Valeria Humos de Bayly Cucurto Bertuccelli primavera Pescetti...

Humos de primavera Como los vinos, los habanos vienen con novedades cada año.

Luis Pescetti “Yo no creo que los chicos cada vez lean menos.”

Valeria Bertuccelli“Ya nadie piensa que soy ‘rara’, como decían cuando empecé.”

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Para leer borrachoDe un país que es famoso por su afición a la bebida, no podían no salir relatos de borracheras antológicas. Varios de estos, de autores clásicos irlandeses y de otros contemporáneos, fueron

reunidos en el libro Beber para contarla, una antología de borracheras insignes. Entres algunos de los autores están

James Joyce, Samuel Beckett, Flann O’Brien, Eamonn Sweeney y Malachy MacCourt. Son 12 relatos escritos por 12 escritores embriagados. Beber para contarla (Grupo Editorial Norma): $45

En el diario hablan de tiEl periodista Osvaldo Aguirre (dirige el suplemento cultural del diario La Capital de Rosario pero durante años fue cronista de policiales) vuelve a sacar a las calles en Todos mienten, a Germán González, periodista de policiales del mítico diario Crítica. Esta vez González sigue el secuestro de Alfredo Etcheverry, el hijo de un abogado famoso liberado sin pagar rescate. La investigación de un hecho ocasional sin aparente relación con ese secuestro llevará al periodista a unir un rompecabezas. Salió por la colección Negro absoluto.Todos mienten (editorial Negro Absoluto): $45.

ebuscador

A un nuevo disco de Manu Chao se lo estaba esperando desde 2007.

Mucho o poco tiempo, según quién lo mire. Pero desde ya, que para sus fanáticos, dos años es mucho. Por eso éstos, sentirán reconfortadas la espera con el nuevo CD doble de dos horas y media de duración que acaba de lanzar el músico francés y que viene además con un dvd en vivo. Se llama Baïonarena y es el sexto disco solista de Manu Chao. El ex Mano Negra armó un gran compilado con los conciertos que brindó el año pasado en Baiona, en la parte francesa del País Vasco. La grabación se realizó en el marco de Tombolatour, el mismo que trajo a la Argentina, a principios de este año, a Manu y su tropa. Es el vivo donde Manu y su gente demuestran todo el potencial de su calidad artística, la dosis siempre encendida y colorida de ska y reggae en donde además se pueden escuchar nuevas versiones temas de discos anteriores: Clandestino, Desaparecido, Mala vida, Radio Bemba, Welcome to

Tijuana o Tómbola, que el músico dedicó a Diego Armando Maradona que aparece en su disco anterior La Radiolina. Tanto La Radiolina –su último en estudio–, como este nuevo

material, fueron lanzados en la Argentina por Farolito discos, junto con Radio Bemba y Because Music, sello discográfico fundado por sus amigos, los músicos de Los Piojos.

Se armó otra vez la gorda

C omo un modo de revivir esa comicidad desopilante de Cha Cha Cha, que marcó una nueva forma de hacer reír en la televisión

argentina, Alfredo Casero regresa con una nueva obra de teatro en la que rescata a algunos de sus ya míticos personajes. Son de esta partida, Rolando el mono matemático, un animal no solo intuitivo por antonomasia, dice el mismo Casero, sino también el representante máximo de la alegría “mónica” (que proviene de mono, como “olgar” proviene de Olga, y que apenas sí puede manejar su padre y creador, el armenio Papiros Pototia, otros de los personajes de la obra. Pero además estará Juan Carlos Batman,

un héroe nacional y popular que habita el gran Buenos Aires, pródigo en modales del más auténtico peronismo de base, que intentará poner orden en la sala, junto a su fiel Robin, militante de la JP de Castelar. A Casaerian Extravaganza (Alegre carnestolenda, troup de circo y humor de clan) es

un laboratorio en vivo y en directo donde el multifacético artista pone a prueba a un nuevo grupo de actores y músicos que repasan los temas más conocidos del

repertorio de Casero.

Viernes y sábados, 23.30 horas. Teatro ND Ateneo (Paraguay 918).

Entradas desde $40 a $75, en la boletería del teatro o por

Platea Net.

Hola y Chao

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Pinturas que parecen fotos

E n la muestra Pinturas, de Eloísa Ballivián, se pueden apreciar esos click de cámara que dispara la artista plástica y que se vuelven

bellos cuadros. Ballivián reinterpreta imágenes del pasado o centra su atención en el espacio no urbano, lo natural, lo salvaje y también su contracara. Un árbol es apuntalado hasta ser desgajado en ramas laberínticas en las que se puede ver algún animal escondido o una chica desnuda se desparrama encerrada en una flor silvestre que podría ser también una cobra, carnal y onírica. Estos son apenas dos de las imágenes que la pintora incluyó para su muestra y que vale la pena visitar.

Pinturas: en Miau Miau Estudio (Bulnes 2705). Hasta el 7 de octubre, de 15 a 20. Gratis.

E stá comprobado que con los cristales Swarovsky se puede hacer cualquier cosa además de joyas: ropa, calzado, carteras, todo tipo de accesorios y

ahora también muebles, eso sí, de lujo. La casa argentina de muebles Fontenla, con más de 50 años en el mercado, acaba de presentar la exclusiva colección Made with Cristallized, en desarrollo con el Estudio López-Bustos. La nueva línea incluye 35 piezas de juegos de comedor, dormitorio, para salas de estar, además de dressoires, bibliotecas y joyeros en madera y bronce, todos con incrustaciones de cristales. Cada módulo de cristal fue considerado una joya que necesita de un engarce que a la vez sea la transición con la madera del mueble. Los engarces se realizaron en bronce de fundición. Los muebles son hechos a medida y se consiguen en los locales de Fontenla: Av. Gral. Paz 16.760 y Av. Juana Manso 1193, Puerto Madero.

Finoli, finoli

C omo no sucede casi nunca, este domingo esperar el tren, caminar por las estaciones o simplemente

quedarse horas en los subterráneos de la ciudad Buenos Aires, será un verdadero placer, ya que se realizará una nueva edición del Festival de Jazz en el Subte. A partir de las 16 y hasta las 21, las estaciones serán el escenario de este clásico encuentro que ofrecerá en forma simultánea y cada una hora espectáculos de diferentes grupos en varias estaciones. Entre algunos de los grupos estarán

Sotavento Big Band (estación José Hernández, línea D a las 16), Introcaso (estación Tronador, línea B, a las 17 horas), Armando Jazz (estación Primera Junta, línea A), Daniel Piazzola Jazz Trío (estación Olleros, línea D, a las 19). La tarde de jazz en los subtes termina a las 20 con el show de Débora Dixon y el Jazz 4 quienes presentarán Jazz & Blues a las 20 en la estación José Hernández de la línea D.

Programación completa en: www.metrovias.com. Entrada libre y gratuita.

Música bajo tierra

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“En la sEcundaria

mE trataban dE groncha”

como en la obra que protagoniza, Caperucita, Valeria bertuccelli atravesó el bosque y se convirtió en otra varias veces en su vida: de

actriz "rara" a figura popular; de niña pueblerina retraída y miedosa a una vida profesional y familiar que define, sin vueltas, como feliz.

Por María Fernanda MainelliFotos claudio herdener

En la sala no vuela ni una mosca. Pero desde las últimas butacas del multiteatro se puede escuchar una única voz, inconfundible, que viene

desde el escenario. Es la de Valeria bertuccelli. la actriz “atiende” a la prensa en medio de la escenografía de la obra Caperucita. una vez que baja un periodista, sube ésta otra, con un sólo fin: tratar de descubrir quién es esa mujer con cuerpito de niña, que habla acelerado pero sin ningún atisbo de histeria, que tiene un tono monocorde pero con matices, que parece dis-traída pero siempre está conectada. En definiti-va, quién es esta chica que se convirtió en mujer atravesando un bosque –como prefiere figurar ella y como le sucede a su personaje–, para con-vertirse en la esposa de gabriel Fernández capello o Vicentico –para ser más claros–, la madre de dos niños, uno ya adolescente, y la actriz que cautivó al público desde el cine y la televisión con un estilo naturalista.

caperucita es el regreso de bertuccelli al tea-tro después de años, a pesar de que sus comien-zos de actriz fueron sobre las tablas. En esta

obra encarna a silvia, una joven que decide pos-tergar un incipiente amor porque su abuela Eloisa (Verónica llinás) convalece en el hospital y su madre cora, que no puede hacerse cargo de la salud de su propia madre básicamente por-que no puede hacerse cargo de otra cosa que no sea ella misma, le pide que la cuide. lo inespe-rado de esta historia es que el reciente candidato de silvia, Víctor (héctor díaz), intentará que-brar ese lazo de amor entre abuela y nieta para quedarse con silvia. todo esto bajo la dirección de Javier daulte.

silvia es solitaria, aceptó, como se acepta en la vida todo lo que es inevitable, a la madre que le tocó, una medio monstruo, abandónica, egoísta, una joyita de madre. Y a ella no le queda otra que refugiarse en su abuela como lo único en el mundo que la salvaría del desamor. la obra atraviesa varios temas: el peligro de lo descono-cido, el paso a la adultez, el amor en espera, los miedos, la soledad de los chicos –en este caso, la de una niña que tiene una madre que no existe y una abuela que de tanto idealizarla se vuelve irreal– y también las complejas relaciones entre madres e hijas.

bertuccelli dice que no, que prácticamente no pudo apelar a nada de su vida real para compo-

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ner a silvia. Ella sí tuvo una madre presente, con la que forjó un buen vínculo aunque con los altibajos propios de la adolescencia y que ahora como madre no se siente para nada identificada con la de la ficción. Pero sí hay un punto en común, y es la soledad: “silvia es una chica sola y yo de chica sentí mucha soledad, no por culpa de mi familia, sino porque era introspectiva. de hecho, si a mi mamá le preguntaban por mí, no sabía bien qué decir porque yo no abría la boca, era charlatana pero no era fácil sacarme qué me pasaba. Entonces, hay algo relacionado con esa soledad que atraviesa mi personaje con lo que me siento identificada. silvia lleva todo por den-tro, calla lo que le pasa y no responde a nada; su madre le dice barbaridades y después le pide que no le cuente a nadie. Ella le contesta: ‘Pero si yo no le cuento a nadie, qué voy a contar yo’. Esto lo hace sin victimizarse, como diciendo ‘esto es lo que me tocó y me la banco’”, explica la actriz.

–¿Qué te atrajo de la obra como para volver después de años al teatro?

–tenía ganas de transitar las cuestiones que se plantean en caperucita: por qué una madre que tiene a la suya agonizante en un hospital, manda a su hija a que la cuide; el amor con la bestia; la soledad de los niños; esta idea de atravesar el bosque para convertirse en otra cosa, porque la

caperucita del cuento no es la misma cuando le pasa lo que le pasa; y la verdad, es que todos atravesamos un bosque en la vida para conver-tirnos en otra cosa.

–¿En qué situaciones se traducía esa soledad cuando eras chica?

–cuando estaba en la escuela y no lograba concentrarme nunca. El diagnóstico era: “Esta niña es distraída”. Pero yo relaciono eso con la soledad. recuerdo estar en el aula mientras la maestra daba la clase, de repente miraba el patio y veía cómo una hoja se iba desprendiendo de un árbol por el viento. En esa hoja me podía quedar colgada horas. así con miles de cosas. no padecía la soledad pero sí me aislaba del mundo. Pero hay otra cosa que me pasaba de

niña, y era que padecía terrores nocturnos que no me permitieron dormir durante años. logré superarlos hace muy poco tiempo. Es real, desde hace muy poco duermo con la luz apagada.

–¿A qué le tenías miedo?–sobre todo a la noche y a la oscuridad. una

vez que terminaba la Pantera rosa y caía la tar-decita me empezaba a sentir mal. después daban en la tele el programa Cocinando con la señora Nilda de Siemenzuck (una leyenda de la cocina en Santa Fe) y me agarraba una angustia tremenda. me bañaba y me deprimía más. secarme el pelo, me ponía peor. durante la cena terminaba de angustiarme y meterme en la cama era un verdadero infierno. no dormía en toda la noche, hasta que empezaban a aparecer las primeras lucecitas que entraban por la per-siana y recién ahí lograba pegar un ojo.

–¿Y tus padres qué hacían?–agotaron todas las técnicas, desde que papá

se quedara toda la noche al lado mío hasta meterme en la cama con ellos. hasta el día de hoy no lo superé por completo pero en ese entonces me volvía loca. Yo dormía en un cuarto con mis hermanos más chicos y les ponía el dedo debajo de la nariz para ver si respiraban o les sacaba el chupete para que no se ahogaran. En una época tuvimos un calefón que goteaba sobre una chapa; no te puedo explicar lo que era

ese 'tufffffff ', parecían pasos de algo horrible que se acercaba despacito hasta mí.

–¿Con qué relacionás esos miedos? –con quedarme sola y con fantasías que evi-

dentemente después pude poner al servicio de la actuación. se ve que tenía una imaginación grande, que en algún punto me jugaba en con-tra.

–¿Cuándo se fueron yendo?–se me fueron pasando con mis hijos. creo

que la felicidad ganó un espacio al miedo. siento que me relajé, que por fin entendí que mi vida es feliz. a mis hijos traté de no trasladarles mis miedos o al menos que entiendan que esos miedos son míos y que yo sola los tengo que resolver. traté de dejar los miedos dentro mío.

“a mis hijos traté de no trasladarles mis miedos o al menos que entiendan que esos miedos son míos y que yo sola los tengo que resolver. traté de dejar los miedos dentro mío.”

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teatro Y cine. Caperucita, la obra de su regreso al teatro y Los guantes mágicos, donde trabajó con su pareja, Vicentico.

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método ¿qué método?los personajes que encarnó Valeria bertuccelli parecen tamizados bajo un mismo registro; sin embargo, pudo contar historias bien distintas que resultaron, todas, creíbles. una hipótesis: Valeria bertuccelli tiene una personalidad tan fuerte, que es como esas personas que no se dejan influenciar por nadie y que a partir de esa personalidad saca sus personajes. la idea le gusta: “creo que algo de eso hay. Yo tengo un modo de hablar que es fácilmente identifica-ble. Esto es inevitable en los actores. los acto-res hacemos distintos personajes pero todos tienen un punto en común, están hechos por una misma persona con su modo de hablar, así busque que el personaje hablara de una forma, que fuera provinciano, extranjero o tuviera una característica muy fuerte. siento que el no haber estudiado muchísimo tiene algo a favor, que no fui adiestrada, no aprendí el modo y soy una actriz en estado natural.”

–¿Cuál es tu formación académica?–no hice demasiado. la primera relación

que tuve con el teatro fue en la secundaria. ahí tuve el primer profesor de teatro y me encantó. apenas me recibí empecé a estudiar en un taller, El Parque, que dirigía alberto catán, a quien considero mi maestro. a la vez empecé a trabajar con las hermanas nervio y también

me anoté en la Emad, la Escuela municipal de arte dramático; eran tres años, pero no termi-né porque en el último me echaron.

–¿Por qué te echaron?–había una cláusula que impedía trabajar de

actriz mientras se estudia, y yo ya estaba haciendo una obra en el cervantes. me pedían que eligiera entre la obra o en ir a la muestra de la escuela. Era un delirio, porque todos querían ser actores y yo tuve esa suerte. creo que hace un tiempo lo modificaron pero el mío quedó como el caso testigo.

–¿A qué apelás para componer personajes?–soy intuitiva y observadora. El actor para

mí, sobre todo tiene que ser muy observador. Pero pará, tampoco quiero quedar como que no estudié. lo que pasa es que acá es muy común escuchar a los actores diciendo “estu-dié 10 años con alezzo, no se cuántos con gandolfo y otros tantos con lito cruz” (Bertucelli dice esto con voz de intelectual que dice grandes verdades de la vida). bueno, yo no estudié ni con alezzo, ni con gandolfo ni con cruz, que eran los que estaban de moda en mi época. creo que si observás, podés tras-mitir. a mí me gustan mucho esos actores que no intelectualizan, sino que están con otra persona, la miran y saben cómo captar algo para después actuar.

“Yo no estudié ni con alezzo, ni con gandolfo ni con cruz, que eran los que estaban de moda en mi época. a mí me gustan mucho esos actores que no intelectualizan, sino que están con otra persona, la miran y saben cómo captar algo para después actuar.”

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–¿Qué riesgos corriste al no haber estado amparada bajo un método?

– sólo al principio es más riesgoso, estás más en el aire, pero cuando encontrás un tono te fortalecés. cuando vas adquiriendo seguridad, desarrollás tu propia forma. a mí, al principio me tildaron de actriz “rara”. Pero ya no siento que piensen eso de mí y yo no me creo más así, porque se aceptó un estilo. El público se acos-tumbró a que hablo de un modo, más allá del personaje que interprete. El no haber estado amparada bajo el método de alguien me dio cierta libertad. Y la verdad es que no me sale actuar de otra forma los personajes, creo que así son de verdad y siempre pienso en la situación que viven, en lo que les está pasando o sienten, y lo armo desde adentro.

–¿Hay algún personaje que te haya puesto contra las cuerdas?

–El de Caperucita. tuve un momento de crisis con él. cuando veníamos trabajando las escenas con alejandra Flechner (su madre en la ficción), hubo un momento en que Javier daulte me dijo que además de relacionarme con esa madre que es capaz de hacer las peores cosas, tenía que quererla muchísimo y que eso se tenía que ver. Y yo le dije: “no me digas eso.” no había manera de quererla. Javier me dijo que la tenía que que-rer porque era mi mamá. ahí entré en crisis, durante dos semanas no pude hacer las escenas.

Pero esa indicación me abrió la cabeza. nunca les creí a esos actores –y hasta me daban ver-güenza–, que decían “me pongo la camiseta del personaje” o “este personaje me moviliza mucho”. siempre fui de las que entendieron la actuación como un trabajo más. ¿Qué me moviliza? nada, me moviliza. Pero ésta es la primera vez que me pasó que el trabajo me movilizara y me hiciera pensar, entre otras cosas, sobre el amor en dis-tintas maneras. hay un momento en la obra, en que mi personaje vuelve a cuando tenía 9 años y yo tengo 39. me daba terror componer una nena y que quedara un falsete de “na na na na”. Era un riesgo, pero sale bien porque pude trabajar sin

problemas con Javier. Él tiene un punto de vista sobre lo que es actuar muy parecido al mío. Fue raro, nunca hablamos de cómo componer a esa nena, simplemente trajo la escena y la hicimos. me metí en lo que le pasaba, empecé a hablar y no me preocupé por si era mi voz. le pregunta-ba: “Pero ché, ¿se cree que es una nena?” me dijo que era creíble. En esas situaciones, lo que valida la actuación es la búsqueda de la verdad. actuar es siempre atravesar una situación con verdad absoluta porque si hacés un tono de mentira no se sostiene; a lo sumo lo podrás sostener, pero es una pésima actuación.

Valeria cruza su propio bosqueEsa niña introspectiva que no podía dormir de noche, un día se enamoró y parece que fue para siempre; a sólo meses de enamorarse quiso tener un hijo y lo tuvo; después de mucho tiempo sin-tió deseos de tener otro, y también lo tuvo. dice que en ella habitan varias mujeres: “la hija que se entiende con su madre y la que no; la niña sola; la madre aterrorizada y la madre que entendió lo que es la felicidad”. sostiene, Valeria, que hizo lo que tenía que hacer y que en ese hacer encontró el sentido completo de la vida.

–¿Cómo atravesaste tu propio bosque para llegar a ser la mujer que sos?

–me abismé completamente, nada me costó, todo lo que hice en mi vida lo hice con certeza y

a una velocidad vertiginosa. tuve la suerte de tener a mis dos hijos, Florián y Vicente, con alguien del que estuve y estoy enamorada y desearlos mucho a los dos. sabía que quería tener hijos pero no planificaba cuándo. cuando lo conocí a mi marido los dos quisimos, a los cuatro meses estábamos buscando y a los dos ya estaba embarazada de Florián. mi familia estaba preocupada, decían “qué raro que a los cuatro meses ya estén queriendo un hijo”, se pregunta-ban cuánto duraría. después, lo raro, es que es que el segundo hijo vino mucho más tarde, pero así lo quisimos. bah, lo raro es que sea del mismo padre, pero lo es.

escenas. En las películas Mientras tanto y XXY, de Lucía Puenzo, con Ricardo Darín.

“al principio me tildaron de actriz ‘rara’. Pero ya no siento que piensen eso de mí y yo no me creo más así, porque se aceptó un estilo. El no haber estado amparada bajo el método de alguien me dio cierta libertad.”

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–¿Sos así de segura para todo?–soy insegura, pero cuando quiero algo, no

hay vuelta atrás y nadie me puede convencer de lo contrario, soy muy cabezadura. siempre fui detrás del deseo sin pensar en si podía salir bien o mal. sí pensaba que si no hacía lo que hice me iba a morir de infelicidad. siempre me decía: “si no lo logro formar una pareja con esta persona voy a ser una infeliz”. Pensé desde el principio que gabriel era para siempre. lo mismo me pasó con la actuación, nunca pensé en hacer otra cosa. Por ahí de muy chica, cuando tenía 14 años, quería ser bailarina o escritora, pero todo esto finalmente tuvo su lugar en la actuación.

–¿Te acordás el momento en que te enamoraste de tu marido?

–Estábamos en el medio del campo, por empezar la filmación de la película 1.000 boo-merang, una mala película pero que trajo cosas buenas. gabriel estaba sentado debajo de un árbol y él no veía que yo lo estaba mirando. Por ahí se le acerca un perro que andaba dando vueltas y lo empieza a tocar con la cabeza, como pidiéndole con el hocico que le hiciera una cari-cia y él le decía: “Pará, salí boludo, pará, salí, andate, pará, dale”. le hablaba al perro como si este le entendiese. Ese modo, ese tono de hablar-le al perro, y esa malla con la camisa a cuadros, algo de todo eso me enamoró. nos enamoramos mucho los dos, muy claramente. los dos estába-

mos en pareja y nos separamos y nos fuimos a vivir juntos rápidamente y no hubo dudas. Y ya hace casi 16 años que estamos juntos.

–¿Cuesta sostener una pareja después de tan-tos años?

–a mí no me cuesta y si fuese un trabajo, y como soy muy vaga, no lo haría. me sale natural-mente, tengo una vida feliz con él, me gusta él, me gusta lo que hace, entonces todo es fácil. uno de mis grandes temores es que él se muera antes que yo. ¿Queda mal que lo diga?

–¿Qué cosa?–Que para mí gabriel es una especie de dios,

porque me enseñó una forma de vivir y cómo tomar las cosas. más allá de que me enamoré de él hay algo que aprendí de él de la forma de vivir que me encanta.

–¿Qué es eso que él te enseñó?–algo de nuestra vida lo relaciono con lo que

me decía mi papá cuando era chica. cuando salíamos a algún lugar yo le preguntaba si no íbamos a volver, le preguntaba si no íbamos a hacer tal cosa o tal otra y él me contestaba que yo siempre quería vivir todo el tiempo con el circo alrededor. bueno, creo que con mi marido armé una vida todo el tiempo con un circo alre-dedor. algo de la vida familiar por los viajes y nuestros trabajos que es eso, un circo. además los dos coincidimos en que lo más importante que tenemos es la familia. Pero cuando digo que

“nada me costó, todo lo que hice en mi vida lo hice con certeza y a una velocidad vertiginosa. tuve la suerte de tener a mis dos hijos, Florián y Vicente, con alguien del que estuve y estoy enamorada y desearlos mucho a los dos.”

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él me enseñó me refiero a que para mí él es un ejemplo. Está muy bien parado frente a la vida. ¡Va a parecer que lo tengo muy idealizado! Pero la verdad es una persona que le puede pasar, por ejemplo con el laburo, lo mejor o lo peor y todo le llega igual. no dramatiza ni lo peor ni lo mejor. creo que está buena su mirada de la vida.

–¿Cómo hacés con un hijo que está entrando en la adolescencia?

–todos me advertían que no sabía lo que me esperaba. Pero es rarísimo, porque mi hijo está entrando en la adolescencia y es genial esta etapa. hay mucho viaje de ida y vuelta a la ado-lescencia de uno, de recordar, o de pedir que alguien te recuerde esa época en el que sos como un diamante en bruto. Es difícil pero lindo a la vez. El adolescente te da una fuerza impensada y me gusta que esa energía circule por casa.

–¿Está muy influido por el trabajo artístico de ustedes dos?

–tratamos de inculcarle que vaya atrás de sus deseos, que siga con absoluta verdad lo que quiere. capaz que estamos errados, no lo se. como madre lo voy a saber de acá a un tiempo, cuando me lo reprochen. Y Florián está muy influenciado por lo artístico, a pesar nuestro. a los cuatro años empezó con que quería estudiar piano y nosotros pensábamos que era demasia-do chiquito y que si quería era por su papá. Pero la verdad es que insistía tanto que dijimos bueno, paremos un poco, no será que por esta cuestión de no influenciar le estemos cuartando su deseo. Y Florián es un músico genial, toca el piano y tiene un a banda con sus amigos. nos fuimos dando cuenta, y sobre todo hace poco, de que es un músico increíble, es una bestia.

–¿Y en tu caso, de dónde viene la afición por el arte?

–de mi mamá, ella es profesora de bellas artes y escultura y su padre y abuelo eran joye-

ros y escultores. Ella me impulsó a que hiciera talleres de todo, teatro, danza, literatura, fue la que sembró eso. Pero yo soy más parecida a mi papá, físicamente somos iguales y tengo un temperamento parecido. Era empresario y le iba muy bien pero empezó arreglando televiso-res, hizo la secundaria en muy poco tiempo cuando yo ya había nacido y a la par trabajaba en somisa. Falleció cuando yo tenía 21 años y lo extraño muchísimo.

–¿Cuándo dejaron San Nicolás para venirse a Buenos Aires?

–a mis 14 años. mis viejos se habían divorcia-do y fue una separación signada por la búsque-da y el crecimiento. mi mamá vino a buenos aires y se metió en la carrera que su papá no le había permitido, se anotó en la Pueyrredón para estudiar bellas artes.

–¿Y para vos cómo fue venir a la capital?–Fue como llegar a nueva York. había de

todo para hacer. la mía fue como esas tantas esas historias en la que dejás el pueblo para venirte a la ciudad. Extrañaba y me sentía sola. Pero me encantaba la idea de venirme a buenos aires. En san nicolás vivía en una casa gigante, con jardín y cerca del río. acá nos mudamos al piso 14 de un edificio en libertad y marcelo t. de alvear. al segundo día estaba baldeando el balcón con mi mamá y teníamos la radio pren-dida y pasaban a nacha guevara cantando "Yo extraño a mi ciudad" (entona imitando los tonos altos de Nacha y le sale igualito). deliré. me acuerdo del cartel enorme de nacha en el teatro coliseo, fuimos a verla y sentí que ella cantaba mi canción. Estaba excitada por lo que había en la ciudad.

–¿Qué fue lo más difícil?–sentirme sola de amigos. ni bien llegué me

anoté en el normal 1, que por ese entonces era para mujeres y yo venía de una escuela mixta. mis compañeritas eran tremendas. me toma-ban como una provinciana. Yo les pedía “¿me pasás lasss fibrasss” (lo dice así, cargando las eses) y me cargaban, me decían "sí, pasale lassss fibrassss?" me tomaban de groncha. Yo iba con las cancanes de lana, que en san nicolás era lo más canchero y acá me decían "che, ¿me prestás lassss cancanessss de lana que el sábado tengo una fiesta?". unas hijas de puta. me agarré a piñas y me fui al colegio del sol, que fue llegar como al campamento del amor.

–¿Sos colgada como parecés que sos, o es puro prejuicio?

–soy muy colgada, pero de repente me agarra la locura de “tenemos que hacer todo esto”. Y me pongo a ordenar, a organizar, a ocuparme como una frenética. Paso del cuelgue a la obse-sión total en segundos y me pongo insoporta-ble. Voy y vengo de los dos lugares. soy bastante ciclotímica ¿no?

“tengo una vida feliz con él (Vicentico), me gusta él, me gusta lo que hace, entonces todo es fácil. uno de mis grandes temores es que él se muera antes que yo. ¿Queda mal que lo diga?”

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el canalla sentimental

El simulador

Una isla/ una casa/ un hombre solo/ unas fotos de sus hijas que están lejos/ una bicicleta oxidada/ unos libros que el hombre ha escrito.

Ese hombre sabe que tiene los días contados/ todos tenemos los días contados/ ese hombre los tiene más contados.

No parece enfermo/ cuando sonríe / (y solo sonríe si le pagan)/ parece saludable.

Se trata de un simulador/ se ha pasado la vida simulando que tiene éxito/ pero él sabe que ha fracasado.

No ha fracasado con las mujeres/ (ha amado a ciertas mujeres a las que sigue amando)/ no ha fracasado en el dinero/ (tiene más del que imaginó)/ no ha fracasado en la vida misma/ (quiso ser un escritor y publicó un número de libros que ahora prefiere no leer porque le dan pudor).

Morirá pronto/ no lo saben sus hijas/ no lo saben las mujeres a las que sigue amando/ no lo sabe su chico/ no lo saben sus amigos (porque ya no tiene amigos).

No se perdona algo que pasó hace años/ dejó a una chica embarazada/ ella quería tener al bebé/ le rogaba que tuvieran al bebé/ él quería ser libre/ un hombre en una isla/ un hombre sin ataduras/ un hombre sin pañales ni biberones.

Por eso la chica abortó/ abortó porque él la llevó a la clínica/ le dijo: si me amas, quiero que abortes/ le dijo: si abortas, nos casaremos/ le dijo: si abortas, tendremos no uno sino tres hijos/ y la chica lo amaba/ lo amaba tanto que le creyó/ el hombre la acompañó hasta su casa/ la

abrazó/ lloraron/ y luego se fue a una ciudad lejana/ y nunca más la vio.

Ahora que le queda poca vida/ (siempre nos queda poca vida/ si pensamos que hay vida/ hace millones de años)/ no se perdona tal cobardía.

Sabe que el bebé era hombre/ que se hubiera parecido a él/ que hubieran sido amigos/ jugado al fútbol/ a las bochas/ al ping pong/ que hubieran corrido olas a pecho/ mirado a las chicas en bikini/ eructado cerveza a la orilla del mar.

Sabe que ese hombre/ pudo haber sido su mejor amigo/ pero eligió darle la espalda/ para quedarse solo/ en

esa casa/ de esa isla/ esperando la muerte.

Esperando sobre todo/ que después de la muerte/ haya algo/ no el cielo o el infierno/ solo una mesa de ping pong/ en la cual pueda jugar/ un partido interminable/ con ese hijo/ (James)/ que no quiso tener.

my own privatE ZElig

Conozco a este chico/ que cuando termina de hacer el amor/ se pone a llorar.

No llora porque esté triste o contento/ llora porque hubiera querido hacer el amor/ con otra persona/ con una

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Los días contados

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persona que aun no conoció/ o con una persona que conoció/ y no se atrevió a amar.

Este chico cuando era chico solo pensaba en chicas/ miraba las revistas y se agitaba pensando en ellas/ había una chica desnuda columpiándose en Playboy/ era el gran amor de su vida/ se suponía que este chico estaba destinado/ a amar a una chica.

No supongas nada en las cosas del amor/ las cosas que supones rara vez ocurren/ en el juego del amor solo gana el que pierde/ (y eso con suerte).

Es difícil hacer el amor pero se

aprende, dijo el poeta/ el chico aprendió como quien aprende a esquiar/ cada vez que hacía el amor, se caía y lloraba/ lo hacía con chicas, se caía y lloraba/ lloraba pensando que debía hacerlo con chicos/ lo hacía con chicos, se caía y lloraba/ lloraba pensando que debía hacerlo con chicas/ y así se le fue la vida/ aprendiendo a amar/ como quien aprende a esquiar.

No sigas esquiando/ si te vas a seguir cayendo/ chico suave/ chico camaleón/ my own private zelig.

No sigas llorando después del amor/ no eres gay/straight/bisexual/asexuado/ eres todo eso y nada de eso/ eres lo que los otros quieren que seas/ eres lo que no pudiste ser con esa mujer que te asustó/ eres vampiresa y donjuan/ porfirio rubirosa/ pérfida mariposa/ my own private zelig.

No me cuentes tus historias/ que me harás llorar/ ven aquí a mi lado/ bésame como un chico o una chica / bésame como te dé la gana/ muere un poco dentro de mí/ y luego llora todo lo que quieras llorar/ como un chico o una chica.

Llora si quieres/ pensando en esa persona/ a la que no te atreviste a amar/ y ahora te odia.

CállatE

No me digas que me amas/ no me hagas promesas/ no me hables del futuro/ como si el futuro existiera.

No llames por teléfono/ no mandes mensajes de texto/ no escribas palabras calenturientas/ no juegues conmigo/ no resisto más/ que seas mi amante a la distancia.

Si de verdad me amas/ sube al primer

avión/ toma un taxi/ no te peines ni te laves las manos/ no te compres ropa nueva/ y ven a verme.Y no me digas que me amas/ no me hagas promesas/ no me hables del futuro/ como si el futuro te perteneciera.

Simplemente cállate/ bájate el pantalón/ enséñame lo que tienes para mí/ y demuéstrame/ sin decir una palabra/ agitándote conmigo/ si es verdad que tanto me amas.

A mi edad, cariño/ el amor no se mide por palabras/ se mide/ (perdona la franqueza)/ por orgasmos y erecciones / y es así/ humanamente/ como quiero que me ames esta noche/ y todas las demás.

Cállate la boca/ apaga el celular/ quítate le ropa/ y demuéstrame/ cuán duro y resistente/ es tu amor por mí.

lo quE piEnso dE ti

Escúchame bien/ esto es lo que pienso de ti/ te lo voy a decir una vez/ y solo una vez:/ eres un cacaseno/ un mentecato/ un fariseo/ un pelafustán/ un pelagatos/ un comegatos/ un comemielda/ un papanatas/ un pobre diablo/ sin la astucia del diablo.

Escúchame bien/ te diré ahora lo que nunca me atreví a decirte:/ eres un pusilánime/ un fanfarrón/ un matón de barrio/ un galán engominado/ un hijo de la miseria/ un hijo de mil putas.

Escúchame bien/ porque esto que te diré ahora/ no te lo diré más:/ eres un necio/ un majadero/ un cretino/ un cerebro de mosquito/ un pánfilo/ un idiota redomado/ un tonto del culo/ y un lisiado del alma.

Será por eso/ pedazo de imbécil/ que te quiero tanto/ porque en el fondo/ somos idénticos.

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Los días contados por jaimE bayly

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M.F.M.

S on las 12 del mediodía en punto y en la fábrica de Lázaro, ubicada en

la calle Nicasio Oroño, suena el timbre que indica que es la hora del almuerzo. Las armadoras, los cortadores, las costureras, los moldeadores y los operarios van dejando de a poco los cueros, los avíos y las máquinas para reunirse alrededor de una pizza o una bandeja de empanadas. Lía Nielawicki muestra su fábrica como si fuera su casa. Y eso es Lázaro, la empresa de una familia, que fundó su marido, Lázaro Nielawicki, hace 60 años y en la que hoy además trabaja el hijo de ambos, Jorge.

Lía lo cruza a Jorge mientras camina por uno de los tres pisos de Lázaro. El hijo estudia nuevos modelos con Carolina Ainstein (la ex diseñadora de la marca Uma), la madre gira y dice que él “es un número uno”. Después Lía se cruza con Albertito, un empleado todo terreno que trabaja en la empresa desde hace 25 años y arma los modelos y Lía vuelve a girar y dice de él que “es un verdadero genio”. Lía está segura de que si la empresa hoy puede festejar los 60 años es por cuatro motivos: mucha dedicación (hubo épocas en que se trabajaba hasta

pasada la medianoche, los sábados hasta las 22 y los domingos hasta bien entrada la tarde), austeridad para manejar los números (algo que parece tiene muy claro Lázaro), hacer productos de cuero de calidad y sobre todo tener muy buena onda en el ámbito laboral.

“Todo comenzó con los guantes de cabritilla”, cuenta Lía, mientras muestra con un gesto de orgullo el primer par que le hizo su marido, un regalo que le entregó en 1948 cuando ella tenía 14 años y ya andaban noviando. Se trata de un par de guantes color crema hechos a mano que están ubicados en un estante donde además se pueden ver los modelos antiguos de la marca, una especie de mini museo en el que se aprecia la historia de esta emblemática firma de carteras y accesorios que se distingue por conjugar el trabajo artesanal con la terminación industrial

carteras; primero de cabritilla, en todo tipo de colores, y después vinieron los cintos, la ropa y los zapatos.

–¿Cómo fue el primer modelo de cartera que fabricaron?

–Era una pequeña, una mezcla de cartera y guante, tipo bombonera –de hecho, se llamó Bombón–, pero muy blanda. Me acuerdo de que armamos una gran pirámide en la vidriera del local de la calle Santa Fe con muchas de esas carteras en diferentes colores, y fue un

vidrieras

perfecta. –¿Cuál fue exactamente el

comienzo de Lázaro?–Mi cuñado trabajaba

desde muy chico en un taller de guantes y llegó un punto en que se puso por su cuenta y ahí se sumó mi marido. Fabricaban guantes los dos juntos y su mamá los ayudaba, en una habitación de la casa familiar. Esto fue hace 60 años, y de a poco vino la expansión: el primer local de guantes lo abrieron en Villa Urquiza, en la calle Triunvirato, y después vinieron otros, como el de la avenida Santa Fe al 2200.

–¿Y cuándo empezaron con las carteras?

–Cuando el guante dejó de ser una moda masiva. Porque ahora no se ve tanto, pero la mujer de mi edad, en la década del ’50, no salía a la calle sin los guantes. Viajabas en colectivo con los guantes de cabritilla blancos. Pero cuando se dejaron de usar, hace más de cuarenta años, empezamos con las

La familia carteraLos sesenta años de Lázaro, una empresa familiar que empezó vendiendo guantes de cabritilla en Villa Urquiza y hoy es una de las marcas de carteras con mejor diseño y más presencia en los shopping.

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suceso total. No quedó ni una. Esto fue hace exactamente 43 años, si no me equivoco. Y esa misma cartera volvió a ser un boom cuando abrimos el local en Alto Palermo, el primero de los que tenemos en los shoppings.

–¿Cuándo se suma usted a la empresa?

–No sé exactamente cuándo, porque primero los acompañaba a mi marido y a su hermano cuando fabricaban guantes y después de a poco me fui metiendo, pero siempre en la parte de los locales. No es que particularmente me guste la atención minorista, pero es el lugar en que hace falta que esté alguno de nosotros. Cada uno de la familia está en un lugar determinado de la empresa. Mi marido está en la administración, yo en los locales y mi hijo Jorge está en todo, desde el producto terminado hasta el control del diseño, todo. Y una de

nuestras normas es no hablar del negocio cuando estamos en casa o en una reunión familiar. Y tenemos gente que hace muchos años que está trabajando con nosotros. Por ejemplo, una de nuestras mejores gerentas entró a uno de nuestros primeros locales cuando era una nena, y cuando nació su hija María Eugenia, que hace días cumplió 15 años, le pusimos su nombre a un modelo de cartera. Lo de los nombres es histórico, siempre nuestros modelos llevan el de alguien que está muy relacionado con la empresa o a la familia.

–¿Y qué es lo que más le gusta de su trabajo?

–Estar, a mí me gusta estar, me gusta el trabajo diario. Antes recorría muchos locales durante el día, empezaba temprano y terminaba tarde; ahora, con mi edad, me tomo mi tiempo, voy a dos o tres por día y no más. Controlo todo: exhibición, personal, stock, todo, pero ya hace años que no atiendo al público porque considero que las clientas quieren ser atendidas por mujeres jóvenes.

–Usted, que está en los locales, debe saber bien qué

busca una mujer cuando compra una cartera.

–A cada local va una clienta distinta, con idiosincrasias y formas de comprar distintas. En Unicenter la gente va con tiempo y en Galerías Pacífico la clienta tiene los minutos contados. Pero en todas partes, la clienta hoy cuando compra una cartera compra seguridad: que la cartera tenga cierre, por ejemplo. Todos nuestros modelos tienen en el interior un portallaves y un espejo y esos son objetos muy apreciados. El packaging es importante, nosotros entregamos nuestras carteras con una bolsa para guardarlas y que sigan intactas durante años. Ahora tenemos unas bolsas azules, que hicimos por el aniversario, con manijas de hilos de colores, que quedaron divinas. Esos detalles fascinan y dan un plus.

–Le pido que haga una confesión: ¿usa solo las carteras Lázaro?

–(Risas) Le voy a contar una infidencia. Hace varios años compré en sale, durante un viaje, una cartera y un par de zapatos de Gucci; los compré porque hacían juego. Para la presentación de una colección que organizamos en una galería de arte llevé esos zapatos y esa cartera y mi hijo casi me mata. Me miraba y me decía “no lo puedo creer”, me volvía a mirar y me volvía a decir “no lo puedo creer”. Casi no uso carteras que no sean nuestras, básicamente

porque las de Lázaro me encantan.

–¿Cuáles son sus preferidas?

–Hay dos carteras históricas que ahora reeditamos para festejar los 60 años. Son dos modelos premium: Lía y Lázaro. Esas son las que más me fascinan porque no tienen época, son eternas, quedaban bien hace cincuenta años y las ves ahora y son súper actuales. Son dos carteras de línea retro: un baúl tipo doctor y una baguette con cajón francés. Los nuevos modelos tienen detalles de diseños tradicionales de la marca, con un estilo moderno y urbano. Son hechas a mano y están numeradas, porque no hay tantas, y además les imprimimos nuestro logo antiguo.

–¿Qué sueña para Lázaro?–Ayer me llamó mi nieto, el

hijo de Jorge, para preguntarme si lo podía ir a buscar la colegio para llevarlo a un partido de fútbol, y cuando levanté el tubo le pregunté: “¿Qué dice el futuro presidente de Lázaro?” Ese es mi sueño, que mi nieto continúe con Lázaro.

PATRiCiO CABRAL

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El diseñador que convirtió a Gucci

en un imperio y hasta llegó a dirigir Yves Saint Laurent

–un destino esquivo para un

norteamericano, para peor nacido en Texas– probó suerte con el cine y debutó

en Venecia, claro, uno de los festivales

con más glamour.

Por Nicolás Peralta

Cuando Tom Ford se bajó de la limousine, se acomodó el moño negro y el pañuelito blanco que asomaba por el bolsillo del saco

negro. Posó para los fotógrafos en la alfom-bra roja, sonriendo y caminado seguro, enfrentando los flashazos, como hizo tantas veces sobre una pasarela, al término de un desfile de sus diseños. Pero se sentía aterra-do y ansioso porque vieran su trabajo. Es flaco, de mirada seductora, tiene la piel cuidada con esmero, una frente amplia, el pelo perfectamente corto detrás y es, por sobre todo, extremadamente elegante. Tiene un aire aristocrático. Fue el rey de la moda, pero abdicó –no del todo, sigue rela-cionado con lo fashion, lo estará siempre, de ahí su fama y fortuna– por decisión pro-pia. Por una búsqueda personal. Estuvo ahí, en la alfombra roja del Festival de Venecia, porque ahora Tom Ford diseña guiones y dirige películas.

El hombre que rescató Gucci llevando la marca a los primeros planos antes de lanzar su propia línea de diseño, ha permutado el objeto de su enfoque artístico. Su opera prima, que fue presentada la semana pasa-da en Venecia, se llama A single man. Basada en una novela de Christopher Isherwood –el mismo autor de Adiós Berlín, libro que inspiró la película Cabaret, con Liza Minelli–, cuenta una historia que

transcurre en 1962: el monólogo interior sobre el duelo de un profesor homosexual, George –interpretado por Colin Firth–, que pierde a su pareja en un accidente. Julianne Moore representa el papel de su antigua novia, confidente y vecina. Los 99 minutos que dura el film muestran el viaje emocio-nal de un hombre que el mismo día que decide suicidarse descubre el sentido de la vida. Ford usa permanentemente los flas-hbacks y cambia de los tonos sepias a los colores brillantes para reflejar los cambios de humor del protagonista. Pero su sello está indudablemente en las muchas tomas en cámara lenta de hombres desnudos. Se llevó el Queer Lion, distinción a la mejor película de temática homosexual, que otor-gó la asociación cultural Cinemarte, al mar-gen del jurado oficial del Festival de Cine. A pesar de la historia elegida, de la exaltación del cuerpo masculino en la imagen y de su misma sexualidad declarada, Ford reniega de que su película sea etiquetada como gay. “Habla de los dolores y placeres normales que todos pasamos como seres humanos –señaló–, como lo que puede representar la pérdida de un amor”. Esto, claro está, es independiente de la condición sexual. Una declaración típica que se desmarca de un encasillamiento típico, en el que Ford no deja de sentirse cómodo. Su película, aun-que un poco vapuleada por la crítica, com-pitió por el León de Oro, algo en lo que seguramente ayudó su fama y su posición

De la pasarela a la alfombra roja

Tom Ford

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social más allá del mundo cinemato-gráfico.

En el momento en que Ford rodaba la película en California, este estado apro-baba una ley que prohibía los matrimo-nios entre personas del mismo sexo. Pero el ahora director de cine no quiso convertir la película en un manifiesto político, sino que más bien se declaró contra la queja y a favor de enfrentar el lugar y la época que a cada uno le toca vivir, sin bajar los brazos. “Siempre esta-mos viviendo en el futuro –dijo–, pen-sando ‘cuando tenga esta casa seré feliz, cuando tenga estos zapatos seré feliz’, sin vivir el presente.”

Durante diez años este hombre estuvo al frente de las decisiones de Gucci, y las ventas se incrementaron de 230 millo-nes de dólares en 1994 a tres mil millo-nes en 2003. Así transformó la marca –que tenía, por supuesto, su lujosa tra-dición, pero declinaba en los negocios– en una de las más importantes del mundo.

El norteamericano prodigio del mundo de la moda –ya en sí misma toda una hazaña, en ese reino en el que italianos, franceses y británicos se adjudicaron el monopolio del gusto– nació el 27 de agosto de 1961 en Austin, Texas.

Pasó la mayoría de su infancia en Santa Fe, estado de Nuevo México, hasta que, ya adolescente, se trasladó a Nueva York a estudiar Historia del Arte en la Universidad. Luego redireccionó sus estudios: Arquitectura en Parsons the New School for Design, prestigiosa ins-titución de la Gran Manzana, donde descubrió su verdadera vocación, la moda.

El joven Ford decidió irse a vivir a París y luego a Milán, donde con su entrada en la firma Gucci haría realidad todos sus sueños como modisto. Corría el año 1990. Su despegue se dio cuando fue nombrado diseñador director y, tiempo después, en 1994, llegó al puesto de director creativo. Era responsable de todos los diseños, de todas las líneas –desde la ropa hasta el perfume–, y de toda la imagen de la corporación, tanto la publicidad como los diseños de las tiendas.

Los premios no tardaron en llegar. Es considerado uno de los más famosos e influyentes diseñadores de la historia, después de haber transformado a Gucci

de un negocio casi en bancarrota a un imperio millonario de la moda que absorbió a otras marcas. Como Yves Saint Lauren, que se incorporó al grupo Gucci en 2000. Ford, sin dudarlo, asu-mió la posición de director creativo también en esta etiqueta. Era un pulpo que sumaba su talento como diseñador a una habilidad empresarial innegable. Innata.

Ford trabajó con su equipo en la ima-gen de ambas marcas, incluyendo una mirada sobre cada uno de los productos. En julio de 2002 llegó a la junta directi-va de Gucci. Para ese momento la firma ya vestía, o había vestido, a Madonna, Lady Di, Sharon Stone, Gwyneth Paltrow, Tom Cruise, Uma Thurman, Tina Turner y algún otro millonario glamoroso. Dos años más tarde se fue.

Y solo un año había pasado tras su retirada del imperio italiano cuando en 2005 anunció la creación de la marca Tom Ford. Su tarjeta ahora decía: CEO de Tom Ford internacional. Además de ropa para hombres y mujeres, su firma vende marcos para lentes, unas gafas de sol que se convirtieron en icono fas-hion y perfumes. Tiene desde hace tres años un acuerdo con Hermenegildo Zegna para distribuir mundialmente sus productos en sus tiendas. Puso pri-mera y no paró.

Su atrevimiento en lo visual también pasó por las campañas gráficas de sus productos, que jamás pasaron desaper-cibidas: culos de hombres en primer plano, mujeres desnudas agarrando de los genitales a modelos masculinos, escenas de masturbación femenina en las que el lugar del clítoris lo ocupa un buen frasco de Tom Ford for Men.

Multipremiado en todos los fashion awards, de Canadá a Japón, ahora busca el reconocimiento en el cine.

“La moda es divertida pero comercial. Además es muy efímera. El cine, en cam-bio, es la forma de arte más permanente que existe, más que las pirámides, y esta película es la expresión artística más pura que he creado en toda mi vida”, declaró a la prensa internacional el refi-nado señor Ford, prolijo y siempre de punta en blanco –tanto que cuando apa-rece en la pasarela al final de un desfile puede ser confundido con un modelo–, y remató: “Hay que tomar riesgos porque sino la vida es muy aburrida.” 2

atrevido. Una de sus campañas gráficas, y la presencia del propio Ford en sus pasarelas.

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Por Fabián DoraDo Fotos De F.D.

El símbolo del puro posee una suer-te de prosapia doble. Cual Jano bifronte de los consumos de lujo, un cigarro prominente tanto sirve

para pintar al poderoso más inmisericorde como para acompañar al mayor ícono de los revolucionarios. Porque ni un Onassis ni un Che Guevara se han privado del placer de los humos de un habano. Y quizás esto se deba a que, en el ADN de su cilíndrico cuerpo, se dan cita los sabores de un producto veramen-te premiun toda vez que también funge como una parte indiscernible de la cultura cubana, con toda su música, sus rones y, claro está, su mismísima Revolución.

Mas allá de en qué lado del imaginario quiera quedar uno, el de los puros es un mundo lleno de tradición, con los cinco siglos y monedas que pasaron desde que Colón llegó a América y, apenas tres días después, Rodrigo de Jerez se convirtió en el primer europeo en fumarse un habano, hasta haber evolucionado en una industria hecha y dere-cha con un terroir (por llamarlo así) total-mente imbatible.

Purotabaco, la empresa que distribuye con carácter exclusivo todos los habanos que lle-gan a la Argentina, se apresta a presentar las tres novedades que descollaron en la XI edi-ción del Festival del Habano.

En un mundo arraigado tan profundamen-te en la tradición solía ser moneda corriente que las novedades de cualquier tipo escasea-ran. Cada cambio parecía respetar tiempos vaticanos. Pero ahora la situación es otra y

también merced a la codirección europea, la Corporación Habanos S.A. ha comenzado a moverse al son de una oferta que se sofistica y especializa cada vez más. "Siendo el nuestro un consumo de lujo no podemos escapar a la ralentización de la economía mundial y la consecuente contracción de los mercados -dijo durante la apertura del Festival 2009 Manuel García, Vicepresidente Comercial de Habanos SA-. Además tenemos que acusar recibo de los cambios de hábitos y su conse-cuente reflejo en las legislaciones de países que llegan al caso de no permitir que se fume en lugares públicos ni siquiera tratándose de ámbitos sólo para fumadores. De todos modos, y pese a todos estos reveses, el haba-no ha crecido un uno por ciento, alcanzando el 70% de la oferta de tabaco premium mun-dial. Por eso estamos abocados a satisfacer a un consumidor que busca cosas nuevas. Tratamos de alcanzar tanto a los que ya son fumadores como aquellos que se acercan por primera vez a este mundo."

Los tres recienvenidos son una nueva ver-sión del clásico más vendido del mundo, una pequeña exquisitez y el primer habano Gran Reserva.

Montecristo es la marca más reconocida de tabaco cubano a escala planetaria y su Número 4 es el habano más vendido de la historia. Su nombre surge del protagonista de la famosa novela de Alejandro Dumas, un gran favorito entre los trabajadores de las fábricas de cigarros. Era una costumbre total-mente extendida que, para entretener a los trabajadores durante las largas jornadas, las factorías contaran con un lector de tabaque-ría que se dedicaba a leer en voz alta diversas

Humos de primaveraSeptiembre es el mes en el que llegan a Buenos Aires las grandes novedades presentadas en el Festival del Habano, en Cuba. Vienen un Gran Reserva de Cohiba y una nueva versión del número 4 de Montecristo, el habano más vendido de la historia. Una visita a este festín del tabaco de lujo.

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novelas; y como la que tenía a Edmundo Dantés por protagonista era un clásico recu-rrente, a nadie le sorprendió que acabaran por ponerle Montecristo a la marca nacida en 1935. La serie Open es una versión interesan-te, más fresca que la típica ligada con notas de especias, que es el sello de Montecristo. Consta de cuatro vitolas (se llama así a cada uno de los modelos de cigarro, según su lon-gitud, grosor y forma), algunas de ellas únicas entre las figuras cubanas, como la Regata, una especie de pirámide más pequeña pero de cepo (la medida que determina el grosor) más angosto que el del cigarro conocido como campana; está a mitad de camino entre los dos. También un esperadísimo robusto (el Master) y, para los amantes de los habanos de fuste, el Eagle, un gigante cuyo cepo y tamaño se salen un poco de la escala aunque siempre sin perder la elegancia.

Tal es la importancia que Habanos le da a esta nueva serie, que fue la protagonista de la primera gala del XI Festival. Este encuen-tro habanero dura una semana y reparte sus noches en una serie de eventos cuyo tema suele ser una novedad y el Montecristo Open fue el que abrió el fuego con una presenta-ción por todo lo alto en el Teatro Karl Marx. El Festival es un acontecimiento tal que suele atraer a más de mil participantes entre afi-cionados, retailers y especialistas, y la edición 2009 fue la primera en contar con un perio-dista argentino. Claro que, para alguien

devoto del tabaco de la Isla Grande fue difícil discernir entre la labor profesional y el puro disfrute. Era como tener nueve años y estar invitado a Disneylandia justo el día del cum-pleaños del ratón Mickey. El concepto de gala sin duda no es el mismo para los europeos, que llegaron al punto de asistir de smoking, o para un joven japonés, que directamente concurrió vestido con un kimono de algodón color chocolate, por supuesto con sus corres-pondientes sandalias de madera. Para muchos, como quien suscribe, una buena guayabera es algo con lo que no se puede fallar a la hora de respetar la etiqueta del Caribe.

La Habana es un lugar inmejorable para jugar a ser otro. El mismo permiso mental que nos habilita a usar sombrero (aunque con un sol que parte las piedras debería pasar a ser un elemento de primera necesidad), más los interminables bulevares con ficus de dimensión titánica y las muchachas que poseen una fe cuasi religiosa en los zapatos de taco y las uñas tuneadas sirven para envol-ver en una fantasía móvil aun al más pintado. Bien lo reflejaba Graham Greene cuando en Nuestro hombre en La Habana daba cuenta de las aventuras del más improbable de los espías. Su protagonista, pleno de fervor lite-rario, se lanzaba a justificar viáticos creando, con la sola asistencia de una imaginación recalentada, los planes de ataques misilísti-cos más rocambolescos apenas cambiándole

“Montecristo Open es la nueva serie del habano más vendido de la historia, el Número la nueva serie del habano más vendido de la historia, el Número 4.la nueva serie del habano más vendido de la historia, el Número 4.4.

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tabaco acaban por mimetizarse al punto de que cuesta discernir dónde acaban unos y otros.

La segunda novedad de la temporada tiene que ver con la presentación de una nueva figura de la marca Trinidad, el Robusto T. Esta exquisitez tiene mucho de reflejo de la tendencia de los aficionados que esperan una fumada plena de cuerpo pero que no dispo-nen del tiempo que amerita un habano de envergadura. Así, este nuevo robusto, prote-gido por un elegante tubo de aluminio, pro-pone aunar lo mejor de ambos mundos. Trinidad acaba de cumplir 40 años y lo feste-jó con su pre-sentación en la segunda gala del Festival en los legendarios s a l o n e s d e l hotel Habana Libre.

Esta marca n a c i ó c o m o regalo de esta-do y tuvo un d e r r o t e r o similar al de Cohiba, al que a s e m e j a e n sabor y, por sobre todo, en su grado super-lativo de cali-dad. Para com-pletar un paseo por los sabores de la más alta gama cubana se lo maridó, al cerrar la noche, con el ron de Montecristo, el magnífico 25 años que res-ponde al nombre de Edmundo.

Entre catas, almuerzos en sitios de una belleza apabullante como el de Viñales, al mismo pie del famoso Mural de La Prehistoria, un fresco que ocupa casi todo el flanco de un morro y las previas de la elec-ción del mejor habanosommelier del mundo iba pasando la semana. Hasta aquel fatídico viernes (fatídico porque tocaba al final de nuestro encuentro con lo mucho que tiene para ofrecer esta isla maravillosa) donde se disputó la final del campeonato de somme-lierie. Fue entre un crédito local, responsable nada menos que de la barra del famoso Floridita (el bar donde gastaba sus tardes

Ernest Hemingway), un jovencísimo barce-lonés y un alemán que representaba insóli-tamente a los Emiratos Árabes Unidos. Este último, pese a una presentación bastante desangelada, acabó llevándose el premio mayor.

En un cierre a toda orquesta se presentó lo mejor. En una exclusivísima cena, Cohiba presentó su Gran Reserva Cohiba Siglo VI. Este bellísimo puro de porte regio supo llevar más allá la propuesta de la gama Maduro 5, donde sólo la capa contaba con cinco años de añejamiento. Todo el tabaco de este Gran Reserva tiene esa edad.

"Hablamos de lo más supremo e n m a t e r i a prima logrado en las más selec-t a s v e g a s d e Vuelta Abajo - d i c e Á n g e l Brown Vaillant, máximo respon-s a b l e d e E l Laguito, la míti-ca fabrica de la marca Cohiba-.

H a b í a m o s convocado a un grupo de exper-tos para decidir entre dos liga-das y una de ellas fue acogida con tal entusias-mo que no nos quedaron dudas de que había-mos conseguido crear un habano superior."

Mucho se ha hablado y dis-c ut ido sobre

cómo puede ser que exista sólo un territorio capaz de producir algo tan excepcional que, incluso llevando sus semillas a un puñado de kilómetros en el mismo Caribe, no pueda replicarse. Quizás una respuesta posible surja no ya del frío soliloquio del especialis-ta, sino de un simple enamorado de estos puros que gozan de tal estirpe que pueden ser llamados, en toda justicia, habanos. Y así caigamos en la cuenta de que no se trata de la simple maravilla del tabaco sino del alma de la gente que lo construye desde la propia semilla y que responde no tanto a la habilidad de su arte como al pequeño trozo de corazón que han sabido poner en él.

De barras por La Habana

En simultáneo con la semana del Festival del Habano, Havana Club (que fue pieza fundamental de todo cóctel consumido durante el encuentro) reali-zó una movida con invitados de diversos puntos del globo. Hay que recordar que el ron no siempre fue la bebida refinada que es hoy; en sus inicios, supo justifi-car con creces su prosapia como bebida de aventureros, piratas y demás consu-midores de aguardientes que más tenían que ver con la posibilidad cierta de enfrentar la ceguera que de disfrutar de una noble espirituosa. Pero ya mucho ron ha pasado por los alambi-ques y Havana Club llevó a sus invita-dos para que vieran y vivieran la ciudad donde nace su ron, más que una bebida, una parte insoslayable de la cultura cubana.

Las hermosas calles de la ciudad se llenaron de gente paseando en los famosos taxis de colección, modelos que quedaron de antes de la Revolución y que los nostálgicos utilizan como módicas máquinas del tiempo. Puestos en ese plan, cómo obviar al Hotel Nacional de Cuba. Esta famosa cons-trucción, también prerrevolucionaria y que posee una hermana gemela en Miami, fue hecha con dinero de la mafia norteamericana. Posee en sus amplias galerías que dan a un jardín bellísimo que baja hacia el Malecón, uno de los sitios más encantadores donde fumar un habano en toda la Isla Grande. Tratándose de dos productos que se añejan en estrecho contacto con la madera (el ron en sus barricas y los habanos en sus cajas de cedro) no debe sorprender a nadie que se relacionen tan bien en el paladar de quienes los quieran emparejar. Así que, luego de una cena regia se pudo acceder al inmi-nente Barrel Proof, una variedad más fuerte que lo tradicional de la marca con puros de sabor acorde. En ese marco soñado se pudo disfrutar de otra institución cultural cubana: el Buena Vista Social Club. Aunque su alma mater, Compay Segundo, asiste a las presentaciones desde el cielo, la agru-pación cuenta ahora con la inefable Teresita, una señora con tal gracia y ritmo que ayuda a sobrellevar la entra-ñable ausencia del Maestro.

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L as cajas de oro color champán, de oro rosado, suelen

ocupar un lugar especial en la producción de todos los modelos relojeros. Más sobrias y menos llamativas que las de oro amarillo, aunque también más raras, glamorosas y, en general, escasas, se adaptan a la muñeca de la dama y a la del caballero. El oro rosa combinado con diamantes en los relojes de las primeras, el pulido para las cajas con grandes asas de los modelos masculinos. En la alta relojería, casi todas las grandes casas producen piezas en este material que, en 18 quilates, resulta maleable y óptimo para el trabajo de terminación. En Chopard, hay modelos rosados en casi todas las líneas. Los más emblemáticos se encuentran en las colecciones Happy Sport y Happy Diamonds. Dentro de la primera está el Happy Fish Pink, que se lanzó este año. Es una talla con esfera nácar del mismo tono y, en honor al origen lúdico de la colección, a medias joya a medias reloj funcional, un pez móvil engastado con zafiros rosas y tres

diamantes móviles. El bisel también va engarzado con zafiros, y lleva en el interior un movimiento de cuarzo. Resistente al agua hasta treinta metros, se lleva con una correa de piel de cocodrilo rosa con hebilla de oro. De entre las marcas de moda metidas a relojeras, hay un Versace en oro rosa que se autoerige como unisex. El modelo tiene líneas depuradas, superficies pulidas y satinadas, ángulos muy marcados y un perfil curvo que guiña el ojo a las formas de las pasarelas. Sumergible hasta treinta metros, lleva un movimiento a cuarzo ETA, de máquina suiza. Entre los rosados también hay un Hermés de la última colección de la maison que toma la posta de la herencia de los misteriosos: un reloj que oculta su

esfera nacarada bajo una tapa que se desliza, mediante la simple presión de los dedos. La H grabada en esa tapa evoca el cerrojo del bolso Kelly, algo así como el símbolo máximo del glamour y la sofisticación, bautizado

en honor de la mujer que lo inspiró, la pricesa Grace Kelly. La mixtura entre oro rosa y la textura aterciopelada de la piel terminan de convencer de su elegancia inequívoca. Entre los masculinos, y deportivos, el Gran Carrera de Tag Heuer en oro rosa le añade sofisticación al modelo, inspirado en los coches GT modernos. Con movimientos mecánicos para sus versiones de cronógrafo o GMT (con más de un huso horario), se produce, en este tono, en una serie limitada a sólo mil piezas, con esfera castaña o plateada. 2

tiempo

El lujo color de rosaMás refinadas que las de oro amarillo, las piezas en oro rosado ocupan un lugar especial en la alta relojería.

ZAFIROS. Más rosa, para el oro rosado en el modelo de Chopard. Abajo, las versiones pink de Versace (izq.) y Hermés (der.).

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tecno

Correr, saltar, clickear

FEDERICO KUKSO

L a década del ‘80 (del siglo XX, vale aclarar) no solo quedó marca-

da por los eventos políti-cos, culturales y deporti-vos que la cruzaron y mol-dearon (la explosión del transbordador espacial Challenger, la victoria argentina en el Mundial México 86, la caída del muro de Berlín, como para citar sólo tres eventos). También permanecerá en el recuerdo por un arsenal de objetos a los que ahora, vistos a la distancia, se los podría clasificar de bizarros, freaks, kitsch: figuritas Basuritas (¿quién no tenía el álbum?), el Tiquitaca, el Miquimoco (versión local del Flubber), el reloj control remoto y, como si fuera poco, las legendarias zapatillas Adidas Micropacer Syn. Como si alguien las hubie-ra olvidado: aquel calzado —más presente en las publicidades que en las calles— que apareció en 1984 y venía ni más ni menos con lo que se decía que era una mini-computadora en la lengüe-ta capaz de contar calo-rías y kilómetros recorri-dos. Más que un entrenador —tirano y personal— en miniatura o un ejemplo rebuscado de la moda deportiva, estas zapatillas eran (o son, porque

siguen existiendo) la demostración práctica de un principio, de un afán: la tecnología literalmente se encontraba rendida a los pies del ser humano, lista para su disfrute y uso. Desde entonces, lo que se entendía como una invasión (la incursión de la "artificialidad "de la tecno-logía en la "naturalidad" del deporte) se volvió una costumbre: los gadgets se adoptaron como nue-vas prendas, nuevos tra-jes hechos no con fibras de algodón ni poliéster sino con fibras de silicio.Así, muchas personas no conciben trotar o correr sin su reproductor de mp3, un verdadero arte-facto inspirador que con canciones motivadoras impulsa a mover cuádri-ceps y pantorrillas aún en

las subidas más empina-das. Los tecnólogos advirtieron la tendencia y al hacerlo abrieron un mercado nuevo que recién ahora va tomando impulso: el tec-nodeporte se impone más como hábito que como tendencia.De ahí que la unión, la sinergia entre Nike y Apple haya parecido tan natural (Nikerunning.nike.com): la complementación de dos mundos que vino a cam-biar la experiencia del run-ning (forma marketinera y cool de decir "correr"). Se trata sobre todo de una tecnología dialógica que permite el flujo de infor-mación entre zapatillas y iPod Nano gracias a un

sensor con el que hacer-se un festival de datos: con este sistema se puede tener registro del rendimiento, velocidad, distancia recorrida, calo-rías quemadas y subirlo a una web donde ver la evolución de una activi-dad que con el tiempo se vuelve una adicción.Más allá de la impronta marketinera y comercial de este producto, es inte-resante concebirlo como un megaexperimento: por primera vez, esta tecnolo-gía (y similares como Dailyburn.com, Runkeeper.com, Sportstracker.nokia.com y Mapmyrun.com) permite recolectar información sobre hábitos y costum-

Desde aquellas zapatillas ochentosas que, se decía, venían con una computadora en la lengüeta, hasta los gadgets de hoy, correr es una actividad cada vez más ligada al chicherío tecnológico.

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bres deportivos. Así, por ejemplo, uno puede advertir datos curiosos: que los norteamericanos corren más durante el invierno que los europeos y africanos o que el entre-namiento promedio dura

mundialmente unos 35 minutos. El día preferido para correr es el domingo a la tarde, suele hacerse más actividad cuando se vuelve de vacaciones y una de las canciones más explosivas y elegidas es

"Pump It" de los Black Eyed Peas. Es cierto: ya surgieron miedos paranoicos sobre invasión a la privacidad pero subir estos datos ter-mina siendo una cuestión de elección. Como lo es

el hecho de usar también la Nike+ Sportband, un reloj-muñequera que sólo pesa 23 gramos (gracias a un sensor que se lleva en la zapatilla, permite monitorear el rendimiento luego volcado en la com-putadora, Nikecorre.com).O llevar consigo el nuevo celular MOTO W7 de Motorola que, además de permitir manejar la música a través de los movimien-tos corporales (darlo vuel-ta, agitarlo dos veces, etcétera) y reconocer el tarareo de una canción, hace posible que el corre-dor arme sesiones de ejercicios o contar los pasos dados. Porque la información es poder y los datos le hacen bien a la confianza y al cuerpo. 2

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El rey de los pescaditos

Con 50 mil ejemplares vendidos

de sus libros –los más conocidos son los de la saga de su

personaje Natacha– y ocho discos

editados, Luis Pescetti llena de

chicos un teatro de la calle Corrientes

en cada una de sus funciones, con

recursos opuestos a los de las mega

producciones infanto-juveniles:

solo con su guitarra, un escenario pelado,

juegos de palabras, humor y un trato

confianzudo.

Por Josefina Licitrafotos Patricio cabraL / Patricio PidaL

Un hombre con el cabello blan-co sale a escena. Sonríe pero no saluda, y luego toma su guitarra. –¡Pe-sce-tti! ¡Pe-sce-

tti!– se escucha.Un rayo de luces pálidas señala a Luis

Pescetti desde el techo del teatro. El resto es negro. Y en esa oscuridad hay niños gritando. Son varios cientos de criaturas que ahora, con los primeros acordes, empiezan a saltar, aplau-dir y revolear varas incandescentes.

–¡Pe-sce-tti! ¡Pe-sce-tti!Pescetti sonríe. Viste un jean y una remera

negra con el contorno de un pez blanco. Luego se calza la guitarra sobre un muslo, comienza a cantar, y la sala entera canta junto a él. Las voces de los chicos son un viento desmedido y cálido. Pescetti las escucha, hasta que algo sucede y él suelta la guitarra, camina hasta el borde del escenario. Resopla.

–¡Cállense, tarados! –grita.Las criaturas se doblan de risa. –¡Vos, nene, vos que seguís cantando! Vos:

¡Volvete a tu casa!Todos ríen otra vez. Los que conocen vida y obra de Luis Pescetti;

los que saben de sus éxitos (al menos veinti-cuatro libros publicados que le valieron una decena de reconocimientos internacionales; y ocho discos editados de los cuales uno –Inútil Insistir– ganó hace dos meses el Premio Gardel a mejor álbum infantil del año 2008);

los que están al tanto del fenómeno que cons-truyó este hombre en los últimos años (solo en lo que va de 2009, y en Argentina, lleva vendi-dos 50 mil ejemplares de sus libros, mientras que sus shows de música –actualmente está en cartel Mamá, quiero bis, en el Teatro Metropolitan– agotan las entradas) explican el éxito justamente en el personalísimo código que Pescetti establece con su público.

Los escenarios de Pescetti no tienen colo-res. Su ropa tampoco. Sus libros a veces incurren en los silogismos filosóficos. Y sus canciones, alineadas en la mejor tradición de Leo Masliah o Les Luthiers, no hablan de un corazón con agujeritos sino más bien de lo contrario. Pescetti escribe y canta sobre niños caníbales, mocos, miedos; narra magistralmente (y en verso) los berenjenales varios en los que incurren los padres cuando quieren explicar cómo se hacen los bebés (empiezan con la historia de la semillita y terminan hablando de lo importante que es portarse bien) y en cuatro líneas describe la ensalada nacional que se hace un niño cuan-do va a la escuela (“Cuando Colón cruzó la cordillera / para darle la mano a San Martín / Belgrano, que era tío de Pinocho / jugaba al ajedrez con Alfonsín”). Todo esto, claro, untado con falsos imperativos (“siéntense”, “no canten”, “no saquen la lengua”) destina-dos a un público que entiende de dobles sentidos. Que sabe que, cuando Pescetti les grita que se callen, no hace otra cosa que pedirles, de la mejor forma de todas, que canten con él toda la tarde.

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–Pareciera que apuesta a un público de niños que ya no son tan ingenuos.

–Más o menos. Yo en realidad me aprove-cho mucho de la ingenuidad de los chicos. Cuando les digo “chicos, no empiecen a pedir-me canciones", esa es la versión 2.0 de la ingenuidad más grande, porque los chicos empiezan "síííi, yo te quiero pedir”. O sea: los pescaditos picaron de cabeza. Simplemente, me manejo con un discurso irónico y no cum-plo con algunos cánones de la relación artis-ta-niño.

–En el espectáculo canta un tema muy lindo, de un nene vestido de superhéroe que se duerme encima de su mamá. ¿Para usted los chicos son eso? ¿Superhéroes a upa?

–También son eso. Esa canción la escribí porque una vez vi a un chico de cuatro o cinco años disfrazado de Hombre Araña, que estaba roncando sobre el hombro de su mamá. Y entonces le empecé a cantar: “El Hombre Araña está con su mamá/ se supo, se supo, se supo./ La máscara la cosió una abuela/ se supo se supo se supo./ La espadita es de un amigo/ los guantes eran de un traje de Batman

…”. Porque los chicos son así: se hacen un concentrado de superhéroe que lo único que revela es lo frágiles que son, el miedo que tienen.

–¿Cuándo se pierde esa ingenuidad?–No, no sé si se pierde. En los adultos tam-

bién hay mucha ingenuidad. Cada vez que voy al teatro paso por Tribunales y veo la cantidad de propagandas de gatos o de saunas gays, y lo primero que se me ocurre pensar es: no me digas que el que va a un negocio así, el que compra el paquete, no tiene una cuota de ingenuidad.

–Usted dice que va atrás de una fantasía.

–Exacto. La fantasía de “sí, papá, sos único” y después deposite su moneda en la ranura, como decía González Tuñón. En los adultos, la ingenuidad se esconde detrás de la corbata. Porque mirá que la gente de Tribunales está acostumbrada a la letra chica, y sin embargo no veo otra parte de la ciudad con tanta publi-cidad de saunas.

–Capaz que la diferencia es que en el fondo los adultos saben. En cambio un nene se lo cree.

–El adulto también se lo cree. Te lo aseguro.Pescetti no solo escribe para niños. Sus títu-

los para adultos incluyen, entre otros, uno que ganó el premio Casa de las Américas (El ciu-dadano de mis zapatos), y un par de libros que narran en clave de humor las relaciones de pareja. Sin ir más lejos, junto al lanzamiento de un título para niños (Te amo, lectura de Alfaguara), editorial Grijalbo acaba de sacar Ámame eternamente, y vamos viendo, un libro que ofrece una realista y sarcástica radio-grafía de las relaciones modernas. En Ámame eternamente… hay cónyuges que amorosa-mente tironean por ver quién está más cerca de la máquina del café (y, en consecuencia, debe hacer el café) o a quién le corresponde pagar el teléfono, y hasta hay un tortolito que, luego de insistirle a su novia para que confiese cuál es su mayor fantasía sexual, se queda espantado cuando la chica finalmente supera sus pudores y se las susurra al oído.

–Con el libro me río de las contradicciones disparatadas en las que incurrimos las perso-nas en el nombre del amor. Nos la pasamos diciendo frases del tipo de “quiero mucha seguridad en la pareja, pero no quiero que me ahogue”, o “decime tus fantasías pero por favor que sean normales”, o sea: no hay el más mínimo consenso interno. Es como pedirle a un mozo que te traiga seis bombas de crema que no engorden. La falta de consenso ya no es con el mozo, sino con vos mismo. En la pareja es igual.

Es poco (nada) lo que se sabe sobre la vida privada de Pescetti. Y es poco (nada) lo que él quiere contar. Se sabe que no tiene hijos y que está en pareja. Que vive en una casa de colores vivos. Que antes vivió diez años en México. Y que el hombre que llegó a México veinte años atrás era muy distinto del que, en el año 2001, salió de México para volver a la Argentina.

Pescetti nació en San Jorge, provincia de Santa Fe, en 1958. Su padre era mecánico, su madre era ama de casa, y su hermana tenía una colección de libros Robin Hood que Pescetti no tocaba ni por error. De chico, Pescetti no leía mucho más que el manual de lectura de la escuela. Luego creció. Estudió musicoterapia en Buenos Aires, trabajó en

“Para mí la demagogia es el límite. Yo tengo que ser no solo creíble, sino sincero. No quiero ser trucho. No escribo para ganarme la simpatía de los nenes. Si hago eso, soy un estafador.”

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rehabilitación de mujeres operadas de cáncer de mama y de pacientes psiquiátricos (niños y adultos), y fue docente de música de nivel preescolar, primario, secundario y universita-rio. Hasta que, en el medio de todo eso, empe-zó a hacer café concert y cruzó los dedos para que lo llamaran para hacer algo –algo, lo que fuera– en el exterior.

–Yo me moría de ganas de viajar. Me moría. Me la pasé tirando botellas al mar para que alguien me invitara, para salir.

Y lo llamaron de Cuba. La invitación consis-tía en participar de unas jornadas sobre ani-mación socio cultural. Debía dar un taller y

ofrecer también un show para dos mil tres-cientos adultos en un teatro de La Habana. Pescetti tenía preparada una rutina de una hora, pero se quedó corto. Para estirar, enton-ces, se vio obligado a aplicar con los adultos algunos juegos que solía implementar cuando se iba de campamento con sus alumnos de la escuela. Le fue bien. Ahí supo de sus dotes de animador de masas. Y ahí entendió, también, que los movimientos se dan por necesidad. Y que él estaba necesitado.

–Si las cosas se dieran ahí donde uno está, uno no estaría en movimiento. Hace un mes, por ejemplo, estuve en La Habana y me

“Este país tiene un pensamiento muy autoritario y muy polar: estás con migo o en mi contra. Y después tenés que pararte frente a un grado ¿y cómo les decís a los chicos ‘niños, tienen que hablar serenamente, escuchar lo que opinan los compañeros, no se agarren a las piñas’?”

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decían: “Mira, chico, acá hacer un chop suey no es como en tu país, que tú te vas a un lugar y compras todo. Acá tú te enteras que la zana-horia está en tal barrio, que la soja viene la semana que viene y está en otro barrio, y esa realidad te pone en movimiento”.

Con Pescetti fue igual, o parecido. Para armar su propio chop suey, tuvo que alejarse de la Argentina. Sobre todo porque el Plan Nacional de Lectura donde él trabajaba dando charlas y talleres (durante el gobierno de Raúl Alfonsín) fue desmantelado apenas llegó Carlos Menem. Pescetti se quedó sin trabajo. Así, en 1989, llegó a México, donde vivió el primero de doce años con una certeza: se dedicaría principalmente –y a diferencia de todos los años anteriores– al público infantil. En 1994 devino fundador del Movimiento de la Canción Infantil Latinoamericana y del Caribe. Y después llegaron los libros para chi-cos. Con uno de ellos bajo el brazo (¡Buenísimo, Natacha!) Pescetti regresó a la Argentina. Era el año 2001. Desde entonces y hasta hoy,

escribió más de una decena de títulos nuevos. El último de todos (Te amo, lectura, una

nueva saga de Natacha que acaba de llegar a las librerías) cuenta el problema de una docente de colegio primario. Para que los alumnos se entusiasmaran con los libros, decidió separararlos en dos grupos y pedirles a los varones que se especializaran en Tom Sawyer y a las nenas en El Principito. Pero cada mitad se compenetró tanto con su perso-naje, que terminó habiendo un mayúsculo descontrol por ver cuál de los dos individuos era mejor persona. En ese caos, sin embargo, los chicos lograron encontrar un orden. El orden que permite entrar a la literatura.

–¿Los chicos leen menos que antes?–Claro que no. En este momento hay mucha

gente dedicada a escribir una literatura para jóvenes muy buena. Tenés a Elsa Bornemann, a Jordi Sierra, el Fondo de Cultura Económica tiene una colección para Grandes Lectores muy buena. El año pasado me invitaron a la feria de Bologna, en Italia, y me quería morir cuando veía la variedad de libros… Con esto digo: las editoriales no son entidades de bene-ficencia. O sea que si publican tantos libros es porque los venden.

–Quizás las ventas estén más sujetas al deseo de los padres (“que el nene lea”) que a la lectura real de los chicos.

–¿Pero quién dice eso? ¿Cómo constata una persona que “cada vez se lee menos”? Creo que esas opiniones se vierten muy ligeramente y con poca fundamentación de campo, de estu-dio. ¿Leen menos? ¿Por qué? ¿Viste que tus sobrinos leían menos? ¿Menos en relación a qué? ¿A los chicos de antes, que leían más? ¿Y vos viste que antes se leía "más"? Creo que hay impresiones que se dan por supuestas. Suponete que se diga que leen menos porque hay más Internet y más televisión, entonces el problema no es que leen menos. Es que sur-gieron más variantes de entretenimiento.

–¿Y eso no va en detrimento de la lectura?–No. Es un desafío, en todo caso... No es que

surge “en contra de”. Hay muchas cosas que la televisión e Internet pueden hacer y contar. Y hay otras cosas que las hace mejor la literatu-ra. Hay que adaptarse. A lo mejor no tenés que tomarte dos páginas para describir un paisaje, porque a los pibes les interesa otra cosa: que cuentes un conflicto en un persona-je de modo tal que el pibe lo lea y diga “guau”. Pero no más que eso. ¿A vos realmente te parece que los papás de hace treinta o cin-cuenta años les leían más cuentos a sus hijos?

–Quizás llegaran menos quemados a sus casas.

–No, yo creo que hay un mito. ¿Sabés cómo me pudre eso de que “todo tiempo pasado fue mejor y ahora mirá qué desastre”? En el blog, yo recibo muchos comentarios de papás que leen con sus hijos. Y no me imagino que antes los papás tuvieran más descanso y tiempo para leer. Fijate en los inmigrantes de princi-pios de siglo XX: ellos no leían nada. Pero sus hijos terminaron leyendo.

–O sea que el deseo de lectura no nace tanto de la insistencia de los padres.

–No. Puede haber un incentivo, sin dudas, pero el deseo nace más de una curiosidad genuina de los chicos.

–En muchos de sus libros hay silogismos y planteos filosóficos. Da la impresión de que le interesa despertar en los chicos una suerte de “sed de preguntar”. ¿Es así?

“¿Cómo constata una persona que “cada vez se lee menos”? Creo que esas opiniones se vierten muy ligeramente y con poca fundamentación. Hay impresiones que se dan por supuestas.”

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–A mí me gusta mucho la indagación filosó-fica, que es cuando planteás un punto y en torno a ese punto abrís todas las argumenta-ciones posibles, que ayuden a alumbrar de otra manera ese conflicto que se plantea. Y sí, claro, quiero que los chicos se hagan pregun-tas. Lo que más me importa es decir: “Miren: nos tocó este viaje en este ómnibus. Nos tocó convivir, compartir esta época, este tiempo, esta ciudad, este barrio. Entonces, si alguno piensa diferente que lo diga con paciencia y que oiga con paciencia”. Es lo que más quiero transmitir. Basta de iluminados que imponen lo que creen a las patadas.

–¿Habla de alguien en especial? –Hablo de la Argentina en especial. Este

país tiene un pensamiento muy autoritario y muy polar: estás conmigo o en mi contra. Hay poca paciencia para sentarse a exponer tu argumento y oír el del otro, y las verdades son verdades porque yo las digo, no porque se demuestran, explican, construyen. Siento que en Argentina siempre tenemos que estar labu-rando por la paciencia y porque no te pechen. En todos los órdenes. Y en relación a los niños, siento que todo este tiempo de democracia, tan bueno, no dejó a la vez de ser una fuente constante de contradicciones para quien tiene que estar frente a los chicos y decirles "vamos en esa dirección".

–¿Pero hay una sola dirección?–No. Pero me refiero a la forma en que se

plantean las direcciones. Cuando estaba Alfonsín había unos que eran iluminados y lo querían voltear; cuando estaba Menem... bueno, lo que ya sabemos. Con los Kirchner

constantemente escuchás, en todas las direc-ciones, voces de iluminados que dicen que son los representantes de los verdaderos valores de la Argentina. Y después tenés que pararte frente a un grado, ¿y cómo les decís a los chi-cos “niños, tienen que hablar serenamente, tienen que escuchar lo que opinan los compa-ñeros, chicos no se agarren a las piñas”? A mí me da vergüenza, a veces, cuando escucho a los funcionarios públicos. Olvidaron que asu-mir un cargo público implica resignar indivi-dualidad, administrar para quienes piensan como vos y también para quienes no piensan como vos. Esa conciencia de la responsabili-dad, de las consecuencias de los propios actos, es lo que yo más profundamente intento tra-bajar con y para los chicos.

–¿Cómo hace? –Les hablo de las cosas que viven sus fami-

lias, y en un lenguaje que ellos reconocen cercano, familiar. Si quiero que alguien se sienta identificado con lo que estoy contando no puedo decir “y entonces Tomasito, sintién-dose increpado por sus compañeros...” porque lo va a sentir lejano.

–Debe ser difícil marcar el límite con el len-guaje demagógico.

–Hay que ser cuidadoso con ese límite. Pero para mí la demagogia es eso: mi límite. Yo tengo que ser no solo creíble, sino sincero. No quiero ser trucho. No escribo para ganarme la simpatía de los nenes. Si hago eso, soy un estafador. De hecho, en mis espectáculos puede pasar que los chicos, en algún tramo, se aburran.

–¿Y eso no le preocupa?

“Hay muchas cosas que la televisión e Internet pueden hacer y contar. Y hay otras cosas que las hace mejor la literatura. Hay que adaptarse. A lo mejor no tenés que tomarte dos páginas para describir un paisaje, porque a los pibes les interesa otra cosa.”

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–Sí, pero y qué. Los chicos se enganchan, se desenganchan, se vuelven a enganchar... ¿Y qué? El riesgo de que no se aburran es estar arriba constantemente. Y estar arriba me des-truye lo que tengo para decir. Lo que una per-sona puede emitir como mensaje, modula. Cualquiera que haga mezcla de un disco sabe que hay que bajar para después poder subir, porque de lo contrario no se percibe nada. Y a mí lo que más me interesa es transmitirles cosas a los chicos, que ellos vean que su mundo es sujeto de cultura, que las charlas con sus mamás, las discusiones con el hermano, for-man parte de la cultura en la que estamos inmersos.

–¿La inclusión en sus canciones de alusiones a los pedos, los mocos, etcétera, tiene que ver con esto de hablar de “su mundo”?

–Digamos que es una convención de familia-ridad. Esas referencias antes se admitían como chiste en un almuerzo familiar de un domingo, pero no en un espectáculo. Lo que hice fue crear tales condiciones de familiaridad y afabi-lidad y confianza, que las canciones y los chis-tes se aceptan con la misma naturalidad que cuando estás en una reunión familiar. Solo eso. De todas formas, pongo una o dos de esas can-ciones por show, lo tengo muy dosificado. No lo hago mucho, pero como otros espectáculos no lo hacen entonces llama más la atención.

–¿Tuvo algún comentario de un padre o de una maestra molestos por estos tópicos?

–Me ha pasado de todo, hasta han sanciona-do a una maestra por cantar una canción. ¿Pero cuántos discos vendidos hay? ¿Cuántos miles de ejemplares vendidos hay? Los casos entonces son mínimos. Y así y todo no está mal. Cuando vos hacés público un mensaje puede haber personas que no comulguen con tu escala de valores o tus métodos. Suponete que mi disco llega a un judío ortodoxo o a un testigo de Jehovah o a alguien del Opus Dei, o a un cristiano de los que van a misionar al

interior, yo no puedo molestarme si mis can-ciones les generan rechazo. Tómenlas o déjen-las. Ahora bien: no me jodan con lo que yo hago. Y no jodan a los que les gusta lo que yo hago.

–¿Le ha pasado eso?–No. Yo oigo la crítica con respeto. Y si no es

anónima y no viene con algo fuera de tono, hasta la publico en mi blog.

–En su blog hay espacio para mucho. Ha lle-gado a postear, años atrás, una “Carta abierta a los niños” donde se refería a una noticia tre-menda: un vecino había violado y matado a su vecina, y luego había violado a una nena de trece años. ¿Por qué quiso hablar de eso?

–Porque tenía algo para decir. No importa si es ladrón o policía, un familiar o un juez, un presidente o un militar: nadie debe someternos con miedo. Eso quería decir. Y quería decir que no hay por qué sentir vergüenza de pedir ayuda ante un caso así. Porque cuando vos decís “los niños tienen derecho a la identidad” está per-fecto, ¿pero qué quiere decir eso? No es solo un nombre y un documento, que igual es muy importante. El derecho a la identidad también tiene que ver con hablar de si sentís o no ver-güenza de quién sos o de quién es tu familia, con hablar de quiénes son tus amigos, de cómo es el barrio en el que vivís, de cómo se relaciona alguien con vos, cómo te habla. Tiene que ver con hablar de que vos existas o no existas, de que no existas para nadie y nadie te dé bola pero te den órdenes. Todo eso tiene que ver con la identidad. Y yo trato de hablar de eso en mis trabajos. Porque si les hablo a los pibes de mundos ideales, es como pedirles que se orien-ten en Buenos Aires con un mapa de principios de siglo XX.

El blog de Luis Pescetti (www. luispescetti. com) es un territorio generoso. Allí pueden leerse fragmentos de libros, posteos brutales y libres de cualquier demagogia y –lo más cándi-do de todo– aparecen los mensajes de los niños que lo siguen. Aunque, también, de los que están obligados a seguirlo. Desde que en varias escuelas los libros de Pescetti fueron tomados como lectura obligatoria, llegan a la página mensajes del tipo “necesito el resumen de tal libro YA para mañana”. Días atrás, sin ir más lejos, pudo leerse el siguiente post: “POR FAVOR que el autor no escriba libros TAN LARGOS. Alguien se lo tiene que decir! 250 páginas a lo mucho! Si el autor todavía está vivo, que alguien se lo diga!”

–Yo leía ese mensaje –recuerda Pescetti y hace cuernos con los dedos– y decía “¡la puta que te parió!” ¿Cómo “si todavía está vivo”? Pero después pensé: los pibes vienen y me lo escriben en el blog… ¿No ves que son unos pescaditos?

“Nos pasamos diciendo frases del tipo ‘quiero mucha seguridad en la pareja, pero que no me ahogue’ o ‘contame tus fantasías pero por favor que sean normales’. Es como pedirle a un mozo que te traiga seis bombas de crema que no engorden.”

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Por Nicolás E. PEralta

¿Cuáles son sus cinco libros de cabecera?

–No los tengo que pensar mucho: Pedro Páramo del mexicano Juan Rulfo, Ficciones de Jorge Luis Borges, El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez, Todo lo sólido se desvanece en el aire de Marshall Berman. ¡Ah!, casi me olvidaba de Respiración artificial, de Ricardo Piglia. Esta buenísimo.

–¿Cuáles son los libros a los que vuelve siempre?

–Vuelvo porque me gusta y siempre encontrás cosas nuevas, cómo no volver a Hamlet o El Eternauta. Me gusta recorrer Facundo, el libro de Sarmiento. Y cualquiera de Rivera, aunque últimamente me gusta releer El Farmer.

–¿Tiene algún ritual de compra?

–La verdad, mi modus operandi es ir a las editoriales y a redacciones, y saquear. Cuando viajo siempre encuentro algo. Eso sí, no doy bola a novedades, salvo al libro sobre el mundo del arte de Sarah Thornton: Siete días en el mundo del arte. Es decir, en ficción, cero novedades; en ensayo, sí.

–¿Confía en el criterio de alguien en especial?

–Sí, claro. Gente de Sociología, de poesía, de arte, de letras y periodismo que conozco. No importan los nombres, son gente que quiero y respeto, personas como mi hermano Jorge Repiso.

–¿Los dos últimos libros que compró?

–Uno de Sempé, en París. Y uno de Kapuscinski acá: Los viajes de Heródoto.

–¿Algo que lo desilusionó?

–Alguna biografía, seguro. –¿Cuánto dinero sería

capaz de gastar en libros?–No lo sé.–¿Qué se arrepintió de

haber comprado?–No se dice.

–¿Cinco libros que le pediría a un ladrón que no se lleve?

–Muchos. Libros de imágenes. De Picasso, de Sempé, de Steimberg o de Cartier Bresson, y alguno de historia del arte.

–¿Le gustaría haber vivido la vida de algún personaje en especial?

–Sí. La del Corto Maltés o la de Neal Cassady.

–¿Alguna vez afirmó haber leído un libro o a un autor que nunca leyó?

–Como todo el mundo, hablo de Marx sin haberlo leído.

–¿Tiene incunables o rarezas?

–Tenía la primera edición de El informe Livraga, es decir Operación masacre, y se lo regalé a un amigo. Y un librito de Crumb, edición numerada.

–¿Tiene algún libro que todavía no haya abierto? ¿Por qué?

–Los de Stieg Larsson. ¿Por qué? Nadie me apura.

–¿Lee cuando está nervioso o cuando está tranquilo?

–Tengo que estar sereno. Nervioso, solo si me apuran porque tengo que ilustrar algo.

–¿Leía cuando era chico?–No tanto. Leía muchas

historietas. El primer libro fue Hamlet, a los ocho años. Fue en San Roque, Corrientes. Estaba recluido en una habitación, enfermo y el libro estaba en una repisa. No lo pude evitar.

–¿Cuál fue el primer libro que compró?

–Alguno de Séptimo círculo o de Minotauro. No me acuerdo.

–¿Recita de memoria partes de libros? ¿En qué situaciones lo hace?

–Cito algunas frases. Lo hago cuando me quedo sin recursos propios, ya que no me gusta citar, es superficial.

–¿Tiene libros que pidió prestados y no devolvió? ¿Qué hará con ellos?

–Muchos. Los devolveré a medida que me vayan devolviendo los que presté. Es decir, nunca. 2

*Dibujante y humorista gráfico

los discos de

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“No me gusta citar frases de libros, es superficial”miguel rep*

Los viajes de Heródoto. “Librazo. Kapuscinski es infaltable. Es uno de los últimos que compré.” Corto Maltés. “Me gustaría ser este personaje. Admiro esta creación del italiano Hugo Pratt.” Henri Cartier Bresson. “Genial. Este es un libro infaltable para mí. Si viene un ladrón no dejo que se lo lleve. Ni loco.”

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E s inútil. Siempre será inútil todo lo que hacen los gobernantes. Porque

lo hacen sin pensar en la gente, faltándole el respeto al espíritu de la ciudad. Sin ideas y con el único objetivo de no afectar el orden establecido. Además de que no conocen la ciudad porque no la caminan. Ni tienen un sentimiento de afecto por unas calles, unos barrios, algunos barcitos.

Si los políticos tuvieran el amor que Fabián Casas tiene por Boedo, no se verían tantos desastres en las calles. Tantas obras al pedo, tanta calles cortadas o veredas agrandadas con tontos canteros; tanta plaza enrejada…

Lamentablemente, los políticos tienen en su agenda el hacer a cualquier costo y con el único objetivo de recaudar más y alimentar el espíritu vil de los truhanes de turno, que se benefician con cada medida de gobierno.

Por eso, cada tanto, podemos ver al gobernador decir que es importante pagar el monotributo. "Y apoyar a los que pagan y castigar a los que no pagan". Y bajo este pensamiento primario, se sostiene una extraña ley de obediencia debida. ¡Y así estamos!

Solo basta pegarse una vuelta por el conurbano, para ver de qué manera vive la gente. Verán esos carteles azules gigantes, carísimos, donde se dice que Scioli y compañía "hacen". Parecen una broma de mal gusto; un

cartel puesto por la oposición. "Hacer" es una buena palabra en este país para forrarse los bolsillos propios y de los amigos. En este extraño hacer el país se funde cada día más…

Por eso digo, la calle Pueyrredón no se dejará vencer por las ideas reformistas de un Macri, un De La Rúa o, antaño, un Carlos Grosso. ¡No, señores, Buenos Aires tarde o temprano ejerce su derecho a réplica! ¡Y así les va en las elecciones; pierden por goleada, "los bajan a la tierra", como a Diego!

exclusividad de los argentinos!

La calle posta, la que nos interesa es la que va de Corrientes hasta Rivadavia, apenas un tramito, un cambio brusco en la diversidad de su camino. Pero en este tramo se convierte en la calle de las "bipatitas".

Y así la conocí yo, queridos lectores, "la calle de las bipatitas", me lo dijo un compañero de supermercado que tenía por hobby salir a levantarse mujeres los sábados a la tarde. "¡Vamos a caminar por la calle de las bipatitas!", me decía y

tras cartón

Aunque los que supuestamente son otros son los mismos tránsfugas con otro nombre o enrolados en un nuevo partido político.

La doble mano de la calle Pueyrredón no va a cambiar en nada su vida alocada, su otra vida, porque esta calle grande pertenece a otro mundo; a otra ciudad, a otro país; a una Buenos Aires distinta y casi desconocida para muchos. Esta calle en sí misma hizo pedacitos la idea de los nacionalismos. ¡Pueyrredón ya pertenece a toda Sudamérica y sería un pecado decir que es

Pueyrredón no va a cambiar por la doble mano

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Pueyrredón no va a cambiar por la doble mano

salíamos juntos a perseguir vendedoras de los locales del Once que iban de un local al otro con una caja de zapatos o, siervas que salían los sábados a la tarde a comprarse un par de zapatos para ir, a la noche, a bailantear.

Desde Corrientes hasta La Perla, Pueyrredón es un espectáculo en sí misma. Mayormente transitada por buscavidas, porteños vagos, minitas en edad escolar con ganas de haraganear; inmigrantes desesperados por la tiranía comercial que significa conseguir cualquier

changuita que le aporte para la pensión, el sánguche y el cigarrillo. No aspiran a más.

Se pueden ver frente a la plaza la fila de taxistas parados, cruzados de piernas, apoyados en las puertas abiertas de sus taxis con el único fin de levantarse una mujer hermosa de esas que hacen la calle y necesitan viajes de cinco cuadras hasta el telo: ¡se hacen llevar en taxi, las trolas, con el pretexto de que las pueden ver en el colegio del nene que "está acá a la vuelta"!

Y el tramo más apasionante

es sin duda "Los 50 metros de La Recova", sexual por todas partes. Es una delicia caminar por ahí abajo, ver a las vendedoras de los locales apoyadas en los percheros, como pidiéndole a uno que se las lleve bien lejos y en moto. Rica en amores, levantes callejeros, venta de baratijas truchas, robos al voleo, contrabandos de película o atracos en plena calle "a lo Patoruzito" con cuchillo tramontina y a cara descubierta.

No está de más decir que los puestos de revistas son verdaderos laboratorios sociales sudamericanos. Están bien surtidos, tienen lo que se busque en materia gráfica. Diarios paraguayos, pasquines chavistas, bolivarianos o de Evo Morales. El periódico El Inca Furioso es genial, solo se distribuye bajo La Recova. Se suman películas piratas y revistas de la farándula que vale la pena hojear. Joyas del periodismo del espectáculo, como Paraguayísima o El Márquez. La esquina de Pueyrredón al 1, junto a la avenida Rivadavia, de frente al bar La Perla, es el gran rincón de Buenos Aires. Pararse ahí es uno de los grandes placeres de esta vida.

No es para menospreciarla, pero desde Corrientes hasta Las Heras, ya es otra cosa. De su espíritu solo conserva el nombre, pierde fuerza, "se vulgariza" en edificios altos, bares modernosos; viveros y casas de computación. Es otra calle, queridos lectores,

cambia de barrio, de gente, de clase social. Aparece la Buenos Aires europea de siempre, del gusto refinado y los restaurantes exclusivos. Incluso se aligera el tránsito y los gritos y los ruidos salvajes desaparecen.

¡No se puede comparar Pueyrredón a la altura de Sarmiento, que es bien cafetera, promiscua, llena de parrillitas de choripanes o vacíopanes y negocios de todos los rubros del mundo, el colmo del buscavidaje, con esta Pueyrredón a la altura de la avenida Santa Fe, que se vuelve pituca, inglesa, moderna y gay!

Y de allí, continúa recta en su cambio, como un camaleón, a la altura del Hospital Alemán y termina en el colmo del bacanaje: la avenida Libertador, frente a la Facultad de Derecho. Zona de gateríos de la farándula o nuevos ricos grasas y hacia los cuales se acerca a "alternar" un presidente yanqui de dudosa reputación. Pero antes pasa por lo más refinado de Buenos Aires, impúdica en su crecimiento: cruza la pituquísima y cacerolera avenida Las Heras. Atraviesa el triángulo de edificios de corte inglés representante de lo más cotizado y odiado de Buenos Aires: el barrio militar, las piletas de ATC, el Automóvil Club Argentino, las embajadas de los Países Bajos, el Museo Malba, el Shopping Paseo Alcorta, la exclusivísima calle Tagle, donde está la Embajada del Perú ¡Perú! Casualmente bien lejos del Once.

Washington CuCurto

DIEGO SANDSTEDE

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Por CiCCoFotos Eduardo CarrEra

¿Sabe de qué hablan las porno stars argentinas cuando se encuentran todas juntas en un mismo ambiente, con la ropa puesta y se llevan pocillos

de café o cigarrillos a la boca, en lugar de acto-res? Ellas hablan del porno globalizado. No es un término que utilicen directamente, es ver-dad. Pero eso no quita que aludan al tema de las maneras más diversas, conversaciones que giran en torno a cómo un buen polvo provoca irradiaciones magnéticas en seres remotos prendidos a la ubre de la pantalla muy pero muy lejos, del otro lado del océano, gente que escribe distinto, que luce distinto, que piensa distinto, pero que, a la hora del sexo, se les para con los mismos estímulos de cualquier mortal. La Argentina es número uno en Latinoamérica en cuanto a proveeduría de

actrices a las grandes ligas del porno. Un dato: en 2008, había 1.600.000 sitios de sexo on line. Hoy se estima que son más de dos millo-nes. Ahora bien, solo en AEBN (Adult Entertainment Broadcast Network), el sitio más popular del mundo, con 100 mil películas condicionadas on line, cinco de los films más vistos en la categoría latina son hechos con actrices made in acá a la vuelta. Algunas –las cuatro, por ejemplo, convocadas por revista C para esta nota–, en el exterior son recibidas como si fueran una versión tetona, perversa y retorcida de los Jonas Brothers.

“Cuando voy a España, los fanáticos me van a buscar al aeropuerto con ramos de flores. En México, un fabricante de platería me regaló una valija llena de productos porque sabe cuánto me gusta usarlos en mis películas. El otro día, vino un empresario metalúrgico español, se alojó en el Faena Hotel y me ofre-ció dos mil euros para tener sexo con él. Y acá,

porno stars d e exportaciónCuatro argentinas

famosas en todo el mundo y de

las más requeridas en Latinoamérica. El trabajo, la paga

y las jerarquías entre actrices del sexo duro.

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en mi país, ya no puedo entrar ni a Banchero, que tengo media pizzería mirándome”. Una historia de porno global puede ser de esta clase, como la que acaba de contar Milena Hot, con clubes de fans en Alemania, Francia, Italia y los Estados Unidos –además de toda Latinoamérica–. Una morocha de 95-60-90 que actuó con el gran Rocco Sifredi y a quien la Cicciolina consideró un referente del porno latino. La Hot, dice, filmó más de 200 pelícu-las –récord en estas pampas–, la mayoría con destino más remoto que el de la soja, y todas ellas con una banderita flameante en sus cará-tulas de identificación que afirma como las hamburguesas: “100% argentina” y sin reten-ciones del gobierno.

Como en Cuba el porno está prohibido y el caudal de Internet limitado, envían las pelícu-las a los fanáticos –unos 70, según cálculos de Milena– en escenas de diez segundos. “Después los admiradores de Mile las van

pegando y arman su película”, dice Rubén Danilo, su director estrella. “En Venezuela pasa algo similar, la gente no puede ni sacar dólares para comprar sus películas, así que se las mandamos por mail”.

Milena es récord latino de gang bang, sexo grupal, varios hombres con una mujer, el equivalente visual a soltar una larva en un hormiguero. En escena, la Hot se pasó a 25 tipos por ahí abajo. El top mundial lo tiene Lisa Sparxx, quien en 2004 sirvió a 919 hor-miguitas. Aun así, nadie hasta hoy igualó a la Hot, al menos con una entrepierna que habla-ra en español.

Sin embargo, la especialidad de Milena que agarrota a los fans del planeta, sobre todo en la zona de la muñeca, no es el sexo hormigue-ro: es la mamada. “Le pongo una pasión espe-cial a ese tema –se entusiasma ella, un celular en cada teta–. Se ve que me gusta tanto que a los fans los vuelve locos”.

porno stars d e exportación

“La Argentina es número uno en Latinoamérica en cuanto a proveer actrices a las grandes ligas del porno.

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Su película Oficina hot recibió premios en España y acaba de estrenar seis largometrajes juntos, uno de ellos teniendo sexo con la sex-matic, una máquina que parece una mezcla de aspiradora y lanzador de pelotitas de tenis, pero con una finalidad radicalmente distinta. En la Argentina, Milena cobra 2.500 pesos por película. En el exterior, 1.500 dólares la escena. Milena encaja perfectamente con el perfil de morocha latina que buscan afuera, dicen los productores del rubro. Una vez, llegó un cineasta porno ruso y preguntó si estaba ope-rada. Cuando le dijeron que no había siliconas de por medio, se relajó: “La queremos contra-tar –dijo–. Estamos hartos de las operadas. El plástico no va más, y si está depilada perdemos el 80% del mercado. Trae a los hombres recuerdos de sus hijas y pierden la erección”.

La Hot está por dirigir su primera película, La devoradora, y de organizar, junto a Danilo, el Festival Internacional de Cine Erótico en Buenos Aires a fin de año.

Ahora bien, ¿se deja tocar las lolas por el cronista? Se deja. Viste remera ajustada negra con conejito de Playboy y letras doradas con su nombre artístico. Al tacto, las lolas de Hot resultan maleables y generosas como milanesa en restorán de Mataderos. "Todo natural, eh, ponelo", dice ella, la remera levantada. "Las tengo caídas porque tuve una hija pero eso gusta en el exterior. Allá están de moda los rollitos".

De Ibiza a Bucarest“En los Estados Unidos editaban carátulas de películas con fotos de actrices argentinas, donde ni siquiera actuaban. Tuvimos que ini-ciar una demanda para que las sacaran de cir-culación”, dice Víctor Maytland, camisa a cua-dros, cigarrillo en mano, el director porno más prolífico de América Latina y, desde hace tres años, empleado full time de una productora de capitales norteamericanos, Cine X Latino. Hoy en día, las películas de Maytland se exhi-ben en 50 sitios de Internet de todo el mundo. Se ven hasta en Madagascar. Pero al último lugar donde llegan es acá mismo, en el profun-do sur. Sin ir más lejos, acaba de estrenar en la Argentina dos películas filmadas y estrenadas en el mundo hace más de un año –Las estacio-nes del placer, con Buenos Aires nevada, y la fantástica Veneno–. Maytland se va para arri-ba. Y para afuera. Igual que las protagonistas.

Lorena Frey, por ejemplo, es una actriz XXX tan de exportación que terminó radicándose hace cuatro años en Madrid para dar lugar a las constantes demandas del viejo continente de verla a Lorena agitando la pelvis y a otros actores agitándola a la par de ella, junto a sus instrumentos de viento.

El porno puede ser próspero, fructífero y bien cotizado, pero básicamente es un género pegajoso. Frey encontró en portales de Madrid, Barcelona y Alicante, gente que utili-za sus fotos en tarlipes sin permiso. Una rusa promociona sus servicios en Internet hacién-dose pasar por ella. Y en el portal My Space existe una Lorena Frey apócrifa. “El otro día mi novio italiano me dijo que me había visto en un sitio de Internet pago con una escena que filmé hace mucho y que siguen vendien-do”, se lamenta Lorena. “Dios mío, ¡no la bajan más! Para mí ya es un quemo”.

Una de las películas de Frey, Todos a bordo, tuvo tanto éxito en Europa que los fanáticos crearon un sitio con su nombre. Un mes atrás, en Ibiza, durante el cumpleaños de su amigo Caco, dueño de una cadena de discote-cas, un hombre se acercó a su mesa, con una sonrisa más grande que la torta: “Cojones, pero si esta tía es Lorena Frey, una de mis actrices porno favoritas”. Lorena, que cultiva su perfil porno a un nivel subacuático, por poco se esconde bajo el mantel. Ella quiere dedicarse a su estudio de edición, dice que está por grabar un programa periodístico en España, y cuenta que ya está retirada del rubro, cosa que la mayoría dice y pocas cum-plen. Pero no hay lugar donde Lorena pueda sentirse libremente anónima. Sus películas aparecen recomendadas incluso en revistas de Budapest. “Mirá que cambio de look y me reconocen igual”, dice Frey, con los hombros caídos y las lolas enarboladas bien alto, razón por la cual, aun cuando lleve máscara de Teletubbie, es reconocida a nivel mundial. Sus medidas son 96-62-95 y cotiza mil dóla-res la escena. Su especialidad en el porno es, fuera de broma, los libretos. Hizo de esposa de Bruce Willis en una parodia de Duro de matar. Fue Gatúbela. Fue enfermera en la remake XXX de Kill Bill. Lo suyo es la buena presencia –si se entiende por buena presencia unas lolas con forma casi deportiva, una cola trazada con un compás, y una boca de labios suculentos como merengue de torta–. No acepta escenas de sexo anal, ni doble penetra-ción, ni facial. Es decir, no acepta que la aga-rran entre dos tipos, que la tomen de atrás, ni que le llenen de pitos la cara.

En la cara interior del brazo, Lorena se hizo tatuar su nombre en argelino porque, en fin, le gusta. Su padre, Norberto, es dueño de barracas y empleado de Coca-Cola –ella dice que fue socio de Coca-Cola, pero cuando se le piden más precisiones, Frey se mira las lolas y este cronista se distrae–. De chica quería ser bailarina clásica. Viene vestida con pañuelo de leopardo, bolso plateado y una remera gris explosiva que dice Heaven en aerosol con

“Cinco de los films más vistos en la categoría ‘latina’ fueron hechos con actrices made in Argentina.

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chispeantes firuletes de colores. ¿Se deja tocar las gomas por este cronista? “Una cosa es una escena y otra un reportaje”, explica y hay que ser comprensivos. Y guardar las manos en los bolsillos, del mismo lugar de donde salieron.

El porno merengueSi piensa que en el mundo porno están todos metidos en una misma bolsa, cortados por la misma vara, encamados en la misma cama, está equivocado. Por lo pronto, en el rubro femenino hay dos clases de actrices que los directores emplean según sus necesidades:

están las que aportan el glamour y el físico, como Lorena Frey. Es decir, las muñecas que aparecen en las carátulas y hacen que uno se decida por llevarse la caja gracias a un impul-so categórico desde abajo del cinturón. Y, por otra parte, están las obreras del porno, las que en las escenas se interconectan con medio mundo como una central telefónica. En gene-ral, las chicas de carátula no son explosivas en la cama y están llenas de límites y en las notas los cronistas no le tocan, bajo ningún aspecto, las lolas ni por equivocación. En el porno, son la cobertura de la torta. Las obreras, en líneas generales, no van a las portadas, pero son el

“En el porno hay dos clases de actrices. Están las que aportan glamour y físico, las que aparecen en las carátulas y hacen que uno se decida a llevarse la caja; y están las obreras del porno, las que en las escenas se inteconectan con medio mundo como una central telefónica.

CuErPos Famosos. Row, Hot, Frey y Touche son

caras conocidas para los consumidores de porno, de acá a –literalmente–

la China.

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merengue que le da sabor. Y, con el tiempo, todo el mundo olvida la cobertura. Pero nadie, en su sano juicio, se olvida de un buen merengue.

“Todo lo que no hace Lorena, por ejemplo, lo hace ella”, dice Maytland y señala a una chica morena, menuda, sonriente, de sombre-ro blanco y con lentes de contacto de color gris como, gris como, bueno, como un día gris. Ella es Ana Touché. Ahora se ha cambiado para las fotos, pero vino en jogging para no ser reconocida por la calle. “Me gusta el bajo per-fil”, dice. Así, en ropa deportiva, jamás voltea-rías a mirar a la Touché. Excepto, claro está, que la reconocieras de alguna de sus películas. Que, por ejemplo, recordaras cómo en La puta de mi madre 2, Touché eyectaba desde la entrepierna una bola de billar –una bola raya-da, verde–, mientras recibía una penetración anal poderosa como la de un torero. O que te viniera en un relámpago a la mente cómo Ana satisfacía a siete jugadores en la película Club atlético, o a Jason y al Loco de la Motosierra con otra clase de armas en Scary sex movie. O cómo sobrevivía a los 28 x 6 centímetros del africano Canú, en Gozando por un sueño, su debut en el rubro.

Sus medidas son humildes: 85-58-90. Debutó sexualmente a los 14 en el carnaval de Río. Bailaba en la comparsa Bella Flor, la ganadora del año y cuando quiso acordarse un bailarín se había llevado su virginidad para siempre. “Lo hicimos en el pasto y me acuerdo de las hormigas, cómo me acuerdo de esas hormigas y cómo me dejaron el culo”, dice Touché, guarra y malhablada. Los producto-res norteamericanos ya apuntaron su nombre en el catálogo de porno stars latinas. Hoy Ana recibe mails de admiradores de Canadá, Italia, Estados Unidos y Australia, donde su escena en Zona roja fue de las más vistas a nivel nacional.

Touché lo protagonizó en 2008. Y la escena del trío con ella, un hombre y un trava fue la más vendida en su categoría del mes. Maytland se acuerda y se ríe: “Llegó un momento en el que dije: ‘Basta chicos, no se me ocurre más nada. Me parece que no hay más cosas que se puedan hacer en un trío’.”

Touché no tiene nada hecho, al menos no hecho por sus padres. Ni tatuajes. Ni pelo teñido. “Los productores de afuera piden mucho actrices al natural –dice Maytland–. Y a Ana los fans la respetan mucho por eso”.

La chica elige una cualidad sobresaliente: “Lo mío es el sexo anal. Yo soy muy espontá-nea. Me gusta el sexo fuerte. Para hacer cucharita, me quedo en mi casa. Yo amo el cine porno, me encanta las cosas que podés expresar con el sexo sin decir una palabra”. Su

código: no hace escenas con niños. Ni con animales. “Ahora, si el caballo tiene ojos claros –a Touché se le ilumina la cara–... ja, ja, la que le espera”.

Su papá se llama Aníbal, metalúrgico de Montevideo. Su mamá murió cuando Ana tenía 17. Está por terminar su primera película como directora, Viciosa, donde acaba enchas-trada con miel y crema, y se saca varios metros de bolas de colores de allá adentro. ¿Se deja tocar las lolas, la Touché por el cronista? “¿Sólo las lolas me vas a tocar?”, dice ella, can-chera. Sus 85 de lolas son simpáticas, portáti-les, uno las puede retorcer y vuelven a su lugar como esas esponjas para sacar las tensiones de la mano.

Grande en ChinaLa fama de Romina Row –más de diez pelícu-las en su haber, medidas 95-60-95, según ella, naturales, y defensora de la causa wichi– ya desembarcó en China. “No lo podía creer, un portal de allá subió mis fotos y estaba lleno de comentarios”, cuenta Romina. “¿Y qué decían esos comentarios, eran elogiosos?”, le pregun-ta este cronista, intrigado. “¿Y qué sé yo qué decían, si estaban en chino? Hasta vi revistas de Rusia con mis escenas”, dice Romina, orgu-llosa e internacionalizada. Su proyección mundial tiene sus motivos: durante mucho tiempo, Row fue la imagen de la señal Venus en Internet, que se emitía a nivel internacio-nal. Cuando era joven, la descubrió el director Maytland, desnuda y con sushi en el cuerpo, en un show en la disco Averno, y quedó ficha-da con las tres X para siempre.

Su fuerte en el porno, dicen, son las lolas. “Todo lo que hace Romina con ellas –cuentan aquellos que la dirigieron– es irrepetible. Practica la mejor turca de Latinoamérica”.

Una vez, vino Torbe, una celebridad del porno en España, un gordito de pito pequeño, cara y culo del exitoso sitio Puta Locura, que se dedica básicamente a viajar por el mundo teniendo sexo y mostrándolo a los que se sus-criben a su página. Cuando llegó a la Argentina, Torbe puso sus ojos en Row: bomba rubia, que evalúa desembarcar en el teatro de revis-tas en Carlos Paz el próximo verano, y la filmó teniendo sexo con él en un estudio. El video fue uno de los más visitados del mes. “Es la actriz porno más famosa de su país”, la calificó el gallego.

Pero Romina es una exquisita. “Nunca tuve orgasmos en las películas y me molesta que el actor se caliente conmigo.” Códigos, tiene un montón: no permite que le eyaculen en la boca, le dice no al sexo anal y al actor de capa caída lo deja que se atienda solo. “¿Ayudarlo a tener una erección? Ni loca. Que se masturbe.

“Ana Touché no tiene nada hecho, o al menos no hecho por sus padres. “Los productores de afuera piden actrices al natural.”

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El actor debe adaptarse a mí. No al revés”. Romina de chica quería ser veterinaria.

Ahora, estudia cine y sueña con hacer docu-mentales sobre casos policiales. “¿Viste esa historia de los presos de Sierra Chica?” “¿Cuál –se le pregunta–, aquella historia donde se comen a uno de los presos y juegan al fútbol con su cabeza?” "¡Esa, esa! –se entusiasma Row, hebillitas infantiles en el pelo–Me encan-tan los casos así, ¿a vos no?”

¿Deja que el cronista toque sus lolas? “¿Estás loco?”, dice. “La revista después la lee mamá”.

¿Sabe, por último, qué se le regala a las

actrices porno de exportación como señal de cortesía? Se le regala Sextual gel. Es un lubri-cante incoloro, inodoro, y según Maytland, que es quien realiza el obsequio a las actrices de esta nota, “se evapora al instante”. Touché hace girar el potecito, leyendo la letra chica. “Me lo hubieras dado ayer, Víctor. No sabés cómo me dolió”. Y se ríe, primero despacito, y después a carcajadas. Para una obrera del porno, una auténtica chica merengue que expulsa naturalmente bolas de billar y collares y miembros africanos, para alguien así, un gel lubricante es, en sí mismo, el mejor de los chistes.

“Nunca tuve orgasmos en las películas, y me molesta que el actor se caliente conmigo”, define sus códigos Romina Raw.

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Por Silvina Pini

La película Julie & Julia gira en torno a un personaje desconocido fuera de Estados Unidos, pero fun-damental para la historia de la coci-

na norteamericana, Julia Child. Todos los paí-ses han tenido su Buenas tardes, mucho gusto y su Doña Petrona C. de Gandulfo. En los años 60, cuando ser ama de casa empezó a ser una profesión que exigió manejar aparatos, hacer cursos y ganar títulos, Julia Child conquistó Estados Unidos con el arma más poderosa, la TV, que emitía su programa de media hora, The French chef. Así la Child marcó el ameri-can way of life, con un toque francés y se con-viritó en la primera en cocinar por televisión hace ya cuarenta y seis años. Refinamiento francés, propaladora americana.

La época le fue propicia. Jackie Kennedy era una primera dama abiertamente francófila. No sólo fue un ejemplo de glamour afrancesado en

su estilo de vestir, sino que contrató un chef francés para que cocinara en la Casa Blanca.

Hollywood mostraba desde la pantalla su idi-lio con París en películas como Sabrina o Un americano en París entre muchas otras, y el paraíso se acercaba considerablemente desde que las líneas aéreas hicieron sus primeros via-jes a la ciudad luz en jets y ya no en aviones a hélice. En este marco favorable, Child enseñaba técnicas de cocina francesa para al público masi-vo. El éxito fue rotundo. Varias generaciones de mujeres norteamericanas han aprendido a coci-nar con ella y le profesan el cariño que se puede tener por una tía o una abuela. Child no era una mujer cool, canchera con las cámaras. Al contra-rio, era una mujer grandota con cierta rigidez corporal y una forma marcial de hablar que las televidentes tomaron como una genuina pre-ocupación por que cada una de ellas aprendiera a cocinar bien. Su estilo duro, casí rústico, era recibido como un signo de máxima franqueza y complicidad. Aún hoy, a cinco años de su muer-

Mucho gustoMucho más famosa y popular, incluso, que Meryl Streep

–que la interpreta en el cine–, Julia Child fue la primera cocineraque dio clases por televisión y llevó un poco de glamour francés

a las mesas norteamericanas.

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te –fue en 2004, a los 92 años– la red está llena de testimonios de agradecimiento que remarcan la extraña sensación de que Julia le explicaba personalmente a cada una.

Si bien revolucionó la vida cotidiana de muchos hogares norteamericanos, Child no había sido hasta el momento de iniciar su carrera meteórica hasta convertirse en un ícono de la cultura norteamericana, una mujer sencilla. Nacida como Julia Mc Williams en una familia de clase alta en Pasadena, California, en 1912, creció rodeada de mucamas y cocineras, sin pisar la cocina. Cuando terminó la secundaria se mudó a Nueva York y trabajó en inmobiliarias. Comenzada la segunda guerra, se trasladó a Washington en 1941, donde se ofreció como voluntaria en la Oficina de Servicios Estratégicos, una especie de agencia de inte-ligencia. Al poco tiempo le encomendaron una misión secreta en Ceilán, hoy Sri Lanka y en el 45 fue enviada a China, donde conoció a Paul Child, un compañero de la agencia secreta, poeta y fotógrafo amateur e, impor-tantísimo, un gourmand.

Terminada la guerra, Paul y Julia regresa-ron a los Estados Unidos y se casaron en 1945. Obediente esposa, al año siguiente acompañó a su marido a su nuevo destino al servicio de la embajada esta-dounidense en París.

Allí, mientras Paul usaba su zapatófono, Julia se entregó a un placer fácil: comer como los dioses. Probó un lenguado meunière y todo se echó a rodar. Se anotó en la escuela de cocina más famosa de Francia, Le Cordon Bleu, pero se equivocó: quiso anotarse en un curso de seis semanas y lo hizo en otro de un año. Finalmente estudió seis meses. Era la única mujer de la clase y para hacer frente al desafío tomó clases privadas con Max Bugnard, un docente de la escuela.

Se sabe, compartir los placeres de la buena mesa genera amistades especiales. Simone Beck y Louisette Bertholle habían formado una asociación gastronómica de señoras francesas, Le Cercle des Gourmettes, a la que Julia se incorporó formalmente. En 1951 las tres amigas abrieron en París su propia escuela de cocina, L'Ecole des Trois Gourmandes, y en seguida se les ocurrió escribir un libro, Mastering the Art of French Cooking, que se publicaría una década des-pués, en 1961.

Coincidente con la gira para promocionar el libro en Estados Unidos, llega la jubilación de su esposo y la pareja se instala en la ciu-

dad de Boston. Un canal de televisión la invitó a que comentara su libro y

Julia, en su afán por transmi-tir que comer podía ser

mucho más que alimen-tarse, llevó una sartén,

un par de huevos y preparó algo muy francés, un omelet-

Algo de JuliaPara cocinar un Pollo al vino tinto con puré de batata y cilantro según la receta de Julia Child, se necesita: 1 pollo chico cortado en cuatro; una marinada de sal, pimienta, ajo molido y aceite de oliva; harina; 200 g de panceta cortada en cubos; 1 cda. de aceite; 1 cda. de manteca; 1 cebolla picada; 3 dientes de ajo molidos; 200 g de hongos secos cortados en rodajas; un cubito de caldo de pollo; media taza de agua; una taza y media de vino tinto; 2 hojas de laurel; 1 ramita de romero; 1 cdta. de tomillo; sal y pimienta.

Deje marinar el pollo con la marinada durante media hora. Fría la panceta en una sartén y retire, pero no enjuague. Agregue el aceite y manteca. Enharine las presas de pollo y fría hasta que estén doradas por todos lados. Retire y fría la cebolla, el ajo y los hongos hasta que tomen brillo. Añada el cubito, el agua, el vino tinto, el romero, el laurel y el tomillo y lleve a hervor. Vuelva a colocar el pollo y cocine a fuego mediano hasta que esté cocido. Pruebe y ajuste sal y pimienta. Si el caldo quedó muy líquido espese con un poco de maicena diluida en agua. Sirva con puré de batatas con manteca y cilantro picado.

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te. La audiencia fue tan numerosa que los productores le propusieron que diera clases de cocina por televisión, algo sin precedentes en esa época y pusieron el título The French Chef porque entraba en una línea de la TV Guía. El primer programa se emitió en febrero de 1963.

En ese tiempo, la televisión era en vivo y Child solía tener percances con los platos, algo que no le preocupaba y simplemenente comentaba con un "esto no debería haber quedado así." Lejos de alejar a su seguidoras, su espontaneidad y franqueza fue la llave con que se ganó un lugar en la cocina de las nor-teamericanas.

Lo que siguió fueron doscientas emisiones de The French Chef. En el 78 hizo otro show, Julia Child & Company, en el 80 Julia Child & More Company, en el 83 Dinner at Julia's y en el 96, Baking With Julia. Paralelamente, sus recetas fueron recopiladas en diecisiete libros: From Julia Child's Kitchen, The Way to Cook, Baking With Julia, Cooking With Master Chefs, y In Julia's Kitchen With Master Chefs entre otros; el último, de 2000, Julia's Kitchen Wisdom recopila su extensa experiencia gastronómica.

Child fue sin dudas el número cero donde luego vendrían los infinitos canales de televi-sión íntegramente dedicados a la cocina, e hizo de "cocina" una categoría en las libre-rías, junto a "historia" y "clásicos" ya que Estados Unidos es actualmente el país donde más libros de cocina se publican. También fue gracias a ella que se multiplicaron las cocineras mediáticas que montaron imperios como Martha Stewart.

Murió en su California natal y vivió lo sufi-ciente como para recibir varios reconoci-mientos en vida. En 1993 se convirtió en la primera mujer en ser aceptada en el Culinary Institute Hall of Fame y el museo Smithsonian de Washington incluyó en su colección los programas de televisión que ella donó pocos años antes de morir.

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Por Silvina Pini

aunque sea difícil de imaginar, Francia no solo es la gran escuela

de gastronomía del mundo, la gente común y silvestre también come y cocina sus platos caseros y tradiciona-les; en una palabra, los fran-ceses también tienen su cocina popular. Son esos platos sin firuletes ni deco-raciones, ni espumas ni cosas raras, que se prepa-ran en las casas y en las brasseries, algo así como nuestros bodegones o canti-nas. Petanque, ubicada en la esquina de Defensa y México –algunos dicen que es Monserrat, otros que es San Telmo–, es una clásica brasserie dirigida entera-mente por franceses. Su propietario Pascal Meyer, Leticia Beker y su chef Sébastien Foullaide rinden un cálido homenaje a esos platos que se vienen prepa-rando desde hace genera-ciones y gracias a los cua-les se hizo verdaderamente famosa la cocina de Francia, antes de la depura-ción académica. ¿Quién no sabe lo que es un paté, una soup l'ongion, un coq au vin o un conejo a la mostaza de Dijon? Todas recetas del pueblo. Y como para subrayar su carácter popular, el nombre Petanque alude a un juego parecido a las bochas. El salón es grande como un gran comedor, de colores

alegres, pisos calcáreos, decoración de postres fran-cófilos. Foullaide, a cargo de la cocina desde 2004, tiene un currículum que impresiona: además de haber trabajado en Relais & Châteuax y en restaurantes una y dos estrellas Michelin, fue el jefe de cocina del barco privado de Christina Onassis.Lejos seguramente de aque-llos lujos por aguas del Mediterráneo, la carta que

pensó Foullaide para Petanque pasa por esos pla-tos que aparecen en las pelí-culas francesas. Se puede empezar por una quiche lorraine (tarta de puerros y queso) con verdes ($21) entre los que jamás encon-trará rúcula sino lechuga francesa, la enrulada; ostras ($35 las seis), ensalada Niçoise (papas, tomate, hue-vos, morrones, atún, aceitu-nas y anchoas, $29), caraco-les Petanque ($29) o las deli-cias Petanque ($29): terrine, paté, rillette y brousse que llega con panes. Menos clá-sico pero imperdible es el

carpaccio de atún rojo con pistachos y mango, perfuma-do con cilantro ($46), increí-ble, para pedirlo de principal y de postre también.Entre los principales no fal-tan el conejo a la mostaza de Dijon ($40); ni el gigot de cordero al sésamo con papas crocantes y musaka, un típico pastel griego a base de berenjenas ($46) ; ni el entrecôte (300gr) con salsa Café de París y gratin de papas ($49). Hay guarni-ciones aparte como el gratin de papas Dauphinois ($19), ratatouille ($19) y papas fri-tas ($15).Los postres son una perdi-ción. Olvídese de las dietas y otras ridiculeces y entré-guese a la degustación dulce ($49 para compartir). En mini porción llegan profi-teroles con helado de vaini-lla y salsa de chocolate ($28 como postre único); tarta tatin con manzanas ($23 sola); crème brûlée ($22 sola); sorbetes con frutos

platos

¡Di oui!

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BraSSerie Petanque

Público: mayoría de turistas, expansivos americanos y brasile-ños achispados por los buenos vinos a pocos dólares.Petanque: mírelas en el mostrador; son una bochas plateadas con las que los jubilados franchutes se entretienen, igual que los nuestros con las bochas.Brasserie no es bistro: si quiere cancherear no confunda; el bistro tiene pocos platos que salen rápi-do, la brasserie es más grande y con platos populares más elaborados.Plat du jur $40: martes, boeuf bourguignon; miércoles, cous cous; jueves, coq au vin; viernes, pesca-do; sábado, cassoulet y domingo, confit de canard.Foullaide catering francaise: Sébastien cocina a medida para eventos. [email protected] de ánimo al pagar: satisfac-ción. Si no comió como un animal ni se bajó una botella, se quedó en los dos dígitos, toda una rareza para la cantidad y calidad.

La cocina francesa también puede ser popular, como en Brasserie Petanque, donde la prepara un chef francés y refinado.

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¡Di oui!

rojos ($23 solo).La carta de vinos es mayori-tariamente argentina y cuen-ta con las etiquetas locales hechas por franceses, como las de Monteviejo, firmadas por Michel Rolland. Cuentan con buenos cognac, armag-nac y calvados, tres bebidas típicamente francesas para terminar una comida.El servicio, dirigido por Daniel Godetti, se mueve con un ballet afiatado, aun los domigos, cuando el res-taurante y el barrio arden.Si nunca estuvo en París, o si fue y extraña, vaya a Petanque, cierre los ojos y escuchará las campanadas de Montmartre.

DatosDefensa 595, esquina México. Tel. 4342-

7930. Abierto todos los días al mediodía

y noche, a excepción de sábados al

mediodía y lunes a la noche. Precio pro-

medio por persona: $90, dos platos y

media botella de vino promedio. Menú

de mediodía: $27 un plato, $31 dos y

$35 tres, con agua o gaseosa.

–¿Es el mismo Carlitos de Villa Gesell?–Sí, y el de San Bernardo y muchos más. El de Gesell fue el primero y el más conocido, pero todo el mundo pregunta si es el famoso Carlitos u otro.–¿Vos lo conocías?–Sí, iba cuando era chica y comía panqueques, que es lo más tradicional. –¿Cuántas variedades de panqueques tienen? –Muchísimas, más de doscientas, pero los que más salen son el guardavidas –que trae queso, jamón, tomate y huevo– y el de dulce de leche, obvio.–¿Estudiás o trabajás en otro lado?–Soy madre, tengo una nena de cinco años, la tuve a los 18.–Imagino que muchos te tirarán los galgos… –Sí, me hacen miradi-tas, me piden el teléfono, pero por ahora no tengo novio.–¿Atendiste a algún famoso?–En este Carliltos viene a veces un periodista de canal 9, pero cuando

hice días extras en el de Palermo, que está muy cerca de radio 10, lo atendí a Lafauci y ¡tiene la misma cara de perro que en la tele! Pero es muy amable.–¿Qué te gusta de tu trabajo?–Siempre trabajé de camarera, en el Círculo Militar, en Las Cañitas, en Puerto Madero. Me gusta relacio-narme con la gente, se pasa el tiempo rápido y es divertido.

Carlitos, LNG (la nueva generación),

Av. San Isidro 4590, Saavedra.

Pizza en cono, lo que faltabaLQF trae una nueva manera de comer pizza: en cono. Se trata de conos hechos con masa de pizza crocante, con rellenos tradicionales como mozza-rella, capresse, calabresa, jamón, verdura, napolitana o fugazzeta. Alejandro Flores estuvo cuatro años desarrollando la idea con el asesoramiento de la Universidad de Lanús. Quería encontrarle la vuelta a que la gente probara más de un gusto, pero no en porciones que se enfrían o hay que compartir, sino recién hechitas. Acaba de inaugurar su primer local en Belgrano. El precio por cono es de $5 y el de la media docena, $27, más o menos lo que se paga por una pizza grande. Llegan en un packaging que identifica la variedad. Ciudad de la Paz esq. Sucre, Belgrano. Tel. 4783-4343 www.laquefaltaba.com.ar

Primavera gallegaManuel Corral Vide, referente de la cultura y gastronomía gallega, piensa festejar la primavera con menús especiales y fiestas. El 22, 23 y 24 preparará caldeiradas marineiras, atunes en salpicón, pimientos rellenos, flan de naranja o helados de postre ($85 sin bebidas) y el 30 se consagrará a la empanada, obviamente gallega. Mucho creen que tiene un único relleno, pero Manuel demostrará que no es así y con una masa de pan y abundante cebolla (zaragallada en gallego) pueden sumársele infinidad de rellenos, tanto salados como dulces. El menú degustación con seis variedades, entrada y postre vale $65 sin bebidas.Restaurante Morriña, Zapata 301, esquina Matienzo, Belgrano. Tel. 4771-0190.

imperdibles

el mozo

Lucía García, 23 años, cuatro meses en Carlitos

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Por ElisabEth ChECa

a lguna vez en Estados Unidos calificaron los vinos de Navarro

Correas como los Rolls Royce de los vinos argenti-nos. En 1996, Diageo, el gigante británico de alcoho-les, compró la empresa a Nicolás Carrasco. Fue él quien en su momento le había dado nuevos impulsos a esta marca de vinos naci-da en los '70 que no contaba ni con bodega ni con viñe-dos propios. Un fantasma; pero también una impresio-nante operación de marke-ting que instaló Colección Privada en el mercado argentino, como marca de lujo, y luego en el internacio-nal. Ahora Navarro Correas cuenta con dos bodegas (y viñedos propios): la instalada en Godoy Cruz, de cuidada estética, inaugurada hace pocos años y la nueva de Agrelo, Luján de Cuyo, de impresionante arquitectura de vanguardia. La construyeron los arquitec-tos responsables del Malba (Museo de Arte Latinoamericano).

Los vinos mejoran año a año. Al excelente joven enó-logo Juan Marco lo remplazó Gaspar Roby, inspirado winemaker con experiencia y formación californiana. Fue Roby el encargado de pre-sentar a los invitados el esta-blecimiento de Agrelo, en una reunión multitudinaria, para nada farandulesca, donde se probó una edición

especial de Structura 2004, un blend clásico argentino –Cabernet Sauvignon-Malbec-Merlot–, el tinto más ambicioso de la bodega.

El año pasado sacó otro vino magnifico: Navarro Correas Malba Horacio Coppola 2004, un blend en un estilo parecido, que oscila entre las virtudes del Nuevo y del Viejo Mundo. El cambio es evidente y acompaña las tendencias del consumidor aquí y en otras partes del mundo. Si hasta hace un tiempo la madera estaba demasiado presente en los vinos, entre asesores, enólo-gos sabios y un riguroso cui-dado en los viñedos, cam-biaron definitivamente. Cuando se presentaron los nuevos nombres de las líneas –los Gran Reserva pasaron a ser Alegoría; al Ultra, se lo bautizó Structura ,un nombre poco feliz para mi gusto– no solo fueron meros cambios semánticos, hubo una revolución que se inclinó mucho más por el lado del equilibrio, la sutileza y la elegancia, que aunque sean términos repetidos hasta el hartazgo es el estilo

que aprecian cada vez más los amantes del vino: vinos bebibles, con cuerpo, tani-nos presentes pero redondos y que no resulten excesiva-mente opulentos. Los varie-tales Colección Privada ya son clásicos aunque surgie-ron bastante después de la furia varietalista de los 70; aconsejo probar la últimas cosechas de Cabernet Sauvignon y Merlot.

Los champañas son otra historia. Navarro Correas tuvo un gran espumante –fea palabra–, Gran Cuvée, el único Blanc de Noir en su momento, a mediados de los 90. Memorable. Desapareció junto a el genial enólogo champañero que lo hacía (Antolín), pero otras burbujas de Navarro lo suplantan. En la inauguración de Finca Agrelo probamos un nuevo rosé, muy fresco, apropiado para multitudes, y otro cham-paña clásico, elaborado con el método de segunda fer-mentación en botella, con cuidados extremos. También se anunció el lanzamiento de un Torrontés; no podía faltar este blanco sensual, tan mimado sobre todo en el

mercado externo. Finca Agrelo es un gran

paso en el crecimiento de la Bodega, que le permitirá una capacidad de producción de un millón y medio de litros en tanques de acero inoxidable, con una proyección de cua-tro millones de litros al alcan-zar su máxima capacidad. Con una superficie total de 11 mil metros cuadrados cubiertos y emplazada en un perímetro de 50 hectáreas, la nueva bodega implicó una inversión de 14 millones de dólares. Un monstruo para elaborar y albergar los vinos de alta gama.

Uno de los aspectos más notables del proyecto es la utilización de acero Cortén Steel para la construcción de sus cubiertas y cerramientos. Tiene la particularidad de formar una fina capa de óxido que lo protege del paso del tiempo y de la acción propia del clima del lugar, e irá definiendo poco a poco el aspecto final del edi-ficio, que adquirirá un carác-ter único. Por otra parte, las tonalidades ocres y rojizas propias de esta capa de óxido se pueden emparentar con los colores de la tierra y del mismo vino. De esta forma, el edificio nunca será el mismo, ya que, como una botella de buen vino, estará en constante evolución. Según pasen los años las texturas se irán modificando y el particular color se irá haciendo cada vez más intenso y complejo. Como los vinos. 2

Casa nueva, vinos nuevos

copas

bodega Catena Zapata saint Felicien Malbec 2007

Nueva cosecha de esta marca aparecida hace 40 años con la eti-queta de Carlos Alonso como mero vino, siempre fue un tinto buenísimo. No se hablaba de varietales entonces. Este es un arquetipo del Malbec argentino intenso, frutado, adictivo. A prue-ba de modas. Tuvo una crianza de 12 meses en barricas 90%

roble francés (30% nuevo) y roble americano nuevo. La madera se la per-cibe como complejidad fugazmente ahumada, no como maderazo. Un precio sensato para tanta gloria. Para tomar ya o guardar.

Acaba de inaugurarse Finca Agrelo, la segunda bodega de Navarro Correas. Vinos de alta gama en un edificio muy especial.

la botella

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Después de un día lleno de estrés y ner-vios, es lindo bajar un

cambio. Necesario quizás. Un camino frecuente para el relax "postraumático" es tomarse algo para quedar en un estado confortable-mente anestesiado -para-fraseando la canción a Roger Waters y David Gilmour-, pero el alcohol y otros productos, muchas veces, traen efectos inde-seables. Una nueva moda llegó al hemisferio norte y, como sucede en estos casos, pronto se trasladará al sur. Crisis financiera y moral mediante, si los ener-gizantes eran las bebidas del capitalismo pujante, ahora se expande el fenó-meno inverso: las bebidas relajantes. Para los apólo-gos: vacaciones en botella, una sesión de acupuntura en lata.

La industria de las bebi-das de Estados Unidos, como todas las actividades relacionadas con la gastro-nomía de aquel país -el más obeso e hiperconsu-mista del planeta-, siempre busca sorprender por algún lado. Existen miles de propuestas en las gón-dolas: sabores, envases, colores, tamaños y desde hace un tiempo, también, efectos. Entre dos y tres dólares la lata, aparecieron en Estados Unidos breba-jes que revolucionaron el mercado de los nerviosos y

sedientos en el curso del último año.

Después del boom de los energizantes -llenos de cafeína y de otros estimu-lantes-, que prometían pilas y lucidez instantánea, pero también problemas con el abuso -insomnio, presión alta y arritmia- y toda la polémica por los efectos adversos por su uso popu-lar mezclado con alcohol, hoy en Nueva York -dónde sino- la bebida de moda son los antienergizantes.

Estas nuevas bebidas proponen relajar, calmar las ansias y poner en estado zen al que las beba. ¿Cómo? Bueno, entre sus ingredientes figuran en dosis mínimas componen-tes que también pueden encontrarse en somníferos y ansiolíticos, además de productos naturalmente relajantes.

De ahí el atinado apodo que le puso aquí el sitio especializado en gastrono-mía y bebidas Planeta Joy: los Rivodrinks.

Imaginemos un oficinista neoyorquino, por tomar un

ejemplo arriesgado: debe de estar nervioso -inevita-blemente, se supone-, entonces, era cuestión de tiempo que alguien encon-trara un hueco en un mer-cado saturado de bebidas energéticas y posicionara una bebida que impone la moda opuesta.

Los ingredientes van desde melatonina (regula-dor del sueño) y la raíz de valeriana (relajante natural para conciliar el sueño) o los pétalos de rosa, hasta la novocaína (anestésico), entre otros, sumados a colorantes y extractos fruta-les comunes en bebidas ya conocidas.

Vale la aclaración: los anti-energizantes son peli-grosos si se combinan con alcohol. Los energizantes suben la presión y el ritmo cardíaco, pero los anti-pilas con alcohol causarían el mismo efecto que tomarse un pack entero de estas latitas: te dormís parado, profundamente.

El año que viene, que será el de la expansión de estas bebidas hacia América Latina, tal vez lle-guen a estas pampas los eslóganes con las que fue-ron lanzadas: "No te estre-ses… Anestesiate." O "bajá un cambio".

En la revista The New Yorker, ya en enero pasa-do, se hizo una prueba en la cual tres voluntarias se prestaban a una seria de

pruebas para ver el efecto de estas bebidas. Se colo-caron vasos con varias marcas -por ejemplo Blue Cow,Vib y Drank, que es la más vendida y la que generó ganancias por un millón y medio de dólares, siendo la única que tiene distribución en todo los Estados Unidos- y cada una tomaba solo ese vaso. Para no mezclar. Las prue-bas iban desde caminar en línea recta hasta pintarse los ojos, mandar un fax y soportar una fiesta la noche entera. Una volunta-ria cayó en un sueño pro-fundo rápidamente, la segunda se delineó los ojos con perfección, pero no llegó a la fiesta. La ter-cera aterrizó en la cama con mucho sueño aunque logró bailar un rato. Pero se tomó unos tragos de san-gría y al otro día su cabeza le pasó factura.

El plan es, entonces, unos tragos y al sobre. La vida lenta enlatada.

el dato snob

Bebidas para bajar un cambioSe pusieron de moda en Nueva York -dónde sino- como parte del efecto post crisis: si las energizantes eran la bebida de la omnipotencia (¿del capitalismo?), ahora la moda son latitas que vienen con dosis de melatonina o valeriana, pero también pequeñas dosis del anestesiante novocaína y otros fármacos.

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Por EnriquE SymnSFotoS DiEgo SanDStEDE

Cuando regresé de España en el año 1980, antes de iniciarme en el periodismo en la revista Pan calien-te dirigida por Jorge Pistochi, con-

tinué realizando encuestas, atorrante oficio en el que me había iniciado en Madrid. Recuerdo especialmente una encuesta sobre panaderías en la que los integrantes del staff de encuesta-dores tuvimos que concurrir a una gigantesca en Chacarita, a las cinco de la mañana, para observar todo el procedimiento de la construc-ción de una medialuna de grasa o de manteca. No era una panadería, era una fábrica que pro-veía pan, facturas y masas a pequeños negocios de expendio de pan. Las delicias en gestación avanzaban por una cinta transportadora y eran trabajadas por los panaderos. Los trabajadores tenían el cuerpo cubierto por un uniforme muy parecido al de los médicos cirujanos. Eran las épocas de oro. Los lunes era el día del panade-

ro y no conseguías un bizcochito de grasa en toda la ciudad. La manteca era manteca y la grasa, grasa. Esa pureza del sabor desapareció para siempre a fines de la década del 90. Entre Menem y De la Rúa establecieron un cambio radical en el sabor de todos los alimentos que circulaban por restaurantes y mercados. Ni el bife de chorizo, ni las medialunas de manteca volvieron a serlo otra vez.

El imperio de los panaderos se derrumbó. Se abarataron costos y se crearon nuevos puestos de trabajo. En las cercanías de las estaciones de trenes, a las seis de la mañana, bastante antes de que los panaderos levanten las persianas, los vendedores callejeros agotan sus stocks de fac-tura más barata y de calidad no muy diferente a la legal.

Sin embargo, todavía hay algunas legendarias panaderías que a las siete de la mañana de todos los días del año reconstruyen la presencia del barrio al levantar sus persianas. Es el caso de la panadería Cosas Ricas, ubicada en la calle Perú entre Humberto Primo y Carlos Calvo, casi

La viDa EN EL HoRNo

traDición. Don Paco, inmigrante español, aún vive cerca de su negocio en San Telmo. Don Carlos (der.) es el actual dueño. Cosas Ricas es una de las más antiguas de Buenos Aires.

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frente a la comisaría 2da. Es uno de los negocios más antiguos del barrio.

Don Paco tiene 84 años y camina ayudado por un bastón. Se llama Juan Francisco Cartoy Rego, nació el 13 de octubre de 1925, gallego de origen. Cosas Ricas ya existía cuando él se hizo cargo de la panadería en el año 1958 y estuvo al frente de ella durante 37 años. Nació en un pue-blo llamado villa Nueva de Lorenzana y fue hijo de un pequeño labrador. “Mi papá era compra-dor de ganados de carne y en aquel entonces, cuando terminó la guerra civil, Franco devolvió los camiones que había usado pero sin gomas, así que a las vacas las llevábamos durante 80 kilómetros por carreteras a pie, tardábamos tres días para ir y volver.”

“¿Sabe por qué vine a este país?... Fue por un consejo de mi hermano mayor, que en paz des-canse, que me dijo que en este país se vivía todos los días de fiesta. En todos los pueblos de España se festejaba la fiesta patronal y mi her-mano decía 'en Buenos aires todos los días son como las fiestas de San Justo', que era el patrón

en mi pueblo. Pero mi hermano más chico me dijo: 'Hermano, dejas el paraíso y te vas al infierno'. Y no se equivocó.”

Cuando Pacó llegó a Baires encontró trabajo pero nunca felicidad. Porque él no necesitaba plata sino alegría y, por el contrario, terminó viviendo en condiciones miserables. Para colmo, su esposa murió en el Centro Gallego “Ella no respondió a la operación, tenía las arterias muy chicas y le agarró un virus, porque te abren el pecho con una sierra como si fueras un bollo.”

Cuando Perón fue derrocado –para su tran-quilidad–, don Paco vivía en una casa prefabri-cada en un barrio llamado villa Mondongo, en Wilde. La casa se inundaba y se llovía, no había baño y las ratas entraban y salían ocasionalmen-te. Se tomaba el tren, venía hasta Constitución y caminaba hasta la panadería Francesa donde estaba conchabado atendiendo el mostrador. “Fue ahí que mi cuñado me preguntó si no me atrevía a atender Cosas Ricas. Yo sabía que esa sucursal estaba mal atendida, el dueño iba a comprar pan a la Francesa y yo lo atendía. La

La viDa EN EL HoRNo Una visita a una de las panaderías más antiguas de la ciudad, en San Telmo, y a la vida de los panaderos: un oficio sacrificado y ya no tan valorado.

“La factura que sobraba se la regalaba a los presos de la comisaría o a algún pobre. Nunca dejé a nadie sin comida”, recuerda Don Paco.

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persiana no cerraba, la vitrina no se veía, baño no había, tenía ratas y cucarachas. El español era muy tranquilo, la vendía por 220 mil pesos al contado y el resto a pagar en cuotas mensuales.”

Don Paco compró la panadería. Con el trans-currir de los años los clientes dejaron de ser clientes y se transformaron en amigos. Él y su esposa eran muy amables en el trato. “abría la panadería a las seis de la mañana y cerraba a las 10 de la noche. Le fui agregando productos envasados, vinos, el pan lo compraba en otro lado. Dejé el negocio porque ya no daba más y me retiré cuando murió mi mujer. El recuerdo más lindo que tengo es la amistad con los clien-tes, la factura que sobraba se la regalaba a los presos de la comisaría o a algún pobre que se acercaba. Nunca dejé a nadie sin comida.”

La cadena de sacrificiosCarlos González tiene 55 años y conocía a Don Paco desde los cinco, porque su padre pasaba con la camioneta con que hacía el reparto de pan. Hasta que un día el anciano le dijo: “Mirá, Carlos, no puedo más ¿no querés hacerte cargo vos?”

“a mí me hubiera gustado estudiar, dedicarle más tiempo a mi familia. a mi hijo mayor prácti-camente no lo vi crecer. Mi hijo le decía papá a mi suegro”, dice el heredero. El padre de Don Carlos tenía una fábrica de churros y berlinesas. vivían en villa Devoto y la panadería se llamaba Los Tres Reyes Magos. Todavía sigue funcionando.

“Yo nací en la harinera, hasta los ocho años viví en un galponcito, un lugar muy chico dentro del negocio. Mi infancia se basó en jugar con bolsas de harina. En casa se cenaba a las seis de la tarde porque mi padre se levantaba a las tres de la mañana. Mi padre me puso en un rincón de la cuadra a rasquetear latas y mientras ras-queteaba miraba a los hombres trabajar y de tanto ver fui aprendiendo”, cuenta.

Don Carlos estuvo trabajando en Los Tres Reyes Magos hasta los 25 años. allá por el año 1979 se hizo cargo de la fábrica de churros por-que su padre estaba muy cansado. El reparto era

importante, atendían a más de 120 panaderías diariamente. Resultaba un trabajo agotador: “Yo estuve trabajando más de diez años sin tomarme un solo franco. Nunca me tomé vacaciones. Es que te vas acostumbrando a la rutina de una vida que no es real. vivir se reduce a llegar, comer y acostarse. Una rutina mecánica y sin gracia. Los adelantos tecnológicos mejoraron las cosas pero yo he llegado a ver amasar el pan con los pies. Echaban harina en la batea y se subían dos o tres hombres a pisar.”

En aquella época se llamaba Maestro panade-ro al que se especializaba en hacer la masa sola-mente, después estaba el galletero que prepara-ba las galletas y finalmente el pastelero.

“Me resultó muy difícil conseguir novia cuan-do era joven. Ninguna chica me creía que no podía salir los sábados a la noche porque traba-jaba. Hasta que conocí a mi actual señora en un viaje que hice a Mar del Plata para las fiestas de fin de año. Le conté cómo era mi vida y me creyó. así que me casé muy jovencito, a los 20 años.”

Los golpes financieros también afectaron duramente los negocios de Don Carlos. En el año 2001 perdió una panadería muy grande, se cortó la cadena de pagos. “Nosotros comprába-mos la harina y había que pagarla al contado y los que nos debían mercadería nunca nos paga-ron”, resume.

Don Carlos no consigue explicar el motivo que lo empujaba a trabajar tan duramente siendo su propio patrón: “Era normal trabajar un mínimo de 16 horas por día, faltar a esa rutina era un pecado mortal. Se te va metiendo eso, uno no quiere aflojar, se te va metiendo en la sangre y después se te hace costumbre. No digo que esté bien o mal, es lo que uno mama.”

Un accidente de paracaídasMario Luis alarcón tiene 46 años y trabaja en Cosas Ricas desde hace 15 años, aun cuando se encuentra muy lejos de su sueño infantil: “vivía en Morón, frente a la base militar de la séptima brigada aérea y veía pasar los aviones. Yo me

“Me resultó muy difícil conseguir novia cuando era joven. Ninguna chica me creía que no podía salir los sábados a la noche”, confiesa Carlos, el actual dueño.

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decía ‘un día voy a ser mecánico de aviones’. Cuando me tocó hacer el servicio militar en el año 1981 me dieron a elegir entre buzo táctico en Mar del Plata o paracaidista en Córdoba. Me dije: ‘No voy a ser mecánico pero puedo ser para-caidista, todo gratis, vivo un año al pedo’. En Córdoba empezaron a prepararnos para Malvinas porque ya se venía la guerra. Salté como ocho veces. En el primer salto tenía un cagazo bárbaro, me hacían cantar para tomar coraje, son 500 metros y en cuanto sentías el golpe del paracaídas que se abría te sentías feliz de caer a tierra.”

Pero en el octavo salto Mario sufrió un tremen-do accidente. Se enredó con el jefe de grupo y terminó introducido dentro del paracaídas de su superior. “Los dos paracaídas llegaron a abrirse pero todas las cuerdas del suyo se enredaron en mi pecho, caíamos muy rápido, muy rápido, ade-más yo tenía todo el equipo, mi ametralladora Mac, todo. Era un salto de guerra. Mientras caía supe que me moría. Me preparé para no romper-me tanto y esa estupidez capaz que me salvó. Me quebré todos los metatarsos de los pies, tuve fractura expuesta de fémur, fractura de costilla. Eso fue en Pampa de Canota, Uspallata.”

Mario solo recuerda el momento de venir cayendo y luego despertar colgado en un hospi-tal. Estuvo quince días en terapia intensiva. La primera operación se la hicieron en Mendoza, donde estuvo dos meses. Se volvió a fracturar y lo volvieron a operar. Estuvo otros quince meses enyesado. En total, estuvo treinta meses interna-do y la mitad de ese tiempo sin caminar.

El sueño del mecánico murió en esa caída, pero con la indemnización pudo comprarse un departamento. Trabajó dos años en un panade-ría de once, donde lo conoció a don Carlos y se vino con él a Cosas Ricas. Renguea y sonríe el mismo tiempo, Mario es el de mejor humor en el staff: “Lo que más rescato es la amistad con la gente, la gente se preocupa por vos, te ayuda. Los chicos te traen regalitos. Es reconfortante ayu-dar a los chicos, siempre les regalamos algo.

arriba tengo un cuadrito de un dibujito que me hizo una nena de nueve años que vive en Glew y cada vez que viene yo le doy algo. Para eso no tengo problema.”

Un tucumano guevaristaDante Fuentes tiene 45 años y es otro de los des-pachadores clásicos de esta legendaria panade-ría. Nació en Tucumán y a pesar de que lo traje-ron a la ciudad muy pequeño se considera pro-fundamente tucumano, viaja casi todos los años y mantiene obsesivamente viva la saudade de su origen. Sobre todo, recuerda el amor familiar, esa crianza que ahondó sus cariños a los abuelos y a los padres hasta hacerlos irremplazables. Se crió en Loma Hermosa, por el partido de Tres de febrero. Lleva un colgante con la figura del Che Guevara y es el símbolo más importante de los ideales del ser humano según su creencia. El fallecimiento de su padre fue un hecho crucial, ya que Dante lo amaba intensamente. Se mudó entonces a Caballito, a un departamento donde vive solo. Tuvo una sola pareja durante cuatro años y después de la separación vive solo y tran-quilo. Es un hombre sereno, de mirada honda.

“Cuando mi mamá quedó viuda empezó a tra-bajar para el dueño de una panadería en once y cuando Don Carlos trajo a Mario para acá, ella quedó sola allá y a mí me emplearon aquí, hace 13 años. Estuvo bien este trabajo, pero ahora estoy un poco cansado de la rutina, trabajamos 14 horas diarias, tenemos apenas un franco semanal y no ganamos tampoco tanto (aproxi-madamente 1.500 pesos)”.

Hay en la mirada de Dante una profundidad serena, con cierto tinte de sufrimiento. Hombre de amigos y buen compañero, es el único de todos los entrevistados que deja un testimonio de esa tristeza a través de su mirada. No es este un oficio romántico, sino que trae dentro de sí la esencia del sacrificio y de un sentido de la vida que quizás ha abdicado.

al fin y al cabo es eso lo que produce el trabajo, cansancio.

“No es este un oficio romántico, sino que trae dentro de sí la esencia del sacrificio y de un sentido de la vida que quizás ha abdicado.

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AnA lAurA, 20 Años.No recuerda dónde compró su remera y su sweater. El jean (alrededor de $170) es de Zoe; la cartera, comprada afuera y las zapatillas (unos $180) son All Star.

Mic

rocé

ntric

os

La plazoleta del obelisco al

mediodía de un día hábil: ningún

lugar más concurrido y diverso en

Buenos Aires.

Fotos: PAtriCio PidAlProduCCiÓn:

mArÍA FernAndA mAinelli

moda real

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Ayelén, 20 Años.No tiene ropa de marca, sólo las zapatillas (unos $180), que son All Star. Los cintos los compró en una rockería. Las gafas eran de su abuela y la cartera es regalo de la mamá.

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JimenA, 21 Años.Remera (unos $70) Zara, saco comprado en la tienda de un diseñador, pañuelo heredado de su abuela, jean sin marca, zapatillas (unos $300) Natacha y gafas,regalo de la mamá.

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CArinA, 35 Años.Saco (unos $500) Chocolate, vestido (alrededor de $350) Vevú, botas (unos $600) Paruolo y attaché (arriba de $600) Lázaro.

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AriAdnA, 19 Años y sebAstián, 29.Ella: la musculosa se la compró a una chica y el jean es de un local de zona sur. Las botas son de un local del Boulevard de Adrogué y la gorra Louis Vuitton es un regalo.Él: remera de Jumbo, chaleco comprado por Lavalle y jean sin marca. Zapatillas Reebok. No recuerdan los precios de sus prendas.

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miguel ángel, 63 Años.Su ropa es toda de la casa Cervantes, pero no recuerda los precios. La corbata es de Kevingston, el sombrero lo compró en una tienda de la Avenida Santa Fe y lleva además unas gafas (unos u$s 200) Ray Ban.

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Via

jar

en tr

enDías enteros

mirando por la ventanilla,

contemplando los cambios en el

paisaje hasta el cansancio, sin dejar

de lado la comodidad de un

cinco estrellas. Tres recorridos en tren al

estilo de la vieja escuela: mucho

tiempo –son viajes que duran más de

un mes– y el confort antes que la velocidad.

tres

luga

res

para

...

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Orient Express + Transiberian ExpressDesde la costa asiática que se baña en el Pacífico hasta la puerta oriental de Europa: Moscú. Durante veinte días se recorren 11.353 kilómetros de este a oeste, empezando el recorrido en la terminal de trenes más grande del mundo, la estación Oeste de Beijing. La primera parada es para visitar la gran muralla. Luego el Orient Express atraviesa cinco ciudades más en territorio chino. Tras diez días recorriendo China, se realiza el trasbordo hacia las vías del famoso transiberiano para recorrer Kazajstán,Uzbekistán y Turkmenistán. El tren se detiene a orillas del Volga, en Volgograd. Stalingrado, como la ciudad se llamaba durante la época soviética, es donde se detuvo el avance nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Con almuerzos y cenas incluidos, el viajecito puede cos-tar hasta 17.800 dólares.

The Viceroy of IndiaCon todas las suntuosidades y cotillones posibles, desde los camarotes hasta el vagón comedor, uno sube al Viceroy of India en la enmarañada Mumbai (ex Bombay) y se baja en Calcuta. La atención a bordo es una de las más reputadas entre los fanáticos de los trenes. El viaje permite conocer la extraordinaria actividad de Nueva Delhi; las maravillas de Agra –incluido el mundialmente famoso Taj Mahal–; el paraje espiritual en Varanasi, sobre las ori-llas del Ganges; paisajes himalayos que cortan la respiración y la ciudad de Darjeeling, cercana a la frontera con Nepal. Yendo hacia el sur –y uniendo el mar arábigo con la bahía de Bengal–, la llega-da a Calcuta, capital cultural de India, es el corolario de una trave-sía que, como todo viaje a la India, es un banquete aventurero para los sentidos. El viaje vale entre 11.800 y 17 mil dólares según la suite.

The Pride of AfricaLa travesía en The Pride of Africa (orgullo de África) es de 34 días a bordo de vagones cinco estrellas. Es un viaje para descansar con elegancia. Desde su creación en 1989, la empresa Rovos adquirió una reputación internacional por sus viajes de primera clase. Sus vagones excepcionales han sido restaurados en un estilo clásico refinado: mucha madera, telas finas y detalles ingleses en los ornamentos. El tren, que transporta un máximo de 72 pasajeros en 36 suites soberbiamente arregladas, arranca en Egipto, en El Cairo, su recorrido norte-sur del continente africano. Entrando en Sudán, luego atraviesa Uganda y en Tanzania se visita el parque nacional Sarengueti. En el resto del viaje se visitan las famosas Cataratas Victoria, se recorre Zambia y el camino de Livingstone, donde se pasa la frontera de Zimbawe. Desde Tanzania se entra a Sudáfrica para visitar el parque nacional Kruger y la ciudad de Pretoria. El viaje termina en Ciudad del Cabo y es el más caro de los tres: 30.800 dólares.

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C. Actualidad a diario, es una publicación propiedad de Papel 2.0 S.A. Maipú 271, Ciudad de Buenos Aires.Registro de la propiedad intelectual 722.212. Impresión: Kollorpress S.A. Uruguay 126 - Avellaneda. Distribuidora Sanabria S.A.

Cuando de chico uno se entera de que los regalos que supuesta-mente traen los Reyes salen del

bolsillo de papá y mamá, los Reyes pasan a ser nada más que tres sucios muñecos de goma que se ponen en el pesebre del niño Jesús, hasta que un día el perro Boby se los traga de un bocado, se asfixia y muere. Entonces los Reyes pasan de ser los asesinos del pobre Boby, tan amoroso que era; en resumen, los Reyes pasan a ser unos completos hijos de…–¿Te gusta así? –Doña Rosa, la peluquera de toda la vida de mi madre, intenta peinarme el pelo en un “rodete natural”. ¿Acaso no es eso una contradicción? ¿Rodete natural? Díganme ustedes si no. Asiento:–Está perfecto, Doña Rosa, parezco un jarrón al que le cuelgan yuyos a modo de bucles.Doña Rosa no entiende nada de lo que le digo pero piensa que es un piropo y sonríe. O quizá entiende más de lo que yo creo y se sonríe porque sabe que no bien ella ponga un pie afuera yo me desharé de éste y cualquier otro peinado que se le ocurra hacerme. Es una tradi-ción tácita que mantenemos desde hace muchos años.Creo que del matrimonio pienso casi lo mismo que de los Reyes, y quizá peor. Y debe ser porque las dos cosas fueron inculcadas con ahínco por mi señora madre, que justo ahora hace su aparición este-lar en su propia habitación, maquillada como para un estreno en la calle Corrientes, del cual ella es protagonista; va vestida con una bata bordó de seda falsa y en el pelo tiene un raro empince cuyo resultado no alcanzo a imaginar: ¿Tina Turner?–¿Caro? –mi madre se ha llevado las manos a las meji-llas, habla en susurros y viene acercándose sigilosa, como si temiera asustar con algún movimiento brusco, o un tono de voz inapropiado, al vestido blanco que cuelga de la percha al lado del espejo; ese mismo en el que en unos minutos me embutirán como un fiambre, ese mismo que se puso ella el día de su boda, y el mismo que se puso la nona y el que nunca llegó a usar la tía Vidalita. –¿Qué –le digo yo–, te duele la muela? Mi madre mira hacia el techo, dice que para controlar que las lágrimas no se le salgan y le dañen el maquillaje.–Estás hermosa –dice después. Pero es mentira, no estoy hermosa nada; estoy en un camisón inmundo que huele a lavandina, tengo un ojo maquillado y el otro no y el rodete de Doña Rosa es fácilmente confundible con lo que queda de una torta al final de un cumpleaños infantil. Así que mi madre sólo dice eso porque eso es lo que hay que decirle a una novia. Siempre pensé que era un consuelo o una manera de evadir todo lo que, si este fuera un mundo serio, se le debería decir a una novia: “Tranquila, nosotras también nos cagamos la vida, pero siempre habrán otras bodas para consolarse” O algo así, con una pal-madita en la mejilla, una sonrisa resignada y, por supuesto, un vinito en la mano. Y no es que no quiera a Diego, lo adoro, pero el matrimo-nio va más allá de cada relación, es como entrar en una dimensión donde el aire es bruma y una va a tientas por la vida temiendo romper algo en cualquier momento; para empezar, las pelotas del otro. Pero qué me importa, me he dicho todas estas noches de pesadillas, ya habrán otras bodas para consolarme; ya seré yo quien dé palmaditas en mejillas frescas, mientras saboreo un buen vinito. Tocan la puerta del cuarto.

–¿Quién es? –dice mi madre en ese tono alterado que me altera. –Diego –dice Diego. Me salta el cora-zón. Debe ser un buen síntoma, toda-vía me salta el corazón. Y pensar que en unos años sólo me saltará la mano para zampársela en la jeta, pienso. Esas cosas pienso en estos días, se ha potenciado mi yo más malo… o sea, casi todo mi yo.

–¡Ahora no! –grita mi madre con esa voz entre ronca y chillona: furibunda. Al otro lado de la puerta hay silencio. Yo prefiero no dis-cutir, ya va a pasar, me repito en la cabeza, a pesar de que los dedos de Doña Rosa ocupaban casi todo el espacio disponible en ella. Hay algo raro en todo este asunto de la boda, y es que mi madre parece odiar, de repente, a Diego. Le fastidia que me llame, que me busque, que mire a los lados y pregunte “¿Y Caro?” El otro día, en la entrega de regalos que Vicky organizó en su casa, Diego se me acercó para mostrarme un azucarero inmundo con forma de kiwi que nos habían regalado, y mi madre se interpuso entre él y yo: “Ya la vas a tener toda la vida, pero estos días son míos, ¡sólo míos!” Le gritó como loca. El pobre Diego no tuvo tiempo de reaccionar, todo lo que hizo fue sacar su pañuelo y secarse la cara, porque mi madre tiene ese problema de que cuando habla también escupe. –Listo –dijo Doña Rosa. El moño era exactamente el mismo que el

del principio.–Perfecto Doña Rosa, muchas gracias, ahora sí quedó –dije yo. Mi madre se había echado en la cama y se apre-taba las sienes con los dedos, decía que la aparición de Diego la había estresado. Doña Rosa saludó, dijo que sumaría esto a la cuenta de mi madre, y no había termi-nado de cerrar la puerta del cuarto cuando yo sacudía mi melena rebelde, liberándola de ese rodete inmundo. Mi madre se había servido de una botella de whisky que

había en el placard bajo un par de abrigos. Y ahora servía un segundo vaso que me extendía con el ceño fruncido como un acordeón. Ahora, mirándola de cerca, se parecía mucho a la nona. Agarró un banquito, se sentó frente a mí:–Caro –me dijo solemne, luego se detuvo–…¿Qué mierda es ese pei-nado?Yo me tomé medio whisky y le dije que se tranquilizara, que después le diría a Vicky que me ayudara a emprolijarme los pelos, todavía teníamos tiempo. Ella dijo sí, está bien, qué me importa y tomó más whisky. Estaba rarísima.–¿Qué te pasa vieja? La que se casa soy yo, se supone que vos debe-rías estar regodeándote en tu maldad. No es poco lo de haberme empujado al destino cruel del matrimonio… ahora que lo pienso, Dios te va a castigar.Mamá puso el vaso en la mesita, me mostró el dorso de sus manos, y las hizo temblar: –Uh, qué miedo.No podía creer lo que estaba viendo. Me dio un ataque de risa que sólo pude controlar con más whisky.–¿Enloqueciste? – le pregunté, todavía entre risas. Mamá respiró profundo se tomó el resto de su whisky y me dijo que había llegado el momento, que ahora sí me contaría toda la verdad sobre el matri-monio. Fue al placard, sacó la botella, rellenó nuestros vasos. 2

Continuará…

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Mi boda y yo pArte i

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Valeria Humos de Bayly Cucurto Bertuccelli primavera Pescetti...

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Transcript of Valeria Humos de Bayly Cucurto Bertuccelli primavera Pescetti...