LOS CONFLICTOS SOCIALES Y EL PODER POLÍTICO
Por. Jorge Francisco Sánchez
CETYS Universidad, Campus Tijuana
“Los conflictos y el poder no pueden tener los mismos protagonistas”
Alberto Melucci
En las sociedades posmodernas la interacción entre sociedad y Estado es una dinámica
indispensable para la toma de decisiones de carácter político. Los procedimientos ordinarios de
representación pública resultan insuficientes para tramitar la multiplicidad de demandas que en
éstas surgen. Al establecer sus demandas, los movimientos sociales entran en contacto con los
actores del sistema político, cuya función es ofrecer espacios de mediación. Las demandas
ciudadanas presentan elementos de decisión que no pueden ser producidos por los actores estables
del sistema político, de modo que la participación ciudadana, a través de las demandas es un
componente indispensable de la vida política en los sistemas de gobierno democráticos.
Según Melucci (1999), las orientaciones de la acción colectiva se producen a través de
redes sumergidas de intercambio cultural y se hacen públicas a través de demandas explícitas con
el objetivo de interpelar al sistema político. Las demandas de los colectivos pueden ser de orden
reivindicativo, cuando apelan a la institucionalidad del sistema político ―a sus normas y agentes
reconocidos― o de orden político, cuando retan el orden del sistema político y disputan su control
a los actores políticos estables; impulsando, la participación ciudadana más allá de los límites
preestablecidos por el sistema político (Melucci,1999:50).
Los actores sociales que caracterizan a los nuevos movimientos sociales, luchan por ejercer
estilos de vida distintivos frente a la lógica del sistema dominante, particularmente en las
definiciones que tocan a la propia existencia y las formas de convivencia social (Melucci, 1999:
77-79). Sus proyectos buscan reconfigurar los sentidos de vida en el nivel biológico, social y
simbólico. El contenido de sus demandas y sus estrategias de acción representan espacios
privilegiados para defender la libertad humana, frente a las disposiciones de los aparatos
tecnocientíficos y de control social del Estado ―y de las agencias privadas subrogadas por éste.
A través de su acción los colectivos socioculturales generan insumos para ser considerados
en los procesos de decisión política. Una parte importante de la labor de los nuevos movimientos
sociales es encuadrar las problemáticas sociales, sobre todo aquellas que se vuelven conflictivas a
razón del tratamiento que reciben por parte de las estrategias de política pública. Los movimientos
sociales pasan del estado latente a la movilización en busca de espacios de mediación política; en
contraparte los actores del sistema político pueden mostrarse abierto o cerrados a sus demandas.1
No obstante, es de esperarse que el sistema político busque disminuir la confrontación al dar cabida
a las demandas ciudadanas. Sin embargo las demandas que no logran ser tramitadas a través de los
canales del sistema político, u ofrezcan respuestas aceptables a los actores sociales
implicados―sin llegar nunca a una solución final― resurgirán en nuevas coyunturas políticas o
acabarán en enfrentamiento entre las partes.
Bibliografía:
Barbalet, Jack, 1988, Citizenship, rights, struggle and class inequality, Minneapolis, University
of Minnesota Press.
Melucci, Alberto, 1999, Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, México D.F., El Colegio
de México.
1 Según Barbalet (1988) el sistema político tiende a mostrarse un poco más receptivo cuando las demandas recaen en
solicitudes de cumplimiento a los derechos sociales, que remiten a prestaciones sociales establecidas de antemano; sin
embargo cuando éstas señalan omisiones y atropellos a los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, el gobierno
tiende a ser reticente a prestar atención; esto se debe a que éstas sancionan acciones que van en contra de las
orientaciones democráticas que soportan al sistema político.
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