Cadencia
COMPETICIÓN DESCENSO DE SANT ANDREU DE LA BARCA
imágenes ESPACIOS VACÍOS en FIXIE
HOW TO CERVEZA artesanal
Un tema la publicidad en el ciclismo
AVENTURA LA CARA NORTE DEL EIGER
Viaje a ninguna parte Salir de las autopistas para adentrarse
en la cultura popular de la España interior
PRIMAVERA2014
Índice
Imágenes Espacios vacíos en fixie
COMPETICIÓN Descenso de Sant Andreu de la Barca
PORTADA Viaje a ninguna parte
HOW TO Fabricar cerveza en casa
Un TEMA La publicidad en el ciclismo
AVENTURA La cara norte del Eiger
Escena final La vida secreta de Walter Mitty (2013).
TEORÍA Y PRAXIS
Llevo muchos años leyendo revistas de bicis y también de
otro tipo. Cada deporte, afición o colectivo de personas pare-
ce tener su propia revista dedicada. Es como si todos los co-
lectivos tuvieran que tener su boletín informativo, su gaceta
propia. Tiene sentido, no voy a negarlo. A todos nos ha gusta-
do identificarnos con una tribu y saber qué ocurre en ella, qué
novedades hay y qué nuevos productos existen. Pero pasar
todo el tiempo en la misma tribu tiene algo de endogamia. Al
final, no vivimos sólo de cine, de fútbol o de bicis. Vivimos en
un mundo en el que suceden otras cosas y todas están rela-
cionadas.
Hoy en día está todo relacionado, sí. Todo un océano de fenómenos suceden a diario en nuestro
entorno, y el cemento que une a todo ese caos informativo y nos mantiene cuerdos es la actitud con
la que cada uno afronta la vida. El sentido de pertenencia a una tribu puede sernos útil para afrontar
la vida. Sentirnos parte de un colectivo (a los que les gusta el ciclismo, por ejemplo) y conocer, bus-
car modelos y patrones de inspiración, forma parte de salir de la rutina y de eso que se llama la bús-
queda de la felicidad. Pero no nos engañemos. Cada vez más esa tribu tiene sus propios intereses y
su vida propia. Ya no es una tribu inocente de gente libre que se asocia solidariamente. ¿Quizás al-
guna vez lo fue?
La tribu enseña y socializa, pero también hace sus propias selecciones naturales en función de quien
destaca o quien no. El triunfo deportivo, el éxito social están impulsados por potentes resortes, diga-
mos naturales y humanos (superarse a uno mismo o llegar más lejos, por ejemplo) pero a menudo
también por resortes camuflados en bonitas escenas cotidianas cuya última finalidad es hacernos
consumir. Renovarse, buscar la afirmación social… en definitiva, seguir moviendo la rueda de la civili-
zación.
De la misma forma que existen tribus cada vez más fuertes y poderosas, siempre existen espíritus
libres que no se conforman con beber de una única fuente de sabiduría, y que tienen contacto con
otras tribus y de formas diversas. Incluso quienes no tienen contacto alguno con ellas, aparentemen-
te. Individuos que han sido expulsados de ellas, las han abandonado o no se adaptan a sus normas
escritas o tácitas, y que van a su aire. Parece que forman parte de una tribu a los ojos de otros, pero
no es así. Van por libre. Sea lo que sea lo que implique eso hoy en día.
Por esta razón (y no necesariamente para quienes piensan así), nace CADENCIA. Una publicación
independiente, libertina si se quiere acudir a las etiquetas que utilizan las tribus. No busquen en esta
revista una ideología convencional según los estándares. Busquen, si quieren, un territorio entre el
anarquismo bakunista, el escepticismo y el fenomenismo. Y aún así, se equivocarán.
CADENCIA se denomina a la soltura con la que realizamos el pedaleo sobre la bici. Curiosamente es
un término que proviene del italiano y de la danza. La música. “Repetición de fenómenos que se su-
ceden regularmente”, dice la RAE. Y curiosamente, su palabra antónima u opuesta (aunque no literal)
es DECADENCIA. Es decir, CADENCIA debería ser lo contrario a la decadencia. En teoría.
Editorial
Cadencia
ESPACIOS VACIÍOS en FIXIE Las periferias de las grandes ciudades ofrecen perspectivas insólitas y reflejos
de un sistema fallido en unos casos, y olvidado en otros. Lugares que llaman
a gritos ser visitados en compañía de un vehículo de dos ruedas, sencillo
y urbano como es una fixie.
imágenes
Los planes urbanIsticos y años de desarrollismo e industrialización han
dibujado el paisaje de nuestras queridas y odiadas
ciudades. Localidades donde habitualmente tra-
bajamos, hacemos negocios, estudiamos, nos re-
lacionamos, vamos al cine o a conciertos. Y tam-
bién grandes espacios donde caben los desper-
fectos de la sociedad. Aquello que ya nadie quie-
re, o que ha fracasado o se ha hundido por el pa-
so del tiempo, de las crisis o del destino.
Son estos sitios, oscuros y sórdidos, lo suficiente-
mente atrayentes para culos inquietos que
aprovechan un domingo cualquiera para hacer
una visita cultural por la otra ciudad. La alejada de
los turistas, no por estar apartada físicamente,
sino por estarlo emocionalmente. Resulta feo y
desalentador ir con la familia a visitar fábricas
abandonadas un domingo de sol radiante. Igual
de desalentador y triste que un perro callejero
deambulando por un sucio callejón con charcos.
Y sin embargo, estos lugares existen. Algunos
incluso aparecen en Google Maps, salen sus calles
y tal. Pero cuando los ves, sólo consisten en es-
combros, paredes tiradas, suciedad y un caos que
poco o nada tiene de bello. Excepto si se busca
en ellos la estética de la destrucción.
Probablemente no haya mucho de estético
en ver escombros o edificios destartalados
y abandonados. Pero quiero pensar que
algún día esos lugares albergaron proyec-
tos, trajín de mercancías, ir y venir de per-
sonas. También enfados, marrones, movi-
das y explotación. Putadas entre compañe-
ros. En fin, la vida moderna. Pero en esos
lugares había vida. Ahora ya no, son ce-
menterios urbanos o ni siquiera eso. Son
vagabundos y homeless de cemento que
a nadie le importan.
Paseando con mi bici por esos sitios dejados de la
mano de Dios, detecto una gran falta de amor.
En el fondo es eso. Ni siquiera alguien se molestó
en derribar estos mamotretos, que me recuerdan
a las apabullantes estructuras abandonadas de la
Europa del este. Ni siquiera eso. Simplemente los
dejaron ahí tirados para que alguna civilización
futura quizás los encuentre algún día, sumergi-
dos bajo el agua, y diga: “mirad lo que hicieron
nuestros antepasados”.
Luego están las paradojas. Como ese carril bici deli-
neado en un bulevar industrial, por el que ninguna bici
puede circular puesto que está interrumpido el paso
cada 100 metros. Son las paradojas extrañas, capricho-
sas, de las ciudades y sus gestores, que parecen querer
recordarnos cada cierto tiempo que tienen sentido del
humor, y que nos tomemos con una sonrisa todas las
cosas absurdas e inútiles que hacen a nuestra costa.
Este carril bici absolutamente inútil es el resumen
perfecto de esta visita urbana industrial. Una buena
intención, seguramente alentada por la corrección polí-
tica que exige el ganar votos, pero del todo ridícula.
Incluso divertida, de puro patética.
Da igual; aunque quienes dibujan los carriles indiquen
por dónde circular, no siempre hay que hacerles caso.
Sobre todo cuando esos carriles marcados no condu-
cen a ninguna parte.
Lo mejor de todo es que la vida siempre se abre
paso, incluso entre los paisajes y los entornos más
hostiles. Como este pequeño sendero, que de re-
pente ha florecido entre la acera y la calzada, sor-
teando durante unos cuantos metros la normativa
vigente y la destrucción que le rodea.
Se diría que es el brote de una flor entre el ce-
mento y los escombros. El único rastro de vida por
aquí cerca. Alguien se molestó en caminar un
día por la hierba, y fue abriendo camino. Ahora
es un sendero breve, humilde y pequeño. Una jo-
dida margarita en un solar inmenso. Y probable-
mente perdure. Cad*
GP SANT ANDREU DE LA BARCA
1º BERNAT GUARDIA
2º STEVE PEAT
3º IVÁN OULEGO
Sant Andreu de la Barca (BCN) acoge cada año la inauguración oficiosa
de la temporada de descenso nacional. Los invitados a esta fiesta suman
varias decenas de campeonatos nacionales, pódiums de copa del mundo
y títulos nobiliarios varios. Es una fiesta selecta de la nobleza del descen-
so, pero abierta también a las clases medias e incluso a la plebe.
La organizan dos grandes anfitriones, los Oulego y los Guardia, congrega
a 300 invitados, y es un éxito desde hace 21 años. Estos sí que saben
organizar una fiesta en el jardín de casa.
COMPETICIÓN
La biografía de Iván Oulego va paralela a la historia del des-
censo en nuestro país. El corredor de Sant Andreu de la Barca,
que recientemente ha sido padre, cumplirá 21 temporadas
en activo este año, y se ha ganado un nombre propio y varios
apodos (O’Show, Caballo Loco) en el circuito de descenso na-
cional e internacional gracias a su carisma y su estilo inconfun-
dible.
Lejos quedan sus primeros años,
con aquella mítica Amerbik Air
que era la envidia de muchos de
nosotros. Oulego pasó después
por el Sintesi-Marzocchi y recaló en el equipo
Kastle, ya disputando habitualmente la Copa del Mundo y ha-
ciendo buenas actuaciones. Su estilo “a muerte” le convertía
siempre en un rival a tener en cuenta, pero al final su fogoso
pilotaje le jugaba malas pasadas y no terminaba de asentarse
en el pódium aunque siempre fuese uno de los favoritos.
Sobre todo para el público, que siempre ha aplaudido su es-
pectáculo y su cercanía.
Hoy en día, y dentro de la casa Masferrer y el equipo de desa-
rrollo de Massi, Oulego sigue al máximo nivel de pilotaje y re-
aparece con su Massi Toro en descensos puntuales como el
clásico de Sant Andreu, los campeonatos de España y las copas
del mundo europeas. Su objetivo es competir en los mundiales
de Andorra en 2015. Verle ahí sería un colofón digno a su bri-
llante carrera.
Palmarés destacado de IVÁN OULEGO
3 Campeonatos de España (2002, 2005, 2008).
1 victoria en Copa del Mundo de DH (2003).
1 quinto puesto en Copa del Mundo de DH
(2000).
1 quinto puesto en Europeo de DH
1 sexto puesto en Copa del Mundo de DH
(2002).
Foto
: Ph
un
kt.com
Si en las motos es Valentino Rossi o en el surf Kelly Slater, en el
descenso la leyenda andante es Steve Peat. Podría ser Sir, duque o barón,
pero es simplemente Peaty.
El británico no vino a España como muchos de sus compatriotas a torrarse al sol
y privar hasta la muerte, sino a competir y calentar motores para la copa del mun-
do, que será la 21ª (vigésimo primera) que disputa.
Steve Peat es un símbolo británico como los Rolling Stones.
Siempre parece que van a retirarse pero nunca lo hacen.
Así que cuando Steve Peat se retire (algún día) sucederá como con los
Stones o con John Tomac: habrá quien pueda decir que pudo verlos en directo.
Palmarés de Steve Peat
Campeón del Mundo DH (2009)
3 Copas del Mundo DH (2002, 2004, 2006)
9 Campeonatos de Reino Unido DH
2 Campeonatos de Europa DH
17 Victorias en pruebas de Copa del Mundo
52 Podiums en Copa del Mundo 107 pruebas de Copa del Mundo disputadas hasta 2014.
Bernat Guardia afronta una nueva
temporada con el objetivo de consoli-
dar su trayectoria internacional. Con-
seguir un resultado destacado en la
Copa del Mundo cada vez se vende
más caro, pero Bernat es hoy por hoy
el descender más sólido y con más ex-
periencia en nuestro país. Su victoria
en Sant Andreu le viene muy bien para
empezar fuerte esta temporada.
Palmarés
de Bernat Guardia
5 veces en el Top 10 de Copa del Mundo 2 veces Top 15 Campeonato del Mundo
6 veces Campeón de España 2 Maxxis Cup International 10 veces Campeón de Cataluña
El hombre a batir
Bernat Guardia
en Sant Andreu le viene muy bien para
Multiplicación milagrosa
El milagro de los panes
y las hostias
Por norma, nunca me río de ningún colega cuan-
do se cae con la bici, ni me gusta que otros lo hagan.
Primero, siempre que uno puede reírse significa que
la caída no ha sido grave., por lo que habría un moti-
vo para reírse, pero no es eso. Sobre todo porque
reírse o señalar al que se ha caído es bastante cobar-
de, y una mofa que puede volverse en contra nuestra
en la curva siguiente. Eso sí, hay veces en que uno no
puede menos que soltar una carcajada ante caídas
absurdas o torpes que nos pasan a todos.
La última curva de entrada a meta en el DH de Sant
Andreu se convirtió en una trampa para muchos pilo-
tos, que rodaban por el suelo ante la sequedad y ero-
sión del terreno. El momento de captar la caída de
estos corredores sirva de homenaje a esas veces en
que las hostias sientan tan mal, y que no puede ser
peor que entrando en meta.
Víctor Esplugas Madrileños por el mundo
La primera prueba del Open de España de DH atrajo
a muchos corredores de otras comunidades como la
madrileña, con algunos destacados representantes
Alberto Ferreras “Turro”
Madrileños por el mundo La primera prueba del Open de España de DH atrajo
a muchos corredores de otras comunidades como la
madrileña, con algunos destacados representantes
Toni Ferreiro
Destacó el año pasado
con varias actuaciones
en la Copa del Mundo.
El gallego, campeón de
España 2013 con su
Evil, puede confirmar
su candidatura a
“rookie” del año.
David Vázquez
El niño prodigio del
DH español ha vuelto.
Tras su retirada
oficial del circuito,
David retoma la
competición en enduros
y descensos puntuales
dentro de la escuadra
Evil-XMS. Cad*
Viaje a ninguna parte
El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.
Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.
portada
stos versos los escribió un tal Antonio
Machado en 1912. Hace más de 100
años, Machado ya hablaba de una
estirpe de gente pobre y áspera, que
maltrataba la tierra que le daba de
comer y de la que vivía. Gentes po-
bres e ignorantes, a la que no le quedaba más
remedio que ver a sus hijos huir en busca de otro
destino un poco más próspero. Porque en la tie-
rra propia sólo les esperaba ingratitud y desati-
nos.
Machado se refiere, también, a un tipo de España
que no es la que habitualmente tenemos en
mente si no es cuando sale en las noticias por
alguna reyerta o altercado siniestro. Entonces sí
nos acordamos de “la España profunda”, “la Espa-
ña negra” y otros calificativos para referirse a to-
do ese páramo que queda entre las grandes ciu-
dades y capitales de provincia. Machado se refie-
re, en fin, a los pueblos. Donde no se toman deci-
siones trascendentales, donde no hay congresos
ni senados ni manifestaciones ni atascos. Lugares
que pasan desapercibidos, pero que siempre es-
tán ahí. Fueron la cantera de emigrantes para
jugar en la primera división de la ciudad, han sido
y siguen siendo lugares para ir de vacaciones a
ver a los abuelos, y ahora también son la terapia
natural de los urbanitas estresados.
Pasar un fin de semana en una casa rural, en un
pueblo perdido de las montañas, bucólico y pas-
toril se ha convertido en el ideal de descanso y
hedonismo para el white collar común, incluso lo
fue para los proletarios normales
hasta antes de que todo se fuera a la
mierda con la crisis. Desconectar de la
rutina con una dosis de naturaleza y
pan de hogaza, y volver con las pilas
cargadas a la ciudad. Una puta mier-
da.
La gente va al campo hoy en día a lo
mismo que va al zoo. A ver especíme-
nes puestos en un gran escaparate al
aire libre y hacerles fotos. A cubrir una
necesidad propia introduciéndose en
la vida de los demás por un par de
días. A demostrarse a sí mismos lo
humanos y sencillos que son al in-
teresarse por las labores del campo o
por comer un cochinillo en una mesa
con mantel de papel. Después, Vi-
llafáfila de Abajo y sus habitantes
quedarán como un bonito recuerdo
del que hablar a los compañeros de
oficina antes de entrar a una reunión
en la que van a sacarse los ojos.
E
Pasar un fin de semana en una casa rural se ha convertido
en el ideal de descanso y hedonismo para el white collar
común. Una puta mierda.
No hace falta ir a Whistler o a los Alpes para
vivir auténticas aventuras sobre la bici.
Basta con desviarse de la autopista unos
kilómetros y perderse en el interior
de sierras, pueblos y valles de nuestro
vetusto y complejo país.
La España interior no suele entenderse porque no
hay voluntad de entenderla. La gente de los
pueblos sigue llamando a los extraños que vie-
nen de visita “forasteros”, y no es en vano. A pe-
sar de lo quieran hacernos creer, existe la misma
distancia entre el campo y la ciudad como la que
existe cuando un lugareño (un paleto, en la jerga
urbana) osa adentrarse en la jungla de asfalto.
Está perdido. Sigue siendo un Paco Martínez So-
ria. De hecho sólo han pasado treinta o cuarenta
años de esas escenas, que no es nada (por cier-
to, qué buena película habría sido un “el pueblo
no es para mí”). Y no entiende nada ni lo enten-
derá nunca, sencillamente, porque uno de esos
mundos cada vez va más deprisa y se aleja en
dirección opuesta al otro.
Los modernillos descubren
el vintage rural. ¡Socorro!
Lo que hace más visible este gap hoy en día, pre-
cisamente, es ese supuesto y ridículo acercamien-
to entre el campo y la ciudad. Mucha gente ha
redescubierto que tiene un pueblo al que ir a
pasar unas vacaciones low cost en tiempos de
crisis, y eso une. Para muchos, incluso, el medio
rural es la quintaesencia de todo lo bueno y dulce
que hay en el mundo, la reserva espiritual del
capitalismo perverso o el paraíso perdido de
Milton. Hubo incluso aquella campaña en la que
le buscaban “un pueblito bueno” a los esclaviza-
dos urbanitas. Qué ingeniosos. Pero exceptuando
los veraneantes (que son otra categoría propia en
la escala social rural), el ciudadano urbano medio,
sin raíces rurales, y orgulloso de pertenecer al
primer mundo con su iPad y sus gadgets, sigue
sin entender o interesarse por esa España interior.
Ese concepto queda etiquetado en la categoría
de cosas bizarras, horteras o estrafalarias. Vin-
tage. Incluso cometen la torpeza de convertirla
en el spot de una bebida de agua con polvos.
Los publicistas y los modernos han descubierto el
encanto de las alpargatas y las batas de guatiné,
y las han convertido en moda y en cosas cool.
Otra puta mierda. Hace sólo 40 años muchos
pueblos ni siquiera estaban asfaltados y apenas
había luz o agua corriente. Entonces nadie busca-
ba refugio en ellos, porque las casas eran de ado-
be, hacía frío y olía a mierda de vaca. Ahora que
hay bebidas isotónicas la mierda de vaca huele a
experiencia olfativa natural, y esos entrañables
viejecitos ya no son unos pueblerinos en alparga-
tas, sino unos gurús que avisaban de que iba a
haber una crisis, y lo hacían a su manera pero
clavando las verdades una tras otra, como si estu-
vieran cavando la tierra con su azada.
La España interior, la de los pueblos y las carrete-
ras mal asfaltadas, la que tiene sus propios códi-
gos y valores, sólo existe cuando otros la usan de
diván o de retrato costumbrista. Para comer y
beber, para divertirse cazando sus animales o
haciendo fotos a sus iglesias. Y lo cierto es que
todo se ha organizado para que así sea, y todos
participamos de ello. El vino y los alimentos que
bebemos y comemos no vienen sino de esa gran
despensa y ese enorme granero que son los cam-
pos de la meseta. Y van a los mercados y a las
ciudades porque es donde hay más gente que
demandan esos productos. Y en esos sitios hay
más gente porque hay trabajo, cines y tiendas.
Progreso desigual
El progreso no es democrático ni hace referén-
dums. No da a elegir entre una cosa u otra. Ins-
taurar el progreso como unidad de medida supo-
ne optar por unas cosas y renunciar a otras. Pun-
to. Elegir entre el primer mundo, con sus reunio-
nes para sacarse los ojos, sus transportes públi-
cos y sus terrazas de moda para tomar cañas, y
ese otro mundo que se extiende más allá de las
autopistas y las carreteras. El que se ve bajo el
avión de alguien que viaja desde una ciudad a
otra.
Es que las distancias hoy en día se han acortado.
Vivimos en un mundo veloz que va demasiado
deprisa, dicen. Es natural. Vemos la realidad en
forma de titulares y en letreros con orígenes y
destinos. Madrid-Barcelona. Valencia-Sevilla. Tra-
yectos de punto a punto. Lo que queda entre
esos puntos nos importa una mierda. No existe
más que lo que aparece en las pantallas. Nos mo-
vemos y nos trasladamos con gran facilidad. Te-
nemos los medios y la evolución para ello. Somos
capaces de viajar a Nueva York o Shangai y no
desentonar. Siempre que haya una wifi y un
adaptador para enchufar el cargador del móvil
podemos sobrevivir, da igual como vayas vestido,
lo que digas o lo que hagas. Pero si te sueltan en
Villafáfila de Abajo, en el bar del pueblo, a con-
versar con sus vecinos, tendrás un problema muy
Los cretinos pasan desapercibidos e incluso gozan
de cierto prestigio en las ciudades. En los pueblos
se quedan al descubierto a la primera de cambio.
románico
soportal
corzos
contemplación
serio. No entenderás una mierda. Aunque tengas
el último iPhone.
Cada uno entiende la España interior de una for-
ma. Para algunos siempre será una tierra de pale-
tos, para otros será el escenario de episodios sór-
didos, capítulos de la España profunda: la Sema-
na Santa, las procesiones, la matanza del cerdo,
los toros. Para otros, en cambio y de la misma
manera irracional y falsa que los anteriores, la
España interior será un símbolo casi místico de
una España pura, en la que todo era más ordena-
do y tradicional, y en la que se
vivía mejor a pesar de ser más
ignorantes y más pobres. Todas
estas ideas, tanto las que se mo-
fan de la España profunda como
las que la ensalzan y hasta las que
la ignoran, tampoco se enteran de
nada. ¿Qué hay que hacer, enton-
ces, para entender algo de esta
España?
Hay algunas respuestas
a estas cuestiónes,
y yo no soy ningún
gurú para contestarlas
Pero intuyo que todas ellas tienen
que ver con dos cosas muy senci-
llas y al mismo tiempo tremenda-
mente complicadas para el co-
mún de la población posindus-
trial: observar y escuchar. Por si
no lo sabías, los valores que se
manejan en los pueblos son lige-
ramente distintos a los de las ciu-
dades. Sutiles y matizadamente
diferentes. El valor del tiempo, el
de la conversación, el de los salu-
dos. El del silencio.
El dicho “donde fueres, haz lo que vieres” en-
cierra una sabiduría en seis palabras como pocos
mantras han sido capaces de condensar. En un
supuesto botiquín de primeros auxilios para in-
tentar aprender o comprender algo de lo que
llamamos “la España profunda”, esta frase sería la
aspirina. Los ojos del forastero están demasiado
habituados a su entorno, a su círculo de comodi-
dad. Es un error intentar comprender otras reali-
dades con los usos y costumbres del quien llega
nuevo a un sitio. Incluso si no eres del todo nue-
vo y quieres llevar el progreso y el pensamiento
libre a quienes no lo tienen. Si quieres quitarle
la peineta y la mantilla a una señora, primero
pregúntale por qué las lleva.
Por eso, lo mejor es escuchar, dejar los prejuicios
sean cuales sean, apartados. Y observar, tantear.
Sin evitar el debate o si hace falta la dialéctica, no
vayas a ser un mojigato agachando la cabeza.
Pero con la suficiente mesura como para no pa-
sarte de listo y quedar todavía peor que un foras-
tero timorato. En los pueblos, la figura del indivi-
duo (hombre o mujer) de paja susci-
ta tanto desprecio como la del bo-
cazas. Y tú no quieres ser ninguna
de las dos cosas.
Observar y escuchar, humildemen-
te, pero también con templanza y
carácter cuando hace falta, es una
cualidad muy apreciada por cual-
quier entorno humano. Quizás
aproximada de
la composición real de ese país que algunos lla-
man España y otros estado español. Como via-
jar al centro de la Tierra y descubrir el núcleo del
planeta, así se entiende el sustrato básico en que
consiste nuestro rico y desdibujado país.
Un país contradictorio, de luces y sombras, go-
yesco y daliniano al mismo tiempo, y que cada
vez se encuentra más perdido nadando en círcu-
los alrededor de la decadencia de unos pocos
iluminados de clases dominantes, políticos,
jueces y empresarios, que marcan el rumbo.
Respuestas
Muchos otros ya lo hicieron antes, cuando hubo
tiempos más confusos. Desde clásicos como Ba-
roja hasta vanguardistas como Buñuel: volver la
mirada hacia la tierra para buscar explicaciones. El
pensamiento libre y la intelectualidad hace ese
viaje cada cierto periodo.
Precisamente, cuando el pensamiento libre y el
progresismo intelectual se pasa de rosca y se
convierte en pensamiento convencional, retró-
grado y hasta reaccionario.
Comprender el costumbrismo, sumergirse en lo
rancio y palpar la caspa. Digerir todo eso y enten-
der que esas tradiciones y lo cutre que a menudo
escuece a algunos, avergüenza a otros y enorgu-
llece a otros pocos, en el fondo no es más que lo
que somos.
Miserables y grandiosos, como vasta y yerma es
la tierra de Castilla. Simplemente humanos. Nada
especiales ni diferentes al resto del mundo. Pero
eso sí, únicos en ignorar lo que vemos cuando
nos miramos en el espejo.
Cad*
HOW TO
EL CLUB DE LOS QUE ELABORAN SU PROPIA CERVEZA CRECE CADA DÍA. EN PLAN
BREAKING BAD (BREWING BAD, EN ESTE CASO) TÚ TAMBIÉN PUEDES CONVERTIRTE
EN UN WALTER WHITE DE BARRIO Y HACERTE EL JEFE DE LAS CERVEZAS LOCALES
CON UN POCO DE HABILIDAD Y UNOS POCOS CACHARROS.
Un buen bigote siempre viene bien para fabricar cualquier co-
sa. Te dará un aire de respetabilidad y autoridad ante los ele-
mentos que vas a manipular. Agua, fuego, malta. Son elemen-
tos rebeldes y díscolos, y un bigote recortado les recordará
quién manda en la cocina.
Las gafas son necesarias por dos cosas: para evitar que te ex-
plote algo en los ojos, y para evitar que caigan cosas biológi-
cas de tus cuencas oculares a los bidones o a cualquier objeto
del proceso cervecero. Además, por supuesto, cuando dices
que fabricas cerveza no te tomarán en serio a menos que uses
gafas. Con bigote aún mejor.
La cerveza escucha, y cuando la fabricas debes tener en cuenta
que la banda sonora que tengas puesta en ese momento le
dará un carácter u otro. Esto es así y no cabe discusión posible.
De ti depende si quieres conseguir una cerveza que te recuer-
de a Luis Cobos o a Foo Fighters.
¿No es paradójico? Pude ser, pero para fabricar cerveza, debes
estar tomándote una. La inspiración que se necesita para esta
liturgia que es fabricar cerveza sólo se consigue con… cerveza.
Los estadounidenses, que serán muchas cosas pero no tontos (al menos la
mayoría), han puesto de moda el rollo de fabricar cerveza casera como quien
hace torrijas o monta una estantería. En eso, la verdad es que los yankis tienen
ventaja. Con esos garajes que sirven para todo, desde inventar ordenadores
personales hasta tunear coches destartalados, ya pueden hacer en casa lo que
se les ponga por delante. Y fabricar cerveza no iba a ser menos.
Con sus garajes que parecen Bricomanía o Leroy Merlin, los norteamericanos
se han lanzado en masa a hacer cerveza desde hace unos años. Hemos visto
en películas y series que la familia que no produce su propia marca de cerveza
es poco menos que una familia triste y aburrida. Es hasta patriótico en estados
del interior, pero puede
ser también un símbolo
de modernillo y hipster
en Brooklyn. Fabricar
cerveza en los USA une
a los paletos y a los
gafapasta, vamos.
Sin embargo, Estados
Unidos en esto tampo-
co es original. En Euro-
pa se viene fabricando
cerveza casera desde
tiempos antiguos. De
hecho siempre fue así,
desde que los celtas o
los egipcios (o ambos)
la inventaran en sus
casas. Y aún hoy en día
los pioneros en esto
siguen siendo los muy
de andar por casa
monjes trapenses de
Bélgica, que con sus
cientos de cervezas y variedades lideran el rango de cerveceros mayores en
medio mundo. Así que, como en casi todo, los europeos innovan y descubren,
y los estadounidenses copian y venden.
Normalmente uno no aspira a competir con una Grimbergen o una Orval
cuando piensa en fabricar su propia cerveza. Basta con que las primeras bote-
llas no estallen o que el brebaje resultante tenga un color no demasiado dis-
tinto a las cañas que te ponen en un bar. Y está bien no aspirar a mucho, por-
que realmente el proceso de fabricar cerveza
tiene bastante de artesanal. Eso quiere decir que
está sometido a fallos, experimentos y cagadas.
Pero que cuando sale bien, sabe el doble de
bueno.
En los últimos años se han comercializado y he-
cho populares muchas formas e instrumentales
para hacer cerveza en casa sin necesidad de
montar un pifostio. No tiene nada que ver con
montar un laboratorio clandestino en la cocina,
ni con hacer explotar tubos de ensayo. En reali-
dad sólo hacen falta un par de bidones grandes
y un par de cazuelas para cocinar 20 litros de
cerveza. Porque efectivamente, como Walter
White vamos a cocinar nuestra propia metacer-
veza. Nuestra Cerveza Azul.
Hecha la compra del instrumental en alguna de
las varias tiendas online de cerveza casera que
existen en Internet, pasamos a la acción. Conve-
nientemente remangados y ataviados con un
mandil cuanto más retro mejor, seguimos las
Bidón de fermentación y de maceración con
sus grifos correspondientes.
Airlock (también
llamado Air Force
One)
Condensador de fluzo
Chapitas
Cuchara sopera de Darth Vader
Preparado de malta
Bastoncillo para el oído
de un señor de Burriana
Legajos y prospectos
variopintos con la
bandera de Bélgica
1 grifo y 1 bote de
polvos mágicos
Una movida
alargada y otra
redonda
Para los norteamericanos, fabricar cerveza puede ser
patriótico y hipster al mismo tiempo, según lo haga un
paleto de Kentuky o un gafapasta de Brooklyn.
El presidente Obama metiendo mano a una pinta de
tostada y a otra de rubia. Se desconoce si Michelle
Obama estaba ensayando la bronca en el lavabo
o si se lo chivó el de la camisa azul.
A mi me ha invitado
Obama a una pinta…
¿cómo lo ves?
de 20 grados. Aquí, una vez
más, dependerá del tipo de
cerveza deseada. A menos
grados, más tardará la fer-
mentación cuando echemos la
levadura. Las cervezas Lager,
por ejemplo, necesitan más
tiempo de fermentación y por
tanto una temperatura baja. Al
contrario las cervezas con más
graduación.
Este punto del proceso es el
más delicado, precisamente.
La temperatura del bidón de
fermentación determinará el
inicio del proceso. Por eso el invierno, con un
alto contraste de temperaturas entre el exterior
y el interior de las casas, es muy propicio para
elaborar cerveza, ya que necesitamos enfriar
rápidamente la mezcla de la malta y el agua
antes de verter la levadura.
La levadura, que viene junto al preparado de
malta que hemos comprado, es la que provoca
la chispa de la fermentación de todo el mejunje.
Con el airlock y la tapa del bidón cerrados, sólo
tenemos que esperar a que comience el proce-
instrucciones. Es importante destacar
que cada tipo de cerveza tiene un
proceso. Normalmente hay muchas
cosas en común en todos ellos, pero
hay que asegurarse de que seguimos
el que corresponde a la variedad que
hemos elegido fabricar. Así, las tem-
peraturas de una Lager variarán res-
pecto a una Tostada, por ejemplo.
Elegir el tipo de cerveza que quere-
mos hacer es primordial. Como lo es
el agua que vamos a utilizar. El 80%
del brebaje que vamos a fabricar es
agua, por lo que es importante elegir-
la bien. A menos que queramos darle
un toque especial, lo conveniente es hervir cual-
quier agua antes de empezar el proceso. Pero
hay mucha gente que no lo hace para intentar
darle un toque autóctono al tipo de cerveza que
va a fabricar.
El recipiente de malta preparada será la base
para nuestro caldo. Cocido al baño maría, se
vierte la malta en el bidón de fermentación, aña-
diendo una buena cantidad de azúcar (hasta 1
kg), y mezclándolo con tantos litros de agua co-
mo recomiende la proporción de cada tipo de
cerveza.
Normalmente,
con cada lata de
malta de 750g se
pueden hacer
entre 15 y 20
litros de cerveza.
Se rellena con
más agua hasta
completar la
producción que
queremos hacer
y se enfría hasta
una temperatura
so, en unas horas. A partir de ahí, la fermenta-
ción dura entre 7 y 10 días, e irá soltando el gas
a través del airlock al mismo tiempo que mantie-
ne el vacío. Una vez que deje de soltar burbujas,
la fermentación habrá terminado y con ella la
primera parte de nuestra fabricación cervecera.
La segunda parte comienza cuando trasegamos
el contenido del bidón de fermentación al de
macerado. En este proceso, las impurezas y gru-
mos más gruesos quedarán en el fondo del pri-
mer bidón, y el caldo pasará al bidón de macera-
do para reposar y coger cuerpo. Esta segunda
parte puede durar otros 10 a 20 días. Aquí se
puede jugar con más o menos tiempo para con-
seguir distintos resultados, aunque la parte fun-
damental ya está hecha. Previamente a este paso
es conveniente medir la densidad de la cerveza y
comprobar que esté en los niveles que reco-
mienda el tipo de cerveza, así como la gradua-
ción preliminar.
Una vez pasada la maceración, también en vacío,
y de nuevo midiendo la densidad y graduación
del tema, podemos embotellar. Para eso, antes
añadimos una pequeña cantidad de azúcar a
toda la mezcla, que será la que genere espuma y
una burbuja consistente a la cerveza, cuando la
embotellemos.
En nuestras botellitas lle-
nas de cerveza tendrá
lugar el último paso de
todo el proceso, la post-
fermentación. Esto dura
entre 6 y 8 semanas, y
suele hacerse eterno. Pe-
ro merece la pena porque
al terminar, ya podemos
abrir las botellas y tomar-
nos una cerveza hecha en
casa.
Cad*
La publicidad y el ciclismo Para muchos, los anuncios en las revistas son un verdadero coñazo y una pérdida de tiempo. Sin embargo,
antes de Internet la publicidad era mucho más que anuncios. La creatividad publicitaria en el mundo de la bici
a lo largo de los años ha dado lugar a muchos anuncios brillantes. Vamos a hacer un viaje en el tiempo dando
un repaso a algunas inserciones de ayer y hoy sobre el mundo de la bici y del MTB.
Un TEMA
Estos dos simpáticos albiones aprovechan
para hacer estiramientos de espalda
mientras anuncian estas dos Raleigh.
Lo cierto es que 30 años después, hay
testigos que afirman haberlos visto
llevándolas por las calles de la localidad
de Yorkshersterwinchester-on-Thames.
Las ilustraciones en blanco y negro Los primeros ejemplos de publicidad gráfica sobre bicicletas datan del siglo XIX, pero se empiezan
a popularizar en los años 10 y 20 del siglo XX. Son publicidades ilustradas a mano, en sintonía con los
movimientos artísticos de la época: modernismo fundamentalmente.
Tres marcas históricas como Raleigh,
Bianchi y Schwinn fueron pioneras en
los anuncios de bicis en revistas, y en
marcar tendencia y estilo. Especialmente
los norteamericanos, quienes destacaron
también en la publicidad por anuncios
inolvidables como el de la izquierda.
En esta época uno no sabe si anun-
ciaban bicicletas, licor o pastas de
mantequilla. El estilo publicitario
que impregnaba esos años estaba
claramente influenciado por el arte
y las vanguardias pictóricas del
momento. Mucho texto en general,
cuidada tipografía y diseños inno-
vadores servían para anunciar esos
curiosos vehículos nuevos que es-
taban poniéndose de moda entre
la gente.
Llega el color Las revistas y magazines de principios del siglo XX comenzaban a publi-
car en color, y la publicidad era mucho más que un anuncio. Era el
escaparate para conocer las novedades y los avances tecnológicos en un
mundo que avanzaba a pasos acelerados. La publicidad era arte y como
tal mostraba verdaderas obras de autor.
Una bicicleta Bianchi con neumáticos
Pirelli: el regalo perfecto para los niños
en Navidad. ¡Casi nada! Una Bianchi con
cubiertas Pirelli hoy en día sería un
jodido bólido a pedales y costaría un
riñón y uno de la cara.
La otra publicidad muestra a un alegre
burguesito francés fumando un Gitanes
y dando un paseo burgués por alguna
villa burguesa. Sólo que la marca Omega
es quizás desafortunada. No perduró.
Shimano, una empresa japonesa de carretes
para cañas de pescar, revoluciona el
mercado de los cambios para bicicleta, hasta
entonces casi monopolio de Campagnolo,
creando un grupo ligero para unas bicicletas
que empezaban a ver la luz en Estados
Unidos.
Los años 70 fueron el boom definitivo de
nuevos tipos de bicicleta, y la publicidad
tenía que dar a conocer estos artefactos
estrambóticos a la gente joven.
Los inicios del MTB Pasada la mitad del siglo XX y dos guerras mundiales, el ciclismo está estancado, pero no va a tardar mucho en
sacudirse de frenos de varilla y ruedas tubulares, para dar lugar a su mayor
revolución. El BMX primero y el mountain bike después,
fueron un revulsivo de gran impacto, que se refleja en la publicidad.
Años 70, California. La peña se empieza
a flipar mucho con esos cacharros de
ruedas gordas que fabrican tipos como
Joe Breeze o Tom Ritchey, y que co-
mienzan a forrarse vendiendo bicis a
pequeña escala, fabricadas por supuesto
en el garaje de sus casas. La publicidad,
aquí, deja de mostrar la estética y el di-
seño, y se centra en explicar qué coño es
eso de la bici de montaña.
La publicidad en estos años 70 se centra
en explicar en qué consisten esos apara-
tos, cómo funcionan y qué tienen. En
plan catálogo. Algo fundamental para el
norteamericano medio, con un garaje
donde cacharrear y flipado con todo
tipo de estas cosas. Publicidad para-
freaks, en definitiva.
Nosotros también tenemos nuestra pu-
blicidad de bicicletas, aunque distinta a
la de otros países. Y como en este caso,
muchas veces asociados a publicidad de
promociones y ofertas: compra una bici,
y de regalo una cámara de fotos. Algo
que años después explotó en el fenó-
meno de “te regalamos una mountain
bike al abrir tu cuenta bancaria”. La pu-
blicidad, una vez más, refleja muchos
hábitos sociales y económicos. Compa-
ren el anuncio de Ritchey (años 70) y el
de Orbea (años 80). ¿Notas las 8 diferen-
cias?
Sí, los 70 fueron duros, pero
los 80 pegaban fuerte, Estados
Unidos eran los dueños del
mundo y estaba guay cuidarse
y hacer deporte. La MTV lo
sabía. Y por eso la publicidad
le dijo a todo el mundo que el
mountain bike molaba. No se
trataba tanto de si la bici era
más o menos buena como de
la actitud. Cualquiera podía
divertirse en el mundo libre.
Como en el skate o el BMX,
que ya había sido un boom
años atrás.
Y el embajador de la palabra
de Dios fue el profeta
John Tomac.
La época dorada Los años 80 fueron una gran orgía de drogas, tecnopop y colores fosforitos… Ah, bueno, y también de bicis.
El estilo de vida americano tenía una sola cosa buena, y era que te permitía tener una bici molona, y hacer mu-
chas de las cosas que hacían esos tíos enrollados que salían por la tele y en las revistas, que se divertían con
unos aparatos que no tenían nada que ver con los aburridos hierros que tenían sus padres en el garaje de casa.
Las personalidades o prescriptores siem-
pre han sido aliados de la publicidad. En
el mundo del mountain bike ha habido
muchos, pero probablemente ninguno
como los de la época dorada de la publi-
cidad: John Tomac, Tinker Juárez, Greg
Herbold, Hans Rey… fueron los iconos
de un deporte naciente que buscaba ca-
ras frescas y un tipo de usuario acorde
con los tiempos: decidido, individualista
y con ganas de comerse el mundo y de
tener los mejores productos posibles.
Por supuesto, las chicas
y el sexo también ha servido
publicitariamente a la bici de
montaña. Con mayor o menor
fortuna, como en el caso de
Schwinn a la derecha.
Veremos ejemplos de
publicidad “picante” de mucha
más calidad, en los años 90.
Anunciar productos es más
aburrido que anunciar marca.
Esto lo saben todos los creati-
vos y publicistas del planeta.
Pero también hay que hacerlo.
Y en la bici se comenzó a hacer
en los 90, o se volvió a hacer
porque ya está todo inventa-
do. Entre el anuncio de GT
arriba y el de Klein abajo, ¿qué
diferencias hay?
GT vende “velocidad. Es políti-
ca de empresa”. Klein vende
aluminio de calidad como para
aguantar un Porsche 911.
Creatividad y sensaciones Además de promocionar el producto, la publicidad también transmite sensaciones que las marcas quieren
asociar con sus productos. Esto, simplificando, es la identidad de marca. Y esto es lo que se hizo en los años 90
en general, y también en el mundo del MTB.
Cuando la creatividad entra en la publi-
cidad se producen grandes anuncios que
nos hacen pensar e impactan en nuestro
subconsciente. Eso es lo que pretenden
las marcas. Algunos de estos ejemplos
fueron los de Trek, Specialized o GT, es-
pecialmente posicionados en buscar el
guiño simpático y la complicidad con el
público.
Sensaciones más fuertes En los últimos tiempos, las fotos espectaculares de grandes fotógrafos han pasado a formar parte
de la publicidad de las grandes marcas. Una buena noticia para los que disfrutamos con la estética.
Sterling Lorence es uno de los
grandes fotógrafos de MTB de
todos los tiempos (Whistler).
Abajo, las chicas siguen siendo
un buen reclamo.
Creatividad y arte en este anuncio de
Merlin.
Al lado, la publicidad que más nos ha
alegrado ver en muchos años: Hermida
campeón del mundo.
El poder de la imagen La publicidad actual muestra fotos espectaculares de paisajes que evocan superar los límites, al igual que otros
deportes outdoor. La bici es un instrumento para alcanzar unas prestaciones y unas experiencias únicas. Son
bicis caras, sí, pero no importa. Lo que importa es lo que puedes hacer con ellas.
Libertad, sensaciones, su-
peración… son algunos de
los conceptos que la pu-
blicidad en la industria del
mountain bike ha maneja-
do desde siempre. Ahora
las nuevas técnicas y tec-
nologías de la fotografía
permiten mostrar imáge-
nes impactantes que invi-
tan a buscar esos lugares y
a hacer esos trucos que las
marcas ponen como ejem-
plos de esos conceptos.
Un poco exagerados a ve-
ces, pero efectivos. Pocos
pueden hacer backflips
como los de la foto, pero
¿a que mola verlo?
El poder de la imagen sobrepasa hoy en
día cualquier copy o claim que se utilice
en publicidad. Eso la convierte en un
escaparate a la creatividad y la belleza
de paisajes y del deporte en definitiva.
En el futuro seguiremos viendo publici-
dades con cada vez mayor peso de la
fotografía y del paisaje. Y para muchos,
los denostados anuncios que invaden las
revistas se convertirán en catálogos y
álbumes de fotos espectaculares con los
que decorar la habitación. La publicidad
es un reflejo de nosotros mismos y de la
bici. Cad*
AVENTURA
La cara norte del Eiger
Cada vez que una expedición alpinista
intentaba escalar el Eiger, fracasaba.
La montaña emblemática del pequeño
pueblo suizo de Grindelwald empezó
a ganarse fama de imposible, y de
maldita.
Para los aldeanos y montañeros loca-
les, el Eiger (ogro en alemán) signifi-
caba mucho más que un muro de gra-
nito de 3.970m. Era una montaña que
a nadie se le ocurría escalar, porque
era un infierno de rocas, hielo, ríos y
cascadas. No había por dónde cogerla.
Y era junto a los otros picos de la zo-
na, el Jungfrau y el Mönch, los reyes
majestuosos de los Alpes.
Con ese aura sagrada, una expedición
tras otra fracasaba en el intento de
ascenderlo. Hasta que llegó un grupo
de alpinistas austriacos y alemanes en
plena guerra deportiva (y militar) con
los británicos, que competían por ver
qué potencia conquistaba más cum-
bres de los Alpes.
Uno de estos alpinistas era Heinrich
Harrer, el amigo del Dalai Lama inter-
pretado por Brad Pitt en Siete años en
el Tibet. La épica aventura de estos
hombres se narra en el libro La Araña
Blanca (Desnivel, 2005). El libro, del
que se extraen aquí varios fragmen-
tos, no solamente habla del Eiger, sino
de la aventura, de la montaña y del
ser humano ante la naturaleza.
“Desde que existe el ser humano, los hombres intrépidos y emprendedores
siempre han tenido que llevar a la práctica sus inusuales empresas balanceándose entre los extremos, siempre entre la burla, el des-precio y el reconocimiento y la admiración.”
CRÓNICA
La pared norte del Eiger se yergue como
una muralla interminable de roca
y hielo, desafiando al osado que quiera
adentrarse en esa maraña de piedras.
“Lo sedujo la gran aventura, el perpetuo deseo del hombre creativo de penetrar en nuevos territo-rios, de adquirir nuevos conocimientos, también sobre sí mismo. Ésta es la chispa de la ignición, ese manantial secreto de energía vital que nos ca-pacita para realizar empresas fuera de lo común. ¿Cordura o locura? ¿Quién puede enjuiciarlo? ¿A quién le está permitido pronunciar un veredicto al respecto?”
CRÓNICA
“Alguna vez tiene que conseguirse”
“Alguna vez tiene que conseguirse”
La ruta original de Harrer, Heckmair,
Kasparek y Vörg que en 1938 les llevó a
hacer la primera cumbre en el Eiger por
la cara norte.
La superación del ser humano no tiene
límites. El gran alpinista suizo Ueli Steck
ostenta hoy en día el récord de ascen-
sión a la cara norte del Eiger con 2 horas
47 minutos. La primera ascensión de Ha-
rrer duró nada más y nada menos que
61 interminables horas.
“No creo en un destino ciego al que estemos sometidos, ni tampoco puedo estar completa-
mente de acuerdo con la frase de Schopen-hauer: el destino mezcla las cartas y nosotros las jugamos. También nosotros mezclamos las cartas, estoy convencido. Más bien es co-
mo lo describió el ateniense Menandro hace más de dos mil años: la forma y condición de una persona forman su destino; y lo que éste llama destino no es sino la predisposición de
su carácter. (…) Entrenamiento, preparación esmerada y equipamiento sólo fueron nues-tra necesaria aportación complementaria.”
La superación del ser humano no tiene
límites. El gran alpinista suizo Ueli Steck
ostenta hoy en día el récord de ascen-
sión a la cara norte del Eiger con 2 horas
47 minutos. La primera ascensión de Ha-
rrer duró nada más y nada menos que
61 interminables horas.
Cadencia
―
Próximo número Portada: Monegros y Bardenas: desiertos
en largo recorrido.
Aventura: Templarios en tierras de Castilla.
Imágenes: Qué bicis lleva la gente por la ciudad.
Un tema: Acabar con el mundo es posible
si lo intentas. . . . y mucho más, compadre.
―Pedalea, COPÓN. Cadencia
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