VALORES ESPIRITUALES DEL TURISMO

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VALORES ESPIRITUALES DEL TURISMO Por Jesús María Vázquez, O. P. El turismo es un fenómeno de nuestro tiempo. El hombre siente la necesidad de viajar, de conocer nuevas tierras. El sol calienta de una manera nueva en cada pueblo y el mar tiene un azul distinto en cada playa. Este fenómeno tiene entre nosotros una virtualidad insos- pechada: España es una de las naciones con mayor porcentaje tu- rístico. El fenómeno turístico ha interesado a lo más íntimo de nuestras estructuras sociales, económicas, culturales y religiosas. El turismo tiende a crear un nuevo tipo de hombre: "el hombre universal", al contribuir a una fraternidad entre seres de distintas razas y dife- rentes pueblos. El turismo, como fenómeno actual, como fenómeno de masas, como fenómeno continuo, como fenómeno dinámico, como fe- nómeno económico y como fenómeno humano, es un hecho indiscu- tido e indiscutible. Pero existe otro ángulo aún virgen para los estu- diosos de este moderno hecho social: los valores espirituales del turismo. Una doble vertiente se abre en el análisis religioso del turismo. Puede hablarse de turismo religioso en función de los móviles de la persona que se desplaza. Mas también caben consideraciones religiosas intrínsecas al turismo. Como sobre otros aspectos de la vida moderna, el fenómeno tu- rístico, cuyo auge en nuestro siglo le confiere a todas luces las carac- terísticas de un auténtico fenómeno social, presenta un aspecto tras- cendente que merece una especial atención. El turismo religioso. En un intento de descubrir a grandes rasgos el origen primario del hecho turístico en función de su vertiente espiritual, se llega a la con- 15

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VALORES ESPIRITUALES DEL TURISMO

PorJesús María Vázquez, O. P.

El turismo es un fenómeno de nuestro tiempo. El hombre sientela necesidad de viajar, de conocer nuevas tierras. El sol calienta deuna manera nueva en cada pueblo y el mar tiene un azul distinto encada playa. Este fenómeno tiene entre nosotros una virtualidad insos-pechada: España es una de las naciones con mayor porcentaje tu-rístico.

El fenómeno turístico ha interesado a lo más íntimo de nuestrasestructuras sociales, económicas, culturales y religiosas. El turismotiende a crear un nuevo tipo de hombre: "el hombre universal", alcontribuir a una fraternidad entre seres de distintas razas y dife-rentes pueblos. El turismo, como fenómeno actual, como fenómeno demasas, como fenómeno continuo, como fenómeno dinámico, como fe-nómeno económico y como fenómeno humano, es un hecho indiscu-tido e indiscutible. Pero existe otro ángulo aún virgen para los estu-diosos de este moderno hecho social: los valores espirituales delturismo.

Una doble vertiente se abre en el análisis religioso del turismo.Puede hablarse de turismo religioso en función de los móviles de lapersona que se desplaza. Mas también caben consideraciones religiosasintrínsecas al turismo.

Como sobre otros aspectos de la vida moderna, el fenómeno tu-rístico, cuyo auge en nuestro siglo le confiere a todas luces las carac-terísticas de un auténtico fenómeno social, presenta un aspecto tras-cendente que merece una especial atención.

El turismo religioso.

En un intento de descubrir a grandes rasgos el origen primario delhecho turístico en función de su vertiente espiritual, se llega a la con-

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clusión, que el turismo, considerado en su sentido más amplio, es unarealidad antigua. Podrá ser una pervivencia del nomadismo que carac-terizó la existencia de los pueblos primitivos, más es necesario ponerde relieve que el ser humano hace turismo cuando se hace sedentario. 4Es decir, cuando su vida es estable y permanece en un lugar aparecentambién los viajes por asueto o búsqueda de algo .más. El análisis re-ligioso del turismo encuentra numerosas concausas que se hace pre-ciso subrayar, al menos en ceñidos giros.

En un rápido recorrido histórico, bástenos recordar que mil añosantes de la Era Cristiana ya viajaban los fenicios y cruzaban el Medi-terráneo en naves de vela y remo. Si bien es verdad que estos viajesno tienen valor turístico en sí mismos, no es menos cierto que abrie-ron nuevos horizontes y despertaron un afán de visitar otras tierras.

Con ocasión de los Juegos Olímpicos o por motivos religiosos, via-jan también los griegos, dejándonos como testimonio de sus grandesperegrinaciones el templo más famoso de su cultura: Delfos. Es en-tonces cuando surgen los viajeros más célebres de la historia: Mileto,Platón, Pitágoras y otros que por incentivos del contexto socio-cultu-ral atraviesan la tierra entonces conocida.

Para el Cristianismo, el viajar es un signo de identificación. Recor-demos entre los innumerables eventos a aducir, los viajes del granPablo de Tarso, que recorre el mundo gentil, y vuelve a Roma, y laspalabras del mismo Cristo ordenando a sus discípulos: "Id por elmundo y predicad el Evangelio".

Dentro del plano del providencialismo cristiano, el turismo tieneuna motivación trascendente. A este respecto nos decía Pío XII:"...El motivo de ponerse en camino es tal vez la orden de Dios, sig-nificada expresamente y libremente aceptada. A veces es la misteriosadisposición de la Providencia, acogida con toda el alma o por necesi-dad ; es el impulso personal y espontáneo, o bien la obediencia a unainspiración interior más o menos imperiosa. Sería interesante seguirsu historia desde el pasado más remoto hasta el presente más cerca-no" (1). Y, a continuación, el mismo Pontífice describe una rica tipo-logía de desplazamientos que implica hondos valores del espíritu desus fautores: "Las grandes migraciones han poblado el mundo; las

<1) Pío XII : A los Organizadores Turísticos Italianos, el 30 de marzode 1952.

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dispersiones y los éxodos a lugar de destierro y a tierra de asilo, hanacercado y fundido los elementos de la sociedad humana... Entre losdevoradores del espacio, los unos, misioneros y exploradores, estabanmovidos por un irresistible espíritu de conquista: conquista de lasalmas para hacerlas herederas del reino de Dios; conquista de nacio-nes para extender este reino hasta los extremos de la tierra. ¿Es ne-cesario recordar los viajes heroicos de San Pablo y de San FranciscoJavier, los de Colón, de Vasco de Gama, de Champlain, ansiosos dellevar a los pueblos no iluminados aún por la luz del Evangelio losbeneficios de la civilización cristiana? Otros, ávidos de descubrimien-tos para el progreso de la ciencia o por el bien de la humanidad, vana investigar los territorios helados de los polos (véase el caso del granexplorador y científico de nuestra edad, Fridtjof Nansen), a desafiarlas cimas no escaladas de los montes altísimos, a penetrar los miste-rios de las selvas vírgenes, a romper el silencio de los desiertos... sen-timientos de fe y de piedad han conducido desde los primeros tiemposde la Iglesia, y continúan a conducir a los penitentes, a los contempla-tivos, a los simples fieles, hacia la tierra consagrada por la vida y lapasión de Cristo, hacia la Roma eterna, centro de la catolicidad; hacialos sepulcros de los Apóstoles, de los mártires y de los santos; hacialos lugares favorecidos por la visita y la predilección de Jesús y de suSantísima Madre".

Y así el turismo tiene un entronque con lo religioso, de modo pecu-liar, a través de las peregrinaciones. En este campo —dice Pablo VIrefiriéndose al turismo religioso— la finalidad religiosa da al fenómenoturístico un impulso particular que lo pone en movimiento, le crea uncierto sentido y lo convierte en animoso y popular. Recuérdese la his-toria de las peregrinaciones que en el cristianismo siempre han tenidoun grande y extraordinario desarrollo: Palestina, los Santuarios deSantiago de Compostela y de San Miguel Gárgano, las tumbas de losApóstoles en Roma y los miles de Santuarios dispersos por la Europacristiana, que pusieron en movimiento innumerables caravanas de pe-regrinos, dispuestos o todas las fatigas, insensibles a las distancias ya las intemperies, para conseguir la meta sagrada tan deseada. Y nosolamente este turismo recibe una fuerza motriz de la religión, sinoque también en ella encuentra su fuerza moral y espiritual: la fesostiene al viajero, la oración le consuela, la penitencia le fortifica, elfervor religioso le hace memorable el viaje. Todo esto no pertenece

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exclusivamente a la historia de la Edad Media... Hoy todo viaje—termina diciendo Pablo VI— aun el emprendido por pasatiempo,está organizado, y se distingue por ciertas formas que, aunque no ten-gan un interés delimitado, económico o profesional, le dan una fiso-nomía especial y cierta finalidad determinada (2). Esto significa queen modo alguno puede soslayarse al considerar los motivos del mo-derno fenómeno del turismo, este enfoque con sus orígenes y el des-arrollo religioso. Y esto entra de lleno en el elenco de los valores es-pirituales que debe asignarse al turismo.

La significación religiosa que la Iglesia aportó a muchos viajeaa través de la humanidad, debe impulsar a los que se encargan delturismo a imprimir a su tarea un sentido de desinterés al servicio delprójimo, un sentido social cristiano.

Pero no tratemos sólo del turismo religioso —cuando el despla-zamiento personal voluntario está motivado por un móvil religioso—,porque el turismo es motivo, y esto es lo fundamental para satisfac-ción de nuevas necesidades, y cuando éstas están presididas por un mo-tivo religioso, es cuando debe hablarse de turismo religioso. Pero noes este el fin exclusivo de nuestra exposición, sino más bien el aná-lisis de otros valores intrínsecos del turismo.

El turismo, tiempo nuevo del hombre.

El turismo es un fenómeno típicamente humano. El hombre es elcentro y la vida del turismo. El hombre que, libre y racional, encuen-tra pequeño el marco de su convivencia y quiere ampliar el limitadoespacio en que habita. Su intención primera es una apertura de rela-ciones. El turismo supone en la historia de la humanidad un gradode plenitud. El hombre se decide a viajar por no estar satisfecho ensu propio ambiente. Esta insatisfacción se debe a una cada vez máscreciente importancia del tiempo de ocio o descanso. El desarrollo delos pueblos se mide, en efecto, por la cantidad de vida de ocio queuna persona puede realizar. Constituye el ocio los "tiempos libres",que el hombre dedica para sí, para un desarrollo más pleno de sus fa-cultades. El ocio supone cierta utilidad, recreo, fin en sí mismo. Los

(2) PABLO VI: Alocución a los participantes en la Conferencia de las Na-ciones Unidas sobre Turismo, el 31 de agosto de 1963.

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actos de la vida del ocio son los más específicamente humanos, por-que son los más voluntarios o libres.

El turismo es una actividad de la vida del ocio. Su fin es el hom-bre mismo, la necesidad humana de saber y de amar. Su fundamentoes la capacidad natural del hombre de admirarse por las cosas, debuscar verdades nuevas, de separarse de lo ordinario, lo cotidiano. Eihombre busca en el turismo, aunque no siempre conscientemente, lle-nar su alma de valores trascendentes.

El turismo tiene una mayor importancia en los países desarrolla-dos, de mayor nivel cultural. Lo que se debe a dos razones: una, detipo económico: la mayor posibilidad de disfrutar los tiempos libres;otra, de tipo cultural: mayores deseos de admirar bellezas, de satis-facer la curiosidad del espíritu.

Es incompleta y falsa la consideración de que el turismo tienesolamente influencia en la economía de un país. Se valora el turismosolamente por los beneficios que reporta a la balanza económica deun país. Tal política, que sólo atendiese a las repercusiones económi-cas que pueden afectar a la nación, conduciría al desastre a cualquiercomunidad.

El turismo es una actividad humana, y por tanto ha de tener todaslas características de los actos humanos. En efecto, es libre, responsa-ble y con una carga ética; es social, es decir, se realiza en comunidady repercute en los demás hombres.

Las consecuencias del turismo dentro de la sociedad moderna tie-ne una gran trascendencia, debido a la cantidad de personas que par-ticipan en este fenómeno: el elevado número de turistas, el grannúmero de personas que lo sirve (empresas turísticas) y la masa depoblación que soporta el impacto. Y es preciso el estudio constantey científico de todos aquellos aspectos que afectan al desarrollo ideo-lógico, social y espiritual del turismo. Sólo de esta forma se podráposeer una mentalidad colectiva y suficientemente clara para no versólo riesgos o divisas en el fenómeno del turismo moderno.

El turismo como evasión.

El turismo, "moderna forma organizada de la aspiración del almahumana de viajar y de conocer pueblos y paisajes nuevos" (3), res-

(3) PABLO VI: A la Federación de Hoteles y Turismo. "Ecclesia", 4 deabril de 1964, pág. 19.

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ponde a una necesidad social acentuada por el estilo de vida moderna."La necesidad del descanso laboral en ambiente lo más distinto posi-ble del habitual de vida y trabajo, cada vez más fácil de satisfacerpor la elevación creciente del nivel de vida y la facilidad de comuni-caciones" (4).

Entre las múltiples motivaciones que los autores señalan en el mo-derno fenómeno turístico, debe destacarse, como móvil primario, elafán de evasión. La complejidad de la vida moderna y su abrumadoramonotonía, la estructura industrial y urbana; los medios colectivosde transporte y los "encantos" de las jornadas laborales y la vida enlas grandes urbes, origina un deseo de romper el ritmo cotidiano bus-cando otros horizontes. El tema no es nuevo. Ya Santo Tomás hablóelocuentemente de la "recreatio". El Angélico Doctor es el portavoz dela tradición occidental respecto a la recreación y el esparcimiento (5).

Según Santo Tomás, la actividad abstracta, alejada de los sentidos,origina cansancio, y por el contrario, la fatiga, puramente corporal, sesuprime con el simple descanso, pero éste no basta para reponerse deuna actividad intelectual (6). Y tomando como base esta distinciónentre ambos tipos de actividades humanas, el Doctor Angélico esta-blece esta regla: "Quies autem animae est delectatio", el alma des-cansa en la diversión placentera. Así se elimina la intensio, la "ten-sión". Y Santo Tomás aduce la anécdota de la lección del EvangelistaSan Juan jugando con sus discípulos, que ante la censura de algunosprobó con un arco la necesidad de relajación para evitar la rotura.Y es cuando el Doctor Angélico saca la conclusión, por analogía, dela necesidad humana de aflojar la tensión de su espíritu, y precisa-mente con una "delectactio animalis". La terminología que utiliza eneste pasaje de la Suma Teológica, es certera y unívoca: "Gaudium",gozo, es un término restringido a lo espiritual. La "deleotactio ani-malis" se refiere al ámbito de lo puramente sensible y placentero. Ypor último, la "delectactio corporalis", es la vivencia corporal a laque la mayoría ("plures") se inclinan porque no son sensibles a losgoces del espíritu.

Más lo que hay que destacar a nuestros propósitos de fundamentar

(4) DTR. BENAVENT, Obispo de Málaga: El turismo, la moral y lascostumbres. Conferencia, 1964.

(5) SCHOLLGEN, W.: Problemas morales de nuestro tiempo. Herder, 1962,página 90 y ss.

(6) S. T. II-II, 168-1-4.

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la evasión, es la clarividencia de Santo Tomás sobre la humana necesi-dad de la dicha. Hace una sabrosa consideración sociológica al decirque "bona spirituali possunt simul a pluribus possideri, non autenbona corporali". Esta diferencia significa que un goce espiritualpuede ser captado y poseído por muchos a la ve , de modo simultá-neo o íntegraments; en cambio no ocurre lo mismo con los goces ma-teriales. Estas ideas tomistas son el portavoz de un sano cristianismoante los pesimismos de escuelas cerradas e intolerantes a dar cabidaa la "recreado" en la vida humana hacia Dios (7).

Podemos concluir que el turismo, en su fisonomía actual, en lamedida que éste se aplica a la diversión y al esparcimiento, buscandocaminos a la relajación de las fuerzas vitales, confluya a la dignidaddel componente espiritual humano. Precisamente en el pensamientotomista sobre el esparcimiento, se busca evitar placeres degenerativosy una concepción hermética de la vida. Es significativa la censura deSanto Tomás a los "solitarios" y los "malhumorados", porque eludenel carácter social de la alegría del vivir.

Fundamentado el concepto ontológico de la necesidad del espar-cimiento, resulta fácil comprender el turismo actual como un fenó-meno de masas que busca la naturaleza. Es un turista de esparci-miento, de evasión. Alomar aporta una definición de esparcimientoafín a la de Santo Tomás cuando la explica como "la acción humanade recuperar las energías físicas e intelectuales gastadas en el trabajo,por medio de prácticas agradables y voluntarias, totalmente ajenasal mismo" (8).

Analizando someramente la motivación que conduce a esa im-perioriosa necesidad de evasión que obsesiona al hombre de hoy, esnecesario jerarquizar valores. Entre los fenómenos que ocupan unlugar más relevante, se pueden citar el ocio y constante aumento delnivel de vida.

El desarrollo de la técnica y la limitación de la jornada de traba-jo, son dos factores que de modo preferente han conducido a la dis-ponibilidad de tiempo libre. Esta evolución ha conducido a la nece-sidad de evasión del hombre actual. Esta nueva estructura laboral hacreado un humanismo nuevo y una configuración societaria que rom-

(7) S. T. MI, 23-1 ad 3.(8) ALOMAR, G.: Sociología Urbanística. Edic. Aguilar. Madrid, 1961, pá-

gina, 73.

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pe los conceptos y moldes tradicionales. La importancia de este hechoes insospechada porque ha desencadenado múltiples tendencias hacianuevas formas de vida social.

Como consecuencia directa de todo lo expuesto, el hombre actualbusca y prefiere la vida más fácil; rehuye enfrentarse con cualquierproblema que pueda plantearle su vida cotidiana. Busca la evasión,asiéndose fuertemente al medio que le proporcione más facilidad ygarantía de evasión. Por ello, el viajar, el hacer turismo, proporcionael medio más adecuado para el esparcimiento del espíritu.

J. Dumazedier, en su magistral obra "Hacia una civilización delocio", dice que el turismo ocupa un lugar privilegiado como con-quista social reciente, aunque inacabada. Es un período de plena ex-pansión en todos los medios sociales. Se ha convertido, no hay duda,en la expresión más relevante de esta necesidad de evasión (9).

El turismo, lícita liberación.

El trabajo tiene su grandeza. Permite al hombre desarrollar susfacultades, organizar el mundo, lograr nuevos inventos y realirar obrasprodigiosas. Precisamente la dignidad del hombre exige que encami-ne el mundo hasta su fin. Pero cuando el trabajo se desvía de su ver-dadero fin, puede ir contra el hombre: un esclavo de la prodictivi-dad, un robot de planes y controles. Cuando la máquina manda y elhombre obedece, ya no es éste maestro de su obra, sino un eslabónde la "cadena". Ya es discutible cuando el trabajador no sabe paraqué sirve aquello que él hace. Las "cadenas" del hombre moderno ago-tan al obrero y al empleado "white-collar". Hasta el trabajo del amade casa, por su rutina encadenada a mil situaciones, viene a ser unatarea pesada. Es entonces cuando las vacaciones sirven para liberaral hombre. Por este motivo son algo sagrado.

El turismo no es meramente una mercancía, un factor de explota-ción, sino también un medio de que los hombres puedan emplearmejor sus vacaciones, a menudo con un propósito más humano queel de solamente descansar o el olvidarse de las ocupaciones habitúa-las a lo largo del año.

(9) DUMAZADIER. J.: Hacia una civilización del ocio. Edic. Estela, Barce-lona 1964, pág. 44.

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El P. Thivollier, el apóstol del valor religioso del tiempo libre,llega a decir que el descanso, y por ello el turismo, como intento deliberación, hay que considerarlo algo así como un sacramento. PuesDios quiere librarnos de los lazos que nos atan a las cosas de formainhumana (10).

El turismo, practicado honestamente, hace que el hombre vuelvaa las fuentes cristalinas y puras de la naturaleza. En la lucha por lavida se vuelve fácilmente egoista, interesado y agresivo, porque lasnecesidades aumentan con el desarrollo de la técnica del confort y delprogreso. Hace falta ganar y poseer medios suficientes para subvenirlas incesantes necesidades que se crean. Si todo se paga, todo estácalculado: todo debe ser rentable. Esta mentalidad influye en el co-razón. Y las vacaciones pueden devolver al hombre un sentido de logratuito y llegar a ser un camino abierto a la generosidad y el agra-decimiento. Todo ello equilibra y libera el corazón.

El turismo es un instrumento idóneo para reponer al hombre delos fingimientos y controles que la sociedad le exige en su quehacercotidiano. "Esta vuelta a las fuentes naturales —dice Thivollier—cuando es digna y honrada, hace soñar con los consejos evangélicos:Si no sois sencillos, es decir —sin cálculos espontáneos y sin tras-tienda en la conciencia—, como los niños, no entraréis en el Reinode los Cielos".

El turismo ofrece al hombre una óptima oportunidad de inser-tarse en la naturaleza, reencontrar la serenidad y la armonía interiory acercarse a la más perfecta vida cristiana.

El turismo reencuentra a Dios.

Si bien el turismo despierta, en principio, la idea de un tiempolibre y sin apremio, de una pausa y de un descanso después del tra^bajo, sólo alcanza un valor humano a través de la reflexión ontoló-gica, susceptible de proporcionar al hombre la plenitud de su desarro-llo. Reflexionar sobre la espiritualidad del turismo moderno nosconduce, pues, lógicamente a una antropología cristiana total, que enfunción de los valores espirituales implícitos en estos incesantes des-

(10) P THIVOLLIER: Le Chretien face au loisir, en "Pastorale et Turisme",página, 3<8 y ss. Bruxelles, 1963.

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plazamientos temporales de los hombres de hoy, determinan un ca-mino más de la auténtica humanización cuando se ajustan a lasnormas morales. A pesar de la aparente paradoja, el turismo "ocio,tiempo-libre", puede ser en sí una ocupación que ayude a la plenitudexistencial del hombre.

El hombre compuesto de naturaleza y espíritu, es un ser de cons-titutivos en lo que al orden de necesidades se refiere: de un lado hade atender a las que le crea su propio contexto biológico, de otro, hade atender a la satisfacción y valoración misma de aquella otra parteconstituya de su ser, el espíritu. Ambas, van a determinar y consti-tuir ese programa vital de cada uno que es su biografía misma, laexistencia y el contenido de su propia vida. A la satisfacción del es-píritu atiende el turismo religioso.

El turismo puede ser tiempo propicio del reencuentro por exce-lencia: el reencuentro de Dios. Porque Dios, en recta doctrina espi-ritual, no se comunica de ordinario a los hombres en el tumulto, enla algazara, ni en el ruido. La Biblia, en su lenguaje antropomórfico,nos dice que Dios habló a nuestros primeros padres "en la brisa dela tarde". Cuando todo es silencio en nosotros, es cuando Dios suelehacer sentir su presencia. No es demasiado feliz la idea de que du-rante los días libres, en las playas, en las montañas y en los balnea-rios, está también "Dios de vacaciones".

El P. Arrighi conoce muy de cerca cómo precisamente las épocasde asueto son propicias para la llamada de Dios en las almas (11).Hay demasiadas personas que a pesar de las apariencias engañosasde pletorismo de bienes externos sensibles, sienten el vacío de suexistencia, y que no llegan a calmar con el aturdimiento y los place-res en que se ofuscan. Están a la búsqueda ds otra dimensión que lefalta a la criatura viviente, animal y racional: la dimensión divina.Ya San Agustín, buscando a Dios escribía: "Nuestro corazón estáinquieto, insatisfecho, Señor, mientras no descanse en Tí". Y enten-dió la contestación de Dios mismo en el fondo de su corazón: "Túno me buscarías sino me hubieras encontrado".

Si Rideau ha desarrollado las bases de la teología del ocio, tam-bién es factible edificar una auténtica teología del turismo (12).

(11) P. ARRIGHI, G.: Cristo tra i lontani. Versión española: 'TambiénDios veranea". Edit. OPE, 1%2.

(12) RIDEAU, E.: Teología del ocio. Edit. Nova Terra. Barcelona, 1964.

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El turismo medio socio-cultural.

Considerando el turismo actitud del hombre que quiere realizarse,realiza una rica escala de objetivos. Dentro del ángulo del deber ser, laactitud turística perfecta será aquella que procure valores positivos,que no es precisamente escaparse de lo que es negativo. Por ello, elturismo puede contribuir a la realización integral del hombre. Hayun aspecto formativo básico, y es que el turismo es un encuentrocon el hombre. Pero además es forma de convivencia, ya que el acer-camiento a otros seres distintos hace factible el diálogo, siendo estaactitud social de un valor indiscutible. Por ello se ha hablado tantode la contribución del turismo a la comprensión internacional.

La fuerza socializadora del turismo es reiteradamente destacadapor los Papas. Frente a propagandas tendenciosas que buscan en-frentar pueblos y razas, no hay más segura resistencia que las expe-riencias humanas entre fronteras, la sólida red de relaciones persona-les y colectivas a escala internacional. He aquí cómo el turismo, desdeel ángulo de lo social puede facilitar entre los hombres la creación deuna creciente percepción de la profunda solidaridad que los une.

Es el turismo un medio que puede despertar el sentido de autén-tica caballerosidad, unir a los hombres en vez de permitir que éstossigan peleando unos contra otros, mientras la civilización puede huir,asustada de la guerra. El turismo puede integrar a los individuos enen una nueva comunidad, en la que el hombre se sienta auténticamen-te hermano de todos los hombres y regrese a su casa "con el corazónagrandado por el encuentro con los demás, por el diálogo con laspersonas y la apertura a sus problemas" (13).

Pero además, como lo prueba la experiencia de todos, el turismodesarrolla virtudes sociales. Cualidades que entre otras muchas pue-den citarse: La atención a la naturaleza contemplada y a las perso-nas con quien se trata; el respeto de lo real y sus leyes, la honestidadfrente a los hechos y las personas, la confianza, la convivencia, el ol-vido de sí mismo, etc.

No se puede menospreciar el hecho de que el fenómeno turísticosiempre haya constituido un medio de acercamiento entre los pue.

<13) Cf. VÁZQUEZ, J. M. y MEDIN GARCÍA. F . : El turismo: Hablan losPapas. Instituto de Estudios Turísticos. Madrid, 1965.

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blos, en función de un mejor conocimiento, por parte de unos y otros,de usos y costumbres extrañas.

En cualquier caso, no se puede poner en tela de juicio de que elturismo p>uede llegar a ser, de hecho, una vía de apertura universalal amor, a la bondad, a la comprensión, y estima entre todos loshombres.

En el orden cultural, el turismo tiene una serie de aspectos enor-memente positivos. La aparición del turismo en Europa ha originadoun auge cultural y artístico. La preocupación por la historia de lospaíses, por su arte, su geografía, sus costumbres, sus caraotersticaspeculiares, ha aumentado considerablemente con el contacto directode los visitantes. Los errores y tópicos históricos se desvelan y aclaran.

Entre las ventajas (proporcionadas por el turismo, se debe contarla que ya decía Pío XII: "...El ennoblecimiento de los sentidos, unamayor amplitud de espíritu y el enriquecimiento de la experiencia".En efecto, el turismo realiza una función de enorme valor. Debe serun íaotor eficaz en la formación cultural, un medio de apertura delas relaciones entre los pueblos, un factor decisivo para la paz mundial.Hay que ver en el turismo una de las manifestaciones humanas máspeculiares del siglo actual, con una serie de valores espirituales y hu-manos, como actividad de la naturaleza humana.

El viajero, en su visita a nuevos pueblos, a nuevas formas devida, se enriquece cuilturalmente. El turista habla de su país, recogela diferencia ambiental, compara los diferentes estilos de vida, seadapta a las costumbres del lugar que visita. En suma, sus accionesson una apertura de relaciones, que harán más posible la fraternidaduniversal. Este servicio del turismo es muy importante. Además, elturista se mejora física y psíquicamente, recoge experiencias formati-vas. Muchas veces se ha hablado del turismo como un medio de in-tegración cultural.

El turismo, fenómeno pastoral.

El turismo constituye para la pastoral un problema de la máximaconsideración. En nuestro libro "Turismo y Pastoral" (14), hemos tra-tado ampliamente este aspecto. El pensamiento de la Iglesia sobre el tu-

(14) VÁZQUEZ, J. M.: Turismo y Pastoral. Instituto de Estudios Turísti-cos. Madrid, 1967.

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rismo abre amplios horizontes sobre su vertinete pastoral. La Iglesia,Madre y Maestra, no puede abandonar a sus hijos en sus continuosdesplazamientos por los rincones de la tierra. Precisamente nuestraobra pretende elaborar las líneas de una pastoral sistemática: las po-sibilidades de evangelizar a cuantas personas están afectadas por e!turismo. La bibliografía sobre pastoral del turismo ya comienza atener numerosas y ricas aportaciones, pero en su mayoría de autoresextranjeros.

Son muy valiosas las orientaciones que Mons. Juan Rupp, Obispodel Principado de Monaco, daba con ocasión del Symposium Interna-cional sobra Pastoral del Turismo, que tuvo lugar en Montecarlo:

"Debemos creer —decía Mons. Rupp— en las posi-bilidades religiosas del turismo, si no se las admite seráporque no se tiene un verdadero conocimiento dsl fenó-meno y de cuanto se puede hacer por medio de él, porparte de la Iglesia".

Y descendiendo a las características peculiares de apostolado,añadía:

"La Pastoral del Turismo exige del clero una profun-da carga de "fliumanitas", una extraordinaria riqueza dealma, de imaginación, de cultura que provenga de una ín-tima alegría personal, pero, sobre todo, de un espíritu defe y de un gran espíritu de sacrificio y de renuncia".

"Los sacerdotes que se acercan a los hombres que bus-can la alegría y el descanso, deben ellos los primeros de-jar aparte sus angustias y preocupaciones. La caridad esalegre y el apostolado es caridad. Por lo tanto, nada dehombres negros, nada de tristes o adormilados o merosmoralizadores. Debemos elevar la alegría y el gozo delturismo, no apagarlos" (15).

Podemos afirmar, sin ningún género de dudas, que la Iglesia tienecompetencia acerca de los problemas del turismo, a causa de losvalores morales y espirituales que en él se contienen, los cuales afec-tan a su divina misión de Madre y Maestra. Ello implica la necesidad

(15) GIARDINI, F.: // Symposium sobre Pastoral del Turismo. "L'Osser-vatore Romano". Roma. 20-V-1965.

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de llevar adelante una acción apostólica, con los criterios de la nue-va "Pastoral de conjunto", que "tenga en cuenta las necesidades espi-rituales y morales de todo el hombre y en todos los lugares".

Existe una vertiente pastoral referida al ámbito de la moral pro-fesional. El hecho de que se maneje un material tan precioso como esel hombre mismo, representa para los profesionales del turismo unaseria responsabilidad ante la ley moral, a la vez divina y humana.Esta responsabilidad compete tanto al viajero cuanto a los promoto-res del turismo, y obliga a éstos, especialmente a cuantos atiendendirectamente a viajeros, a una seria formación profesional y a unavida ejemplar.

Es importante, en este sentido, la sslección y preparación del per-sonal, la conservación de las tradiciones de la hospitalidad y todoslos cuidados necesarios para servir a una relación que rebasa conmucho el campo de los meros servicios materiales.

En general, el turismo abre en quien lo ejerce la oportunidad deocios mal empleados en los que se descuiden los valores espirituales,se pospogan los deberes religiosos y se llegue incluso a la degrada-ción moral.

Por supuesto, las necesidades del turismo, su rapidez, no desvir-túan la ley divina, sino que amplían las obligaciones religiosas y exi-gen más oración y más intensa, comprenden también el reposo fes-tivo, la instrucción religiosa, mayor preocupación y esfuerzo en ge-neral.

Esta breves sugerencias testifican como el turismo tiene repercu-siones en el fuero interno de los sujetos implicados en el mismo. Ellosignifica un vertiente más en los valores religiosos inherentes al tu-rismo.

En este rápido esbozo sobre los valores religiosos del turismo sehan recogido, junto a nuestra observación personal, los escasos tra-bajos de los autores sobre este tema, tema casi virgen en el análisisde los fenómenos turísticos.

Este esbozo pletórico de reflexión e interés en pro de la dignifi-cación del turismo, no puede ser desorbitado de su marco especí-fico. Somos conscientes de que es preciso seguir ahondando en eldesarrollo de la espiritualidad del turismo. Que este grano de arenasirva, pues, de acicate para que otros acometan la no fácil tarea deseguir investigaciones ideológicas más profundas y definitivas.

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R E S U M E

JESÚS MARÍA VÁZQUEZ: Valeurs spirituelles du tourisme.

L'auteur s'oriente pour décrire les valeurs spirituelles implicites dans lephénoméie du torisme. II étudie l'origine et le développement du tourismereligieux, jusqu'á ce qu'il arrive á une conception du tourisme comme "tempsnouveau de l'homme". La societé aotuelle a obtenu pour les hommes loisirs,tempus libre, ce qui permet de faire une analyse du tourisme comme evasión.On étudie aussi le tourisme comme licite "Ubération" de Phomme de sontravail; méme le tourisme peut étre rinstrument propre pour rencontrer Dieude nouveau. De cette facón l'auteur continué de profiler d'autres valeursspirituelles essenitielles au tourisme. On sígnale ensuite comment le tourbmeinséré dans le monde actuel est le moyen sooialisaíeur de premier ordre. L'arti-cle termine en donnant au tourisme une considération éthique-pastorale. Endéfinitive, cet ouvrage sur les valeurs spirituelles du touri:me signifie ouvrir labreche et nouvelles routes dans l'étude scientifique du moderne phénoménedu tourisme, en faveur de sa hauíeur humaniste et trascendentale.

S U MM A R Y

JESÚS MARÍA VÁZQUEZ, O. P.: The spiritual valúes of tourism.

The author aims to give us a description of spiritual valúes implicit intourism. To this end a study ¡s made on the development of religious tourismup to the point of reaohing a sense of travelling as "man's modern time".Present society has gained leisure for the individuad, free time; this exposurecarries to an analysis of tourism as an escape. Tourism is studied as a Jicitreléase of man from his heavy work, it could even allow men to a ren-counter with God. Thus the writer continúes his outline of other spiritualregards inherent to this migration phenomenon. Its insertion in our world asfactor of great significance is pointed out. This article is completed asigningtourism a pastoral-ethical claim. Ultimaíely this survey on the spiritual valuation of tourism is meant to extol the new paths whioh intend scientificalstudy of this modern phenomenon, understood as a means of humanistic andtrascendent decorum.

Z U S A M M E N F A S S U N G

JESÚS MARÍA VÁZQUEZ, O. P.: Die geistiuen Werte des Tourismus.

Die Orientierung des Autors geht dahin, die in der Erscheinung des Tou-rismus einbegriffennen geistigen Werte zu beschreiben. Er unttersucht denUrsprung und die Entwicklung des religiosen Tourismus, um danach den Begriffdesselben ais "neue Zeit des Menschen" zu definieren. Die gegenwartige Gesell-schaft hat für die Menschen Musse, also Freizeit, erreicht, welche die Analysedes Tourismus ais Evasión gestattet. Ebenfalls wird der Touriimus ais zulássige"Befreiung" des Menschen von seiner Arbeit untersucht; sogar der Tourismuskann das geeignete Werkzeug zur Wiederauffindung Gottes sein. Und in dieserWeise fahrt der Autor fort, noch weiterb geistige Werte ais wecentlichen Bestand-

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teil des Tourismus zu umreissen. Im naohfolgernden. Tex wird dann daraufhingewiesen, dass des Fremdenverkehr in unserem gegenwaartigen Leben einerstklassiges Mittel zur Sozialisierung ist. Der Artikel schliesst, indcm er demTourismus e:ne ethisch-pastoTale Bedeutung zusohreibt. Alies in allem ste'Jtdiese Abhandlung über die geistigen Werte des Tourismus die Eroiffnung einerBresohe zu neuen Pegen dar, die moderne Zeiterscheinung dts Fremdenverkehrsauf wisrensdhaítlidher Basis zu untersuchen, zugunsten ¿hrer humanitaren undweittragenden Würdigung.

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