Viaje a Alemania, España y Suiza en 2015 Martha Pacheco y ...museocjv.com/gabrielcanales/Viaje...
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Viaje a Alemania, España y Suiza en 2015
Martha Pacheco y Gabriel Canales
Tennessee Williams en un Tranvía llamado deseo, escribió el personaje de Blanche Dubois,
quien al final de la obra dice una frase que se ha hecho famosa por diferentes razones:
desde la homosexualidad del autor y sus encuentros fortuitos con desconocidos hasta por la
condición de la misma protagonista, quien vive con un trastorno mental y debe ser recluida
en un hospital. Ella la dice al enfermero que va a recogerla a casa de Stella, su hermana.
“Siempre he dependido de la bondad de los extraños”. Esto para contarles que, si Blanche
dependía de la bondad de los desconocidos, yo he dependido también de esa bondad, pero
no sólo de esa, sino de la bondad de mis amigos y de la de mi familia, también.
El 5 de octubre de 2015, terminé un viaje maravilloso con Martha Pacheco, en el que
dependí de su enorme generosidad y de la de tantos amigos a quienes saludamos y nos
recibieron en sus casas y departamentos. Así, puedo mencionar a Barbara y Hermann
Burkard, a quienes visitamos el domingo 6 de septiembre en Gemünden en el rio Main, su
casa recuerda a México por las artesanías, textiles y cerámicas, que la adornan.
Con ellos fuimos a Lohr, ciudad cercana, famosa por el cuento de Blanca Nieves y los Siete
Enanitos, es hermosa con sus casas de vigas entramadas con cestos de flores en sus
ventanas y balcones. En las que penden anuncios de hierro forjado del oficio del habitante o
del tipo de establecimiento que se trate. Lo que contribuye a darle un carácter
arquitectónico romántico y tradicional –el típico esperado- de un pueblo alemán. Hermann
nos llevó a Würzburg donde visitamos en el rio Main el puente con estatuas de los
personajes famosos de la región; en el centro, la catedral, la iglesia donde se encuentran el
equivalente para la cultura sajona de los tres reyes magos católicos, un patio especial cuyo
nombre no recuerdo y la Residenz que fue sede de los obispos de 1720 a 1744, pertenece a
uno de los palacios más sobresalientes del barroco europeo, los murales pintados por
Tiepolo son de admirarse. Ahora restaurado por completo, pese haber sido destruido casi en
su totalidad durante la Segunda Guerra Mundial.
Gudrun Wagner atrincherada en su Westerwald, nos recibió en el caserío de Ersfeld, donde
la tarde del día 8 de septiembre que estuvimos allí, Martha y yo paseamos por el bosque,
hicimos una caminata tranquila, durante la cual las cimas, nos ofrecieron diferentes puntos
de vista, para admirar el paisaje. En ese mismo bosque, en Ahlbach -otro caserío-, cenamos
con Ulrike y Ulrich Summerer, pintor que nos enseñó su atelier listo para participar en la
iniciativa de Puertas Abiertas 2015, Gudrun nos acompañó.
A Berlín llegamos la tarde del 9 de septiembre al departamento de Norbert Specker, el
primer amigo europeo que conocí en Guadalajara en 1978 por medio de un aviso en el
Instituto Goethe, donde solicitaba departamento y yo, le presté en Chapalita, el de unos
amigos de San Francisco, que lo necesitaban sólo dos semanas al año. Norbert vive frente a
la iglesia Gethsemane, la de las reuniones pacifistas en la que dejó de ser hace veinticinco
años la DDR. Conocimos a la bella Nefertiti en el Bode Museum ¡qué escultura! También
situado en la Museuminsel-Isla de los Museos, fuimos al Pergamonmuseum, con las
reconstrucciones de las entradas del Mercado de Mileto ca. 120 Era cristiana. Así como la
entrada Ishtar de Babilonia, del Siglo VI antes de Cristo. Camino al museo de Käthe
Kollwitz, entramos en la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche-Iglesia Memorial Emperador
Guillermo, que es de culto protestante.
En el Museo de Käthe Kollwitz admiramos esculturas de la holandesa Lotta Blokker, en
diálogo con las piezas de la artista. En el Martin Gropius Bau, fuimos a ver la exposición
Von Holbein bis Hockney. Die Sammlung Würth in Berlin, que incluía una sala de arte
mexicano con obras de Tamayo, Toledo y Riestra y, en otra sala junto a buenos cuadros de
Botero, vimos uno de Gironella, en el cual Edith González representa a la infanta
Margarita. En el restaurante de ese museo, tuvimos un encuentro inesperado con Virginia,
hija del Dr. Mario Rivas Souza, emocionó mucho a Martha que la haya reconocido.
Fuimos a ver Blinde Date un espectáculo de danza y música contemporánea con la
Companie de Toula Limnaios y el Ensemble Mosaik. También fuimos al Schwarzes Cafe
de la Kantstrasse, que abre las 24 horas, Martha pidió la ensalada de Maultaschen-Ravioles
gigantes, herencia romana a Alemania y Austria.
El domingo 13 de septiembre por la mañana, Anita Stapel nos recibió en mi querido
Hamburgo, saludamos en su departamento a Hanna su madre, a su hermana Ute con su
esposo, nos ofrecieron café. Luego aprovechando el buen tiempo hicimos un recorrido
turístico en autobús que incluía la visita del templo de San Miguel Arcángel con sus
magníficos órganos y al que se supone fue el primer mercado del puerto, luego fuimos al
Forum Bucerius contiguo a Rathaus/Municipalidad, a la exposición Über Wasser Malerei
und Photographie von William Turner bis Olafur Eliasson con el tema del agua, en
varias disciplinas artísticas: pintura, fotografía, grabados, etc. Regresamos caminando al
departamento, bordeando parte del Ausser Alster-Lago externo, pese a la lluvia, que era
tenue. Esa noche fue Carla Orozco García a recoger unas medicinas y tarjetas que le
enviaron Alejandra y Carlos Enrique, sus papás. Anita nos ofreció una cena ligera con
botanas, quesos y vino.
Al otro día, nos fuimos en tren a Colonia para maravillarnos con la monumentalidad de su
Dom/Catedral y volar a Madrid donde nos esperaban en el aeropuerto de Barajas Teresa
Margolles y su amigo Rafael, un tipo amable por excelencia. Martha estaba feliz de ver a su
amiga con quien estuvo dos semanas. Del aeropuerto me dejaron en Ventas, aclaro, la plaza
de toros para llegar al departamento de Marina Díaz quien me esperaba para cenar, aunque
ella tuviera que irse al Festival de San Sebastian por parte de su trabajo en el Instituto
Cervantes, me quedé en su departamento donde vi una veintena de películas que ella
selecciono de su arsenal. Todo estuvo bien en Madrid, Martha y yo nos vimos casi todos
los días, visitamos el Museo Nacional Del Prado, para admirar obras de Hieronymus
Bosch, Velázquez, Brueghel, Tiziano, El , Goya y otros. Son obras que forman parte de su
colección, no había ninguna exposición temporal. También fuimos al Museo Thyssen
Bornemisza, donde vimos obras de Lucian Freud, Van Gogh, Edward Hopper y
expresionistas alemanes, entre otros.
Visitamos el Museo del pintor Sorolla, en lo que fue su residencia. Hermosa casa donde la
luz que se filtra por sus ventanas, quedó plasmada en la obra del artista. Tiene un jardín
andaluz al frente, que transporta a otro lugar, Madrid y su prisa desaparecen.
También estuvimos el Museo Reina Sofía, morada definitiva del Guernica de Picasso.
Recorrimos algunas de sus salas y vimos una exposición del exilio español durante el
Franquismo.
En Madrid, debo decir que comimos muy bien, desde calamares en un bar de la calle
Botoneras cerca de la Gran Plaza hasta menús del día que ofrecen los restaurantes, de
varios tiempos e incluyen vino. Además disfrutamos los bocadillos y cañitas de los bares
madrileños. La familia de Marina me invitó al cumpleaños de su padre José Luis, celebrado
en restaurante. Fuimos al teatro a ver varias obras, de las cuales sólo dos valieron la pena:
La Balsa de Medusa versión teatral de El Ángel Exterminador y una Madre Coraje, de
antología puesta en la Sala Fernando Arrabal en Matadero Naves del Español, un espacio
alternativo por demás interesante.
Escribí que todo había estado bien, menos haber dejada plantada a Rosa Montero en el café
Cosmen y Keiles de la calle de Ibiza 14, donde me citó el lunes 21. Confundí la fecha, creí
que era el martes 22. Toma chango tu mecate, me trastoqué con el calendario.
Un día fuimos a Toledo, una ciudad hermosa por donde pasa el rio Duero, compramos una
pulsera que permite visitar 6 templos, si bien no fue la visita de los 7 templos de Semana
Santa, fue una buena oportunidad para apreciar la arquitectura de algunos templos que
fueron mezquitas y ahora son monumentos, por supuesto en la iglesia de Santo Tomé,
apreciamos el cuadro del entierro del Señor Orgaz, de El Greco.
Sin remedio llegamos al sábado 26 de septiembre y de Madrid volamos a Ginebra, escribí
“a”, no “con”. En la estación del aeropuerto, luego de un vuelo sin problemas, compramos
nuestros boletos para viajar 8 días, ilimitadamente por Suiza en todos los transportes;
trenes, barcos, tranvías, autobuses y entrar a muchos museos. Así, vistamos el de L’Art
Brut, en Lausanne, que nos impactó. Nos tocó la exposición temporal Guy Brunet
Realisateur Les Studios Paravision, de la colección del Museo, antes de ir paseamos por
un mercado sabatino, compramos aceitunas negras, que probamos rumbo al restaurante de
el supermercado Coop, donde comimos ensaladas, entre otras una de queso de puerco con
cebolla y pepinillos que los alemanes llaman ochsenmaulsalat, y quiche Loraine de jamón,
bebimos por primera vez en nuestro viaje por Suiza, Rivella un refresco a base de suero
lácteo, probamos el azul, bajo en calorías.
Para andar con libertad, dejamos nuestras maletas, en un Schliessfach/casillero, de la
estación. Fue muy cómodo viajar por todo Suiza, sin preocuparnos más de comprar algún
boleto. Por la nochecita llegamos a Berna, al departamento de Raúl Acosta, nos esperaba
para cenar; pequeñas albóndigas de res en salsa de especias orientales sobre arroz, fue la
primera de las ricas cenas que nos preparó a nuestros regresos durante la semana que
anduvimos de recorrido. El domingo nos fuimos a Interlaken, paseamos en barco desde
Spiez en el lago de Thun hasta Interlaken Ost. Un paseo por la ribera de muchos pueblitos.
Le seguimos en tren a Lucerna para ver en el lago su hermoso puente de madera -en
reparación-, comiendo lonches de atún. Recorrimos sus calles del centro.
En Berna por la noche, la cena con Raúl fue Raclette, con papas, pepinillos, cebollitas
curtidas. De novedad tenía coliflor en vinagreta, que no es usual en ese platillo, en el cual
se funden porciones de queso en planchas de lámina bajo el calor de una resistencia de
tubos al rojo vivo. Es junto al Fondue, de los platillos emblemáticos de Suiza, sólo habría
que añadir el Roesti, a base de papas ralladas, cocidas el día anterior, y fritas en sartén.
El lunes, le llamé a Paul Fiechter, mi amigo cartero a quien le dediqué mi libro de Los
timbres bien pegados/A corazón abierto, para que nos acompañara a Muelenen y de ahí en
un trenecito especial, pagado extra, subir la montaña de Niesen, a más de 2,600 metros de
altura, estuvimos no en las nubes, sino arriba de ellas, con una espectacular vista de los
Alpes, imponente. En la cafetería de la montaña, probamos buenas tartas de chabacano y
ciruela con té y café crema. Por la nochecita al regresar a Berna fuimos en tranvía hasta
Rosengarten para ver la panorámica nocturna de la ciudad, y luego a casa de Raúl a
disfrutar una más de sus cenas.
El martes fuimos a Martigny a la Fondation Pierre Gianadda a ver la exposición Matisse en
son Temps, organizada por el Centro Pompidou en colaboración con coleccionistas suizos,
ocasión única para ver una serie de odaliscas pintadas por él, por ejemplo. Fue muy
agradable recorrer el jardín del museo, rodeado de altas montañas de piedras grises y con
tantas esculturas pequeñas y grandes de Chillida, Richard Serra, Marc Chagall, Tanguy,
Calder, Rodin, Brancusi, entre muchos otros.
Por la noche le hablé a Becky Núñez, para encontrarme con la sorpresa que salía al otro día
temprano de regreso a Guadalajara, juro que recordaba, que me había dicho que estaría
hasta la primera semana de octubre, en Basel, por eso no le hablé desde el sábado, estuve
haciendo tiempo, lástima. Como estaba planeado, estuvimos el miércoles allá, el
Kunstmuseum, estaba en reparación. Pudimos ver una selección de sus obras maestras en el
Museo de Arte Contemporáneo y una sala completa de Cy Twoombly de quien vi después
más trabajos en Hamburgo y en Zúrich, incluso esculturas en pequeño formato, que no me
robaron el aliento. Exceptuando un par de sus cuadros.
Nos fuimos en tranvía a la Fodation Beyeler, no tuvimos acceso al museo, pero valió la
pena caminar por sus jardines y ver el edificio que, es de Renzo Piano. Regresamos a Berna
para cenar con Lilian, hermana de Raúl, y Pascal su marido, recién llegados de vacaciones
en el sur de Italia. Nos convino, comimos antipasto traído de allá; un salami de chuparse los
dedos, aceitunas, lajas de grana padano -parmesano añejo-, buenísimo. Y también gnoquis
frescos en una salsa de jitomate espesa, el postre no fue italiano, tampoco se puede tener
todo, nos conformamos con un pudín de vainilla suizo del super, nada especial.
El jueves, Martha había quedado de verse en Zúrich con Teresa Margolles, pero insistí que
antes visitáramos en Berna el Zentrum Paul Klee, un moderno edificio también de Renzo
Piano, teníamos acceso con nuestro boletito mágico y vimos la exposición Klee in Bern,
con algunos trabajos de amigos y discípulos de él y también de su hijo Felix, quien pintó
siendo niño.
En Zúrich no fue posible que Martha se encontrara con Teresa, quien estaba ocupada en
reuniones de Manifesta, una exposición a realizarse el año entrante en la que participará. De
ahí de Hardbruecke, la estación cercana a la galería donde la citó, aprovechamos de irnos
en un S Bahn, hasta Rapperswil, en la confianza de regresarnos a Zúrich en barco. Todo
nos falló. Le propuse a Martha sentarnos en la terraza del hotel Schwannen, a comer
helados, que había probado con otra Martha, mi hermana, y habían estado maravillosos,
desde la presentación. En esta ocasión, no fueron nada especial, sólo caros. Y no había más
barcos a Zúrich, volvimos con otro S Bahn, nos fuimos directo a Kunsthaus, esperando ver
alguna exposición especial, estaba la inauguración de Miró Mauer, Fries, Wandbild, era
con invitación. Quedaba sólo una hora para visitar lo que exponen de su Colección
permanente, no valía nuestro boleto y tampoco valía la pena pagar 22 Francos suizos por
cada uno, para estar tan poco tiempo. Volvimos a Berna con Raúl, teníamos asegurada la
cena, que fue de temporada; pollo en salsa de venado con castañas, col morada y compota
de frutas del bosque.
El viernes nos fuimos a Winterthur, a visitar su Kunstmuseum, con una buena colección de
arte moderno, sin incluir expresionistas alemanes, que tanto me gustan, valió la pena. El
resto de sus museos estaban cerrados o en reparación. En la comida le dije a Martha que
probara una pequeña tarta de vermicelles de castañas sobre crema batida, es postre de
otoño, sabe muy rico. Luego paseamos por las calles adoquinadas, para escuchar por un
rato un órgano, grande, bonito. Había festival. Pero la verdad, ni a Martha ni a mí, nos
gusta mucho esa música. La encontramos monótona y cursi. Regresamos a Berna a tiempo
para cenar con Andrea y Juan Utzinger, hijos de Martina y Jürg, quienes estaban en Italia,
acompañado a su hija Isabel con Ana Sofía, la nieta que, los trae de cabeza. Nos hicieron
rico Fondue, hornearon, deliciosas galletas de macadamia, tantas, que hasta le mandaron a
Raúl y nos dieron itacate para llevar en nuestro viaje a Frankfurt, vía Basel, al día siguiente.
Nos fuimos en el tren de las 11, para saludar a las 12:30 más o menos a Madeleine
Kaufman-Burn, quien tenía Finissage de su exposición de arte objetos, dibujos y collages
postales en la Galería KUNST.part de la calle Spalenberg 30, cerca de la Universidad, no
lejos de Rathaus, por la plaza del mercado, que habíamos visitado el miércoles anterior. Me
regaló uno de sus collages, que me gustó; es el de una mujer ordeñando una vaca y la
imagen está transportada a una calle citadina suiza. La verdad desde que la vi, me guiñó el
ojo. Y aunque me tomó por sorpresa el regalo, me dio mucho gusto recibirlo. Nos fuimos a
comer cerca a un restaurant tradicional. No caro, para el promedio suizo.
A las 3 de la tarde salía nuestro tren a Frankfurt, llegamos sin saber a la ciudad Sede de la
celebración de los 25 años de la reunificación alemana. Se notaba la fiesta.
De Hauptbahnhof-Estación Central, nos fuimos a Kostablerwache, donde tomamos el U 7,
que nos llevó al departamento de Uschi y Franz, una pareja sin hijos, que conozco desde
hace unos 33 años, incluso, me visitaron en casa de mi mamá cuando todos, quiero decir los
tres, éramos jóvenes. Me caen muy bien, son de mis amigos que han sido congruentes con
su vida, trabajo e ideas. Aprecio mucho esa forma de no andar escalando posiciones
sociales o de puestos de poder. Son maestros para educadores de Kindergarten, adultos, que
deciden en sus vidas comenzar otra formación. Dicen que trabajan muy a gusto con ellos,
porque queda descartada la obligación de estudiar, como sucede con algunos jóvenes. Están
a la espera de un departamento, que compraron en un proyecto social de la municipalidad
de Frankfurt con otros amigos. Franz cocina bien, nos recibieron con comida thai exquisita
y ensalada. Hubo platos de quesos, buen vino para el que quisiera tomar, café y té. Luego
nos invitaron al rio Main, estuvimos en la terraza de Oost, una vieja grúa portuaria
convertida en restaurantes y bares, desde donde observamos a distancia, los fuegos
artificiales y los espectaculares reflectores de luces que inundaron el cielo. Martha y yo
brindamos con Sekt/champaña, ellos con vino tinto. Todos a nuestra salud, al encuentro y
por qué no, hasta por la celebración de la reunificación. Regresamos caminando un trecho,
durante el cual Uschi me explicó que desde que construyeron el edificio del Banco central
europeo, la zona se ha transformado y encarecido, ya no hay más terrenos libres. Están
construyendo edificios de apartamentos de lujo. Al final le corrimos a Ostbanhof/Estación
del Este, para en las afueras tomar el camión que nos llevaría de nuevo al departamento.
Qué bueno que, lo alcanzamos. El siguiente pasaba una hora más tarde.
El domingo, Franz compró panes en su panadería favorita, no la cercana al departamento,
para desayunarlos con mantequilla, y huevos tibios de 3 minutos de cocción que se comen
con cucharita, embutidos, quesos, buenas mermeladas, café y té.
Martha y yo nos fuimos de Museos, al Staedel, que es uno de mis favoritos, vimos la
Exposición Die 80er Figurative Malerei in der BRD. Un movimiento de artistas en los
años 80, en Berlín, Koeln, Dusseldorf y Hamburgo, pinturas en su mayoría de gran formato
y pinceladas muy libres. También vimos su colección permanente con obras de
expresionistas, maravillosas. Hay obras de Felix Vallatoon, en especial me gusta un
pequeño cuadro llamado, Paisaje del Jura. Tienen cuadros de Lovis Corinth de quien
aprecio la pintura de su último período. Fuimos al Museo de la Comunicación, donde
tomamos refresco y café, comimos pasteles y vimos las fotos premiadas de un concurso de
fotos no profesionales, por demás interesantes.
Nos fuimos a Römerplatz para visitar el Schirn, que estaba en reparación. Decidimos ir
enfrente al MMK, donde alguna vez vi una exposición de grabados de Hockney, inspirados
en poemas de Cavafis y una exposición de Lucian Freud y, otra de Teresa Margolles. El
edificio mismo es muy interesante con escaleras circulares y paredes transversales y un
corredor central que lo recorre y que puede ser observado desde los balcones individuales
en la parte superior, por sus dos lados. Por último fuimos a Kunstverein, para ver arte de
Indonesia, que no es de admirarse. Interesante resultó un tejido de enormes raíces, gruesas
varas, situado en la entrada del edificio, el cual daba la bienvenida.
El lunes 5 de octubre salimos del departamento de Uschi y Franz, él nos llevo a la estación
Habsburger Alle del U Bahn 7, vía Kostablerwache, Hauptbahnhof, acompañé a Martha al
aeropuerto de Frankfurt para que tomara su avión de regreso a Guadalajara, vía Cancún.
Llego sin problemas. Yo me quedé en Europa por tres semanas más, visitando amigos en
Suiza; en Siglistorf a los André Schillinger, con quienes fuimos en su coche a celebrar el
60 aniversario del hermano de Ilona a un hermoso hotel de Kirchdorf, en el Tirol sur
austríaco, de una belleza muy particular. Todo el viaje disfrutando del paisaje otoñal, con
colores del amarillo al rojo pasando por el ocre. La celebración estuvo divertida, con un
amigo de Jürgen -el festejado-, que es un artista y comediante nato, hasta imitó a Tina
Turner, y de qué manera. La cena de 5 tiempos, exquisita. Visité a los padres de Norbert, en
Kreuzlingen, Brigitte me llevó en dos ocasiones al lago de Constanza, frontera con
Alemania. Tuve oportunidad de ir a Zúrich a ver la exposición de Miró que menciono antes
y no pudimos entrar Martha y yo. Estuve en Berna con Lilian y Pascal, y con Raúl Acosta,
desde luego. Regresé a Alemania con Gudrun y me cambiaron mi vuelo de día y de
itinerario en lugar del 26, salí el 28 de octubre en un viaje largo entre vuelos, traslados y
esperas en aeropuertos, fue de Frankfurt a Guadalajara, vía República Dominicana y
Panamá, tomó 36 horas llegar a mi casa, desde la casa de Gudrun en Ersfeld, cuando me
llevo a Montabaur a tomar el tren a Frankfurt. Ha sido el viaje más largo de mi vida y el
más cansado. Sin problemas con el equipaje, que deposité en Frankfurt y recogí hasta en
Guadalajara.
Pero, sí volveré a viajar y a volar, sobre todo con mis pensamientos. Fue un viaje de tantos
buenos encuentros, alegrías y emociones, el cual agradezco a mi amiga, la gran pintora
Martha Pacheco que me haya considerado acompañarla. /Gabriel Canales.
Zapopan, Jalisco a 4 de enero de 2016