PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
TEMA 6
ATENCIÓN
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Atención
El primer paso para poder aprender consiste en poner atención. Si no lo
hacemos, no podremos reconocer o percibir los estímulos. Percibir el
mundo que nos rodea depende por tanto no sólo de un funcionamiento
adecuado de nuestros sentidos, y de la estimulación adecuada de los
mismos, sino también de que el organismo esté abierto o receptivo y
atienda a estos estímulos. Por lo tanto, para iniciar el procesamiento de la
información, los niños necesitan poner atención a la información. Ello
implica concentrar y enfocar sus recursos mentales.
1. ¿Qué es la atención?
La atención podría definirse como el mecanismo implicado en la activación y funcionamiento de
los procesos de selección, distribución y mantenimiento de la actividad psicológica (García
Sevilla, 1997).
Selección, distribución y mantenimiento de la actividad psicológica
Así, cuando hablamos de Atención podemos estar haciendo referencia a una de estos tres
significados del término:
Selección: Si cada color distinto, cada sonido, cada olor, o cada movimiento que se presenta en
nuestro entorno tuviera que ser procesado por nuestra mente y pasar a la memoria a corto
plazo nuestra mente se desbordaría. Mediante la atención, seleccionamos unos estímulos e
ignoramos otros evitando que nuestra capacidad de procesamiento se desborde. En este
sentido se considera que la atención funciona como un “filtro” que nos permite seleccionar la
información relevante e ignorar la irrelevante. De esta forma nuestra mente no se “sobrecarga”.
Esta capacidad en las personas adultas está muy desarrollada, como podemos ver por ejemplo
cuando en una comida familiar hay varias conversaciones simultáneas y cada uno atiende sólo a
la suya.
Esfuerzo: Cuando hablamos de atención también podemos estar haciendo referencia a la
cantidad de “esfuerzo consciente” o atención voluntaria, que una persona pone en una tarea
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(por ejemplo cuando decimos “está muy atento”). Prestar atención requiere esfuerzo, y nuestra
capacidad de atención es un “recurso limitado”. De tal forma que si ponemos mucha atención
consciente en una determinada tarea quedarán pocos recursos para atender a otras. Con la
práctica, las tareas se “automatizan” y requieren menos esfuerzo consciente.
Cuando un niño está aprendiendo a leer, necesita centrar toda su atención en percibir los signos
gráficos y transformarlos en sonidos (lo que se denomina decodificación) y por tanto apenas
entiende lo que está leyendo. Por el contrario en el lector experto, esta decodificación se lleva a
cabo de forma automática, y apenas requiere atención consciente, por lo que el lector puede
centrarse en el significado.
Alerta o Vigilancia: A menudo se emplea el término “atención” para hacer referencia a que el
cerebro de esa persona está en estado de “alerta” ante la estimulación que le llega. El grado de
atención que puede prestar una persona depende en gran medida del estado de alerta en que
se encuentre su cerebro. Dicho grado de alerta puede conocerse viendo el tipo de actividad
bioeléctrica a nivel cortical.
En este sentido, podrían identificarse siete estados distintos de alerta, según el grado de
activación cortical (Papalia y Olds, 1988):
Corrientes eléctricas llamadas
ondas cerebrales. Las ondas
gamma indican un mayor grado
de activación cortical.
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Niveles de
vigilancia
Amplitud Frecuencia Regularidad Conducta
Nivel I:
Excitación
emocional
Media o baja Rápida Rápidas y mal
sincronizadas
Poco eficaz y mal
controlada
Nivel II: Alerta
ritmo beta
Pequeña Rápida Bastante
sincronizadas
Atención
selectiva
Nivel III:
Relajación ritmo
alfa
Pequeña Algo más lenta
(10 -12 ciclos
por segundo)
Perfectamente
sincronizadas
Descenso de la
conciencia:
Atención
“flotante”
Nivel IV:
Somnolencia
Ondas poco
amplias con
ráfagas de
ondas en aguja
o espina
Lentas (4 o 5
ciclos por
segundo)
Desincronizadas Conciencia del
mundo exterior
escasa. Fácil
despertar
Nivel V: Sueño
ligero: Ritmo
delta
Ondas amplias Muy lentas
pero alternadas
con ondas más
rápidas
Muy irregulares Pérdida
prácticamente de
la conciencia del
mundo exterior
Nivel VI: Sueño
profundo
Ondas muy
amplias
Muy lentas
(0,5-2 ciclos
por segundo)
Muy irregulares Pérdida total de
la conciencia del
mundo exterior.
Persisten Rs.
Motoras
Nivel VII: Estado
de coma
Muy amplias Muy lentas Muy irregulares No hay apenas
respuesta motora
Para que una persona pueda prestar atención selectiva (seleccionar los estímulos relevantes e
ignorar los irrelevantes) y atención sostenida (mantener la atención durante un periodo
prolongado de tiempo) es necesario que se encuentre en el Nivel II que se caracteriza por lo
que se conoce como el “ritmo beta”: ondas cerebrales de amplitud pequeña, rápidas y
sincronizadas.
Si su ritmo cerebral es más rápido (como por ejemplo cuando la persona está excitada) no
puede por lo general centrar la atención, lo que hemos experimentado muchos en situaciones
como el examen de conducir, etc.
Si es más lento (por ejemplo cuando uno está relajado) la atención es difícil centrarla y
mantenerla, atención flotante: uno capta algo de la información pero de forma difusa.
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2. Atención voluntaria e involuntaria
Podríamos diferenciar claramente entre dos tipos de atención: la atención involuntaria y la
atención voluntaria (Beltrán, 1996):
Atención voluntaria: se habla de atención voluntaria cuando el propio individuo es quien
determina foco de atención. Es decir, es el propio individuo quien elige el objeto en que se
desea concentrar. Es por tanto la motivación interna, y no las características del estímulo, la que
determina que le prestemos atención. Este tipo de atención sólo se da en los seres humanos (no
en otras especies) y se va desarrollando a medida que los individuos maduran. Los niños
pequeños tienen muy poca capacidad de atención voluntaria. La atención voluntaria está
determinada básicamente por factores internos: expectativas, motivaciones, etc.
Cuando una mujer está embarazada se fija en cantidad de embarazadas por la calle de las
que antes no era consciente.
Atención involuntaria: cuando el individuo no es el responsable directo de su fijación
atencional, sino que se siente atraído y llevado por fuerzas ajenas a su propia decisión (Beltrán
1996). La atención involuntaria depende de los estímulos del medio, de los determinantes
externos, a los que presta atención aunque no esté predispuesto para hacerlo.
Cuando suena una explosión, o aparece en una pantalla un estímulo desconocido, cuando nos
duele una muela… prestamos atención a estos estímulos aunque no lo pretendamos.
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3. Determinantes de la atención
Hemos visto anteriormente que la atención es un proceso selectivo. De entre los factores de los
que depende el que prestemos atención o seleccionemos unos estímulos e ignoremos otros de
entre los muchos disponibles podríamos diferenciar dos tipos de determinantes (Beltrán, 1996):
3.1. Determinantes externos
El que prestemos o no atención a los estímulos que nos rodean depende en gran parte de las
características externas de esos estímulos y, por tanto, de su poder de captar nuestra atención
involuntaria. Estas características son muy tenidas en cuenta en las campañas publicitarias:
La intensidad: Los estímulos intensos (luces, sonidos) o de mayor tamaño suelen llamar
más nuestra atención que los estímulos poco intensos. Por ejemplo una palabra en
negrita llama más nuestra atención.
La novedad: Numerosos experimentos han demostrado que, dentro de estímulos
equivalentes, el más novedoso atrae con más fuerza la atención. Los estímulos inusuales
o poco frecuentes tienden a llamar poderosamente nuestra atención. Por ejemplo nos
fijamos más en una persona que lleve el pelo de color azul o verde.
Posición: La posición que ocupa un objeto dentro de un contexto es un determinante
de su capacidad para llamar la atención. Por ejemplo la parte superior izquierda de una
página atrae más la atención.
El color y el movimiento: Los estímulos en movimiento atraen más nuestra atención
que aquellos que son estáticos Por ejemplo los anuncios luminosos. También el color
tiende a atraer nuestra atención. Por ejemplo en una revista las palabras en color llaman
más nuestra atención que aquellas que aparecen en blanco y negro.
Repetición: La repetición de un estímulo atrae la atención, especialmente cuando se
introduce alguna variante en la forma de presentación. Por ejemplo las campañas
publicitarias que se repiten varias veces acaban captando nuestra atención.
3.2. Determinantes internos
Pueden ser fisiológicos o psicológicos y los fisiológicos pueden ser a su vez periféricos o
centrales.
Determinantes fisiológicos periféricos:
Suelen hacer referencia a estos tres tipos de determinantes:
• Ajuste de los órganos de los sentidos: movimientos o adaptaciones que realizan los
órganos de los sentidos para orientarse convenientemente en la dirección del mensaje:
movimiento de los ojos, tamaño de la pupila, etc.
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• Ajustes posturales: Se trata de ajustes de las distintas partes del cuerpo para poder así
facilitar la localización y entrada de los mensajes. (por ejemplo ver cómo cambia la
posición de la cabeza de los espectadores cuando contemplan un partido de tenis).
• Tensiones musculares: La atención supone un gasto mayor de energía que se traduce
en un aumento de la tensión muscular.
Determinantes fisiológicos centrales:
La estructura cerebral más relevante, en relación con el proceso atencional, es el
Sistema de Activación Reticular SAR, responsable de activar la corteza cerebral ante la
llegada de nueva estimulación.
Determinantes Psicológicos:
Resaltaremos especialmente dos:
• Los intereses: Los intereses de un sujeto constituyen un poderoso determinante de su
atención: un sujeto es más capaz de prestar atención sostenida a aquellas tareas que le
entusiasman y sin embargo se distrae rápidamente cuando las tareas le aburren. A su
vez le resulta muy difícil ignorar y no prestar atención a algo que es muy importante
para él.
• Las expectativas: son también importantes en relación con la atención. Colocan al
individuo en estado de alerta y le preparan para captar determinada información.
4.- ¿Cómo estudia la psicología la atención?
Las investigaciones sobre la atención se han centrado en investigar tres aspectos básicos de la
atención, o tipos de atención, que son fundamentales para un buen aprendizaje. Cualquier
dificultad para llevar a cabo eficazmente estos procesos va a repercutir de forma importante en
el aprendizaje.
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La atención selectiva: Hace referencia a nuestra capacidad para, de
entre todos los estímulos disponibles en un momento dado,
seleccionar los relevantes e ignorar los irrelevantes. La mayoría de los
niños de Educación infantil tienen algunas dificultades para centrarse
en lo relevante e ignorar lo irrelevante. A medida que se hacen más
mayores esta capacidad va mejorando.
La atención dividida: Hace referencia a nuestra capacidad para atender simultáneamente a
varias tareas a la vez. Esto sólo es posible cuando alguna de estas tareas es automática (es decir
no requiere apenas atención consciente) y también cuando la vía de entrada estimular de las
tareas es diferente (por ejemplo no se puede leer y ver la televisión a la vez, pero sí por ejemplo
leer y escuchar música). Esta capacidad para dividir la atención se va desarrollando también con
la edad a medida que vamos automatizando algunos aprendizajes.
Algunos niños y adolescentes tienen dificultades para escribir sin cometer errores ortográficos.
Si les dictas las palabras, no cometen errores, pero cuando tienen que atender a otra cosa a la
vez, como por ejemplo cuando están contestando las preguntas de un examen, cometen
muchos errores. Esto indica que no han automatizado suficientemente la ortografía de las
palabras.
La atención sostenida: Hace referencia a nuestra capacidad para mantener la atención durante
ciertos periodos de tiempo. Esta capacidad depende en gran medida del tipo de tarea. Cuando
la tarea es monótona es difícil mantener la atención, pero también, cuando la tarea nos motiva
en exceso y estamos excesivamente motivados. En estos casos también es difícil mantener la
atención. Todos hemos experimentado seguramente la sensación de no ser capaces de
concentrarnos cuando estamos muy nerviosos.
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La capacidad de atención sostenida es mayor en unas personas que en otras y es especialmente
importante para el desempeño de determinadas profesiones (por ejemplo controlador aéreo).
Esta capacidad es muy limitada en los niños pequeños y comienza a incrementar de forma
progresiva en especial a partir de los 9-10 años
5. ¿Se puede medir la atención?
La evaluación de la atención ha despertado el interés de los psicólogos desde los inicios de la
psicología científica. Hoy en día, constituye un tema de máximo interés, tanto para los
investigadores como para los profesionales que trabajan con niños y adolescentes con
problemas de rendimiento escolar.
Los problemas de atención tienen gran importancia en el ámbito escolar. Los profesores se
quejan frecuentemente de la falta de atención que observan en más de la mitad de sus
alumnos. Por otra parte, en el ámbito clínico, la incidencia de los trastornos por déficit de
atención está alrededor del 5% en la población normal. Se hace por tanto cada vez más
necesario disponer de pruebas y medidas que permitan determinar la capacidad de atención y
completar el diagnóstico de los principales déficit atencionales (como el TDAH) y los problemas
de aprendizaje.
A la hora de determinar la capacidad atencional de una persona pueden emplearse distintos
procedimientos:
5.1. Medidas Fisiológicas
En los estudios experimentales sobre la atención se han empleado a menudo medidas
fisiológicas como la dilatación de la pupila o la tensión muscular evaluada a través de técnicas
electromiográficas. Así mismo se han utilizado medidas taquitoscópicas, a través de las cuales se
intenta medir el tiempo transcurrido entre la presentación de un estímulo y la respuesta del
sujeto al mismo.
5.2. Pruebas de papel y lápiz
A la hora de identificar sujetos con déficit de atención y de evaluar las estrategias atencionales
utilizadas por los sujetos, se han utilizado diversas pruebas,
algunas de las cuales tienen baremos con población española.
Una de las pruebas clásicas utilizadas con niños es el Test de
CARAS (Thurstone y Yela, 1971). Se trata de una prueba
psicológica que se utiliza para medir la atención sostenida. Se
pide al individuo que tache, de entre las tres, la cara que es
diferente. Debe hacerlo lo más rápido posible. Se puntúa el
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número de aciertos, una vez descontados los errores y omisiones.
Esta prueba suele utilizarse con niños de entre 6 y 9 años. También puede utilizarse con adultos
de bajo nivel cultural.
Otra prueba clásica es el Test de Tolousse-Pieron (1911) que se utiliza también como una
prueba de atención sostenida. Se trata de una prueba que exige una gran concentración y
resistencia a la monotonía. Está formada por un gran número
de cuadrados muy pequeños, con algunas características
diferentes, entre los que el sujeto debe buscar y marcar los que
son idénticos a los modelos propuestos. Dado que se trata de
una tarea muy monótona, en esta prueba resulta difícil
mantener la atención durante un periodo largo de tiempo.
En aquellos sujetos que tienen problemas de atención selectiva
(centrarse en lo relevante e ignorar lo irrelevante) los errores se
cometen desde el inicio de la prueba. Aquellos sujetos con
problemas de atención sostenida (mantener la atención) la
prueba se caracteriza por que al principio cometen pocos
errores pero su rendimiento se deteriora con el paso del tiempo
y la fatiga.
Una de las críticas que se ha realizado a ambas pruebas es que pretenden evaluar
simultáneamente dos constructos distintos: percepción y atención. Asimismo el Test de Caras
tiene una duración muy breve (3 minutos) con lo que difícilmente evalúa la capacidad de
sostener la atención (o vigilancia) y además los estímulos pueden resultar excesivamente
ingenuos y frustrantes para adultos de un cierto nivel cultural.
El Test de Tolousse-Pieron al presentar 1600 unidades estimulares en un espacio muy reducido,
puede entrañar una dificultad perceptiva, además de a menudo provocar desagrado por la
monotonía de la tarea.
El d2 (Brickenkamp, 1962), es también otra prueba a menudo utilizada. Esta prueba ofrece
una medida de la velocidad de procesamiento, la atención selectiva y la concentración mental,
utilizando una tarea consistente en realizar una búsqueda selectiva de estímulos relevantes.
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Un test más reciente y que se utiliza hoy en día con frecuencia
para identificar niños y adolescentes con problemas de atención
es el EMAV (Escala Magallanes de Atención Visual) (García Pérez
y Magaz, 2000). Existen dos versiones: La EMAV I (5-9 años) y la
EMAV II (a partir de 10 años).
Se pide al sujeto que lleve a cabo una tarea de búsqueda visual,
consistente en identificar aquellas figuras iguales a un modelo
de entre un grupo de figuras diferentes. Además, La prueba es lo
suficientemente larga para permitir identificar a aquellos sujetos
que, a pesar de tener un buen rendimiento, presentan
dificultades para mantenerla atención.
Esta prueba permite evaluar los siguientes aspectos (García Pérez y Magaz, 2000):
La capacidad de focalización de la atención.
La capacidad para mantener la misma durante un periodo suficiente de tiempo.
Capacidad para codificar estímulos visuales.
Capacidad para estabilizar la atención a lo largo del periodo de tiempo de su aplicación
(Aplicación individual).
Evaluar la eficacia de programas de entrenamiento atencional
5.3. Pruebas de administración a través de PC u ordenador.
La más conocida y empleada a nivel mundial es el CPT: Continuous Performance Test de
Conner´s. Este Test, basado en la “teoría de la detección de señales”, y basado en décadas de
investigación y experiencia, constituye un instrumento ampliamente utilizado para la evaluación
de los trastornos de atención y de aprendizaje en niños, a partir de 6 años, adolescentes y
adultos (existe también una versión para niños de 4-5 años). Además, es especialmente sensible
para detectar los cambios producidos por efecto de la medicación en individuos hiperactivos.
Este test constituye una medida de la capacidad de atención sostenida ante una tarea
monótona y evalúa asimismo el nivel de vigilancia y el deterioro en el rendimiento a medida
que transcurre el test.
La tarea consiste en pedir al sujeto que presione la barra espaciadora, o haga clic en el ratón,
cada vez que aparezca una letra “que no sea una X”. El tiempo total de la prueba son 14
minutos, variando el intervalo entre los estímulos a lo largo de la prueba. Por el momento esta
prueba carece de baremos para población española.
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Una prueba similar, aunque mucho más simple y sólo para niños de 6 a 11 años es el CSAT
(Serverá y LLabrés) TAREA DE ATENCIÓN SOSTENIDA EN LA INFANCIA editada por TEA. El
CSAT permite evaluar la atención a través de un ordenador personal, el cual permite aplicar la
prueba y extraer automáticamente el informe. La tarea a realizar es sencilla para los niños:
presionar la barra espaciadora del teclado cada vez que aparece en pantalla un 3 después de un
6.
5.4. Escalas De Observación Conductual:
Se trata de algunas escalas de observación para padres y profesores que van dirigidas a
identificar la existencia de indicadores conductuales para aquellos casos de niños con posible
déficit de atención así como de los problemas conductuales que pueden acompañarlo.
Entre las más utilizadas están las siguientes:
EDA-H: Escalas Para La Evaluación Del Trastorno Por Déficit De Atención Con Hiperactividad.
(Adaptación Española de la Escala de Conners, TEA)
ESMIDAS: ESCALAS MAGALLANES DE IDENTIFICACIÓN DEL DÉFICIT DE ATENCIÓN. Grupo
Albor-Cohs. Se compone de tres escalas:
ESMIDA-N (niños 5, 9 años): con versión para padres, profesores y cuestionario
retrospectivo. Ed. Albor-Cohs
ESMIDA-J (adolescentes 14-18 años) con versión para padres, profesores y autoinforme.
Ed. Albor-Cohs
ESMIDA-A (adultos). Ed. Albor Cohs.
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6. Atención y aprendizaje: implicaciones para la docencia
La atención es un requisito básico para el aprendizaje. Sin atención, no hay aprendizaje. El
profesor debe por tanto ser consciente de una serie de estrategias que le ayuden a captar la
atención del alumno y a que este focalice su atención en los aspectos relevantes de la tarea.
Asimismo el profesor debe tener en cuenta cuál es el nivel o estadio evolutivo del alumno y
conocer cómo tanto la capacidad de atención voluntaria como la amplitud de la atención del
alumno depende en gran medida de la edad del niño.
La capacidad de atención depende por una parte de la maduración biológica del organismo,
pero también del entrenamiento. Las actividades lúdicas a las que la mayoría de los niños
dedican hoy la mayor parte de su tiempo de ocio: televisión, consolas, play, no favorecen el
desarrollo de la atención sostenida, ya que los estímulos que se les presentan cambian
continuamente, y dificultan el que cuando el niño se tenga que enfrentar a tareas monótonas
sea capaz de prestar atención.
Los juegos tradicionales como las construcciones, los puzzles, los recortables, por el contrario, sí
que exigen un esfuerzo de atención sostenida y pueden contribuir al desarrollo de esta
capacidad que luego va a ser esencial para el aprendizaje.
6.1. Actividades para desarrollar la atención en el aula de Educación
Infantil:
En Educación Infantil hay una serie de actividades que el profesor puede hacer en el aula y que
pueden ayudar al niño para que su capacidad atencional vaya madurando. Entre estas
actividades sugerimos las siguientes.
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6.2. Pautas para el profesor de Primaria
Así mismo, las siguientes pautas pueden servir de orientación a los profesores de primaria:
1. Descubre cuáles son los intereses de tus alumnos, qué es lo que despierta su
atención y durante cuánto tiempo son capaces de mantener la atención: Pon ejemplos
de lo que explicas que tengan que ver con sus intereses. Una forma de hacerlo es
plantear a los alumnos algún problema para que resuelvan. Por ejemplo un profesor de
primaria puede plantear a los alumnos qué delantero debe un entrenador sacar en un
equipo de futbol sabiendo que el primero ha metido 6 goles en los 56 partidos que ha
jugado, mientras que el otro ha metido 8 en 120 partidos.
2. Muchos alumnos no saben distinguir en una lección entre lo que es importante y lo que
es accesorio por ello, Selecciona materiales y diseña las lecciones de forma que la
atención de los niños se centre o focalice en los aspectos más importantes de cada
tema: dedica más tiempo y pon varios ejemplos al explicar los contenidos más
importantes. Al diseñar la lección busca estrategias para subrayar los aspectos más
importantes a través de ejemplos, actividades prácticas, preguntas, etc. sobre estos
puntos. También puedes anotarlos en la pizarra, señalárselos a los alumnos, etc.
3. Utiliza distintas formas de presentar los contenidos: Para mantener la atención de
los alumnos utiliza no sólo la exposición oral sino también visual a través de
transparencias, películas, juegos, etc. Procura que la información llegue a los alumnos a
través de distintas modalidades sensoriales.
4. Prepara o predispón previamente a los alumnos: es más fácil que los alumnos
atiendan a la información relevante cuando se les informa de los objetivos que se
pretenden lograr a través de esa lección.
5. Reduce en lo posible las distracciones: Algunos alumnos son especialmente
vulnerables ante cualquier distracción. Procura controlar aquellos estímulos innecesarios
que puedan distraerlos.
6. Utiliza preguntas para redirigir la atención de los alumnos. Cuando los alumnos
deben leer un texto es conveniente incluir preguntas antes o durante su lectura para
ayudar al alumno a distinguir cuál es la información más importante.
7. Utiliza la novedad y la sorpresa para conseguir la atención de los alumnos: por
ejemplo en clase de ciencias resulta útil realizar experimentos.
8. Vigila el ritmo y vigila para captar posibles signos de falta de atención: Si el ritmo
de la lección es demasiado lento, los alumnos se aburren y dejan de atender. Si es
demasiado rápido se “pierden” y desconectan. Debes estar vigilante para observar
posibles signos de que has perdido la atención de los alumnos, tales como murmullos,
incremento del movimiento, mirada perdida…etc.
9. Ten en cuenta la distinta capacidad para sostener la atención de tus alumnos: los
alumnos más jóvenes tienen una capacidad de atención sostenida muy limitada.
Asimismo los alumnos más destacados suelen tener mejor capacidad de atención
sostenida que los alumnos con dificultades.
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10. Asegúrate de que el alumno domina aquellas habilidades o destrezas que
constituyen un prerrequisito para el aprendizaje de destrezas más complejas. Por
ejemplo en la lectura, si el alumno no ha automatizado la decodificación de las palabras,
difícilmente podrá atender a su significado.
7. Algunas ideas iniciales sobre los niños con déficit de atención
Puesto que hemos visto en el tema que existen distintos tipos y procesos atencionales
fundamentales para el aprendizaje, cuando nos encontramos ante un niño con déficit de
atención, lo primero que tenemos que preguntarnos es de qué tipo de déficit de atención se
trata y cuáles son los procesos atencionales que están afectados.
El niño inatento, o con Déficit de Eficacia Atencional, se caracteriza por tener dificultades de
atención selectiva: es decir, no es capaz de focalizar la atención o de centrarse en lo relevante y
se distrae con los estímulos irrelevantes. Por ello a menudo da la impresión de que “no se
entera” y de que “está en las nubes”. En ocasiones se suele hacer referencia a él como “niño
con déficit de atención sin hiperactividad”, no obstante hoy en día se piensa que se trata de dos
problemas claramente diferentes, tanto desde el punto de vista etiológico como en lo que
respecta a las formas de intervención que deben adoptarse en cada caso (Bauermeister, 2011 )
El Niño con TDA-H (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) tiene dificultades de
atención sostenida: su problema no está en centrar o focalizar la atención, sino en mantenerla
durante un cierto tiempo.
Otros niños (por ejemplo los niños con retraso mental) tienen dificultades de atención
dividida: dificultad para atender a más de una tarea simultáneamente. También algunos niños
(por ej., autistas) tiene dificultades de inhibición (es decir dificultad para dejar de atender a
ciertos estímulos) se quedan como “enganchados” y tienen dificultad para cambiar su foco
atencional.
Nos interesa especialmente, debido a su incidencia, diferenciar entre los dos tipos de déficit de
atención más frecuentes (García Perez y Magaz, 2003) el niño con Déficit de atención en
hiperactividad DA-H y el niño con Déficit de Eficacia Atencional (DEA) o niño inatento:
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Por otra parte, hoy en día, muchos autores sostienen que el TDA-H es algo más que un déficit
de atención o de impulsividad. Entienden el TDA-H como un desorden más complejo del
sistema ejecutivo del cerebro. Barkley (2011) sostiene que están afectadas tres tipos de
habilidades:
La capacidad de inhibición del cerebro, lo que se traduce en una incapacidad para
esperar y aplazar una respuesta, de inhibir el impulso de responder de forma inmediata
a los estímulos.; incapacidad para dejar lo que está haciendo y de evitar las
interferencias o evitar distraerse.
El funcionamiento ejecutivo: una forma de acción autodirigida hacia uno mismo.
Implica a su vez cuatro habilidades:
Memoria de trabajo no verbal: incapacidad de retener la información en la mente para
guiar su trabajo. Los sujetos con TDA-H no son capaces de aprender por observación de
otros, viven el momento, no tiene sentido interno del tiempo.
Memoria de trabajo verbal: incapacidad para utilizar el lenguaje interno para
controlar sus acciones.
Memoria emocional y autocontrol emocional: capacidad para controlar las
emociones y la motivación, demorar las recompensas. Además los niños con TDA-H
tienen dificultad para controlar sus emociones de rabia, frustración, hostilidad. Por eso
un alto % desarrollan Trastorno Oposicionista Desafiante. Además tienen dificultades
para motivarse a sí mismos y, en ausencia de motivaciones inmediatas, son poco
persistentes en sus objetivos
Planificación y resolución de problemas: capacidad para planificar el futuro y para
pensar en múltiples opciones y elegir la más útil a la hora de resolver un problema.
Además los niños con TDA-H tienen dificultad para ordenar sus ideas
Estas capacidades ejecutivas se van desarrollando con la edad. En la edad adulta tenemos estas
cinco funciones ejecutivas. No obstante el sujeto con TDA-H tiene estas habilidades
disminuidas: no tiene capacidad para inhibirse, para hablarse a sí mismo, para planificar y
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controlar sus emociones, para pensar sobre el futuro. Tiene un déficit masivo en su sistema
ejecutivo.
8. Recuerda que:
El primer paso para el aprendizaje consiste en poner atención.
La atención implica la capacidad para realizar con eficacia una serie de funciones:
focalizar, mantener, alternar, sostener...
Esta capacidad varía en función del nivel de desarrollo vital.
Existen amplias diferencias individuales en la capacidad de los sujetos para iniciar,
dirigir, mantener y regular la atención.
La atención es fundamental para el aprendizaje
Existen instrumentos de evaluación de las estrategias atencionales utilizadas por los
sujetos.
La habilidad atencional puede mejorarse mediante procesos de entrenamiento.
El profesor debe conocer estrategias y recursos que le permitan optimizar la atención
de sus alumnos.
El profesor debe estar atento para detectar aquellos niños que puedan presentar
problemas atencionales y coordinarse con el psicopedagogo o el orientador escolar
para atender las necesidades específicas de estos niños.
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