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    2/84T E R A P I A - F O R M A C I N - I N V E S T I G A C I NE R A P I A - F O R M A C I N - I N V E S T I G A C I N

    INFORM INNFORM IN(Horario de secretaria: 10.30-21.00h ininterrumpidamente, menos viernes que es hasta las 20.00h)

    Plaza de Espaa, n 1128008 MADRIDTELF: 91 548 24 95 / 610 74 29 05TELEF. y FAX: 91 548 15 77

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    PAPELESPAPELES DELDELPSICLOGOPSICLOGO

    Edita

    Consejo General de la Psicologa de Espaa

    Director

    Serafn Lemos GirldezDirectores asociados

    Jos Ramn Fernndez Hermida, Manuel EnriqueMedina Tornero, Jos Carlos Nez Prez y Jos MaraPeir Silla

    Consejo Editorial

    Francisco Santolaya OchandoFernando Chacn FuertesJosep Vilajoana i CelayaManuel Mariano Vera MartnezAlfredo Fernndez HerreroFrancisco Snchez EizaguirreManuel Berdullas TemesM Jos Cataln FriasJos Ramn Fernndez HermidaLorenzo Gil HernndezDolores Gmez CastilloM Isabel Martnez Daz de Zugazua

    Rodolfo Ramos lvarezRosa M Redondo GranadoFrancisco Javier Torres AilhaudRamn Jess Vilalta SurezRosa lvarez PradaAna M Snchez Alias

    Consejo Asesor

    Isaac Amigo, Pilar Arrnz Carrillo de Albornoz,Sabino Ayestarn, Francisco Bas, Elisardo Becoa,

    Carmen Bragado, Gualberto Buela, Fernando Calvo,Antonio Cano, Enrique Cantn, Amalia Caas,Antonio Capafons, Helio Carpintero, Jos AntonioCarrobles, Miguel Costa, Mara Crespo, Carmen delRio, Roco Fernndez Ballesteros, Jorge FernndezDel Valle, Concepcin Fernndez Rodrguez, MaraPaz Garca Vera, Jess Gmez Amor, Julio AntonioGonzlez Garca, Florencio Jimnez Burillo, FranciscoJavier Labrador, Araceli Maci, Emiliano Martn, JosJoaqun Mira, Luis Montoro, Jos Muiz, MarinoPrez lvarez, Ismael Quintanilla, Francisco Ramos,Rodolfo Ramos lvarez, Jess Rodrguez Marin,Miguel ngel Vallejo y Oscar Vallina Fernndez.

    Diseo y maquetacin

    Cristina Garca y Juan Antonio Pez

    Administracin y publicidad

    Silvia Berdullas y Cristina Castilla

    Consejo General de la Psicologa de EspaaC/ Conde de Pealver, 45-5 Izq.28006 Madrid - EspaaTels.: 91 444 90 20 - Fax: 91 309 56 15E-mail: [email protected]

    ImpresinVillena Artes GrficasAvda. Cardenal Herrera Oria, 242 Edif. B28035 Madrid

    Depsito Legal

    M-27453-1981 / ISSN 0214-7823

    De este nmero 2 del Vol. 34 de Papeles del

    Psiclogo se han editado 55.800 ejemplares.

    Este ejemplar se distribuye gratuitamente a todos

    los colegiados pertenecientes a los diversos

    Colegios que forman parte del Consejo General

    de la Psicologa de Espaa.

    Los editores no se hacen responsables de las opiniones

    vertidas en los artculos publicados.

    R E V I S T A D E L C O N S E J O G E N E R A L D E L A P S I C O L O G A D E E S P A A

    Artculos

    82.82. Segunda evaluacin de tests editados en EspaaVicente Ponsoda y Pedro Hontangas

    91.91. La Psicologa Positiva y sus enemigos: Una rplica en base a la evidenciacientficaCarmelo Vzquez

    116.116. Psiclogo/a Educativo: Formacin y funcionesJuan Fernndez

    123.123. Coordinacin sociosanitaria y evaluacin integral en demencias: El rol de lasasociaciones de familiares de enfermos de Alzheimer

    Mara Eugenia Domnguez Orozco

    132.132. Atencin infantil temprana en EspaaMara Auxiliadora Robles-Bello y David Snchez-Teruel

    144.144. Abuso sexual en la infancia y la drogodependencia en la edad adultaFernando Prez del Ro y Manuel Mestre Guardiola

    150.150. Gua de entrevista para el Anlisis Funcional de Conductas en personastransexuales dentro de un equipo multidisciplinarJos Miguel Rodrguez Molina

    Libros

    155.155. Aprender a investigar, aprender a cuidar: Una gua para estudiantes yprofesionales de la saludBays, R. Barcelona: Plataforma Editorial, 2012Toms Caycho Rodrguez

    Articles

    82.82. Second evaluation of tests published in SpainVicente Ponsoda and Pedro Hontangas

    91.91. Positive Psychology and its enemies: A reply based on scientific evidencesCarmelo Vzquez

    116.116. Educational Psychologist: Training and functionsJuan Fernndez

    123.123. Social and sanitary coordination and complete assessment in dementia: The roleof Alzheimers disease associationsMara Eugenia Domnguez Orozco

    132.132. Early intervention in SpainMara Auxiliadora Robles-Bello and David Snchez-Teruel

    144.144. Childhood sexual abuse and adulthood drug dependenceFernando Prez del Ro and Manuel Mestre Guardiola

    150.150. Interview guide for the Functional Analysis of Behavior with transgender peoplewithin a multidisciplinary teamJos Miguel Rodrguez Molina

    Books

    155.155. Aprender a investigar, aprender a cuidar: Una gua para estudiantes yprofesionales de la salud [Learning to do research, learning to take care: A guidefor students and health professionals]Bays, R. Barcelona: Plataforma Editorial, 2012Toms Caycho Rodrguez

    2SumarioContents

    V O L U M E N 3 4

    M a y o - A g o s t o

    2 0 1 3

    Papeles del Psiclogo est incluida en las bases dedatos PsycINFO, Psicodoc y del ISOC (Psedisoc),del DOAJ (Directory of Open Access Journals),

    Elsevier Bibliographic Database: SCOPUS,Redalyc, IBECS y EBSCO; y tambin se puede

    consultar en la pgina WEB del Consejo Generalde la Psicologa de Espaa:http://www.cop.es

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    os tests psicolgicos son herramientas muy utiliza-das por la mayora de los psiclogos. Con ellostoman decisiones de considerable impacto social

    en los diversos campos de actuacin de la Psicologa,como el educativo, clnico, social, organizacional y jur-dico. No resulta extrao entonces que varios pases eu-ropeos realicen procesos sistemticos de evaluacin desus tests. Es el caso del Reino Unido, Alemania, Norue-ga y, en especial, Holanda. Evers, Sijtsma, Lucassen yMeijer (2010) informan de las principales caractersticas

    del proceso de evaluacin holands. Hace ms de 40aos, la Comisin de Tests del Colegio de Psiclogos ho-lands puso en marcha una primera evaluacin de lacalidad de sus tests, dando lugar a un primer libro deevaluaciones, publicado en 1969. A esta primera publi-cacin han seguido cinco ms, la ltima en 2009. Entre1982 y 2010, el nmero de tests revisados ha sido 878,

    que son prcticamente todos los editados. Por tanto, enHolanda, quien est interesado en aplicar un test puedeencontrar una evaluacin independiente y rigurosa de sucalidad y propiedades.Muiz y Fernndez-Hermida (2010) muestran que la

    opinin de los psiclogos espaoles sobre el uso de lostests es claramente positiva. En una escala de 1 (desa-cuerdo total) a 5 (totalmente de acuerdo), fue 4.41 lamedia en el tem Utilizados correctamente los tests sonde gran ayuda para el psiclogo. Tambin estn de

    acuerdo (media = 4.13) con el tem El Colegio Oficialde Psiclogos debera de ejercer un papel ms activopara regular y mejorar el uso que se hace de los tests.En el mismo estudio, los acuerdos anteriores se tornan enligero desacuerdo (media = 2.71) cuando la frase esLos profesionales disponen de suficiente informacin(revisiones independientes, investigaciones, documenta-cin) sobre la calidad de los tests editados en nuestropas. Estos resultados animaron al Colegio Oficial dePsiclogos (COP), por medio de su Comisin de tests

    SEGUNDA EVALUACIN DE TESTSEDITADOS EN ESPAA

    Vicente Ponsoda1y Pedro Hontangas2

    1Universidad Autnoma de Madrid. 2Universidad de Valencia

    El artculo describe los resultados de la segunda evaluacin de tests psicolgicos editados en Espaa. La Comisin de Tests del Cole-gio Oficial de Psiclogos decidi que se evaluasen 12 tests, seleccionados principalmente por su novedad y amplio uso. Cada test hasido evaluado por dos expertos. Al igual que en la primera evaluacin (Muiz, Fernndez-Hermida, Fonseca-Pedrero, Campillo-l-varez y Pea-Surez, 2011), los evaluadores hacan su trabajo respondiendo a las preguntas del Cuestionario para la Evaluacinde los Tests (Prieto y Muiz, 2000), que adapta al contexto espaol el modelo elaborado por la Federacin Europea de Asociacio-nes de Psiclogos Profesionales. De cada test se ha evaluado la calidad de los materiales y documentacin, la fiabilidad de sus pun-tuaciones, la cobertura de los estudios de validacin, la calidad de los baremos, etc. Los revisores informaron tambin acerca de laidoneidad del instrumento y proceso seguido en la evaluacin. Se aportan sugerencias que pudieran ser tiles para mejorar las eva-

    luaciones futuras.Palabras clave Tests, Uso de los tests, Evaluacin de tests, Psicometra.This article describes the results of the second evaluation of psychological tests published in Spain. The Committee on Testing of theSpanish Psychological Association agreed on assessing 12 tests, selected mainly for their novelty and wide use. Each test has beenevaluated by two experts. As in the first evaluation (Muiz, Fernndez-Hermida, Fonseca-Pedrero, Campillo-lvarez and Pea-Su-rez, 2011), assessments were made by responding to the Questionnaire for the Assessment of Tests (Prieto and Muiz, 2000), whichadapts to the Spanish context the assessment model developed by the European Federation of Psychologists Associations. Results areprovided in both absolute and relative terms, as they are compared to those of the first evaluation. They refer to the quality of docu-mentation and materials, the coverage of the validation studies, reliability, norms, etc. Reviewers were also asked about the suitabilityof the instrument and procedure used to conduct the assessment. Suggestions are provided that may be useful to improve next testevaluations.

    Key Words Tests, Test use, Test evaluation, Psychometrics.

    Correspondencia: Vicente Ponsoda. Facultad de Psicologa.Universidad Autnoma de Madrid. C/ Ivn Pavlov 6. 28049 Ma-

    drid. Espaa. E-mail: [email protected]

    A r t c u l o s Papeles del Psiclogo, 2013. Vol. 34(2), pp. 82-90http://www.papelesdelpsicologo.es

    L

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    (CT), a empezar la revisin sistemtica de los tests edita-dos en Espaa, siguiendo la estela de las evaluacionesque estn haciendo otros pases. En 2010 se puso enmarcha el proceso y se revisaron 10 tests. Los principa-

    les resultados se han publicado en esta misma revista(Muiz, Fernndez-Hermida, Fonseca-Pedrero, Campi-llo-lvarez y Pea-Surez, 2011). En la web del COP(http://cop.es/8) estn disponibles las revisiones com-pletas de cada test. La experiencia fue valorada positiva-mente por la CT y se decidi realizar una segundaevaluacin. El presente trabajo describe sus principalesresultados.

    PROCESO DE EVALUACINEl proceso seguido en esta segunda evaluacin coin-

    cide bsicamente con el de la primera, con alguna di-ferencia que se indicar oportunamente. En primerlugar, la CT decidi qu tests deban ser revisados.Decidi que fuesen 12. Once son pruebas comerciali-zadas por los editores de tests que integran la CT (3de EOS, 3 de Pearson y 5 de TEA). La prueba duod-cima es la escala EPV-R (Echebura, Amor, Loinaz yCorral, 2010), no comercializada, que viene siendoaplicada para la deteccin de riesgo alto de violenciagrave contra la pareja en muchas comisaras de poli-ca. La lista de los 12 tests se muestra en la Tabla 1. El

    siguiente paso fue decidir quin podra ser el coordi-nador. A propuesta de la CT, el primer firmante de es-te trabajo acept serlo.A continuacin comenz la bsqueda de los revisores.Como en la primera evaluacin, se pens que lo apro-piado era que un evaluador fuese ms experto en cues-tiones psicomtricas y el otro lo fuese ms en las

    variables sustantivas que el test meda. Se puso especialcuidado en los siguientes tres asuntos: En primer lugar,se procur que el experto en Psicometra evaluase el testque por contenido pudiese interesarle ms y conocer me-jor. Algo similar se hizo con los expertos en el contenido.Del conjunto de expertos en un contenido particular fueelegido el que tuviese publicaciones ms relacionadascon los tests. En segundo lugar, el coordinador decidino recurrir a ninguno de los revisores participantes en laprimera evaluacin, con la idea de ir poco a poco gene-rando un banco de revisores; pues la CT pretende conti-nuar con el proceso de evaluacin de tests en aossucesivos. Por ltimo, se procur que los revisores no tu-

    viesen relacin directa con los autores de los tests. Dehecho, en la carta de invitacin se les indicaba que no

    aceptasen participar en la revisin si dudaban de quepudiesen hacer una valoracin objetiva.Una primera lista con los 2 posibles revisores de cada

    test fue analizada por otros 2 miembros de la CT. Advir-

    tieron que un revisor no era apropiado y la lista fue mo-dificada. A continuacin, el coordinador les invit aparticipar. De las 24 invitaciones, el nmero de rechazosfue 2. En un caso, por razones personales muy compren-

    VICENTE PONSODA Y PEDRO HONTANGAS

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    TABLA 2REVISORES QUE LLEVARON A CABO

    LA EVALUACIN DE LOS TESTS

    Revisor Afiliacin

    Francisco Jos Abad Garca Universidad Autnoma de MadridJess Alonso Tapia Universidad Autnoma de MadridJess Alvarado Izquierdo Universidad Complutense de MadridJuan Antonio Amador Campos Universidad de BarcelonaRamn Arce Fernndez Univers idad de Santiago de CompostelaRoberto Colom Maran Univers idad Autnoma de MadridPere Joan Ferrando Piera Univers idad Rovira y Virgil iEduardo Garca Cueto Universidad de OviedoPaula Elosua Oliden Universidad del Pas VascoPedro Hontangas Beltrn Universidad de ValenciaFernando Jimnez Gmez Univers idad de Salamanca

    Antonio Lobo Satu Universidad de ZaragozaRal Lpez Antn Universidad de ZaragozaRamn Lpez Snchez Universidad Complutense de MadridAntonio Maldonado Rico Universidad Autnoma de MadridMara Rosario Martnez Arias Universidad Complutense de MadridJulio Olea Daz Universidad Autnoma de MadridJos Olivares Rodrguez Universidad de MurciaJos Luis Padilla Garca Universidad de GranadaLilisbeth Perestelo Prez Servicio Canario de la SaludGerardo Prieto Adnez Universidad de SalamancaMara ngeles Quiroga Estvez Universidad Complutense de MadridJordi Renom Pinsach Universidad de BarcelonaJess Salgado Velo Universidad de Santiago de CompostelaCarme Vi ladrich Segus Univers idad Autnoma de Barcelona

    TABLA 1RELACIN DE TESTS EVALUADOS

    BAI Inventario de ansiedad de Beck BAS-II Escalas de aptitudes intelectualesBDI-II Inventario de depresin de Beck-IICEAM Cuestionario de estrategias de aprendizaje y motivacinCompeTEA Cuestionario para la evaluacin de las competencias en el

    contexto laboralEPV-R Escala de prediccin del r iesgo de violencia grave contrala pareja - Revisada

    ESCOLA Escala de conciencia lectoraESPERI Cuestionario para la deteccin de los tras tornos del

    comportamiento en nios y adolescentesMerrill-Pamer-R Escalas de desarrollo Merrill-Palmer revisadasPAI Inventario de evaluacin de la personalidadRIAS/RIST Escalas de inteligencia de Reynolds/Test de inteligencia

    breve de ReynoldsWNV Escala no verbal de aptitud intelectual de Wechsler

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    sibles, y en el segundo por considerar el evaluador quesu evaluacin podra no ser objetiva. La seleccin de re-

    visores, que es un punto trascendental, es uno de los as-pectos que ha resultado ms satisfactorio. Como se

    puede ver en la Tabla 2, su calidad cientfica es difcil-mente mejorable y as lo ha sido tambin su involucra-cin y buen hacer en las distintas fases del proceso. Elcoordinador aprovecha estas lneas para expresar suprofundo agradecimiento a todos ellos.Los editores pusieron a disposicin del COP dos ejem-

    plares completos de cada test. El COP envi uno a cadarevisor. En relacin al test EPV-R, no comercializado, elcoordinador explic al autor principal que su test iba aser revisado y le pidi que indicase la documentacinmnima sobre la que los revisores pudieran hacer su tra-

    bajo. Su respuesta fue positiva y muy colaboradora, yas se determin la documentacin que los dos revisoreshabran de evaluar.Como en la primera evaluacin, la recogida de las

    evaluaciones se ha de hacer respondiendo al Cuestiona-rio para la Evaluacin de los Tests (CET), que adapta alcontexto espaol el modelo de evaluacin de tests desa-rrollado por la Federacin Europea de Asociaciones dePsiclogos Profesionales (Prieto y Muiz, 2000).En las siguientes lneas se ofrece una breve descripcin

    del CET, pues el resto del trabajo hace continuas referen-

    cias a sus caractersticas. Tiene tres apartados. El prime-ro (Descripcin general) consta de 31 preguntas sobre elnombre del test, autores, fecha de publicacin, descrip-cin de qu mide, reas de aplicacin, formato de lostems, modos de administracin, precio, etc. El segundoapartado (Valoracin de las caractersticas) consta, a su

    vez, de varios sub-apartados y contiene 35 preguntas entotal. Las preguntas del primer sub-apartado tienen que

    ver con la calidad de los materiales, documentacin einstrucciones, la fundamentacin terica, la facilidad deadministracin, la calidad del proceso de adaptacin yel anlisis formal y psicomtrico de los tems. Las pre-guntas del segundo sub-apartado (validez) evalan la

    validez de contenido, de constructo, predictiva y el sesgode los tems. El tercer sub-apartado (fiabilidad) incluyepreguntas sobre indicadores de equivalencia, consisten-cia interna y estabilidad. El ltimo sub-apartado evalala calidad de los baremos. En el tercer y ltimo apartado(Valoracin global) el revisor ha de aportar su evalua-cin global, la relacin de puntos fuertes y dbiles deltest y ha de rellenar dos tablas resumen. La primera hade completarse a partir de las 31 preguntas del aparta-

    do Descripcin general y la segunda requiere la evalua-cin en 12 caractersticas (listadas en la primera colum-na de la Tabla 3) que resumen las evaluacionesproporcionadas en el apartado Valoracin de las carac-

    tersticas. De las 68 preguntas del CET, 25 son cuantitati-vas y se han de responder en una escala tipo Likert de 5categoras (desde 1, inadecuada, a 5, excelente). Encada pregunta se detalla el significado concreto de ex-celente. El resto son preguntas abiertas.Se comunic a cada revisor que su tarea principal era

    aplicar el CET al test que se le haba asignado y se le in-form sucintamente tambin de las siguientes fases delproceso. Recibidas las evaluaciones, fue tarea del coor-dinador generar una evaluacin conjunta a partir de lasdos recibidas.

    El penltimo paso fue enviar las evaluaciones conjuntasa los editores y autores del test no comercializado pararecabar su parecer y comentarios. Las respuestas han

    variado apreciablemente en extensin y en acuerdo conlo indicado en la evaluacin enviada. En nuestra opininla participacin del editor/autor es un elemento muy im-portante para asegurar la calidad de la revisin final. Apartir de las respuestas recibidas, el coordinador modifi-c las evaluaciones cuando lo consider oportuno y ge-ner las evaluaciones finales. El ltimo paso fuepresentarlas a la CT, para que las conociese y diese el

    visto bueno, antes de hacerlas pblicas.RESULTADOSComo se ha indicado, el CET requiere evaluaciones

    cualitativas y cuantitativas. No todas las preguntas pue-den puntuarse. Por ejemplo, una pregunta requiere quese evale la calidad de la adaptacin, cuando no todoslos tests evaluados son adaptaciones. En otras, el manualpuede no ofrecer informacin sobre lo que se pregunta.Para obtener alguna evidencia de la fiabilidad entre losevaluadores, se ha calculado la correlacin entre laspuntuaciones otorgadas por los 2 evaluadores de cadatest en las preguntas (5) en las que todos los tests evalua-dos tienen puntuaciones. La mediana de las 12 correla-ciones, tantas como tests evaluados, es 0.61.Los principales resultados se muestran en la Tabla 3,

    que contiene las evaluaciones de los 12 tests en cadauna de las 12 caractersticas incluidas en la tabla resu-men de valoracin. La penltima columna contiene lasmedias de las evaluaciones en cada caracterstica (su

    valor mnimo es 1 y el mximo, 5). La mayor media es5, y corresponde a la caracterstica Anlisis del sesgo,

    TESTS EDITADOS EN ESPAA

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    si bien se ha obtenido slo a partir de un test. En la pri-mera evaluacin, ninguno de los 10 tests fue evaluadoen esta caracterstica. Las siguientes mejores medias son4.32 y 4.29 y corresponden a Calidad de los materia-

    les y documentacin y Adaptacin espaola. La me-nor es 3.40 y corresponde a la caracterstica Fiabilidadque informa de la estabilidad. El punto neutro de la es-cala de respuesta es 3 (Adecuada). Incluso la menormedia supera este punto neutro. Las dos siguientes peo-res son 3.50 y 3.55 que corresponden a Validez decontenido y Validez predictiva, respectivamente.En la primera evaluacin las caractersticas que resulta-

    ron mejor evaluadas, con medias 4.5 y 4.35, fueron laFiabilidad mediante indicadores de equivalencia y laCalidad de los materiales y documentacin, respecti-

    vamente. La que result peor, con media 3.5, fue el indi-cador de Fiabilidad que informa de la estabilidad,como ha ocurrido en la segunda evaluacin. Comparan-do los resultados de las 2 ltimas columnas se apreciaque en Validez de contenido ha resultado claramentepeor la segunda evaluacin, mientras en Validez deconstructo ha resultado peor la primera.La media total de la segunda evaluacin ha sido 4.02, li-

    geramente por encima de la media de la primera evalua-cin (3.96). Eliminando de la segunda evaluacin la

    caracterstica Anlisis del sesgo, que solo ha sido eva-luada en uno de los 22 tests de ambas evaluaciones, lamedia de la segunda evaluacin quedara en 3.93. Laevaluacin media queda muy cerca de 4, valor al que co-

    rresponde la etiqueta Buena en la escala de respuesta.Evers et al. (2010) informan de las medias de las eva-

    luaciones realizadas por los revisores holandeses. La es-cala de respuestas en este caso es de 3 categoras: 1(Insuficiente), 2 (Suficiente) y 3 (Bueno). La mediade los ltimos 540 tests revisados es 2.03, muy prximaal punto neutro de la escala de respuestas (2), cuandolas medias espaolas estn claramente por encima delpunto neutro de la correspondiente escala. Son variaslas diferencias entre el sistema holands de revisin y elespaol, por lo que no resulta fcil explicar las diferen-

    cias encontradas. Una importante es que los holandesesevalan en 7 criterios, mientras que las evaluaciones es-paolas mostradas en la Tabla 3 lo hacen en 12, lo quecuestiona que el significado de las puntuaciones sea re-almente el mismo. En la Tabla 3, se ha utilizado unguin para indicar ausencia de informacin o no proce-de. Cabe la duda de si algunos de los guiones que indi-can ausencia de informacin no debieran ser ms bienuna puntuacin baja. De serlo, por supuesto, las mediasseran menores.

    VICENTE PONSODA Y PEDRO HONTANGAS

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    TABLA 3RESUMEN DE LAS CALIFICACIONES DE LOS TESTS AVALUADOS

    Tests evaluados Media Media2012 2011

    Caractersticas BAI BAS-II BDI-II CEAM Compe EPV-R ESCOLA ESPERI Merrill PAI RIAS WNV TEA Palmer-R RIST

    Calidad de los materiales 4.5 4.5 5 3.5 4.5 - 3.5 3 5 4.5 4.5 5 4.32 4.35y documentacinFundamentacin terica 4 5 5 4 4 3 3 3 4 5 4 4 4.00 4.20Adaptacin espaola 4 5 4 - - - - - 5 4 4 4 4.29 4.25Anlisis de los tems 4 5 4 4 4 3 4 3 4 4 4 - 3.91 3.58Validez de contenido 3 4 4 - 3.5 2.5 3.5 2 4 4 4 4 3.50 4.25

    Validez de constructo 4.5 5 5 4 4 2 2.5 4 4.5 4.5 5 5 4.17 3.60Anlisis del sesgo - 5 - - - - - - - - - - 5.00 -Validez predictiva 4 4 5 2.5 3.5 3 3.5 - - 3 4 3 3.55 3.57Fiabilidad: equivalencia - - - - - - 4 - - - - - 4.00 4.50Fiabilidad: consistencia interna 4.5 4 5 4 3 3.5 4 4 4.5 4.5 4.5 4.5 4.17 3.75Fiabilidad: estabilidad - 3 - - - - - - 4.5 3.5 3 3 3.40 3.50Baremos - 4 - 4 4 - 3 4 4 4 4.5 4 3.94 4.00

    Media global 4.02 3.96

    Notas: Las puntuaciones de la tabla estn dadas en una escala cuyos 5 valores son: 1= inadecuado, 2=adecuado pero con algunas carencias, 3= adecuado,4= bueno, 5= excelente. Cuando aparece un guin (-) significa que no se aporta informacin o no procede.

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    COMENTARIOS SOBRE EL CET Y EL PROCESO DEEVALUACIN DE TESTSEn relacin al CETMuiz et al. (2011) indican que convendra modificar el

    CET a la luz de los cambios introducidos en el nuevo mo-delo de evaluacin europeo (Evers et al., 2010) y mejorarlas preguntas que haban resultado en alguna medidaproblemticas en la primera evaluacin. A partir de loscomentarios de los revisores de la segunda evaluacin,podemos aadir algunas sugerencias adicionales.En cada una de las 25 preguntas cuantitativas del CET

    hemos obtenido la varianza de las 2 evaluaciones dadaspor los 2 revisores de cada test. A continuacin hemosobtenido la media de las 12 varianzas (una por test) co-mo indicador de la ambigedad/dificultad de aplica-

    cin de cada pregunta. Cabe esperar que el acuerdoentre los 2 evaluadores sea menor (y sea mayor la va-rianza) en las preguntas problemticas. De las 25 pre-guntas, las tres que resultaron con mayor varianzamedia fueron la 2.9.1 (Anlisis de los tems), la2.10.1.2 (Nmero de expertos consultados en la vali-dacin de contenido) y la 2.10.3.2 (Tamao de lasmuestras en la validacin predictiva). El desacuerdo en-tre los revisores en la evaluacin del anlisis de tems pu-diera deberse a que los expertos en Psicometra evalanespecficamente el anlisis psicomtrico de tems, mien-

    tras que los expertos en contenido pudieran haber eva-luado la calidad de los tems sin prestar tanta atencin aque el manual proporcione los indicadores de discrimi-nacin, de dificultad, detalles de los tems eliminados,etc. Las preguntas referidas a la validez de contenidohan resultado en cierta medida problemticas; pues, pa-ra algunos evaluadores, la informacin que el manualofrece, cuando se describe el desarrollo del test, sobre latabla de especificaciones y los procesos seguidos paracomprobar que los tems se relacionan con el constructoque se pretende medir es evidencia suficiente de validezde contenido. Sin embargo, para otros evaluadores, unestudio de validez de contenido debe ser un estudio pos-terior al desarrollo del test que pretende mostrar eviden-cias de si el test evala realmente las partes relevantesdel constructo de inters. Si existe cierto desacuerdo enqu se entiende por validez de contenido no es de extra-ar que tambin lo exista en el nmero de expertos invo-lucrados en dicha validacin. Algo similar puede decirsede la validacin predictiva. La lnea de separacin entrela validez de constructo convergente y la validez de cri-terio es a menudo muy delgada. Los manuales presentan

    a veces en el apartado de validez predictiva estudiosque pudieran ser considerados de validacin convergen-te. No resulta entonces raro que los evaluadores mues-tren desacuerdo a la hora de informar del tamao de la

    muestras.Un asunto al que futuras ediciones del CET convendra

    que prestasen ms atencin es el de qu peso dar a losdatos originales frente a los obtenidos en la adapta-cin. El CET incorpora una pregunta para evaluar lacalidad de la adaptacin. Los manuales suelen ofrecermuchos resultados obtenidos con el test original y gene-ralmente menos con el test adaptado; pues, como cabeesperar, el test original lleva ms tiempo disponible yse ha aplicado ms veces. Por ejemplo, en el apartadode validez de constructo es frecuente que el manual

    ofrezca muchos estudios hechos con el test original yalgunos hechos en Espaa Qu peso se ha de dar aunos y a otros en la evaluacin de la validez de cons-tructo? Hay que tener en cuenta en la evaluacin to-dos los estudios o solo los segundos? Este asunto puedeestar detrs de algunas de las discrepancias observa-das entre los evaluadores.En lnea con lo sugerido por Muiz et al. (2011) sobre

    la primera evaluacin, hay que indicar con ms claridadcmo debe proceder el evaluador. Tres evaluadores dela segunda evaluacin modificaron las opciones del CET

    cuando no encontraban alguna que se ajustase a lo quequeran decir. Estara bien incluir un conjunto de instruc-ciones generales, indicando que las opciones del CET nose deben modificar, dando pautas sobre si el evaluadorpuede o no aadir una nota explicativa o justificativa delas evaluaciones cuantitativas que otorga, que no se de-ben dejar preguntas sin contestar, etc. Quizs convengaaadir un glosario con la definicin de los trminos psi-comtricos que puedan plantear dudas de comprensin.Como Prieto y Muiz (2000) sugieren, podra contem-plarse la posibilidad de una administracin informatiza-da del CET. Hara ms uniforme el proceso de respuesta,admitira solo una o ms de una respuesta dependiendode la pregunta, podra dar el significado de algn trmi-no pulsando sobre l, calculara automticamente lapuntuacin en las preguntas en las que se espera que lapuntuacin sea la media de las puntuaciones asignadasa otras preguntas, etc.Cabe plantearse si el actual CET resulta adecuado para

    todos los tipos de tests. Para evaluar las ayudas a la in-terpretacin de las puntuaciones, el CET contiene unaseccin de baremos, con 4 preguntas. Sin embargo, en

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    algunas situaciones (escalas clnicas, por ejemplo) tienems sentido y es ms frecuente establecer puntos de cor-te que permiten clasificar la puntuacin obtenida en al-guno de los grupos de inters. Sera mejor que el CET

    incluyera un apartado de interpretacin de puntuacionesque permitiera evaluar adems otras estrategias de inter-pretacin, alternativas a los baremos? Hay pruebas(Evers et al. 2010) que no estn pensadas para predecirresultados externos y en las que tiene poco sentido la va-lidez predictiva. En las escalas clnicas, se suelen ofrecerresultados sobre la capacidad de la prueba para prede-cir la pertenencia a distintos grupos, que no requierencalcular correlaciones. La pregunta con la que se puntala capacidad predictiva del test (Mediana de las corre-laciones del test con los criterios) no parece apropiada

    en este caso.Las bateras plantean algunos problemas especficos. ElCET indica en una nota lo siguiente: Si el test est com-puesto de subtests heterogneos en su formato y caracte-rsticas, rellena un cuestionario para cada subtest.Conviene destacar que no resulta similar el trabajo quesupone al revisor un manual de 50 pginas (BDI-II, porejemplo) que una batera (BAS-II, por ejemplo, con va-rios y extensos manuales y distintas pruebas). En algncaso, el revisor dijo al coordinador que si tena que ha-cerlo como se indica en la nota, no podra hacer la revi-

    sin. Convendra considerar si es adecuado eliminar esanota e indicar claramente qu informacin complemen-taria se ha de aportar en el caso de bateras y en qupreguntas, teniendo presente que sea lo ms razonableposible la cantidad de trabajo que se pide al revisor.Para terminar, a la lista de asuntos que han planteado

    alguna dificultad en la primera y segunda evaluaciones,aadiramos algunas sugerencias ms: Sera mejor des-glosar validez de constructo en estructura interna y rela-cin con otras variables? Algunas pruebas tienen mstems de los que se han de administrar, pues el aplicadorha de seleccionar los apropiados a cada evaluado. Con-

    vendra indicar cmo proceder en ese caso (por ejemplo,indicando el nmero de tems disponibles y el mximoposible de tems a aplicar en cada prueba). Tambin enla segunda evaluacin, la pregunta del CET sobre elprocedimiento de correccin ha planteado alguna difi-cultad, pues a veces se confunde automatizada por or-denador con efectuado exclusivamente por la empresasuministradora. A veces el procedimiento de correccines manual, pero sin plantilla. En 2.11.2.1 se preguntapor el tamao de las muestras. No aparece entre las op-

    ciones varios estudios con muestras pequeas. En ba-remos se punta la calidad de las normas y el tamaode los grupos, pero cmo se tiene en cuenta la aplica-cin de estrategias, como continuous norming (Za-

    chary & Gorsuch, 1985), que palian el problema delreducido tamao de los grupos normativos?

    En relacin al proceso d e revis inMuiz et al. (2011), al hacer balance de la primera

    evaluacin, reconocen que el proceso a seguir para ha-cer la revisin plantea algunas dudas, y seguramente noes independiente de lo anterior el hecho de que los dis-tintos pases sigan procedimientos distintos. En nuestropas, como se ha descrito anteriormente, el procedimien-to de revisin se parece mucho a cmo se revisan los ar-

    tculos en las revistas cientficas, pero hay algunasdiferencias.La revisin de un test no comercial plantea dificultades

    propias, no siendo la menor de ellas la determinacin desobre qu artculos/informes han de hacer los revisoresla evaluacin, al carecer de manual. El primer test no co-mercial revisado ha sido el EPV-R y lo ha sido en esta se-gunda revisin. El coordinador opt por pedir ayuda alos autores, que por cierto la prestaron muy amable yeficazmente. Queda la duda de cmo proceder si algu-na vez no fuera as. Tiene sentido que la CT ponga en

    marcha la revisin del test que considere oportuno y lahaga pblica, pero convendra establecer un protocolode actuacin en estos casos. Podra indicar, por ejemplo,si se ha de informar y pedir colaboracin al autor deltest y quin ha de hacerlo, cmo determinar sobre qudocumentos se ha de basar la revisin, si hay que expli-citar las razones por las que el test ha sido elegido, entreotros posibles contenidos.La ciencia, a veces, no casa del todo bien con el nego-

    cio. Si el manual informa de muchos detalles psicomtri-cos, el precio del test es ms alto, por el esfuerzo dehacerlo y por lo que cuesta el mismo manual (ms pgi-nas). Pudiera entonces ocurrir que seguir las recomen-daciones de mejora que los revisores proponen redundeen dificultades para su comercializacin. Una posiblesolucin quizs sea que los editores ofrezcan la infor-macin fundamental en el manual y la ms sofisticadaen la web. Otro ejemplo de esto mismo se plantea cuan-do el editor no publica en el manual informacin psico-mtrica relevante (por ejemplo, los pesos de los tems enlos factores). Los revisores puntan negativamente queno se ofrezcan estos datos, a pesar de que la informa-

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    cin existe. Una posible solucin a esto ltimo es que loseditores suministren a los revisores, junto con el test, lainformacin disponible requerida por el CET que noaparezca en el manual. Esto habra de hacerse salva-

    guardando la confidencialidad de dicha informacin yel anonimato del proceso de revisin. Un tercer ejemplotiene que ver con las consecuencias de la revisin: delos tests revisados se explicitan sus puntos fuertes, perotambin sus puntos dbiles. Estas informaciones no es-tn disponibles en el caso de los tests no revisados, que-dando la duda de si stos ltimos pudieran resultarmejor parados. Evers et al. (2010) afirman que en Ho-landa se ha establecido la idea de que una buena prc-tica en el uso de los tests es aplicar los que hayanrecibido buenas evaluaciones en el proceso de revisin.

    No podemos estar ms de acuerdo y lo esperable esque algo similar suceda en nuestro pas cuando el pro-ceso de revisin vaya progresando y sean ms y mslos tests revisados.Relacionado con lo indicado al comienzo del prrafo

    anterior cabe hacerse la siguiente pregunta: Tiene sen-tido recomendar anlisis psicomtricos complejos (prue-bas de invarianza, estudios de funcionamientodiferencial, indicadores de precisin de cada medi-da) y solicitar que se aporten detalles (por ejemplo,informacin del ajuste a los modelos) que probable-

    mente no entienden la mayora de los psiclogos apli-cados? Los usuarios lo que seguramente reclaman sonayudas para la interpretacin de las puntaciones. De-biera el proceso de revisin incorporar ms activamen-te el punto de vista de los profesionales? Los revisoressomos en su casi totalidad acadmicos, no tendremosel sesgo de evaluar un test como evaluamos los artcu-los, cuando el objetivo y pblico objetivo son distintos?Como indica Elosua (2012), la Psicometra moderna es-t progresando muy deprisa y la distancia entre los de-sarrollos actuales y los que se vienen aplicando en lastesis, artculos, manuales de tests, etc., por los no ex-pertos en Psicometra suele ser considerable. Reciente-mente, en esta misma revista, Ponsoda (2010) coordinel monogrfico Metodologa al servicio del psiclogo,cuyo propsito era acercar al profesional algunos delos desarrollos psicomtricos modernos, que muy pro-bablemente no haban estudiado anteriormente, comoel sesgo de los tems y tests, el anlisis factorial confir-matorio, los modelos de ecuaciones estructurales, lasconceptos recientes de fiabilidad y validez, las nuevasteoras de los tests, los formatos innovadores de tests e

    tems A nuestro modo de ver, los nuevos desarrollospsicomtricos que los revisores recomiendan ayudan amejorar los tests, pues de su aplicacin resultarn nue-

    vas evidencias de validez, indicadores alternativos de

    la fiabilidad de la prueba, indicadores de la precisinde las medidas individuales, de obvio inters cuandoestamos interesados en la evaluacin individual frente ala colectiva, etc. Lo anterior no es contradictorio conque el manual satisfaga adems las necesidades y exi-gencias del usuario y facilite la aplicacin correcta ycmoda del test. En este mismo sentido, sera interesan-te incorporar la visin del usuario en el proceso de revi-sin, pero obviamente no podra ser pidindoleresponder al CET. Habra que pensar en algn procedi-miento que informe de su satisfaccin con el test, que

    permita conocer sus puntos fuertes y dbiles desde laperspectiva del usuario y no del experto. Lo anteriorparece difcilmente integrable en el proceso de revisinactual. Informacin de este tipo se obtiene con las en-cuestas sobre la opinin sobre los tests (Muiz y Fer-nndez-Hermida, 2000, 2010), si bien obviamente noes especfica de un test particular. En cuanto a la terce-ra pregunta, s creemos que hay un cierto riesgo de ha-cer las revisiones como hacemos las de los artculos,dada la escasa experiencia que tenemos todos en revi-sar tests. Es tarea del coordinador, en sus interacciones

    con los revisores, hacerles ver que, en efecto, el objetivode la revisin no es el mismo que el de los artculoscientficos. Por tanto, sus recomendaciones deben ceir-se a los asuntos que mejoren la prueba, aporten nuevasevidencias de validez y no a propuestas que pudie-ran eventualmente mejorar el conocimiento de los pro-cedimientos psicomtricos aplicados o del constructoque el test mide.Puede hacerse tambin algn comentario en relacin

    al papel del coordinador. En las dos revisiones anterio-res cada revisor ha recibido el test, regalado por eleditor. Lo cierto es que el coordinador tambin necesitalas pruebas sobre las que ha de hacer los informes, pa-ra aadir a las dos revisiones una tercera si lo conside-ra adecuado, para aclarar las discrepancias entrerevisores y para hacer alguna eventual comprobacinsobre lo que autores y editores proponen cambiar en larevisin que se les enva, antes de la evaluacin final.Una posible solucin es que los editores y/o la CT pro-porcionen al centro de trabajo del coordinador laspruebas a revisar que el centro no tenga y no puedaadquirir.

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    CONCLUSIONESEn primer lugar, conviene destacar que el proceso de

    evaluacin de tests iniciado en 2010 contina y va con-solidndose; no obstante, para que esta consolidacin

    resulte ms til, sera conveniente que se produjera unrpido incremento del nmero de tests revisados. Hastael momento se han revisado 22 tests. Uno de ellos es untest no comercializado, elegido por su repercusin so-cial. El test EPV-R, de Echebura et al. (2010), se ha in-corporado al protocolo que siguen en muchascomisaras de polica, tras una denuncia de agresincontra la mujer, para la prediccin de riesgo de violen-cia grave contra la pareja. Anteriormente, los policasdecidan subjetivamente las medidas de proteccin quedeban tomar; con la aplicacin del test, las medidas de

    proteccin son las establecidas para el nivel de riesgoque se sigue de su aplicacin.El nivel medio de los tests revisados es, en trminos ab-

    solutos, bueno (4, en una escala que va de 1 a 5); y casicoincide con el obtenido en la primera evaluacin. Suce-sivas evaluaciones mostrarn si es sta la calidad mediade las pruebas editadas en Espaa, o si, a medida quems y ms tests son evaluados, la media cambia. En lasdos evaluaciones hemos comprobado que slo un test dainformacin detallada del sesgo o funcionamiento dife-rencial de los tems. Estn por debajo de la media en

    ambas evaluaciones 3 caractersticas: Anlisis de lostems, Validez predictiva, y Fiabilidad entendida co-mo estabilidad. En el apartado de puntos a mejorar, sesugiere en varias ocasiones que se informe en el manualde las propiedades individuales de los tems y los crite-rios de seleccin para configurar el test final, que se pro-porcione ms evidencia de la capacidad de la pruebapara predecir criterios relevantes en sus campos de apli-cacin, y que se procure incorporar en nuevas edicionesdel test estudios de fiabilidad test-retest, que informen dela estabilidad de las puntuaciones.Los revisores han advertido algunas otras carencias,

    como las siguientes: la escasa justificacin de los puntosde corte aportados para la interpretacin de las puntua-ciones, la no obtencin de indicadores de la precisin dela puntuacin de cada evaluado sino del test en su con-junto, la escasez de estudios de funcionamiento diferen-cial de tems y tests, y la escasez de estudios que aportenevidencias y justifiquen ciertos usos esperables de laspuntuaciones. La botella se puede ver tambin medio lle-na. En general se ha cuidado mucho la correcta inser-c in del constructo que el test mide en la teora

    psicolgica. Se aprecia el uso en varios tests de la teorade la respuesta al tem, que proporciona por cierto indi-cadores de la precisin de cada medida. Se ha realiza-do algn estudio de funcionamiento diferencial; se han

    aplicado en algunos tests anlisis factoriales confirmato-rios y modelos de ecuaciones estructurales; se han utili-zado desarrollos recientes para la construccin debaremos que permiten obtener muchos distintos, evitan-do que el tamao requerido de la muestra total sea de-masiado grande; en algunos tests se han contempladoacomodaciones, o cambios a hacer en la administra-cin de la prueba cuando se aplica a individuos con al-guna caracterstica especial, que posibiliten unaadecuada interpretacin de las puntuaciones; varios testsproporcionan sistemas automticos de correccin e inter-

    pretacin de puntuaciones; y, por ltimo, en algunas delas pruebas revisadas se cuida la representacin de lasmuestras normativas, incluyendo muestras no incidenta-les, y se aplican procedimientos de validacin cruzadapara evitar indicadores psicomtricos artificialmente al-tos. En fin, es una buena noticia que la distancia entre lateora y la prctica, aludida en el apartado anterior, vareducindose.La evaluacin de la calidad de los tests necesita del CET

    por varias razones. Facilita la tarea de los revisores y delos autores y editores del test, al indicar exactamente qu

    se va a valorar y cmo. Permite a la vez una evaluacincuantitativa y cualitativa de las caractersticas relevantesa tener en cuenta cuando se quiere determinar la cali-dad de un test. Facilita la comparacin de resultados en-tre tests distintos y tandas de evaluacin. Evidentemente,lo anterior no excluye que requiera revisiones. En gene-ral, el CET se podra mejorar aadiendo un glosario conlos trminos susceptibles de diferentes interpretaciones, yaclaraciones y ejemplos sobre las preguntas problemti-cas. Alternativamente, podra tambin contemplarse lainclusin de algn procedimiento de bsqueda de con-senso entre revisores.El CET est inspirado en el modelo de evaluacin de la

    Federacin Europea de Asociaciones de Psiclogos Pro-fesionales y este modelo est siendo modificado en pro-fundidad (Evers et al., 2010). La incorporacin dealgunas de estas modificaciones y la respuesta a las difi-cultades de aplicacin comentadas en este artculo y enMuiz et al. (2011) sugieren que convendra plantearsesu modificacin. Todo indica que en los prximos mesesse publicar una nueva edicin de los standards (AE-RA, APA y NCME, 1999). Compartiendo con Elosua

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    (2012) la idea de que hemos de tenerlos muy en cuenta,la prxima aparicin de los nuevos es otra razn paramodificar el CET.En cuanto al proceso de revisin en su conjunto, nuestra

    impresin es que funciona razonablemente bien; lo que noexcluye que pueda introducirse algn cambio que se con-sidere oportuno. Se entrega a los revisores una cantidadsimblica de 50 euros. Algunos revisores han preferido nocobrarla, pues consideran que, como ocurre con la revi-sin de artculos, son tareas que no deben ser remunera-das. Siguiendo el modelo de las revistas cientficas quenombran al editor y comit editorial por un periodo de 2 o3 aos, se podra considerar si es apropiado o no que elcoordinador y los revisores evalen ms de una tanda detests, durante dos o tres aos, e informen de los resultados

    de la revisin al final del periodo.

    AGRADECIMIENTOSQueremos agradecer su colaboracin a los miembros

    de la Comisin de Tests: Jos Ramn Fernndez Hermi-da, Ana Hernndez Baeza, Miguel Martnez Garca, Mi-lagros Antn Lpez, Viviana Gutman Mariach, y, enespecial a su Presidente, Jos Muiz Fernndez, por sucontinua ayuda. Queremos reiterar tambin nuestroagradecimiento a los revisores por su entusiasta y exce-lente colaboracin.

    REFERENCIASAmerican Educational Research Association, American

    Psychological Association, y National Council of Mea-surement in Education (1999). Standards for educa-

    tional and psychological testing. Washington, DC:American Psychological Association.

    Echebura, E., Amor, P.J., Loinaz, I. y Corral, P. (2010).Escala de Prediccin de Riesgo de Violencia Grave

    contra la pareja Revisada (EPV-R). Psicothema,22(4), 1054-1060.

    Elosua, P. (2012). Tests publicados en Espaa: Usos,costumbres y asignaturas pendientes. Papeles del Psi-clogo, 33(1), 12-21.

    Evers, A., Sijtsma, K., Lucassen, W. & Meijer, R.R.(2010). The Dutch review process for evaluating thequality of psychological tests: History, procedure andresults. International Journal of Testing, 10, 295-317.

    Muiz, J. y Fernndez-Hermida, J.R. (2000). La utiliza-cin de los tests en Espaa. Papeles del Psiclogo, 76,

    41-49.Muiz, J. y Fernndez-Hermida, J.R. (2010). La opininde los psiclogos espaoles sobre el uso de los tests.Papeles del Psiclogo, 31(1), 108-121.

    Muiz, J., Fernndez-Hermida, J.R., Fonseca-Pedrero,E., Campillo-lvarez, A. y Pea-Surez, E. (2011).Evaluacin de tests editados en Espaa. Papeles delPsiclogo, 32(2), 113-128.

    Ponsoda, V. (2010). Metodologa al servicio del psiclo-go. Papeles del Psiclogo, 31(1), 2-6.

    Prieto, G. y Muiz, J. (2000). Un modelo para evaluar lacalidad de los tests utilizados en Espaa. Papeles delPsiclogo, 77, 65-71.

    Zachary, R. A. & Gorsuch, R. L. (1985). Continuous nor-ming: Implications for the WAIS-R.Journal of ClinicalPsychology, 41, 8694.

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    Renunciar a la felicidad, afirma Kant, sera renunciara ser hombre. Comte-Sponville et al. (La historia ms

    bella de la felicidad, 2005, p. 9).

    os argumentos pasionales no deberan tener unlugar prominente en una discusin acadmica.Pero creo que algo de esto sucede en algunas

    apreciaciones crticas formuladas a la Psicologa Positiva

    (PsiPos) en el volumen 33 de Papeles del Psiclogo(2012, vol. 33, n3), un espacio que pertenece al colecti-vo de los psiclogos colegiados en ejercicio y que debevelar por el buen nombre de la Psicologa y sus profesio-nales. No quisiera entrar a responder uno a uno a losargumentos que se sealan en esas crticas, primero por-que nadie me ha solicitado hacerlo y, sobre todo, por-

    que el lector no merece que se le castigue con discusio-nes parasitarias. Pero creo honestamente que la PsiPosmerece una mirada que haga justicia a sus fundamentos,sus prcticas, y cmo no, a sus limitaciones que, proba-blemente, son en buena medida comunes al quehacer dela Psicologa en general.No resulta fcil entablar un debate racional para res-

    ponder a algunas crticas que, bajo una apariencia cul-

    ta, conllevan descalificaciones nada acadmicas. Tras elescudo de oportunas citas literarias o filosficas, calificarel optimismo como canalla o sin escrpulos, denun-ciar la mala fe de la literatura de la PsiPos, tildar demagia la actividad de unos colegas, o hablar de la fe-licidad desptica (Prez-lvarez, 2012) deja apenasresquicio para el oponente. Y lo mismo cuando se tilda asus impulsores o seguidores como ignorantes o manipu-ladores (Fernndez-Ros y Novo, 2012). Se trata de jui-cios de valor que enturbian el terreno de la

    LA PSICOLOGA POSITIVA Y SUS ENEMIGOS:UNA RPLICA EN BASE A LA EVIDENCIA CIENTFICA

    Carmelo VzquezUniversidad Complutense de Madrid

    La Psicologa Positiva ha sido objeto de ataques apasionados. Se ha cuestionado su novedad, su alcance cientfico, sus intenciones eincluso la honestidad de sus seguidores. Adems, por extensin, se ha puesto en duda que la Psicologa en su conjunto se ocupe detemas como el bienestar humano. En esta revisin ofrecemos una respuesta a algunas crticas desproporcionadas y efectuamos unrepaso de la abrumadora evidencia existente derivada de la activa y slida agenda de investigacin que existe sobre las emociones

    y cogniciones positivas (p.ej.: optimismo) y su relacin con la salud y el bienestar psicolgico. La Psicologa no puede estar de espal-das a un movimiento general creciente, en las ciencias sociales y en el mbito de la discusin poltica y econmica, que sita el bie-nestar psicolgico como un foco legtimo de atencin. En esa direccin, la Psicologa Positiva est contribuyendo, con los conceptos

    y herramientas propios de la Psicologa, a articular y apoyar una buena parte de la investigacin y promocin de esos temas crucia-

    les. Finalmente se plantea que, en base a un dilogo acadmico veraz y respetuoso, la Psicologa ineludiblemente deber integrarfluidamente el enfoque sobre el funcionamiento positivo para poder explicar de un modo ms integrador la naturaleza humana.Palabras clave Psicologa positiva, Optimismo, Salud, meta-anlisis, Psicoterapia, Mitos.Positive Psychology has been targeted with passionate attacks that have questioned its novelty, scientific scope, hidden intentions andeven the honesty of its followers. Also, by extension, some critics have cast doubt that psychology as a whole should deal with topicssuch as human well-being. In this review, we provide a rebuttal to some of extreme forms of criticism. We carry out a review of theoverwhelmingly cumulative evidence, derived from an active and robust research agenda, which reveals consistent relations betweenpositive emotions and cognitions (e.g. optimism), health outcomes, and psychological wellbeing. Psychology cannot be apart from agrowing movement, in the social sciences and in the field of economics and policy-making, which places psychological wellbeing asa legitimate focus of attention. In this regard, Positive Psychology, with the best tools for psychological research, is helping to articula-te and support a good part of the research and promotion of these crucial issues. Finally, it is argued that based on a truthful and

    respectful academic dialogue, psychology must inevitably address the focus on positive functioning to explain human nature in a mo-re inclusive way.Keywords Positive psychology, Optimism, Health, Meta-analysis, Psychotherapy, Myths.

    Correspondencia: Carmelo Vzquez. Facultad de Psicologa.Universidad Complutense de Madrid. Campus de Somosaguas.

    28223 Madrid. Espaa. E-mail: [email protected]

    A r t c u l o sPapeles del Psiclogo, 2013. Vol. 34(2), pp. 91-115

    http://www.papelesdelpsicologo.es

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    argumentacin y, por cierto, pueden ser innecesaria-mente ofensivos para muchos.Las crticas a la Psicologa Positiva se han sucedido

    desde su origen y en ella han intervenido desde psic-

    logos, como el infatigable polemista James Coyne(Coyne y Tennen, 2010a), hasta filsofos foucaultianos(Binkley, 2011), expertos en literatura (Wilson, 2008),tericos de las terapias psicolgicas (Held, 2004), en-sayistas (Ehrenreich, 2009) o especialistas en pedago-ga aristotlica (Kristjnsson, 2010). Pero tambin hacontado con simpatizantes o con espectadores intere-sados como Albert Bandura (Bandura, 2011) , PhilipZimbardo (Zimbardo, 2004), James Gross (Tamir yGross, 2011), Ellen Langer (Langer, 2002), Peter Salo-

    vey (2002), Susan Nolen-Hoeksema (Nolen-Hoeksema

    y Davis, 2002), Shel ley Taylor (Taylor y Sherman,2004), John Cacciopo (Hawkley, Preacher y Cacciopo,2007), David Barlow (Carl et al., 2013), o StephenHayes (2013) por citar algunos investigadores de tra-

    yectoria admirable. No se trata de hacer un listado dedetractores y defensores porque no quita ni aade ne-cesariamente peso a los argumentos, pero puede ayu-dar a entender que cuando se da la imagen de laPsiPos como la de un club de ilusos, cuando no de de-fensores de unos viles intereses, sobre lo que luego

    volveremos, se hace un juic io tan sorprendentemente

    ciego como injusto.Richard Lazarus (2003a) hizo una de las primerascrticas a la PsiPos en un nmero especial de Psycholo-gical Inquiryen el que, por cierto, hubo espacio paraque se pronunciaran voces a favor y en contra deaquel incipiente movimiento. Anticipando alguna pro-bable reaccin de quienes estn en el objetivo de suscrticas, Prez-Alvarez (2012) nos ha recordado laposterior observacin del propio Lazarus (2003b) deque los criticados reaccionaron como avispas a lasque se les remueve el nido. Admito que el tono delpresente artculo sera ms el de una avispa pesimis-ta que optimista (segn la clasificacin de estos insec-tos efectuada en el estudio de la biloga Bateson etal., 2011). Ese pesimismo deriva del convencimientode que es una tarea difcil, si no imposible, convencera cualquier crtico cuando ste bascula demasiado so-bre en un lenguaje emocional y repleto de juicios ab-solutos. De modo que este art culo nace con laconviccin de que muy poco va a aportar a algunas

    voces apasionadas ya posicionadas en contra de laPsiPos.

    PSICOLOGA POSITIVA: UN ASUNTO DE PECADOSORIGINALESDevaluar al enemigo es una prctica bien analizada

    por los psiclogos sociales (Zimbardo, 2008). El mtodo

    es reconocible cuando ya se comienza por establecercomparaciones desfavorecedoras y humillantes (Lindner,2006). As, para empezar, nada mejor que fundar unparalelismo entre la PsiPos y un, al parecer, conocidobestseller (El secreto) o con los shows televisivos deOprah Winfrey en USA (por si no la conoce el lector,una popular presentadora de la televisin norteamerica-na) (Cabanas y Snchez, 2012). Estos dos ejemplos se-ran los nuevos representantes populares de unametafsica del Nuevo Pensamiento, en el corazn de laideologa deshumanizadora del capitalismo industrial, y

    de la que la PsiPos sera su continuacin natural.Los argumentos interesantes sobre la gnesis social deun pensamiento positivo (Cabanas y Snchez, 2012)sin embargo pierden fuerza cuando se inscriben en unatono hiperblico. Sin negar que hay una convergenciaentre esta idea tan norteamericana de la superacin in-dividual y de las narrativas de xito (Tennen y Affleck,2009; Vzquez, Prez-Sales y Ochoa, 2013) y el inicio

    y arraigo de la Psicologa Positiva en Norteamrica, eseanlisis sociolgico es incompleto. Por ejemplo, hay ne-cesidades psicolgicas (Ryan y Deci, 2001), y emociones

    bsicas (Ekman y Friesen, 1971) que la investigacin hamostrado que estn ligadas a la satisfaccin vital (Tay yDiener, 2011). De modo que explicar el auge de la Psi-Pos bsicamente como una expresin de un modelo depensamiento (o de produccin) dominante, parece re-duccionista.

    El l o de lo posi t ivo y lo negativoSi uno de los pecados originales que se achacan a la Psi-

    Pos sera esa turbia conexin con la tradicin cuasi religio-sa del pensamiento positivo, an quedan algunos otrospor los que expiar. No es uno menor el mismo uso de tr-minos como positivo o negativo. Es justo reconocer quehablar de Psicologa positiva es una fuente de malenten-didos y origen de muchas crticas, pero tambin hay querecordar que han sido aclarados en numerosas ocasiones(p. ej.: Vecina, 2006; Hervs, 2009; Sheldon, 2011).Incluso el hecho de hablar de emociones positivas y ne-

    gativas es criticado furibundamente (Held, 2004; Lazarus,2003a; Prez-Alvarez, 2012; Cabanas y Snchez, 2012).Sin embargo, todos los expertos en emociones saben queno hayemociones buenas o malas en un sentido moral o

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    absoluto y que todas, agradables o desagradables, cum-plen una doble funcin de regulacin individual y de co-municacin (v. Avia y Vzquez, 2011). El extendido y yainevitable uso de trminos como afecto o emociones posi-

    tivas denota bsicamente el componente hednico (pla-centero o desagradable) que pueden conllevar lasemociones y ha sido descrito desde hace dcadas en lasinvestigaciones sobre el espacio emocional (Russell, 1980;

    Watson y Tellegen, 1985). Esa distincin entre emocionespositivas y negativas es un concepto psicolgico bien esta-blecido y validado respecto a sus bases psicolgicas(Avia, 1997), neurofisiolgicas (Davidson, 1999; Kringel-bach y Berridge, 2009) o filogenticas (Nettle y Bateson,2012). De modo que achacar a la PsiPos la calificacin deunas emociones como positivas y otras como negativas,

    como si fuera una ocurrencia, es una trivialidad tan repeti-da como vaca.De modo parecido, plantear solemnemente, despus de

    tantas dcadas de investigacin (p. ej.: Campos, 2003),que el valor adaptativo o no de las emociones dependerdel contexto (McNulty y Fincham, 2012) no es una grannoticia. Pero esta obviedad vale, naturalmente, si sirve pa-ra ofrecer una imagen preformada y deformante de la Psi-Pos: Todo depende del contexto en el que ocurren [losprocesos positivos] y nada parece ser inherente per se,contrario al esencialismo e ingenuidadque parece presi-

    dir la hapiologa (Prez-Alvarez, 2012, p. 189). Esededo acusador yerra el blanco. Entre otras cosas, de lasinvestigaciones de esos caricaturizados hapilogos pro-ceden precisamente algunos de los mejores estudios sobreel hecho de que las emociones positivas pueden ocasio-nal y contextualmente tener efectos negativos y viceversa(Cohen, 2006; Fredrickson, 2004). Sin duda que tener encuenta este elemento contextual es importante (Hayes,2013), y se deben evitar lecturas ingenuas de lo positivo

    y lo negativo como algo de valor inherente. Pero estaadvertencia es una gua orientadora para cualquier em-presa en el mbito de una Psicologa integradora.Con generosas y oportunas citas literarias algunos crti-

    cos alertan de que puede haber felicidad en la infelicidad,y que podemos disfrutar de la melancola (Wilson, 2008).Creo que la validez de esta hiptesis no se resuelve desdeel escritorio del filsofo. En qu circunstancias la tristezaes fuente de satisfaccin? Cules son los lmites? A esto esa lo que un psiclogo debe responder. Por estudios expe-rimentales sabemos que un cierto nivel de tristeza, siempreque no sea intensa o continuada, puede inducir un razo-namiento ms analtico (Andrews y Thomson, 2009), un

    juicio ms ecunime hacia los dems (Tan y Forgas,2010) o una memoria menos sesgada (Matt, Vzquez yCampbell, 1992). Todo ello puede ayudar en determina-das circunstancias a tomar mejores decisiones (p.ej.:

    cuando el resultado es incierto o cuando tomar una deci-sin errnea puede tener un alto coste). Pero, tambin sa-bemos que, en general, niveles elevados de depresin ode rumiacin depresiva estn asociados a una peor solu-cin de problemas (Lyubomirsky et al., 1999), a un menorrecuerdo de sucesos autobiogrficos positivos especficos(Romero, Vzquez, y Snchez, en prensa), o atender me-nos a estmulos emocionales positivos (Snchez et al.,2013). Adems, la tristeza, aunque a veces podamosdisfrutar de ella, con frecuencia est ligada a la coexis-tencia de otras emociones negativas que aaden un ele-

    mento corrosivo a esa emocin aislada (Hervs yVzquez, 2011). Esto tiene poco que ver con ese idealiza-do y literario disfrute de la melancola.

    La Psicologa Posi t iva Ofreciendo fel ic idad a granelSiguiendo con una variante del argumento anterior,

    aunque factores como las emociones positivas (Xu y Ro-berts, 2010) o la satisfaccin vital (Diener y Chan, 2011)estn asociados a una mayor longevidad, tanto en estu-dios retrospectivos como prospectivos, nadie afirma, almenos en la arena acadmica, que esos elementos posi-

    tivos sean ilimitadamente beneficiosos en cualquier cir-cunstancia. Por ejemplo, se sabe desde hace mucho, yforma parte del capital de conocimiento de la Psicologaque niveles muy elevados de emociones positivas puedentener efectos adversos (Diener, Colvin, Pavot, y Allman,1991; Oishi, Diener, y Lucas, 2007) facilitando, porejemplo, que la gente se involucre en actividades de ma-

    yor riesgo (Martin et al., 2002). Por otro lado, ms felici-dad subjetiva (Diener et al., 1999), ms optimismo(Brown y Marshall, 2001), mayor autoestima, (Baumeis-ter et al., 2003; Dunning et al., 2004), ms sentido delhumor (Martin, 2007), ms creencias de autoeficacia(Salanova et al., en prensa), o recibir ms halagos porla propia conducta (Dweck, 2007), no siempre se asociaa mejores resultados o un mayor bienestar psicolgico.Es bien sabido que depende del contexto y de otras va-riables psicolgicas presentes. De modo parecido, tenerms posibilidades de elegir, lo que en principio puedeparecer deseable, puede llevar al bloqueo psicolgico ya un incremento del malestar, como ha mostrado convin-centemente Barry Schwartz, otro ingenuo psiclogocercano a la PsiPos (Schwartz, 2004, 2009). Y, por vol-

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    ver a los datos, diversos estudios correlacionales y expe-rimentales, precisamente de investigadores sobre el bie-nestar psicolgico, han demostrado que otorgar un valorextremadamente elevado a tener un estado emocional

    de felicidad, tiene efectos paradjicos sobre el estado denimo (Mauss et al., 2011) alimentando incluso senti-mientos de alienacin y soledad (Mauss et al., 2012).

    As pues los ejemplos de que las emociones y cognicio-nes positivas no tienen consecuencias necesariamentepositivas son abundantes y son bien reconocidas en elmbito de la PsiPos.Incluso las intervenciones positivas han de estar guia-

    das por la idea de que maximizar a toda costa esoscomponentes positivos puede llevar con facilidad al fra-caso teraputico y a intervenciones clnicas desorienta-

    das (Ruini y Fava, 2013). De modo que el tema de lasdosis ptimas positivas y su vinculacin con resultadospositivos o negativos, no ha estado nunca ajeno a la in-

    vestigacin cientfica sobre el funcionamiento positivo. Laidea de la virtud aristotlica, en la que superficialmenteo no (dejemos los calificativos para otros), se inspiran al-gunos temas centrales de la PsiPos conlleva la idea de untrmino medio (Grant y Schwartz, 2011; Ruini y Fava,2013) y probablemente esto sea un buen punto de parti-da para orientar la investigacin relacionada con las do-sis ptimas de las emociones, las experiencias, o las

    caractersticas psicolgicas positivas. Para algunos, ape-lar a la idea de esta relacin en U invertida, o tenerque matizarlo o contextualizarlo todo nos hace estar enla psicologa de siempre y para esto no haca falta in-

    ventar la PsP (Prez-Alvarez, 2012, p. 194). Para otros,por el contrario, supone ubicar la investigacin psicol-gica en los lmites habituales de la ciencia y ayudar a di-rigir razonadamente su programa de investigacin(Grant y Schwartz, 2011; Mauss et al., 2011). Se pue-de esperar una ciencia madura sin matices o contextuali-zaciones? Obviamente no. Eso queda para discursos deotra naturaleza en los que caben los argumentos a pinlibre o cuando se propugnan ideas absolutas.La investigacin sobre las emociones y el bienestar es

    mucho ms compleja que la frvola imagen que a vecesemerge en los espejos deformantes de los crticos. Porejemplo, frente a esa visin de una felicidad idiota, per-mtame el lector poner el adjetivo, la investigacin hamostrado que las personas pueden preferir las emocionesnegativas a las positivas si las primeras estn ligadas ametas a largo plazo o concuerdan con planes vitales (Ta-mir, 2009). Y lo mismo sucede transculturalmente: mien-

    tras que la satisfaccin con la vida est empricamente li-gada a experimentar muchas emociones positivas en cul-turas individualistas, especialmente la norteamericana(Schimmack, Oishi y Diener, 2002; Tamir, 2009), en cul-

    turas asiticas experimentar emociones negativas no estreido con sentirse satisfecho con la vida. Todo esto re-salta, a su vez, la validez de distinguir entre componentesdistintos del bienestar (Fernndez-Abascal, 2008; Fulmeret al., 2010; Gonzlez et al., 2009; Kahneman y Deaton,2010; Oishi, Diener, Napa Scollon y Biswas-Diener,2004; Vzquez, 2009), aunque esas diferencias bienseparadas en el mbito cientfico se presenten al lectorcomo si fuesen un batiburrillo o un trabalenguas indes-cifrable (Prez-Alvarez, 2012, p. 187).Resulta sorprendente la visin infantilizadora que se

    quiere ofrecer de los investigadores en emociones positi-vas, como oficiantes de una Psicologa ingenua, cuandoson precisamente muchos de estos investigadores quie-nes generan conocimiento sobre los lmites funcionales yel valor contextual de esas emociones. Y se hace desdeel terreno exigente de la investigacin cientfica.

    NADA NUEVO BAJO EL SOL?En un friso del Casern del Buen Retiro en Madrid figu-

    ra escrito el famoso aforismo de Eugenio DOrs: Todolo que no es tradicin es plagio. Y pareciera, atendien-

    do algunas de las crticas que se vierten sobre la PsiPos,que no hay nada nuevo que pueda aportar. Es innega-ble que hay una gran tradicin ya no slo en la Filoso-fa, sino en la Psicologa, que ha acuado, usado yevaluado muchos de estos conceptos (McMahon, 2006).En pocos mbitos de la Psicologa, que yo conozca, serinde un tributo igual a sus ancestros intelectuales (p.ej.:Ryff y Singer, 1998; Kesebir y Diener, 2008; Oishi yKurtz, 2011) aunque para algunos sea an poco.Cmo va a pretender ser novedoso hablar de funcio-

    namiento positivo? En el pasado reciente y remoto de laPsicologa, la idea de una mentalidad saludable (Wi-lliam James), el funcionamiento pleno (Carl Rogers), lasalud mental positiva(Maria Jahoda), o la actualizacin(Abraham Maslow) han estado siempre en el discurso,dominante o no, de la Psicologa (Avia, 2012; Joseph y

    Wood, 2010; Fernndez-Ballesteros, 2002).Sin embargo, atendiendo a los crticos de la PsiPos (p.

    ej.: Fernndez-Ros y Novo, 2012), pareciera como si lamirada al pasado agotara la posibilidad de que la Psi-cologa pudiera utilizar estos conceptos. En mi opinin,sucede ms bien lo contrario. El hecho de que la pa-

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    sin, pongamos por caso, haya sido un tema sustancialde la filosofa grecolatina (McMahon 2006), de ningnmodo debe hacer pensar que ha agotado el caudal delo investigable; por ejemplo, el programa de investiga-

    cin de Robert Vallerand distinguiendo entre pasionesarmoniosas y obsesivas es un buen ejemplo de esto (Va-llerand y Verner-Filion, 2013). Lo mismo puede decirsesobre la recuperacin de temas que quizs nunca de-beran haberse perdido en el devenir histrico de la in-

    vestigacin psicolgica, como el perdn (McCullough etal., 2013), el agradecimiento (Wood et al., 2010; Em-mons y McCullough, 2003), la valenta (Pury y Woo-dard, 2009), o la generosidad hacia los dems (Dunn etal., 2011; Aknin et al., en prensa). Por qu caricaturi-zar el estudio de estos temas como si fueran slo del in-

    ters de unos piadosos devotos? O como si fuesen unarcano que est incluido en el libro ya escrito de la Filo-sofa? Perdonar o agradecer, por ejemplo, son dos po-derosos elementos de las transacciones humanas y nodeben quedar ajenos al escrutinio de la ciencia, a no serque pensemos que dada su naturaleza slo cabe un dis-curso filosfico o religioso sobre ello.Se reprende a la PsiPos sealando que tendra mucho

    que aprender (sic) (Fernndez-Ros y Novo, 2012), deautores como San Agustn, Santo Toms de Aquino, Ad-ler, Allport, Aristteles, Cicern, Dilthey, Frankl, Heideg-

    ger, Horney, Hume, Husserl, Jaspers, Merleau-Ponty,Murray, Sneca, Spinoza y Spranger. Pues nada mejor,entonces, que atender la leccin que se nos ofrece. As,con un caudal extenso de nombres de filsofos, Fernn-dez-Ros (2008, p.164) nos explica que casi todo est

    ya escrito y conceptos como el de fluir (flow) respondena la idea de Herclito de que nada permanece,todoest en un flujo perpetuo (sic), algo que, afirma lneasms adelante, podemos provechosamente aprender enla filosofa de Husserl, Zubiri, William James, o Bergson.No creo que esto ayude precisamente a construir un di-logo inteligente entre la filosofa y la Psicologa (al me-nos la PsiPos) porque poco tiene que ver el conceptoheraclitano con la idea del fluir psicolgico (p.ej.: Csiks-zentmihalyi y Csikszentmihalyi, 1998; Delle Fave et al.,2009). Adems, para poder aprovechar la leccin seramucho ms til e iluminador que se nos sealen ejemplosconcretos sobre qu investigacin en particular podrabeneficiarse de una mejor lectura histrica de un autorespecfico y de qu modo ese caso concreto podra con-tribuir a construir una mejor ciencia. De otro modo, estoes una proclama tan falsamente seductora como inefi-

    caz. Y si hemos de hacer nuestro trabajo en el terreno dela ciencia, habremos de traducir ese desidertum en va-riables operativas, mtodos de medida rigurosos y dise-os adecuados que puedan entablar un dilogo con la

    filosofa (Schoch, 2006) pero cada una con sus bagajesy sin emplear analogas triviales. Ese es el terreno de laPsicologa y, por supuesto, tambin de la PsiPos (Shel-don, Kashdan y Steger, 2011).Se niega o se minimiza lo que de nuevo tenga la Psi-

    Pos. Nada mejor, entonces, que acurrucarse en la pro-pia subjetividad. Es entretenido comprobar que algunoscrticos de la felicidad, negando incluso que esta tengaalgn valor como objeto cientfico, se sientan impelidos aofrecer su propia perspectiva sobre lo que son los ingre-dientes esenciales de ese oscuro objeto de deseo. Slo

    queda el clido refugio de la filosofa y las propias que-rencias. En algunos casos se nos recomienda el ocio(Fernndez-Ros, 2008) o en otros rendirnos incondicio-nalmente a los principios del filsofo espaol GustavoBueno (Prez-Alvarez, 2012). Es factible que todas estas

    vas, recurrir al ocio o a las opiniones de este filsofo,sean acertadas para iluminar el conocimiento sobre elbienestar humano y ampliar el propio. Pero, como psic-logo, esperara que se derivaran de ellas investigacionesprogramticas y fundadas en datos (v. Pressman et al.,2009). Si no es as, en efecto tendremos ms de lo mis-

    mo y no es de extraar que esto genere una visin cnicaen algunos de los crticos, convencidos de antemano quenada se puede aportar que vaya ms all de lo que yasabamos desde los clsicos griegos.Se acusa tambin de etnocentrismo (Christopher y

    Hickinbottom, 2008) a la PsiPos por pretender ser unaciencia universal (sic) - Fernndez y Novo, 2012-basndose en hallazgos de participantes de sociedadesoccidentales ricas e industrializadas. Desconozco cun-tos estudios sobre la psicologa de los celos, la terapiacognitiva del pnico, o la terapia de aceptacin y com-promiso, por poner algunos ejemplos, se han generadoen entornos no occidentales. Pero la PsiPos es uno delos mbitos en los que hay ms reflexin e investiga-cin de calidad sobre diferencias culturales creando se-ries editoriales de libros dedicados especficamente aello (p.ej.: Cross-Cultural Advancements in Positive Psy-chology, dirigida por la Prof. Antonella Delle Fave enla editorial Springer), la publicacin continua de estu-dios que ponen en cuestin ideas normativas universa-les sobre el bienestar (vase, casi al azar, cualquiernmero del Journal of Happiness Studies, o del Social

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    Indicators Research), o la publicacin de resultados decuidadosas investigaciones transculturales (p.ej.: Diener

    y Suh, 2000; Diener, Helliwell y Kahneman, 2010), loque no es prctica comn en casi ningn rea de in-

    vestigacin psicolgica. Igualmente existen muchas evi-dencias de que factores psicolgicos como, pongamospor caso, el optimismo (Solberg y Segerstrom, 2006) ola necesidad de autoaceptacin (Heine et al., 1999),no tienen el mismo peso sobre la salud o sobre el bie-nestar en todas las culturas. Nada de esto se oculta yno hay posiciones particularmente ingenuas en los in-

    vestigadores de conceptos como la felicidad o el bie-nestar sino que, por el contrario, estos promueven elanlisis ms riguroso posible de posibles diferenciastranculturales.

    LA PSICOLOGA POSITIVA: SINIESTRA ALIADA DELINDIVIDUALISMO Y EL CAPITALISMOUna pomposa acusacin hacia la psicologa positiva,

    ardorosamente defendida por algn filsofo postmoder-no (Binkley, 2010), y a la que se suman sin escatimarelogios algunos crticos (Cabanas y Snchez, 2012), esla idea de que la PsiPos es un producto bastardo del ca-pitalismo y el libre mercado. No se ahorran crticas delargo aliento para desenmascarar al enemigo. Se afirmaque bajo el objetivo bienintencionado y pueril de estu-

    diar el bienestar psicolgico, se ocultara una agendamoral que contribuye a la alienacin humana (v. Caba-nas, 2011). Con una agenda poltica neoliberal, lo quecaracterizara a la PsiPos es su vinculacin con el statuquo, con todas sus desigualdades y su abuso de poder(Ehrenreich, 2009, p. 170). Para que la sentencia deljuicio quede bien clara: Su pretendido carcter cientfi-co puede que sea ms que nada un marchamo cientifis-ta. Una manera de encubrir su carcter ideolgicodentro del pensamiento positivo tradicional y del capita-lismo consumista actual (Prez-Alvarez, 2012, p. 183)1.

    Y de modo casi idntico, Cabanas y Snchez (2012),plantean que la PsiPos se apoya en un modelo de indi-vidualismo positivo y se arropa en un discurso cientifis-ta como garanta de objetividad y verdad (p. 173). Nose entiende bien el origen de esta autoridad para darpatentes de conducta moral o de legitimidad cientfica.Esta visin, que recuerda demasiado a aquello de la

    conspiracin judeo-masnica para laminar a la oposi-cin franquista, es ms un clich general, de fcil diges-t in, que a lo que responde el grueso de lasinvestigaciones en PsiPos. Una de las razones que Selig-

    man y Csikszentmihalyi (2000) aducen sobre el fracasohistrico de la psicologa humanista fue tener una visindemasiado individualista del ser humano y una escasaconexin con el bienestar comn. Ahora, paradjica-mente, se le achaca justo lo mismo a la PsiPos acusndo-la de que en ella subyace un discurso individualista queexime de cualquier transformacin social porque todoest dentro del individuo (Binkley, 2010).Respecto a la idea repetida de que subyace un mode-

    lo individualista es probable que sea compartido conlos supuestos de otras aproximaciones (desde la Psico-

    loga cognitiva a el psicoanlisis, o la psicologa evolu-cionista), algo que los citados crticos reconocen. Peroaqu tambin se obvian las reflexiones y construccionestericas cercanas a la PsiPos en las que se subraya re-petidamente la naturaleza intrnsecamente social delbienestar humano (Seligman, 2012; Deci y Ryan,2001; Ryff y Singer, 1998; Fredrickson et al., 2008;Kesebir y Diener, 2008), incorporando incluso los vn-culos simblicos con la comunidad o el sentido de per-tenencia (Keyes, 2007; Blanco y Daz, 2007). Pocas

    veces, dentro del discurso de la Psicologa acadmica,

    se han introducido tantos elementos que tienen que vercon transacciones humanas (amor, gratitud, perdn, ogenerosidad) que probablemente son claves para en-tender el bienestar humano (Snyder y Lopez, 2002;Oppenheimer y Olivola, 2009). As que frente a la vi-sin de su individualismo radical fundante, la PsiPos es-t permitiendo que en el mbito acadmico, a pesar demuchos, puedan encontrar su sitio temas tan ignoradoscomo esenciales para comprender la naturaleza huma-na (Hayes, 2013).Quizs convenga reparar un poco en los hechos y me-

    nos en diatribas efectistas. Hay pocas reas de investiga-cin en el mbito de las ciencias sociales que, como laPsicologa Positiva, hayan puesto de manifiesto algunascontradicciones internas del sistema econmico actual yen los discursos subyacentes del materialismo. Las medi-das de bienestar disponibles, sobre lo que hay un cuerposuficientemente slido (Lopez y Snyder, 2003; Ong y

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    1 Es interesante que a estas acusaciones a la PsiPos de estar extramuros de la ciencia genuina, otros crticos, a los que se aplaude (p.ej.: Held, 2004), la acusan justo de lo contrario: de adoptar una perspectiva positivista alejada de sensibilidades constructivistas post-modernas. Todo vale para la crtica.

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    Dulmen, 2007) han demostrado la relativamente escasacontribucin del dinero para aumentar el bienestar emo-cional de los ciudadanos (Diener y Seligman, 2004). Lacreencia de que el dinero es una fuente de bienestar per-

    sonal se ha convertido, segn Daniel Kahneman, premioNobel de Economa y muy cercano a la PsiPos, en unadaina ilusin colectiva (focusing illusion) -Kahneman etal. 2006-. El debate crucial sobre el papel del dinero ylos valores materialistas sobre el bienestar no es nuevo(Kasser y Ryan, 1993), pero se est sumando mucha in-

    vestigacin correlacional sino experimental ms relacio-nada con la PsiPos (Aknin et al., en prensa; Dunn et al.,2008, 2011; Oppenheimer y Olivola, 2011). Sera unapregunta innecesariamente retrica cuestionarse si estoes relevante o no para la Psicologa.

    Hay muchos estudios que demuestran que las medidasde bienestar subjetivo son indicadores sensibles a las de-sigualdades sociales (Alesina et al., 2004; Wilkinson yPickett, 2009), la pobreza (Deaton, 2008), o las liberta-des (Veenhoven, 2004). Incluso, estudios recientes hancomprobado empricamente que hay una correlacinpositiva entre sistemas de impuestos progresivos y unmayor bienestar de la ciudadana (Oishi et al., 2012).En cualquier caso, para algunos autores la PsiPos es ens misma un vector importante de transformaciones so-ciales (Biswas-Diener et al., 2011) y un puntal para ha-

    cer intervenciones ms efectivas en el desarrollocomunitario (Murray y Zautra, 2012) o en situacionesextremas como la pobreza o los efectos del conflicto bli-co (Veronese et al., 2012). Como indicaba recientemen-te Albert Bandura, en una aguda perspectiva sobre laPsicologa Positiva, Millones de personas estn viviendobajo condiciones degradantes en sistemas sociales queles marginan y les niegan cualquier aspiracin, su liber-tad y su dignidad. Una psicologa de la agencia perso-nal (agentic psychology) tambin trabaja en mejorar elbienestar de la gente al capacitarles para efectuar refor-mas sociales que mejoren la calidad de sus vidas (Al-bert Bandura, 2011, p. 12).

    LA PSIPOS: PROSCRITA DEL PARAISOSe puede estar en contra del estudio del bienestar psi-

    colgico y considerarlo una prdida de tiempo o un ejer-cicio trivial y hasta frvolo de la Psicologa. Pero algunosavanzan ms y, otorgando certificados de pureza de li-

    naje cientfico y moral, dictan su sentencia inapelable:la PsP sigue siendo una ciencia sin pies ni cabeza y sise le quita la careta ni siquiera [es] til y beneficiosa(Prez-Alvarez, 2012, p. 189). Definitivamente esto no

    es as y hay argumentos tanto de la ciencia bsica comode la aplicada que contradicen esa sesgada conclusin.Abundando ms en el argumento: No parecen existirni criterios histricos, ni cientficos, ni epistemolgicosque la avalen y est asentada principalmente sobreun insuficiente mtodo correlacional (Cabanas, 2011,p.280). La crtica sube incluso de tono atribuyendo a laPsiPos insuficiencias metodolgicas (errneas atribu-ciones de causalidad, falta de ms estudios longitudi-nales, excesiva confianza en el mtodo correlacional yen los auto-informes, dificultad de la medicin de las

    emociones, etc.) Cabanas y Snchez (2012, p. 174-175)2. .No slo se niega la posibilidad de novedad sinoque, se nos avisa, si por alguna casualidad algo pare-ce original e innovador, es el producto de una grave einjustificable distorsin, manipulacin, o ignorancia dela historia en general y de la psicologa en particular(Fernndez-Ros y Novo, 2012, p. 333, subrayadonuestro). No hay, pues, escapatoria, y la catadura mo-ral de estos psiclogos positivos bien justifica expulsar-los de ese Valhalla idlico de la Psicologa, que han

    venido ahora a agitar una caterva de distorsionadores,

    manipuladores o ignorantes. Si no se crea nada origi-nal, malo. Pero si se hace, an peor. El panorama quese pinta es realmente negro y puesto que la imposturaha sido desvelada por celosos garantes de la verdad,bien hara el Colegio de Psiclogos y la comunidadcientfica, si fueran exigentes y emplearan criterios ti-cos estrictos, expulsar de su seno a quienes simpaticen,

    y menos an se adscriban, a un movimiento de magos.Sugerira a algunos crticos de que para hacer ms efi-

    caz y creble su voz sera conveniente no exagerar lasmaldades del oponente. Y les pedira mantener, a lapar, un respeto, al menos en pblico, hacia los actoresde la PsiPos. Parece como sta fuera una creacin capri-chosa de unos ignorantes y distorsionadores demiurgos(lase Mihaly Csikszentmihalyi, Martin Seligman, Ed Die-ner, Barbara Fredrickson, Sonja Lyubomirsky, Chris Pe-terson, Daniel Kahneman, Sheldon Cohen,) que en unrapto de su razn o, lo que es peor, movidos por ocultosintereses, deciden crear de la nada un movimiento cis-

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    2A propsito de errores atribucionales, Cabanas y Snchez (2012, p. 178) adjudican errneamente al Prof. Gonzalo Hervs y a mmismo una cita que pretenden ridiculizar, pero que pertenece a otros respetables colegas.

  • 5/24/2018 Vol.34 2013 Mayo Agosto

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    A r t c u l o s

    mtico y separatista en la Psicologa (Held, 2004; P-rez-Alvarez, 2012). Ni ms ni menos3. Es convenienteque el lector sepa que Ed Diener, uno de estos lderesseparatistas, y primer Presidente de la Asociacin In-

    ternacional de Psicologa Positiva (IPPA, 2007-2009), harecibido en Marzo de 2013 el Premio William James porsus contribuciones a la Psicologa, concedido por laprestigiosa American Psychological Society (APS), unasociedad formada fundamentalmente por investigadores

    y acadmicos4; por no mencionar a Martin Seligman, cu-ya altura cientfica es incuestionada y es uno de los psi-clogos ms influyentes y citados de la historia recientede la Psicologa (Gilham, 2000).La espiral crtica asciende ligera de carga, gustndose

    a s misma, para llegar a afirmar que se ha ido confor-

    mando una red de acadmicos que se han ido adscri-biendo a la poderosa industriade la PsiPos [que] no sloes una prolfica fuente de publicaciones cientficas de im-pacto, de proyectos de financiacin pblica y privada,de msteres, etctera, sino que tambin se nutre y a la

    vez potencia la rentable industria de los libros de divul-gacin y de autoayuda, los cursos de coachingy de cre-cimiento personal, las charlas de empresas sobredesarrollo de potencial humano, etctera (Cabanas,2011, pp. 280, subrrayado nuestro). De este modo, laPsiPos orbitara alrededor de un gigantesco negocio

    acadmico y profesional que resultara un cmplice efi-caz para embaucar a masas sedientas de mensajesevangelizadores.Frente a este imaginario fantstico, lo que la realidad

    nos ofrece es la presencia de cientficos honestos que lu-chan con lo mejor de su inteligencia para publicar en lasmejores revistas acadmicas del mundo, no en vehculosparroquiales o en revistas amigas, y para financiar susproyectos con las mismas armas y rigor que en el restode la ciencia. Crear una imagen de oscuros privilegioses tan injusto como falso. Me merece mucho respeto y

    admiracin intelectual el trabajo de muchos autores na-cionales e internacionales que miden el valor de su tra-bajo en las mejores revistas (Science, Lancet, Journal ofPersonality and Social Psychology, Emotion, Psychologi-

    cal Bulletin, Nature, Psychological Science, Nature, PA-NAS, Journal of Applied Psychology, Cl inicalPsychology Review,) para difundir sus resultados sobreel bienestar psicolgico. Ese es el terreno en el que sejuega la investigacin de calidad. Nada ms lejos deaquello de una ciencia sin pies ni cabeza (Prez-Alva-rez, 2012, p. 189), aunque reconozcamos que a algu-nos no les guste.Por si esas descalificaciones sobre el estatus cientfico

    del estudio del bienestar y sus investigadores no basta-ran, se advierte con severidad respecto al quehacer

    presente y futuro de la investigacin psicolgica sobretan abyectos asuntos. As, se indica que sera lamen-table que semejantes hallazgos fueran resultado de es-tudios bendecidos por Agencias Nacionales yfinanciados con dinero pblico y que nuevas genera-ciones de investigadores en psicologa creyeran que esinteresante estudiar y encontrar asociaciones entre sa-tisfaccin, bienestar y sentirse bien (Prez-Alvarez,2012, pp. 187)5. Por si el pimpampum no fuese ya su-ficiente, se advierte ya sobre los derroteros que debetener la investigacin y el juicio que de antemano debe

    merecer cualquier proyecto sobre estos temas (conve-nientemente ridiculizados). Espero que los proyectosque personalmente pudiera presentar a convocatoriaspblicas, como investigador, sean valorados por juecesms imparciales. Y, sobre todo, animo a esas nuevasgeneraciones de investigadores a que consideren queposiblemente no hay nada ms serio que investigar so-bre la naturaleza del bienestar humano y no se dejenintimidar por amenazas sobre la integridad y viabili-dad de lo que hacen ni por el riesgo de ser expulsadosdel templo de la sabidura.

    LA PSICOLOGA POSITIVA Y SUS ENEMIGOS

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    3 Karl Popper escribi su libro La sociedad abierta y sus enemigos, del que es deudor el ttulo de este trabajo, en un alegato contralos defensores filosficos de las ideas totalitarias. Leyendo calificativos tan integristas como separatismo, cisma, conviene recor-dar lo que escriba Popper: los enemigos de la libertad siempre han acusado a sus defensores de ser subversivos (1962 , p. 96).4 En 2012, el propio Ed Diener, recibi tambin el Premio a las Contribuciones Cientficas Distinguidas de la American Psychological

    Association (APA) y fue elegido miembro de American Academy of Arts and Sciences.5 Incidentalmente este autor alude a un estudio realizado por CocaCola, cuyos datos han sido analizados por un equipo de la Uni-

    versidad Complutense. Algunos de los resultado del mismo, por cierto, no son triviales, a pesar de lo que el crtico