1
Los saberes expertos y el poder de hacer y deshacer sociedad
Pablo de Marinis
Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires CONICET
(Este trabajo fue publicado en 2009 en una compilacin de Gabriel Gatti, Iaki Martnez
de Albniz y Benjamn Tejerina, que llev el ttulo Tecnologa, cultura experta e
identidad en la sociedad del conocimiento, Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad
del Pas Vasco; el trabajo est entre las pginas 53 y 96).
1 INTRODUCCIN1
La relacin de los saberes expertos con la actividad de gobierno ha
experimentado a travs del tiempo numerosas y significativas variaciones. Que el saber
y el poder mantienen entre s una peculiar relacin2 no constituye un asunto nuevo: ya
las ms antiguas reflexiones filosficas abordaron consecuentemente este problema, y lo
propio hicieron los precursores del pensamiento poltico y social moderno. De tal
forma, este texto no puede elevar la pretensin de reconstruir ni siquiera someramente la
genealoga de estas relaciones entre saber y poder (dicho de otro modo: entre
conocimiento y poltica), sino que aspira, apenas, a describir algunas de sus ms
recientes y profundas transformaciones, localizndolas en unos determinados mbitos
de accin (algunas polticas educativas y de seguridad urbana), en una poca
(aproximadamente las ltimas dos dcadas), y en un lugar (Argentina).3
La tonalidad del texto comenzar siendo abstracta y general. As, realizando
un recorrido inevitablemente superficial a travs del devenir histrico de las
racionalidades polticas, se presentarn algunas de las diferentes figuras y
personificaciones del saber experto que han surgido en muy diversos momentos,
durante, aproximadamente, el ltimo siglo y medio. El ejercicio apunta, en definitiva, a
comparar viejas personificaciones con otras encarnaciones ms actuales del saber
1 Fue de inestimable ayuda el comentario crtico que Claudio Suasnbar y Leandro Stagno ( ambos de
la Universidad de La Plata y de FLACSO Argentina) realizaron a versiones anteriores de este
texto. Gabriel Gatti fue un paciente y meticuloso editor. A todos mi agradecimiento.
2 Una relacin de (por decirlo ligeramente) estratgica y mutua implicacin
3 No obstante, al tratarse de tendencias globales, muchas de las cuestiones que aqu se planteen
pueden tener alguna vigencia en contextos diferentes al referido.
2
experto y que, hoy por hoy, interactuando conflictivamente con otras, se han tornado
dominantes y estratgicas para el ejercicio del poder.
Las figuras que se sometern a comparacin sern cuatro, y funcionarn aqu
de forma bastante similar a los famosos recursos metodolgicos que Max Weber
denomin tipos ideales, esto es, como construcciones conceptuales abstractas que
resultan de muy dificultoso (o imposible) hallazgo en estado puro en la realidad,
aunque bien pueden servir para ordenarla y comprenderla.4
Una de estas figuras, ya extinguida, es la del intelectual fundacional,
clsico personaje paradigmtico de la era en la que fue dominante la racionalidad
poltica liberal, durante buena parte del siglo XIX y en las primeras dcadas del siglo
XX. Las otras tres figuras han emergido sucesivamente en distintos momentos
histricos, y todas conservan diferentes niveles de vigencia en la actualidad. En primer
lugar, va a hablarse aqu del cientfico puro, un individuo que practica actividades
reconocidas como cientficas y que tiene su sede en universidades y otros centros de
investigacin. Segundo, el ingeniero social o cuadro tcnico, una figura que fue
caracterstica de la era del Estado de Bienestar de impronta keynesiana y que sigue
teniendo actualmente alguna aunque ciertamente devaluada vigencia. Y, por
ltimo, se analizar el significado de la figura de ms reciente aparicin, el llamado
analista simblico, conocido a menudo tambin como tecnopoltico. Es
especialmente este ltimo el que ha comenzado en los ltimos tiempos a desempear un
rol estratgico en la planificacin, organizacin y gestin de los asuntos de gobierno,
entrando en conflictivas vinculaciones y a la vez parcialmente desplazando en su
importancia a los otros exponentes del saber experto.
La comparacin entre estos cuatro tipos se har a travs de un conjunto de
dimensiones fuertemente interconectadas. Entre ellas, se destacan las racionalidades
polticas que invocan y por las que son promovidos, los marcos de referencia o
inserciones institucionales que cada uno de ellos tiene, las autopercepciones que poseen
acerca de su papel en la sociedad, la relacin que mantienen con la arena en la que se
toman las decisiones polticas, las concepciones del conocimiento que manejan, los
valores segn los cuales se orientan, las formaciones y titulaciones de las que disponen,
los tipos de textos que escriben y los medios a travs de los cuales los hacen circular, las
fuentes de su prestigio y reconocimiento, las concepciones del trabajo en las que se
sostienen, etc. En el marco de este ejercicio comparativo el mayor nfasis estar puesto
en obtener una descripcin de los perfiles que asume en la actualidad el rol de los
analistas simblicos, caracterizando las tareas de traduccin de poder y autoridad que
ellos desempean en distintos mbitos institucionales, esto es, el diseo,
4 Vanse, por ejemplo, los diversos textos de carcter metodolgico y epistemolgico que se
incluyen en Weber (1990) [1922].
3
implementacin y monitoreo de variadas tecnologas de gobierno. Todos estos temas
sern abordados en la ms extensa primera parte del trabajo.
La tarea de los analistas simblicos podra ser pensada, tambin, como un
importante factor que contribuye al proceso (actualmente en vertiginoso curso) de
devaluacin-desconversin-desmontaje de la realidad (y del concepto poltico y
cientfico-social) de lo social. As, la segunda parte del trabajo se limitar a indicar,
algo ms brevemente, algunos caminos a travs de los cuales estos procesos puedan ser
analizados, ilustrando los desarrollos tericos (que se realizan en la primera seccin de
esta segunda parte) con algunos ejemplos tomados de polticas desplegadas en
Argentina en los ltimos aos, en especial, en el campo de las polticas de seguridad y
en el de las polticas educativas (en la segunda seccin). Las comparaciones ya
planteadas en la primera parte del texto se vern as profundizadas: en efecto, lo
social haba sido una figura sociolgica y societal que las otras personificaciones del
saber experto (intelectuales fundacionales, cientficos puros e ingenieros sociales)
haban, respectivamente, fundado, racionalizado y administrado. Los analistas
simblicos, por su parte, realizan una tarea sensiblemente diferente, y participan en la
tarea de inventar y gestionar una serie de dispositivos institucionales ms o menos
novedosos, o bien de redefinir y reformular viejos dispositivos.
Al final del texto, se presentarn algunas conclusiones necesariamente breves
y fragmentarias, que servirn tanto para cerrar provisoriamente el recorrido realizado
como para sugerir algunas probables lneas de investigacin hacia el futuro.
En lo que sigue, y para concluir esta parte introductoria, se realizarn dos
breves aclaraciones conceptuales preliminares. En primer lugar, se advierte que los
distintos conceptos aqu implicados (poder, saber, gobierno, racionalidad
poltica, tecnologa de gobierno, etc.) no podrn desarrollarse con gran detalle aqu.
Ms all de su evidente polisemia, por tratarse de trminos que atraviesan casi
enteramente la historia del pensamiento poltico y social, en este texto estarn
directamente vinculados a la obra de Michel Foucault (por ejemplo 1989; 1990; 1991),
as como a la reelaboracin y apropiacin crtica que de ella hicieron,
preponderantemente en el mundo acadmico de habla inglesa, los llamados
governmentality studies (por ejemplo Dean 1999; Rose 1996; 1999).5
En segundo lugar, se advierte que cada vez que aqu se hable de saberes
expertos, debern tenerse en cuenta especialmente los saberes acerca de los asuntos
sociales y polticos, an cuando ellos, por cierto, no agoten lo que pueda ser entendido
como saber experto. En efecto, interesan aqu especialmente los saberes expertos que
5 Otros ejemplos de esta perspectiva analtica pueden encontrarse en los diversos ensayos
compilados en Barry/Osborne/Rose (1996). En de Marinis (1999) se presenta una sucinta
introduccin crtica a todos estos conceptos y a sus modos de abordaje por parte de la recepcin
anglosajona.
4
pueden ingresar, de diversas maneras, en los procesos a travs de los cuales se definen,
se implementan y se racionalizan las polticas. As, por ejemplo, cuando aqu se haga
referencia a un intelectual fundacional deber pensarse sobre todo en un intelectual
humanista, escritor, publicista, jurista, historiador, filntropo, protocientfico de la
sociedad, o bien cientfico de la naturaleza o mdico imbuido de inquietudes acerca
de cuestiones sociales (por ejemplo, epidemilogo, criminlogo, etc.). Por otro lado,
el cientfico puro ser, en este texto, mucho ms un socilogo o antroplogo de sede
bsicamente universitaria que un fsico, un bilogo o un matemtico. Por dems, cuando
se hable de cuadros tcnicos o ingenieros sociales debern los lectores representarse
mucho ms un individuo (a menudo, tambin poseedor de una formacin y una
titulacin universitaria) inserto como funcionario de carrera estable en las reas
sociales de gobierno (planificacin urbana, salud, educacin, etc.) que, por ejemplo,
un ingeniero de puentes y caminos. Finalmente, para la categora de los analistas
simblicos, debern los lectores imaginarse mucho ms un pedagogo consultor en
cuestiones educativas, un experto en polticas sociales, o un representante de las
disciplinas de la gestin, el management y la organizacin, que un ingeniero de
sonido o un director de cine.
2 PRIMERA PARTE: UN ENSAYO DE COMPARACIN ENTRE DISTINTOS SERVIDORES DEL PRNCIPE
En primer trmino, se intenta en este texto realizar una comparacin entre
diferentes personificaciones del conocimiento experto. De las cuatro categoras ya
mencionadas, dos son las que podran prestarse a una ms sencilla identificacin. Se
trata del ingeniero social y del cientfico puro, figuras cuya sola mencin permite
evocar alguna imagen ms o menos definida: funcionarios de Estado poseedores de un
saber tcnico especializado, ubicados en lugares de cierta jerarqua en el escalafn, los
primeros; agentes con formacin acadmica insertos en el sistema cientfico y
universitario, los segundos. Las otras dos categoras (el intelectual fundacional y el
analista simblico) requieren de algunos comentarios adicionales, antes de avanzar
con mayor detalle en las comparaciones prometidas entre las cuatro personificaciones,
donde se harn ms explcitos sus respectivos perfiles.
La figura del intelectual fundacional est sin duda emparentada con las
nociones convencionales del intelectual, surgidas entre los siglos XIX y XX: aquellos
individuos que reclaman como fundamento de legitimidad para sus intervenciones
pblicas una forma de pensamiento crtico, independiente de los poderes, y sustentada
5
en el uso de la razn (Neiburg y Plotkin 2004, 15).6 En otras palabras, y agregando
otros matices a la definicin anterior, se trataba de personas que consideraban como su
responsabilidad moral y su derecho colectivo intervenir directamente en el sistema
poltico mediante su influencia sobre las mentes de la nacin y la configuracin de las
acciones de sus dirigentes polticos (Bauman 1997, 9). Se habla aqu, en suma, de unas
personificaciones portadoras de un tipo de conocimiento generalista que, quizs, no
merezcan propiamente el nombre de saber experto. En efecto, en el debate cientfico-
social actual suele entenderse por saber experto la especializacin o concentracin en un
tema, campo problemtico, rea o incluso subrea disciplinaria. Por el contrario, estos
intelectuales pudieron condensar prcticamente el conjunto de los saberes (ms o
menos) eruditos disponibles en su poca.
Si bien la irrupcin de estas figuras se produjo hace mucho tiempo, se hablar
aqu en particular de las que surgieron desde el siglo XIX y tuvieron plena vigencia
durante las primeras dcadas del siglo XX. Se trata de esos ejemplares que
retrospectivamente despiertan nuestra curiosidad y a veces incluso tambin nuestra
admiracin, porque (todava) podan desplazarse con gran soltura (a veces tambin,
irreverencia) por el arte y la literatura, la economa poltica, la historia universal, la
geopoltica, la cuestin social, la jurisprudencia, la demografa, la estadstica social y
los ms recientes logros de las ciencias de la naturaleza, y combinaban su actividad
propiamente intelectual centrada en la publicacin de libros y artculos y en el dictado
de clases y conferencias, con diversas formas de la actividad poltica, la que ejercan a
veces de manera directa (ocupando cargos de relevancia en el Estado y otras
instituciones) y otras ms indirecta (realizando tareas propias de un Consejero del
Prncipe ms o menos externo a las arenas decisionales).
Por su parte, el ms reciente concepto del analista simblico fue acuado
por el estadounidense Robert Reich, en uno de esos tpicos textos de inters general,
preocupados por la situacin imperante en el mundo global actual, que a veces logran
devenir best-sellers y que en las libreras suelen localizarse en los estantes de
novedades antes que en los correspondientes a alguna disciplina o tema en particular.
Publicado en 1991, traducido a una veintena de idiomas, este trabajo llev el ttulo de El
Trabajo de las Naciones (1993), en clara resonancia con el famoso La Riqueza de las
Naciones de Adam Smith. Su autor es una figura polifactica, situado propiamente en
un espacio liminal entre la actividad acadmica y la consultora poltica, l mismo un
excelente exponente del analista simblico, vinculado al ala liberal del Partido
Demcrata y ministro de Trabajo durante el primer gobierno de Bill Clinton.
Crtico de las taxonomas convencionales utilizadas por las oficinas de censos
que, segn su opinin, no estaran a la altura de las transformaciones ms recientes de la
6 Luego se explorar con mayor detalle el significado de esta supuesta independencia respecto de
los poderes fcticos.
6
economa mundial, en general, y del mercado de trabajo, en particular, Reich propone
una nueva clasificacin de las categoras laborales u ocupacionales. As, identifica tres
categoras principales: los servicios rutinarios de produccin, los servicios en
persona y los servicios simblico-analticos.7 En su conjunto, entre las tres
categoras cubren ms de tres de cada cuatro puestos laborales en Estados Unidos. Por
fuera de ellas slo quedaran los trabajadores rurales, los mineros y los empleados
pblicos, todos ellos, segn Reich, localizados al amparo de la competencia (1993,
183).
Con su figura del analista simblico Reich hace referencia a un tipo de
actividad profesional que comienza a volverse preponderante desde, por lo menos, la
dcada del 70. El mayor impulso para su surgimiento lo habran suministrado los
cambios que trajeron aparejadas la revolucin tecnolgica y la globalizacin de los
mercados financieros. Entre estas actividades de servicios analtico-simblicos
destaca el autor un conjunto de tareas relacionadas con la identificacin, solucin y
arbitraje de problemas mediante la manipulacin de smbolos de diverso tipo (datos,
palabras, representaciones orales y visuales). Esta categora de analistas simblicos es
extremadamente heterognea, y abarca desde ingenieros de sistemas, biotecnlogos,
ejecutivos de relaciones pblicas y publicidad, especialistas en desarrollo urbano,
brokers inmobiliarios, consultores de management, de finanzas, de impuestos y de
seguros, especialistas en organizacin y recursos humanos, planificadores estratgicos,
asesores de imagen, headhunters, expertos en cuestiones de seguridad, consultores de
medios de comunicacin, etc.
No se evaluar aqu la eficacia descriptiva de esta categora de los analistas
simblicos. La extrema heterogeneidad de actividades que caen dentro de ella conspira
sin duda contra su univocidad y precisin, lo cual, sin duda, tambin podra ser dicho
respecto de las dems categoras que se utilizarn en este trabajo. Sin embargo, para los
fines que se persiguen aqu resultar ciertamente de utilidad su consideracin, puesto
que permitir realzar algunas de las caractersticas ms importantes que asume el saber
experto en la actualidad, en su articulacin con prcticas de poder y gobierno. Como ya
se dijo, el alcance y significado de cada una de estas cuatro categoras (intelectual
fundacional, ingeniero social, cientfico puro y analista simblico) deber
quedar ms claro a medida que avance el desarrollo argumentativo de este texto, en
particular, cuando los prometidos ejercicios comparativos (que se inician en lo que
sigue) ya se hayan realizado.8
7 En lo que sigue de este trabajo se desarrollar con mayor detalle la tercera de sus categoras, la del
analista simblico. Para conocer en qu consisten las otras dos, vanse directamente los
desarrollos de Reich (1993, 177ss).
8 Para la caracterizacin de los perfiles del analista simblico se ha encontrado inspiracin en
numerosos trabajos, entre los que se destacan los de Aronson (2001a y b), Brunner (1993a; 1993b),
Tenti Fanfani (1994), Camou (1997), Centeno/Silva (1998).
7
2.1 Racionalidades polticas
El primer aspecto que se someter a comparacin es de gran amplitud, puesto
que remite al tipo de racionalidad poltica que cada uno de estos expertos promueve, y
por la que en su momento fueron (o actualmente son) promovidos. As, el intelectual
fundacional fue, por lo general,9 un portavoz de la racionalidad poltica del liberalismo,
embarcado en la tarea de fundar nuevas instituciones, o bien de reformar viejas
instituciones para ponerlas en sintona con los avances de los procesos de
modernizacin poltica, econmica y cultural de los Estados y las sociedades. Este tipo
de intelectual conceba su tarea como un ciclpeo emprendimiento en favor del
progreso y contra el atraso, ocupando el lugar de este atraso un heterogneo
ensamble de fuerzas sociales: las viejas clases dominantes no burguesas, los poderes
estamentales, las organizaciones religiosas, los particularismos locales y regionales, o,
ms ampliamente, en trminos culturales, el oscurantismo y la ignorancia.
Por su parte, el ingeniero social es un impulsor y a la vez el hijo dilecto de las
racionalidades polticas del keynesianismo, tambin llamadas de Estado de Bienestar
(o, a veces, tambin denominado Estado Providencia). Se trata de un funcionario de
un Estado que no slo se hallaba ya plenamente consolidado como unidad poltica (ese
proceso ya se haba consumado durante la poca de la vigencia de la racionalidad
poltica liberal), sino que tambin haba pasado a asumir un activo papel de promocin
de la ciudadana social, un constructo que sus predecesores liberales (preocupados por
los peligros intrnsecos al gobernar demasiado) an no haban previsto ni pretendido.
El analista simblico, por su parte, acta, y ms an, su existencia quizs slo
sea pensable bajo las condiciones de una racionalidad poltica neoliberal. Justamente
esta racionalidad poltica es la que viene imprimindole su tonalidad a los procesos de
desconversin de lo social. En esta tarea, tal como se profundizar en la segunda parte
de este trabajo, el analista simblico desempea un rol preponderante.
Finalmente, el cientfico puro, a su vez, ha tenido y tiene sus campos de
actuacin bajo el imperio o vigencia de las racionalidades polticas ms diversas, debido
a lo cual el campo de incumbencias y el sentido de su actividad han debido
experimentar cambios significativos en el contenido y alcances de su trabajo a travs del
tiempo.10
9 Vale la pena insistir, una vez ms, que se trata aqu meramente de tipos ideales, y como tales
simplemente nos indican qu dimensiones observar en la realidad, pero no son ni pretenden ser la
realidad. Por eso, a la hora de pensar en nombres y apellidos reales como ejemplos de analista
simblico, intelectual fundacional, ingeniero social o cientfico, muchos podrn caer
simultneamente dentro de varias de las categoras propuestas.
10 A primera vista, puede resultar ciertamente superficial este pequeo acpite acerca de los tipos de
saberes expertos y su vinculacin con las racionalidades polticas. Por el momento, slo puede
decirse esto. Su significado ms amplio se comprender mejor ms abajo.
8
2.2 Inserciones institucionales, sistemas de lealtades y autopercepciones
Los marcos de referencia de las respectivas actuaciones de estas diferentes
personificaciones del saber experto suministran otro importante punto de comparacin,
sobre todo por lo que ellos pueden ilustrar acerca de las diversas lealtades y
obligaciones que sobre tal base se construyen.
En primer lugar, puede decirse que los intelectuales fundacionales fueron
intelectuales del (y para el) Estado-Nacin, poniendo su tarea fundamentalmente al
servicio de la construccin y la consolidacin de la unidad poltica bsica de la
modernidad. Asimismo, pretendieron erigirse (y, a veces, tuvieron xito en ello) en
portavoces del conjunto de la sociedad o, al menos, de su principales fuerzas vivas.
De tal forma, cumplieron un papel descollante en la elaboracin de mitos de origen,
historias nacionales y relatos identitarios fundamentales. Algunos de ellos fueron
intelectuales independientes, es decir, una suerte de freischwebende Intelligenz
mannheimiana, aunque otros tambin desempearon directamente roles institucionales
de peso, de gran compromiso en el organigrama formal de la conduccin poltica de los
Estados.
Por su parte, los cuadros tcnicos o ingenieros sociales combinan su
condicin de (ms o menos leales) funcionarios estatales con la de promotores y
sostenedores fundamentales de lo social, pesado edificio que slo se sostiene (o,
mejor dicho, pudo sostenerse) gracias a su tarea. La constitucin de lo social, o, dicho
de otro modo, de la matriz de lo social-estatal, requiri la ereccin de un pesado
andamiaje de organizacin burocrtica y regulacin biopoltica de las poblaciones.11
En
el diseo y primera puesta en marcha de estos dispositivos ya haban participado los
intelectuales fundacionales desempeando un rol fundamental, pero la continuidad,
expansin y consolidacin de los mismos le correspondi preponderantemente, aos o
dcadas despus, a los ingenieros sociales.
En contraste con estos funcionarios de base estatal, los cientficos con sede en
universidades y centros de investigacin estn caracterizados actualmente por una
modalidad de insercin algo ms diferenciada.12
A un nivel inferior, tiene gran peso
para ellos la pertenencia institucional, de ineludible mencin a la hora de firmar papers
y de participar en eventos cientficos, donde es de rigor agregar a la informacin sobre
el ttulo acadmico la referencia acerca de la insercin institucional (ctedra,
11
Acerca de lo pesado y lo liviano, lo slido y lo lquido, el hardware y el software como
indicadores eficaces de la tonalidad dominante de los rdenes sociales hay numerosas sugerencias en
Bauman (2002). Por otra parte, la biopoltica se ha convertido en un tema relevante del debate de los
ltimos aos en las ciencias sociales y humanas. Entre todas las versiones disponibles - por cierto,
bastante diferentes - aqu se prioriza la de Foucault (por ejemplo 1987; 1996; 2000).
12 Se advierte que en este prrafo se est hablando de la actividad cientfica en la actualidad. Acerca
de los cambios que esta actividad experiment en el ltimo siglo no podr decirse mucho aqu.
9
departamento, facultad, universidad, etc.); a niveles superiores, los cientficos estn por
lo general incluidos en sistemas nacionales y/o en redes internacionales o globales de
produccin y difusin del conocimiento, cada una con sus especficos requisitos de
ingreso, condiciones de permanencia y mecanismos de evaluacin. En estos diferentes
niveles se pone en juego un complejo sistema de lealtades, en el que entran desde las
ms pedestres componendas microfsicas locales hasta las ms serias disputas por las
pertenencias o los lmites disciplinarios, o, ms vaga y ampliamente, el compromiso
con la verdad cientfica.
Finalmente, para el caso de los analistas simblicos, el marco de actuacin o
el campo de insercin institucional resulta complejo y diversificado, mucho ms an
que para los cientficos e ingenieros sociales. Por un lado, pueden estar insertos en
organismos y dependencias estatales como funcionarios contratados de forma temporal,
es decir, una figura de insercin ocupacional muy diferente a la de los funcionarios de
carrera o escalafn o plantilla permanente. En ese tipo de inserciones, deben interactuar
codo a codo con los ingenieros sociales, casi siempre de manera conflictiva. Los
analistas simblicos tambin suelen participar de espacios acadmicos o
semiacadmicos de produccin y difusin del conocimiento, oscilando as entre las
universidades y los think tanks.13
En estos mbitos entran en contacto, tambin con no
pocas fricciones, con los cientficos convencionales. Pero mucho ms directamente que
los individuos de las otras categoras, que de algn modo tienen su sede exclusiva o
bien en el Estado o en la universidad, los analistas simblicos participan de un mercado
globalizado del conocimiento, y es justamente por eso que sus mbitos de insercin se
han multiplicado en los ltimos aos. As, suelen estar tambin insertos, por ejemplo, en
organismos internacionales de todo tipo (financieros, humanitarios, vinculados al
sistema de las Naciones Unidas, etc.), ONG, empresas privadas, conglomerados de
medios de comunicacin, etc. Por dems, los analistas simblicos ya no estn
comprometidos con tareas propias de la invencin de los dispositivos institucionales
correspondientes a la era de lo social-estatal (como sus predecesores remotos, los
intelectuales fundacionales), ni con la promocin y sostenimiento de los mismos
(como los ingenieros sociales), sino con su reconfiguracin-desmontaje-disolucin, o,
dicho ms crudamente, con la gestin de su agona.14
Resulta obvio que sobre la base de tal diversidad de anclajes institucionales
de los analistas simblicos se erija un muy complejo sistema de lealtades. Por ejemplo,
el consultor surgido de un think tank e inserto luego en alguna funcin en el
organigrama formal del Estado suele establecer tensas relaciones con otras
13
Sobre la relacin entre think tanks y el mundo de las decisiones polticas vase Smith (1994).
Sobre el mundo de los think tanks en Argentina vase Thompson (1994).
14 El trmino agona de las instituciones se ha tomado de Deleuze (1995b). Lewkowicz (2004)
apunta a lo mismo, pero su palabra clave es desfondamiento del Estado. Se trata, en amb os casos,
de afirmaciones de peso, que deberan ser procesadas en anlisis empricos ms detallados.
10
personificaciones del saber experto. Esto se relaciona con los intereses no siempre
coincidentes de la institucin de origen y los propios del campo de su (provisoria)
insercin. De hecho, cada vez que esta tensin se resuelve en una u otra direccin es de
hecho percibida como traicin por la otra parte. El mundo de la poltica institucional
estatal y el mundo de las consultoras conforman a menudo mbitos animados por
lgicas de actuacin, principios y valores bien diferentes. Y all cabalgan los analistas
simblicos, en ltima instancia, quizs, ms que nada leales a s mismos (ni al aparato
burocrtico, ni a cierto partido poltico, ni a la sociedad, ni a ciertos grupos sociales).15
De la mano de esta diversidad de inserciones institucionales y lealtades,
consecuentemente varan las autopercepciones de cada uno de ellos. El primero de
nuestros personajes, el intelectual fundacional, se perciba a s mismo sobre todo como
ciudadano, miembro activo y fundador de una Nacin o de una Repblica, o de sus
instituciones fundamentales. A esa condicin de ciudadano de una nacin, el ingeniero
social le agrega, por un lado, la de promotor activo de lazos solidarios de sociedad
(cuando la racionalidad keynesiana dominaba la gubernamentalidad estatal) y, por el
otro, su conciencia de elemento insustituible y leal de una organizacin, de engranaje de
una maquinaria. A su vez, es habitual que los cientficos enfaticen su condicin de
pertenencia a una determinada comunidad cientfica, la que funciona a muy diferentes
niveles, implicando en cada caso formas asociativas diferentes, de base tanto
subdisciplinaria o disciplinaria como nacional o internacional, etc.
Por su parte, los analistas simblicos suelen percibirse a s mismos como
nodos de una red en la que se articulan poderes fcticos, informacin y capital social.
La contraparte tica de su actuacin no es, pues, la Nacin o la sociedad, ni
tampoco tienen el mayor peso las lneas directrices del organigrama funcional del
Estado, ni resultan de la mayor relevancia los mecanismos de aprobacin-reprobacin
de unos colegas-pares miembros de la misma comunidad. En este caso, entonces, como
se ver luego con mayor detalle, el otro con el que el analista simblico entra en
contacto es sobre todo un genrico y diversificado mercado de potenciales
consumidores de sus servicios profesionales.
2.3 Relacin con la arena de las decisiones polticas
Otra importante dimensin que se puede someter a comparacin entre estas
cuatro personificaciones del saber experto es la que tiene que ver con su
posicionamiento respecto de la arena de las decisiones polticas y, vinculado a ello, su
15
La posicin que aqu se defiende difiere de ciertas imgenes convencionales de los analistas
simblicos, que suelen ser percibidos siempre y necesariamen te como agentes o representantes
de algo o de alguien, cuando habra suficiente evidencia de que sus lealtades son cambiantes y
pueden perfectamente ponerse al servicio de proyectos polticos sensiblemente diferentes en el lapso
de muy pocos aos.
11
actuacin en el marco de un esquema de accin medios-fines, o bien problemas-
soluciones.
Tal como ya se dijo, el intelectual fundacional fue a menudo un intelectual
independiente, politizado y crtico, preocupado por los destinos de la Nacin, un
enrgico identificador de problemas y a menudo, tambin, un suministrador de las
soluciones que slo l (al menos, eso es lo que l crea y a menudo haca creer a los
dems), desde su reconocido lugar de privilegio, poda vislumbrar. Obviamente, de las
ms intensas ilusiones a las ms profundas frustraciones haba un pequeo paso, el cual
se daba cuando sus sabios consejos no eran escuchados por el Prncipe.16
Legislando
sobre acciones y opiniones ajenas,17
esclareciendo a los gobernantes para que definan
programticamente las metas polticas,18
esforzndose por persuadirlos para que asuman
y entiendan qu es lo que verdaderamente debe ser concebido y entendido como
problemtico, los intelectuales fundacionales se localizaron en un lugar relativamente
(aunque slo relativamente) distanciado de la arena de las decisiones polticas. Sin
embargo, a menudo, el nivel de compromiso poltico alcanzado por estos intelectuales
tambin implic el abandono de esa posicin distanciada de los poderes fcticos, y la
asuncin de otro tipo de responsabilidades en la ejecucin directa de polticas y en la
fundacin o conduccin de instituciones.
Por su parte, el tcnico de la burocracia estatal, como engranaje de un
aparato, se encuentra indudablemente involucrado hasta la mdula en la arena donde se
toman las decisiones polticas. Pero tiene muy claro que ellas no son estrictamente de su
incumbencia, y en tal sentido acepta sin resignacin y sin sensacin alguna de
impotencia (como era el caso en los intelectuales) el trazado de una tajante divisin de
responsabilidades entre los que deciden y los que ejecutan. En tal sentido, su tarea
est claramente delimitada, y sobre la base de su saber tcnico, se relaciona meramente
con la elaboracin y balance de los medios ms eficientes para lograr metas que no son
ni deberan ser establecidas por ellos mismos.19
16
Lo cual suceda bastante a menudo, puesto que el Prncipe muy bien poda escuchar a otros, o a
nadie. Max Weber fue personalmente, en gran parte de su vida pblica, un buen ejemplo de ello, lo
cual puede leerse muy claramente en el tono entre irnico y desesperado que a menudo asumieron
sus escritos polticos (1988) [1921].
17 En el sentido que le da Bauman al legislador, aquella figura cuyo papel consiste en hacer
afirmaciones de autoridad que arbitran en controversias de opiniones y escogen las que, tras haber
sido seleccionadas, pasan a ser correctas y vinculantes (1997, 13). 18
Porque, en un sentido estricto, de acuerdo a este esquema correspondera a los polticos el
establecimiento de las metas, y no a los cientficos. De todos modos, estos ltimos pue den tambin
colaborar en tal establecimiento. Hay referencias a este viejo problema en Weber (1990) [1922].
19 As tambin lo vio prematuramente Merton (1945, 409): el poltico seala las metas - los fines, los
objetivos- y los tcnicos, a base de conocimiento especializado, indican diferentes medios para llegar
a estos fines. Pero no todo resulta siempre tan armnico. Otra vez, los precursores escritos polticos
de Weber ilustran muy bien acerca de los peligros de la superposicin de incumbencias entre
burcratas y polticos. Vase, a modo de ejemplo, Parlament und Regierung im neugeordneten
12
A su vez, el cientfico puro de base universitaria puede (o no) tener registro
de la inmensa politicidad de su tarea y de los efectos propiamente polticos que sta
puede producir. Pero, en lneas generales, no es se su fuerte, ni tampoco es
prioritariamente evaluado y reconocido por lo que pueda llegar a hacer en tanto sujeto
poltico. De tal forma, su distanciamiento formal de la arena de la poltica es en cierto
modo aproblemtico, y cada vez que la politicidad de su accionar se hace evidente, se
tolera que ella se realice slo en nombre de los compromisos personales o ciudadanos
del cientfico, pero nunca poniendo en juego el compromiso (intrnseco al campo de la
ciencia) con el elevado valor de la bsqueda de la verdad.
En todo esto, resulta obvio que se estn introduciendo numerosos
esquematismos. El fuerte debate que se dio en los ltimos aos entre acadmicos
estadounidenses alrededor de la public sociology es casi ridculo visto desde Amrica
Latina, donde las ciencias sociales han seguido, acompaado (y sufrido) los ms
intensos avatares institucionales. Por dems, todo lo dicho en los prrafos anteriores no
tiene el mismo alcance en las ciencias naturales y en las sociales;20
y an dentro de las
ltimas, las posiciones pueden ser bien diferentes, y de hecho han podido serlo
histricamente: desde la marxiana tesis XI sobre Feuerbach (en la que se realiza una
fuerte apuesta por la instrumentalidad de la ciencia, ponindola al servicio de un
proyecto emancipatorio), pasando por la intencin durkheimiana de construir una
objetiva y rigurosa ciencia de la moral, hasta las (por lo general, ledas de manera
bastante inocente) propuestas weberianas de la neutralidad valorativa.
Para concluir esta seccin, el caso de los analistas simblicos reviste
comparativamente muchas ms ambivalencias que las ya mencionadas y presentes en
las otras personificaciones del saber experto. Dada la multiplicidad de mbitos de
insercin que estos analistas tienen, realizan constantes desplazamientos entre
posiciones de exterioridad y de interioridad en relacin con la arena de las
decisiones polticas, la cual, a su vez, de manera creciente, tiende a no coincidir
exactamente con el espacio formal de las instituciones estatales. En efecto, una de las
notas distintivas de la poca actual es el hecho de que el Estado haya dejado de ser la
nica o principal fuente de gubernamentalidad. As, se viene manifestando en las
ltimas dcadas una intensa redistribucin de las funciones que tradicionalmente haba
desempeado el Estado, teniendo as lugar un complejo proceso de reasignacin de
atribuciones e incumbencias entre el Estado y otros actores (ya sea tanto privados, como
semipblicos, y de las llamadas organizaciones de la sociedad civil). Todo esto
sucede en el marco del clivaje estructural del esquema bsico de agregacin y
Deutschland, en (1988) [1921] (306-443), donde Weber deplora tanto la impotencia poltica de la
burguesa alemana como el carcter expansivo y entrometido de la burocracia en el trazado de las
lneas directrices de la accin poltica.
20 Si es que, a contrapelo de la ms reciente sociologa de la ciencia, se quiere seguir sosteniendo
esta decimonnica inconmensurabilidad entre ambas.
13
articulacin de actores sociales y polticos que la filosofa y la sociologa polticas
vienen construyendo desde hace unos tres siglos: Estado vs. Sociedad Civil. Es a este
fenmeno contemporneo al que ciertas perspectivas inspiradas en Foucault suelen
referirse con el concepto de pluralizacin de modos de gobierno. Otras lneas tericas,
por su parte, se refieren ms bien a un proceso de desdiferenciacin de campos,
sistemas, lgicas, etc. 21
De tal forma, a menudo, el consultor independiente se restringe al diseo
tcnico de polticas o realiza asesoras puntuales acerca de polticas que otros disean y
ejecutan, pero otras veces ese mismo consultor independiente desempea directamente,
de manera simultnea, tareas de implementacin o evaluacin de estas mismas polticas,
diseadas por l y por los equipos que integra. A esta complejidad debe agregarse otra,
y que tiene que ver con un contexto situacional como el contemporneo, donde el
trazado de los lmites entre lo pblico y lo privado se vuelve cada vez ms dificultoso.
En tal sentido, en el marco de semejante desdiferenciacin y de
pluralizacin de modos de gobierno, resulta extremadamente difcil establecer con
claridad en qu consiste, de qu procesos y organizaciones consta la arena de las
decisiones polticas, y cul es el papel preciso que en ella le cabe a los saberes
expertos. Un anlisis cuidadoso de la actuacin especfica de los analistas simblicos en
las arenas decisionales debera tomar estas nuevas complejidades en consideracin, y
estar atento a la especificidad de las lgicas que imperan tanto en el mundo de la
produccin de conocimientos como en el del proceso de elaboracin de polticas. As,
no puede presuponerse de antemano la inconmensurabilidad de ambos campos, pero
tampoco su absoluta identidad, puesto que de lo contrario no podran comprenderse ni
las convergencias ni tampoco los cortocircuitos que efectivamente se producen.22
Adoptando estas precauciones de mtodo, muchas imgenes convencionales
de las relaciones entre conocimiento y poltica necesariamente se caeran. Tal es el caso
de aquellas tradicionales visiones funcionalistas que operaban sobre la base de una
estricta y tajante distincin entre establecer metas (como tarea eminentemente poltica)
y arbitrar medios (como tarea intrnsecamente tcnica). Por el contrario, no es
infrecuente observar la actuacin de unos analistas simblicos comprometidos
21
Ambos conceptos requeriran un desarrollo ms profundo, y aqu apenas podrn ser mencionados.
Frente a su famoso pariente (la diferenciacin), que en la sociologa acadmica ha hecho una larga
carrera desde Emile Durkheim en adelante, el concepto de desdiferenciacin no tiene an el lugar
de peso que merecera. Hay apenas algunas incidentales indicaciones en Ulrich Beck, en Scott Lash
y en algunos socilogos que trabajan en las sendas tericas abiertas por autores tan distintos como
Norbert Elias y Niklas Luhmann. Por otro lado, el concepto de pluralizacin de modos de gobierno
ha sido abundantemente elaborado por autores anglosajones de la perspectiva de los governmentality
studies, por ejemplo Dean (1999); Rose (1996; 1999) y los mencionados en la nota 5.
22 Sobre este tipo de premisas se funda el interesante modelo terico que desarrolla Wittrock (1999).
Galeano (2004; 2005) realiza una interesante apropiacin del mismo, y lo hace funcionar en el
anlisis de polticas de seguridad en la Argentina de los ltimos aos.
14
simultneamente con la elaboracin de medios y el establecimiento de metas, esto es,
con la insidiosa construccin de problemas frente a los que debe hacerse algo y a la
vez con la generacin (y venta del servicio de la elaboracin) de las posibles soluciones
a los mismos.
2.4 Concepciones del conocimiento
Otro importante aspecto para la comparacin entre estas diferentes categoras
de saber experto lo constituyen las concepciones del conocimiento que ellas promueven
y las opciones valorativas que a ellas van asociadas. En primer lugar, tanto entre los
intelectuales fundacionales como entre los cientficos puros predominaron y
predominan concepciones del conocimiento como representacin, idea o smbolo, es
decir, una nocin del conocimiento en la que se realza el valor intrnseco del mismo,
independientemente de sus eventuales aplicaciones. Esto no quita que tambin pueda
estar presente una fuerte impronta de instrumentalidad de los saberes, en el sentido de
que no se conoce estrictamente porque s, sino que siempre se conoce para algo
distinto al mero conocer, como es fundar, comprender, reformar, transformar, criticar,
etc. Pero lo cierto es que estos conocimientos, por lo general, fueron y son considerados
valiosos por s mismos, y no slo por lo que pudiera llegar a hacerse eventualmente con
ellos. Es decir, los valores de la verdad y la razn se encuentran entre los ms altos
de la escala valorativa de intelectuales y cientficos. Sin embargo, hay algunas
diferencias importantes entre ellos: mientras en los primeros dominaba el optimismo por
las instituciones que iban a crear o reformar (instituciones que, para ellos, estaban
llamadas a perdurar), en los segundos suele estar presente el escepticismo propio de la
actividad cientfica, que parte de admitir resignadamente la provisionalidad de todo
conocimiento, que asume que nuestros saberes de hoy estn irremediablemente
destinados a ser superados por otros saberes en un futuro indefinido.23
En el caso del cuadro tcnico, el conocimiento es un conocimiento riguroso
del expediente,24
del proceso, es decir, un conocimiento concebido y construido como
insumo de la administracin burocrtica, como acompaante y soporte necesario del
poder. En un plano valorativo, entonces, ya no se trata en primera instancia de la verdad
y de la razn, sino de la eficacia y de la eficiencia en el cumplimiento de las rdenes
establecidas. Ms en concreto, en las experiencias de gobierno que estuvieron regidas
por racionalidades polticas keynesianas, la eficacia y la eficiencia no aparecieron
aisladas, sino puestas al servicio de valores an ms elevados que ellas, tales como la
23
Tambin en esto Max Weber fue precursor, cuando afirm que, para quien quiera dedicarse a la
ciencia, la superacin de sus propios conocimientos no slo es su destino, sino tambin su propsito
(1991, 16).
24 El principio del atenerse al expediente ya haba sido considerado por Max Weber (1984) como
uno de los atributos infaltables del tipo ideal del funcionario burocrtico.
15
justicia social, la solidaridad o la unidad nacional. En suma: no hay aqu ni
escepticismo cientificista ni optimismo fundacional, sino ms bien sobriedad, ajuste a
las prescripciones normativas y a los procedimientos establecidos en el organigrama
formal.
Esta apelacin al conocimiento til, eficaz y eficiente resulta especialmente
ponderada entre los analistas simblicos, para quienes el conocimiento es
preponderantemente una destreza, un know how, un conocimiento para, el cual
aparece entonces potenciado mucho ms desde sus aspectos prcticos que desde su
valor puramente representacional o asociado a la verdad (o a su desinteresada
bsqueda).
De cualquier forma, los analistas simblicos no pueden ser creadores de
conocimiento siempre original y novedoso,25 sino apenas (lo que no es poco)
responsables de la aplicacin o combinacin de conocimientos a partir de definiciones
que ellos mismos (o quienes los contratan) realizan acerca de lo que es problemtico en
el mundo sobre el cual se impone intervenir. As, al igual que los cuadros tcnicos,
estn fuertemente comprometidos con una utilizacin prctica del conocimiento. Pero lo
que para aqullos se remite explcitamente a la ejecucin de rdenes normativamente
prescriptas y bajadas a travs de las lneas de la jerarqua funcional, o a la aplicacin
ms o menos rutinaria de los saberes que se han demostrado eficaces en la prctica de
gobierno, los analistas simblicos estn embarcados en un reciclaje permanente de
saberes y competencias, en una espiral de innovacin y en una alteracin constante de
las fronteras entre lo que debe ser entendido como problemtico y lo que no debe serlo.
Sin embargo, la innovacin permanente resulta en los hechos imposible. De tal
manera, como estrategia de distincin frente a otras personificaciones del saber experto,
a menudo la tarea del analista simblico consiste apenas en simular eficazmente la
novedad, por ejemplo a travs de la prolfica invencin de neologismos y jergas
hperespecializadas, en la renominacin de viejos fenmenos como si fueran nuevos,
etc.
En suma, si los cientficos puros se instalan claramente en lo que en
perspectivas convencionales de epistemologa y metodologa de las ciencias suele
denominarse como contexto de descubrimiento, la prctica de los analistas simblicos
reduce al mximo la distancia (llegando incluso a la desdiferenciacin de las fronteras)
entre el contexto de descubrimiento y el ms tecnolgico contexto de aplicacin,
desinteresndose casi totalmente por el contexto de justificacin. En tal sentido, ellos
mismos (o, mejor dicho, su tarea) constituyen una interfaz entre la creacin y la
aplicacin del conocimiento, asumiendo sin ambages el carcter provisorio del mismo,
25
Por el contrario, justamente la originalidad, la produccin de nuevos conocimientos, es lo que
legtimamente puede esperarse del cientfico, o es justamente una de las cuestiones que ms se
apreciaba de la alta y noble tarea de los intelectuales fundacionales.
16
pero partiendo a la vez de una cierta confianza en la maleabilidad del mundo y en la
penetrabilidad del mismo ante las operaciones del saber-poder.
Dicho todo esto acerca de sus concepciones del conocimiento, no resulta
extrao que los analistas simblicos desprecien profundamente a las otras
personificaciones del saber experto. En efecto, para los analistas simblicos, los
cientficos resultan por lo general impotentes para transformar una realidad a la que,
en el mejor de los casos, slo aspiran a conocer.26
Por otra parte, desde su perspectiva,
los ingenieros sociales suelen ser muy poco creativos, puesto que la inscripcin en las
lneas burocrticas de autoridad les coarta cualquier capacidad de inventiva que
pudieran eventualmente tener. Por su parte, los cientficos replican, y sostienen que la
posicionalidad y el eficientismo que impera en la concepcin del conocimiento de los
analistas simblicos los hace particularmente proclives a cambiar de topics y de
intereses como quien cambia de vestimentas, acorde a los requerimientos que de sus
servicios se hacen en el mercado. Por su parte, los ingenieros sociales los acusan de
irreverentes, de desconocer las lgicas de procedimiento y las reglas de jerarqua que
imperan en el mundo de la administracin pblica. No es casual que sobre la base de
este tipo de valoraciones cruzadas se edifiquen relaciones poco armoniosas entre los
analistas simblicos y otras personificaciones del saber experto en todos los espacios
donde les toca interactuar (en dependencias gubernamentales, en universidades, en
centros de investigacin, etc.).
2.5 Formaciones, titulaciones, disciplinas y textualidades
Estas diferentes personificaciones del saber experto varan tambin en lo que
hace a las formaciones y titulaciones que tienen, a las disciplinas en las que se inscriben
(o no), a los tipos de textos que producen y a los medios que usan para difundirlos.
En primer lugar, se har referencia a los intelectuales fundacionales, a
quienes les fue otorgado a menudo el mote de humanistas, o librepensadores,
menciones cuasi honorficas adquiridas sobre la base del reconocimiento a un esfuerzo
autodidacta, en un momento en el que el sistema universitario no estaba an del todo
consolidado.27
Pese a que algunos de ellos posean ttulos universitarios (en medicina,
en jurisprudencia, etc.), en realidad su prestigio radicaba mucho ms en los libros y
26
Tiene indudablemente gracia Brunner (1997, 4), cuando en su defensa del anlisis simblico arremete
contra toda forma de sociologa, acusndola de poseer un lenguaje que ha dejado de hablar. Y prosigue: Ni sus grandes categoras sistemticas, ni sus pequeos conceptos de interpretacin de la vida cotidiana, parecen sostenerse en pie frente al doble embate del Banco Mundial y la novela contempornea. Aquel
describe y analiza ms fehacientemente los sistemas y proporciona adems manuales para actuar sobre
ellos. Y sta representa ms ricamente que la sociologa los elementos de la vida interior y colectiva.
27 Al menos, para disciplinas como la sociologa, la etnologa, la pedagoga, etc., cuya consolidacin
institucional recin se dio y de manera fragmentaria entre finales del siglo XIX y comienzos del
XX. Sobre la historia de la consolidacin institucional de la sociologa puede verse Berthelot (2003).
17
ensayos que escriban, en sus contribuciones para la prensa escrita, o en la publicacin
de resultados de estudios sobre la realidad que ponan a disposicin de (o que les eran
encargados por) los gobiernos.
Los cientficos, por su parte, siguen todava realizando su actividad sobre la
base de una formacin acadmica, y con una (en mayor o menor medida) fuerte
inscripcin disciplinaria.28
As, pese a ciertos desarrollos actualmente en curso,
orientados a dotar de una orientacin por problemas a las prcticas de docencia e
investigacin universitarias, para los cientficos sigue teniendo algn peso la exigencia
de mantenerse dentro de ciertos cnones disciplinares. Esto se vincula indudablemente
con el sostenimiento de las estructuras corporativas existentes desde hace mucho tiempo
(ctedras, facultades, departamentos, etc.) sobre la base de las cuales siguen
funcionando muchas universidades. En cuanto al tipo de textualidad que producen, el
texto por excelencia de los cientficos ha sido y es el libro, a lo cual se agreg en
dcadas ms recientes el paper. Hasta hace pocos aos, el formato fsico de los textos
era el predominante, acumulable en estantes de bibliotecas y anaqueles de libreras. Ms
recientemente, han adquirido importancia los formatos virtuales para la produccin,
acumulacin y distribucin de textos cientficos.
Los ingenieros sociales, a su vez, pueden disponer de un ttulo
universitario, pero su tarea eminentemente tcnica los dispensa de la presin que
supone estar o no estar dentro de los cnones de una inscripcin disciplinaria estricta.29
La produccin textual de estos cuadros tcnicos es mucho menos conocida
pblicamente que las de los cientficos e intelectuales, o incluso no es conocida en
absoluto ms que para otros funcionarios, o para los dirigentes polticos. Suele consistir
bsicamente en informes y memorandos de circulacin interna, que muchas veces ni
siquiera llevan la firma de sus autores, y que se apilan en archivos que quizs no
vuelvan a consultarse jams.
Finalmente, los analistas simblicos, por lo general disponen de una
formacin universitaria convencional y poseen ttulos de grado de los ms diversos. En
algunos casos, se trata de carreras cuya inscripcin en el mundo acadmico se encuentra
ciertamente establecida desde hace dcadas (por ejemplo, licenciaturas en sociologa,
economa, derecho, pedagoga, historia, letras, etc.). Pero ms recientemente se ha
disparado una variada oferta de estudios de grado que parecieran estar cortados al talle
de las necesidades de formacin de un analista simblico. En tal sentido, suelen ser
estudios mucho menos disciplinarios y mucho ms problemticos, mucho menos
28
Ms recientemente, se volvi ms frecuente la prctica de la llamada multidisciplina. Cf.
Aronson (2003).
29 En ciertos pases, como los latinoamericanos, caracterizados por la escasa jerarquizacin y
organicidad de sus administraciones pblicas, es relativamente infrecuente la presencia de graduados
universitarios entre sus cuadros. Esto vale especialmente para las posiciones de los cuadros
inferiores, aunque no tanto para las de los cuadros medios y superiores de la pirmide jerrquica.
18
academicistas y mucho ms profesionalistas (tal es el caso de los licenciados en
relaciones internacionales, en relaciones laborales, en relaciones pblicas, en seguridad
pblica, analistas de gestin y organizacin de instituciones, etc.). Pero no se trata aqu
slo de nuevas ofertas acadmicas. En ciertos casos, se producen profundas
reorganizaciones curriculares de viejos planes de estudio, a los fines de producir
graduados que se amolden mejor a los flexibles atributos del analista simblico.30
Un
buen ejemplo, en este caso, es el de algunas licenciaturas en trabajo social, que durante
dcadas funcionaron eminentemente como escuelas de formacin de cuadros para las
reas sociales del gobierno, y ms recientemente estn embarcadas en un proceso de
redefinicin de sus perfiles.
En suma, tal como se acaba de ejemplificar, son de gran importancia las
discusiones que estn teniendo lugar actualmente en el seno de las instituciones de
educacin superior y en los organismos estatales de ciencia respecto de lo que llaman el
perfil de los egresados universitarios. No son slo las universidades las que se estn
planteando actualmente si no deberan ms bien orientarse a la formacin de analistas
simblicos, sino que muchos acadmicos de base universitaria y de formacin
tradicional estn adoptando ellos mismos cada vez ms caractersticas que son propias
de los analistas simblicos. Las razones para que esto suceda son variadas: por un lado,
porque es justamente se el perfil que mayor demanda est teniendo en el mercado de
trabajo pblico y privado: por otro lado, porque hay muy poco espacio disponible para
la insercin ocupacional universitaria convencional, o bien porque ella resulta menos
atractiva que otras ocupaciones, dadas sus remuneraciones por lo general bajas y su
prestigio social ciertamente devaluado. Por eso, en especial para los graduados
universitarios de formacin convencional, la tambin variadsima oferta de estudios de
posgrado (por lo general en la forma de especializaciones, capacitaciones breves y
maestras, y, en menor medida, doctorados) les ofrece la chance de reciclarse
convenientemente segn los nuevos lineamientos que no parecen ser modas pasajeras,
sino que quizs estn definiendo los marcos que en un futuro prximo adoptar la
relacin entre el saber y el poder, o entre el conocimiento y la poltica.31
Pero no se trata aqu slo de ttulos y credenciales. De los analistas
simblicos es especialmente apreciado su saber prctico, situado, que puede
acreditarse a travs de experiencias efectivamente realizadas en prcticas de gobierno.
Por eso, adems de los textos que tambin publican, el Curriculum Vitae de un analista
30
Sin hablar expresamente de analistas simblicos, un experto weberiano, Wolfgang Schluchter
hace referencia expresamente a estos procesos, tomando el caso de las universidades alemanas y el
impacto que en ellas viene causando el Proceso de Bologna. All vaticina Schluchter la posible
desaparicin de la sociologa de la oferta de las carreras universitarias. Vase el reportaje que le hace
de Marinis (2008a, 185s).
31 Pese a la enorme importancia de todos estos temas, aqu, lamentablemente, slo podrn ser
mencionados. Vase, por ejemplo, Brunner (1999). Tambin Aronson (2001a).
19
simblico suele estar lleno de descripciones de cargos y de proyectos realizados, lo
cual contrasta frente a la relativa simpleza del de un cientfico, por lo general resumible
en los estudios cursados, los textos publicados, las investigaciones realizadas y los
cursos dictados. En el abordaje de estos proyectos los analistas simblicos despliegan
una visin eminentemente pragmtica de tipo transdisciplinaria, y evidencian poco o
ningn respeto por las convencionales divisiones del trabajo cientfico. Sobre todo,
despliegan una orientacin por problemas, problemas que a su vez ellos mismos
elaboran y construyen, an cuando a menudo pretendan hacerlos aparecer como si
fueran solamente demandas de la sociedad ante las que ellos simplemente toman
posicin y aportan soluciones.32
Lugar privilegiado para el relato de sus propias posiciones son los libros y los
artculos en revistas especializadas, compartiendo en ello cartel con los cientficos. An
cuando estos textos puedan estar llenos de jergas y de neologismos inventados por ellos,
tienen la pretensin de llegar adems a otro pblico muy distinto que el que conforman
sus propios pares. As, son muchas veces las elites polticas y dirigenciales las
destinatarias directas de sus textos.33
Adems de libros y artculos, el analista simblico
que acta como consultor inserto en un think tank u organismo internacional, redacta
solo o en equipos de trabajo unos textos que suelen llevar el rtulo de documentos de
trabajo, recomendaciones o propuestas de polticas, anlisis prospectivos de
escenarios, etc. Mucho ms an que en el caso de los cientficos, es habitual la difusin
de estos textos a travs de las llamadas nuevas tecnologas de la informacin y la
comunicacin.34
2.6 Fuentes de prestigio y reconocimiento
Al tema precedentemente tratado (la cuestin de las formaciones, titulaciones,
pertenencias disciplinarias, tipos de textos, etc.) se asocia la cuestin de las fuentes de
prestigio y reconocimiento del valor de los saberes que cada una de estas
personificaciones del saber experto tiene.
En el caso de los intelectuales clsicos, el reconocimiento acerca de sus
saberes vena dado por el respeto y la admiracin que les profesaba la vasta opinin
32
Es obvio que existen realmente demandas de la sociedad, pero la construccin de esas demandas
est fuertemente influenciada por el tipo de tarea que realizan quienes se dedican a producir y
racionalizar saberes (los cientficos, pero tambin los polticos y los analistas simblicos).
33 En esto, es significativa la diferencia con los cientficos, que en lneas generales escriben para un
pblico que consiste, esencialmente, en sus colegas, y ms en concreto, slo en aquellos colegas que
trabajan en la misma lnea disciplinaria o subdisciplinaria que ellos.
34 La mayor parte de la produccin de los analistas simblicos (excepto, por supuesto, aquellos
textos de carcter confidencial que ni ellos ni sus ocasionales mandantes desean dar a conocer) suele
ser difundida a travs de Internet, en las pginas de las instituciones (dependencias estatales, pero
sobre todo think tanks) en las que estn activos.
20
pblica nacional y, a menudo, internacional. El propio hecho de escuchar su consejo,
solicitar su opinin o encargarle un informe ya era toda una muestra de reconocimiento.
Por su parte, los cientficos puros son reconocidos fundamentalmente a
travs de las credenciales que el propio sistema acadmico suministra (ascensos en las
estructuras jerrquicas de las instituciones universitarias, becas, subsidios, premios,
distinciones, etc.), as como por el reconocimiento que realizan los pares de la
respectiva comunidad cientfica, medible, por ejemplo, a travs de indicadores de
impacto de citas. Como puede verse, se trata de un reconocimiento interno, que tiene
lugar al interior del propio sistema cientfico, sin necesariamente encontrar mayores
repercusiones en otros sistemas.
Por su parte, a los cuadros tcnicos se les reconoce (por ejemplo, a travs de
ascensos en la pirmide jerrquica a los que se asocian aumentos en las remuneraciones)
la lealtad demostrada al aparato burocrtico y el desempeo eficaz de las tareas
prescriptas. Tambin se trata, en este caso, de un reconocimiento interno, realizado en
el seno del propio Estado, es decir, un reconocimiento no validado por otras instancias,
ni tampoco por la opinin pblica, que suele desconocer casi totalmente los
procedimientos que imperan all adentro.
A diferencia de estos reconocimientos realizados al interior de
determinados sistemas (el sistema cientfico, o el aparato estatal), el trabajo de los
analistas simblicos se somete a una diversidad de fuentes de reconocimiento y de
marcos de evaluacin de sus saberes. As, uno de los indicadores del reconocimiento y
prestigio alcanzado por algn analista simblico en particular es el valor de mercado
que sus servicios pueden llegar a alcanzar. Otro indicador es la densidad de las redes de
capital social que ellos puedan llegar a tejer, y que les puede garantizar (o no) la
continuidad de su empleabilidad. A diferencia de los cuadros tcnicos (que en el
mejor de los casos entran en contacto directo con sus jefes polticos), o de los cientficos
(que casi exclusivamente entran en relaciones con otros cientficos y con agencias de
evaluacin u organismos especficos de ciencia), estos nmades analistas simblicos,
que oscilan entre el adentro y el afuera del Estado, la consultora independiente o la
incorporacin a un think tank o la inscripcin en organismos internacionales, ONG,
empresa privada, etc., estn sometidos consecuentemente a una enorme diversificacin
del control de calidad de sus saberes.
2.7 Concepciones del trabajo
Otro aspecto que se presta a las comparaciones cruzadas es el que se relaciona
con las concepciones del trabajo que estn presentes en cada una de estas
personificaciones del saber experto. Para los viejos intelectuales, en resumidas cuentas,
el trabajo con y para el conocimiento era sencillamente una elevada vocacin, una
respuesta a un llamado interior o exterior, puesta esencialmente al servicio de una tarea
21
noble y justa en s misma, fundacional y transformadora. A menudo Honoratioren,
miembros de clases acomodadas, y por ende relativamente libres de apremios
materiales, rara vez deban inscribirse en modalidades asalariadas de trabajo y an
cuando muchos de ellos no gozaran de efectiva independencia respecto de los poderes
fcticos, solan percibir su tarea como elevada por encima de los pequeos y nimios
enfrentamientos por intereses materiales.
En la figura del cientfico de sede universitaria, por su parte, ya puede
empezar a vislumbrarse la presencia de un concepto de trabajo entendido como
carrera.35 La condicin de cientfico como trabajador asalariado y estable marca una
diferencia importante respecto del tipo anterior. En efecto, paradigmticamente (an con
diferencias importantes segn pases y posiciones dentro de los respectivos sistemas
universitarios), los cientficos suelen tener una sede fija y principal de actividades, y se
inscriben en un escalafn de funcionarios estables, con perspectivas formales de ascenso
y remuneraciones salariales moduladas segn jerarqua y aos de antigedad.36
De todos
modos, esta descripcin no agota la diversidad de posiciones actualmente disponibles.
En efecto, en los ltimos aos se han vuelto recurrentes en el mundo universitario las
inserciones precarias (a tiempo parcial, con contratos a plazo definido), perfilndose
quizs la conformacin de una situacin fuertemente diferencial: por un lado, un vasto
proletariado universitario flexibilizado (a cargo de la mayor parte de las tareas docentes)
y por otro, unas reducidas elites a cargo de las tareas de investigacin, con inserciones
estables y con buena parte de los atributos de carrera que se mencionaban ms arriba.
En especial entre los cientficos de insercin estable el compromiso
institucional es un elemento de gran importancia. Ahora bien, este compromiso es an
ms intenso en el caso de los cuadros tcnicos del Estado. Tambin entre ellos domina
una concepcin del trabajo como carrera lineal, y se da la inscripcin del trabajador
en un escalafn jerrquico ms o menos rgido, pese a los esfuerzos recientes de las
llamadas disciplinas de la organizacin por introducir en la administracin pblica las
pautas de flexibilidad que se han vuelto dominantes en las organizaciones privadas. Al
igual que en el caso de los cientficos, existen escalas salariales moduladas segn
jerarqua y antigedad, pero en el caso de los cuadros tcnicos se vislumbra (en mayor o
en menor medida) una fuerte incidencia de las representaciones sindicales en la
discusin y establecimiento de todas estas cuestiones. As, ms an que en los
cientficos, predomina en su trabajo la concepcin de trabajo de por vida, estabilidad,
continuidad, etc., todo lo cual se vuelve ms extrao an en un contexto como el actual,
35
Sobre el concepto de carrera y sus transformaciones ms recientes hay valiosas sugerencias de
anlisis en Sennett (2000). Vase tambin Bauman (2000).
36 Pero eso no es todo: la analoga entre los trabajadores industriales (alienados de sus medios de
produccin) y los trabajadores del conocimiento (alienados de sus medios de investigacin) fue
formulada pioneramente por Max Weber, en una de sus conferencias pronunciadas en Munich en
1918, conocida como Wissenschaft als Beruf. Vase Weber (1991).
22
signado por grandes incertidumbres en el mercado laboral y por un crecimiento
incontrolable de los niveles de desempleo, subempleo y diversas formas de la
precariedad.
Frente al panorama que an domina entre algunos cientficos y cuadros
tcnicos estatales (signado por la estabilidad, el compromiso con una nica y
determinada institucin, el asentamiento territorial y las relaciones salariales), contrasta
significativamente el trabajo de los analistas simblicos. Caracteriza a esta categora de
expertos su trayectoria ocupacional inestable, errtica, temporal, flexible,
desterritorializada, no comprometida a largo plazo con nada ni con nadie, con
remuneraciones variables (de ningn modo mensurables al estilo fordista de acuerdo
con el tiempo insumido en la realizacin de una tarea especfica), con inserciones
simultneas en diversas instituciones, etc. As, perodos de sobreocupacin pueden muy
bien alternarse con periodos de subocupacin o directamente de desempleo; momentos
en los que reciben cuantiosos ingresos con otros en los que no los reciben; la insercin
(por ejemplo en el propio Estado) puede darse a tiempo parcial, desarrollando
simultneamente la actividad privada de consultora, o la docencia a nivel superior, o
alguna otra actividad.
En suma, este ejercicio comparativo ha pretendido mostrar puntos de contacto
y diferencias entre cuatro categoras del conocimiento experto. Una de ellas, la de los
intelectuales fundacionales, se encuentra directamente ya extinguida. No existen ya (y
quizs ya no puedan existir, ms que como excntricas curiosidades) intelectuales de
este tipo. Pero las otras tres (los cientficos, los cuadros tcnicos funcionarios del Estado
y los analistas simblicos) continan vigentes, siendo la ltima de stas la que empieza
a volverse dominante y a imponerle la tonalidad a las otras. Esto se postula no slo en
el sentido de que ya no son los ingenieros sociales los nicos que actan en el seno del
Estado, ni son los cientficos los nicos que actan en la universidad. En ambos casos,
estos coexisten codo a codo con los analistas simblicos. Pero, a partir de esta
coexistencia, hay otras razones en juego que describen la creciente influencia de estos
ltimos: all donde intervienen, la presencia de los analistas simblicos impone ciertas
modalidades de actuacin que a veces entran en friccin y en otros casos sobrepasan y
tienden a desdibujar o descaracterizar las de las dems personificaciones del saber
experto.
Se sostiene aqu, en resumidas cuentas, que lo que est en juego es un efecto
de reordenamientos profundos en el estatuto de la produccin del conocimiento, as
como en sus articulaciones con cuestiones de poder y gobierno. Un tema de peso, pues,
que no resultara de ninguna manera operacionalizable planteado del modo tan
esquemtico y general en que se lo ha hecho aqu, sino que requerira de la realizacin
de investigaciones empricas detalladas, acotadas espacial (en ciertos mbitos
institucionales) y temporalmente (en un periodo de tiempo reducido). Las siguientes
23
pginas, hasta el final del trabajo, pretenden apenas suministrar alguna orientacin
conceptual para esa tarea.
3 SEGUNDA PARTE: LOS ANALISTAS SIMBLICOS Y LA DESCONVERSIN DE LO SOCIAL
3.1 De la invencin de lo social a su desconversin
Hasta aqu, se han reconstruido comparativamente los rasgos principales de
cuatro distintas personificaciones del saber experto. Para este trabajo, interesa en
especial profundizar acerca del importante papel que la ms reciente de ellas, la de los
analistas simblicos, viene desempeando en un proceso que actualmente est en
curso, y que podra recibir el nombre de desconversin de lo social (de Marinis
2005a). En lo que sigue, se ver en qu sentidos puede sostenerse esto, pero antes
convendr realizar un breve rodeo histrico, considerando en ello el papel que jugaron
las otras formas del saber experto que fueron abordadas ms arriba.
En efecto, lo social, como dominio de reflexin terica y de actuacin
prctica para individuos y colectivos, fue histricamente concebido a lo largo del siglo
XIX tanto por cientficos de la sociedad como por una pltora de expertos y de hombres
prcticos, interventores eficaces, todos ellos, sobre el vasto y heterogneo campo de la
cuestin social. Nota distintiva de este concepto de lo social (y del concepto de
sociedad, que a l estaba asociado) fue un registro bsico de una totalidad
orgnicamente concebida, un todo constituido por partes integradas, necesariamente
interrelacionadas entre s, un conjunto de relaciones de interdependencia, un entramado
de relaciones entre individuos real o potencialmente semejantes en lo que se refiere a
sus competencias para participar de la vida colectiva, una configuracin estructurada
alrededor de una matriz bsica de moralidad y que dispona de una nocin demarcatoria
fuerte (vinculante, legtima) de la normalidad y la normatividad (y consecuentemente,
tambin, de una especfica delimitacin de las desviaciones y las patologas).
Los personajes que en la primera parte del texto fueron designados como
intelectuales fundacionales desempearon un papel destacado en el proceso de la
invencin de lo social,37 ya sea tanto en el plano de la racionalizacin terica
(vinculada de manera ms indirecta con las prcticas de gobierno) como en el de la
activa invencin prctica de una serie de instituciones fundamentales del orden socio-
37
El concepto de la invencin de lo social procede de Donzelot (2007).
24
moral y poltico moderno: la institucionalidad democrtico-liberal con partidos polticos
y sindicatos de masas, el servicio militar obligatorio, los sistemas de escolarizacin
pblica, el trabajo asalariado, las polticas sociales de Estado y los sistemas de seguro
social, los aparatos punitivos y de normalizacin de la desviacin, la familia nuclear,
etc. As, en los discursos de estos intelectuales abundaron las taxonomas poblacionales,
las caracterizaciones de lo problemtico, las programticas identificaciones de los
cursos de accin a adoptar, todo esto en lenguajes cargados de disyuntivas, de
encrucijadas, de desafos acerca de los cursos correctos e incorrectos para la accin
poltica (normal y patolgico, salud y degeneracin, civilizacin y
barbarie, progreso y atraso), procurando establecer higinicas demarcaciones (por
ejemplo, entre clases laboriosas y clases peligrosas) y sentando las bases de un
pensamiento poltico y social acerca de los grandes temas del siglo XIX y comienzos
del XX (la ciudadana, las masas, la raza, la nacin, etc).
Si, otra vez esquemticamente, se avanza algunas dcadas en este relato que
pretende realzar la inmanente politicidad de los saberes expertos, y se pasa a la
consideracin de los momentos en los cuales las racionalidades keynesianas de gobierno
pasaron a ser las dominantes, asistimos ya a instituciones de lo social plenamente
cristalizadas y consolidadas. La tarea de los ingenieros sociales fue fundamental para
todo este proceso. El correlato de su actuacin, la contraparte de sus intervenciones
realizadas desde el seno del Estado, pas a ser entonces el ciudadano social: un
individuo normalizado, adulto, de sexo masculino, inserto plenamente en el mercado de
trabajo, jefe de familia nuclear, etc. La tarea del ingeniero social consisti en el
registro y racionalizacin minuciosa de las inscripciones de los individuos en todos y
cada uno de estos dispositivos institucionales, todo ello sobre el teln de fondo de unos
derechos de ciudadana, fundados en la figura de una sociedad nacional integrada
orgnica y solidariamente.38
Se deca ms arriba que todo este poderoso edificio de lo social se viene
desplomando, desconvirtiendo, descongelando, desvaneciendo, desde hace poco ms de
tres dcadas. Este proceso puede desagregarse conceptualmente en tres dimensiones
fundamentales, mutuamente implicadas: el adelgazamiento del Estado, la
reinvencin de la comunidad y la promocin de unas tecnologas del yo activo.39
38
Admtanse los numerosos esquematismos presentes desde el comienzo de esta seccin. Tanto la
invencin de lo social como su consolidacin bajo racionalidades keynesianas han sido procesos
histricos de enorme complejidad, sujetos a variaciones espaciales y temporales significativas.
Tngase en cuenta que aqu (y tambin en lo que sigue, en lo referente a una etapa posterior,
orientada por racionalidades neoliberales y caracterizada como desconversin de lo social) se
pretende simplemente proponer una caracterizacin sociolgica de tendencias de conjunto, y no
exponer un detallado relato histrico.
39 Todos estos temas se encuentran desarrollados con mayor profundidad en de Marinis (2005a), en
especial en los comentarios 11, 12 y 13. No se abundar aqu en referencias bibliogrficas, para las
que simplemente se remite a aquel texto.
25
En primer lugar, por adelgazamiento del Estado debe entenderse un clivaje
estructural en la forma que asume la articulacin de actores sociales y polticos. Quiere
con ello hacerse referencia a la redefinicin y delegacin de funciones, tareas,
incumbencias y atribuciones entre el Estado Nacional y otros actores sociales y
polticos. La economizacin que el Estado realiza de sus propios medios de gobierno
es el punto nodal de esta nueva forma de articulacin, en la cual se complejiza el
entramado de relaciones entre lo pblico y lo privado. De tal forma, organismos
estatales, subestatales y supraestatales, ONG, organismos internacionales financieros o
humanitarios, agencias de consultora, think tanks, conglomerados de medios de
comunicacin, lobbies, partidos polticos, organizaciones sociales y comunitarias de
diverso tipo (empresariales, sindicales, profesionales, vecinales, de base tnica o de
gnero, etc.) pasan a constituir una densa red en cuyo marco se planifican, disean,
ejecutan y evalan polticas, planes y programas de gobierno. Esquemticamente: el
Estado economiza, racionaliza, optimiza cada vez ms sus energas,
aprovechndose, sirvindose de y apelando a la energa de los gobernados mismos, para
gobernarlos ms eficazmente. Economizacin no significa entonces simplemente
retirada, retroceso o desaparicin del Estado, no implica necesariamente menos
Estado, sino la emergencia de otro Estado, autonomizado relativamente de otras
numerosas entidades de gobierno, con las que sin embargo permanece vinculado a
travs de una compleja cadena de relaciones, responsabilizaciones, empowerment y
disempowermnent.
La segunda dimensin de la desconversin de lo social se relaciona con lo
que podra llamarse la reinvencin de la comunidad, un proceso que tiene lugar a
travs de un doble juego: por un lado, desde arriba, las iniciativas de este Estado
adelgazado apelan a las comunidades como objeto de gobierno, estimulan un
prudencialismo40 comunitario (no social), convocan al activismo y la participacin,
llaman a la asuncin de crecientes responsabilidades, y lo hacen abandonando un
lenguaje social, dirigindose directamente a las comunidades; por otro lado, en esta
operatoria de reactivacin de la comunidad hay otra vertiente que procede justamente
desde abajo. Son individuos, son agrupamientos, son familias, son tribus las que
construyen sus identidades y organizan sus opciones vitales manifestando un renovado
nfasis sobre los contextos micro-morales de la experiencia, en desmedro de los ahora
cada vez ms percibidos como distantes, abstractos y vacos conceptos de ciudadana
social, o de pertenencia nacional, o de clase social. Asistimos, as, a un doble
movimiento: el Estado apela a las comunidades, se dirige a ellas y de algn modo
promueve su constitucin y su participacin en tareas de gobierno, y, por el otro lado,
las comunidades se (auto)activan, para conformar sus perfiles identitarios, para
40
Sobre las nuevas formas que asume el prudencialismo vase OMalley (1996).
26
recrearlos a travs de diversidad de prcticas y articular sus demandas a autoridades de
diverso tipo.41
Finalmente, la tercera dimensin implicada en la desconversin de lo social
es la que se relaciona con importantes modificaciones en el estatuto del sujeto, a su vez
interrelacionadas con las otras dos mencionadas ms arriba (esto es, tanto las que
describen el reacomodamiento de las funciones estatales como las que apuntan a la
reactivacin de la comunidad como objeto de gobierno). En este nivel se ponen en
contacto las tecnologas de gobierno sobre los otros con las tecnologas del yo
(Foucault 1990). En resumidas cuentas, el individuo de lo social desconvertido est
localizado en un sinnmero de nuevas encrucijadas, o de viejas encrucijadas que fueron
significativamente alteradas. As, puede actuar como beneficiario de programas
estatales focalizados; como vecino o miembro de comunidades o escenas
particulares que se movilizan para la promocin y defensa de su propia territorialidad
simblica y material; como elemento involucrado en un denso entramado de poderes
fcticos y saberes expertos; como cliente de las cada vez ms diversificadas ofertas
del mercado, etc. Pero rara vez aparece en escena el ciudadano social como forma de
subjetivacin, y si lo hace, termina resultando en una retrica hueca, vaca, tomada muy
poco en serio por las autoridades que, a su vez, tampoco se permiten prescindir del todo
del uso de un vocabulario social, porque l sigue movilizando, an de una manera
ritualizada y banalizada, los imaginarios polticos contemporneos. Todo este proceso
implica un fuerte reformateo de las cualidades, de los atributos, de las ambiciones y
de los lmites de la accin de estos individuos, al menos respecto de las formas a las que
se haban acostumbrado a vivir durante las dcadas en las que las racionalidades
polticas keynesianas fueron las dominantes. Es decir, lo que se promueve es la
emergencia de un tipo subjetivo que est en condiciones de asumir las tareas de su
autorregulacin, que sea activo, responsable, participativo, dinmico, fit, una
suerte de entrepreneur de su propia moralidad.
Consideradas estas tres dimensiones de la desconversin de lo social, se
explorar en lo que sigue en el papel especfico que en ellas les cabe a los analistas
simblicos.42
Para ello, se retomarn algunas de las coordenadas de anlisis que se
41 La sugerencia acerca de la centralidad de la comunidad en los procesos actualmente en curso de desconversin de lo social se ha tomado, mayormente, de los governmentality studies de inspiracin foucaultiana. Sin embargo, por una serie de razones sobre las que no se puede ahondar aqu, tambin se ha revelado necesario ir ms all de ellos. En efecto, el tema-problema de la comunidad tiene una larga tradicin en las ciencias sociales, en particular en la sociologa. Desde la redaccin de la primera versin de este trabajo hasta ahora, se ha puesto el mayor nfasis investigativo en la recuperacin del pensamiento de los clsicos de la sociologa acerca de la comunidad. Vase, por ejemplo, de Marinis (2007a y b); (2008b y c). 42
El papel que les cupo a los cientficos puros en la invencin de lo social, as como el que les
cabe actualmente en su desconversin, reviste tantas complejidades y ha sido histricamente tan
cambiante que no podr ser abordado directamente en este trabajo ms que a travs de algunas
observaciones incidentales.
27
utilizaron en la primera parte de este texto para comparar las distintas personificaciones
del saber experto. Se ilustrarn estos desarrollos tericos con algunos ejemplos tomados
de polticas desplegadas en Argentina en los ltimos aos, en especial, polticas de
seguridad y polticas educativas.43
3.2 Los analistas simblicos: el saber experto de la desconversin de lo social (a la luz de ejemplos de polticas educativas y de seguridad urbana)
Con interesantes analogas y diferencias respecto de las sociedades del
capitalismo avanzado, las sociedades latinoamericanas (entre ellas, la sociedad
argentina) experimentaron a partir de los aos 70 y 80 una crisis de gobierno.44 Por
crisis de gobierno se entiende aqu la crisis de una forma de articulacin de la vida
colectiva en su conjunto, y no slo la de una cierta modalidad de la administracin
estatal. En suma, se trata de una poca en la cual se verifican fuertes cortocircuitos entre
las tecnologas de gobierno que se implementan y las racionalidades polticas que se
invocan. As, mientras emergen retricas (real o pretendidamente) novedosas y se trazan
nuevas lneas para el establecimiento de responsabilidades, por cierto tambin se
producen reactivaciones de viejas cosmovisiones. Prcticas de largo arraigo se
mantienen, o bien se reformulan sus alcances y efectos. Adems, surgen prcticas
enteramente nuevas. De todo esto, resulta un complejo ensamblaje de ideas,
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