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Haruki Murakami: autor y personaje de sí mismoEmmanuel Medrano
Haruki Murakami, De qué hablo cuando
hablo de correr, Barcelona: Tusquets,
2010, 230 pp.
De qué hablo cuando hablo de correr es
un libro nada fácil de clasificar,
ya que en éste el autor japonés Haruki
Murakami ofrece ante todo un crisol
de textos en los cuales se pueden des-
cubrir desde sus más simples manías
hasta el nacimiento de muchos de los
personajes que habitan sus novelas.
Cuando un autor habla de sus
propios caprichos, gustos, aversiones
y demás, es cuando descubrimos
que los personajes de sus novelas y
cuentos son parte de él, por ejemplo,
que Murakami y algunos de sus
protagonistas sienten miedo ante
las mismas cosas (y uno supone que
quizás como una venganza el autor
los pone en situaciones similares a las
que él ha enfrentado, para que aquellos
seres que viven en el papel sientan lo
que él en cierta etapa de su vida).
Por tanto, a lo largo de este libro
se pueden encontrar datos que en
gran medida sirven para interpretar
muchos de sus libros, pues permiten
“ver tras bastidores” el universo
literario del japonés –lo que obliga a
una relectura de sus novelas.
Así, verbigracia, se entiende la
actitud de Hajime, protagonista de Al
sur de la frontera, al oeste del sol, cuando
está dispuesto a renovar su vida
tras encontrarse con su novia de la
adolescencia, pues Murakami relata
en De qué hablo… que cuando decidió
dedicarse a la escritura como una
forma de vida, tuvo que abandonar el
jazz-bar que tanto trabajo les había
costado levantar a él y a su esposa,
para entregarse de lleno a la bendita
manía de escribir.
Y es que mucha de la literatura de
Murakami está llena de personajes
que a los ojos de cualquiera podrían
parecer patéticos, perdedores en
potencia, que no tienen muchas
opciones en la vida desde cualquier
ángulo que se le mire, por lo que
buscan rebasar sus propios límites
(los cuales para algunos no tienen
nada de especial). Y así es como este
autor entiende su vida, un ejemplo
muy claro es su afición por los
maratones, ya que a él no le interesa
llegar en primer lugar, sino rebasar
sus propias metas, tal como ocurre
con el protagonista de After Dark,
aquel joven que al pararse frente a un
espejo desnudo y comenzar a hacer
una lista de lo que no le gustaba de su
cuerpo, tuvo que detenerse, porque
nada de lo que veía le gustaba.
O más aún: pensemos en la
amistad como tema central en la
obra de Murakami. Los amigos,
los reencuentros con ellos y el
descubrir que muchos de éstos siguen
significando lo mismo que antaño, o
quizá más, es algo que se descubre en
al menos cuatro de sus novelas: After
Dark, Tokio Blues. Norwegian Wood, Al
sur de la frontera, al oeste del sol y Crónica
del pájaro que da cuerda al mundo; y al leer
De qué hablo… también entendemos
el sentido que la amistad tiene en la
vida del autor, para quien los amigos
de ayer son aquellos que de una u otra
manera le han regalado algo que lo
ha marcado de manera permanente,
que si bien no han sido todas buenas
experiencias, sí lo han forjado a lo
largo de su vida para estar en el lugar
que en estos momentos ocupa.
En las cuatro novelas antes citadas
nos encontramos frente a personajes
que pueden llegar a darlo todo o casi
todo por amigos de antes o por unos
Para ti, Castor, por darte el
tiempo de escuchar.
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nuevos, tal como ocurre en After Dark y
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo,
cuyos protagonistas conocen a dos
mujeres con quienes traban sendas
amistades como si el estar con ellas
fuera lo último que pudieran hacer
en su vida. Y es que así es como lo
entienden: para ellos no hay mañana,
no hay otra oportunidad. Y esto me
remite a una frase que incluye el
autor en el libro aquí reseñado: “Creo
que necesito hacer las cosas de una
manera tal que cuando no me salga
como yo lo espero, al menos podré
quedarme con la satisfacción de que
di lo mejor de mí”.
Pero no todo en estas novelas
termina como podría esperarse, a
veces pensamos que será lo mejor,
que el periplo de los protagonistas los
acercará al ideal de vida que tenían
pensado y sólo falta que den un paso
más y lo lograrán, sin embargo, esto
no ocurre y nos quedamos un tanto
desconcertados; asimismo en De qué
hablo… otra cosa que nos muestra
Murakami es que, así como el correr es
un deporte que requiere de tenacidad,
lo mismo ocurre con el simple hecho
de estar vivo: los tropiezos que él ha
encontrado a lo largo del camino de
su vida y lo han hecho claudicar y
pensar que ya nada tiene sentido, ya
no parecen tan graves luego de un
par de horas corriendo –que le han
demostrado que nada está perdido.
Es por reflexiones como éstas,
que De qué hablo cuando hablo de correr
podría ser entendido como una
pequeña parte de la autobiografía de
Haruki Murakami. Por otro lado, nos
encontramos también con los que
podrían ser considerados pequeños
consejos para los escritores en ciernes,
a la luz de su propia experiencia
creativa: “Del mismo modo que
hay varios tipos de literatura, hay
también varios tipos de escritores,
cada uno con su propia visión del
mundo. Abordan cosas distintas,
como también lo son su objetivos”; así
es su forma de ver la sencilla actividad
de correr, él conoce sus objetivos y no
tienen que ver con las medallas, sino
con sus propios límites.
En otra parte del libro, Murakami
dice que escribir una novela es
enfrentarse a escarpadas montañas y
escalar paredes de roca para alcanzar
la cima tras una larga y encarnizada
lucha; y yo me pregunto ¿es que correr
no es lo mismo, no es enfrentarnos al
camino que parece infinito y pensamos
que nunca acabará, y una vez que
llegamos a la meta, a nuestra meta, nos
sentimos plenos de gran satisfacción?
Definitivamente éste es un texto
que será para los corredores una
forma diferente de ver esta actividad,
para los escritores una nueva manera
de entender esta actividad, y para
los lectores de Murakami, una parte
fundamental del mapa literario de
este autor.
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