Asociación de Amigos del
Castillo de Loarre
Jornadas del Románico en el Alto Aragón • Valor, victoria y voluntariado • El libro de Ricardo del Arco •Marcas de cantero en el Castillo de Loarre • Las escaleras del castillo y el obispo • Los fantasmas del Castillo deLoarre • La leyenda del Conde Don Julián • El boj, símbolo vivo de los pueblos pirenaicos • La torre y el homenaje
NÚMERO 24 | PRIMAVERA 2012
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Primavera 2012 | Número 24 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | 3
El castillo de Loarre, candidato a ser «Patrimonio de la Humanidad»
Nos dicen que quienes pertenecemos a la Asociación de Amigos del Castillo de Loarre somos los «modernosdefensores» de esta bella fortaleza románica que se yergue airosa sobre un peñasco rocoso, en Loarre pro-vincia de Huesca. Monumento irresistible que en su estratégico emplazamiento, entre el llano y la montañapirenaica se eleva vigilante sobre el paisaje de La Hoya cargado de historia, de arte, de alma y de leyenda… yal que ahora nosotros queremos darle un plus de protección y de reconocimiento.
Nuestro empeño, y en él llevamos unos años, es que el Castillo de Loarre sea inscrito por parte de la UNESCOen la Lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad, a modo de bien excepcional de tipo cultural… y que así,de esta manera, se certifique internacionalmente que esta antigua atalaya civil y militar de la Edad Media es,además, un irrepetible y majestuoso bien que hay que conservar y proteger de todo posible deterioro.
Integrado en el paisaje, el castillo y sus estancias nos traen el recuerdo de importantes reyes de Aragón y Na-varra que vivieron en los siglos XI y XII. Su origen y sentido de ser hay que ir a buscarlo a épocas de la Recon-quista cristiana, cuando por aquel entonces ya se dominaban al norte, política y militarmente, los condadospirenaicos de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. El lugar de Loarre estaba emplazado en la línea de castillos fron-terizos limítrofes con los reinos musulmanes del sur.
Hoy en día, desde lejos se le ve emplazado y confundido en un nido de rocas, pero hay que acercarse para apre-ciar la hermosura sencilla de sus detalles y rincones. Más de 85.000 personas traspasan cada año la puerta prin-cipal que se abre en el flanco oriental de su larga muralla exterior –con nueve torreones circulares, y unorectangular que fue antaño torre puerta-, la que delimita un recinto de cerca de 10.000 metros cuadrados.
Una vez dentro del espacio románico se halla la torre Albarrada o del Vigía, la cripta Santa Quiteria, la iglesiade San Pedro –lugar considerado como «la obra maestra» del castillo–, la torre del Homenaje –de cuatro pisos–y la Torre de la Reina, la más antigua de todas.
El castillo fue declarado Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional en el año 1906. Y ahora, casi milaños después de que en 1020 el rey Sancho el Mayor de Navarra lo fundara, nuestro tesón por proteger estafortaleza quiere ir más allá: ya hemos dado los primeros pasos para que este excepcional conjunto sea de-clarado patrimonio de todos. En Madrid el Ministerio de Cultura ya nos dio su apoyo expreso a la idea, enestos momentos el Gobierno de Aragón apoya que el Castillo de Loarre, siga en la Lista Indicativa, en la queya estaba y es la única propuesta que por parte de la Comunidad Aútonoma de Aragón, tiene el Consejo dePatrimonio Historico, este largo camino de ser candidatura ante la UNESCO, de ser un lugar patrimoniable,es una aventura que nos llevará a conseguir un reconocimiento que no implica inversión económica, sub-vención o dinero extra… , excepto la elaboración de la candidatura, pero que supone figurar entre los mejoresdel mundo, en un estatus de concierto internacional, con un sello simbólico que dará mayor honor, protec-ción y categoría a esta fortaleza de Loarre en el Alto Aragón que tanto queremos y que para muchos de nos-otros es una auténtica maravilla de la humanidad.
Anabel Lasheras MeavillaPresidenta
Introducción
SumarioAsociación de Amigos del
Castillo de Loarre
EDITA
Fundación Castillo de Loarre
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AnaOrtizPublicidad.com
MAQUETACIÓN E IMPRESIÓN
Tipolínea
FOTOGRAFÍA
Antonio García Omedes
TELÉFONO
974 246 052
DEPÓSITO LEGAL
Z-3.848-2011
La responsabilidad sobre textos e ilustraciones corresponde a sus autores
Valor, victoriay voluntariado
PÁG. 5
El libro de Ricardodel Arco y la CofradíaPÁG. 6
Marcas de canteroen el Castillode LoarrePÁG. 7
Las escalerasdel castilloy el obispoPÁG. 11
El boj, símbolo vivode los pueblospirenaicosPÁG. 16
La torrey el homenaje
PÁG. 18
4 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | Número 24 | Primavera 2012
Las I JORNADAS DEL ROMÁNICO EN EL ALTOARAGÓN organi-
zadas por la Asociación de Amigos del Castillo de Loarre han
sido un éxito tanto por la asistencia como por los ponentes.
Tanto que nos anima a continuar con jornadas similares ya en
este año 2012.
Tuvieron lugar a lo largo de tres sesiones. La conferencia del 24
de noviembre, «La sociedad que construyó el románico: La his-
toria de los creadores de un reino» fue impartida por el profesor
Domingo Buesa Conde. El Jueves 1 de diciembre, con el título
«Novedades en torno al románico del Castillo de Sancho Rami-
rez», le tocó a nuestro Vicepresidente y romanista Antonio García
Omedes y ya a mediados de diciembre, el día 15, «Ajuar y mobi-
liario de una fortaleza medieval: El Castillo de Loarre», fue el título
de la conferencia de Susana Villacampa Sanvicente.
Si el profesor Buesa nos acercaba al mundo que vivieron los
hombres y mujeres que hicieron posible semejante construc-
ción, sus deseos, sus miedos y esperanzas que construyeron la
historia que es el marco del castillo que hoy contemplamos, el
doctor García Omedes nos descubrió muchas de las incógnitas
del edificio que hoy se nos revelan poco a poco gracias a su labor
investigadora que nos ayuda a leer las piedras como palabras de
un gran libro abierto. La historiadora Villacampa cerró el ciclo
sobre el castillo hablando de su interior. De lo poco que nos
queda y de lo que pudo haber entre los muros de este castillo-for-
taleza-cuartel-monasterio y quasi sede episcopal.
Las Jornadas tuvieron como marco apropiado el salón de actos
del Palacio de Villahermosa de Huesca con la colaboración de la
Obra Social de Ibercaja.
Jornadas del Románico en el Alto Aragón
Primavera 2012 | Número 24 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | 5
El alegato de nuestra presidenta, Anabel, en
este número de este lazo de periódica comu-
nión que es la revista resulta tan apasionado,
tan racional y tan irrefutable que práctica-
mente habría que considerar la posibilidad de
convertirlo en argumentario oficial de la ofen-
siva para que la Unesco proclame, solemne-
mente, la condición de Bien Patrimonio de la
Humanidad del Castillo de Loarre. Cada frase se
alza en expresión del Valor intrínseco de su his-
toria, de su cultura y de su influencia social, que
incluso a un navarro integrado en el paisaje y el
paisanaje gustaría se erigiera en símbolo de la
fuerza conjunta de dos territorios, de dos comu-
nidades como las que aúna la esencia de nues-
tro baluarte.
En esta tríada de «uves», cualquiera de los so-
cios estamos pensando en la Victoria, que lle-
gará en el instante mismo de la declaración del
organismo internacional. Aunque pueda pare-
cer una expresión de cierta envidia –pecadillo
admisible, exonéreme de condena San Deme-
trio–, la comparativa con muchas maravillas que
hoy forman tan prestigioso elenco ahuyenta
cualquier complejo. Sí, después de mucho sem-
brar, ha llegado el tiempo de la cosecha.
¿Pero qué ocurrirá después de la recolección
de los frutos en forma de BPH? Disculpad, Ami-
gos, pero es que la moda de los acrónimos nos
invade. Bien Patrimonio de la Humanidad.
Suena bien, pero detrás hay algo. Miren, esta-
mos en una época en la que, por imperativo
moral, la escasez de recursos hay que solven-
tarla con abundancia de Voluntariado. La ter-
cera V. Y se me ocurre que difícilmente un
monumento de la entidad de nuestro Castillo,
con sus tangibles perfectamente definidos por
la ciencia de la historia y esos intangibles de los
misterios y los espíritus que alojan sus bellas
piedras, pueda permanecer un solo día cerrado
por los cálculos de las remuneraciones –justas,
legítimas y legales– de los profesionales. Y tam-
bién se adivina que, para poner en valor real
nuestra fortaleza, todos habremos de convertir-
nos en agentes promocionales activos. Con co-
nocimiento, con argumentos, con corazón. La
tercera «V», queridos compañeros de la asocia-
ción, alberga la piedra filosofal del futuro de esta
gran seña de identidad de Aragón que ha de
serlo de España y del mundo. Voluntariado. El
artesanal instrumento para esta pos vanguar-
dista defensa del Castillo y para ratificar el sen-
tido de la Victoria.
Valor, victoria y voluntariado
Javier García AntónDirector del Diario del Alto Aragón
6 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | Número 24 | Primavera 2012
Libro de Ricardo del Arco
Seguimos con el prólogo del libro de Ricardo del Arco. Si enlas primeras páginas que ya publicamos se escribía sobre latradición de la Cofradía, en esta ocasión destacamos la declaración de Monumento nacional al Castillo.
P R Ó L O G O (continuación)
Instada, pues, por el Alcalde y el Cura párroco de dicho pueblo,
la precitada declaración, el Senador por esta provincia, D. Ma-
nuel Cano, influyó eficazmente en el asunto, encauzándolo per-
sonalmente en Madrid y respondiendo cumplidamente al
entusiasmo de la villa de Loarre y de la Comisión de Monumen-
tos, Las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San
Fernando evacuaron sus informes legales, de modo favorable,
en el expediente: la primera con fecha 17 de Noviembre de 1905
y la segunda en 6 de Febrero de 1906. Y así, las gestiones arriba
indicadas determinaron que con fecha 5 de Marzo de 1906, el
Ministro de Instrucción Pública, Santamaría de Paredes, publi-
cara en la Gaceta de Madrid una Real Orden declarando Monu-
mento nacional el Castillo de la villa de Loarre, á cuyo texto
seguían los informes académicos. En ella declaraba el Ministro
que el expediente había sido instruido á instancia del Alcalde
y del Párroco de Loarre.
Esta fecha señala un momento culminante en la historia del
Castillo, ya que la Real orden significaba la protección segura y
decidida al incomparable monumento por parte del Estado.
Dicha Real orden se leyó en la Comisión de Monumentos en se-
sión del día 17 del mismo mes de Marzo, acordándose que fuera
al Castillo una Comisión compuesta de los señores Presidente
de la Diputación, Arquitecto provincial, Formigales y Llabrés,
para tomar posesión del monumento en nombre de la Comi-
sión; procediendo en su consecuencia los Vocales facultativos
señores Cano y Formigales, á la redacción de un proyecto y pre-
supuesto de desescombro del Castillo, empezando desde luego
las gestiones para conseguir su reparación por el Estado.
En efecto: el día 10 de Abril se reunieron en el Castillo los seño-
res D. Julio Sopeña, D. Ignacio Cano y D. Gabriel Llabrés, Presi-
dente de la Diputación, Arquitecto provincial y Secretario de la
Comisión de Monumentos, respectivamente, y los señores D.
Joaquín Torres, D. Mariano Otal. D. Anselmo Malo y D. Angel
Gavín, Cura párroco. Alcalde, Síndico y Secretario de la villa de
Loarre, respectivamente, todos los cuales suscribieron el acta
de Toma de posesión del Castillo por la citada Comisión.
En sesión de 7 de Mayo se leyó un presupuesto de desescom-
bro importante 5,213 pesetas, formulado por el Arquitecto pro-
vincial; proyecto y presupuesto que se elevó a la Superioridad,
encareciendo, al propio tiempo, la necesidad de nombrar un
guarda del Castillo (…)
Continuará
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Marcas de canteroen el Castillo de Loarre
Antonio García Omedes
«…expresan el deseo del canterode que su obra sea recordada…»
8 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | Número 24 | Primavera 20128 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | Número 24 | Primavera 2012
Una de las características del Arte Románico
es la aparición de marcas de cantero en sus
sillares perfectamente trabajados y escuadra-
dos. La opinión más difundida acerca de las
mismas es que no eran sino el modo de conta-
bilizar la labor desarrollada por un determi-
nado cantero o grupo de canteros para poder
ajustar cuentas a la hora de su retribución.
Es posible que así sea; pero también puede ser
que el hecho se deba al deseo del cantero de
que su obra sea recordada a través de la firma
dejada en la misma en forma de marca en su
cara vista.
La fase lombarda del castillo (Torres militares,
iglesia de Santa María de Valverde o muralla
del recinto primitivo) no posee marcas de can-
tería. Sus elementos edificativos son sillarejos
labrados a golpe de maza de modo más tosco.
Será el Arte Románico impulsado y estandari-
zado por Cluny y propagado por los monjes
benedictinos el que establezca las caracterís-
ticas fundamentales de este estilo en el que
cuenta tanto lo estructural como lo ideológico.
Ambos conceptos lo separan de modo evi-
dente del arte lombardo y del arte cisterciense.
La restauración llevada a cabo en 1915 por el
arquitecto La Figuera, necesaria sin duda, hizo
desaparecer muchas de estas marcas debido
al intenso abujardado de los sillares al interior
del templo para eliminar las pinturas moder-
nas del mismo.
Marcas de canteroen el Castillo de Loarre
Primavera 2012 | Número 24 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | 9Otoño 2011 | Número 23 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | 9
10 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | Número 24 | Primavera 201210 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | Número 24 | Primavera 2012
José Antonio Martínez Prades estudió en su
tesis doctoral de modo exhaustivo el castillo
de Loarre y también sus marcas de cantería.
Recoge 1.300 marcas que se resumen en 93 va-
riantes sencilas, tres marcas dobles y una ins-
cripción: «Sancius». (El Castillo de Loarre.
Historia constructiva y valoración artística. J.A.
Martínez Prades. Instituto de Estudios Altoara-
goneses. 2005).
Marcas coincidentes con las de Loarre apare-
cen en el arruinado templo del castillo de
Ayerbe. Posiblemente sean señal de que algu-
nos de los canteros de Loarre participaron
también en su edificación. Merece la pena se-
ñalar que en territorios cercanos las marcas de
cantería pueden ser indicador para relacionar
estos desplazamientos de operarios; no
siendo útiles para relacionarlos si aparecen a
grandes distancias, aunque haya coinciden-
cias en las mismas. Son por lo general símbo-
los demasiado sencillos y extendidos por todo
el Arte Románico como para pensar en que
fueran exclusivos de un cantero o de un grupo
de ellos.
Algunos ejemplos de marcas de cantería apa-
recen en las imágenes de estas páginas así
como la mencionada epigrafía «Sancius» que
se halla en un sillar de los pabellones norte. La
próxima vez que visites el castillo, busca estos
signos que nos remiten al momento edifica-
tivo de la fase del gran rey Sancho Ramírez.
Marcas de canteroen el Castillo de Loarre
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Las escaleras del castilloy el obispoLas escaleras del castilloy el obispo
Como se decía en el anterior número, el casti-llo loarrés es el «paraíso de las escaleras». Es lógico. Hay diferentes estancias comunicadasentre sí a diferentes niveles. Eso lo hace toda-vía más atractivo al visitante que llega por pri-mera vez a él dado que no sabe la sorpresa quele deparará la próxima dependencia a visitar.
Al leer el artículo de las escaleras me vino a lamemoria una anécdota que me narraron yque paso a relatar.
En cierta ocasión, en el transcurso de una visita pastoral, un obispo de Huesca mani-festó su sorpresa al ver más desgastados lospeldaños centrales que los laterales de la esca-lera principal cuando accedía al interior delcastillo. Un hombre de los que rodeaban alprelado le hizo saber «¡Ye que por el mediosuben os animals!»
Y es que el buen hombre quiso decir quecuando antaño se entraba con animales decarga en la fortaleza, éstos únicamente podíansubir por las gradas de en medio y, claro, suscontínuas pisadas desgastaban la piedra.
Una situación de circunstancias muy pareci-das dicen que sucedió en la vecina ermita deMarcuello. Estaban de rogativas impetrandola bienhechora lluvia. Entre plegaria y plegariacantaban la jaculatoria «Virgen de Marcuello,que alta estás, mándanos una ruxiadeta pa osde Sarsa y Linás». Entre la concurrencia ase-guran que había uno de Ayerbe quien al oír elcántico exclamó en voz alta y tono enojado «Yos d’Ayerbe ¿qué? ¿comeremos mierda?» Noquiero imaginarme la cara de asombro quepondrían clero y fieles al oír tales palabras ensemejante recinto.
Chesús Á. Giménez Arbués
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Todos los castillos tienen sus leyendas. Y el de
Loarre, símbolo de historia recia en el Alto Ara-
gón, nos susurra las suyas. Pues todavía hoy,
mientras su muralla abraza la roca como una gi-
gantesca diadema, su imponente presencia
sigue destilando ecos del Medievo entre sus al-
menas; y por las que asoma, en las noches de
luna llena, el embrujo de sus fantasmas.
Muchas de estas fábulas parten de sucesos his-
tóricos a los que generaciones de transmisión
oral añadieron ornamentos líricos, en ocasio-
nes, hasta alejarlas de la realidad. Pero eso ya no
importa. Las almas del conde don Julián y de
doña Violante de Luna, cuentan, siguen va-
gando por el castillo y sus alrededores.
Pero… ¿quiénes eran estos personajes?
El conde D. Julián era gobernador de Ceuta y
guardián del Estrecho en tiempos del último
rey de los godos, D. Rodrigo. Tenía el conde una
hija, Florinda, cuya portentosa belleza era cono-
cida en toda la región. Su padre decidió llevarla
a la Corte del rey para ser educada en los moda-
les palatinos, tal como merecía una dama de su
alcurnia. Sin embargo, allí los encantos de Flo-
rinda también serían su perdición.
No tardó el monarca en enamorarse de la joven
a la que trató de cautivar con insistencia. Nadie
más que él podría aspirar los efluvios de su her-
mosura, pensaba, pero sus intentos de seduc-
ción se estrellaban contra la férrea virtud de
Florinda… hasta el día que el monarca tomó por
la fuerza lo que por su voluntad no pudo obtener.
Desde ese día Florinda fue perdiendo su pri-
mor a causa de su tristeza. Por largo tiempo di-
simuló el drama la joven deshonrada, pero
aconsejada por una doncella de palacio para
contarle lo sucedido a su padre, aprovechó la
partida de un mensajero hacia Ceuta para, a es-
condidas, entregarle una carta donde le desve-
laba en detalle su desgracia.
Llevaba el emisario el encargo del rey para traer
halcones para sus prácticas de cetrería, en la
confianza de que el conde escogería a los mejo-
res. Pero leída la misiva, éste, furioso al descu-
brir el ultraje a su hija, le exhortó al mensajero:
«Decidle al rey que le enviaré un halcón de tal
bravura como no hubo ninguno conocido
hasta ahora».
Preparó con sigilo su venganza el noble, pues
no era tarea menuda resarcir tanta herida. Se
Los fantasmasdel Castillo de Loarre
TEXTO Y FOTOGRAFÍA:
José Mª Fuixench Naval
Recreación de la leyendade los dos fantasmasdel Castillo de LoarreMi agradecimiento a Loarre Turismo Activo,
por las facilidades dadas para la realización de
la sesión fotográfica. Al Servicio Provincial de
Medio Ambiente de Huesca por la autoriza-
ción especial en la utilización de antorchas
para la escena. Así como a los Forestales de la
zona. Y a todo el equipo: a Sixto Joyanes por
el makin off y a Javier Sánchez por la ayuda
en la iluminación; a Irma Torrijos por el atrezzo
y el aparato de viento; y en especial a los ac-
tores de la escena: Patricia Hueso, como Dña.
Violante de Luna, y Jesús Ortiz, como el conde
D. Julián, que han dado vida a la leyenda.
Primavera 2012 | Número 24 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | 13
conjuró con los bereberes prometiéndoles que
si seguían su consejo serían dueños de España,
y abrió las puertas del norte de África para que
conquistaran la península bajo la fe de Ma-
homa. En nombre del emir Al-Walid, el ejército
musulmán cruzó el Estrecho y tomaron el
peñón al que llamaban Yabaltarif, hoy Gibraltar.
Alertado por la invasión, don Rodrigo salió al
encuentro de los islamitas en Guadalete. “Que
el acero de mi espada dé buena cuenta de vues-
tra traición”, exclamó nombrando al conde;
pero sus tropas, él, y el hijo que tuvo con Flo-
rinda fueron carne de cimitarra. La longeva paz
de la que habían gozado les hizo perder des-
treza con las armas, y los mahometanos rom-
pieron las filas cristianas en un imparable
avance hacia el Cantábrico.
Nunca imaginó el rey la naturaleza de aquel
bravo halcón de don Julián, que limpiaría de
esta cruel manera la mancha de su linaje, some-
tiendo a toda la península.
Pasados los tiempos convulsos el conde y su
hija fueron apresados en la fortaleza lobarresa,
por tamaña traición al reino. Florinda dedicó su
ser a la expiación, pues al dolor de su vergüenza
se sumaba el sentimiento de culpa por la pér-
dida de la España cristiana. Su drama la llevó a
arrojarse al vacío desde un torreón.
El conde también murió en el castillo, y su
tumba, dicen, se ubicó a la entrada de la Iglesia
de San Pedro, para que todo fiel que entrase al
templo pisara al traidor.
Desde entonces su alma llora en eterna peni-
tencia su amargura en las noches de plenilunio.
Atormentado por las armas de la ira y el des-
consuelo, el fantasma del conde don Julián
pasea sin rumbo recordando a Florinda, y al
desenlace de su venganza, que sometió al reino
bajo el yugo de la media luna.
Siete siglos después de aquella cruenta inva-
sión comenzó a fraguarse una nueva leyenda
sobre el castillo. Todo ocurrió con la muerte
Martín el Humano, un monarca sin descenden-
cia que desató las ansias de sucesión en más de
un frente. Con la firma del Compromiso de
Caspe se puso fin al disputado trono, siendo
nombrado Fernando de Antequera como el
nuevo soberano de la Corona de Aragón, quien
contó con el apoyo de Benedicto XIII –el Papa
Luna- y reinaría como Fernando I.
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en la defensa del bastión. Mujer de indomable
carácter, se decía, no dudaba en esgrimir las
armas con más arrojo que el guerrero más cur-
tido. Sin embargo, en el último embate de las tro-
pas reales y después de meses de asedio, doña
Violante fue vencida y hecha prisionera en las
mismas mazmorras del castillo.
Nunca se encontró su tumba, pero desde en-
tonces doña Violante de Luna pasó a la leyenda
como “la dama de Loarre”, que en la noche de
San Juan asoma su silueta por el balcón de la
reina esperando noticias de su amado. Y cual-
quier otra noche, vestida de blanco, con el ros-
tro inexpresivo, el cabello al viento, y a veces
espada en mano en recuerdo de su bravura al
defender la fortaleza, puede aparecer como un
alma errante.
Los fantasmas del castillo de Loarre. Durante si-
glos pocos se atrevían a merodear en las tinie-
blas esta peña parda, por temor a encontrarse
con sus sombras, con sus miradas taciturnas,
con sus lamentos… enrocados en la propia le-
yenda.
Sin embargo, no todos acataron con resignación
aquel nombramiento; otros pretendientes
como D. Jaime de Aragón, conde de Urgel, trata-
ron de recuperar sus derechos a la corona. Éste
se rebeló contra el nuevo rey, siendo auspiciado
por el infante D. Antón de Luna desde el castillo
de Loarre, del que era Señor, y donde, además,
se negociaba con el duque galo de Clarence el
reclutamiento de tropas de refuerzo contra el
monarca recién nombrado.
Por aquel entonces gobernaba un convento de
Trasobares la abadesa doña Violante de Luna,
sobrina del Papa y prima de Antón, con quien
llegaría a tener un hijo.
Enterado el pontífice aragonés de tan escanda-
losa conducta, lanzó orden de excomunión
contra su sobrina y ordenó quemar su con-
vento, siendo las religiosas repartidas por las
abadías de la comarca, mientras que ella se re-
fugió en esta fortaleza.
Como eran muchos los viajes que su primo y
amante debía realizar a Francia para traer nue-
vas hordas de soldados, ella quedaba al frente
Primavera 2012 | Número 24 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | 15
Llama la atención que un erudito historiador, el jesuita PadreJuan de Maríana, que vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII,afirme que en su visita al castillo de Loarre, le mostrasen el sepul-cro del «malvado» conde Don Julián, traidor a don Rodrigo quefacilitó la entrada de los musulmanes que conquistaron España,pero hay otro historiador, esta vez aragonés que confirma la ve-racidad de la afirmación de Juan de Mariana; el Padre Ramón deHuesca que vivió en el siglo XVIII y que dice: «El mencionado se-pulcro estaba en lo alto de la escalera frente a la puerta de SanPedro donde lo he visto algunas veces». El P. Mariana todavía daun detalle mas: «de piedra, fuera de la iglesia del castillo, do dicencomúnmente estuvo sepultado». Volviendo al testimonio de P.Ramón de Huesca y al año 1.796, nos enteramos de que: «años pa-sados lo abrieron algunos hombres que hicieron varias excava-
La leyendadel Conde Don Julián
ciones en el castillo, buscando tesoros y no anti-güedades; y según me han informado, hallarondentro los huesos de un cadáver, una espada y unpergamino, el que destrozaron sin llegar a lasmanos de quien pudiera leerlo. No se si estos mis-mos o algunos otros, poseídos del celo de Blascode Lanuza, quien dice debiera quitarse de allíaquella memoria, porque no la hubiera tan grandede uno de los hombres mas malos que ha tenidoel mundo, lo han quitado y deshecho, de formaque no parece en parte alguna».
Hasta aquí, los testimonios que dieron lugar a la le-yenda del conde D. Julián y Loarre. Como siempreen mi opinión, que puede ser errónea, pero quecoincide con la de la mayoría de los historiadoresjamás existió el citado conde. Si lo consideramosun personaje real, fue gobernador de Ceuta y par-tidario de Witiza, enemigo por tanto de Don Ro-drigo, rey visigodo de la península con el quelógicamente, siempre se llevo mal.
Se achaca esta enemistad del conde don Julián, aque habiendo enviado a su hija mas hermosa alpalacio del rey visigodo fue violada por Don Ro-drigo en el transcurso de una fiesta que celebra-ban, atención muy extraña siendo partidario delrey Witiza. Ansioso por la ocasión de vengarse delultraje real cruzó el estrecho de Gibraltar al frentede un ejército de bizantinos y musulmanes quefueron vencidos por Don Rodrigo. Una segundaexpedición en el año 717 con las tropas de Tarik yMuza, volvió a cruzar el estrecho derrotando alejército de Don Rodrigo en la batalla de Guadalete.De Don Rodrigo, nunca más se supo; ni se encon-tró su cuerpo ni dejó el más mínimo rastro de su¿huida?, ¿muerte?, otro misterio más.
He narrado este breve resumen de la historia de laEspaña visigoda, para situar al conde Don Juliánen los inicios del siglo VIII. Si consideramos que el
castillo de Loarre se construyó a principios del siglo XI, resultadudoso que enterrasen su cadáver después de trescientos añosde muerto, siendo además, enemigo de la Iglesia. Pero aun resultamas extraño que según Jerónimo de Blancas, «fue encerrado porlos moros en el castillo loarres, donde pasó el resto de sus díasfuertemente sujeto por cadenas». ¿Pudo vivir en estas condicio-nes trescientos años antes de edificarse el castillo?. Ciertamenteconocemos milagros manifiestos, como regalar algún objeto miltrescientos años antes de que se fabricase, pero para eso tienesque ser católico ferviente y el conde Don Julián, aliado con losmusulmanes, no creo que lo fuera mucho. Yo cuando tengo estasdudas, le cuento a mi nieto Rafa de seis años los datos conocidosy en quince minutos con su fantástica imaginación, me ha mon-tado una historia.
TEXTO:
José Luis Aramendía
16 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | Número 24 | Primavera 2012
El boj, símbolo vivode los pueblos pirenaicos
Paseando por la sierra o por los alrededores del
castillo, todos habremos visto esos arbustos
que no pierden la hoja, siempre verdes, que son
los bojes o «buchos» (Buxus sempervirens). Es
más, muchos de ustedes conocerán las artesa-
nías que con su madera hace algún artesano de
Loarre.
La amarillenta madera del boj no se emplea co-
mercialmente debido al tamaño de este árbol
pequeño que no supera por lo general los 5 me-
tros de altura. Pero el boj tiene más usos popu-
lares en Aragón que lo que es la propia madera.
Los niños cogían sus frutos –apodados infantil-
mente «carneros», por esa especie de cuernos–
para jugar. Las hojas se masticaban o llevaban
en la boca de los caminantes para, según de-
cían los montañeses, calmar la sed y el cansan-
cio. Las ramas cortadas se usaban de mullida
cama o colchón vegetal en las majadas y caba-
ñas de los pastores durante sus largas estancias
en los puertos con el ganado. Una vez secas,
ramas y hojas eran idóneas para encender
fuego y dar luz en el hogar. Y en el Domingo de
Ramos estas ramas son bendecidas y luego
puestas en las puertas como símbolo protector
de la casa y de sus moradores, al igual que su-
cede con el abeto, el olivo o la planta del rusco.
Así mismo, se dice que griegos y romanos ya
usaron este arbusto para delimitar sus jardines,
y aún hoy el boj sigue siendo un seto apreciado
en muchos parques urbanos.
El boj es por tanto un arbusto o arbolillo de copa
densa y compacta, y que nos muestra un cierto
aspecto piramidal. De carácter perenne,
cuando llega el frío estas hojas brillantes se tor-
nan anaranjadas, en diferente intensidad de
color, pero no se caen hasta la salida en prima-
vera de un nuevo follaje. Para el mes de marzo
TEXTO Y FOTO:
Eduardo Viñuales CobosEscritor y naturalista de campo.
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Madera de bojDicen que la pesada madera del boj es dura como el marfil, que se hunde en el
agua. Por eso, por su resistencia y grano fino, ha sido muy apreciada desde hace
siglos por las gentes del campo para tallar figuras, o elaborar cucharas, vasos y
otros útiles de madera para una larga vida. Los grupos folclóricos del Altoara-
gón emplean sus ramas –y las de la «senera» o guillomo (Amelanchier ovalis)–
para elaborar los palos de esas tradicionales danzas festivas de origen pastoril
que son conocidas con el nombre de «palotiaus».
el boj ya produce unas pequeñas flores amari-
llentas, carentes de pétalos pero muy fragantes
y de gran potencial melífero, pues gracias a su
temprana aparición en ellas suelen libar las
abejas para fabricar luego rica miel.
Los estudios botánicos han desvelado que el
boj fue el principal árbol de la cuenca medite-
rránea durante el Plioceno, y que por tanto esta
especie tiene su origen hace unos cinco millo-
nes de años. Hoy sabemos que, presente en
todo el contorno de la región mediterránea, la
especie alcanza el centro de Europa y el occi-
dente del Himalaya. Estamos hablando de un
arbusto de amplia ecología que en Aragón vive
entre los 400 y los 2.150 metros, y que prefiere
los suelos carbonatados. Lo podemos hallar en
lugares muy secos, pero también en hayedos
muy húmedos. Le gustan los quejigales y el lí-
mite inferior de los pastizales de montaña.
Presente en casi toda la provincia de Huesca,
este arbusto también se halla en zonas de Ara-
gón como la Alta Zaragoza, la cara oculta del
Moncayo –Calcena y Oseja–, los Montes de
Zuera, los Puertos de Beceite, el Maestrazgo –
Cantavieja y Villarluengo–, la Sierra de Albarra-
cín, Montalbán, o algunos barrancos de los
Monegros como la Serreta Negra de Fraga y el
barranco del Bujal en Monegrillo. Pero sin duda,
y pese a su carácter submediterráneo, para mu-
chas personas el boj bien podría ser uno de los
símbolos vivos de las comarcas pireniacas.
Llamado popularmente «bucho», «boixo» o
«buxo», en la toponimía de montaña encontra-
mos numerosos lugares que hacen referencia a
la presencia o abundancia de este arbusto:
Bujal, Buchicar o, el más conocido, el valle de
Bujaruelo.
Esta planta se reproduce por semilla, pero tam-
bién fácilmente por esqueje. Se le han dado
usos medicinales, pero hay que tener cuidado
por que contiene un tóxico alcaloide llamado
«buxina».
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La torre y el homenaje
Un cuadro del Castillo de Loarre preside el salónde la casa de mis padres, en Sabiñánigo. Lo pintómi primo Miguel Ángel, de Ayerbe, cuando estu-diaba en Barcelona. Precisamente desde Barce-lona subió mi madre al cielo, hace ahora 14 años.Y desde allí arriba, contempla esa tierra de ma-llos y almendros que me enseñó a querer tanto.
Vuela libre y se posa en la Torre del Homenaje,como esas damiselas que yo imaginaba cuandoella me contaba historias antiguas. ¿Habéis vistola película Big Fish? A su protagonista, tras morirsu padre, le entran dudas razonables sobre quéparte de realidad y qué dosis de ficción compo-nían las aventuras que le narraban de niño. Yo notengo esas dudas, porque mi madre, Leti, siemprehablaba con el corazón, y el corazón siempredice la verdad. Por eso sé que en Ayerbe hay pa-sadizos por donde escapaban desde Os Muros,aljibes que dan nombre al pueblo, esforzados ve-cinos que pretendían entrar por la puerta delCastillo de Loarre de cruzao, y también quién to-caba as pulgaretas en esa jota faltona que nacióen Quinzano.
Los emocionantes viajes a Ayerbe en el Canfra-nero o las mareantes curvas del puerto de SantaBárbara siempre se acompañaban de historias.De la guerra, de barrenos mortales, de recupera-ciones milagrosas de accidentes, de mozos, sol-dados y ancianos que se creían herederos delmundo. Cierro los ojos y me imagino cruzando elpuente de hierro de La Peña. Brilla el sol.
Leticia significa alegría. Mi madre reía por todo ylloraba por nada, como la canción de Víctor Ma-nuel. Rió a carcajadas con toda la familia en aque-lla comida campestre junto al Castillo. En esas
mesas y sillas plegables, con ese bufet libre quese abría en las neveras y fiambreras que salíandel maletero del Seat 1500 de mi padre.
Volví al Castillo con la escuela. Mi madre se apun-taba a todas las excursiones. Y yo era felizcuando nos encargaban una redacción, porqueme ponían siempre un 10. Debí de describir eleco de sus salones, donde repican las campanasrobadas de San Miguel, aventadas por el cierzopara Todos Santos, y reverberan los himnos de laVirgen de Casbas, de Santa Leticia y del equipode fútbol. Debí de otear el olor del horizonte, im-pregnado de uvas, hongos húmedos, higos ver-des y borrachos de toro de fuego, y que sabe atortas de fiesta y de huevo, refollau, turrón, almen-dras garrapiñadas y tomates del huerto de mí tíoManolo, donde se cría de todo a tamaño gigante.
Ayudé un verano, dos o tres días, a acercar baldo-sas a mis tíos y primos en un chalé que constru-ían en Loarre. En esa familia de albañiles fuertescomo mulos, por unos días creí que realmentehabía contribuido a hacer algo grande. Mis tíosme lo hicieron creer con su generosa propina.
Mi mapa de Ayerbe es de presencias y ausencias.Como el hueco que dejó el derribo de la Casa d’oRinconé. O la falta de una teoría clara sobre porqué les decían de Casa O Griso. ¿Algún antepa-sado canoso? ¿Tuvieron un caballo llamado así?Algún día se lo tengo que preguntar a la Fontaneta.Su chorro, que ha estado siempre allí, lo sabrá todo.Así podré seguir contándole nuevas historias deyaya Leti a Leti, su nieta. Y ella extenderá el home-naje de su nombre, ahora nombre de princesa,cuando se las cuente a su tato Javi y a su primoDarío. En sus nietos reconocemos su alegría.
Eduardo Sánchez SalcedoPeriodista
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