Robot es una palabra de origen checo.
Su origen es el sustantivo checo robota, que significa „trabajos
forzados, servidumbre‟.
Se utiliza por primera vez en la obra de teatro R.U.R. (Robots
Universales de Rossum) (1921) de Karel Čapek.
La ciencia ficción se apropió del término y nos ha mostrado a
través de él el anhelo humano por desarrollar máquinas pensantes
Pero generalmente los robots, al adquirir inteligencia, se
transforman en una amenaza para los humanos
Constantemente hemos visto a los robots de las películas como
potenciales causantes de la extinción de la especie humana.
Los robots y todas las invenciones pensantes nos cuestionan
radicalmente acerca de nuestra propia humanidad y sus limitaciones,
por ello son incómodos, pues son más inteligentes, más fuertes, etc.
Las 3 leyes de la robótica son un conjunto de normas escritas por Isaac Asimov, que la
mayoría de los robots de la literatura están diseñados para cumplir. Aparecidas por
primera vez en el relato Runaround (1942), establecen lo siguiente:
Watson, el supercomputador de IBM, derrotó a los mejores
competidores humanos en un juego de preguntas y respuestas de
la TV estadounidense.
Puede parecer algo simple, pero no lo es en absoluto.
Las preguntas de este concurso son muy difíciles de responder,
pues están llenas de trucos .
Una de las preguntas que aparecieron en el concurso fue la siguiente:
¡eso es sólo una hemorragia nasal! usted no tiene esta enfermedad
genética que ya ha sido endémica en la realeza europea.
La respuesta es... Hemofilia.
Watson acertó la respuesta de estas y de otras decenas de
preguntas capciosas.
Para conseguir ese éxito Watson no contaba con conexión a Internet.
Simplemente contaba con una memoria de 15 mil gigabytes con algunos
millones de textos archivados y una capacidad de procesamiento de datos
equivalente a la de 2800 computadores caseros.
El verdadero desafío de Watson era entender las preguntas formuladas. Para
lograrlo el computador necesita entender el lenguaje hablado y tener un
raciocinio capaz de establecer relaciones inesperadas.
Hasta ahora ese era un privilegio del lenguaje humano. Por eso el
éxito de Watson nos plantea una duda muy seria.
¿Habremos llegado al punto en el cual la inteligencia artificial se
equipara a la inteligencia humana?
Por un lado están los entusiastas que sostienen que en muy poco
tiempo las máquinas alcanzarán y superarán la inteligencia
humana.
Por otra parte los detractores sostienen que por más complejo y
sorprendente que sean los logros de la informática, ella nunca será
comparable a la de una persona pues pertenecerían a campos distintos.
Lo que comúnmente llamamos inteligencia ha cambiado con los
años. Antiguamente ser un ingeniero calculista era sinónimo de
ser inteligente.
Hoy inteligente sería la persona que sabe programar un
computador para realizar esa cantidad exorbitante de cálculos.
También ocurre que cada vez que delegamos alguna actividad a las máquinas,
esa tarea pierde el encanto. Ocurrió eso cuando en 1997 la computadora
Deep Blue derrotó al campeón mundial de Ajedrez Gary Kasparov.
¿Pero qué pasaría si pudiéramos transferir a las máquinas habilidades
que hoy consideramos intransferibles del ser humano? ¿Podrá la
capacidad de apreciar la belleza ser resumida en un programa de
computador?
¿La poesía podría ser representada por medio de una ecuación que
encontrase las mejores combinaciones de palabras?.
Programado adecuadamente un computador inteligente puede
servir para tareas menos fantasiosas, pero no por ello menos
interesantes.
Los computadores ya ostentan un papel cada vez más importante en las salas de
cirugía. Un computador como Watson sería capaz de llevar mucho más allá la
participación de la inteligencia artificial en medicina
Un computador como Watson puede ayudar muchísimo a lograr mejores diagnósticos.
Puede oír relatos orales de pacientes y cruzar los síntomas con el banco de datos de toda
la literatura médica en segundos.
Pero eso no excluye de ninguna manera a los médicos. Un
computador médico, por mucho que puede actuar de manera
autónoma, siempre necesitará a un doctor que lo programe.
Y ese tal vez sea también una fuente muy grande de errores, pues el
“factor humano” siempre será impredecible.
Un ejemplo: Watson se equivocó en una pregunta que
aparentemente para un humano sería muy fácil: ¿cuál es la
categoría de automovilismo que tiene nombre de tecla de
computador?
La formula uno es ignorada en los EEUU, por eso los programadores
no la incluyeron en la base datos de Watson.
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