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Mutiladosy otros poemas
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Mutiladosy otros poemas
Ignacio Bermúdez
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Agradezco
A Silvia Buenahora (infinitamente), por sus charlas, cafés,
ayuda y consejos.
A la editorial El Escriba, por el trabajo bien logrado.
A Omar Ochi, un amigo incondicional.
A mi mamá, que lo es todo.
A Encarnación Moreno (abuela) y Carlos Sánchez (tío),
por ayudarme en los peores momentos.
A Victoria Bermúdez (hermana).
A Fernando Adrián Flores, por su enfático e ilimitado
apoyo a los escritores mendocinos.
Al Ministerio de Cultura | Fondo Provincial de la Cultura,
por sus proyectos filantrópicos y ayuda a los escritores,
poetas y artistas mendocinos.
A Emilio Fernández Cordón (Dios lo tenga en la gloria),
que me enseñó a narrar, y a Andrés Oliver, a escribir
poesía.
A Cleofé Martínez, que me asesoró en diseño.
Al Dr. Juan José Vilapriño, que me sacó del infierno
dantesto.
Al Gobernador Dr. Francisco Pérez y al Presidente Dr.
Néstor Kirchner y a la Señora Presidenta de la Nación
Cristina Fernández de Kirchner, por impulsar, apoyar y
alentar la causa nacional y popular en la República
Argentina.
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PRÓLOGO
Hay rebeliones de barro, pólvora, tinta, sangre o saliva.
Hay quienes juegan con el gatillo de una palabra sin
animarse a disparar sus mejores rosas y quienes se atreven
a abrir la boca para firmar la paz con dudas y quejas
propias de eso que llamamos libertad en una esquina donde
la mudez de las armas espera la primera piedra. En este
mismo escenario, la rebelión de Ignacio Bermúdez es, sin
ir más lejos, una invitación a vestirnos de seres humanos,
enfrentarnos a los símbolos de un poema como quien
saborea una bella pintura y entonar juntos o escuchar con
los ojos ese grito universal que nos recuerda que también
somos carne y poesía. He aquí un conjunto de textos que
no pretenden asesinar creencias, sino convertirse en
historias vivas que puedan ser mutiladas, escupidas,
acariciadas o aprendidas por un lector que ya está
advertido antes de poner la llave en la puerta innumerable
de la casa de las sospechas. ‘‘Mira detrás de ti: no eres un
dios, / ¡eres hombre!’’, nos dice el poeta. Entonces, Mutilados
y otros poemas no se trata de un libro que emerge como
una dulce bienvenida al mundo, sino, por el contrario, es
otro gesto de despedida que nos hacía falta; tal vez, para
saludar a los que se fueron sin marcharse; quizá, para
nacer de nuevo en cada palabra que pronunciamos en un
diálogo que exige morir (desaprender) y seguir cantando
con la mejor nota de esa espada que antes fue silencio.
Omar Ochi
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CASA DE SOSPECHAS
¿Quién entró por la puerta del agua?
Escogí mi cosecha
entre la lluvia y el trueno
de un alma que navegaba
como un barco
en el vaso que comenzó a llenarse.
Encarcelado en la jungla,
rompí el reloj
mientras el juego de dominó
continuaba su curso
en el polen de otra época.
El péndulo se detuvo,
pude medir mis atardeceres:
tenían tu nombre.
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A LA IMPERECEDERA
Los sentidos de mi gata
esconden enigmas
que nadie podrá penetrar.
Bajo la luz, una tigresa…
La vida tiembla en su pelaje,
descansa,
brotan manchas de viento
en sus patas cazadoras.
Lo que antes era un solo maullido,
es memoria de memoria…
No busco compañía
ni recreos o altruismo,
solo un día más
para seguir acariciando
su mundo, su tiempo.
Tuyo el secreto, tuya la seducción,
felino amparo de mis lamentos…
Mientras la sangre pese
mas que el agua
y las uñas más que la carne,
entraré por el décimo capullo
de esta flor que no se detiene.
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Naceré a tu lado
para descifrar tus sombras.
Aprenderé el lenguaje
de tus noches trepadoras
y seguiré escribiendo…
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ALLEGRO MODERATO
Muero a cada instante
con el despueblo,
en la última gota,
en el tiempo que huye como un cisne.
Vuelo, elijo la ganzúa,
abro mi primera nuez,
ofrendo banderas,
crío lenguas y números,
cuento cada paso:
todavía no me marcho
de este no lugar.
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AMAPOLA EN EL AIRE
Cuando llegué a la habitación,
nadie me creía.
Según ellos era imposible
que el océano
me dirigiera la palabra.
Me enfurecí.
Todos me arrojaban la primera piedra,
hasta mi madre.
«Estás alucinando», dijo alguien.
«¡Sos un despiadado!», exclamaban
otros hijos de la indignación.
Sin embargo, estoy seguro
de haber hallado un esqueleto
que hablaba y gemía con la voz del mar.
¿Habré mentido
en este idioma de sal y muerte?
El mundo es
un diálogo aterrador.
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AMOR Y OTRAS BLASFEMIAS
Condeno las topografías verticales,
la carretera sin rumbo y el retorno al margen.
Busco mi transparencia,
la firma de otro testamento.
Esos papeles de carne
serán la poética y la blasfemia
que protegeré desnudo
mientras
cae
el
delta
de la sangre
en este silbido de un amor que vuelve
a convertirse en la esperanza del lago.
Dolerán…
He empezado a dolerme…
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CÁPSULAS
Miedo al averno,
latas o cápsulas
flotando en el charco:
el amor como renta,
esa lámpara
que vuela a contraviento
de los remos oscurecidos.
No puedo
quedarme callado.
Es hora
de entintar el céfiro .
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MEMENTO MORI
Un general desfila victorioso por Roma.
—Recuerda que morirás —dijo el ciervo —.
Te derrumbarás con tu soberbia
y limitaciones humanas.
Así es la ley, las costumbres, la fugacidad.
Mira detrás de ti: no eres un dios,
¡eres hombre!
El cráneo se descompone.
Muerta la carne; vencida la muerte.
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MONOPOLIO DEL RECUERDO
Me despojo de mis vestidos.
¿Cuánto tiempo duraré en el margen?
¿Ayudará Jerusalén?
Dormiré en el árbol del amor y el odio.
Descubriré montañas.
Continuaré frotando la línea,
la sucesión de rostros.
Cortaré su lengua;
escucho un sonido de esferas,
ruidos degollando muros.
Los vientos corrigen, a desviento,
mis formas de caminar con el cortaplumas.
No abandonaré el pueblo;
convidaré el guiso en el Edén.
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ENFANT GÂTÉ
Michel entiende el mundo
como un lugar desagradable:
comer manzanas
para darle sabores al dolor,
lidiar con la fruta
hasta que el músculo se fermente.
Michel predijo
los valles atentados,
el ultimátum en aumento,
los peces gordos
del progreso y la crueldad.
Michel acepta la idea
de que los hombres deberían clonarse.
Posiblemente es un romántico.
Escribe textos no leídos,
signos como derrotas,
anillos como centellas,
un poema para el sufrimiento.
Michel, como buen poeta desvalido,
ojea el piso para evadir
la posibilidad de ser una isla.
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HÖLDERLIN Y SUS BIENES
Inocencia en la creación
a lo Heidegger,
juego sin acción ni culpa.
De pronto, una palabra...
«Sin ella no habrá mundo
ni historia», dijiste,
y me despedí de la memoria.
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Oda a Victoria
Domina países y rutinas,
algunos mares reflejan
el brillo de su culpable inocencia;
baila obedeciendo el dictado,
satura las piedras,
atraviesa la edad de las montañas,
esconde alhajas en los lirios;
devora la palabra, mastica sílabas
con su silencio de mujer;
detiene el tiempo en una orilla, sonríe,
mañana volverá.
Tendrá, en su anillo, algunas civilizaciones.
Los ancianos la besarán,
también las cárceles y los reos.
Nadie destruirá su viñedo.
Salvaje, inmensa,
caminará por las arenas de un paisaje
donde los vientos aprenden
el misterio de la calma.
Alguien gritará a lo lejos:
«El enigma de la humanidad está resuelto».
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Alguien que la está soñando
abrirá los ojos en la otra orilla del mundo
y sentirá que esta noche
siete recuerdos lo despiertan.
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INSTANTE
¿Adónde van las estrellas que pierden su diana?
¿Dónde quedó la cadena y la centella?
¿Qué hay de los santos evangelios?
Soy un número fugaz en esta época;
infinito en tus recuerdos…
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INTERRUPCIÓN DEL SUEÑO
En medio de la noche
el fuego dilató el humo
con rosas que abrazaron
mis armas:
«Diré la verdad
aunque brote el corazón al instante,
dominaré los momentos del amanecer,
publicaré segundos de gracia,
extenderé el valle,
vestiré cruces para anticipar la burocracia».
Conocí a la mujer infeliz.
No quiero repetir este libreto
frente al hastío,
pero un barco flota y es burlada.
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SOMNUS
Si dices que este insomnio
es lo contrario al estado de vigilia,
que la presión disminuye
y la diligencia es un hombre caído,
¿por qué camino, hablo y tengo ojos?
Una parte del cuerpo se retira,
aparece otro,
empieza una riña
desigual
para ver, como de costumbre,
quién tiene el poder
entre la cama y el caos.
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NOCHE CON TRÍPODE DE PLATA
La hora está tan cerca que respiro apurado…
El volumen del río es afán,
quizá el porvenir no sea tiempo.
Una lanza atraviesa el olfato.
«Por majestad, morirás».
Oración para príncipe o carnicero.
El fondo del libro declina.
«Su libro, mi rey».
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SOMOS DE POLVO Y GAS
¡Al carajo los prejuicios!
Propongo desfilar con fuego
y sin tranvías en la conciencia,
esconder el acertijo,
laberintos de juramento;
¿cómo es el final del cuento
o del poema?
Cambio mi cuerpo por pan.
Cambio y aflora.
Busco manzanas en el peral
de los jardines prohibidos.
«¡Por favor!», dicen.
Esto es un juego, sin final.
En la mesa hay un órgano,
unos anteojos, libertad en telaraña.
Beberé el vino sin volumen,
rociaré las ventanas
con la rebelión del jazmín.
Cazaré otoños, prometeré feudos.
¡Al carajo tu ilustración y mi barbarie!
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QUE EN PAZ DESCANSE
Fue hallada
entre dos árboles de la muerte.
Dos pájaros se alimentaban
de lo que parecía ser
o haber sido
una cruz de carne,
dedos, sangre, silencio de bosque.
Los huesos fueron arrojados al río;
el río no se detiene…
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SALAS DE HOSPITAL
Las mujeres se reúnen
en un hospital público
a gemir y gritar.
Nadie las escucha.
Se cortan los pies, manos y nalgas.
Se deforman, se mutilan.
No quieren ser las señoras del pueblo.
De una de ellas emergió un monstruo
tan grande que desgarró su vagina.
¡Pobre niña!
Tal vez saldrá otra bestia,
esperando un nuevo grito.
Ni el peor símbolo
es comparable a este averno.
Las damas
por la noche
esperan milagros:
quieren dejar de ver violaciones a la carne,
exprimen sus pechos alimentando la vida.
Pero solo hay
pronombres mutilados.
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TIEMPO
Los espejos se rompen
frente a todo lo que nos espía:
me permanece el placer de llorar
en esa butaca,
en este balcón.
Has admitido la verdad del reflejo,
la ligera saeta, el humor de la muerte,
crepúsculo de la musa.
¿Qué sería la poesía sin sus escamas?
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VELORIO
Sobre el cajón
dormía
el padre de mi amigo,
de traje claro y corbata.
En su mano derecha
un hermoso anillo de oro
brillaba como la ausencia
de ciertos perros.
Besé su frente helada
y se lo arrebaté,
sin culpas ni sospechas.
Al otro día,
lo vendí por mil dólares.
Me compré un par de zapatillas
y un libro de Francisco de Quevedo.
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PENURIAS
I
Desnudo
atravieso
el cerco.
II
Detrás de la espada
miramos el placer.
III
Navego en esas riberas
para descubrirme.
IV
Como un corcel de alambres
la vida sucede
en distintos galopes,
en eternos momentos.
V
El dolor
es una carta
de pesadillas.
VI
Asisto a los funerales
de las bestias.
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DOGMA
Siete veces por día
o una vez por semana
callarás...
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MUTILADOS
¿Por qué un farol me acusa
sin cristal ni oro?
Entre mi espada y mi escudo
un espejo detalla
noches salvajes,
sospechas y martirios,
esqueletos que crujen,
insignias dominantes,
lágrimas que volverán
como ríos que desbordan
el cadáver final
de este breve reflejo.
Aunque seas mi hermano
o mi enemigo
o me digas la verdad
de la mentira,
no te dejaré esquivar
esta luz que es oscura
como la sombra
de tantos hombres caídos.
¡Despierten,
cuerpos mutilados!
Después de tanta muerte,
viene otra palabra.
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