Viaje a italia 2015
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Día 0.- 4-5/7/15 Sant Cugat del Vallés - Savona. 30 km (de moto)
Escogimos este trayecto porque lo había en sábado mientras que a Génova no había hasta el
lunes y así aprovechábamos el finde. El ferry era más bien cutroso, ver foto, pero iba casi vacío,
lo que en buena parte lo compensaba. Véanse al fondo las motos, al aire libre ellas.
Día 1.- 6/7/15 Savona – Castelnuovo de Garfagnana. 270 km.
Llegamos a Savona por la tarde y buscamos el camping que tenía localizado. Cutre como él solo,
lleno de familias italianas con caravana fija, pero pegadito al mar, así que baño y primera cena
italiana. Por la noche, sorpresa, el colchón pierde aire. Pero hubo suerte, en la misma Savona,
saliendo hacia la autopista, había un Decathlon que abría a las nueve. Allí estábamos como dos
clavos y mira por donde, compramos uno igual que el viejo. Desde ahí, todo el espantoso tramo
de autopista que llega y rodea Génova, con tráfico infame, hasta salir por la desviación hacia
Cinque Terre. En Monterosso al Mare, primero de los pueblos, había bastante turista y hacía un
calor infernal. Es muy bonito, pero yo aquí voy a apartarme un poco de lo que se dice
habitualmente. Lo que vi de los pueblos de Cinque Terre no me pareció espectacular. Me refiero
a los pueblos en sí, que no son más bonitos que muchos otros pueblos italianos. Lo que sí es
precioso es la vista de la costa, con los pueblos contra la montaña asomándose al mar. También
es cierto que no vimos todos, porque había una carretera cortada por desprendimientos,
tuvimos que dar un rodeo y al final se nos iba el día. A cambio, ya pasando de Riomaggiore en
dirección a la Spezia, por casualidad dimos con un bar que tenía la terraza colgada sobre la
montaña en la vertiente que daba al mar. Esa vista si merecía la pena. Así que comimos allí, un
par de bocatas y media docena de litros de líquido mientras mirábamos embobados el mar y los
pueblos.
La carretera interior que va paralela al mar por el interior de los pueblos no es nada del otro
mundo, aunque ocasionalmente deja vistas impresionantes. Las que bajan a los pueblos son
muy reviradas, exageradamente, y en muy malas condiciones. Y aparcar, incluso una moto, un
coñazo. Sin embargo, la carretera desde el último de los pueblos, Riomaggiore, y La Spezia es
una delicia a todos los niveles.
Atravesamos La Spezia bordeando su base naval y después de un corto tramo de autopista llena
de tráfico para variar, enfilamos los Alpes Apuanos. Zona montañosa, como su nombre indica,
de donde se saca el mármol de Carrara, que está un poco más al sur. Carreteras estrechas, en
bastante mal estado, pero con paisaje maravilloso, verde y con las montañas de fondo. Llegamos
al caer la tarde a Castelnuovo, un pueblo muy bonito del que no tenemos fotos, y nos volvimos
locos buscando el cámping. Al final no estaba allí sino en el pueblo de al lado, y tampoco
exactamente sino en medio de la nada, que encontramos después de dar varias vueltas al
pueblo. Para llegar tuve que meterme por una pista bastante horrible que puso a prueba mi
torpeza con la moto fuera de asfalto aunque, prueba superada, no me caí. Esa noche no hubiera
dormido pensando en volver por la misma pista, pero por suerte había una carretera asfaltada
de un kilómetro o así, que iba directamente a Castelnuovo y que no habíamos encontrado
señalizada al buscar el cámping porque era tan estrecha en algunos tramos que los coches no
cabían. En el cámping estábamos sólo nosotros y una pareja en furgoneta. Como puede verse,
paz absoluta con las montañas al fondo. Tan vacío estaba que ni daban cenas, aunque tenían
una especie de restaurante. Así que bajamos a cenar a Castelnuovo andando por el camino
asfaltado para asegurarnos de que por allí podíamos salir a la mañana siguiente.
Día 2.- 7/7/15 Castelnuovo de Garfagnana – Bolonia. 310 km.
Después de bajar con gran alivio el tramo asfaltado desde el cámping seguimos hasta Abetone.
Este tramo de la ruta lo saqué de una etapa de montaña del Giro de Italia de este año y no
defraudó. Carretera preciosa y divertida, con muchos tramos atravesando bosques de pinos.
Abetone más que un pueblo es una estación de esquí con cuatro casas y allí fue donde
descubrimos que las Triumph tienen una avería extraña: ¡pierden vino! Después de tomar un
café, al ir a subir a la moto descubrimos un charquito rojo y, siguiendo el rastro, vimos que de la
bolsa sobredepósito, donde iba la bota, chorreaba el líquido elemento. El fin de la vida de la que
nos había acompañado en los últimos viajes.
Seguimos viaje y todo fue muy bien hasta Porreta Terme, una pequeña ciudad termal muy
agradable, donde se empezó a notar el calor. A partir de ahí, mucho tráfico. El tramo que va
desde Florencia hacia Bolonia, tras los primeros kilómetros que son de autopista, es bonito y
divertido, con dos pasos, el de la Fusa y el de la Raticosa, muy moteros. Pero nos pillaron
cansados y no los disfrutamos nada. A partir de ahí, además, el navegador empezó a dar por
culo y se empeñó en llevarnos a un camping que no existía. Tanto no existía que nos mandama
al centro histórico de Bolonia, sitio extraño para un cámping. Al final conseguimos llegar al de
verdad, a las afueras, que la verdad es que está muy bien, con piscina y restaurante. Y una puta
avispa que había anidado en el poste de corriente de la parcela y nos picó a los dos. Para rematar
el día, noche de calor espantoso. Cosa extraña, no tenemos ni una foto de ese día.
Día 3.- 8/7/15 Bolonia. 16 km.
Poco que decir. Día urbano, de ver Bolonia, una ciudad preciosa. La ciudad roja la llaman, por el
color de los edificios y por su escora política. No es grande, se puede ver tranquilamente
paseando. Tiene muchas cosas que ver pero entre las menos famosas una nos llamó
especialmente la atención, la basílica de Santo Stefano que en realidad es un complejo que tiene
dentro cuatro (las que quedan de las siete originales) iglesias distintas conectadas y un par de
claustros, la más antigua del s.XI.
Por fuera se ve así, y por dentro tiene cosas tan bonitas como ésta (y no me refiero al que está
apoyado en la columna):
Otra de las características de Bolonia es
la cantidad de calles con soportales,
hasta un total de cuarenta kilómetros.
Día 4.- 9/7/15 Bolonia – Città di Castello. 270 km.
La primera parte de la ruta es el
trayecto por autovía hasta
Rávena. Una mierda de tráfico,
para variar. Rávena es pequeña y
como ciudad, bastante poco
interesante. Pero tiene unas
joyas que no se pueden pasar
por alto a poco cerca que estés.
No era nuestro caso, ya que
habíamos ido hasta allí a
propósito y de hecho Bolonia y
Rávena eran un poco de desvío
sobre el plan general del viaje.
Pero los mosaicos bizantinos de
las distintas basílicas de Rávena
era algo que queríamos ver
desde hace años. Los mosaicos
están en dos iglesias dentro de
Rávena (San Apolinar Nuovo y el
complejo San Vitale/Mausoleo
de Gala Placidia) y una tercera en un pueblo que está cerquita (San Apolinar in Classe) Aunque
no tuviera los mosaicos, la iglesia de San Vital ya merecería una visita, aunque por fuera no lo
parezca:
Junto a la iglesia de San Vital está el mausoleo
de Gala Placidia, la hermana del emperador
Honorio. Es del siglo V y, como la iglesia de
San Vital tiene un exterior muy sobrio pero un
interior recubierto de unos impresionantes
mosaicos.
La iglesia de san Apolinar nuevo es algo posterior, ya del s. VI (540) y eso se nota mucho por la
planta de la iglesia. También tiene algunos mosaicos de época posterior.
Tuvimos que dar varias vueltas para salir de Rávena en dirección a Classe porque no había una
puta señal que lo indicara. La basílica es contemporánea de la anterior, de planta bastante
parecida y con unos frescos sencillos y preciosos:
Comimos en un restaurante al lado de la iglesia. Como prácticamente todos los días, bueno y
barato. Después de comer, a la moto. Atravesando una zona muy montañosa llegamos a
Sansepolcro a tiempo de pillar abierto el museo municipal en la que hay unos frescos de Piero
de la Francesca. Después de preguntar en Turismo nos pusimos a buscar un cámping y entre que
la información que nos dieron no era muy precisa y que la aplicación de los cámping volvió a
fallar dimos más vueltas que una noria. Al final conseguimos llegar a uno junto a Città del
Castello. Lo de junto es un decir, estaba a tomar por culo por una carretera que no dejaba de
subir tanto que ya pensábamos que nos habíamos perdido. Por suerte llegamos y la verdad es
que el camping estaba muy bien, tranquilo y con un buen restaurante. Lo mejor, la calculadora
mental del dueño: mmm… blablá… mmm… 50 euros.
Día 5.- 10/7/15 Città di Castello – Lago de Fiastra. 270 km.
La idea de hacer el bucle la saqué de la página italiana de mototurismo, porque tiene un par de
puertos y la garganta del Furlo. Además, se podía hacer una visita a Urbino. Al final, salvo que la
carretera era chula, nada. La carretera que va por la gola del Furlo estaba cortada por
desprendimientos y acabamos saltando Urbino porque había tanto tráfico que llevábamos
bastante retraso sobre la previsión. También decidimos cortar otro tramo por debajo de Spello
e ir directamente a Fiastra. Fue buena idea. Después de comer en Sant'Angelo In Vado, un
pueblo extraño en el que no dejaban a las motos circular por el centro urbano, seguimos de
tacada hasta Spello, un pueblo medieval, pequeño y muy bonito. Después nos metimos en una
carretera de montaña muy maja en dirección a Fiastra y los montes Sibilinos. Spello:
El tramo final de la carretera que
baja a Fiastra, preciosa y
divertida, con vistas sobre los
montes. El camping está pegado
al lago y al pueblo. Después de
montar la tienda, baño y
cervecita. Y después, cena en el
pueblo. El haber acortado la ruta
nos permitió el disfrute.
Día 6.- 11/7/15 Lago de Fiastra - Santo Stefano di Sessanio. 234 km.
El primer tramo nos lleva casi toda la mañana. Recorrido muy bonito por los montes sibilinos
hasta llegar a Ascoli Piceno, una ciudad mediana, famosa por sus torres y el mármol travertino
omnipresente. Tiene dos plazas renacentistas impresionantes, una de las cuales estaba ocupada
por un mercadillo. Comimos en un puesto
callejero y probamos la especialidad local, las olive
all´ascolana, unas aceitunas rellenas y rebozadas
que, la verdad, no eran para tanto como dice la
propaganda.
De ahí seguimos para adentrarnos en el corazón
de los Abruzos, el parque nacional del Gran Sasso
y Campo Imperatore. La primera parte es una
carretera de montaña, muy divertida y con buen
suelo que va de este a oeste dirigiéndose hacia
L’Aquila, la capital de la zona, que fue sacudida
hace unos años por un fuerte terremoto.
Unos cuantos kilómetros antes de llegar a
L’Aquila teníamos que coger una carretera muy
secundaria que giraba hacia el oeste en dirección
a Campo Imperatore, la altiplanicie que se ve en la
foto en la que estamos los dos con la moto. En un
bar habíamos preguntado qué tal estaba la
carretera y nos habían dicho que bien. En el mapa
se ve, es el giro al oeste en el punto marcado como
Pizzoli. Al llegar a la desviación vimos un grupo de moteros charlando. Nos dijerosn que por ahí
íbamos bien, pero pocos metros más adelante vimos que la carretera estaba cortada por una
barrera con un cartel que decía que estaba cerrada por desprendimientos. Mientras
dudábamos, vimos un coche que venía por la carretera. Al llegar a la barrera símplemente la
rodeó por un camino de tierra que habían hecho con el tiempo todos los que pasaban por allí.
Así que hicimos lo mismo que él y atravesamos una carretera por la que no pararon de
adelantarnos motos, hasta llegar al otro extremo cortado de la carretera en la que hicimos lo
mismo que para entrar. Poco después llegábamos a una explanada en la desviación que se
adentraba hacia las montañas, donde había una furgoneta de comida ambulante y un montón
de motos paradas.
Allí nos enteramos de que ese fin de semana había
una concentración/barbacoa gigante. Podríamos
habernos quedado incluso a dormir con la tienda,
pero decidimos seguir con lo planeado hacia el
cámping en Castel del Monte. El paisaje
espectacular, como la carretera. Al llegar al pueblo
seguimos un cartel hacia el camping, pero no lo
encontramos. En un súper nos contaron que lo
habían desmontado tras el terremoto y nos dijeron
que había otro en un pueblo cercano, Santo Stefano
di Sessanio. Nos hacía desviarnos un poco de lo
previsto, pero no había más remedio.
El pueblo está en lo alto de una colina –como la
mayoría- y el cámping en la llanura de abajo, a cierta
distancia. Es pequeño, agradable, y gestionado por
una gente muy maja, con un restaurante que estaba
muy bien. La comida, rica y barata. Después de cenar
nos acercamos andando hasta Santo Stefano. Un
pueblo medieval muy bonito, pero muy castigado por el terremoto. Muchas casas sujetas por
andamios que parecían mecanos, arcos reforzados con maderas para que no se cayeran:
En el pueblo había una fiesta, que debía ser por una boda, pero en la calle, como si fuera la fiesta
del pueblo. Una pareja cantaba con un monitor de karaoke, había baile, todo bastante
surrealista.
Día 7.- 12/7/15 Santo Stefano di Sessanio – Castel san Vincenzo. 178 km.
Después de esperar un rato a que pasara una
carrera ciclista empezamos la ruta del día, hacia el
sur. Seguimos la carretera, muy buena y con vistas
a los Abruzos hasta llegar a Sulmona, ciudad natal
de Ovidio. Pequeña, muy agradable, con varios
palacios, una gran plaza y un acueducto curiososo
en medio de la ciudad.
Seguimos al sur todavía por los Abruzos recorriendo una carretera encajada entre las montañas,
por unas gargantas impresionantes, las Gole del Saggittario, que terminan en el lago de Scanno.
Paramos a comer en el pueblo del mismo nombre, un pueblecito medieval con una iglesia que
parece que es muy interesante, pero que no pudimos ver, estaba cerrada:
Comimos en un restaurante bastante popular, por lo lleno que estaba, y no es de extrañar,
porque comimos una pasta buenísima, especialmente unos ravioli con trufa impresionantes.
La carretera continuaba hacia el sur bordeando un río y otro lago, el Barrea, junto al que hay
otro pueblo, que no parece tener nada de particular más que las vistas y la situación. Y seguimos
hasta Castel San Vincenzo buscando un cámping que, una vez más, nos costó encontrar y resultó
ser un área de vacanze que incluía otras cosas además del cámping. Miedo nos dio porque al
llegar estaba todavía una fiesta con una bulla impresionante. Menos mal que terminó por la
noche y la cosa resultó bastante tranquila. A favor del cámping, era baratísimo y al final resultó
bastante bien.
Día 8.- 13/7/15 Castel san Vincenzo - Vieste. 301 km
Toca dejar las montañas y acercarnos al mar. Pero antes, un par de paradas. La primera, la
Abadía de San Vicente a Volturno. Habíamos leído que tenía una cripta con unos maravillosos
frescos del s. IX y al final no encontramos la cripta y vimos sólo unas reproducciones de los
frescos. Aun así, el sitio era muy bonito.
La segunda parada, las ruinas de la ciudad romana de Altilia Sepinum, muy bien conservada y
con los restos de muy diferentes edificios, casas, templos, un molino como cosa curiosa, y sobre
todo un anfiteatro que ahora está rodeado de casas que se construyeron en la edad media.
Retrocedimos un poco por la carretera que nos llevó a Altilia para ya dirigirnos hacia la costa. A
medida que nos acercábamos a Termoli se notaba el aumento del calor y la sequedad. La
carretera desde Termoli, pese a ir bordeando el mar, no era excesivamente bonita, muy llano
todo y un paisaje bastante soso. Después de pasar Vieste volvemos a la costa buscando el
cámping. Llevaba uno previsto, pero una vez más, entre la app de campings y el navegador,
acabamos en otro que no era. Pero que por otra parte estaba bastante bien, con su playita al
lado y todo. Baño al atardecer y cena en el propio cámping.
Lo que se ve al fondo es un cachivache de pescadores típico de la zona, lo llaman trabucco.
Día 9.- 14/7/15 Vieste - Vieste. km
Toca recorrido circular
por la península del
Gargano. Primero el
recorrido por la costa,
con vistas muy bonitas
y carretera muy chula,
aunque con bastante
tráfico. La costa es muy
escarpada y si hay
playas están abajo del
todo, entre acan-
tilados.
Paramos a comer en
Mattinatta, buscando
un sitio que había visto
recomendado, la
Trattoria de la Nonna.
Nos costó unas cuantas
vueltas encontrarlo, porque aquello no era un pueblo sino un conjunto de urbanizaciones
bastante complicado. Al final llegamos. Era un sitio muy bonito, con vistas impresionantes. Pero
bastante caro, cosa que no nos esperábamos y menos teniendo en cuenta que, en general, las
comidas estaban saliendo muy bien de precio. Pero bueno, por una vez y apañando unos platos
de pasta muy buenos, el total no salió demasiado.
Seguimos un poco por la costa y enseguida enfilamos hacia el interior, buscando la Foresta
Umbra, un bosque que está ahí como un poco fuera de lugar.
Antes tuvimos que pasar por una zona, Monte Sant’Angelo en la que había varias cosas religiosas
que evitamos, dado que salvo el negocio de las peregrinaciones no tenían mucho que ofrecer.
La subida hasta el bosque se nos hizo muy larga, quizá por el calorazo que hacía. El bosque en sí
tampoco es de una belleza exagerada, aunque alguna zona sí es muy bonita. Es interesante
porque tocaría que estuviera en una latitud mucho más al norte, pero quizá porque la altitud
sube mucho en poco espacio. se crea un microclima más frío.
Poco antes de llegar de nuevo al cámping se encendió una lucetica en el cuadro de relojes que
ya no dejaría de dar por culo en todo el viaje. Como no estaba muy familiarizado aún con el
cuadro, primero pensé que era el aceite y paramos en una gasolinera a comprar. Pero resultó
que no era eso, sino un indicador de fallo de motor. Según el manual no era crítico y se podía
seguir viaje hasta llevarla a un taller. Teniendo en cuenta dónde estábamos, decidimos
interpretarlo en la manera más laxa, o sea, hasta Madrid. Si la cosa no iba a más, claro.
Día 10.- 15/7/15 Vieste - Monopoli. 235 km.
La primera parte de la ruta, tras salir del cámping, era repetición de parte de la vuelta del día
anterior. El calor iba aumentando, y más al ir hacia el sur y llegar a la zona de la salina de Barletta
y Margherita di Savoia, pueblo en el que paramos a comer. Justo después nos desviamos un
poco para llegar a las ruinas del pueblo romano de Canne, que da nombre a la llanura que está
delante y es donde Aníbal derrotó a los romanos en una batalla crucial de las guerras púnicas.
Para entonces, por cierto, nos empezábamos a dar cuenta de que el problema de la moto tenía
que ver con la temperatura y consiguientes calentones. El mismo problema que, mira por dónde,
habíamos tenido con la VFR.
Después de verlas volvimos a la
carretera de la costa y fuimos
parando en los pueblos sucesivos,
Trani, Bisceglia y Molfetta, muy
parecidos entre ellos y muy
bonitos con la imagen de sus
catedrales al lado del mar.
Rodeamos Bari con un tráfico del
copón, para variar, y seguimos
más al sur en busca de un
cámping junto a Monopoli. Costó
un poco encontrarlo porque
estaba bastante pasado el pueblo
y por una carretera que parecía
que no iba a ninguna parte. Al
final lo encontramos.
Para nuestra sorpresa, pese a
estar a tomar por culo de todo, en
el cámping no había restaurante,
sólo un pequeño bar en el que no
había comida. La de recepción,
muy estúpida por lo demás, nos
sugirió que podía encargarnos
una pizza, cosa que hizo, aunque después de una conversación un poco surrealista. Después de
comerla, básicamente yo porque a Ángeles no le hizo mucha gracia, nos fuimos a dar un baño a
la cala que había al lado y que era lo que realmente merecía la pena. Aunque al principio había
arena, según se adentraba en el mar era sustituida por rocas, lo que hacía que el agua estuviera
limpísima. Era del tipo que habíamos visto al otro lado del Adriático, en Croacia, aunque en
realidad, lo que está justo enfrente de Monopoli es Albania.
Día 11.- 16/7/16 Monopoli - Monopoli. 120 km.
Tocaba recorrido circular
para ver los pueblos del
interior, el país de los Trulli.
Bajamos hasta Ostuni para
desde ahí volver hacia el
norte pasando por los
pueblos.
Ostuni está encaramado en
un monte y sus calles son
todas cuestas. A partir de
aquí, y para no repetirme,
diré que en todos los
pueblos que cruzábamos, a poco tráfico que tuvieran, teníamos el problema de que no saltaba
el ventilador y se encendía el piloto de
la temperatura, por lo que teníamos
que parar hasta que bajara un poco.
Pudimos dejar la moto en esta plaza,
casi en lo más alto del pueblo, con unas
vistas impresionantes. Pese a estar unos
cuantos kilómetros al interior, se puede
ver el mar al fondo.
Desde esa plaza se puede ir hacia el
barrio antiguo, todo un laberinto de
casas encaladas
Locorotondo, a la izquierda, es muy parecido,
aunque más pequeño y en una llanura, en
lugar de monte.
Desde allí seguimos en dirección a
Alberobello, la capital de los trulli. Ya
habíamos visto algunos en el campo, más
pequeños y aislados, pero nos asombró la
acumulación de Alberobello. Los trulli (trullo
en singular) son construcciones rurales
típicas de la zona, que parece que existen
desde la prehistoria, aunque no se conservan
tan antiguas. Se extendieron durante el s. XV
y parece que su objetivo era evadir un
sistema de tributo sobre las viviendas que se
estableció. Por entonces. En la actualidad
muchos se restauran o incluso se construyen
nuevos para utilizarlos como alojamientos de
turismo rural.
Desde ahí seguimos camino pasando por Putignano y Conversano. Este último muy
sorprendente, pequeño y parece que menos conocido que los anteriores, pero muy bonito y con
una iglesia románica muy interesante. Finalmente, cerramos el círculo en Monopoli. Cenamos
en un restaurante sobre el puerto.
Después de cenar dimos una vuelta bordeando el mar y nos encontramos con montón de gente
tocando música y bailando danzas populares de la zona. Nos quedamos un rato esperando a ver
si bailaban tarantelas. Bailaron cosas parecidas pero creo que tarantelas puras al final no.
Día 12.- 17/7/16 Monopoli – Camping Frassanito 158 km.
Día de ruta bastante lamentable, por el calor y cómo afectaba a la moto. Que además se
encendió el piloto del aceite, ahora sí. Supongo que tendría que ver con lo otro. El paisaje soso,
aunque mejoró algo al llegar al mar. No mucho, porque la carretera iba atravesando zonas de
vacaciones poco o nada interesantes. No había pueblos propiamente dichos, más bien
acumulación de urbanizaciones y similar. Fuimos directamente al cámping que habíamos
escogido, junto al mar. El cámping no estaba mal, bastante grande y típico de verano playero
italiano, lo que suele implicar barullo. No había mucha gente, lógico en julio, pero tuvimos la
mala suerte de que, por una parte, dieron por culo con el karaoke hasta tarde y, lo peor, de
madrugada llegó un grupillo de gilipollas en dos coches que armaron todo el ruido del mundo,
hasta el punto de que por la mañana tuvimos que cambiar la tienda de sitio. La parte buena, la
playa, a la que se llegaba andando y un restaurante que no estaba muy lejos y estaba de puta
madre. También se llegaba andando y fue realmente suerte porque aparte de ése no había
prácticamente nada en los alrededores. Así que tarde de relax en la playa y buena cena por la
noche.
Día 13.- 18/7/16 Camping Frassanito – Otranto - Lecce – Camping Frassanito 130 km.
Un tramo corto aunque con bastante
tráfico hasta Otranto. Hay que
atravesar la parte nueva hasta llegar
al centro histórico junto al mar. Por
suerte no es muy grande. La parte
vieja es peatonal y pequeña y
concentrada. Calles estrechas y
alguna plaza abierta, junto al castillo
o la catedral. Ésta última es lo más
interesante. La cripta con unos
bonitos frescos y en el suelo de la
nave principal unos mosaicos muy
divertidos, al parecer de un monje
con mucha imaginación.
Seguimos camino hacia Lecce. La llaman la Florencia del barroco pero es un pelo exagerado. Está
bien, pero tampoco tiene grandes cosas, no impresiona como Florencia. Eso, o que a mí la
arquitectura barroca no me
entusiasma. Las calles
recuerdan bastante a
algunas de Salamanca, pero
no tiene ninguna obra de
gran entidad. También
conserva restos romanos
interesantes. Comimos en
una terraza al lado del
anfiteatro. Y hacía un calor
que partía las piedras.
Después de un paseo por
Lecce volvimos a la moto,
dirección sur a un pueblo
pequeño, de esos que
parece que no merecen la
pena, aunque con cierto encanto, pero que tiene una verdadera joya, de las cosas más curiosas
del viaje. Galatina, con su basílica de Santa Caterina que guarda unos frescos románicos y góticos
que quitan el sentido. La caímos en gracia al vigilante, por lo de venir de tan lejos y mostrar
interés en la historia de los frescos y nos contó un montón de cosas interesantísimas. La pena es
que no se podía hacer fotos, pero una búsqueda en Google merece la pena. De vuelta al
cámping, baño en la playa y cena en el mismo restaurante del día anterior.
Aunque no se podían hacer fotos en el interior, el pórtico tenía unas esculturas preciosas:
Día 14.- 19/7/16 Camping Frassanito –Camping Riva dei Greci (Metaponto) 130 km.
Repetimos un poco del camino del día anterior hasta Otranto. Carretera bonita de costa, aunque
calor y algo de tráfico. Llegamos hasta el punto más al sur del tacón de la bota, Leuca. En el
pueblo no entramos, pero paramos en un santuario muy feo que tiene buenas vistas. Allí nos
hicimos las fotos para la Peña.
Seguimos viaje hacia Gallipoli, un pueblo pequeño y muy bonito –por alguna razón no tenemos
fotos-. La parte antigua es un promontorio al que no se puede acceder con moto o coche. Dimos
un paseo circular junto al mar y una vuelta por el interior, aprovechando para comer algo. Como
hacía tiempo que nos habíamos quedado sin la bota, esta vez la comida de mediodía la hacíamos
normalmente picando algo en algún bar. Salía bastante barato, en general, y con eso tirábamos
hasta la cena.
Desde ahí seguimos camino ya sin visitar nada. Hacía muchísimo calor y sólo paramos cerca de
Tarento para orientarnos en la circunvalación y beber algo. Tarento no es bonita, es una ciudad
industrial tirando a grande, que bordeamos para seguir hacia Metaponto, donde había unas
ruinas griegas que queríamos ver. Acabamos en un camping llamado Riva dei Greci, cerca de la
playa. Aunque se podía ir dando un paseo, había unas navetas que te llevaban hasta la playa. Así
que lo habitual, tienda, baño y cena. Un sitio bastante agradable. Después de cenar, nos
metimos con el móvil en Tripadvisor para buscar un hotel en Matera, donde no había camping.
Encontramos un cuatro estrellas de oferta, muy bueno y en pleno centro a buen precio para la
categoría, 79 euros más cinco de garaje de la moto.
Día 15.- 20/7/16 Camping Riva dei Greci (Metaponto) – Matera 60 km.
De alguna forma, era el principio de la vuelta. A
partir de ahí ya iba a ser todo ir hacia el norte,
camino de Civitaveccia.
Salimos pronto para ver las ruinas de la colonia
griega. Nos costó un rato dar con ellas, aisladas
en el campo y no demasiado bien señalizadas. En
parte porque en todas partes se decía que
estaban en Metaponto y allí mismo no estaban y
en el mapa estaban señalizadas como Tavole
Palatine. Eran las diez de la mañana o así y hacía
ya un calor espantoso.
Desde allí ya seguimos hacia Matera, una
carretera aceptable y bastante bonita. El hotel
estaba en pleno centro y nos costó algo dar con
él, encima en pleno calorazo. La moto iba
ardiendo. Al final llegamos sudando a mares y nos pegamos un duchazo antes de salir a ver
Matera.
Matera es un alucine total. Las fotos, hechas
con el móvil y con mucha luz no hacen justicia,
pero es muy impresionante. El color hace que
las vistas generales sean muy planas, pero el
detalle es una maravilla. Toda la parte vieja
está formada por los sassi, construcciones
hechas excavando la roca. Y por
construcciones debemos entender tanto casas
como iglesias. Impresionan las bóvedas y los
arcos tallados dentro de la roca, formando las
naves y los ábsides y albergando los frescos,
muchas veces preciosos. Otra cosa
impresionante es el antiguo sistema de
cisternas para recoger y guardar el agua de
lluvia.
Como se ve en la otra foto, la ciudad está
bordeada por un tajo altísimo hecho por el río
que se ve al fondo y que ha ido tallándolo. En
los alrededores hay varias iglesias trogloditas,
aunque a esa zona no fuimos.
Cenamos en un restaurante con una terraza que daba sobre la parte de los sassi más antiguos.
La foto nocturna está hecha desde allí.
Día 16.- 21/7/16 Matera – Lagos de Monticchio 170 km.
La idea del recorrido de ese día era una zona de paisaje bastante montañoso con un conjunto
de pueblos colgados de lo alto, como Castelmezzano, Pietrapertosa o Brindisi Montagna, que
tienen fama de ser muy bonitos. Nos tuvimos que conformar con la ruta porque tal como eran
los accesos a los pueblos y el calor que hacía, no estaba la moto para esas alegrías.
La otra zona bonita y con carreteras chulas era el final de la etapa, la zona de Rionero in Vulture
y los lagos de Monticchio, donde estaba el camping donde dormimos, un camping pequeño
junto al lago. Dimos una vuelta rodeando todo el lago y cenamos carnaza a la parrilla en una
brasería también junto al lago.
Día 17.- 22/7/16 Lagos de Monticchio – Lago del Matese 220 km.
De lago a lago con una buena tirada de kilómetros. Las carreteras seguían siendo bonitas, es una
zona montañosa, aunque no de alta montaña, valles bastante verdes para estar tan al sur.
Llegamos a Avellino, más grande de lo que parece y con bastante tráfico. La atravesamos lo más
rápido que podemos y seguimos, para parar más adelante en un pueblo con aspecto balneario,
muy agradable, Ospedaletto d’Alpinolo donde comemos en una terraza a la sombra. Falta hacía.
Después nos metimos en una zona de carreteras reviradas en la que, una vez más nos hicimos
cierto lío, agrandado porque una de las que parecía que teníamos que coger estaba cortada.
Seguimos hacia el norte, buscando la zona del macizo del Matese. Ahí el camino de vuelta pasaba
muy cerca del que habíamos hecho a la ida, pero había dos carreteras que queríamos recorrer.
Paramos en Pedimonte Matese a abrevar en una fuente junto a la que estaban los paisanos y
les preguntamos por algún camping en la zona, porque en el mapa no se veía ninguno. Nos
dijeron que en el lago había uno, así que para allá que fuimos. Y efectivamente había uno. Que
era una mezcla de camping, explotación agrícola y ganadera, hípica, restaurante, deportes, hotel
y alguna cosa más. Como puede verse, compartíamos el terreno los caballos, las motos y las
personas en buena armonía. Es un sitio barato y muy recomendable. Agriturismo Falode se
llama.
Día 18.- 23/7/16 Lago del Matese – Civitaveccia 290 km.
Último día en Italia. El primer tramo después del camping, buenísimo. Buena carretera y
divertida, junto al lago y las montañas. Una vez que dejamos la zona del Matese ya empieza a
ser algo más aburrida, pero hoy necesitamos tirar millas. Llegamos a mediodía al cruce con la
autovía que sube hacia Roma, junto a Frosinore y allí en una gasolinera donde preguntamos nos
recomiendan un restaurante al lado que resulta ser buenísimo y, una vez más, barato. Los
dueños habían vivido muchos años en España y eran amabilísimos. Otra vez más, la pasta con
marisco impresionante.
Después de comer tiramos por la autopista con un calor espantoso. Para rematar, se veía un
enorme incendio en las montañas que nos acompañó bastantes kilómetros. Una parada en
gasolinera y para beber y llegamos a Civitaveccia a media tarde. Tuvimos que hacer tiempo hasta
la hora del embarque, sin más historia. Arrivederci Italia.
Besos a la paquete mejor del mundo.