por SERGIO PENIZZOTTO
pasión a lo Cristo
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60:4
el boletín nº78
en el centro de su voluntad
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Domingo 20 de Noviembre de 2011
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Domingo 4/Diciembredesde el
Culto 10:30 hs.Los TALLERES 2011 culminan el
Domingo 27/Noviembre
El Alca lde de Medina Sidonia, Manuel Fernando Macías y la edil responsable de
Solidaridad, Susana Sánchez, han inaugurado las I Jornadas que la ONG “Acércate a la
Vida” organiza en Medina Sidonia.
En el acto de inauguración de los talleres Susana Sánchez agradeció a todas las
personas presentes la estupenda acogida que han dado a esta actividad y animó a todo el
grupo a continuar participando en las actividades que la Conceja lía de Solidaridad y Paz
está programando. Susana Sánchez ha valorado también que a esta iniciativa se hayan
sumado numerosas personas que habitualmente no participan en este tipo de actividades.
Por su parte , el Alcalde informó a todas las personas participantes en el Taller de
Risoterapia que el equipo de gobierno pretende que el Centro Joven sea también un
Centro Cívico que dé cabida a toda las actividades que se van a generar desde la
Concejalía de Solidaridad y Paz y que esté a disposición del tejido asociativo de la
localidad.
Las Jornadas “Acércate a la Vida” constan de 3 talleres. El primer taller que se ha
celebrado es el de Risoterapia y en el mismo participaron 40 personas que se dieron cita
en e l Centro Joven. Este mismo taller se desarrollará 16 de noviembre en el Salón
Multiusos de Los Badalejos, a las 17:30 horas. El Taller de Violencia de Género se
impartirá los días 3 y 10 de noviembre, a las 17:30 horas en el Centro Joven. Por último,
e l Taller de Autoestima se desarrollará el jueves día 3 y el 10 de noviembre, a las 17:30
horas, en el Centro Joven.
28 de octubre, 2011
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por SERGIO PENIZZOTTO
pasión a lo Cristo
Esta semana me visitaron dos alumnas de un
colegio confesional católico, que estaban
haciendo un trabajo práctico para la materia
“Formación religiosa”, y la consigna era
entrevistar a alguna persona de una expres ión
religiosa distinta a la católica. Pobres chicas, me
pidieron 10 minutos, y las tuve media hora; hice
una predicación de cada respuesta.
Pero ellas me confrontaron con una pregunta
que me inquietó definitivamente. Comenzaron
suave: “¿Qué opina de los mártires?”, para
arremeter con todo en la segunda: “¿Se
considera Ud. un mártir?”. ¡Qué pregunta!, y
cuán jugado dar una respuesta. Solo me permití
reflexionar junto con ellas sobre el punto.
Lo cierto es que la pregunta me dejó pensando.
Gracias a Dios hoy, en nuestro contexto,
tenemos libertad para expresar libremente
nuestra fe, y nadie nos pondría en la encrucijada
de decidir “renunciar a la fe o muerte”. Sin
embargo, la reflexión debe llevarnos a meditar
sobre qué haríamos si una situación así se
presentara. ¿Estamos entregados a tal punto a
la causa de Cristo que daríamos la vida por Él?
En el primer mensaje de esta serie vimos que la
pasión otorgaba tal valor a su objeto movilizador,
que la ponía por encima de otros también de
gran valor para nosotros. Entonces, ¿tiene
nuestra pasión por el evangelio tal valor que lo
pondríamos aun por sobre nuestra propia vida?
Ahora, t raigamos la reflexión a un nivel más
cercano y cotidiano. Recuerdo siempre las
palabras de un pastor que, hablando de esa
gente que manifies ta la ilusión del sueño
misionero, decía: “Le querés ir a predicar a los
negritos del África, pero nunca le predicaste a
los negritos de tu barrio”. Usando esa
comparación, es fácil decir que daríamos la vida
por Cristo, si estuviéramos en un lugar donde
ésta nos fuera reclamada, pero ¿cuánto nos
jugamos por su causa en la vida cotidiana? A
pesar de libertad nominal que existe para
expresar nuestra fe, hoy no es fácil defender los
principios y valores de nuestra fe en una
soc iedad moralmente declinada, donde el
sentido de familia se ha desvirtuado, y se
considera normal y bueno tanto de aquello con lo
que como cristianos luchamos día a día para
eliminar de nuestras vidas. Y la pregunta es,
entonces, ¿cuán dispuestos estamos a poner
por encima esos valores, y defenderlos, por
encima de la condena social, de la
discriminación, de las carátulas de “retrógrados”,
etc., etc?
Vayamos a la palabra. Seguiremos tomando
principios de la carta de Pablo a los creyentes en
Filipos.
Filipenses 1:27-2:11 dice así:
27 Solamente os ruego que os comportéis como
es digno del evangelio de Cristo, para que, sea
que vaya a veros o que esté ausente, oiga de
vosotros que estáis f irmes en un mismo espíritu,
combatiendo unánimes por la fe del
evangelio 28 y sin dejaros intimidar por los que
se oponen, que para ellos ciertamente es indicio
de perdición, pero para vosotros de salvación; y
esto procede de Dios. 29 A vosotros os es
concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis
en él, sino también que padezcáis por
él, 30 teniendo el mismo conflicto que habéis
visto en mí y ahora oís que hay en mí.
1 Por tanto, si hay algún consuelo en Cristo, si
algún estímulo de amor, si alguna comunión del
Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna
misericordia, 2 completad mi gozo, sintiendo lo
mismo, teniendo el mismo amor, unánimes,
sintiendo una misma cosa. 3 Nada hagáis por
rivalidad o por vanidad; antes bien, con
humildad, estimando cada uno a los demás
como superiores a él mismo. 4 No busquéis
vuestro propio provecho, sino el de los demás.
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo
también en Cristo Jesús:
6 Él, siendo en forma de Dios, no est imó el ser
igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma
de siervo y se hizo semejante a los
hombres. 8 Mas aún, hallándose en la condición
de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz. 9 Por eso Dios también lo exaltó sobre
todas las cosas y le dio un nombre que es sobre
todo nombre, 10 para que en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla de los que es tán en
los cielos, en la tierra y debajo de la t ierra; 11 y
toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre.
El domingo pasado vimos las características de
la pasión de Pablo por el evangelio. En el relato,
lo encontrábamos hablando de su experiencia,
sus convicciones y su sentir, en medio de la
tremenda prueba de estar preso por causa de su
pasión.
Pero ahora Pablo confronta a los crist ianos
f ilipenses con la act itud que ellos debían tener,
por eso empieza diciéndoles que se comporten
“como es digno del evangelio de Cristo”. Pablo le
pone los estándares a la pasión por la causa de
Cristo, y quisiera que los repasemos en los
siguientes cuatro puntos:
1.- La pasión por la causa de Cristo incluye la
disposición a sufrir padecimientos. Recordemos
que, cuando Pablo está escribiendo es ta carta,
se encuentra preso por causa de su fe. En línea
con lo que veíamos en la introducción, sin
hablarles de perder la vida, Pablo les demanda
el no dejarse intimidar por aquellos que se
oponen a su fe (v. 1:28), resistiendo firmes, y
explicándoles que esta causa no incluye solo
creer en Cristo, sino también padecer por Él, al
igual que el mismo Pablo (v. 1:20-30).
2.- La pasión por la causa de Cristo demanda la
unidad en el Espíritu. Como lo hace en el
versículo 1:27, comienza el capítulo 2 insist iendo
en la necesidad de cultivar un mismo sentir, un
mismo ánimo, de combatir en unidad, siendo un
mismo amor, y una misma cosa. Por supuesto,
no solo Pablo hacía este pedido. Una de las
oraciones más conocidas de Jesús se enfocó en
un clamor al Padre por la unidad de su Iglesia
(Juan 17).
3.- La pasión por la causa de Cristo se basa en
la alta estima hacia el hermano. Y por supuesto,
esto tiene plena conexión con el punto anterior.
No existe unidad si hay rivalidad y división, y
esto solo se revierte con humildad, valorando
siempre a los demás como superiores a mí
mismo, y renunciando al egoísmo, buscando
siempre el bien de los demás (v. 2:3-4). Si es to
hiciéramos todos, realmente se manifestaría el
poder de la unidad.
4.- La pasión por la causa de Cristo nos
desmanda la disposición a tomar Su Forma. Los
versículos 2:5-11, son quizá uno de los mejores
resúmenes del propósito completo de Dios
cumplido en Cristo Jesús. Pablo inicia es te
párrafo con un imperat ivo: “Haya en Uds . el
mismo sentir que en Cristo Jesús”. Aquí la raíz
de la palabra “sentir” es mucho más amplia que
una simple emoción, y se podría traducir como
“Haya el mismo, sentir, pensar, hacer, la misma
voluntad, el mismo deseo, que hubo en Cristo
Jesús”. Dice que Pablo no est imó su naturaleza
(ser igual a Dios) como algo a que aferrarse. Es
decir, no usó eso como una excusa, sino que,
por el contrario, se humilló, se despojó de sí
mismo, y tomó forma de siervo. Ya hemos leído
todo el pasaje, pero repito estas palabras porque
aquí me quiero detener. Así como Él no se aferró
a su naturaleza divina, nosotros no debemos
aferrarnos a nuestra naturaleza humana.
Muchas veces, nos escudamos en nuestra
humanidad para justificar nuestras fallas. Y
aunque nosotros no somos Cristo, debemos
disponernos a tomar Su Forma, a ocupar su
lugar, a humillarnos, y ser obedientes, aun
hasta la muerte, con la convicción que a
nosotros nos toca la entrega, y Dios es quien
nos exalta y da la victoria.
Por supuesto, yo soy el primero que siento que
caminar este camino se me hace has ta
imposible, pero por eso Pablo nos da un consejo
en los versículos siguientes, con el que cerraré
esta reflexión: “ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor, porque Dios es el que
en vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad”. (Fil. 2:12b-13)
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