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Último capítulo del libro "Crimen delicioso", sobre género policial.

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  • [Capitulo final del libro Crimen delicioso. Historia social del relato policiaco.UNAM. Dif. Cult. Mxico, 1986. Traduccin: Pura Lpez Colom].

    En The Road to Gandolfo (1976), Robert Ludlum rompe la regla de oro: el cri-men s paga. Y vaya un crimen: nada menos que el secuestro de un papa (ben-volo), financiado por un jefe de la mafia, un magnate britnico, y un jequerabe! Aqu, la lnea divisoria entre la legalidad y la ilegalidad, la alta socie-dad y el inframundo, el aparato estatal y el crimen organizado, la diplomaciay la traicin, ha desaparecido por completo. El hroe es un general del ejrci-to norteamericano que, en un momento dado, exclama:

    Maldita sea, caramba, he pasado treinta y pico de aos en este ejrcito. Me quitan el unifor-me y quedo encuerado como un pato. Solo conozco el ejrcito; no conozco nada ms, noestoy entrenado para nada ahora que lo pienso Para lo nico que estoy entrenado es paraser un hampn, tal vez Y seguramente la regalara en eso tambin porque el dinero nisiquiera me importa gran cosa.

    Difcilmente encontraramos un mejor resumen de la creciente simbiosis entreel Estado y el crimen, estimulada por el dinero con maysculas! Acaso larueda ha descrito un crculo completo? Acaso la recurrencia sistemtica delos monopolistas a mtodos ilegales, su propia corrupcin y la del aparatoestatal que defiende sus intereses, ha llegado al punto en que el universo delrelato policaco se ha volteado de cabeza y el criminal, una vez ms, como enun principio, se ha vuelto digno de compasin?

    La tendencia ciertamente parece ir en esta direccin. Hasta el difunto JohnCreasey en su Gideons Law (1971) retrata policas acusados de brutalidad,fuera de la ley, como pobres vctimas de la persecucin, que se salvan por unpelito de la desgracia final gracias a la rectitud de su comandante en jefe y lostrucos de los oficiales bajo sus rdenes. Durante los ltimos aos se ha visto una

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    7. Novela negra... como la vida misma

    Ernest Mandel

    Se cierra el crculo?

  • innegable tendencia a justificar no solo el crimen sino el asesinato abierto, aunel asesinato masivo. En The Damocles Sword (1981) de Adam Hall, el hroe esun espa britnico de la clase alta que se infiltra en la maquinaria nazi disfrazadode coronel de las SS con objeto de sacar de la sociedad del Tercer Reich a algu-nos cientficos capaces de elaborar una bomba atmica. A lo largo de la misinmata a 28 hombres con sus propias manos, guiado ms por la furia homicida quepor el celo profesional. Es verdad que algunas de sus vctimas son criminalesnefandos y sdicos, pero otras son personajes menores, taxistas o policas comu-nes y corrientes. Sin embargo, este asesino de masas es retratado nada menos quecomo un caballero con lustrosa armadura al final de un relato horrible, tal comoapareca al principio, antes de convertirse en un asesino manitico.

    The Ninja (1979) de Eric Van Lustbader es otro reciente thriller bestsellerista,bien documentado, bien escrito y lleno de suspense, cuyo hroe central es unasesino. Este mata por proteger a un magnate norteamericano sin escrpulos ycon ansias de matar, de un atentado contra su vida perpetrado por otro magna-te japons sediento de violencia (o acaso en realidad acta en venganza por-que el magnate japons le arrebat a su chica?). La compasin del autor vadirigida hacia el asesino. Aunque uno de los policas es tratado tambin com-pasivamente, los dems decididamente no. Ms an, el autor termina el relatocon una amplia sugerencia de que el asesino ahora matar al magnate nortea-mericano, con su completa aprobacin.

    En The Evil That Men Do (1978), Lance Hill detecta, segn se afirma en lacontraportada del libro, a

    un asesino internacional [Holland], cuyas habilidades letales estn a la venta siem-pre que el precio y la causa sean justos. Debe echar por tierra todas las defensas delDoctor y, con un solo tiro, dar en el blanco. El Doctor [es] el maestro ms demonacoen la tortura desde los nazis; instruy a los generales chilenos, a los coroneles griegosy al Savak el salvaje del Shah en todos los refinamientos de su arte. Ahora vive en laprofunda jungla guatemalteca, protegido por la CIA.

    Pensar que es posible combatir a la tortura matando a un solo torturador esutopa de la ms pura. Y hacerlo por dinero no est del todo bien que digamos.As que por ms simpata que podamos sentir por las preferencias polticas deHolland y por ms que odiemos las actividades del Doctor y los regmenes alos que sirve, Holland seguir siendo un asesino. Este giro de asesino a hroemarca un significativo retorno al tratamiento de los rebeldes buenos de lanovela picaresca que dieron origen al relato policaco.

    Otro ejemplo lo constituye Shibuni (1980), donde Nicholai Hel, el hroe deTrevanian, se opone a la Compaa Madre, un consorcio internacional a granescala de corporaciones petroleras y de comunicaciones y transportes que tam-bin controla a la CIA y la rama ejecutiva del gobiernos de Estados Unidos, y se

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  • encuentra en confabulaciones con jeque rabespetroleros y la OLP. El poder de la CompaaMadre se deriva en parte de una sper computado-ra (ya tardaba!) que contiene tanta informacinque formular la pregunta adecuada de la maneraadecuada en sus trminos se ha convertido en unverdadero arte, bastante difcil de gobernar. Helodia a los negociantes y a los aviones bombar-deros norteamericanos a raz de ciertas experien-cias traumatizantes en Shangai en 1937, y durantela guerra en Japn donde fue torturado por ungeneral japons y por un maestro de G. Es, segnel propio autor, el asesino ms terrible del

    mundo, ha matado a un sinnmero de personas ya sea por dinero o al servicio deun contraterrorismo idealista. No obstante, encarna al verdadero hroe de lanovela. Dicho sea de paso, en la misma obra, el Servicio Secreto Britnico, duran-te una operacin de rutina diseada para cubrir sus huellas vis-a-vis sus maestrosrabes (sic), mata a 50 de sus propios agentes!

    En un libro anterior (The Eiger Sanction, 1973) Trevanian ya haba escogi-do como hroe a un profesor de arte que mata por dinero con tal de poder com-prar pinturas raras y muy costosas.

    Ludlum, Van Luatbader, Hill y Trevanian no son de ninguna manera excep-ciones; muchos otros nombres podran aadirse a la lista. En The Dead Zone(1979) de Stephen King, libro situado en los lmites entre el thriller y la lite-ratura con maysculas, el personaje principal (Johnny Smith) intenta matara un activo demagogo que va en busca de la presidencia de Estados Unidos yes muy capaz de desencadenar una tercera guerra mundial. El hroe y su causason de tal grado conmovedores que el lector no puede menos que lamentar queel asesinato planeado fracase al final. Y de nuevo, en The Good Thief deRobert Rosenblum, un detective privado, con objeto de vengar la muerte porsobredosis de su novia, mata a dos narcotraficantes desarmados.

    Situaciones similares de venganza personal como pretexto para una guerracontra el crimen han aparecido en innumerables novelas, tiras cmicas, pelculasy series de televisin durante los ltimos aos. Su desarrollo fue prefigurado en laserie de Modesty Blaise de Peter ODonnell, que comenz a aparecer en los aossesenta. Blaise es una refugiada de guerra que, despus de vivir una odisea enEuropa Oriental y el Medio Oriente, logra formar toda una red de ladrones y con-trabandistas en Tnger. Junto con su amigo Willie Garvin, habindose vueltoinmensamente ricos gracias al crimen selectivo (excluyendo el asesinato),emprenden causas buenas como lo hacan los bandidos buenos de otros tiempos.Como cazadores furtivos que se volvieron guardabosques, defienden a los ino-centes, a los pobres y a los amenazados de malvados de todos tipos.

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    La explicacin deeste retorno de laliteratura policaca alpatrn primordial delhroe proscrito radica, sobre todo,en el clima de cre-ciente escepticismorespecto de la ley yel orden, y del Estado

  • La explicacin de este retorno de la literatura policaca al patrn primordialdel hroe proscrito radica, sobre todo, en el clima mismo que hemos descritode creciente escepticismo respecto de la ley y el orden, y del Estado. Cada vezms lectores de thrillers o de relatos policacos presentan una actitud cnicaante la polica y el reforzamiento de la ley. Los mtodos policacos no son con-siderados de ninguna manera moralmente superiores a los empleados por cri-minales. Se ve a una sociedad putrefacta de un extremo al otro. Los escritoresde este gnero tienen, pues, que adaptarse a este nimo general. Si Simenon,Drrenmatt, Greene, Le Carr lo hicieron de distintas maneras, los autores queacabo de mencionar lo llevaron a sus ltimas consecuencias. Sus hroes ya noson espas o policas desengaados: nuevamente son criminales.

    No hay nada sorprendente en el hecho de que el decadente capitalismo,expresado de hecho en una decadencia de los valores burgueses, propiciara elsurgimiento de patrones formales en las relaciones en los criminales y la ley,similares a los que caracterizaron al capitalismo en ascenso de hace dos siglos.Sin embargo, dicha semejanza es, precisamente, solo formal, ya que los bandi-dos nobles de la novela picaresca que dieron origen al relato policaco eranrebeldes con causa. Al igual que los burgueses revolucionarios, no slo sabancontra qu luchar la injusticia, la tortura, la intolerancia, la opresin, el poderabsolutista, la corrupcin judicial, etc.-, sino que estaban bien conscientes delas causas por las cuales luchaban; libertad personal e igualdad de derechos;justicia basada en un cdigo legal escrito; generosidad y compasin para conel oprimido y el pobre en general.

    Los bandidos nobles de nuestros das, no obstante, son rebeldes sin causa,desilusionados y cnicos. Aun cuando saben contra qu estn luchando tortura-dores de las SS, por ejemplo, magnates reaccionarios, asesinos patolgicos, onarcotraficantes y sus jefes-, no tienen ni la menor idea de las causas por las queluchan, o peor an, saben que no estn luchando por nada. Ya no creen en nada,salvo tal vez en la posibilidad de encontrar alguna pequea porcin de felicidadpersonal a corto plazo. Su rebelin surge no de la esperanza, sino de la amargu-ra; no del amor por los oprimidos, sino del odio por la opresin; de un rechazoa la sociedad tal cual es, pero no de la posibilidad de cambiarla por una mejor.

    El bandido noble de ayer era un pequeoburgus precursor de la futura revo-lucin burguesa. El de hoy es el rebelde pequeoburgus en contra de un presen-te burgus en decadencia, y la sensibilidad individual o incluso el herosmo nopueden ocultar la impotencia social de su clase. Son rebeldes sin causa porquesu clase no tiene un futuro independiente. No son, huelga decirlo, ningunosprecursores de la revolucin socialista.

    As pues, el balance de esta nueva rebelda, este asombroso retorno al crimi-nal-como-hroe, es ambiguo. Es cierto que el rechazo de los valores sociales pre-dominantes en la ltima fase de la novela policaca constituye un factor desestabi-lizador ms que estabilizador para la sociedad burguesa. Al mismo tiempo, sin

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  • embargo, la idealizacin de la venganza privada, de la violencia privada dirigidacontra los criminales, es extremadamente ominosa, ya que estos productos de laimaginacin corresponden a una aterrorizante propagacin en la vida real deviolencia al acecho o en defensa propia. Ayudan a propiciar y justificar talviolencia que, a su vez, toma un ms acentuado contenido prefascista o pro-tofascista, con un impulso central claramente xenofbico y racista quedesemboca en asaltos tipo pogrom en comunidades norafricanas en Francia,comunidades asiticas o hindes orientales en Gran Bretaa, comunidadesturcas en Alemania, comunidades negras o hispanas en Estados Unidos, etc.As pues, en virtud de un asombroso giro ideolgico, vemos que mientras elbandido bueno de siglos anteriores casi siempre luchaba en pro de laigualdad y, en contra de la discriminacin o la intolerancia, la contraparte defines del siglo XX lucha en pro de la desigualdad y es tnica o racialmentediscriminatoria.

    Ms an, la venida a menos de la ley y el orden en el thriller contempor-neo, aunque no sea objetable en principio, puede tener efectos que van msall de la mera reaparicin del bandido bueno como hroe. Cualquier forma decrimen, incluso la ms degradante para la dignidad humana, puede ser inter-pretada como banal o valiente. Esto subyace a una cuestin que mencionamoscon anterioridad: que la decadencia de los valores burgueses no arroja resulta-dos positivos automticamente. Puede, claro est, ir de la mano del surgimien-to de valores sociales de mayor altura. Pero de igual modo, puede dirigirsehacia una decadencia general de todos los valores humanos, cualquier tipo dehumanismo, cualquier reconocimiento de lo bsicamente sagrado de la vidahumana y la dignidad bsica de todos los seres humanos.

    La propagacin de los juegos de vdeo y la feroz competencia que esto hadesatado han llevado a una bsqueda frentica de necesidades particulares alas cuales servir, con objeto de expandir la participacin de cada manufactoren el mercado. En uno de los juegos ms recientes, Vida callejera, el jugadorha de asumir el papel de un rufin. Su vida no es fcil, sus preocupaciones sonmuchas. Invertir en un Chrysler Le Baron o en un Cadillac Eldorado?Cunto debe pagarle a sus prostitutas, a sus guardaespaldas, a sus abogadosy a los policas? Segn el propio inventor del juego, Arthur Wood (reporterode una estacin local de televisin de Houston, Texas): Los jugadores sesumergen completamente en este miserable universo y slo son capaces deresolver el problema adoptando los valores [sic] del ms indigno de todos losrufianes. Aparentemente, Wood no ve ningn problema en ganar dinero dise-minando los valores de este indigno rufin: una vez ms, non olet. Tal pareceque su siguiente creacin gira en torno a la estimulacin de distintos actossexuales por medio de la computadora! (Cfr. Liberation, 2 de septiembre de1982).

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  • Desde un punto de vista ms general, incluso en los mejores ejemplos delgenre, la decadencia del maniquesmo va acompaada de una decadencia dela racionalidad, del triunfo del absurdo. El nombre de la rosa de Umberto Ecoes un buen smbolo de lo anterior. El monje asesino envenena un libro prohi-bido de modo que la bsqueda pecaminosa de conocimiento literalmente seconvierta en causa de muerte!

    As pues, la evolucin de la literatura policaca claramente refleja, como enun espejo, la evolucin de la ideologa burguesa, de las relaciones sociales enla sociedad burguesa, quizs hasta del propio modo de produccin capitalista.Notablemente, un idelogo conservador alemn, Johannes Gross, ha apuntadola misma correspondencia entre el relato policaco y la sociedad burguesa yaun ha intentado ubicarla histricamente.

    En pocas feudales no se poda haber escrito ningn relato policaco sim-ple y sencillamente porque para ello se requiere un sistema legislativo racio-nal El detective de la novela criminal clsica es la expresin misma de unasociedad capaz de ordenar sus propios asuntos, libre de interferencias exter-nas; en ninguno de los libros que ahora se consideran clsicos, el detectivepertenece a un grupo social distinto de aqul en el que ocurre el crimen, esdecir, los estratos ms altos de la sociedad Hoy da, la predominancia delorden burgus est acabada [Vaya un juicio prematuro!], acabada al igual quelas grandes ideologas del siglo XIX Y todas las noticias acerca de la desin-tegracin o abandono de las instituciones burguesas constituyen simultnea-mente una posdata de la novela criminal. (Ver: Nachwort zum Kriminalro-man, en Lauter Nachworte: Innenpolitic nach Adenaue).

    La historia de la literatura policaca es una historia social, ya que apareceentrelazada con la historia de la propia sociedad burguesa. Si se preguntara porqu se refleja en la historia de un gnero literario en particular, la respuestasera: porque la historia de la sociedad burguesa es, asimismo, la de la propie-dad y de la negacin de la propiedad, es decir, la del crimen; porque la histo-ria de la sociedad burguesa es tambin la creciente y explosiva contradiccinentre las necesidades individuales o las pasiones, y los patrones mecnicamen-te impuestos de conformismo social; porque la sociedad burguesa en y por smisma engendra el crimen, se origina en el crimen y lleva al crimen; quizporque la sociedad burguesa es, cuando se ha dicho y hecho todo, una socie-dad criminal?

    Transcripcin de Felisa Echegoyen

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    Ernest Mandel (1923-1995) es autor de una obra fundamental en el marxismo delsiglo XX. Fue dirigente de la IV Internacional.