EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUMEXHORTACIÓN APOSTÓLICA
EVANGELII GAUDIUM
Fechada el Año de la Fe, el 24 de noviembre del 2013 en el primer
año de su pontificado.
La Alegría del Evangelio
I.- Alegría que se renueva y se comunica (2-8)
II.- La dulce y confortadora alegría de evangelizar (9-13)
III.- La nueva evangelización para la transmisión de la fe
(14-18)
Propuestas y límites de esta exhortación (16-18)
Capítulo I. LA TRANSFORMACIÓN MISIONERA DE LA IGLESIA
I.- Una Iglesia en salida (20-24)
Primeriar, involucrarse, acompañar, fructificar y festeja
(24)
II.- Pastoral en conversión (25-33)
Una impostergable renovación eclesial (27-33)
III.- Desde el corazón del Evangelio (34-39)
IV.- La misión que se encarna en los límites humanos (40-45)
V.- Una madre de corazón abierto (46-49)
Capítulo II. EN LA CRISIS DEL COMPROMISO COMUNITARIO
I.- Algunos desafíos del mundo actual (52-759
No a una economía de la exclusión (53-54)
No a la nueva idolatría del dinero (55-56)
No a un dinero que gobierna en lugar de servir (57-58)
No a la inequidad que genera violencia (59-60)
Algunos desafíos culturales (61-67)
Desafíos de la cultura urbana (71-75)
II.- Tentaciones de los agentes pastorales (76-109)
Si al desafío de una espiritualidad misionera (78-80)
No a la acedia egoísta (81-83)
No al pesimismo estéril (84-86)
Si a las relaciones nuevas que genera Jesucristo (87-92)
No a la mundanidad espiritual (93-97)
No a la guerra entre nosotros (98-101)
Otros desafíos eclesiales (102-109)
I.- Todo el Pueblo de Dios anuncia el Evangelio (111-134)
Un pueblo para todo (112-134)
Un pueblo con muchos rostros (115-118)
Todos somos discípulos misioneros (119-121)
La fuerza evangelizadora de la piedad popular (122-126)
Persona a Persona (127-129)
Cultura, pensamiento y educación (132-134)
II.- La homilía (137-138)
Palabras que hacen arder los corazones (142-144)
III.- La preparación de la predicación (145-159)
El culto a la verdad (146-148)
La personalización de la Palabra (149-151)
La lectura espiritual (152-153)
Recursos pedagógicos (156-159)
Una catequesis Kerygmática y mistagógica (163-168)
El acompañamiento personal de los procesos de crecimiento
(169-173)
En torno a la Palabra de Dios (174-175)
Capítulo IV. DIMENSIÓN SOCIAL DE LA EVANGELIZACIÓN
I.- La repercusiones comunitarias y sociales del Kerygma
(177-185)
Confesión de la fe y compromiso social (178-179)
El Reino que nos reclama (180-185)
La enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones sociales
(182-185)
II.- La inclusión social de los pobres (186-216)
Unidos a Dios escuchando un clamor (186-192)
Fidelidad al Evangelio para no correr en vano (193-196)
El lugar privilegiado de los pobres en el Pueblo de Dios
(197-201)
Economía y distribución del ingreso (202-208)
Cuidar la fragilidad (209-216)
El tiempo es superior al espacio (222-225)
La unidad prevalece sobre el conflicto (226-230)
La realidad es más importante que la idea (231-233)
El todo es superior a la parte (234-237)
IV.- El diálogo social como contribución a la paz (238-258)
El Diálogo entre la fe, la razón y las ciencias (242-243)
El diálogo ecuménico (244-246)
El diálogo interreligiosos (250-254)
El diálogo social en un contexto de libertad religiosa
(255-258)
Capítulo V. EVANGELIZADORES CON ESPÍRITU
I.- Motivaciones para un renovado impulso misionero (262-283)
El encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva
(264-267)
El justo espiritual de ser pueblo (268-274)
La acción misteriosa del Resucitado y de su Espíritu
(275-280)
La fuerza misionera de la intercesión (281-283)
II.- María, la madre de la evangelización (284-288)
El regalo de Jesús a su pueblo (285-286)
La Estrella de la evangelización (287-288)
INTRODUCCIÓN: La razón de la alegría evangélica
El Papa Francisco quiso tomar las proposiciones del sínodo sobre la
Nueva Evangelización enriqueciéndolas con conceptos propios,
convirtiendo así el documento en el programa de su pontificado: La
alegría del Evangelio.
El mundo contemporáneo con sus múltiples abrumadoras y ofertas de
consumo, vive el riesgo de caer en una tristeza individualista y en
una búsqueda enfermiza de placares superficiales
El Papa invita a cada cristiano a renovar, ahora mismo, “su
encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión
de dejarse encontrar por Él” .
En efecto, se trata de una experiencia que permitiría a todos
sumergirse en el río de alegría de los Evangelios: “La alegría del
Evangelio – reconoce el Papa- llena el corazón y la vida entera de
los que se encuentran con Jesús” .
MENSAJES ÉTICOS FUNDAMENTALES
1.- La primacía del amor
La luminosidad del Evangelio, según el Papa, nos conduce a aceptar
que la vida es digna, únicamente cuando se reconoce la dignidad del
otro; cuando se sale de la comodidad para atreverse a llegar a
todas las periferias humanas que necesitan de esa luz.
“Quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino
más que reconocer al otro y buscar su bien”. Además, “la vida se
alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los
otros”.
2.- Una ética evangélica y esencial
Sugiere el Papa dos elementos de metodología pastoral: en primer
lugar, volver a lo esencial de la enseñanza evangélica y, en
segundo lugar, respetar a la jerarquía moral de los temas mismos,
de las virtudes y de los actos morales.
A propósito de las virtudes enfatiza la fe que se hace activa por
la caridad (Ga 5,6) y las obras de amor misericordioso al prójimo
y, respecto al núcleo moral fundamental, lo que debe resplandecer
es “la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo
muerto y resucitado”.
Afirma el Papa: “Si un párroco a lo largo de un año litúrgico habla
diez veces sobre la templanza y sólo dos otras veces sobre la
caridad o la justicia se produce una desproporción”
3.- La ética de la misericordia
La moral que el Papa aconseja anunciar no debería ser estoica;
tampoco una mera filosofía práctica, ni un catálogo de pecados y
errores, sino, más bien, “evangélica”, o sea, que privilegia la
“misericordia” y el “amor”.
Acerca de la moral cristiana, sucesivamente, el Papa se pregunta si
no sería oportuno renovar también las formas de expresión, cuidando
de permanecer más fieles a la substancia de la doctrina que a los
aspectos secundarios: “intentar expresar las verdades de siempre en
un lenguaje que permita advertir su permanente novedad… una cosa es
la substancia y otra la manera de formular la expresión” .
4.- Las fuentes de moralidad
En teología moral, para lograr una mejor y más objetiva valoración
de los actos humanos, sabemos que además de los actos en sí mismo
hay que tomar en consideración las circunstancias en las cuales se
realizan y la intención, por la que son llevadas a cabo por alguna
persona. En razón de estos elementos, el Papa nos recuerda lo que
el Catecismo de la Iglesia católica declara que: “La imputabilidad
y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e
incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, el
temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores
psíquicos o sociales (CIC 1735).
El confesionario jamás debe convertirse en una sala de torturas,
sino en el lugar de la misericordia del Señor, porque la Iglesia
debe ser principalmente madre de corazón abierto.
Los ministros de los sacramentos, por ende, deben comportarse más
como facilitadores de la gracia que como aduana fiscalizadora, los
fieles, en efecto, nos piden normas más humanas y no “normas que
nos vuelven jueces implacables”. Somos distribuidores de la gracia
de Dios y no sus controladores.
5.- Ética de discernimiento
Lo que distingue un discernimiento cualquiera de otro evangélico es
la naturaleza de los principios iluminadores. En efecto, el
discernimiento es evangélico cuando nos dejamos iluminar; en las
elecciones morales, por los valores y principios del Evangelio,
permaneciendo dóciles al impulso del Espíritu Santo. Por esta
razón, el Papa así lo define: “es la mirada del discípulo
misionero, que se alimenta a la luz y con la fuerza del Espíritu
Santo” .
Más concretamente, el Papa Francisco nos indica que esclarezcamos
“aquello que pueda ser fruto del Reino y también aquello que atenta
contra el proyecto de Dios” .
6.- No a la economía de la exclusión
Ante los desafíos del mundo actual, el Papa Francisco pone, con
razón, el de la economía en primer lugar: “si son de alabar
–diagnostica el Papa- los avances que contribuyen al bienestar de
la gente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la
educación y de la comunicación, no podemos olvidar, sin embargo,
que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive
precariamente el día a día, con consecuencias funesta” .
El mito de la sociedad de mercado que solucionaría “el problema de
la pobreza produciendo riqueza –continúa escribiendo el Papa-
expresa una confianza burda en la bondad de quienes detentan el
poder económico y en los mecanismo sacralizados del sistema
económico imperante” (EG 54).
El Papa denuncia que: “la adoración del antiguo becerrero de oro ha
encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del
dinero y en la economía sin rostro y sin objeto verdaderamente
humano” (EG 55).
Inspirándose en la enseñanza patrística, el Papa reitera que “el no
querer compartir con los pobres los propios bienes es robarles y
quitarles la vida”. En seguida, reconoce que “un mal enquistado en
las estructuras de la sociedad, tiene siempre un potencial de
disolución y de muerte” (59). Dice no a una educación que
tranquilice a los pobres y los convierta en seres domesticados e
inofensivos.
Después de la denuncia de la cultura del descarte y de la economía
del egoísmo indica las vías de salida: la primera, consiste en el
despertar de la sociedad civil de ese estado hipnótico en que se
encuentra domesticada, cotidianamente, por los índices de la Bolsa,
lo spread y los números, que bloquean toda iniciativa que demande
más participación y más democracia. La segunda vía, la encontramos
en la escucha del grito de la víctimas, de los pequeños, los
excluidos y jóvenes sin trabajo; la tercera vía de salida, a decir
el Papa Francisco, consistiría en ese volver a partir de las
periferias sociales del mundo, donde encontramos recluidos los
desventajas y empobrecidos por el sistema.
7.- La deformación ética contemporánea
El daño social del proceso de secularización que además de negar
toda trascendencia, ha producido una creciente deformación ética y
un debilitamiento de la percepción del pecado, personal y social,
en favor de un progresivo aumento del relativismo moral.
La defensa eclesial de las normas morales objetivas, válidas para
todos y que encuentra reconocimiento social. Más bien, viene
denunciada como acto de despotismo eclesial, contrario a los
derechos humanos básicos, declarados además como absolutos.
8.- Las Crisis institucionales
La fragilidad cultural y el relativismo ético del momento histórico
que nos toca vivir merman, inevitablemente, también las
instituciones, tradicionales sólidas, de la familia y matrimonio.
El Papa reconoce que: “la familia atraviesa una crisis cultural
profunda…” y “el matrimonio tiende a ser visto como una mera forma
de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier
manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada
uno”.
Afirma el Papa, “es necesario llegar allí donde se gestan los
nuevos relatos y paradigmas y alcanzar con las palabras de Jesús
los núcleos más profundos del alma de las ciudades” (74).
Se trata de un claro incentivo para que pongamos en acción, a
tiempo, la revolución del Evangelio.
9.- La dimensión social del Evangelio
La dimensión social del Evangelio, en pocas palabras, convoca a dos
cosas: a la comunión solidaria con los pobres y la fecundidad
misionera. Se trata de dos actitudes contrarias a la tentación de
una espiritualidad bien-estar y de una teología de la prosperidad
sin compromiso fraterno y sin aquella ética de la fraternidad tan
querida por Jesús: fraternidad mística, contemplativa, que sabe
mirar la grandeza sagrada del prójimo y descubrir a Dios en cada
ser humano.
10.- La mundanidad espiritual
La crítica del Papa hacia lo que él llama mundanidad
espiritual.
En lugar de buscar la gloria del Señor, más bien buscan gloria
humana y bienestar personal. Esta oscura mundanidad se manifiesta a
través de un cuidado ostentoso de la Liturgia, de la doctrina y del
prestigio de la Iglesia (95) y de un manejo casi “empresarial” de
los servicios religiosos.
Otro síntoma despreciable de mundanidad espiritual reside en la
obsesión por la apariencia
11.- Los desafíos éticos eclesiales
Hay una secuencia de desafíos eclesiales cuya naturaleza es, de
carácter moral. Nos referimos al desafío de la verdadera misión del
Laico en la Iglesia.
Otro desafío es el de la mujer, cuyo aporte para la vida de la
Iglesia es, sin lugar a duda, indispensable.
Un tercer desafío es la juventud. Habrá que integrar a los jóvenes,
sin miedo, a la vida comunitaria y permitirles ser los callejeros
de la fe.
Respecto a los candidatos al sacerdocio, sugiere que sean mejor
seleccionados.
12.- Las repercusiones sociales del Kerigma
El Kerigma como el conjunto de elementos bíblicos-doctrinales que
se anuncian, de arranque, en todo proceso evangelizador. Tal vez,
nunca habíamos pensado en su fuerza moral de transformación social.
Es lo que nos revela el Papa en la cuarta parte de la Exhortación:
“Las repercusiones sociales del Kerigma”.
13.- La centralidad de la caridad
El capítulo debuta anunciando la revolución de la caridad: “El
contenido del primer anuncio-escribe el Papa- tiene inmediata
repercusión moral cuyo centro es la caridad” (177).
El servicio de la caridad es también “una dimensión constitutiva de
la misión de la Iglesia y expresión irrenunciable de su propia
esencia” (179).
14.- El Desafío del Reino
Más allá de una “caridad a la carta”, tendente sólo a tranquilizar
la propia conciencia, los cristianos nos sentimos convocados para
construir una sociedad más justa y solidaria, que otorgue al
entorno el sabor del Reino, que el Señor ha venido a establecer
entre nosotros: “en la medida en que ÉL logre reinar entre nosotros
–nos anuncia el papa- la vida social será ámbito de fraternidad, de
paz, de dignidad para todos” (180).
En propósito, escribía el Papa Pablo VI: “la evangelización no
sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca
que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la
vida concreta, personal y social del hombre” (EN 29).
El magisterio moral del Papa Francisco parece dilatar confines
hacia alcances sociales bien precisos y con una enorme carga
motivacional de clara naturaleza más evangélica que
sociológica.
15.- El pensamiento social de la Iglesia
El Papa insiste en recordarnos que “no podemos evitar ser concretos
para que los grandes principios sociales, de hecho, no se queden en
meras generalidades que no interpelan a nadie” .
Para reflexionar más acerca del compromiso social de los cristianos
en el mundo, el documento aconseja recurrir al conocido Compendio
de la doctrina social de la Iglesia, del Pontificio Consejo
Justicia y Paz (2004).
16.- La inclusión social de los pobres
Según el Papa Francisco, hay dos grandes cuestiones sociales que
determinarán el futuro de la humanidad; la inclusión social de los
pobres y el reto de la paz.
Como nos ha enseñado Dios mismo en el conocido relato del Éxodo:
“He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he escuchado su
clamor…” Ex 3,7-8.10. La escucha atenta de ese clamor nos motivará
para ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los
pobres y para que sea más justa la distribución de los bienes y de
la renta.
El imperativo evangélico del “¡Dadles ustedes de comer!” debe
hacerse vida, sea con gestos concretos e inmediatos de solidaridad
que con acciones hacia las causas estructurales de la pobreza y de
la exclusión social. La palabra solidaridad, en el pensamiento del
Papa Francisco, supone “crear una nueva mentalidad que piense en
término de comunidad y de prioridad de la vida de todos” y pide
“reconocer la función social de la propiedad y del destino
universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad
privada” EG 189.
La opción por los pobres es fidelidad al Evangelio. La fidelidad al
Evangelio es condición privilegiada para no correr en vano.
La literatura sapiencial, muy concretamente, nos sugiere la
práctica de la limosna como ejercicio de la misericordia con los
necesitados: “La limosna libera de la muerte y purifica de todo
pecado” Tb 12,9.
El mayor criterio ético del cristiano es y será siempre “la
misericordia hacia el pobre”.
Jesús mismo se hizo pobre, se dedicó intensamente a ellos, en sus
acciones y palabras, y se identificó con ellos: “Tuve hambre y me
dieron de comer…” Mt 25,35s. Esta preferencia divina concluye el
Papa, “tiene consecuencias en la vida de fe de todos los
cristianos, llamados a tener los mismos sentimientos de Jesucristo”
EG 197. Por todas estas razones: “Quiero una Iglesia –afirma el
Papa- pobre para los pobres” y que incluso, se deje evangelizar por
ellos, los “Juan Diego” de nuestra historia.
Según el Evangelio “nadie puede sentirse exceptuado de la
preocupación por los pobres y por la justicia social” EG 201.
17.- Sanar la economía y rescatar la política
El análisis de la realidad socioeconómico evidencia,
lastimosamente, el estado de enfermedad de la economía
contemporánea. Si se quiere aliviar la situación, habrá que aplicar
terapias intensivas a la economía global, atacando las causas
estructurales de su inequidad.
Para salir de la perversión económica, según el documento, el
camino es que la economía y la política busquen el bien común y se
abran a la trascendencia EG 205.
A la economía, que el Papa define como “el arte de alcanzar una
adecuada administración de la casa común, que es el mundo entero”,
y cuyos actos repercuten en todo el planeta, se pide que nunca
actúe al margen de la responsabilidad ecológica y de los pobre EG
206.
A imitación de Jesús, los cristianos somos llamados a cuidar de los
más frágiles de la tierra, reconociendo en ellos a Cristo
sufriente. Una mención especial en el documento tiene los migrantes
y las personas que, en el mundo, están privadas de libertad y son
explotados EG 210.211.
18.- No al aborto, sí a la vida
Defiende los derechos de las mujeres en su situación de exclusión
social y condena las legislaciones que no tutelan el derecho a la
vida, aunque la Iglesia venga ridiculizada y tachada de obsoleta,
oscurantista, conservadora e ideológica por defenderla en todas sus
etapas.
El renunciar a defender la vida jamás puede ser signo de
modernidad. Lo que sí se pudiera solicitar es un mayor
acompañamiento a las mujeres en su condiciones de abortar, también
el cuidado de la naturaleza, o sea, la ecoética, pudiera ser tema
merecedor de más atención EG 215.
19.- El bien común y la paz social
El tema de la paz, su exigencia no puede prescindir de la alegría y
del amor.
El Papa nos dice que: “No puede entenderse como un irenismo o como
una mera ausencia de violencia lograda por la imposición de un
sector sobre otro”. En seguida añade: “También sería una falsa paz
aquella que sirve como excusa para justificar una organización
social que silencie o tranquilice a los más pobres” EG 218.
La Paz para el Papa Francisco, don de Dios, es realidad teológica
con participación de los hombres de buena voluntad
En orden a la conquista de la Paz, el documento propone cuatro
principios de convivencia social:
El tiempo, en cuanto permite trabajar a largo plazo, sin
obsesionarse por resultados inmediatos;
La unidad, en el espíritu y entre los pueblos, en cuanto es
superior al conflicto inhibiéndolo y permitiendo construir la
paz;
La realidad que, por ser concreta, es superior a ideas de purismo
angélico, de totalitarismos relativistas o moralismos son
bondad;
El todo social que es mucho más poderoso que lo local.
Del diálogo social a la paz
Para colaborar en la construcción de la paz, la Iglesia, afirma el
documento, debe transitar por tres campos del diálogo social: con
los estados, en el respeto de los principios de subsidiariedad y
solidaridad; con la sociedad, incluyendo el diálogo con las
culturas y las ciencias y con otros creyentes, en un camino de
ecumenismo unitario entre todas las religiones para dar testimonio
de unidad y de paz.
Acerca del diálogo con las ciencias, consideramos objetiva e
inteligente la postura eclesial que parte del reconocimiento de
varios saberes: científico, filosófico y teológico, para
interpretarlos como caminos distintos, pero igualmente válidos,
para llegar a la verdad.
La fe no le tiene miedo a la razón, más bien necesita de ella
porque ambas provienen de Dios.
El Atrio de los gentiles es un espléndido instrumento para realizar
el diálogo sobre los temas fundamentales de la ética, arte y
ciencia EG 257. Sólo así daremos prueba de la “ineludible dimensión
social del anuncio del Evangelio” EG 257.
ALEGRIA
Evangelizar
Promoción
Escucha
Acompañamiento
Encuentro
45
Realidad
Pesimismo
Economía
Política
Narcotráfico
Centralidad del Reino
Como
Misericordia
Diálogo
Verdad
Justicia
Paz
Desarrollo
Una mejor disposición para responder a los retos actuales
Acompañamiento en procesos de duelo, tanatología, Mediación y
centros de Escucha
Identidad
Intimidad
Generatividad
Desarrollo del sentido de pertenencia a la familia, grupo, cultura,
equipo
Objetivos Específicos
Procesos de formación
Acompañamiento, escucha y vinculación con otras instancias
Desarrollo de capacidades y aprovechamiento de talentos y
capacidades de cada región