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PARAULA Pág. I Valencia, domingo 22-IX-2013 INTRODUCCIÓN La pasión por vivir el mandato del Señor, “seréis mis testigos” e “id y anunciad el Evangelio”, nos im- pulsa a preguntar: “¿qué quieres que haga por ti?” 1. ¡Qué regalo tan maravilloso ha sido la Encíclica sobre la fe, “Lumen Fidei”, del Papa Francisco! Fijaos cómo entre otras cosas nos dice que una mentali- dad puramente racionalista y autónoma que promueve un mundo edificado sobre el cálculo y la experimentación, que apuesta por una cultura que ex- cluye a Dios de la vida humana, empe- queñece y atemoriza al hombre: “Poco a poco, sin embargo, se ha visto que la luz de la razón autónoma no logra iluminar suficientemente el futuro; al final, éste queda en la oscuridad, y deja al hombre con miedo a lo desconocido. De este modo, el hombre ha renunciado a la búsqueda de una luz grande, de una ver- dad grande, y se ha contentado con pe- queñas luces que alumbran el instante fugaz, pero que son incapaces de abrir el camino. Cuando falta la luz, todo se vuelve confuso, es imposible distinguir el bien del mal, la senda que lleva a la meta de aquella otra que nos hace dar vueltas y vueltas, sin una dirección fija” 1 . Ante esta situación, el Santo Padre sostiene que “es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe, pues cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo. Y es que la característica propia de la luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre” 2 . Son necesarios el equilibrio entre la razón autónoma y la fe cristiana, la promoción de la digni- dad humana y el ejemplo de testigos que transparenten con coherencia dicha luz de la fe. En la convivencia entre laicos y cristianos debemos pro- vocar un diálogo siendo fieles a la vida de fe que proviene del Verbo, de la Razón Creadora, y que por eso también está abierta a todo lo que es verdadera- mente racional. Más aún, el origen de esta luz no somos nosotros mismos sino Dios. “La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos re- vela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida” 3 . 2. “Seréis mis testigos” es el lema del presente curso pastoral. Es la sinfonía que va a resonar en nuestros corazones en la cuarta fase del Itinerario Dioce- sano de Renovación (IDR). Precisa- mente por eso, he sentido la urgencia de acercarme a todos los cristianos de nuestra Iglesia Diocesana y personas de buena voluntad con esta carta pastoral, que he titulado con la misma expresión que utilizó Jesús, cuando se encontró con aquel ciego al borde del camino al que le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Y es que “seréis mis testigos” e “id y anunciad el Evangelio”, son signos de la presencia de Jesús en el mundo, que quiere que su Iglesia continúe reve- lando su rostro y haciendo el bien que Él hizo. Ésta es la esencia y el papel de la Iglesia en este mundo. La Iglesia tiene la misión de cumplir el mandato de Jesús. El mandato del Señor apremia a todos los cristianos. Hay que salir, hay que marchar a los lugares donde habi- tan los hombres, hay que comunicar lo que hemos recibido de Jesucristo. Este apasionante desafío hay que hacerlo co- nociendo la situación de los hombres, la periferia donde se encuentran. Por eso en la misión, la pregunta de Jesús al ciego es ineludible: “¿Qué quieres que “Cuando se acercaba a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello; y le informaron: “Pasa Jesús el Nazareno”. Entonces empezó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”. Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”. Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó, diciendo: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Él dijo: “Señor, que recobre la vista”. Jesús le dijo: “Recobra la vista, tu fe te ha salvado”. Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios” (Lc 18, 35-43). CARTA PASTORAL DELARZOBISPO DE VALENCIA “¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?” (Lc 18,41) (AL COMIENZO DEL CURSO 2013-2014) El arzobispo de Valencia desarrolla su carta pastoral en torno al encuentro entre Jesús y el ciego de Jericó, al que el Señor le hace la pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?”, con la que monseñor Osoro titula su reflexión. (Ilustramos la carta con la pintura ‘Curación de un ciego’, del artista especializado en arte religioso Brian Jekel -Wisconsin, 1951-).

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Page 1: Valencia,domingo22-IX-2013 PARAULA Pág · Valencia,domingo22-IX-2013 PARAULA Pág.III zadoestállamadoporCristoaserapós - tol,“comoelPadremeenvió,también osenvíoyo”(Jn20,21).

PARAULA Pág. IValencia, domingo 22-IX-2013

INTRODUCCIÓN

La pasión por vivir el mandato delSeñor, “seréis mis testigos” e “id yanunciad el Evangelio”, nos im-pulsa a preguntar: “¿qué quieresque haga por ti?”

1. ¡Qué regalo tan maravilloso ha sidola Encíclica sobre la fe, “Lumen Fidei”,del Papa Francisco! Fijaos cómo entreotras cosas nos dice que una mentali-dad puramente racionalista y autónomaque promueve un mundo edificadosobre el cálculo y la experimentación,que apuesta por una cultura que ex-cluye a Dios de la vida humana, empe-queñece y atemoriza al hombre: “Poco apoco, sin embargo, se ha visto que la luzde la razón autónoma no logra iluminarsuficientemente el futuro; al final, éstequeda en la oscuridad, y deja al hombre

con miedo a lo desconocido. De estemodo, el hombre ha renunciado a labúsqueda de una luz grande, de una ver-dad grande, y se ha contentado con pe-queñas luces que alumbran el instantefugaz, pero que son incapaces de abrirel camino. Cuando falta la luz, todo sevuelve confuso, es imposible distinguirel bien del mal, la senda que lleva a lameta de aquella otra que nos hace darvueltas y vueltas, sin una direcciónfija”1.

Ante esta situación, el Santo Padresostiene que “es urgente recuperar elcarácter luminoso propio de la fe, puescuando su llama se apaga, todas lasotras luces acaban languideciendo. Y esque la característica propia de la luz dela fe es la capacidad de iluminar toda laexistencia del hombre”2. Son necesariosel equilibrio entre la razón autónoma yla fe cristiana, la promoción de la digni-dad humana y el ejemplo de testigos

que transparenten con coherenciadicha luz de la fe. En la convivenciaentre laicos y cristianos debemos pro-vocar un diálogo siendo fieles a la vidade fe que proviene del Verbo, de laRazón Creadora, y que por eso tambiénestá abierta a todo lo que es verdadera-mente racional. Más aún, el origen deesta luz no somos nosotros mismossino Dios. “La fe nace del encuentrocon el Dios vivo, que nos llama y nos re-vela su amor, un amor que nos precedey en el que nos podemos apoyar paraestar seguros y construir la vida”3.

2. “Seréis mis testigos” es el lema delpresente curso pastoral. Es la sinfoníaque va a resonar en nuestros corazonesen la cuarta fase del Itinerario Dioce-sano de Renovación (IDR). Precisa-mente por eso, he sentido la urgenciade acercarme a todos los cristianos denuestra Iglesia Diocesana y personas de

buena voluntad con esta carta pastoral,que he titulado con la misma expresiónque utilizó Jesús, cuando se encontrócon aquel ciego al borde del camino alque le preguntó: “¿Qué quieres que hagapor ti?”. Y es que “seréis mis testigos” e“id y anunciad el Evangelio”, son signosde la presencia de Jesús en el mundo,que quiere que su Iglesia continúe reve-lando su rostro y haciendo el bien queÉl hizo. Ésta es la esencia y el papel dela Iglesia en este mundo. La Iglesia tienela misión de cumplir el mandato deJesús. El mandato del Señor apremia atodos los cristianos. Hay que salir, hayque marchar a los lugares donde habi-tan los hombres, hay que comunicar loque hemos recibido de Jesucristo. Esteapasionante desafío hay que hacerlo co-nociendo la situación de los hombres,la periferia donde se encuentran. Poreso en la misión, la pregunta de Jesús alciego es ineludible: “¿Qué quieres que

“Cuando se acercaba a Jericó,había un ciego sentado alborde del camino pidiendolimosna. Al oír que pasabagente, preguntó qué era

aquello; y le informaron: “PasaJesús el Nazareno”. Entoncesempezó a gritar: “¡Jesús, Hijode David, ten compasión demí!”. Los que iban delante lo

regañaban para que se callara,pero él gritaba más fuerte:

“¡Hijo de David, ten compasiónde mí!”. Jesús se paró ymandó que se lo trajeran.Cuando estuvo cerca, le

preguntó, diciendo: “¿Quéquieres que haga por ti?”. Éldijo: “Señor, que recobre la

vista”. Jesús le dijo: “Recobrala vista, tu fe te ha salvado”.

Y enseguida recobró la vista ylo seguía, glorificando a Dios”

(Lc 18, 35-43).

CARTA PASTORAL DEL ARZOBISPO DE VALENCIA

“¿QUÉQUIERESQUEHAGAPORTI?”(Lc 18,41)(AL COMIENZO DEL CURSO 2013-2014)

El arzobispo de Valencia desarrolla su cartapastoral en torno al encuentro entre Jesús y el ciego

de Jericó, al que el Señor le hace la pregunta:“¿Qué quieres que haga por ti?”, con la que

monseñor Osoro titula su reflexión. (Ilustramos lacarta con la pintura ‘Curación de un ciego’, del

artista especializado en arte religiosoBrian Jekel -Wisconsin, 1951-).

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PARAULA Pág. IIIValencia, domingo 22-IX-2013

zado está llamado por Cristo a ser após-tol, “como el Padre me envió, tambiénos envío yo” (Jn 20, 21).

5. Para el IDR, en este curso pastoral,hemos elegido un lema que nos con-voca a toda la Iglesia Diocesana a la mi-sión: “Seréis mis testigos”. La fidelidadal mandato de Jesús impulsa a la Igle-sia a la misión, a vivir con fuerza elcompromiso de hacer posible que lascomunidades cristianas sean vivas y di-námicas, donde germine la vida plena ydonde los corazones de los cristianosrezumen de amor a Dios y a los herma-nos, que les impulse a compartir los te-soros inestimables de la fe, de laesperanza y de la caridad6. Este com-promiso de “seréis mis testigos” nosempuja a tener la osadía y el coraje depreguntar a todos nuestros hermanos:“¿Qué quieres que haga por ti?”. Es lamisma pregunta con la que NuestroSeñor Jesucristo salió por los caminosde este mundo, y la brújula que ayuda ala Iglesia a seguir las huellas del Maes-tro.

6. Por ello, la reflexión que os pro-pongo nace de la meditación de estetexto del Evangelio de San Lucas, queintentaré ir comentando por versículos:

“Cuando se acercaba a Jericó, habíaun ciego sentado al borde del caminopidiendo limosna. Al oír que pasabagente, preguntó qué era aquello; y le in-formaron: Pasa Jesús Nazareno. Enton-ces empezó a gritar: ¡Jesús, hijo deDavid, ten compasión de mí! Los queiban delante lo regañaban para que secallara, pero él gritaba más fuerte: ‘¡Hijode David, ten compasión de mí!’ Jesússe paró y mandó que se lo trajeran.Cuando estuvo cerca, le preguntó:‘¿Qué quieres que haga por ti?’ Él ledijo: ‘Señor que vea otra vez’. Jesús ledijo: ‘Recobra la vista, tu fe te ha sal-vado’. Y enseguida recobró la vista y loseguía, glorificando a Dios. Y todo elpueblo al ver esto alabó a Dios” (Lc 18,35-43).

“Cuando se acercabaa Jericó, había un ciegosentado al bordedel camino pidiendo”

I. Como Jesucristo,la Iglesia permanece juntoa los hombres, en todas sussituaciones

7. Hay que salir a los caminos de estemundo, tenemos el mandato del Señorde ir a todos los hombres y anunciarlesel Evangelio. Hemos de tener esta se-guridad, que un mundo sin Dios es unmundo sin esperanza, solamente Diospuede crear justicia. A este mundo,como muy bien nos ha dicho el PapaFrancisco, hay que ir encarnando lasbienaventuranzas y haciendo visible laimagen responsable que nos ofrece eljuicio final (cf. Mt 5, 3-12), proclamarque la dicha de habernos encontrado

con el Señor, se manifiesta y verifica enobras. “Venid vosotros, benditos de miPadre; heredad el reino preparado paravosotros desde la creación del mundo.Porque tuve hambre y me disteis decomer, tuve sed y me disteis de beber,fui forastero y me hospedasteis, estuvedesnudo y me vestisteis, enfermo y mevisitasteis, en la cárcel y vinisteis averme” (Mt 25, 34-36). A mí personal-mente, siempre me ha impresionadover cómo el Señor siempre estuvo allado de los hombres, salió por todos loscaminos y se hizo el encontradizo conlos hombres y mujeres de su tiempo enlas diversas situaciones en las que vi-vían. Es necesario que todos experi-mentemos la cercanía de Dios, que se

ocupa de todos y cada uno de los hom-bres en su realidad concreta. ¡Qué im-presionante es ver a Jesucristo, cómolleva al mundo el rostro de Dios y lo ma-nifiesta, es Él! Todas las situaciones delos hombres, todos los caminos, sonpropicios para manifestar esa cercaníade Dios.

8. Lo más grande de Nuestro Señor Je-sucristo es que revela cómo Dios seacerca a la vida de las personas, y quetoma rostro humano. Gracias al rostrode Jesucristo conocemos lo que quieredel hombre y lo que hace por el hombre(cf. GS 22). ¡Qué fuerza tienen esas pa-labras del Evangelio de San Juan, “vinoa su casa” (Jn 1, 11), “a cuantos la reci-bieron, les da poder para ser hijos deDios” (Jn 1, 12)! ¿Sabéis lo que significarecibir al Señor? ¿Somos conscientesde la necesidad del anuncio de Jesu-cristo a los hombres, que puedan cono-cerlo y vivir en Él, por Él y de Él?Recibir al Señor significa, nada más ninada menos, que dejarse configurar porÉl hasta el punto de ser identificados

con Cristo por obra del Espíritu Santo.¡Qué maravilla sabernos nueva crea-ción, nueva criatura, nuevo pueblo, par-tícipes de la vida eterna e hijos de Dios!

9. La Iglesia, al igual que el Señor sehizo cercano a los hombres que encon-tró en el camino de Jericó, tiene quesalir a los caminos a servir a los hom-bres y mujeres de su tiempo. Jesucristoha mandado y encomendado a su Igle-sia que forme parte de la historia de loshombres, que se incardine en todas lasgeografías, pues para la Iglesia no hayconfines ni tampoco fronteras, sino quese siente responsable del anuncio delEvangelio a todos los hombres y atodos los pueblos7. En eso consiste la

evangelización: en el anuncio y en eltestimonio de que el Dios trascendentey omnipotente se acerca y podemos es-tablecer una relación personal con Él,sin temor, sino experimentando suAmor. El que era desconocido, se haceconocido, revela su rostro, lo muestra,ilumina todo lo que lo estaba oculto,entra en nuestro mundo, lo transforma,lo ilumina y lo llena de Vida.

10. La Iglesia tiene que seguir reali-zando el mismo servicio de Cristo almundo, ha de ser germen de esperanza,consciente de que su misión y su servi-cio no pueden agotarse en el ámbito dela realidad espacio-temporal. Tenemospor delante una tarea excepcional, haymuchos hombres al borde del camino,en las periferias, y otros que, aun es-tando aparentemente dentro, sin em-bargo, aún no conocen en verdad aJesucristo8. ¡Cómo impresiona esta pá-gina del Evangelio en la que vemos a Je-sucristo deteniéndose en una situaciónde tremenda oscuridad de un ser hu-mano! Es una página paradigmática

para la Iglesia. En ella descubrimoscómo la Iglesia, al igual que su Señor,busca transformar el mundo con laproclamación del Evangelio del amor,“que ilumina constantemente a unmundo oscuro y nos da la fuerza paravivir y actuar… y así llevar la luz deDios al mundo”9. A esta misión y a rea-lizar este servicio, es a la que envía elSeñor a su Iglesia, de la cual nosotrossomos parte. Una misión que se en-cuentra entre dos polos: el anuncio ex-plícito del Evangelio, y la atención alhombre concreto y al contexto en elque vive. Este doble reto de la evange-lización encuentra su equilibrio enestas palabras: “El testimonio de la ca-ridad de Cristo mediante obras de jus-ticia, paz y desarrollo forma parte de laevangelización, porque a Jesucristo,que nos ama, le interesa todo el hom-bre”10. En consecuencia, todas y cadauna de las instituciones y obras quetiene la Iglesia están llamadas a testi-moniar la caridad de Cristo. Seamoscapaces de encarnar y hacer visibleeste Amor en todos los lugares y cir-cunstancias donde la Iglesia está pre-sente.

“Y le informaron:pasa Jesús el Nazareno”

II. La Iglesia muestra elrostro de Jesucristo a cadahombre

11. El Papa Pablo VI afirmaba que“evangelizar es, ante todo, dar testimo-nio, de una manera sencilla y directa, deDios revelado por Jesucristo medianteel Espíritu Santo. Testimoniar que haamado al mundo en su Hijo”11. La evan-gelización no consiste en transmitir unadoctrina, sino en anunciar a Jesucristo,dar a conocer el misterio de su personay de su amor. ¿Qué es lo que sucede eneste pasaje del Evangelio? Algo muysencillo y muy normal, que acontecetodos los días en nuestra vida. Un hom-bre ciego (la ceguera no solamente esla física) que está al borde del camino,que como un mendigo, un necesitadode vida y verdad, está pidiendo. Peronadie de los que pasan a su lado le da loque más necesita para saciar el hambreque tiene en lo más profundo de su ser.

___________________Hemos de tener estaseguridad, que unmundo sin Dios es unmundo sin esperanza,solamente Dios puedecrear justicia

Don Carlos explica en su carta que en el curso que ahora comienza el lema del IDR es ‘Seréis mis testi-gos’ e invita a compartir a través de él “los tesoros inestimables de la fe, de la esperanza y de la caridad”.(Participantes en el Itinerario Diocesano de Renovación (IDR), en la parroquia San Pascual Bailón).

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haga por ti?”. Hoy, ante tantas y tan di-versas situaciones en las que vivimosesta pregunta es inevitable, de tal ma-nera que el “seréis mis testigos” es lamejor y la única respuesta que tenemoslos cristianos a la pregunta más cruciale importante de nuestra vida. Y es que,en lo más profundo del corazón de undiscípulo de Jesucristo, anida el deseo yel compromiso de que todo ser humanoexperimente el Amor de Dios manifes-tado en Jesucristo, que cambia la vida,la perspectiva y el corazón del hombre.Tengamos la certeza de que el Señor seacerca a nuestra vida, Él quiere que se-amos sus testigos y sabe muy bien quesin su gracia, su fuerza y cercanía nohay capacidad para ser testigos de Él.

“La fe sabe que Dios se ha hechomuycercano a nosotros, que Cristo se nosha dado como un gran don que nostransforma interiormente, que habita ennosotros, y así nos da la luz que iluminael origen y el final de la vida, el arcocompleto del camino humano. Así po-demos entender la novedad que aportala fe. El creyente es transformado porel Amor, al que se abre por la fe, y alabrirse a este Amor que se le ofrece, suexistencia se dilata más allá de símismo. Por eso, San Pablo puede afir-mar: «No soy yo el que vive, es Cristoquien vive en mí» (Ga 2, 20), y exhortar:«Que Cristo habite por la fe en vuestroscorazones» (Ef 3, 17). En la fe, el «yo»del creyente se ensancha para ser habi-tado por Otro, para vivir en Otro, y así

su vida se hace más grande en el Amor.En esto consiste la acción propia delEspíritu Santo. El cristiano puede tenerlos ojos de Jesús, sus sentimientos, sucondición filial, porque se le hace partí-

cipe de su Amor, que es el Espíritu. Y eneste Amor se recibe en cierto modo lavisión propia de Jesús”4.

3. En la Jornada Mundial de la Juven-tud en Río de Janeiro, el Papa Fran-cisco invitaba a los jóvenes a salir de símismos, a anunciar a Jesucristo, hizoque resonasen en toda la Iglesia aque-llas palabras de Cristo: “Id por el mundoy proclamad el Evangelio” (Mc 16, 15).El mismo Espíritu que nos ha hechohijos de Dios y que, en estos años en elIDR, nos urgía a vivir en la escucha, enel conocimiento, en la identificación yen la comunión con Jesucristo a travésde estas palabras: “¡Ojalá escuchéis hoysu voz!”, “el Verbo se hizo carne y ha-bitó entre nosotros”, “para mí la vida esCristo”, es el mismo que en estos mo-mentos nos impulsa a la evangelización:“Seréis mis testigos”. ¡Qué bien explicael Papa Francisco por qué tenemos queser testigos del Señor, que sigamos in-terpelando a todos los hombres entodas sus situaciones! Hay que pregun-tarles “¿qué quieres que haga por ti?”.Lo ha dicho de una manera muy clara elPapa cuando hablaba a los Obispos deBrasil y les decía: “Hoy nos encontra-mos en un nuevo momento. Como haexpresado bien el Documento de Apa-recida, no es una época de cambios,sino un cambio de época. Entonces,también hoy es urgente preguntarse:¿qué nos pide Dios?... No hay que cederal desencanto, al desánimo, a las la-

mentaciones… Hace falta una Iglesiaque no tenga miedo a entrar en la nochede ellos. Necesitamos una Iglesia capazde encontrarlos en su camino. Necesi-tamos una Iglesia capaz de entrar en suconversación…, hace falta una Iglesiacapaz de acompañar, de ir más allá delmero escuchar; una Iglesia que acom-pañe en el camino poniéndose en mar-cha con la gente; una Iglesia que puedadescifrar esa noche que entraña la fugade Jerusalén de tantos hermanos y her-manas; una Iglesia que se dé cuenta deque las razones por las que hay genteque se aleja contienen ya en sí mismastambién los motivos para un posible re-torno, pero es necesario saber leer eltodo con valentía…”5.

4. Jesucristo, a través de y en su Igle-sia, nos confía la misión fundamentalde comunicar a los demás el don de lasalvación y nos invita a participar en laconstrucción de su Reino. ¡Qué hon-dura, fuerza y felicidad produce y tieneen nuestras vidas ese “sí” dado a Cristoy a su Iglesia! ¡Qué Amor más grande!Este Amor de Cristo, incondicional,debe ser el alma de nuestro apostolado:“el amor de Cristo nos apremia” (2 Co5, 14) y aquellas otras palabras en lasque el Apóstol dice “predicar el Evan-gelio no es ningún motivo de gloria; esmás bien un deber que me incumbe. Y¡ay de mí si no predicara el Evangelio!”(1 Co 9, 16). Ciertamente, la Iglesia esuna comunidad misionera. Cada bauti-

___________________Hay que salir, marchara donde habitan loshombres, comunicarlo que hemos recibidode Cristo. Esteapasionante desafíohay que hacerloconociendo lasituación de loshombres, la periferiadonde se encuentran

“En la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, el Papa Francisco invitaba a salir de sí mismos, a anunciar a Jesucristo, hizo que resonasen en toda la Iglesia aquellas palabras de Cristo: ‘Idpor el mundo y proclamad el Evangelio’”.(En la fotografía, Francisco visita una favela de Río de Janeiro, durante su visita a Río con motivo de la JMJ).

VÍCTOR GUTIÉRREZ

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es el grito que todo ser humano cons-ciente o inconscientemente da en suvida, porque tiene necesidad de la cer-canía de Dios y no para hasta que Diosno se acerque a su vida. Es verdad quequizá se fabrican otros dioses que noson el Dios verdadero, pero todo hom-bre que viene a este mundo, en lo másprofundo de su corazón, barrunta la ne-cesidad de Dios. No le vale cualquierdios para llenar su corazón y curar lasheridas que tiene y que por sus propiasfuerzas no puede curar. Tampoco lepuede curar un dios que él mismo seconstruye o recoge, que no le mani-fiesta ni le entrega lo que necesita el serhumano para vivir en plenitud. Las pa-labras del ciego de Jericó son las quetodo ser humano articula de una ma-nera u otra: “¡Jesús, hijo de David, tencompasión de mí!”. Necesitamos sentirque alguien nos ama, nos conforma, nosalienta, nos da felicidad, nos hace ser,nos da seguridad y firmeza, nos da pre-sente y futuro. La compasión que pideel ciego de Jericó es que Jesús tengacompasión por su persona, lo acoja, ledé su gracia y su amor, le dé su luz, lequite la oscuridad en la que vive, le désu aliento, le dé fundamentos. Esto eslo que necesita todo ser humano.

16. Tenemos que estar convencidosde la necesidad de nuestra misión. ElSeñor nos ha llamado para una misiónfundamental. Sin ella el ser humano nopuede vivir. Nos ha dicho “seréis mistestigos”. Hemos de estar disponiblespara esta tarea. Se trata de que Jesu-cristo, que es Amor, regala al hombre laplena afinidad con la verdad y nos in-vita a vivir continuamente en ella. Esuna verdad que es su misma vida, queconfigura al hombre y nos impulsa avivir continuamente en y desde ella. Je-sucristo, como Palabra de Dios (elLogos, el Verbo), es la verdad de todaslas cosas y de todos los hombres, esdecir, el origen racional, el fundamentoy el sentido de toda realidad. Necesita-mos de nuevo buscar la Verdad y tenerel valor de admitirla, ya que es Cristoquien nos exige que la busquemos (VS82). Ella nos introduce en la realidad deDios y de nosotros mismos. Cristo noha dicho: “Yo soy la costumbre”, sino“yo soy la Verdad”. Él nos exige quebusquemos la verdad, lo que nos intro-duce en la realidad del Creador, del Sal-vador, de nuestro propio ser". EstaVerdad es distinta a las verdades egoís-tas y superficiales del ser humano. LaVerdad de la fe cristiana es Cristo y noadmite cambios ni sustituciones: es unaVerdad y una certeza personal. Es laRoca sobre la que edificamos nuestra fe(Salmo 17). Fuera de esa Verdad que esel mismo Jesucristo, estamos perdidosy tenemos necesidad de gritar “¡Jesús,hijo de David, ten compasión de mí!”.¡Qué fuerza tiene la presencia del Señorjunto al ciego de Jericó! Y es que la Ver-dad y el Amor, que es el mismo Jesu-cristo, ensanchan e impulsan lainteligencia humana hacia horizontesinexplorados. Jesucristo atrae hacia síel corazón de todo ser humano, lo di-lata, lo colma de alegría, de paz, de ini-

ciativas que buscan la dignidad y el des-arrollo de todos los hombres. Es im-presionante comprobar que la Verdadde Cristo, en cuanto toca a cada per-sona que busca siempre la alegría, la fe-licidad y el sentido, supera cualquierotra verdad que la razón pueda encon-trar. ¡Qué comprobación más evidentehacemos en este encuentro con el ciegode Jericó! La Verdad que es Cristo nos

busca. Hemos de decir a los hombresque se dejen interpelar por quien seacerca a sus vidas, que es Cristo.

17. Las palabras del Beato Juan PabloII que deseo recordar ahora son las si-guientes: “El hombre no puede vivir sinamor. Él permanece para sí mismo unser incomprensible, su vida está pri-vada de sentido si no se le revela elamor, si no se encuentra con el amor, sino lo experimenta y lo hace propio, sino participa en él vivamente. Por estoprecisamente, Cristo Redentor revelaplenamente el hombre al mismo hom-bre. Tal es –si puede expresarse así– ladimensión humana del misterio de laRedención”14.

El Amor y la Verdad son como doscaras de ese don inmenso que viene deDios y que tienen un rostro que se hamanifestado y revelado en Jesucristo.Conocemos la Verdad y el Amor en Je-sucristo. Sabemos que el hombre nopuede vivir sin amor. Por eso, propone-mos la persona de Jesucristo, pues la ca-ridad en la verdad, de la que Jesucristose ha hecho testigo con su vida terrenaly, sobre todo, con su muerte y resurrec-ción, es la principal fuerza impulsora delauténtico desarrollo de cada persona yde toda la humanidad. El Amor tiene suorigen en Dios y siempremueve a la per-sona a comprometerse con valentía enconstruir su vida y la de los demásdando rostro a Jesucristo. Solamenteharemos verdad “seréis mis testigos”, sies que vivimos en el amor. ¡Qué bellezatiene el corazón de la vida cristiana quees el Amor! Quizá, la respuesta más ade-

cuada para la pregunta que hizo el Señoral ciego de nacimiento, “¿qué quieresque haga por ti?”, sea ir recorriendo loque el Señor dice en la parábola delbuen samaritano, cuando el maestro dela ley preguntó a Jesús: “¿quién es miprójimo?”. Y el Señor responde invir-tiendo la pregunta y mostrando con elrelato del buen samaritano cómo cadauno debemos convertirnos en prójimosdel otro,“vete y haz tú lo mismo” (Cf. Lc10, 29-37).

“Los que iban delante loregañaban para que secallara, pero él gritabamás fuerte, ¡Hijo de David,ten compasión de mí!”

IV. La Iglesia derriba losmuros que impiden elencuentro con Dios

18. Las dificultades que malogran elencuentro con Dios, y que impiden quedescubramos la grandeza de nuestravida, vienen de dentro y de fuera. Esverdad que están nuestros pecados, quetambién nos privan de ver quiénessomos y comportarnos como tales,pero, como al ciego de Jericó, hay difi-cultades de fuera, “los que iban delantelo regañaban para que se callara”. El en-cuentro con Jesucristo se lo impedíandesde fuera. Es urgente, como nos diceel Señor en el Evangelio, “ser sus testi-gos”. El hombre tiene sed y hambre de

“El Amor tiene su origen en Dios y siempre mueve a la persona a comprometerse con valentía en construir su vida y la de los demás dando rostro a Jesucristo.Solamente haremos verdad ‘seréis mis testigos’, si es que vivimos en el amor. ¡Qué belleza tiene el corazón de la vida cristiana que es el Amor!”.

Valencia, domingo 22-IX-2013Pág. IV PARAULA

Tiene hambre de lo más necesario, quees el amor, la cercanía, la comprensiónpara curar su ceguera que le provocaangustia, desilusión y desesperanza.Esta hambre solamente la puede quitarDios. El ciego oyó alboroto entremucha gente que pasaba pero percibióalgo diferente en ese pasar y pasar degente. Por eso preguntó “¿qué era aque-llo?”. Seguro que él había oído hablar deJesús, pero nunca lo había tenido tancerca. Alguien le respondió a su pre-gunta y le informó de quién pasaba porallí. Es muy importante preguntar, peroaún lo es más el que tengamos a alguienque nos responda. ¡Qué trascendentalfue para aquel ciego que hubiese al-guien que le dijese con claridad, “pasaJesús el Nazareno”! En nuestra vida ne-cesitamos personas que nos indiquenque el Señor está a nuestro lado, queDios no es un extraño a la humanidad,ni le es ajena la vida y la historia perso-nal y colectiva de cada ser humano.

12. En el momento histórico que vivi-mos, tiene una importancia capital quehaya hombres y mujeres que nos indi-quen que el Señor pasa por nuestrolado. Es más, que muestren con susvidas el rostro del Señor, que “huelan”de tal manera al Señor, que los hombresy mujeres de nuestro tiempo, cuandopregunten, puedan escuchar con pala-bras y obras, “pasa Jesús”. Necesitamosde hombres y mujeres que a través deuna fe iluminada y vivida hagan a Dioscreíble en este mundo. Tenemos nece-sidad de hombres y mujeres cuyo inte-lecto esté iluminado por la luz de Dios ycuyos corazones estén abiertos a Dios,de modo que su intelecto pueda hablaral de los otros y pueda abrir el corazónde los demás. Hombres y mujeres que,teniendo la mirada puesta en Dios,aprendan de Él la verdadera humani-dad. Sólo a través de hombres y muje-res tocados por Dios, Dios puedeacercarse a los hombres12. A quien seencuentra con Cristo, le urge salir aanunciarlo, es irrenunciable. Recuerdo,en este sentido, esa página del Evange-lio de San Mateo (Mt 20, 19-23) en la

que, precisamente, se ve tan claramenteque en el encuentro con el Señor se daal mismo tiempo la misión, de tal ma-nera que podemos afirmar que no hayencuentro sin misión y no hay misiónsin encuentro con Jesucristo.

13. Vivimos un momento extraordina-rio de la humanidad, se percibe la nece-sidad que tienen los hombres del Diosvivo y verdadero. Es cierto que hay unaconciencia más viva de la libertad per-sonal y una mayor atención a la calidadde las relaciones, a la promoción del serhumano en todos sus aspectos, a la edu-cación, a la defensa de la dignidad de lapersona, a la construcción de una so-ciedadmás justa. Tampoco podemos es-conder que hay signos que nospreocupan, pues hay algunos valores

fundamentales que sufren una degrada-ción, como son una concepción equivo-cada de la autonomía personal, unainterpretación que empequeñece y fal-sea la idea y la experiencia de la liber-tad concebida no como capacidad parallevar a cabo la verdad del proyecto deDios, una interpretación ambigua de laautoridad, dificultades reales en latransmisión de valores importantes, cri-sis de la familia, de la fidelidad, de loscompromisos de por vida, del valor dela vida misma. También afloran egoís-mos tremendos en la vida de las perso-nas que miran más para sí mismas yolvidan a los demás. Junto a todas estassombras, encontramos enmuchos luga-res de la tierra falta de medios básicospara sobrevivir: alimento, trabajo, vi-vienda, medicinas, libertades funda-mentales... Cada discípulo de Cristo, quesabe que nuestra misión es “seréis mistestigos”, tenemos que preguntarnos:¿soy cauce para que otros puedan co-nocer y encontrarse con el Señor? ¿Doya conocer con mi anuncio y con mi vidaque Dios pasa por aquí y que está al ladodel hombre?

14. En la actualidad, sigue existiendoel conflicto entre dos amores del quenos hablaba San Agustín: “el amor deDios llevado hasta el desprecio de sí, yel amor de sí mismo llevado hasta eldesprecio de Dios”13. Y ello, a nosotroslos cristianos, nos lleva a tener másconciencia de la misión y de la necesi-dad de vivir lo que este año nuestra Igle-sia Diocesana en el IDR nos propone:“seréis mis testigos”. Unos apóstolesque tienen el atrevimiento de decir a loshombres que se encuentran por el ca-mino: “¿qué quieres que haga por ti?”,testimoniando con sus vidas que losdemás son más importantes que unomismo. Encontrarnos con el Amormismo que es Jesucristo es lo que ga-rantiza que nuestra humanidad tenga laverdadera sabiduría, que engendrará el“nuevo humanismo” que no solamenteno aparta a los hombres de la relacióncon Dios, sino que los conduce a esa re-lación, ya que confiere la verdad de lo

que es la persona humana y las relacio-nes entre los hombres. “Nuestra época,más que ninguna otra, tiene necesidadde esta sabiduría para humanizar todoslos nuevos descubrimientos de la hu-manidad. El destino futuro del mundocorre peligro si no se forman hombresmás instruidos en esta sabiduría” (GS15). Tenemos que aprender de NuestroSeñor Jesucristo a ser Evangelio deAmor para la humanidad: con su Pala-bra, con sus discípulos y con el mundo.Este amor triple tiene que ser el ma-nantial de donde fluya y emane todonuestro empeño evangelizador: amor ala Palabra de Dios, amor a la Iglesia yamor al mundo. Y ello porque, a travésde la Palabra, Cristo se nos da a cono-cer en su persona, en su vida, en su doc-trina; porque al llamarnos a lapertenencia eclesial ha querido contarcon nosotros para seguir mostrando surostro, y porque desea que hagamosvida lo que Él nos dice, “he venido nopara condenar al mundo sino para sal-varlo”. Solamente la Palabra puedecambiar el corazón del hombre. Acoja-mos a Cristo con el mismo deseo que elciego tenía de estar al lado de Jesús.

“Entonces empezó a gritar:¡Jesús, hijo de David, tencompasión de mí!”

III. El corazón del hombretiene hambre de Dios

15. Hay unas palabras del Beato JuanPablo II, que escribió en el inicio de supontificado y a las que luego me refe-riré, que a mí siempre me llenan de su-gerencias, sobre todo en estosmomentos en que os estoy escribiendoesta carta pastoral, que desea ser unameditación que nos ayude a realizar latarea de la misión que, como Iglesia deJesucristo, tenemos aquí en estas tie-rras de nuestra Archidiócesis de Valen-cia en este próximo curso pastoral2013-2014. El grito del ciego de Jericó

___________________Tenemos quepreguntarnos: ¿soycauce para que otrospuedan conocer yencontrarse con elSeñor? ¿Doy aconocer con mianuncio y con mi vidaque Dios pasa poraquí y que está al ladodel hombre?

___________________Todo hombre, en lomás profundo de sucorazón, barrunta lanecesidad de Dios. Nole vale cualquier diospara llenar su corazóny curar las heridasque tiene y que porsus propias fuerzasno puede curarMonseñor Osoro realiza una descripción de la sociedad actual, repleta de matices, positivos en muchos casos y preocupantes en otros: “Es cierto que hay una conciencia más viva de la libertad personal y una mayor

atención a la calidad de las relaciones, a la promoción del ser humano en todos sus aspectos, a la educación, a la defensa de la dignidad de la persona (...). Tampoco podemos esconder que hay (...) una concepción equi-vocada de la autonomía personal, una interpretación que empequeñece y falsea la idea y la experiencia de la libertad concebida no como capacidad para llevar a cabo la verdad del proyecto de Dios, una interpreta-ción ambigua de la autoridad, dificultades reales en la transmisión de valores importantes (...). Junto a todas estas sombras, encontramos en muchos lugares de la tierra falta de medios básicos para sobrevivir”.

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PARAULA Pág. VIIValencia, domingo 22-IX-2013

cribe: “El Verbo se ha hecho dispensa-dor de la gloria del Padre en beneficiode los hombres… Gloria de Dios es elhombre que vive y su vida consiste enla visión de Dios”15. La gloria de Dios semanifiesta en la salvación del hombre,“tanto amó Dios que dio a su Hijo único,para que todo el que crea en él no pe-rezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). El amor es la razón última de la En-carnación de Cristo. Así decía el teó-logo católico del siglo XX Hans Urs vonBalthasar: Dios “no es, en primer lugar,potencia absoluta, sino amor absoluto,cuya soberanía no se manifiesta entener para sí mismo todo lo que le per-tenece, sino en abandonarlo”16. Lomismo que Jesucristo mostró su amor,la Iglesia que quiere hacer presente alSeñor y desea ser testigo fuerte de Él,lo hará presente con sus propios gestos,pero muy especialmente acercando lapresencia amorosa del Señor a cada serhumano.

22. Es muy importante que no olvide-mos que existen cadenas exteriores queamenazan y atan al hombre. Son cade-nas que tienen una manifestación ex-terna, pero fluyen del interior, delpecado, y de una falsa concepción delhombre y de sus relaciones con losdemás. El relativismo cerrado a la tras-cendencia es una cadena muy fuerte, labúsqueda de poder como sea y a costade lo que fuere, el lucro utilizando cual-quier medio, la droga, las relacionesafectivas vividas en desorden total, lacrisis y la confusión que se vive, se ex-tienden en ámbitos importantes dondese construye la vida, como es el matri-monio o el no reconocimiento del serhumano en todas las etapas de su vida,etc. Tengamos la valentía de Jesucristo.Recordemos, como discípulos suyosque somos para los demás, que estamosjunto a los demás y no de cualquier ma-nera sino como hermanos. Hemos deentregarnos a los demás pues en esatarea encontramos la vida. Somos cria-turas e hijos de Dios con la capacidadque la comunión con el Señor nos dapara hacer siempre el bien. Tratemospor todos los medios de acercar a Diosa los hombres. Es en esta cercanía deDios donde el ser humano cambiadesde dentro, se convierte (metanoia),solamente el amor infinito lo libra delpecado, del aislamiento. ¡Qué misióntan maravillosa recordar que el hombreno ha sido creado solamente para vivirpara sí mismo! “El pan nuestro de cadadía” es el amor de Dios, esto nos ali-menta y nos dispone a amar y a servir alos demás. Para esto ha sido creado elhombre. Acerquemos este alimento alos hombres. ¡Qué tarea y qué misiónmás admirable! Estoy convencido deque, en la medida que se le conozcamás, muchos ofrecerán la vida para re-alizar esta tarea e impedir lo que alciego de Jericó le pasó, que “los queiban delante lo regañaban para que secallara”. Hagamos posible que los hom-bres todos puedan gritar y que existanoídos como los del Señor que oigan esegrito: “¡Hijo de David, ten compasión demí!”.

“Jesús se paró y mandó quese lo trajeran”

V. La máxima dignidad delhombre: Dios lo ha creado,es su Padre, le regala su viday lo atiende siempre

23. El ciego de Jericó representa atodos los hombres ante los que Diossiempre se detiene: ante la llamada“¡Hijo de David, ten compasión de mí!”,Jesús se paró. El hombre necesita lavida de Dios mismo. Esto es lo que pideel ciego y lo que piden todos los hom-bres. Él siempre está esperando que lellamemos, pero también es verdad queÉl se hace el encontradizo con nos-otros. Y lo hace a través de personas, deacontecimientos o directamente congestos y palabras. Muchos no se dancuenta de la atención que Dios tienecon cada ser humano. Pero es cierto,que Él quiere llegar al corazón de todosy mostrarles dónde se alcanza la digni-dad máxima y el pleno desarrollo,dónde se encuentra la mayor riquezaque se puede poseer, que no es otra quedejarse amar y mirar por Dios, dejarque Dios nos entregue su vida17.

24. En el Bautismo, este regalo que elSeñor nos hace de su vida, es dondemejor se expresa y se hace patente. ElBautismo es un “sí” a ese desafío devivir verdaderamente la vida, diciendo“no” al ataque de la muerte. ¡Qué fuerzatienen las palabras de San Pablo!: “Yano vivo yo, sino que es Cristo quien viveen mí” (Ga, 2, 20). Por el Bautismo seconfigura nuestra identidad esencial.Por el Bautismo desaparece mi yo, sepurifica y se abre por la inserción enCristo a un nuevo sujeto más grande ytransformado. Así, llegamos a ser “unoen Cristo”, a identificarnos con Él (cf.Ga 3, 28). “Yo, pero ya no yo” es la fór-mula de la existencia cristiana. Somos

hombres nuevos, testigos del resuci-tado, portadores de la alegría y de la es-peranza cristiana, incorporados a lafamilia de Dios.

25. ¡Qué proeza hizo el Señor con nos-otros al darnos la vida de Dios, el Espí-ritu de amor! Impresiona escucharestas palabras del Apóstol San Pablo:“¿Quién nos separará del amor deCristo?... Estoy seguro que ni la muerteni la vida, ni los ángeles ni los principa-dos, ni lo presente ni lo futuro, ni las po-testades ni la altura, ni la profundidadni otra criatura alguna podrá separar-nos del amor de Dios manifestado enCristo Jesús, Señor nuestro” (Rm 8, 35.38-39) Y en este amor consiste la vidanueva del cristiano: “El que ama al pró-jimo ha cumplido la ley… La caridad es,por tanto, la ley en su plenitud” (Rm 13,

8. 10). ¡Qué milagro: el Hijo de Dios seha hecho hombre para que seamoshijos de Dios! Dios se detiene ante todohombre y quiere regalarle su vida, quetenga la vida de Dios y que actúe segúnesa vida que se le regala como gracia.

26. Hay una página del Beato JuanPablo II que revela la dignidad del serhumano y cómo, por esa dignidad queha recibido, Dios siempre se para a es-cuchar y a atender a cada hombre. ElSeñor se detiene ante todo ser humano.Nos dice así esa página:

“Jesucristo es principio estable ycentro permanente de la misión queDios mismo ha confiado al hombre. Enesta misión debemos participar todos,en ella debemos concentrar todas nues-tras fuerzas, siendo ella necesaria másque nunca al hombre de nuestrotiempo. Y si tal misión parece encontraren nuestra época oposiciones más gran-des que en cualquier otro tiempo, talcircunstancia demuestra también quees en nuestra época aún más necesariay -no obstante las oposiciones- es másesperada que nunca. Aquí tocamos in-directamente el misterio de la econo-mía divina que ha unido la salvación yla gracia con la Cruz. No en vano Jesu-cristo dijo que el “reino de los cielosestá en tensión, y los esforzados lo arre-batan”; y además que “los hijos de estesiglo son más avispados… que los hijosde la luz”. Aceptamos gustosamenteeste reproche para ser como aquellos“violentos de Dios” que hemos vistotantas veces en la historia de la Iglesia yque descubrimos todavía hoy para unir-nos conscientemente a la gran misión,es decir: revelar a Cristo al mundo, ayu-dar a todo hombre para que se encuen-tre a sí mismo en Él, ayudar a lasgeneraciones contemporáneas de nues-tros hermanos y hermanas, pueblos, na-ciones, estados, humanidad, países envías de desarrollo y países de la opu-lencia, a todos en definitiva, a conocer

“Por el Bautismo desaparece mi yo, se purifica y se abre por la inserción en Cristo a un nuevo sujeto más grande y transformado”. BODAS Y BAUTIZOS

Dios. Este momento de la historia es dehambre de Dios. Es verdad que sequiere saciar de maneras muy diversas,que a veces parece que nos hacen creerque Dios no es necesario. No nos enga-ñemos, en lo más profundo del ser hu-mano, en el núcleo de su existencia hayuna necesidad imperiosa de Dios, esta-mos creados por Dios mismo a su ima-gen y semejanza y Él ha puesto suimpronta en nuestro corazón. Cuandono vivimos como imágenes de Dios, niestamos a gusto con nosotros mismos,ni hacemos felices a los demás, vamoscontra nuestra propia identidad. Siem-pre me ha gustado escuchar una invita-ción que cantan los monjes en losmonasterios que dice así: “venid adore-mos al Señor, que nos ha creado”. Estaspalabras encierran una verdad y una sa-biduría inmensa. Salgamos a la misión yquitemos de la vida de los hombres lasdificultades que frustran el encuentrocon Dios, las de dentro, el pecado, y lasde fuera, que oscurecen la presencia dela Iglesia de Cristo. Salgamos a la mi-sión.

19. Cuando rezamos el Credo, co-menzamos diciendo: “Creo en DiosPadre Todopoderoso, creador del cieloy de la tierra”. Pero la revelación pro-fundiza aún más, pues no solamentedice que Dios creó al hombre, sino queañade algo esencial, creó al hombre asu imagen y semejanza, es decir, es unaimagen inmediata, una copia de Dios.“Hagamos al hombre a nuestra imageny a nuestra semejanza”… “Y creó Diosal hombre a su imagen, a imagen deDios lo creó, varón y mujer los creó”(Gn 1, 26 s.). ¡Qué maravilla! ¡Qué be-lleza más grande la del ser humano!¡Qué capacidades ha puesto Dios ennuestra vida! ¡Qué muestras de esta re-alidad nos ha revelado y manifestado

con su propia vida Jesucristo! “El día enque Dios creó al hombre, a imagen deDios lo hizo. Los creó varón y mujer, losbendijo y les puso el nombre de Adán eldía en que los creó” (Gn 5, 1 s.). Es be-llísima la aclaración que hace el Librode la Sabiduría sobre el relato de la cre-ación: “Dios creó al hombre incorrupti-ble y lo hizo a imagen de su propio ser”(Sab 2, 23). Aún esa belleza adquieremás hondura cuando leemos el Librodel Eclesiástico: “Le revistió (al hom-bre) de una fuerza como la suya y loshizo a su propia imagen” (Eclo 17, 3).En estas palabras brilla de una maneraespecial toda la grandeza y la dignidaddel ser humano, pero se pone de mani-fiesto también su pequeñez y la depen-dencia que tiene, ya que quien esimagen de otro, recibe su grandeza y suhermosura del modelo. Lo importantees el “Espejo-Origen”. Si el hombre seaparta del espejo original o se nubla ose ensucia, queda sin saber quién es,queda sin realidad. Por ello, qué impor-tante es mantener la cercanía de Dios alos hombres y eliminar todo aquello queimpida que el ser humano pueda estarcerca de Dios. En este sentido, la Iglesiatiene una misión extraordinaria, su-blime, la más grande que se puedetener: mantener al hombre en la cerca-nía de quien le da identidad, sentido, yvida, de quien le hace ser lo que tieneque ser. Esto es lo que nos enseña Nues-tro Señor Jesucristo cuando sale por loscaminos. Él quiere manifestar que sola-mente en la cercanía de Dios el hombrese cura, se salva, cura las heridas y sehace capaz de ser para los demás lo quetiene que ser “espejo viviente de Dios”.

20. Hay que eliminar todo lo que im-pida al hombre encontrarse con Dios.“Seréis mis testigos” tiene que ver conesamisión que debe ser la primera ymás

importante tarea de la Iglesia y de todoaquél que vive conscientemente de queha sido creado a imagen y semejanza deDios. Hemos de ser trasunto del Señor.Hemos de hacernos espejos cada día

más vivientes y más amantes del Señor.Qué fuerza adquiere para nosotros esaexpresión que se les dice a los niñoscuando se parecen tanto al padre o a lamadre: “¡tiene lamisma cara!”. El ser hu-mano anhela, ansía, tiene necesidad,está inscrito en su propia naturaleza el

tener el rostro de Dios y mostrar que eshijo de Dios. Es verdad que el pecadorompe esa imagen, pero también es ver-dad que en Cristo esa imagen se ha re-cuperado para todos los hombres. Loshombres han de conocer a Jesucristo,han de entrar en comunión con Él.

21. Ser imagen de Dios es la esenciadel hombre, es un don de Dios pero almismo tiempo una tarea. Nuestro SeñorJesucristo nos ha mostrado el rostroreal de Dios haciéndose, Él mismo,hombre y nos muestra la verdaderaimagen que tiene que tener el hombre ycómo puede conseguirla (cf. GS 22). YÉl nos da la fuerza, la gracia y el amorpara que, viviendo en una comunióncon Él, mostremos el rostro de Dios.Cristo es el centro del hombre. Por eso,tienen para nosotros un profundo sig-nificado las palabras del Apóstol SanPablo: “Estoy crucificado con Cristo”(Gal 2, 19), “Vivo yo, pero ya no comoYo; es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20). En Cristo y por Cristo ha surgidoun hombre nuevo, una verdadera per-sona y personalidad humana, que noestá dominada por la individualidad, nipor el amor propio o el egoísmo. Hasurgido el verdadero hombre.

Quitemos lo que impide el encuentrocon Dios. Al hombre no se le puede en-tender plenamente, tanto en su interio-ridad como en su exterioridad, sin sureferencia a Dios. Es imposible que elhombre por sí solo responda a los inte-rrogantes fundamentales que agitan sucorazón con respecto al sentido de suexistencia. El destino del ser humanosin su referencia a Dios es la desola-ción, la angustia y la desesperanza.Tiene necesidad de referir su vida alDios-Amor que se nos ha revelado enJesucristo. El hombre tiene que saberque es amado por Dios. San Ireneo es-

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“Salgamos a la misión y quitemos de la vida delos hombres las dificultades que frustran el en-cuentro con Dios”.

(Dos jóvenes católicos hablan de Jesucristo a dosviandantes en el barrio del Carmen de Valencia.Fue una de las acciones evangelizadoras que sedesarrollaron en la capital valenciana durante elCongreso Nacional de Pastoral Juvenil organi-zado el pasado mes de noviembre por la Confe-rencia Episcopal Española)

VÍCTOR GUTIÉRREZ

___________________Él siempre estáesperando que lellamemos, perotambién Él se hace elencontradizo connosotros. Y lo hace através de personas,de acontecimientos ocon gestos y palabras

___________________Dios creó al hombrea su imagen ysemejanza. Loimportante es el‘Espejo-Origen’. Si elhombre se aparta delespejo original o senubla o se ensucia,queda sin saber quiénes, queda sin realidad

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PARAULA Pág. IXValencia, domingo 22-IX-2013

con su Misericordia, nos convierte enhombres de la misericordia de Dios.¡Qué bueno es descubrir que la Miseri-cordia es el núcleo central del mensajeevangélico, es el nombre mismo deDios! Es maravilloso el camino que elSeñor revela a los que quieren ser susdiscípulos: “No juzguéis…, no conde-néis…; perdonad y seréis perdona-dos…; dad y se os dará; sedmisericordiosos, como vuestro Padre

es misericordioso” (Lc 6, 36-38).

33. Hacer esta pregunta, “¿qué quie-res que haga por ti?, a todos los que nosencontremos, requiere estar convenci-dos de que “fuera de la misericordia deDios no existe otra fuente de esperanzapara el hombre”21. A partir de esta mi-sericordia, la Iglesia tiene una inque-brantable confianza en el hombre y ensu capacidad de recuperarse. La mise-ricordia nos hace testigos creíbles delAmor de Dios. Nuestro poder tiene queser la gracia y la misericordia, pues lacumbre del poder de Dios es la miseri-cordia y el perdón. ¡Qué distintos serí-amos los hombres si comprendiésemosy viviésemos esto! Testimoniar la pre-sencia de Dios siempre es nuestra grantarea: “seréis mis testigos”. Esta huma-nidad necesita del testimonio de unoshombres que dan a conocer a un Diosque comprende al hombre y que lehabla al corazón.

Para hacer esta pregunta a todos loshombres en sus diversas situacionesnecesitamos hombres y mujeres san-tos, con la santidad del Santo de losSantos, de Jesucristo. San Benito nosdice en qué consiste la santidad en susreglas, “no anteponer nada al amor deCristo”22. En esto consiste la santidad,que se convierte hoy en una verdaderaurgencia pastoral, pues sentimos la ne-cesidad de arraigar la vida y la historiaen sólidos fundamentos y éstos no sonotros que el mismo Jesucristo. Él nosha entregado en sí mismo la plena rea-lización del amor a Dios y del amor alos hermanos. Aquellas palabras delApóstol San Pablo tienen un eco espe-cial en nuestra vida: “abandonando losídolos, os habéis convertido, para ser-vir al Dios vivo y verdadero” (1 Ts 1, 9).En esta conversión está el principio deuna verdadera santidad que todos esta-mos llamados a realizar en nuestraexistencia. ¿Quién es santo? El que sefascina ante la belleza de Dios y ante labelleza de su verdad y así ve como suvida va transformándose, no por susfuerzas sino por la gracia y el amor deDios. La santidad es la verdadera revo-lución que puede provocar que todoslos que formamos parte de la Iglesiasintamos en lo más profundo de nues-tro corazón la necesidad de vivir elmandato del Señor: “seréis mis testi-gos”.

“Él le dijo: Señor, que veaotra vez”

VII. La necesidad y eldeseo más grande del hom-bre es saber quién es

34. Me vais a permitir un desvarío,pues ante tantas necesidades que ob-servamos que padecen los hombres, pa-reciera que yo salgo por la tangente y,en vez de asumir y nombrar esas nece-sidades, salgo diciendo y afirmando quela necesidad más grande del hombre esser curado, sanado y darle vida. Pues

sigo con este desvarío, porque la res-puesta del ciego de Jericó, después dehacerle la pregunta “¿qué quieres quehaga por ti?”, es clara y manifiesta la ne-cesidad profunda que tiene: “Señor, quevea otra vez”. Hoy como siempre, perocon una intensidad especial por las os-curidades que abruman a la existenciade los hombres de todo tipo, persona-les, sociales, culturales, educativas, po-líticas, el ser humano necesita ver. Lagran crisis que vive el hombre hoy es la“crisis antropológica”, no sabe, no ve,tiene oscuridad en lo más importanteque es ver “¿quién soy yo?”, “¿quiénesson los demás para mí?”, y descubrirque estas preguntas no las podemosresponder desde nosotros mismos. Poreso, Nuestro Señor Jesucristo sigueacercándose al hombre en todos los lu-gares y en todas las circunstancias enlas que vive. ¿Cómo no curar las heri-das del ser humano? ¿Cómo no acercara quien cura, sana y hace ver? Ésta es lagran tarea de la Iglesia, que aprendere-mos a realizar y cumplir en la medidaen que estemos cerca y en comunióncon Jesucristo.

35. El ciego de Jericó que habla conel Señor, por la respuesta que da, nosiempre ha estado ciego. Él ha visto,antes podía ver pero ahora no ve. Quizáésta es la imagen que mejor define elmomento que vive el hombre de hoy.Tenemos datos suficientes para decirque hoy, de modos diferentes, los hom-bres están dando ese grito, “¡que vea!”.En muchos casos no saben a quiénpedir volver a ver, pero lo gritan. El mo-mento es urgente para los discípulos deJesús, pues nos apremia a salir a en-contrarnos con los hombres en todaslas periferias donde están y viven. Nosha dicho el Señor: “seréis mis testigos”.En esta nueva etapa del IDR se nos in-vita a ser sus testigos con todas nues-tras fuerzas y contando con la graciadel Señor. Hay que serlo en medio delmundo y en la historia concreta de loshombres tal y como nos ha pedido ymandado el Señor: “id por el mundo yanunciad el Evangelio”. De una maneradirecta y sin tapujos el Papa Franciscoen el encuentro que tuvo con los jóve-nes argentinos en la catedral de San Se-bastián les decía (y en ellos a nosotros):“¿Qué es lo que espero como conse-cuencia de la Jornada de la Juventud?Espero lío… Pero quiero lío en las dió-cesis, quiero que se salga fuera…Quiero que la Iglesia salga a la calle,quiero que nos defendamos de todo loque sea mundanidad, de lo que sea ins-talación, de lo que sea comodidad, de loque sea clericalismo, de lo que sea estarencerrados en nosotros mismos… Lasparroquias, los colegios, las institucio-nes son para salir”23.

36. Ante tantas realidades en las queviven los hombres y que necesitan sercurados y sanados, la Iglesia siente lanecesidad de vivir con una inquietudmisionera creadora, que le lleva a acer-carse a los hombres como el Señor parahacerles ver, para buscar siempre laverdad, para saciar la vida haciendo

siempre el bien, para saciar el hambreque el ser humano tiene de libertad,para llenar su corazón de lo más bello.La Iglesia en su inquietud misionerasale a este mundo mirando a los hom-bres con los ojos y las entrañas delSeñor y es consciente de que tiene lamisión de entregar y anunciar ese grantesoro: al mismo Jesucristo, al Salvadorde la humanidad. Esta misión es la queda sentido a toda su actividad. En sumi-sión la Iglesia siente la necesidad de su-plicar con fervor: “¡Ven Espíritu Santo!¡Ven! ¡Ven! ¡Riega la tierra en sequía!¡Sana el corazón enfermo! ¡Lava lasmanchas, infunde calor de vida en elhielo! ¡Doma el espíritu indómito, guíaal que tuerce el sendero!”24. Reconocerque la Iglesia se hace más Cuerpo deCristo cada vez que se acerca a los hom-bres en todas sus situaciones, nosayuda a entender estas palabras deJesús: “El Hijo del hombre no ha venidoa ser servido, sino a servir” (Mt 20, 28).¡Qué fuerza tiene para un cristiano des-cubrir que la Iglesia se presenta ante loshombres a la manera de Cristo, comoservidora y dadora de la vida del Señor!Curamos, sanamos, damos vida, sitodos los que formamos parte de la Igle-sia nos mantenemos en la fidelidad y enla comunión para cumplir la misión deir por el mundo como el Señor ha que-rido, “seréis mis testigos”. Es así comoencarnamos estas palabras de Cristo:“Como me envió el Padre, así os envío

yo… Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20,21 s.).

37. El ser humano quiere y necesitaver. Y para hacer ver en plenitud qué esel hombre descubrimos que solamentela luz de Dios lo puede hacer. De ahí laimportancia de que el hombre conozca

___________________La gran crisis quevive el hombre hoyes la “crisisantropológica”. Nosabe, no ve, tieneoscuridad en lo másimportante, que es ver“¿quién soy yo?”,“¿quiénes son losdemás para mí?”

PARAULA Valencia, domingo 22-IX-2013Pág. VIII

las “insondables riquezas de Cristo”,porque éstas son para todo hombre yconstituyen el bien de cada uno”18.

27. En la situación actual que vivenlos hombres, a ningún discípulo deCristo le está permitido permanecerocioso. Con inmensa alegría debemosacoger el llamamiento de Cristo a tra-bajar en su viña, tomando parte activa,con conciencia clara y con gran res-ponsabilidad en la misión de la Iglesiaen esta hora de la historia. Es ciertoque se dan nuevas situaciones de todotipo: eclesiales, sociales, económicas,políticas, culturales. Éstas son vividaspor hombres concretos que están re-clamando nuestra atención y nuestrapresencia. Al igual que Nuestro SeñorJesucristo, debemos acercarnos a cadahombre parándonos e interesándonospor ellos. En la lectura continua delEvangelio del miércoles de la XX se-mana del tiempo ordinario, mientas ibaescribiendo esta carta pastoral, la Igle-sia en nombre de Jesucristo nos rega-laba unas palabras del Señor muyclaras que concuerdan con todo lo queos estoy proponiendo: “Todavía salió aeso de las cinco de la tarde, vio otrosque estaban allí, y les dijo: ¿Por qué es-táis aquí todo el día parados? Le res-pondieron: Es que nadie nos hacontratado. Y él les dijo: Id tambiénvosotros a mi viña” (Mt 20, 6-7).

28. A todos se nos espera en la viñadel Señor; para el ser humano no haylugar para el ocio, porque Jesucristo se

para ante todos. Esa mismamisión tam-bién la tiene que hacer la Iglesia: hayque salir, detenerse, escuchar, mostrar yacercar el amor de Dios. Hay que seguirinvitando a los hombres con las mismaspalabras de Cristo: “Id vosotros tam-bién a mi viña”. Pero esta invitacióntiene que ser realizada con compasión,

con la gracia y con el amor de Dios. Esuna invitación a la alegría, a la felicidad,a dar la vida por los demás, a alcanzar lalibertad haciéndonos esclavos de losotros por amor a ellos. La configuracióncon Cristo por el Bautismo resuena enlo más íntimo del discípulo de Cristoque es sujeto activo de su misión de sal-vación. Es urgente mirar cara a cara aeste mundo y ver las situaciones por lasque pasa cada hombre. Veamos sus in-quietudes, sus esperanzas, sus conquis-tas, sus derrotas y seamos los apóstolesde Cristo lo que Él quiere que seamos,sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-14). Salgamos, detengámonos antecada hombre, tomemos interés por él,dediquemos tiempo a él sin esperar re-sultados, hagamos lo mismo que Jesúshizo con el ciego de Jericó, que “se paróy mandó que se lo trajeran”. Así tieneque vivir la Iglesia, con la conciencia deque hoy como siempre la aspiración yla necesidad de Dios es evidente, siguensiendo válidas las palabras de San Agus-tín: “Nos has hecho, Señor, para Ti, ynuestro corazón está inquieto hasta queno descansa en Ti”19.

“Cuando estuvo cerca, lepreguntó: ¿qué quieres quehaga por ti?”

VI. La misión que Jesu-cristo encarga a su Iglesia:preguntar a todos ¿qué quie-res que haga por ti?

29. Mucho me gustaría presentar elmodo y la manera en la que el Señor seacercó al ciego de Jericó para decirle:“¿qué quieres que haga por ti?”. ¡Quétarea más apasionante mostrar cómoDios nos ama de un modo obstinado ynos envuelve con su inagotable ternura!Así lo hizo Jesucristo con todos los quese encontró en el camino de su vida,mientras estuvo con nosotros en estahistoria concreta y en un lugar singularde este mundo. ¡Cuánto necesitan loshombres y nosotros ese abrazo compa-sivo y misericordioso de Dios! En esaexperiencia viva de la misericordia y dela compasión, el ser humano renace ydescubre la necesidad que tiene deDios. Somos destinatarios de la miseri-cordia y de la compasión de Dios. En lapregunta “¿qué quieres que haga por ti?”va inserta la misericordia y la compa-sión del Señor y con esa pregunta losdiscípulos de Cristo tenemos que cami-nar por este mundo, sólo así podemoscumplir ese “seréis mis testigos”.

30. Hay un mensaje que debemos en-tregar a los hombres. Este mensajetiene un título que podría decir así: laMisericordia es la fuerza de Dios paratransformar el corazón de los hombres.Y pongo con mayúsculas la Misericor-dia, porque ella es el rostro de Jesu-cristo. Así, con este rostro, se acercóDios a este mundo y así tiene que ha-cerlo la Iglesia que aprende de su Señorel método (camino, vía) desde el que

puede sanar el corazón del hombre ypuede hacerle descubrir a Dios y hacerposible que sea acogido en su vida. Elrostro de Dios es Misericordia y Com-pasión. ¿En el Crucificado se puededescubrir el rostro de la Misericordia?Recuerdo muy bien un discurso que elBeato Juan Pablo II dirigió a los enfer-mos en Polonia, decía así: Cruz y Mise-ricordia son dos misterios que tomanrostro en el misterio del sufrimientohumano y en el misterio de la Miseri-cordia divina. Pareciera que se contra-ponen y, sin embargo, están enrecíproca armonía, “la Cruz es la incli-nación más profunda de la Divinidadhacia el hombre… La cruz es como untoque de amor eterno sobre las heridasmás dolorosas de la existencia terrenadel hombre”20.

31. La existencia humana sufre mo-mentos de crisis y de cansancio, dedesilusión y de oscuridad. En estas cir-cunstancias también se acerca Jesúspara decirnos: “¿qué quieres que hagapor ti?” Él ha venido a este mundo y sedetiene con cada ser humano, para daruna respuesta definitiva al deseo devida, de plenitud y de infinito que Diosinscribió en nuestro ser. En su cerca-nía, a nosotros nos dice: “Yo soy lavida” (Jn 14, 6) y añade: “Yo he venidopara que tengan vida” (Jn 10, 10). Pero,¿qué vida? La intención de NuestroSeñor es clara: Él nos da la misma vidade Dios que está por encima de todaslas aspiraciones que pueden brotar enel corazón humano y lo hace con com-pasión y misericordia. Él sale al en-cuentro de todos los hombres encualquier situación que estén, cura alos enfermos y a los que sufren, libera alos endemoniados y resucita a losmuertos. Él nos acompaña, pues nos-otros solos no sabemos realizar aque-llo para lo que hemos sido creados. Nosacompaña y nos dice: “Yo soy el ca-mino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6) ycomo dice San Agustín en una suge-rente expresión que aprendí de jovenestudiante: “Cristo ha querido crear unlugar donde cada hombre pueda en-contrar la vida verdadera”. ¿Cuál es eselugar? Es su Cuerpo y su Espíritu, en elque toda la realidad humana, redimiday perdonada, se renueva y diviniza.

32. “¿Qué quieres que haga por ti?”sigue siendo una pregunta imposible deresponder desde la lógica humana, yaque solamente se puede entenderdesde la lógica de la misericordia y dela compasión de Dios, que es a la queestamos llamados a vivir. Os habéispreguntado en alguna ocasión ¿por quéJesús pide amar a los propios enemi-gos? ¿Por qué pide un amor que excedea la capacidad humana? “Amad a vues-tros enemigos” es una propuesta rea-lista, pues tiene en cuenta que en elmundo en el que vivimos hay muchaviolencia, mucha injusticia, muchas di-ferencias, muchos enfrentamientos,muchas distancias. Todo esto sola-mente se puede superar con un “plus”de amor y de bondad, pero nuncapuede ser con nuestros parámetros y

criterios. El parámetro será la miseri-cordia de Dios, la que se hizo carne enJesús, pues es la única que puede des-equilibrar el mundo del mal hacia elbien. Misericordia que es el amormismo de Dios, capaz de extraer decualquier situación de mal un bien. Lamisericordia pone un límite al mal,pues pone lo peculiar de Dios, su san-tidad, el poder de la verdad y del amor.Al acercarse el Señor a nuestras vidas

___________________En la situación actual,a ningún discípulode Cristo le estápermitido permanecerocioso. Con inmensaalegría debemosacoger el llamamientode Cristo a trabajaren su viña “La Misericordia es la fuerza de Dios para transformar el corazón de los hombres, ella es el rostro de Jesucristo”.

(En la imagen, estatua de Cristo Redentor en Río de Janeiro).

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PARAULA Pág. XIValencia, domingo 22-IX-2013

que viven. ¡Qué impresionante es veren todas las páginas de la Encíclica, lainsistencia en dedicar todas nuestrasenergías al servicio de la Iglesia paraque ésta sea cada día más conforme alos deseos de Nuestro Señor Jesu-cristo, que quiere encontrarse contodos los hombres! El hombre de nues-tro tiempo tiene necesidad de encon-trarse con Jesucristo, de ahí laimportancia de la Iglesia como instru-mento para la salvación de la humani-dad, para que los hombres recuperen lavisión. Destaco unas palabras sobre laIglesia que eligió el Papa Pablo VI, quevan desgranándose a través de toda laEncíclica, y que tienen una vigencia enla actualidad: “conciencia”, “renova-ción” y “diálogo”. La Iglesia tiene laconciencia de profundizar en sí mismasobre su origen, naturaleza, misión,destino final. La necesidad de reno-varse y purificarse contemplando elmodelo que es Cristo. Y la urgencia dedescubrir que tiene que meterse en elmundo y dialogar con él. Por eso sepreocupa de entablar relaciones per-manentes con él. Hay unas palabras enla Encíclica que por su belleza y actua-lidad recojo: “El misterio de la Iglesiano es mero objeto de conocimiento te-ológico, sino que debe ser un hecho vi-vido, del cual el alma fiel, aun antes queun claro concepto, puede tener unaconnatural experiencia”25. Y este mis-terio vivido es el que hará posible quesigamos preguntando, “¿qué quieresque haga por ti?” Y, al mismo tiempo,dinamizará en nuestro corazón todoslos resortes de nuestra vida para que lagracia de Cristo nos alcance de tal ma-nera que hagamos verdad lo que nosproponemos en esta etapa del IDR, “se-réis mis testigos”.

42. Es importante tomar concienciade lo que aconteció en la vida del ciegode Jericó, creyó en el Señor, él sabíaque a quien pedía ver, se lo podía dar.La fe es el centro de todo. Es muy im-portante tomar conciencia de ello: “Tufe te ha salvado” decía con frecuenciael Señor a los que curaba. No se cura-ban porque fueran tocados físicamente,sino porque tuvieron fe. De la mismamanera, también nosotros sólo pode-mos servir al Señor con autenticidad, sinuestra fe es fuerte y abundante. ¡Québueno es para todos dar primacía aDios! Si os habéis dado cuenta las tresprimeras peticiones del Padre Nuestrose refieren a esta primacía de Dios: pe-dimos que sea santificado el nombre deDios, que se respete y valore el misteriode Dios y que éste sea vivo y animenuestra vida y que “venga el reino deDios” y “se haga su voluntad”, que, al finy al cabo, es vivir ya en el cielo, es traerel cielo a esta tierra, donde la unión delhombre con Dios es tal, que el reino deDios se hace presente. ¿No será estodar la vista? ¿No os parece que es estagran aventura la que tenemos que reali-zar ya y proponer a todos los hombres?

43. Cuando el Señor devuelve la vistaal ciego de Jericó, lo que hace es quevea que, solamente caminando conDios, siguiendo dócilmente sus ense-ñanzas es cuando renueva su vida,quizá la que él tuvo en otro tiempocuando veía y por eso pide ahora que ledevuelva la vista. Ver puede tener elmismo significado que convertirse,pues es aceptar libremente y con amorque dependemos totalmente de Dios,que dependemos del amor. Volver a very convertirse es un proceso, es seguircon sencillez y confianza al Señor. La

conversión vence al mal en su raíz quees el pecado. Volver a ver y convertirsees confiar en la fuerza del perdón, de-jarnos llevar de la mano del Señor, salirde las arenas movedizas que son el or-gullo y la soberbia, salir de la tristeza yde la mentira, del egoísmo y de las fal-sas seguridades, para vivir de la riquezadel amor y de la gracia que nos da gra-tuitamente Jesucristo.

“Y enseguida recobróla vista y lo seguía,glorificando a Dios”

IX. Los frutos de la fe:visión de totalidad,seguimiento y alabanza

44. ¿Cómo decir hoy a todos los hom-bres que Jesucristo ha venido al mundopor cada uno de nosotros? Sólo lo po-demos hacer si recobramos la vistacomo el ciego de Jericó. Siempre mehan llenado de gozo aquellas palabrascon las que nos llegó el mensaje de lavenida de Cristo a este mundo: “No te-máis, pues os anuncio una gran ale-gría…Os ha nacido hoy, en la ciudad deDavid, un salvador” (Lc 2, 10-11). Losángeles anunciaron que es una “granalegría para todo el pueblo”. Con mie-dos no hay visión de totalidad, entreotras cosas porque no hay alegría. Estemensaje proclama que el Hijo de Diosnació por ti y por mí, por todos los hom-bres de todo tiempo y lugar. De tal ma-nera que Belén se convirtió en un lugarde gloria imperecedera, el lugar en elque, en la plenitud de los tiempos, Dioseligió hacerse hombre y así acabar conel reinado del pecado y de la muerte y

traer la vida nueva llena de Luz y Amor.Jesucristo con su vida, muerte y resu-rrección, nos ha dado una vida nueva ynos ha entregado una visión nueva.Somos nuevos y todo lo vemos de otramanera, al modo en que Dios ve todo loque existe. Así, Jesucristo se convierteen esa Luz que nos hace ver todo de unamanera nueva, con la novedad queviene de Él. Es luz, "la luz verdaderaque ilumina a todo hombre" (Jn 1, 9). Es

Dios, que vino a poner su tienda entrenosotros (cf. Jn 1, 14) para indicarnosel camino de la inmortalidad propia delos hijos de Dios y para hacerlo accesi-ble. También es una luz que caldeanuestro corazón, porque Dios nuncanos dejará solos. En este sentido, elciego de Jericó cuando recobra la vista,

“Seguir las huellas del Señor es una tarea en la que no estamos solos, porque Él nos acompaña”.(En la imagen, peregrinación juvenil desde Agullent a Ontiyent, encabezada por el arzobispo de Valencia (con sombrero y bastón), en la primera edición de la ‘Ruta Gent Jove’, en mayo de 2012).

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al Dios vivo y verdadero. De ahí que lamisión cristiana no es algo opcional, esun indicativo-imperativo: Jesucristonos muestra con su vida entre nosotrosel rostro de Dios (indicativo) y nosmanda hacer lo mismo (imperativo).Así nos lo enseña Jesucristo, Él seacercó al ciego de Jericó y éste tuvo laoportunidad de poder decir al Señor loque más estaba necesitando: “Señor,que vea”. ¡Cuánta gente desea ver!¡Cuánta gente está esperando que al-guien le muestre el rostro de ese Diosque, sin saberlo el ciego de Jericó, seacercó a él y percibió algo tan especialque tuvo el atrevimiento de decirle“Señor, que vea”! Tengamos la seguri-dad de que solamente Dios es la reden-ción del hombre. La historia del siglopasado nos ha mostrado cómo en lospaíses donde se quiso “legalmente” su-primir a Dios, también se aniquiló ladignidad y la libertad humana, el verda-dero rostro del hombre, las relacionesque nacen de descubrir al otro comohermano, la economía, la creatividadque siempre crece y nace de una expe-riencia que va más allá de uno mismo. Yes que, son más fuertes y más hondaslas destrucciones morales, las destruc-ciones de la dignidad del hombre. Estosí que mata, hiere, rompe, destruye,quita la visión y hace sentir al hombreen lo profundo del corazón la necesidadde decir: “Señor, que vea”.

38. Tenemos que tener esta convic-ción: la verdadera renovación sola-mente puede llegar cuando Diosvuelve a la vida del ser humano,cuando Dios regresa a su historia per-sonal y comunitaria, cuando se reco-noce la centralidad de Dios. El hombre

no puede vivir de espaldas a Dios. Esverdad que la situación actual no es laque vivió el Apóstol San Pablo en laAtenas, que rendía culto a muchos dio-ses: la ciudad estaba llena de altarespor todos los lugares y también al diosdesconocido, que fue el que le dio laoportunidad de presentarlo. Hoy nohay altares. Para algunos, Dios se haconvertido en el gran desconocido y,para otros, hay otros altares no cons-truidos en la ciudad, pero si en el co-razón del hombre, hay otros dioses queparecen llenar sus vidas pero quepronto producen un vacío existencialtremendo. Si adoramos a esos diosesconstruidos por nosotros se desfigura

la libertad de la persona humana y de-vastamos la creación y el corazón delhombre.

“Jesús le dijo: Recobra lavista, tu fe te ha salvado”

VIII. El encuentro conJesucristo nos devuelve lavista, nos regala la salvacióny la verdad de nosotros

39. Hay dos páginas, una del Evange-lio y otra en la Encíclica “Ecclesiamsuam” del Papa Pablo VI, que nos des-criben cómo es en el encuentro conCristo y el modo que tiene Él de reali-zarlo, cuando vemos, comprendemos y

entendemos nuestra vida y la de losdemás, con los ojos y el corazón, a lamanera como nos lo enseña NuestroSeñor Jesucristo. Y cuando descubri-mos la necesidad de seguir diciendo alos hombres de parte de la Iglesia, “¿quéquieres que haga por ti?”, constatamosque ser discípulo de Cristo, ser testigode Él, va íntimamente unido a esta pre-gunta que con nuestra vida tenemos quehacer a todos los hombres que encon-tremos, y al mismo tiempo saber res-ponderla adecuadamente con obras ypalabras.

40. La primera página es la paráboladel Buen Pastor (Cf. Jn 10, 1-21), con la

que descubrimos qué hace el Señorpara devolvernos la vista, para que sea-mos felices, para encontrarnos con nos-otros mismos, con los demás y conDios. La parábola hace una revelación:Jesucristo, el Buen Pastor, redime,salva, devuelve la vista por amor. ¿Quéquiero decir con esto? En el antiguoOriente, era costumbre que los reyes sellamaran a sí mismos pastores de supueblo. Ciertamente, ésta era una ima-gen de poder. De alguna manera era unaimagen llena de cinismo, pues paraellos los pueblos eran como ovejas delas que el pastor podía disponer comoquisiera, a su agrado, a su gusto. Por elcontrario, el pastor de todos los hom-bres, el Dios vivo y verdadero, se hahecho Él mismo cordero, pues se hapuesto como vemos en la parábola departe de los corderos, de los que son pi-

soteados y sacrificados, de los que noven o no los dejan ver. Y, a diferencia delos reyes humanos, Él se revela como elverdadero Pastor: “Yo soy el Buen Pas-tor… Yo doy mi vida por las ovejas” (Jn10, 14 s.). No es el poder lo que redime,ni da la salud, ni da la vista, ni regala lafelicidad, sino el Amor. ¡Qué alegríaproduce en lo más hondo del corazóndel ser humano, ser esa oveja que sesiente cuidada, que se siente querida,buscada cuando se pierde y amada porJesucristo! Esto que hace el Señor y quenos lo describe de esta manera tan bellay tan fácil de entender, es lo que quiereque haga la Iglesia. ¡Qué bien nos lo ma-nifiesta el Señor en el encuentro con el

ciego de Jericó, lo encuentra en el ca-mino, lo busca, lo escucha y le da la sal-vación, le devuelve la vista!

41. La otra página a la que hacía refe-rencia antes es la encíclica “Ecclesiamsuam” del Papa Pablo VI. En estas pági-nas se nos ofrecen algunas claves decómo debe ser la comunidad eclesialpara que logre hablar a los hombres denuestro tiempo. Tiene tal actualidadesta encíclica que me he permitido con-siderarla en esta reflexión sobre el en-cuentro con Jesucristo que nosdevuelve la vista. ¡Qué importante es elencuentro y el diálogo de la Iglesia conlos hombres de nuestro tiempo! El PapaFrancisco nos lo dice con otras pala-bras, nos habla de cultivar la cultura delencuentro, se trata de encontrarnos conlos hombres en la situación real en la

“El Papa Francisco nos habla de cultivar la cultura del encuentro”.

JAVIER PEIRÓ

___________________Arriesguemos todanuestra existencia porese gran “sí” [a Dios],pues así penetraremosen la alegría verdaderay en el misterio de lavida humana

___________________Dios es la redencióndel hombre.La historia del siglopasado nos hamostrado cómo enlos países donde sequiso “legalmente”suprimir a Dios,también se aniquiló ladignidad y la libertadhumana

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obrar, con su gracia y con su amor, va-yamos preguntando a todos los hom-bres, “¿qué quieres que haga por ti?”.

50.Hemos recibido un regalo del PapaFrancisco, la Encíclica “Lumen fidei”, enla que, a través de cuatro capítulos, senos van desgranando verdades funda-mentales para nuestra vida: nos mani-fiesta que “quien cree ve; ve con una luzque ilumina todo el trayecto del camino,porque llega a nosotros desde Cristo re-sucitado, estrella de la mañana que noconoce el ocaso”29. ¡Qué fuerza tienenlos títulos de los distintos capítulos quecomponen la Encíclica en sí mismos!Nos invitan a vivir, a comprender, atransmitir y a descubrir que Dios pre-para otro mundo diferente. “Hemos cre-ído en el amor”; “Si no creéis, nocomprenderéis”; “Transmito lo que herecibido” y “Dios prepara una ciudadpara ellos”. Os invito a hacer de esta En-cíclica instrumento de estudio, refle-xión, oración y orientación pastoral.

51. Os quiero mostrar algunos hori-zontes, propuestas y perspectivas nue-vas y concretas con las que podamospresentarnos en este mundo concretoen el que vivimos, haciendo vida nues-tro IDR, que en esta cuarta etapa ociclo, nos llama a vivir una realidad queconfigura toda nuestra vida, “seréis mistestigos”. Y para facilitaros el aprendi-zaje de ser testigos del Señor, quieroayudaros con esta carta que lleva por tí-tulo la misma pregunta que Jesús hizoal ciego de Jericó: “¿Qué quieres quehaga por ti?”. Con ella deseo animaros avivir la misión en la Iglesia. La Iglesia, oes misionera o no es la Iglesia de Cristo.Precisamente por ello con las mismaspalabras del Papa Francisco os invito a“salir, sin miedo, para servir”, pregun-tando “¿qué quieres que haga por ti?”.

52. “El Dios digno de fe construyepara los hombres una ciudad fiable”30 ylo sigue realizando a través de la Iglesiade Cristo, que toma rostro en esta Igle-sia particular que es nuestra Archidió-

cesis de Valencia. Esta ciudad fiable quequiere construir el Dios digno de fe,desea contar con todos nosotros, miem-bros vivos de la Iglesia, que es moradade Dios entre los hombres. Para ello, ospropongo algunas tareas que juntos po-demos realizar con la ayuda, la gracia yel amor de Dios. Hago una propuestaque debe enmarcar, dar sentido y orien-tar a todas las demás y que ha supuestodurante estos cuatro años un “plan depastoral” no al uso, pero sí singular, re-novado y generador de misión paratodos los creyentes, al que hemos invi-tado a entrar en él a todos sin excep-ción, y a que pudieran irincorporándose en el momento quefuera, ya que no estaba encerrado enuna cuadrícula, sino que es generadorde un movimiento eclesial en el anun-cio, el conocimiento y la celebración dela fe según Cristo. Ha sido una gracia deDios, reconocida por todos los quedesde el inicio se incorporaron a él ypor quienes lo han ido haciendo a lolargo del proceso. Nos ha llevado a des-cubrir y a gozar de la vida cristiana ynuestra pertenencia a la Iglesia másprofundamente y a descubrir la misión:“salir, sin miedo, para servir”, han sido,no palabras, sino realidades vividas.

Una misión que hay que realizar enmedio del mundo y entre todos loshombres con los que vivimos, para laque no hay que tener miedo y una mi-sión que entraña en sí misma, servicioa todos los hombres. Junto a esta pro-puesta general que es el IDR, encontra-mos algunas claves en la Encíclica“Lumen fidei”, que deseamos que orien-ten muchas de las tareas que en nues-tra Iglesia Diocesana se realizan.

53. En esta tarea de abrir horizontes,de hacer propuestas y marcar perspec-tivas nuevas, y en ese deseo de “salir sinmiedo a servir”, os pido a todos los Re-ligiosos, Religiosas, Institutos Secula-res, Sociedades de Vida Apostólica yNuevas Familias y Formas de Consa-gración presentes en nuestra Iglesia, através de quienes forman parte de lasmismas y también de todas vuestrasobras, que la pregunta que da título aesta carta y el contenido de la misma ossirva de aliento para vuestras comuni-dades. “¿Qué quieres que haga por ti?”.Es una pregunta que sintetiza muy bienvuestra entrega y vuestra misión en laIglesia, y que vuestros fundadores qui-sieron hacerla suya y supieron respon-der y hacerla resonar de nuevo en lahistoria, en nombre del Señor. En estesentido, podéis aportar mucho a la rea-lización del IDR, a las Comisiones Dio-cesanas. También otras institucionesque tenemos en la Iglesia os pueden ser-vir y ayudar en la misión que el Señor re-galó a la Iglesia a través de vuestrosfundadores. Gracias por vuestra vida ymisión, porque así el rostro de la Iglesiaque camina aquí en Valencia, es cada díamás hermoso y muestra la belleza delSeñor.

1.ITINERARIO DIOCESANODE RENOVACIÓN:

54. El Itinerario forma parte ya deuna manera de caminar como cristia-nos, de trabajar, de servir y obrar. Es unmodo de descubrir, vivir y tener la ex-periencia eclesial. Os invito a que entodas las comunidades cristianas siganlos grupos y se formen otros grupos. Es

verdad que habrá grupos que están tra-bajando ya, pero es muy importante in-corporar de la mejor manera lo queestamos haciendo como proyectocomún en toda la Archidiócesis.Cuando comenzamos el Itinerario, yadijimos que cada uno se iba incorpo-rando en el tiempo y en el momentoque lo descubriese y que no era nece-sario comenzar por la etapa primera. Ellema que enmarca el trabajo de estaetapa es muy sugerente: “seréis mis tes-tigos”. Es una llamada fuerte a la mi-sión. Aquí se insertan accionessignificativas que tendrán trascenden-cia para la vida de la Iglesia Diocesana:el “Congreso sobre parroquia y nuevaevangelización” que no es “término de”,sino principio de una reflexión quetodos, sacerdotes, religiosos y laicos te-nemos que realizar, así como tambiénla “Misión Magníficat” que quiere pre-sentar a la Virgen María como la pri-mera y más grande testigo del Señor,por la compasión y misericordia delSeñor reflejada en su vida y regalada atodos los hombres. Animad a todos aentrar en el IDR. Es la brújula y el mapaque aglutina y guía todas nuestras ta-reas eclesiales.

2. HEMOS CREÍDO EN ELAMOR: “¿QUÉ QUIERESQUE HAGA POR TI?”:

55. Porque creemos en el amor, sabe-mos que el hombre fiel recibe su fuerzaconfiándose en las manos de Dios. SanAgustín lo explica así: “el hombre es fielcreyendo a Dios, que promete; Dios esfiel dando lo que promete al hombre”31.

“Podéis aportar mucho [quienes forman parte de la vida consagrada] a la realización del IDR, a las Comisiones Diocesanas. También otras instituciones quetenemos en la Iglesia os pueden servir y ayudar en la misión que el Señor regaló a la Iglesia a través de vuestros fundadores”.(Instantánea de la oración de los cartujos en el monasterio de Porta Coeli).

Valencia, domingo 22-IX-2013Pág. XII PARAULA

todo lo ve diferente, ha conocido aCristo y ha visto el rostro de Dios. EnJesucristo, Dios se manifiesta y se hacecercano al hombre. Ahora se trata deproseguir el camino, para hacer másefectivo y concreto el gran “sí” queDios, en Jesucristo ha dado al ciego y acada hombre, al amor humano, a la li-bertad, a la inteligencia. ¡Cómo hacerposible que todos comprendan que elser discípulo de Cristo, es decir un gran“sí”! Un “sí” que viene de Dios mismo yque se concreta en la Encarnación deNuestro Señor Jesucristo. Arriesgue-mos toda nuestra existencia por esegran “sí”, pues así penetraremos en laalegría verdadera y en el misterio de lavida humana.

45. “Recobrar la vista” significa brillary dar luz. Recordemos aquellas pala-bras del Evangelio, “alumbre así vues-tra luz ante los hombres, para que veanvuestras buenas obras y glorifiquen avuestro Padre que está en los cielos”(Mt 5, 16). Jesucristo al devolver la vistaal ciego, le devuelve esa capacidadpara irradiar la Belleza de Dios almundo. Esto mismo es lo que la Iglesiahace: su misión y la de cada cristianoes irradiar esa Belleza. Para ello, lo quese necesitan son testigos, como elciego, que sabía quién le había devueltola vista, Cristo, y, por ello, inmediata-mente, se pone a seguirlo y a alabar aDios. Hay una clave importante paraquien pide ver y el Señor hace posibleesta petición: ser “testigos del amor”.

No se trata de explicar, se trata de mos-trar. No se trata de convencer, sino de“hacer ver” con nuestra propia vida queha sido transformada por el mismo Je-sucristo26.

46. “Seguir las huellas del Señor” esuna tarea en la que no estamos solos,porque Él nos acompaña. Cuando seconoce a Jesucristo, es imposible darlela espalda, pues cuanto más entramosen comunión con Él, con mucha másfuerza tenemos los mismos sentimien-tos del Señor que, al ver a la gente, sin-tió compasión de ellos, porque

recorriendo los pueblos y ciudades, losencontraba cansados y abatidos comoovejas que no tenían pastor (cf. Mt 9,36). A nosotros nos pasa como al ciegode Jericó: cuando nos ponemos a ca-minar con Jesucristo, en nombre de Je-sucristo y para dar a conocer aJesucristo, deseamos seguirle cada vezmás y mejor. También encontramosmás gente que necesita ver. Trabajemosen la Iglesia, pero sin olvidar que el tra-bajo lo hacemos desde la comunióncon el Señor. Dejemos que habite ennosotros el Espíritu Santo y sigamoscon docilidad sus indicaciones, seamosgenerosos tratando de ser cristianoscoherentes, siempre con la ayuda de lagracia divina por la que realizamos lossueños más nobles y elevados. Perma-neciendo junto al Señor, a través de laoración, de la formación y reforzadospor la gracia de los Sacramentos, ire-mos conociendo la voluntad del Diospara nuestra vida. Seguir al Señor su-pone tener sed de santidad, que en lamedida que esté en nuestra vida, irra-diaremos. Seguir al Señor supone hacerverdad lo que el Papa Francisco dijo alos jóvenes en Río de Janeiro: “Vayan,sin miedo, para servir… Vayan y hagandiscípulos a todos los pueblos… nosenvía a todos… El Señor busca a todos,quiere que todos sientan el calor de sumisericordia y de su amor… Sinmiedo… No les tengas miedo, que yoestoy contigo para librarte… Somosenviados juntos… Para servir… Cantenal Señor un cántico nuevo… ¿Cuál eseste cántico nuevo?... es dejar quenuestra vida se identifique con la deJesús, es tener sus sentimientos, suspensamientos, sus acciones… Es unavida de servicio”27.

47. El ciego de Jericó recobra lavista, sigue al Señor y lo glorifica. Esteir por la vida glorificando a Dios tieneuna fuerza especial en estos momen-tos. Glorificar a Dios es darle espacioen nuestra vida, dejar que la invada.¿No os habéis dado cuenta del himnoque la Santísima Virgen María canta enel momento en que su prima Isabel lallama bienaventurada a causa de su fe?En este himno vemos cómo María hadejado toda su vida para que sea ocu-pada por Dios. El himno es una acciónde gracias, de alegría manifiesta enDios y de bendición a Dios por susgrandes hazañas. Decir así, “Proclamami alma la grandeza del Señor”, es aco-ger a Dios en su vida, darle espacio eneste mundo, permitir que Dios entre ennuestro tiempo y en nuestro obrar.Aquí está el núcleo de la verdadera glo-rificación, alabanza y oración. Quienproclama en su vida la grandeza deDios, no solamente no queda empeque-ñecido, sino que alcanza su máximagrandeza y su máxima luz. Ése sí querecobra la vista.

48. Glorificar y adorar son dos pala-bras que hoy no son fáciles de entender,pues pareciera que pertenecen a un len-guaje de otro tiempo. Y, sin embargo, noes así. Sin estas palabras y sin el conte-nido que ellas expresan al ser humano

le falta lo fundamental para realizarsecomo persona y para alcanzar su hu-manidad verdadera. Antes he dicho loque significaba glorificar, pero ¿qué otracosa significan glorificar y adorar? Tam-bién significan reconocer la presenciade Dios. La adoración es el reconoci-miento por parte del hombre de su de-pendencia radical de Dios como suCreador y de la presencia, la más íntimade Dios en sí mismo28. Un reconoci-miento lleno de gratitud que brota de lomás hondo del corazón y abarca todo elser. Es reconocer que el ser humanosólo se realiza plenamente adorando yamando a Dios por encima de todas lascosas. ¿Cómo podemos contribuir a queDios esté presente en el mundo? Con-virtiéndonos en hombres de la verdad,de la bondad, del perdón, de la miseri-cordia, pero todo ello con las medidasde Dios. Dios es nuestra medida y a Élrecurrimos como el ciego de Jericópara que nos devuelva la vista. “Seréismis testigos”, es decir, como el ciego,“lo seguía, glorificando a Dios”.

“Y todo el pueblo, al ver esto,alabó a Dios”

X. Salir sin miedo a servir,“Seréis mis testigos”:Horizontes, propuestas yperspectivas nuevas

49. ¡Con qué alegría os he escrito estacarta! Es la alegría que nace del en-cuentro con Jesucristo, de sabernos lla-mados y enviados a anunciarle, de serconscientes que somos miembros vivosde su Iglesia. Es la alegría que nace decomunicaros que el IDR tiene este añoun lema que nos alcanza y nos remite aJesucristo y a todos los hombres, noshabla del mandato del Señor, que exigeuna vida de comunión con Él: “seréismis testigos”. Os escribo con alegría,porque es la alegría de quienes sabemosque tenemos un tesoro que es Jesu-cristo, que nos ha dado su vida y nosdice que como Él, a su estilo y a su ma-nera, con sus pensamientos y senti-mientos, con sus manera de decir y de

“Cuando nos ponemos a caminar con Jesucristo, deseamos seguirle cada vez más y mejor”.(Participantes en la iniciativa ‘Nightfever’, organizada el pasado mayo en Valencia por jóvenes de laarchidiócesis en colaboración con la comisión diocesana de Infancia y Juventud).

MANOLO GUALLART

ALBERTO SÁIZ

PARAULA Pág. XIIIValencia, domingo 22-IX-2013

___________________Que la pregunta queda título a esta carta ysu contenido os sirvade aliento paravuestras comunidades[de vida consagrada],“¿qué quieres quehaga por ti?”

___________________Os escribo conalegría, porque es laalegría de quienessabemos que tenemosun tesoro que esJesucristo, que nosha dado su vida

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misión, con su Presidente y equipo,presta la ayuda que necesiten y la orien-tación adecuada a las comunidades pa-rroquiales e instituciones educativas ensus departamentos de transmisión de lafe, así como también a los sacerdotes ycatequistas.

4.3. Comisión Diocesana de Liturgiay de Patrimonio Histórico-Artístico:No hay fe verdadera si no es celebradatal y como la Iglesia quiere y desea. LaComisión presta todas las ayudas nece-sarias a través de los cursos diversosque organiza para que la celebración yla belleza del culto ayude a encontrar-nos con el Señor. También orienta entodas las reformas que se realizan enlos lugares de culto.

4.4. Comisión Diocesana de Espiri-tualidad: Salgamos al paso de los va-cíos que hoy vive el ser humano.Sabemos que no hay desarrollo pleno niun bien común universal sin el bien es-piritual y moral de las personas consi-deradas en su totalidad de alma ycuerpo. Llevemos a los hombres y mu-jeres de este mundo a Dios, acompañé-mosles. Hay necesidad de personas dediálogo profundo con el Señor. Propon-gamos la espiritualidad eucarística queabarca la vida entera. Y ésta no es sola-mente participación en la Misa y devo-ción al Santísimo Sacramento. LaEucaristía, como fuente y culmen de lavida y de la misión de la Iglesia, se tieneque traducir en espiritualidad y en vidasegún el Espíritu. Recordemos aquellaspalabras de San Pablo: “Y no os ajustéisa este mundo, sino transformaos por larenovación de la mente, para que sepáisdiscernir cuál es la voluntad de Dios, lobueno, lo que agrada, lo perfecto” (Rm12, 2). La renovación de la mente esparte integrante de la dimensión euca-rística de la vida cristiana, que tiene quever, como decían los padres sinodalesen el Sínodo sobre la Eucaristía, con lavida cotidiana. Presentemos esta espi-ritualidad tan arraigada en nuestra Igle-sia Diocesana.

5. DIOS PREPARA UNACIUDAD PARA ELLOS:“¿QUÉ QUIERES QUEHAGA POR TI?”:

58. “El Dios digno de fe construyepara los hombres una ciudad fiable”36.“La fe permite comprender la arquitec-tura de las relaciones humanas, porquecapta su fundamento último y su des-tino definitivo en Dios, en su amor, y asíilumina el arte de la edificación, contri-buyendo al bien común. Sí, la fe es unbien para todos, es un bien común; suluz no luce sólo dentro de la Iglesia, nisirve únicamente para construir unaciudad eterna en el más allá; nos ayudaa edificar nuestras sociedades, para queavancen hacia el futuro con espe-ranza”37.

Por todo ello, lanzo el reto a las Comi-siones Diocesanas a hacerse esta pre-

gunta desde la responsabilidad quecada una tiene y en el ámbito o sector alque sirve: “¿Qué quieres que haga porti?”. Y la respuesta ha de llevarnos a dis-cernir entre todos cómo “hacer ver” anuestros hermanos y hermanas. Traba-jemos escuchando a las comunidadesparroquiales. Hagamos esta preguntacon un sentido misionero que es lo pro-pio de la Iglesia, no sólo para hablar alos que están ya, sino para buscar a losque no están, siendo creativos en las es-trategias necesarias para hacer llegar lacercanía y la voz del Señor:

5.1. Comisión Diocesana de Educa-ción Católica.5.2. Comisión Diocesana para la Fa-milia y Defensa de la vida.5.3. Comisión Diocesana para la In-fancia y Juventud.5.4. Comisión Diocesana de Misio-nes.5.5. Comisión Diocesana de Rela-ciones Inter-confesionales.5.6. Comisión Diocesana de Turismoy Tiempo libre.5.7. Comisión Diocesana para Ma-yores.5.8. Comisión Diocesana de Pasto-

ral del M. Ambiente y Ecología.5.8. Comisión Diocesana de Pasto-ral Social.5.9. Comisión Diocesana de Pasto-ral Penitenciaria.5.10. Comisión Diocesana de Pasto-ral del Trabajo.5.11. Comisión Diocesana de Pasto-ral de la Salud.5.12. Foro de Laicos

6. OPCIONESPRIORITARIAS PARA “LACIUDAD QUE DIOS ESTÁPREPARANDO PARA ELHOMBRE”: “¿QUÉ QUIERESQUE HAGA POR TI?”:

59.Deseo dar una prioridad a algunasinstituciones, movimientos y tareas dela Iglesia, pues creo que en estos mo-

mentos debemos poner nuestro em-peño y nuestro corazón en los siguien-tes acentos prioritarios:

6.1. Cáritas Diocesana: Tenemos lamisión de actualizar en la historia elAmor de Nuestro Señor Jesucristo. Lainstitución de la Iglesia válida para elloes Cáritas. En todas las comunidadescristianas debe realizarse la mejor de-fensa de Dios y del hombre, que con-siste precisamente en acercar el Amorde Dios. En todas las parroquias debeestar presente Cáritas. Junto a Cáritasapoyemos todas las Fundaciones queella sostiene y dirige, y que ayudan a losque más necesitan.

6.2. Movimiento Junior: Tiene unahistoria y una trayectoria grande ennuestra Archidiócesis de Valencia. Esun movimiento que os invito a apoyar ya que esté presente en todas nuestrascomunidades parroquiales. Tiene unaopción clara de Iglesia y de presenciaen medio del mundo desde su propiaidentidad. Lleva a término un servicioimportante a la infancia y muchos jóve-nes se integran en él como educadoresde los niños y niñas. En estos momen-

tos que buscamos fórmulas para lanueva evangelización, en el MovimientoJunior, tenemos una herramienta en laque se une el primer anuncio y el creci-miento en la fe. Junto con este movi-miento diocesano hay otros quetambién se preocupan por la formacióncristiana de los niños y jóvenes que de-bemos apoyar y fomentar.

6.3. Colegios Diocesanos. Funda-ción San Vicente Mártir: El proyectoque iniciamos el curso pasado, “Pro-yecto en y para la comunión”, sigá-mosle manteniendo. Es necesario quecada institución educativa y todos enconjunto, teniendo en cuenta las situa-ciones que vivimos, de cara a los niños,a los padres, a los profesores, hagamosla misma pregunta que Jesús hizo alciego de Jericó: “¿qué quieres que hagapor ti?”. Hagamos un esfuerzo creativo.Tenemos unas instituciones que hacenposible esa ciudad nueva.

6.4. Universidad Católica de Valen-cia ”San Vicente Mártir”: El “Pro-yecto persona y economía decomunión” que comenzamos el cursopasado y que ha atendido a numerosaspersonas, con la identidad propia de launiversidad, sigue vigente y con incen-tivos nuevos para hacerlo más viable yresponda mejor a las necesidades dequienes han terminado sus estudios yestán en búsqueda de trabajo. Es im-portante que en todas las Facultades dela Universidad, en todos los profesoresdesde la visión cristiana de la persona,en la ciencia que imparten y en cómo lohacen, esté presente la pregunta delSeñor al ciego de Jericó, “¿qué quieresque haga por ti?”. Las capellanías bus-carán el modo y la manera de hacersecercanos a los estudiantes y a los pro-fesores, para que esta pregunta acrisoletodo lo que programen.

6.5. Pastoral juvenil: Sigamos y haga-mos viables las Orientaciones que losObispos de la Provincia Eclesiásticahemos escrito para la Pastoral Juvenil.El trabajo con los jóvenes tiene que seruna prioridad en nuestra acción pasto-ral. Seguiremos con las vigilias de ora-ción en la Basílica de la Virgen, elprimer viernes de mes y el segundo pordiferentes parroquias de nuestra Archi-diócesis.

6.6. Pastoral Vocacional: Es una op-ción que, aunque la ponga al final, es lamás prioritaria. Que en todas las parro-quias y demás comunidades oremosconfiada e ininterrumpidamente por lasvocaciones: “rogad al dueño de la mies,que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 38).Las Orientaciones que los Obispos de laProvincia Eclesiástica dimos para laPastoral vocacional siguen vigentes yos animo a incorporarlas en todas lascomunidades cristianas. Tenemos queser sinceros y ver que la capacidad desuscitar vocaciones al sacerdocio y a lavida consagrada es un signo seguro dela salud de la Iglesia Diocesana. Haga-mos a los jóvenes esta pregunta: ¿puedehaber un signo de amor más grandeque seguir las huellas de Cristo, que nodudó en dar la vida por sus amigos, queson todos los hombres? No dudemos enllamar a vivir una entrega radical, elSeñor nos enseñó a hacerlo. Contadconmigo siempre para poder saludar yanimar a quienes vosotros, los sacerdo-tes, veáis que muestran signos de voca-ción. No dudéis en llamarme. Sabéisque nuestro Centro de Orientación Vo-

“Tenemos la misión de actualizar en la historia el Amor de Nuestro Señor Jesucristo. La institución dela Iglesia válida para ello es Cáritas”.(Aula-taller de vidrio de Cáritas Diocesana de Valencia).

Valencia, domingo 22-IX-2013Pág. XIV PARAULA

Por ello os invito a hacer estos com-promisos:

2.1. Día del Señor: Asumid y hacedtodo lo que podáis por vivir el Domingo,el Día del Señor. No es un fin de se-mana. Es un día para abrirnos a Dios,para participar de la Mesa del Señor,para ver el cielo en la tierra y para ha-cerlo nosotros con la fuerza y la graciadel Señor. Reuníos en familia, id juntosa celebrar la santa Misa. Entrando encomunión con el Señor se nos abren ho-rizontes absolutamente nuevos.

2.2. Adoración Eucarística Perpe-tua y tiempos de Adoración alSeñor: Va a hacer un año, el día 16 deseptiembre, que abrimos la primera ca-pilla de Adoración Perpetua en la Pa-rroquia de San Martín de Valencia, queha sido y es una gracia inmensa delSeñor. Para este próximo curso se abri-rán otros lugares de adoración en la Ar-chidiócesis. Es necesario dedicartiempo al Señor, permanecer en su pre-sencia, reconocerle como el Camino, laVerdad y la Vida. Por otra parte, os in-vito a que en todas las parroquias y co-munidades un día a la semana(siguiendo la tradición en la Iglesia,puede ser los jueves), tengáis un tiempode adoración al Señor. Todo cambiacuando está Él y contamos con Él. Élobra maravillas.

2.3. Sacramento de la Confesión yDirección Espiritual: Os invito aponer un horario de confesión en todaslas comunidades parroquiales, que loscristianos sepan que el Señor les estáesperando para regalarles su consuelo,su misericordia y su perdón. Por otraparte, ofrezcamos la dirección espiri-tual a los discípulos de Cristo.

3. SI NO CREÉIS, NO COM-PRENDERÉIS: “¿QUÉ QUIE-RES QUE HAGA POR TI?”:

56. “En esta situación, ¿puede la fecristiana ofrecer un servicio al biencomún indicando el modo justo de en-tender la verdad?”32. “El conocimientode la fe ilumina no sólo el camino parti-cular de un pueblo, sino el decursocompleto del mundo creado, desde su

origen hasta su consumación”33. Paraprofundizar en esa necesidad que tieneel hombre de conocimiento y de verdadpara poder subsistir, os invito a queaprovechéis los tesoros y los instru-mentos que la Archidiócesis os regala:

3.1. Facultad de Teología: los estu-dios que se ofrecen en la Facultad y elInstituto Superior de Ciencias Religio-sas, el curso de Formación permanente,

las diversas conferencias y actividadesque a lo largo del curso se irán desarro-llando y que serán pronto presentadasa través de nuestros Medios de Comu-nicación Social (MCS). Es importanteque sepáis que todos los profesorespueden ayudaros a buscar las lecturasadecuadas a vuestras preocupaciones eintereses.

3.2. Facultad de Derecho Canónicode la Universidad Católica de Va-lencia “San Vicente Mártir”: Apartede los estudios que la propia Facultadimparte en el curso ordinario, se pro-gramarán cursos, conferencias, semi-narios. Ofrecen temas de unaimportancia especial para la vida de laIglesia que a través de nuestros MCS sedarán a conocer. Todos los profesoresestán disponibles para cualquier con-sulta o aclaración que deseéis realizar.

3.3. Pontificio Instituto Juan PabloII para el estudio del matrimonio yla familia: Junto a los estudios propiosdel Instituto, que tanta importancia tie-nen en estos momentos, se impartenconferencias y cursos de temas de ac-

tualidad. Los profesores están disponi-bles para cualquier consulta que se lesrequiera, así como también para pro-gramar en las parroquias, arciprestaz-gos o vicarías los cursos que con losresponsables se sugieran.

3.4. Instituto Diocesano de CienciasReligiosas: Está implantado en todanuestra Archidiócesis y programa cursosde formación cristiana a través de arci-

prestazgos y parroquias. Podéis infor-maros a través de su secretaría general.

3.5. Cátedra de Teología “Fides etRatio” de la Universidad Católica“San Vicente Mártir”: Tienen progra-mados cursos, conferencias y semina-rios que los MCS de la Archidiócesisdarán a conocer.

3.6. Instituto Superior de CienciasReligiosas a Distancia en la Univer-sidad Católica de Valencia “San Vi-cente Mártir”: Ofrece desde haceaños la formación a distancia con la me-todología propia de este tipo de ense-ñanza. Los que tengan interés en laSecretaría General de la Universidad re-cibirán la información y les pondrán encomunicación con los responsables.

4. TRANSMITO LO QUE HERECIBIDO: “¿QUÉ QUIERESQUE HAGA POR TI?”:

57. “Quien se ha abierto al amor deDios, ha escuchado su voz y ha recibido

su luz, no puede retener este don parasí. La fe, puesto que es escucha y visión,se transmite también como palabra yluz”34. “La Iglesia, como toda familia,transmite a sus hijos el contenido de sumemoria, así la Iglesia con su ense-ñanza, su vida, su culto, conserva ytransmite a todas las edades lo que es ylo que cree”35. Teniendo como marcode referencia estos números de la Encí-clica “Lumen fidei”, la Iglesia diocesana

os propone como medios de transmi-sión de la fe los siguientes:

4.1. Catecismo de la Iglesia Cató-lica: Que todos los cristianos conozcan,estudien, reflexionen y compartan eldepósito de la fe. El curso pasado hici-mos una publicación muy sencilla, “Lofundamental de nuestra fe”, en la quecon palabras del Catecismo de la Igle-sia Católica recorríamos todo el conte-nido del mismo. Ofrecemos laposibilidad de daros a conocer cómotrabajarlo en grupo o a nivel personal.

4.2. Comisión Diocesana de Cate-quesis: La Comisión programará estecurso sus actividades teniendo comotrasfondo esta pregunta que en nombredel Señor sigue haciendo la Iglesia:¿Qué quieres que haga por ti? Para ello,marca la dirección y potencia la comu-nión en la transmisión de la fe en nues-tra Archidiócesis de Valencia. Latransmisión de la fe no es cuestión degustos personales, es una cuestión fun-damental para la Iglesia, que tiene la mi-sión principal y responsabilidad de serel primer catequista. Por ello, esta Co-

“Va a hacer un año, el día 16 de septiembre, que abrimos la primera capilla de Adoración Perpetua en la Parroquia de San Martín de Valencia, que ha sido yes una gracia inmensa del Señor. Para este próximo curso se abrirán otros lugares de adoración en laArchidiócesis. Es necesario dedicar tiempo al Señor, per-manecer en su presencia, reconocerle como el Camino, la Verdad y la Vida”.(Entrada en procesión con el Santísimo a la Capilla de Adoración Perpetua de la parroquia de San Martín, el 16 de septiembre de 2012, día de su apertura).

MANOLO GUALLART

ALBERTO SÁIZ

PARAULA Pág. XVValencia, domingo 22-IX-2013

___________________Trabajemosescuchando alas comunidadesparroquiales

___________________Os invito a que entodas las parroquias ycomunidades un día ala semana tengáis untiempo de adoraciónal Señor

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cacional está permanentemente al ser-vicio de los jóvenes que deseen hacerun discernimiento vocacional y unacompañamiento espiritual.

60. Con el deseo y la petición alSeñor de que la pregunta que Él hizo alciego de Jericó, “¿qué quieres que hagapor ti”?, muestre públicamente la pa-sión que mueve nuestra vida, el com-promiso que cada uno de nosotroshace para que sea creíble esta pre-gunta, y verifiquemos con nuestra exis-tencia que hemos aceptado con todaslas consecuencias el mandato de Jesús,“seréis mis testigos”, pongo todo lo queos he comunicado enmanos de la Marede Déu dels Desamparats, y le pido quenos haga entender cada día mejor suspalabras, “haced lo que Él os diga”.

Con gran afecto os bendice

Valencia, 15 de agosto de 2013,solemnidad de la

Asunción de Nuestra Señora

Valencia, domingo 22-IX-2013Pág. XVI PARAULA

(Mosaico sobre la curación de Jesús al ciego de Jericó. Artista desconocido. Siglo VI. Basílica de Sant’Apollinare Nuovo. Ravena -Italia-).

[1] Lumen fidei, 3.[2] Lumen fidei, 4.[3] Íbid., 4.[4] Lumen fidei 20-21.[5] Discurso del Santo Padre Francisco al Episcopado Bra-sileño, Río de Janeiro 27-VII-2013.[6] En las Encíclicas de Benedicto XVI: “Deus caritas est” y“Spe salvi”, y en la recién presentada del Papa Francisco“Lumen fidei” se nos invita a vivir en plenitud la fe, la espe-ranza y la caridad.[7] PABLOVI, Encíclica “Evangelii nuntiandi”, 53.[8] Cf. “Evangelii nuntiandi”, 27.[9] BENEDICTO XVI; Encíclica “Deus caritas est”, 39.[10] BENEDICTO XVI; Encíclica “Caritas in veritate”, 15..[11] “Evangelii nuntiandi”, 26.[12] Cf. J. RATZINGER, La Europa de Benedicto en la crisisde las culturas, 64.[13]Cf. SANAGUSTÍN, De Civitate Dei, XIV, 28: CSEL 40, II,56s.[14] JUAN PABLO II, Encíclica “Redemptor hominis”, 10.[15] SAN IRENEO, Adversus Haereses. IV, 20, 5. 7.[16]HANSURS VONBALTHASAR:Mysterium Paschale I, 4[17] Cf. J. RATZINGER, Europa. Sus fundamentos hoy yma-ñana, 26. La inviolabilidad de la dignidad humana es previaa cualquier poder humano, social, económico y político por-que el hombre que ha sido creado a imagen y semejanza de

Dios, y porque goza de una vida cuyo valor es único, sobe-rano, sagrado, innegociable, insustituible e intangible.[18] JUAN PABLO II, Encíclica “Redemptor hominis”, 11e.[19] Cf. SAN AGUSTÍN, De Civitate Dei, I, 1: CCL 27, 1.[20] JUAN PABLO II, Discurso a los enfermos en Polonia,27-V-2006.[21] JUAN PABLO II, Homilía misa consagración del San-tuario de la Misericordia Divina, 17-VIII-2002.[22] SAN BENITO, Regla, IV, 21.[23]FRANCISCO, Encuentro con los jóvenes argentinos, 25-VII-2013.[24] MISAL ROMANO, Secuencia de la Misa de Pentecos-tés.[25] Encíclica “Ecclesiam suam”, 178.[26] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostólica “Novo MillennioIneunte”, 42.[27] FRANCISCO, Homilía en la Misa de 28-VII-2013.[28] CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, 2096-2097.[29] Encíclica, “Lumen fidei”, 1.[30] Encíclica, “Lumen fidei”, 50..[31] Encíclica, “Lumen fidei”, 10.[32] Encíclica, “Lumen fidei”, 26.[33] Encíclica, “Lumen fidei”, 28.[34] Encíclica, “Lumen fidei”, 37.[35] Encíclica, “Lumen fidei”, 40.[36] Encíclica, “Lumen fidei”, 50.[37] Encíclica, “Lumen fidei”, 51.

��Notas