Vidaurrázaga - Maternidades en resistencia. Reconstruyendo la memoria desde la desvictimización

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    Tamara Vidaurrzaga ArnguizMaternidades en resistencia. Reconstruyendo la memoria desde la desvictimizacin

    Revista de Estudios de Gnero. La ventana, nm. 22, 2005, pp. 146-188,

    Universidad de Guadalajara

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    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Revista de Estudios de Gnero. La ventana,

    ISSN (Versin impresa): 1405-9436

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    Universidad de Guadalajara

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    MATERNIDADES EN RESISTENCIA.

    RECONSTRUYENDO LA MEMORIADESDE LA DESVICTIMIZACINTAMARA VIDAURRZAGA ARNGUIZ

    El presente artculo se realiz a partir de los relatos

    de vida de tres mujeres que durante la dictadura de

    Pinochet (1973-1990) pertenecieron al Movimiento de Izquierda

    Revolucionario (MIR), orgnica que propugn la resistencia armada.

    Sus testimonios estn cruzados por una doble exclusin que

    las ubica al margen de las reconstrucciones histricas realiza-das desde el poder y que son hegemnicas en Chile. Por tan-

    to, buscamos aportar a la reelaboracin de la memoria colectiva

    en dos sentidos: Primero, al romper con la amnesia en nues-

    tro pas, tras el trauma de la dictadura y las polticas de olvi-

    do impuestas por una transicin pactada. Segundo, al plantear

    contribuir a la memoria de las mujeres, quienes histricamente

    hemos estado vedadas para escribir la historiografa oficial,1

    debates que se profundizan en la pri-

    mera parte de este trabajo.

    El anlisis presentado en un segundomomento de este artculo se centra en las tensiones, trans-

    gresiones y resignificaciones que estas mujeres vivieron en

    torno a sus maternidades, y en contraposicin a sus identida-

    des en tanto militantes.

    1 Joan Scott. El problema de la invisibilidad, enRamos Escandn (comp.). Gnero e historia. Instituto

    de Investigaciones Dr. Jos Mara Luis Mora, San

    Juan, 1992.

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    Nuestra mirada est teida con una perspectiva de gnero,

    concepto que entenderemos como la construccin que la cul-tura hace sobre los rasgos biolgicos sexuales, es decir, sobre

    hombres y mujeres. Sin embargo, y como la diferencia aun

    siendo construida y no natural se encarna en los cuerpos bio-

    lgicos, entenderemos que nos situamos en un sistema sexo-

    gnero determinado. Por sistema sexo-gnero entenderemos

    un conjunto de arreglos por los cuales una sociedad transfor-

    ma la sexualidad biolgica en produc-

    tos de la actividad humana,2 en el

    cual el gnero y el sexo de un/a indi-

    viduo/a determinan su posicin en la sociedad y los roles quele corresponden jugar, establecindose stos en posiciones

    jerrquicas que marcan lo femenino-mujer subordinado a lo

    masculino-hombre. Al ser situacional, el sistema sexo gnero

    vara segn el periodo histrico, la cultura, la clase social, e

    incluso las organizaciones polticas.

    Epistemolgicamente, esta investigacin se suscribe en las

    corrientes metodolgicas feministas, cuestiona la existencia

    de la objetividad en las investigaciones sociales y humanis-

    tas, y entiende que la cercana de la investigadora con las

    protagonistas es un elemento enriquecedor. Mutamos el fal-so alejamiento con respecto a lo que se estudia, por la expo-

    sicin honesta de las caractersticas e intereses particulares

    de quien investiga, como plantea Sandra Harding (1998). En

    este sentido, y teniendo en cuenta que una de las entrevista-

    2 Sonia Montecino. Palabra dicha. Escritos sobregnero, identidades, mestizajes. Coleccin de libroselectrnicos, Facultad de Ciencias Sociales,Universidad de Chile, Santiago, 1997.

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    nales implicaron para los padres partcipes de este proceso.

    Ms bien la participacin de los hombres se encuentra relata-da desde la perspectiva de estas tres mujeres y sus casos par-

    ticulares, aunque no por ello menos importantes para el devenir

    de la historia de las mujeres latinoamericanas, y para com-

    prender las transformaciones producidas al sistema sexo-g-

    nero hegemnico a partir de las brechas y resistencias existentes

    en l. Resistencias que poco a poco van produciendo peque-

    as revoluciones fundamentales de visibilizar desde los estu-

    dios de gnero.

    El hecho de que el MIR haya sido un partido de cuadros en

    donde quienes militaban eran seleccionados por la orgnicay no haba ingreso masivo, as como su planteamiento de

    lucha armada, signific para las militantes una transgresin

    an mayor al sistema sexo-gnero hegemnico que el slo

    hecho de participar en poltica. Lo restringido del acceso a

    esta organizacin y la posibilidad real de muerte (ms an en

    la dictadura) necesariamente implicaron cambios en las mu-

    jeres afiliadas al MIR, quienes eran numerosas si se comparan

    con los otros partidos de la poca, aunque por supuesto ob-

    viando las reparticiones de poder dentro de la jerarqua, es-

    pacio donde la iniquidad genrica se reproduca.Todo lo anterior implica que el MIR fue un espacio donde po-

    tencialmente existan brechas que posibilitaban cambios en sus

    militantes, y especialmente en las mujeres, al sacarlas de sus roles

    tradicionales y ofrecerles una idea de igualdad con sus compa-

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    eros varones, si bien en muchas ocasiones fuese slo una ilu-

    sin de equidad, como se desprende de los relatos.

    LA DICTADURA DE PINOCHET, EL MIR

    Y LA OPERACIN RETORNO

    En 1973 se produjo en Chile el golpe de Estado con-

    ducido por una junta militar compuesta por todas

    las ramas de las fuerzas armadas (marina, ejrcito, fuerza a-

    rea) y carabineros de Chile, y encabezada por Augusto Pinochet

    Ugarte, hasta el momento leal servidor del gobierno consti-

    tucional de Salvador Allende, electo por la izquierda del pas

    unida bajo la Unidad Popular.El golpe fue apoyado por la oligarqua chilena y los parti-

    dos de centro y derecha. Algunos sectores polticos, como la

    Democracia Cristiana, apostaron a que tras la estabilizacin

    del pas la junta militar entregara el gobierno a manos civi-

    les.3 Sin embargo, esto nunca suce-

    di. Se instaur un gobierno dictatorial

    presidido por el comandante en jefe de las fuerzas armadas,

    Augusto Pinochet Ugarte. Las libertades constitucionales fueron

    anuladas por estados de excepcin y hubo una cruel repre-

    sin hacia los opositores del rgimen militar,4 quienes sufrie-ron torturas, desapariciones, detenciones y exilio.

    En un primer momento la dictadura actu represivamente

    con el nombre de Direccin de Inteligencia Nacional (DINA),

    organismo que a mediados de 1979 se transform en la Cen-

    4Ibid., p. 177.

    3 Toms Moulian.Anatoma de un mito. LOM-ARCIS,Santiago, 1997.

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    tral Nacional de Inteligencia (CNI), ms racional, especfica y

    brutal an en su actuar.Econmicamente el pas se sumi en una crisis en 1982.

    Entre 1981-1982 el PGB cay abruptamente en -14%, la fluc-

    tuacin ms importante experimentada por el PGB desde 1940.5

    La desocupacin subi de 11.1% a 22.1% en 1981. Por su

    parte, la inflacin tambin pas entre 1981-1982 de 9.5% a

    20.7%.6 Estas cifras obviamente tie-

    nen incidencia en las protestas que

    se desencadenan en 1983, ya que adems de las libertades

    polticas que haban perdido con el golpe, se suman los pro-

    blemas econmicos del pas.7La represin de los primeros aos de rgimen militar fue

    especialmente fuerte para el MIR. En

    octubre de 1974 es asesinado el his-

    trico dirigente Miguel Enrquez8 y son

    desaparecidos y detenidos centenares

    de militantes. Desde el 1 de junio al 31 de diciembre (de

    1974) centenares de miristas cayeron en manos de la DINAy

    del SIFA. Muchos murieron, otros recuperaron la libertad y partieron

    al exilio. Pero 123 de los apresados en ese perodo permane-

    cen an desaparecidos.9

    El movimiento rojinegro se carac-

    teriz tambin, en los primeros aos

    de dictadura, por lanzar la consigna el MIR no se asila,10 en

    la idea de que los militantes slo servan dentro del pas, pues

    10Ibid., p. 40.

    7Ibid., p. 280.

    9 Ascanio Cavallo et al. La historia oculta del rgimenmilitar. Ediciones La poca, Santiago, 1988, p. 42.

    6 Las dos cifras en Toms Moulian. Ibid., p. 279.

    5Ibid., p. 279.

    8 En 1966 estaban ya en el Comit Central loscamaradas Miguel Enrquez, Bautista VanSchouwen y Edgardo Condeza. Luis Vitale (ed.).El proyecto andino del Che, la transicin al socialismo ycronologa comentada de su vida. Ediciones Pineda,Santiago, 1997.

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    era en Chile donde se necesitaba resistir y luchar contra el

    rgimen de Pinochet. Sin embargo, en 1975 dos de sus lderesmximos son perseguidos y, ante lo inminente de la captura,

    Andrs Pascal Allende y Nelson Gutirrez se asilan durante

    meses en la nunciatura apostlica de Santiago y finalmente

    logran salir a Suecia. Este hecho marca la derrota del MIR; cientos

    de sobrevivientes escapan del pas a travs de las embajadas,

    otros son expulsados luego de pasar por detenciones y tortu-

    ras. El hecho es que hacia 1976 el MIR est diezmado y co-

    mienza la reorganizacin del movimiento en el exterior,

    especialmente en Europa: El nico grupo armado, el MIR, ha-

    ba sido casi completamente desarticulado dos aos antes...en las calles apenas haba rayados contra el rgimen militar.

    La izquierda pareca subsumida en la difcil tarea de la reor-

    ganizacin de cuadros.11

    En el exilio se encuentran entonces militantes del MIR asilados,

    expulsados luego de pasar por la crcel o campos de concen-

    tracin y unos pocos autorizados a salir. Claro que afuera se

    organizan como grupos de apoyos, ya que se tiene la concep-

    cin de que slo se es militante estando en Chile, fuera slo

    se puede apoyar a excepcin de los ms altos dirigentes quie-

    nes corran demasiado peligro estando en el pas por ser f-cilmente reconocidos y muy buscados.

    Andrs Pascal, Nelson Gutirrez y otros dirigentes comien-

    zan a llegar a Europa en 1977, con lo que se empieza una

    discusin al interior de la organizacin de qu hacer. La di-

    11Ver Ibid., p. 223.

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    reccin del MIR evaluaba que la poltica econmica impulsada

    por los economistas de Chicago, generaba condiciones parala insurgencia urbana y rural. Comienza a delinearse la polti-

    ca de retornar masivamente a Chile, a combatir el rgimen

    militar. A ello se le llam Operacin Retorno.

    Para 1978 cerca de 2 400 militantes se encontraban fuera

    de Chile,12 se permite la militancia de

    los exiliados pero slo de aquellos que

    salieron por causas ajenas a su voluntad. El resto poda obte-

    ner su militancia al momento de llegar a Chile y pasando por

    todas las etapas.

    La direccin del MIR hace un anlisis poltico definiendo quedeba impulsarse la resistencia en Chile fortificando una van-

    guardia, para lo cual determina la necesidad de que los y las

    militantes regresen a Chile con la llamada Operacin Retorno.

    La idea central de la Operacin Retorno es volver a Chile a

    reorganizar la resistencia y la lucha contra el rgimen. Al inte-

    rior del pas slo quedaban militantes con poca o nada de ex-

    periencia, por ello se hace necesario el regreso de cuadros

    poltico-militares con experiencia. Esta poltica impulsada por

    el MIR no fue compartida por el resto de la izquierda chilena

    hasta septiembre de 1981 cuando, en una reunin de los ochopartidos de la izquierda, se destac la legitimidad de la lucha

    armada y se concretaron avances en la constitucin de un fren-

    te poltico tras una lnea ofensiva.13

    12 Ivn Cabezas y Vctor Osorio. La historia secretade los nios del MIR, p. 1.

    13 En entrevista a Pascal Allende, MIR: Neltume esun paso, el objetivo: La guerrilla permanente, p. 1.

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    RELEYENDO LA VICTIMIZACIN Y

    LA DERROTALa desmemoria en la que Chile est inmerso no es el

    resultado espontneo de una etapa dolorosa, sino

    el producto de una forma de control comenzado por la dicta-

    dura que comprendi lo significativo de manejar el pasado

    con una aspiracin poltica particular. Groppo seala: Los

    regmenes dictatoriales, y en particular los que aspiran a ins-

    taurar una dominacin total sobre la sociedad, se esfuerzan

    por establecer un control absoluto sobre la memoria y sobre

    el pasado [con el fin] de modelar a su antojo las identidades

    sociales y, ante todo, la identidad nacional (Groppo, 2001:28). Nuestra identidad est desdibujada con un trazo inten-

    cional que los posteriores gobiernos concertacionistas han

    preferido no tensar por temor a lo que suceda, y con el obje-

    tivo de construir una identidad-pas sin contradicciones, ho-

    mognea en los grandes proyectos. Simulamos que nunca los/

    as chilenos/as estuvieron en bandos opuestos, jams un grupo

    asesin a otro, no hubo discursos mltiples ni proyectos po-

    lticos y valricos de pas diversos al que tenemos.

    Si el sufrimiento de las vctimas ha pretendido mantenerse

    en los mrgenes de las memoriasemblemticas aceptables,14 ms clan-

    destinizados an estn los proyectos

    divergentes al hegemnico que se

    intentaron borrar mediante tanta represin. Ellos permane-

    14 Sobre el concepto de memorias emblemticasver J. Steve Stern. De la memoria suelta a lamemoria emblemtica, en Mario Garcs et al.

    (comps.).Memorias para un fin de siglo. Chile, miradasa la segunda mitad del siglo XX.LOM, Santiago, 2000.

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    cen en los resistentes a la dictadura, como en el caso de estas

    tres mujeres, cuyas militancias en el MIR acontecieron entre1971 y 1990. Cuando el poder o lo que Dussel llama la

    razn hegemnica o dominadora15

    se ha pronunciado a favor de recons-

    truir la memoria, se ha reducido a recordar a los y las protago-

    nistas en tanto vctimas. Sin embargo, la dada vctima-victimario

    encubre complejidades tales como las experiencias cuestionadoras

    del orden establecido y los ideales alternativos que los disi-

    dentes postularon, en lo poltico, econmico, social, valrico

    y tambin en las relaciones de gnero. Ello, porque donde

    existen relaciones de poder y represin, necesariamente exis-ten resistencias, ya que a pesar de que el poder se encuentre

    en todas partes y de manera multiforme, los sujetos tienen la

    capacidad de resistir e incluso cambiar las situaciones repre-

    sivas en que se hallan. Foucault seala al respecto: Me pare-

    ce... que el poder est siempre ah, que no se est nunca

    fuera, que no hay mrgenes para la pirueta de los que estn

    en ruptura. Pero eso no significa que sea necesario admitir

    una forma inabarcable de dominacin o un privilegio absolu-

    to de la ley. Que no se pueda estar fuera del poder no quiere

    decir que se est de todas formas atra-pado.16

    Andreas Huyssen apunta a no estancar las memorias en el

    trauma, sino que ampliarlas obteniendo un discurso articulador

    y potenciando a estos colectivos marginados de la historia

    16 Michel Foucault. Microfsica del poder. La Piqueta,Madrid, 1978, p 170.

    15 Enrique Dussel. tica de la liberacin en la edad dela globalizacin y de la exclusin. Trota, Madrid, 1998.

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    oficial: Reducir la memoria al trauma, creo, limitara de ma-

    nera indebida nuestra comprensin de lo que es la memoria,imprimindole demasiado exclusivamente el carcter de do-

    lor, sufrimiento y prdida. La memoria es ms que una crcel

    de un pasado infeliz.17

    Aquellos/as que resistieron a la dic-

    tadura traspasaron el simple rol de vctima al estar conscien-

    tes de la injusticia que vivan y determinarse a provocar un

    cambio, con lo que se autotransformaron en sujetos hace-

    dores de mundo, como lo seala Dussel. Fueron agentes ac-

    tivos de sus autoliberaciones, al decir de Paulo Freire,18 con el

    slo acto de alcanzar la etapa de conciencia de la explotacinen que se encontraban, concientizacin que adems colecti-

    vizaron al organizarse primero en partidos de izquierda revo-

    lucionarios y, ms tarde, al resistir la dictadura de Pinochet,

    con lo que ratificaron el compromiso con la necesidad de trans-

    formar el sistema. Fue precisamente la posibilidad real de modificar

    la sociedad la que provoc terror en la razn hegemnica re-

    presentada en este caso por la oligarqua chilena a travs de

    las fuerzas armadas, y que finalmente result en el brutal acto

    del golpe de Estado con los posteriores 17 aos de violaciones

    a los derechos humanos.Este camino de autoliberacin para alcanzar lo que Enrique

    Dussel llama la praxis liberadora; es decir, la actitud con-

    creta de cambiar la sociedad que genera el estado de opre-

    sin, se da doblemente en el caso de las tres mujeres que nos

    18 Dussel, op. cit.1998.

    17 Andreas Huyssen. La cultura de la memoria,enRevista Crtica Cultural, nm. 17, Santiago, 1999.

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    relatan sus historias. Por un lado, vivieron un proceso libera-

    dor al hacerse militantes y pretender con ello cambiar polti-ca, social y econmicamente la sociedad en que vivan; y, por

    el otro, se empoderaron al resignificar sus maternidades en

    respuesta a las tensiones identitarias maternidad-militancia,

    al poner en prctica lo que hemos conceptualizado como Ma-

    ternidades en Resistencia. Con ello desbordaron el mudo y

    reduccionista rol de vctimas, optando por asumirse como sujetas

    activas transformadoras de la razn hegemnica.

    Al omitir los proyectos divergentes a los hoy dominantes,

    al igual que el terror de Estado utilizado durante la dictadura

    para desactivarlos, existe la clara intencin de fomentar unareconciliacin pactada sobre la base de ocultar las diferen-

    cias. Propuestas alternativas a la razn dominadora de la po-

    ca y tambin de la actual, que entregan herramientas para

    articular proyectos de vida contrahegemnicos. Y as como

    en el olvido hay una intencin poltica, la memoria surge en-

    tonces como un acto subversivo, una impertinencia histrica

    ante el olvido disciplinador. No es la accin neutra de recor-

    dar, sino la actitud reflexiva de conocer y comprender esos

    otros diseos de vida y de pas que quedaron truncos, pero

    no aniquilados, como plantea Mabel Morana: La memoria esun campo de batalla, un acto poltico y programtico, un de-

    recho que o se ejerce o se pierde.19

    Para que Chile cierre el crculo de

    su historia, es imprescindible que ade-

    19 Mabel Morana. (In)pertinencia de la memoriahistrica en Amrica Latina, en Adriana Berguero

    y Fernando Reati (comps.). Memoria colectiva ypolticas del olvido: Argentina y Uruguay. BeatrizViterbo, Rosario, 1997, p. 40.

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    ms de la verdad exista justicia. Esta justicia debe extenderse

    a las memorias de las vctimas, sus proyectos y reflexiones.Frente a la represin de la memoria y la exaltacin del olvido,

    surge la apelacin a sta en un doble sentido: como recuerdo

    y rechazo al pasado represivo, y como memoria de los pro-

    yectos e identidades perseguidas,20

    aunque con ello tambalee la homo-

    geneidad sofocante con que la tran-

    sicin se ha desarrollado.

    Una de las peculiaridades de la amnesia que la sociedad

    civil asumi para no exponerse a un nuevo golpe de Estado,

    es el aislamiento de las vctimas, ms an de aquellas que nose han sometido a tan escueto concepto. Los hombres y mu-

    jeres que una vez levantaron propuestas para transformar la

    sociedad, hoy son aceptados/as a condicin de que renieguen

    de su pasado, y con ello de los proyectos que propusieron.

    Si los proyectos alternativos como el MIR han sido borrados

    de nuestro pasado, ms an lo han sido las mujeres que parti-

    ciparon de este constructo; y sobre todo aquellos captulos

    de sus vidas que dan cuenta de las estrategias de sobrevivencia

    en medio del dolor y el miedo. Estas estrategias provocaron

    cuestionamientos, resistencias y cambios en sus entornos so-ciales, especialmente en el partido al que estaban afiliadas,

    ya que la militancia ocupaba la mayor parte de sus vidas.

    Se cuestionaron la discriminacin al ver que eran capaces

    de asumir las mismas responsabilidades que sus compaeros,

    20 Pedro Milos. La memoria y sus significados, enMario Garcset al. (comps.).Memorias para un fin de

    siglo. Chile, miradas a la segunda mitad del siglo XX.LOM, Santiago, 2000, p. 40.

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    se educaron y cuestionaron las tradiciones, por lo que las re-

    laciones genricas convencionales se tensaron y replantearon.En el caso de estas tres mujeres, el MIR fue un espacio de bre-

    chas dentro del Sistema Sexo-Gnero (SSG) hegemnico, in-

    tersticios que posibilitaron transformaciones y transgresiones

    en este sentido. Aun cuando los partidos de izquierda no fue-

    ron nidos de igualdad genrica, sino que mantuvieron la do-

    minacin patriarcal, hubo fisuras que permitieron que algunas

    militantes dieran un vuelco respecto de cmo entendan sus

    feminidades, por ejemplo, a partir de la maternidad.

    La mexicana Mara Luisa Tarrs plantea que

    Aun cuando sepamos que estadsticamente es ma-

    yor la probabilidad de abandonarse pasivamente a

    la situacin o aceptar la desigualdad que consagra la

    desigualdad genrica y la supremaca masculina, es

    importante rescatar la experiencia de mujeres que

    han hecho uso de la voluntad para ser, ya sea indivi-

    dual o colectivamente. Tambin se hace necesario co-

    menzar un anlisis de las circunstancias en que se

    desarrolla la vida de las mujeres para detectar cam-

    bios, rupturas en los mecanismos de reproduccinque si bien implican conflictos,

    crean la oportunidad de

    desviarse de su destino.21

    21 Mara Luisa Tarrs (comp.). La voluntad de ser.Mujeres en los noventa. El Colegio de Mxico,Mxico, 1992, p. 24.

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    En este sentido, las historias de vida de estas mujeres no bus-

    can rescatar las experiencias representativas de las mujeresde una generacin, sino aquellas acciones que cambiaron el

    curso tradicional de los acontecimientos, provocando fisuras

    que sumadas a las de otros y otras individuas van confor-

    mando cambios sociales en el sistema hegemnico.

    MATERNIDADES EN RESISTENCIA:

    PARIENDO UN NUEVO CONCEPTO

    Cuando estas tres mujeres decidieron participar ac-

    tivamente tanto en la militancia poltica como en la

    resistencia armada, rompieron con una educacin familiar quelas haba preparado para ser madres y criar hijos de una ma-

    nera especfica y acorde al SSG hegemnico. Ello les produjo

    tensiones individuales entre dos opciones que parecan irre-

    conciliables: el compromiso poltico y las expectativas de formar

    una familia y cuidarla.

    Ser madres y dedicarse en menor grado a las luchas de las

    que haban sido parte?, posponer la maternidad hasta lograr

    la victoria poltica?, parir los hijos pero renunciar a criarlos?

    stas fueron las disyuntivas que enfrentaron, coincidentes tambin

    con los cuestionamientos que se realizaban las militantespartcipes de las luchas revoluciona-

    rias en Chile y Latinoamrica en los

    aos setenta y ochenta.22

    22 Al respecto revisar bibliografa: Margaret Randall.Todas estamos despiertas. Testimonios de la mujer

    nicaragense de hoy, y Norma Vzquez, CristinaIbez y Clara Murgualday. Mujeres montaa.

    Vivencias de guerrilleras y colaboradoras del FMLN.

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    No obstante, el momento de mayor tensin entre los roles

    de militante y madre fue vivido al regresar clandestinas a Chile,luego de que el MIR plante la Operacin Retorno, a partir de

    1978, cuyo objetivo era reingresar ilegalmente a los/as miristas

    desterrados para reactivar la resistencia ante la dictadura, previo

    entrenamiento militar en Cuba. Ya con hijos e hijas todas,

    debieron escoger entre quedarse con ellos/as en el extranjero

    o regresar dejndolos a cargo de otras personas.

    La Operacin Retorno fue elaborada por el MIR bajo la lgi-

    ca de que los y las militantes que as lo quisieran podan re-

    gresar a Chile, pero sin resolver los problemas especficos de

    las miristas, quienes se encontraron solas con sus hijos/as unavez que sus parejas partieron a Cuba a entrenarse, sin solu-

    cin con respecto al cuidado de los/as nios/as en los casos

    en que ellas tambin quisieron volver. Esto evidencia diferen-

    cias genricas dentro de este partido revolucionario, que no

    se cuestion respecto a este tipo de dificultades e iniquida-

    des culturales, y levant propuestas polticas partiendo de la

    premisa de que sus militantes eran TODOS (en masculino) igua-

    les, lo que finalmente fue en menoscabo de las militantes,

    como sealaron las entrevistadas.

    Este conflicto se gener a partir de la divisin artificial queel MIR realizaba entre los espacios tradicionalmente entendi-

    dos como pblico y privado, ya que asumi el cuidado de los

    hijos/as como un tema particular de cada pareja o madre

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    y no asunto de la orgnica. Ello sum ms tensiones an al

    nudo maternidad-militancia que vivieron estas tres mujeres.Ante las presiones de las militantes frente a la discrimina-

    cin evidenciada tras la Operacin Retorno, surgi el Pro-

    yecto Hogares desde la direccin del MIR, que signific destinar

    militantes hombres y mujeres que no quisieran asumir la

    poltica de retorno, para hacerse cargo en Cuba de la crianza

    de los hijos/as de miristas, y a quienes la direccin de este

    partido llam padres sociales, a pesar de ser mayoritaria-

    mente mujeres. Estos militantes fueron altamente valorados

    al asumir esta tarea, que les permita seguir cumpliendo fun-

    ciones en el MIR sin regresar clandestinamente a Chile. Mu-chas mujeres optaron por esta responsabilidad que les permiti

    quedarse con sus hijos y continuar participando activamente

    en la resistencia contra la dictadura.

    El proyecto Hogares es interesante desde los estudios de

    gnero en tanto rompi con las fronteras de lo puramente

    poltico, incidiendo en lo que tradicionalmente entendemos

    como aspectos personales de la vida. Esta fusin subvirti el

    binarismo sobre el que est construido el patriarcado, en el cual

    de un lado se encuentra lo masculino/pblico y de otro lo

    femenino/privado.Arinda, Cristina y Soledad optaron por regresar clandesti-

    namente, decisin tras la cual los roles tradicionales que como

    mujeres deban cumplir segn el SSG hegemnico fueron

    transgredidos, desplazados, cambiados y resignificados en

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    funcin de las tareas polticas que asumieron. Mientras Cris-

    tina y Arinda confiaron sus hijos al Proyecto Hogares en Cuba,Soledad dej a sus nias a cargo de familiares en Chile.

    Esta determinacin fue tomada y vivida llena de tensiones

    identitarias por parte de las tres militantes, quienes una y otra

    vez se cuestionaron la opcin elegida. Hasta hoy las tres mani-

    fiestan que dejar a los/as hijos/as fue la decisin ms difcil que

    han tomado en sus vidas, y los relatos evidencian dolores

    que no se han resuelto completamente, a pesar de las explica-

    ciones racionales respecto de la opcin tomada.

    Los nudos que las vivencias de sus maternidades y militancias

    simultneas produjeron en estas mujeres, fueron resueltas adap-tando sus roles maternos a las activas participaciones polticas

    que tenan. Para ello resignificaron el tradicional amor de madre

    reelaborando el lazo con sus hijos/as en lo que hemos concep-

    tualizado como Maternidades en resistencia. Este concepto

    abarca el nuevo significado que para ellas tuvieron sus hijos y

    cmo adaptaron el amor hacia ellos/as en el contexto de la

    resistencia, as como las estrategias que utilizaron para conti-

    nuar siendo madres a pesar de la distancia.

    EROS Y TNATOSCuando una mujer toma las armas y con ellas la po-

    sibilidad de controlar no slo la vida sino tambin

    la muerte, se produce la ms grande transgresin hacia su

    gnero, como en el caso de estas tres militantes. Si las muje-

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    res dirigen la vida, entonces y por oposicin claramente

    son los hombres los que debieran controlar el poder anverso:la muerte. Es por ello que las guerras (y guerrillas) mayorita-

    riamente han sido labor de hombres, y la participacin de mujeres

    ha causado rechazo.

    Aunque la vida es esencial para la humanidad, en tanto ne-

    cesita prolongar la especie en el tiempo, la capacidad de dar-

    la no ha sido tan valorada histricamente como la de quitarla.

    Ello resulta evidente al comparar la nobleza de la sangre de-

    rramada por un guerrero, en contraposicin con la impureza

    que implica la menarqua para muchos pueblos y culturas ori-

    ginarias, en los que las mujeres eran alejadas del resto duran-te los das en que menstruaban.23

    Simone de Beauvoir plantea que el

    dar vida es apreciado como un hecho natural, que sucede en

    la inmanente vida de la mujer. Quitar la vida, y arriesgarla en

    este juego, es en cambio altamente reconocido, ya que signi-

    fica trascender a la inmanencia, dejar el existir para entrar al

    ser que expresa la capacidad de tomar las riendas de la vida

    ms all de lo otorgado innatamente. Existir es tomar la liber-

    tad humana para elegir un proyecto, que en este caso sera

    arriesgar la vida y estar dispuesto/a a quitarla.Refirindose al guerrero De Beauvoir afirma:

    Su actividad tiene otra dimensin, que le da su supre-

    ma dignidad, pero a menudo es peligrosa. Si la sangre

    23 Ver ejemplos de ello en Margaret Mead. El hombrey la mujer. Estados Unidos, 1948.

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    no fuese ms que un alimento, no tendra mayor valor

    que la leche, pero el cazador no es un carnicero, puescorre peligros en su lucha contra los animales salvajes.

    El guerrero pone en peligro su propia vida para au-

    mentar el prestigio de la horda, del clan al cual perte-

    nece. Y, de ese modo, prueba brillantemente que la

    vida no es el valor supremo para el hombre, sino que

    debe servir a fines ms im-

    portantes que ella misma.24

    La imagen del guerrero es la del herosmo humano que no

    teme a la muerte por amor a su cuerpo. Tiene la capacidad deapreciar lo abstracto de su causa an ms que la carne que lo

    ata a la vida, conducta a travs de la que trasciende: El hom-

    bre asegura la repeticin de la Vida al trascender la Vida por

    la existencia, y por medio de esa superacin crea valores que

    niegan todo valor a la pura repeticin,25 indica De Beauvoir.

    Estas tres mujeres rompieron con el esquema tradicional de

    la inmanencia femenina, participando activamente de las ac-

    ciones de su vida. Ello se evidencia cuando decidieron militar en

    el MIR, caracterizacin misma del existir, propio de lo masculino,

    puesto que asumieron el rol del guerrero o, en este caso, laguerrera. As, trascendieron la vida y el

    instinto de supervivencia por fidelidad

    al proyecto elegido en libertad,26 op-

    tando por arriesgar la existencia mis-

    ma al tomar esta decisin.

    24 Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Los hechos ylos mitos, Siglo Veinte, Buenos Aires, 1985, p. 109.

    25Ibid., p. 111.

    26 Esta libertad por supuesto entendida conmrgenes restrictivos. Ciertamente las mujeresoptan por unirse a una guerrilla y tomar las armas;no obstante, es indudable que lo hacen en uncontexto de opresin y terror tal en el caso deestas mujeres durante la dictadura de Pinochetque la eleccin es impulsada por factores externos alos deseos primarios de las individuas.

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    Sin embargo, y esto es esencial para el desarrollo del con-

    cepto de Maternidades en Resistencia, cuando Arinda, Cris-tina y Soledad se apropiaron del rol de guerrero adquirieron

    el poder de la muerte, sin abandonar el dominio sobre la vida

    que les concerna naturalmente por ser mujeres. Esta nega-

    cin a renunciar a sus maternidades se explica por lo esencial

    de ese rol en nuestra cultura latinoamericana, as como por la

    educacin familiar que recibieron y los deseos personales de

    estas tres mujeres. Con ello estas mi-

    litantes con armas se hicieron doble-

    mente poderosas a nivel simblico: Eros

    y Tnatos,27 vida y muerte les cabanen la mano o, segn la clasificacin

    de Sherry Ortner, pasaron a ser natu-

    raleza y cultura al unsono.28

    Controlar a Eros y Tnatos desestabiliz la estructura sim-

    blica sobre la que se erige nuestra cultura, transgrediendo

    la bipolaridad y tornndose inmanejables y por ende temibles

    para una sociedad que las observ, juzg y castig por el modo

    en que vivieron sus maternidades mucho ms que a sus com-

    paeros de partido.

    AMOR MATERNO ABSTRACTO

    Y EXTRACORPREO

    Una segunda caracterstica de lo que hemos llama-

    do Maternidades en Resistencia fue la mutacin que

    27 Herbert Marcuse.Eros y civilizacin. Sarpe,Madrid, 1983.

    28 En Sherry Ortner. Es la mujer con respecto alhombre, lo que la naturaleza con respecto a la

    cultura?, en Olivia Harris y Kate Young (comps.).Antropologa y feminismo. Anagrama, Barcelona,

    1979.

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    estas mujeres realizaron respecto al modo en que se les ense-

    a querer a sus hijos e hijas. En nuestro SSG hegemnico lofemenino se restringe a lo privado, espacio donde las mujeres

    debieran desarrollarse plenamente: La felicidad es tambin

    genrica: Las mujeres en particular, deben encontrar la pleni-

    tud, deben ser felices como madresposas, en el espacio de la

    familia: de la conyugalidad y de la ma-

    ternidad. Cualquier otra bsqueda es

    reprobada,29 plantea la mexicana

    Marcela Lagarde.

    Toda la entrega que le corresponde a una mujer, entonces,

    debiera satisfacerse en el hogar, siendo la madre abnegada yla incondicional esposa, el prototipo en la construccin cul-

    tural occidental de lo femenino. Lo pblico es secundario, as

    como el amor abstracto hacia una causa; las mujeres somos

    reducidas a un amor concreto, tangible. Amor por lo cargado

    en el vientre, amor por lo criado, amor al cuerpo que vimos

    crecer cotidianamente.

    No obstante, Cristina, Arinda y Soledad alteraron el arqueti-

    po del amor femenino centrado en la familia, optando por un

    amor hacia la humanidad, propio de lo masculino. El cario a los

    hijos e hijas propios/as se transform, matizndose con la ter-nura hacia los nios desposedos; amor abstracto, desprovisto

    de un cuerpo especfico, de una imagen. Son muchos/as nios/

    as sin rostro, sin historias comunes cotidianas, sin lazos san-

    guneos, por los que decidieron posponer sus amores personales.

    29 Marcela Lagarde. Madresposas, monjas, putas ylocas. Estudios de los cautiverios femeninos, UAM,Mxico, 1990, p. 419.

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    Al optar, relegaron el goce pleno de sus maternidades en

    funcin de un anhelo, asumiendo las Maternidades en Resis-tencia. Este hbrido masculino/femenino fue funcional a los re-

    querimientos de la lucha en la que estaban comprometidas, a

    la vez que les permiti no renunciar radicalmente a ser madres.

    Al separarse de su hijo de dos aos, Cristina le dej una cinta

    de audio para ser escuchada cuando fuera mayor. En sta la

    militante le explicaba la decisin de dejarlo en Cuba y de vol-

    ver a Chile junto a su marido. Los otros nios, sin oportunida-

    des ni recursos, fueron el referente al que Cristina aluda:

    En nuestro pas, que es tu pas tambin, Chile, y elde tantos otros nios que hoy quedan junto a ti,

    existe una dictadura militar; qu significa esto, qui-

    zs hoy eres pequeito para entenderlo, pero ma-

    ana cuando crezcas, vas a comprenderlo y estars

    de acuerdo con nuestra decisin. Esto significa que

    en nuestro pas hay muchos cesantes, donde no existe

    trabajo para todos, donde los nios, no todos tie-

    nen asegurados sus estudios, donde los nios mue-

    ren muy jvenes, por falta de medios, de medicamentos,

    de atencin. Nosotros queremos que todos los ni-os tengan un techo para vivir, que tengan para comer,

    que tengan dnde estudiar, que tengan las calles

    libres, donde jugar, donde no haya ningn impedi-

    mento para hacerlo. Sabemos que esto es un sacrifi-

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    cio enorme, porque hoy nos significa el dejarte, y el

    cario que tenemos por ti, es inmenso; eso, Germancito,no lo dudes jams. Es muy doloroso, pero queremos

    que el da de maana, los nios que viven en Chile,

    vivan junto a sus padres. Justamente, por ese cario

    inmenso que te guardamos hoy, hemos asumido a

    tomar este camino, a tomar este rumbo en el desti-

    no de nuestras vidas. Estoy segura y confo en que

    t comprenders, y cuando ests ya en edad de en-

    tenderlo mejor, vas a estar orgulloso y estars de acuerdo

    con nuestra decisin.30

    En una carta escrita en prisin, Soledad les explic a sus hijas

    las razones por las que decidi dejarlas, y entre ellas tambin

    se refiri a esos otros nios, a los que Cristina aludi:

    Cuando el pap tuvo que partir y nos quedamos las

    tres solas fue una despedida triste y yo tuve que dar-

    me nimos para seguir con ustedes. Y luego me toc

    a m separarme de ustedes. Me demor mucho tiem-

    po en decidirlo. Hasta ahora ha sido la decisin ms

    difcil que he tomado en mi vida, pero tena que hacerlo,no poda escabullir mi responsabilidad ante la vida.

    No poda estar tranquila con ustedes sabiendo todo

    lo que pasaba en mi pas. Por amor a ustedes y a

    todos los nios tuve que separarme de ustedes. Lo

    30 Cristina Chacaltana. Cinta de audio dedespedida, 05-11-80.

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    hice con mucho dolor, pero convencida de que era

    lo correcto. Era parte del camino que yo haba ele-gido.31

    Estas referencias al bienestar de otros nios se observa tam-

    bin en el caso de revolucionarios hombres; sin embargo, en

    ellos no representa una contradiccin vital con sus roles ge-

    nricos, ya que si volvemos al smbolo del guerrero, ste acepta

    morir por una causa abstracta, por el bien de otros/as a los

    que ni siquiera conocer. La transgresin de gnero se evi-

    dencia entonces cuando estas mujeres desbordaron el espa-

    cio en que se les facult para amar, lo privado, renunciandoal despliegue total de sus maternidades, rol fundamental de

    toda mujer en nuestro SSG hegemnico.

    HIJOS/AS COMO ESPERANZA

    DE TRIUNFO

    Un tercer rasgo de las Maternidades en Resistencia

    observado en las entrevistas, fue que estas militantes

    depositaron en sus hijos e hijas la esperanza de que un da

    triunfaran pol ticamente. Al estar separadas de sus retoos/as,

    la posibilidad de volver a reunirse con ellos/as tuvo directarelacin con el fin de la dictadura, por lo que el trmino de la

    beligerancia significaba adems lograr el ntimo objetivo de

    reencontrarse con los hijos e hijas que haban dejado. As, la

    31 Soledad Arnguiz.Carta a hijas, 07-08-88.

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    maternidad les otorg aliento extra para continuar la lucha,

    como lo explicita Soledad en un poema a su hija mayor:

    Mi pequea y gran estrella/tu vida que es resultado

    de la ma./El trajecito rojo/Con el que te esperamos./

    Los zapatitos listos antes de nacer/Los libros de psi-

    cologa/Para esperarte con ciencia./Tu nombre deci-

    dido desde siempre/Una estrella queramos/Una estrella

    lleg./Tu cuna arreglada para guardar una reina/El

    inmenso oso que era ms grande que t/Tu primer

    resfro/Que nos hizo sufrir tanto./Tus primeros soni-

    dos/Tus primeros pasos/La llegada de tu hermana/Yluego/Zaventen32/ y atrave-

    sar el ocano/Chile y tu nueva

    vida/Lejos de tus padres/Temuco y la experiencia clan-

    destina /Con apenas cinco aos./Despus el terminal

    de buses y la nueva despedida,/Los encuentros corti-

    tos /con sabor a poco/ms tarde/la crcel y las horas

    de visita/Tienes once aos /y tanto has vivido/mue-

    ca voladora!/Quera una cuna de rosas/Y un pas li-

    bre para ti/Quera que respiraras libertad/Y todava

    falta mi pequea/Pero, ahora, ya no ser una cunade rosas,/Sino un pas de rosas rojas/Que nos anun-

    ciarn/La llegada de la vic-

    toria/Palabra de mam.3333 Cuna de Rosas, Soledad Arnguiz, carta,07-08-88.

    32 Zaventen es el aeropuerto belga donde Soledadse despidi de sus hijas.

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    Cristina tambin aludi en la cinta de audio que le dej a su

    hijo a la ilusin de la victoria, cuando junto a su esposo sereunira nuevamente con el pequeo:

    Si bien, es una pena hoy da, por ese cario que te

    tenemos, el dejarte, tambin estamos contentos, porque

    sabemos que maana, cuando el triunfo sea nuestro

    ustedes podrn ir a Chile, visitar su pas, su tierra,

    donde van a poder jugar, estudiar, trabajar, sin nin-

    gn problema. Hoy da, como ayer, les ha tocado a

    algunos el sacrificio, maana les tocar a otros. Pero,

    sabemos que ese sacrificio, va a ser enmenor medida.34

    Aos despus, desde la crcel de Coronel, octava regin,

    Cristina relat en una carta la imagen del final de la lucha

    contra la dictadura y de la familia reunida, proyecto trunco

    por cuanto el compaero de Cristina fue asesinado en 1984:

    Siempre pens que llegaramos juntos hasta el final, ambos

    sobamos cuando nos reencontrramos nuevamente con

    Germancito y lo feliz que estaramos los tres; pero las cosas

    no se dieron as, y hoy debo continuar este camino de luchasola, sin Mario.35

    En reclusin Arinda soaba igualmente con el da en que se

    reencontrara con su hijo, al que no vea desde hace nueve

    aos: S que mi encarcelamiento ha agudizado nuestra se-

    34 Cristina Chacaltana. Cinta de audio dedespedida, 05-11-80.

    35 Cristina Chacaltana,carta, 15-04-85.

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    paracin, pero la crcel no es la nica causa, aunque en este

    momento sea la principal. Estos quince aos han sido unasuma de separaciones, pero quiero creer en el reencuentro, y

    lo hago con la certeza de que nos ama-

    mos intensamente, contra tiempos y

    distancias.36

    El sueo del reencuentro con sus pequeos las ayud en los

    momentos difciles de sus militancias: torturas, hambre, sole-

    dad, fueron soportados de mejor manera cuando el premio a

    alcanzar tras el triunfo contra la dictadura se traduca en volver

    a vivir con los/as hijos/as a los que renunciaron temporalmente.

    DISMINUIR LA DISTANCIA

    Un cuarto rasgo que evidenciaron las Maternidades

    en Resistencia fueron las prcticas mediante las cuales

    estas mujeres buscaron llenar los vacos que las ausencias de

    sus pequeos/as les heredaban. Durante los lapsos en que es-

    tuvieron separadas de sus hijos e hijas, estas tres madres in-

    tentaron salvar la distancia entre ellas y los/as nios/as a travs

    de cartas, dibujos, cassettes o visitas espordicas, en el caso

    de las hijas de Soledad.

    Aprender a ser madres a pesar de la lejana es especialmentecomplejo para las mujeres, destinadas por el SSG a vivir la co-

    tidianidad junto a sus cros/as, a diferencia del padre, quien

    puede ejercer su rol an ausente. La omnipresencia de este

    ltimo es aceptada y vivida a travs de la madre que muchas

    36 Arinda Ojeda. Mujeres, hermanas y feministas,en Mara Jos Duque (comp.). Revista Anlisis,nm. 240, ao XI, del 15 al 21 de agosto de 1988.

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    veces cumple el rol de nexo entre l y los/as hijos/as, sin que

    se cuestione por ello su paternidad. Contrariamente, es en elda a da donde el imaginario ubica actualmente a la madre,

    resolviendo los pequeos asuntos ms que los grandes avata-

    res y velando por la seguridad del hijo/a que trajo al mundo. En

    el caso de estas tres mujeres, todas vivieron cotidianamente

    con sus madres, lo que sin duda debe haber dificultado an

    ms la reelaboracin del lazo materno renunciando al da a da.

    Las herramientas utilizadas para acortar las distancias y

    reelaborar una relacin alternativa con los hijos e hijas, les

    permitieron a estas tres mujeres continuar sintiendo que po-

    dan cumplir con sus papeles de madres, sin restarse para losgrandes temas y decisiones a pesar de las condiciones en que

    se encontraban.

    Cristina saba de su pequeo en Cuba principalmente a tra-

    vs de cartas que le enviaba a Camilo, el padre social del nio.

    A travs de ellas buscaba enterarse sobre los avances en el

    desarrollo de Germn, a quien no vea desde hace ms de cuatro

    aos: Cmo quisiera que me escribieras ms seguido, es lo

    que ms anhelo, saber de ustedes, de Germancito, cmo le ha

    ido en el colegio, cmo se ha desarrollando, aprendi a es-

    cribir, a leer? Qu cosas le gustan? Me prometiste un casset-te, no te olvides, no sabes cmo lo espero para poder escuchar

    su voz.37

    Arinda aprovechaba el contacto ms expedito de Cristina

    con Cuba para preguntarle a Camilo sobre su propio hijo, quien

    37 Cristina, carta,24-12-84.

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    tambin se encontraba en la isla caribea y ya era un adoles-

    cente:

    Me doy cuenta que t ests bastante cercano a Javy,

    y creo que tu amistad es muy buena influencia para

    l, y un elemento favorable para mi tranquilidad. Es

    cierto que los adolescentes se entregan ms a un amigo,

    y felizmente (para m) ests t all... Hay un aspecto

    que me preocupa y no tengo la seguridad que se est

    enfocando bien. Esto es su desarrollo en el plano afec-

    tivo-sentimental, y en lo que es su formacin y desa-

    rrollo de su sexualidad. Est en una edad difcilconsiderando que el medio es lo mejor que pueden

    tener.38

    Soledad buscaba acompaar a su hija en momentos impor-

    tantes de su vida, como en sus primeras fiestas, a travs de

    cartas en las que le prometa que estara pensando en ella a

    pesar de no acompaarla:

    No s si esta carta te llegar antes de la fiesta. Si llega

    antes, quiero desearte que lo pases muy bien, que teentretengas mucho, que bailes harto y que ojal aparezca

    algn prncipe azul. Quin sabe, no es cierto? Lo

    fundamental es que te diviertas mucho. El sbado

    desde las siete a las doce estar pensando en ti cada

    38 Arinda Ojeda,carta, 15-04-85.

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    cierto rato, imaginndote muy bella recibiendo a tus

    amigos, rindote y hablando mucho.39

    COLECTIVIZACIN DE LAS

    MATERNIDADES

    Una estrategia para sortear la nostalgia por sus hi-

    jos/as y la falta que les hacan cotidianamente, fue

    colectivizar sus maternidades. Ello implic una manera dife-

    rente a la hegemnica de vivir este rol, en la que el papel de

    madre le pertenece a una mujer cuya funcin es irremplazable.

    En estos casos estas militantes compartieron su papel en pri-

    mer lugar con quienes se quedaron a cargo de los nios/as,aceptando que otra(s) mujer(es) y un hombre en el caso de

    Cristina cumplieran esta labor.

    Asimismo, entre ellas se permitieron compartir la materni-

    dad cuando las tres estuvieron recluidas en la prisin de Co-

    ronel, al colectivizar las angustias, alegras, sorpresas y

    aprendizajes que ser progenitoras significaba. As, las buenas

    y malas noticias eran vividas por todas, y las cartas, cintas de

    audio y visitas eran esperadas en conjunto, como cuando Cristina

    reciba cintas de audio desde Cuba con noticias de su hijo:

    Terminada la visita, me puse a escuchar el cassette,

    qu alegra ms grande, por primera vez escuchaba

    la voz de Germancito clarita, y el escucharte a ti y a

    sus hermanitos fue una sorpresa y emocin muy grande.

    39 Soledad Arnguiz,

    carta, 23-08-88.

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    En la noche nuevamente lo escuch, pero esta vez lo

    hice junto a mis compaeras que fueron partcipesde mis momentos de alegras y felicidad. A todos nos

    entretuvo mucho porque vemos que tienen todos

    los modos de all, las palabras nos hicieron acordar lo

    vivido por cada una de nosotras.40

    Para Soledad esta colectivizacin se hizo carne cada vez que

    sus hijas la visitaron al penal, recibiendo el cario y la aten-

    cin de todas las otras madres que se proyectaban en los en-

    cuentros vividos por Soledad:

    Pero lo que s exista, a pesar de las diferencias que

    haban entre lo que yo viva con las nias y lo que las

    chiquillas vivan con sus carios a la distancia, era

    compartido: las cartas eran compartidas cuando se

    reciban, leamos las cartas juntas, escuchbamos los

    cassettes juntas, todas al tiro. En el caso de las nias

    que eran de las pocas que iban para all, haba har-

    ta solidaridad de las chiquillas... Eran muy buenos

    momentos cuando llegaban cartas y otros eran ma-

    los, cuando se saban malas noticias, o se distancia-ban mucho las noticias, o cuando me decan que

    tenamos permiso para estar con mis hijas todo el

    da juntas, y despus las queran sacar a las dos ho-

    ras, esos momentos los vivamos todas juntas: todas

    40 Cristina Chacaltana,carta, 18-02-85.

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    juntas enojadas, todas juntas peleando, todas jun-

    tas rabiando porque las cosas no se dieran de esamanera.41

    Tenemos entonces que ante la tensin militancia-maternidad

    estas militantes respondieron subvirtiendo el SSG, resignifi-

    cando las vivencias de sus maternidades y edificando lo que

    hemos llamado maternidades en resistencia. Estas nuevas

    maternidades evidenciaron diferencias con el rol tradicional

    materno al implicar un hbrido de gnero tras la simbiosis

    Eros-Tnatos. Para vivir este rol de tal manera que fuese acor-

    de con las condiciones de vida que les toc y por las queoptaron, ejercitaron un amor diverso al tradicional materno

    centrado en lo individual-concreto, favoreciendo un cario

    ms abstracto; asimilaron el triunfo contra la dictadura con

    el reencuentro con los/as hijos/as; desarrollaron estrategias

    para acortar las distancias con los pequeos y permitirse con-

    tinuar siendo madres a pesar de la lejana; y colectivizaron el

    amor materno compartindolo con quienes quedaron a cargo

    de sus hijos/as y posteriormente con sus compaeras de penal.

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    BEAUVOIR, Simone de. El segundo sexo. Los hechos y los mitos. Siglo XXI,

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    41 Soledad Arnguizentrevista, 26-10-02

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