,” dijo Harmon. “Antes de que des algunos pasos, ellos te destrozaran.”
“Puedes hacerme un favor?” preguntó Altman. “Hay alguna manera de que puedas abrirme las
puertas de la bahía de submarinos desde ahí? Tienes autorización?”
“Seguro,” dijo Harmon. “Por qué?”
“Ábrelas y déjalas abiertas,” dijo Altman. “Así es como llegare hasta ti. Oh, y una cosa más.”
“Solo dilo,” dijo Harmon.
“Reúne toda la información sobre el Marker disponible en el sistema. Señal, composición,
dimensiones, forma, todo lo que haya.”
“De acuerdo,” dijo Harmon. “Me dará algo que hacer.”
“Puede que haya descubierto que es lo que el Marker busca,” dijo Altman. “Lo sabré cuando llegue
ahí. Si es que llego.”
Harmon comenzó a decir algo, pero Altman ya se había desconectado. Atravesó el laboratorio de
regreso por donde había venido.
Busco en algunos casilleros y gabinetes, buscando oxigeno o algún traje de buceo, pero no
encontró nada. Tendría que arriesgarse. Miro la motosierra. Difícilmente era el arma ideal, cuando
la sierra se trabo, casi logra que lo maten. De cualquier modo, no podía llevarla. El agua la
arruinaría. El Plasma Cutter por otra parte, era otro tema. Probablemente funcionaria incluso
luego de entrar en contacto con el agua.
Encontró dos rollos de quince metros de soga y las colgó sobre su hombro. Entonces comenzó a
subir la escalera otra vez, de regreso a la escotilla.
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Bajo hasta la plataforma de botes, moviéndose con las olas. La bahía de submarinos estaba debajo
y apenas hacia la izquierda. Fue hacia el borde más alejado de la plataforma y miro hacia abajo
buscándola..
Ahí, ahí estaba. Podía ver el brillo proveniente desde la puerta abierta del hangar.
Ato entre si ambos rollos de soga, tensando cada lado del nudo hasta que estuvo satisfecho,
entonces cuidadosamente midió su largo. Ato la cinta del Plasma Cutter en un extremo de la soga,
con doble nudo, solo para estar seguro. El otro extremo lo ato alrededor de la barrera de la
plataforma.
Con cuidado, bajo el Plasma Cutter y la soga dentro del agua hasta que desaparecieron, poco más
se veía que los primeros metros de soga. Se quitó su camisa pensando. Sabía que tendría solo una
oportunidad. Una vez que hubiese descendido lo suficiente tendría que hacerlo. O llegaba hasta la
bahía de submarinos o se ahogaba.
Respiro rápidamente y luego se sumergió, dejando el aire salir por su nariz mientras descendía.
Nado tan rápido y tan directo hacia abajo como pudo, siguiendo la soga. La presión aumento
rápidamente, su cabeza se sentía como si fuera a ser aplastada. Se sintió increíblemente lento,
como si no hiciera progreso alguno, como si estuviese a pocos metros de la plataforma.
Siguió nadando, intentando mantener un ritmo nivelado y estable y su ritmo cardíaco constante,
intentando no entrar en pánico. Podía oír la sangre corriendo cerca de sus oídos, un constante
golpeteo volviéndose cada vez más lento. Sus miembros estaban perdiendo velocidad, o solo se
sentían de esa manera?
Vio luces. Estaba cerca de la bahía de submarinos. No, pensó, no mires, mantente enfocado, solo
sigue nadando hacia abajo.
Sintió sus pulmones luchar, queriendo respirar el aire que no estaba ahí. Hizo un ahogado sonido,
tenía que forzarse a no respirar agua. Las cosas a su alrededor parecían lentas, mucho más lentas.
Y entonces lo vio, flotando cerca del extremo de la cuerda, el Plasma Cutter, como una sombra en
la obscuridad. Su corazón latió con exaltación y las cosas comenzaron a tornarse obscuras en los
bordes, por un momento pensó que se desmayaría.
Pero cuando lo alcanzo y lo tuvo en sus manos, se dio cuenta de que no había manera de llegar e
ingresar a la bahía cargándolo. No tenía el suficiente aire para hacerlo, ni la suficiente fuerza.
Tendría que dejarlo atrás.
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Lo soltó. Miro hacia un lado ahí estaba, a unos pocos metros: la puerta abierta de la bahía de
submarinos. Dejo la soga y nado hacia ella. Se dio cuenta de que no lo lograría. Tal vez llegaría a la
bahía de submarinos, pero no tenía la suficiente fuerza para cerrar la puerta y esperar a que el
agua fuera bombeada fuera. No tenía sentido.
Pero algo en él hizo que siguiera nadando. Atravesó la puerta dentro de la bahía. Estaba a punto
de dirigirse al control de la puerta cuando casualmente miro hacia arriba y repentinamente tuvo
una idea. Se impulsó hacia arriba tan rápido como pudo, golpeando su cabeza tan fuerte que casi
queda inconsciente. Pero ahí, en la esquina, había una pequeña burbuja de aire. Puso su cara
contra el techo y tomo una gran bocanada de aire, el agua se filtraba sobre los lados de su boca.
Se quedó ahí, flotando, respirando un poco más, hasta que dejo de jadear, hasta que su corazón
dejo de golpear. Estaba bien. Iba a estar bien.
Cuando se sintió calmado, se sumergió nuevamente y nado hacia abajo. Pero en lugar de ir
directamente hacia los controles atravesó la puerta hacia afuera nuevamente. Por un momento
estuvo perdido, desorientado en el océano abierto, y pensaba que había ido en la dirección
contraria. Y entonces vio la sombra de la soga, se dio cuenta de que estaba buscando muy arriba.
Miro hacia abajo un poco y ahí estaba.
Nado hacia el Plasma Cutter y lo agarro, inmediatamente regresando a la bahía, arrastrando la
soga de regreso consigo. Pero era muy pesada, debido a la soga el progreso era muy lento. Por un
momento considero abandonar el Cutter, hasta que se le ocurrió una idea. Encendió el Cutter y
con él corto la soga.
El arma era pesada, obligándolo a utilizar un solo brazo para nadar. Amenazaba con arrastrarlo al
fondo. Llego justo debajo de la bahía y comenzó a nadar desesperadamente, pateando con fuerza,
con algo de pánico. Para cuando pudo agarrarse del borde de la puerta e impulsarse dentro estaba
casi tan exhausto como en el descenso inicial. Se impulsó hacia una esquina y nado rápidamente
hacia los controles en el suelo.
Presiono el botón y lo mantuvo apretado. Las luces de emergencia en el cuarto comenzaron a
parpadear. Lentamente, vio, el suelo comenzó a moverse, comenzó a cerrarse. Nado hacia arriba
buscando la burbuja de aire y por un momento no pudo encontrarla. Donde estaba? Nado a lo
largo del techo y encontró una del tamaño de su puño, lo suficiente para que su boca entrara.
Aspiro y luego expulso rápidamente el aire, aumentando el tamaño de la burbuja. Debajo suyo, el
sonido ahogado de las puertas cerrándose y el gentil zumbido de las bombas.
El nivel del agua comenzó a bajar y pudo sacar su cabeza por completo fuera del agua, respirando
profundamente e inmediatamente se desmayó.
Michael, decía la voz. Michael. Levántate.
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Abrió sus ojos. Era su padre. Te pedí que te levantes, dijo. Cuantas veces tengo que pedirlo?
En un minuto papa, dijo. Su voz sonaba extraña, hueca, como si proviniera de una gran distancia.
Dije ahora, dijo su padre. Levántate o te arrastrare fuera de la cama yo mismo.
No se movía. Su padre lo sacudió. Él gimió, sacudiendo su cabeza. “Papá—
Levántate! Su padre gritaba ahora, tan cerca de su rostro que podía sentir el olor del licor en su
aliento. Levántate!
Recupero la conciencia boca abajo, con la mitad de su cuerpo sobre la pasarela que recorría el
borde de la recamara. Tuvo suerte. Estaba con vida y tosiendo agua en lugar de estar boca abajo
en el centro del cuarto, muerto.
Se levantó con dificultad y se apoyó contra la pared, recuperándose. Luego se acercó al borde de
la pasarela y salto dentro del agua.
No podía encontrar el Plasma Cutter. Tal vez algo salió mal. Tal vez había caído cuando las puertas
se cerraban y se hundió en el agua. Tal vez se había ido.
Volvió a la superficie, agarrándose del borde de la pasarela, y entonces bajo otra vez, buscando
con más cuidado esta vez. Lo encontró trabado detrás de una boya, casi imposible de ver hasta
que estuvo a punto de tocarlo.
Lo libero y salió de regreso a la superficie, elevándose sobre la pasarela. Entonces se recostó en la
grilla un segundo, respirando, intentando recuperarse.
Cuando se levantó, aún temblaba, tanto por nervios como por el frio. Abrió la tapa de la unidad de
comunicación de la pared y conecto con la recamara del Marker.
“Hola?” dijo Harmon, su voz denotaba algo de pánico ahora. “Hola?”
“Soy yo, Altman,” dijo.
Harmon afino sus ojos mirando a la pantalla. “Altman,” dijo. “Me preguntaba si seguias con vida.
Aún estas vivo no? Esto no es una visión o sí? Te ves diferente.”
“Estoy vivo,” dijo Altman. “Solo un poco mojado.”
“Dónde estás?” pregunto.
“Bahía de submarinos,” dijo Altman. “Cerca.”
Harmon asintió. Abrió un holoarchivo y lo empujo para que Altman pudiera verlo.
269
“Aquí tienes,” dijo Harmon, y un bloque rojo apareció en el mapa. “Es simple,” agrego. “Bajas por
este pasillo, el que tiene la leve inclinación. Entonces pasas por estos dos laboratorios. Un último
pasillo y estarás aquí.”
“Que hay entre tú y yo?” preguntó Altman.
“Cerca del Marker, nada,” dijo Harmon. “No se acercan al Marker. Si puedes llegar al último pasillo
deberías estar bien. Antes de eso puede ser algo complicado.”
Mostro a Altman una vista del pasillo justo al lado de la bahía de submarinos. La cámara hizo un
paneo lento, mostrando una pila de cuerpos, una pálida criatura similar a un murciélago volando
sobre ellos, y luego disuelta en una pared de estática. “Esto fue justo antes de que la cámara fuera
destruida,” dijo. “Quien sabe que hay ahí ahora.”
La vista cambio, dos cámaras separadas, dos laboratorios. En uno, una criatura con apariencia de
araña, como la que había matado antes, solo que esta tenía tres cabezas y una hilera de columnas
a lo largo de su espalda. En el otro, dos criaturas con espadas de hueso. Estaban tiradas en el
suelo, inmóviles, tal vez muertas. “Estas son actuales,” dijo Harmon. “Sugeriría que atravieses en
silencio los laboratorios. El pasillo que les sigue parece estar vacío.”
Altman respiro profundamente. “Muy buen,” dijo. “Aquí voy.”
Se detuvo junto al conducto de aire que estaba ligeramente abierto y miro hacia afuera. El pasillo
de afuera estaba iluminado por una muy tenue luz, algunas de las luces de emergencia
parpadeaban, otras estaban totalmente quemadas. Pero podía ver por las borrosas formas y el
sonido que hacían que había algo ahí.
Y entonces un brazo se estiro por la apertura y lo agarro, se enrolló alrededor de su propio brazo y
tiro con fuerza, golpeándolo contra el conducto.
O al menos al principio pensó que era un brazo. Al tratar desesperadamente de quitárselo de
encima, noto que no era un brazo en absoluto sino algo similar a un grupo de tendones unidos y
endurecidos de alguna manera. Intento levantar el Plasma Cutter, pero su brazo estaba metido
por completo en el conducto, no había lugar para cortar. Tiro otra vez y casi le arranca el brazo. Él
tiro con fuerza pero no logro mucho. Sin saber qué otra cosa hacer, pateo la palanca para abrir
aún más la puerta.
Tan pronto como la apertura se hizo lo suficientemente grande, el tendón lo arrastro. El pasillo
había sido reconstruido, cubierto en una capa orgánica, algo que parecía ser carne. Era como si
estuviese siendo introducido en un intestino. Él corto el intestino con el Plasma Cutter, pero la
hoja no corto por completo. El tendón no redujo su fuerza, solo lo arrastro aún más por el pasillo.
Él grito de dolor, corto otra vez y esta vez del todo.
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Hubo un rugido. El resto se retiró rápidamente, desapareciendo en un ducto de aire. La pieza que
pudo cortar aún apretaba su brazo con fuerza, cortando la circulación. Para sacárselo de encima,
tuvo que diseccionarlo cuidadosamente.
Era como caminar a través de una pesadilla. Sangre y carne por todos lados, no podía saber de
dónde vendría el próximo ataque. Se estaba poniendo nervioso, él lo sabía. Necesitaba relajarse,
necesitaba calmar sus nervios, o lo atraparían. Pero como podría relajarse en un infierno como
este?
Completamente adolorido, se tambaleo a lo largo del pasillo, evitando una especie de alfombra
pútrida, intentando no tocar la carne que cubría el techo y las paredes. Había un cuerpo
bloqueando el camino, pero tan pronto como lo toco, el cuerpo grito y lo ataco. Retrocedió y se
patinó, cuando se dio cuenta, ya estaba sobre él, intentando cortar su cabeza con las hojas de
hueso, hojas que estaban ocultas bajo el agua. Levanto sus rodillas y giro para verlo sobre él, su
babosa boca a solo centímetros de su garganta. De alguna manera logro interponer sus manos
entre él y la criatura, alejándola. La criatura grito y siseo en frustración, aferrándose con fuerza
con sus hojas e intentando acercarse, su aliento era tan pútrido que logro que quisiera vomitar.
Con un gemido, lo empujo con fuerza y lo tiro hacia un lado, entonces se levantó y saco el Cutter
debajo suyo. Ya estaba abalanzándose sobre él, pero esta vez tenía el Cutter y corto una de las
espadas. Seguía avanzando con la otra hoja y el muñón. Golpeo con fuerza su cabeza, aplastándola
con el cuerpo del Cutter. Seguía avanzando. Retrocedió alejándose de él , se detuvo solo para
blandir el Cutter hacia la otra extremidad, cortando también lo que restaba del muñón. La criatura
se retorció un poco, hundiéndose en la pútrida alfombra de lodo y luego se detuvo.
Fue solo entonces, en la breve tranquilidad, que noto algo que se aproximaba detrás suyo. Giro
sobre su talón y lo vio venir. Una de las espadas de hueso cortó su brazo, provocando que soltara
el Plasma Cutter. Él grito y golpeo a la criatura con su mano abierta, con fuerza, sintiendo la
enfermiza textura de la carne muerta. Retrocedió un poco y logro levantar el Cutter, gritando por
el dolor. La criatura avanzo otra vez, él se dejó caer para evitar las afiladas hojas y la vio pasar
sobre su cabeza, pateando sus piernas desde abajo.
Cayo sobre él por un momento, atrapado entre el lodo y su apestosa carne podrida, tuvo la
impresión de que ya estaba muerto, que estaba experimentando el más allá, viviendo un
particular infierno por el daño que había causado en vida. La criatura se restregaba en su hombro,
moviéndose hacia su cuello, e intentaba girar apoyándose sobre una de las espadas para poder
atacarlo con la otra.
Presiono el gatillo del Cutter, esperando que no estuviese muy abajo y apuntando hacia abajo en
lugar de hacia abajo. La hoja de energía se generó entre sus rodillas, él la levanto y forzó hacia la
pelvis de la criatura, forzándola poco a poco, cortándola lentamente a la mitad.
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Las partes cayeron a cada lado, pero aún debió levantarse y pisar cada extremidad antes de que se
detuviera. Se levantó con dificultad. La sangre aún brotaba del corte en su brazo. Rompió el borde
de su camisa y se vendo torpemente. No detendría el sangrado, pero al menos lo reduciría, eso
tendría que alcanzar por ahora.
Dos pasillos más pensó. Eso es todo.
Fue hacia el final del pasillo. Tuvo que cortar la carne que cubría la puerta para encontrar los
controles, pero una vez que lo hizo y paso su tarjeta por el escáner, se abrió sin problemas.
Miro dentro. Harmon tenía razón—el cuarto se veía bien, no había nada. Ahí, a un costado, había
dos puertas que daban a laboratorios. Solo tendría que moverse tan silenciosamente como fuera
posible, y entonces estaría a salvo.
Se adentró en el nuevo pasillo, sonidos húmedos provenían de sus pisadas por el lodo del otro
cuarto. Podía oír movimientos detrás de la primer puerta. Contuvo su respiración y paso por
delante sin problemas, estaba casi sobre la segunda. Podía escuchar sonidos detrás de esa puerta
también, un sonido metálico y luego un bajo y largo gemido. Apresuro su paso un poco y pudo
pasar también sin problemas.
Ya había alcanzado la puerta al final del pasillo cuando escucho una de las puertas detrás suyo
abrirse. No quiso mirar atrás para ver cuál era, solo presiono su tarjeta contra el escáner y rogo
porque la puerta se abriera lo suficientemente rápido.
El largo gemido se escuchó otra vez, esta vez más cercano, más fuerte. La puerta comenzó a
abrirse y él se apresuró a atravesarla y entrar en el último pasillo, mirando brevemente hacia atrás
para ver a la criatura arácnida con sus tres cabezas mirándolo. Era diferente a la otra. Su espalda,
por lo que pudo ver, estaba cubierta de púas, que habían comenzado a endurecerse y erguirse.
Una fue disparada desde su espalda hacia Altman, incrustándose con fuerza en la pared justo a su
lado. Las tres cabezas de la criatura sisearon al unísono, pero no avanzo. Entonces la puerta se
cerró entre ellos.
Corrió hacia la puerta en el extremo del pasillo y encendió el comunicador.
“Quién es?” dijo la voz de Harmon.
“Quien carajos crees que sea?” dijo Altman.
“Altman?” dijo. “Como puedo estar seguro de que eres tú?”
“Vamos Harmon. Abre ya.”
“No,” contesto. “Tienes que decirme algo que tú, que el verdadero tú y nadie más sepa sobre mí.”
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Estaba loco? “No te conozco tanto Harmon. No tengo nada que decir.”
“Lo siento,” dijo. “No puedo abrir,” y corto la comunicación.
Altman reconecto el link. Cuando Harmon atendió dijo, “No cortes. Enciende el video y veras que
soy yo.”
Harmon lo hizo. Altman vio su preocupado rostro, inspeccionándolo. Una mano apretaba con
fuerza algo al final de un collar.
“No lo sé,” dijo lentamente. “Un video puede ser modificado.”
“Estas siendo paranoico,” dijo Altman, y entonces se dio cuenta de que eso era exactamente lo
que estaba pasando. El Marker lo estaba volviendo paranoico. Pero también recordó que Harmon
era un creyente.
“Mira,” dijo Altman rápidamente, “Tu eres el que me dijo que las criaturas no pueden acercarse al
Marker, cierto? Si eso es cierto, yo no debo ser uno de ellos. Si lo fuera, no sería capaz de
acercarme tanto. El Marker te protegerá si crees en él. En el nombre del Marker, abre la puerta.”
Harmon dio una larga y solemne mirada que Altman no pudo interpretar, entonces se estiro y
presiono el botón terminando la comunicación. Un momento después. La puerta se abrió. Altman
entro lentamente con sus manos levantadas.
“Ah, si eres tú,” dijo Harmon. “Alabado sea el Marker.”
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“Sabía que vendrías,” dijo Harmon. “Simplemente lo sabía.” Altman noto que sudaba
profusamente. Sus respuestas eras inconexas, su voz iba y venía de un tono de tranquilidad a un
grito histérico de pánico. Claramente no estaba cuerdo.
“De hecho, te llame y te dije que estaba en camino,” dijo Altman.
“No!” dijo Harmon, elevando su voz. “No me lo dijiste! Yo lo supe!”
“Cálmate,” dijo Altman. “Como sabes que yo soy el que debía venir?”
“Eres el único que debía venir,” dijo Harmon, hablando con una calmada simplicidad. “Tienes que
ser tu porque eres el único. Todos los demás están muertos.”
Altman lentamente asintió. Tal vez pudiese utilizar la fe de Harmon en el Marker a su favor. Quería
que Harmon creyera en lo que quisiera creer siempre y cuando permitiera a Altman hacer lo que
debía hacer.
“Vine aquí,” dijo Harmon. “Este fue el primer lugar al que vine, y cuando vi que no se podían
acercar a mí, entendí porque. El Marker me quería aquí. Solía desconfiar del Marker, pero estaba
equivocado. El Marker me está protegiendo. El Marker me ama.”
“Y a mí,” dijo Altman.
“Y a ti,” Harmon estuvo de acuerdo. Se estiro y tomo el brazo de Altman. Su mano estaba febril,
quemando de caliente. “Tú crees?” Pregunto.
Altman se encogió de hombros. “Seguro,” dijo. “Por qué no.”
“Y has entendido mi mensaje?” pregunto. Miro a Altman expectante, claramente esperando.
“Mensaje recibido,” dijo Altman finalmente.
Harmon sonrió.
“Te pedí que juntaras algo de información,” dijo Altman. “La tienes?”
Harmon señalo a la holopantalla.
Había una serie de holoarchivos, Altman había visto algunos de ellos, otros no. Había imágenes en
video del interior del primer batiscafo, tomadas luego de que había sido llevado a la superficie.
Había vis to versiones de eso antes, primero en el video interceptado de Hennessy y luego, desde
afuera, a través de la ventana.
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Mientras la cámara que tomaba las imágenes escaneaba lentamente el interior, reconoció las
marcas de sangre como símbolos del Marker. Pero, también se dio cuenta, no estaban en el
mismo orden o secuencia que aparecían en el Marker. Lo que había visto antes como síntoma de
locura, ahora lo entendía como cálculos rudimentarios y parecían contener una pizca de sensatez.
Además, había análisis de la estructura y densidad del Marker, cientos de disecciones de sus
transmisiones, especulaciones, teorías sin probar.
Había información sobre los diferentes códigos genéticos que Showalter y Guthe habían leído en la
señal y en el Marker. Había, al final, más archivos de los que podía leer—incluso más archivos de
los que podía revisar. Miles y miles de páginas e imágenes y horas y horas de videos. Que era
importante y que no lo era? Como debía empezar?
Harmon estaba agachado en la cubierta junto a su silla, mirando al Marker. “Habías visto algo igual
alguna vez?” preguntó Harmon.
“No,” dijo Altman.
“Es bueno,” dijo Harmon. “Nos ama, puedo asegurarlo. Lo toque, y cuando lo hice, sentí su amor.”
“Sentiste algo?” dijo Altman.
“Sentí su amor!” insistió Harmon, gritando ahora. “Nos ama! Tócalo y veras!”
Altman sacudió su cabeza. “Tócalo! Tócalo!” seguía gritando Harmon. Y así, sin saber qué otra cosa
hacer para calmarlo, Altman se paró, camino a través de la recamara y lo hizo.
No fue amor lo que sintió, sino algo diferente, algo que no era para nada un sentimiento. Al
principio era como si experimentara todas las alucinaciones que había visto antes al mismo
tiempo, todas superpuestas. La mayoría interferían entre ellas, creando una especie de estática
cegadora que manchaba casi todo, pero más allá de eso, a pesar de eso, pudo ver algo que no
había visto antes. Pudo ver que las alucinaciones no eran parte de las funciones del Marker, sino
algo más que oponía a él, de algo que estaba enmarcado en su cerebro. Las alucinaciones habían
intentado protegerlos, pero habían fallado: el proceso había comenzado. Ahora todo lo que podía
hacer era satisfacer lo suficiente al Marker para que el proceso se detuviera, pero no lo suficiente
para llegar a una Convergencia completa.
Y entonces, de repente, algo se aclaró y pudo ver más allá de las alucinaciones para observar al
Marker en sí mismo. Era como si estuviese cambiando la estructura de su cerebro, rehaciendo
conexiones, reescribiendo circuitos, para hacer que entienda. De repente pudo ver la estructura
del Marker desde el interior, y de una manera que le dio una compleja apreciación de él. Lleno su
cabeza y la encendió en llamas, y luego se introdujo entre las líneas de su cráneo y lo llevo consigo.
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Cuando recupero la conciencia, Harmon estaba sobre él, golpeando su cabeza, con una beatifica
sonrisa en su rostro.
“lo viste?” dijo cuándo noto que los ojos de Altman estaban abiertos. “Lo viste?”
Altman lo movió de encima suyo y se levantó, caminando lentamente hacia el monitor. Comenzó a
tipear frenéticamente, dibujando una estructura al mismo tiempo. Sus manos se movían más
rápido que su cerebro, trabajando en diferentes piezas y partes al mismo tiempo, cambiando de
un holoarchivo al otro. Shockeado, se dio cuenta de que estaba grabando los planos rudimentarios
para la construcción de un nuevo Marker. Era descuidado y burdo. Había muchas preguntas sin
respuesta, muchos misterios que ser descubiertos, pero era eso lo que definitivamente estaba
haciendo.
“Que es eso?” pregunto Harmon detrás suyo. “Que está pasando?”
“Lo he descifrado,” contesto Altman. “Pensé que lo tenía antes, pero estaba peleando por
entender que significaba. Ahora lo sé.”
Trabajo un tiempo más; cuanto, no supo decirlo. Su cabeza giraba, sus dedos dolían. Cuando
termino, giro hacia Harmon.
“Necesito tu ayuda,” dijo.
“Que necesitas?”
“Quiero que me ayudes a traducir lo que tengo aquí, lo mejor que puedas y transmitas la señal de
regreso al Marker.”
Al principio Harmon solo lo miro y lentamente se sentó, miro más de cerca. Lo reviso
detenidamente. De repente, alzo la mirada a Altman, la primer mirada coherente que tuvo desde
que Altman había entrado a la recamara.
“Este es el Marker,” dijo, con respeto en su voz. “Lo entendiste, tal y como él te pidió que lo
hagas.”
Altman asintió.
“Quieres que transmita al Marker la imagen de él mismo?” pregunto.
“Si,” dijo Altman.
“Alabado sea el Marker,” dijo Harmon. Y luego agrego, “Alabado sea Altman.”
276
El escuchar a Harmon decir su nombre así hizo que se le erizara la piel, pero se mordió la lengua,
no dijo nada. Lo que había hecho estaba lejos de estar completo, requeriría años y años de trabajo
hacerlo, pero podría ser suficiente para detener el proceso de Convergencia ahora.
Tomo algunas horas más, unos cuantos intentos de transmitirlo en diferentes maneras antes de
que algo conectara. El Marker envió una corta, intensa ráfaga de energía, y entonces, tan
repentinamente como había comenzado a transmitir, se quedó en silencio.
“Que paso con él?” preguntó Harmon.
“Está descansando,” dijo Altman. “Hemos hecho lo que quería de nosotros. Hemos salvado el
mundo.”
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Luego de que termino, se sentó ahí por un largo tiempo. Por qué quería ser reproducido el
Marker? Que efecto tendría? Que significaba? Y si las alucinaciones, las visiones, no eran
producidas por el Marker, sino por algo que se oponía a él, de dónde venían? Cuál de las dos
estaba de su lado?
Él aún no confiaba en ello. No, lo que había sentido cuando toco el Marker no fue amor, fue
nada—total y absoluta indiferencia hacia la raza humana. Eran medios para llegar a un fin. Cual era
ese fin, no estaba seguro, pero sentía, más que nunca, que para el Marker ellos eran desechables,
un paso necesario en el camino hacia algo más. Cuando el nuevo Marker fuera construido—y él no
tenía la menor duda de que eso era lo que el Marker quería—que pasaría entonces?
Había detenido la Convergencia, pero tal vez al hacerlo había iniciado del golpe un descubrimiento
que guiaría a la humanidad hacia un destino incluso peor.
Pero también, otra parte de él respondía, y si estas mal? Y si estas siendo paranoico? Y si el amor
que Harmon había sentido eran sus propios sentimientos, reflejados sobre sí mismo: su propio
amor religioso para el Marker, reflejado como amor del Marker hacia él? Y si la indiferencia que
Altman sintió no era algo inherente al Marker, sino algo integral de sí mismo, reflejado hacia él?
Se sentó ahí pensando, pensando, pero sin llegar a nada. Que haría ahora? Ahora que había dado
al Marker lo que quería, había inadvertidamente hecho un daño mayor a la humanidad?
“Tendremos que irnos,” dijo a Harmon. “El Marker quiere que nos vayamos.”
“Como lo sabes?”
“Me lo dijo,” dijo Altman.
Harmon asintió. Fue hacia el Marker y lo toco suavemente con sus labios. Ya no estaba paranoico,
no estaba nervioso, sin duda era porque el Marker había dejado de transmitir. Pero aún era un
creyente.
“Dónde vamos?” preguntó Harmon.
“Al centro de control,” dijo Altman. “Tengo algo que hacer antes de irnos.”
No sabía que esperar—tal vez ahora que el Marker había dejado de transmitir, las criaturas habían
perdido fuerza, colapsado, incluso desaparecido.
Pero no fue así. Cuando dejaron la recamara del Marker y fueron hacia el extremo del pasillo y
abrieron la puerta, se encontraron con que la criatura arácnida seguía ahí, esperándolos. Estaba
algo lenta tal vez, un poco menos atenta, pero seguía dispuesta a matarlos a ambos.
278
Ver eso solo reforzó su necesidad de hacer lo que había planeado.
Abrieron la puerta y ahí estaba, la espalda de la criatura comenzó a vibrar. Altman agarro a
Harmon y ambos retrocedieron por la puerta. Las extrañas proyecciones cónicas de su espalda
salieron disparadas a lo largo del pasillo pasando muy cerca de ellos y clavándose contra las
paredes.
Levanto su cabeza y espero para ver qué haría después. Las tres cabezas estaban libres ahora,
arrastrándose hacia ellos.
Encendió el Plasma Cutter.
“Tal vez quieras retroceder,” dijo a Harmon y entro en el pasillo.
Golpeo a la primera con la hoja mientras saltaba hacia él, separando la cabeza de los tentáculos.
La cabeza aun gimiendo, reboto contra la pared y él la aplasto de un pisotón. Corto a la segunda
con un ataque hacia arriba mientras corría por el techo, justo sobre el marco de la puerta.
Entonces tuvo que retroceder y recostarse contra la pared otra vez ya que la criatura lanzo más
proyectiles hacia él.
La última cabeza tuvo que arrancarla del cuello de Harmon. Lo había esquivado de alguna forma,
no sabía cómo. Ni siquiera sabía que se había aferrado a Harmon, ni lo hubiese sabido de no ser
porque este lo agarro del hombro y lo sacudió. Giro y vio a Harmon tornarse lila, pensó no esto de
nuevo, y corto esa cosa a la mitad, de alguna manera evito cortar a Harmon en el proceso.
Harmon tosió y masajeo su cuello. “Alabado sea Altman,” sugirió en un ahogado susurro.
“Deja de decir eso,” dijo Altman. “Altman no desea ser alabado.”
Miro nuevamente a través del marco de la puerta. La criatura avanzaba ahora, sus piernas
similares a lanzas golpeaban con fuerza el suelo al irse acercando a ellos. Puso su dedo sobre sus
labios, advirtiendo a Harmon para que estuviese callado, entonces se apoyó contra la pared.
La escucho acercarse, el golear de cada pierna haciendo un rítmico eco que repentinamente hizo
difícil que supiera realmente donde estaba. Lo escuchó detenerse en el marco de la puerta. Siguió
esperando que pasara, pero por alguna razón no lo hacía. En cambio giro y miro hacia el otro lado.
Mierda, pensó Altman, hasta aquí llegamos con la emboscada. Y atravesó la puerta para seguirlo.
La bestia giro sobre si misma sorprendentemente rápido a pesar de sus muchas piernas. Corto la
pierna más cercana a él y entonces la criatura cayó al suelo mientras su espalda vibraba y lanzaba
sus púas.
279
Corto otra pierna en el mismo lado, casi perdió su pie al apuñalar una de las piernas restantes
hacia abajo. Otro golpe y cayó hacia un lado, deshabilitada. La desmembró con cuidado esta vez
de no tocar el tumor amarillo y negro.
Volvió para buscar a Harmon y continuaron a través del pasillo. Pasaron por las puertas de los
laboratorios y vieron que estaban abiertas. Dentro de la segunda había dos criaturas con espadas
de hueso, girando en círculos, realizando una extraña danza, como si el Marker antes de dejar de
transmitir hubiese enviado una orden que no podían interpretar y ahora estuviesen trabadas en
una especie de error, forzadas a realizar el mismo movimiento una y otra vez. Sin saber que más
hacer, Altman avanzo silenciosamente. Si los habían notado, no lo demostraron.
En lugar de ir hacia la siguiente habitación, dentro de la bahía de submarinos, tomaron el pasadizo
lateral y subieron, hacia el centro de comando. Había dos más de las criaturas con espadas de
hueso, estos directamente en el pasillo, realizando los mismos movimientos perdidos, bloqueando
el camino. Pero tan pronto como los toco con el Plasma Cutter, ambas atacaron. Harmon giro y
huyo corriendo hacia el otro pasillo. Altman corto las piernas de uno, pero no pudo girar el arma
antes de que él otro estuviese encima suyo, sus extremidades lo envolvieron y acercaron al
cuerpo, su boca se presionó contra su cuello con un gemido. Su cuello ardía por el fluido que
emanaba de la boca de la criatura. Logro cortar a través del pecho y sus piernas, pero la parte
superior seguía aferrándose. El otro, aún sin piernas, se arrastró con sus hojas y estaba intentando
aferrarse de sus piernas. Intento mover la cabeza del primero, apartarla de su cuello, pero no
pudo. El Cutter seguía atrapado.
Mantuvo el botón apretado y lentamente movió la hoja a través del torso de la criatura y lo movió
hacia un lado, cortando una de las hojas. Desde ahí pudo quitarlo de encima y luego pisotear a
ambos fuera de la existencia.
Retrocedió hacia el pasillo hasta que encontró a Harmon. “Vamos,” dijo cansadamente. “Sigamos.”
No tenía autorización para abrir la puerta del centro de control, pero Harmon sí. El centro de
control estaba vacío, tal vez porque el Marker estaba justo arriba. Se aproximó a la consola y
encontró lo que estaba buscando.
Ingreso la secuencia y el sistema le negó el acceso. Lo ingreso otra vez.
ANULAR? S/N pregunto la holopantalla.
S.
INGRESE CODIGO DE AUTORIZACION.
“Harmon,” pregunto. “Tienes un código de autorización?”
280
“Por qué?” dijo Harmon. “Para que lo quieres?”
“No soy yo quien lo quiere,” dijo Altman. “Es el Marker.”
Luego de una breve pausa, Harmon le dio el código. Él lo ingreso.
Inmediatamente una alarma comenzó a sonar.
LA SECUENCIA DE INUNDACION COMENZARA EN 10:00. CANCELAR LA SECUENCIA S/N?
“Que hiciste?” grito Harmon.
N.
La cuenta regresiva comenzó.
LA SECUENCIA PUEDE SER CANCELADA EN CUALQUIER MOMENTO PRESIONANDO N.
Harmon estaba gritando detrás suyo. “Que estás haciendo?” gritaba una y otra vez.
Altman lo agarro y sacudió. “Estoy hundiéndolo,” dijo.
Harmon tenía una mirada dolida en su rostro, a punto de romper en lágrimas. “Por qué?”
pregunto.
“Para proteger al Marker,” mintió Altman. “Estaba allá abajo por una razón, para mantenerlo a
salvo. Y para matar a estas criaturas. Te lo prometo Harmon, esto es lo que tiene que suceder.”
“Tienes que detener la cuenta regresiva,” dijo Harmon.
“No,” respondió Altman.
“Entonces yo la detendré,” dijo Harmon.
“No,” contesto Altman, sosteniendo el Plasma Cutter cerca de su rostro. “Tu vienes conmigo. O lo
haces o te mato.”
La presión dentro de la estación ya había comenzado a cambiar. Había una corriente de agua en el
corredor cuando entraron, el proceso comenzaba lentamente, nada que no pudiera ser revertido.
El sistema, él sabía, no procedería por completo hasta que hubiesen pasado los diez minutos.
Al principio Harmon estaba enfurecido, luego se vio sobrecogido por las lágrimas, que lentamente
se redujeron a lamentos y luego se retiraron por completo. Altman pensó por un momento que
tendría que matarlo, pero finalmente permitió que lo persuadiera.
281
Altman miro su reloj. “No tenemos mucho tiempo,” dijo. “No sé qué criaturas siguen con vida en
los pisos superiores o cuanto me tomara matarlos. Tendremos que ir a través de la bahía de
submarinos.”
“No sabía que aún había un submarino ahí,” dijo Harmon.
“No lo hay,” dijo Altman.
“Entonces como—”
“Iremos nadando,” dijo Altman. “Inundare la bahía y abriré las puertas. Tan pronto como estén
abiertas, nadaremos tan rápido como sea posible hacia afuera y luego a la superficie. Hay una
cuerda. Si la ves, síguela hacia arriba. Te guiara a la plataforma de botes. Tengo un bote a motor
amarrado ahí. Estaré justo detrás tuyo.”
Con los ojos abiertos de par en par, Harmon asintió.
Ambos salieron. Altman tomo la delantera, manteniéndose alerta. Nada. Debía haber más
criaturas en la instalación, pero él no las veía. Seguía esperando que salieran violentamente de
algún tubo de ventilación u oír una puerta abrirse detrás suyo para encontrar una de ellas
mirándolo, pero no, nada. Era casi tan malo como si hubiese algo. Lo mantenía tenso, expectante,
una enorme carga de tensión que no podía liberarse.
Para el momento en que llegaron a la puerta de la bahía de submarinos quedaban solo dos
minutos. El agua llegaba hasta sus rodillas en el corredor y cuando intento abrir las puertas, no
respondían. Anulo los controles y pudo abrir las puertas lo suficiente para pasar, el agua del pasillo
paso junto a ellos intento cerrar la puerta pero no pudo hacerlo. Pidió a Harmon que lo ayudara,
pero el hombre solo se quedó ahí, inmóvil, mirando hacia la pasarela. Finalmente Atamán tuvo
que gritarle, amenazarlo. Juntos, con Altman trabajando en los controles manuales y Harmon
empujando la puerta, la cerraron a la fuerza.
“Nada hacia arriba mientras el nivel del agua siga subiendo,” dijo Altman. “Mantén tu cabeza
arriba hasta que llegues al techo, entonces, una vez que comience a cubrirte, te sumerges y nadas
hacia el fondo. Entendiste?”
Harmon no respondió.
Altman lo golpeo. “Lo entendiste?” grito.
Harmon asintió.
282
Comenzaron a inundar la recamara. Al principio Harmon solo se quedó ahí, mirando el agua
helada entrar, subiendo por sus piernas y por un momento Altman solo espero que se quedara
ahí, mirando, sin moverse, y se ahogara. Pero cuando el agua llego a su pecho, respiro
profundamente y comenzó a nadar.
“Recuerda,” dijo Altman, flotando por su cuenta. “Hasta el techo y entonces hacia abajo, directo al
fondo, luego todo el camino hacia la superficie. Pero no demasiado rápido.”
Intento respirar lentamente, con cuidado. El agua a su alrededor estaba agitada y espumosa, y
tomaba un serio esfuerzo mantenerse flotando por encima de ella. Miro a Harmon, pero parecía
estar bien ahora. Dos veces había desaparecido de la superficie pero reapareció casi de inmediato.
Entonces Altman miro hacia el techo. Se estiro y se agarró de las rejas, sosteniéndose, respirando
lentamente hasta que el agua cubrió su rostro.
Se sumergió, nadando hacia los controles y abrió la puerta del suelo de la bahía. Harmon ya estaba
ahí abajo, lo vio golpeando la puerta de metal, intentando salir. Tan pronto como la puerta se
abrió lo suficiente, él la atravesó y desapareció. Altman lo siguió rápidamente.
· · ·
283
El agua estaba mucho más obscura que antes. Nado ciegamente, intentando subir directamente,
entonces giro y comenzó a subir demasiado rápido, golpeando la parte interior de la bahía y luego
subiendo a la superficie.
No era tan difícil como descender, pero era difícil. La tentación era subir rápidamente, que lo
hubiese dejado acalambrado y temblando y probablemente lo matara. Entonces, ascendió
lentamente, siempre consiente de que el aire se agotaba, su corazón latía cada vez más lento. Para
el momento en que finalmente llego a la superficie, sus pulmones se sentían como si estuviesen
en llamas. Había una tenue luz de luna, apenas lo suficiente para ver. Miro alrededor y vio una
sombra de la plataforma de botes, pero no había señal de Harmon. Giro su cabeza buscándolo,
pero no lo encontró.
“Harmon!” grito tan fuerte como pudo.
Pataleo, intentando elevarse tanto sobre el agua como pudo. Incluso entonces, no lo hubiese
encontrado de no ser por la forma en que una ola golpeo la plataforma y mostro su cabeza
flotando del otro lado.
Nado hacia la plataforma, subió por la escalera y tambaleo hasta llegar al otro extremo. La
instalación flotaba con dificultad ahora, hundiéndose lentamente. Hubo un fuerte rugido por el
agua que ingresaba, o tal vez el rugido era de algo más, toda la estructura rechinaba también,
mientras el agua ingresaba y cambiaba su peso, aumentando la presión en las uniones.
“Harmon!” llamo otra vez.
Pero el hombre no lo escucho, tal vez no podía por todo el ruido. Altman se sumergió, nado hacia
él y lo toco.
“Harmon,” dijo, “vamos!”
Estaba confundido y parecía estar mareado, en un estado de shock. Altman lo golpeo, y lo arrastro
hacia la plataforma. Logro que nadara nuevamente, aunque algo letárgico, prácticamente tuvo
que arrastrarlo hacia la plataforma.
La plataforma ya estaba hundiéndose, semisumergida en el agua, siendo arrastrada por el domo.
Subió a Harmon al bote y luego subió él. Entonces los vidrios del domo detrás suyo se rompieron y
la plataforma estaba bajo el agua, la soga del bote estaba tirante, hundiéndolo de un extremo. Sus
dedos temblaban, intento desatar el nudo, pero la presión lo había ajustado mucho para hacerlo.
Sus ojos buscaban desesperadamente un cuchillo pero no encontró ninguno. Había un ancla, así
que la agarro y comenzó a golpear el nudo tan fuerte como pudo, intentando liberarlo.
El bote se hundió más, lentamente llenándose de agua. “Ve hacia el otro extremo del bote!” grito
a Harmon, pero no pudo girar a ver si lo hizo. Seguía golpeando el nudo con fuerza.
284
Repentinamente el bote brinco y los tiro por la borda. Fue solo luego de subirse nuevamente con
el ancla que se dio cuenta de que el nudo ya no estaba, lo había logrado.
El bote comenzó a girar. Había un fuerte efecto de succión alrededor de la instalación al irse
hundiendo. Salto hacia el asiento del conductor y encendió el motor, acelerándolo a fondo. El bote
salto hacia adelante, pero en la dirección contraria, directo hacia el domo: lo corrigió, pero aún
había algo mal. Estaban atrapados en un vórtice, una especie de remolino que la instalación
estaba creando al hundirse.
En lugar de forzar el motor luchando contra él, giro y siguió la corriente, intentando liberarse
cuidadosamente. El último domo se hundió del todo y se había ido.
Sintió la fuerza de la corriente en el motor pero mantuvo la velocidad estable, intentando no mirar
a los lados, intentando no entrar en pánico. Por un instante sintió el bote resistiéndose, pero luego
comenzó a girar y amenazaba con darse vuelta y hundirse, pero repentinamente se liberó.
Aumento la velocidad, mirando sobre su hombro. El interior del complejo, lo poco que podía ver
entre las olas, estaba parpadeando y chispeando, el sistema eléctrico y el generador aún seguían
en proceso de desconectarse. Pudo verlo solo un segundo y luego había desaparecido. Giro el bote
dibujando una larga curva y se dirigió de regreso a Chicxulub.
Estaba pensando que debía chequear a Harmon cuando se dio cuenta de que estaba parado
detrás suyo. Giro y fue golpeado en la cabeza por el ancla, cayendo a un lado del asiento.
“Estabas mintiendo Altman,” dijo Harmon. “El Marker no quería ser hundido. Tu no lo amas, lo
odias.”
No, intento decir no. Pero no salió nada.
Vio a Harmon inclinarse sobre él. Agarro sus manos con fuerza y las junto, comenzó a atarlas.
“Creí que eras mi amigo,” dijo Harmon. “Pensé que eras un creyente. Pero si realmente lo fueras,
porque no tienes uno de estos?” toco el pendiente del Marker que colgaba de su cuello. “No debí
confiar en ti.”
Te salve, intento decir Altman. Podría haber dejado que murieras, pero salve tu vida.
“Ahora voy a buscar ayuda de verdad,” dijo Harmon, y tomo los controles.
Altman se quedó ahí, su mirada perdida. Un cálido fluido corría sobre su mejilla y su boca. Fue solo
cuando intento tragarlo que se dio cuenta de que era sangre. Le tomo otro minuto darse cuenta
de que era su sangre.
285
Okay, pensó. He estado en situaciones peores. Intento mover sus manos, pero no podía sentirlas.
Era como si su cuerpo hubiese sido desconectado de su cabeza. Descansaría solo un momento, se
dijo a sí mismo. Solo descansare aquí y entonces, en un momento, me liberare de estas ataduras.
Su visión comenzó a disminuir, y lentamente desapareció. Escuchaba el sonido del motor,
entonces lentamente dejo de oírlo también. Se quedó ahí, sintiendo el movimiento del bote a
través de las olas. Luego de un tiempo, parecía solo sentirse a la distancia. Un momento más y eso
también se había ido. Se quedó en el bote, sin ver, oír ni sentir nada. Todo el mundo se disolvía a
su alrededor. Intento enfocarse en el sabor a sangre de su boca tanto como pudo. Pero pronto,
eso también desapareció.
286
Epilogo
Entonces todo comenzó a regresar. Primero vio una pizca de luz en la obscuridad a una gran
distancia. La observo, intentando determinar si se estaba acercando o alejándose en la distancia.
Pero no era capaz de decirlo. La miro un largo tiempo, o lo que se sintió como un largo tiempo,
hasta que desapareció otra vez.
Obscuridad. Simple y llana. Pero de cierto modo, también un cuerpo. Su cuerpo, sus límites.
Estoy muerto pensó. Esto es el infierno.
Hubo un largo momento en que nada sucedió. Las luces regresaron. No las vio reaparecer
exactamente, simplemente sabía que estaban ahí, y sabía que habían estado ahí un tiempo. Las
observo. Esta vez lentamente crecieron. Se movían lentamente hacia ellas. De repente se
volvieron increíblemente brillantes.
Las cosas comenzaron a tomar forma a su alrededor. Una fina figura de dónde provenía la luz. Algo
rosado tomaba forma frente a ellas, lentamente noto que era una mano humana.
“Una pequeña respuesta,” dijo una voz, estable, inalterada. “Aumenten la dosis.”
Sintió algo, un pinchazo en alguna parte de su cuerpo. Repentinamente pudo mover los músculos
de su cara.
Dónde estoy? Intento preguntar, pero lo que produjo fue un tenue, inarticulado sonido.
“Ahora sí,” dijo otra voz. La luz se retiró y pudo ver un rostro, semi escondido detrás de una
máscara quirúrgica. Detrás había otros rostros, tal vez una media docena en total.
“Dónde estoy?” pregunto, y esta vez las palabras salieron de su boca.
“Estas con vida,” dijo la voz cubierta por la máscara. “Eso es todo lo que necesitas saber.”
Intento mover su brazo, estaba atado. El otro brazo también estaba atado, sus piernas igual.
Intento liberarse, arqueo su espalda.
“Ya, ya,” dijo la voz. “No serás capaz de romperlas. Solo relájate.” La máscara quirúrgica giro para
hablar con alguien detrás suyo. “Ve a buscar a Markoff,” dijo. “Dile que Altman está despierto.”
Debió haberse desmayado otra vez. Cuando abrió sus ojos, había tres personas junto a la cama,
mirándolo: Krax, Markoff y Stevens.
“Felicitaciones Altman,” dijo Krax. “Pareces seguir con vida.”
287
Cuando abrió su boca y hablo, su voz estaba tomada, su garganta seca. “Mataste a Ada,” dijo.
“No,” dijo Krax. “Ada se suicide. Comenzó a alucinar y luego corto su propia garganta. No fue lo
suficientemente fuerte. No era digna.”
“Digna?” preguntó Altman.
“Necesitamos tener una pequeña conversación,” dijo Markoff.
Altman afino sus ojos. Lo miro cansadamente.
“Hemos hablado con tu amigo Harmon,” dijo Krax. “Nos dijo todo lo que sucedió.”
“Hundiste el Marker,” dijo Stevens. “Por qué harías eso?”
“Era peligroso,” dijo Altman, su voz apenas más fuerte que un susurro.
“No es peligroso,” dijo Krax. “Es divino.”
“Estas loco,” dijo Altman.
“No, tiene razón,” dijo Stevens. “Me temo que esa es la conclusión a la que los tres hemos
llegado.”
Altman giro su cabeza levemente en dirección a Markoff. Dolió moverla. “No crees eso verdad?
Como puedes creer que es divino luego de ver lo que es capaz de hacer.?”
Markoff ofreció una dura y gran sonrisa. “Creo vida,” dijo. “Lo vi por mí mismo, vi como tomaba
carne muerta y la regresaba a la vida.”
Tal vez no es un creyente en realidad, pensó Altman. O tal vez pretendía serlo para lograr que
otros hicieran lo que él quisiera. Igual que él hizo con Harmon.
“Pero qué clase de vida?” preguntó Altman. “Era monstruoso.”
“Debió tratarse de un error,” dijo Stevens. “El Marker debe haberse dañado de alguna manera.
Pero como principio es sólido. Todo lo que debemos hacer es arreglarlo.”
“O si no lo arreglamos, crear uno nuevo,” dijo Markoff.
“Después de todo,” dijo Stevens, “todo indica que cuando trabajaba originalmente, hace milenios,
estableció la vida en la tierra. Una vez que tengamos uno que funcione apropiadamente, nos
permitirá evolucionar más allá de nuestra forma mortal. Nos guiara hacia la vida eterna.”
288
“No, no es eso. No es así para nada. Estas equivocado,” susurro Altman. “No estaba dañado;
estaba haciendo lo que estaba destinado a hacer. Está destinado a destruirnos.”
“Entonces por qué se detuvo?” pregunto Stevens. “Y por qué se detuvo cuando transmitiste su
propio código de regreso hacia él, mostrándole que habías descubierto como replicarlo?”
“Como saben eso?”
“No crees que dejamos la instalación sin poder grabar todo lo que sucedía en ella no?” dijo Krax.
“Observamos todo el proceso. Tenemos grabaciones de todo.”
Pero Altman solo sacudió su cabeza. “Estas equivocado,” dijo. “Nos destruirá.”
“El Marker quiere ayudarnos,” dijo Stevens. “Harmon nos dijo lo que descubriste: el Marker quiere
ser replicado. Estaba roto y debe haberlo sabido. Quiere que lo recreemos para así poder
ayudarnos. Pero mejoraremos la tecnología Altman. Haremos uno que funcione y luego lo
haremos incluso mejor.” Se incline hacia adelante. Altman podía sentir el aliento del hombre en su
rostro, podía ver rastros de fanatismo detrás de su calmada mirada. “Es seguro que hay otros
Markers, en alguna parte, en otros mundos,” dijo Stevens. “Ellos nos guiaran hacia adelante.
Mientras tanto, haremos nuestro mejor esfuerzo para entender este y duplicarlo.”
“Tú has hecho mucho para ayudar con eso,” dijo Markoff.
“Pero este está hundido,” dijo Altman desesperado.
“Estaba hundido antes,” dijo Markoff, “y lo elevamos. Sabes eso mejor que nadie. Todo lo que
hiciste fue retrasarlo un poco, unas semanas, unos meses.”
“No tienes la investigación,” dijo Altman. “Todo debe haber sido destruido por el agua y la presión.
Tendrás que comenzar de nuevo.”
Krax sacudió su cabeza. “Altman,” dijo. “Eres tan inocente.”
“Recuerdas a Harmon?” dijo Markoff. “Que crees que hacia Harmon mientras estaba en la
recamara del Marker? Grababa todo, se aseguraba de que nada se perdiera. Y entonces trajo todo
de regreso en su bolsillo. Si hubieses pensado en revisarlo o simplemente lo hubieses dejado para
que muriera, podrías habernos retrasado. Pero no lo hiciste. Eres demasiado confiado Altman.
Tenemos todo.”
“También tenemos la investigación de Guthe,” dijo Stevens. “Podemos aprender de ella que tenia
de malo el Marker y aprender a repararlo. Pudimos realizar nuestros primeros experimentos,
sintetizando y reproduciendo el ADN de la criatura mientras seguías inconsciente.
289
Laboratorios herméticamente sellados, una variedad de seguros contra fallas. Estamos siendo
mucho más cuidadosos de lo que Guthe fue, aunque es muy probable que las alucinaciones hayan
sido las culpables de su comportamiento.”
“Y para ser francos,” dijo Krax, “observarte luchando contra ellos para avanzar nos enseñó mucho
sobre cómo controlarlos. No estaríamos tan avanzados si no fuese por ti.”
“Están cometiendo un terrible error,” susurro Altman. Estaba muy cansado. No podía hacer nada.
Pero tal vez, pronto. Todo lo que tenía que hacer era recobrar sus fuerzas. Una vez que lo hiciera,
haría todo lo que pudiera para detenerlos. “Si siguen adelante con esto, significara el fin de la
humanidad. Tal vez no ahora mismo, pero pronto.”
“Es lo que esperamos,” dijo Stevens. “Si seguimos con esto, alcanzaremos el próximo paso
evolutivo. No seremos más humanos, seremos mejore que humanos.”
“Adiós Altman,” dijo Markoff. “Haz sido un gran adversario. Pero esta vez perdiste.”
Una vez que los tres se habían ido, un doctor que los acompañaba se acercó y susurro algo al oído
del cirujano. Este asintió con su cabeza y lleno completamente una hipodérmica. La introdujo en el
brazo de Altman. El mundo se volvió gris y lentamente desapareció.
290
2
Cuando despertó, seguía atado a una cama. Estaba solo en un cuarto pequeño, algo muy similar a
una celda. Lucho para liberarse de las ataduras, pero eran muy firmes.
Durmió, se despertó, durmió otra vez. Ocasionalmente una enfermera entraba y cambiaba la bolsa
de fluidos que colgaba a su lado. Su cabeza dolía. Una vez que la enfermera entro al cuarto, saco
un pequeño espejo de su bolsillo y lo sostuvo para que pudiera verse.
Su cabeza estaba envuelta en vendas. Apenas podía reconocer su propio rostro.
“Ahí lo ves,” dijo la enfermera y señalo la parte superior de su cabeza. “Ahí es donde tuviste tu
accidente.
“Accidente?” dijo.
“Si,” dijo ella. “Donde tropezaste y te caíste.”
“No fue un accidente,” dijo él.
Ella sonrió. “Luego de un trauma en la cabeza las cosas suelen confundirse,” dijo ella.
“No,” dijo él. “Sé exactamente lo que sucedió.”
Su sonrisa parecía dibujada en su rostro, falsa. “No se supone que hable contigo,” dijo. “Esas son
las reglas.” Lentamente se alejó por la puerta.
Unos minutos después, la puerta se abrió y un hombre con una hipodérmica entro.
Cuando despertó otra vez, estaba en un lugar distinto, un lugar que no solo parecía una celda, sino
que lo era. Las vendas ya no estaban sobre su cabeza, aunque una gran herida en proceso de
curación seguía ahí. Lo habían desatado, dejándolo tirado en el piso. Se levantó con dificultad, sus
músculos estaban débiles por la falta de uso..
El cuarto era blanco, sin marca o diseño alguno. Había una puerta, pequeña, en el medio de una
pared. Alto sobre él y fuera de alcance había una cámara de video. Un pequeño retrete en la
esquina y un dispensador de comida justo al lado.
Fue hacia la puerta y el golpeo. “Hola!” grito. “Hola!” y presiono su oído contra la puerta. No
escucho nada.
Espero, intento otra vez. Nada pasaba. Luego otra vez. Aún nada.
Horas pasaron, luego días. El único sonido que no provenía de él mismo era el de la comida
cuando caía por el conducto.
291
No había manera de que pudiera controlar cuando venía, ningún botón que presionar. De repente
había un sonido y la comida estaba ahí. Guardaba los contenedores y lentamente llenaron un lado
del cuarto.
Sentía que era el último hombre sobre la tierra. Sentía que se estaba volviendo loco.
Se retrajo cada vez más en sí mismo, prestando menos atención al mundo exterior.
Entonces los muertos comenzaron a regresar, uno por uno, para mantenerlo acompañado. Todas
las personas por cuyas muertes se sentía responsable, sentados a su alrededor, juzgándolo.
Estaban Ada, Field, Hendricks y Hammond y muchos otros que no reconocía. Estaban solos, él, su
culpa, y los muertos.
Entonces se despertó para encontrarse fuera de ese cuarto, en cambio estaba sentado en una silla
en una larga mesa. Sus manos estaban esposadas a los lados de la silla. Frente a él, en el otro
extremo de la mesa, estaban Markoff y Stevens.
“Hola Altman,” dijo Markoff.
Al principio no respondió. Era extraño estar en un cuarto con gente viva, casi intolerable. No podía
creer que estaba sucediendo realmente
“Altman,” dijo Stevens. Chasqueo sus dedos. “Aquí Altman. Concéntrate.”
“No estás aquí,” dijo Altman. “Estoy alucinándote.”
“No,” dijo Stevens. “Estamos aquí. Incluso si no fuese así, te lastimaría hablar con nosotros?”
Tiene razón, pensó Altman. Que lastimaría? Y entonces record a Hennessy, muerto por escuchar a
una alucinación; Hendricks, muerto por escuchar a una alucinación; Ada, muerta por escuchar a
una alucinación. Y así seguía. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
“Que pasa con él?” preguntó Markoff.
“Lo rompimos,” dijo Stevens. “Te dije que era demasiado tiempo. Somos reales Altman. Que
tenemos que hacer para demostrarlo?”
“No pueden probarlo,” dijo Altman.
“Haz algo Stevens,” dijo Markoff. “No es divertido así.”
Stevens se adelantó hacia él, lo golpeo con fuerza, y luego otra vez. Altman levanto su mano y toco
su mejilla.
292
“Sentiste eso?” pregunto Stevens, con un tono burlón en su voz.
Lo había sentido o lo había imaginado? No lo sabía. Pero tenía que tomar una decisión: o hablar o
ignorarlos
Dudo por tanto tiempo que Stevens, o la alucinación de Stevens, lo golpeo otra vez. “Y bien?” dijo.
“Si,” dijo Altman. “Tal vez eres real.”
Y al decirlo, fue como si se volvieran más reales. Pero si hubiese insistido con que eran
alucinaciones, hubiese ocurrido lo contrario? Hubiesen desaparecido simplemente?
“Así está mejor,” dijo Markoff, sus ojos comenzaron a brillar.
“Donde esta Krax?” pregunto.
Markoff desvió la pregunta. “Krax cometió el error de volverse desechable. Estamos aquí para
hablar de ti Altman.”
“Que tengo yo?”
“Hemos decidido que hacer contigo,” dijo Stevens. “Causaste muchos problemas.”
“Esa jugada que hiciste en Washington,” dijo Markoff. “Eso fue de muy mal gusto. Quise matarte
por eso.”
“Por qué no lo hiciste?”
Markoff miro brevemente a Stevens. “Cabezas más frías prevalecieron,” dijo. “Pero resultó ser que
estaban equivocadas.”
“Soy el primero en admitirlo,” dijo Stevens.
“No fuiste mejor cuando regresaste,” dijo Markoff. “Interferiste con los experimentos, causaste
una enorme cantidad de daños a la propiedad, hiciste todo lo posible para entorpecer el camino.
Una vez que el contratiempo del complejo flotante ocurrió pensé, bueno, ellos lo destrozaran y lo
convertirán en uno de ellos, y yo estaré en casa, con mis palomitas y mis dulces mirándolo en la
pantalla. Pero eso tampoco funciono. En cambio, hundiste una instalación de investigación de un
billón de dólares.”
“Casi te matamos cuando te sacamos del bote junto a Harmon, pero Markoff quería que tu muerte
fuese perfecta,” dijo Stevens.
“Si,” dijo Markoff. “La perfección.”
293
“Ambos están locos,” dijo Altman.
“Ya has usado eso antes,” dijo Markoff. “Tienes que pensar en un insulto mejor.”
“Te gustaría oír nuestros planes?”
“No,” dijo Altman. “Regrésenme a mi celda.”
Stevens lo ignore. “Una vez que hayamos descifrado el secreto del Marker, una vez que lo
hayamos replicado, lo compartiremos con el público. Hasta entonces, les daremos pequeñas
pruebas, algo que los prepare para lo que viene.”
“Ahí es donde tu entras,” dijo Markoff.
Stevens asintió. “Visto en esa luz, haz jugado justo a nuestro favor. No es suficiente que nosotros
creamos. Dado que se trata de la salvación de la especie humana, necesitamos esparcir la
creencia. Y que mejor forma de hacerlo que iniciar una religión formal? De esa manera, cuando el
momento justo llegue, estarán listos.”
“No todo el mundo tiene que saber la extensión total de lo que está sucediendo,” dijo Markoff.
“De hecho, es mejor que solo algunos de nosotros sepa los detalles, solo un selecto grupo íntimo.
Siempre es mejor mantener algo de misterio, iniciar a la gente lentamente, de forma gradual.
Manteniendo el poder en las manos correctas.”
Altman vio que sus manos temblaban. “Pero yo lo publique,” dijo. “hice todo público. La gente lo
sabrá.”
“Si, lo hiciste,” dijo Stevens. “Gracias por hacer eso. Lo que dijiste fue que el gobierno estaba
escondiendo algo y que la gente debía saber sobre ello. Piénsalo. Revisamos todas las grabaciones,
todas las entrevistas que hiciste. Estabas en un gran conflicto sobre si el Marker era algo que debía
ser temido o algo que debía ser estudiado, así que fuiste vago en tus respuestas. Podemos girar
tus comentarios en la dirección que nosotros queramos. Para cuando terminemos contigo, tu
pequeño número no nos dañara en absoluto y no solo eso: serás considerado un santo. Tú lo diste
a conocer primero Altman—tu eres el que comenzó todo. Todo el mundo creerá que tú eres quien
fundo la religión.”
“Nunca les seguiré la corriente,” dijo Altman, el miedo crecía en su interior.
Markoff se rio con fuerza. “Nunca dijimos que necesitáramos tu ayuda,” dijo.
“Como cualquier profeta, eres de mayor utilidad para nosotros muerto que vivo,” dijo Stevens.
“Una vez que estés muerto, podremos decir la verdad—nuestra verdad—construirla a tu
alrededor y no hay nada que puedas hacer al respecto.
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Serás más grande de lo que fuiste en vida. Escribiremos historias sobre ti, libros sagrados.
Borraremos lo que no nos gusta sobre ti y acomodaremos lo que queramos. Tu nombre será
asociado por siempre con la Iglesia Unitologa. Serás conocido como nuestro fundador.”
“Lo que nos permitirá al resto permanecer en las sombras y trabajar en esto,” dijo Markoff. “Debo
admitir que encuentro muy satisfactorio pensar que será tu nombre el que guie el movimiento
que tan desesperadamente intentaste destruir. Casi hace que todos los problemas que causaste
valgan la pena.”
“Nunca se saldrán con la suya,” dijo Altman.
Markoff sonrió, mostrando las puntas de sus dientes.
“Honestamente no puedes pensar eso,” dijo Stevens. “Claro que lo haremos.”
“Te has vuelto oficialmente desechable,” dijo Markoff. “hemos decidido donar tu cuerpo a la
ciencia. Tenemos una muerte particularmente viciosa planeada para ti.”
“Encontraras esto interesante,” dijo Stevens. “Usando una variante del material genético que
Guthe produjo, hemos desarrollado un espécimen que estamos interesados en que conozcas. Fue
hecho mediante la combinación del tejido de tres seres humanos con el ADN. El resultado, estoy
seguro de que estarás de acuerdo, es realmente sorprendente.”
Altman intento saltar sobre el escritorio, pero solo logro tumbar su silla. Se quedó ahí, con su cara
presionada contra el suelo.
Luego de un momento, Markoff y Stevens se levantaron de sus sillas y lo acomodaron.
“Krax, de hecho, mintió cuando dijo que no mato a tu novia,” dijo Markoff. “Como se llamaba?
Supongo que no importa. Él si la mato. Un carácter generalmente inconsistente. Razón por la cual
se volvió desechable.”
Altman no respondió.
“Así que, ahí está tu motivación,” dijo Stevens. “Venganza. Mata al Krax y la muerte de Ada será
vengada. Debería ser un buen show.” Sonrió. “Parece justo no lo crees? Una forma apropiada para
que encuentres tu final? Quien podría pedir más?”
“Pensaras que te enviaremos ahí indefenso,” dijo Markoff. “Si crees eso estas equivocado.
Tenemos un arma para ti.” Busco en su bolsillo y saco una cuchara, forzándola en el puño cerrado
de Altman. “Aquí tienes,” dijo. “Buena suerte.”
Y entonces, sin otra palabra, el par se levantó y abandonó el cuarto.
295
3
La recamara en la que lo tiraron era circular, de unos seis metros de diámetro. Lo empujaron a
través de una puerta presurizada y lo dejaron ahí, sosteniendo su absurda arma, por demasiado
tiempo. Había intentado hacerla un poco menos absurda, raspándola contra las paredes, afilando
sus bordes, dándole punta, haciendo una especie de cuchillo casero.
La cámara de observación estaba directamente arriba, del mismo tamaño y forma que la cámara
de abajo. El techo de vidrio de la cámara baja servía como suelo para la cámara superior. Podía ver
a Stevens y Markoff arriba, merodeando sobre él. Estaban bebiendo unas copas de champagne,
sonriendo.
Una cosa es ser asesinado, pensó Altman, pero morir sabiendo la infamia que sería llevada a cabo
con tu nombre es otra cosa totalmente diferente. Sería mejor ser como el anciano borracho del
pueblo que no tenía nombre.
La segunda puerta de la recamara se abrió para revelar un obscuro corredor. Se quedó dónde
estaba, cerca de la puerta por la que había sido empujado, esperando que algo saliera. No pasó
nada.
El mundo es un infierno, pensó Altman. Puedes hacer todo bien y engañar a la muerte, y luego ser
arruinado por un paso en falso. Esas, aparentemente eran las condiciones de la vida. De su vida
por lo menos.
El olor repentinamente lo golpeo. Era un olor rancio, pútrido en extremo. Tuvo una arcada.
Y entonces escucho un sonido muy pesado, y la criatura atravesó la puerta.
Rompió los lados del marco al pasar. Podía ver aquí y allá, recuerdos de que alguna vez había sido
humano, un pie había sido partido y doblado y ahora se proyectaba desde la unión del gigantesco
brazo de la criatura. Tentáculos similares a dedos salían de su cabeza. Y entonces, en el medio de
su pulsante abdomen, había un largo callo que parecía ser la agonizante cara de Krax.
Ingreso completamente en el cuarto y aulló.
Oh Dios pensó. Que esto sea una alucinacion. Que sea un sueño. Déjenme despertar.
Cerró sus ojos y los abrió otra vez. La criatura seguía ahí. Rugió otra vez y cargo contra él.
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AGRADECIMIENTOS
Este libro no hubiese sido possible si Frank y Nick Murray no me hubiesen provisto con el lugar
perfecto para escribir en el momento justo. Mis agradecimientos son para ellos y para Le Trèfle
Rouge, y a los amigos de Visceral Games/EA por confiarme con lo mejor de su horror de ciencia
ficción lleno de desmembramiento en tercera persona. Y un aplauso especial para mi editor, Eric
Raab, por su excelente, incansable y mal agradecido trabajo.