P. NGEL PEA BENITO O.A.R.
LA MISA
UNA FIESTA CON
JESS
LIMA PER
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
2
LA MISA, UNA FIESTA CON JESS
Nihil Obstat
P. Ignacio Reinares
Vicario Provincial del Per
Agustino Recoleto
Imprimatur
Mons. Jos Carmelo Martnez
Obispo de Cajamarca (Per)
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NDICE GENERAL
INTRODUCCIN
PRIMERA PARTE: LA MISA
La misa. El domingo
La comunin
SEGUNDA PARTE: LA MISA PASO A PASO
Anotaciones previas.
Ritos iniciales:
a) Entrada y saludo. b) Acto penitencial c) Gloria d) Oracin colecta
Liturgia de la palabra
a) Lecturas y salmo. b) Evangelio-Homila. c) Credo o profesin de fe. d) Oracin a los fieles-oracin universal.
Liturgia eucarstica.
a) Presentacin de las ofrendas.
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b) La limosna o donacin. c) Lavatorio de las manos. d) Orad hermanos y oracin. e) Prefacio y Santo. f) Plegaria eucarstica.
Rito de la comunin
a) Padrenuestro. b) Rito de la paz. c) Fraccin del pan. d) Comunin del sacerdote y del pueblo. e) Oraciones antes o despus de la comunin.
Rito de conclusin.
a) Oracin despus de la comunin. b) Bendicin final. c) Canto de despedida.
TERCERA PARTE: REFLEXIONES
Reflexiones. Testimonios.
Testimonio de Catalina Rivas.
Glosario.
CONCLUSIN
BIBLIOGRAFA
* * * * * * *
Nota: EE se refiere a la encclica Ecclesia de Eucharistia.
DD hace referencia a la carta apostlica Dies Domini.
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OGMR hace relacin a la Ordenacin General del Misal
Romano.
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INTRODUCCIN
Vivir la misa con Jess es hacer de cada misa una fiesta
con l. Encontrarnos con el Rey del universo, con nuestro Dios
y Seor, debe ser para todo cristiano una gran fiesta. No puede
haber en el mundo otra fiesta semejante a esta. Por eso, reviste
la mxima importancia asistir a misa, no por compromiso
social o familiar, no por cumplir simplemente, sino por amor.
Cuando asistimos por amor a Jess y con la esperanza
de encontrarnos con l, entonces la misa deja de ser algo
aburrido que no comprendemos. Incluso, si por circunstancias
ajenas a nuestra voluntad, no se oye bien o el sacerdote dice las
oraciones con poca devocin, nuestro encuentro Jess est
asegurado, porque no depende de los dems, sino de nuestra
propia actitud y devocin hacia Jess.
Vale 1a pena hacer cualquier esfuerzo y sacrificio para
asistir a misa y comulgar. Vale la pena ir bien vestidos y
preparados para este gran encuentro. Vale la pena asistir a misa
cada da, para recibir a Jess y celebrar una fiesta con l en
nuestro corazn.
Te deseo una vida cristiana rebosante de amor y de
alegra con Jess. Hasta los ms graves problemas pueden ser
superados con l; pero sin l todo ser tristeza y vaco.
Levntate, hermano mo, mira hacia Jess, que te espera en la
Eucarista, y dile: Seor, aqu estoy para servirte y amarte con
todo mi corazn.
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PRIMERA PARTE
LA MISA
En esta primera parte, queremos hacer unas reflexiones
sobre lo que es la misa y la importancia de la misa dominical
en la vida de cada cristiano. Igualmente, la comunin es
sumamente importante, pues la misa sin comunin quedara
incompleta.
LA MISA -41
La misa es el memorial de la pasin, muerte y
resurreccin de Jess. Memorial es hacer vivo y real entre
nosotros, ahora, un acontecimiento salvfico que tuvo lugar en
tiempos pasados. El sacerdote en la misa actualiza, renueva y
realiza eficazmente la obra de la Redencin: la pasin, muerte
y resurreccin de Jesucristo. Por eso, decimos que la misa es el
memorial de la Redencin. Pero cul es la esencia de la
Redencin? El ofrecimiento que Jess hizo de s mismo al
Padre desde el primer momento de su existencia y que tuvo su
punto clave y culminante en la cruz. Por eso, en sentido
estricto, podemos decir que la misa es el ofrecimiento que
Jess hizo de s mismo en la cruz, derramando su sangre por
nosotros. Pero de modo ms amplio, podemos decir que la misa
es el ofrecimiento que Jess hizo de s mismo en cada
momento de su vida y que sigue haciendo hasta el fin del
mundo.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
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Un momento trascendental de este ofrecimiento tuvo
lugar en la ltima cena, que fue un ofrecimiento total con la
transustanciacin del pan y del vino, que representaban a su
cuerpo y a su sangre. Por eso, nuestras misas, celebradas por un
sacerdote, son incruentas como la ltima cena, pero en las que
tambin hay un ofrecimiento total de Cristo con la
transustanciacin del pan y del vino.
La misa de la ltima cena se celebr en el contexto de
una cena familiar. Por eso, nuestras misas deben ser tambin
familiares como una cena familiar entre hermanos para
disfrutar de la alegra de la presencia viva de Jess vivo y
resucitado. Pero para que nuestra misa sea realmente bien
vivida y no seamos meros espectadores, debemos ofrecernos
con Jess al Padre por la salvacin del mundo.
Vivir la misa es vivir ntimamente la unin con Jess,
amarlo hasta hacernos UNO con l, especialmente en el
momento de la comunin. Vivir la misa es hacer de nuestra
vida entera una misa de amor por el continuo ofrecimiento de
todo lo que somos y tenemos a Jess, empezando por nuestra
propia voluntad.
Jess y la misa son dos realidades ntimamente unidas.
La misa es Jess, ofrecindose al Padre. Jess, en cuanto tal,
como hombre y como Dios, tiene que ofrecerse constantemente
al Padre para cumplir su misin. De ah que Jess y la misa no
pueden separarse. Podemos decir que no hay ms que una sola
misa, la misa de Jess. La misa celebrada por los sacerdotes no
es ms que la actualizacin, aqu y ahora, de la misa
permanente de Jess.
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Algunos autores, en vez de decir que el sacerdote hace
presente o actualiza el sacrificio de Cristo, prefieren decir que
el sacerdote se hace presente aqu y ahora al nico sacrificio de
Cristo que se prolonga a lo largo de los siglos.
Para poner un ejemplo, nosotros solemos decir que el
sol sale todos los das, pero el sol no sale, est aqu, es la tierra
la que va a su encuentro, la que se hace presente a l y as
participa cada da de sus beneficios. De la misma manera,
podemos decir que el sacerdote en cada misa nos lleva, nos
hace presentes a ese nico sacrificio de Cristo, que ya est ah
permanentemente, al igual que el sol, pero que no podemos
disfrutarlo hasta que se celebra la misa aqu y ahora por medio
del sacerdote.
Muchos autores dicen que la misa es el memorial del
infinito amor de Dios. Una hermosa definicin que quiere decir
que el amor infinito de Dios se hace presente entre nosotros en
el momento de la celebracin de la misa por el sacerdote, de
modo que Dios derrama su infinito amor sobre nosotros por
medio del Espritu Santo. El Espritu Santo realiza en la misa la
transformacin del sacerdote en Cristo. Durante la misa, el
sacerdote podra decir: Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en
m (Gal 2, 20). Entre los dos hay una especie de
transustanciacin, pues Cristo se apodera de todo su ser para
poder celebrar con l y en l.
El Papa Juan Pablo II deca que el sacerdote celebra la
misa in persona Christi (en la persona de Cristo), que quiere
decir ms que en nombre de o en vez de Cristo. En persona
quiere decir, en la identificacin especfica sacramental con el
sumo y eterno sacerdote que es el autor y el sujeto principal de
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
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su propio sacrificio en el que, en verdad, no puede ser
sustituido por nadie1.
El sacerdote en la misa es ministro de Cristo y le presta
a Jess su cuerpo, sus manos, su voz, para celebrarla. De aqu se comprende cun santo debe ser el sacerdote al celebrar
la misa y cun puro debe ser de alma y cuerpo para unirse a la
vctima divina y ser UNO con l. Podemos imaginar cmo se
sentir Jess al unirse a un sacerdote que est muerto por
dentro por el pecado y es un cadver ambulante? O a un
sacerdote indiferente que no es consciente de lo que hace,
celebrando sin fe y sin amor?
Tambin los fieles deben vivir su misa, unindose a
Jess y ofrecindose con l por la salvacin del mundo. Deben
asistir participando con Jess y unindose a Jess para ser
UNO con l en la comunin. Y deben vivir esta unin, siendo
lo ms puros posible en cuerpo y alma.
Jess en cada misa se acerca a nosotros humilde y
sencillo bajo la apariencia de un pequeo pedazo de pan. En la
primera Navidad se present bajo la apariencia de un nio
pequeito, que lloraba y tena fro. Y quiere que lo recibamos
con mucho amor, como Mara y Jos, y como los pastores y los
magos hace dos mil aos.
Jess viene a nosotros en cada misa, y con l viene el
Padre y el Espritu Santo. Tambin le acompaa Mara y Jos
como aquella noche de Navidad. Incluso, se hacen presentes
1 Ecclesia de Eucarista N 29.
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para adorar a Jess todos los santos y ngeles del universo. Y
tambin toda la humanidad y toda la creacin.
Todas las criaturas, desde las ms remotas estrellas
hasta los ms diminutos seres vivientes o inanimados, todo est
presente, porque Jess es el centro del universo y el punto de
concentracin de todo y de todos. No olvidemos que la misa
es csmica y universal, abarcando todos los tiempos y
lugares. Lo dice el Papa Juan Pablo II: la misa tiene un
valor csmico, porque tambin, cuando se celebra sobre el
pequeo altar de una iglesia en el campo, la Eucarista se
celebra en cierto sentido sobre el altar del mundo. Ella une
el cielo y la tierra. Abarca e impregna a toda la creacin
(EE 8)
El lugar donde se celebra la misa se convierte en ese
momento en el punto central de todo el universo, de la
humanidad entera y del cielo. Cristo, en la misa, est
recapitulando todas las cosas del cielo y de la tierra (Ef
1,10). Por eso, deca san Juan Crisstomo: Aqu esta el
cielo2.
Nos damos cuenta lo que significa que la misa es el
cielo en la tierra? Cuando vamos a misa, deberamos decir:
Vamos al cielo. Por ello, debemos prepararnos bien para el
gran encuentro con Jess, asistiendo con tiempo, no llegando
tarde, sintindonos felices de poder colaborar en algo
(recogiendo las ofrendas, leyendo una lectura, etc.) Y viniendo
bien vestidos, de modo digno y decente; sobre todo, si vamos a
comulgar.
2 In ep 1 ad Cor XXXVI, 5.
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Por esto mismo, cuando se celebra la misa con el
permiso correspondiente en alguna casa o lugar pblico, hay
que preparar una mesa digna, con manteles limpios, velas,
flores y todo aquello que pueda realzar la solemnidad de la
misa, que es un encuentro y una fiesta con Jess.
EL DOMINGO
Es un da de fiesta y de alegra para el cristiano. Es un
da de descanso, un da para estar con la familia, y para orar y
dar gracias a Dios, ayudando a los hermanos. En este da de
descanso, la familia y Dios deben estar unidos: descansar para
estar en familia y para ir juntos a celebrar 1a alegra de la
resurreccin de Jess a la misa dominical. Por eso, hay que
hacer del domingo, da del Seor, el da grande de los
cristianos. Un cristiano sin la misa del domingo no puede ser
un buen cristiano. El domingo no hay que confundirlo con un
da de descanso y diversin. Y los que no pueden asistir por
trabajo o enfermedad o cualquier causa grave, pueden or misa
por radio o televisin.
Tambin es importante anotar que el domingo,
adems de ser un da para la familia, debe ser da de
fraternidad, pensando en los hermanos ms necesitados.
Deca el Papa Juan Pablo II: Por qu no dar al da
del Seor una mayor insistencia en el compartir, poniendo
en juego toda la creatividad de que es capaz la caridad
cristiana? Por ejemplo, invitar a comer a alguna persona
sola, visitar enfermos, proporcionar comida a alguna
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familia necesitada, dedicar alguna hora a iniciativas
concretas de voluntariado y de solidaridad. stas seran,
ciertamente, algunas maneras de llevar a la vida la caridad
de Cristo, recibida en la mesa eucarstica (DD 72).
Jess nos invita a su fiesta cada domingo, nos invita
a su cena, a la cena del Seor, que es la Eucarista. Por ello,
nos dice: He aqu que estoy a la puerta y llamo. Si alguno
me abre, entrar a l y cenar con l y l conmigo (Ap
3,20) Le diremos que estamos demasiado ocupados o que
tenemos cosas ms importantes que l? En la Didascalia,
escrito del siglo III, se dice: Dejad todo el da del Seor y
corred con diligencia a vuestras asambleas. Qu disculpa
tendrn ante Dios aquellos que no se renen en el da del
Seor para escuchar la palabra de vida y nutrirse con el
alimento divino, que es eterno?
En el cdigo cannico se nos dice que el domingo y
las dems fiestas de precepto, los fieles tienen obligacin
de participar en la misa (c. 1247). Esta ley se ha entendido
normalmente como una obligacin grave: es lo que ensea
tambin el Catecismo de la Iglesia catlica (DD 47)
Tambin la Iglesia recomienda a los fieles comulgar,
cuando participan en la misa, con la condicin de que
estn con las debidas disposiciones y no sean conscientes
de estar en pecado grave. En este caso, deben primero
recibir el perdn de Dios mediante la confesin (DD 44).
La misa del domingo es el centro mismo de la vida
cristiana. El Papa Juan Pablo II aconsejaba: No tengis
miedo de dar vuestro tiempo a Cristo. S, abramos nuestro
tiempo a Cristo para que l lo pueda iluminar y dirigir. El
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
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tiempo ofrecido a Cristo nunca es tiempo perdido, sino ms
bien ganado para la humanizacin de nuestras relaciones y
de nuestra vida (DD 7).
Los fieles que por enfermedad, incapacidad o
cualquier causa grave se ven impedidos, procuren unirse
de lejos y del mejor modo posible a la celebracin de la
misa dominical, preferiblemente con las lecturas y
oraciones previstas en el misal para aquel da, as como
con el deseo de la Eucarista. En muchos pases, la
televisin y la radio ofrecen la posibilidad de unirse a una
celebracin eucarstica, cuando sta se desarrolla en un
lugar sagrado. Obviamente, este tipo de transmisiones no
permite de por s satisfacer el precepto dominical que exige
la participacin en la asamblea de los hermanos mediante
la reunin en un mismo lugar y la consiguiente posibilidad
de la comunin eucarstica. Pero para quienes se ven
impedidos de participar en la Eucarista y estn, por tanto,
excusados de cumplir el precepto, la transmisin televisiva
o radiofnica es una preciosa ayuda, sobre todo si se
completa con el generoso servicio de los ministros
extraordinarios que llevan la Eucarista a los enfermos,
transmitindoles el saludo y la solidaridad de toda la
Comunidad (DD 54).
No olvidemos que la misa es una asamblea de
hermanos reunidos para escuchar la palabra de Dios y
celebrar la Eucarista con Cristo, ofrecindose con l al
Padre y unindose a l en la comunin. Es un tiempo de
amor con Jess, que produce una inmensa alegra y, por
eso, podemos decir que es una fiesta con Jess. Vale la
pena dejarlo todo para asistir a la misa. Es el mejor tiempo
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15
empleado de la vida.
Juan Pablo II deca: No temis! Abrid de par en
par las puertas a Cristo! (DD 7). Gritad con todas las
fuerzas de vuestra vida en silencio, pero de todo corazn:
Por Cristo, con l y en l, a Ti Dios Padre omnipotente en
la unidad del Espritu Santo, todo honor y toda gloria por
los siglos de los siglos. Amn. Que estas palabras sean para
nosotros como un canto de amor y de alabanza que debe
resonar con fuerza en cada misa para expresarle a Jess
nuestra entrega total. Un canto que debe continuar durante
todo el da y todos los das, como expresin de nuestro
amor y de nuestra entrega.
Por consiguiente, no nos perdamos ninguna misa,
pues una misa que se pierde, se pierde para toda la
eternidad. Las gracias que podamos haber recibido nunca
las podremos recibir.
LA COMUNIN
El momento de la comunin es el momento ms
sublime para nosotros, porque es el momento de mayor
cercana y encuentro con Dios trino por medio de Jess, el
hombre Dios. Es el momento de mayor identificacin con
Jesucristo. Durante los momentos en que las especies
eucarsticas estn presentes en nosotros, hay entre Jess y
nosotros una identificacin plena; sobre todo, si el alma esta
abierta a Dios con el alma en gracia. De ah que hay que darle a
la comunin la mxima importancia. Segn la Ordenacin
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
16
General del Misal Romano, la comunin es una participacin
en el sacrificio que se est celebrando (N 85).
No se puede comulgar simplemente por costumbre o
por compromiso social. No se puede recibir el abrazo de Jess
y estar indiferentes. Comulgar es unirnos totalmente a Cristo,
de modo que nuestro pequeo ser humano, durante esos
momentos, est inmerso en el infinito ser de Dios, algo as
como un pez que est metido en el ocano del amor de Dios.
No sientes nada? No importa, debes tener fe. Debes ver a
Jess con los ojos del alma y creer que es el mismo Jess de
Nazaret que hace dos mil aos perdonaba a los pecadores,
bendeca a los nios y sanaba a los enfermos. Por eso, el mejor
momento para pedir cualquier cosa o para sanarnos es el
momento de nuestra unin con Jess en la comunin. Es el
momento clave de cada da y de toda nuestra vida. No nos
acostumbremos a comulgar, no vayamos a comulgar por rutina
y sin preparacin. Y, si vemos que alguien por ignorancia o
malicia comulga por comulgar, procuremos que alguien le
llame la atencin y le haga entender la gravedad de su accin.
Como deca el Papa Pablo VI: Debemos estar
vigilantes para que este gran encuentro en la Eucarista no
se convierta para nosotros en un acto rutinario y no lo
recibamos indignamente, es decir, en pecado mortal3.
Deca santa Magdalena Sofa Barat: Una comunin es
infinitamente ms preciosa que todo lo creado. Santa
Margarita Mara de Alacoque afirmaba: Deseo tanto recibir
la comunin que, si tuviera que caminar descalza por un
sendero de fuego a fin de obtenerla, lo hara con indecible
3 Carta sobre el culto de la Eucarista 7.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
17
gozo. Santa Teresa de Jess confiesa: Me vienen unas
ansias de comulgar tan grandes que no s si podra
encarecer. Acaecime una maana que llova tanto que no
parece se poda salir de casa. Yo estaba tan fuera de m
con aquel deseo que, aunque me pusieran lanzas en los
pechos, me parece entrara por ellas, cuanto ms agua.
Cuando llegu a la iglesia dime un arrobamiento
grande Comulgu y estuve en misa que no s cmo pude estar y vi que eran dos horas las que haba estado en aquel
arrobamiento y gloria4.
En la Iglesia primitiva se consideraba la comunin
como parte integrante de la Eucarista. Esta costumbre dur
hasta el siglo IV aproximadamente. Durante un tiempo fue
costumbre celebrar la misa slo el domingo. En este perodo
los fieles podan llevar el pan consagrado a sus casas y darse
ellos mismos la comunin todos los das antes de tomar los
alimentos. Se imaginan poder vivir bajo el mismo techo de
Jess y tener en la casa a Jess Eucarista?
Conozco una seora italiana que tiene permiso de su
obispo y me ha confiado que del sagrario de su capilla sale un
perfume sobrenatural que sorprende a todos los que visitan su
casa. Es algo inexplicable desde el punto de vista humano. Otro
amigo espaol tiene tambin este privilegio y se levanta
temprano para poder estar tres horas seguidas de oracin ante
Jess sacramentado, que es el amor de su vida.
Y t comulgas cada domingo? Actualmente, se
puede comulgar hasta dos veces al da en dos misas
4 Vida 39, 22-23.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
18
distintas. Los que reciben la comunin en la mano, deben
hacerlo con todo el respeto que Jess se merece: Tener las
manos limpias, colocar una mano sobre la otra para hacer
una pequea cuna a Jess y, despus, delante del sacerdote
o a su costado, recibir la comunin inmediatamente,
cuidando de que no caiga al suelo ninguna partcula. A este
respecto, deca san Cirilo de Jerusaln en el siglo IV: Si
alguno te diera limaduras de oro, no las guardaras con
sumo cuidado? Y no procurars con mucho mayor
cuidado que no se te caiga ninguna partcula de lo que es
ms precioso que el oro y que las piedras preciosas?5. De
ah que sea tan importante que, al dar la comunin, se tenga
una bandejita debajo de la barbilla. As lo determin Pablo
VI en la Constitucin apostlica Misal romano N 117: El
que comulga, responde Amn y recibe el sacramento,
teniendo la patena (bandeja) debajo de la boca. -
En conclusin, procuremos no perder ninguna
comunin, porque una sola comunin vale ms que todo el
universo y, esos momentos de unin con Jess, son ms
eficaces para nuestro crecimiento espiritual que todo el oro del
mundo.
5 Catequesis mistaggica 5, 21.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
19
SEGUNDA PARTE
LA MISA PASO A PASO
En esta segunda parte, vamos a ir, paso a paso,
considerando cada una de partes de la misa para poder
entenderlas y poder vivirlas con ms plenitud.
ANOTACIONES PREVIAS
En la misa o cena del Seor el pueblo de Dios es
congregado bajo la presidencia del sacerdote, que acta en
la persona de Cristo, para celebrar el memorial del Seor
o sacrificio eucarstico... Cristo est realmente presente en
la misma asamblea congregada en su nombre, en la
persona del ministro, en su palabra y ciertamente de una
manera sustancial y permanente en las especies
eucarsticas (OGMR 27).
En cada misa vamos a alabar y dar gracias a Dios
uno y trino por todos los beneficios recibidos. Como nos
dice el Catecismo de la Iglesia catlica: La Eucarista es un
sacrificio de accin de gracias al Padre... por todo lo que
ha realizado mediante la creacin, la redencin y la
santificacin. Eucarista significa ante todo, accin de
gracias (Cat 1360). La Eucarista es tambin el sacrificio
de alabanza por medio del cual la Iglesia canta la gloria
de Dios en nombre de toda la creacin... a travs de Cristo
(Cat 1361).
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
20
Dispongmonos, pues, a celebrar la misa con Jess
en actitud de agradecimiento, dispuestos a alabar a Dios y
preparados para renovar nuestra entrega total con Cristo,
por l y en l.
Algo muy importante en la misa es el canto. San
Agustn deca: Cantar es propio del que ama (Sermn 336).
Y viene de tiempos muy antiguos el famoso proverbio:
Quien bien canta, ora dos veces.
Tngase en gran estima el uso del canto en la
celebracin de la misa, siempre teniendo en cuenta el
carcter de cada pueblo y las posibilidades de cada
asamblea litrgica... Hay que procurar que de ningn
modo falte el canto de los ministros y del pueblo en las
celebraciones de los domingos y fiestas de precepto
(OGMR 40).
En igualdad de circunstancias hay que darle el
primer lugar al canto gregoriano. No se excluyen de
ningn modo otros gneros de msica sacra. Y ya que cada
da es ms frecuente el encuentro de fieles de diversas
nacionalidades, conviene que esos mismos fieles sepan
cantar todos a una en latn algunas partes del Ordinario de
la misa, sobre todo, el Credo y el padrenuestro en sus
melodas ms fciles (OGMR 41).
El Papa Benedicto XVI aconsejaba en la exhortacin
apostlica Sacramento de amor: Pido a los futuros
sacerdotes que, desde el tiempo del seminario, se preparen
para comprender y celebrar la santa misa en latn, adems
de utilizar textos latinos y cantar en gregoriano; se
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
21
procurar que los mismos fieles conozcan las oraciones
ms comunes en latn y que canten en gregoriano algunas
partes de la liturgia (N 62).
Tambin es importante tener en cuenta a lo largo de
toda la celebracin los gestos y posturas corporales,
especialmente del sacerdote, que deben manifestar su
recogimiento y su amor a Dios. Especialmente, cuando
tiene las manos levantadas en oracin, al arrodillarse, al
traer o llevar la Eucarista y, en general, en todos sus
movimientos. De la misma manera, los fieles deben actuar
con devocin y sencillez, unidos al levantarse, sentarse o
arrodillarse, para manifestar unidad. Y en caso de que
alguna persona perturbe la celebracin, es conveniente que
alguien de la asamblea le llame la atencin con educacin,
pero con firmeza.
Los fieles estn de pie: desde el principio del canto
de entrada, o mientras el sacerdote se acerca al altar,
hasta el final de la oracin colecta; al canto del Aleluya
que precede al Evangelio; durante la proclamacin del
mismo Evangelio; durante el Credo y la oracin de los
fieles; y tambin desde la invitacin Orad hermanos hasta el final de la misa, excepto en los momentos que
luego se enumeran.
En cambio, estarn sentados durante las lecturas y el
salmo responsorial, que preceden al Evangelio; durante la
homila y mientras se preparan los dones del ofertorio;
tambin, segn la oportunidad, a lo largo del silencio
despus de la comunin.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
22
Estarn de rodillas durante la consagracin (OGMR
43).
Algo que debe guardarse con especial inters es el
silencio sagrado para poder orar mejor. Es laudable que se
guarde el silencio sagrado antes de la misma celebracin,
silencio en la iglesia, en la sacrista y en los lugares ms
prximos a fin de que todos puedan disponerse adecuada y
devotamente a las acciones sagradas (OGMR 45).
A lo largo de la misa se recomiendan momentos de
silencio en el acto penitencial, despus de la primera y
segunda lecturas, y una vez concluida la homila, al igual
que despus de la comunin.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
23
RITOS INICIALES
a) ENTRADA Y SALUDO
En las solemnidades y fiestas, e incluso domingos,
puede haber procesin de entrada. El sacerdote puede entrar
por la puerta central o posterior del templo en procesin,
acompaado de los aclitos o de otras personas para as hacer
ms solemne la introduccin a la misa.
Mientras hay procesin, se va cantando. Si hay
incensacin, el canto concluye al terminar la incensacin del
altar. Cuando no hay incensacin o procesin solemne, el
sacerdote entra solo o acompaado por los aclitos. Se puede
cantar una cancin de entrada. Al llegar al altar, el sacerdote lo
besa.
El beso al altar, que representa a Cristo, es como un
beso a Jess, para que cuando llegue el momento de la
consagracin encuentre ese beso de amor. Por ello, es
bueno que los fieles se unan a este beso, besando en su
corazn a Jess y dicindole algo as como: Jess, te amo.
Despus, el sacerdote comienza la misa en el Nombre del
Padre y del Hijo y del Espritu Santo, haciendo la seal de
la cruz. Siempre debemos recordar que la misa es una
accin de Dios uno y trino y que las tres personas estn
siempre unidas.
A continuacin, el sacerdote saluda al pueblo,
diciendo una de las frmulas establecidas. Cuando dice: El
Seor est con vosotros, no se est refiriendo slo a las
personas presentes, que deben responder: y con tu espritu;
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
24
tambin se refiere a todos los ngeles y santos y a toda la
creacin. Personalmente, cuando celebro la misa tengo muy
presentes a los ngeles y les pido que me acompaen para
celebrar dignamente la santa misa. Mara siempre est
presente y lo mismo san Jos con todos los santos. En el
momento en que el sacerdote se acerca el altar, es como si
se abriera el cielo con la Santsima Trinidad al frente, para
contemplar el memorial del amor infinito de Dios, que es la
misa, es decir, la obra maravillosa de amor que Dios trino
ha realizado en la tierra por medio de la vida, muerte y
resurreccin de Jess, y que se sigue haciendo realidad en
cada misa celebrada.
Despus del saludo al pueblo, el sacerdote puede
introducir a los fieles en el sentido de la misa del da con
pocas palabras.
b) ACTO PENITENCIAL
Despus, viene el acto penitencial segn distintas
variantes. Se trata de reconocernos pecadores y pedir
perdn a Dios de todos nuestros pecados, aunque si son
graves, debemos acudir a la confesin. Cuando se usa el Yo
confieso, nos damos tres golpes de pecho, reconociendo que
hemos pecado y pedimos perdn a Dios. Luego vienen las
invocaciones Seor, ten piedad, Cristo ten piedad, que el
pueblo repite para manifestar con claridad su
arrepentimiento y poder estar lo ms limpios posible para el
gran encuentro con Jess, que debe ser una fiesta para
todos. Es bueno confesarse, al menos, una vez al mes. Y, si
hay que confesarse en la misa, es preferible venir lo antes
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
25
posible.
c) GLORIA
El Gloria es un antiqusimo y venerable himno con
que la Iglesia, congregada en el Espritu Santo, glorifica a
Dios Padre y al Cordero y le presenta sus splicas. El texto
de este himno no puede cambiarse por otro. Lo entona el
sacerdote o, segn los casos, el cantor o el coro, y lo
cantan o todos juntos o el pueblo alternando con los
cantores, o slo la schola. Si no se canta, al menos lo han
de recitar todos juntos (OGMR 53).
El gloria se recita o canta los domingos y fiestas o
solemnidades del ao, excepto en Cuaresma y Adviento. Es
el canto de los ngeles, pues el da de Navidad cantaban:
Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres
de buena voluntad (Lc 2,14). Unmonos a los ngeles para
recitar o cantar este himno celeste.
d) ORACIN COLECTA
Despus del gloria o, si no hay gloria, despus del
acto penitencial, el sacerdote invita a la oracin diciendo
Oremos. Y todos a una con el sacerdote permanecen un
momento en silencio para hacerse conscientes de estar en
la presencia de Dios y formular interiormente sus splicas.
Entonces el sacerdote lee la oracin que se suele
denominar colecta (OGMR 54). Se llama colecta, porque
en ella se recogen los deseos de los fieles y el sacerdote,
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
26
como intercesor, los ofrece al Padre por medio de Jess en
unin con el Espritu Santo. Con esta oracin, se terminan
los ritos iniciales de la misa y comienza la liturgia de la
palabra.
LITURGIA DE LA PALABRA
Podemos decir que la misa consta de dos partes: la
liturgia de la palabra y la liturgia eucarstica tan
estrechamente unidas entre s, que constituyen un solo acto
de culto, ya que en la misa se dispone la mesa, tanto de la
palabra de Dios como del cuerpo de Cristo, en la que los
fieles encuentran instruccin y alimento (OGMR 28).
Para escuchar atentamente la palabra de Dios, debemos
tener la actitud de escucha del profeta Samuel que dijo:
Habla, Seor, que tu siervo escucha (1Sam 3, 9).
a) LECTURAS Y SALMO.
En cada misa se leen las maravillas de Dios por medio
de las lecturas bblicas. Los fieles estn sentados y deben
escuchar atentamente, evitando todo lo que pueda distraer a los
dems. El lector debe estar bien preparado para que el pueblo
pueda entender y aprovechar lo que Dios le dice a travs de su
palabra. Los das ordinarios slo hay una lectura y el salmo
responsorial antes del Evangelio. Los domingos y
solemnidades hay dos. La primera lectura suele ser del Antiguo
Testamento y la segunda, llamada apostlica, suele tomarse de
los apstoles, especialmente de san Pablo. Entre la primera y la
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
27
segunda lectura, se recita o canta el salmo responsorial, que
tambin es palabra de Dios y no puede ser sustituido por
cualquier otro canto o texto. El salmo responsorial es la
respuesta orante a la palabra de Dios.
b) EVANGELIO - HOMILA
A continuacin, viene el Evangelio, ledo por el
sacerdote o por un dicono. Despus de leer, el sacerdote besa
el libro para manifestar su respeto y amor por la palabra de
Dios. Los fieles, que estaban de pie para la proclamacin del
Evangelio, se sientan para escuchar la homila, que debera
tenerse incluso los das de semana, si hay pueblo, aunque sea
brevemente. Sobre todo, se recomienda la homila en los das
feriales de Adviento, Cuaresma y tiempo pascual, y tambin en
otras fiestas y ocasiones en que el pueblo acude numeroso a la
iglesia (OGMR 66). Normalmente, suele aconsejarse que los
domingos el sacerdote no se exceda de 15 minutos. Pero no
podemos valorar la misa por el sermn, bueno o malo. No
podemos salir de la iglesia para no aburrirnos. No podemos
desairar as a Cristo presente y dar mal ejemplo a la asamblea.
La homila es parte de la liturgia y muy recomendada, pues es
necesaria para alimentar la vida cristiana (OGMR 65).
En caso de no entender lo que dice el sacerdote por
causa de los micrfonos o porque no vocaliza bien, es
preferible rezar por el sacerdote y pedir luz al Seor para
entender el Evangelio, que podemos leer por medio de la hoja
dominical o directamente en la Biblia. Es bueno que, en casa,
al menos los domingos, haya oracin en familia. En ese caso,
se podra comentar el Evangelio y hacer oraciones
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
28
compartidas. No olvidemos que la familia que reza unida,
estar unida.
c) CREDO O PROFESIN DE FE
El credo, smbolo o profesin de fe tiende a que todo
el pueblo congregado responda a la palabra de Dios, que
ha sido anunciada en las lecturas de la sagrada Escritura y
expuesta por medio de la homila, y, para que
pronunciando la regla de fe con la frmula aprobada para
el uso litrgico, rememore los grandes misterios de la fe y
los confiese antes de comenzar su celebracin en la
Eucarista (OGMR 67).
El credo es muy importante en la celebracin de los
domingos y solemnidades. Es un acto de fe con el que nos
unimos a todos nuestros antepasados en la fe, que lo recitaron a
travs de los siglos. Es bueno, en ese momento, recordar que la
misa que estamos celebrando, aunque tenga algunas variantes
secundarias o se celebre en distinta lengua, es la misma misa a
la que asistan los primeros cristianos y que, desde el primer
siglo, rezaban el credo. Se llama credo de los apstoles o
smbolo de los apstoles, porque resume fielmente la fe que los
apstoles transmitieron desde el principio.
Este credo, cuya base exista desde los apstoles, fue
estructurado en el siglo II. San Hiplito, el ao 215, en su
libro Tradicin apostlica lo recita as: Creo en Dios padre
todopoderoso y en Jesucristo, hijo de Dios, que naci del
Espritu Santo y de la Virgen Mara, fue crucificado bajo
Poncio Pilato, muerto y sepultado, resucit el tercer da,
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
29
subi a los cielos, est sentado a la derecha del Padre,
vendr a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el
Espritu Santo, en la santa Iglesia y en la resurreccin de
la carne.
Algunos aos ms tarde, aadieron: Creo en la
comunin de los santos (porque algunos negaban la veneracin
a los santos), el perdn de los pecados (porque haba quienes
negaban el poder de perdonar los pecados), se aadi la palabra
catlica a la Iglesia. Y se hicieron algunos pequeos retoques.
De modo que ya en el siglo VI, segn nos lo transmite en un
sermn san Cesreo de Arls (470-543) ya estaba totalmente
establecido el credo tal y cual lo recitamos hoy en todas las
iglesias catlicas del mundo. Recmoslo y repitmoslo muchas
veces con devocin, tratando de unirnos a la fe de todos
nuestros antepasados catlicos:
Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y
de la tierra. Creo en Jesucristo su nico hijo, Nuestro Seor,
que fue concebido por obra y gracia del Espritu Santo, naci
de santa Mara Virgen, padeci bajo el poder de Poncio
Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendi a los
infiernos, al tercer da resucit de entre los muertos, subi a
los cielos y est sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde all ha de venir a juzgar a los vivos y a
los muertos. Creo en el Espritu Santo, la santa Iglesia
catlica, la comunin de los santos, el perdn de los pecados,
la resurreccin de la carne y la vida eterna. Amn6.
6 Cuando se dice que Jess descendi a los infiernos, no se refiere al
infierno de los condenados. El original latino dice ad inferos, es decir, a las regiones inferiores de la tierra, donde se consideraba que estaban los muertos. Por tanto, bajar a los infiernos quiere decir que Jess baj al lugar de los muertos, porque muri realmente. Y, al resucitar, hizo
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entrar en el cielo a todos los hombres buenos, que estaban esperando en el seno de Abraham, la entrada triunfal con Cristo resucitado.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
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d) ORACIN DE LOS FIELES ORACIN UNIVERSAL
La oracin de los fieles u oracin universal se refiere a
las peticiones que hace la asamblea en favor de toda la Iglesia y
de toda la humanidad. De ah que sea conveniente que pueda
haber algunas peticiones espontneas para pedir por algunas
necesidades particulares de la Comunidad o de alguna familia o
persona en particular. En estas peticiones, aunque estn
previamente escritas, es bueno aadir una oracin por los
difuntos, por las vocaciones y por los enfermos. Pero todas las
peticiones deben ser sobrias, formuladas con sabia libertad, en
pocas palabras, y han de reflejar la oracin de toda la
Comunidad (OGMR 71).
LITURGIA EUCARSTICA
a) PRESENTACIN DE LAS OFRENDAS
La parte central de la misa, es la liturgia eucarstica.
Comenzamos esta parte de la misa con la entrega de las
ofrendas. En las misas de los domingos o fiestas suele hacerse
la procesin de las ofrendas. Dos o ms hermanos de la
Comunidad presentan el pan y el vino que van a ser
consagrados y quizs tambin algunas otras cosas significativas
de la Comunidad. A veces, se presenta una Biblia, un rosario,
uvas con un gran pan, etc. Tambin se puede presentar dinero
y otras donaciones para los pobres o para la iglesia que los
mismos fieles pueden presentar o que pueden ser recolectadas
en la iglesia y que se colocarn en el sitio oportuno de la mesa
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
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eucarstica (OGMR). El sacerdote o dicono se acerca para
recibir las ofrendas y despus las coloca en el altar.
A continuacin, el sacerdote presenta por separado
el pan y el vino que van a ser consagrados, diciendo:
Bendito seas, Seor, Dios del universo, por este pan,
fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos
de tu generosidad y ahora te presentamos; l ser para
nosotros pan de vida.
Y todos responden: Bendito seas por siempre, Seor.
Despus levanta el cliz para ofrecer el vino,
diciendo:
Bendito seas, Seor, Dios del universo, por este
vino fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos
de tu generosidad y ahora te presentamos; l ser para
nosotros bebida de salvacin.
Y todos responden igualmente: Bendito seas por
siempre, Seor.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
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b) LA LIMOSNA O DONACIN
La limosna puede recogerse inmediatamente antes de la
procesin de las ofrendas, dejando un espacio vaco en el que
se puede cantar alguna cancin. De esta manera, la
presentacin de la limosna, se hace en unin con las ofrendas
del pan y del vino. En otros lugares, se recoge la limosna
mientras se hace la procesin y la oracin sobre las ofrendas.
Pero durante la procesin de las ofrendas se acompaa con el
canto del ofertorio.
Lo que s se debe tener muy en cuenta es que lo que
damos, lo estamos dando a Dios. Antiguamente, era
obligatorio dar el diezmo de los ingresos, es decir, la dcima
parte; y en los pueblos tambin daban las primicias o primeros
frutos de la tierra, y se los llevaban al sacerdote. Dentro de la
Iglesia catlica hay grupos especiales a quienes se les inculca
esta prctica, pero la Iglesia no obliga, pues la inmensa
mayora de catlicos no la cumpliran.
Sin embargo, es bueno saber que Dios ha prometido
abundantes bendiciones a quienes con generosidad cumplen
esta prctica, como un reconocimiento de que todos los bienes
que tenemos, incluso el sueldo que recibimos, es un regalo de
Dios que nos da la vida, la salud y el trabajo. Podemos leer los
textos Mal 3, 8-10; Eclo 35, 11-13; Mt 19, 29; 2 Co 9, 7-8.
Dios nunca se dejar ganar en generosidad. Por tanto,
seamos generosos, pensando que, al contribuir en la limosna de
la misa, estamos dndolo a Dios. Al fin de cuentas, Dios nos da
todo lo que tenemos: vida, salud, dinero, familia, fe Si estuviramos enfermos, qu no haramos para curarnos?
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
34
Cunto estaramos dispuestos a gastar para conseguir la salud?
Pues contribuir con lo que Dios nos ha dado es una manera de
reconocer que todo es un regalo de Dios y que l es el Seor y
dueo de nuestra vida y de nuestras cosas.
En los pases en los que se contribuye por medio de
asignaciones tributarias que cada ciudadano debe asignar a su
Iglesia, es una grave irresponsabilidad ser catlico y no
asignarlo a la Iglesia catlica. Y, aunque se asigne a la Iglesia,
eso no justifica el no dar ms, pues del sueldo mensual se
puede dar generosamente el diezmo. El diezmo no es ms que
un reconocimiento personal de que el dinero que tengo es de
Dios y, por ello, reconozco su seoro sobre mi dinero y le doy
una parte de lo que l me ha dado primero, para su Iglesia y
para las obras de Dios.
c) LAVATORIO DE LAS MANOS
Antes de comenzar la parte eucarstica propiamente,
el sacerdote se lava pblicamente las manos para indicarnos
que es preciso acercarse a Dios con las manos limpias;
pero, sobre todo, con el corazn limpio. De ah que los que
van a comulgar en la mano tambin deber tener las manos
limpias y especialmente su corazn.
d) ORAD HERMANOS Y ORACIN
El sacerdote invita a la asamblea a orar para que su
sacrificio y el de cada uno sea agradable al Padre. Es
importante que, en cada misa, en el momento de la
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
35
presentacin del pan y del vino, cada asistente haga un
ofrecimiento sincero de su vida para que su ofrenda sea
unida a la de Cristo y as nuestra vida y la suya estn
unidas por el mismo compromiso de amor y obediencia al
Padre. Esto implica una disponibilidad total para hacer
siempre su santa voluntad. Cristo y nosotros debemos ser
una misma ofrenda para gloria del Padre.
El sacerdote dice: Orad, hermanos, para que este
sacrificio mo y vuestro sea agradable a Dios Padre
todopoderoso. Y todos responden:
El Seor reciba de tus manos este sacrificio (tuyo y
nuestro) para alabanza y gloria de su Nombre, para
nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Despus el sacerdote lee la oracin sobre las ofrendas.
Y a continuacin, comienza la parte eucarstica con el prefacio:
e) PREFACIO Y SANTO
- El Seor est con vosotros (El sacerdote se dirige a todos los hombres y a toda la creacin).
- Y con tu espritu.
- Levantemos el corazn (Hay que levantarlo hasta el cielo, que simblicamente est arriba, pero que est
en medio de la asamblea, pues todo el cielo se hace
presente a la celebracin, en unin con los ngeles
y santos).
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
36
- Lo tenemos levantado hacia el Seor.
- Demos gracias al Seor, nuestro Dios. (Ser agradecidos por todos los dones recibidos).
- Es justo y necesario.
El sacerdote lee el prefacio que es un canto de
agradecimiento a Dios. Por eso, uno de los diferentes
prefacios dice: Realmente, es justo y necesario, es nuestro
deber y salvacin, darte gracias, Seor, siempre y en todo
lugar
Adems de agradecer, se alaba a Dios por todas las
maravillas que hace con los hombres, que son manifestadas
segn la fiesta del da. Y siempre se alaba y se agradece a Dios
por la creacin, la redencin y la santificacin. Y termina el
prefacio invitando a cantar en unin con todos los ngeles y
santos y todas las criaturas.
Suele decirse que el Santo es un canto especial que
cantan los ngeles. Porque en el libro de Isaas aparecen los
serafines cantando: Santo, Santo, Santo es el Seor Dios de
los ejrcitos, llena est la tierra de su gloria (Is 6, 3).
Igualmente, en el Apocalipsis aparecen repitiendo sin
descanso da y noche: Santo, Santo, Santo es el Seor Dios
todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir (Ap
4, 8).
En cada misa nosotros cantamos con ellos y todos
los santos y todas las criaturas este himno de alabanza a
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
37
nuestro Dios: Santo, Santo, Santo es el Seor, Dios del
universo. Llenos estn el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del
Seor, hosanna en el cielo.
Es importante recordar aqu el papel tan importante que
tienen los ngeles en cada misa. Personalmente, soy muy
devoto de los ngeles y antes de cada misa los invito, de modo
especial, a acompaarme. De modo que, aunque celebre la
misa yo solo, no me siento solo, sino en unin con todos los
ngeles y santos. Porque s que cada misa es el cielo en la
tierra y, aunque sea celebrada en un rincn del mundo por un
sacerdote solitario, tiene un valor infinito, porque es la misa de
Jess, que da gloria infinita al Padre.
Algunos santos nos hablan de que en el momento del
ofertorio, presentacin de las ofrendas, los ngeles presentan a
Dios las ofrendas, intenciones y buenas obras de sus asistidos.
En el momento de la consagracin, los ngeles con los santos
adoran a Jess realmente presente en el altar. En la comunin,
acompaan a sus protegidos a recibir a Jess y les inspiran
buenos pensamientos para darle gracias. Muchos santos hablan
de que los ngeles custodios se alegran cuando uno va a la
misa, porque va a recibir para l, para su familia y para el
mundo entero, muchas bendiciones. Ellos tambin cantan y
adoran a su Dios, presente en la Eucarista. Por ello, deca
san Juan Crisstomo: En la misa, los ngeles asisten al
sacerdote, entonan cantos y llenan el recinto alrededor del
altar para honrar a Dios que ah est presente7.
7 San Juan Crisstomo, Dilogo sobre el sacerdocio VI, 4; PG 48, 681.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
38
Los ngeles participan de nuestra alegra y con ellos,
ciertamente, la misa es una verdadera fiesta. Si pudiramos
verlos con nuestros ojos, como algunos santos, quedaramos
maravillados. Por todo ello, hay que asistir a la misa con
mucho respeto, bien vestidos y con mucha atencin y
devocin, porque estamos en la presencia del cielo entero8.
f) PLEGARIA EUCARSTICA
Despus del Santo, viene la plegaria eucarstica. En
ella, no slo se nos recuerdan los acontecimientos de la pasin,
muerte y resurreccin de Jesucristo, sino que el Espritu Santo
hace que estos hechos se hagan realidad en el altar. Por eso,
decimos que la misa es el memorial de la pasin, muerte y
resurreccin de Jess. Memorial significa hacer realidad aqu y
ahora un acontecimiento salvfico que tuvo lugar hace mucho
tiempo. Pero para que se hagan realidad estos acontecimientos
necesitamos el poder del Espritu Santo. Por consiguiente,
invocamos la gracia del Espritu Santo (primera epiclesis),
diciendo en la segunda plegaria:
8 El Papa Benedicto XVI, cuando era cardenal, escribi: En la misa
no slo estamos reunidos unos con otros, sino que hay alguien
ms. Nos encontramos asociados a los ngeles, mirando la faz de
Dios. Con nuestras voces nos unimos a sus coros y la suyas se
juntan con nosotros. De aqu viene la grandeza de la misa, porque
en ella elevamos nuestros ojos hacia los ngeles y con ellos nos
ponemos ante la faz del Creador. Si comprendemos a fondo lo que
esto significa, la misa ser para nosotros una fuente de alegra
que jams podr ser comparada con todas esas fiestas que
nosotros hemos inventado y en las cuales no se hermanan los
cielos y la tierra. Y al tener la certeza de que estamos ante los
ngeles de Dios y que ellos mismos estn entre nosotros, brotar
con nuestro gozo el espritu de adoracin hacia la inmensa
presencia que nos envuelve. Ratzinger Joseph, De la mano de Cristo,
Ed. Eunsa, Pamplona, 1998, p. 72.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
39
Te pedimos, Seor, que santifiques estos dones con
la efusin de tu Espritu de manera que sean para nosotros
Cuerpo y Sangre de Jesucristo Nuestro Seor.
Para los cristianos orientales, tiene tanta importancia
esta invocacin al Espritu Santo, que para ellos ste es el
momento de la consagracin, es decir, el momento en que
Cristo se hace realmente presente en el altar.
Para nosotros, el momento clave es el momento de la
consagracin por separado del pan y del vino. Durante la
consagracin los fieles estarn de rodillas a no ser que lo
impida la enfermedad o la estrechez del lugar o la
aglomeracin de los participantes o cualquier otra causa
razonable. Y los que no pueden arrodillarse en la
consagracin, harn una profunda inclinacin mientras el
sacerdote hace la genuflexin despus de ella (OGMR 43).
El sacerdote dice:
Tomad y comed todos de l (pan), porque esto es mi
Cuerpo que ser entregado por vosotros.
Igualmente, el sacerdote toma el cliz y dice:
Tomad y bebed todos de l, porque ste es el cliz de
mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que ser
derramada por vosotros y por todos los hombres para el
perdn de los pecados. Haced esto en conmemoracin ma.
Dmonos cuenta que el sacerdote en ese momento es
Jess, Jess y l se han unido sustancialmente. Por eso, es tan
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
40
importante que el sacerdote sea puro y libre de todo pecado, al
menos mortal. El canon 899 dice que personifica a Cristo
durante la misa. Su persona es absorbida por la persona de
Cristo y Cristo acta a travs de l como si fuera l mismo.
Por eso, el sacerdote, como si fuera el mismo Cristo, dice las
mismas palabras de Cristo para realizar la consagracin.
Ahora bien, anotemos que se dice: Tomad y comed
todos de l, porque esto es mi cuerpo que ser entregado
por vosotros. El sacerdote debe hacer suyas estas palabras
de por vida. Y lo mismo cada fiel comprometido con
Cristo. Debe tomar su propio cuerpo, que significa toda su
vida, y entregarla a Cristo por la salvacin de sus
hermanos. Y les invita a todos: Tomad y comed, es decir,
recibid mi amor, mi alegra y mis bendiciones, porque estoy
a vuestro servicio para siempre. Un cristiano que vive
ntimamente en unin con Cristo, especialmente un
sacerdote, y que renueva su unin total en cada
consagracin, debe hacer realidad esta entrega a Cristo y a
los hermanos para que tengan derecho a recibir siempre su
amor, paz, alegra y bendicin.
De la misma manera, al decir el sacerdote Tomad y
bebed todos de l, porque ste es el cliz de mi sangre, el sacerdote y el fiel comprometido debe entender que est
renovando su entrega de dar su sangre y su vida por los
dems (ser derramada por vosotros y por todos los
hombres para el perdn de los pecados). Y dice que es
sangre de la alianza nueva y eterna. La sangre que
representa nuestra vida es la sangre de Cristo que nos
alimenta en la comunin y que, al comulgar, realiza una
alianza nueva y eterna entre Cristo y nosotros.
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
41
Qu importante es renovar cada da, en la misa y
comunin, esta alianza con Jess! Esto deben hacerlo de
modo especial los sacerdotes y religiosas, que estn
comprometidos de por vida por su compromiso radical con
Dios. Por ltimo, se dice: Haced esto en conmemoracin
ma. El texto griego dice touto poiei eis ton emen anmnesin.
La misa no es un simple recuerdo, sino una realidad. Jess
se ha hecho realmente presente, el mismo Jess de Nazaret
que naci en Beln y muri en la cruz. Cuando Jess dijo
esas palabras en la ltima cena, los apstoles entendieron
que podan celebrar lo mismo que l haba celebrado y
hacer realidad su cuerpo y sangre al consagrar el pan y el
vino.
Ests t hermano unido ntimamente a Cristo? Tu
vida y la de Cristo estn unidas? Ests totalmente disponible
para hacer siempre y en todo su santa voluntad? Eso es lo que
espera Jess de ti. Haz una consagracin de tu vida a Jess.
Ofrcele todo lo que tienes y todo lo que eres por medio de
Mara y vive la misa como una renovacin diaria de tu
compromiso vital con Cristo.
Despus de la consagracin, el sacerdote canta o
recita: Este es el sacramento de nuestra fe. El Papa Juan
Pablo II, en la carta a los sacerdotes para el jueves Santo
del 2005, les deca: Al decir Este es el sacramento de nuestra fe, el sacerdote manifiesta despus de la consagracin del pan y el vino el estupor siempre nuevo
por el prodigio extraordinario que ha tenido lugar entre
sus manos. Un prodigio que slo los ojos de la fe pueden
percibir. Los elementos naturales no pierden sus
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
42
caractersticas externas, ya que las especies siguen siendo
las del pan y del vino, pero su sustancia por el poder de la
palabra de Cristo y la accin del Espritu Santo se
convierte en la sustancia del cuerpo y la sangre de Cristo.
Por eso, sobre el altar est presente verdadera, real y
sustancialmente, Cristo, muerto y resucitado, en toda su
humanidad y divinidad.
Y el pueblo responde gozoso, si fuera posible
cantando: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu
resurreccin. Ven, Seor, Jess!
Tambin puede decirse: Aclamen el misterio de la
redencin.
Y responden: Cada vez que comemos de este pan y
bebemos de este cliz, anunciamos tu muerte, Seor,
hasta que vuelvas.
O bien se puede decir: Cristo se entreg por
nosotros.
Y se responde: Por tu cruz y tu resurreccin nos has
salvado, Seor.
Despus de esta aclamacin, el sacerdote ofrece al
Padre, como ministro de Cristo y de la Iglesia, el pan y el
vino consagrados. Como dice la plegaria IV: Te ofrecemos
su cuerpo y su sangre, sacrificio agradable a Ti y salvacin
para todo el mundo. Despus, viene la segunda epiclesis o
segunda invocacin al Espritu Santo. Se dice en la segunda
plegaria: Te pedimos humildemente que el Espritu Santo
congregue en la unidad a cuantos participamos del cuerpo
y sangre de Cristo. Tambin se pide, de modo especial, por
el Papa, por el obispo, por todos los sacerdotes y por toda
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
43
la Iglesia. Y se ora por todos los difuntos y, en concreto,
por aquellos por quienes se estuviera celebrando la misa. Se
invoca a Mara, a los apstoles y a los santos para que
vengan e nuestra ayuda. En la primera plegaria se menciona
especialmente a san Jos en unin de los mrtires.
Y la plegaria eucarstica termina con el Por Cristo,
con l y en l, a Ti Dios, Padre omnipotente, en la unidad
del Espritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos
de los siglos. Amn.
El por Cristo lo reza solo el sacerdote, pero todos
debemos asentir diciendo con fuerza y con aceptacin total
Amn, es decir, as es y que as sea. Es conveniente cantar
todos los das este Amn pues todos debemos, en ese
momento, decir con fuerza y verdad: Todo honor y toda
gloria por los siglos de los siglos.
En algunas parroquias los sacerdotes cantan todos
los das en la misa el Amn, mientras sostienen en alto con
sus manos la patena y el cliz. Es un momento muy
importante, el del verdadero ofertorio, en el que el
sacerdote no ofrece simplemente el pan y el vino, sino al
mismo Jess en persona con su cuerpo, sangre, alma y
divinidad. Es un momento en que el sacerdote y todos los
presentes pueden ofrecerse con Jess, mientras se van
diciendo las palabras con Cristo, con l y en l. Vivamos
ese momento con fe, entrega y generosidad, y digamos con
fuerza, cantando: Amn.
Para m, personalmente, este momento es muy
especial y, mientras tengo levantados la hostia y el cliz,
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
44
me voy ofreciendo con Jess al Padre. Son momentos
solemnes muy significativos y expresivos.
RITO DE LA COMUNIN
a) PADRENUESTRO
Comienza la ltima parte de la misa con la oracin
dominical u oracin del Seor, que es el padrenuestro.
Despus, contina el sacerdote con otra oracin que es
como ampliacin de la ltima peticin: lbranos del mal. Y
comienza: Lbranos, Seor de todos los males y concdenos
la paz en nuestros das, para ayudados por tu misericordia
vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda
perturbacin, mientras esperamos la gloriosa venida de
nuestro Salvador Jesucristo.
Y todos responden: Tuyo es el reino, tuyo el poder y
la gloria por siempre Seor.
b) RITO DE LA PAZ
A continuacin, el sacerdote con las manos
extendidas y en voz alta dice la oracin: Seor Jesucristo, que dijiste y, al terminarla, extendiendo y juntando las manos, anuncia la paz, vuelto al pueblo, mientras dice:
La paz del Seor est siempre con vosotros, y el pueblo responde: Y con tu espritu. Luego el sacerdote, si se juzga oportuno, aade: Daos fraternalmente la paz (OGMR 154).
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
45
En ese momento, conviene que cada uno exprese
sobriamente la paz slo a quienes tiene ms cerca (OGMR
82), lo que debe hacerse sin moverse de su lugar.
c) FRACCIN DEL PAN
En la liturgia de la Iglesia primitiva la fraccin del pan
(partir la hostia para consumirla) revesta mucha importancia.
Entonces usaban panes grandes fermentados que los fieles
haban presentado en el Ofertorio con el vino.
Cuando se sustituy el pan fermentado por el cimo
y se usaron las hostias actuales, se fue perdiendo el
simbolismo de este gesto de partir el pan. Cristo es el pan
partido para la salvacin del mundo. Por eso, san Pablo
dice: El pan es uno y somos muchos un solo Cuerpo, pues
todos participamos del mismo pan (1 Co 10,17). Y porque
participamos todos del mismo pan, que es Cristo, todos
estamos unidos en Cristo por la comunin. La comunin
eucarstica debe ser tambin comn unin con los
hermanos. De ah que la misa dominical debe llevarnos a
algunas acciones concretas de caridad para que nuestra
fiesta eucarstica sea compartida tambin con otros, a
quienes podamos llevar la alegra que Cristo nos ha dado.
Este gesto de partir los panes era tan importarte en
los primeros siglos que, desde el principio, se llamaba
fraccin del pan a la misa. Porque sin fraccin del pan no
habra comunin y sin comunin la misa sera un banquete
sin comida. En el libro de los Hechos de los apstoles se
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
46
nos dice que aquellos primeros cristianos perseveraban en
or la enseanza de los apstoles y en la unin, en la
fraccin del pan (misa) y en la oracin (Hech 2,42). Y
diariamente acudan al templo, partan el pan en las casas
(celebraban la misa en las casas), tomaban su alimento con
alegra y sencillez de corazn, alabando a Dios en medio
del general favor del pueblo (Hech 2, 46-47).
Este gesto de la fraccin del pan resume un poco la
vida de Cristo y lo que debe ser tambin la nuestra: un
romperse por los dems, un entregarse totalmente a su
servicio. Este gesto debera ser ms visible y expresivo. En
las catacumbas de Roma, los cristianos pintaban al
sacerdote, partiendo el pan eucarstico para simbolizar la
celebracin de la misa.
El sacerdote realiza la fraccin del pan y deposita
una partcula de la hostia en el cliz, para significar la
unidad del cuerpo y de la sangre del Seor en la obra
salvadora, es decir, del cuerpo de Cristo Jess viviente y
glorioso. El coro o cantor canta normalmente la splica
Cordero de Dios con la respuesta del pueblo; o lo dicen al menos en voz alta. Esta invocacin acompaa a la
fraccin del pan y, por eso, puede repetirse cuantas veces
sea necesario hasta que concluye el rito. La ltima vez se
concluye con las palabras: danos la paz (OGMR 83).
d) COMUNIN DEL SACERDOTE Y DEL PUEBLO
El sacerdote se prepara con una oracin en secreto
para recibir con fruto el cuerpo y la sangre de Cristo. Los
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fieles hacen lo mismo, orando en silencio (OGMR 84).
A continuacin, el sacerdote presenta la hostia
partida sobre la patena o sobre el cliz, diciendo: Este es el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos
los invitados a la cena del Seor (u otras parecidas
palabras).
Al decir Cordero de Dios, est refirindose a Jess
como Cordero pascual. Y nosotros celebramos la gran
fiesta de la Pascua, es decir, de su resurreccin, comiendo
el Cordero pascual, que es Cristo.
El pueblo responde con las palabras del centurin
(Mt 8,8): Seor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastar para sanarme.
A continuacin, comulga el sacerdote. Mientras
comulga, comienza el canto de comunin. El canto se
prolonga mientras el sacerdote administra la comunin a
los fieles, diciendo: El cuerpo de Cristo.
Al decir El cuerpo de Cristo, est recalcando que
Jess, no slo est como Dios en unin con el Padre y el
Espritu Santo en la hostia consagrada, sino que est
tambin como hombre, con su cuerpo humano. Y todos
responden: AMN.
Todos deben responder con voz clara el Amn antes
de recibir la hostia para reafirmar su fe en la presencia viva
y real de Jess en la Eucarista. Pero todos deben tener en
cuenta lo que dice san Pablo: El que come el pan y bebe el
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
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cliz del Seor indignamente, se hace reo del cuerpo y de
la sangre del Seor. Examnese pues, el hombre a s mismo
y, entonces, coma del pan y beba del cliz pues el que come
y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia
condenacin (1 Co 11, 27-29). Pero si lo recibe
dignamente, ser para l el mejor alimento espiritual y la
mayor fuente de bendiciones en su vida.
Ya hemos, dicho anteriormente, que la comunin es el
momento ms importante y sublime de cada da, porque es el
momento de mayor unin con Dios por medio de la humanidad
de Jess. Por Jess llegamos al Padre en unin con el Espritu
Santo. Mara siempre nos acompaa con nuestro ngel, cuando
vamos a comulgar. Y sera muy conveniente invitar
expresamente a todos los ngeles y santos para que nos ayuden
a recibir y agradecer dignamente a Jess sacramentado.
Suele decirse que las especies sacramentales
permanecen en nosotros durante unos diez o quince minutos.
Es decir, que nuestra unin sacramental con Jess dura unos
diez o quince minutos. Por ello, durante este tiempo, no
debemos distraernos ni salir del templo. Debemos estar en
oracin con Jess en nuestro corazn.
Si alguna persona no puede comulgar por algn motivo
especial, por no tener regularizado su matrimonio o por estar
en pecado grave, puede arrepentirse y comulgar
espiritualmente. La comunin espiritual es una buena prctica
que podemos renovar muchas veces al da. Consiste en desear
ardientemente recibir sacramentalmente a Jess; pero, al no
poder hacerlo, le manifestamos nuestro deseo lleno de amor,
porque queremos unirnos a l y ser Uno con l.
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Deca santa Teresa de Jess: Cuando no podis
comulgar ni or misa, podis comulgar espiritualmente, que
es de grandsimo provecho9. El mismo concilio de Trento
afirmaba: Aquellos que comen en deseo aquel celeste pan
eucarstico, experimentan su fruto y provecho por la fe viva
que obra por la caridad (Denz 881).
De todos modos, quienes pueden comulgar deberan
hacerlo todos los das a ser posible. La Iglesia recomienda
comulgar siempre que se asista a la misa, pero
especialmente los domingos, cuando hay obligacin de
asistir. Venir a misa y no comulgar es como ir a un
banquete y no comer. Y eso ser un pecado de omisin del
que Dios nos pedir cuentas.
Desde el concilio IV de Letrn (1215) es obligacin
grave comulgar, al menos, una vez al ao (canon 920).
Adems, el que ha recibido la comunin, puede recibirla de
nuevo el mismo da solamente dentro de la celebracin
eucarstica que participe (canon 917). Se puede, pues,
comulgar dos veces al da, normalmente en la maana y
otra en la tarde. Para comulgar, es preciso abstenerse de
tomar alimento y bebida (excepto agua y medicina) al
menos una hora antes de comulgar (canon 919). Y, si
alguno es consciente de estar en pecado grave, no debe
comulgar sin antes confesarse sacramentalmente.
La comunin es algo tan importante que hay que darle
la mxima importancia. No puede recibirse por costumbre o
9 Camino de perfeccin 62, 1.
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por un compromiso social. Hay que prepararse lo mejor posible
y, despus dar gracias durante un tiempo prudencial. Deca
santa Magdalena de Pazzi: Los minutos que siguen a la
comunin son los ms preciosos de nuestra vida. Son los
minutos ms propicios de nuestra parte para tratar con Dios y,
de su parte, para comunicarnos su amor.
La comunin es el mejor alimento espiritual y el mejor
medio de santificacin. Pero no olvidemos que la misa y la
comunin estn ntimamente unidas. Se puede co- mulgar fuera
de la misa, pero como algo excepcional.
Tambin es importante que, durante el da, podamos
hacer algunas visitas a Jess Eucarista. Y, si no podemos, por
estar enfermos o por vivir en lugares distantes, al menos,
hagamos visitas y comuniones espirituales frecuentes a Jess
sacramentado.
Como aquellos cristianos de las islas de Kiribati, que se
reunan los domingos a orar en la playa y el catequista les
deca: Ahora vamos a adorar a Jess, que est en las iglesias
de Tahit a 5.000 Kms de distancia. Ciertamente para Jess no
hay distancia. El amor es la distancia ms corta entre dos
personas y, sobre todo, entre Jess y nosotros. Por eso, la
comunin es el medio ms sublime que Dios nos ha dado para
unirnos a l.
Comulgar debe ser una verdadera fiesta para
nosotros. Comulgar con Jess es una fiesta que ni los
ngeles pueden tener, porque no pueden comulgar.
Hagamos de cada misa una fiesta, vivindola intensamente
y recibiendo a Jess en la comunin.
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Oraciones antes o despus de la comunin:
Seor Jess, creo que ests
realmente presente en la Eucarista
con tu cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Oigo tu invitacin: Yo soy el pan vivo, bajado del cielo.
Tomen y coman: Esto es mi Cuerpo.
Creo, Seor, pero aumenta mi fe.
* * * * * * *
Toma, Seor, y recibe mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad.
Todo mi haber y poseer. T me lo diste:
A Ti, Seor, los torno. Todo es tuyo.
Dispn de m, segn tu voluntad. Dame tu amor y gracia
que esto me basta, y no pido otra cosa ms. Amn.
* * * * * * *
Alma de Cristo, santifcame.
Cuerpo de Cristo, slvame.
Sangre de Cristo, embrigame.
Agua del costado de Cristo, lvame.
Pasin de Cristo, confrtame.
Oh buen Jess!, yeme.
Dentro de tus llagas, escndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del enemigo malo, defindeme.
En la hora de mi muerte, llmame
y mndame ir a Ti
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para que con tus santos te alabe
por los siglos de los siglos. Amn.
Comunin espiritual
Oh Jess mo!,
yo creo que ests presente
en el Santsimo sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo recibirte dentro de mi alma.
Pero, como ahora no puedo hacerlo sacramentalmente,
ven, al menos, espiritualmente a mi corazn.
Y, como si ya te hubiera recibido, te abrazo
y me uno a Ti. No permitas, Seor,
que vuelva a ofenderte jams.
RITO DE LA CONCLUSIN
a) ORACIN DESPUS DE LA COMUNIN
Despus de comulgar, mientras el sacerdote limpia
el cliz y recoge las cosas del altar, es recomendable
guardar silencio para motivar la oracin personal de
agradecimiento al Seor. Los que no han comulgado,
tambin deben orar y podran decirle a Jess muchas veces:
Jess, yo te amo.
Cuando se ha terminado de distribuir la comunin,
el sacerdote y los fieles, si se juzga oportuno, pueden orar
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un espacio de tiempo en secreto. Si se prefiere, toda la
asamblea puede tambin cantar un salmo o algn otro
canto de alabanza o himno (OGMR 88).
A continuacin, viene la oracin despus de la
comunin en la que el sacerdote se une a toda la Iglesia y
manifiesta su agradecimiento al Padre por los dones
recibidos, pidiendo que los frutos de la Eucarista sean
eficaces par llevarnos a vivir siempre con l en el cielo.
Los fieles responden: Amn. Si hay avisos
parroquiales este es el momento, pero deben ser breves.
b) BENDICIN FINAL
El sacerdote contina: El Seor est con vosotros.
Responden: Y con tu espritu.
Y el sacerdote, bendice al pueblo con una frmula
solemne, si lo desea, en los das de fiestas, o sencillamente
diciendo: 0
La bendicin de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y
Espritu Santo, descienda sobre vosotros.
Todos responden: Amn.
- Podis ir en paz. - Demos gracias a Dios.
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El sacerdote que ha bendecido al pueblo en nombre de
Dios trino, se retira, besando el altar como al principio,
dejndole un beso a Jess como agradecimiento por haberle
permitido celebrar la gran maravilla de la Eucarista.
c) CANTO DE DESPEDIDA
Termina la celebracin con el canto de despedida,
mientras se retira el sacerdote del altar, aunque es bueno que el
sacerdote permanezca en el altar hasta que se termine la
cancin. En algunos lugares, los sacerdotes tienen la buena
costumbre de salir a la puerta, durante la ltima cancin, para
saludar a los feligreses. En algunos das especiales, es
conveniente tener una pequea recepcin para tomar unas
bebidas con galletas y as compartir juntos la alegra de la misa
y conocerse mejor.
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TERCERA PARTE
REFLEXIONES
En esta ltima parte, queremos expresar algunas
reflexiones con testimonios para comprender la necesidad que
tenemos de la fe para vivir realmente la maravilla y el
misterio de la misa y comprobar cmo lo han vivido otros
testigos cristianos que son un ejemplo para nosotros.
REFLEXIONES
Todo lo que hemos dicho sobre la grandeza admirable
del misterio de la misa como fuente de inmensa alegra, no lo
entienden muchos catlicos que van a misa por cumplir,
distrados y con poca fe. Y, cuando falta la fe en lo que se
celebra y no estamos seguros de que es realmente el mismo
Jesucristo, nuestro Dios y Seor, el que viene a nuestro
encuentro para celebrar una fiesta con nosotros, entonces la misa
parece un espectculo.
Un espectculo no muy divertido y quizs aburrido,
porque no se entiende nada. Algunos van a misa pensando en
que termine pronto y les molesta si el sermn u homila se
alarga un poco. Y es que, cuando falta fe y no hay amor por
Jess, la misa aprovecha muy poco o nada.
Pero si comprendiramos que todos los ngeles y santos
nos acompaan, que el cielo entero est presente, actuaramos
de otra manera. Iramos bien vestidos como a una fiesta
celestial, y nunca llegaramos tarde a la cita con Jess.
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Recordemos que, en cada misa, est presente Mara con
san Jos. La sagrada familia estaba unida en la tierra y lo est
tambin en el cielo y en cada misa. Por otra parte, la accin del
Espritu Santo es indispensable para la realizacin del gran
milagro de la consagracin del pan y del vino en el cuerpo y la
sangre de Jess.
Lamentablemente, muchos catlicos no son practicantes
y para ellos la misa dominical no tiene ninguna importancia. Al
alejarse de la Eucarista, su vida espiritual est vaca o
raqutica. Por eso, es preciso que los catlicos tomen
conciencia de la importancia de la misa del domingo. Los
primeros cristianos arriesgaban su vida por asistir a misa y
nosotros preferimos ir de paseo antes que ir a misa. No nos
damos cuenta de cuntas bendiciones y alegras nos perdemos
para esta vida y para la eternidad.
Los cristianos de los primeros siglos asistan a misa
antes del alba, porque tenan que ir a trabajar al salir el sol, ya
que el domingo no era da de fiesta. Cuando, a partir del ao
321, el domingo se convirti en da festivo y la misa pudo
celebrarse a media maana, muchos siguieron asistiendo a la
misa antes del canto del gallo, porque era la hora en que las
mujeres se reunieron para ir al sepulcro, constatando la
resurreccin. A lo largo de los siglos, la importancia del
domingo lleg a la prohibicin del trabajo manual para darle
ms significado al sentido de fiesta. En la actualidad, muchos
deben trabajar el domingo por obligacin, pero los que no
tengan esa obligacin, deberan respetar el domingo como un
da de descanso, un da para estar con la familia y un da
sagrado para ir a misa.
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El Papa Benedicto XVI en su exhortacin apostlica
Sacramento de amor, afirma que cristiano es el que vive segn
el domingo. Y dice: Vivir el domingo quiere decir ser
conscientes de la liberacin trada por Cristo y hacer de
nuestra vida una ofrenda a Dios (No. 72).
La fe peligra cuando no se siente deseo de participar
en la misa dominical. Perder el sentido del domingo como da
del Seor para santificarlo es sntoma de una prdida del
sentido autntico de la libertad de los hijos de Dios
Y aunque est permitido cumplir el precepto dominical
el sbado por la tarde es preciso recordar que el domingo
merece ser santificado en s mismo para que no termine siendo
un da vaco de Dios (No. 73).
TESTIMONIOS
a) PADRE PIETRO ALAGIANI
Era capelln del ejrcito italiano durante la segunda
guerra mundial y fue hecho prisionero el 19 de diciembre de
1942. l dice: Desde los primeros das de cautiverio, la
nostalgia por la santa misa me atormentaba ms de lo que
poda imaginar. Pero tambin en esto vino a mi encuentro
Jess, inspirndome una devocin sui generis. Recortando lo mejor que pude una gran hostia de papel, cada maana,
despus de la meditacin, celebraba dos misas, deca todas las
oraciones de la misa con todas la ceremonias como si
realmente estuviera en el altar. Debo reconocer que aquellas
ngel Pea LA MISA UNA FIESTA CON JESS
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misas secas las celebraba con devocin y consuelo como raramente cuando tena la suerte de celebrar las verdaderas
misas. A partir del 5 de marzo de 1953, pude celebrar
diariamente la misa. Desde aquel da, hasta el gran deseo de
libertad se me volvi menos acuciante y menos atormentador;
porque, en el fondo, haba deseado e invocado la libertad y
suspirado por ella, principalmente, por estar privado de
celebrar la misa10
.
El padre Alagiani tuvo la gran suerte de tener
permanentemente consigo en una bolsita colgada en el cuello a
Jess Eucarista y esto le dio una fortaleza inmensa en medio
de las torturas y de los sufrimientos de la vida carcelaria. Y
dice: A pesar de las continuas dolencias, del hambre terrible,
del fro extremo en invierno, nada lograba disminuir la ntima
alegra que experimentaba al pensar que estaba en compaa
de Jess sacramentado11
.
b) PADRE SEGUNDO LLORENTE
Este misionero de Alaska, cuyos libros lea con sumo
agrado en mis aos de seminarista, era un sacerdote muy
fervoroso. Dice: Celebraba la misa muy despacio,
rodeado de varias legiones de ngeles, que me envidiaban a m
y yo les envidiaba a ellos. Me envidiaban, porque ellos no
podan consagrar ni sufrir por Cristo y yo les envidiaba,
10
Alagiani Pietro, Lubianka, Ed. Apostolado de la prensa, Madrid, 1963,
pp. 137 y 157. 11
Ib. p. 112.
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60
porque ellos eran ngeles y yo una miseria12
. l se pasaba
muchas horas en oracin ante Jess sacramentado y, por eso,
poda hablar por experiencia que la misa para l era un cielo en
la tierra en unin con los ngeles.
c) PADRE CISZEK
Este sacerdote norteamericano fue misionero voluntario
a Rusia durante la segunda guerra mundial, pero lo tomaron
preso y pas cinco aos en la famosa crcel Lubianka de
Mosc. En su libro With God in Rusia, traducido al espaol
como Espa del Vaticano, va narrando sus aventuras y su
deseo inmenso de celebrar la misa. Dice as: En el campo de
trabajos forzados nmero 5, volv a celebrar la misa que no
haba podido celebrar desde los tiempos de Dubinka. Era en
un taller. Dispona de un pequeo cliz y de una patena de
nquel que haba hecho uno de los presos; el vino era de uvas
que sacaban de no s dnde y el pan lo cocan especialmente
algunos estonianos catlicos que trabajaban en la cocina. Era
peligroso que asistiesen muchos por el peligro de llamar la
atencin; pero, a medida que corri la voz, ya eran ms los
que deseaban asistir a la misa. Al cabo de cierto tiempo, el
padre Gasper y yo fuimos ms atrevidos y empec a celebrar
la misa en uno de los barracones donde la mayora eran
polacos y lituanos, y el brigada tena sentimientos religiosos...
Me cambiaron de alojamiento y mis antiguos feligreses venan
a mi nuevo alojamiento por la noche y, entre juegos de cartas y
domin, confundidos entre las conversaciones de los dems,
los confesaba y les daba la comunin Otras veces, daba la
12
Llorente Segundo, Cuarenta aos en el crculo polar, Ed. Sgueme,
Salamanca, 2004. pp. 198 y 300.
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comunin por la noche despus de la misa y era lo que yo
prefera, pues se corra el riesgo de perder los santos
sacramentos en un registro nocturno... Despus, cambiamos de
tctica, yendo a barracas distintas a celebrar la misa y as
evitbamos sospechas. Celebraba en algn barracn donde el
jefe de la brigada era amigo, mientras l vigilaba desde la
puerta para que no entrase ningn extrao13
.
Yo s los sacrificios que hacamos para celebrar en
aquellas condiciones, estando hambrientos. Yo he visto
sacerdotes que estaban en ayunas todo el da y trabajar con el
estmago vaco para tener la posibilidad de celebrar la misa
(en aquel tiempo haba que guardar ayuno desde las doce de la
noche del da anterior). Yo lo hice con fr
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