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reconozca que toda transición política tiene su origen en el conflicto, pero
que también obedecen a unos modelos teóricos (conflictivo y/o consensual)
que permiten, no solo una sistematización cognitiva y explicativa del fenó-
meno político, sino además el ejercicio prospectivo sobre el momento histó-
rico. Desde esta perspectiva, se hace necesario afrontar el conocimiento y
aprendizaje de la Transición Democrática analizando los momentos de
conflictividad, pero también rescatando aquellos otros en los que predominó
el diálogo, el consenso y la convivencia pacífica (García y Jiménez, 2007:
414-425).
El objetivo general de aprendizaje es que los alumnos constituyan su co-
nocimiento histórico mediante la reflexión, interpretación, comprobación y
aplicación del principio conflicto-consenso presente en todos los fenómenos
sociales de las distintas etapas históricas. Se trataría, como afirma P. Bordieu
(1996), de «objetivar el sujeto objetivante», es decir, ubicar al alumno en una
posición de aprendizaje determinada (construcción conceptual) para que con-
traste sus relaciones cognitivas con la realidad y con los agentes que analiza, y
descubra lo que le enfrenta con sus pares y las instituciones comprometidas
con el juego científico. El alumno así constituirá en forma permanente su pro-
pio conocimiento cuando se posiciona en esa suerte, tanto con la situación como
con los presupuestos subjetivos que orientan su pensamiento y su interven-
ción en cada escenario concreto.
Ni qué decir tiene que cada intervención es simultáneamente empírica
(abordar el mundo de los fenómenos sociales observables) y teórica (plantear
hipótesis relativas a las estructuras subyacentes de las relaciones que la obser-
vación intenta captar), pues la más sencilla operación empírica implica elec-
ciones teóricas conscientes o inconscientes. Para ello, los alumnos han de:
a)
Conceptuar el conflicto-consenso en cualquier periodo histórico
revalorizándolo como hecho positivo en el progreso social.
b)
Averiguar e interpretar los estados de conflicto o de concordia im-
perantes en cada uno de los fenómenos sociales sintomáticos que
condiciona y desarrolla cada momento histórico.
c)
Que analice las continuidades y rupturas de la conflictividad social,
así como las nuevas dimensiones y contenidos, de los fenómenos
históricos.
d)
Que interpreten dichas situaciones conflictivo-consensuales a la luz
de las transformaciones sociales, económicas, ideológico-culturales
y políticas; al igual que valoren las respuestas innovadoras, estrate-
gias de lucha y formas de organización innovadoras.
e)
Que adopten una posición personal justificada en todos los conflic-
tos tratados y expresarla por escrito.
CONCLUSIONES
1 . L A H I S TO RI A : P RO D U CTO D E U N A CO N S TRU CC I Ó N CI E N TI F ICA S ECU LA R Q U E
HA IDO SUPERANDO SU IDENTIDAD
Los hechos históricos sin más no tienen sentido. Es necesario dotarlos
de una interpretación que se lleva a cabo desde el presente, estableciendo
causalidades e interdependencias entre ellos, si bien en los acontecimientos
histórIcos confluyen multiplicidad de causa y consecuencia y sus relaciones
no son siempre simples y lineales, sino complejas y dinámicas. Esta tarea
no es neutra, sino que estará constante y necesariamente determinada por el
sujeto que lleva a cabo el remontaje estructural, a partir de los hechos aisla-
dos. El bagaje intelectual, ideológico y técnico del historiador es elemento
fundamental en la construcción histórica y es fruto de las diferentes corrien-
tes de interpretación histórica surgidas durante los siglos XIX y XX, pues
tienen un gran peso especifico en la visión que se proyecta sobre los hechos,
ya que determinan las preguntas que se plantean a los datos disponibles y
marcan al tiempo la interpretación de las respuestas donde pueden excluir o
incluir algunos factores o datos nuevos. Pero, aún así, es como se evita trans-
mitir una imagen excesivamente lineal del proceso histórico.
La capacidad de análisis histórico de integrar todos los aspectos de la
vida humana ha dado como resultado una constante ampliación del ámbito
de estudio abarcado por la misma, incorporando nuevos aspectos continua-
mente, completando una visión global de las sociedades del pasado, de sus
mentalidades, de los espacios que configuraban acordemente con sus estruc-
turas y mentalidades, de los recursos que aprovechaban, etc. Superada ya está
la visión positivista que primaba los hechos políticos como elemento rector
de la Historia. Bajo denominaciones tales como historia social, historia eco-
nómica, ecohistoria, historia de la técnica, etc. se
ofrece una mayor integra-
ción de los conocimientos disponibles, lo cual nos proporciona una cada vez
mayor y más completa comprensión de las dinámicas internas del pasado,
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sus permanencias y cambios, y los principios rectores que presiden los gran-
des acontecimientos políticos, sociales y económicos
Así, a lo largo del siglo XX se ha ido superando gradualmente la identi-
ficación de la Historia con los acontecimientos políticos y la vida de los gran-
des personajes, tomando de otras disciplinas tanto formas de trabajo como
herramientas de interpretación para el pasado. Así ha pasado con la Arqueo-
logía, que desde los años ochenta lleva a cabo estudios espaciales en gran
medida relacionados con la geografía física y los análisis espaciales, el gran
interés por la demografía histórica (a caballo con la geografía histórica), los
estudios de organización social del espacio, el estudio de las dinámicas de
género en el tiempo, las aproximaciones a la medicina, la técnica, los análi-
sis cuantitativos de las realidades físicas, etc.
No se puede decir, hoy en día, que haya aspectos relacionados con el
hombre y su actividad que no sean abarcados por el análisis histórico de una
forma u otra. La tendencia es hacia la «historia total», la que engloba todos
los aspectos posibles, aunque se corre el riesgo de la parcelación excesiva
de los conocimientos Al respecto, ya es suficientemente conocida la tradi-
cional tirantez entre Arqueología e Historia, a lo que se debe sumar el surgi-
miento de análisis excesivamente restringido sobre determinados temas. Son
suficientes interconexiones con los restantes factores de la realidad históri-
ca, lo que conduce a una pérdida de perspectiva. Esto ocurre, en ocasiones,
con ramas como la historia de género, o la historia de la tecnología, cuando
no es tratada correctamente. Por todo ello, la enseñanza de la Historia debe
de partir de esta concepción epistemológica compleja e integral.
del entretenimiento y de lo anecdótico; haremos de él una historia carica-
turesca.» Lo que obligó a la historia a redefinirse —dice Le Goff y Nora— es,
ante todo, la toma de conciencia por parte de los historiadores del relativismo
de su ciencia...Tiene que abandonar el impresionismo por el rigor científico y
reconstruir partiendo de los datos innumerables y cuantificables de la docu-
mentación. El campo que ocupa en la explicación de las sociedades por el tiem-
po, se ve invadido por otras ciencias cuya frontera están mal definidas, y que
pueden absorberla o disolverla»(1973: 43).
Al hablar de Historia, sin embargo, se debe considerar siempre su sen-
tido de dualidad, ya que nos referimos, a un mismo tiempo, al proceso in-
vestigador sobre el pasado, los hechos y los fenómenos en él enclavados con
el fin de conocerlqs, y por otra parte, a los resultados obtenidos que se pre-
sentan con la reconstrucción y, por lo tanto, con la explicación y la interpre-
tación que se lleva a cabo de los mismos desde el presente. Esta concepción
amplia de su naturaleza la despoja de la conceptualización que se tenía de
ella durante mucho tiempo como una ciencia cuyo objeto de estudio era pre-
sentar una sucesión de personajes y acontecimientos que se suceden en el
tiempo sin más, sino que ahora se le reconoce la posibilidad real, a través
del análisis de esos hechos y datos, de llegar a la reconstrucción de una so-
ciedad y su lógica interna, de su mentalidad, sus formas de actuación y la
manera en que dichas formas permanecen o se modifican en el tiempo.
Esta visión más amplia y abierta, menos reduccionista del campo histó-
rico, nos va a permitir mayor y mejor juego de aprendizaje y, consecuente-
mente, más interés del alumnado.
2 . EL V ERD A D ERO S EN TI D O D E LA H I S TO RI A : CO N S U S TA N CI A L A L S E R H U M A N O
La pertinencia del estudio de la Historia se justifica por la propia defi-
nición de la historicidad como consubstancial al hombre. En efecto, si lo his-
tórico es lo esencialmente humano, estará justificada sin más una disciplina
científica que estudia la actuación del hombre en sociedad a través del tiem-
po. Sin embargo, la ciencia histórica en cuanto que es la auténtica crónica
del hombre en sociedad, tiene la obligación de ser fiel a su sentido de cam-
bio y conformarse como una ciencia subversiva, agente de las transforma-
ciones positivas; de adoptar la forma de una ciencia propagandística orienta-
da a suscitar reacciones políticas; de ser arma científica del progreso, de las
aspiraciones de las mayorías y de las desigualdades de los pueblos.
Aceptar esté modelo de discurso histórico requiere una determinada dis-
posición intelectual que conduce a un esfuerzo personal, en muchas ocasiones
nada reconocido, pero la no aceptación del mismo lo situaremos en el campo
3. LA CARACTERIZACION DE LA CIENCIA HISTORICA: COMPLEJIDAD, GLOBALIDAD
Y TEMPO R A LID A D
Esta complejidad intrínseca del discurso histórico, como hecho en el
pasado que es interpretado una y otra vez desde el presente, es la esencia
que se debe transmitir al alumno para que tenga verdadero valor formativo.
P. Vilar ha propugnado, acertadamente que la Historia debería ser reconoci-
da como «la única ciencia global y dinámica de las sociedades» (1976: 144).
En efecto, el estudio de la Historia es el resultado de la imbricación de un
número indeterminado de aspectos de la actividad humana en sociedad en
una interpretación de los mismos y de las relaciones que establecen en un
tiempo y espacio determinados.
Por su parte J. Valdeón (1989: 26-31) señala como características espe-
cíficas y definidoras de la ciencia histórica respecto a las restantes parcelas
del saber, las siguientes:
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L VALOR FORMATIVO Y LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA
O N C L U S I O N E S
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—No hay Historia sin cronología. El tiempo es el elemento fundamental
del análisis histórico y lo que le da sentido. Si se extrae el tiempo del
análisis histórico, si se prima lo acronológico, se pierde la esencia de
la propia Historia.
—Los acontecimientos son el fundamento de la Historia, los ladrillos
con que se construye. No puede desarrollarse un discurso histórico
sin su manejo e interpretación, ya que sin no se pierde el carácter pro-
pio de la ciencia. Cualquier interpretación o discurso debe estar co-
rrectamente fundamentada en hechos objetivos, en datos, para que
cumpla con los requisitos de la ciencia.
—La Historia es, ante todo, transformación de la realidad humana. La
noción de cambio, de sus formas, tiempos y motivaciones en el tiem-
po debe ser transmitida y aprehendida por los alumnos, superando las
tendencias a las interpretaciones sincrónicas de la sociedad.
—Los hechos históricos son siempre resultado de la conjugación de una
multiplicidad de factores. Debe huirse de las interpretaciones unicausales
e ir más allá de la superficialidad al explicar los acontecimientos. El
alumno debe ser capaz de comprender que hay algo más allá de una
explicación simple y unívoca.
—La Historia, aunque forma parte de las Ciencias Sociales, no es sinó-
nimo de éstas. Tiene unas peculiaridades que han de tenerse en cuen-
ta en su enseñanza para que no se pierda su esencia, aunque resaltan-
do la interdisciplinaridad que rige este ámbito científico hoy en día.
Dentro de la ciencia histórica hay que resaltar como la característica más
importante al tiempo histórico, ya que desde el punto de vista de la expe-
riencia humana son los ciclos mismos de la naturaleza los que dan al hom-
bre un primer apoyo para la percepción del tiempo que, como parte del pro-
ceso civilizador, aparece cuando el hombre repara en la recurrencia del mo-
vimiento cíclico de los fenómenos celestes, sobre todo la sucesión de los días
y de las noches, de las estaciones y de la posición astral. En el análisis de
ontológico de lo histórico aparece como básico el hecho de que el tiempo es
justamente el indicador fundamental de su existencia, en tanto que la con-
ciencia de lo histórico se manifiesta como consecuencia de que el hombre
conceptualiza el cambio como elemento constitutivo de la existencia, de ma-
nera que cambio-tiempo-Historia aparece en la cultura como el correlato de
toda simbolización de la actividad creativa del hombre, por ello el verdade-
ro tiempo de la Historia es aquel que se mide en cambio o duración.
Toda etapa histórica va a tener un punto de partida y otro de final, y es
al investigador de la historia al que se le presenta el problema de proporcio-
nar y delimitar aquellos factores esenciales que forman el sistema y que han
de marcar la inteligibilidad del periodo, aunque se den otros factores secun-
darios puedan tener un desarrollo temporal distinto. La homología entre los
estados socio-históricos y su expresión cronológica en las etapas históricas
es notable.
4 . LA H I S T O RI A : CI EN CI A CO M P REN S I V A
La Historia, en cuanto a disciplina, va a seguir el estudio racional del
pasado para lo cual emplea métodos de análisis e interpretación de carácter
científico; su fin último no será otro que la comprensión de la vida humana.
La interpretación del pasado va a ser el entendimiento del presente y nos
lleva hacia la búsqueda del porvenir; tenemos que tener presente que si un
pueblo no ha comprendido su pasado y no sabe cómo y por qué ha llegado a
ser lo que es, ese pueblo no podrá prever ni adoptar una actitud racional ante
el porvenir. El desconocimiento del pasado nos lleva a cometer los mismo
errores que se cometieron entonces ante circunstancias similares (ya que nun-
ca serán iguales) a las actuales.
La Historia nos dota de las herramientas necesarias para la interpreta-
ción del presente, mediante el conocimiento de los procesos que han llevado
hasta el mismo y de circunstancias similares en otros momentos y lugares,
proporcionando de esta manera una perspectiva más amplia y una mayor com-
prensión del mismo, y de esta forma proporciona de los mecanismos para la
implicación del individuo en la toma de decisiones más correctas. Esta cir-
cunstancia hace que sea fundamental, por no decir imprescindible, el cono-
cimiento de los factores que han generado la situación actual y la dotación
de unas herramientas que permitan el análisis critico y la comprensión de
los acontecimientos actuales para su mayor implicación y asunción de su res-
ponsabilidad en el mundo.
Pero la Historia va a ser algo más que la simple reconstrucción de los
hechos del pasado. Es una ciencia comprensiva que ha de responder a
interrogantes sobre la concepción del mundo y la adecuación a la cambiante
realidad social, pues es ocioso obstinarse en mantener un discurso científico
enmarcado en una dialéctica utópica de la realidad que sólo suministra in-
formación. Más antes que después, la materia histórica será estimada como
inadecuada e impertinente. Ha de responder, pues, a un continuo «por qué».
Si hay algo que defina al hombre y a la sociedad, y lo va a distinguir de todo
tipo de seres vivos, es poseer una Historia, ya que el hombre va a ser una
construcción, que se forma con el paso del tiempo, mediante multitud de he-
chos concretos que el pasado le proporciona y que van a ser continuas expe-
riencias para el momento presente.
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La primera exigencia de un profesional de la Historia es estar siempre
dispuesto a dar respuesta a una serie de preguntas que no suelen terminar,
por lo que está en continuo elaboración (cambian estudios, procesos, méto-
dos, etc.), Así pues, la característica primordial del enfoque histórico es atri-
buir comprensión causal al mismo acontecimiento en el que confluyen mul-
tiplicidad de causas y consecuencias y analizarlo, estableciendo una seria-
ción jerárquica de interrelaciones, si bien el intervalo temporal entre causa y
efecto suele ser mayor en Historia que en otros dominios causales, pues es
frecuente que un hecho tenga consecuencias a corte plazo pero también las
puede desarrollar a medio y a largo plazo. Es así como se puede llegar a
conocer el pasado o el sentido del pasado y proveer al individuo de unos
moldes de pensamiento y de acción adecuados para intervenir en su entorno
vivencial.
Para la educación histórica la comprensión de los pueblos, sociedades y
culturas presentes y pasadas, constituye un valor de primer orden para la
convivencia, la concordia y la paz en el mundo actual.
5 . L A H IS T O R IA : C IE N C IA D IN Á M IC A
La Historia es dinámica, pues se desarrolla en el tiempo, y como ya se
ha señalado, es un constructo teórico que está en continua reelaboración. La
Historia comienza, pues, cuando los hombres comienzan a preguntarse por
el paso del tiempo, lo cual va a ser una verdadera lucha dentro de su razón,
hasta comenzar a comprender el mundo que les rodea e intentan actuar so-
bre él. La Historia conforma un campo de conocimiento necesario para que
el individuo se sitúe conscientemente en sus coordenadas espacio-tempora-
les, y así poder conocer de manera crítica su herencia personal y colectiva y
para poder también comprender las actitudes y valores de su comunidad.
Hemos de tener en cuenta, que en los últimos tiempos ha ocurrido una ace-
leración de la Historia, y no importa tanto la descripción o reconstrucción
de los hechos, sino el responder a un continuo por qué, para así ofrecer un
cuerpo elaborado de conocimientos del pasado.
De esta manera, sin desdeñar la búsqueda de leyes, el historiador tiene
que adecuarse continuamente a las características del entorno y a las nuevas
necesidades de ajuste con los problemas que ha de afrontar, además que ha
de asumir el papel de intérprete de la diversidad.
Una de las finalidades básicas de la educación es la integración armóni-
ca en el medio, tratando siempre de mejorarlo.
6 . L A H I S TO RI A : CI EN CI A D E CO M P RO M I S O
La Historia proporciona al alumno un mejor conocimiento de las realida-
des que vive, distinguiendo dentro de dicha realidad los rasgos y problemas
de nuestro mundo internacional contemporáneo y los rasgos esenciales de la
trayectoria histórica de su comunidad nacional. En este sentido, la Historia,
perteneciendo ya al pasado, nos envuelve e influye en nuestra vida. Como afir-
ma Freyer (1958) el acontecimiento histórico permite que una generación haga
suya la situación en la que se encuentra, de suerte que se puede adaptar a ella
para perdurar, la puede dominar y la puede transformar, o la puede tomar como
base para un nuevo proyecto de futuro. Por ello, los jóvenes ya no se acercan
a la Historia como un simple relato del pasado, sino que se acercan a ésta con
la intención de buscar soluciones para su presente y futuro.
Ese es el verdadero sentido de la Historia como explicación de la reali-
dad. Por ello, la Historia es un campo del saber importante y necesario para
que el individuo adquiera un compromiso con su sociedad, ya que nos pone
en relación con la vida humana, con sus preocupaciones y con sus respues-
tas sobre la misma vida humana. La Historia forma a los hombres y somos
consecuencia de una serie de fenómenos históricos que han configurado y
configuran el mundo en que vivimos. Pero al mismo tiempo, tiene una capa-
cidad incomparable para inculcar mediante su estudio y conocimiento valo-
res como la tolerancia, la solidaridad y responsabilidad en la conservación
del medio ambiente, su valoración como hecho cultural y un sentido crítico
y de participación en los asuntos colectivos de la sociedad actual. Es nece-
sario pues, revisar la actual visión que se tiene de la Historia, pues con estu-
diar exclusivamente los antecedentes históricos no basta, sino que hay que
introducir al conocimiento de otras comunidades diferentes con el fin de en-
riquecer su visión del mundo y actuar de forma comprometida.
7 . L A H I S TO RI A : CA M P O D E CO N V ERG EN CI A D E LA S CI EN CI A S S O CI A LES
Pero la Historia es una ciencia dependiente que necesita del aporte y la
permeabilidad recíproca con otras ciencias sociales, pues con así es capaz
de proporcionar al alumno un arma poderosa para ayudarlo a desembarazar-
se de las falsas interpretaciones que dificultan el ejercicio de su capacidad
de construcción de su futuro. Admitir que puedan contraponerse como disci-
plinas separadas una historia política, económica y social, es ignorar que ellas
se condicionan estrechamente, ya que por sí solas no podrán fácilmente ex-
plicarse por qué y cómo evolucionan las sociedades humanas, pues el ser
humano no puede definirse aisladamente sólo por sus actividades políticas o
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L VALOR FORMATIVO Y LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA
O N C L U S I O N E S
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sociales, o sólo por su bagaje cultural o sus actividades económicas. Al mis-
mo tiempo, ha de tener un discurso coherente, teniendo pasado, presente y
futuro vinculación en la interminable cadena de la Historia.
Por ello se fundamentará sus análisis y explicaciones en aspectos tan
diversos como:
—El Espacio Geográfico: es esencial, ya que todo grupo humano que
escoge un espacio geográfico para instalarse debe de realizar un tra-
bajo de adaptación a las condiciones de dicho espacio, y como sabe-
mos esta será la base sobre la que se asentará toda la organización de
la vida colectiva.
—La Organización Política: unos de los elementos más interesantes de
una civilización será la forma de cómo se obtiene y cómo se ejercer
el poder de gobernar, así cómo y cuándo este poder cae derrotado. Lo
más probable es que éste sea una prerrogativa de los miembros del
grupo social considerado como superior. Así se explica que la apari-
ción de un nuevo grupo social fuerte suele determinar una modifica-
ción en el ejercicio del poder de gobernar.
—La Organización Social: El hombre actúa normalmente formando parte
de un grupo (clase social, estamento, casta...) que le marca el tipo de
actividad de derechos y de deberes que le corresponden dentro de esa
sociedad. Para comprender cualquier civilización hay que conocer cua-
les son estos grupos sociales, qué funciones tienen, cómo se relacio-
nan unos con otros, cómo se integran los individuos dentro del gru-
po, cuáles de estos grupos tiene mayor poder, prestigio, riqueza, quie-
nes más pobreza, etc.
—La Organización Económica: cada grupo humano para asegurar su
supervivencia va a organizar el esfuerzo colectivo del modo que crea
más adecuado a sus necesidades, es decir, el trabajo dentro del gru-
po, destinado a explorar los recursos naturales de la zona donde se
asienta (animales, vegetales y minerales de los que dispone). El estu-
dio de la organización económica se centra, pues, en la manera en la
que se organiza la producción, el consumo y el intercambio de bienes
y servicios dentro de cada grupo humano.
—Las Formas Culturales: en este apartado se integran actividades de
tipo religioso, científico, literario, artístico, etc. En ellas se refleja el
modo cómo los distintos grupos humanos conocen la realidad, la ex-
presan y la representan, Esta realidad es muy variada: puede ser el
mismo hombre y su vida social, puede ser la naturaleza o incluso pue-
den ser los misterios que no acierta a desvelar.
8 . L A H I S TO RI A : CIEN CI A P A RA LA F O RM A CI Ó N I N TEG RA L D E L A P ERS O N A
Pero no es menos cierto que hoy día la Historia está siendo relegada
socialmente, bajo la mirada pasiva e incluso colaboracionista de algunos de
sus profesionales, a una mera función cultural decorativa, o a un trabajo me-
nor en el que no se reflejan las inquietudes del momento. Sin embargo, la
Historia que, bajo el postulado básico y fundamental, permite interpretar el
presente a través de la experiencia del pasado, es un campo del saber que
posee un gran valor educativo en la formación del alumno y en su posterior
desenvolvimiento personal como ciudadano competente y comprometido con
su medio habitacional. Y todo en los principales ámbitos psicoevolutivos del
alumnado:
a)
Científico. En el ámbito disciplinar, el valor de la Historia reside en
que contradice la tendencia a la generalización de las explicaciones y des-
pierta la conciencia de que no existe una causalidad simple en los aconteci-
mientos humanos, proporcionándole un mejor conocimiento de la realidad y
una mejor perspectiva para la toma de decisiones en su entorno.
El análisis histórico, no sólo de lo particular sino en relación con un
contexto más amplio, por otro lado, contrarresta el localismo innato en cada
uno. Por último, el conocimiento de los métodos de investigación histórica,
aunque sea un nivel básico, dota de herramientas intelectuales para distin-
guir entre dato y juicio de valor, opinión y perjuicio, y a obtener interpreta-
ciones propias sobre lo que se les muestra, sintetizándolos y debatiendo re-
flexivamente sobre su significado.
Por medio de la Historia, el alumno es dotado de una perspectiva de la
trayectoria que ha llevado hasta el momento presente, las motivaciones de-
trás de los acontecimientos históricos y, si el aprendizaje se ha llevado a cabo
correctamente, la capacidad para realizar inferencias para interpretar acon-
tecimientos humanos manteniendo su sentido de particularidad dentro de los
principios rectores de la Historia.
b)
Cognitivo. En el ámbito cognitivo, de las facultades mentales y de
relación interpersonal, la Historia en contacto con los grandes personajes que
la protagonizaron, fomentando la imaginación y estimulando la memoria y
la capacidad reflexiva, así como la adopción de actitudes de tolerancia ante
el conocimiento más allá del presentismo histórico de los hechos del pasa-
do, sus motivaciones, causas y consecuencias, y los personajes que los pro-
tagonizaron.
Además, la complejidad intrínseca del análisis histórico abre la puerta
al alumno en el desarrollo de reflexiones complejas y multicausales, evitan-
do la tendencia a la simplificación de los acontecimientos y fenómenos que
le rodean. Intelectualmente, la historia y su método científico proporcionan
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casado, y nuestra obligación consiste en tratar de descubrir los fallos y reha-
cer el edificio entero para ofrecer una nueva posibilidad de esperanza.
Ante esta situación la Historia debe asumir su papel de elemento subver-
sivo (García de Cortazar, 1990), que cuestione y contribuya a desconstruir un
orden establecido manifiestamente mejorable en tantos y tantos aspectos, que
atacan y cercenan los derechos inalienables del ser humano. Para ello se debe-
ría producir un cambio en sus objetivos y metodologías y, una profunda revi-
sión de sus presupuestos historiográficos para no perder este último tren que
se ofrece a los historiadores y conseguir así, enlazar con las necesidades, pro-
blemas y esperanzas del hombre. Tenemos que hacer de la Historia un instru-
mento capaz de proporcionar la comprensión y la crítica a los hechos por sí
mismos y a que se elija un camino libremente, pero de forma consciente.
Sin la Historia, podríamos quedarnos sin algunos conocimientos, tanto in-
telectuales como morales, que dan sentido y riqueza a la vida y que en último
caso serán necesarios para enriquecer nuestra propia experiencia. Sabemos que
gracias a la Historia podemos observar situaciones bastante dramáticas como
para que en el futuro se vuelvan a repetir, tales como guerras, crisis, epide-
mias, etc., por ello nos informa de unos modos de actuación frente a estos ma-
les, que el hombre en el futuro deberá de utilizar para que no vuelvan a ocu-
rrir, y esto es impensable sin parar a echar un vistazo atrás en el tiempo, y
comprendiendo que la Historia en muchos casos se repite y debemos saber
que aspectos queremos que se vuelvan a dar y naturalmente poner soluciones
para controlar aquellos que no queremos que vuelvan a suceder.
Lo que nosotros deseamos con este trabajo es poder contribuir a ensan-
char la achatada visión que hoy día se posee de la ciencia histórica; despertar
entre los estudiantes la conciencia viva del valor, trascendencia y poder diná-
mico que la historia posee como materia de estudio; que aprecien la perpetui-
dad del cambio y la complejidad de la tarea del historiador y el valor o los
servicios que puede ofrecer la Historia, a pesar de las limitaciones inherentes
y de la deuda que los historiadores modernos tienen para quienes les precedie-
ron. Crane Brinton decía que: «todas las personas normales..., experimentan
cierto deseo de situarse a sí mismas dentro de un sistema..., o proceso capaz
de trascender por lo menos esa relación primaria entre el individuo y su medio
ambiente» (1953: 11). Estamos seguros que la juventud siente ese deseo hasta
el punto que sus vidas alcancen a ser algo más que un momento efímero del
tiempo. Los profesores, que hemos comprendido mejor el activo y pasivo de
la Historia, debemos adoptar una actitud menos dogmática y capacitar a nues-
tros alumnos a que en Historia, como afirma J. Mueller, «es imposible llegar
al último análisis» (citado por Muessing y Rogers, 1967: 267).
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8/16/2019 7 (Conclusiones, Bibliografia, Indice) El Valor Formativo y La Enseñanza de La Historia
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