V CLOROSIS CALIZA · 2007. 4. 9. · V CLOROSIS CALIZA Quizá no exista en el catálogo de la...

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V CLOROSIS CALIZA Quizá no exista en el catálogo de la patolo- gía vitfcola una enfermedad más difundida que la "clorosis", puea escasas serán los vi- ticultorea que no hayan observado alguna vez sus llamativos caracteres; naturalmente que esto no quiere decir compita en gravedad, actualmente, con las temibles invasiones de "mildeu" u"oidio", si bien en tiempos pasa- dos, cuando se iniciaba Ia reconstitución de las plantaciones filoxeradas, llegó a crear un arduo problema que desesperanzaba a loa más eminentes ainpelógrafos ; aun hoy, es necesario tenerla muy presente al establecer un viñedo, y muchos fracasos se registran todávía par efectuar las plantaciones sin los debidos asesoramient^os tkenicos. El sfntoma típico y fundamental de la en- fermedad es la arnarillez de las hojas, tanto que amariUez y"clorosis" soñ términos sinó-

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    CLOROSIS CALIZA

    Quizá no exista en el catálogo de la patolo-gía vitfcola una enfermedad más difundidaque la "clorosis", puea escasas serán los vi-ticultorea que no hayan observado alguna vezsus llamativos caracteres; naturalmente queesto no quiere decir compita en gravedad,actualmente, con las temibles invasiones de"mildeu" u"oidio", si bien en tiempos pasa-dos, cuando se iniciaba Ia reconstitución delas plantaciones filoxeradas, llegó a crear unarduo problema que desesperanzaba a loamás eminentes ainpelógrafos ; aun hoy, esnecesario tenerla muy presente al establecerun viñedo, y muchos fracasos se registrantodávía par efectuar las plantaciones sin losdebidos asesoramient^os tkenicos.

    El sfntoma típico y fundamental de la en-fermedad es la arnarillez de las hojas, tantoque amariUez y"clorosis" soñ términos sinó-

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    nimos en léxico vulgar; pero este carácter,así como los restantes. que después detalla-remos, son comunes a muy diversos procesospatológicos o aiteraciones fisiológicas ("filo-xera", podredu^bre de raíz, ciertas formasdel "nudo corto", salinidad del agua deriego, influencia climática en las cepas blan-cas, ete.) . En esta divulgación vamos a ocu-parnos tan sólo de la más generalizada enel viñedo español: la "clorosis caliza", que,según parece, depende de la dificultad de ab-sorción del hierro, insolubilizado por 1^ eleva-da alcalinidad del terren.o.

    Podemos aflrmar que la. "clorosia", cxrmoúnicamente designaremoa en lo sucesivo a lade origen calizo, es una enfermedad recíbicladirectamenie de América, , pues hasta que la"filoxera" no destruyó las plantaciones eu-ropeas efectuadas con las distintas varieda-des de VZtis vinífera, no hubo necesidad deacudir a esa larga serie de patrones o porta-injertos americanos, que tan sensibles $e mos-traban a los efecto^ de la caliza ; es decir,que con la "filoxera" apareció también la"clorosis", agudizando así el problema de lareconstítucíón de 1os viñedos devastados por ^el insecto, porque, si bien las cepas america-nas o sus hfbridos eran, en general, satisfae-torias desde el punto de vísta de la resisten-cia de sus ráfces a los ataques de la filoxera,en, eambio la "clorosis" se acusaba en ellascon gran facilidad.

  • No quiere decir esto que únicamente lasvides americanas amarillean, pues ya en lasantiguas plantaciones de cepas viníferas seveían, durante las primaveras lluviosas y se-gún los t^rrenos, alg+unas plantas cuyas ho,-jas tomaban un ligero tinte verdoso más cla-ro, tendíendo al amarillo ; pero, apenas co-menzaban los calores estivales, recobrabanesas cepas rápidamente la intensa tonalidadverde oscuro, y pocos viticultores fijaban suatención en tan insignific^nte alteración, quese corregía sola.

    Pero sf podemos sentar, ^ de modo conclu-yente, que los graves trastornos de la "cloro-sis" sóIo se registran en nuestras variedadesvinfferas cuando están injertas sobre patro-nes americanos o, sus hibridos y, al propiotiempo, concurren las cóndiciones que másadeiante reseñamos.

    5íntomas de la enfermedad.

    Cuando se inicia la enfermedad, las cepaspresentan una brotación riormal y su follajees verde; mediada la primavera comienza anotarse que las hojas adquieren tonalidadmás clara y amarillean ligeramente en susbardes . o entre los nervios ; más avanzado elproceao, el limbo ^entero suele presentar co-loración amarilla bien marcada, que ^despuéaae aclaia e incluso llega a blanquear ; las ha-jas empiezan a. desecarae, sobre todo en los

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    t^ordes de au base, y terminan por despren-derse de la cepa en último extremo.

    La vegetación languidece, los sarmientosson más cortoa y también amarillean, presentando brotes anticipados oon hojas blanco-amarillentas, más pequefias y de borde agu-damente dentadó. Las flores sufren frecuen-temente el "córrimiento", el fruto cuaja irre-gularmente, las uvas no maduran y la cose-ci►a se reduce extraordinariamente.

    En las fases más avanzadas de la enferrne-dad, las ^raíces paralizan su creci^miento y aedesecan las superficiales.

    Cuando una cepa sufre varios añvs conse-cutivo^ la "clorosis", acusa gran debilidad,reflejada en una raquítica vegetació^i de bro-tea anémicos ramificados y con eniren^tdoacor^os, que le dan el singular aspecto del"arrepollado"; la fructificación es.nula, y alfinal de este •proceso muchás plantacíonessucumben. '

    En eate cuadro aintomát,ico eatáp compren-didos todos los grados de la enfermedad, quemuchas veces se mantiene bajo forma cróni-ca sin acabar oon la vida de las cepas; peroiautilizándolas prácticamente al anular ausrendimientas. •

    Causa. de la enfermedad.

    El afntama primero y fandamenttal quaderiuncia s la "clorosis" es la desaparicián

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    de la clorofi^lu (pigmento verde de las ho-o-jas), ,que desempeña un pape! indispensableen }a alimentación de la cepa, porque fija,

    ' bajo la influencia de la luz, el carbono delanhfdrido carbónico del aire, elemento básicopara fórmar los jugos nutritivos que la plan-ta consume en su desarrollo, fructificación, yha de almacenar como necesarias reservasutilizables al siguiente año ; la deficiencia dec^orofila. origina una profunda perturbaciónen la vida de las cepas, y hasta puede afir-n^arse que todas las restantes manifestaeio-nes de la enfermedad son sus inmediatas con-aecuencias.

    Existen diversas y contradictorias hipóte-sis pará expliĉar este efecto de la "clorosis" ;pero, aunque ninguna es del todo satisfa^to-ria y actualmente no se conoce de modo com-pleto el proceso qufmico-fisiológico que dalugar a la deapigmentación del follaje, hayun hecho indudable al cual se atribuye, oontoda la fuerza de una dilatada experimenta-ción, la causa mediata ^ de esta enfermedad ;y ea, la cantidad de caliza (carbonato cálci-co) que el terreno contiene en forma yproporción superior a la tolerada pn* las dis-tintas especie o variedades de la vid.

    Ahora bien; las dos.s más fuertes de cali,za son toleradas por nuestras cepa.^ viníferassin que se manifiesten con intensidad los sfn-tomas de la "clorosis" ; pero cuando aquéllasrebasan, cierto límite, variable con la claae

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    ""'°de vid, los patrones americanos^ ^!,^idos acusan la eñfermedad, que^=ig`uapresenta en los injertos heclK^s conuestras variedades. ` °

    Según esto, al efectuar plar,^acio^'tñedos, es indispensable que elf^p^^elegido, además de su resistenc^ái ^;iii^ó^ x^ct^ :: ^tsnga buena adaptación, o sea, que ^pl^é^eiporcentaje de caliza del suelo; es, aparente-mente, un fácil problema el que se plantea, •pues basta conocer aq"uel dato y el Iímíte má'-ximo admit^do por ca,da patrón para elegirel más conveniente.

    Pero existe una segunda parte muy impor-tarite : la forma en que se encuentra la calizaen el terreno, porque, teniendo toda ]a mismaĉomposición qufmica, su nocividad es muyvariable, y no producen el mismo efecto losgranos gruesos y las partfculas finísimas enestado cristalino que los limos calizos terro-sos y blandos ; de a^quí, que igual proporciónde caxbonato cáicico en distintos terrenosejerza acción muy diversa sobre las cepasamericanas, o sea, que la caliza tiene diferrente poder clarosa^xte o capacidad para ori-ginar la enfermedad. De los anteriores ejem-plos, en el primer caso la caliza sería pococlorosante; en el segundo, más clorosánte, ymuy elorosante para el tercero; entre estosIfmites existe una inmensa gradación de ca-sos que se encuentran muchas veces encu,-

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    biertos por la composición física y químicade los restantes elementos del suelo.

    Vemos, p^or tanto, que, además de conocerla cantidad de carbonato cálcico contenido enel terreno, es necesario averiguar la formamás o menos activa en que se encuentra, se-gún la rapid^ez de su descomposición bajo laacción de los ácidos, Para ello existen unosaparatos denominados calcímetros, cuya dea-

    . cr,pción omitimos porque los sencillos mod^-los que puede manejar el viticultor sólo per-miten determinar el porcentaje total de ca-liza, y esto con grave error cuando existencarbonatos de distmta base; e^cisten otrosproçedimientos para averiguar la caliza acti-va, pero son de manipulación alg^o engorrosapara un inexperto.

    Determinado el dato propio del terre-no donde se proyecta efectuar 1a plantación,resta conocer las lím^tes de carbonato cálcicoque los distintvs portainjertos toleran, y aeste respecto sólo podemos señalar una oríen-tación general, pues, aunque existen escalasde resistencia caliza, análoga a la filoxérica,tienen escaso valor práctico, ya que el pro-blema hay que estudiarlo en cada caso par-ticular y a la vista de un conj unto de antece-dentea, cuya somera reseña consignamos enlugar oportuno. A tftulo de ejemplo, entresa-camos de una de esas relaciones las doaismáximas teóricas correspondientea a los pa-trones más usuales : 10 por 100 de caliaa,

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    Ripa^ria Glaria de Montpellier; 20 por 100,Riparia X Rupestris 3.309 y 101-14; 30 por100, Rupestris de Lot; 40 por 100, Berlanzdie-ri X Riparŭc 420 y 157-11, Riparia X Ber-la^ieri 161-49; 6U por 10U, L;/aaselas X l^er-landieri 41 B; 70 por 100, Cabarnet X Ber-iandieri 333 E.

    El vator que puede concedérsele a esta oparecidas escalas, l^o ponen de relieve laŝ ob-sservaciones que tian recogido cuantos se ha-yan dedicado a la viticultura. Por nuestraparte, vamos a citar dos hechAS muy elocaen-tes : deI hibrido Rvpamia Gioria„ el más sen-aible a la caliza, hemos visto extensas planta-ciones en suelos con el 25 por 100 de carbo-nato cálcico, sin manifestar nunca sfntomasde "clorosls" ; en cambio, el 41 B amarillea-ba en terrenos con el 40 por 100 de aquel ele-mento. Y es que, además del factor caliza,existen otras causas derivadas de la compo-sición físico-química del suelo, clima, varie-dad del injerto, etc., que modifican el papelactivo de aquélla.

    Factores que influyen en la "clorosia".

    Dejando a un lado la acción directa dela caliza, de la que acabamas de ocupar-nos, vamos a reseñar la serie de concausasque reducen o exaitan los efectos de la ea-fermedad. •

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    INFLUENCIA DE LA COMPOSICIÓN DEL TEiiBENO.

    El suelo y subsuelo en que la vid vegetaestán integrados, aparte del carbonato cálci-co, por un conjunto de elementos cuyas rela-ciones con aquél modifican su acción. Asfaucede que, con el mismo porcentaje y claaede caliza, son más clorosantes las tierras are-nosas y limosas que las arcillosas y arcillo-humíferaa. El carbonato magnésico, que mu-chas veces aumenta en los análisis calcizné-tríoos la proporción aparente de calizá, ate-nfia, en c^mbio, el poder clorosante de losterrenos que lo contienen en cantidad apre-ciable. Por el contrario, el yeso (sulfato cál-cico) no ejerce influencia en ningún aentidoaobre la "cloroais". ^

    La humedad del a^elo ea condición que fa-vorece el desarrollo de la enfermedad y laexalta, para una dosis dada de caliza, rea-pecto a otros secos, porque el agua cargadade gas carbónico disuelve aquélla y parecefacilitar su ab^orción por las raíces; buenaprueba la ofrecen las primaveras lluviosas,que agudizan el mal y dan lugar a esas clo-rosis incipientes--incluso en nueatras cepasviniferas y francas de pie-que desaparecencon la sequedad del verano.

    La profundidad de la capa superficial, enrelación con la composición del subsuelo, tsm-bién influy^e en la enfermedad, porque aiaquélla es de poco espeaor y•se asienta sobre

  • terreno calizo, coaa muy frecuente en nues-tros suelos, las raíces, al profundizar, se desrarrollan en otro medio más clorosante ; coneste punto mantiene íntima relación la clasede portainjerto que se utilice, puea la diapo:sición de su aparato radicular varía en ellos,-y unos tienen raíces más superficiales queles permiten vegetar en las capas superioresdel terreno. Por último, la sequfa•prolongadapuede ser en estos casos una causa coadyu-vante si las rafces, obligadas a profundizar,encuentran un subsuelo calizo.

    INFLUENCIA DE LA PrJA,

    EI injerto disminuye la resistencia a lacaliza de los patrones, y es ^un hecho frecuen-te2nente observado que amarillean con másfacilidad después de injertados; únese a estoque algunas variedades de vinfferas mani-fiestan cierta influeneia en lá intensificaciónde la enfermedad, habiendo también púasmás sensibles y, por tanto, propen,sas a con-traerla.

    INFLUENCIA DE LA IDAD.

    Es un hecho de observación que las cepasjóvenes ofrecen mayor receptividad, ^ se dael caso de ver plantaciones, cuyas cepas ama,-rillean ligeramente durante los dos o tres pr -meros afios, que más adelante tan sólo ^e

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    tarde en tarde muestran unas hojas cloróti-cas en las primaveras.

    INFf,UENCIA DEL CULTIVO Y DEFECTUOSA ADAP-

    TACIÚN DEL POIiTAINJERTO.

    La "clorosís" produce una deficiente nu-trición de Ia cepa y, si a ello se unen otrascausas que debilitan la vitalidad de ésta,acentúase su propensión a la enfermedad oagrava el estada de la planta, que quizá pu-diera defenderse de cada una independiente-mente, pero sucumbe ante el número de ene-znigoa. Entre aquéllas se encuentran las la-bores defectuosas y a destiempo, abonado es-caso e inadecuado (los fosfatados y potásicosson muy útiles para eI buen agostamientode la madera), y la mala adaptación del pa-trón a las caracterfsticas ffsicas del terreno,excesivamente compacto o suelto, demasíadohúmedo o.seco ^n extremo, aparte, natural-mente, de las graves alteraci^ones que produrcen las plagas, alguna de las cuales, como lafiloxera, basta por sí sola para aniquilar lascepas invadidas.

    Medios de lucha.

    Vale'más prevenir q^ue curar, dice un afo-rismo, y en p^cos casos podrá aplicarse conm^yor razón que ai referirnos a los mediosde lucha contrá esta enfermedad, pues, to-

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    mando las precauciones precisas ai#` é^acbúalr^`una plantación o al reponer cepa^, ^s indu `"^^ ^dable que el viñedo se verá liljré de l^`^`^^^}d-rosis caliza" ; no obstante, tan^bí°én se rcortd^+b^eun eficaz tratamiento directo dé ella ^1^ e^i- ;

    '' 'pondremos en su lugar,

    PLANTACIÓN CON PATRONES ADÁPT,Á11^SAL TEARENO (1) .

    ^ A1 establecer un viñedo, o xeconstituir losya filoxerados, es indispensable utilizar por-tainjertos americanos o su híbridos, salvo encásos especialísimos, pues, oomo todo el terri-t^srio nacional está filoxerado y las raíces denuestras cepas viníferas sucuznben ante losataques del insecto, hay que injertarlas sobreacluellas plantas que resisten a la filoxera;pero ya diiimos que los injertos adquierenla "clorosis" si el patrón empleado no re-siste la cantidad de carbonato cálcico que elterreno contiene ;^es, por tanto, necesari^o ele-girlo con cuidado y así nos garantizarémos deque la nueva plantación no se verá afectadapor la "clorosis". Para ello no basta con de-determinar la caliza, pues existen vtras va^-riablea muy importantes que han de tenerseen cuenta, o sea, su cudruptación al terreno ycultiyo; • por estas razones hay que conocer

    (1) Inaectoa ded vdstedo. 9ecc16a da Publioactbnee,Prensa y Propaganda. M1nlatario de Agricultura.

  • también la 'constitución ffsico-qufmica delsuelo y subsuelo, fertilidad, situación y re-lieVe de las parcelas, cultivo anterior, formade preparación del terreno, poda, abonado,labores que podrá dúrseles a las futurasplantas y condiciones de clima local; además,existe otro factor, la afinida.d entre la púavinifera y el portainjerto, que, si es satis-factoria, se traduce en buenas cualidades devegetación, fructificación y madurez del fru- '-to. La afi^tida^d de nuestras cepas es mayor,''.por regla general, para los patrones franco-americanos que respecto a los americanos ';:puros y sus hfbridos, y si bien se la consir Idera auficiente para la mayoría de ellos,falta bastante por estudiar sobre este punto.

    Vemos, pues, la campleiidad que presentael problema de la plantación de vides ai he-mos de conjurar los gravísimos daños de lafiloxera, asf como evitar la "clorosis", y, enatención a su importancia, recomendamos alos viticultores que soliciten el asesoramien-to técnico preciso para resolverlo, por cuyarazán omitimos anteriormente la descripciónde los procedimientos para determinar la ca-liza, y ahora tampoco consfgnam^os las carac-terfsticas de los portainjertos utilizados ac-tualmente, porq•ue para la elección de éstoses necesario el criterio ampelográfica del es-pecialista. En consecuencia, cuando se pro-yecte establecer o reoonstituir un viñedo, losagricultores deben dirigirse a los técnicos

  • agrícolas oficiales, enviándoles muestras detierra, recogidas según las siguientes instruG-ciones y acompañadas de los datos que seconsignan en la hoja correspondiente, cuyomodelo estableció la Estación AmpelográficaCentral.

    INSTRUCCIONES PARA LA TOMA DE MUESTRA9.

    Primeramente se recorrerá el campo quese quiere plantar, para ver si el suelo e^sigual en toda la superficie ; esto es, si sepresenta sin grandes variaciones de aspectoexterior, o si, por el contrario, se notan susvariaciones.

    P^wime^r ca^o.

    ^ To^ma .de la muesl~ra Ide ^i^rra del ^suelo.-Cuando .en la finca que se va a plantar n^ose notan variaciones de aspecto exterior, bas-tará con hacer para cada diez áreas un hoyo,procediendo para esto como sigue :

    1.° Se deabrozará el suelo en una parbede la superficie que sea algo mayor que ladel hoyo q^ue se va a abrir.

    2° Se abre el hoyo hasta una profundi-dad de 0,30 cm. (o menos profundidad si senota que empiezan a cambiar ya de modoperfectamente visible las capas de írierra,pues entonces es aquf donde acaba el euelo y

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    donde empieza el subsuelo), dándole el anehoy largo que más convenga para hacer cómadamente esta labor.

    3.° Se limpia bíen el hoya, sacand^o la tie-rra y dejando cortada a plomo una de lasparedes,

    4° Con una pala se desprende luego tie-rra de esa pared cortada a plomo, dando losgolpes de arriba abajo.

    8.° De la tierra desprendida con la palase toman tres kilogramos y se ]levan a unsitio limpio.

    6° Se repite^n laa cinco operacíones an-teriores en todos los puntos designados parahacer hoyos, reuniendo los tres kilogramosde tierra que se saquen de cada hoyo con lostres que fueron extraídos del primero.

    7° Se mezclan bien las tierras q,ue de to,-dos los hoyos se han reunido y se taman doskilogramos, procurando que con la tierra va.yan también las piedras que existan y en lamisma proporción que aparecen en el campo.

    Tvmr^ de la mfuestra ^de tierra del su,b^uelo.Esta muestra se tomará apnovechando loshoyos hechos para la del subsuelo y ejecutan-do para cada hoyo las siguientes operacionea :

    1° Se ahonda hasta llegar a los 0,70 me•kros de profundidad. ^

    2.° Se saca la tierra cavada y se arreglala pared que ha servido para desprender loatres kilos de tierra del suelo, de manera que

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    quede cortada a pl^omo hasta los 0,70 de pro-fundidad, dejando el hoyo bien limpio.

    3.° Se abre luego el hoyo por ese lado dela pared^ cortada a plomo para formar esca-lón a 0,30 (o hasta la línea que marque elfondo del suelo, que algunas veces estará amenos profundidad de 0,30), y con una palase desprende tierra desde 0,30 a 0,7^, dandolos cortes de arríba a abajo.

    4.° De la tierra desprendida con la palase toman tres kilogramos, que se llevan a unsitio limpio de1 campo.

    5:° Se repiten las cuatro operaciones an-teriores en todos los demás hoyoa que se ha-yan abierto para tomar la muestra del suelo,reuniendo los tres kilogramos de tierra quese saquen de cada uno de los hoyos con lostres kilogramos extraíd^os del primero que seahondó.

    6° Se mezclan bien las tierras que de to,-dos los hoyos se han reunido en ese puntolimpio del campo, y se toman dos kilogramos,teniendo cuidado de que vayan también laspiedras que existan, y en la misma propor-ción que se vean al cavar.

    Segzmzdo caso.

    Cuando la superPicfe que se va a plantarse manifiesta al exterior con caracterea di-ferentes, ae tomará una muestra para cada

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    una de esas partes que presenten variación.Habrá, pues, que recoger tantas muestraacuantas sean las clases de tierra que se recanozcan a la vistá en esa superficie, haciendopara esto los hoy^os necesarios (lo menos unopor cada diez áreas) ; luego se tomará lamuestra de cada parte, del mismo modo quehetnos detallado para el primer caso.

    Las muestras de tierra, después de biensecas, se enviarán metídas en un saco, dentrodel cual irá también un ejemplar de la hójacuyo modelo insertamos a continuación :

    HOJA DE DATOS.

    Término municipal donde radíca la flnca.-Pertenece

    al Ayuntamiento de .............................. y está aituada en

    juriadiccíón del pueblo de ..............................-Nombre

    que Ileva la flnca : .. ............................-8ltuacíbn (1):

    ..............................-0ultlvo anterlor a que estaba des-

    tinada : ............................:.-ProPundidad que píensa dar-

    ae a la labor de deafonde : ............... centimetros.-Nom-

    bre de la parte de auper9cie a que pertenece la muea-

    tra (Z) : ..............................

    (1) Indiqueee ai es en valle, ladera o montalía, y suexpoaícibn.

    (2) En la auperflcie destinada a la plantacibn habráa vecea dlatintae ctases de tierra, y en este caeo hay quetomar varias muestraa; aqui ae anotará con au nombre,uns letra o nŭmero, el 4roao de terreno a que pertenecela mueatra.

  • Coloracián del auelo (8) :

    (}rado de coheaíón (4): ...

    T i e r ra del ^rsdo de freacura (6) :...

    suelo (7)....,Aapecto eateríor ( B): ......

    I Profundidad que alcansa e1

    ( auelo : . ................. cent!-

    1 metros.

    7aracterea del

    terreno .....Coloración del aubsuelo: ...

    firado de coheaián: .........

    Orado de ireacura: .........

    Aapecto e=tarior : ............

    ProlundWsd de wte sub-

    T i e r r s del auelo.-Deade laa ............subauelo ($)

    centimetroa, donda acaba

    el euelo, haets loa ...........

    centimetroe, ae ve una

    clase de tierra igual a

    ^^ eeta que se manda.

    (8) Indiqueae ai ea blanco, rojo, cenlciento, etc.^4) Indíqueae ai oa muy fuerte, luerte o euelto.(6) Indiqueae ai ea muy aeco, aeco o íresco.(8) Indiqueae aí es cascajoeo o no.(7) Por axelo ae entenderñ la tlerrs que hay haeta loe

    0,80 metras, cuaado hsata esa profundidad no se notecambto de eapecto en las capae del terreno; pero ai esecambio ae preaeata antea, aerh la citra de eata profuadi-dad la que marque el límite del auslo, y Bee ea el datoque ae ha de anotsr aqut, paniendo su eepaeor en cen-timetros.

    (8) Por aubaueto ae enteaderd la tierra que hay des-de al limite del auelo harta loe 0,70 metroa de profun-didb.

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    TRATAMIENTO

    1$n l^os casos de plantaciones antiguas conpat^nes znal adaptados al terreno, o tam-bién o^a^cdo éste es muy calizo, sucede quela; ^t^^a^medad se dQSarrolla y hay que procu-r^.r ^ntenerla, prAlongando lo posíble la vidade las cepas. Atortunadamente para la "clo-rosis caliza"--nunca en los otros casos deamarilleti--existe un p^ositivo remedio : lassales aolubtea de hierro ; entre ellas se ha ele-gido el aulfato ferroso (caparrosa verde) porau mayor eficacia y economía.

    De tres maneras puede aplicarse este pro-ducto : incorporado al suelo como si de unabono ae tratara; embadurnando las cepascon su disolución, y en pulverizaciones a lashojaa.

    La primera ea de resultados más lentos ydudoaos, sobre todo ai el terreno contienemás del 25 por 100 de caliza ; además, el aca-rreo de agua én los viñedoa de aecano enca-rece notablemente este procedimiento, queconaiate en abrir piletas al pie de las cepasy verter en cada una 6 lítros de agua dondeae habrá disuelto, previamente, 300 gramoade aulfato de hierro. ^

    Pero el m€todo mejor es, ain duda, el esta-blecido por Rassi^uier, y su bondad lo de-mue$tra que, no obatante ios añas tranaourri-doa y ensayos realizadoa por otros viticulto-

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    res, aparece hoy como insustitufbl^:nica es la siguiente : ^

    Se podará temprano-antes d^ Ia cla hoja-haciendo una poda antícl adavisional, en cuya operación pued[^ 6q,todos los ^armientos que hayan de•,;^se y los otros se dejarán unos cuatfinetros más largos (en ocasiones 2 a S ye-mas sobre las que se vayan a conservar defi-nitivamente) ; a continuación se mojan bienlos cortes de poda, pero sin tACar a las ye^aasútiles, asf como el tronco, brazos y en generalt^oda la madera de más de dos años, con unasolución al 30 por 100 sie sulfato de hierro;en ca.so de que el agostamiento sea defectuo-so, se reduci.rá la proporción al 20-25 por100, pudiendo elevarse al 40 por 100 si aquéles normal.

    El producto penetra en el ínterior de lascepas a travéa de las heridas, y su absorciónse encuentra favorecida cuand^ dísminuye lapresión de la savia en el interior de la plan-ta; de aquf la importancia que reviste la épo-ca del tratamiento, pues se ha comprobadoe^eperimentalmente que a mediados de otoñoea aquélla menor.

    En los casos leves basta tratar las cepascuando son jóvenes; pero, ante los intensos ycrónicos ataques, • es necesario practicar du-rante varias años aonsecutívos este trata-mietiito, cuyos resultados se aprecian rápida-

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    mente, si bien tiene como única deaventajaque el brote se retrasa algunoa dfas.

    La aplicación del líquido puede hacerse conbrocha, o pulverizador ; en este último casodeben utilizarse los construídos con depósitode latón o emplomados, para evitar el ataquedel sulfato de hierro al oobre. Cuando se es-paxce la solución con pulverizadar no hay `.modo de impedir que se mojen las yemas, y, 'sí lo$ sarinientos han agostado mal a cauaa ;de la enfermedad o de los ataques del "mil-deu^, suelen quemarse algunas de ellas.

    Ya brotadas las cepas, hay también unprocedimiento parar combatir la "clorosis",que tiene especial indicación cuando se tratade casos rebeldes o en las primeras manifes-taciones de la enfermedad, la que, como eslógico, no pudo preverse el otoño anterior.Consiate en pulverizar el follaje oon una sa-lución muy diluída de sulfato de hierro, puealas hojas son•eápecial^nente sensibles y sufri-rfan quemaduras ĉon dosis elevadas, íncon-veniente éate que disminuye la eficacia delmétodo. La proparción del producto no debe .sobrepaaar el 0,5 por 100 ; ea decir, mediokilogramo de sulfato de hierro por 100 litroade agua.

    Poco tiempo después de la pulverixaciónaparece en las hojas un gran número de pun-titos negros, que representan otras tantaspequefiísimas quemaduras, en corresponden-cia con los sitios donde el producto ha pe-

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    netrado en los tejid^os;.alrededor de esos pun-tos se observa un reverdecimiento que a losocho o diez días se extiende a todo el limbo;no obstante, es conveniente, y necesario mu,-chas veces,, repetir el tratamiento con inter-valo de una semana.

    Por último, tenemos observadas reaccionesrapidísimas en plantas muy ciorót:icas Rne-diante el procedimiento que Mokxzecki apli-caba a los árbolea frutales. Hemoa visto aparraleroa de Almería barrenar profundosagujeritoa en los troncos, que luego rellena-ban oon sulfato de .hierro pulverizado; losefectoa eran sorprendentes, pero no podemosrecomendar este método de aplicación queexige gran pré,ctíca y origina no pocos dañosa las cepas.