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piquetedeojo:ledesma|siganevich(compiladoras)Las representaciones que son estudiadas en este libro son manifesta-
ciones de la crisis que tuvo lugar en la Argentina principalmente en el
perodo que va de los aos 2001 al 2003 y que generaron un discurso
visual contrahegemnico con la creacin de espacios alternativos de
comunicacin. En el camino de mirar se unen aqu reflexiones que
van desde nuevos proyectos editoriales tal el caso de Elosa Cartonera
yArgentina Arde y otros que ya existan como la revista Hecho en
Buenos Aires. Tambin se estudian nuevas redes sociales como los
colectivos de arte y las cadenas de Internet. Un espacio importante loocupa la discusin sobre el mundo del trabajo, tanto en un corte
sincrnico: como es una fecha emblemtica el 1 de Mayo de 2001,
como en un caso puntual: el de la fbrica Brukman. Representaciones
espontneas o diseo grfico, las fuentes del campo disciplinar son
puestas en cuestin. Lo que el libro con seguridad admite es que la
crisis poltico institucional del 2001 dej sus marcas en la visualidad
de la ciudad. Los caminos que a partir de esto se abren encuentran en
estos artculos un lugar para la polmica.
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coleccin PENSAMIENTOS
piquete de ojovisualidades de la crisis: Argentina 20012003.
mara ledesmapaula siganevichcompiladoras
luciana anarellamara laura arroyo
germn daz colodrerojimena durn prieto
laura iribarrenmara ledesmagustavo lpez
mabel lpezmara laura nieto
nicols pinkusmnica pujolesteban javier rico
elvia rosoliamiguel santngelo
paula siganevich
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Facultad de Arquitectura, Diseo y Urbanismo
Coleccin Pensamientos
Ediciones FADU
Secretara de Extensin Universitaria
Secretara de SEU: Beatriz PedroSubsecretario de Medios y Comunicacin: Javier Basile
Directora de Publicaciones: Paula Siganevich
Coordinadora de Publicaciones: Mara Laura Nieto
Asistente de Publicaciones: Mariano Dagatti
Diseo coleccin pensamientos: Paula Salzman
Diseo Grfico: Paula Salzman / Paula Martn
Armado: Vanesa Farias
Hecho el depsito que marca la ley 11.723
Impreso en Argentina / Printed in Argentina
La reproduccin total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, idntica o modificada, no
autorizada por los editores, viola derechos reservados; cualquier utilizacin debe ser previamente
solicitada.
2007 nobuko
ISBN: 978-987-584-127-7
Enero de 2008
Este libro fue impreso bajo demanda, mediante tecnologa digital Xerox en
bibliogrfika de Voros S.A. Av. Elcano 4048. Capital.
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Piquete de ojo: visualidades de la crisis: Argentina 2001-2003 / compilado por Paula Siganevich yMara del Valle Ledesma. - 1a ed. - Buenos Aires: Nobuko, 2007.
174 p.: il.; 24x18 cm. - (Pensamientos)
ISBN 978-987-584-127-7
1. Comunicaciin. 2. Lenguaje Visual. I. Siganevich, Paula, comp. II. Ledesma, Mara del Valle,
comp. III. TtuloCDD 302.2
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Este libro es el resultado de la investigacin UBACYT 2003-2007 Las representacio-
nes grficas de la crisis Argentina 20012003 dirigido por Mara Ledesma y codi-
rigido por Mnica Pujol y Paula Siganevich, realizado en el marco de la Secretara
de Investigacin y la Carrera de Diseo Grfico de la Facultad de Arquitectura,Diseo y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.
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ndice
PRESENTACIN ........................................................................................................... 07
01. Pasajes ................................................................................................................ 11
mara laura nieto
02. Elosa Cartonera: la subversin suave ante la crisis........................................... 35nicols pinkus y gustavo lpez
03. El diseo grfico en la calle: la revista Hecho en Buenos Aires............................45
paula siganevich
04. Contalo de otra manera: El peridico Argentina Arde ...................................... 59
mabel lpez y elvia rosolia
05. Detrs del diseo ................................................................................................ 73
mara laura arroyo
06. Producciones digitales annimas .......................................................................83
jimena durn prieto y esteban javier rico
07. Lo alternativo de lo alternativo. Diseo y performance .................................. 105
jimena durn prieto y miguel santngelo
08. Imgenes del trabajo ........................................................................................ 119
laura iribarren
09. Los lmites de la identidad visual. Reflexiones a partir del caso Brukman ....139
mara ledesma y mnica pujol
10. Semiosis de lo espontneo y lo planificado en el contexto de la crisis ...........153
luciana aranella y germn daz colodrero
11. Crisis y olvido ................................................................................................... 165
gustavo lpez
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Presentacin
Este libro es el resultado del trabajo de un grupo de investigacin de la
Universidad de Buenos Aires llevado adelante en tiempos difciles para la
Argentina. Motivados por los acontecimientos de 2001, desde la carrera de Diseo
Grfico de la Facultad de Arquitectura, Diseo y Urbanismo fuimos a investigar
all donde la crisis de representatividad poltica haba dejado sus marcas. En ese
momento, la situacin haba dado lugar a distintas manifestaciones en el campo
de la representacin, en muchos casos nicas y paradigmticas, transformando
la visualidad urbana. Se trat de un atravesamiento de la condicin poltica en el
campo de la visualidad, cuya implicancia fue el surgimiento de propuestas de tipo
colectivo o annimo, que actuaron sobre el territorio de la ciudad como modo de
intervenir el espacio pblico, generando nuevas formas discursivas. Con el objeti-
vo de caracterizar por primera vez las transformaciones de la visualidad, la inves-
tigacin se centr en el estudio de las manifestaciones que constituyeron formas
de resistencia a la visualidad hegemnica.
La ocupacin de la escena pblica por actores sociales hasta el momento aleja-
dos de los dispositivos de la visualidad urbana gener una produccin discursiva
que modific lo representado. Nuestro propsito fue doble: por un lado, el anli-
sis y la descripcin de esas representaciones y de los actores e instituciones
intervinientes en su puesta en funcionamiento; por otro, la problematizacin
acerca de los modos en que estas nuevas formas fueron rpidamente incluidas
en la visualidad dominante. En efecto, en determinados momentos de crisis se
producen nuevas representaciones opuestas a la visin hegemnica que, al pro-
mediar, permanecen como resabios y que, finalmente, son incorporadas a la
comunicacin del mercado.
En el camino de la mirada, se unen en este libro reflexiones que abarcan nuevos
proyectos editoriales tal el caso de Elosa Cartoneray Argentina Ardey otros ya
existentes, como la revista Hecho en Buenos Aires. Tambin se estudian nuevas
redes sociales, como los colectivos de arte y las cadenas de Internet. Un espacio
importante est destinado a la discusin sobre el mundo del trabajo, tanto en un
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corte sincrnico como es una fecha emblemtica el 1 de mayo de 2002 como
en un caso puntual, cual es el de la fbrica Brukman.
Nuestra caracterizacin de la crisis coincide con las posiciones que la ubican
como manifestacin de una crisis ms general con especificidades coyunturales.
La cada de las Torres Gemelas en septiembre de 2001 marca el momento central
y desnuda los excesos a los que lleva la mundializacin capitalista. En este con-
texto, la crisis argentina tiene caractersticas locales a las que hemos tratado de
acercarnos en el curso de la investigacin. Sin embargo, nuestro trabajo no se
inscribi en el mbito estrictamente poltico sino que, desde una teora de la cul-
tura, intent relacionar la imagen y el diseo con lo poltico. Al respecto, intenta-
mos captar la dinmica de la visualidad urbana y la dialctica espacial puesta en
movimiento por los procesos polticos enmarcados por el acontecer cultural. Las
transformaciones de orden cultural son el resultado de mltiples factores: cam-bios polticos, sociales, migraciones, apertura masiva a los pases centrales,
reforzamiento de las fronteras, formacin de bloques, pero, sobre todo, cambios
tecnolgicos, aparicin de nuevos medios de representacin y comunicacin.
Desde Pasajes, Mara Laura Nieto abre la perspectiva del paseante que descubre
los cambios de una modernidad tarda caminando por el centro de Buenos Aires.
Las fotos que testifican su mirada intentan ubicar el momento anterior a la refle-
xin terica, el umbral de la conceptualizacin. De all en ms los artculos se
suceden: Elosa Cartonera: la subversin suave ante la crisis de Nicols Pinkus y
Gustavo Lpez aborda la experiencia de una nueva idea en edicin de libros y se
pregunta hasta dnde llega el cambio; Paula Siganevich propone en El diseo gr-
fico en la calle: la revista Hecho en Buenos Aires el estudio de un caso que nos
enfrenta con nuevas modalidades de produccin y circulacin de revistas en el que
el diseo es poltica con funcin social, mientras que Mabel Lpez y Elvia Rosolia,
por un lado, con Contalo de otra manera y Mara Laura Arroyo en Detrs del dise-
o, por otro, abordan un mismo objeto, el peridico Argentina Arde, ya para pen-
sarlo como discursividad o ya proponiendo nuevas particularidades de un gnero.
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piquete de ojo
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Los artculos Producciones digitales annimasy Diseo y performance, que
Jimena Durn Prieto comparte con Esteban Javier Rico en el primer caso y con
Miguel Santngelo en el segundo, tratan las formas de socializacin de la informa-
cin contrahegemnica en Internet y la inversin de los significados del consumo
en un nuevo discurso artstico poltico, respectivamente. Imgenes del trabajo de
Laura Iribarren realiza un interesante corte sincrnico que metodolgicamente
instala en una fecha emblemtica la posibilidad de abordar el estudio de diferen-
tes lenguajes. Mara Ledesma y Mnica Pujol encuentran en la fbrica recuperada
Brukman la oportunidad de hacerse una pregunta: representan los modos alter-
nativos de produccin un lmite al diseo de identidad clsicamente concebido?
Llegados a este punto las preguntas no se detienen, la polmica no deja de cre-
cer. En Semiosis de lo espontneo y lo planificado en el contexto de la crisis de
Luciana Anarella y Germn Daz Colodrero, el interrogante surge espontnea-
mente: podrn los diseadores grficos dar cauce como operadores de la comu-nicacin a las representaciones que surgieron en esos das, de manera tal que la
funcin social se ponga en relevancia o, por el contrario, colaborarn con el pro-
ceso de adaptacin que lleve a estereotipar sin fin las novedades? Por ltimo,
Gustavo Lpez en Crisis y olvido cierra el libro con una reflexin sobre la posibili-
dad de representar ante el trauma, con la finalidad de tratar las distintas posicio-
nes con que el campo de las disciplinas sociales ha teorizado luego de las gran-
des crisis y masacres del siglo XX.
Representaciones espontneas o diseo grfico, las fuentes del campo disciplinar
son puestas en cuestin. Lo que el libro con seguridad admite es que la crisis
poltica e institucional de 2001 dej sus marcas en la visualidad de la ciudad. Los
caminos abiertos a partir del fenmeno encuentran en estos artculos un lugar
para la polmica.
Las compiladoras
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En el camino
Entre 2002 y 2004, en el trayecto de mi casa al trabajo, tomaba casi a diario
numerosas fotografas relacionadas con la crisis de diciembre de 2001. En esos
aos viva en el barrio de San Nicols y trabajaba en mi profesin de DiseadoraGrfica y de Imagen y Sonido en el barrio de Montserrat, pleno centro porteo.
En total, recorra unas treinta cuadras y, sin darme cuenta, llegu a coleccionarms de cien fotografas.
Caminaba esas cuadras por necesidad, pero tambin por placer. Por un lado, sicaminaba, me salvaba de quedar atrapada en el colectivo ante un sorpresivo corte
de trnsito causado por los piqueteros. Por otro, al desplazarme a pie, observaba
la ciudad con ms detenimiento, incluso podra decir que jugaba a espiarla con micmara de fotos. Y as fue como, da tras da, ese camino pautado por mi rutina
cobraba protagonismo y me llevara a conocer costados de la crisis que hasta
entonces ignoraba.Su recorrida implicaba atravesar el corazn poltico y financiero de la ciudad
y de la Argentina, el lugar donde haban sucedido los hechos mssignificativos y violentos de diciembre de 2001... el sitio donde stos an
resonaban. As, al ir y al volver de mi trabajo, transitaba por la avenida PresidenteJulio Argentino Roca la famosa Diagonal Sur, que histricamente recibe las
manifestaciones que se dirigen desde el sur hacia la Casa de Gobierno, por laPlaza de Mayo donde estn la Casa Rosada, la Catedral y el Cabildo y por la
calle peatonal Florida y sus alrededores donde se concentran las casas matrices
de bancos como el Boston, el HSBC, el Citibank y el Nacin, entre otros. En
ocasiones, tambin incursionaba en la Plaza del Congreso.La mayora de las instituciones y monumentos emblemticos que se alzaban en
aquel trayecto, inclusive las paredes aledaas, mostraban signos de ataques. Las
intervenciones estaban al orden del da, aunque no viera cundo la gente las
realizaba. Por mi parte, reconstrua lo sucedido, a partir de su lectura, como si setratasen de huellas grficas. Si bien stas divulgaban mensajes de toda ndole, yo
slo registraba aquellas intervenciones que me llamaban la atencin, esto es,
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01. PasajesMara Laura Nieto
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aquellas relacionadas en forma directa o indirecta con la crisis [1]. De este modo, sucontemplacin cotidiana me supuso seguir el ritmo de los acontecimientos a travs
de una mirada grfica.
El ingenio de la bronca
Paralelamente a la proliferacin de intervenciones, la crisis revelaba unasuperposicin de diversos actores sociales que interactuaban sobre el espacio pblico.
As pues, ciudadanos particulares, ahorristas [2], asambleas barriales, cartoneros,piqueteros o grupos polticos ocupaban el centro de la escena social. De hecho, no
era raro que una maana cualquiera me encontrara con muchos de ellos.En general vea a los piqueteros y a los batallones de cartoneros trabajando en
la entonces incipiente industria del reciclado de desechos. Tambin sola pasar
cerca de algn grupo de ahorristas, armado con cacerolas frente a la puerta de unou otro banco. Incluso encontraba asambleas barriales. Nunca encontr, sin
embargo, a alguien que estuviera pintando las paredes o poniendo un cartel.De quienes realizaban estas acciones, slo conoca las marcas impersonales que
dejaban en la ciudad. Actuaban sobre los espacios pblicos de forma annima y
utilizaban recursos simples como pintura, estncil o afiches. Gracias a lainmediatez de uso que permiten esos elementos, estas personas o grupos dejaban
gilmente marcas en la ciudad; marcas que con sus mensajes manifestaban juiciosde valor referidos al momento social, poltico y econmico que vivamos. De forma
abierta y frontal, hablaban sobre aquellas preocupaciones comunes que los diarios,la televisin o la radio no recogan. Con todo, las intervenciones hacan pblico un
sentimiento privado que parta de un trauma compartido, provocado por la
devaluacin, el corralitoy el descreimiento en las instituciones gubernamentales.De esta suerte, en las diversas formas de protesta, quedaba simbolizada la
capacidad de los ciudadanos para expresar con ingenio la bronca que generaba lacrisis. En la amalgama coexistan intervenciones agudas Deje de sufrir (piense)
o la invitacin a crear el Da Nacional de la Estafa, con otras descriptivas, comola pintada en el banco HSBC: polticos traidores a la patria, u otras de carcter
conmemorativo, por ejemplo, los cambios de nombre de las calles donde cayeron
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piquete de ojo
[1] La prctica de escribir o pintar en las paredes es mucho ms antigua y compleja que la que se circuns-
cribe a la crisis; sin embargo, me interesa centrarme en los cambios visuales que sucedieron en la ciu-dad durante esa poca. La mayora de las intervenciones que recupero corresponden al perodo encuestin; de todos modos, unas pocas las de carcter ms general puede que fueran anteriores.
[2] Vocablo que surgi para denominar a los ciudadanos damnificados por el corralito y la pesificacin,cuya forma de protesta era conjunta. Es interesante notar cmo la crisis provoca la aparicin de nue-vos trminos para nombrar situaciones o actores sociales que hasta entonces no existan. Corralito esel nombre popular que recibi la medida que restringa la extraccin de dinero en efectivo de cuentascorrientes y de cajas de ahorro. La orden el gobierno de Fernando de la Ra y los bancos la imple-mentaron en diciembre de 2001. Pesificacin es el nombre que se dio a la transformacin en pesos delos depsitos que estaban expresados en dlares estadounidenses u otras monedas extranjeras.Hasta ese entonces un dlar equivala a un peso, pero como consecuencia de la devaluacin abruptase estableci una nueva relacin: un dlar equivala a cuatro pesos.
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las vctimas de diciembre de 2001. Al enfrentarme con ellas, me surga una duda:cunto haba de premeditado y cunto de espontneo en la produccin de
aquellas intervenciones?Las inscripciones realizadas con aerosol rojo sobre las paredes de los bancos, que
exclamaban bancos chorros, Nunca + Bancos/Roban!, pingino ladrn o las
manchas de pintura, tambin roja, que aparecan en los monumentos, lucanespontneas en su implementacin. En otras intervenciones, se notaba a simple vista
una labor planificada y sistemtica. ste era el caso de los carteles de la avenidaIndependencia, que informaban, por efecto de la pintura negra sobre la primera
slaba, que estbamos en la avenida Dependencia. Asimismo lo eran las repetidasplacas instaladas sobre las veredas, recordando a las vctimas de diciembre de 2001.
Pese a la aparente disparidad del conjunto, las intervenciones tenan algo en
comn: actuaban como una respuesta desesperada frente a la impotencia queprovocaba la crisis. Con el avance de los das, impriman en la ciudad una nueva
esttica de representacin de la disconformidad y la impotencia. Se caracterizabanpor una doble destinacin: por un lado, hacia las instituciones que ejercan el
poder; por otro, hacia los ciudadanos.En el primer caso, la destinacin estaba habitualmente teida de violencia. De
hecho, eran usuales insultos del tipo Chorros y asesinos, Polticos traidores a la
patria o reclamos imperativos como Devuelvan la plata. Prontamente, losbancos blindaron sus fachadas y se convirtieron en fortalezas impenetrables, como
si esperasen el asedio de los brbaros. Por lo dems, continuaban con el trabajo desilenciar todo rastro de disconformidad: borraban minuciosamente da a da las
intervenciones. Con ello, la nueva poltica segua su curso y las consignas no
reciban respuestas.A pesar de la insistencia, en el segundo caso, los ciudadanos tampoco nos
apropibamos totalmente de las consignas. Nunca terminaba de haber un ida yvuelta. Cada cual pareca atender a sus preocupaciones, aunque muchas
intervenciones expresaban cuestiones compartidas. En mi caso, su superposicinme despertaba asombro, admiracin, desconcierto. Adverta en ellas un anhelo por
extenderse hacia los dems. Estaban all para hacer partcipes de sus consignas a
los ciudadanos. Buscaban cmplices... y en m hallaron uno.
La cmara: el arma ideal de la conciencia
Colabor con las intervenciones, s, pero no en su produccin; particip como
espectadora. Las lea como piezas de diseo grfico espontneas que comunicaban
preocupaciones comunes, sin instituciones de por medio, sin encargos pautadospor un estudio de mercado. Mi reaccin inmediata, ante la fascinacin por
retenerlas, fue fotografiarlas. Con ello, tal vez, me involucraba tambin en esarespuesta desesperada frente a la impotencia que provocaba la crisis.
Las registr con una cmara digital que caba cmodamente en mi cartera yresultaba fcil de manipular: en cuestin de segundos capturaba la escena
pasajes
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deseada. Aquello que experimentaba quedaba fijo en imgenes fragmentadas porel encuadre que elega. Al cabo de dos aos, tena en mi computadora alrededor
de cien fotografas.Cada tanto las revisaba Algunas me gustaban ms, otras me sorprendan. En
ciertos casos me preguntaba por su significado o por quines habran sido sus
autores. Cada vez que miraba una foto, me surgan nuevos interrogantes: qualcance tenan estas intervenciones?, qu efectos podan causar?, quedaran
olvidadas cuando inevitablemente el paso del tiempo las borrara?
En busca de una interpretacin
Las fotografas no conservan significado por s mismas, pues slo reproducen
las apariencias del acontecimiento al que refieren. La atribucin de un sentido slo
es posible mediante un proceso de comprensin. Por ello, lo que al comienzosurgi como un juego y un acto impulsivo incluso desesperado desemboc en
una bsqueda por su interpretacin. Fue as que en marzo de 2005 me incorpor alproyecto Las representaciones grficas y multimediales de la crisis (Argentina 2001-
2003). Transformaciones en la visibilidad. Esto me permiti reflexionar junto conun grupo de investigadores sobre mis fotografas [3].
El primer paso consisti en hallarles un sentido que las cohesionara. Comenc a
pensarlas sobre la base de conceptos como documentacin, testimonioy memoria.Entonces, aquellas imgenes atomizadas de mi trayecto privado detenidas en el
tiempo y aisladas del espacio donde se originaron comenzaron a construir, en suconjunto y a la distancia, un relato de mi identidad y, adems, por tratarse
tambin de una experiencia pblica, un relato de una identidad colectiva.
La idea del proyecto fue la siguiente:
Ciertas intervenciones grficas aparecidas en la ciudad a partir de la crisis de
2001 evidencian un espritu social compartido. Con su retrica discursiva hablan
por y para la sociedad en que se manifiestan, ya que le pertenecen. Expresan opi-
niones sin filtros empresariales ni institucionales; son voces ntimas que se hacen
pblicas. De este modo, crean una grfica urbana en la que a partir de un acto
individual exponen un espritu colectivo. All es donde reside su importancia:
construyen un imaginario social de la crisis. No perder esas intervenciones es no
perder la memoria. La fotografa, por sus caractersticas, es la herramienta quepermite fijarlas en el tiempo y otorgarles un valor testimonial
Con esta idea en mente, las orden y establec un recorrido de interpretacin.Clasifiqu las fotografas en base a la significacin que atribua a las intervenciones
retratadas. Finalmente plante cuatro categoras principales, a saber: escraches,
recordatorios, graffitisy personajes [4].
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piquete de ojo
[3] Trabaj en todo el desarrollo con la coordinacin de Paula Siganevich, codirectora del Proyecto.
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Escraches
Bajo esta denominacin agrup las intervenciones que presuponan acciones
directas sobre un blanco deliberado. Intervenciones que apuntaban a un objetivo claro
y que marcaban el espacio de la entidad a la cual iba dirigida la accin. Implicaban unadeterminada posicin poltica, asociada a un acto de denuncia. De acuerdo a su blanco,
establec tres subgrupos: escarches a Bancos, a Monumentosy Centros de detencin [ 5].
Bancos
pasajes
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[4] En esta instancia, el libro Contra la paredde Claudia Kosak, me ayud a esclarecer algunas ideas y
me sirvi como gua para ordenar el material. Tomo de all el trmino graffitiscomo palabra estanda-rizada para denominar las inscripciones en las paredes. Graffitidice Kosak es una palabra italia-na utilizada internacionalmente, en cambio, graffitis se refiere a el uso corriente y extendido en lacalle que en nuestro pas no respeta la relacin gramatical de nmero del original italiano ni laestandarizacin en una nica variante para singular y plural por una cuestin de uso que, de todosmodos, en este momento es bastante variable.
[5] Aunque este ltimo sitio no form parte de mis recorridos habituales, lo inclu debido a que tom lafotografa durante el mismo perodo que las anteriores y considero que su aporte al trabajo de anli-sis es relevante.
Los atacantes de los bancos conformaban el grupo ms identificable: los
ahorristas. Como coment antes, utilizaban un lenguaje literal: Anulacin Dcto.
214/02, Ladrones, Chorros y asesinos. En ciertas ocasiones, no slo diriganlos reclamos hacia los bancos, sino tambin a las instituciones polticas, origen de
las leyes que reglamentaron el nuevo orden. Por ejemplo, la leyenda Senadores ydiputados traidores a la patria atribuye a las dos instituciones el mismo sentido:
responsabilidad sobre los hechos.
fig. 1
Pared lateral delBanco Boston,sucursal en Floriday Av. Roque Saenz Pea(Diagonal Norte).
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fig. 2
Puerta principal delBanco Boston (misma
sucursal de la fig. 1).Durante la crisis estapuerta permanecacerrada. Se ingresabaal banco a travs deotra puerta lateral.
fig. 3
Lloyds Bank.Sucursal Florida yTte. Gral Pern.
fig. 4
Citibank.
Sucursal Florida yBartolom Mitre.
fig. 5
Banco de la NacinArgentina.Sucursal Florida yBartolom Mitre.
fig. 6
Banco HSBC.Sucursal Floriday Tte. Gral Pern.
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fig. 7
Cartel sobre unapuerta del BancoHSBC, en la mismasucursal que la fig. 6.
[6] Para ampliar la informacin sobre los valores que subyacen al monumento a Roca desde una miradacontrahegemnica es interesante consultar el artculo de Osvaldo Bayer, publicado en el diarioPgina/12 el 5 de julio de 2004, referido al conflicto entre Benetton y los aborgenes en la Patagoniaargentina. http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-36300-2004-06-05.html. Existe, incluso,otro monumento a Roca en el Centro Cvico de la ciudad de Bariloche (Provincia de Ro Negro), tam-bin blanco de ataques.
7
Monumentos
A primera vista, en el monumento a Julio A. Roca, no era tan simple identificar a
los productores de las intervenciones; las haba de todo tipo. En cualquier caso, stas
siempre recuperaban con sus mensajes otra memoria; de hecho, la zona donde seencuentra fue histricamente centro de ataques cuestin que se radicaliz
durante la crisis debido a los valores que este monumento promueve [6].Las manchas de pintura roja que se expanden sobre la fachada, la espada y el
caballo simbolizan por medio de una operacin retrica, la metfora la sangre
derramada escondida detrs del discurso triunfalista que sugiere el monumento.sta y el cambio de nombre a la avenida Julio Argentino Roca ahora denominada
Pueblos Originarios son las intervenciones que todava subsisten. Otra, esta vezmucho ms efmera, representa las cuatro medallas que condecoran al monumento:
Ejrcito Argentino, Repsol, Benetton, Sociedad Rural Argentina. En formaimplcita, extiende hasta estas instituciones los valores que se le atribuyen a Roca.
Siguiendo con las crticas, un graffiti expone en tono irnico Es mejor un mayo
francs que un Julio Argentino. El sentido opera en la contraposicin de losvalores de mayo de 1968 a la llamada Conquista del Desierto, implementada por
el propio Roca. Juega en forma potica con el lenguaje, pues relaciona el Mayofrancs con los nombres de Roca, que en otra acepcin indican una fecha y un
lugar: julio, en la Argentina. Del mismo modo, la equiparacin Roca=Videla
establece un nexo entre el genocidio que Roca llev a cabo en su Conquista con elque Videla perpetr durante la ltima dictadura militar.
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fig. 8, 9, 10 y 11
Monumento a Roca.Av. Presidente JulioArgentino Roca yAdolfo Alsina.8
Finalmente, en el monumento a Cristforo Colombo y en la Catedral ambos seencuentran alrededor de Plaza de Mayo y a pocos metros de distancia, las manchas
de pintura roja representan la sangre. Al igual que en el ejemplo de Roca, el objetivo
es sacar a la luz el revs de la historia: la colonizacin y la evangelizacin americanas,con su cota de sometimiento, entraaron la aniquilacin de las culturas locales.
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fig. 12
Fachada deLa Catedral.
fig. 13
Monumento aCristforo Colombo.
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Centros de detencin. Caso El Olimpo [7]
Al pasar por El Olimpo registr una intervencin sobre una pared. Por un lado,
deca Fuera la Yuta; por otro, Olimpo: ex centro clandestino de detencin, con
el agregado del dibujo de una cucaracha y la leyenda Ellos son la seguridad. Elmensaje es manifiesto: quienes formaron parte en la detencin, tortura y
desaparicin de personas en la postrera dictadura estn actualmente reinsertadosen las estructuras de seguridad.
La declaracin coincida con la informacin que encontr al leer acerca de loshechos que provocaron las muertes de diciembre de 2001. Parte de ellos los
resumo en Recordatorios.
[7] Galpn ubicado en la calle Lacarra y Ramn L. Falcn de la Ciudad de Buenos Aires que funcioncomo centro de detencin y tortura durante la ltima dictadura y que, con el advenimiento de lademocracia, alberg a la Divisin de Automotores de la Polica Federal. En el 2004 sta se traslad yse firm un acuerdo con el fin de preservar El Olimpo como memoria. Para mayor informacin, serecomienda la consulta de http://www.clarin.com/diario/2004/10/05/elpais/p-00901.htm.
Recordatorios
Aqu consider las intervenciones realizadas en memoria de Gustavo Benedetto,Diego Lamagna, Gastn Riva, Carlos Petete Almirn.
La primera que tuve en cuenta fue el cambio de nombre a la calle Chacabuco,justo en la interseccin con la avenida Belgrano. En el cartel, con estncil, haban
tapado cuidadosamente Chacabuco, de manera que ahora deca Gustavo Benedetto.Al verlo me pregunt de inmediato: quin es Gustavo Benedetto? No lo saba.Encontr la respuesta en Internet: una de las vctimas de diciembre de 2001.
Entonces comprend no solamente esta intervencin, sino otras que descubr con
fig. 14
El Olimpo.Lacarra yRamn L. Falcn. 14
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[8] Ms all de la zona geogrfica donde me mova, esto es, la Ciudad de Buenos Aires, hubo ms muer-tos a lo largo y ancho del pas. En la provincia de Santa Fe se produjo el mayor nmero de vctimas:nueve en total (seis en la ciudad de Rosario, dos en la ciudad de Villa Gobernador Glvez y 1en la ciu-dad de Santa Fe). Fuente: http://www.lafogata.org/05arg/arg12/arg_21-2.htm
[9] Para ms informacin sobre las causas abiertas pueden verse los siguientes sitios webs:http://www.argenpress.info/nota.asp?num=017171,http://www.lavaca.org/seccion/actualidad/1/1266.shtml, http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-55142-2005-08-16.html.
[10] http://www.lavaca.org
posterioridad. A partir de ese momento, sent la necesidad de conocer quineseran esos chicos, qu haba sucedido, por qu [8].
En el sitio web www.lavaca.org creado por un grupo de periodistas a finales de2001, ante la necesidad de relatar los sucesos que ocurran encontr bastante
informacin, que luego ampli con otros medios. Le sobre sus historias, sobre los
cinco puntos de la ciudad que fueron intervenidos por el GAC (Grupo de ArteCallejero) junto con los familiares de las vctimas y sobre las causas judiciales
abiertas. Despus de ponerme al tanto, me sorprendieron dos cuestiones queatravesaban el tema: por un lado, la mayora de las vctimas fueron jvenes,
trabajadores, que promediaban 25 aos, y, por otro, que algunas de las personasencargadas de dirigir los grupos de seguridad, quienes dieron la orden de disparar
contra los manifestantes, estaban relacionadas con la ltima dictadura militar [9].
El caso de Gustavo Benedetto funciona a modo de ejemplo. Segn lareconstruccin judicial, Benedetto falleci tras recibir el impacto de una bala de
plomo disparada por uno de los guardias de seguridad del Banco HSBC. La sucursalestaba situada en avenida de Mayo y Chacabuco. Despus de varios escraches, la
cerraron. Frente a la puerta del banco, su familia instal dos placas en su memoria.La primera, deshecha, con un texto que indicaba: esta placa fue destruida por la
polica el 21/11/02 a las 3 hs.. La segunda, vuelta a hacer, estaba colocada a su lado.
Ms all de las acusaciones, me parece interesante reproducir parte de unacrnica publicada en la web La vaca que reconstruye el panorama de la crisis a
partir de la experiencia sufrida por Benedetto:
Ese ltimo da, Gustavo se present a trabajar a las siete de la maana, pero la
amenaza de los saqueos oblig al supermercado a cerrar. Preocupado por lasuerte del local, regres al medioda y comprob el desastre: las persianas y los
vidrios estaban rotos, las gndolas vacas, los destrozos desparramados por
todos lados. Impotente, Gustavo decidi ir a Plaza de Mayo a protestar. Intent
convencer a varios amigos para que lo acompaaran, pero ninguno estaba dis-
ponible. Su determinacin o indignacin tiene esa dimensin: un muchacho que
siempre estaba acompaado, escoltado por su barra de amigos, sube solo al
colectivo nmero 126, viaja durante una hora y media y desciende cien metros
antes de toparse con una bala. Gustavo cay en Avenida de Mayo al 600, delan-
te de las cmaras, frente a los ojos de su mam y su hermana. Las dos lo vieron
morir por televisin, once das antes de poder festejarle el cumpleaos nmero
24, mientras escuchaban que alguien gritaba: estn tirando desde adentro [10].
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fig. 15
Bernardo de Irigoyeny Av. Belgrano.
fig. 16
Tacuar yAv. Belgrano.
fig. 17
Chacabuco yAv. Belgrano.
fig. 18
Ex sucursaldel banco HSBC.Fue cerrada luegode los escraches.
Av. de Mayo yChacabuco.
fig. 19
Placa sobre lavereda frente ala ex-sucursaldel Banco HSBC(fig. 18).
fig. 20
Placa instaladaal lado de la anterior.
fig. 21 y 22
Afiche y placassobre la vereda.Bernardo de Irigoyen(Av. 9 de Julio) eHiplito Irigoyen.
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En este apartado, las intervenciones son ms heterogneas. Cada una propone
un mensaje propio. Sin embargo, en su conjunto, adquieren cohesin: atraviesantangencialmente los sentidos latentes en la ciudad y enlazan los acontecimientos
de la crisis con otros momentos histricos. La razn de su heterogeneidad esatribuible al hecho de que, en aquel momento, registraba los graffitisquereflejaban incomodidades, aun cuando no tuvieran que ver exclusivamente con la
coyuntura, sino que se cruzaban con ella a travs de otra memoria histrica. Porejemplo, el estncil en los alrededores de la Catedral que dice Sonre, Dios te
ama, acompaado con una reproduccin en alto contraste de un nio desnutrido,o aquel que est sobre el piso de la Plaza de Mayo y expresa Juicio y castigo al
lado de una gorra militar.
Los graffitisque fotografi son bastante diversos tanto en sus formas como en
sus consignas. Algunos remiten a tcnicas de produccin grficas biendiferenciadas. Por un lado, espontneas, escrituras realizadas en forma rpida conaerosol; por otro, planificadas, afiches o estnciles. Dicha diferenciacin presupone
tambin grupos de accin diferenciados: unos, ciudadanos que no utilizan recursos
propios de las bellas artes y el diseo grfico y que escriben, por ejemplo, Deje desufrir (piense); otros, que hacen uso de ellos y disean afiches como Mujer
Colonizada o Seguimos siendo blanco de.Este ltimo caso me pareci particular porque muestra la imagen de una familia
tipo padre, madre, hijo e hija como si fuese el blanco, la clula bsica, donde van
Graffitis
fig. 23
Carteles colgados
del semforo yestnciles sobrela vereda.Bernardo de Irigoyen(Av. 9 de Julio) eHiplito Irigoyen. 23
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dirigidas y donde repercuten las decisiones polticas. Invita a su espectador a
seguir la frase Seguimos siendo blanco dey con ello lo convierte a su vez enproductor y blanco, debido al uso de la tercera persona del plural. De esta forma,
al continuar la frase, los lectores/productores manifiestan cules son los temassociales que nos dominan mediante su accionar sobre la familia: el consumo, la
ignorancia, el reformismo, la comida chatarra, la iglesia
Como contrapartida del caso anterior, aparecen graffitisliterales que describen unestado de cosas o simplemente dan una opinin. Generalmente son formulados por
una aseveracin del tipo El genocidio econmico sigue impune o una negacin alestilo No al ALCA, sin olvidar ejemplos como el cambio de nombre a la calle
Libertad por Libertad de Protesta o la intertextualidad en el caso de Los yanquisen Irak NO PASARAN!!! con una pintada clsica de la insurgencia: No pasarn!.
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fig. 24
Graffiti sobre unapared del Cabildo.
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fig. 25Afiche pegado sobreuna cortina en losalrededores dePlaza de Mayo.
fig. 26
Afiche pegadosobre una pareden Viamonte y9 de Julio.
fig. 27
Libertad y Tucumn.
fig. 28
Av. Independenciaal 600.
fig. 29
Plaza Congreso.Av. Entre Ros yRivadavia.
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Plaza de Mayo,graffitis sobre el piso.
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Personajes
sta es una seleccin de fotografas en la que pueden verse ciudadanos que
cruzaba en mi trayecto y a quienes inclu para contextualizar las intervenciones.Las imgenes muestran a cartoneros, vendedores ambulantes y personas
caminando, ensimismados todos en sus tareas cotidianas, frente a los bancos
blindados y escrachados. No cuento con imgenes del momento decisivo, de laplena accin de quienes intervenan las paredes o los monumentos, puesto que
nunca me cruc con ellos.
fig. 31
Graffiti sobre unapared enEstados Unidosy Salta.
fig. 32
Graffiti sobre unapared en losalrededores delCongreso.
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fig. 33Av 9 de Julio yAv. Independencia.
fig. 34
Av. Independenciaal 600.
fig. 35
Puerta principal delBanco Boston.Florida y Av. RoqueSaenz Pea.
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fig. 36 y 37
Pared lateral delBanco Boston,sucursal Florida yAv. Roque Saenz Pea.
fig. 38
Puerta principal delBanco Citibank.
Sucursal Florida yBartolom Mitre.
fig. 39
Av. 9 de Julio yAv. Independencia.
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Despus de todo
La crisis, con su cuota de disconformidad, moviliz a muchas personas aaccionar sobre el espacio pblico con el deseo de modificar un estado de cosas. Las
intervenciones grficas, por su parte, imprimieron un cambio en el aspecto de la
ciudad, y muchas de ellas desplegaron una fuerte crtica social al orden
establecido. Qu ha quedado de todo aquello?Ya no camino todos los das por el mismo trayecto, pero tampoco, cuando lo
hago casualmente, veo las intervenciones que registr. La mayora fueron
rpidamente eliminadas con el afn de reestablecer el orden, salvo muy pocasque an sobreviven, como el cambio de nombre a la Avenida Julio A. Roca o las
manchas rojas ya desteidas por el sol en el monumento a Cristforo
Colombo. En todo caso, los monumentos de la Plaza del Congreso estn enrestauracin, limpios y cercados con rejas; las fachadas de los bancos no tienen
intervenciones ni tampoco estn blindadas.Despus de todo las heridas van cicatrizando y todo parece hallar su propio
curso. Ciertos grupos productores de las intervenciones se han vuelto colectivos de
diseo conocidos. Otros, que no han perdurado, fueron annimos y coyunturales.Por lo dems, la publicidad y la cultura de consumo rpidamente asimilan las
crticas. Retoman la simbologa de las intervenciones para ofrecer productostrasgresores o marginales; tambin, emplean frases publicitarias que
recuerdan aquellos tiempos: Te vamos a dar la oportunidad que no te dio lacrisis. Ni nadie. As, a simple vista, el aspecto de la ciudad vuelve a transformarse
lentamente y la aceptacin acaba por ser la principal aliada del nuevo orden.
Diciembre de 2006
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Bibliografa
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Kozak, Claudia (2004). Contra la pared. Buenos Aires: Libros del Rojas.
Barthes, Roland (1986). Lo obvio y lo obtuso. Espaa: Paids Comunicacin
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Ramrez, Sergio / Cabezas, Omar / Tllez, Dora Mara (1984). La insurreccin de lasparedes. Nicaragua: Editorial Nueva.
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Frente a la crisis de autoridad y representacin poltica que vivi la Ar-gentina en 2001, empezaron a desdibujarse aquellas imgenes reguladoras del
poder social. En los nuevos espacios toda imagen del gobierno, todo signo delpoder econmico, comenz a rechazarse; toda insinuacin de conos partidarios
fue considerada indeseable. No obstante, la necesidad de representar yrepresentarse subsisti. En ese contexto, y frente a la suspensin del espacio
hegemnico, distintas iniciativas ciudadanas convergieron en experiencias
novedosas de socializacinDe las mltiples reconfiguraciones sociales acontecidas, nos interesa centrarnos
en un caso paradigmtico: el de Elosa Cartonera. Este emprendimiento sepresenta a s mismo como constructor de nuevas formas visuales impugnadoras de
los modos tradicionales de ver.
La indagacin sobre esta nueva visualidad requiere un estudio acerca del poder
de las imgenes como transformadoras de los roles identitarios. Despus de todo,nuestra sociedad ha visto debilitarse paulatinamente las articulaciones de grupos eindividuos, en relacin con representaciones y esquemas cognitivos que se crean
reales o naturales.Sin abandonar las productivas nociones de hegemona y bloque histrico
(Gramsci,1948), es necesario repensar los modos en que los agentes sociales
invisten de sentido a su accin en contextos de crisis. En este aspecto, creemos queimagen e identidad estn vitalmente conectadas.
Dentro de este marco de interrogaciones, el presente trabajo intenta reflexionarsobre las propuestas de Elosa Cartonera, con el objetivo de investigar ciertas
dinmicas que podran ser pensadas como respuestas contrahegemnicas al
sistema poltico y sociocultural vigente.Elosa Cartonera es un proyecto artstico, social y comunitario, que comenz a
trabajar en agosto de 2003, en el barrio porteo de Almagro. Tiene su sede en unacartonera llamada No hay cuchillo sin Rosas. En sus propias palabras, el colectivo se
define como un espacio donde cartoneros cruzan ideas con artistas y escritores. Atravs de su sitio web, enuncia la bsqueda de una esttica propia, desprejuiciada
de los orgenes de cada participante, intentando provocar un mutuo aprendizaje.
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02. Elosa Cartonera,la subversin suave ante la crisisNicols Pinkus y Gustavo Lpez
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Tal dinmica social y educativa se construye fundamentalmente alrededor de unemprendimiento central: su singular editorial, donde se editan libros con tapas de
cartn comprado a cartoneros en la va pblica, pintados por chicos que dejan deser cartoneros cuando trabajan en el proyecto [1].
Mucho ms que librosDe ms est decirlo, Elosa Cartonera (EC) no se limita a la exterioridad del
libro. Su poltica editorial es explcita y demuestra un posicionamiento ideolgicopreciso y definido, a saber: en primer lugar, la publicacin exclusiva de autores
latinoamericanos, quienes ceden sus derechos sobre textos inditos [2]; luego, unaseleccin de escritos reivindicatoria de la literatura border y vanguardista, con el
compromiso de jvenes escritores no legitimados por el mercado ni por el canon
literario ms la aparicin de figuras consagradas como Csar Aira y Arturo Carreray finalmente, la fuerte presencia de escritura potica, inusual en el mercado
literario formal.En cuanto a sus caractersticas productivas, la editorial no est tecnologizada; de
hecho, ni siquiera cuenta con equipamiento industrial de impresin. Los ingresos
por la venta de los libros se reinvierten en el mantenimiento del proyecto. Loslibros son realizados artesanalmente por chicos cartoneros, quienes encuadernan e
ilustran las tapas de cada ejemplar.Ms all del inters cultural del proyecto, sus responsables advierten sobre su
dimensin comunitaria. En primer lugar, la produccin bibliogrfica tiene comoinsumo principal el cartn, que es comprado a los cartoneros a un precio muy
superior al que pagan las cartoneras tradicionales: $ 1,50 contra $ 0,30, segn los
clculos de EC. En segundo lugar, cada chico recibe $ 3 por hora por el armado y laencuadernacin, generando una alternativa favorable de trabajo.
En suma, las propuestas de EC son originales. Ahora bien, pueden ser pensadascomo impugnadoras del statu quoy artfices de nuevas modalidades laborales,
productivas y esttico-visuales? En primera instancia, el rastreo de lo
contrahegemnico en una pequea editorial parece extrao, ya que no es elhabitual tipo de escenario citado al hablar de contrahegemona. De hecho, hay
otras prcticas que parecen constituirse como aquellas ms propias y genricas dela lucha contra el poder hegemnico: suelen ser imgenes pertenecientes al campo
poltico y contienen una especfica coreografa de movimientos, un uso de laespacialidad urbana y una discursividad tambin propia.
Como representacin social, existe un imaginario que clasifica cierta clase de
acciones, cierta dinmica y modalidades del decir como instanciascontrahegemnicas o, al menos, interpeladoras del poder vigente. Entre tal
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[1] Todas las referencias fueron citadas del sitio web oficial: www.eloisacartonera.com.ar[2] Se trata de autores argentinos, brasileos, uruguayos y chilenos, aunque el catlogo incluye tambin
escritores de Costa Rica, Per y Colombia.
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repertorio, podemos situar un entramado semitico de accin, espacialidad ydiscurso icnico-verbal. En otras pocas, este proceso se manifest claramente: las
Madres de Plaza de Mayo lograron visibilidad social por su presencia en dichoespacio, haciendo del mismo un teatro poltico de la identidad. Con esa
apropiacin espacial y esa ritualidad coreogrfica, consiguieron imponerse en la
agenda poltica argentina, a tal punto que hoy es imposible imaginar dicho lugarsin representarlo en virtud de esa prctica. Ciertos territorios y actores se han
convertido en escenas cotidianas de la lucha contra el poder y actualmente sonfactores con visibilidad histrica para los ciudadanos.
Estos factores de poder, que reconocemos como vlidos y existentes, fueronfruto de una maduracin, por as decirlo, de un proceso de gestacin. En la
actualidad, no podra haber Madres del Dolor sin la subsistencia de un
enunciado previo que hubiese estabilizado la articulacin del mbito familiarcon la protesta poltica. Sin embargo, en el momento del nacimiento de la
agrupacin, no era posible anticipar el carcter contrahegemnico de esa nuevamodalidad. En resumidas cuentas, esto es lo que queremos resaltar aqu: los
procesos contrahegemnicos nacen en los intersticios de lo social y se corporizanen formas no anticipables.
De acuerdo con nuestro horizonte epistemolgico, es Elosa Cartonera un
emergente del proceso de aparicin de lo contrahegemnico? Si bien hayelementos que habilitan una respuesta alternativa, es pertinente una revisin con
mayor grado de sistematicidad. A primera vista, pueden esbozarse dos hiptesis:por un lado, EC genera un nuevo tipo de representacin de los actores sociales en
un contexto de crisis, especialmente de los cartoneros y por el otro, EC tiende
hacia la negacin de la normativa de intercambios basados en lo monetario y en lamercantilizacin de las relaciones sociales y, por consiguiente, redunda en la
redefinicin de la poltica de uso de los espacios urbanos.En consideracin de lo anterior, EC parece generar un quiebre con el
consenso expresado por ciertas representaciones sociales. Al respecto, Abric(2001) revela la importancia de concebir toda prctica social desde una teora de
las representaciones sociales, ya que stas regulan nuestra percepcin
intersubjetiva mediante el ejercicio de distintas funciones complementarias: unafuncin cognitiva, que permite entender y explicar la realidad; una funcin
identitaria, que define la identidad y salvaguarda la especificidad de los grupos;una funcin de orientacin, que conduce los comportamientos y las prcticas; y
una funcin justificadora, que autoriza una justificacin a posteriori de las
posturas y los comportamientos.Siguiendo esta lnea terica, es posible sealar que la representacin social del
cartonero es vista en forma ambigua, aunque reductible a dos construccionesfundamentales: como individuo doblemente excluido, tanto de la poltica como de
la cultura, que sin embargo conserva su dignidad al generar una actividadsingular de reciclado urbano y como una amenaza, una avanzada marginal en el
elosa cartonera, la subversin suave ante la crisis
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tejido urbano de la que hay que protegerse. No se discutirn aqu estas posturas,aun cuando quiera llamarse la atencin por algo que comparten: la absoluta
desvinculacin del mundo de la produccin.Ambas, la mirada humanista como la mirada criminalizadora, representan al
cartonero como una suerte de fantasma urbano que se lleva lo que la ciudad
desecha. El imaginario social no lo percibe como sujeto productivo sino comomarginal y parasitario. Esta representacin invisibiliza cualquier rasgo de los
cartoneros que no sea ledo desde esa creencia. As, los cartoneros coexisten jamsconviven con un nosotros de clase media urbana que los considera un ellos
frente a los que hay que compadecerse o protegerse. Un ellos nocturno, fantasmal,ajeno a la cultura y al trabajo productivo.
Sobre la reformulacin de las representaciones sociales de los cartoneros, EC
realiza una operacin identitaria restitutiva: sutura el desgarro socialmenteinstaurado entre los cartoneros y el mundo de la produccin. En su sitio web hay
varias fotografas de los cartoneros encuadernando y armando el arte de las tapas.En los encuadres, los podemos ver generando acciones productivas, colaborando
con otros en la produccin de objetos valorados simblicamente. De esta forma, lavinculacin de la identidad cartonera comienza a desafiar su natural
escenografa de residuo.
En toda sociedad existen imaginarios de acciones valorizadas y desvalorizadas.stas ltimas son confinadas espacial y temporalmente. Quizs el ejemplo de la
prostitucin sea claro al respecto. A las trabajadoras sexuales suele tolerrseles lacohabitacin urbana si aceptan, a cambio, su alejamiento espacial de los lugares
donde se realizan intercambios lcitos las prostitutas travestis finalmente
dejaron las transitadas calles de Palermo y se refugiaron en la zona de bosques dela ciudad y su alejamiento temporal, por medio del ejercicio de su oferta sexual en
horarios nocturnos, ya que el da est reservado para las acciones que por serlegtimas pueden hacerse a la vista de todos.
Desde esta perspectiva, el caso de los cartoneros es similar al recin descripto.Mayoritariamente, la recoleccin del papel se realiza de noche [3]y en silencio, sininteracciones con los vecinos de las zonas por las que circulan. Silencio y
nocturnidad son dos factores que invisibilizan eficazmente a cualquier actor social.Frente a esto, EC recupera sus nombres pueden leerse en el sitio web y los
convoca a un dilogo con artistas; y no un dilogo asimtrico, como se prefiguraen el discurso asistencialista, sino un dilogo donde se los considera sujetos
polticos y culturales que pueden ser co-creadores de nuevas estticas. Si esto se
logra o no, es una discusin pendiente. Pero es visible la provocacin al menoscomo gesto a las representaciones estigmatizadoras vigentes.
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[3] Sin duda, los horarios nocturnos del trabajo cartonero obedecen a cuestiones prcticas: disponibilidad
de recursos, disminucin del trnsito, cronograma horario de los camiones recolectores de residuos.
Igualmente, creemos que la tesis de la estigmatizacin puede seguir vigente y ser aplicable al caso.
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El reposicionamiento de los cartoneros en el imaginario social como productoresligados a una industria cultural es un hecho contrario al imaginario derivado del
poder hegemnico. A travs de su vinculacin al proyecto, los cartoneros asumenun nuevo tipo de visibilidad y protagonismo: son sujetos con identidad, con
nombre, asumen roles productivos y se asocian a una red de intercambios,
esbozando de esta manera una representacin legtima de s mismos.Esta visibilidad cobra ms fuerza aun por el hecho de que los hijos de los
cartoneros son contratados para pintar y dibujar la portada de cada ejemplar. Dehecho, no hay dos ejemplares iguales. Y este dato es significativo porque quiebra
un imaginario perpetuo y estructural, en el que el pobre est fatalmentedestinado a la miseria. En cuanto a esto, es bueno recordar que la reproduccin a
futuro de las creencias imaginarias es una condicin indispensable para que un
bloque hegemnico se perpete a travs del tiempo (Bourdieu, 1990).El efecto del reposicionamiento de la identidad cartonera en las redes de
sentido legitimadas socialmente el trabajo, la creatividad fuerza a la reflexin.Los individuos piensan lo que sus marcos cognitivos les permiten pensar e
imaginar. De este modo, la puesta en escena de nuevos roles de un mismo actorpermite revisar las creencias que se tenan sobre l.
En un sistema capitalista, los intercambios estn regulados por su conversin a
valor dinerario. Los objetos y las experiencias son traducidos a categoraseconmicas y adquieren la dinmica de bienes y servicios, es decir, un
comportamiento monetario que se fija como precio.Segn la ortodoxia econmica, la abrumadora mayora de objetos y
experiencias se compran y venden de acuerdo con un valor fijado por el equilibrio
entre la oferta y la demanda. Dicha dinmica, supuesta regulacin justa producidapor la mano invisible del mercado, est profundamente enraizada como una
verdad indiscutible, aun cuando la Argentina la haya visto alterada muchas veces.As lo prueban como ejemplo cercano todas las empresas privatizadas que se
han constituido como monopolios u oligopolios, valga la redundancia, sincompetencia alguna. Pese al testimonio histrico, el valor dinerario sigue siendo
una creencia efectiva al momento de comprender el valor de las cosas, dado que
nos resulta verdadero que se reclame un pago en moneda para intercambiarcualquier objeto o prestar un servicio.
Como esbozamos en un principio, EC genera vnculos que se basan enintercambios, pero sin atender a la ley de la oferta y la demanda. Cuando el
mercado determina que un kilo de cartn puede ser comprado a treinta centavos,
la editorial lo adquiere a un peso y medio, es decir, quintuplica su precio al tiempoque pone en evidencia la falacia de la fijacin de precios instaurada por el
capitalismo. Aqu el proyecto revela toda su intencionalidad social y comunitaria,pero tambin exhibe un gesto poltico de primer orden: se rige por una ley de
intercambio extraa al capitalismo. Y en ese gesto, radicaliza una actitud deenfrentamiento, no ya a la dominacin en s, sino a la lgica que la sustenta. Valor
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y dinero se desdoblan y dejan de operar como sinnimos. Comienzan a jugar comovariables de una relacin humana, de un intercambio de experiencias. As se
explica que escritores profesionales, esto es, autores que cobran derechos decorporaciones editoriales por sus textos, donen material indito al
emprendimiento, sin considerar el aspecto monetario. Estamos ante un hecho
irracional? Partiendo de la base de que toda accin est cimentada sobre algn tipode racionalidad, el fenmeno reporta un beneficio antes simblico que material
para los miembros de EC. Por eso hablamos de un intercambio con ganancias paraambas partes: la editorial consigue material sobre el cual basar su proyecto y los
autores se enriquecen moral, poltica y simblicamente.Evidentemente, la donacin sin rdito econmico es una conducta impropia del
dogma capitalista. Donar seala Derrida es instituir una lgica de gratuitad que
no persigue ni el lucro ni la maximizacin de ganancias (Caputo, 1997). Es un tipode intercambio ajeno a la lgica hegemnica capitalista, porque jerarquiza lo
simblico en lugar de lo material y lo monetario. Insertos en el proyecto de EC, losautores donan aquellos derechos que, en los carriles habituales del mercado,
podran reportarles regalas. Al actuar de esta forma, se pone en escena unareafirmacin del escritor apropindose de su obra, en una rearticulacin del campo
artstico con el social. En este proceso, la motivacin de los actores no es la
ganancia econmica y la racionalidad de las acciones no es monetaria. Por si fuerapoco, esta nueva dinmica de intercambios basada en motivaciones ticas y
comunitarias no se agota en la donacin del material literario: la editorial amplificaesa modalidad del hacer al ignorar la lgica de remuneraciones planteada
naturalmente por la oferta y la demanda: el precio est determinado por variables
humanitarias, cuyo fundamento est exento de las variables del mercado.Transversalmente, la definicin de los intercambios entre artistas, editores y
cartoneros, en torno a variables extraas a las que regulan la vida econmicacapitalista, revela una otredad contrahegemnica: la posibilidad de generar
proyectos sin atender a la lgica normal. De esta manera, en palabras de Derrida,emerge un mundo de posibilidades ineconmicas (Caputo, 1997); por supuesto,
ello no implica un mundo irracional, sino un abanico de posibilidades no
calculadas por el Estado ni por el bloque hegemnico que lo articula. Slo estoscontextos de impugnacin de los valores establecidos permiten deconstruir la
moralidad y lgica que organizan la experiencia individual y colectiva.Por todas estas razones, el emprendimiento EC emerge como un acto
verdaderamente poltico. Ms all de sus posibilidades de irradiarse, las acciones
generadas fuerzan necesariamente a la repolitizacin de la economa y la cultura.Por otra parte, la accin repolitizadora de EC tambin se verifica en el uso del
espacio que practica. Tanto en el espacio virtual como en el real, el proyectodeconstruye modalidades hegemnicas. En su sitio web, EC difunde su
manifiesto, en el que convergen lneas polticas y artsticas. Este ideario que
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busca nuevas estticas a travs del dilogo entre incluidos y excluidos ha logradodifundirse exhaustivamente por el ciberespacio y ha permitido solidificar el
proyecto. Actualmente, la propuesta se ha exportado al Per, donde ya hacomenzado a operar un proyecto similar, gestionado por artistas locales asesorados
por los miembros fundadores. Mientras se discute su implementacin en Mxico y
Alemania, tamaa espacialidad virtual ha permitido generar la difusin a nivelglobal de su ideario, cuya circulacin se verifica en muchos emprendimientos
surgidos durante diciembre de 2001.En el espacio real, EC tambin produce una innovacin trascendente: en pleno
barrio de Almagro, genera un espacio donde la cultura letrada conviveproductivamente con la cultura no letrada o excluida. Por cierto, no es frecuente
en la ciudad la posibilidad de compartir y negociar un espacio entre sectores
sociales tan distantes entre s. El proyecto es un espacio donde tambin se montanmuestras artsticas, permitiendo que quienes siempre estn imposibilitados del
consumo cultural de las artes plsticas puedan disfrutar de semejante experiencia.EC presenta varias aristas novedosas. En primera instancia, obliga a comprender
la crisis desde otro lugar. En medio de los relatos de decadencia y degradacin quecirculan en las pocas de turbulencia poltico-sociales, EC intenta organizar una
narrativa de construccin de lazos sociales diferente. Luego, genera una vinculacin
entre actores incluidos y excluidos en el sistema social, a partir de una cooperacinligada a las competencias y saberes propios que cada cual puede aportar.
Asimismo, el programa resulta interesante por vincular experiencias. Comopoetas, los fundadores son conocedores de la autogestin y de la necesidad del
emprendimiento propio, ya que casi ninguna editorial publica poesa. En sntesis,
los jvenes poetas argentinos no pueden esperar prcticamente nada del Estado nide las corporaciones editoriales. Habitualmente deben autofinanciar sus ediciones y
organizar sus propios eventos. Ese saber ligado a la autogestin cuajadecuadamente con las condiciones de posibilidad de la crisis argentina de 2001:
independencia poltica y econmica, generacin de decisiones propias y perspectivade las necesidades de quienes conviven en nuestras calles y en nuestro barrio.
Aunque es posible que no haya podido multiplicar su accin contrahegemnica
ni haya generado una nueva esttica, EC tampoco reprodujo en su dinmica loscriterios de la estructura de poder vigente. En todo caso, es mejor hablar de un
grupo que lider y lidera acciones que, aunque no resuelvan, tensionan ciertosparadigmas y ciertas representaciones sociales.
Elosa Cartonera puede ser vista como un caso de subversin suave (Guattari,
1996), una experiencia que no revoluciona ni revolucionar las estructuras socialespero que permite y permitir precaria pero visiblemente un levantamiento del
sentido. En palabras de Flix Guattari, una subversin suave, esosacontecimientos que erosionan el viejo ropaje discursivo y pragmtico de lo
hegemnico y permiten decir de otra manera, imaginar otras posibilidades, un
elosa cartonera, la subversin suave ante la crisis
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balbuceo no programtico pero fundante de nuevas realidades. Cada libro pintadoy cosido exhibe su rareza de cara a los criterios estticos y productivos habituales.
Cada libro es parte de un todo experiencial complejo, una metonimia de posiblesformas de organizacin social y cultural no corporativas ni tradicionales.
Hasta qu punto la subversin es suave y no dbil es difcil de medir. Eldiscurso hegemnico hace propio los contradiscursos y los incorpora,
fagocitndolos, convirtindolos en un exotismo, incorporando un animal extrao a
su zoolgico social.
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El discurso
hegemnico hace
propio los
contradiscursos y los
incorpora
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Bibliografa
Abric, Jean-Claude (2001). Prcticas sociales y representaciones. Mxico: EdicionesCoyoacn.
Bourdieu, Pierre (1990). Sociologa y cultura. Mxico: Grijalbo.
Caputo, John D. (1997). Deconstruction in a nutshell. A conversation with JacquesDerrida. Nueva York: Fordham University Press.
Guattari, Felix (1996). Soft Subversions. Semiotext(e). New York: s/f.
Gramsci, Antonio (1948). Introduccin al estudio de la filosofa y del materialismo his-trico. En: El materialismo histrico y la filosofa de Benedetto Croce (1975). Mxico:Juan Pablos Editor.
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Comprobbamos que lo grande poda hacerse pequeo. La calle Florida, orgu-
llo de la grandeza portea, por efecto de la decadencia social se haca mins-
cula. Los desheredados, obligados a vivir en la calle, hacan de Florida su casa
de un solo ambiente, sin divisin de paredes y tabiques, ni siquiera de biom-
bos, dorman ah y tambin coman, cagaban y pasaban el tiempo. Quizs de
ah provena la violencia: en la promiscuidad de vivir apilados, todas las gene-
raciones vueltas una, se magnificaba la lucha por el espacio vital
Yo era una chica moderna, Csar Aira, Interzona, Buenos Aires, 2004
Proyecto grfico y pobreza
En los das convulsos de diciembre de 2001, un proyecto grfico se hizo visibleen el espacio pblico de la ciudad capital: la revista Hecho en Buenos Aireshaba
aparecido unos meses antes pero durante esos das sus vendedores estaban entodas partes: recorriendo el centro, la zona de bancos, transitando los subtes. Elproyecto, con sus particularidades discursivas y un modo inusual de
comercializacin, logr que la gente pobre, la que est en condicin de calle,encontrara una contencin social [1].
Qu pasa con un proyecto grfico en pocas crticas, cuando adems lapobreza pasa a ser el tema principal? The International Network of Street Papers
(INSP), una asociacin de revistas vendidas por personas de la calle que estn en
condiciones de extrema pobreza, responde en parte a la pregunta. Originadas enla revista inglesa Big Issue, las versiones se suceden en todo el mundo a partir de
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03. El diseo grfico en la calle:la revista Hecho en Buenos AiresPaula Siganevich
[1] En su libro Pern o muerte (1986), Eliseo Vern y Silvia Sigal dicen: Como todo comportamientosocial, la accin poltica no es comprensible fuera del orden simblico que la genera, y del universoimaginario que ella misma engendra dentro de un campo determinado de relaciones sociales. Ahorabien, el nico camino para acceder a los mecanismos imaginarios y simblicos asociados al sentidode la accin es el anlisis de los discursos sociales. Dicho anlisis no se sita en un plano pretendi-damente superestructural, como si se tratara de un nivel que acompaa o refleja el desarrollo delos procesos concretos o materiales del comportamiento social. Estudiar la produccin discursivaasociada a un campo determinado de relaciones sociales es describir los mecanismos significantessin cuya identificacin la conceptualizacin de la accin social es imposible.
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55 miembros que componen la red. La produccin actual alcanza las 26 millonesde copias, estableciendo en el campo de la comunicacin una relacin particular
entre diseo y poltica.Estas publicaciones, que emergen de la sociedad civil en diversas formas de
participacin ciudadana, proponen una alternativa al proyecto grfico hegemnico
de los grandes diarios y de las revistas de editoriales comerciales [2]. Algunas estnrelacionadas con organizaciones internacionales y se constituyen bajo la forma de
asociaciones u organizaciones no gubernamentales: tal es el caso de Hecho en
Buenos Aires(HBA).
La representante argentina de la red aparece en 2000 y todava hoy en dacontina saliendo con una frecuencia mensual. En el nmero 35 (julio de 2003),
como informe del tercer aniversario y bajo el ttulo Todo lo que usted quiso saber
sobre HBA y nunca se atrevi a preguntar, se explican los fundamentos delproyecto y las caractersticas de la publicacin.
La principal problemtica que enfoca se basa en el eje exclusin / inclusin.Considerando la actual crisis de vivienda, desempleo y falta de oportunidades, la
revista lanzada en junio de 2000 est destinada a brindar una oportunidad de
ingreso a personas en situacin de calle, excluidos y desempleados, a travs de laautogestin. Escrita por periodistas profesionales, no por militantes polticos, trata
temas de inters variado, actualidad, entrevistas a lderes comunitarios ypersonalidades, adems de cuestiones sociales, artes y espectculos.
Sin dudas, HBA est ms enfocada a la cultura en general que al mensajepoltico directo. Se define como una empresa social, es decir, como una
organizacin que produce la revista y con ello brinda una oportunidad de insercin
a un grupo socialmente vulnerable. En efecto, uno de sus objetivos principales esacabar con el asistencialismo y promover la autonoma de sus vendedores.
La revista proporciona una experiencia de trabajo a personas que por sucondicin presentan problemas con el alcohol, las drogas y la ley. Bajo la
denominacin de Hechos para el futuro, la publicacin les brinda a losparticipantes del proyecto, los vendedores, una contencin para que puedan
completar su proceso de insercin en la sociedad. Esto incluye terapias de apoyo
psicolgico, talleres creativos, terapias alternativas, capacitacin en ciudadana yderechos humanos, entre otras cosas. Adems, el Colectivo-Salud en la Calle, un
mvil sanitario que ofrece asistencia mdica en puntos fijos de la ciudad,proporciona asistencia primaria, mdica y odontolgica para personas en situacin
de calle. Tambin se tramita documentacin y se atienden consultas legales.
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[2] Pensamos en esta publicacin y otras similares como contrahegemnicas en el sentido que da Gramsci alconcepto cuando analiza la cultura. Al respecto se realizaron lecturas en: Barrett, M (1994): Ideologa,poltica, hegemona: de Gramsci a Laclau y Mouffe. En S. Zizek (comp.): Ideologa. Buenos Aires: Fondo deCultura Econmica. Tambin en Piotte, J.M. (1973): El pensamiento poltico de Antonio Gramsci. BuenosAires: Cuadernos de Cultura Revolucionaria. Y en Eagleton, T. (1997): Ideologa. Barcelona: Paids.
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La tirada inicial fue de 5.000 ejemplares, extendindose a 50.000 en 2003.Actualmente, hay 250 vendedores activos. Para la obtencin del cargo, las personas
deben ser evaluadas por un Equipo de Apoyo Social. Una vez hecho esto, se leentregan diez revistas gratis. A partir de all, munido con su credencial, se apostar
en paradas determinadas por la organizacin, con la supervisin del Equipo de
Coordinadores de Calle, encargado del monitoreo y de la resolucin de cualquierinconveniente que pueda surgir.
HBA se agot rpidamente en el transcurso del perodo septiembre de 2001 /marzo de 2002. En aquellos meses, su circulacin alcanz una magnitud que no
haba tenido hasta entonces: revista y pblico se encontraron mutuamente. Larazn es evidente: a partir de esta revista y de otras similares, la representacin
grfica de la crisis se materializ en una enunciacin ya adelantada en la
recepcin, circulante en la doxa. El resultado fue una esttica de lo poco, de laprecariedad [3], otorgndole un particular valor poltico a la comunicacin grfica.
Como dijimos anteriomente, HBA no tiene distribucin en el circuito comercial,sino que es vendida por personas desempleadas que, adems, no tienen una
relacin de dependencia laboral al modo de la empresa tradicional. Tal
caracterstica hace que la modalidad de circulacin se transforme en el vrticealrededor del cual toma sentido la publicacin. Sus aspectos formales y sus
procesos de produccin estn estrechamente relacionados con su modo decirculacin y este es el argumento principal de la razn de ser de la publicacin.
Quizs por este motivo los primeros trabajos de investigacin realizados sobreel proyecto estn relacionados con esta dimensin. As, por ejemplo, Ariel Wilkis
llev adelante una investigacin denominada Presente, pasado y futuro de los
vendedores de Hecho en Buenos Aires, articulando la labor entre miembros delequipo de relaciones de trabajo del CEIL - CONICET y estudiantes de las carreras
de Sociologa y Ciencias Polticas de la Universidad de Buenos Aires. Por mediode encuestas, el estudio indaga en los motivos, condiciones y necesidades que
tienen los vendedores de HBA y en la forma en que la organizacin impacta en
sus vidas. En cierta medida, intenta romper con nociones en torno a la gente dela calle, esto es, que estn porque quieren, que son vagos o drogadictos y dems.
Sobre la misma revista, Daniel Franco llev adelante en 2004 una investigacinllamada Hecho en Buenos Aires: un proyecto editorial para los sin techo.
Mientras estos trabajos apuntaban hacia la condicin de los vendedores, por unlado, y hacia cuestiones de gnero comunicacional, por otro, quedaba pendiente
la caracterizacin del proyecto grfico.
La poltica de ventas y el hecho mismo de que la revista tenga su sede en elbarrio de San Telmo, en una antigua casa apenas acondicionada, estn
el diseo grfico en la calle: la revista hecho en buenos aires
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[3] Bauman, Z. Entrevista de D. Gamper. Portal de filosofa internatica. 12/05/2004. http/www.filosofa-internautica/modules.
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relacionados con una respuesta poltica opositora al proceso de gentrificacin [4] dela Capital Federal, tardo revivalvernculo de la experiencia de las grandes urbes
europeas y norteamericanas en los aos sesenta y setenta. El fenmeno, cuyonombre proviene del ingls gentryy significa aburguesamiento, comenz su
desarrollo en la Argentina de los noventa: poco a poco, las personas sin trabajo y
sin techo son expulsadas de los espacios cntricos de las ciudades. En su formams habitual, el concepto define el proceso por el cual un barrio central de la
ciudad, que ha sufrido una situacin previa de abandono y degradacin, vive unarevalorizacin cuyas implicancias directas son la expulsin de sus habitantes
tradicionales y su sustitucin por habitantes de la clase media alta. De esta suerte,los cascos antiguos experimentaron procesos conflictivos: por una parte, en las
zonas ms antiguas y corrodas se establecieron inmigrantes pobres; por otro,
surgi la apetencia de sectores medios o altos por estar ms cerca del centro,luego de haber experimentado el problema de la distancia de las reas suburbanas.
En esta tensin, se produjo entonces la gentrificacin, signada por el pulimento dereas en el sentido de limpieza y recuperacin, la revalorizacin de los terrenos y
la sustitucin de la poblacin. Como claro ejemplo, se reconstruy Puerto Madero,al tiempo que se avanza sobre otras zonas de la ciudad.
El proyecto de libertad, tal como lo plantearon los grupos polticos situacionistas
en Europa, implicara una cartografa urbana tendiente a la reinsercin de lossectores ms desprotegidos en todas las reas de la ciudad. La circulacin de los
pobres, de la gente de la calle, vendiendo la publicacin, creando trabajo dentro delmarco mismo de su medio, suscita cierta cercana con estos movimientos,
transformndose el diseo de una revista en una marca cultural diferencial.
La revista
En la crisis nacional, cmo se representa la pobreza? Al tomar el caso de Hecho
en Buenos Aires, focalizamos en una produccin grfica que, como medio de
comunicacin, explicita su proyecto. Al respecto, nos interesa hacer unadescripcin bastante particularizada de la revista. Para ello, hemos seleccionado
una secuencia a partir de una discriminacin progresiva en tres etapas: (a) primero,
la eleccin de Hecho en Buenos Airesentre aquellas revistas con similarcaracterstica de circulacin: La Lucirnaga de Crdoba, El Barrilete de Paran,
Diagonalde La Capital, para nombrar algunas; (b) segundo, la conformacin deuna muestra que incluye los nmeros aparecidos entre diciembre de 2001 y
diciembre de 2003 y; (c) tercero, la toma de tres unidades de la muestra: el nmero
16, correspondiente a noviembre de 2001; de 2002, la nmero 27 y de 2003, la
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[4] Explicamos el concepto de gentrificacin a partir del artculo de Ma. Alba Sargatal: Gentrificacin einmigracin en los centros histricos. En: Scripta Nova Revista Electrnica de Geografa y CienciasSociales. Universidad de Barcelona SIN 1138-9788, 1 de agosto de 2001; Kaosenlared.netINFORMA Urbanismo. Unidad Anticapitalista; Experiencias de la lucha contra la gentrificacin en Sevilla,IndyMedia. (http/www.estrechoindymedia.org/newswire)
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nmero 39. En estas tres unidades de muestra, la revista repite varias seccionesfijas: opinin, derechos humanos, primera seleccin, prensa del asfalto, arte nativo
y finalmente un informe de investigacin.
Un primer acercamiento al trptico de ejemplares permite reconocer varios
campos semnticos relacionados a las experiencias de las condiciones de vida a
partir de la crisis econmica producida por la entrada en la modernizacin. Conrecurrencia, aparecen los tpicos de las condiciones de vida en la ciudad, el
tratamiento de las minoras en general y en particular las tnicas y las genricas,los problemas surgidos de diferencias lingsticas, la transformacin y creacin de
lenguas, los derechos humanos, las investigaciones sobre empleo, las diversas
modalidades de trabajo solidario y las condiciones en general que establezcanciudadana. Se trata de buscar una representatividad tanto de lo local como de lo
global, con predominio de aqul. En cuanto a ello, es interesante notar que loglobal se refiere a cuestiones que siempre se tocan en algn aspecto con lo local y
viceversa, explicitando los modos en que el achicamiento de las fronteras acercalas problemticas del mundo. Este perfil localglobal es una marca de estilo
definida tanto en el nivel del discurso verbal como en el visual: lo que se dice y
cmo se dice; lo que se muestra y cmo se muestra.Desde el punto de vista del gnero, la revista presenta una caracterstica propia:
la transformacin del lenguaje periodstico. A la eleccin de trabajar con losgneros tradicionales del periodismo, a saber, la entrevista, la nota, la crnica o el
informe de investigacin, se le agrega la particularidad del uso de un lxico a
mitad de camino entre lo formal y lo coloquial. Esa voz colectiva, una combinacin
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Tapas.
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de niveles de lengua informal con el lenguaje estandarizado del periodismo,proporciona rasgos de estilo propios a los gneros discursivos tradicionales.
En cuanto a la construccin fnica, otro procedimiento utilizado es laincorporacin de la palabra de los vendedores en forma de discurso directo, como
en el caso de la columna Da por Da, que hace las veces de diario ntimo en la
vida de un vendedor. En el nmero 16, Daniel, el vendedor 432, ofrece unacronologa comentada:
12 hs. Me levanto y me bao; 13.30 hs. Salgo a vender la revista. Vendo unas
veinte revistas por da. Vendo en los bares del centro, voy por Avenida de Mayo,
Corrientes, no me gusta estar quieto, prefiero caminar, estar en movimiento;
18.30 hs. A la revista voy todos los das. La revista me ayuda a mantenerme, a
no seguir retrocediendo. Ahora duermo en un hotel, pago seis mangos por da,
salgo a comer en algn bar porque a los comedores no voy. La relacin con la
gente por suerte es buena. Hay gente que ya conoce la revista, y no alcanzo a
hablar que ya me la compran, ms an la gente joven, los estudiantes. Y a lagente mayorcita muchas veces tens que explicarle todo, piensan que es algo
poltico. Pero yo les explico que no, que es para ayudar a la gente que est en la
calle, que no toca temas polticos ni religiosos.
Aqu hay varias cuestiones para tener en cuenta. Por un lado, cmo la revistafunciona como red de contencin social, ya que le proporciona al vendedor un
lugar donde socializarse y encontrar amigos, en pocas palabras, se convierte en el
eje de su vida laboral. Por otro lado, la cuestin relacionada con la presuncin deque la poltica es una cosa mala y que, por lo tanto, no hay que meterse. En este
punto aparece una de la contradicciones: si la intencin manifiesta es la creacinde ciudadana, su logro es difcil mientras no se tiene conciencia de la naturaleza
poltica de las acciones humanas.En el nmero 39, es Gastn quien cuenta su cotidianeidad:
10.15 hs. Me levanto y tomo mates con mi mam. Vivo con ella y con una de
mis hermanas. 11.30 hs. Salgo para ir a comprar la revista hasta la sede de
HBA. Vuelvo a casa y tomo mates otra vez. Somos muy materos. 14.30 hs.
Como vendo en Plaza Serrano, en Palermo, almuerzo algo al paso en un bar
de por ah. Me gusta trabajar en los bares porque la gente es muy copada con
los vendedores de la revista. Adems, en cada venta me pongo a charlar un
poco ms con los clientes, los lectores.
En su cronologa, Gastn da cuenta de otra caracterstica propia de la modalidad
de venta: la proximidad, el cuerpo a cuerpo con los lectores.En el nmero 16, en la seccin Opinin, el artculo Goya sin medicamentos y
sin voz est dedicado a la tarea de la farmacia comunitaria. En el nmero 27, lamisma seccin se refiere a los llamados militantes del sabor, integrantes del
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movimiento Slow Food, que reaccionan contra la comida industrial y la vidamecnica. En ambos casos se seala lo que la biopoltica denomina polticas de la
vida, en referencia a cmo el cuerpo est sujeto a las relaciones de poder y
econmicas en el mundo actual. En una mano, pobreza, desamparo y marginacin,tal el estado de los pobladores de la zona riberea de Goya; para ellos, organismos
como la Organizacin Mdicos del Mundo Argentina y el Foro por la Justiciacrean un fondo de medicamentos. En la otra, se defienden los sabores regionales y
se combate el modelo globalizador de alimentacin. En palabras textuales: Para lamentalidad moderna el cuerpo parece ser una mquina reproductiva a la que hay
que llenarle el tanque de caloras y algn aditivo extra de vez en cuando; en
cambio, el cuerpo es una fuente de sensaciones y, por lo tanto, comer es un fin ens mismo. Las citas de autoridad avalan las posiciones: en el caso de los
medicamentos, la hermana Pelloni; en el caso de la comida, el periodista italianoCarlo Petrini, creador del movimiento internacional.
En el nmero 39, la seccin Opinin no aparece. En su lugar, otra seccin:Esquina Redaccin. All se publica una nota sobre una experiencia comunitariaintitulada: Si Perlongher viviera sera Cartonera, que recupera la experiencia que
varios escritores y artistas plsticos estn llevando adelante en el barrio porteo deAlmagro: la compra de papel a los cartoneros, el armado artesanal de las tapas y la
publicacin de libros cuyos derechos les han sido cedidos por los autores.Desde el punto de vista del diseo [5], tanto los aspectos morfolgicos como los
sintcticos y los de composicin establecen una relacin privilegiada con la
modalidad de circulacin. Ya desde el comienzo, al observar todas las tapas de lasrevistas en el perodo analizado, se hace evidente que la condensacin del sentido
est puesta con fuerza en su composicin. En ellas aparecen msicos provenientesdel mundo del rock, como Spinetta y Fito Paez, y, al mismo tiempo, del campo
popular con acento telrico, como Rosario Quispe, Moira Milln o Ricardo Vilca;
actores populares de televisin comprometidos con la sociedad, como Gastn Pauls,Beln Blanco, protagonista de Tumberoso Rodrigo de la Serna de la serie Okupas,
por nombrar a algunos. Todos ellos estn ocupando el lugar del lder que la sociedadno tiene. Representan una mirada que decticamente interpela al interlocutor y
sintetizan, por medio de la apelacin, la posicin de la publicacin hacia eldestinatario: la revista llama y dialoga con su lector. Sus fotos no son limpias sino
que estn intervenidas, generalmente con rasgos gestuales que connotan menos lo
artstico que lo artesanal. La mayora parecen descuidadas, no pensadas, pero no poreso improvisadas. Como semantizacin de lo precario queda el rasgo de una mano
que tiembla, la lnea s