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  • HistoriaCaribe

    S e l l o E d i t o r i a l

  • REVISTA HISTORIA CARIBEISSN 0122-8803

    Deposito Legal 3121 Ministerio de Cultura Volumen VIII N 23. Enero - Julio-Diciembre 2013

    Revista del Grupo de Investigaciones Histricas en Educacin e Identidad Nacional, perteneciente al Programa de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad del Atlntico, Barranquilla-Colombia.

    Editor: Luis Alarcn Meneses Director: Jorge Conde Caldern

    Comit Editorial: Luis Javier Ortiz (Universidad Nacional de Colombia, sede Medelln, Colombia), Armando Martnez Garnica (Universidad Industrial de Santander, Colombia), Roberto Gonzlez Arana (Universidad del Norte, Colombia), Hugues Snchez Meja (Universidad del Valle, Colombia), Teresa Artieda (Universidad Nacional del Nordeste, Argentina), Belin Vzquez (Universidad del Zulia, Venezuela), Adelina Arredondo (Universidad Pedaggica Nacional, Mxico), Frank Simn (Universidad de Gante, Blgica), Christophe Belaubre (Universit de Tolose le Marail, Francia), Alexander Stefanel (Lee University Cleveland, EE.UU.), Carlos Eduardo Valencia Villa (Universidad Federal Fluminense, Brasil), Elizabeth del Pilar Montaez-Sanabria (University of California, EE.UU.).

    Comit Cientfico Internacional: Manuel Hijano Del Ro (Universidad de Mlaga, Espaa), Juan Marchena (Universidad Pablo de Olavide, Espaa), Hctor Rubn Cucuzza (Universidad Nacional de Lujn, Argentina), Rosa Mara Rodrguez Izquierdo (Universidad Pablo de Olavide, Espaa), Eugenia Roldn Vera (Centro de Investigaciones y Estudios Avanzado, Mxico), Agus-tn Escolano Benito (Universidad de Valladolid, Espaa), Manuel de Puelles Bentez (Universidad Nacional de Educacin a Distancia, Espaa), Marc Depaepe (Centre for the History of Intercul-tural Relations, Blgica), Leoncio Lpez-Ocn (Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Espaa), Luca Martnez Moctezuma (Universidad del Estado de Morelos, Mxico), Luz Helena Galvn Lafarga (Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social, Mxi-co), Mara del Mar del Pozo Andrs (Universidad de Alcal, Espaa), Alejandro Tortolero Villa-seor (Universidad del Estado de Mrelos, Mxico).

    rbitros: Ricardo Alberto Castao Zapata (Universidad de Caldas, Colombia), Miguel Somoza Rodrguez (Universidad Nacional de Educacin a Distancia, Espaa) Stanley Engerman (University of Rochester, Estados Unidos), Mara del Mar Sols Carnicer (Instituto de Investigaciones Geohis-tricas-Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas, Argentina), Gerardo Ignacio Fillo (Universidade Federal de Uberlandia, Brasil), Nicols Quiroga (Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina), Hermes Tovar Pinzn (Universidad de los Andes, Colombia), lvaro Acevedo Tarazona (Universidad Industrial de Santander, Colombia), Lina Constanza Daz Boada (Univer-sidad Nacional de La Plata, Argentina), Gilberto Loaiza Cano (Universidad del Valle, Colombia), Clia Tavares (Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Brasil), Ricardo Chica (Universidad de Cartagena, Colombia), Heraclio Bonilla Mayta (Universidad Nacional de Colombia, sede Bogot, Colombia), Teresa Laura Artieda (Universidad Nacional del Nordeste, Argentina), Luis Alfonso Alarcn Meneses (Universidad del Atlntico, Colombia), Antonio Rago Filho (Pontifcia Universi-dade Catlica de So Paulo, Brasil), Marcelo Adrin Jerez (Universidad Nacional de Jujuy, Argen-tina), Martha Esther Ruffini Vercillo (Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas, Argentina), Arturo Fernndez (Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas, Ar-gentina), Arturo Laguado Duica (Instituto Ortega y Gasset, Argentina), William Malkn Castillejo (Universidad de Cartagena, Colombia), Ral Romn (Universidad Nacional de Colombia, sede Ca-ribe, Colombia), Mara Mercedes Botero Restrepo (Universidad Nacional de Colombia, Colombia), Roberto Anbal Bottarini (Universidad Nacional de Lujn, Argentina), Jessica Hennesey (Furman University, Estados Unidos), Daniel Incln (Universidad Nacional Autnoma de Mxico).

    luisResaltadoQuitar esto.

  • Asistente del Editor: Luis Manuel Prez Zambrano (Universidad del Atlntico, Colombia).

    Equipo de traductores: ingls: Julio Maldonado Arcn (Universidad del Atlntico, Colombia), Trudy-Paule Khan (University of the West Indies, Jamaica). Portugus: Andy Berro Monsalve (Universidad del Atlntico, Colombia). Francs: Omelia Hernndez Olivero (Universidad del At-lntico, Colombia), Efran Morales Escorcia y Karina Isabel Tejada Gutirrez (Universidad del Atlntico, Colombia).

    Corrector de estilo, diseo, diagramacin e impresin: Fundacin Cultural Javeriana de Artes Grfi cas JAVEGRAF

    Historia Caribe es una publicacin semestral especializada, dirigida a personas interesadas en temas histricos, teniendo como objetivo la divulgacin de artculos inditos que sean el resultado o avance de investigaciones originales o balances historiogrfi cos, as como re exiones acadmicas relacionadas con los estudios histricos, a travs de los cuales se aporte al conocimiento histrico regional, nacional e internacional.

    Palabras Clave: historia, caribe colombiano, historia regional, historiografa.

    Versin digital ISSN 2322-6889

    Las ideas expuestas aqu son responsabilidad de los autores

    Canje, contacto y suscripcin: http://investigaciones.uniatlantico.edu.co/revistas/index.php/Historia_Caribe/index

    km 7 Va al mar, Ciudadela Universitaria. Bloque D, 2do piso. Telfonos: 3548346-3003251012, Barranquilla Colombia.

    Correo electrnico: [email protected]/[email protected] web: www.uniatlantico.edu.co

    Revista Historia Caribe del Grupo de Investigaciones Histricas en Educacin e Identidad Nacional, cuenta con una licencia CreativeCommons Reconocimiento-Compartir 3.0

    Se autoriza la citacin, uso y reproduccin parcial o total de los contenidos para lo cual se deber previamente citar la fuente.

    Portada: mural de Estacin CarmetTomado de: http://www.lapiloto.com.ar/2010/07/muestra-de-murales-de-estacion-camet/#

    IMPRESO Y HECHO EN COLOMBIAPRINTED AND MADE IN COLOMBIA

    UNIVERSIDAD DEL ATLANTICOBarranquilla, Julio-Diciembre de 2013

    Rectora: ANA SOFA MESA DE CUERVOVicerrector Administrativo y Financiero: FREDDY DAZ MENDOZAVicerrector de Docencia: REMBERTO DE LA HOZ REYESVicerrector de Investigaciones, Proyeccin y Extensin Social: RAFAELA VOS OBESOVicerrector de Bienestar de Universitario: JAIME H. DE SANTIS VILLADIEGOFacultad de Ciencias Humanas: Decano FIDEL LLINAS ZURITACoordinadora del Programa de Historia: NGELA AGUDELO GONZLEZ

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  • Editorial

    ArtculosDossier: Populismos y personalismos polticos

    Noem Mara Girbal Blacha. Formosa en tiempos del peronismo histrico (1943-1955). Quin es quin en la gubernamentalidad de un territorio de frontera?

    Alejandra Salomn. El populismo peronista: masas rurales y liderazgos locales. Un vnculo poco explorado

    Luis Ernesto Blacha. La gubernamentalidad peronista (1943-1955). Un abordaje figuracional

    Daro Manuel Miguel Dawyd. Oposiciones sociales a las dictaduras del cono sur. El nuevo sindicalismo argentino y brasileo en los aos setentas, entre la oposicin sindical y la revolucin

    Joaqun Alberto Aldao. Populismos latinoamericanos en el siglo XX

    Tema abierto

    Jess Paniagua Prez. Problemas en la extraccin de perlas y esmeraldas en el Nuevo Reino de Granada: el Informe de Pedro Puch (1766)

    Leticia Arroyo Abad y Amelia U. Santos-Paulino. Desarrollo o Comercio? Comercio exterior, polticas y sus efectos en la Repblica Dominicana en perspectiva histrica

    Olga Yanet Acua Rodrguez. Censura de prensa en Colombia, 1949-1957

    Srgio Paulo Morais. Pobreza e contextos histricos. Polticas pblicas em meio a mudanas sociais (Uberlndia/MG - 1990-2002)

    Reseas

    Normas e instrucciones para autores

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    Contenido

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  • HISTORIA CARIBE 23 Vol. VIII N 23 - 2013-2

    ContentEditorial

    ArticlesDossier: Populisms and political personalities

    Noem Mara Girbal Blacha. Formosa in Times of Historical Peronism (1943-1955). Whos who in the governing of a frontier territory?

    Alejandra Salomn. The Peronist populism: rural masses and local leaders. Anunexplored link

    Luis Ernesto Blacha. Charisma and bureaucracy in the peronism government (1943-1955).A figurational approach

    Dario Manuel Miguel Dawyd. Social opposition to the dictatorships of the Southern Cone. The new unionism Argentina and Brazil in the 70s, including union opposition and revolution

    Joaqun Alberto Aldao. Latin American populism in the twentieth century. Notes forupdating a debate

    Open topic

    Jess Paniagua Prez. Problems in the extraction of pearls and emeralds in the New Kingdom of Granada: the report of Peter Puch (1766)

    Leticia Arroyo Abad y Amelia U. Santos-Paulino. Trading development or developing trade? The Dominican Republics trade, policies, and effects in historical perspective

    Olga Yanet Acua Rodrguez. Presscensorship in Colombia, 1949-1957

    Srgio Paulo Morais. Poverty and historical contexts. Public policy in the midst of social change (Uberlndia / MG - 1990-2002)

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    Editorial

    ArtigosDossi: populismos e personalidades polticas

    Noem Mara Girbal Blacha. Formosa em tempos do peronismo histrico (1943-1955) Quem quem nagovernamentalidade de um territrio de fronteira?

    Alejandra Salomn. O populismo peronista: massas rurais e lideranas locais. Um link inexplorado

    Luis Ernesto Blacha. A governamentalidade peronista (1943-1955). Uma abordagem figuracional

    Dario Manuel Miguel Dawyd. Oposies sociais s ditaduras do Cone Sul. O novo sindicalismo Argentino e Brasileiro nos anos 70, entre a oposio sindical e a revoluo

    Joaqun Alberto Aldao. Populismos latino-americanos no sculo XX. Notas para a atualizao de um debate

    Questo em aberto

    Jess Paniagua Prez. Problemas na extrao de prolas e esmeraldas no Novo Reino de Granada: o relatrio de Pedro Puch (1766)

    Leticia Arroyo Abad y Amelia U. Santos-Paulino. Desenvolvimento ou comrcio? Comrcio exterior, polticas e os seus efeitos na repblica Dominicana em perspectiva histrica.

    Olga Yanet Acua Rodrguez. Censura da imprensa na Colmbia, 1949-1957

    Srgio Paulo Morais. Pobreza e contextos histricos. Polticas pblicas em meio a mudanas sociais (Uberlndia/MG 1990-2002)

    Resenhas

    Regras e instrues para autores

    Contedo

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  • ditorial

    ArticlesDossier: populismes et des personnalits politiques

    Noem Mara Girbal Blacha. La province de Formosa pendant le pronisme historique (1943-1955) Qui est qui dans la gouvernementalit dun territoire de frontire?

    Alejandra Salomn. Le populisme proniste: masses rurales et des dirigeants locaux. Unlieninexplor

    Luis Ernesto Blacha. La gouvernementalit proniste (1943-1955). Une approche figurationnelle

    Dario Manuel Miguel Dawyd. Les oppositions sociales aux dictatures dans le cne sud. Le nouveau syndicalisme argentin et brsilien dans les annes 70, entre lopposition syndicale et la rvolution

    Joaqun Alberto Aldao. Les populismes latino-amricains dans le XX sicle. Notes pour lactualisation dun dbat

    Question ouverte

    Jess Paniagua Prez. Problmes dans lextraction des perles et meraudes dans le Royaume de Nouvelle-Grenade: le rapport de Pedro Puch (1766)

    Leticia Arroyo Abad y Amelia U. Santos-Paulino. Trading development or developing trade? Le commerce de la Rpublique Dominicaine, les politiques et les effets ds une perspective historique

    Olga Yanet Acua Rodrguez. Censure de la presse en Colombie, 1949-1957

    Srgio Paulo Morais. Pauvret et contextes historiques. Politiques publiques au milieu des changements sociaux (Uberlndia/MG 1990-2002)

    Commentaires

    Directives pour la soumission

    Teneur

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    Editorial En un texto publicado hace veinte aos con el ttulo El personalismo poltico hispa-noamericano del siglo XIX, su autora Graciela Soriano de Garca Pelayo planteaba unos criterios bsicos y unas proposiciones metodolgicas para el estudio del ejercicio del poder poltico en el continente. La conclusin que se puede extraer del texto es que las prcticas polticas decimonnicas tuvieron como denominador comn el ejercicio personal y autoritario del poder encarnado en figuras denominadas caudillos, caciques, gamonales, entre otros. Muchas de esas figuras, principalmente los caudillos, dominaron por ms de uno o dos decenios la poltica nacional de las jvenes repblicas hispanoamericanas.

    En una reciente entrevista sobre la realidad poltica venezolana la historiadora Soriano recordaba haberse paseado por todas las formas del personalismo poltico de la historia universal y encontraba que haba de todo en el presidente Hugo Chvez. Y como haba de todo en l poda afirmar que se trataba de un gobernante discrnico: tiene que ver con la tirana, con el despotismo, con la dictadura, con la realeza medieval, y si se sigue adelante con la historia tiene mucho de bonapartismo ya que debemos tener en cuenta que Bonaparte fue un autcrata que se haca aclamar por el pueblo bajo la figura del plebiscito.

    Las afirmaciones y caracterizaciones de esta historiadora conducen a conclusio-nes a las cuales solo se pueden llegar cuando la disciplina histrica es asumida con rigurosidad y seriedad. Hoy es comn tropezar con sealamientos de que tal o cual mandatario latinoamericano es un populista de izquierda cuando no de derecha. Una manera fcil y simplista de caracterizar una forma de gobernar que poco tiene que ver con el populismo latinoamericano desplegado entre los aos treinta y sesenta del siglo XX.

    Algo similar pasa con la expresin caudillo. Hoy, esta palabra se emplea para referirse a cualquier personaje que encontremos a la vuelta de la esquina. Es una expresin que se le aplica a gente que tiene un gran poder de atraccin sobre otros y que maneja asuntos pblicos segn su conveniencia. Los cau-dillos concebidos en esos trminos existen en cualquier lugar del planeta. El historiador argentino Jos Carlos Chiaramonte ha sealado que otra cosa es con respecto del siglo XIX cuando la expresin caudillo se usaba para designar a los gobernadores que eran hombres de armas y que de acuerdo con una primera

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    construccin mtica del pasado manejaban a su antojo la provincia o el pas. Pero eso era relativo ya que supondra que esos eran territorios de arbitrariedad y de ilegalidad, cuando ellos tenan normas de vida poltica provenientes de algo que en la poca se llamaba la antigua constitucin y que ya independientes los pases latinoamericanos se dieron sus propias constituciones. La gente no viva en un reino de anarqua, se guiaba por un conjunto de normas que provenan de un conglomerado diverso: textos escritos, costumbres, fallos judiciales.

    Por tanto, el populismo del siglo XX no es heredero de los caudillos deci-monnicos, ni los actuales presidentes y expresidentes de algunas repblicas latinoamericanas representan el legado populista del siglo anterior. Para los historiadores est claro que las connotaciones que el empleo de una palabra adquiere en el tiempo no deben empaar el horizonte de su oficio. Pero tambin saben que los conceptos tienen su propia historia y estos no son comparativa-mente inmutables. Esto tiene relacin con la tensin entre concepto y realidad, o en otros trminos, el apasionante contraste entre la historia de una palabra y la historia factual.

    Intentando colocar problemas historiogrficos como los mencionados antes, el dossier de est nmero est dedicado al populismo y los personalismos pol-ticos. Cabe anotar que el peso de los artculos sobre el fenmeno populista en Argentina y que componen el dossier no es casual. El peso de la figura de Juan Domingo Pern en la poltica argentina del siglo XX es incalculable. Similar con sus respectivos matices al del caudillo Juan Manuel Rosas en el XIX. El caso de Pern fue muy sintomtico, regres a Argentina tras casi 20 aos de exilio en Espaa para ser de nuevo presidente en 1973 y muri en ejercicio de su mandato, asumido luego por la vicepresidenta, su esposa Mara Estela Martnez, conocida popularmente como Isabelita o Isabel Pern, quien estu-vo escasos dos aos en el poder siendo depuesta el 24 de marzo de 1976 por un golpe de estado que dio paso a la dictadura autodenominada Proceso de Reorganizacin Nacional.

    El caso de Pern, de un mandatario que regresa del exilio y se convierte en presidente, no es nico. En Per, Fernando Belande Terry, depuesto en 1968, gan las elecciones presidenciales en 1980. Pero en la realidad casi todos esos retornos no fueron exitosos. Los contextos eran otros y las sociedades ex-perimentaban cambios cualitativos y cuantitativos inusitados. El lenguaje del

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    populismo que haba reinventado la poltica con un estilo nuevo en los aos cuarenta y cincuenta era extrao para la mayora de la gente. Las grandes adqui-siciones tecnolgicas como la radio y el cine que les permiti a los populistas hacer or su voz en los lugares ms recnditos de sus respectivos pases daban paso a nuevas formas de comunicacin. El sindicalismo que haba sido un gran aliado de los gobiernos populistas enfrentaba nuevos desafos.

    En esa perspectiva, los artculos del dossier comienzan gravitando desde la forma adoptada por el populismo en reas de frontera hasta el plano local. La accin del gobierno populista en un territorio de frontera es analizada por Noem Ma-ra Girbal Blacha Formosa en tiempos del peronismo histrico (1943-1955). Quin es quin en la gubernamentalidad de un territorio de frontera?. Un rea fronteriza que se debatir entre su propia lgica territorial y la presencia de autoridades e instituciones con tcnicas disciplinarias y coercitivas que chocarn con una sociedad marginal. Por su parte, Alejandra Salomn, El populismo peronista: masas rurales y liderazgos locales. Un vnculo poco explorado (1945-1955), se aparta de la mayora de los estudios sobre el populismo inclinados a privilegiar el anlisis del comportamiento de las masas urbanas. En este caso, la autora dirige su atencin a las masas rurales en un marco local.

    Desde una ptica sociolgica que combina herramientas analticas de la socio-loga comprensiva y figuracional desarrollada por Norbert Elas y el binomio explicativo burocracia-carisma de Max Weber, el artculo de Luis Ernesto Bla-cha, El pueblo trabajador peronista (1943-1955). Un abordaje figuracional, explora las relaciones entre gobernantes y gobernados, incluidos entre estos ltimos los trabajadores. Los desafos enfrentados por el sindicalismo ahora entre la experiencia populista, la dictadura y la revolucin son examinados en perspectiva comparada por Daro Dawyd, Oposiciones sociales a las dictaduras del cono sur. El nuevo sindicalismo argentino y brasileo en los aos setenta, entre la oposicin sindical y la revolucin.

    La actualizacin del debate sobre el populismo lo realizan Joaqun Alberto Aldao y Nicols Damin, Populismos latinoamericanos en el siglo XX. Un artculo a contracara del publicado en 2008 por Herbert Braun, Populismos latinoamericanos. En esta ocasin los autores llevan a cabo una historizacin de los debates para establecer una forma de vincular las interpretaciones cons-truidas por ellos a travs del artculo con el propsito de integrar las teoras

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    clsicas y actuales con nuevas inquietudes investigativas. El artculo adquiere mayor dimensin historiogrfica cuando pone a dialogar los estudios sobre el populismo con los novedosos trabajos de Ernesto Bohovslavsky sobre las de-rechas en Latinoamrica, centrado en la comparacin entre Argentina, Brasil y Chile, pero incorporando simultneamente las particularidades de las derechas antipopulistas como el antiperonismo y antivarguismo.

    Los artculos de la seccin tema abierto mantienen los principios editoriales de la revista por su rigurosidad y coherencia discursiva. El historiador espaol Jess Paniagua Prez, Problemas en la extraccin de perlas y esmeraldas en el Nuevo Reino de Granada: el informe de Pedro Puch (1766), ilustra sobre una actividad que causara sorpresa encontrarla vigente a finales del siglo XVIII cuando ella fue central y alcanz altos ndices en el lucro econmico en los primeros decenios del XVI para luego perder importancia y desaparecer de los registros mercantiles. Leticia Arroyo Abad y Amelia Santos-Paulino, Trading development or developing trade? The Dominican Republic trade, policies, and effects in historical perspective (1880), proporcionan un anlisis del desarrollo comercial y su impacto en la economa dominicana a finales del siglo XIX. Aunque focalizadas en un ao, las autoras presentan cifras que contribuyen a reforzar su anlisis. Por su parte, la historiadora Olga Yanet Acua Rodrguez, Censura de prensa en Colombia, 1949-1957, realiza un anlisis de una prctica recurrente en varios pases cuando los gobier-nos pierden el control efectivo sobre la sociedad. Para estudiar el tema en Colombia, la autora elige aos cruciales de la vida poltica nacional. Si los gobiernos recurren a medidas fuertes cuando la opinin pblica les resulta desfavorable, las inquietudes de los historiadores se vuelven igual de compro-metidas cuando giran en torno del tema de las respuestas gubernamentales al problema social de la pobreza. De esto se ocupa Sergio Paulo Morais, Pobreza e contextos histricos. Polticas pblicas em meio a mudanas so-ciais (Uberlndia/MG 1990-2002), todo un desafo tratndose, adems, de recientes hechos histricos.

    Las reseas completan este nmero con la novedad editorial de mayores exigencias acadmicas y cientficas como fue acordado en el I Encuentro Internacional El papel de las revistas de Historia en la consolidacin de la disciplina en Hispanoamrica, realizado en Bogot entre el 21 y 23 de agosto de 2013 por iniciativa del doctor Mauricio Archila a propsito de los 50 aos del Anuario

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    Colombiano de Historia Social y de La Cultura y el cual cont con la participacin de directores y editores de reconocidas revistas de historia.

    El encuentro concluy con la llamada Declaracin de Bogot, la cual contiene un diagnstico y unas propuestas que pueden ser consideradas unos principios de acuerdo que buscan consolidar la red iberoamericana de editores de revistas de historia de carcter abierto que gestione, entre otras cosas, el establecimiento de parmetros de evaluacin propios de la disciplina histrica ante los orga-nismos oficiales. Por esto y dada la importancia del encuentro y su declaracin es que la REVISTA HISTORIA CARIBE, se suma a dicho manifiesto, el cual incluimos en el presente editorial:

    Declaracin de BogotEncuentro Internacional: El papel de las revistas de Historia en la consolidacin de la disciplina en Iberoamrica(50 Aos del Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura)

    Los das 21, 22 y 23 de agosto de 2013 tuvo lugar el Encuentro Internacional: El papel de las revistas de Historia en la Consolidacin de la Disciplina en Ibe-roamrica en la Universidad Nacional de Bogot con ocasin del cumpleaos 50 del Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. Esta celebracin cont con la presencia de editores y directores de revistas de historia de relevancia acadmica de varios pases.

    Por tal motivo, se hizo un diagnstico que consta de los siguientes aspectos:

    1. Los criterios de evaluacin que son aplicados por los organismos pblicos a nuestra produccin provienen de disciplinas diferentes de la historia (cien-cias naturales y fsico-matemticas). De ello se desprenden contradicciones entre la valoracin oficial y el valor cientfico de la produccin historiogrfica de nuestras revistas.

    2. Hay una subordinacin de las validaciones acadmicas a exigencias buro-crticas.

    3. La aplicacin de estas formas de evaluacin limita los niveles de interaccin efectiva de las historiografas iberoamericanas.

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    4. La utilizacin de ndices de evaluacin y de pginas electrnicas en lengua inglesa hace que la produccin cientfica en lenguas espaola y portuguesa, crecientemente numerosa y diversificada, cuente con una visibilidad suma-mente reducida.

    5. Se hace imprescindible contar con una comunidad de editores de revistas de historia en lenguas espaola y portuguesa.

    6. Es urgente que las autoridades pblicas reciban propuestas de la comunidad de historiadores y conozcan los niveles, criterios y parmetros de calidad a los que aspiramos desde los presupuestos de la propia disciplina.

    En virtud de lo expuesto, y de la necesidad de sumar esfuerzos para resolver problemas comunes, se lleg a la formulacin de las siguientes propuestas:

    Primera.- Crear una red iberoamericana de editores de revistas de historia de carcter abierto. En lo inmediato, se ha propuesto usar el portal de la Asocia-cin Colombiana de Historiadores.

    Segunda.- Toda nueva revista que aspire a integrarse en la red, deber cumplir al menos los siguientes requisitos: llenado de un formato de adhesin libre avalado por su comit editorial; presentacin de la revista por dos editores integrantes de la red, adems de los que establezca el comit coordinador de la misma.

    Tercera.- Dicha red prev la creacin de un ndice de revistas de historia.

    Cuarta.- Conformar un portal electrnico de revistas mediante el cual sea po-sible la interaccin entre los editores y los organismos oficiales de evaluacin.

    Quinta.- Seleccionar y elevar criterios y parmetros de evaluacin propios de la disciplina histrica ante los organismos oficiales, para que puedan ser utilizados como insumos y facilitarles sus procedimientos de evaluacin en el mbito internacional.

    Sexta.- Utilizar los recursos tecnolgicos como facebook, twitter, blogs, y otros, para facilitar la comunicacin entre los editores de revistas.

    Sptima.- Elaborar un banco de evaluadores por subdisciplinas y periodos histricos que est a disposicin de los integrantes de la red.

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    Tanto el diagnstico como las propuestas que preceden se hallan en conti-nuidad con aquellos del encuentro celebrado en Ciudad de Mxico los das 24 y 25 de septiembre de 2010, los cuales dieron lugar a la Declaracin de El Colegio de Mxico, publicada oficialmente en el nmero 237 de la revista Historia Mexicana. En consecuencia, los abajo firmantes, directores y editores de revistas de historia, se adhieren a dicho documento, a la vez que le agregan el diagnstico y propuestas antes dichas. Adems, se proponen publicar esta declaracin en sus revistas.

    Bogot D.C. 23 de agosto de 2013.

    Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura (Universidad Nacional de Colombia Sede Bogot)

    Hispanic American Historical Review (Duke University - Durham, North Carolina)

    Revista PolHis (Programa Buenos Aires de Historia Poltica Buenos Aires)

    Projeto Histria (Pontificia Universidad Catlica de So Paulo Brasil)

    Revista de Historia social y de las mentalidades (Universidad de Santiago de Chile)

    Procesos Histricos (Universidad de los Andes Mrida, Venezuela)

    Historia Mexicana (El Colegio de Mxico Mxico)

    Procesos (Universidad Andina Simn Bolvar Ecuador)

    Historia Social (Fundacin Instituto de Historia Social Valencia, Espaa)

    Trashumante (Universidad de Antioquia y Universidad Autnoma Metropolitana unidad Cuajimalpa - Colombia y Mxico)

    Anuario de Historia Regional y de las fronteras (Universidad Industrial de Santander)

    Historia y Sociedad (Universidad Nacional de Colombia Sede Medelln)

    Historia y Espacio (Universidad del Valle Cali)

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    Historia Caribe (Universidad del Atlntico Barranquilla)

    Historia y Memoria (Universidad Pedaggica y Tecnolgica de Colombia Tunja)

    HiSTORelo Revista de Historia Regional y Local (Universidad Nacional de Colom-bia Sede Medelln)

    Memoria y sociedad (Pontificia Universidad Javeriana Bogot)

    Fronteras de la Historia (Instituto Colombiano de Antropologa e Historia Bogot)

    Historia Crtica (Universidad de los Andes Bogot)

    Grafa Colombia (Universidad Autnoma de Colombia Bogot)

    Goliardos (Universidad Nacional de Colombia Sede Bogot)

    Boletn de Historia y antigedades (Colombia)

  • Artculos ArtculosArtculosArtculos

    Artculos ArtculosArtculos Artculos Artculos

    ArtculosArtculosArtculos Artculos

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    DOSSIER: POPULISMOS Y PERSONALISMOS POLTICOS

    Formosa en tiempos del peronismo histrico (1943-1955). Quin es

    quin en la gubernamentalidad de un territorio de frontera?*

    Noem mara Girbal blacha

    Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas Conicet (Ar-gentina) y profesora de la Universidad de Quilmes-Centro de Estudios de la Argentina Rural CEAR (Argentina). Correo electrnico: [email protected]. La autora es docto-ra en Historia de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). Entre sus publicaciones recientes se encuentran: En el Bicentenario: memoria, penas y olvidos de la Argentina rural, en Revista de Estudios del ISHiR 1 (2011) y tat, savoir, pouvoir et bureaucratie: le dsquilibre rgional agraire argentin 1880-1960, en conomies et Socits XLV, t. 44, No. 9 (2011). Entre sus lneas de investigacin estn: la historia agraria argentina del siglo XX, desequilibrios regionales y organizacin del territorio, espacios regionales, sujetos sociales y polticas pblicas en el agro argentino.

    Recibido: 30 noviembre de 2012

    Aprobado: 15 de enero de 2013

    Modificado: 13 febrero de 2013

    Artculo de investigacin cientfica

    1 *El presente artculo, resultado del proyecto de investigacin Economa, sociedad, empresas y tecnologa en espacios marginales. Desequilibrio regional, agroindustria y tecnologa. El caso del nordeste argentino (1920-1960), que forma parte de los ejes centrales del Programa I+D, de la Universidad Nacional de Quilmes y del PIP-Conicet.

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    Formosa en tiempos del peronismo historico (1943-1955) quin es quin en la gubernamentalidad de un territorio de frontera?

    ResumenTerritorio, Estado, poder e identidad son los ejes que orientan este estudio histrico sobre un territorio marginal del nordeste argentino, para caracterizar e interpretar el ejercicio del biopoder y la gubernamentalidad durante el peronismo histrico (1943-1955). La construccin y pervivencia de la accin poltica en Formosa avanza sobre un tema poco frecuentado por la historiografa: el peronismo en el interior del pas.

    Palabras clave: peronismo, Formosa, biopoder, gobierno.

    Formosa in Times of Historical Peronism (1943-1955). Whos who in the governing of a frontier territory?

    AbstractTerritory, State, Power and Identity are the key concepts that guide this historical study focused in a marginal territory in northeastern Argentina. The main objective is to characterize and interpret the exercise of biopower and governability during Peronism (1943-1955). Analyzing how political action is built and sustained in Formosa, this investigation advances on a rare topic in argentine historiography: the Peronism and its management within the country.

    Key words: peronismo, Formosa, biopower, government.

    Formosa em tempos do peronismo histrico (1943-1955) Quem quem na governamentalidade de um territrio de fronteira?

    ResumoTerritrio, Estado, poder e identidade so os eixos que orientam este estudo histrico sobre um territrio marginal do nordeste argentino, para caracterizar e interpretar o exerccio do biopoder e governamentalidade durante o peronismo histrico (1943-1955). A construo e sobrevivncia da ao poltica em Formosa avanam sobre um tema pouco tratado pela historiografia: o peronismo no interior do pas.

    Palavras-chave: peronismo, Formosa, biopoder, governo.

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    La province de Formosa pendant le pronisme historique (1943-1955) Qui est qui dans la gouvernementalit dun territoire de frontire?

    RsumTerritoire, tat, pouvoir et identit, ce sont les axes qui orientent cette tude historique sur un territoire marginal du nord-est de lArgentine, pour caractriser et interprter lexercice du biopouvoir et la gouvernementalit pendant le pronisme historique (1943-1955). La construction et la survie de laction politique dans la province de Formosa avance dans un sujet peu frquent par la historiographie : le pronisme lintrieur du pays.

    Mots-cls: pronisme, Province de Formosa, biopouvoir, gouvernement.

    El concepto de que el peronismo formoseo es una merienda de negros o que es fuente de alimentacin de los eternos especuladores, agiotistas, coimeros y contrabandistas, debe ser olvidado, para recordar que la revolucin peronista es un movimiento nacional en el que deben agruparse todos los argentinos de buena voluntad que deseen contribuir al progreso de la nacin. (Negib Lahoud, peronista formoseo, director de El Chaj, noviembre de 1949, 4)

    Definicin

    La Argentina moderna, conformada hacia finales del siglo XIX, se identifica con el orden y progreso del positivismo en accin1. Como reverso de esa definicin, que el modelo vigente postula como parte de la trada Estado-nacin-territorio, tambin se consolida la marginalidad definida en sentido amplio, es decir, como la pertenencia al margen del proyecto agroexportador, gestado en torno de la ciudad puerto de Buenos Aires y la regin pampeana con su perfil agroganadero, receptora de inmigracin masiva del sur europeo, con una urbanizacin creciente y una notoria concentracin de inversiones de capital externo. No siempre la marginalidad aparece vinculada al aislamiento. Al menos no es el caso del Gran Chaco argentino (Chaco, Formosa, Misio-nes, Santiago del Estero, Norte de Santa Fe y el oriente de Tucumn y Salta), atravesado desde finales del siglo XIX por tres lneas frreas e importantes vas fluviales que lo comunican con el poderoso litoral metropolitano y sus

    1 Roberto Corts Conde, El progreso argentino, 1880-1914 (Buenos Aires: Sudamericana, 1979); Natalio R. Botana, El orden conservador. La poltica argentina entre 1880 y 1916 (Buenos Aires: Sudamericana, 1977).

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    alrededores.

    Son diversos y complejos los factores que conducen a ciertos espacios te-rritoriales y a sus actores a una posicin marginal, muchas veces extrema y perdurable en el tiempo, pero no ajena al biopoder, en tanto mecanismo de gestin para controlar el territorio. En la Argentina la situacin se relaciona con la conformacin de alianzas entre importadores, exportadores, terratenientes, ganaderos y agroindustriales, que forman una dirigencia nacional conservadora en lo poltico y liberal en lo econmico, protagonista de la constitucin del Estado nacional hacia 18802.

    El espacio se construye socialmente, pero tambin es preciso asociar esa construccin al poder que es tolerable, solo con la condicin de enmascarar una parte importante de s mismo. Su xito est en proporcin directa con lo que logra esconder de sus mecanismos. Para el poder, el secreto no pertenece al orden del abuso; es indispensable para su funcionamiento3, y en los territorios fronterizos esta premisa se aplica en toda su extensin. Formosa forma parte de esa marginalidad aun en los propios mrgenes del Gran Chaco argentino. Por esta razn su estudio rene condiciones singu-lares que resulta interesante describir e interpretar, especialmente cuando el Estado dirigista, planificador, popular y benefactor se hace presente en la Argentina con su gubernamentalidad caracterstica, entendida como un campo estratgico de relaciones de poder, en lo que tienen de mviles, transformables, reversibles4.

    Las desigualdades se sostienen en el tiempo, mientras que el poder local no siempre logra consolidar su presencia. En Formosa, tierra de frontera y con una poblacin mvil y lmites inestables surcados por ros, los principios del biopoder de Foucault, en tanto dominacin y lucha como parte de su fun-cionamiento, expresados en la ley, la disciplina y la seguridad por dentro o por fuera del control social, forman parte de la contingencia histrica. La soberana se ejerce en los lmites de un territorio, la disciplina se ejerce sobre el cuerpo de los individuos y la seguridad, para terminar, se ejerce sobre el

    2 Noem M. Girbal-Blacha y Juan M. Cerda, Lecturas y relecturas sobre el territorio. Una interpretacin histrica, Estudios Rurales (Centro de Estudios de la Argentina Rural [CEAR]) 1, no. 1 (diciembre de 2011): 55-78.

    3 Michel Foucault, Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber (Mxico: Siglo XXI, 1999), 105.4 Foucault, Historia de la sexualidad, 449.

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    conjunto de una poblacin5; la razn gubernamental postula, entonces, el Estado como principio de lectura de la realidad y lo postula como objetivo imperativo. El Estado rige la razn gubernamental, para poder gobernar racionalmente de acuerdo con las necesidades. Es la funcin de inteligi-bilidad del Estado con respecto de lo real lo que hace que sea racional y necesario gobernar. Gobernar racionalmente porque hay un Estado y para que lo haya6. Esta funcin va ms all de su mayor o menor presencia en los mrgenes territoriales. El poder se ejerce a partir de innumerables puntos, y en el juego de relaciones mviles y no igualitarias, que son intencionales y no subjetivas. Se expresa a travs del gobierno como una doble relacin: a) entre sujetos, en tanto acciones posibles; y b) el gobierno en relacin consigo mismo, porque gobernar es conducir conductas7. No hay poder que se ejerza sin objetivos, por ello, donde hay poder hay resistencia8. Siguiendo a Foucault, la gubernamentalidad refiere a las maneras de gobernar, y en este sentido el Estado dirigista, popular y benefactor, como una institucin de poder, asegura el mantenimiento de las relaciones de produccin y en contacto con la poblacin desarrolla la biopoltica9.

    El Estado peronista (1946-1955) postula como base de sus objetivos la redis-tribucin del ingreso a favor de los trabajadores y de la pequea y mediana burguesa industrial, que produce para un mercado interno fortalecido y utilizan-do materias primas nacionales. Una nacin socialmente justa, econmicamente libre y polticamente soberana est en su base doctrinaria asociada a la doctri-na social de la Iglesia y desde all ejerce la biopoltica, en tanto racionalizacin de los problemas planteados a la prctica gubernamental por la poblacin, y sumada a la disciplina que se vincula a los individuos y sus requerimientos10. El biopoder se convierte as en una clave de lectura para analizar y comprender el Estado social de posguerra y la llamada sociedad de control11.

    5 Michel Foucault, Seguridad, territorio, poblacin: curso en el Collge de France: 1977-1978 (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007), 27.

    6 Foucault, Seguridad, territorio, poblacin, 329.7 Foucault, Seguridad, territorio, poblacin, 151.8 Foucault, Historia de la sexualidad, 114-116.9 Enzo Traverso, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX (Buenos Aires:

    Fondo de Cultura Econmica, 2012), 209-236.10 Manual del peronista (Buenos Aires: Los Coihues, [1948] 1988); Foucault, Historia de la sexualidad, 44.11 Traverso, La historia como campo de batalla, 219.

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    El inters de los estudios de caso como el de Formosa, fundada en el nordeste argentino el 8 de abril de 187912, deriva de la definicin del poder entendido como una multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, en tanto son constitutivas de su organizacin. La estrategia que utiliza en lo institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulacin de la ley, en las hegemonas sociales13. El pas asume, en-tonces, una nueva dimensin14. La postergacin social propia de la vida en los mrgenes supera los intentos de la construccin de legitimidad desde el poder poltico. Caracterizar ambas instancias en estas jurisdicciones postergadas y con una ciudadana restringida por su condicin de territorio nacional (uno de los nueve que se organizan por la Ley 1532 en 1884) resulta un desafo y se propone ser un aporte historiogrfico sustantivo.

    Este estudio histrico pretende, desde estos perfiles, aproximarse a la situacin poltico-institucional en tiempos del peronismo fundacional, interrelacionando dos planos que se influyen mutuamente como expresin del biopoder: el de las alternativas propias del Gobierno nacional y el de la lgica territorial, en el que el gobernador tiene limitadas atribuciones; y estas se reducen an ms al no pertenecer, generalmente, al lugar que gobierna. Los jueces letrados, los comisarios y jueces de paz y las Comisiones de Fomento completan el plantel de autoridades de mayor envergadura en estas gobernaciones con sus tcnicas disciplinarias y coercitivas15. En territorios nacionales como el de Formosa,

    la actividad poltica restringida al mbito urbano, la existencia de escasas comunas y la falta de vinculacin entre las distintas zonas que componan cada territorio, obstaculizaron el establecimiento de

    12 Jos Rodrguez del Rebollar, Homenaje a Formosa en ocasin del 80. aniversario de su fundacin. 1879-8 de abril-1979 (Buenos Aires: s. e., 1959); Armando de Vita y Lacerra, Contribucin para una historia grande de Formosa, t. 2 (Buenos Aires: Francisco A. Colombo, Municipalidad de Formosa, 1971), 52-96; Hctor R. Borrini, Ocupacin y organizacin del espacio en el territorio de Formosa (1880-1980), Cuadernos de Geohistoria Regional 24 (1991).

    13 Foucault, Historia de la sexualidad, 112-113.14 Mara Beatriz Sez y Mara Lucila Hertelendy, Formosa. Apuntes para una crnica urbana (Formosa:

    Cedodal, 2000), 17 y 29-31.15 Noem M. Girbal-Blacha, Vivir en los mrgenes. Estado, polticas pblicas y conflictos sociales. El Gran

    Chaco argentino en la primera mitad del siglo XX (Rosario: Prehistoria, 2011). Desde 1907, las llamadas Comisiones de Fomento concentraran a los vecinos representativos del lugar avalados por el gobernador y el Ministerio del Interior para promover el desarrollo jurisdiccional. Solo en la vida de los municipios tenan participacin los habitantes locales a la hora de elegir a sus cinco representantes en el Concejo Municipal (cuando se tratara de poblaciones con ms de mil habitantes).

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    las estructuras partidarias a escala territorial, as como la formacin de una identidad poltica16.

    Ms all de la creacin y funcin de la Direccin General de Territorios Na-cionales, por ejemplo, la situacin de coordinacin de estos espacios no sera tarea sencilla, ni en el aspecto poltico ni en el socioeconmico, dado que el papel del Estado no es unilateral, ya que su participacin tampoco ha tenido un mismo sentido en los procesos de desarrollo rural a travs de diferentes realidades nacionales y diversos momentos de la historia17.

    En sntesis, el propsito de este artculo es trascender el relato detallado de la obra de gobierno realizada y de los funcionarios que ocuparon cargos en el mbito local. El objetivo es describir e interpretar las condiciones de pervivencia o supervivencia poltica de Formosa, de la cual forman parte sus habitantes, su identidad, su economa y sus instituciones, durante la gestin del peronismo histrico. De este modo se busca sumar una interpretacin ms a los estudios sobre el peronismo en el interior, que poco espacio tiene an en la historio-grafa argentina18.

    1. El Gobierno nacional y algunos rasgos de su influencia en Formosa

    El golpe de Estado del 4 de junio de 1943 inaugur una etapa de mayor pre-sencia estatal en los territorios nacionales, durante la que se busc ampliar el desarrollo econmico y la organizacin poltica en ellos, siempre bajo la supervisin del poder central y como parte de una identidad dinmica entre vida y poltica19. En una coyuntura marcada por la Segunda Guerra Mundial

    16 Mara Silvia Leoni de Rosciani, Los territorios nacionales, en Academia Nacional de la Historia: Nueva historia de la nacin argentina, t. 8 (Buenos Aires: Planeta, 2001), 47; Martha Ruffini, La pervivencia de la repblica posible en los territorios nacionales. Poder y ciudadana en Ro Negro (Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2007), 29-138.

    17 Mario Lattuada, Susana Mrquez y Jorge Neme, Desarrollo rural y poltica. Reflexiones sobre la experiencia argentina desde una perspectiva de gestin (Buenos Aires: Ciccus, 2012), 17.

    18 Raanan Rein, Juan Atilio Bramuglia: bajo la sombra del lder. La segunda lnea de liderazgo peronista (Buenos Aires: Lumiere, 2006), cap. 1; Daro Macor y Csar Tcach, eds., La invencin del peronismo en el interior del pas (Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral, 2003); Antonio H. Prieto, Para comprender a Formosa. Una aproximacin a la historia provincial (Formosa: Ministerio de Cultura, Educacin y Comunicacin Social del Gobierno de la Provincia de Formosa, 1990), 75-87; Daro Pulfer, El peronismo en sus fuentes. Una gua bibliogrfica para su estudio (Buenos Aires: Ciccus, 2012).

    19 Leoni de Rosciani, Los territorios nacionales, 62-63.

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    y la sostenida neutralidad argentina, los territorios patagnicos recibieron la mayor atencin gubernamental y se tomaron diversas medidas para fortalecer la presencia nacional en ellos. Tambin se creara el territorio nacional de los Andes, con jurisdiccin repartida entre Salta, Jujuy y Catamarca. Dos aos ms tarde, en 1945, el presidente Edelmiro Farell convocara a la Primera Reunin Nacional de Municipios con la participacin de delegados de los territorios20.

    La integracin aqu planteada derivaba de las obras y los servicios pblicos, tendientes a generar una expansin y mayor autonoma econmica local, para alcanzar luego la autonoma poltica gradual; es decir, designar gobernadores

    20 Aquiles Ygobone, La Patagonia en la realidad argentina. Estudio de los problemas econmicos, sociales, institucionales de las gobernaciones del sur (Buenos Aires: Ateneo, 1945), 422-423. Martha Ruffini, Ecos del Centenario. La apertura de un espacio de deliberacin para los territorios nacionales: la Primera Conferencia de Gobernadores (1913), Revista Pilquen 12 (enero-junio de 2010); Giorgio Agamben. Homo sacer. Il potere sovrano e la nuda vita (Turn: Einaudi, 1995), 165.

    Figura 1. Mapa de Formosa (Argentina).

    Fuente: www.pais-global.com.ar

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    nativos de los territorios, primero; lograr la representacin parlamentaria, despus, y, por ltimo, participar en las elecciones presidenciales. Estas seran las bases orientadoras de la poltica del Ejecutivo nacional en tiempos del peronismo, con su liturgia vinculada al poder, que el propio Juan Domingo Pern propuso en el discurso de clausura, el 23 de marzo, y se plasm en el Primer Plan Quinquenal de 194721. Aun revistas especializadas tradicionales, como La Chacra, anunciaban que a partir de agosto de 1946 todos los nmeros incluiran noticias y notas sobre los territorios nacionales, dada la importancia que estos haban adquirido22.

    Por su parte, Tribuna Peronista (dirigido por un ex deportista) se defina, desde febrero de 1947, como un peridico informativo, doctrinario, gremialista, de problemas, orientacin, crticas, argentinismo y cultura, en tanto nico vocero de los postulados revolucionarios y la integral doctrina peronista, en el territorio nacional de Formosa. As se convirti en un activo divulgador del discurso popular y nacional vigente, bajo la patritica concepcin de la justicia social invocadas por Irigoyen y Pern23. Este rgano defensor de los intereses de los obreros, los hacheros, los trabajadores en general, us en sus pginas un lenguaje que evocaba la retrica y el estilo peronistas como un ejercicio ms para legitimar el poder. La oligarqua vacuna, los expoliadores de los indgenas y la oligarqua latifundista eran los actores predilectos y ms nombrados en la informacin que este semanario, de neto corte poltico, transmita. El peridico era nutrido, en gran parte, por noticias relacionadas con la vida territoriana; la situacin de los peones de campo; los hacheros, y los obrajeros paraguayos, tucumanos, santiagueos y correntinos que solan cobrar en especie, en contraste con las grandes estancias y empresas extranjeras24.

    Atento a la planificacin y al dirigismo de los nuevos tiempos, entre agosto y septiembre de 1946, por orden del presidente Juan Domingo Pern, el director del Banco Central de la Repblica Argentina, Francisco Pardo, visit Formosa y el Chaco para informarse sobre la realidad socioeconmica de estos apartados territorios del nordeste argentino. El propsito era eminentemente poltico. Como producto de su trabajo de campo, Pardo elabor cuatro informes que elev al

    21 Mario Arias Bucciarelli, Tensiones en los debates parlamentarios en torno de la provincializacin de los territorios nacionales durante el primer peronismo, Quinto Sol 14 (enero-diciembre de 2010).

    22 La Chacra (Buenos Aires) (agosto de 1946): 44.23 Tribuna Peronista (Formosa), 12 de febrero, 1947, 1.24 Tiempo de Cambio Regional (Formosa), 10 de enero, 1996, 7.

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    presidente de la nacin, en los que diagnosticaba la situacin socioeconmica de esos territorios; es decir, de los aborgenes, la poltica de colonizacin, la subdivi-sin de las tierras fiscales, la construccin de caminos, el estado sanitario de las poblaciones, la educacin, la vivienda, la industria, la agricultura y la ganadera, los servicios pblicos y la industria maderera local25. La descripcin pretenda servir de base a la aplicacin del Plan Quinquenal, segn adverta el informante, pero, sin duda, el Gobierno nacional tambin quera estar atento a la hora de las posibles propuestas de provincializacin de estos territorios, que se venan manifestando con insistencia desde la dcada de 1930.

    La situacin del indgena escasamente presente en la legislacin social nacio-nal ocup un porcentaje significativo de estos informes que denunciaron la miseria en la cual vivan los pueblos originarios de Formosa. Las propuestas de Francisco Pardo involucraban al Estado nacional para que mejorara la condi-cin sanitaria, habitacional, de alimentacin y de educacin de los aborgenes. Respecto de la colonizacin, ms all de la poblacin paraguaya que se arraigaba en Formosa por su condicin fronteriza, Pardo sugera que los beneficiarios de las tierras fueran mayoritariamente nativos, otorgando al efecto facilidades y ventajas que los atrajeran. Impulsaba entonces la concesin de tierras que evitara la incertidumbre de una poblacin inestable. Al mismo tiempo, com-prometa al Ministerio de Obras Pblicas, a la Direccin Nacional de Vialidad, a la Secretara de Salud Pblica de la Nacin, a la Caja Nacional de Ahorro Postal y al Registro Civil para llevar a cabo las mejoras sociales en cada uno de los rubros diagnosticados26.

    De acuerdo con Francisco Pardo, en Buenos Aires existe un marcado egos-mo por el interior del pas. Y reforzaba esta afirmacin al sostener que los habitantes de estos territorios se consideran olvidados por los poderes pblicos nacionales; y, en consecuencia, es indispensable comprender que antes que la construccin de obras puramente suntuarias o de adorno estn las obras pblicas que las provincias y los territorios requieren, de las cuales depender el futuro de la economa de la nacin27. Tales propuestas se extendan tambin a las zonas productoras de la Argentina litoralea28.

    25 Francisco Pardo, Aspectos econmico-sociales de los territorios nacionales de Chaco y Formosa. Informe, Archivo Histrico de Formosa (AHF), Buenos Aires, diciembre de 1946.

    26 Pardo, Aspectos econmico-sociales; Gabriel A. R. Barrionuevo, Orgenes y desarrollo del peronismo formoseo (1943-1955) (Formosa: Crculo del Libro Formoseo, 2003), 65-72.

    27 Pardo, Aspectos econmico-sociales, 16-17.28 La Chacra (Buenos Aires) (enero de 1946): 6-8 y 87; La Chacra (octubre de 1946): 70.

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    Ms all de este diagnstico y de los intentos del Gobierno nacional para atender a los sectores sociales relegados como parte del control social, las dificultades no eran sencillas de superar. En abril de 1947, braceros pilags, tobas y wichs fueron despedidos sin indemnizacin del ingenio San Martn de El Tabacal. Un mes antes haban sido llevados, desde el territorio nacional de Formosa, con sus pobres enseres, junto a mujeres y nios con la promesa de que les pagaran seis pesos por da. Una vez en el ingenio, propiedad del salteo conservador Robustiano Patrn Costas, la promesa no se respet y los braceros reclama-ron sin xito ante la justicia. Con hambre y empobrecidos regresaran a pie a Las Lomitas (Formosa) y se alojaran en el paraje llamado Rincn Bomba. La Gendarmera Nacional ejerci entonces un frreo control para desplazarlos a lugares ms alejados. Los representantes indgenas se esforzaron por tener una entrevista con las autoridades nacionales y con el propio presidente Juan Domingo Pern, o porque este se trasladara al territorio formoseo para que conociera las miserias por las cuales pasaban en la vida cotidiana. El presidente de la Comisin de Fomento local pidi ayuda al gobernador del territorio, quien a su vez la tramit ante el ministro del Interior.

    El presidente de la nacin orden el envo de alimentos, ropas y medicinas para los aborgenes, que llegaron a la ciudad de Formosa en septiembre de ese ao y fueron consignados al delegado de la Direccin Nacional del Aborigen, quien demor la entrega a los damnificados. Finalmente, la ayuda lleg, pero diezmada y los alimentos lo hicieron en muy malas condiciones sanitarias, durante los primeros das de octubre. El consumo de esos productos desat una intoxicacin masiva. Los sobrevivientes ya no fueron bienvenidos y co-menzaron a ser sospechosos. Se hablaba del peligro indio y la Gendarmera Nacional actu en consecuencia. En los aborgenes (ms de 1.000) se notaba la existencia de gran cantidad de mujeres y nios, quienes portando grandes retratos de Pern y Evita avanzaban desplegados en direccin nuestra. En la tarde del 10 de octubre se inici una feroz matanza, y luego una persecucin para quienes escaparon de ella. Los enfrentamientos se sucedieron hasta el 5 de noviembre y la poblacin civil acompa esta persecucin. Segn reconoci el comandante mayor (r) Tefilo Ramn Cruz, la Gendarmera crey

    [] que al llegar la noche atacaran avanzando sobre Las Lomi-tas; efectuamos tiros al aire desde todos lados para dispersarlos. El tableteo de la ametralladora, en la oscuridad, debemos recordarlo,

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    impresiona bastante. Muchos huyeron escondindose en el monte, al que obviamente conocan palmo a palmo29.

    Pblicamente no se inici ninguna investigacin, pero el peridico local (por entonces oficialista) El Norte public:

    Extraoficialmente, informamos a nuestros lectores que en la zona de Las Lomitas se habra producido un levantamiento de indios. Los revoltosos pertenecen a los llamados pilags quienes, segn las confusas noticias que tenemos, vienen bien provistos de armas [...] ya se habran producido algunos encuentros, no se sabe si con los pobladores de la zona o tropas de la Gendarmera Nacional30.

    Estos anuncios fueron reiterados en otros diarios externos al territorio nacional, como El Intransigente de Salta y El Territorio de Resistencia (Chaco). Este ltimo, el 20 de octubre de 1947, no dud en afirmar que:

    En los ltimos tiempos, estos indgenas carecan de lo ms indis-pensable para el sustento diario, vindose precisados no pocas veces a incurrir en hechos delictuosos para proveerse de alimentos. Las tierras prometidas y la creacin en el lugar de escuelas, como as la entrega de elementos de trabajo, semillas, etc., nunca se concretaron, mientras que las gestiones por el logro de esa ayuda eran recibidas de manera violenta, tal si existiera el propsito de condenar a millares de seres humanos a la inanicin31.

    Ms all de estos sucesos, desde los comienzos del gobierno de Juan Domingo Pern se advierte una mayor presencia del Estado nacional en la vida territoria-na. El auspicio econmico y las mejoras sanitarias y escolares, por ejemplo, son indicadores de ese inters, pero las preocupaciones estatales se concentraran en dos cuestiones esenciales respecto de los territorios nacionales. Si bien el Ejecutivo nacional pretenda llegar a la provincializacin de aquellas reas admi-nistrativas, resultaba mayor el temor por los disturbios que se podran generar

    29 Teodora Zamudio, Matanza de Rincn Bomba, en Derecho de los pueblos indgenas (Buenos Aires: Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires, 2008) Consultado en http://www.indigenas.bioetica.org/not/nota22.htm el 12/12/2012

    30 El Norte (Formosa), 11 de octubre, 1947, 1, columna 5.31 El Territorio (Resistencia), 20 de octubre, 1947, 3.

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    en caso de ampliar la ciudadana y convertirlas en provincias; esta situacin fue evidente al menos hasta 1951, cuando abruptamente se provincializaron Chaco y La Pampa. Por otra parte, las condiciones econmicas de muchas de esas jurisdicciones no parecan ser suficientes para otorgarles la jerarqua pro-vincial y que se sustentaran con sus propios recursos32. En 1947 el Congreso de Gobernadores de los Territorios Nacionales plante medidas preliminares para una posible provincializacin: aumentar las atribuciones de los goberna-dores, incrementar el nmero de juzgados e impulsar las obras pblicas y la educacin. Al ao siguiente, una comisin especial del Senado hizo propuestas en el mismo sentido, as como el presidente Pern con la promulgacin de la Ley 13494 de 1948, por la cual se fortaleca el poder de recaudacin e inversin de los municipios situados en los territorios.

    La reforma de la Constitucin nacional realizada en 1949 habilit a los habi-tantes de los territorios nacionales es decir, a un 40 % del territorio argentino y a un 10% de la poblacin del pas para elegir presidente y vicepresidente de la nacin. Esta accin la ejercieron en las elecciones nacionales de 1951, en las que se reeligi a Pern para un segundo mandato presidencial. Por su parte, el ministro del Interior, ngel Borlenghi, tuvo a su cargo el discurso para reforzar la autoridad de los gobernadores y municipios, pero sin alentar decididamente la provincializacin al menos en todos los territorios nacionales, por las razones ya enunciadas y por el riesgo que implicaba en el marco de gubernamentalidad impuesto por el peronismo33. Para Borlenghi no hay obligacin de transformar en provincias a los territorios, pues los territorios son nacionales, o sea que quedan sujetos al gobierno del poder central y, por ltimo, la legislacin que los debe regir debe ser especial34. Aunque los delegados territoriales actuaron entre 1952 y 1955, lo hicieron con poderes recortados y, generalmente, para apoyar iniciativas del Ejecutivo nacional. De todos modos, Formosa no logr obtener representante alguno y de hecho fue el ltimo territorio nacional nor-teo en convertirse en provincia, ya promediando la dcada de 1950.

    El Congreso Nacional mostr mayor preocupacin por este tema, especialmen-te de parte de los legisladores radicales, representantes de los sectores medios.

    32 Presidencia de la Nacin, Plan de realizaciones e inversiones 1947-51 (Buenos Aires, 1947).33 Presidencia de la Nacin, Tercera Conferencia de Gobernadores (Buenos Aires, 1950).34 Cmara de Senadores del Congreso Nacional, Diario de sesiones (Buenos Aires, 1950), 1599.

    Puede leerse una interpretacin de los debates legislativos en Arias Bucciarelli, Tensiones en los debates parlamentarios.

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    De los catorce proyectos presentados en ambas cmaras por radicales y oficia-listas referidos a la provincializacin, solo seis incluan a Formosa35. An as, los movimientos provincialistas que se radicaron en los distintos territorios tendran que aproximarse al oficialismo si pretendan alguna injerencia en las medidas a tomarse. Pronto se constituy la Agrupacin de Territorianos Provincialistas General Pern, dispuesta a elevar propuestas al Legislativo nacional, mientras insista ante Juan y Eva Pern para que se designaran gobernadores nativos. El xito result escaso para los promotores, porque los cambios que el peronismo lograra implementar en la vida de los territorianos dejaran su huella positiva a favor del gobierno de Juan Domingo Pern ms que de los militantes de la propuesta. Anarquistas, socialistas y comunistas perdieron terreno entre los trabajadores locales por la ampliacin de los derechos laborales y la justicia social que el peronismo instauraba a travs de las delegaciones regionales de la Confederacin General del Trabajo (CGT) y ms all de ellas, especialmente en el Chaco y La Pampa. Estos territorios nacionales fueron respaldados en sus reclamos para convertirse en provincias por Eva Pern, como presidenta del Partido Peronista Femenino, a partir de 1951, y con un xito casi inmediato, marcado por la impronta peronista, la centralidad de la CGT y la exclusin de los opositores36.

    Formosa es, sin duda, un territorio postergado en mltiples aspectos, ms all de la labor desempeada por algunas rdenes religiosas, como la de los franciscanos37. Cuando en diciembre de 1948 apareci el peridico doctrinario Justicia Social, breg por la concertacin entre capital y trabajo; critic la falta de contencin social en materia de salubridad, educacin y trabajo, e hizo responsable de la situacin al gobernador Rolando Hertelendy; hizo eco de la voz de los aborgenes cuando seal en sus pginas que los indgenas no pedan cargos pblicos sino herramientas de trabajo; transcribi leyendas y hechos de la historia de los pueblos originarios, pero sin someter a un anlisis profundo las causas de dicha situacin. Dos aos ms tarde, en marcado con-traste, el peridico peronista Hoy, con un claro perfil partidario, recogi varias noticias del territorio, pero para poner el acento como la haca el Ejecutivo

    35 Hugo H. Beck, La etapa peronista en Formosa. Poblacin, economa y poltica en la transicin del territorio a la provincia, en Undcimo Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina (Crdoba y Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 2001).

    36 Leoni de Rosciani, Los territorios nacionales, 70.37 Ver detalles en Cirilo R. Sbardella, Los diarios de la Misin Laish (Resistencia y Chaco: Centro de

    Estudios Brigadier Pedro Ferr, 1993).

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    nacional en los temas deportivos, culturales y de accin social. Estas pinturas de la vida cotidiana contrastan, a su vez, con las planteadas desde la pgina de Unidad, rgano del Partido Comunista local, y Voz Radical, peridico mensual de la Unin Cvica Radical (UCR) de Formosa, que denunciaban los desalojos autoritarios, la demagogia peronista y el corporativismo gremial.

    Por consiguiente, el Gobierno nacional se preocup por concretar la adjudi-cacin de superficies reducidas destinadas a la agricultura con el propsito de acelerar el proceso de creacin de pequeas propiedades (entre 10 y 15 ha por productor, en la zona este de Formosa), pero muy lejos de las ban-deras de la reforma agraria que agitaran Juan Domingo Pern y el Consejo Agrario Nacional en la etapa preelectoral. Entre 1947 y 1960, los censos indican que el nmero de explotaciones de pequea escala se increment. Las menores de 25 hectreas pasaron del 42,13 % al 59,17 %. El cultivo primitivo del algodonero, los colonos instalados como ocupantes en tierras fiscales y la consolidacin de las pequeas propiedades operaron como efectos negativos para el desarrollo territoriano, al menos hasta que For-mosa pas a ser provincia y la administracin de las tierras fue competencia de la gestin local38. Predominaron las pequeas parcelas (menores de 25 ha) de baja rentabilidad y casi un 70 % pertenecan a esta categora en el periodo intercensal 1947-1960. Esta situacin se intent corregir a partir de 1960 como producto de los cambios polticos nacionales y la conversin del territorio en provincia.

    Para 1947 los establecimientos en propiedad provenan de las primeras distri-buciones de tierras fiscales. La mayor parte de las explotaciones de reducida dimensin (de menos de 25 hectreas) practicaban la agricultura, mientras que las grandes extensiones se dedicaban a la ganadera y la explotacin forestal. Si bien las parcelas pequeas predominaban entre las explotaciones, solo abar-caban el 1,21 % de la superficie. Esta situacin y el monocultivo de algodn afectaron el recurso natural del suelo y tambin la calidad de vida de la pobla-cin, al acentuar la precariedad sobre la propiedad del suelo que se sumaba al pequeo tamao de las parcelas. En consecuencia, proliferaron los productores

    38 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNSO/PNUD), Oficina de Lucha contra la Desertificacin, Secretara de Desarrollo Sustentable y Poltica Ambiental e Instituto de Colonizacin y Tierras Fiscales, Tenencia de tierra en la provincia de Formosa. Repblica Argentina, (Buenos Aires, UNOS/PNUD, 2003).

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    que complementaban sus ingresos trabajando como cosecheros en las gran-des extensiones del Gran Chaco argentino39. Tales tcticas y procedimientos permitieron ejercer poder sobre la poblacin y el Estado administrativo y su estructura tcnica se gubernamentalizaron.

    En 1947, las explotaciones ganaderas y forestales en tierras fiscales repre-sentaban un 65 % de la superficie y eran otorgadas en concesin, en venta, arrendamiento o pago de pastoreo de un nmero de cabezas en el primer caso; y mediante el pago de aforo en el caso de las forestales40. La mayor concen-tracin de grandes propiedades en pocas manos se dio en el este formoseo, donde primeramente se privatiz la posesin de tierras. En las zonas con mayor desertificacin difcilmente el ganadero buscaba arraigarse, adquiriendo o arren-dando tierras, y prefera pagar el derecho de pastoreo, con las consecuencias de inestabilidad productiva que esta situacin generaba.

    Cuando en octubre de 1953 el presidente Juan Domingo Pern visit por segunda vez el territorio de Formosa, de camino a Asuncin, Paraguay, para firmar el Tratado de Unin Econmica Argentino-Paraguaya durante la gestin en el territorio de Iglesias Paiz, en su discurso hizo nfasis en el latifundio fiscal, eludiendo referirse a los latifundios particulares. Dijo entonces que casi el 80 % de la tierra de Formosa est todava en poder del Estado. Yo he de tomar medidas para que se le entregue gratuitamente a cada formoseo que la quiera trabajar41. Sostuvo con firmeza: La tierra ser para quien la trabaja es el lema que inspira al general Pern en su obra de progreso colonizador agrario algodonero y de engrandecimiento de todo el norte del pas42. Al mismo tiempo asumi el compromiso para garantizar este derecho como expresin de la gubernamentalidad peronista que, ms all de ser un discurso de confrontacin, no se apartaba sustantivamente de la estructura agroganadera43.

    39 Daniel Slutzky, Estructura social agraria y agroindustrial del nordeste de la Argentina: desde la incorporacin a la economa nacional al actual subdesarrollo concentrador y excluyente (Buenos Aires: IADE, 2011), 126.

    40 Slutzky, Estructura social agraria y agroindustrial, 125.41 La Nacin (Buenos Aires), 3 de octubre, 1953, 3.42 La Gaceta Algodonera (Buenos Aires), 31 de octubre, 1953, 1-2. 43 Noem M. Girbal-Blacha, Mitos, paradojas y realidades en la Argentina peronista (1946-1955). Una

    interpretacin histrica de sus decisiones poltico-econmicas (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2003 [reeditado en 2011]).

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    Tabla 1. Formosa. Explotaciones agropecuarias (%)

    1947 1960

    Rgimen legal Nmero de explotaciones Superficie Nmero de

    explotaciones Superficie

    Propietarios 2,31 18,61 4,65 14,13

    Arrendatarios 4,28 2,00 4,23 1,91

    Medieros 0,60 0,08 0,71 0,08

    Ocupantes 85,24 71,06 66,23 68,94

    Otras formas 7,57 8,25 24,18 14,94

    Total 100 100 100 100

    Fuente: Elaboracin propia a partir de los censos nacionales de 1947 y 1960.

    Juan Domingo Pern volvi a pasar por Clorinda (Formosa) en 1954, rumbo a la capital paraguaya de Asuncin, para hacer devolver los trofeos de la guerra de la Triple Alianza. Del lado argentino, los formoseos, muy vinculados a la poblacin y a los vaivenes polticos paraguayos, esperaban el contacto personal con su lder, con lo que dieron muestras, una vez ms, de la identidad entre el Gobierno y los intereses locales con el gobierno federal. Pero los tiempos haban cambiado y las estrategias y el estilo poltico de Pern haban girado hacia el autoritarismo44.

    2. Poltica y gobierno territoriano en tiempos del peronismo

    En Formosa exista con anterioridad a la Revolucin de los coroneles, del 4 de junio de 1943, una actividad gremial y poltica tendiente a buscar gobernadores que residieran en el territorio y contaran con el apoyo de la poblacin. De todos modos, la estrategia no fue suficiente para defender los intereses de los traba-jadores locales y evitar la pobreza y sus consecuencias45. El peridico local El Norte dirigido por el abogado Antenor Polo, quien apoyara a la antiperonista

    44 Tribuna Justicialista (Formosa), 15 de agosto, 1954, 3; Orlando R. Aguirre, El general Juan Domingo Pern en la ciudad de Clorinda en el ao 1954, Revista de la Junta de Estudios Histricos y Geogrficos de Formosa 3, n.o 3 (diciembre de 2006): 31-39.

    45 Beck, La etapa peronista en Formosa, 9-11.

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    Unin Democrtica para convertirse desde finales de 1946 al peronismo lo puso de manifiesto en reiteradas notas en las que reclamaba la atencin de las autoridades46. Para 1944, el coronel Juan Domingo Pern ya comenzaba a ser reconocido en Formosa como un lder obrero y no fueron pocos los vecinos que empezaron a escribirle, apenas iniciado 1945, para evitar la expropiacin de las tierras en que habitaban y al menos tener la posibilidad de trasladar sus ranchos. Esta peticin recibi pronto la respuesta favorable de Pern, como parte de la accin del biopoder47.

    Desde 1942 la actividad poltica que actuaba en Formosa reconoca tres expre-siones partidarias referenciales: la Unin Cvica Radical Comit Nacional, el Comit Radical Aristbulo del Valle y el Comit Socialista Obrero. Luego del 17 de octubre de 1945, da de la Lealtad Peronista, la figura de Juan Domingo Pern se instal como referente de los sectores trabajadores formoseos, que adhirieron rpidamente a su propuesta de justicia social como parte sustantiva de la reivindicacin de sus derechos, largamente postergados. En Formosa los primeros adherentes al movimiento peronista no registraban accin poltica previa, y por esta razn, entre otras,

    [] estos primeros peronistas se ganaron pronto la antipata de los grupos vinculados a los partidos tradicionales donde se destacaban los sectores ms ortodoxos del radicalismo, el socialismo y el comu-nismo, adems de los intelectuales liberales que pronto tildaron de nacifascistas a los adherentes a Pern48.

    La ciudadana restringida de los habitantes territorianos torn an ms difcil la promocin de la poltica partidaria. El triunfo de Juan Domingo Pern en las elecciones presidenciales nacionales del 24 de febrero de 1946 fue cambiando el panorama, aun en medio de la heterogeneidad de las fuerzas polticas que haban respaldado al Coronel de los Trabajadores49. Las pujas entre los militantes del Partido Laborista y la Unin Cvica Radical Junta Renovadora se nutrieron de las disputas por las demandas de los trabajadores para ampliar sus bases

    46 Primer Anuario de Formosa, El Norte (Formosa), 1942; El Norte (Formosa), 20 de mayo, 1944, 3.47 Revista de Cultura y Deporte (Formosa) (7 de agosto de 1944); El Norte (Formosa), 8 de abril, 1945, 2;

    El Norte, 20 de abril, 1945, 3; Beck, La etapa peronista en Formosa, 10.48 Barrionuevo, Orgenes y desarrollo del peronismo, 27.49 Alain Rouquie, Poder militar y sociedad poltica en la Argentina II, 1943-1973, t. II (Buenos Aires: Emec,

    1982); El Norte (Formosa), 9 de febrero, 1946, 1-2.

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    partidarias. Cuando Pern form el Partido nico de la Revolucin, que en enero de 1947 se convirti en el Partido Peronista, el contralmirante Alberto Tessaire fue designado a cargo del Consejo Superior partidario. Desde all se nombraran los interventores nacionales en provincias y territorios nacionales, lo que verticaliz la estructura partidaria que desde entonces influy directa-mente en gobernaciones como la de Formosa.

    El pgil santiagueo Demstenes Gmez, director de las revistas deportivas formoseas y desde 1942 de Cultura y Deporte, en octubre de 1945 organiz el Centro Cvico 17 de Octubre Coronel Pern, que pronto pasara a denominarse Partido Radical Laborista 17 de Octubre, que adhiri a las consignas de Juan Domingo Pern, las cuales llegaban por la prensa o por la radio al nordeste argentino50. Como director del peridico local Tribuna Peronista, Gmez afirm poco despus que:

    Los verdaderos peronistas que respondan a las directivas de Pern lucharon con energa revolucionaria para mantener la mstica parti-daria, financiando la campaa con sus propios recursos, mientras los ambiciosos y trepadores, valindose de su condicin econmica e influencias, lograron las representaciones y candidaturas a diputados nacionales y la designacin de gobernador [por Hertelendy] y altos cargos en el gobierno de entonces51.

    Las gestiones gubernativas de Formosa en tiempos del peronismo estuvieron a cargo de Rolando Hertelendy y Arturo Iglesias Paiz, quienes encabezaron un conjunto de instituciones, procedimientos y tcticas para ejercer la biopoltica o el poder sobre la poblacin, manteniendo estrechos nexos con el Gobierno nacional.

    2.1. Rolando Hertelendy (1946-1950). La oligarqua mimetizada en el peronismo

    Empresarios y grandes ganaderos formoseos respaldaron el partido oficial que se instal en el territorio con la designacin del gobernador Rolando Hertelendy52, el 10 de diciembre de 1946 y hasta 1950. Era uno de los hom-

    50 Vanse detalles de la reunin en Demstenes Gmez, Autobiografa (Formosa, Edicin del autor, 1994).

    51 Citado por Barrionuevo, Orgenes y desarrollo del peronismo, 31 y 33-38.52 Su padre, Manfredi Hertelendy, haba hecho fortuna en la provincia de Buenos Aires como proveedor

    del ejrcito durante la guerra de la Triple Alianza, recibiendo como pago por sus servicios tierras en

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    bres ms ricos oriundo de Formosa, terrateniente, hacendado y empresario nacido en Clorinda, de cuya Comisin de Fomento formara parte en 1937. Haba estudiado en Blgica y, ms all de los juicios de valor de los llamados peronistas histricos, fue a quien Juan Domingo Pern recurri evitando con-frontaciones para dirigir los destinos de Formosa. Las contradicciones del peronismo se tornaron explcitas en el territorio y la mayora peronista que adhiri a la revolucin nacional y a la justicia social no tard en calificar de oligarca y terrateniente y antiperonista al flamante gobernador. Al margen de esta designacin, histricamente los grandes ganaderos y propietarios de tierras muchos de ellos integrantes de la Comisin Directiva de la Sociedad Rural de Formosa, creada en 1935 mantenan estrechos nexos con el poder poltico formoseo53. Pern lo saba y se inclin por respaldarse en los influ-yentes miembros de la Sociedad Rural del Territorio, quienes auspiciaron la candidatura de Hertelendy, gran propietario de tierras y de importantes rodeos de ganado criollo54.

    El gobierno formoseo tuvo a partir de 1946 la compleja tarea de timonear los conflictos internos de distintos sectores sociales con intereses econ-micos divergentes que integraban el nuevo movimiento poltico partidario. La conversin al peronismo entre los sectores dirigentes formoseos no se demor y tambin lo hicieron los representantes de la prensa, como El Norte de Antenor Polo, Tribuna Peronista de Demstenes Gmez, Justicia Social dirigido por Gregorio Cejas Torres y El Chaj de Negib R. Lahoud. La revolucin nacional, la reforma agraria, la dignificacin de los traba-jadores y la justicia social formaron parte de los temas y del mensaje que estos medios asumieron como propios. Fueron ellos quienes distinguieron el peronismo oportunista del peronismo genuino. El verdadero pe-ronismo est de pie, alerta y unificado en todo el territorio, sostenan los medios de comunicacin formoseos oficialistas55. La gestin de Rolando Hertelendy mereci las ms duras crticas por sus desaciertos y por esta razn, a pesar de los tiempos auspiciosos en la distribucin del ingreso, esos beneficios no llegaron a Formosa, que careca de salubridad y obras

    el Gran Chaco argentino, donde fund Clorinda en Formosa.53 Primer Anuario de Formosa, El Norte (Formosa), 1942, 16.54 Para 1947, el 4 % de los 5.300 establecimientos pecuarios de Formosa posean ms de 1.000

    cabezas de ganado vacuno, pero concentraban el 55 % del total. Beck, La etapa peronista en Formosa, 3-13.

    55 Diarios sueltos, AHF, libro 1946-1960; Tribuna Peronista (Formosa), 12 de febrero, 1947.

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    pblicas, mientras su poblacin alcanzaba importantes niveles de pobreza e indigencia56.

    Tribuna Peronista denunci que:

    [] el problema de la reforma agraria en este territorio fronterizo de la Argentina lo hemos analizado con trminos estrictamente pe-ronistas y el silencio de nuestro gobernante para gestionar y provocar la reparticin de la tierra como un elemento de trabajo y liberacin social y econmica57.

    El rgimen de tenencia de la tierra arraigaba al productor y a su familia. Este reclamo se uni a la consolidacin del Partido Radical Laborista Coronel Juan Domingo Pern en el interior formoseo, como parte de la Revolucin social argentina, en todo de acuerdo con los principios del peronismo genuino que se identificaba con el Lder de los Trabajadores. Para varios medios periodsticos del territorio nordestino, El Norte, su director y el gobernador Hertelendy for-maban parte de una alianza que no dudaban en calificar de antiperonista. Hacia ella dirigieron sus crticas y calificaron al conjunto de oligarqua mimetizada en el peronismo58.

    La violencia poltica no fue ajena a quien conduca los destinos del territorio y en nombre de la disciplina y el orden imprimi a la gubernamentalidad perfiles persecutorios que alcanzaron a la prensa opositora. Fue el caso del atentado que sufriera el director del diario peronista El Chaj, que termin con la muerte del periodista. El director de Tribuna Peronista, Demstenes Gmez, se dirigi en 1948 desde las pginas del diario al Superior Gobierno de la Nacin presidido por el lder de la revolucin nacional, [quien] debe asegurar las libertades ciu-dadanas y el libre expresar de la prensa. Si ella se desva, es la opinin pblica quien tiene fueros para calificar tal error periodstico59.

    Mayor fue la inoperancia gubernativa cuando se trataba de la poblacin abo-rigen, como qued demostrado en la matanza de Rincn Bomba, historia silenciada entre las represiones argentinas, ocurrida en 1947, cuando ms del 60 % de la poblacin de Formosa se radic en asentamientos dispersos. El censo

    56 Diarios sueltos, AHF, libro 1946-1960; Justicia Social (Formosa), 10 de abril, 1949.57 Diarios sueltos, AHF, libro 1946-1960; Tribuna Peronista (Formosa), 10 de setiembre, 1948, 1.58 Citado por Barrionuevo, Orgenes y desarrollo del peronismo, 80.59 Tribuna Peronista (Formosa), 12 de noviembre, 1948, 2.

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    algodonero de 1936 indica que el 63 % de los productores algodoneros eran de origen paraguayo y destaca que la expansin del cultivo se orientaba hacia el oriente del territorio60. La progresiva ampliacin del rea cultivada, especial-mente luego de la segunda posguerra y hasta 1960, responda a la expansin del cultivo algodonero. El censo nacional de 1947 registr que el 85,24 % de las explotaciones estaba en manos de ocupantes sin ttulo, lo que no resulta extrao si se recuerda que por entonces e histricamente la poblacin indgena quedaba excluida de los beneficios sociales61. Estos hechos incrementaron el dficit gubernativo de la gestin formosea.

    El 12 de diciembre de 1948 el gobernador Rolando de Hertelendy envi un telegrama urgente al ministro de Interior para informarle del conflicto originado en la misin franciscana del Laish en el mes de agosto, cuando oficialmente el Banco Central dispuso que se les pague a los indgenas que ah trabajan con moneda nacional de uso corriente a fin de sustituir el pago con vales. As fue comunicado con la presencia de Gendarmera Nacional y los delegados de Trabajo y Previsin de este territorio y del Chaco, adems del gerente de la sucursal local del Banco de la Nacin. Esta comisin se limit a constatar diversas irregularidades denunciadas por representantes indgenas en la misin, cuyo responsable a cargo tambin suscribi el acta levantada al respecto.

    El pedido del gobernador de Formosa al Gobierno nacional planteaba la necesi-dad de obtener ayuda econmica para que se pudiera invertir en adquisicin de elementos de trabajo que les daran ocupacin permanente a los aborgenes, para brindarles radicacin estable y necesario apaciguamiento. Eran el orden y la disciplina lo que preocupaba, pero ninguna referencia se consign acerca de las condiciones de vida en la misin y fuera de ella, aunque abundaran los pedidos de la Junta Territorial del Partido Peronista del interior de Formosa al gerente general de Ferrocarriles del Estado para que se proveyeran tanques de agua y azcar, pues se careca de estos productos para el consumo62. Las resoluciones oficiales expresaban preocupacin por mejorar los caminos y rutas de los medios rurales para alentar el trnsito, as como regularizar el abasteci-

    60 Jorge Daniel Chacoma, Distribucin de la poblacin en Formosa: ambiente, ferrocarril y algodn (1920-1947), en X Encuentro de Geohistoria Regional (Formosa: Junta de Estudios Histricos y Geogrficos de Formosa, 1990). Ver crecimiento discriminado por departamentos.

    61 Daro Aranda, Tierra de alguien, Revista MU (mayo de 2012). Consultado en http://darioaranda.wordpress.com/2012/06/20/tierra-de-alguien/

    62 Libros copiadores de notas oficiales, AHF, libro 115, ff. 175 y 207, 1948; libro 118, f. 107, 1949; libro 123, f. 17, 1950.

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    miento de agua en muchos distritos rurales que no contaban con el servicio, pero sin emprender obras permanentes y bsicas63.

    En medio de estas alternativas, en octubre de 1949, cuando el gobernador Hertelendy estaba prximo a finalizar su mandato, los sectores peronistas se movilizaron y alertaron para que no se produjera la reeleccin de quien consideraban un antiperonista convertido en peronista por conveniencia. La advertencia de Tribuna Peronista fue ms all e hizo referencia al latfundio de Hertelendy, situado en la frontera entre Argentina y Paraguay (zona de Clo-rinda), que comprenda unas 200.000 hectreas de tierras frtiles y solicitaba que el gobierno federal las expropiara64. Si el problema de la tierra segua siendo importante en tiempos peronistas y luego de la cada de Juan Domingo Pern tambin, no era menos cierto que la gestin territoriana adoleca de eficiencia y su accionar se sujetaba a las disposiciones del Ministerio del Interior, como dispona la legislacin vigente. En tal sentido, El Norte, por entonces de perfil oficialista, sali en defensa de Hertelendy destacando que haba sido el repre-sentante y el administrador de la cosa pblica, de acuerdo con los medios que le acuerda el poder central65. Algunas obras de infraestructura en el interior formoseo, la instalacin de sucursales bancarias y prstamos para el sector ganadero son todas las acciones que se pueden enumerar como parte de la gestin de este gobierno.

    Poco se dice, en cambio, sobre la adjudicacin de obras que hiciera el gober-nador a su propia empresa (compartida con su hermano Anbal). Es el caso de la construccin del camino que une la Misin del Laish con Coltapick y las obras en el puerto Velaz. En El Norte se afirm:

    La ejecucin de los trabajos fue encomendada, previa licitacin p-blica, a la firma de Anbal y Rolando Hertelendy, la que compenetrada de la responsabilidad que le incumba, colabor en todo momento con Vialidad Nacional para llevar a feliz trmino esta obra66.

    Por otra parte, los partidarios de Hertelendy no dejaron de subrayar la necesi-dad del nombramiento de gobernadores formoseos que les dieran garantas y

    63 Libros copiadores de notas oficiales, AHF, libro 117, ff. 298-300, 1949.64 Diarios sueltos, AHF, libro 1946-1960; Tribuna Peronista (Formosa), 15 de diciembre, 1950, 2.65 El Norte (Formosa), 8 de octubre, 1949, 3.66 El Norte (Formosa), 29 de octubre, 1949, 5, 8-9.

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    trabajo a los habitantes del territorio. Para la oposicin, el reclamo consista en que se designara un gobernador peronista, fuera formoseo o no. Finalmente, ante los conflictos que implicaba la accin de Hertelendy y sus escasos logros,